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    Hacia una espiritualidad

    evanglica comprometida

    Harold Segura Carmona

    Buenos Aires - Ao 2002

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    Copyright 2002 Ediciones Kairos

    Jos Mrmol 1734B1602AF Florida

    Buenos Aires, Argentina

    Diseo de la portada: Adriana Vzquez

    Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida,

    almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningn medio,

    sea electrnico, qumico, mecnico, ptico, de grabacin o de

    fotografa, sin permiso previo de los editores.

    Queda hecha el depsito que marca la ley 11.723

    Todos los derechos reservados

    All rights reserved

    Impreso en Argentina Printed in Argentina

    ISBN 987-9403-47-9

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    Contenido

    PREFACIO DE LOS EDITORES 5

    1. La espiritualidad en la perspectiva del Reino 7

    2. La encarnacin: misterio y modelo 29

    3. Ser iglesia para los dems 51

    4. El rol profetice del cristiano en la sociedad 71

    5. Para una teologa de los Derechos Humanos 91

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    Prefacio de los editores

    La espiritualidad es uno de los temas ms descuidados entre loscristianos evanglicos latinoamericanos. En efecto, a pesar de la

    persistencia del pueblo de nuestro continente en ser un pueblo religioso,y de la proliferacin de diversas "religiosidades" que ha habido en losltimos aos, la reflexin seria sobre espiritualidad contina siendo una

    asignatura pendiente de las iglesias evanglicas en Amrica Latina.

    Mucha de la espiritualidad actual carece de anclas teolgicas. Suescasa o nula articulacin con temas fundamentales como el Reino deDios, la encarnacin y prctica de Jess, y la misin de la iglesia, entreotros, revela su falta de identidad evanglica. Los resultados sonnotorios: iglesias y creyentes carentes de proyecto, impregnados con las

    expectativas y valores que promueven las teologas de la prosperidad,el animismo mgico y la moda psi en materia de religiosidad. Impuestaesta tendencia, mucha espiritualidad evanglica se limita a repetir untrivial libreto de "lo eficaz", "lo extraordinario" o lo "sin estrs". Estaespiritualidad, en ltima instancia, se recluye en sus tpicos preferidosy aparece como "desconectada" de los temas de la vida real. Carecede la fuerza transformadora que procede del Espritu y que demuestra

    la autenticidad de la experiencia religiosa.

    El presente libro rene cinco artculos cuyo hilo conductor es quehacen explcitos los alcances de ciertos temas clsicos de la teologa yla misionologa para construir lo que podramos llamar una"espiritualidad del compromiso". El conjunto sita la

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    6 HACIA UNA ESPIRITUALIDAD EVANGLICA COMPROMETIDA

    espiritualidad en el lugar prioritario que sta debe ocupar en

    adecuada referencia al Reino de Dios y su justicia. As. laespiritualidad se transforma en un espacio que llena la vidacotidiana de sentido trascendente, gracias a su identificacin con el"Proyecto de proyectos". La espiritualidad se alinea as con el

    propsito salvfico de Dios, y no deja nada "afuera". Por elcontrario, lleva a los cristianos a asumir una serie de compromisosreales y prcticos con el mundo y los seres humanos a quienes Diosdesea redimir.

    Si este pequeo libro alienta a los lectores a vincular msestrechamente su fe con la vida prctica la oracin con laexperiencia cotidiana, tanto el autor como los editores nosdaremos por satisfechos.

    Los editores

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    La espiritualidad en la

    perspectiva del Reino

    El reino de Dios no es cuestin de comidas o bebidas sino de justicia,paz y alegra en el Espritu Santo (Ro 14:!?)1

    Cuenta una vieja historia juda que exista un hombre llamado

    Don Ver quien era una persona poco comn, que llevaba unavida espiritual muy rgida y severa, y en cuya presencia lagente temblaba de temor. El era conocido como un experto enel Talmud y en todos los dems textos religiosos de la fe juda.

    Don Ver jams rea; pensaba que la alegra no iba bien consu fe. Estaba convencido de que su relacin con Dios slo era

    posible a travs de una vida de sacrificios y privaciones y poreso se hizo famoso por sus prolongados ayunos. Pero esa

    austeridad termin maltratando su salud y enfermgravemente; sus mdicos no podan encontrar la causa de sumal. Como ltimo recurso, alguien sugiri: Por qu no

    pedimos ayuda a Baal Sem Tob? El enfermo no recibi conagrado esta propuesta, aunque acab cediendo, por tratarse deun mdico con el cual tena enormes diferencias en materia defe y a quien consideraba casi un

    1

    Todas las citas bblicas del presente libro son tomadas de laNuevaVersin Internacional de la Biblia en castellano (NV/).

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    HACIA UNA ESPIRITUALIDAD EVANGLICA COMPROMETIDA

    hereje. Mientras Don Ver crea que la espiritualidad consista en

    restricciones, sufrimientos y renuncias, Baal Sem aliviaba eldolor y predicaba que lo que daba sentido a la vida era lacapacidad de gozo.

    Era ms de medianoche cuando Baal Sem sali paraatender al enfermo; acudi en coche, vestido con un abrigo delana y un gorro de piel. Entr en la habitacin del enfermo y lo

    primero que hizo fue pedirle que leyera uno de los librossagrados, el Eibro del Esplendor. Don Ver, con desconfianza,

    pero al mismo tiempo con expectativa, abri y comenz a leeren voz alta.Y cuenta la historia que apenas llevaba un minuto leyendo

    cuando Baal Sem, el mdico, le interrumpi: "Algo anda mal...Algo est mal en tu vida espiritual... Algo le falta a tu fe".

    "Qu es lo que anda mal? Qu es lo que me falta",pregunt el enfermo.

    "Te falta alma", respondi Baal Sem Tob.2

    "Qu es lo que anda mal?"

    Las preguntas del judo estricto Don Ver sirven para el caso denuestra espiritualidad evanglica en Amrica Latina y el Caribe: Ques lo que anda mal? Qu es lo que nos falta? Y algo debe estar mal

    cuando, por ejemplo, nuestra piedad personal, fundamentada en unatica individualista, no ha logrado integrarse a los comportamientossociales y a la cotidianidad de nuestra vida. Es evidente el divorcioentre piedad para la iglesia y vida para el mundo; entre religiosidadindividual y comportamiento social; entre moral puritana y vidacristiana.

    2Anthony De Mello,La oracin de la rana, Sal Trras, Santander,

    1988. p. 66.

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    LA ESPIRITUALIDAD EN LA PERSPECTIVA DEL REINO 9

    Somos conocidos por nuestras prcticas del ayuno, la oracin y la

    lectura bblica, por nuestros cultos emotivos, por nuestro afnevangelizador y por no fumar y ser abstemios, pero tambin y estoes lo que preocupa por no haber podido articular esaespiritualidad evanglica con los mbitos particulares de la vida diaria,como la familia, la empresa, la escuela, la vida pblica y la sociedad.Algo, entonces, debe andar mal.

    En algunas regiones de Colombia, el Instituto de Bienestar

    Familiar reporta cifras de violencia intrafamiliar, en especial demaltrato infantil, entre hogares evanglicos. Tambin, en losltimos aos, ha aumentado el nmero de escndalos financieros

    protagonizados por pastores y otros lderes cristianos. Quiz sea en elterreno de la poltica electoral donde se ha hecho ms evidente elabismo entre piedad y vida, entre oracin y actuacin, entresantidad e integridad. A nuestros candidatos, devotos de laespiritualidad evanglica, les ha faltado verticalidad en sus principios y

    pasin proftica. Muchos de ellos han sucumbido ante el demonio dela corrupcin, el "clientelismo" y el abuso del poder. Esa incapacidadde traducir el discurso religioso de la iglesia en otros mbitos de la vidarefleja las serias falencias de nuestra espiritualidad.

    La tentacin de los evanglicos, como ha dicho SamuelEscobar, ha sido "reducir el evangelio, mutilarlo, eliminar lademanda de frutos de arrepentimiento... Una espiritualidad sindiscipulado en los cotidianos aspectos sociales, econmicos y

    polticos de la vida es religiosidad y no cristianismo".3Por otra parte, las cifras de nuestro crecimiento numrico

    ahora explosivasno han logrado traducirse en un impacto

    3 Samuel Escobar, citado por Jos Mguez Bonino, enBoletn teolgico,FTL, Ao 27, Nro. 59-60 (1995):82.

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    real y alternativo para los ms acuciantes problemas del

    continente. Aqu el abismo se encuentra entre nuestra manera dehacer hincapi en la moralidad personal del cristiano y nuestramanera de descuidar la tica social de la iglesia. Algo anda mal ennuestra espiritualidad si sta nos conduce a "fugarnos del mundo"en lugar de ayudarnos a entrar en l y ser testigos del podertransformador del evangelio.

    La respuesta del mdico judo al viejo Don Ver tambin sirve

    para nuestra reflexin: "Te falta alma". Y el alma, para nuestrocaso, es la espiritualidad. No nos referimos al esplritualismodesencarnado, ni al ritualismo religioso, sino a la espiritualidadcomo "estilo de vida que se orienta al cumplimiento del propsitode Dios para la vida humana y la totalidad de la creacin"; a unaespiritualidad que "se concreta en una manera de pensar, sentir yactuar coherente con Jesucristo como modelo de la nuevahumanidad, y [que] depende del poder del Espritu Santo".4 Eltrmino tiene que ver con aquello que somos y con lasmotivaciones que estimulan nuestro ser, antes que conexperiencias de xtasis o con la prctica de un misticismo espurio.Si quisiramos intentar una definicin aproximada, que nos sirvacomo referencia para el presente trabajo, diramos que laespiritualidad cristiana es el proceso continuo por medio del cualseguimos a Jesucristo, alimentndonos de la comunin ntima conel Padre, bajo el impulso del Espritu Santo y en peregrinajefraterno con la iglesia.5

    1 Rene Padilla, "La espiritualidad en la vida y misin de la iglesia",ponencia presentada en el CLADE IV, Quito, setiembre de 2000(Cuadernillo provisional).

