Hacia una educación de Facundo Quiroga

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Universidad de Chile Facultad de Filosofía y Humanidades Departamento de Literatura Literatura Hispanoamericana Moderna HACIA UNA EDUCACIÓN DE FACUNDO QUIROGA: (RE)DETERMINANDO A LA NACIÓN ARGENTINA

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Breve texto que establece una relación entre dos obras de D. F. Sarmiento -Facundo (1845) y De la educación popular (1849)- proponiendo al modelo educativo del autor como una solución a la "barbarie" y motor de una modernidad en desarrollo desde una lectura positivista de los fenómenos sociales.

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HACIA UNA EDUCACIÓN DE FACUNDO

QUIROGA: (RE)DETERMINANDO A LA NACIÓN ARGENTINA

SANTIAGO, 2015

DIEGO IGNACIO LEIVA QUILABRAN

PROFESORAS GUÍA: LUCÍA STECHER, ALICIA SALOMONE Y CAROL ARCOS

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“Pide Sarmiento no economizar 

sangre de gaucho, carne popular. 

El maestro no quiere educar 

por sajones nos quieren cambiar.”

CIENTÍFICOS DEL PALO1

1 Grupo argentino de rock que en el año 2013 publicó el álbum La histeria argentina, obra que recorre musicalmente la historia de Argentina desde la Revolución de Mayo hasta el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Estos versos, escritor por su vocalista y guitarrista Pepo San Martín, corresponde a un fragmento de “Civilización y barbarie”, sexta canción del disco y en la que se da un percepción crítica del discurso civilizador sarmientino.

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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana ModernaI. INTRODUCCIÓN: SOBRE UN PAR DE TEXTOS SOBRE CIVILIZACIÓN Y

BARBARIE.

Domingo Faustino Sarmiento escribe el Facundo en su segundo exilio en Chile, en el

marco de la dictadura de Juan Manuel de Rosas, que toma el control de la República

Argentina en formación, en su rol de caudillo del bando federal en la Guerra Civil. Esto es

relevante en tanto dicha situación determina el marco escritural de la obra, pero también

porque ella posibilita, en el exilio, la inclusión de Sarmiento en el circuito político, y más

aún, en el gobierno chileno, para el cual ocupará cargos relativos a la educación, en los que

el argentino impulsará proyecto que pusieron a Chile en la vanguardia en temas de

enseñanza y su regulación durante la década de 1840. Ejemplo de su aporte es el texto De

la educación popular, informe de un viaje de carácter oficial en representación del Estado

chileno, encargado por el presidente Manuel Montt. Ese recorrido, por Europa y EEUU –

comunidades “civilizadas” en la percepción de sarmiento-, tenía como motivo el observar

las condiciones de los sistemas de educación primaria de aquellos países. A partir de esta

experiencia, finalmente, en el mismo texto Sarmiento propone cómo implementar los

sistemas observados en Chile para el provecho de la nación y la mejora de las condiciones

de vida. En definitiva, un nuevo aspecto que aporte a la civilización, como se revisará más

adelante en estas páginas.

Los dos textos hasta aquí señalados serán las bases de la reflexión contenida en las

siguientes líneas, puesto que, en opinión del autor, reflejan dos importantes características

del pensamiento ilustrado del siglo XIX chileno, argentino y, en general, latinoamericano.

La primera, la adoración de la clase oligarca por los modelos europeos que consideraban

modernos en oposición al retraso en que se encontraba América; la segunda, propia de

Sarmiento, su preocupación constante –tanto en su exilio, en su retorno y en su período

presidencial- por la educación de las naciones americanas. En palabras de Terán: “[…] del

proyecto sarmientino sólo quedará en pie (aunque como un satélite sin su planeta) el

proyecto de la educación pública.” (cit. en Dussel 556), esto debido a su dedicada

persistencia y prolijidad al momento de elaborar un pensamiento pedagógico a cargo del

estado.

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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana ModernaEntonces, escritos en un período relativamente corto, se ha decidido aparejar ambos

escritos, Facundo y De la educación popular para leerlos de la siguiente manera:

Pensando el primero de manera que sea la descripción de un estado de cosas en que

la barbarie, encarnada en Rosas y apoyada, en principio, por las poblaciones

provincianas, ha alcanzado en el núcleo de la civilización en Argentina –Buenos

Aires- y amenaza con derrumbar el resto del país y extenderse más allá de él: “Si

sus ejércitos no toman Montevideo, sucumbe; si la toman, quédale el general Paz

con ejércitos frescos; quédale el Paraguay, virgen; quédale el Imperio del Brasil;

quédanle Chile y Bolivia, que han de estallar al fin” (Sarmiento, Facundo 236).

