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  • La Biblia es el libro del pueblo de Dios, porque ha nacido y cre-cido con l, pgina a pgina, generacin a generacin. Ella es su me-moria ms viva y tambin su horizonte ms seguro. En la Escriturael pueblo ha plasmado tanto su identidad profunda como su razn deregenerarse para cumplir cabalmente su pertenencia a Dios. En esaspginas tan queridas, habitan las generaciones pasadas, las de No yRebeca, las de Mara y Samuel, las de Rut y Pablo, las de la Magda-lena y Juan... S, sin duda; pero tambin en ellas nos encontramost y yo, con Doa Carmen y Don Socorro, con Alejandra y Lalo,con Citlali y Sergio... y tantos y tantos que con-formamos el pueblode Dios, el viejo y siempre nuevo. Por eso queremos tanto este libro,porque es la historia de nuestra propia familia, de Dios y sus hijos;por eso lo leemos con fe y con tanto gusto.

    El Concilio Vaticano II nos ha recordado que la entera vida delpueblo de Dios, en todas sus expresiones, ha de estar animada por laEscritura. Esto ha trado una multiplicacin de traducciones de la Bi-blia, pero sobre todo un florecimiento de cursos y escuelas bblicas,de encuentros parroquiales y diocesanos en torno a la Escritura, dejvenes y adultos hambrientos del Pan de la Palabra y deseosos decompartirlo con todos. Nuestros medios se han distinguido por eso,porque hoy, ms que ayer, el pueblo de Dios hace suya la Escritura yencuentra en ella su identidad y forja con ella su futuro; un futuroabierto a la fraternidad y la justicia del Reino anunciado por Jess.

    En esa amplia perspectiva queremos situar esta serie de la Bi-blioteca Bblica Bsica (BBB). Destinada a quienes ya han asimila-do los rudimentos de la iniciacin bblica y quieren seguir progre-

    PRESENTACINDE LA COLECCIN

    POR LOS DIRECTORES

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  • sando en el conocimiento y amor a la Palabra de Dios. A ellos lesofrecemos los 21 volmenes de que constar la obra. Aqu encon-trarn no slo informaciones slidas y fundadas sobre cada libro b-blico, sino un instrumento para conjugar la Palabra con la expe-riencia cotidiana, porque hemos privilegiado los momentos para lainterpelacin personal y grupal. Por supuesto que agentes de pasto-ral, religiosas y religiosos, alumnas y alumnos de Institutos Bblicos,sacerdotes y seminaristas hallarn aqu ms elementos para vivircon gozo su compromiso cristiano.

    La primera parte de este volumen 21 de la BBB estudia el escri-to a los Hebreos, las Cartas de Santiago, Primera y Segunda de Pe-dro, y la de Judas; ser Ral H. Lugo Rodrguez quien nos gue. Lasegunda parte estudia las Cartas de san Juan, y ser Ricardo LpezRosas quien nos ayude. Estas tres cartas pertenecen al conjunto dela literatura junica, del que el evangelio y el Apocalipsis de sanJuan forman parte, de modo que el lector podr recurrir al volumen17 de esta misma serie para redondear el estudio.

    Los documentos del Nuevo Testamento que aqu estudiamos sonfundamentales para asomarnos a las experiencias de las comunida-des cristianas, luego del entusiasmo inicial. Sus pginas nos borranla ilusa fantasa que a veces acunamos pensando que todo fue ar-mona y solidaridad entre los primeros cristianos. No, no fue as. Laidentidad del cristiano se fue forjando y remodelando continua-mente para no momificarse ni quedarse anclada en Palestina. De unlado, el cristianismo hubo de tomar dolorosa distancia del judasmo;del otro, debi discernir contenidos, formas y expresiones del com-plejo cultural del helenismo romanizado, para no terminar diluidoen una de tantas y tan seductoras religiones que pululaban en elMediterrneo oriental. Por si fuera poco, las fracturas internas de lasiglesias amenazaban, una y otra vez, con volverlas asociaciones li-trgicas y cultuales sin incidencia tica en aquellas sociedades. Lasdificultades enfrentadas por esas generaciones, segunda y tercera decristianos, no son tan extraas a las nuestras.