    5 Esta definicin aproximada toma como punto de partida la ofrecida porSegundo Galilea: "Podemos identificar la espiritualidad cristiana (y no slo

    para Amrica Latina sino para cualquier lugar, cultura y condicin

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    LA ESPIRITUALIDAD EN LA PERSPECTIVA DEL REINO1

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    Reino y espiritualidad

    El alma de nuestra fe es una espiritualidad enraizada en laPalabra e inspirada en el modelo de Jess y en la pasin por su Reino.Hagamos una pausa. Hemos mencionado el Reino de Dios y lohemos relacionado con la espiritualidad. El tema del Reino no ha

    estado en el temario de nuestras predilecciones, y mucho menos lohemos relacionarlo con la vida espiritual, aqu y ahora. Para latradicin popular evanglica, el tema del Reino de Dios ha sido uncaptulo indefinido de sus doctrinas y un proyecto de Dios que sloinspira pensamientos celestiales y remonta a las cumbresapocalpticas de las calles de oro y los mares de cristal. Hablar delReino, en muchos crculos evanglicos, es hablar del ms all, distante

    y lejano.En ninguno de los ms reconocidos sumarios de la fe evanglica

    se resalta el Reino como tema preeminente de nuestra fe. A lasupremaca de las Escrituras, la majestad de Jesucristo, el seoro delEspritu Santo, la necesidad de la conversin, la prioridad de laevangelizacin y la importancia de la iglesia como comunidad decreyentes,6 a todos estos temas distintivos, no los ha acompaado eldel Reino de Dios, excepto en algunos crculos reducidos decreyentes llamados "liberales".

    El Reino de Dios, o el reinado de Dios, como prefieren algunos,es uno de los temas preponderantes en el Nuevo

    social), como el proceso del seguimiento de Cristo, bajo el impulso delEspritu y bajo la gua de la Iglesia" (El camino de la espiritualidad,adiciones Paulinas, Bogot, 1985, 2da. ed., p. 32).

    Estos seis fundamentos evanglicos expuestos por el telogos-.glicano James I. Packer son citado por John Stott en La verdad de los-s-.-anglicos, INDEF - Visin Mundial, San Jos, 2000, p. 22.

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    Testamento y, especialmente, en la predicacin y ministerio de Jess.

    Quien tome en serio el mensaje del Maestro y se aventure a seguir ensus pisadas, no puede esquivar la centralidad del Reino ni susconsecuencias para el discipulado. El Reino de Dios es la causa deJess7 y no tiene por qu dejar de ser la causa ltima y razn de serde su iglesia. En esto, Jess marca una diferencia, como bien loafirma Galilea, respecto

    no slo de los profetas anteriores, sino de todos los fundadoresreligiosos que lo precedieron. Ellos hablaron bsicamente deDios y de la unin con Dios; Jess no habla ni trabaja slo por eso,sino que revela un Dios que tiene un proyecto histrico que es elReino. Un Dios que quiere mejorar las cosas, liberar a lahumanidad y cambiar el mundo y la miseria humana en Reino deDios. Para Cristo, Dios y el Reino son inseparables.8

    As para nosotros Cristo y Reino tambin son inseparables,puesto que Jess "es nada menos que el reino de Dios en persona".9Hablar del Reino es hacer referencia a la infiltracin de Dios en lohumano con el propsito de ejercer su eterno dominio y soberanasobre toda persona y sobre todo lo creado. Decir Reino equivale adecir redencin plena, salvacin completa, liberacin total yesperanza para todos y para todo, porque el Reino de Dios es "lanueva creacin de todas las cosas para la vida eterna".10 Desde esta

    perspectiva bblica del Reino

    Jrgen Moltmann, Cristo para nosotros hoy, Trotta, Madrid, 1997, p. 238 Segundo Galilea,El reino de Dios y la liberacin del hombre, Ediciones

    Paulinas, Bogot, 1985, p. 12.

    9 Jurgen'Moltmann, op. ci., p. 13.10 bid..p. 16.

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    LA ESPIRITUALIDAD EN LA PERSPECTIVA DEL REINO 13

    debe ser comprendida y aplicada la espiritualidad. Esa es el alma de

    la espiritualidad que ahora nos corresponde recuperar.

    El Reino frente a otros ejes normativos

    Ahora bien, optar por el Reino como eje unificador de nuestraespiritualidad significa reconsiderar otros ejes que hasta ahora han

    ejercido una autoridad normativa para moldear nuestro seguimientode Jess. Examinaremos cuatro de ellos.

    Espiritualidad institucionalizada

    En primer lugar tenemos, por ejemplo, la iglesia comoinstitucin o como religin. Cuando la iglesia ejerce un papel denorma suprema de la espiritualidad, sta degenera en activismo, quees "la accin sin sentido de direccin o la accin orientada al logrode objetivos que no necesariamente concuerdan con el propsito deDios para la vida humana y para toda la creacin".11 La iglesia, nosobra recordarlo, no es un fin en s misma, sino un medio; medio oinstrumento al servicio del Reino. Ser espiritual, en este sentido, no

    puede reducirse a ser un mejor funcionario de la estructurainstitucional de la iglesia, porque al hablar del Reino de Dios y desu seoro "no estamos refirindonos a nuestras propias obras y suslogros. De la historia de las obras humanas, lo que ms brota es unreino humano, pero no el Reino de Dios. Ni siquiera la Iglesia

    puede hacer de este mundo un reino de gloria".12

    11 Rene Padilla, op. cit.12Jrgen Moltmann,Diacona en el horizonte del Reino de Dios, Sal

    Trras, Santander, 1987, p. 27.

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    14 HACIA UNA ESPIRITUALIDAD EVANGLICA COMPROMETIDA

    Muchos de los enfrentamientos de Jess con los fariseos de su

    poca hacen referencia a cmo stos haban convertido la fe en unatransaccin humana, donde lo ms importante no era lo que Dios

    peda de los hombres y mujeres sino lo que la institucin religiosales impona para su salvacin. Estos religiosos haban alterado losvalores y ya no saban distinguir entre lo que era importante paraDios y lo que era indispensable para la institucin. Jess loscondena con estas palabras:

    Ay de ustedes, guas ciegos!, que dicen: "Si alguno jura por eltemplo, no significa nada; pero si jura por el oro del templo,queda obligado por su juramento." Ciegos insensatos! Qu esms importante: el oro o el templo que hace sagrado al oro?Tambin dicen ustedes: "Si alguien jura por el altar, no significanada; pero si jura por la ofrenda que est sobre l, quedaobligado por juramento." Ciegos! Qu es ms importante: la

    ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Por tanto, elque jura por el altar, jura no slo por el altar sino por todo loque est sobre l (Mt 23:16-20).

    Los fariseos tambin haban trabajado hasta el cansancio en laformacin de activistas sacrificados, que eran su mejor muestra deuna espiritualidad deformada. Al respecto, Jess les dijo:

    Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipcritas!Recorren tierra y mar para ganar un solo adepto, y cuando lohan logrado lo hacen dos veces ms merecedor del infierno queustedes (Mt 23:15).

    Para nuestro caso, con el excesivo nfasis en el crecimientonumrico de las iglesias y en el desarrollo de complejas estructuras

    organizacionales que demandan presupuestos exorbitantes,nminas exageradas y una cultura de la

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    LA ESPIRITUALIDAD EN LA PERSPECTIVA DEL REINO 15

    productividad, corremos el riesgo de sacrificar la esencia de

    nuestra espiritualidad por la eficiencia de la organizacin.

    Espiritualidad de lo extraordinario

    Otro eje, tambin deficitario, que debemos considerar desde laperspectiva del Reino es el de la experiencia espiritualextraordinaria. En ste, la espiritualidad se comprende como la

    bsqueda incesante de experiencias desvinculadas tanto de uncompromiso concreto con la causa de Cristo como de loscomportamientos cotidianos. Es una mstica sin tica; una emocinsin misin; una especulacin sin proyeccin.

    Nuestra poca no tiene la exclusividad de este fenmeno. Loshistoriadores dan cuenta de una ola de espiritualidad especulativaque se levant con mucha fuerza entre los siglo 13 y 14, entrecristianos europeos, especialmente de la orden de los dominicos,que promovan las visiones y las revelaciones especiales comocentro de la espiritualidad. La manera de moderar este entusiasmofue, otra vez, volver a la esencia de la fe. El holands Gerard Groot(1340-1384), fundador de los hermanos de la vida comn, elalemn Toms de Kempis (c.1380-1471), autor del clsico

    Imitacin de Cristo, y la espaola Teresa de vila (1515-1582),fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas, fueron, entreotros, firmes crticos de esta manera de vivir el evangelio deCristo. En su lugar, predicaron la importancia de la conversin delcorazn, el amor, el apostolado y la primaca de la solidaridad conlos ms necesitados.13 Para ellos, el secreto de vivir con Cristo se

    13

    Para un panorama histrico de la evolucin de la espiritualidadcristiana, ver Gregorio Samutko (y equipo), Una espiritualidad laical paraAmrica Latina, San Pablo, Bogot, 1997.

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    encontraba mirando primero hacia adentro del propio corazn,

    para desde all proyectarse en amor solidario hacia los msnecesitados. Libraron una batalla por no dejar que lo extraordinariode la fe arrebatara la profundidad de lo ordinario de la vidacristiana.

    No se trata de despojar a la espiritualidad de las expresionessoberanas y extraordinarias del Seor. Todos sabemos que ltambin se manifiesta en seales y milagros inexplicables. El

    Nuevo Testamento da buena fe de lo anterior: Pedro tiene xtasis,Agabo profetiza, Pablo asciende al tercer cielo, en Pentecosts sehabla en lenguas y Juan, en Patmos, tiene una visinextraordinaria del Seor de la Historia. El equilibrio consiste,entonces, en dar a esas experiencias que son sorpresas de lagracia de Dios el lugar que les corresponde en nuestroseguimiento de Cristo: ni desconocerlas con un fro gesto de

    incredulidad, ni ubicarlas en el centro de la fe, como si de ellasdependiera todo nuestro peregrinaje espiritual. Jess les record alos setenta discpulos que haban regresado admirados del poder deDios frente a los demonios: "No se alegren de que puedan sometera los espritus, sino algrense de que sus nombres estn escritos enel cielo" (Le 10:20).

    Espiritualidad desconectada

    La perspectiva del Reino corrige tambin el espiritualismoindividualista, que se expresa, muchas veces, en el cultivo de unavida interior sin conexin con el mundo exterior y la misin deDios en el mundo. En amplios crculos evanglicos, la espiritualidadse concibe como el perfeccionamiento personal en trminos de

    moral y vida pura. Para Jos Mguez Bonino, la influencia delfundamentalismo extremo en el campo de la tica "ha desarrolladolos aspectos ms vulnerables de la tradicin

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    LA ESPIRITUALIDAD EN LA PERSPECTIVA DEL REINO 17

    evanglica pietista: el legalismo y la justicia propia, la oposicin de

    lo material y lo espiritual, la 'separacin del mundo', que en laprctica induce a una doble moral...".14 La visin que se propagaes la de una espiritualidad heroica, que obtiene la vida victoriosa

    por medio del ayuno, la oracin y la lectura maratnica de la Biblia.Es una guerra dualista entre el espritu bueno y la carne mala, que

    bien nos recuerda las viejas enseanzas gnsticas contra las cualestuvo que ver el cristianismo de los primeros siglos.