Postular el segundo como una reflexión sobre un método de recuperación del estado

de civilización que se ha perdido en manos de los caudillos –de aplicarse

específicamente al caso argentino-, pero que finalmente se extrapola como un

proceso civilizador general para salir de condiciones de vida premodernas en las

naciones recientemente independizadas, terminar de borrar lo que Sarmiento llama

“las brutales e ignorantes tradiciones coloniales” (Facundo 13), al evaluar su propia

situación de producción: un encargo oficial del Estado de Chile.

II. REPENSAR LA DICOTOMÍA: ESTADO Y ACCIÓN

Cada vez que aparecen los términos “civilización” y “barbarie”, se hace referencia a ellos

como estados, como maneras de ser de los hombres, comúnmente haciendo las

asociaciones, en mayor o menor medida, civilización-cultura letrada-urbanismo y barbarie-

ignorancia-ruralismo (Dussel 555). Lo cual, desde el punto de vista de las relaciones que

establece Sarmiento, es correcto, aun cuando la ignorancia sea eso en virtud de

pensamientos ilustrados, y no un desconocimiento absoluto, tomando en cuenta cierto

rescate de conocimientos y “especialidades notables, que un día embellecerán y darán un

tinte original al drama y al romance nacional” (43) en el rastreador, el baqueano, el gaucho

malo y el cantor presentados en el capítulo segundo del Facundo. A pesar de ese realce, no

hay que perder de vista el hecho de que estos individuos populares siguen inscritos en el

contexto natural de la barbarie y que dichos conocimientos y formas de ser son,

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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana Modernaesencialmente, dadas por esa educación sin normas, sin escuelas, sin presencia de

pedagogos, y ligada a la tierra y al quehacer premoderno.

Si hay algo que se considera necesario antes de continuar hacia el núcleo de la reflexión, es

cambiar el modo de entender la “civilización” y la “barbarie” como estados de seres

humanos distintos o conjunciones de ciertas características que los encierren como

emplazamientos ontológicos o circunstancias. Para ilustrar el cambio, se recurrirá a dos

conceptos extraídos de la física. En el párrafo anterior se trata a ambos conceptos como si

poseyeran “energía”, es decir, su “capacidad para efectuar un trabajo” (Bueche y Hecht 89).

Todos los cuerpos poseen algún tipo de energía, como algo inherente a ellos, como una

característica más en una situación X.

Ahora bien, para articular de mejor forma la relación entre estos dos conceptos y el paso de

un estado a otro, el avance de la barbarie rosista sobre Buenos Aires o el desplazamiento de

ella por vía militar, educativa, política, etc., es mejor entender ambos conceptos como si

fuesen “fuerzas”, lo que les daría un carácter de más íntima ligazón en un espacio

intranacional, así como una oposición en la práctica, si se cuenta con que “fuerza, en

general, es agente de cambio. En mecánica, es aquello que cambia la velocidad de un

objeto. La fuerza es una cantidad vectorial, que tiene magnitud y dirección.” (íbid. 35). En

este sentido, los cuerpos no poseen fuerza en el sentido estricto, sino que ella se ejerce de

uno sobre otro.

Cuando Sarmiento escribe “En materia de caminos, la naturaleza salvaje dará la ley por

mucho tiempo, y la acción de civilización permanecerá débil e ineficaz”2 (Facundo 26),

pone de relieve esa acción, justamente porque para enfrentarse a la naturaleza eso es lo que

se requiere, no un concepto, no la idea de civilización, sino la acción de ella. Tanto

“civilización” como “barbarie”, considerados como ideas, tienen energías, pero si se habla

de “civilización” y “barbarización” –en tanto acción de uno y otro- es factible acceder a

ese proceso intermedio que determina la supremacía de un polo.

Si “lo que en él [Facundo Quiroga] era sólo instinto, iniciación, tendencia, convirtióse en

Rosas en sistema, efecto y fin” (Sarmiento, Facundo 8) y más tarde en la historia argentina

2 Cada subrayado que se presente en las citas, será mío, a fin de resaltar alguna palabra clave.

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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana Moderna“ellos [los jóvenes exiliados] volverán luego a realizar en su patria las instituciones que ven

brillar en todos esos Estados libres [en los que se refugiaron], y pondrán su hombro para

derrocar al tirano semibárbaro” (íbid 235-236), tuvo que haber y habrán mecanismo

intermedios que permitieron o permitirán el cambio en las vidas de la poblaciones.

