Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

30
1 Traducción realizada por Luis Arizmendi, Brenda García, Ruth Martín y Carlos Valdés M. * Investigador de la Universidad Libre de Berlín, Alemania. Sin duda, uno de los más prestigiosos economistas políticos de Europa, con más de una docena de libros que analizan problemas y tendencias del sistema económico mundial, las crisis, el Estado y los desequilibrios ambientales globales. Su libro más reciente traducido al español Las Limitaciones de la Globalización (2002). Además, es coeditor del periódico Prokla. 2 Martínez-Alier, Ecological Economics: Energy, Environment and Society, Oxford, 1987, p. 13. Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política 1 (Primera Parte) E LMAR A LTVATER * RESUMEN: El lector tiene en sus manos una excelente contribución para impulsar el desarrollo del análisis crítico del capitalismo contemporáneo que, partiendo muy sugerentemente de la contradicción valor de uso/valor, busca llevar la crítica de la economía política hacia una crítica ecológica de la economía política en un doble sentido, por un lado, porque realiza un debate demoledor con la teoría del equilibrio general y la “economía de los recursos” como expresiones de la perspectiva de la economía ortodoxa o convencional, que, en el mejor de los casos, pretenden que los daños al ambiente como valor de uso pueden ser suficientemente compensados con su “internalización” bajo la lógica del valor, lo que no es más que otro modo de mantener en pie un radical “olvido de la naturaleza”; por otro, porque explora tanto la urgente necesidad como la posibilidad real de una reconfiguración epocal que le permitiera al capitalismo metamorfosearse para convertirse en un “capitalismo ecológico”, concluyendo que siendo un proceso efectivamente en curso, no obstante, está destinado a constituir una transición imposible. Se trata de un rico ensayo que se convertirá, no cabe duda, en un referente ineludible en el debate crítico sobre la crisis ambiental mundializada y sus tendencias en nuestro tiempo. 1. El efecto ecológico de la deuda La crisis de la deuda del Tercer Mundo se generó porque el servicio de la deuda externa no podía ser financiado exclusivamente por el crecimiento del ingreso por divisas, así que tuvo que realizarse transferencia de recursos de los activos de capital de las naciones deudoras hacia los países acreedores. Martínez-Alier, en su libro Economía Ecológica, se refiere precisamente a esto cuando cita la perspectiva del químico Frederick Soddy al afirmar: “el pago de intereses únicamente podía provenir del crecimiento de la economía o del empobrecimiento de los países deudores, por esto no puede haber una teoría económica pura del crecimiento, ya que, el crecimiento depende, en última instancia, de factores físicos, esto es, de la disponibilidad de energía”. 2

Transcript of Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

Page 1: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

1 Traducción realizada por Luis Arizmendi, Brenda García, Ruth Martín yCarlos Valdés M.* Investigador de la Universidad Libre de Berlín, Alemania. Sin duda, unode los más prestigiosos economistas políticos de Europa, con más de unadocena de libros que analizan problemas y tendencias del sistema económicomundial, las crisis, el Estado y los desequilibrios ambientales globales. Sulibro más reciente traducido al español Las Limitaciones de la Globalización(2002). Además, es coeditor del periódico Prokla.2 Martínez-Alier, Ecological Economics: Energy, Environment and Society,Oxford, 1987, p. 13.

Hacia unaCrítica Ecológica de la Economía Política1

(Primera Parte)E L M A R A L T V A T E R *

RESUMEN: El lector tiene en sus manos una excelente contribución para impulsar el desarrollo del análisiscrítico del capitalismo contemporáneo que, partiendo muy sugerentemente de la contradicción valor deuso/valor, busca llevar la crítica de la economía política hacia una crítica ecológica de la economía políticaen un doble sentido, por un lado, porque realiza un debate demoledor con la teoría del equilibrio generaly la “economía de los recursos” como expresiones de la perspectiva de la economía ortodoxa o convencional,que, en el mejor de los casos, pretenden que los daños al ambiente como valor de uso pueden ser suficientementecompensados con su “internalización” bajo la lógica del valor, lo que no es más que otro modo de mantener enpie un radical “olvido de la naturaleza”; por otro, porque explora tanto la urgente necesidad como laposibilidad real de una reconfiguración epocal que le permitiera al capitalismo metamorfosearse paraconvertirse en un “capitalismo ecológico”, concluyendo que siendo un proceso efectivamente en curso, noobstante, está destinado a constituir una transición imposible. Se trata de un rico ensayo que se convertirá,no cabe duda, en un referente ineludible en el debate crítico sobre la crisis ambiental mundializada y sustendencias en nuestro tiempo.

1. El efecto ecológico de la deuda

La crisis de la deuda del Tercer Mundo se generó porque elservicio de la deuda externa no podía ser financiadoexclusivamente por el crecimiento del ingreso por divisas, así quetuvo que realizarse transferencia de recursos de los activos decapital de las naciones deudoras hacia los países acreedores.Martínez-Alier, en su libro Economía Ecológica, se refiereprecisamente a esto cuando cita la perspectiva del químicoFrederick Soddy al afirmar:

“el pago de intereses únicamente podía provenir del crecimiento de laeconomía o del empobrecimiento de los países deudores, por esto no puedehaber una teoría económica pura del crecimiento, ya que, el crecimientodepende, en última instancia, de factores físicos, esto es, de la disponibilidadde energía”.2

Page 2: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

10

ELMAR ALTVATER

3 Ver la discusión de varias estimaciones en Enquete-Kommission,Zweiter Bercht der Enquete-Kommission ‘Vorsorge zum Schutzder Erdatmosphäre’ zum Thema Schutz der tropischen Wälder, II/7220, German Bundestag, 24 de mayo de 1990, pp. 109 ysubsiguientes.4 Más datos sobre la situación ecológica de la tierra pueden serencontrados, por ejemplo en Ernst U. Von Weizsäcker, Erdpolitik,Ökologische Realpolitik an der Schwelle zum Jahrhundert derUmwelt, Darmstadt 1989; Lester R. Brown, ed., State of the World:A Worldwatch Institute Report on Progress Toward a SustainableSociety, New York, 1989 y 1990; Enquete-Kommission,Zwischembericht Schutz der Erdatmosphäre-Eine internationaleHerausforderung, Bonn 1988; Zweiter Bericht; y Dritter Bericht...zum Thema Schutz der Erde, II/8030, German Bundestag, 1990.

El empobrecimiento de las sociedades deudoras delTercer Mundo constituye una realidad innegable. Despuésde más de dos décadas en que la crisis de la deuda se haconvertido ya en parte de la “vida normal”, el uso del con-cepto “crisis” ha terminado cayendo en contradicciones.Esta inclusión de la crisis de la deuda y sus mecanismosregulatorios dentro de la esfera de la vida cotidiana ha traídoconsigo una inevitable degradación económica y social delo que podía considerarse como “normal” en ciertas regionesy en ciertos tiempos. La limitación o incluso la pérdida de lasoberanía en materia de política económica, la “dolariza-ción” de la circulación monetaria nacional, la erosióninflacionaria de los ingresos nominales y/o un alto desem-pleo, constituyen dolorosos procesos que se sumaron ala “década pérdida” para continentes enteros. Peor aún, gene-raron pérdida de oportunidades para generaciones futurasque heredarán una normalidad degradada, que como dimen-sión de ella contiene dentro de sí una base natural degradadadel proceso de producción y reproducción. Como Soddyseñala, el crecimiento monetario simplemente no es posiblesin cierto nivel de explotación de los recursos agotables,explotación cuyo precio tendrá que ser pagado en el futuro.Las deudas pueden transferirse de una generación a otra, oser generosamente canceladas por los acreedores, pero elconsumo de los recursos no renovables deja tras de síúnicamente desperdicios industriales, agua contaminada yaire poluto. En este sentido, el hombre se ha convertido enun ser productor de desperdicios (refuse-producing being).

Como se sabe, los procesos económicos tienen un doblecarácter: a) transmiten y reciben señales con los precios queproporcionan la base para las decisiones racionalistas delos agentes económicos; b) organizan la asignación de losfactores a través del mercado y, desde ahí, la distribuciónde los ingresos, que determina la demanda del consumoindividual sobre parte del producto social y establece elcurso de la acumulación. Las decisiones racionalistas de su-jetos económicos independientes y su coordinación óptimaa través de los mecanismos del mercado (precios y pagos)conforman las dos dimensiones tradicionales propias de la

Teoría Económica. Hasta ahora hemos puesto considerableatención en la tendencia hacia la crisis que les es inherente,pero existe una tercera dimensión ampliamente descuidada:c) la transformación de materias primas y de energía en elcurso de la producción, el consumo y la distribución.