    Este "cultivo de valores relacionados con la vida interior"15prolifer a partir de los siglos 3 y 4, cuando, segn loshistoriadores, el ascetismo ocup el lugar del martirio como centrode la espiritualidad. Los monasterios de los primeros siglos seocuparon de predicar la importancia de la vida asctica en susformas ms conocidas del ayuno, la oracin y la penitencia. Esainfluencia dur ms de mil aos, durante la temprana Edad Media,

    hasta el siglo 13, sin desconocer que en muchos ambientes catlicostodava se observa su huella.16

    Para el caso especfico del movimiento evanglico en AmricaLatina, la piedad personal se asocia al pietismo que floreci en lossiglos 17 y 18, representado por Felipe Jacobo Spener (1635-1705),Augusto Hermann Francke (1633-1727) y el Conde Zinzendorf(1700-1760). El pietismo represent una de las influencias

    espirituales de mayor alcance y contribuy con la renovacinmisionera de aquellos siglos; segn Samuel Escobar, "no slorevivi a la Iglesia por dentro, sino que la proyect

    14 Jos Mguez Bonino,Rostros del protestantismo latinoamericano,NuevaCreacin, Buenos Aires, 1995, p. 52.

    10 Rene Padilla, op. cit.16 Gregorio Samutko, op. cit.,pp. 43ss.

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    hacia la misin de s misma. Esto fue evidente especialmente en el

    surgimiento del movimiento misionero moravo que se desarrollbajo el ministerio de Zindendorf".

    17

    Ea piedad personal aprendida de los pietistas europeos no es lo

    que aqu se debate. "El pietismo apunta a un precedente bblico

    muy rico".18

    Eo que se discute es la prctica de un pietismo que

    ya no conserva la riqueza de aquellos siglos y que ha desembocado

    en una fe mstica con los ojos cerrados. A ese desequilibrio se

    refiere el apstol Pablo cuando ensea que "el reino de Dios noes cuestin de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegra en

    el Espritu Santo. El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a

    Dios y es aprobado por sus semejantes (Ro 14:17-18).

    Espiritualidad sin estrs

    Ea perspectiva del Reino seala tambin que la espiritualidad nodebe reducirse a la gratificacin de necesidades psicolgicas, talcomo lo ensean algunas de las actuales teoras de laautorrealizacin humana. Hoy encontramos la predicacin de unevangelio especializado en las ofertas, que promete la satisfaccinde las necesidades personales, que pone la vida en orden y queregala la salud, la felicidad y hasta la prosperidad econmica. Es

    verdad que la vida en Cristo ''nos ayuda en nuestros quebrantos ysatisface al alma cansada", como se canta en algunos himnos, peroeso no significa que los beneficios son la esencia del mensaje deCristo, ni explica la razn de ser de nuestro discipulado. Nuestrasociedad presta especial atencin a

    1

    ' Samuel Escobar, en Serevanglico hoy, Andamio, Barcelona, 1988,p. 22.;8

    /bd,p. 23.

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    LA ESPIRITUALIDAD EN LA PERSPECTIVA DEL REINO 19

    los temas de la superacin personal por medios humanos; eso queda

    demostrado con la proliferacin de mtodos de relajacin, de tcnicasde poder mental o de ejercicios que convierten la fe en optimismo yla religin en un instrumento de la psicologa conductista. Y liberar ala iglesia de este "cautiverio psicolgico", como lo llama Darrell Guder,"es una tarea teolgica de primer orden... Son cautiverios que leimpiden a la Iglesia realizar su misin en el mundo".19

    La enseanza de Jess es paradjica:

    Si alguien quiere ser mi discpuloles dijoque se niegue a smismo, lleve su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar suvida, la perder; pero el que pierda su vida por mi causa y porel evangelio, la salvar (Mr 8:34-35).

    Es la espiritualidad de la cruz, que promete la vida para aquel que laarriesga por causa del evangelio. Es, en otras palabras, unaespiritualidad que no concede re/ax, sino tensin, porque

    lo que caracteriza la espiritualidad de Jess, que se podradenominar espiritualidad de conflicto, no es, por consiguiente,la ausencia o la huida del conflicto. Jess se sumerge en laconflictividad y hasta tal punto que tuvo un gesto que, hasta elda de hoy, desasosiega a los exegetas: por qu se le ocurri ir

    a Jerusaln, ciudad que pis rarsimas veces, en el momentojusto en que era ms buscado por la represin?20

    19 Darrell L. Guder, Sertestigos de Jesucristo, Kairs - FTL - VisinMundial, Buenos Aires, 2000 (2a ed), pp. 211-212.

    20Leonardo Boff y Frei Betto,Mstica y espiritualidad,Trotta, Madrid,1999(2aed.),p. 100.

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    En lugar de huir, Jess enfrent; y estaba capacitado paraenfrentar la prueba por la fortaleza que tena como resultado de suntima comunin con el Padre.

    As, pues, tenemos que el eje fundamental de nuestraespiritualidad debe ser la causa de Cristo, que es el Reino de Dios.El seguimiento de Jesucristo debe ceirse al modelo del Maestro,antes que a las expectativas de la iglesia institucionalizada, o a lasansias de nuestra religiosidad legalista, o a los deseos deautorrealizacin humana: "... aprendan de m, pues yo soy apacibley humilde de corazn, y encontrarn descanso para su alma" (Mt11:29).

    Ser espiritual es vivir la fe en relacin amorosa con Dios y connuestros semejantes; es seguir a Cristo asumiendo las actitudes quel asumi hacia su Padre, hacia los necesitados, hacia el mundo yhacia la creacin en general. As nos lo recuerda la exhortacin dePablo: "La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jess" (Flp2:5). Por eso, aceptar la invitacin a vivir la espiritualidad del Reinoes someternos al modelo del Rey. Con Jess, el Reino de Dios sehace presente entre nosotros, "y crece y acta 'en medio denosotros' sin prisas pero sin pausas".21

    Pautas del Reino para la espiritualidad

    Corresponde ahora examinar tres de las pautas principales quenos ofrece la dinmica del Reino de Dios para nuestraespiritualidad. Dichas pautas contienen germen de renovacin y deesperanza para la iglesia. El Reino es una causa, pero al

    21 Segundo Galilea,E! Reino de Dios y la liberacin del hombre, op. cit..p. 13.

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    mismo tiempo es un modelo y un paradigma, y desde all la

    espiritualidad se nos presenta como integral, pluriforme y radical.

    Espiritualidad integral

    Desde la perspectiva del Reino, nuestra espiritualidad estllamada a ser integral, holstica o abarcadura. En el CuartoCongreso Latinoamericano de Evangelizacin (CLADE IV),celebrado en Quito, Ecuador, en septiembre de 2000, Rene Padillaafirm, en su exposicin sobre el tema de la espiritualidad, que"desde la perspectiva de la espiritualidad cristiana, no hayabsolutamente ninguna dimensin de la vida humana ni de lacreacin que est exenta de la redencin de Dios".22 Laespiritualidad cristiana es integral porque nos llama a reconocer y avivir el seoro de Dios sobre toda la vida y sobre toda su creacin, almismo tiempo que nos convoca a comprometernos con su Reino enla transformacin de todo lo creado conforme al sueo deredencin del Creador. Como afirma Mariano Avila, laespiritualidad integral

    ha de permear nuestro diario quehacer. No es un aspecto de la vidaque se vive exclusivamente en el culto o en el templo y que semanifiesta en las prcticas ascticas o extticas del cristiano; es

    una realidad que ha de evidenciarse en el andar cotidiano, en todaslas reas de la vida, como seal del Reino que ha llegado y que est

    por venir.2j

    En el horizonte del Reino, la accin de Dios se dirige al serhumano como totalidad indivisible que, aunque es

    22 Rene Padilla, op. cit.23 Mariano Avila, en Conversin y discipulado, Visin Mundial, San Jos,

    1993, p. 212.

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    multidimensional (biofsico, psicosocial y espiritual), constituye una

    unidad. La predicacin del Reino, por parte de Jess, propuso laredencin de la totalidad del ser humano; por eso el ministerio deCristo no se redujo al anuncio oral de las buenas nuevas, sino queincluy la sanidad fsica, el alimento material, el consuelo afectivo,la preocupacin social, la predicacin proftica, el llamado alarrepentimiento y la comunin permanente y gozosa con el Padre.Esta visin holstica imprimi el sello distintivo al ministerio de

    Cristo. En su Reino no se separa lo espiritual de lo secular, lo santo delo profano, ni lo eclesial de lo social. En el Reino de Dios lasalvacin se anuncia para todas las dimensiones de lo creado; en esesentido podemos hablar de una salvacin csmica y abarcadura.Dios desea que todas las cosas creadas sean restauradas segn laintencin del Creador en un proceso histrico que lo cubre todo y atodos. Vista as, la espiritualidad tambin lo incluye todo.

    La espiritualidad es vida para la vida y fe puesta en prctica entodos los espacios de nuestra cotidianidad. Jess lo ense as en elSermn de la Montaa: habl de la bienaventuranza de los limpiosde corazn, pero tambin de los que estaban dispuestos a sufrir

    persecucin por causa de la justicia; mencion el valor de la oraciny del ayuno, pero tambin de las limosnas sin hipocresa; trat eltema de la pureza del matrimonio, pero tambin el de la necesidad

    de desprenderse de los bienes materiales en favor de los msnecesitados; invit a amar al enemigo, a sujetar la ira, a hablarsiempre con responsabilidad, a no juzgar a los dems, a ser luz delmundo y sal de la tierra, en fin, a vivir de manera integral y arelacionarse con Dios y con el prjimo bajo el principio supremo delamor. Esta espiritualidad no cierra ningn espacio de la vida paralo divino, ni para lo espiritual.

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    Cuando Ignacio de Loyola, el reformador eclesistico y mstico

    espaol del siglo 16, en unin con sus seguidores, ense a "buscar aDios en todas las cosas", y a seguir a Jess ms all de las paredesdel convento, incluyendo un compromiso social, produjo uno delos ms grandes aportes en la historia de la espiritualidad cristiana.Gannon y Traub, en su libro sobre una interpretacin de la historiade la espiritualidad cristiana, destacan lo siguiente:

    La revolucin en el pensamiento y en la prctica de laespiritualidad iniciada por Ignacio de Loyola consisti,entonces, en un cambio de nfasis en la idea de Dios: dnde seencuentra, cmo acta en el mundo y cmo puede ser hallado.