Mecanismos que transforman progresivamente las condiciones, que barbarizaron la

civilización y civilizarán la barbarie –los verbos en esta oración son las fuerzas en pugna,

los sustantivos son las energías concentradas-. Este proceso, en el retorno a la hegemonía

de la civilización y sus alcances, es lo que se tratará de analizar, al menos en parte, a

continuación, porque al final, en el Facundo la existencia humana en sociedad “de eso se

trata: de ser o no ser salvaje” (íbid 12).

En definitiva, se retomará de cierta forma el título del capítulo que cierra el Facundo,

“Presente y porvenir”, como ya se dijo, esa obra refleja un estado, pero su último apartado

da paso a una proyección, a un quehacer pendiente y realizable cuando se deponga el

nefasto régimen de Rosas para la civilización, porque al proponerse “hacer hondamente la

enormidad del mal, no es sin duda para que desesperemos de hallarle remedio” (Sarmiento

De la educación… 28)

III. VÍAS DE CIVILIZACIÓN

Para pensar la acción de civilización, Sarmiento advierte, en los dos textos suyos

consultados, al menos tres vías para alcanzar un estado ideal, partiendo de su base

contemporánea, una situación en que “los Estados sudamericanos pertenecen a una raza que

figura en última línea entre los pueblo civilizados” (íbid 26). La primera, “la existencia de

los ejércitos para pueblos habituados a no sentir otros estímulos de orden que la coerción”

(íbid. 29), que relega más bien a “la infancia de los gobiernos [que] requiere […] quizá esta

ostentación de fuerza” (íbid. 29), sobre la que no se referirá más, pero se considera

necesario tenerla en mente por oposición a la educación como método más necesario. Esta

última es la segunda vía, de la que trata más en extenso, por ser la que, en el contexto en el

que escribe el sanjuanino –prepositivista, en vías de la modernización fáctica- se extiende

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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana Modernaen sus resultados hasta ser una revolución términos de la formación de hombres

funcionales.

“La institución pública que tiene por objetivo preparar las nuevas generaciones en

masa para el uso de la inteligencia individual, por el conocimiento aunque rudimental

de las ciencias y hechos necesarios para formar la razón, es una institución puramente

moderna […] Hasta hace dos siglos había educación para las clases gobernantes, para

el sacerdocio, para la aristocracia: pero el pueblo, la plebe¸ no formaba, propiamente

hablando, parte activa de las naciones.” (De la educación… 25).

Adhiriendo fervientemente al liberalismo, Sarmiento desecha en un estado puro un

militarismo controlador que restrinja las libertades, y se alinea con un método que ayude a

la buena disposición de ellas en la individualidad, extendiéndolas a un grupo demográfico

históricamente excluido e intelectualmente dormido, “cuando la educación y las exigencias

de una posición social no vienen a ponerle espuela y sacarla de su paso habitual” (Facundo

28). La tercera, que se revisará de manera oblicua y subyacente al proceso educativo, y en

una apreciación un poco más interpretativa, es la influencia extranjera, tanto ideológica

como física, pues se lee en el Facundo que

“el elemento principal de orden y moralización que la República de Argentina cuenta

hoy, es la inmigración europea […] y si hubiera un Gobierno capaz de dirigir su

movimiento, bastaría, por sí sola, a sanar en diez años, no más, todas las heridas que

han hecho a la patria” (242)

¿A quiénes se recurrió para poblar aproximadamente tres décadas más tarde, tanto en

Argentina como en Chile, el “desierto conquistado” y la “Araucanía pacificada”? El ideal

de formas civilizadas viene encarnado, adquiere el cuerpo que puede ejercer fuerza en

territorios bárbaros en los inmigrantes europeos, quienes hubieren de ser recibidos con las

puertas abiertas. ¿Quiénes más idóneos para ordenarse en las nuevas propiedad y volverlas

productivas? Aquellos que tuvieran la experiencia de participar en un sistema

industrializado y de capitalización de recursos, experiencia masiva que es la meta de una

educación pública, preparar a la población

“para desempeñar las funciones sociales a que serán llamados. El poder, la riqueza y la

fuerza de una nación dependen de la capacidad industrial, moral e intelectual de los

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individuos que la componen; y la educación popular no debe tener otro fin que el

aumentar estas fuerzas de producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez

más el número de individuos que la posean” (íbid. 26)

