Hacia una purificaciôn de la ascesis cristiana

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Hacia una purificaciôn de la ascesis cristiana JosÉ DAMIAN GAITAN J. MANUEL GARdA RoJO Si se da una ojeada a la literatura religiosa de estos ultimos afios, en cuanto a la ascesis cristiana se refiere \ se puede dar une cuenta en seguida de algunas cosas fundamentales: 1. De que, a pesar de los esfuerzos hechos en déc ad as an- teriores en este campo 2, m'in persiste un cierto estado de con- fusi6n sobre 10 que es la ascesis cristiana, al menos en algunos autores. Es ésta una herencia de siglos de historia a través de los cuales el pensamiento evangélico ha sufrido el influjo de culturas ,y pensamientos filos6ficos los mas variados. 2. De que estamos caminando hacia el final de un derto tipo de ascesis, que habia nacido de una interpretaci6n hibrida deI evangelio, coma sefialamos antes. 3. De que, a partir de toda la renovaci6n teo16gica y, sobre todo, de la nueva comprensi6n deI misterio pascual (cruz-resu- rrecci6n), se esta iniciando en los ultimos afios una comprensi6n nueva de la ascesis cristiana, mas acorde por cierto con la men- talidad del N.T. 1 Aunque me he limitado s610 a la bibliografla dei 1970 en adelante, como podra comprobar el lector, en algunos casos hago referencia a obras publicadas en su original antes de esta fecha, pero aparecidas en espaftol después. 2 Cfr. K. RAHNER, Sobre la teologia de la abnegaci6n, en Escritos de Teologia, vol. III, Madrid, Taurus, 1961, pp. 61-71; IDEM, Pasi6n y ascesis, en idem, pp. 73-101; E. LARKIN, Lugar dei ascetismo en la vida moderna, en Conctllum (1966) n. 19, pp. 281-290.

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Hacia una purificaciôn de la ascesis cristiana

JosÉ DAMIAN GAITAN

J. MANUEL GARdA RoJO

Si se da una ojeada a la literatura religiosa de estos ultimos afios, en cuanto a la ascesis cristiana se refiere \ se puede dar une cuenta en seguida de algunas cosas fundamentales:

1. De que, a pesar de los esfuerzos hechos en déc ad as an­teriores en este campo 2, m'in persiste un cierto estado de con­fusi6n sobre 10 que es la ascesis cristiana, al menos en algunos autores. Es ésta una herencia de siglos de historia a través de los cuales el pensamiento evangélico ha sufrido el influjo de culturas ,y pensamientos filos6ficos los mas variados.

2. De que estamos caminando hacia el final de un derto tipo de ascesis, que habia nacido de una interpretaci6n hibrida deI evangelio, coma sefialamos antes.

3. De que, a partir de toda la renovaci6n teo16gica y, sobre todo, de la nueva comprensi6n deI misterio pascual (cruz-resu­rrecci6n), se esta iniciando en los ultimos afios una comprensi6n nueva de la ascesis cristiana, mas acorde por cierto con la men­talidad del N.T.

1 Aunque me he limitado s610 a la bibliografla dei 1970 en adelante, como podra comprobar el lector, en algunos casos hago referencia a obras publicadas en su original antes de esta fecha, pero aparecidas en espaftol después.

2 Cfr. K. RAHNER, Sobre la teologia de la abnegaci6n, en Escritos de Teologia, vol. III, Madrid, Taurus, 1961, pp. 61-71; IDEM, Pasi6n y ascesis, en idem, pp. 73-101; E. LARKIN, Lugar dei ascetismo en la vida moderna, en Conctllum (1966) n. 19, pp. 281-290.

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4. De que se coIllÏenza a poner de relieve no solo la di­mension individu al de la ascesis, sino también su dimension social.

La marcha hacia la purificacion de la ascesis cristiana ha co­menzado, al menos a nivel teorico. Precisamente hoy cuando al­gunos solo ven al respecto crisis, hundimiento, hedonismo ... y es que la ascesis, paradojicamente, no solo es maestra de pu­rificacion y mortificacion, sino que a su vez necesita purificarse, morir para poder ser, existir. No debemos olvidar que toda pu­rificacion es también crisis.

En cuanto a 10 que al actual bolettn sobre la ascesis cris­tiana se refiere, quiero advertir dos cosas: que me centraré prin­cipalmente en 10 que se dice acerca de la ascesis en si IllÏsma con­siderada, su crisis y su posible clarificacion a la luz deI evan­gelio, y que me mantedré a nivel de la literatura religiosa que expresamente habla de la ascesis ° de la cruz.

J. FIN DE UNA ASCESIS

Es una verdad irrefutable que la ascesis, segtin se veilla con­cibiendo en los tiempos que nos han precedido, ha caido en crisis.