    No debera sorprendernos que estas nociones condujeron a unanueva aproximacin a la espiritualidad y a una concepcindistinta de la relacin entre oracin y accin. Para Ignacio, lavida espiritual no era, en primer lugar, un problema de oracin

    o actividad, sino de fidelidad a Dios, que implica fidelidad enlas tareas divinas... Ignacio afirma que la unin con Dios esesencialmente una unin de amor... una unin que puedealcanzarse sin que importen las circunstancias.24

    Y nosotros hoy, despus de cuatro siglos, seguimos luchando porencontrar esta integralidad.

    Espiritualidad pliiriforme

    Desde la perspectiva del Reino, nuestra espiritualidad tambinest llamada a ser pluriforme y diversa. Si la espiritualidadcristiana es el proceso permanente de seguir a Jesucristo, las

    24

    Thomas M. Gannon y George W. Traub, citados por Eldin Villafae,ElEspritu liberador,Nueva Creacin, Buenos Aires, 1996, p. 146.

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    maneras de hacerlo varan mucho; cambian de un siglo a otro, pero

    tambin de una persona a otra. Hay diversos factores quecondicionan la espiritualidad: el contexto social, la edad, lavocacin, la pertenencia confesional o denominacional, lamadurez psicolgica, y otros ms. Escribiendo sobre este ltimofactor, el misionero y antroplogo Gregorio Smutko, dice: "Existe unafuerte relacin entre nuestra madurez psicolgica y nuestraespiritualidad, pues 'la gracia edifica sobre la naturaleza'. Por eso el

    progreso espiritual depende en parte del progreso en lamadurez".25

    Esta diversidad tiene tambin que ver con la multitud de formascon que una persona o un grupo expresa su amor a Dios y vive sucompromiso cristiano. En otras palabras, no existe, a la luz delReino, una espiritualidad uniformada, hegemnica o distintiva quese deba presentar como "la" espiritualidadas, en singularpara

    todos. La espiritualidad, en trminos actuales, no puede serglobalizada e impuesta.

    La primera mencin que encontramos en los Evangelios acercadel Reino de los cielos es la de Juan el Bautista, quien invita alarrepentimiento y anuncia que se debe preparar con urgencia elcamino del Seor. Juan es un ejemplo de la diversidad espiritual deese Reino que anuncia; vesta de una manera particular: ropa hecha

    de pelo de camello y un cinturn de cuero; se alimentaba de maneradiferente-, langostas y miel silvestre; predicaba un mensajeespecfico acompaado de un tono beligerante: "Carnada devboras! Quin les dijo que podrn escapar del castigo que seacerca?" (Mt 3:7).

    Los Evangelios contienen un amplio registro de diversidadespiritual: una mujer se arroja a los pies del Maestro y los unge

    ' Gregorio Samutko, op. cit,pp. 27-28.

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    con perfume; Jess, ante la crtica de Simn el fariseo, reafirma a la

    mujer diciendo que su gesto es una expresin de amor sincero (Le7:36-50). Un joven rico, orgulloso de su religiosidad, recibe unainvitacin decepcionante a vender todos sus bienes y darlo a los

    pobres (Mt 19:16-22); Jess le dice que ese acto es su requisito paraseguirlo a l. Mientras Juan y sus discpulos ayunan, los discpulosde Jess "comen y beben" (Mt 5:33). Un sbado, los discpulos,violando la costumbre de los judos, arrancan algunas espigas de

    trigo porque tenan hambre; Jess respondi a sus acusadores quetambin David, acosado por el hambre, comi los panes de la

    proposicin reservados, segn la ley, solamente para lossacerdotes. Es decir, Jess no se rige en su espiritualidad por uncdigo inflexible y nico, ni mucho menos por una tradicininviolable; l, bajo la gua del Espritu, se abre a la novedad delPadre y encuentra que la misericordia y el juicio ocupan el primer

    lugar. "Si ustedes supieran lo que significa: 'Lo que pido de ustedeses misericordia y no sacrificios', no condenaran a los que no sonculpables" (Mt 12:7).

    La espiritualidad evanglica en Amrica Latina y el Caribe no seha caracterizado propiamente por la diversidad. Las mutuasacusaciones acerca de las prcticas sociales, los juicios ligerossobre las disciplinas piadosas, la imposicin de modelos litrgicos y la

    inflexibilidad para el cambio en todas sus formas nos han privadode disfrutar de la gracia de la pluralidad. La espiritualidad es unespacio privilegiado para el ejercicio del respeto y del mutuoenriquecimiento. Necesitamos encontrar puntos de encuentro, porejemplo, entre las tradiciones litrgicas ms formales y las nuevasliturgias pentecostales y carismticas; entre el compromiso social delos sectores llamados "de avanzada" y la piedad y la devocin

    particular de las iglesias ms conservadoras; entre la pasin quedemuestran nuestras iglesias

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    por la accin y el pragmatismo, y la rica tradicin catlica que ensea

    el valor de la contemplacin, el silencio y la quietud.

    Espiritualidad radical

    Digamos algo ms: desde la perspectiva del Reino, nuestraespiritualidad est llamada a ser radical y comprometida. El Reinoexige un compromiso radical y completo de la vida; en l no hay lugar

    para una religiosidad Hgth de bajo precio. La nuestra es "una femesinica con los ojos abiertos",26 que compromete toda la vida.Jess lo ense as: "El que quiere a su padre o a su madre ms quea m no es digno de m; el que quiere a su hijo o a su hija ms que am no es digno de m; y el que no toma su cruz y me sigue no es dignode m" (Mt 10:37).

    Un modelo histrico de radicalidad en el seguimiento de Jess se

    encuentra en el movimiento anabautista del siglo 16. Miles de ellosmurieron como mrtires, ms que en cualquier otro grupo de esesiglo, sin que se sepa an el nmero exacto. Los anabautistasaceptaron el camino de la cruz con todas sus consecuencias, y lohicieron bajo la firmeza de su fe, convencidos de que "donde eltestimonio florece, all est el Reino de Dios".27Un historiador menonitanos dice:

    La persecucin comenz aun antes del primer bautismo enZurich [21 de enero de 1525], ya que la amenaza del destierrofue anunciada el 18 de enero de 1525 y el primerencarcelamiento de anabautistas en Zurich ocurri a principiosde febrero. Crcel, multas y a veces torturas constituan el

    procedimiento normal que sufran los

    26 Jrgen Moltmann, op. cit, 1997, p. 111.27 Reinhold Schneider, citado en John S. Oyer y Robert S. Kreider,El

    espejo de los mrtires, Semilla-CLARA, Bogot, 1997, p. 14.

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    LA ESPIRITUALIDAD EN LA PERSPECTIVA DEL REINO 27

    prisioneros. Eran liberados nicamente cuando el prisionero

    prometa abandonar las reuniones anabautistas. En marzo de1526 ya se imponan sentencias de prisin perpetua. Doquierael anabautismo lleg a ser conocido, se iniciaban medidassimilares...28

    Aparte de querer validar todas las experiencias anabautistas,algunas en extremo msticas, procuramos valorar su sentido de

    peregrinaje y el lugar asignado a la cruz como experiencia central en el

    seguimiento de Cristo. En esto, segn algunos, la espiritualidad de estosradicales coincide en algunos puntos con la del mstico espaol SanJuan de la Cruztambin del siglo 16, quien afirmaba que "quienno busca la cruz de Cristo, no busca la gloria de Cristo".29

    La espiritualidad cristiana, entendida desde la radicalidad delseguimiento, se fundamenta en el compromiso con el Reino, sealimenta de la intimidad con el Rey y vive la alegra del testimoniohasta las ltimas consecuencias. Don Pedro Casaldliga lo expresamejor cuando define la espiritualidad como testimonio coherente, elcual consiste en "ser lo que se es. Hablar lo que se cree. Creer lo quese predica. Vivir lo que se proclama. Hasta las ltimas consecuenciasy en las menudencias diarias".30

    28 Cornelius J. Dyck, Introduccin a la historia menonita,Semilla-CLARA, Bogot, 1996, p. 56.

    29 Para un estudio de la relacin entre la espiritualidad anabautista y la deSan Juan de la Cruz, vase Hugo Zorrilla, San Juan de la Cruz desde laespiritualidad anabaptista, CLARA-Semla, Guatemala, 1993.

    30

    Pedro Casaldliga, en Eduardo Bonnn (ed.), Espiritualidad yliberacin en Amrica Latina, DEI, San Jos, 1982, p. 180.

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    Conclusin: "Te falta alma"

    Para terminar, volvamos a la historia del viejo judo Don Ver ysu mdico Baal Sem Tob. El mdico observa al enfermo y le dice:"Algo anda mal... Algo est mal en tu vida espiritual... Algo le falta atu fe". A lo que su paciente pregunta: "Qu es lo anda mal? Ques lo me falta?" La respuesta fue una: "Te falta alma". Y dijimos que

    el alma, en nuestro caso, es nuestra espiritualidad; la espiritualidadentendida como el proceso continuo por medio del cual seguimos aJesucristo, alimentndonos de la comunin ntima con el Padre,

    bajo el impulso del Espritu Santo y en peregrinaje fraterno con laiglesia.

    Esa espiritualidad no puede reducirse al marco de lasexigencias activistas de la iglesia convertida en institucin;

    tampoco a un cmulo de experiencias espirituales extraordinarias;mucho menos al cultivo de una vida interior desconectada delmundo exterior y de la misin de Dios; tampoco a la satisfaccinegosta de las necesidades psicolgicas o a la bsqueda de laautorrealizacin humana.

    La espiritualidad, desde la perspectiva del Reino, debe serintegral, pluriforme y radical. "Ni es espiritualista con un Dios sin

    Reino; ni materialista, con un Reino sin Dios. Vive la sntesisintegrada que Jess vivi y nos revel: por el Dios del Reino y elReino de Dios".31

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    2La encarnacin: misterio y

    modelo

    Porque de esto se trata, de saber cul es la verdadera Iglesia o, si se prefiere cmo debe ser la verdad de la Iglesiasi quiere ser de verdad el cuerpo de Cristo en la historia.

    Ignacio Ellacura

    "La encarnacin es el corazn de nuestra fe y el nervio vivo denuestra adoracin". Asilo afirm en su momento J. S. Whale, quien,

    sin querer desconocer la importancia de las dems verdadescardinales de la fe, quiso resaltar la encarnacin por la profundidadde su significado. Tambin para Kierkegaard la doctrina supremadel cristianismo era la encarnacin. Su centralidad, a juzgar por lahistoria, no es nada nueva; naci con la fe misma y, veinte siglosdespus, mantiene su vigor.