Entonces, como tesis, se sostiene que la educación es la propuesta civilizadora por

antonomasia, en una suerte de complemento a la inmigración europea, debido a la

imposibilidad de un recambio total de la población. Este proceso educativo no se limitaría

sólo a recuperar un estado previo en el contexto argentino prerosista, -para ejemplificar, se

remite al ejercicio dialógico con que Sarmiento ilustra en el Facundo que La Rioja se

encuentra bajo dominio bárbaro, ha perdido notablemente su índice de instrucción, tanto en

escolar como moral, a cargo de las iglesias, producto de “una barbarización, una

destrucción tan rápida” (69)- sino que su productividad y perdurabilidad en el tiempo se

debe a que funcionó como fundamento sine qua non para el establecimiento de una

primera modernidad y el sucesivo desarrollo de ésta. Es la perfecta metamorfosis

controlada del pueblo latinoamericano en una ilusión sajona, significando una aculturación,

una asunción de lo foráneo como civilizado y positivo, en desmedro de lo local y propia,

quedando relegado a lo bárbaro: “La escuela se convierte en una fábrica” (Sarmiento, De

la educación… 201). La condena a la barbarie será finalmente la condena a lo local, ya

que, en palabras de Sarmiento: “Después de la Europa, ¿hay otro mundo cristiano y

civilizable que la América?” (Facundo 13), América, en fin, tiene esa característica,

civilizable, lo que sugiere una potencialidad virtuosa en comparación con la situación

actual, entre la Colonia y la vía a la Modernidad.

IV. LA BASE DE LA RECONSTRUCCIÓN

Comentada ya la finalidad de la educación popular y habiendo abordado el problema de qué

es directamente aquello contra lo que debe luchar, o mejor dicho, contra lo que

premeditadamente se le ha asignado luchar, es momento de proponer los elementos que

configuran la ignorancia -siguiendo con otra corrección, más bien aquello que se propone

como ignorancia, en este caso, “esa falta supina de capacidad política e industrial que los

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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana Modernatiene [a los bárbaros] inquietos y revolviéndose sin norte fijo, sin objeto preciso” (íbid.

10)-.

Si se avanza un paso más en el análisis de ese defecto que parece congénito entre “el

pueblo que habita estas comarcas [y que] se compone de dos razas diversas, que,

mezclándose, forman medios tintes imperceptibles, españoles e indígenas” (íbid. 27). Se

tiene ya a partir de la misma cita extraída del Facundo una exclusión a priori, que se

encuentra reforzada crudamente décadas más tarde cuando, tanto el gobierno de Argentina

como el de Chile, inicien sus campañas de ocupación del Wallmapu, esto es, la idea de que

“el indio [como raza pura] no es sino un bruto indomable –citando a Benjamín Vicuña

Mackenna-, enemigo de la civilización porque sólo adora los vicios en los que vive

sumergido” (cit. en Bottinelli 114). Y en palabras de Bottinelli, parafraseando al mismo

político chileno, dice que “los indios son traidores por naturaleza e irredimibles por la vía

de la educación; peor que peor: darles educación es darles armas para una ejecución más

eficaz de la traición” (117); sumado a esto, ese pueblo mestizo gana su redención a partir de

la ascendencia española que posee, “pues si los españoles [y por extensión, los europeos]

triunfan, lo deben más al determinismo racial que a la fuerza subjetiva” (íbid. 116).

Las anotadoras a la edición de Biblioteca Ayacucho de 1997 del Facundo, a la cual remiten

las citas presentes en estas líneas, Nora Dottori y Silvia Zanetti, comentan respecto del

epígrafe del primer capítulo de la obra la presencia subyacente en el texto de pensamientos

deterministas. Uno de ellos ya se ha expuesto en el párrafo anterior: la raza. El otro aspecto

determinante de la situación bárbara del pueblo provinciano de la pampa, mestizo, es su

ambiente: la experiencia de estar en la pampa y “ver…, no ver nada” (Sarmiento, Facundo

40).

Si hay algo que cambiar, entonces, es la experiencia de los hombres en el mundo,

reacondicionarlos en un ambiente controlado, mesurable, específico para aquellos “hijos de

esos mismos padres que los abandonan en muladares, haciendo descender a los hijos de los

ricos a la miserable condición de la pobreza y de la indigencia” (Sarmiento, De la

educación... 204).