1. Varias han sido las causas que se han apuntado: hedo­nismo, americanismo, naturalismo, falso humanismo que tiende a disIllÏnuir todo rigor, una teologia de las realidades terrenas no bien entendida, disminucion del sentido escatologico de la vida cristiana, pérdida deI sentido deI pecado ... 3

Sin duda todas estas cosas han podido infiuir mucho en la crisis por la que la ascesis esta pasando en nuestro mundo cris­tiano, pero hay autores que ponen la raiz de la crisis en algo mas profundo: Hoy dia, precisamente desde un punto de vista cristiano, 10 que esta en crisis y ya no se acepta es el mismo concepto de ascesis que se ha tenido hasta ahora y no solo su practica, coma se podia pensar si nos mantenemos a nivel de

3 Cfr. E. ANCILLI, Ascest, en Dlzionario Enciclopedico dt Spiritualità (DES), vol. 1, Roma, Studium, 1975, pp. 158·159. G. PESENTI, en Ascesi e psicologia, 2, en R. di Vita Spirituale, 31 (1977), pp. 138·149, enumera algunas causas por las que f6rmulas ascéticas en general 0 algunas en particular fueron cayendo en crisls a través de la historia. Esto sin embargo no se debe confundir con las causas de la crisis de la ascesis en si misma considerada.

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las causas anteriormente apuntadas. Y la raz6n que se da es que el modo tradicional de concebir la as ce sis esta basado mas en la antropologîa filos6fica griega y en la practica ritual judîa que en el evangelio 4.

Los autores suelen coincidir en que el N.T. y sobre todo los evangelios no nos ofrecen propiamente un ideario ascético, ni es Jesus la figura tîpica deI asceta, ni sobresalîan las comu­nidades cristianas primitivas por ideologîa y practicas ascéticas especiales al estilo de otros grandes grupos religiosos 0 filos6-ficos deI tiempo. Lo mas que se puede decir es que encontramos algunos rastros de practicas ascéticas, no de ideologîas, hereda­das deI judaîsmo, y que las indicaciones, sin embargo, de Jesus en torno a ellas no parecen ser esenciales en su mensaje. Es un dato, por otra parte, muy significativo que la misma palabra "as­cesis", tan conocida y difundida en las escuelas filos6ficas deI entorno cultural donde se difundieron y formaron las primitivas comunidades cristianas y que constituîa junto con la "fisis" y el "aprendizaje" una de las areas de la educaci6n, no aparezca ni una sola vez en todo el Nuevo Testamento s.

M. Bellet nos viene a decir que ni el evangelio es una ascé­tica propiamente dicha, seglin se ha entendido ésta tradicional­mente, ni contiene un método ascético, en el sentido de "téc­nica especial destinada al dominio de sî mismo y al equilibrio interior". En el N.T. 10 que se nos dice es que no hay funda­mentalmente mas camino que Cristo, en cuya persona el hom­bre tiene la posibilidad de llegar a ser un nuevo Adan, una nueva creaci6n, comenzar una nueva vida. Esto es 10 verdaderamente importante. Después, segun las circunstancias y las culturas, pa­ra poder vivir esta realidad, podemos servirnos de unos mé­todos, de unas técnicas, de unas practicas ... Pero el evangelio siempre nos estara indicando que todos son relativos ~ que nin­guno forma parte esencial deI mensaje cristiano. Esto es para

4 Cfr. F. WULF, Ascética, en Sacramentum mundi, vol. 1, Barcelona, Herder, 1972, pp. 440-442, donde se nos describe muy claramente las dimensiones que se podian dar en la ascesis tradicional y donde se puede apreciar tanto el infiujo cultural-judio como el griego.

S Cfr. M. BELLET, Si tu veux être parfait ... , en Christus, 22 (1975), pp. 14-15; CH. CORDONNIER, Evangile et ascèse, en idem, pp. 47-48; T. EGIDO L6PEZ, Revisi6n de la ascesis tradicional, en Rev. de Espirit., 31 (1972) pp. 150-151; F. GUILLEN PRECKLER, Sentido cristiano de la ascesis, en Conter. 13 (1974), pp_ 408-413; D. BER­TRAND, Le corps II, en Christus, 22 (1975) pp. 105-107; G. PESENTI, L'ascesi cris­tiana, en R.V.S., 30 (1976) pp. 61-62; F. RUIZ SALVADOR, Caminos dei espiritu, Ma­drid, EDE, 1974, pp. 329-336; R. SCHWAGER, Un homme stlr de lui: Jésus, en Christus, 22 (1975), pp. 59-66; F_ WULF, a. c., col. 440-448.

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Bellet el punto débil y, al mismo tiempo, el punto fuerte deI cristianismo comparado con otras grandes religiones e ideologfas filos6fico-humanîsticas que tienden a llevar al hombre a su rea­lizaci6n a través de métodos y pnicticas 6.

