Historia Argentina - FERRE Pedro - Sobre Economias Provinciales y Proteccionismo - 1830

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    CONTESTACIN AL MEMORNDUM

    Aunque he ledo el memorndum, presentado por el seor diputado deBuenos Aires, con toda la atencin que merece la materia sobre que seversa, y la persona que enuncia en aquella pieza su modo de pensar, debomanifestar con sinceridad, que las razones en que ste se apoya, no hanproducido el convencimiento en mi nimo.

    Expondr con la misma franqueza que lo ha hecho aquel seor, cmo elactual arreglo del comercio daa, en mi juicio, a los intereses de laRepblica; por lo tanto demanda una variacin; y concluir dando lasrazones que me parece destruyen las que opone el memorndum.

    Hay dos puntos importantes sobre los que est cimentado el comercio de laRepblica y son:

    1 La libre concurrencia de toda industria;

    2 La exclusin del puerto de Buenos Aires, para el comercio de importaciny exportacin.

    Considero la libre concurrencia como una fatalidad para la nacin. Los pocosartculos industriales que produce nuestro pas, no pueden soportar la

    competencia con la industria extranjera. Sobreviene la languidez y pereceno son insignificantes. Entonces se aumenta el saldo que hay contra nosotrosen la balanza del comercio exterior. Se destruyen los capitales invertidos enestos ramos y se sigue la miseria. El aumento de nuestros consumos sobrenuestros productos y la miseria son, pues, los frutos de la libreconcurrencia.

    La exclusiva del puerto, es otro mal, raz de infinitos.

    La situacin de Buenos Aires es en el extremo de la Repblica.

    Por ahora me contraer a manifestar que considero evidente por s mismalas ventajas de disminuir las distancias que corren los artculos de comerciodel pas hasta su mercado; as como son visibles los perjuicios que resultande colocar aqul donde la naturaleza no lo ha puesto.

    Si la libre concurrencia mata algunos ramos nacientes de industria nacional,y el mercado ficticio de Buenos Aires daa a la gran mayora de los pueblosde la Repblica, debe mirarse como indispensable una variacin en el actualsistema del comercio.

    Me parece tambin que sta debe fundarse en los puntos siguientes:

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    1 Prohibicin absoluta de importar algunos artculos que produce el pas, yque se especificarn en el acta que la establezca;

    2 Habilitacin de otro u otros puertos ms que el de Buenos Aires

    Aqu me contraer solamente a satisfacer los argumentos que contiene enoposicin al memorndum, y siguiendo, tocaremos antes el segundoartculo que el primero.

    Quiz mi manera de explicar me habr dado lugar a una graveequivocacin. No pretendo que Buenos Aires no cobre derechos; nodesconozco las atenciones nacionales que tiene sobre s; no pido que stasse desatiendan. Quisiera en sustancia que todo se determinase de un modo

    positivo y amistoso; a saber cunto debemos; con qu contamos; cuntopagamos; cunto es nuestro dficit; cunto ms debemos pagar; y en finqu podemos hacer para promover la prosperidad de todas las provincias dela Repblica, que siempre han ido en decadencia, y que hoy se hallan en elltimo escaln del aniquilamiento y de la nada; de estas provincias en favorde cuyos intereses debemos tender la vista, porque son los nuestrosmismos y de cuya suerte no podemos desentendernos sin dejar de serpatriotas y sin resentirnos de las consecuencias que nos traer laconsumacin de su ruina, que es tambin la nuestra. As se conocer toda

    la extensin de los distinguidos servicios de Buenos Aires a la nacin; seharn generales y comunes las resoluciones sobre cuestiones que siemprese han tratado misteriosamente, y se destruir ese principio de inquietud,de desconfianza y an de animada aversin, que tan fatales resultados nosha dado en otras pocas y que me temo los prepare para el futuro.

    El memorndum nos presenta un bosquejo de la deuda pblica, y despusde calcular la suma con que las provincias deben contribuir al pago deintereses, etc., deduce que abierto el puerto de Santa Fe, ser necesarioque las rentas generales se dispersen y se apliquen a necesidades locales.

    Sin asentir al clculo que contiene el memorndum, tampoco lo combatirahora no me parece necesario, pero la sola habilitacin de Santa Fe,disminuyendo los gastos de conduccin de los artculos que importan yexportan las provincias, les permite pagar ms derechos, y consultar mssu prosperidad. Las rentas no se dispersarn, al menos no es eso lo que yopido, sino que se aplicarn, como ahora, a los gastos puramente nacionales.Prescindo pues de todo lo que se ha dicho sobre aquel supuesto errado, yslo me fijar como de paso, por ser demasiado importante en la afirmacinde ser la poblacin la base ms justa para la divisin de la deuda. No s sieste principio sera demostrable; pero aplicndolo a la Repblica, dara por

    resultado una sociedad de capitales desiguales, de goces desiguales, de

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    ganancias desiguales y de carga iguales. Esto sera monstruoso, si no meengao.