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“[…] ved la educación del hombre del campo. […] Los niños ejercitan su fuerza y se

adiestran por placer, en el manejo del lazo y de las bolas, con que molestan y

persiguen sin descanso a las terneras y las cabras; cuando son jinetes, y esto sucede

luego de aprender a caminar, sirven a caballo en algunos quehaceres; más tarde, y

cuando ya son fuertes, recorren los campos, cayendo y levantando, rodando a designio

en las vizcacheras, salvando precipicios y adiestrándose en el manejo del caballo;

cuando la pubertad asoma, se consagran a domar potros salvajes, y la muerte es el

castigo menor que les aguarda, si un momento les faltan las fuerzas o el coraje. Con la

juventud primera viene la completa independencia y la desocupación.” (Sarmiento,

Facundo 32-33)

De este párrafo que ilustra una educación premoderna, con una fuerza “sin norte fijo, sin

objeto preciso”, es decir, un uso de la fuerza con un valor en sí misma y como método de

subsistencia, que lleva, “con la juventud primera” a dos vicios impensable para un

desarrollo de la civilización, en tanto no aportan a las fuerzas productivas de la nación: la

completa independencia, por lo tanto, la nula capacidad de integrarse a un modo civilizado,

y relacionado con ella, la desocupación, la entrega a un existir no productivo en sí –de

realizar actividades económicas, se entiende que son para una subsistencia personal y no

para un desarrollo del mercado-.

Resulta interesante contrastar la imagen anterior con el proyecto de escuela que propone

Sarmiento desde la observación del propio método y sus resultados. Aunque llega a

impulsar incluso un sistema de inspección y un listado de qué se debe enseñar en términos

teóricos a los niños (lectoescritura, ciencias básicas, etc.) “para cada clase según el grado

de instrucción de cada una de ellas, ventaja inapreciable para la distribución de los

trabajos” (Sarmiento, De la educación… 205), manifiesta una constante preocupación por

cómo estructuras el espacio mismo de la enseñanza y una mediación en la configuración de

la experiencia que ellos vivirán, “la escuela no es solo la institución, los programas, los

maestros, sino que también es el edificio” (Aliata 153). Definitivamente, se constituye un

modelo educativo mucho más amplio al que recibió Facundo Quiroga, según dice el autor

sanjuanino: “la educación limitada que podía adquirirse en las escuelas: leer y escribir”

(Facundo 81).

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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana ModernaDice Sarmiento en De la educación popular:

“El local ha de ser no sólo adecuando a la enseñanza, sino, también, al

desenvolvimiento físico del cuerpo, a los ejercicios gimnásticos, a la buena

disposición del ánimo, y la salud, por la pureza del aire que respire.” (204)

“No sólo debe reinar en ellas [en las escuelas] el más prolijo y constante aseo, cosa

que depende de la atención y solicitud obstinada del maestro, sino también tal

comodidad para los niños, y cierto gusto y aun lujo de decoración, que habitúe sus

sentidos a vivir en medio de estos elementos indispensables de la vida civilizada.”

(211)

Es posible establecer algunos paralelos directos entre la “educación del campo” y la

escuela a partir de los párrafos recogidos. La fuerza ya no desborda, ya no está en contacto

con lo animal, ahora es un ejercicio premeditado, organizado, con previsiones y objetivos.

El abandono de la pampa se reemplaza por la “atención y solicitud obstinada del maestro”.

La enseñanza se vuelve una tekhné, un artificio y ya no depende de la phýsis, de las

condiciones naturales. Con esto, la educación logra aparejarse a “lo moderno”, el pensador

pedagógico la piensa en función del gran ideologema de la modernidad, el progreso; se

piensa en un devenir histórico del que se siente atrasado, tiene una meta y para conseguirla,

se ha planteado someter a la barbarie redimible.

IV. CONSTRUIR PEDAGÓGICAMENTE A LA MUJER

Hasta ahora se ha omitido conscientemente hacer referencia a la posición de las mujeres en

función al proyecto que plantea Sarmiento, solamente para reservar, tal como él en De la

educación popular, un apartado a su situación.

En tiempos en los que, según el mismo argentino, “tomada la masa de habitantes de una

comunidad, se encuentra que la mitad se compone de mujeres” (ibid. 86), la educación de

esa mitad beneficia a la civilización como energía, es decir, en su “capacidad de trabajo”,

consolidando las relaciones internas de sus individuos y volviendo más sólidos sus límites,

que son los que están en contacto –geográfico e ideológico- con la barbarie, para ejercer,

finalmente, una mayor fuerza civilizatoria.