Personalmente me he convencido, y esto es una consecuen­cia l6gica de 10 que sefiala Bellet, de que no existe un concepto unîvoco de ascesis, si es que aun se quiere seguir empleando esta palabra después de 10 dicho 7. Realmente no hay paridad entre las ensefianzas deI N.T. y las otras grandes religion es 0 sistemas de pensamiento ascético que han existido en el pasado, aunque externamente pueda haber planteamientos parecidos (el deseo de liberarse deI pecado y de todo lîmite antihumano) y se haya practicado la ascesis con formas idénticas 0 muy seme jantes.

Por 10 tanto, si somos sinceros, se debe decir mâs bien que 10 que estâ en crisis es el modo de interpretar y vivir la as ce­sis cristiana que se ha dado durante muchos siglos y con el cual hemos identificado hasta hace poco tiempo la "ascesis" propia­mente cristiana.

2. T. Egido L6pez nos describe de un modo muJy claro y sencillo el camino del doble influjo judîo-griego /y las consecuen­cias que esto ha supuesto dentro deI cristianismo en el campo de la Hamada "ascesis". "Las comunidades primitivas no tu­vieron ninguna teorîa ascética; su praxis, no obstante, parece haberse centrado en una koinonfa temporal, alentada por la oraci6n y sacudida por las tensiones provocadas en el encuentro violento de dos corrientes fundamentales: la deI judaîsmo, afe­rrada a sus sistemas, a sus tabus y a su ascesis ritual; y la mâs amplia y, quizâ, vigorosa deI mundo helenîstico. Los Hechos de los Apostoles informan ampliamente sobre las vicisitudes de esta tensi6n que en algun momento se desarro1l6 en un clima dramâtico. También dejan ver quién consigui6 triunfar y la con­secuencia afortunada y providencial de que el cristianismo no quedase reducido a una secta judeocristiana. Pero en cuanto al estilo de vida ascético, el triunfo acarreô consecuencias trans­cendentales ... Cuando los Padres -en especial los alejandri-

6 M. BELLET, a. c., pp. 14-15. Muy parecido es el pensamiento de D. BERTRAND,

a. C., pp. 102-107 Y de J. C. GUY, Un héritage à discuter, en Christus, 22 (1975) pp. 20-21.

7 J. C. GUY, a. C., p. 21 propone que quizâ ser'<j, bueno camblrr la palabra ascesls por otra menos oscurecida por la tradici6n.

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nos- se identifiquen con el N eoplatonismo, cundira un dualis­mo muy distante de la sencilla concepcion bfblica deI hombre. Ya solo contara el alma; el cuerpo viene a ser coma un ele­mento perturbador, coma una rémora y un estorbo al que hay que aniquilar para que no entorpezca el.camino hacia la contem­placion deI Absoluto. Aqui esta el origen de una ascesis secular desviada, fa cil de percibir. El asceta cristiano se torno, por encanto, en un luchador por la perfeccion; pero un luchador por una causa empequefiecida y destructora" 8.

Algo distinto es el planteamiento de F. Guillén Preckler 9,

quien completa, sin embargo a mi parecer, 10 dicho por T. Egi­do Lopez. El mencionado autor ve en el planteamiento deI A.T. una realidad mas cercana a Jesus que en la filosofia griega, por el hecho de que tanto en el A.T. coma en el Nuevo 10 que esta al centro de la vida es la relacion con Dios, la Alianza; ,y es solo a la luz de ésta que tienen sentido las llamadas realidades y practicas ascéticas, pero siempre como algo subordinado y se­cundario. Sin embargo la filosofia griega y toda concepcion meramente humana de la ascesis 10 que busca y ofrece prioritaria­mente es un método de superacion de todo 10 negativo, bajo e indigno deI hombre y su perfecto equilibrio interior a través de una severa practica y ejercicios de autocontrol. Guillén Preckler dice que en el fondo se da un paso de una ascesis de perspectiva antropologica a una ascesis de perspectiva teologica. Quiza con elllamado actualmente "giro antropologico de la teologia" estas expresiones corren el peligro de no ser interpretadas rectamen­te. Pero ciertamente estas dos palabras estan indicando dos tipos de ascesis muy diferentes en principio. Pensemos, pues, en las consecuencias desastrosas que ha podido tener para el cris­tianismo la aceptacion de una ascesis de tipo griego coma inter­pretacion ortodoxa deI pensamiento de Jesus.

Es cierto que dentro deI cristianismo en este tipo de ascesis de sabor griego, dentro deI cual quedaron perfectamente enmar­cadas las practicas rituales ascéticas judias coma parte deI es-

8 T. EGIno L6PEz, a. c" P. 151. POl' otra parte la mentalidad griega ha sido consecuencia de diversos errores a través de la historia de la Iglesia. Algunos han sido condenados y otros no, pero en toda esta corriente existe un cierto desprecio pOl' el cuerpo. Cfr. E. ANCILLI, a. C., pp. 157-158; G. PESENTI, Ascesi e psicologia 2, en R.V.S., 31 (1977) pp. 136-137; F. WULF, a. C., col. 442; cfr. también T. EGIno L6-PEZ, a. c., pp. 166-168.

