Henry jonas comentario

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JONÁS

Jonás era nativo de Galilea, 2 Reyes xiv, 25. Su liberación milagrosa del pez lo hizo tipo denuestro bendito Señor que, como para mostrar la verdad certera de la narración, lo menciona. Todolo hecho fue fácil para la omnipotencia del Autor y Sostenedor de la vida. Este libro nos muestra,por el ejemplo de los ninivitas, cuán grande es la paciencia y la tolerancia divina para con lospecadores. Muestra un contraste muy marcado entre la bondad y misericordia de Dios y la rebeldía,impaciencia y belicosidad de su siervo; y se entenderá mejor por los que conozcan bien sus propioscorazones.

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CAPÍTULO I

Versículos 1—3. Jonás, enviado a Nínive, huye a Tarsis. 4—7. Demorado por una tempestad. 8—12. Su discurso a los marineros. 13—17. Echado al mar y milagrosamente preservado.

Vv. 1—3. Entristece pensar cuánto pecado se comete en las grandes ciudades. Su maldad, como lade Nínive, es afrenta franca y directa a Dios. Jonás debe irse de inmediato a Nínive, y ahí enterreno, clamar contra la maldad de ellos. —Jonás no quiere ir. Probablemente haya unos cuantosentre nosotros que no hubiesen tratado de declinar tal misión. La providencia parece darle unaoportunidad para escapar; nosotros podemos salirnos del camino del deber y hasta encontrar vientoa favor. El camino fácil no siempre es el camino recto. Véase lo que son los mejores hombrescuando Dios los deja librados a sí mismos; y la necesidad que tenemos, cuando nos llega la palabradel Señor, de tener al Espíritu del Señor para que lleve cautivo cada pensamiento nuestro a laobediencia a Cristo.

Vv. 4—7. Dios manda un perseguidor tras Jonás, un fuerte temporal. El pecado trae tormentas ytemporales al alma, a la familia, a las iglesias y a las naciones; es cosa inquietante y perturbadora.Habiendo pedido socorro a sus dioses, los marineros hicieron lo que pudieron para ayudarse. ¡Oh,que los hombres fueran así de sabios con sus almas, y estuvieran dispuestos a separarse de lariqueza, placer y honor que no pueden conservar sin hacer naufragio en la fe y la buena concienciay arruinar para siempre sus almas! —Jonás dormía profundamente. El pecado atonta y tenemos quehacer caso, no sea que, en cualquier momento, nuestros corazones sean endurecidos por loengañoso de ellos. ¿Qué quieren decir los hombres con eso de dormirse en el pecado, cuando lapalabra de Dios y las acusaciones de sus propias conciencias les advierten que se levanten y clamenal Señor si quieren escapar de la miseria eterna? ¿No debiéramos advertirnos unos a otros paradespertar, levantarnos, clamar a nuestro Dios, si Él quisiera librarnos? —Los marineros concluyeronque la tormenta era un mensajero de la justicia divina enviado contra alguien a bordo de ese barco.Cualquiera sea el mal sobre nosotros en cualquier momento, tiene su causa; y cada uno debe orar,Señor, muéstrame en qué contiendes conmigo. —La suerte recayó en Jonás. Dios tiene muchasmaneras para sacar a la luz los pecados y pecadores ocultos, y hacer manifiesta esa necedad que se

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pensaba oculta de los ojos de todos los vivientes.

Vv. 8—12. Jonás da cuenta de su religión, porque esa era su ocupación. Podemos tener la esperanzaque él dijera esto con pena y vergüenza, justificando a Dios, condenándose así mismo y explicandoa los marineros qué Dios grande es Jehová. Ellos le dijeron: ¿Por qué nos has hecho esto? Si temíasal Dios que hizo el mar y la tierra seca, ¿por qué fuiste tan necio para pensar que podías huir de supresencia? Si los que profesan la fe hacen mal, lo sabrán de parte de quienes no hacen tal profesión.Cuando el pecado ha levantado una tempestad, y nos ha tirado encima las señales del descontentode Dios, debemos considerar que debe hacerse con el pecado que provocó la tormenta. —Jonás usael lenguaje de los penitentes verdaderos que desean que nadie, sino ellos mismos, sufran lo peor porsus pecados y necedades. Jonás entiende que esto es el castigo de su iniquidad, lo acepta y justificaa Dios en ello. Cuando se despierta la conciencia, y se levanta tormenta, nada la calmará, sino dejarel pecado que causó el trastorno. Dejar nuestro dinero no pacificará la conciencia, Jonás debe sertirado por la borda.