La importancia de la cuestión ecológica dentro deldiscurso económico se ha vuelto evidente hoy por la situa-ción en la cual la Tierra ha sido colocada debido a las acti-vidades de la producción y el consumo. La sobre-explotaciónha estado arruinando la tierra cultivable, al grado de que unaquinta parte de ella o más se ha perdido desde mediadosdel siglo XX. Cada segundo unas 1,000 toneladas de tierrason deterioradas o erosionadas. La deforestación de gran-des áreas en las zonas tropicales ha alcanzado proporcionesque amenazan su sobrevivencia, año tras año entre 100,000y 200,000 km.² se pierden;3 mientras, a la par, en las zonastempladas la lluvia ácida daña peligrosamente los bosquesrelativamente robustos. La contaminación de las aguassuperficiales y los océanos no detiene su crecimiento.Desde que la capa estratosférica de ozono empezó a medirseen los setenta, para principios de los noventa ya se habíacontraído, por lo menos, dos por ciento a nivel mundial,con una pérdida considerablemente mayor encima delAntártico. Las emisiones de bióxido de carbono actualmenteson 13% más altas que antes de la industrialización (conuna concentración de 354 ppm frente a aproximadamente280 ppm cien años atrás), de manera que, desde que losregistros regulares empezaron en la década de los ochentadel siglo XIX, la temperatura media de la Tierra se haincrementado aproximadamente un grado Celsius, peor aún,un incremento mayor de 1.5 e incluso hasta 4.5 grados esenteramente posible para el año 2030. Las consecuenciaspodrían llegar a ser muy serias: inundación de la tierracostera, alteración de los climas y desplazamiento de laszonas de vegetación, tormentas más frecuentes comoresultado de grandes diferencias de temperatura ytrastocamiento de los patrones de migración ecológica-mente determinados. Mientras el estado de la atmósfera,la litosfera y la hidrosfera empeora dramáticamente, lapoblación mundial crece rebasando los 5.3 billones deprincipios de los noventa para alcanzar más de los 6.25billones después del año 2,000.4 Resultado altamenteposible de este proceso, especialmente en los países máspobres del mundo, es una urbanización anárquica que tornalos efectos ecológicos más agudos e incontrolables. Nopodemos descontar la posibilidad de que la depredaciónde la ecología, que miramos como espectadores paralizados,llegue a desquiciar la situación política mundial hastapropiciar una confrontación militar. Después del conflictoEste-Oeste, el conflicto Norte-Sur amenaza conintensificarse dentro de un marco en el que los problemasecológicos jueguen un papel decisivo.

Page 3: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

11

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

5 Marx, Capital, Libro I, capítulo I.

La degradación pasada y presente de la naturalezaobstruye el desarrollo económico del futuro. La eficienciadel mercado se ha alcanzado sobre la base de unaextracción de las reservas naturales como si fueranilimitadas, como si las naciones no tuvieran que moderarsu uso de la naturaleza tanto externa como interna. Deeste modo, se viene instalando un “auténtico mecanismode retroacción” (positive feedback mechanism) entre elsistema económico y la naturaleza. Esto es, la tasa deinterés presiona la producción del excedente llevándolahacia la sobre-explotación de los recursos naturales.Luego, la degradación de las bases naturales del procesode producción/consumo vuelve más difícil alcanzarganancias proporcionales a la tasa de interés. En síntesis,la crisis de la deuda genera efectos ecológicosnegativos, a la par que, la degradación de la naturalezaintensifica la crisis de la deuda. Si una herméticaadministración de los flujos de recursos terminaconduciendo hacia la reducción en los niveles de lasreservas, los modelos tradicionales se vendrán abajo y latransición hacia un “auténtica economía de retroacción”se volverá indetenible.

El comportamiento económico es ciego frente a susbases naturales en tanto éstas no se expresen comolímites económicos –es decir, como un gravamen sobrelos costos dentro del sistema económico–. Lasrelaciones sociales entre los seres humanos, mediadaspor mercancías y dinero, incluyen una especie de“ceguera natural” en su comportamiento. Debido al reflejode la socialidad humana como propiedad natural de lascosas producidas –esto es, al “fetichismo de la mercancía”–,5junto con el encubrimiento de ella también se impone elocultamiento de las condiciones naturales de la acciónsocial. La mercancía individual (y como mercancía cadacosa es individual) no hace visible sus condiciones deproducción y consumo. Por ejemplo, la publicidad de unautomóvil ofrece detalles sobre sus caballos de fuerza,velocidad máxima, aceleración, comodidades, opcionesextras, precio al menudeo, etc, lo que atrae clientes al poner enjuego valores de prestigio o comodidad. Pero guardasilencio sobre los efectos que propicia generandocontaminación por ruido, descarga de gases y otrasemisiones, ni dice nada del agotamiento del campo por laconstrucción de autopistas o de las inevitables víctimas poraccidentes carreteros, menos aún, habla de las inmensascantidades de agua y energía usadas en su proceso deproducción. En la cosa individual, las relaciones socialesse encuentran sólo imperfectamente reflejadas como enun espejo mágico que las borra en medio del “encierrocelestial” de la producción y el consumo. La mercancía esnarcisista: se ve sólo a sí misma reflejada en oro. Esasocialización reificada, que proviene del carácter fetiche

de las mercancías, tiene un efecto desinhibidor que acelerala evolución de la sociedad. Pero ahora necesitamosdiscutir si la reificación de las relaciones sociales –conbase en la cual las personas se intervinculan mediantedinero y mercancías en el mercado– no genera que lasfuerzas naturales de la producción y el consumo,sencillamente, desaparezcan de la conciencia del social.Parecería que la naturaleza únicamente se vuelve relevantecuando impone costos adicionales o cuando sudestrucción trastorna profundamente las condiciones dela vida humana. Entonces, un rayo de luz vuelve claro,incluso para la conciencia reificada, que las coaccioneseconómicas –como aquellas relacionadas con el serviciode la deuda– estropean las condiciones naturales de laactividad empresarial. Sin embargo, cuando la destrucciónde la naturaleza por fin “se hace sentir por sí misma” en lascategorías económicas (costos), frecuentemente esdemasiado tarde para cualquier alternativa, sobre todoporque el procesamiento de los problemas ecológicosdentro del cálculo económico no va más allá de la reificaciónque genera como resultado el “olvido de la naturaleza”.

2.- Una “Interfase” entre la Teoría Económica y la Teoría Ecológica

Las interferencias recíprocas entre economía y ecologíade ningún modo pueden reconocerse mientras la primerasea vista en principio como un sistema equilibrado, másaún, mientras el tiempo y el espacio no adquieran unaimportancia explícita (como elementos causales de loscostos de los negocios) dentro del proceso de produccióny consumo y las esferas de intercambio y distribución. Enuna economía sin límites espaciales ni temporales, elanálisis económico perfectamente puede prescindir de latransformación de materias primas y energía, dejando estoa otras ramas de la ciencia. En este sentido, una vez que seasume que todos los procesos económicos tienen unalocalización espacio-temporal, la atención no debe dirigirseúnicamente hacia las inestabilidades del mercado, sinotambién hacia la importancia explícita para la teoríaeconómica de la transformación de materia y energía.

La pregunta que, entonces, surge inmediatamente es:¿es posible hacer esto sin soslayar el problema de origende que en la teoría económica la transformación de materiay energía se define como un proceso monetario en el cualsu peculiar cualidad natural es ocultada? Con respecto a lacategoría dinero, el manejo de la economía destierra al tiempoy el espacio de su sistema, puesto que el futuro es“descontado” en el presente y la distancia espacial es nive-lada por el arbitraje de la especulación. El enfoque de la

Page 4: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

12

ELMAR ALTVATER

6 Harold Hotelling, ‘The Economics of Exhaustible Resources’,Journal of Political Economy, vol. 39, número 2, 1931. Robert M.Solow, ‘The Economics of Resources or the Resources ofEconomies’, Revista Americana de Economía, vol. 64, número2, pp. 1-14.7 (La tesis central contenida en las Reglas de Hotelling, principiofundamental de la teoría económica de “gestión de los recursos norenovables”, formula que, a la hora de jugarse la toma de decisionesen torno al manejo de los recursos naturales, la pauta óptima de suexplotación y comercialización se caracteriza porque, en el cursodel tiempo, éstas generen beneficios marginales que se acrecientena la par y con el mismo ritmo que la tasa de interés. Nota de LuisArizmendi).8 Robert M. Solow, ‘The Economics of Resources or the Resourcesof Economies’, Revista Americana de Economía, vol. 64, número2, pp. 1-14.9 (“Bienes posicionales” u “oligárquicos” es un concepto que diseñóel economista Fred Hirsch, en su obra Los Límites Sociales delCrecimiento (1976), para designar aquellos bienes cuyo consumootorga a su poseedor un cierto status o posición social. Sin embargo,como una gran cantidad de personas desean poseerlos, pierden sucarácter cuando en las sociedades industriales las masas logranadquirirlos. Generando incluso que el sentido útil por el cualfueron adquiridos se ponga en cuestión y propicie efectosambientalmente nocivos. Es el caso de los automóviles o, en ciertospaíses, de los veleros, puesto que la difusión de su uso producecongestionamientos y aire poluto, con los primeros, o aglomeracióny contaminación en lagunas, ríos o playas, con los segundos.Desatando un proceso en el que se intensifican las contradiccionesenfrentando, según Hirsch, las sociedades actuales a una encrucijadainevitable: andar un camino en el cual una proporción creciente delos bienes y servicios no pueda ser adquirida por todos o, casocontrario, andar otro en el que su masificación propicia dañosirreversibles. Nota de Luis Arizmendi).10 Martínez-Alier, op.cit., p. 4.11 Hahn, op.cit., p. 163.