9 F. GUILLEN PRECKLER, a. c., 405-413.

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fuerzo por un mayor autodominio y liberaci6n deI cuerpo, no faltaba en principio la referencia a Dios 10, pero a su vez éste no era el Dios de la Biblia sino el de la filosofia griega: un ser impasible, inamovible, "apatico". Y esto hacia que el cristiano comprometido tuviese coma ideal de su vida llegar a este supremo autodominio y "apatheia", identificandolo con la liberaci6n deI pecado y la vida para Dios.

3. J. Moltmann, que ha sido unD de los que con su teologia deI "Dios Crucificado" mas ha criticado en su raiz esta perspec­tiva, nos dice: "La apatheia como axioma metafisico y coma ideal ético, sali6 inevitablemente desde el mundo antiguo al encuentro deI cristianismo primitivo. En la apatheia se concen­tran el respeto hacia la divinidad de Dios y el esfuerzo por la liberaci6n deI hombre. Impasibilidad significa imposibilidad de ser alcanzado por influjos exteriores, insensibilidad como la de las cosas muertas y libertad de espiritu frente a las necesidades y los impulsos. En sentido fisico, apatheia significa inmutabili­dad; en sentido psicol6gico, insensibilidad; y en sentido ético, libertad ... "

La "situaci6n de Dios" de la impasibilidad lleva al hombre a una libertad que 10 hace superior a su cuerpo y a su medio am­biente. De la fe en el Dios impasible, se sigue una ética de la liberaci6n deI hombre de los impulsos y necesidades de su se­norio sobre el cuerpo y la naturaleza. Pero la situaci6n de Dios en la que Israel se descubre a si mismo como pueblo de Dios, es otra. Es la situaci6n deI pathos de Dios y de la compasi6n (sympatheia) deI hombre.

y la situaci6n de Dios en la que los cristianos se descubren a si mismos coma cristianos, es también otra. Es la situaci6n deI Dios, hecho hombre y Crucificado, y la dei hombre amante" 11.

10 Se puede tener en cuenta la definici6n que E. Ancilli nos da de ascesls: «A. quiere declr... compromiso personal, consciente, voluntario, libre, amoroso, en el camino hacia la perfecci6n de la vida espiritual con el conjunto de fatigas, mortificaciones, penitencias, oraciones, trabajo, renuncia, desapego, sacrificios que un tal itinerario comporta y exige». Y un poco mas arriba dice: «significa el esfuerzo personal y fatigoso que, sostenido por la gracia de Dios, el cristiano debe realizar para 1Iegar a la perfecci6n sobrenatural». E. ANCILLI, a. c., p. 151. F. WULF, a. c., col. 445 nos advierte deI riesgo que existe en la ascesis de querer valernos por nosotros mismos, aUn sabiendo que la gracia es necesarla.

11 J. MOLTMANN, El Dios crucificado, en Selecciones de tealogia, 12 (1973) pp. 7-8; en general pp. 3-14; cfr. también IDEM, El Dias crucificada, Salamanca, Sfgueme, 19'75, pp. 44-49, 288-306, 382-399. Es interesante y cargado de consecuencias 10 que el autor afirma en la p. 297: «Mientras que la mfstica medieval interpretaba el camino dei sufrimiento y la meditatio crucis como vfa para la divinizaci6n dei

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4. J.-C. Gu,y, en un articulo que merecia la pena transcri­birlo casi todo entero, pone en cri sis todo eI sistema anterior so­bre el que se basaba la ascesis y sobre todo la Hamada vida ascética. Entre otras cosas le acusa de pelagianista. Denuncia como falsa la distinciôn entre un tipo de vida cristiana, la ascé­tica, que se puede vivir gracias a nuestro propioesfuerzo y que es suficiente para la salvaciôn, y un tipo de vida cristiana, la mÎstica, que sôlo se puede vivir como don de Dios, casi como una recompensa divina, y que no es necesaria para la salvaciôn. Denuncia como falsa la distinciôn entre un periodo previo de nuestra vida cristiana, dedicado a estirpar los vicios y adquirir virtudes a través deI esfuerzo humano, y un periodo donde se vive bajo la presencia transformante de Dios que se manifiesta en efectos extraordinarios de los que pocos pueden gozar. "En realidad, sucede al revés. Toda experiencia cristiana se inicia con el bautismo. Ahora bien éste, seglin la definiciôn misma de la palabra, es el acto mÎstico por excelencia, da do que se trata de la inmersiôn en el misterio de la muerte y de la resurrecciôn de Cristo. Por consiguiente el esfuerzo ascético no pue de ser considerado como un preâmbulo. Lo unico anterior a toda expe­riencia espiritual deI hombre, es el don gratuito que Dios le hace de sÎ mismo y de su vida en Jesucristo.