Vv. 13—17. Los marineros remaron contra el viento y la marea, el viento del descontento deDios, la marea de sus consejos, pero es en vano pensar en salvarnos a nosotros mismos de otramanera que no sea destruyendo nuestros pecados. Hasta la conciencia natural no puede sino temerla culpa sangrienta. Cuando somos guiados por la providencia, Dios hace lo que le place, y debemosestar satisfechos, aunque pueda no gustarnos. —Tirar al mar a Jonás puso fin a la tempestad. Diosno afligirá por siempre, Él sólo contenderá hasta que nos sometamos y nos devolvamos de nuestrospecados. —Seguramente esos marineros paganos se levantarán en juicio contra muchos que sellaman cristianos, que ni ofrecen oraciones cuando están angustiados ni agradecen por las señales deliberación. —El Señor manda a todas las criaturas y puede hacer que cualquiera sirva a susdesignios de misericordia para su pueblo. Veamos esta salvación del Señor y admiremos su poder,que así pudo salvar a un hombre que se ahogaba, y su piedad, que así pudo salvar a uno que huía deÉl, y que le había ofendido. Era por las misericordias de Jehová que Jonás no fuera consumido.Jonás vivió tres días y sus noches en el pez: esto era imposible para la naturaleza, pero para el Diosde la naturaleza todas las cosas son posibles. —Jonás fue hecho tipo de Cristo por esta salvaciónmilagrosa, como nuestro Señor bendito lo declara, Mateo xii, 40.

CAPÍTULO II

Versículos 1—9. La oración de Jonás. 10. Es librado del pez.

Vv. 1—9. Fíjese cuando ora Jonás. Cuando estaba en problemas, sometido a las señales deldescontento de Dios contra él por pecar: cuando estamos afligidos debemos orar. Oró siendomantenido con vida por milagro. El sentido de la buena voluntad de Dios para con nosotros, a pesarde nuestras ofensas, abre en oración los labios que estaban cerrados con el miedo a la ira. También,donde oró; en el vientre del pez. Ningún lugar es malo para orar. Los hombres pueden impedirnos lacomunión de unos con otros, pero no la comunión con Dios. A quién oró; al Señor su Dios. Estoanima a retornar aun a los descarriados. Qué fue su oración. Esto parece relatar su experiencia yreflexiones, entonces y después, más que ser la forma o sustancia de su oración. Jonás reflexiona enel fervor de su oración y la prontitud de Dios para oír y responder. Si nos volvemos buenos pornuestros problemas, debemos notar la mano de Dios en ellos. Había huido malamente de lapresencia del Señor, que podía quitarle con justicia su Espíritu Santo, para nunca más visitarlo. Sonmiserables sólo aquellos a quienes Dios no reconoce ni favorece más. Aunque estaba perplejo, noestaba desesperado, Jonás reflexiona en el favor de Dios para él, cuando buscó a Dios y confió en Élen su angustia. —Amonesta a los demás, y les dice que se mantengan cerca de Dios. Los queabandonan su deber, abandonan su propia misericordia; los que huyen de la obra de su lugar y día,

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huyen del consuelo de ella. En cuanto un creyente copia a los que siguen las vanidades mentirosas,se olvida de su propia misericordia, y vive por debajo de sus privilegios. Pero la experiencia deJonás estimula a los demás, de todas las épocas, a confiar en Dios como Dios de salvación.