    Una larga historia de controversias

    En los primeros siglos del cristianismo, y de ello dan buenacuenta los historiadores, la doctrina de la encarnacin se fuearticulando en medio de acaloradas polmicas que dejaron a su

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    Cercano al docetismo se encontr, en cierto sentido, el

    apolinarismo. Apolinar, obispo de Laodicea en el siglo 4 d.C.,acentu su creencia en la absoluta deidad de Cristo, negando quetuviese una humanidad completa. Para l, Cristo tuvo un cuerpohumano espiritualizado y el Logos sustituy su inteligenciahumana. Resumidamente,

    esta hereja sostena que Cristo era humano en cuerpo y alma,

    pero no en espritu o ego o persona. Esta parte de su naturalezaera totalmente divina. Era el Logos eterno, una Persona que seamalgam con la humanidad, asumiendo un cuerpo humano yun alma tambin humana.2

    De esta manera, se negaba la genuina encarnacin de Cristo. ElPrimer Concilio de Constantinopla, en el ao 381 d.C., fue elencargado de condenar la hereja apolinarista.

    Esta breve referencia histrica no puede concluirse sin quedigamos algo del arrianismo. Arrio (ca. 256-336 d.C.), quien fue

    presbtero de la iglesia de Alejandra, aviv las polmicas alensear que Cristo no fue ni Dios ni Hombre, sino una terceracategora especial de la existencia, de la cual l era el primognito.Para Arrio,

    el Hijo de Dios no era eterno sino creado por el Padre comoinstrumento para crear el mundo y, por lo tanto, no era Dios pornaturaleza, sino una criatura que recibi la alta dignidad de Hijode Dios ya que fue "engendrado", debido a que el

    2 Richard S. Taylor (redactor general),Diccionario teolgico Bacon,Casa Nazarena de Publicaciones, Kansas, 1995, p. 246.

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    LA ENCARNACIN: MISTERIO Y MODELO 33

    Padre, en su preconocimiento. sabia de su condicin de justo y

    de su fidelidad incondicional."

    La controversia arriana se prolong por mucho tiempo, an msall del ao 325 d.C. cuando fue condenada por el Concilio de

    Nicea, convocado por Constantino, al que asistieron obispos ypresbteros de los ms alejados rincones del Imperio. La preguntacrucial de aquel encuentro fue: debe ser Cristo considerado como

    Dios o como la primera persona y la ms grande de las criaturas?Este intrincado camino de las controversias cristolgicaslograron un punto de acuerdo formal en el Concilio ecumnico deCalcedonia, en el ao 451 d.C., el cuarto celebrado por la iglesiadespus de Nicea (325), Constantinopla I (381) y Efeso (431). EnCalcedonia se declar que nuestro Seor Jesucristo es verdaderoDios y verdadero hombre (vereDeus, ver homo), en su divinidad

    consustancial con el Padre en todo, pero en su humanidadsemejante a nosotros en todo, menos en el pecado. Reza ladeclaracin que este nico y mismo Jesucristo se conoce en dosnaturalezas

    sin confusin, sin cambio, sin divisin, sin separacin, enmodo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa dela unin, sino conservando ms bien, cada naturaleza su

    propiedad y concurriendo en una sola persona y en una solasubsistencia.4

    ! Marco Antonio Ramos, Nuevo diccionario de

    religiones, denominaciones y sectas, Betania, Miami, 1998, p. 34.4 Wilton M. Nelson (ed.).Diccionario de historia de la iglesia, Caribe,Miami. 1989, p. 386.

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    As, en esta confesin comn a toda la Iglesia Catlica Romana,

    ortodoxa oriental y protestante se afirma la unin de la naturalezahumana y la divina en una sola persona. Se suele hablar de estaunin como "unin hiposttica". *

    Podra pensarse que en medio de estas elucubraciones untanto abstractas, no hay que negarlose corre el riesgo de robarlealgo al misterio a la encarnacin. Sin embargo, no es ste el temorque ms espanta. Calcedonia nos presta su servicio al "destacar loslmites propios del pensamiento creyente acerca de la persona deJesucristo, nico Mediador entre Dios y los hombres", y alreafirmar nuestra fe en Jess que

    no es solo hombre o solo Dios; es Dios que se hizo hombre. Nodej de ser Dios al hacerse hombre. No troc la divinidad por lahumanidad. Ms bien asumi la humanidad de tal manera que,

    como resultado de la encarnacin, l es a la vez humano ydivino, el Dios-hombre.6

    Esta frmula cristolgica sigue siendo, como bien lo diceLeonardo Boff, "criterio de verdad para cada interpretacin delmisterio de Jess".7

    El temor, ms bien, es otro. Algunos sectores de la teologa

    contempornea, entre ellos el surgido en suelo latinoamericano, hanreclamado la necesidad de elaborar una cristologa que, sindesconocer el aporte de la orientacin histrica de corte filosfico ymetafsico, se relacione ms directamente con el mundo de las

    ' Del griego hipostasis, "persona".6 W. Nelson, op. cit.,p. 386.7 Leonardo Boff, Jesucristo y la liberacin del hombre, Cristiandad,

    Madrid, 1981, p. 202.

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    realidades sociales, culturales y polticas. Se reclama relacionar la

    dogmtica de la iglesia con sus prcticas y compromisos.Quiz el acercamiento clsico a la doctrina de la encarnacin,

    aunque nos regala un marco terico apropiado para esclarecernuestra fe en el Jess de la historia, se quede corto a la hora deacercarnos a los compromisos que debemos asumir, en cada tiempoy lugar, aquellos que nos decimos ser seguidores del Maestro de

    Nazaret. Algunos telogos, an ms radicales en su desacuerdo,dicen que aquellos fueron "concilios helensticos con conceptoshelensticos"8 que poco o nada dicen a la mentalidad de nuestromundo. Segn ellos, al usar el lenguaje metafsico para las verdadessimblicas, la cristologa se convirti en razn especulativa.9 A mi

    parecer, tal consideracin llega muy lejos.

    Por una cristologapara el seguimiento

    S debemos asegurarnos de afianzar una cristologa que sea fiela nuestro seguimiento de Jess, en la cual el contenido correspondacon la prctica y lo que se profesa resulte pertinente para el

    acontecer del mundo en cada momento. En otras palabras, que seaintegral. Jon Sobrino lo expresa as:

    La cristologa necesita y debe desencadenar la fuerza de lainteligencia, pero tambin otras fuerzas del ser humano. Suquehacer deber ser rigurosamente intelectual, para algunos

    8 Hans Kng, Credo, Trotta, Madrid, 1995 (2a ed.), p. 65.9 Bernard Ramm,Diccionario de teologa contempornea. Casa

    Bautista de Publicaciones, El Paso, 1975 (2a ed.), p. 47.

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    deber ser incluso doctrinal, pero su esencia ms honda est en

    ser algo 'espiritual': que ayude a las personas y a lascomunidades a encontrarse con Cristo, a seguir la causa deJess, a vivir como hombres y mujeres nuevos y a hacer estemundo segn el corazn de Dios.10

    Abogamos, pues, por una doctrina de la encarnacin que, sindesconocer la riqueza de la dogmtica tradicional, y sin abandonarel dilogo con la filosofa, incluya otros ejes de atencin. Enespecial, abogamos para que la cristologa y la misionologa dejende ser indiferentes y sirvan para estimular la marcha obediente delCuerpo de Cristo hacia la proclamacin del Reino de Dios y su

    justicia. Una dogmtica sin misin corre el riesgo de degenerar enespeculacin conceptual, "delirar teologa", as como una misin sindogmtica queda expuesta al activismo proselitista y, muchas veces,

    fantico.

    Si creer en Jess es seguirlo en sus pasos, vivir de su gracia y unirsea su causa, la encarnacin es, entonces, el principio que fundamentaese seguimiento y seala el modelo.

    Un misterio para callar,

    un modelo para imitar

    La encarnacin, desde esta ptica, no deja de ser misterio.Siempre seguiremos ante el misterio del Dios humanado. Hablar de l[Cristo] siempre significar callar.11 Reflexionar sobre ese

    '" Jon Sobrino, Jesucristo liberador. Lectura histrico-teolgica de Jess deNazareth, Trotta, Madrid, 1997 (3a ed.), p. 19.

    11 "Hablar de Cristo significa callar" (D. Bonhoeffer).

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    misterio ser por siempre "aceptar la imposibilidad, y de all la

    necesidad de compaginar... palabra y silencio, verdad yorovisionalidad".1 Sin embargo, la perspectiva misionolgicaaade a la verdad del misterio el valor del modelo. El Dios que seencarn es el Seor a quien servimos y adoramos; su encarnacinasegura nuestra salvacin y nos seala la manera en que l quiereque le sigamos. Al referirnos a la encarnacin lo hacemos en esadoble dimensin de su significado: como misterio y como modelo.En palabras de Darrell Guder: "La encarnacin es a la vez elacontecimiento de la salvacin y el modo en que Dios realiza sus

    propsitos saivficos".13

    "As como el Padre me envi"

    Ahora digamos algo sobre las implicaciones de la encarnacinpara nuestra tarea misionera en el mundo. Comencemos con unbreve comentario de la gran comisin segn la versin queencontramos en el cuarto Evangelio. Dice Juan:

    Al atardecer de aquel primer da de la semana, estando

    reunidos los discpulos a puerta cerrada por temor a los

    judos, entr Jess y, ponindose en medio de ellos, los salud:

    La paz sea con ustedes!

    Dicho esto, les mostr las manos y el costado. Al ver al

    Seor, los discpulos se alegraron.

    12 Jon Sobrino, op. cit.,p. 13.13 Darrell L. Guder. Sertestigos de Jesucristo. La misin de la iglesia, su

    mensaje y sus mensajeros, Kairs - FTL - Visin Mundial. Buenos Aires,2000, 2da. ed., p. 40.

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    La paz sea con ustedes!repiti Jess. Como el Padre me

    envi a m, as yo los envo a ustedes. Acto seguido, sopl sobreellos y les dijo:

    Reciban el Espritu Santo. A quienes les perdonen sus

    pecados, les sern perdonados; a quienes no se los perdonen, no

    les sern perdonados (Jn 20:19-23).

    En el Congreso de Evangelizacin Mundial en Lausana, Suiza(1974), con estimulante sinceridad, John R. W. Stott reconoci el

    descuido de este texto bblico para la reflexin misionolgica. El lderevanglico britnico afirm en aquella ocasin que esta era "la formacrucial" de la gran comisin y "la ms descuidada, porque es la mscostosa".14

    En Juan, el mandato de Jess tiene poco que decir en cuanto alcontenido verbal del mensaje; se concentra en la forma y en el modo

    en que ese mensaje debe ser entregado. En este relato, a Jess leinteresa sobremanera que la misin se cumpla de acuerdo con elmodelo diseado por el Padre. Ese modelo es encarnacional:15"Como el Padre me envi a m, as yo los envo a ustedes" (Jn 20:21).