    En este volumen, el 21 de la BBB, el lector encontrar somerostratamientos a las secciones literarias y temticas de cada libro bajoestudio. Adems de otros recursos pedaggicos, en cada captulohay una seccin destinada a confrontar la propia actitud con la Pa-labra de Dios. Creemos que esto es fundamental para que las letrasaprendidas se traduzcan en vida. E igualmente hemos incorporadoun par de ejercicios exegticos para que el lector vaya hacindose

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  • con algunos rudimentos tcnicos al leer la Escritura y pueda cami-nar por ella con mayor soltura. Por lo dems, los recuadros son ven-tanas que invitan a asomarse a los contextos de la Escritura, con elfin de ubicar mejor un asunto particular. Los recursos bibliogrficosque se ofrecen al trmino de cada parte de este libro son referenciascualificadas para seguir estudiando. Aunque buscamos que est es-crito en lenguaje llano, hemos visto la necesidad de un glosario,donde se explican algunos tecnicismos y conceptos corrientes en elmundo bblico. El lector sabr sacar el jugo a esta gua que hoy po-nemos en sus manos, gracias a Dios.

    Los directores:Ricardo Lpez RosasCarlos Junco GarzaRepresentante de la Editorial: Julin Fernndez de Gaceo, SVD

    PRESENTACIN 15

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  • Casi siempre, cuando leemos el Nuevo Testamento (= NT),nuestra atencin se centra en los evangelios. Y no es para menos.Los cuatro primeros documentos del NT son, por as decirlo, el re-trato ms acabado de la persona de Jess, que los cristianos recono-cemos y confesamos como el Hijo de Dios vivo. La liturgia catlica,por ejemplo, subraya en sus celebraciones eucarsticas la preponde-rancia de la lectura del evangelio invitando a los fieles a ponerse depie para escucharlo y entonando un canto, el canto del aleluya,como preparacin para su proclamacin.

    Despus de los evangelios, el bloque que ms llama la atencindentro del conjunto del NT son las Cartas de san Pablo. La tradi-cin eclesial que parte de la Reforma protestante les concede un es-pecialsimo lugar en sus servicios litrgicos y no existe casi ningunacelebracin de culto entre los cristianos, sea catlica o protestante,que prescinda de la lectura de alguna de las cartas paulinas.

    Poca atencin, en cambio, prestamos al conjunto de cartas queno son atribuidas a san Pablo. Es una lstima! Debido a la apabu-llante presencia del conjunto de las cartas paulinas, nos hemos per-dido leer y apreciar cartas que tienen un profundo mensaje y que tie-nen la gran virtud de ponernos en contacto con la realidad litrgicay moral de las primitivas comunidades cristianas. En este sentido,cada una de las cartas que estudiaremos es una leccin de cristianis-mo prctico, porque nos conecta con personas que intentaron, comonosotros lo intentamos hoy, superar el cristianismo como una simpleteora que puede llegar a ser vaca o alienante, para abrazar, en cam-bio, una prctica de vida que, sin dejar de lado la rectitud de la doc-trina, no se queda solamente en una enumeracin formal de verda-

    CAPTULO I

    INTRODUCCIN GENERAL

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  • des como si recitar el credo fuera lo fundamental para salvarse,sino que se esfuerza en llegar a una prctica de vida coherente conlas verdades que se profesan.

    Nuestro tiempo exige coherencia entre la fe y la vida. Por esonos resulta muy til asomarnos al mundo de las primitivas comuni-dades cristianas para ver cmo ellas intentaron hacer en su vida co-munitaria esa sntesis entre la fe y la vida que hoy se nos exige tam-bin a nosotros. Trataremos, por ello, de conocer cules son losproblemas introductorios que plantean estas cartas (quin las escri-bi, cundo y dnde fueron escritas, etc.) y las soluciones que sehan dado a estas cuestiones, para pasar despus a descubrir las ca-ractersticas de cada una de ellas, su estructura y los principales te-mas teolgicos que tratan.

