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Al andar se hace caminoCarlos G. Valls.

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HAZ LO QUE HACES

Preguntado acerca de lo que deban hacer sus monjes

para alcanzar la perfeccin, Buda contest: El monje, al

andar, se entrega totalmente al andar; al estar de pie, se

entrega a estar de pie; ai estar sentado, se entrega a estar

sentado; y al estar tumbado, se entrega a estar tumbado. Al

mirar se dedica a mirar; al extender el brazo, a extender el

brazo; al vestirse, a vestirse; y lo mismo al comer, beber,

mascar o gustar o cualquier otra accin, se dedica y entrega

con perfecta comprensin a lo que hace.

Parece un programa fcil. Come cuando comas y anda

cuando andes. No es eso lo que todos hacemos? No del

todo. De hecho, no lo hacemos nunca Lo que hacemos es

lo contrario: hablamos mientras comemos, pensamos mien

tras andamos y volvemos a pensar en otra cosa mientras

estbamos pensando en la primera. Somos expertos en mez

clarlo todo, interrumpirnos a nosotros mismos y mantener

nuestra mente lo ms lejos posible de donde estn y de lo

que hacen nuestras manos y nuestros pies. Apenas estamos

donde estamos. Nos especializamos en estar donde no esta

mos, en hacer con Ia imaginacin algo enteramente distinto

de lo que estamos haciendo con ias manos. Age quod agis

era la antigua mxima latina: haz lo que haces. Es decir, haz

con toda tu aima, tu cuerpo y todo tu ser aquello que ests

haciendo en este momento, sin distraerte y sin ponerte a soar

en cuanto volvimos la esquina. La pequea me haba visto

a m mucho antes que yo a ella. La mirada pura de los nios.

Encontr un caso muy instructivo sobre el hacer dos

cosas ai mismo tiempo (y, por consiguiente, ninguna de ias

dos bien) en la correspondencia de Mahatma Gandhi. Har

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falta un poco de introduccin. Gandhi populariz el uso de

la rueca de hilar como smbolo de autosuficiencia e inde

pendencia de la India frente a Ia dominacin inglesa, y l

mismo hilaba algn rato todos los das y exhortaba a sus

seguidores a hacer lo mismo. Su secretario personal durante

muchos aos fue Mahdev Desai, y a l est dirigida la carta

de Gandhi del 13.11.30, que no dejara de causarle cierta

sorpresa. Mahdev estaba en la crcel, como tantos otros

patriotas indios en aquellos das, y desde la crcel le haba

escrito a Gandhi para contarle que se pasaba casi todo el da

hilando con Ia rueca y que ahora, adems, haba encontrado

otra ocupacin muy til para llenar Ias horas de ocio forzoso:

otro prisionero poltico en Ia misma crcel era Abba Saheb,

que saba francs, y, como esa lengua haba de serle til ai

secretario de Gandhi en sus contactos internacionales, Ma

hdev haba empezado a dar clase con Abba Saheb en la

crcel. Para aprovechar mejor ei tiempo segn el espritu y

la doctrina de Gandhi mismo, Mahdev haba juntado ias dos

cosas, y aprenda francs mientras le daba vueltas a la rueca.

Le haba explicado todo eso a Gandhi en su carta, confiando

que eso le alegrara y le felicitara por ello. Pero no fue as.

Al contrario, su conducta desagrad grandemente a Gandhi,

y as se lo comunic en su respuesta sin dejar lugar a dudas.

Me ha afligido profundamente lo que me dices de ti en tu

carta. Cmo has podido t, que tan cerca ests de m, en

tenderme tan mal? Es que no has entendido todava el men

saje y el sentido de la rueca? Cualquier cosa que hagamos

requiere nuestra atencin total, y no pienses que porque ia

rueca sea una ocupacin material puede hacerse mecnica

mente sin fijarse en ella. Todo lo que hacemos hay que

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hacerlo bien, con todo el corazn y con toda el alma. Cada

cosa a su tiempo, y cada cosa con perfeccin. Estudia todo

el francs que quieras, pero deja Ia rueca en paz mientras

estudias francs. No te acuerdas cmo comentabas conmigo

lo que Romain Rolland dice en su biografa de Beethoven

sobre la concentracin que tena cuando tocaba el piano? Y

es la rueca menos importante que el piano? Me duele pensar

que an no has entendido la santidad de la rueca, el carcter

sagrado de todo lo que hacemos.

Los discpulos modernos de Gandhi parecen haber olvidado

esa doctrina. Es costumbre, en instituciones que llevan

su nombre y siguen sus mtodos, hilar con la rueca mientras,

por ejemplo, se escucha una conferencia. Eso resulta bastante

molesto para el conferenciante, como s por experiencia. Se

me hace violento hablar ante un centenar de personas que

siguen sentadas en el suelo, dndole vueltas a la rueca con

una mano, tirando dei hilo hacia arriba con Ia otra, retor

ciendo el huso, sacando la hilaza, concentrados en lo que

estn haciendo y olvidados de mi presencia. No puedo evitar

la impresin de que consideran mi conferencia totalmente

intil y que, para aprovechar el rato, se ponen a fabricar algo

con las manos. Tienen pleno derecho, pero entonces, por

qu me llamaron para que les diera la conferencia? Lo curioso

fue que, poco despus de leer ia carta de Gandhi, fui yo

invitado a una de esas instituciones, cuyo director es preci

samente el hijo de Mahdev Desai. Me invitaba l mismo a

que diera yo la conferencia inaugural de apertura de curso.

As lo hice, y el hijo del secretario de Gandhi escuch mi

discurso sentado en el suelo a mi lado... y dndole vueltas

a ia rueca sin parar. No le dije nada sobre Ia carta de Gandhi

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a su padre.