    No hay, pues, "ninguna accin o tarea especfica. Simplemente unmodelo".16 Juan tambin resalta el estrecho vnculo que existe entre lamisin del Seor y el mundo al cual han sido enviados sus discpulos:

    "Como t me enviaste al mundo, yo los envo tambin al mundo" (Jn17:18).

    Dios, en la persona de Cristo, irrumpi en este mundo y lo amhasta el extremo. Al ascender Jess a la gloria del Padre y

    14 Citado por Mortimer Arias enLa gran comisin, CLAI, Quito, 1994. p.

    88.15 Para un anlisis ms extenso de la gran comisin en el Evangelio de Juan,

    ver Mortimer Arias,Ibid.,pp. 87-110.

    id.,p. 91.

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    LA ENCARNACIN: MISTERIO Y MODELO 39

    encargar a sus discpulos la continuacin de su tarea, nada deba

    cambiar. El destinatario de sus acciones liberadoras seguira

    siendo el mundo; el poder que les respaldara no sera uno

    diferente del que acompa a Jess, el poder del Espritu Santo; y la

    manera de comprometerse con el mundo y anunciarle las buenas

    nuevas de la salvacin tampoco tendra que ser diferente: "Y el

    Verbo se hizo hombre ["carne", RVR] y habit entre nosotros"

    (Jn 1:14).

    Encarnarse significa, en su sentido literal, asumir carne,

    penetrar en una realidad y comprometerse con ella hasta lo sumo.

    De all que la misin encarnacional tenga que ver con la

    identificacin con el mundo al que pertenecemos y con el

    compromiso responsable respecto a la sociedad y la cultura. En

    ellas hemos sido llamados a dar testimonio del Resucitado. Si esta

    encarnacin no se cumple, estamos, entonces, a las puertas de

    repetir las viejas herejas. Los fantasmas de Apolinar, Arrio y

    Nestorio se resisten a desaparecer! Siempre que la iglesia, en

    lugar de ser una comunidad alternativa y una seal certera del

    Reino de los cielos, se convierte en un ghetto espiritualista que se

    distancia del mundo, incurre en desviaciones, esta vez de carcter

    misionero. Con toda razn, el profesor Jos M. Abreu manifiesta

    que

    una misin cristiana que no tome en cuenta la realidad delmundo, ese mundo que Dios am tanto por medio de su Hijoencarnado (Jn 3:16); una misin que se lleve de espaldas a lasnecesidades de este mundo, es una misin desencarnada, unamisin docetista, una hereja cristolgica en la vida prctica de laiglesia. Y una iglesia docetista es una iglesia desfigurada, fantasmal,

    irreal, indigna de ser llamada

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    HACIA UNA ESPIRITUALIDAD EVANGLICA COMPROMETIDA

    iglesia... Sin encarnacin no hay verdadera comunicacin y no hay

    autntica misin.''

    Insercin misionera

    Otra manera de exponer el principio encarnacional de la misines mediante el trmino "insercin", que ha adquirido creciente

    importancia en algunos crculos de reflexin pastoral y teolgica ennuestro continente. De "insercin" se habla, en parte, gracias a larenovacin misionera de las ltimas dcadas tanto en el

    protestantismo como en el catolicismo, pero tambin debido a loscrecientes desafos de la secularizacin y, en especial, de la aparicinde grandes mayoras pobres y marginadas. Ante estos nuevos retos,no basta con saber decir el evangelio; tambin hay que demostrarlo

    por medio de la vida y de los hechos. Para esto es indispensablereconocer el lugar que ocupa el dilogo compasivo, el serviciosolidario, el testimonio comprometido y la identificacin con quienessufren los males de este mundo. Estos compromisos exigen lainsercin de la comunidad de fe. No hay otro camino. No es posibleevangelizar, ni redimir, ni hacer misin, sin compartir, en el nombre deCristo, la condicin humana. El antiguo principio de Ireneo(aprox.125-200) acerca de la encarnacin tiene pleno sentido: "Loque no es asumido no es redimido".

    La misin, como aparece en los cuatro Evangelios, es, ante todo,un envo orientado hacia el mundo y hacia cada persona en susituacin especfica. En cierta manera, la misin es un "xodo"

    pastoral que significa salir del mundo "de uno" para ir

    17 Citado por M. Arias, op. cit.,p. 93.

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    al mundo "del otro". Cuanto "ms distante y diverso sea el

    mundo del otro

    en su realidad religiosa y cultural y en su

    realidad humanams exigente y radical ha de ser el xodo de a

    insercin".18

    Y aunque con toda razn se podra afirmar que la

    insercin ms tpica ha de ser entre los ms empobrecidos y

    oprimidos como sola ser el inters, a veces exclusivo, de

    ciertas teologas, tambin es cierto afirmar que la insercin

    debe cubrir todos los espacios donde la humanidad plena se vedisminuida o amenazada.

    El testimonio del apstol Pablo acerca de su propia insercin

    misionera resulta decisivo para comprender el alcance de la

    misma: entre los judos, Pablo se volvi judo; entre los que

    vivan bajo la ley, se volvi como los que estaban sometidos a

    ella; entre los que no tenan ley, se volvi como uno de ellos;

    entre los dbiles se hizo dbil; en fin: "Me hice todo para todos...Todo esto lo hago por causa del evangelio, para participar de sus

    frutos" (ICo 9:22, 23). Esta flexibilidad para la adaptacin o el

    "acomodamiento" la palabra que acostumbraba emplear

    Calvino, es el resultado de una entrega profunda y no tiene

    nada que ver con tcnicas de mercadeo evangelizador o con

    "estrategias publicitarias de identificacin simulada". Pablo no

    estaba escondiendo su identidad con el propsito de obtener uneficiente "cierre de venta" de su evangelio. Lejos estaba l de usar

    esas tcticas. Por cierto, la insercin emite un juicio crtico sobre

    muchos de nuestros mtodos de captacin de miembros, de

    plantacin de nuevas congregaciones y de crecimiento

    cuantitativo de fieles. Sobra decir que al referirnos a la insercin

    18 Segundo Galilea,La insercin en la vida de Jess y en la misin,Ediciones Paulinas, Bogot. 1989, p. 7.

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    no estamos hablando de un mtodo, sino de una actitud que procura

    imitar el ejemplo compasivo de Jess.La historia misionera de la iglesia nos ofrece elocuentes

    muestras de verdadera insercin. Fray Bartolom de Las Casas, el msdestacado misionero dominico, es una de ellas. l dedic su vida a ladefensa de los indgenas y combati con denuedo los abusos de losconquistadores; con sobrada razn se le considera "el primersembrador en Amrica de la semilla de la libertad".19 Comoevangelizador, Las Casas crea que el mensaje deba cambiar

    primero a quien lo proclamaba y que no exista mtodo ms adecuadoy natural para proclamar el evangelio que servir a los evangelizadoscon amor y bondad. Tambin Pedro Claver, el apstol de los negros;Guillermo Carey, el apstol en la India; Elizabeth Fry, la ministracuquera amiga de las prisioneras britnicas; David Livingstone, el

    explorador del frica; Teresa de Calcuta, la servidora de los pobres; ytantos otros hombres y mujeres que nos legaron su testimonio deinsercin a favor de la proclamacin del Reino de Dios. El autor de laEpstola a los Hebreos dira que ahora "estamos rodeados de unamultitud tan grande de testigos", que deberamos despojarnos "dellastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia" y correr"con perseverancia la carrera que tenemos por delante" (Heb 12:1).

    Una de las carreras que tenemos por delante es construir unamisionologa renovada, que haga de la insercin uno de susprincipios esenciales. Para ello, la encarnacin debe tomarse ms enserio. David Bosch, reconocido autor y cristiano autntico, opina confirmeza que "las iglesias protestantes en general poseen unateologa subdesarrollada de la encarnacin". Ese

    19 Pablo A. Deiros,Historia del cristianismo en Amrica Latina, FTL,Buenos Aires, 1992, p. 283.

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    subdesarrollo no es tanto conceptual como vivencial y prctico.

    Cuando la encarnacin como doctrina se divorcia de la insercincomo principio se produce lo que l llama "tendencia docetista".Explica:

    Esta Iglesia burguesa tiene un entendimiento idealista de smisma, rehusa tomar partido y cree ofrecer un hogar tanto a losamos como a los esclavos, tanto a los ricos como a los pobres,

    tanto a los pobres como a los oprimidos. Debido a que rehusapracticar la "solidaridad con las vctimas", tal Iglesia ha perdidorelevancia. Habiendo desechado las dimensiones sociales y

    polticas del evangelio, lo ha "desnaturalizado" totalmente.20

    Cuerpo de Cristo en la historia

    La renovacin misionolgica requerir, entre otras cosas, unconcepto ms adecuado en cuanto a sus bases bblicas, su

    perspectiva teolgica y su pertinencia pastoral de lo quesignifica ser cuerpo de Cristo en el mundo. Es posible que Pablo, alusar la metfora del cuerpo para describir a la iglesia, haya usadola figura ms encarnacional del Nuevo Testamento. Segn Guder, el

    trmino cuerpo,[se] relaciona con nuestro modo de entender el ministerioencarnacional de la Iglesia. El cuerpo... es el medio de

    presencia. Por medio de nuestro cuerpo estamos presentes en elmundo, en el espacio y en el tiempo. El uso de una imagen asdestaca que la Iglesia es una realidad histrica...

    20 David J. Bosch,Misin en transformacin, Libros Desafo, Grand Rapids,2000, p. 623.

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    La expresin "Cuerpo de Cristo" milita en contra de una

    sobreespiritualizacin de la Iglesia, que rehusa afrontar lasrealidades empricas y prcticas de la existencia histrica.21

    Al decir "cuerpo", Pablo estaba enseando que Cristo seguapresente en el mundo de un modo concreto e histrico y que esosuceda por medio de la iglesia. La iglesia es la presencia continuade Cristo en el mundo o, como prefera enunciarlo Bonhoeffer, "la

    Iglesia es Cristo existiendo como comunidad". Esta combinacin deconcrecin histrica y de presencia espiritual de Cristo como cabezaes lo que permite decir que la iglesia tambin es misterio de Dios en elmundo. Lo es

    ... por la unin que en ella se verifica entre lo histrico-social(siempre sujeto a las degeneraciones) con lo espiritual-divino. No

    basta decir que la Iglesia es misterio porque en ella acta Dios y,en forma nica Jesucristo y el Espritu Santo. Ellos actan, perounidos a la materialidad institucional de la Iglesia. Aqu residelo especfico del misterio de la Iglesia: la coexistencia en unamisma realidad-Iglesia de los dos elementos de lo divino y delo humano.22

    Esta doble dimensin de la existencia de la iglesia crea una

    tensin permanente y dinmica en la aplicacin del principioencarnacional de la misin. Jess lo advirti en su oracin por losdiscpulos:

    Yo les he entregado tu palabra, y el mundo los ha odiadoporque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.No te pido que los quites del mundo, sino que los

    21D. Guder, op. cit, p. 42-43.