    En esta primera parte del libro estudiaremos algunas de las car-tas conocidas como Cartas Catlicas (la Carta de Santiago, las dosCartas de Pedro y la Carta de Judas), adems del documento cono-cido como Carta a los Hebreos, del cual los estudios bblicos actua-les nos dan certeza suficiente de que no proviene de la pluma de sanPablo ni de su crculo inmediato. Las restantes Cartas Catlicas (lastres Cartas de Juan) sern tratadas en la segunda parte de esta obrapor Ricardo Lpez Rosas.

    Es muy importante que este estudio vaya acompaado de la lec-tura de los textos bblicos que se van sealando. Nada hay ms con-tradictorio que un estudio bblico sin contacto directo con la Pala-bra de Dios escrita. Debe, pues, leerse completa la carta que se estestudiando. ste es un libro que ha de leerse con la Biblia abierta allado. Por eso tambin recomendamos, adems de la lectura acuciosadel texto de la carta que se est estudiando, responder a los cuestio-narios, concebidos para afianzar los conocimientos adquiridos y paraaplicar la enseanza de las distintas cartas a nuestra realidad de hoy.

    I. POR QU LAS LLAMAMOS CARTAS CATLICAS?LA DENOMINACIN

    Dentro del NT, la seccin que llamamos cartas se encuentraentre el libro de los Hechos de los Apstoles y el libro del Apoca-lipsis. En esta seccin encontramos una primera clasificacin quetiene como origen al autor de algunos de estos escritos: san Pablo.A este conjunto de 13 cartas se les llamaba en latn corpus pauli-

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  • num, porque todas ellas eran atribuidas a la pluma de san Pablo.Ahora sabemos que esto no es del todo exacto. Algunas de estascartas son, sin duda, obra del apstol de los gentiles. stas son lasllamadas cartas autnticas porque provienen con mayor seguri-dad de san Pablo: la Primera Carta a los Tesalonicenses, la Carta alos Glatas, las dos Cartas a los Corintios, la Carta a los Romanos yla Carta a Filemn. Hay mucha discusin a propsito de otras doscartas, la Carta a los Filipenses y la Segunda Carta a los Tesaloni-censes. Finalmente, casi todos estn de acuerdo en que la Carta alos Efesios y la Carta a los Colosenses, adems de las cartas llama-das pastorales, que son las dos a Timoteo y la Carta a Tito, no sonde la pluma de Pablo, sino de algunos de sus discpulos de su crcu-lo inmediato, que las habran escrito despus de la muerte del Aps-tol. Por otra parte, como ya he mencionado en la introduccin, na-die considera la Carta a los Hebreos como una carta paulina.

    Pero esta divisin es solamente una hiptesis de los especialistas.En el lenguaje comn, cuando se hace referencia a las Cartas de sanPablo, nadie hace estas distinciones y todos seguimos llamando car-tas paulinas al conjunto que hemos mencionado, a excepcin de laCarta a los Hebreos. De manera que no se considera equivocado de-cir que el conjunto de las Cartas de Pablo est formado por 13 cartas.

    Junto a este conjunto majestuoso, las dems cartas parecen untanto eclipsadas. En la mayora de los comentarios, las cartas que nose atribuyen a san Pablo son presentadas como las otras cartas.Esto se debe quiz a que lo nico que tienen en comn estas cartasparece ser, precisamente, el hecho de no haber sido escritas por sanPablo. La denominacin de catlicas dada a las cartas no pauli-nas se remonta hasta Orgenes, que llama as a la Primera de Pedro,Primera de Juan y Judas, y tambin a la epstola de Bernab, quems tarde habra sido excluida de la lista de libros considerados ins-pirados (Hist. Ecl. VI, 25,5). Tambin el mismo Eusebio de Cesarea(Hist. Ecl. II, 23,24) menciona a la Carta de Santiago como la pri-mera de las llamadas Cartas Catlicas.