    Creo, pues, que los argumentos del memorndum, podrn tener fuerzacontra la dispersin de las rentas, y no contra la habilitacin del puerto deSanta Fe u otros, y las razones en que me apoyo para pedirlo, quedan enpie, sin necesidad de apelar a una muy justa, aunque de naturalezaespecial, que es el fomento y desarrollo y prosperidad de Santa Fe; cuyoprimer efecto sera asegurar su frontera del norte, y recobrar los belloscampos que hoy ocupan los indios.

    Siguiendo el orden del memorndum, pasaremos a recorrer ligeramente los

    motivos que se dan para resistir el sistema restrictivo; aunque yo creonecesario, no ste, sino la absoluta prohibicin.

    Tenemos, se dice, producciones que emplean nuestros brazos y capitalescon ganancia, y sin proteccin; las restricciones son un embarazo para elcomercio exterior y ninguna utilidad nos traen. Muy bien. Tenemos algunasprovincias a que quiz esto ser aplicable; ms, tenemos otras, y sonvarias, cuyas producciones hace mucho tiempo que dejaron de serlucrativas; que viven exclusivamente de ellas; que no pueden abandonar suindustria sin perder su capital; que no pueden tampoco, aun con capitales,

    abrazar otra porque su territorio no lo permite; ms claro y ms corto, quehan de ser favorecidas con la prohibicin de la industria extranjera, o hande perecer. Hay otras cuyo territorio es a propsito para producir muchos ydistinguidos artculos, que slo algunas de sus partes son propias para laganadera, nico ejercicio a que se nos quiere limitar, y que habiendo hechoconsiderables ensayos en distintos ramos han tenido suceso feliz. Sinembargo, no pueden competir con la industria extranjera, ya por laperfeccin de la ltima, ya por los enormes gastos de todo establecimientonuevo. Y qu haremos? Condenaremos a los unos a morir de miseria, ysujetaremos a los otros a que cultiven uno solo de los muchos ramos de

    riqueza que poseen? Jams me parece podr comprender, cmo lasrestricciones empleadas en este sentido podrn ser un obstculo a laindustria, como dice el memorndum. La libre concurrencia, s que no ladejar aparecer, y esto es muy sencillo en mi concepto.

    Pero sufrirn mucho en la privacin de aquellos artculos a que estnacostumbrados ciertos pueblos. S, sin duda, un corto nmero de hombresde fortuna padecern, porque se privarn de tomar en su mesa vinos ylicores exquisitos. Los pagarn ms caros tambin, y su paladar seofender. Las clases menos acomodadas, no hallarn mucha diferencia

    entre los vinos y licores que actualmente beben, sino en el precio ydisminuirn su consumo; lo que no creo ser muy perjudicial. No se pondrn

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    nuestros paisanos ponchos ingleses; no llevarn bolas y lazos hechos enInglaterra; no vestiremos la ropa hecha en extranjera y dems renglones,

    que podemos proporcionar; pero en cambio empezar a ser menosdesgraciada la condicin de pueblos enteros de argentinos, y no nosperseguir la idea de la espantosa miseria y sus consecuencias, a que hoyson condenados; y aqu es tiempo de notar, que solamente propongo laprohibicin de importar artculos de comercio que el pas produce, y no losque puede producir, pero an no se fabrican, como equivocadamente seentiende en el memorndum.

    Por mi parte no temo la guerra industrial, que se cree debe seguir alestablecimiento del sistema restrictivo. No estando ms adelantada la

    industria en Corrientes que en Santa Fe, no ganarn nada los correntinos entraer a Santa Fe, lienzos, algodones y maderas, de las que Santa Feproduzca, ni las traern. No habra por tanto necesidad de prohibicin. Losaguardientes de San Juan y Mendoza no harn cuenta en Corrientes, ybuscarn otro mercado. Si Buenos Aires llega a tener sus bodegas en lassierras adquiridas (que no ver este ramo ms de industria en su territoriomientras siga su sistema presente), Cuyo no le enviar sus vinos, y todoestar en el orden natural.

    En cuanto a lo que se gana en el sistema restrictivo, puede reducirse a dos

    puntos:

    1 Disminuir lo que consumimos del extranjero; y esto es muy importante,cuando consumimos ms de lo que producimos;

    2 Y principal, salvar del aniquilamiento a unos pueblos, y hacer prosperarla industria naciente de otros.

    Se dice, la riqueza casi exclusiva de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ros yCorrientes es la ganadera. Muy bien, pero en este ejercicio se ocupar unnmero considerable de personas, y quedan miles y miles sin ninguno (a no

    ser que todos nos reduzcamos por necesidad a ser peones de estancias, ydejar nuestras casas por buscar aqullas) los ganados se duplican cada tresaos, se reponen; bien, pero entre tanto que se multiplican hastaproporcionar trabajo a todos los que no lo tienen pasarn siglos; tambinlos hombres se aumentan, y llvese esta progresin hasta donde se quiera,nunca podr ser la ocupacin exclusiva de la Repblica, la ganadera,porque no toda ella es a propsito para el pastoreo, y no podemos, nidebemos desatendernos de los intereses de una parte de ella, que como lohe dicho ya, son los mismos nuestros. Por otra parte cualesquiera que sean

    las ganancias que ofrezca este ejercicio, por qu no hemos de obtener losque ofrezca otro, si tenemos proporcin para ello?