“economía de los recursos”, basado en la regla clásicade Hotelling,6 interviene en este terreno.7 Solow, porejemplo, compara a) el reducido precio neto corrienteprocedente de la explotación de un recurso, a lo largo deun período comprendido entre el presente y alguna fechafutura, con b) la tasa de interés que se puede obtener en elmercado por activos monetarios y, en conclusión, asume queel valor del recurso también debe incrementarse con eltiempo.8 Pero tal comparación basada en el mercadocontiene un número de implicaciones que la hacensumamente cuestionable. Primero, supone que la tasa deinterés en el mercado define la tasa de explotación de losrecursos agotables y, desde aquí, una pauta óptima de usode los de recursos. Sin embargo, la tasa de interés en elmercado, en particular cuando suceden inestabilidadesfinancieras, no ofrece garantía alguna de óptima distribuciónde los recursos. Segundo, asume que entre el presente y elfuturo habrá un crecimiento económico del mismo ordenque el de la tasa de interés –y en todo caso que nuevosrecursos serán usados–, ya que, el crecimiento no podríatener lugar si el nivel de explotación de uno de los recursos

involucrados en la producción elegida estuviera fijo. Estosugiere que los recursos esencialmente son, en palabrasde Hirsch, “bienes posicionales”9 cuyo valor de usoindividual depende de las propiedades como valor de uso deotros recursos. Incluso si las reglas de Hotelling sonaplicadas de tal manera que se tome en cuenta lainterferencia entre los diferentes recursos, estánimposibilitadas para generar resultados inequívocos.Tercero, las reglas postulan el aislamiento (esto es, laapropiación privada) de los recursos y, en consecuencia,una desintegración de complejos ecosistemas que sonsimplificados dentro de derechos de propiedad legalmentedefinibles y económicamente negociables. Cuarto, si elcálculo para la toma de decisiones es elaborado alrededorde la tasa de interés, la perspectiva de los actoreseconómicos se vuelve crecientemente “miope” conformeella se eleva. Quinto, como es necesario actuarpresuponiendo que se tiene conocimiento de los mercadosfuturos y de las preferencias de los individuos futuros, lapresente generación vive “vicariamente” a nombre de lasque vienen después. Al llegar a este punto, al fin, se vuelveclaro “que no hay manera de escapar de una elección ética,frecuentemente muy escondida bajo los supuestos delmodelo”.10

Ahora bien, en lo que concierne a la teoría del equilibrio,es de “sentido común” que un equilibrio estable (en el quelos participantes del mercado no ven razones para cambiarsus planes) sólo puede ser alcanzado si las decisiones delos actores individuales y las consecuencias de sus accionesse mantiene a pequeña escala. Esta teoría supone que, sipor cualquier razón, un actor se retira del mercado, inclusopara bien, no experimentará variaciones la información conbase en la cual los otros actores y el sistema en su conjuntodeterminan sus propias decisiones. Únicamente sobre estacondición “sin sobrantes”, serán racionales los cálculos delos sujetos económicos que aceptan los precios comopremisas que no pueden ser cambiadas, tal “como la teoríadel equilibrio general requiere”.11 Aparte de que éstaconstituye una definición dura que se aísla en zonas límitedonde no tiene mucha importancia para la economía real,implica que las “externalidades” deben ser tan pequeñasque no pueda existir ningún cambio perceptible en lasprecondiciones naturales de cualquier actor económico.Sin embargo, si tal cambio ocurre, la teoría de los efectosexternos, tal como la economía de los recursos,proporcionaría la valoración monetaria y, desde ahí, lainternalización en los cálculos de costos de los factoresresponsables del cambio –como si fuera posible conocertodos los efectos probables, aunque provinieran de un puntoremoto en el espacio y lejano en el tiempo localizado más alládel horizonte de planeación de los sujetos económicos–. Caberesaltar que, así, paradójicamente, el principio económico

Page 5: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

13

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

12 Niklas Luhmann, Ökologische Kommunikation: Kann diemoderne Gesellschaft sich auf ökologische Gefärhrdungeneinnstellen?, Opladen, 1988.13 Ver Chandler, pp. 240-8; y Gavin Wright, ‘The Originis ofAmerican Industrial Success, 1879-1940’, Revista Americana deEconomía, vol. 80, número 4, septiembre 1990.14 Jean-Claude Debeir, Jean-Paul Deléage, Daniel Hémery,Prometheus auf der Titanic: Geschichte der Energiesysteme,Frankfurt/Main, 1989.

de la escasez exige una rica dotación de recursos, ya que, delo contrario la condición “sin sobrantes” se volveríainaplicable, es decir, se vendría abajo el supuesto de quelos flujos no ocasionan ningún cambio perdurable en lasreservas. Tan pronto como los efectos externos songenerados, no es únicamente la racionalidad del mecanis-mo del mercado lo que queda en cuestión. La degrada-ción de las condiciones naturales, que no pueden serreparadas por la compensación monetaria, equivale a unaalteración de la estructura de la actividad económica en eltiempo. Debe señalarse, asimismo, que debido a que laactividad económica experimentará diversas consecuencias,después de una variación en sus condiciones básicas, todopronóstico económico se tornará necesariamente impreciso.

Aun si los cambios en el ambiente natural son valuadosen precios y compensados con dinero, persisten como unhecho que, con el tiempo, todos los actores económicos tienenque considerar. La compensación financiera por la con-taminación de la hidrosfera no hace al agua limpia de nuevo,así como un gravamen por emisiones de bióxido de carbonono detiene el efecto invernadero, lo que significa que serequieren cambios tecnológicos mayores que sean intro-ducidos en el proceso de producción y en los hábitos deconsumo, tanto individuales como colectivos, que seanajustados a normas de ahorro de energía. Nuevosprocedimientos para la regulación del mercado no son, enconsecuencia, por sí mismos suficientes. La “internaliza-ción” económica de los efectos ambientales constituye sóloun subterfugio; no podría, bajo ninguna situación imagi-nable, compensar el que las condiciones naturales sonalteradas por el proceso de entrada y salida tanto de materia-les como de energía en la producción, el consumo e, incluso,la distribución. Por esto, las reglas neoclásicas de poner“precio” al ambiente (como las reglas de “comunicaciónecológica” de Luhmann)12 deben por principio fallar, auncuando en casos aislados –es decir, incomunicados con elsistema total– ayuden en la toma de decisiones y suminis-tren cierto grado de alivio. La emisión de bióxido de carbono,por ejemplo, podría convertirse en centro para la promociónde cambios en la tecnología productiva y en los modelos deconsumo por medio de sanciones que la desaprueben.

Es necesario adoptar un acercamiento diferente al de lateoría del equilibrio de mercado para encarar el problema dela transformación de materia y energía. Pero ¿cómo puedenespacio y tiempo ser integrados como tales dentro del razo-namiento económico después de haber sido exitosamentedesterrados de éste por las teorías del mercado? La impor-tancia práctica de conceptos que tomen en cuenta los lími-tes naturales, y las consecuencias naturales, de la activi-dad económica ha sido concluyentemente demostrada porla necesidad de un profundo análisis de la crisis ecológica ycivilizatoria en que la humanidad ha caído en el curso de la

era industrial capitalista. La revolución industrial, que regu-larmente es considerada como un proceso que impulsó eldesencadenamiento de las fuerzas productivas, disparógran número de fuerzas destructivas. En las últimasdécadas de la modernización “fordista”, el agotamientode la energía y los recursos materiales se expandió y aceleróa un grado inimaginable.13 En ese corto tiempo, lahumanidad consumió más energía que en toda de suhistoria previa.14 Los mecanismos del mercado, por medio desu presión sobre los individuos para actuar eficientementey alcanzar un excedente monetario, sostuvieron unaespiral de acumulación y expansión cuyos únicos límitesestán en la capacidad de agotar los recursos naturales y,de esta manera, en la naturaleza interna y externa de losseres humanos. Los límites están ahí, aunque la imagi-nación social es necesaria para visualizar si son o nodefinitivos y bajo qué forma. Se expresan en el desastreclimático, la ecomigración, las revueltas contra la pobrezay el hambre, las catástrofes nucleares o en el peligro deuna guerra atómica, también en la endogamia provocadapor el estrechamiento de la diversidad de especies. Eneste contexto, pueden ser racionalmente concebidos comoun fenómeno nuevo completamente diferente a lasmúltiples profecías de fin del mundo que han sidocaracterísticas en la historia humana. Estos límites noradican fuera de la racionalidad del intercambio con lanaturaleza –por ejemplo, en la voluntad punitiva de Dios–,se encuentran, precisamente, basados en los avances dela transformación tecnológico-racional de la materia y laenergía. Pese a que una de las proezas de la racionalidadde “Occidente” ha consistido en pronosticar con granexactitud las posibles consecuencias del intercambioentre la naturaleza interna y externa, no condujo aldesarrollo de una correspondiente capacidad de la socie-dad para prevenir, mediante la acción o la abstención, larealización de las predecibles consecuencias negativas.Todos conocemos el efecto invernadero y, por supuesto,es posible también situar sus causas, pero los cambiosnecesarios en el comportamiento se vuelven de largoplazo porque la inercia del status quo únicamente puedeser superada mediante un tipo de esfuerzos que sonbloqueados con mecanismos sociales dilatorios.

Page 6: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

14

ELMAR ALTVATER

15 Martínez-Alier (p. 5) se refiere a ‘un prolongado divorcio entreel marxismo y la ecología’.16 Capital, Libro I, p. 132.17 Alfred Schmidt, The Concept of Nature in Marx (publicadoprimero en alemán en 1962), Londres, 1971.18 Ibíd., pp. 77-8.19 Ver los comentarios opuestos en Peter Koslowski,‘Risikogesellschaft als Grenzerfahrung der Moderne: Für eine post-moderne Kultur’, Beiträge aus Politik und Zeitgeschehen: Beilagezu Das Parlament, vol. 36, 1989, pp. 2 y siguientes.20 Anders, p. 20.21 Capital, Libro I, pp. 132, 133.22 Ibíd., p. 133.