    EL ORDEN DE LAS CARTAS CATLICAS

    El orden que guardan las Cartas Catlicas en nuestras actuales Bi-blias es ya conocido por san Jernimo y fue popularizado por la versinde la Biblia conocida como Vulgata Clementina. En realidad, Jer-nimo no hizo otra cosa que ajustarse al uso comn que tenan las igle-

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  • sias de Oriente en el siglo IV. Probablemente el hecho de que la Cartade Santiago presida este conjunto epistolar se deba a que Santiago fuejefe de la iglesia de Jerusaln y pariente cercano de Jesucristo. Hay quie-nes opinan que la cita de Gal 2,9: Por eso Santiago, Pedro y Juan, queeran tenidos por columnas de la iglesia... tuvo tambin su influenciaen la decisin de dar a las Cartas Catlicas el orden que actualmentetienen. Estas cartas estn situadas despus de las atribuidas a san Pabloen la lista aprobada y oficializada por el Concilio de Trento. Sin em-bargo, muchos manuscritos griegos y muchas ediciones protestantes an-tiguas las mencionan antes de las cartas paulinas, quiz para respetar elprincipio que coloca primero a los apstoles y despus a san Pablo.

    Como sabemos, la palabra catlico quiere decir universal. Seasume, por eso, que dichas cartas habran sido llamadas as por losantiguos escritores debido al hecho de estar dirigidas a todos los cris-tianos sin especificacin de lugar, a diferencia de Pablo, que conser-va destinatarios bien determinados en sus cartas. Sin embargo, estaafirmacin no es absoluta, pues la Primera Carta de Pedro porejemplo se dirige a un grupo de iglesias que, aunque es bastanteamplio, son iglesias identificables: Yo, Pedro, apstol de Jesucristo,escribo a los extranjeros escogidos que estn dispersos por el Ponto,Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia (1 Pe 1,1). Lo mismo puede de-cirse de la Segunda y Tercera Cartas de Juan, que estn dirigidas apersonas particulares. De cualquier manera, resulta cierto que sta esuna seria diferencia entre las cartas paulinas, todas ellas con desti-natarios bien definidos, sean comunidades o personas, y las cartasque ahora estamos estudiando.

    Otros sealan que el nombre de catlicas pudo venirles, no delos destinatarios, sino de la naturaleza general o universal de su con-tenido doctrinal. A esta opinin hace referencia la manera comolos especialistas de lengua inglesa suelen llamar a las Cartas Catli-cas: General Epistles.

    Cualquiera que haya sido el motivo, es probable que la fuente dela denominacin de catlicas sea la Primera Carta de Juan, que fueaceptada por todos desde el principio y que carece de presentacin yde destinatarios particulares. Muchos especialistas, sin embargo, con-sideran que la denominacin de catlicas no parece ser ni oportu-na ni exacta, porque su sentido actual se reduce al hecho de que nofueron escritas por san Pablo. Por eso muchos prefieren llamarlascartas no paulinas. Esta denominacin, hay que reconocerlo, evi-

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  • ta que caigamos en una confusin bastante comn en estos tiemposde pluralidad religiosa: pensar que son cartas catlicas porque nolas aceptan las iglesias cristianas protestantes. Nada de eso. Las car-tas no paulinas son aceptadas como inspiradas por todos los cristia-nos, tanto por los que pertenecen a la Iglesia catlica como los quepertenecen a las otras iglesias cristianas que derivaron de la Reformaprotestante. Sin embargo, debido a esta posible confusin de lengua-je, muchos prefieren no referirse a ellas como catlicas.

    Quiz sea conveniente recordar en este momento que la lista delibros bblicos es distinta entre las diferentes confesiones cristianassolamente en lo que toca al Primer o Antiguo Testamento. All, lasiglesias protestantes siguen la lista breve de libros que aceptan losjudos, mientras que la Iglesia catlica sigue la lista larga, que vienede la Biblia griega que usaban los primeros cristianos y que es co-nocida como la Biblia de los Setenta. Pero en lo que toca al NT, lacoincidencia es total.