Ha sido sin duda por no haber integrado suficientemente esta evidencia teol6gica de la prioridad absoluta deI don de Dios en J esucristo por 10 que a menudo la espiritualidad occidental ha tomado un aire "pelagianista", voluntarista, "ascético" (en el sentido caricaturesco de la palabra), en el que llegamos a no reconocernos mâs y a no sentirnos cômodos, y deI que experi­mentamos la necesidad de liberarnos" 12.

hombre, via negatlonis, Lutero cambia este camino, viendo en la cruz el autorre· bajamiento de Dios hasta nuestro ser pecador y nuestra muerte, de manera que no se llega precisamente a la divinizaci6n dei hombre, sine a su desdivinizaci6n y a la nueva humanidad en la comuni6n con el Crucificado».

12 J. C. GUY, a. c., p. 20; en general PP. 19·21. En G. PESENTI, L'ascesi cristiana, pp. 65·73, todavia encontramos usadas las categorias que el autor antes citado rechaza como erradas. F. WULF, a. C., col. 448 y F. RUIZ SALVADOR, Caminas ... , pp. 341·346 nos hablan de la necesidad de una dimensi6n teologal en las ascesis cristiana que supere todo antropocentrismo unilateral; J. P. SCHALLER, Direction spirituelle et mépris du monde. Aperçu historique, en Christus, 22 (1965) pp. 36, 43·45, nos habla de una busqueda no tanto dei dominio de si, cuanto dei desapego dei egoismo; y M. BELLET, a. c., 5·13 subraya el rechazo actual de una ascesis de programas y métodos, y la necesidad de una ascesis basada en el respeto de las cosas (desapego).

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En el cristianismo, nos viene a decir M. Bellet, se trata mas de dejar hacer a la vida de Dios en nosotros, que realmente de hacer grandes esfuerzos prometéicos en orden al autodominio ... 13

Y J.-c. Guy de nuevo nos advierte que demasiado facilmente se identifica ascesis con privaci6n, mientras que la ascesis cris­tiana no mira tanto a apagarel deseo de vivir, cuanto a favore­cer al maximo el desarrollo de la vida. "Todos los sacrificios que ella exija ---,y estos pueden ser considerables- no tienden mas que a una cosa: permitir un mayor desarrollo de la vida, hacer al hombre alguien realmente que vive porel Espfritu y que esta contento de vivir. Quiza éste sea el unico criterio de una ascesis verdaderamente evangélica" 14.

Precisamente todo esto que venimos sefialando es 10 que ha dado motivo a algunos autores modernos para distinguir mas o menos netamente entre 10 que las religiones y pensadores han dado en llamar ascesis y 10 que constituye la esencia de la "ascesis" cristiana 15.

Sin embargo, otros parece que no se han dado cu enta toda­via de esta realidad, 0 al menos no la han tomado muy en serio, y siguen mezc1ando la filosofla griega con elevangelio, basando mas la ascesisen la primera que en el segundo, 10 cual se puede apreciar sobre todo en el relativo poco uso que hacen deI N.T. y en concreto deI evangelio 16.

5. No quisiera acabar este apartado sin hacer menci6n de otra realidad por la que la ascesis, sCglÎn se veilla concibiendo, ha caido en crisis. Me refiero a la faIta de sintoma deI hombre actual respecto a ciertas formas 0 practicas ascéticas deI pasado, con las cu ales estaba casi absolutamente identificada la vida cristiana ascéticamente comprometida, y por 10 tanto a la crisis

13 Ofr. 10 dicho sobre este autor en la nota anterior. 14 J. O. GUY, a. c., p. 21. 15 Ofr. Christus, 22 (1975) n. 85, que, camo se nos dice en la editorial (PP. 3-4),

con la publicaci6n de todo un numero dedicado a la ascesis se propuso discernir la evangélico de 10 que no la era; F. RUIZ SALVADOR, O. c., pp. 329-358; F. GUILLEN PRECKLER, a. c., pp. 404·417; F. WULF, a. C., col. 440·449.

16 Ofr. E. ANCILLI, a. c., pp. 151-166. En este mismo sentido se puede apreciar que en las referencias que dicho autor hace deI A. T. respecto a la ascesis, se limita a citar textos rituales·purificatorios, sacados de su contexto de Alianza. Sobre la tendencia a interpretar en la llnea judeo-griega la vida de JesUs, cfr. T. EGIDO L6PEZ, a. C., p. 150. También me parecen unilaterales las actitudes que reducen el pensamiento de Pablo sobre la ascesis a las comparaciones atIéticas de 1 Oor. 9, 24-27, Fil. 3, 13-14 Y otras, cfr. Oh. KANNENGIESSER, Une leçon d'athlétisme. Saint Paul commenté par les Pères, en Christus, 22 (1975) pp. 22-23; E. ANCILLI, a. C., p. 152. Oreo que no pasa de ser una comparaci6n grafica.