Page 12: Hacia una educación de Facundo Quiroga

Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana ModernaCuando Sarmiento plantea que “puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la

posición social de las mujeres” (íbid. 85), esa frase encuentra un correlato con el cuadro de

costumbres que hace de la mujer que recibe “educación de campo”:

“Las mujeres guardan la casa, preparan la comida, trasquilan las ovejas, ordeñan las

vacas, fabrican los quesos y tejen las groseras telas que se visten: todas las

ocupaciones domésticas, todas las industrias caseras las ejerce la mujer: sobre ella

pesa casi todo el trabajo” (Facundo 32-33)

La posición social de la mujer en este momento del siglo XIX, inequívocamente, es el

hogar, ella en lo doméstico y lo familiar encuentra su espacio propio. Sin embargo, el

bárbaro, en términos sarmientos, no conoce institucionalidades, su organización social,

salvo escasas excepciones, como la pulpería, es demasiado precaria. En esa lógica

civilizada, incluso el rol femenino se encontraría degradado, pues incluso la educación de

los niños se da en la pampa y no en el núcleo de la familia. A esto se le suma lo grotesco –

en última instancia, bárbaro- de las labores que realiza, en completa oposición a la

refinación de las damas civilizadas, o al menos el decoro, si, justamente, la posición social

no daba pie a su .

A la pasar por un sistema de enseñanza que prevaleciese el desarrollo artístico, musical,

retorico –el arte de la conversación-, bajo la tutela de sociedades de beneficencia de

señoras, las niñas estaban listas para ejercer el rol de puente entre lo doméstico y lo

público, y viceversa, para sus hijos y su familia, ya que “la civilización se detiene a las

puertas del hogar doméstico cuando ellas no están preparadas para recibirla” (De la

educación… 86). Esta función nexo se articula de tal manera que “la semejanza de hábitos

de la maestra y la madre, sus reprensiones incesantes a los niños y afectando la severidad

que se desmiente a cada paso, hacen insensible la transición del niño que sale del hogar

doméstico a reconocer una nueva autoridad y obligaciones nuevas” (íbid. 87). La mujer se

integra a la teleología educativa como un refuerzo a nuevos sometimientos, la aculturación

comienza entre las cuatro paredes del hogar, de tal manera que cruzando el umbral de la

puerta, quizás con el niño de mano de su madre, la civilización se encuentra con un ser más

dócil.

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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana ModernaV. CONCLUSIONES

Con el recorrido hecho hasta, intentando abarcar tanto una manera de abordar la

civilización y la barbarie como fenómenos sociales, y dentro de ellos resaltando los

detalles a priori más relevantes, se ha comprendido la estrecha relación, en cuanto a un

proyecto histórico integral de Domingo Faustino Sarmiento, que poseen el Facundo y De

la educación popular. En una circunstancia previa al positivismo como corriente filosófica,

este intelectual se adelantó al porvenir en el que la modernidad adquiriría cuerpo en

Argentina y Latinoamérica, preparando a partir de su experiencia personal, pero también

en su agencia cultural y política como representante, el camino hacia el progreso: observó

la geografía argentina, observó los modelos educativos, observó los comportamiento… y

llegaría a observar como Presidente de la República Argentina, de qué manera sus métodos

darían frutos al momentos de borrar esa barbarie que tanto aborreció, esa sangre gaucha, la

simbólica violencia del despojo de la cultura local. Vivió esos comienzos de la Argentina

modernizada, alcanzó a percibir en la práctica esa Economía política de Smith (Jitrik 19)

realizándose en su patria ya unificada y ya consolidada. En último término, más una

inversión que una apuesta por un desarrollo integral.

Civilización, barbarie, educación, fábrica, autoridad, orden… Palabras taxativas que

sugieren nada más que una descarnada manera de ver a la América independiente, fuera de

lo que ella era. América misma se había vuelto algo así como una anomalía, algo cuya

naturaleza estaba entre la “civilización” y la “barbarie”, que terminó siendo polarizada (y si

se permite la palabra, desgarrada) entre maneras de ver el mundo, como la de Sarmiento,

sin matices valorativos.

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BIBLIOGRAFÍA

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Universidad de ChileFacultad de Filosofía y HumanidadesDepartamento de LiteraturaLiteratura Hispanoamericana ModernaSarmiento, Domingo Faustino. Facundo; o, civilización y barbarie. Caracas: Biblioteca

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_________________________. De la educación popular. Santiago: Cámara Chilena de la

Construcción, 2009.