    En el conjunto de las Cartas Catlicas o no paulinas, ocupan unlugar aparte las Cartas de Juan. Su afinidad con el evangelio de sanJuan y con el libro del Apocalipsis salta a la vista. Junto con estosotros libros bblicos forma un conjunto diverso que es conocidocomo literatura junica. sa es la razn por la cual sern tratadasjuntas en la segunda parte de esta obra, y que se complementa conel volumen 17 de esta serie: Evangelio y Apocalipsis de san Juan.

    II. SON REALMENTE CARTAS? EL GNERO LITERARIO

    Muchos especialistas sostienen que, dentro del NT, hay sola-mente cuatro gneros literarios: evangelio, hechos, cartas y apoca-lipsis. Los dos primeros gneros literarios, que no nos correspondeestudiar aqu, seran una invencin original de los cristianos. Losdos ltimos gneros, cartas y apocalipsis, ya existan en otros tiposde literatura fuera del NT y anteriores a l.

    GNEROS LITERARIOS

    Cuando hablamos de gneros literarios nos referimos a las leyes ynormas de expresin que caracterizan a una manera concreta de escri-bir y la diferencian de las otras. Cualquiera puede distinguir actual-

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  • mente una investigacin histrica o una biografa cientfica de un re-lato legendario o de una fantasa. Como son gneros literarios dife-rentes, no le exigimos a la leyenda la rigurosidad de datos que le exi-gimos a una investigacin histrica. Lo mismo ocurre si comparamosla novela con la poesa: a la primera le pedimos intensidad narrativa yclaridad en el desarrollo de la trama, mientras que de la segunda se es-pera una profunda carga simblica y una sonoridad que la haga ve-hculo de belleza.

    En efecto, los seres humanos escriben cartas desde hace muchossiglos. Hay incluso quienes piensan que el origen de la escriturafue, precisamente, la necesidad de escribir cartas. En la antigedadera muy difcil escribir cartas, tanto por la escasez de materiales ysu alto precio, como por la dificultad de encontrar gente que su-piera leer y escribir. Haba varias clases de cartas: las privadas, queservan para mandar noticias a algn amigo o familiar, aunque aveces hubiera que contar con que la carta podra ser leda a msgente, por lo que se cuidaba mucho el estilo; las cartas oficiales, atravs de las cuales algn gobernante o funcionario daba rdeneso responda a alguna consulta, y que solan ser cartas muy so-lemnes; y las cartas escritas para pblico amplio, que eran concebi-das ya desde el principio no como comunicacin privada, sinocomo vehculo para la expresin de ideas o consejos. Las cartasno paulinas, salvo la Segunda y Tercera Cartas de Juan, que algu-nos consideran cartas privadas, pueden agruparse en esta ltimaclasificacin. Pero nos queda claro que el gnero literario que lla-mamos cartas no es una creacin cristiana, como, por ejemplo,los evangelios, sino que es un estilo de comunicacin que ya exis-ta en muchas culturas y que era de uso frecuente en el mundo ju-do y grecorromano.

    En nuestro tiempo, las cartas siguen un esquema que puede per-cibirse fcilmente. Comenzamos poniendo el lugar y la fecha desdedonde se escribe. Inmediatamente despus viene la mencin deldestinatario. El cuerpo de la carta suele comenzar con saludos este-reotipados, como: espero que al recibir la presente te encuentresbien de salud.... Al final de la carta ponemos saludos para otros co-nocidos y alguna frase de despedida, para terminar con la firma delremitente. Este esquema tiene ciertas variaciones segn escribamosa una persona de confianza, a una oficina gubernamental o a alguienque no conocemos personalmente.

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  • Tambin en la antigedad, las cartas seguan un esquema mso menos fijo. Sea por los ejemplos con que contamos y que nosvienen de documentos fuera de la Biblia, como por las cartas in-cluidas en la lista de libros del NT, podemos reconocer el esque-ma que seguan los que escriban cartas en la poca de Jess y losapstoles.