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a niveI vivencial de estas mismas formulas. La causa principal de esto, aunque también otras causas se deben tener en cuenta, se puede encontrar en todo 10 anteriormente apuntado: supera­cion de la antropologîa griega y redescubrimiento de la mentali­dad evangéIica a este respecto, 10 cual ha dado la posibilidad, a su vez, de buscar nuevos, mas universales y mas funcionales cauces concretos de vida "ascética". cristiana. Ascesis, que no debe indicar solo una forma de vida, sino que, como apunta algûn autor, es una dimension que se adhiere a todas las demas rea­lidades de la vida cristiana. Después, para a,yudarnos y para en­carnar ese espîritu, podremos servirnos de las formas tradicio­nales, 0 de otras que vayan mas con la mentalidad yel modo de vivir moderno, 0 de las formas importadas deI oriente con el zen y el yoga. Pero todas estas cosas siempre se han de tener como medio y nunca se han de identificar con la dimension ascé­tica de la vida cristiana 17.

Una semejante identificacion, ademas, entre la ascesis y cier­tas formas llevo a privatizar de tal manera ésta, que, al igual que en ciertas religiones y pensamientos ascéticos, se convirtio en feudo de unas pocas personas selectas. Asi nacio, también dentro deI cristianismo, la figura tîpica deI asceta, que, por 10 general, en la historia se ha identificado con el religioso, pero que, después deI Vaticano Il, ha caido un poco por tierra. A eIlo

17 F. RUIZ SALVADOR en su libro Caminos ... , p. 341 denuncia un paso que se dia indebidamente en la historia pasada. Nos dice: «De ver toda la vida cristiana como ascesis de tensi6n espiritual y amor heroico en ciertas circunstancias, se pasa a un sector limitado con sistema propio y estudio particular. Exagerando un poco, se llega al polO opuesto: la ascesis como vida cristiana total, en vez de la vida cristiana como ascesis». Sobre las formas de ascesis cfr. F. GUILl.EN PRECKLER, a. C.,

pp. 413-417; J. B. METZ, Teologfa dei mundo, Salamanca, Sigueme, 2.' ed. 1971, pp. 131-137; J. MOLTMANN, El Dios crucificado, Salamanca ... pp. 69-98 Y pp. 400-469; G. PESENTI, L'ascesi cristiana ... , pp. 61-73; IDEM, Ascesi e psicologia, 1, en R.V.S., 30 (1976), pp. 199-212; IDEM, Ascesi e psicologia, 2, en R. V.S., 31 (1977), pp. 138-149; F. RUIZ SALVADOR, O. C., pp. 329-358; F. WULF, a. c., col. 440-448. Entre los autores citados hay algunos, como Ancilli y Pesenti, que se limitan a presentarnos las formas tradicionales de ascesis que se han dado en la historia, otros, como Metz, que mas bien indican s610 los nuevos caminos pOl' los que puede caminar la ascesis hoy; y otros, es decir, todos los demas, que nos hablan de una cosa y de otra.

Menci6n especial en este sentido merece el n. 85 de Christus, 22 (1976), pp. 3-117. Citaré a continuaci6n los articulos que mas directamente se refieren al tema: J. P. SCHALLER, Direction espirituelle et mépris du monde. Aperçu historique, pp. 36-45; CH. CARDONNIER, a. c., pp. 47-58; C. FLIFO, Ascèse et amour, pp. 67-77 (ascesis a que somete el amor a Dios y la convivencia comunitaria); G. de LIGNY, Hier et aujourd'hui, pp. 78-93 (distintos tipos de ascesis dei pasado y modernos); J. CASTERMANE, Vivifier ou mortifier, pp. 108-111 (necesidad de tener en cuenta el cuerpo en la ascesis); D. BERTRAND, Le Corps Il ... , pp. 94-107 (el Hara y el cris­tianismo en cuesti6n de ascesis); M. DOMERGUE, Des loisirs plut6t rudes, pp. 112-117 (analiza el fen6meno de j6venes que buscan experiencias duras en vacaciones).

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han podido contribuir ciertas grandes afirmaciones de dicho con­cilio sobre el puesto de los laicos, la llamada univers al a la san­tidad, la teologia de los valores terrenos ... 18

De todos modos, todavîa se ·encuentra por ahî algun autor que, al hablar de la ascesis, enumera unicamente las formas tra­dicionales, y sin darse cuenta, creo, comienza a hablar tranqui­lamente de la vida religiosa 19.