3. Valor y Materia

Un análisis ecológico de los procesos económicos, porconsiguiente, debe abarcar los cambios en el valor y en lanaturaleza. De la “crítica de la economía política” de Marxuno puede conservar todo lo que desee;15 lo que es claroes que, a diferencia de la economía clásica y neoclásica, esconsciente de la importancia del tiempo y del espacio paralos procesos económicos. Las formas de socialización eincluso los procedimientos abstractos del mercado sonlocalizados simultáneamente dentro del sistema decoordenadas espacio-temporales tanto de la historia de lahumanidad como de la naturaleza. El efecto de socializaciónde los procedimientos del mercado es imperfecto: requiereuna “infraestructura” cultural y natural sin la cual los“individuos autónomos” no pueden relacionarse unos conotros como seres sociales. Además, las condicionesnaturales y culturales se encuentran siendo continuamentecambiadas debido a la actividad económica coordinada yestimulada por el mercado.

Para dar cuenta de esta realidad, Marx introduce todoun conjunto de conceptos interrelacionados: la realidaddual de las mercancías como valor de uso y valor; el carác-ter dual del trabajo productor de mercancías (como trabajoconcreto y abstracto); la diferenciación de la mercancía enmercancía y dinero y, asimismo, del proceso de producciónen proceso de trabajo y proceso de valorización; y ladualidad de fuerzas productivas y relaciones de produc-ción dentro de la dinámica del modo de producción. Marxfunda la categoría «carácter dual del trabajo» como cate-goría “decisiva para la comprensión de la economíapolítica”;16 desde ahí, crea la posibilidad para comprenderlos procesos económicos, al mismo tiempo, comotransformación de valor (es decir, como formación delvalor y valorización) y como transformación de materia yenergía (esto es, como proceso de trabajo o “interacciónmetabólica” hombre/naturaleza).

Marx, que formuló esta perspectiva hace más de unsiglo, no podía medir plenamente los alcances de estaconcepción, tal como ha sido desarrollada en los enfoques

termodinámicos de la economía o en la preocupación porla amenazante crisis ambiental en curso. Las reflexionesde Alfred Schmidt en torno al “concepto de naturalezaen Marx” –que se publicaron hace algunas décadas–17

muestran los límites de un análisis de la “interacciónmetabólica” del hombre (praxis humana) y la naturalezaen el que una ingenua humanización de la naturaleza sus-tituye una seria consideración de sus principiosordenadores. Por ejemplo:

“Aunque los procesos naturales independientes de los hombresson esencialmente transformaciones de materia y energía, laproducción humana no cae fuera de la esfera de la naturaleza.Naturaleza y sociedad no se encuentran rígidamentecontrapuestas... (Por) el contenido de su interacción metabólica,la naturaleza es humanizada mientras los hombres sonnaturalizados”.18

Hoy sabemos que la “humanización de la naturaleza”,que se realiza mediante la “interacción metabólica”hombre/naturaleza, puede tener el efecto inverso de destruirlas condiciones naturales de la vida humana. Del mismomodo que la “naturalización del hombre”, puede realmenteevidenciar un proceso de industrialización en el que laingeniería genética, dentro de los límites de susposibilidades, introduce la producción de hombres comoartefacto técnico, es decir, del hombre como materia primay pieza de repuesto, una cosa carente de toda dignidad.19

El diagnóstico pesimista de Günther Anders en torno al“carácter anticuado del hombre” (antiquation of man) es,a este respecto, más apropiado que la creencia humanistaen el progreso de Leo Kofler o Ernst Bloch, sobre cuya“obsolescencia” (obsoleteness) Anders se muestra tanirónico.20 La crítica de la economía política de Marx esúnica entre las contribuciones de la teoría económica:proporciona un primer eslabón en la conceptualizacióndel vínculo existente entre el sistema regido por el valor ylas regularidades de la naturaleza, sin reducir la naturalezaa economía –como los neoclásicos– o naturalizar laeconomía de forma antroposófica. El propio Marx seenorgulleció por haber sido el primero “en examinarcríticamente la naturaleza dual del trabajo contenido en lasmercancías”: primero como trabajo creador de valor, perosegundo como “una actividad productiva espe-cíficamente adecuada a fines, una actividad productivaque asimila materiales naturales concretos a necesidadeshumanas concretas”.21

“El trabajo, entonces, como creador de valores de uso, comotrabajo útil, es una condición de la existencia humana independientede todas las formas de sociedad; es una necesidad natural eterna quemedia el metabolismo entre el hombre y la naturaleza, y, porconsiguiente, la vida humana misma... Cuando el hombre entra enla producción, sólo puede proceder como la naturaleza lo haceconsigo misma: sólo puede cambiar la forma de la materia”.22

Page 7: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

15

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

23 Pietro Verri, Meditazioni sulla economia politica, en la ediciónde Custodi de Italian economists, Parte moderna, pp. 21, 22;citado en Capital, vol. I, pp. 133-4.24 Por esto, la identificación de Verri sobre el valor y la riqueza en lacita de arriba es inadecuada. Marx, por supuesto, fue más allá en suspropios análisis.25 Ver su contribución en Hans Immler y Wolfdietrich Schmied-Kowarzik, Marx und die Naturfrage: Ein Wissenschaftsstreit,Hamburgo, 1984.26 Hans Immler, Natur in der ökonomischen Theorie, Opladen,1985, p. 263.27 Immler/Schmied-Kowarzik, p. 134.

Marx se refiere aquí a Petro Verri, citando algunas líneasque escribió en 1771:

“Todos los fenómenos del universo, sean producidos por lamano del hombre o por las leyes universales de la física, no cabeconcebirlos como actos de la creación, sino exclusivamente comoreordenamiento de la materia. Unificación y separación son losúnicos elementos... (en) la reproducción del valor.... y la riqueza,sea que la tierra, el aire y el agua se transformen en cereales en loscampos, o que, mediante la mano del hombre, las secreciones de uninsecto se vuelvan seda o algunas pequeñas piezas de metal seanorganizadas para formar un reloj de repetición”.23

Únicamente como resultado de la producción para elintercambio –en la cual se hace abstracción del hecho deque la materia y la energía son transformadas por mediode un trabajo concreto de cualidad específica–, el produc-to del trabajo se vuelve portador de valor y cae bajo ladinámica del sistema de valores.24

La naturaleza dual del trabajo es debida a la forma de lareproducción capitalista. Sobrepuesta a la dinámica delmetabolismo “eterno” entre hombre/sociedad y naturalezase encuentra la “plancha” histórica de la ley del valor y losprocedimientos del mercado. No se debe a ninguna nece-sidad natural que la transformación de la materia y la ener-gía resulte en la producción de mercancías para satisfacerlas necesidades de otros –necesidades que únicamentepueden ser comunicadas por medio del concurso de losprecios en el mercado (esto es, por el poder adquisitivoefectivo)–. En cambio, que los valores de uso sean traídosal mundo sí es “natural” y necesario: de no ser así la vidahumana se colapsaría. La creación de valores que tienenque ser convertidos en dinero en el mercado es comple-tamente debida a la forma social (capitalista) de la pro-ducción mercantil y la función del dinero. El comercio enel mercado y, con él, la necesidad de un análisis teóricoque reconozca los resultados de la reconfiguración de lanaturaleza como valor –esto es, como valor expresado ymedido en dinero–, de ningún modo quedan afectadospor deficiencia alguna de la teoría del valor; lejos de eso,ambos se encuentran estrechamente ligados con losmecanismos socialmente establecidos de selección y evo-lución de las economías de mercado capitalistas.

La naturaleza no crea ningún valor y sus componentesno se convierten en valores a menos que estén “mezcladoscon el trabajo” (Marx) y sean lanzados al mercado para elintercambio. Esta conclusión no es, en absoluto, pruebade una “visión tuerta” de parte de la economía política,como Hans Immler ha sugerido;25 deriva de la formahistóricamente específica de las sociedades capitalistas,única en la cual el trabajo funciona como fuerza creadorade valor. El propósito central de Marx fue descifrar lasformas sociales en las que el trabajo –en su forma especificade trabajo asalariado– debe extenderse hasta el límite para

crear valor, valorizar capital y sostener el proceso deacumulación marchando. La riqueza material se crea con laparticipación de la naturaleza; pero exclusivamente eltrabajo crea valor. Son las formas sociales mercancía,dinero, capital, plusvalor y ganancia las que definen la diná-mica de la sociedad capitalista –no el trabajo como tal, quedebe ser ejercido en todo tiempo y en toda formación socialpara transformar la naturaleza y apropiarse de susmateriales–. Éstas son las formas de socialización que, enuna economía de mercado, reflejan la relación de unos conotros y también con la naturaleza como propiedad naturalde las cosas. A esta forma fetichista es a la que corres-ponde una conciencia de que la naturaleza solamentepuede ser comprendida como propiedad cósica, no comoesfera vital. En este sentido, tanto una “visión tuerta” en lateoría como el “olvido de la naturaleza” en la práctica sonresultado de formas sociales basadas en la reificación.

Una crítica a la “teoría del valor trabajo” (en la versiónde Marx) tendría que mostrar cómo la naturaleza puederealmente asumir la forma de valor o llegar a ser capazde funcionar como creadora de valor. De hecho, esto sólopodría lograrse recurriendo a una concepción fisiócrata,que se caracteriza precisamente por concebir la naturalezao la tierra como productivas en sí mismas. Desde estaperspectiva –que ya fue criticada por Smith y Ricardo–exclusivamente el trabajo agrícola es conceptualizado comoproductivo, porque usa la productividad de la tierra;cualquier otro trabajo queda caracterizado simplementecomo reconfigurador de las cosas, sin producir nada,incluyendo valor. Immler lamenta que se ignore lanaturaleza, que concibe como un “sujeto que se estáproduciendo continuamente a sí mismo”.26 Pero no es capazde descifrar las formas sociales en las cuales la naturaleza,como afirma, puede manifestarse como “altamenteproductiva, planificada, consciente y decidida”.27 Porsupuesto, la naturaleza es productiva: genera lascreaciones más maravillosas, de entre las cuales laevolución de las especies a través de miles de millonesde años constituye la más nítida evidencia; pero lasmúltiples catástrofes en la historia de la tierra muestran

Page 8: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

16

ELMAR ALTVATER

28 Este enfoque es también evidente en Georgescu-Roegen (p. 18),quien presenta ‘la conclusión irrefutable’ de que ‘el verdaderoproducto de ese proceso es un flujo inmaterial, el goce de la vida’.29 Ibíd., pp. 18, 282.

que la productividad de la naturaleza no puede tener lugarsin destructividad. En ningún caso, sin embargo, lanaturaleza es productora de valor, porque sus creacionesno son por naturaleza mercancías. En cambio, el trabajo síes productivo, puesto que con su funcionamiento setransforma a sí mismo y a la naturaleza; además, en lasociedad capitalista se vuelve productor de valor. El valores la relación social en la cual el trabajo privado aislado sevincula al trabajo global, convirtiéndose en social a travésde su relación con la división del trabajo.