    Hay ciertas frases fijas que conforman el gnero literario de car-tas y que pueden ser encontradas en las cartas que tenemos en laBiblia:

    a) Saludo inicial X a Y (Esd 4,17; Rom 1,1; 1 Pe 1,1; 2 Pe 1,1).b) Saludo de paz (shalom o xaire, segn fuera escrita la carta en

    hebreo o en griego) (Esd 4,17; Hch 15,23; Sant 1,1). Algu-nos autores del NT aadan palabras al saludo para fortalecerel sentido religioso de la carta que escriban (1 Tes 1,1; Rom1,7; 1 Pe 1,2).

    c) Saludos finales de y a otras personas (Rom 16,21ss; 1 Pe5,12-14).

    Estos elementos pueden descubrirse tambin en la correspon-dencia que mantenan diferentes sinagogas judas o en la comu-nicacin pblica y privada de las personas de cultura grecorroma-na. Las cartas, sea en la tradicin juda como en la tradicingriega, no tenan como elemento comn la firma. En algunas oca-siones, sin embargo, debido a que mucha gente no escriba perso-nalmente sus cartas, sino que haca uso de algn secretario, se po-na la firma de propio puo del remitente. San Pablo parecehaberlo hecho, al menos en una ocasin (1 Cor 16,21). Algunasveces, tambin el amanuense saludaba por su propia iniciativa,como en Rom 16,22. En las cartas del NT se termina, muchasveces, con una bendicin o doxologa (Rom 16,25-27; 1 Pe 5,14;2 Pe 3,18).

    Podemos decir entonces que las cartas del NT son verdaderascartas y no solamente una ficcin literaria. Lo que hace a las car-tas del NT diferentes de cualquier otro tipo de cartas de su tiem-po es su parte central. La seccin central o cuerpo de la carta delas epstolas del NT no refleja moldes grecojudos. El corazn delas cartas del NT est formado por una seccin doctrinal en laque el autor expone su pensamiento, seguida de amonestacionesparenticas o de ndole prctica. Aunque esto es mucho ms cier-to en relacin con las Cartas de san Pablo, vale tambin para las

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  • Cartas Catlicas. En este sentido, el gnero literario de las cartasdel NT tiene un gran parecido con el gnero de predicacin oral.Si se les considera como cartas-predicacin, entonces s podemosdecir que es un gnero literario de creacin cristiana, desarrolla-do sobre todo por Pablo. Las cartas del NT no son sustituto deconversaciones privadas, sino maneras de hablar pblicamente alas asambleas (1 Tes 5,27); son instrumentos de predicacin,medios para anunciar el mismo mensaje que anuncian los otroslibros del NT: la novedad de vida que Jess ha hecho irrumpiren el mundo con su muerte y resurreccin. Como comunicacininspirada que conserva caractersticas de predicacin, las cartasdel NT son producciones literarias nicas. Y aunque con el paso deltiempo los elementos retricos van ganando lugar a los elemen-tos epistolares, nunca la Iglesia ha dejado de llamar cartas aestos escritos.

    Las cartas conforman la mayor parte de la literatura del NT. En-tre un nmero de 27 documentos, las cartas agrupan a 21 de ellos.El predominio de las cartas en la literatura cristiana de los orgenesnos revela tres cosas fundamentales:

    a) La existencia de iglesias en dispora, es decir, iglesias situadasfuera de Palestina y dispersas por todo el mundo conocido yla existencia de misioneros itinerantes como san Pablo queatendan a las comunidades y se mantenan comunicados conellas.

    b) El intenso dilogo que exista entre las diversas comunidadescristianas.

    c) Nos revela tambin que la finalidad de la literatura cristianaera sostener la vida y la misin de las comunidades y no tan-to hacer trabajos de reflexin teolgica. La teologa, en lostextos del NT, est al servicio de la vida y la marcha de lascomunidades.