II. EL CRUCIFICADO y LA VIDA CRISTIANA

1. En el apartado anterior decîamos que los autores se­fialan a Jesus como unico camino verdadero de realizacion huma­na, por encima de todo método y practicas ascéticas, aunque esto no obsta para poder servirse de ellas como medio. Pues bien, estos autores, queriendo serconsecuentes consigo mismos, a la hora de fundamentar la ascesis cristiana, se apartan de toda interpretacion ritualÎstico-filosofica y se ponen a hablarnos de la vida de Jesus y de los primeros cristianos. Y len qué sentido nos presentan a Jesus coma modelo de ascesis? No tanto en los ~yunos que pudiera hacer, cuanto en la fidelidad al cumplimien­to de la mision que el Padre le habîa confiado, en el amor a los hombres y, sobre todo, en el misterio de su amor hasta dar la vida; culmen y consecuencia logica de toda unaexistencia vivida en el amor y no un puro acontecimiento fortuito 0 pa­sivo 20.

2. En este sentido hay que decir que, en estos ultimos afios, una mayor y mejor comprension deI misterio pascual de Jesus, muerte y resurreccion, y de las consecuencias de éste para la vida cristiana, esta iluminando de modo decisivo el camino hacia una ascesis mas cristiana.

Primero, mas 0 menos en la década de los sesenta, se insisti6 sobre la importancia primarîsima de la resurreccion dentro deI misterio pascual y se denunci6 una vision de la cruz desconec­tada de esta realidad. Ahora, en la década de los setenta, mas

18 Cfr. T. EGIDO L6PEZ, a. C., pp. 159-170. 19 Cfr. los articulas de G. Pesenti citados en la nota 17. 20 Sobre este tema se pue den ver los autores citados en la nota 5, especialmente

F. RUIZ SALVADOR Y F. GurLLEN PRECKLER. A estas habrfa que anadir J. MOLTI\1ANN, que en su IIbro El Dias crucificado ... , PP. 157-219 nos habla de la gran conexi6n que existe entre la vida y la muerte de JesUs.

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pronto quiza de 10 que se esp erab a el circulo se ha completado con el comienzo de una nueva comprensiôn de la Cruz. Una cosa, se nos dice, no se contrapone a la otra, sino que se nece­sitan mutuamente y sin ambas no se entiende el misterio pas­cual 21• A nosotros ahora nos interesa hacer referencia al tema de la "Cruz", que ha llegado a ser verdaderamente en estos uIti­mos aîios un tema de moda. Muchos han sido los trabajos de­dicados a penetrarcada vez mas esta r~alidad 22.

Creo sin duda que el mayor esfuerzo bibliognlfico hecho ~n estos ultimos aîios en -este campo ha sido la publicaciôn de las actas deI congreso internacional sobre "La sabiduria de la cruz, hoy" (La sapienza della croce oggi) , que tuvo lugar en Roma deI 13 al 18 de octubre de 1975 con ocasiôn deI centenario de San Pablo de la Cruz 23

3. Pero la obra maestra de todo esta grau corriente teolô­gica actual -es el libro El Dios crucificado, de J. Moltmann 24.

Su pensamientoen tornoal misterio deI Crucificado ,esta car­gado de consecuencias existenciales, quiza aun no todavia asi­miladas debidamente por el pensamiento teolôgico y mucho me­nos por laexperiencia cristiana de nuestro tiempo. Leyendo a este autor se da unD cuenta de la gran relaciôn que existe entre una buena comprensiôn deI misterio deI Crucificado y una buena comprensiôn de la ascesis, aSI coma de 10 negativo que es la mala comprensiôn de una de ambas realidadesen orden a la otra. Pero dejemos que el mismo Moltmann nos -exponga de un modo casi programatico una visiôn coma la suya de la teologia

21 Cfr. J. MOLTMANN, 1. c., pp. 9·16 Y 220·274; CH. DUQUOC, Attualità teologica della croce, en La sapienza della croce oggi, vol. 1, Torlno.Leumann, Elle Di Ci, 1976, pp. 11·17.

22 Cfr. la bibIiograffa preparada por Z. ALSEGHy·M. FLICK, Sussidio bibliografico per una teologia della croce, Roma, 1975. También después de esta fecha es digno de mencionar el nUmero monografico publicado por la Revista de Espiritualidad, 35 (1976) pp. 183·300, bajo el tftulo Sabiduria de la Cruz. Los artfculos que hacen mas directamente referencia a nuestro tema son el de S. CASTRO SANCHEZ, El sentido de la cruz en la teologia y en la espiritualidad, pp. 185·210; Y el de F. BRiiNDLE,

La cruz que ha de marcar la vida dei cristiano, pp. 221·236. También H. KÜNG, Ser cristiano, Madrid, Cristiandad, 1977, 722·734. En este sentido parece inexplicable que el DES (ver la nota 3) haya dedicado un artlculo tan insignificante y tan poco sensible a la moderna teologla de la cruz, cfr. F. RUIZ, Croce, pp. 456·499.

23 La sapienza della croce oggi, Atti deI Congresso Internazionale, Roma, 13·18 Ottobre 1975, 3 vols., Torino·Leumann, Elle Di Ci, 1976: 1, La sapienza della croce nella rivelazione e nell'ecumenismo, p. 670; 2. La sapienza della croce nella spi· ritualità, p. 551; 3. La sapienza della croce nella cultura e nella pastorale; p. 636.