V. 10. La liberación de Jonás puede ser considerada como ejemplo del poder de Dios sobretodas las criaturas. Como ejemplo de la misericordia de Dios para un pobre penitente que, enangustia, ora a Él: y como tipo y figura de la resurrección de Cristo. En medio de todas nuestrasdiversas experiencias y de los cambiantes escenarios de la vida, tenemos que mirar por fe,fijamente, a nuestro Redentor, una vez sufriente y moribundo, pero ahora resurrecto y ascendido.Confesemos nuestros pecados, consideremos la resurrección de Cristo como primicia de la propia, yrecibamos agradecidos cada temporal y liberación espiritual como señal de nuestra redencióneterna.

CAPÍTULO III

Versículos 1—4. Jonás, enviado nuevamente a Nínive, predica allí. 5—10. Nínive se salva por elarrepentimiento de sus habitantes.

Vv. 1—4. Dios vuelve a emplear a Jonás a su Servicio. Que nos use indica que está en paz connosotros. —Jonás fue desobediente. No trató de eludir la orden ni rehusó obedecerla. Véase aquí lanaturaleza del arrepentimiento; es nuestro cambio de idea y conducta y el regreso a nuestra obra ydeber. También, el beneficio de la aflicción; lleva de regreso a su lugar a los que habían desertado.Véase el poder de la gracia divina, porque la aflicción, por sí misma, más bien alejaría de Dios a loshombres antes que acercarlos. Los siervos de Dios deben ir donde Él los mande, ir cuando losllame, y hacer lo que les ordene; debemos hacer lo que manda la palabra de Dios. —Jonás cumpliósu diligencia fiel y directamente. No es seguro que Jonás haya dicho más para mostrar la ira de Dioscontra ellos o si sólo repitió esas palabras una y otra vez, pero este era el propósito de su mensaje.Cuarenta días es mucho tiempo para que el justo Dios demore juicios, pero es poco tiempo para queun pueblo impío se arrepienta y se reforme. ¿No debiera despertarnos para alistarnos para la muertela consideración de que no podemos estar tan seguros de vivir cuarenta días, como entonces loestuvo Nínive de durar cuarenta días? Debiera alarmarnos si tuviéramos la seguridad de no vivir unmes, pero somos negligentes aunque no estamos seguros de vivir ni siquiera un día.

Vv. 5—10. Hubo un prodigio de la gracia divina en el arrepentimiento y reforma de Nínive, quecondena a los hombres de la generación del evangelio, Mateo xii, 41. Un grado muy pequeño de luzpuede convencer a los hombres de que humillarse ante Dios, y confesar sus pecados con oración yabandonándolos, son medios para escapar de la ira y obtener misericordia. La gente siguió elejemplo del rey. Se volvió acto nacional y fue necesario que así fuera, cuando era para impedir ladestrucción nacional. —Aun los gritos y gemidos de las bestias brutas por falta de comida,recuerdan a sus dueños que deben clamar a Dios. En oración debemos clamar con fuerza, conpensamiento fijo, fe firme y afectos devotos. Nos interesa orar para revolver todo lo que está dentrode nosotros. No basta con ayunar por el pecado; debemos ayunar del pecado, y para el éxito denuestras oraciones, no debemos albergar más iniquidad en nuestros corazones, Salmo lxvi, 18. Laobra de un día de ayuno no se termina con el día. —Los ninivitas esperaban que Dios se volviera desu furor; y que así evitarían su destrucción. Ellos no podían tener tanta confianza de hallarmisericordia por arrepentirse como nosotros, que tenemos la muerte y los méritos de Cristo, en losque podemos confiar para recibir perdón al arrepentirnos. Ellos no se atrevieron a presumir, pero nose desesperaron. La esperanza de misericordia es el gran aliento para arrepentirse y reformarse.Arrojémonos osadamente al estrado de la gracia gratuita, y Dios nos mirará con compasión. —Diosve al que se convierte de sus malos caminos y al que no. Así salvó a Nínive. No leemos desacrificios ofrecidos a Dios para expiar el pecado, pero no despreciará al corazón contrito y

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humillado, como el que tuvieron los ninivitas.