    III. DNDE Y CUNDO SE ESCRIBIERON? EL ENTORNO HISTRICO

    Hasta hace algn tiempo, los historiadores del NT dividan elperodo histrico inmediatamente posterior a Jess en perodo apos-tlico, que abarca los aos en que vivan todava los apstoles, y pe-rodo posapostlico, que engloba los aos posteriores a la muerte de

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  • los apstoles. Se pensaba, adems, que los libros del NT haban sidoescritos todos ellos en el perodo apostlico. Actualmente, con losconocimientos que tenemos de la historia de los textos, las proba-bilidades van en otra direccin.

    Casi todos los especialistas actuales estn de acuerdo en que lamayor parte de los escritos del NT fueron redactados despus dela muerte del ltimo apstol conocido. Dado que a finales del se-gundo tercio del primer siglo (ao 67) ya haban desaparecido de laescena los tres apstoles de que tenemos mayor conocimiento (Pe-dro, Pablo y Santiago el hermano del Seor), la poca apostlicadebe limitarse hasta este segundo tercio del siglo I. Por eso, si-guiendo una sugerencia del exegeta Raymond Brown, ha empezadoa llamarse al ltimo tercio del siglo perodo subapostlico. Eneste perodo se habran escrito casi todos los libros del NT, a excep-cin de las cartas indiscutiblemente paulinas, que fueron escritasmientras vivan san Pablo y otros apstoles. Esto quiere decir que lamayora de los libros del NT no fueron escritos por el apstol cuyonombre llevan, sino por discpulos de ese apstol que habran que-rido as perpetuar la memoria del apstol fallecido. A este procedi-miento, bastante comn en el judasmo de los tiempos de Jess, sele llama pseudoepigrafa y era un procedimiento legtimo, no eraconsiderado plagio.

    El perodo posapostlico, en cambio, se iniciara, segn esta re-ciente nomenclatura, hacia principios del siglo II, cuando ya exis-tan escritos cristianos presentados con el nombre y la autoridad desus propios autores y no adjudicados a la memoria de los grandesapstoles. Tal es el caso de las obras de Ignacio de Antioqua y deotros escritores cristianos.

    Resumiendo, diremos que las pocas pueden identificarse de lasiguiente manera:

    PERODO APOSTLICO, que abarca los aos 30 al 66 d.C., o sea,todo el segundo tercio del siglo I. En este perodo solamente se es-cribieron las cartas autnticas de Pablo (Rom, 1-2 Cor, 1 Tes, Gal,Flm y, acaso, Flp). La conclusin de esta poca est marcada por trescircunstancias:

    a) Las muertes de Santiago (62), Pedro y Pablo (64-66)b) La salida del centro de la cristiandad de la ciudad de Jerusa-

    ln.c) La explosin del nacionalismo zelota en la guerra del 66 d.C.

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  • LOS PRIMEROS OBISPOS DE LA IGLESIA DE JERUSALN, HASTA EL TIEMPO DE ADRIANO

    Santiago el hermano del Seor: ( 62)Simen de Cleofs, primo del Seor, martirizado en el 107Justo Zaqueo Tobas BenjamnJuan Matas Felipe SnecaJusto Lev Efrn Jos Judas

    Cf. EUSEBIO, Hist. Ecl. IV, 5,3

    PERODO SUBAPOSTLICO, que abarca el resto del siglo I (del 66al 100 d.C.). ste es el gran perodo de composicin y redaccin delos evangelios y del resto de los libros del NT, incluyendo, desdeluego, las cartas que estamos estudiando. Este perodo comienzadespus de la muerte de los grandes apstoles, con la subida altrono romano de la dinasta de los Flavios: Vespasiano, Tito y Do-miciano. Durante el mandato de los dos primeros emperadoresmencionados hubo buenas relaciones entre los cristianos y lasautoridades. Por el contrario, Domiciano desat la persecucincontra los cristianos, motivado probablemente por las siguientescausas:

    a) El surgimiento de ciertas actitudes anti-Estado entre los cris-tianos, debido al retraso de la parusa.

    b) La influencia del judasmo antisocial y la identificacin quelos romanos todava hacan de la iglesia y la sinagoga.