    22Leonardo Boff, Y la iglesia se hizo pueblo, Ediciones Paulinas,

    Bogot, 1987, p. 32.

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    protejas del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco lo

    soy yo. Santifcalos en la verdad; tu palabra es la verdad.Como t me enviaste al mundo, yo los envo tambin al

    mundo (Jn 17:1447).

    El mundo es, especialmente en el relato de Juan, la "pauta

    encarnacional de la misin".23

    Tanto Jess como sus discpulos

    tienen el mismo horizonte misionero: el mundo. Jess enva a sus

    Doce con un propsito definido: "Para que el mundo crea" (Jn17:21). De aqu nace la desafiante "paradoja de la encarnacin":

    insertarse en el mundo, pero sin conformarse con l. Pablo nosrecuerda: "No se amolden al mundo actual, sino seantransformados mediante la renovacin de su mente. As podrncomprobar cul es la voluntad de Dios, buena, agradable y

    perfecta" (Ro 12:2).

    "Ser o no ser" era el dilema de Shakespeare. El nuestro esmucho ms grande: "Ser y no ser". En una misma realidadmisionera conviven la inclusin y la exclusin, la acomodacin y lainconformidad, la proximidad y el alejamiento, la unin y laseparacin, la insercin y el distanciamiento. Encontrar un

    balance es asunto de fidelidad al seoro de Cristo. Aqu es dondecoinciden la misin, el seoro y la encarnacin, tres aspectos

    complementarios de un mismo encargo.

    Inculturacin o "acomodacin"

    Adems de encarnacin y de insercin, se usa tambin eltrmino "inculturacin", el cual ayuda a comprender de una

    23 Mortimer Arias,El ltimo mandato, CLARA-Visin Mundial, Bogot,2001, p. 154.

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    manera ms amplia el significado de nuestros desafos. Lainculturacin24 tambin es un concepto dinmico que consiste en laacomodacin para seguir usando el trmino del reformadorfrancsde la vida y el mensaje cristiano a las particularidades decada cultura, de manera tal que el evangelio logre expresarse con loselementos propios de dichas culturas y se convierta en su germentransformador. En otros trminos, la inculturacin es la capacidad detraducir el eterno mensaje de Dios en las realidades temporales de lasculturas, asimilndolas, sin quedar cautivos en ellas, con la finalidad dever crecer seales de la nueva creacin en Cristo.25 El recordado JuanA. Mackay, refirindose a la necesaria inculturacin de losmisioneros extranjeros, deca: "La palabra que viene de fuera debehacerse carne indgena; de lo contrario, no lograr que se oiga laeterna Palabra de la cual presupone ser un eco".26

    La misin encarnacional, desde el ngulo de la inculturacin, ofrecela oportunidad de repensar la fe protestante evanglica con mayoramplitud y, por qu no, mayor compromiso ante las realidadesculturales presentes en Amrica Latina y El Caribe. Si esquivamos eldilogo con las culturas, estaremos evitando

    24 Algunos misionlogos prefieren hacer una diferencia entre encarnacin einculturacin, dado que, segn ellos, "la segunda se refiere al Evangelio queentra en comunin con las culturas, mientras que la primera es tarea

    propia del misionero" (Luis A. Castro, Ensancha el espado de tu tienda,Ediciones Paulinas, Bogot, 1998, p. 159).

    25 Traduccin, asimilacin y transformacin son las tres etapas delproceso de inculturacin, en el anlisis que Luis A. Castro hace de ladefinicin de Pedro Arrupe. Ver Luis A. Castro, El gusto por la misin,

    CELAM, Bogot, 1994, pp. 365-372.26 Juan A. Mackay,El otro Cristo espaol, CUPSA, Mxico, 1988 (2a ed.),

    p. 275.

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    compromisos que, en el actual momento de desesperacin y de

    crisis que vive nuestro continente, no dan ms espera.Encarnacin, insercin e inculturacin, como se ha visto,

    forman una triloga de palabras suplementarias que nos ayudan acomprender mejor lo que significa ser el cuerpo de Cristo en elmundo. Hay otra triloga que puede cumplir similar papeldidctico para sealar algunos de los aspectos que se debenatender en el marco de la misin encarnacional: compasin,compromiso y obediencia.

    Compasin solidaria

    Decir encarnacin es decir compasin. Se dice que cuando Jess

    vio la multitud, "tuvo compasin de ellos, porque eran como ovejassin pastor" (Mr 6:34); su ministerio tuvo la marca de la misericordiacompasiva. Hoy, cuando las multitudes padecen mil necesidades, laiglesia necesita recordar su vocacin solidaria. No se trata solamentede que ella ofrezca consuelo, sino tambin de que busque la justicia.Su lugar no est entre las comodidades de los pocos, sino entre lasmiserias de los muchos, porque ella es alborada del Reino y signo

    visible de la creacin que se avecina. Y como anticipacin de lanueva vida, la iglesia no existe para s misma sino que se ofrenda enservicio a los dems. Con acierto enseaba Karl Barth: "Una Iglesiaque conozca su misin no querr ni podr, en ninguna de susfunciones, persistir en ser Iglesia por amor de s misma".

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    Compromiso amoroso

    Adems, decir encarnacin es decir compromiso. En lasprimeras pginas de los Evangelios encontramos a Jess situado enNazaret. Ahora bien,

    por qu Nazaret en la vida de Jess? En Nazaret su

    encarnacin se radicaliza y alcanza su mxima intensidad:Jess se inserta ah en la condicin humana, con todo su

    realismo, compartiendo la suerte de la gente corriente de su

    tiempo.2'

    Esa opcin explica que la encarnacin se cristaliza en uncontorno muy material y concreto. As debe ser el compromiso de laiglesia. Aunque ella es una realidad espiritual cuyo origen y sustento

    se encuentra en la soberana del Creador, sus propsitos se cumplenaqu, pues es evidente que "la vida 'celestial' tiene un mbito muyterrenal".28 El compromiso de la iglesia, no sobra decirlo, est en estavida, colaborando con Dios en la construccin y transformacin de estemundo.

    Obediencia radical

    Decir encarnacin es decir obediencia. El autor de la Epstola a losHebreos escribe:

    27 S. Galilea, op. c., p. 17.ffi Jos Mguez Bonino,Espacio para ser hombres. La Aurora, Buenos

    Aires, 1990, p. 66.

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    -- ENCARNACIN: MISTERIO Y MODELO 49

    En los das de su vida mortal. Jess ofreci oraciones y

    splicas con fuerte clamor y lgrimas al que poda salvarlo de lamuerte, y fue escuchado por su reverente sumisin. Aunqueera Hijo, mediante el sufrimiento aprendi a obedecer; yconsumada su perfeccin, lleg a ser autor de salvacin eterna

    para todos los que le obedecen (Heb 5:7-9).

    Para Jess, la encarnacin signific sujecin a la voluntad delPadre. A la iglesia no se le pide menos. La iglesia no debefidelidad a las culturas porque, aunque se inserta en ellas, aninguna convierte en dolo. Igual sucede con los procesoshistricos: aunque la iglesia se compromete con ellos, a ninguno leentrega su lealtad absoluta. Deca Ignacio Ellacura: "El evangelionecesita encarnarse 'en', pero no identificarse 'con' un determinado

    proceso histrico".29Toda cultura, al igual que todo proceso

    histrico, es una realidad humana que necesita ser juzgada a la luzde Cristo. l es el nico Absoluto, de todos y de todo, y ante l sedoblar toda rodilla y toda lengua confesar que es el Seor, "paragloria de Dios Padre" (Flp 2:10-11).

    "Principio encarnacin"

    El "principio encarnacin" es una invitacin a la vidacompasiva, comprometida y obediente. No es una tcnica, no es unateora, tampoco es especulacin teolgica, mucho menos unaestrategia que asegura el "xito"; es, ante todo, una invitacin alseguimiento de Jesucristo como Seor y Maestro, en medio de lascircunstancias ms concretas de esta vida.

    29 Ignacio Ellacura, citado por Jos Sois Luca,La teologa histrica deIgnacio Ellacura, Trotta, Madrid, 1999, p. 312.

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    El "principio encarnacin" convierte la iglesia hacia el mundo y

    hace que ella renuncie a sus propios intereses de grandeza, poder ytriunfo. De poco sirve que la iglesia sea cada vez ms grande si elmundo anda cada da peor. La iglesia encarnada se pregunta por lasnecesidades del mundo puesto que son ellas las que orientan sumisin; no le importa tanto ser grande como ayudar a construir unmundo mejor, en el que Cristo reine y sea Seor. Su oracin es:

    "Venga a nosotros tu reino".Esta iglesia se encarna en el mundo para sentir las angustias deste y responder a ellas con las buenas nuevas del Reino. Para ella, sucontexto ms amplio es el mundo donde se ha insertado, por eso no

    pierde de vista la orientacin de su misin.Cuenta una historia que un viajero, en el polo, camin todo un da

    en direccin norte. Para ganar ms tiempo, exigi al mximo a los

    perros de su trineo. Por la tarde, despus de tan duro viaje, quisosaber el punto al que haba llegado. Supona que se encontraba msal norte. Su asombro fue inmenso cuando comprob que ahora seencontraba ms al sur que cuando haba comenzado por la maana.Qu haba pasado? El problema fue que durante todo el da corrivelozmente hacia el norte... pero sobre un tmpano de hielo que lacorriente del ocano arrastraba hacia el sur.

    Puede suceder que la iglesia se mueva en una direccin y hastacelebre su avance, pero el contexto ms amplio de las necesidades yangustias del mundo se mueva en direccin contraria. Ese extravo

    puede invalidar su marcha. De all que la encarnacin, por situarnos enese contexto ms amplio, tambin resulta definitiva para orientarnuestra marcha en la direccin correcta, en procura de ser fieles anuestra misin. Porque de lo que se trata no es de que avancemos, sino

    de que lo hagamos en ta direccin correcta que el Seor nos hasealado (ICo 9:26).

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    Ser iglesia para los dems

    La Iglesia vive de su misin...All donde uiue la Iglesia, debe preguntarse

    si est al servicio de esa misin o si es fi n en s misma.El cristianismo no es sacro, sino que en l sopla

    el viento fresco del Espritu.El cristianismo es una realidad mundana,

    abierta a la humanidad.Karl Barth

    "La iglesia slo es iglesia cuando existe para los dems". La frasepertenece al conocido telogo alemn Dietrich Bonhoffer y fue escritaen el ao 1944, mientras ste permaneca detenido en la prisin deBerln-Tegel, adonde haba sido llevado desde el 3 de abril de 1943.Fue all, en la crcel, donde l elabor sus ltimas inquietudes

    pastorales y teolgicas, y se plante preguntas fundamentales acercade la funcin de la iglesia en el mundo y el significado de serseguidor de Jesucristo en un mundo sin Dios.