Ahora bien, la economía necesita complementarse conel punto de vista termodinámico. ¿Qué significa esto? Quela materia y la energía son transformadas durante la crea-ción de los valores de uso (lo que incluye desde laextracción de materias primas y su separación o ensam-blaje en la producción hasta su transportación hacialos sitios de disfrute), que igualmente son transforma-das durante el empleo de los valores de uso como mediospara la satisfacción de las necesidades (en el consumo), y,por ultimo, durante la pérdida final de las propiedades de losvalores de uso (lo que los convierte en desecho inútil parala satisfacción de cualquier necesidad humana). Estosignifica que una crítica ecológica de la economía políticadepende del análisis del valor de uso: no como objetopara la satisfacción de necesidades individuales (como en lateoría subjetiva del valor),28 ni como determinación formalen el sistema de valores, sino como elemento de unainteracción en cuyo curso la entropía aumenta.

4. Valor de uso y Entropía

En la terminología de la termodinámica, los valores deuso pueden ser definidos como: 1) materia o energía de bajaentropía o elevado ordenamiento, tal como lo formula lavisión de Verri. Es importante, sin embargo, que 2) el orde-namiento debe ser producido para la satisfacción de nece-sidades humanas específicas. Mientras ciertos materialesson aislados de otros que son no-valor de uso por suinadecuación para la satisfacción de necesidadeshumanas; la combinación de otros materiales diversos(que en su forma aislada son inútiles) trae consigo la con-formación de productos nuevos, o concentraciones li-bres, que dejan energía disponible para la ejecución deltrabajo (en el sentido empleado por la física). Una entropíabaja no es, por consiguiente, suficiente por sí misma paradefinir e l valor de uso. Un automóvil o unacomputadora constituyen un conjunto ordenado y

altamente organizado de materiales. Una gran cantidad deinformación, energía y materia es requerida para producirun conjunto ordenado de materiales para la satisfacciónde una necesidad, con el resultado de que la entropía seincrementa en el ambiente debido a los automóviles y lascomputadoras. En su ordenamiento como automóvil ocomputadora los materiales tienen menor entropía queantes, precisamente porque han requerido un insumo deenergía que ha sido tomada, de algún modo, de algunaparte del ambiente. En el proceso de consumo del valor deuso el producto es gastado, lo que quiere decir que en unmomento u otro el automóvil y la computadora sedescompondrán, porque su ordenamiento de ciertosmateriales ya no podrá llevar a cabo su función, o éstosya no podrán ser relacionados y activados del modo quesu mecanismo operacional requiere. En otras palabras, elorden cae en estado de deterioro y la colección de suspartes no puede seguir obedeciendo al principio desatisfacción de necesidades.

Podría objetarse que un automóvil estropeado o unacomputadora descompuesta son todavía una estructuraaltamente organizada, pese a que ya no sean apropiadospara la satisfacción de las necesidades de locomoción yprocesamiento de datos. Pero no todo conjunto demateriales de un elevado ordenamiento o baja entropíaconstituye un valor de uso. Aquí podemos ver la fuerzadel argumento de Georgescu-Roegens acerca de que laley de la entropía debe ser interpretada antro-pomórficamente: la baja entropía es condición necesariapero no suficiente para conformar un objeto como valorde uso. “Ningún hombre puede usar la baja entropía delos hongos venenosos”.29 Por consiguiente, no es la bajaentropía per se, sino únicamente ésta en asociación conla capacidad para satisfacer necesidades humanas, lo queconstituye al principio de ordenamiento.

La entropía ambiental, que ha sido incrementada por laproducción de valores de uso (automóviles o com-putadoras) a través del ordenamiento complejo demateriales, aumenta por el consumo de materia y de ener-gía hasta que, finalmente, nada queda sino desperdiciosen la litosfera, la atmósfera y la hidrosfera. Los efectos sobrela biosfera pueden ser como para cercenar la complejidadde su interacción sistémica con la esfera abiótica y, portanto, pueden menguar la capacidad de traslación de laentropía como compensación a su incremento. La destrucciónde los bosques ofrece un nítido ejemplo de ello: ya que,disminuye la absorción de bióxido de carbono desechadoen la atmósfera y acelera el efecto invernadero, lo que, asu vez, genera múltiples reacciones en todas las otrasesferas de modos que no podemos determinar conprecisión.

Nada puede ser definido como valor de uso, entonces,

Page 9: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

17

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

sin tomar en cuenta al ambiente social, biótico y abiótico.Pero eso es, precisamente, lo que pasa si el valor de uso sevuelve portador de valor y adquiere las propiedades deuna mercancía dentro de la formación social capitalista.Un automóvil o una computadora tienen un precio comoproducto individual y su valor de uso es consumido porsu comprador. Pero también forma parte del ecosistema,puesto que tanto la producción como el consumo del valorde uso transforman el ambiente natural. El aire es com-pletamente mezclado con substancias nocivas, hasta queya no prolonga el “goce de la vida” sino que, en vez de eso,desencadena asma y desordenes bronquiales. El ambientenatural se vuelve, así, cada vez menos adecuado para suconversión en valor de uso –a no ser que se consuma másenergía–. Como regla, los materiales adquieren la pro-piedad de valor de uso mediante un gasto determinado deenergía, particularmente en la forma de trabajo que lossepara o recombina en acuerdo a un plan (a consecuenciade lo cual, se eleva su ordenamiento) o que aísla materialesportadores de energía para hacer aprovechable su poder.Para obtener energía útil de la energía librementedisponible, es necesario que se gaste energía. Esta es la clavede los equilibrios energéticos y de los cálculos de la efec-tividad de la energía. Sobra una mezcla “desordenada” demateriales que ya no son “aprovechables” –y, porconsiguiente, son no-valor de uso– en tanto no sean sepa-rados mediante nuevos gastos de energía (parapurificación del aire y el agua o su “reciclaje”) o com-binados en una forma nueva. Cuanto más “desordenada” lamezcla de materiales y menor el aprovechamiento de ener-gía potencial residual, más desfavorable resulta el balanceenergético. Residuos de desechos arrojados al aire, el aguao como sólidos –derivado de materiales que ya no puedenser convertidos nuevamente en valor de uso– se generanincluso en el negocio de reciclaje más inteligente.

El concepto de entropía, proveniente de la ciencia físi-ca, únicamente adquiere sentido en relación con ladefinición de un sistema y su ambiente limítrofe. Describeel estado de un sistema (cerrado) a temperatura tn, que con-siste en una entropía de t=0 y la integral de toda la entropíainfinitesimal cambia cuando ingresa calor crecientementehasta una temperatura tn. Dos aspectos son significativosaquí. Las reservas de energía y de materia del sistema –enúltima instancia del universo– permanecen fijas bajocualquier transformación de ellas (primera ley de termo-dinámica). Pero su cualidad (su capacidad para realizartrabajo o para satisfacer necesidades humanas) es dis-minuida por cualquier uso de energía y materiales: es decir,sucede un ineludible incremento en la entropía (segundaley de termodinámica). En otras palabras, en el curso desus cambios el balance energético siempre queda enequilibrio, pero la cuota de energía libre y disponible, por

consiguiente aprovechable, disminuye en comparación conla energía no disponible y disipada, que ya no puede serconvertida en trabajo.

La razón para esto es que la conversión de energíatérmica en trabajo es posible únicamente si existe diferenciaen la temperatura dentro del sistema o entre el sistema y elambiente, y, además, la energía en forma de calor puede seremitida en una depresión fría (al ambiente). Únicamentedonde hay una diferencia en la temperatura puede moversealgo –por ejemplo, una máquina de vapor, una turbina o unamáquina de gasolina–. Como ilustración, podríamos tomarla simple rueda de velas usada en las decoracionesnavideñas. El aire calentado por las velas se eleva y mue-ve una rueda pequeña, de peso ligero, de manera que lacorriente térmica es convertida en energía cinética. La corrientede aire caliente y el movimiento de la rueda cesan tan prontocomo la vela se apaga, cuando una diferencia detemperatura ya no puede ser producida a través de la con-versión en calor de la energía almacenada en la cera. Eneste proceso la entropía aumenta, ya que, la energía de la velase dispersa en el espacio y ya no se encuentra disponibleen forma aprovechable. Otra ilustración ayudará a reforzarel punto. Un cuerpo tibio (una estufa, por ejemplo) despideenergía caliente en un espacio frío hasta que lastemperaturas se nivelan –en el supuesto de que no sesuministre nueva energía añadiendo carbón–. Una vezque las temperaturas potenciales se equilibran ya no tienelugar ningún otro intercambio o trabajo. Toda la energíadisponible es la misma, pero ya no puede ser usada pararealizar trabajo.