CAPÍTULO IV

Versículos 1—4. Jonás se enoja por la misericordia de Dios con Nínive, y es reprendido. 5—11. Sele enseña que hizo, por medio una calabacera que se marchita.

Vv. 1—4. Jonás hizo tema de reflexión sobre Dios lo que todos los santos hacen tema de gozo yalabanza; como si mostrar misericordia fuera una imperfección de la naturaleza divina, que es lamayor gloria suya. A su misericordia que perdona y salva todos debemos estar fuera del infierno. —Él desea la muerte; este era lenguaje de la necedad, la pasión y la corrupción intensa. Surgen enJonás restos de un espíritu orgulloso y nada caritativo; él no esperaba ni deseaba el bienestar de losninivitas, sino que sólo había venido a declarar y presenciar su destrucción. No se había humilladodebidamente por sus propios pecados, ni estaba dispuesto a confiar en el Señor con su crédito yseguridad. Con este estado mental, despreció el bien del prójimo para los que él había sido uninstrumento, y la gloria de la misericordia divina. A menudo debemos preguntarnos, ¿está bienhablar así, hacer así? ¿Puedo justificarlo? ¿Hago bien en enojarme tan rápido, tan a menudo, portanto tiempo y hablar mal a los demás en mi enojo? ¿Hago bien al enojarme con la misericordia deDios para los pecadores arrepentidos? Ese fue el delito de Jonás. ¿Hago bien al enojarme con esoque es para la gloria de Dios y el avance de su reino? Que la conversión de los pecadores, que es elgozo del cielo, sea nuestro gozo y nunca nuestra tristeza.

Vv. 5—11. Jonás salió de la ciudad, pero se quedó cerca, como si esperara y deseara sudestrucción. Los que tienen espíritus inquietos y afanosos a menudo se crean problemas para teneralgo de que quejarse. Véase cuán tierno es Dios con su pueblo en sus aflicciones, aunque ellos seannecios y atrevidos. Una cosa pequeña en sí misma, pero que llega a tiempo, puede ser una bendiciónvaliosa. Una calabacera en el lugar preciso puede servirnos más que un cedro. Las criaturasmenores pueden ser grandes plagas o gran consuelo según le plazca a Dios hacerlas. —Las personasde pasiones fuertes son proclives a decaer ante cualquier fruslería que les moleste o a elevarse concualquier cosa vana que les guste. Véase qué son nuestros consuelos humanos y qué podemosesperar que sean; son cosas que se están agostando. Un gusanillo en la raíz destruye una calabaceragrande: nuestras calabaceras se marchitan y no sabemos cuál es la causa. Quizá nos seancontinuados los consuelos de criaturas, pero nos son amargados; la criatura continúa, pero elconsuelo se va. Dios preparó un viento para hacer que Jonás sintiera la falta de la calabacera. Justoes que se queden sin nada de que quejarse quienes aman el quejarse. Cuando las providencias queafligen se llevan las relaciones, las posesiones y los goces, no debemos enojarnos con Dios. Lo quedebe silenciar especialmente al descontento es que al desaparecer nuestra calabacera, nuestro Diosno desaparece. El pecado y la muerte son muy espantosos, pero Jonás, en su ardor, se los toma a laligera a ambos. —Un alma es de más valor que todo el mundo; entonces, por cierto que un almatiene más valor que muchas calabaceras: debemos interesarnos más por las almas preciosas, lasnuestras y las del prójimo, que por las riquezas y goces de este mundo. Gran aliento es teneresperanza de hallar misericordia en el Señor, que Él esté listo para mostrar misericordia. Habrá quehacer que los murmuradores entiendan que, por muy dispuestos que estén a conservar la graciadivina para sí y los que son como ellos, hay un solo Señor sobre todos, que es rico en misericordiapara con los que le invocan. —¿Nos maravillamos por la paciencia de Dios hacia su perversosiervo? Estudiemos nuestros corazones y modales; no olvidemos nuestra ingratitud y obstinación; yquedémonos atónitos con la paciencia de Dios con nosotros.

Henry, Matthew