    PERODO POSAPOSTLICO, que abarca todo el siglo II y en el quesurgen los primeros escritos cristianos que no son atribuidos a losapstoles.

    Las principales ideas que se manejan en las Cartas Catlicas en-cuentran su raz en el Primer o Antiguo Testamento, que era lafuente religiosa y normativa para todo judo. Los cristianos, en la ta-rea de reinterpretar los acontecimientos a la luz de la resurreccin,retomaron el Primer Testamento y lo descubrieron como si hubierasido escrito directamente para la edificacin de la nueva comunidadeclesial.

    Pero tambin encontramos races evanglicas en muchas de lasCartas Catlicas. No podemos asegurar que los autores de las cartasconocieran ya algn evangelio redactado, tal como los tenemos

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  • ahora. Nos referimos, ms bien, a ciertas colecciones de dichos yhechos de Jess que seguramente circularon entre las comunidadesantes de que los evangelios tomaran su forma definitiva. Slo aspodemos explicarnos que la Carta de Santiago, por ejemplo, con-tenga muchos contactos con el evangelio de san Mateo, como loveremos en su momento. El ropaje de pensamiento griego que en-contramos en nuestras cartas no puede oscurecer su intencin fun-damental de ser vehculos del mensaje cristiano y hacer que la ofer-ta de vida hecha en Jesucristo llegara a los lectores.

    Gracias a Eusebio, uno de los primeros cristianos en escribir unahistoria de la Iglesia antigua (Hist. Ecl. III, 25), sabemos que hubouna fuerte discusin en los primeros siglos para aceptar las CartasCatlicas en el canon o lista de libros inspirados. Solamente la Pri-mera de Pedro y la Primera de Juan fueron aceptadas unnimemen-te desde el inicio. Eusebio refleja esto en su Historia Eclesistica, po-niendo las otras cinco cartas (Sant, 2 Pe, Jds, 2-3 Jn) en el elencode los libros llamados discutidos (antilegomena, en griego). Tam-bin Orgenes, un escritor del siglo III, al hablar de los libros discu-tidos, muestra conocer las dudas que se cernan sobre la Carta a losHebreos y las cinco cartas mencionadas tambin por Eusebio. Da laimpresin de que las dudas sobre Santiago y Judas impresionaronmucho a Orgenes. Nunca dice compartirlas, pero no intenta tam-poco defender ninguna de las cartas puestas en cuestin. Slo ex-presa su opinin positiva acerca de la Carta de Judas.

    No es hasta el siglo V cuando aparece de forma clara un con-senso casi unnime sobre la canonicidad de estas cartas discutidas,es decir, la decisin de incluirlas en la lista oficial de libros sagrados.Durante algn tiempo sobrevivieron ciertas dudas en las iglesias si-rias. Posiblemente en relacin con estas dudas antiguas muchos au-tores medievales nombraron despus a estas cartas llamndolasindistintamente catlicas (universales) y cannicas (aceptadasen la lista oficial).

    PARA PROFUNDIZAR

    1. Busca la definicin en un diccionario o enciclopedia de los si-guientes gneros literarios: epopeya, novela, drama, poesa, cuento.Seala las semejanzas y diferencias que encuentres en esas definicio-nes.

    INTRODUCCIN GENERAL 35

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  • 2. Encuentra en alguna introduccin a la Biblia que est a tu al-cance las fechas ms importantes del Nuevo Testamento. Compralascon las que se ponen al inicio de esta obra. Encuentras alguna dife-rencia que te parezca fundamental?

    3. Para distinguir la influencia del Primer o Antiguo Testamentoen las Cartas Catlicas, toma una de ellas y lee detalladamente su tex-to fijndote especialmente en los textos al margen y revisando aque-llos que estn tomados del Antiguo Testamento. Es una cita explci-ta o implcita? Cul crees que es la relacin entre la cita y el pasajede la carta?

    CARTA A LOS HEBREOS Y CARTAS CATLICAS36

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