El concepto de entropía puede también servir para describirdiferencias en el ordenamiento de substancias o sistemas.Son siempre las diferencias en el ordenamiento (causadaspor la separación y/o la combinación planificadas)las que hacen de un sistema o una substancia unvalor de uso. El ordenamiento puede ocurrir “pornaturaleza” según lo que Dürr ha llamado una “islasintrópica” –por ejemplo, si el aluminio, el mineral máscomún en la corteza de la Tierra, está presente en unaconcentración particularmente alta como depósitos debauxita–. O puede ser inducido como un “ordenamiento”de la mano humana –por ejemplo, si la biomasa forestalcontiene bosques de maderas preciosas y los troncos de losárboles de cierto diámetro son aislados y concentrados enun aserradero–. No obstante, existen ciertos límites. En elcaso de las diferencias de calor, el ordenamiento puedeproducirse si éstas se nivelan, de modo que, la depresióncálida se vuelva cada vez más fría y el ordenamiento más“desordenado”. Las diferencias de ordenamiento (y lasdiferencias de calor) se tornan siempre más pequeñas. Entermodinámica, el límite existe en el cero absoluto detemperatura (0º en la escala Kelvin o -273º Celsius). Pero,

Page 10: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

18

ELMAR ALTVATER

30 La constante solar es de 1,368 watts/m en la distancia mediaentre la tierra y el sol en el borde exterior de la atmósfera,perpendicularmente a la dirección de la radiación, y ya que la tierraes una esfera y precisamente una cuarta parte de su superficiepuede ser iluminada verticalmente, 342 watts por metro cuadradoson recibidos en la superficie de la tierra.31 Ver Enquete-Kommission, Dritter Bericht, pp. 129 y siguientes.32 Andrew Ingersoll, ‘Die Atmosphäre’, in Teinhard Kraatz, ed.,Die Dynamik der Erde: Bewegungen, Strukturen,Wechselwirkungen, Heidelberg, 1988, p. 170.33 Ver a Carl Friedrich von Weizsäcker, ‘Evolution undEntropiewachstum’, en Ernst von Weizsäcker, ed., Offene SystemeI – Beiträge zur Zeitstruktur von Information, Entropie undEvolution, Stuttgart, 1974.34 Prigogine y Stenger, Dialog mit der Natur.

en realidad, esta temperatura nunca puede ser alcanzada:ya que, excluye cualquier diferencia de calor (tercera leyde termodinámica). En el límite existe, entonces, un“desorden” que no podría ser considerado, bajo ningunaforma, como un principio ordenador; incluso un cambioascendente de ordenamiento, mediante la separación y lacombinación, ya no sería posible. Todos los materiales yla energía estarían tan completamente mezclados que lasestructuras distintivas de las substancias o los sub-sistemas serían imposibles: la evolución tropezaría con unlímite absoluto; las diferencias de calor serían totalmenteeliminadas; el trabajo ya no podría ser llevado a cabo; losvalores de uso no ya podrían existir más como materia yenergía aislados que sirvieran para satisfacer necesidades.Si las diferencias llegan a desaparecer, la vida misma sevolvería imposible. Porque vida es sinónimo de diferenciavívida.

5. Equilibrio entrópico e inteligencia sistémica

Este hipotético caso límite no es en realidad derelevancia práctica, especialmente si el ineludibleincremento de la entropía se mantiene dentro de cier-tos límites de: a) descarga de entropía al ambiente, ob) absorción de energía del ambiente, y c) recurriendo atécnicas de transformación de la materia y la energía queincrementen la entropía lo menos posible. La presunción deun sistema cerrado, en consecuencia, debería descartarse:ni la Tierra como totalidad ni los subsistemas contenidosdentro de ella (como las sociedades de nacionesindividuales, el proceso de producción, la industria, etc.)constituyen sistemas cerrados. La Tierra se encuentrainserta dentro del flujo de la energía solar –esto significaque recibe energía solar de onda corta, convierte parte deella en crecimiento y trabajo a través de la complejainteracción de la atmósfera, la hidrosfera, la litosfera, labiosfera y la sociosfera, y emite otra parte hacia el espacioen ondas largas y cortas–. Sin una constante entrada deenergía solar, sin el reflejo directo de 102 watts/m-2 y la

significativa emisión de calor de 240 watts/m-2,30 la Tierrapodría llegar a sobrecalentarse (porque la radiación solarcreciera o su cantidad reflejada decreciera) o bien podríaenfriarse (porque la radiación solar decreciera o su cantidadreflejada creciera).31 Si el equilibrio de la radiación mediacambiara incluso ligeramente, el equilibrio térmico de laTierra, que es una precondición para la vida y su evoluciónen el planeta, sencillamente sería destruido; un cambio deuno por ciento en la constante de radiación solarconduciría a un cambio promedio que podría oscilar desdeuno hasta dos por ciento en la temperatura media.32 Adiferencia de la constante de radiación solar, que no puedeser influida por los seres humanos (dado que las ligerasfluctuaciones son provocadas por las manchas solares),la radiación de energía, en cambio, se encuentracrucialmente determinada por las propiedades físicas yquímicas de la atmósfera terrestre, que a su vez está siendoalterada por el comportamiento de la producción y elconsumo humanos. Alteración propiciada tanto porefectos directos (como la entrada de substancias nocivasen el aire) como por efectos indirectos, que incluyen, porejemplo, la degradación de la biosfera, de modo que, suinteracción con las dinámicas de la atmósfera, el suelo y elagua rompe el equilibrio.

Por una parte, la actividad económica es transformaciónde materia y energía, por otra parte, su forma está determinadapor los principios ordenadores de la esfera social. De estamanera, aunque la ley del incremento entrópico esinexorable, su efecto actual en la reorganización de lanaturaleza puede ser afectado por el comportamiento socialhumano. Cambios en la entropía total de un sistema songenerados por un incremento entrópico dentro del sistemacomo resultado de la transformación de materia y energíay, asimismo, por el intercambio de éste con el ambiente através del consumo de energía y la descarga de entropía.Si dS/dt denota el cambio en la entropía total en un períodode tiempo, dSp la “tasa de producción de entropía”,33 dSa/dt la descarga de entropía dentro del ambiente y dE/dt elconsumo de energía, entonces tenemos:

dS/dt = dSp/dt - dSa/dt - dE/dt

Es decir, la tendencia de la entropía total en un sistemano puede definirse de antemano, ya que, depende de las“condiciones marginales” de la descarga de entropía ydel consumo de energía. Consecuentemente, el“equilibrio (aparece) en este sentido como ‘atractor’de estados de desequilibrio”.34 Las tres cantidades delas que depende el cambio de la entropía total de unsistema abierto pueden así ser configuradas dentrode ese sistema, aún cuando la segunda ley de latermodinámica no puede dejar de operar.

Page 11: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

19

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

35 Ged R. Davis, ‘Die Krise des Globalen Energiesystems’, Spektrumder Wissenschaft, noviembre 1990.36 Enquete-Kommission, Dritter Bericht, pp. 34f.

El c o n s u m o d e energía para la producción de unaunidad del producto social (o per cápita), como se sabe,difiere de una nación a otra: es significativamente mayoren Canadá, los EU y fue mayor en la antigua RepúblicaDemocrática Alemana, que en Japón, Italia y lo que era laRepública Federal Alemana.35 La emisión de substanciasnocivas al ambiente por los automotores de transportedepende de la tecnología de combustión, pero también de lasleyes sociales que regulan la densidad de automóviles. Elincremento entrópico está determinado tanto por losmodos sociales de vida y de trabajo como por las solucionesa los problemas técnicos. Los catalizadores puedenperfectamente reducir la emisión de dióxido de azufre delos automóviles individuales, pero la automovilización de lasociedad cancela el efecto positivo sobre el ambiente. Apesar de la introducción de “automóviles ambientalmenteamigables”, por ejemplo, la emisión per cápita de bióxidode carbono en los Estados Unidos constituye una de lasmás altas del mundo.36 En este sentido, podría concluirseque, puesto que la “inteligencia sistémica” es responsabletanto de los arreglos técnicos como de la regulación socialy política de la producción y el consumo, la limitación delincremento de la entropía es sobre todo una cuestión demodelo social. El ecosistema debe ser organizado en talforma que, en la interacción con la biosfera, la atmósfera,la litosfera y la hidrosfera, el equilibrio térmico seamantenido dentro del flujo de energía solar.

La inteligencia sistémica puede, de esta manera, serexpresada dentro de la ecuación de la entropía. Dentro deun sistema cerrado, podría ser incrementada elevando elconsumo de energía y la descarga de entropía o dis-minuyendo la tasa de producción entrópica. Los primerosdos métodos, sin embargo, hacen necesario replegarserespecto del ambiente y, por tanto, que los desechos de laproducción se envíen al extranjero o se entierren en elsubsuelo y se explote la energía extrayéndola de otraspartes de la Tierra como combustible para las gasolineras.Muchos países industrializados han disminuido su incrementode entropía de esta forma; en el marco de una investigacióncomparativa, algunos de ellos (como Suecia y Japón) podríanincluso mostrarse como ecológicamente ejemplares. Porsupuesto, si la Tierra es considerada como un sistemaglobal, la política de mayor consumo de energía y mayordescarga de entropía no puede ser aceptada como laexpresión de un alto nivel sistémico de inteligencia. Elúnico modo de intercambio con el ambiente natural quecabe calificar como sistémicamente inteligente es aquélque, en la mayor medida posible, evita el incremento deentropía. Aire sucio, desperdicios líquidos y sólidos debenser evitados y, además, debe mantenerse el consumo deenergía tan bajo como sea posible –no sólo por mediostecnológicos, sino también a través de un “modo de

regulación termodinámicamente eficiente”–. Lo que, a suvez, exige que la reificación –el reflejo del ser social en losproductos humanos como si no hubieran sido producidoscon base en la transformación de materia y energía y, portanto, con base en la reorganización de la naturaleza– nodeba regir más la relación sociedad/naturaleza. Sin duda,la conciencia reificada constituye un obstáculo para eldesarrollo de la inteligencia sistémica.