24 Cfr. J. MOLTMANN, 1. c., a. C., pp. 3·14; El «Dios crucificado». El moderno problema de Dios y la historia trinitar/a, en Concilium, n. 76 (1972) pp. 335·347.

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de la CruZ: "V olver a ocuparse hoy de la teologia de la cruz sig­nifica evitar las unilateralidades de la tradici6n, interpretando al Crucificado a la luz de su resurrecci6n y, consecuentemente, de la libertad y la esperanza."

Dedicarse hoy a la teologia de la cruz quiere decir sobre­pasar las fronteras de la soteriologia, preguntando por la revo­luci6n necesaria que se ha de operar en el concepto de Dios. lQuién es Dios en la cruz de Cristo por él abandonado?

Hacer hoy teologia de la cruz implica sobrepasar la preocu­paci6n por la salvaci6n personal, preguntando por la liberaci6n del hombre y su nueva relaci6n con la realidad de los intrin­cados circulos de su sociedad. lquién es el verdadero hombre a la luz deI hijo deI hombre rechazado y resurgido para la li­bertad de Dios?

Realizar hqy teologia de la cruz significa, por ultimo, tomar en serio a la teologia reformadaen sus exigencias critico-refor­madoras, haciendo que sobrepasen la critica a la iglesia para convertirseen critica a la sociedad. lQué significa el recuerdo deI Dios crucificado en una sociedad oficialmente optimista que camina por encima de muchos cadaveres?

Pero, en definitiva, de 10 que se trata es de la "cristicidad" radical de teologia e iglesia. Jesus muri6 gritando a Dios: "Dios mio, Dios mio, Gr0r qué me has abandonado?". Toda teologia y toda existencia cristianas responden, en realidad, a esta pre­gunta deI Jesus moribundo. También el ateismo de las protestas y las rebeliones metafisicas contra Dios responde a esta pregunta. El Jesus abandonado de Dios 0 'es el fin de toda teologia, 0 marca el comienzo de una teologia y una existencia especifica­mente cristianas, y, por tanto, criticas liberadoras. Cuanto mas en serio se tome la "cruz de la realidad", tanto mas se conver­tira el Crucificado en el criterio definitivo de la teologia. No se trata de una teologia abstracta de la cruz y el dolor, sino de una teologia deI crucificado" 25.

25 J. MOLTMANN. 1. c,. PP. 13·14. No me parece cambie nada la validez de estas afirmaciones la referencia a la Iglesia. Reformada.

En cuanto a la desprivatizaci6n y sociallzaci6n de la cruz a la que hace refe· rencia el autor. cfr. J. MOLTMANN. Conversi6n al futuro. Barcelona·Madrid. Fonta· nella-Marova. 1974. pp. 97-237; La sapienza della croce oggi.. .• vol. 3. pp. 197-620; J, B. METZ. El future a la luz deI memorial de la pasi6n. en Concilium. n. 76 (1972) pp. 317-334. Las mismas conclusiones. aunque partiendo de presupuestos distintos. las encontramos en J. B. METZ. Teologia deI mundo .... pp. 131-137.

Es curioso el hecho de que se haya escrito mucha sobre la dimensi6n socio· politica de la cruz, y poquisimo. yo s610 he encontrado las ultimas paginas citadas

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Para Moltmann seguir a Jesus de N azaret,el crucificado, sig­nifica ciertamente tenerle como modelo en los sufrimientos e iInitarle en algunos aspectos de su existencia, pero sobre todo significa una constante crisis de todos nuestros Idolos personales y sociales y una invitaci6n constante a amar y a sufrir por amor con el Dios que ha hecho suya nuestra historia tanto en sus dolores comoen sus alegrias. El nuestro no es un Dios muerto, ni impasible, y ni el culmen de la vida cristiana es la impasibi­lidad, sino el amor. El cristiano es aquel que no cree en otro camino de liberaci6n (ascesis) personal 0 social que en el de la fe en el Crucificado 26.

Evidentemente el lector debera estar atento y tener una pos­tura critica ante 10 que se pueda escribir hOrY sobre la "cruz" y la "teologia de la cruz", porque no se trata aquI, a mi parecer, de un volver a repetir 10 que se dijo en tiempos pasados, sino de una nueva comprensi6n de la cruz y de sus consecuencias en nuestra vida.

de Metz, sobre la misma dimensi6n en la ascesis cristiana. La raz6n crea que se ha1la en la idea individualista que esta palabra suscita. Par otra parte, este hecho me convence cada vez mas que la Cruz y el Crucificado son la verdadera ascesis cristiana. E1los dicen relaci6n directa tanto al individuo coma a la 50'

ciedad. 26 Cfr. J. MOLTMANN, El Dios Crucificado, en Selec. de Teologi""., p. d.