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    Es un hecho indudable que los individuos de todas profesiones, abandonansu antiguo modo de vivir por dedicarse al pastoreo. Mas esto prueba en mi

    concepto precisamente lo contrario de lo que se pretende. La ganadera ennuestro estado actual, tiene sus riesgos graves, y peligros inminentes; lonatural es procurar ms bien un lucro moderado y seguro, que uno muyexpuesto aunque considerable. Cuando se prefiere este ltimo, esciertamente porque las profesiones que antes aseguraban la subsistencia,hoy no ofrecen sino quebrantos y porque no hay en qu escoger.

    Tampoco considero muy equitativa la resolucin de la cuestin, quin esquien pierde en este sistema prohibitivo? La mayora o la minora? Es muygrande el nmero de los interesados, y creo poder afirmar, que la repblica

    entera lo est por la adopcin de l. Sobre todo es necesario considerar,que aun cuando fuera la mayora (que en mi concepto est muy lejos deserlo) la perjudicada, la cuestin se resolvera por la adopcin del sistemaprohibitivo, si se propusiera en estos trminos, que son justos: debenimponerse privaciones parciales y no muy graves, a la mayora para nodejar perecer a una minora considerable, o al contrario?

    Puede ser que efectivamente bajasen en el primer ao el valor de loscueros, etc., estableciendo prohibiciones. Mas no sucedera as al segundo,si la demanda de este artculo de comercio es creciente; por tanto a costa

    de un mal momentneo adquiriramos el bien de disminuirpermanentemente la diferencia que hay entre nuestros productos, ynuestros consumos, suponiendo que nuestro comercio disminuir de todosmodos, pues el metlico con que saldbamos antes la diferencia estacabado. Las rentas nacionales se rebajarn en proporcin; peroaumentaremos nuestros derechos, as como se acaban de aumentar enBuenos Aires, a ms de 10, 15 y 20 por ciento que antes pagaban, si norecuerdo mal. Entonces las rentas subirn; y sobre todo, este es un artculoimportante del cual considero extemporneo decir todo lo que pienso.

    De propsito no saco ningn argumento de las ventajas futuras de laprohibicin, porque admito la mxima de que los gobiernos deben cuidarprontamente de la felicidad de la generacin presente, y preparar la de lavenidera. Aunque por otra parte me haga fuerza en favor de la posteridad elrecuerdo de que le ganaremos una considerable deuda, que en gran parteno tenemos derecho a echar sobre ella, pues, no es efectivamente el preciode la independencia.

    Recapitulando todo, conozco bien que haya dificultades que vencer paraobrar en el sentido que propongo. Mas estoy ntimamente persuadido de

    que los traer mayores, y de una naturaleza muy grave, retardar la decisinde estos puntos. Muy peligroso sera esperar a que, tal vez, se pidiese de

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    otra parte una resolucin tan justa y tan necesaria, y, digmoslo, tanpopular, mucho antes de ahora, en el interior; adelantndonos a tomarla,

    nos evitaremos contestaciones difciles, y simplificaremos multitud de otrascuestiones.

    Habra podido en el curso de estos apuntes citar en apoyo de mis opinionesla conducta, no de pueblos nacientes como los nuestros, sino de puebloscuya civilizacin e industria han llegado a un alto grado de perfeccin, y quepor consiguiente tienen menos peligro de establecer una franqueza ilimitadaen el comercio. He preferido ceirme a lo que dicta simplemente la raznnatural; pero no por eso dejar de recordar, que los pueblos cuya riqueza ypoder admiramos hoy, no se han elevado a este estado, adoptando en su

    origen un comercio libre y sin trabas; y ni an ahora que sus manufacturasy fbricas se ven en un pie floreciente, menosprecian el ms pequeo mediode aumentar los modos de ganar sobre el extranjero, cuando de estodepende una medida prohibitiva.

    Por supuesto, all no se ve que los sbditos de una nacin enemiga oextranjera, hallen en su mercado la ganancia y el lucro, mientras losproductos nacionales de igual clase reciben un fuerte quebranto, como nosest sucediendo a nosotros.

    Por ltimo; cuando yo esperaba que por resultado de mis conferencias conel seor diputado por Buenos Aires, como encargado al efecto, mepresentase este seor el proyecto de los artculos que deba contenernuestro tratado, tal cual yo lo promet por mi parte, recib el memorndumindicado, y a que me ha precisado contestar acompaado del proyecto quehaba preparado para presentrselo; el que espero se considere por losseores diputados.

    Santa Fe, julio 25 de 1830.

    Pedro Ferr.

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