Frente a ella, las leyes termodinámicas son, por unlado, condiciones de “hierro” independientes delintercambio o –para usar la metáfora de Marx– del “meta-bolismo” entre el trabajo y la naturaleza. El trabajo mismoes una actividad social que cae dentro del campo de laciencia social y, a la vez, una categoría física propensa aser estudiada por la termodinámica. Por otro lado, si lasleyes termodinámicas tienen que adquirir relevancia dentrode la ciencia social e, incluso, llegar a ser materia política,es debido a las contradicciones entre la valorización decapital como principio de ordenamiento social y lascondiciones de reorganización de la naturalezacomprendidas en la producción de los valores de uso concretos.Tales contradicciones son actualmente más significativas queen el tiempo en que Marx estaba escribiendo su Crítica dela Economía Polít ica , por eso, hoy deben serexplícitamente incorporadas dentro de la Crítica de laEconomía Política e integradas dentro de su sistemateórico. Indiscutiblemente, la economía ya no puedeprescindir de una teoría del valor de uso en la cual elconcepto de entropía ocupe un lugar central.

6.- Cinco dimensiones de la contradicción entre Ecología y Economía

La “dualización” específicamente del proceso devalorización y del proceso de trabajo, así como lacontradicción resultante del conflicto entre la dinámicade valorización del capital (el lado de la forma) y lascondiciones económicas naturales del proceso de pro-ducción y reproducción (el lado de la naturaleza), nosrevelan principios de ordenamiento distintos y nonecesariamente compatibles que estructuran elcomportamiento económico humano. Principios quepueden ser reformulados, de tal modo que se definacon mayor precisión la relación entre economía yecología.

Page 12: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

20

ELMAR ALTVATER

37 Peter W. Attkins, The Second Law, Nueva York, 1984, p. 38.38 El impacto de la radiación solar sobre la tierra corresponde cadaaño a 178,000 años terra-watts. Davis, op.cit., p. 50.39 Koslowski, op.cit., p. 15.40 Georgescu-Roegen, op.cit., p. 133.

Cantidad y calidad

La dinámica de la economía capitalista moderna debeser entendida esencialmente como un proceso deincremento cuantitativo del valor. El concepto de Marxsobre la forma de valor, o el concepto de unidad generalde medida de Ricardo o Keynes, teoriza la eliminación de lasdiferencias cualitativas que permite que los resultadoseconómicos sean medidos por sus incrementoscuantitativos. La economía, de este modo, estructura (enel sentido de Aristóteles) la espiral crematística de expan-sión de la producción y el consumo más allá de las“necesidades domésticas”. La producción de un excedentees impuesta por el mercado en acuerdo a la racionalidadinstrumental.

En el sistema ecológico, sin embargo, la evolución antetodo consiste en el despliegue de cambios cualitativos oreagrupamientos de energía y de materia. En la medida enque estamos hablando de sistemas cerrados, los cambioscuantitativos en los equilibrios energéticos y en la pro-porción de materia pueden ser descartados: esa es la con-clusión final de la primera y la segunda leyes de la termodi-námica. La cantidad de energía permanece igual, pero sucalidad se deteriora porque cada vez puede ser menosusada para la realización del trabajo. Por consiguiente, nopuede existir escasez en el sentido físico, sólo escasezeconómica y social generada por la transformación demateria y energía según lo explica la segunda ley de latermodinámica.

“Cuando quemamos combustibles fósiles, como carbón ypetróleo, o energía nuclear, no decrece la provisión de energía. Enese sentido, nunca podrá existir una crisis energética, porque laenergía del mundo es siempre la misma. Sin embargo, cada vez queconsumimos un trozo de carbón o una gota de petróleo y cada vezque un núcleo estalla, estamos incrementando la entropía delplaneta... Dicho de otro modo, cada acción disminuye la calidad dela energía del universo”.37

Y disminuye primero en la Tierra, cuyas reservas deenergía fósil de ninguna manera son ilimitadas.

Podría objetarse que no podemos asumir realis-tamente la existencia de sistemas cerrados. De hecho, laTierra constituye un sistema abierto que es provisto deenergía por el sol y que irradia calor al espacio;38 además, enla Tierra misma existen naciones que actúan dentro de sis-temas abiertos e integrados. Pero no debe perderse de vistaque, con el cuantitativismo y crecimiento de la economía

mundial capitalista, opera una tendencia a someter latotalidad del globo, incluyendo los mundos de la vidano-económicos, bajo el principio capitalista de valorización–creando así un verdadero sistema económico cerrado (¡notermodinámico!) en la Tierra–. Entre las consecuencias,por supuesto, se encuentra el hecho de que las reservasde energía y cúmulos de desperdicios no pertenecen a“otro mundo”, pero forman parte de un “Mundo Único”.Como Koslowski señala en otros campos, es “erróneoasumir que el dominio de la naturaleza y la expansión de laeconomía puedan continuar sin ningún límite”.39 Lomismo vale para las reservas de mundos de la vidaindividual, que también pueden ser depredados por estasobredeterminación cuantitativa. El resultado es, entonces,una erosión del “otro general” socialmente necesario, pormedio del cual cada individuo puede reconocerse a símismo o a sí misma en los otros.

Tiempo y espacio versus eternidad e infinito

La aceleración del sistema económico conduce a quelas diferencias temporales dentro de él tiendan a cero.Aunque la simultaneidad es irrealizable por el carácterirreversible de las transformaciones de materia y energía,así como por el incremento de la entropía, garantiza ladireccionalidad del “vector-tiempo” moviéndose desde elpasado a través del presente hacia el futuro. Asin-tóticamente, sin embargo, es posible aspirar acercarseal principio de simultaneidad haciendo caso omiso de la irre-versibilidad y del incremento de entropía. Georgescu-Roe-gen distingue entre el tiempo newtoniano t (caso inferior)y tiempo social T (caso superior): “El tiempo fluye a travésde la conciencia del observador. Deriva del flujo de con-ciencia, no del cambio en la entropía”.40 En el tiempo de lafísica newtoniana la historicidad del tiempo T y, con ella,la diferencia entre pasado, presente y futuro, se desdibujaen un intervalo que permanece idéntico en todo tiempoy lugar. En el deporte un intento siempre frustrado deeliminar el tiempo histórico para medir únicamenteintervalos ahistóricos es muy usual. El intervalo detiempo récord que un velocista necesita para cubrirlos cien metros –digamos 10.1 segundos– es idénticoen Los Ángeles en 1980, en Nairobi en 2010 o enHamburgo en 1878. Pero aparte de que es definido porla medida vigente de tiempo en cada ocasión, eseintervalo es completamente diferente en el marco deltiempo histórico transcurrido entre los tres actos demedición.

Con respecto al espacio, existe una tendencia similara superar todos los obstáculos que lo hacen diferenciable,ya que, las distancias son reducidas por la construcciónde carreteras, puentes, veredas, túneles, campos de avia-

Page 13: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

21

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

41 Marx, Grundrisse, Harmondsworth, 1973, p. 524.

ción y otros. La cualidad del espacio, así como la deltiempo, es asintóticamente reducida a cero: es la “aniqui-lación del espacio por el tiempo” 41 y viceversa. La dinámicaeconómica de las sociedades capitalistas, con susprecondiciones técnicas para la reducción de diferenciasespaciales y temporales, apunta a la posibilidad dedesdeñar la naturaleza. No obstante, aunque podríaparecer trivial mencionarlo, la naturaleza no puede existirsin tiempo y espacio: el desprecio del espacio y del tiemponos aleja de la naturaleza, y como los seres humanos somostambién seres naturales, nuestro modo de existencia quedapor consiguiente socavado. De ahí que, la teoría econó-mica, por sus abstracciones del tiempo histórico y del espa-cio concreto, nos presente al sujeto bajo la forma del homooeconomicus, esto es, como un homúnculo en quien nohay más que reglas programadas para la toma de decisionessubordinadas al racionalismo. Desde este punto de vista,el reproche de Immler de que la economía “olvida lanaturaleza” es enteramente justificado.

Reversibilidad/circularidad e irreversibilidad

En el sistema económico, la lógica del cálculo mercantilimplica que el capital debe completar un proceso decirculación en expansión para realizar la valorización. Lacompulsión por conseguir un excedente es ineludible silos procesos de producción han sido financiados concréditos y se tiene que pagar intereses. De este modo,todos los procesos económicos deben ser circulares oreversibles. En los diagramas tradicionales de circulacióny en los esquemas de reproducción (comenzando por la Ta-bla Económica de Quesnay) esto se encuentraclaramente expresado. Y en los manuales de economía yadministración de negocios, indicadores tales comorentabilidad, interés del capital o tasa de ganancia señalanla circularidad del flujo del capital en la relación entreresultados y gastos. Si el círculo se rompe, el capital norefluiría multiplicado (mediante la ganancia y el interés),por tanto, las tendencias hacia la crisis económica seríaninevitables.