    La eclesiologa fue uno de los temas a los cuales Bonhoefferdedic mayor atencin. Estaba convencido de que el mundo haballegado a su "mayora de edad" y que, por lo tanto, ya no habanecesidad de la religin para explicarle todo a los seres humanos. El

    plazo de la religin, segn l, haba caducado. La

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    edad adulta de la humanidad se abra paso y se haca necesario,

    entonces, comenzar a hablar de un cristianismo sin religin, de unafe sin supersticin, y procurar una nueva dimensin del quehacerde la iglesia en ese mundo secular. Escribindole a su entraableamigo Eberhard Bethge, se preguntaba: "Qu significa seriglesia, predicar, orar y vivir cristianamente en un mundo sinreligin? Qu significa ser un creyente sin religin y en el mundo?Qu significa ser una ek-klesia, es decir, los que son llamados, sin

    que ese llamamiento nos lleve a olvidar que seguimosperteneciendo a este mundo?" l

    Su pensamiento se concentr cada vez ms en el Cristo que esSeor del mundo y de la historia, y no el dueo de una religin en

    particular. No obstante, se interrogaba por el verdadero significadoeclesial de esta nueva propuesta de "teologa secular". Qusignifica eso? Era su pregunta angustiada y llena de compromiso.Qu significan el culto, la oracin y la iglesia en una ausencia dereligin?

    Bonhoeffer ofreci a travs de su correspondencia desde laprisin algunas respuestas a esas penetrantes preguntas. Parasorpresa de muchos, su propuesta no fue la de una "iglesiaannima", invisible y difuminada en medio del mundo; por elcontrario, afirm su conviccin luterana de la iglesia visible,delimitada especficamente por el tiempo y el espacio. Para l, la"iglesia-edificio" mantena su vigencia como expresin tangible delactuar de Dios en el mundo. La iglesia de Jess, dijo "es ellugar... donde se atestigua y se anuncia el seoro de Jesucristosobre todo el mundo". Sin embargo, agreg:

    1 Versin libre de la carta escrita por Bonhoeffer a Eberhard Bethge, enDietrich Bonhoeffer, Resistencia y sumisin, Editorial Nueva Nicaragua.Managua, 1983, p. 198.

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    SER IGLESIA PARA LOS DEMS 53

    ... este espacio de la iglesia no existe para s mismo, sino que se

    supera constantemente, pues no es el espacio de unaasociacin cultural, que tendra que defender su propiaexistencia en el mundo, sino ms bien el lugar en que se datestimonio del fundamento de la realidad en Jesucristo.2

    Sin duda, lo que l deseaba no era la desaparicin de la

    iglesia, ms s su transformacin. La iglesia deba abandonar

    todo triunfalismo y dejar de ser ella misma su propio fin. A

    Bonhoeffer le preocupaba la iglesia; le preocupaba, en especial, su

    incapacidad para salir de s misma y entregarse a los dems. Segn

    l, exista mucho ardor para defender la "causa" de la iglesia,

    pero poca fe para afrontar los desafos del mundo. Le inquietaba

    el presente y tena esperanza en el futuro.

    El 19 de mayo de 1944, haba sido invitado para ser el

    padrino del bautismo del pequeo hijo de su amigo Eberhard,casado con una sobrina suya. Obviamente no pudo asistir, pero

    desde la prisin escribi una brillante reflexin acerca del futuro de

    la iglesia; del futuro que le esperaba al pequeo bautizado. Le deca:

    Contigo se inicia una nueva generacin en nuestra familia... tunacimiento nos ofrece una ocasin propicia para reflexionarsobre el cambio de los tiempos y para intentar columbrar el

    perfil del futuro... Nuestra iglesia, que durante estos aos sloha luchado por su propia subsistencia, como si esta fuera unafinalidad absoluta, es incapaz de erigirse ahora portadora de laPalabra que ha de reconciliar y redimir a los hombres y almundo. Por esta razn, las palabras antiguas han demarchitarse y enmudecer, y nuestra existencia de cristianosslo tendr, en la actualidad, dos aspectos: orar y hacer justiciaentre los hombres. Todo el

    Dietrich Bonhoeffer,Etica. Madrid, Trotta, 2000.

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    pensamiento, todas las palabras y toda la organizacin en el

    campo del cristianismo, han de renacer partiendo de estaoracin y de esta actuacin cristianas.

    Y agregaba con acento lleno de esperanza:

    Cuando alcances la edad adulta, el rostro de la iglesia habrcambiado por completo... Hasta entonces, la actividad de loscristianos ser oculta y callada; pero habr hombres que

    rezarn, actuarn con justicia y esperarn el tiempo de Dios.'

    Hoy cabe preguntarnos: acert Bonhoeffer ensus pronsticos?

    Bonhoeffer: aciertos y esperanzas

    En efecto, result cierto su pronstico acerca de los grandescambios que dieron inicio a una nueva sociedad con un carcter msinternacional y acompaada por el surgimiento de organizacionescolosales; l habl de ellos. Tambin atin al describir nuestromundo como uno en el que hace "falta la fuerza espiritual" y en el queel ser humano ha quedado "remitido a s mismo" y, aunque ha

    podido entendrselas con todo, no ha podido entendrselas consigomismo. Estas percepciones resultaron ciertas, ms no sucedi igualcon su anhelo de una iglesia renovada y convertida al mundo. Laactividad de los cristianos no ha resultado "oculta y callada", comola so Bonhoeffer, sino, por el contrario, vistosa y ruidosa. Laiglesia sigue luchando con ardor por su autodefensa, sin arriesgarsea favor de los dems. Hoy, en Amrica Latina, como hace un poco

    D. Bonhoeffer, op. cit., 1983, p. 210.

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    SER IGLESIA PARA LOS DEMS 55

    ms de medio siglo en la Alemania nazi, se hace urgente

    reafirmar que "la iglesia slo es iglesia cuando existe para losdems".

    Esta afirmacin presupone una preocupacin. Para el caso de las

    iglesias evanglicas la inquietud gira alrededor de su impacto social,

    de su labor diaconal y de su rol proftico, en un continente

    donde se agudizan los males sociales y donde la muerte, la

    desolacin y la injusticia parecen no tener lmites. Preocupa el

    evidente abismo entre nuestro xito numrico, nuestros logros

    econmicos y electorales y, por otro lado, el tenue impacto que

    producimos hacia el exterior de nuestras comunidades. Al

    analizar este abismo, Rene Padilla seala:

    Para que el movimiento evanglico cumpla su misin histricaen medio de la crisis socioeconmica y poltica que viven nuestros

    pueblos no bastan los nmeros. Esa expansin numrica de lasiglesias evanglicas tiene que ir acompaada por otros aspectosdel crecimiento eclesial: la intensificacin de la bsqueda de la

    paz y la justicia, el fortalecimiento de la unidad en Cristo, y laprofundizacin de la fe, la esperanza y el amor a nivel personal ycomunitario. Sin estas dimensiones de un crecimiento integral el

    protestantismo podra llegar a ser la religin de las masaslatinoamericanas, pero dejara mucho que desear desde la

    perspectiva del Reino de Dios y del propsito de la Iglesia.

    Sal de la tierra y luz del ni unci

    El modelo de Cristo para su iglesia es el de un pueblo peregrinocuyo campo de misin es el mundo, su causa es el

    4 Rene Padilla,Discipulado y misin. Compromiso con el Reino de Dios,Kairs, Buenos Aires, 1997, p. 100.

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    Reino, y su distintivo el servicio a los dems. Jess mismo se

    presenta como paradigma de nuestra actuacin en el mundo. Laspginas del Nuevo Testamento presentan con claridad meridianaaquello de que la iglesia es iglesia cuando existe para los dems.Jess llama a sus discpulos "sal de la tierra" y "luz del mundo", yagrega un desafo: "Hagan brillar su luz delante de todos, para queellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre queest en el cielo" (Mt 5:16). Ya cerca del final de su ministerio,

    cuando recrimina la ambicin de Jacobo y de Juan, les ensea unavez ms que "ni an el Hijo del hombre vino para que le sirvan,sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos" (Mr 10:45).

    Reinterpretarnos, tarea pendiente

    El ser iglesia para los dems contrasta con ser iglesia para smisma. El dilema es salir para cumplir el encargo divino oencerrarse para satisfacer atender las necesidades internas. Ser ono ser, dira Shakespeare. Y para resolver el dilema necesitamoscomo iglesia, entre otras cosas, desarrollar la capacidad de

    autoexaminarnos crticamente, o, para usar un trmino empleadopor el polmico telogo liberal Rudolf Bultmann,"autointerpretarnos";5 esto significa tener el coraje de preguntarnos

    por nuestra razn de ser en el mundo exponindonos al juicio delevangelio. Acerca de esta tarea, dice Darrell L. Guder que "se hacenecesario que nos volvamos a preguntar por la razn de ser de laIglesia de Cristo, por su relacin con el mundo y por las

    prioridades de su ministerio".

    '' Rudolf Bultmann us la expresin alemana Selbstuerstandnis, la cualGuder traduce como "autointerpretacin".

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    SER IGLESIA PARA LOS DEMS 57

    Para comenzar la tarea, digamos que esa auto-interpretacin

    debe cubrir, por lo menos, tres aspectos fundamentales de nuestraconceptualizacin teolgica: la doctrina de la iglesia, la delEspritu Santo y la definicin de aquello que es nuestra misinhoy.

    Eclesiologa restringida

    Digamos algo acerca de la primera, la eclesiologa. An nohemos logrado establecer una relacin ms adecuada entre iglesia,mundo y Reino. Leonardo Boff, el conocido escritor brasileo yex-sacerdote catlico expres en su momento que la eclesiologaestaba enferma y que su remedio se encontraba en encontrar lacorrecta relacin entre Reino, mundo e iglesia. El dice al respecto:

    Todas estas desarticulaciones teolgicas constituyen otrastantas patologas que requieren una terapia: la sanidadeclesiolgica reside en la correcta relacin entre Reino,mundo e Iglesia... de suerte que la Iglesia se manifiestesiempre en el orden del signo correcto e histrico (del Reino yde la salvacin), y del instrumento (de la mediacin) enfuncin del servicio salvfico al mundo.6

    Ya la Iglesia Catlica, desde el Concilio Vaticano II, mostrinters en esa relacin y dedic algunos de sus ms enjundiososdocumentos al tratamiento del tema. Se dijo entonc