En contraste, en la naturaleza procesos completos detransformación de materia y energía se caracterizan por lairreversibilidad. Esto proviene en última instancia de la leyde la entropía. Dentro de un sistema cerrado, la direcciónnatural de la conversión de energía y de materia está estre-chamente relacionada con una declinación irreversible de sucalidad. Tal degradación no aplica necesariamente en unsistema abierto, siempre que esa energía y esa materiapuedan ser introducidas en el sistema económico desde elmundo circundante. En tanto la teoría económica se concibacon un enfoque nacional –como los términos alemanesVolkswirtschaftslehre y Nationalökonomie fuertemente

sugieren– y mientras desde éste se siga investigando lasinterconexiones con el mundo puramente como flujos devalor (importación y exportación de mercancías, movi-mientos de capital y de fuerza de trabajo, flujos financieros),la contradicción entre circularidad/reversibilidad e irre-versibilidad difícilmente será tomada en cuenta. Indu-dablemente, la tendencia antes mencionada opera aquítambién. El cuantitativismo y el crecimiento del sistemaeconómico son responsables del hecho de que la totalidaddel planeta se encuentre subordinada a los principioscapitalistas de transformación de valor y de materia, asíque se ha vuelto crecientemente inadmisible postularsistemas abiertos a un ambiente rico en energía y materiapartiendo de ignorar irreversibilidades. Los cambios en lasreservas deben, por consiguiente, ser tomados en cuentaen el análisis de flujos.

Ganancia, interés y cambio de entropía

En el sistema económico, la ganancia y la tasa deganancia sobre el capital real, o la tasa de interés sobreactivos monetarios, constituyen la medida del éxito de pro-cesos microeconómicos y –en forma mediada– macro-económicos. La propia fórmula de Marx para la tasa de ganan-cia (plusvalor sobre el gasto en capital variable yconstante) no es diferente en su estructura lógica. Lomismo vale para la tasa de interés –expresada como unporcentaje del desembolso monetario– que constituye parexcellence una unidad circular de medida que se forma enlos mercados de dinero y capital. Las tasas de ganancia einterés tienen una importancia central en el sistemaeconómico, no únicamente como medidas. Sus niveles(y sus variaciones entre naciones, regiones o ramas)influyen ampliamente en la dinámica y la dirección deldesarrollo económico y social. La medición económica dela tasa de ganancia, la tasa de interés y la tasa de creci-miento (en cualquier forma que sean calculadas) es circular,aunque en verdad esa circularidad sólo tiene sentido si esexpansiva, es decir, si tiene forma de espiral. El crecimientocero de capital, consiguientemente, es imposible.

En cambio, la medida ecológica de los procesoscualitativos de transformación de la materia y la energía laofrece el cambio en la entropía. Es no-circular porque midela disminución del ordenamiento de la materia o la dis-ponibilidad decreciente de energía en el curso del tiempo.Un aumento en la entropía es sinónimo de un decrementoen la calidad de la energía para convertirse en trabajo enel futuro. En sentido inverso, una caída en la entropía essinónimo de un incremento en la energía utilizable (o,análogamente, en la materia utilizable). Elevadas tasas de

Page 14: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

22

ELMAR ALTVATER

ganancia y de acumulación (en términos de valor y precio)usualmente indican un alto flujo de materia y de energía,es decir, en un sistema cerrado, elevadas tasas de incre-mento entrópico. De este modo, la tasa de gananciaexpresa que, en un determinado periodo entre el pasadoy el presente, un valor excedente, superior al desembolsodel capital, ha sido producido. En este punto se calculael éxito del sistema económico, en el cual la tasa deacumulación y, desde ella, la tasa de crecimientoeconómico dependen de la tasa de ganancia. Porcontraste, la tasa de incremento entrópico expresa que,en comparación con el estado presente de cosas, unamenor cantidad de energía y materia utilizables estarádisponible en el futuro (lo que se evalúa dejando de ladoenergía que pudiera entrar desde otros sistemas, como elsol). En consecuencia, los tiempos de comparación económicay ecológica no son los mismos en la medición de las tasas deganancia e interés, por un lado, y de cambio entrópico, porotro.

Racionalidad e irracionalidad

La lógica del desarrollo económico –que demanda asu vez regulación social– exige un incremento de lasganancias para alcanzar elevadas tasas de beneficio y decrecimiento en el sistema económico. El empleo y laprosperidad creciente dependen de ese resultado efectivo.Al mismo tiempo, los procesos naturales de trans-formación se organizan de tal forma que mantienen unequilibrio dinámico entre el consumo entrópico y ladescarga entrópica, entre la Tierra como sistema global yel universo como ambiente. Esta lógica regula eldesarrollo sobre la Tierra, considerada como sistema“Gaia” de interacción entre todas sus esferas, desde hacemiles de millones de años, sentando las bases sobre lascuales la evolución tiene lugar.42 La vida sería imposiblesin la organización sistémica-inteligente de un equilibrioenergético en la Tierra; la biosfera viviente mismaorganiza procesos en la litosfera, la hidrosfera y laatmósfera con vistas a la menor tasa posible deproducción de entropía. Como Prirogine ha argumentado,la disipación misma de energía y de materia puede generarestructuras evolutivas. De lo contrario, el crecimiento yel desarrollo, la diferenciación y la interacción complejade las especies deberían ser descartados. El “principio deequilibrio continuo” es, de este modo, racional dentrodel sistema ecológico.

Pero, lo que es racional en el sistema ecológico esirracional en términos de la economía de mercado: una eco-nomía sin ganancia. La lógica del mercado hace necesariala búsqueda de un excedente monetario, sin el cual unaunidad microeconómica (una empresa) tiene que admitirsu derrota y declararse en bancarrota. Más aún, la economíadel mercado nacional puede caer en una crisis de deuda sies incapaz de cumplir con la severa coacción presupues-taria externa, y si la rentabilidad del capital y la tasa decrecimiento de la productividad del trabajo se colocandebajo de la tasa de interés por un periodo de tiempoprolongado. A la inversa, altas tasas de ganancia y de acu-mulación indican éxito en el sistema económico ycondiciones favorables para la inversión, el ingresonacional y el empleo. Sin embargo, como regla altas tasasde acumulación están estrechamente relacionadas conelevado uso de energía y materia, por tanto, aceleran elincremento de entropía en el sistema natural. Estacontradicción entre racionalidad e irracionalidadcaracteriza la razón instrumental de Occidente que nece-saria e ineludiblemente contiene un elemento irracional.Podría objetarse, por supuesto, que las economíassubdesarrolladas (como la que tuvieron los países del“socialismo realmente existente”) han sido siempre másderrochadoras de energía y de materia que las economíascapitalistas modernas. Es cierto, pero ellas también se hanesforzado por conseguir altas tasas de acumulación y, alfinal, fueron ecológicamente destructivas y menos exitosasen términos de la economía de mercado.

7. Politización de la Contradicción entre Economía y Ecología

Dos problemas surgen de la naturaleza contradictoria dela valorización del capital y la transformación de la naturalezapor la interferencia entre los principios de ordenamiento de laeconomía y la ecología. Primero, el incremento de la pro-ductividad –una condición necesaria para la realización de laganancia y el interés– sucede mediante una ampliación delacceso individual y social a la naturaleza. La productividaddel trabajo, incluso cuando la naturaleza ofrece “fuerzasproductivas gratuitas”, nunca es mero regalo de la natura-leza, más bien, es resultado de “miles de siglos” de historiahumana y de transformación de la naturaleza que ha tenidolugar durante ese tiempo.43 Pero es únicamente en los últimossiglos, cuando el modo de producción capitalista haprevalecido, que se le ha dado un colosal ímpetu sistemáticoal incremento de la productividad. En efecto, desde laRevolución Industrial, el capital ha tendido a hacer sudesarrollo tan independiente como le ha sido posible de laslimitaciones propias de la naturaleza y del factor “subjetivo”de la producción, el trabajo humano.

42 Ver a Peter Bungard y Edward Goldsmith, eds., Gaia: The Thesis,the Mechanisms and Implications, Wadebridge, 1988; y NormanMyers, The Gaia Atlas of Future Worlds: Challenge and Opportunityin an Age of Change, Londres, 1990.43 Marx, Capital, Libro I, p. 647.

Page 15: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

23

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

44 Martínez-Alier, op.cit., pp. 2 y siguientes.45 Ver también a Rolf Peter Sieferle, ‘Perspektiven einerhistorischen Umweltforschung’, in Sieferle, ed., Fortschritte derNaturzerstörung, Frankfurt/Main, 1988.46 Capital, Libro I, p. 638.

El incremento de la productividad laboral también puedeser interpretado como un incremento acelerado de laentropía, si no pueden desarrollarse nuevas “depresionesde calor” para descargar la entropía o no se crean nuevasfuentes de energía. Como la construcción del perpetummobile tiene que ser excluida por principio, los incrementosmás rápidos de la productividad exigen necesariamente unacelerado incremento de la entropía –esto es, un deteriorocualitativo de la capacidad de la energía y los materiales detrabajo o, más generalmente, de su utilidad para lasatisfacción de necesidades humanas–. Debe hacersehincapié en que esto únicamente se aplica sobre el supuestode un sistema cerrado. Si esta suposición es hecha a unlado, la productividad también podría incrementarsemediante el consumo de energía y de materia provenientesde otros sistemas diferentes a aquél en el que ocurre elincremento de la productividad, o bien mediante la descargade entropía en esos otros sistemas: ya sea en otro espacio(como cuando se envían desperdicios europeos a África)o en otro tiempo (como cuando sucede el saqueo derecursos minerales a futuras generaciones dejando detrássólo montañas de desperdicios). Martínez-Alier hamostrado convincentemente que la elevada productividadde la agricultura moderna (medida en ingreso monetario)requiere como insumos energía barata y copiosascantidades de fertilizante provenientes de otros sistemas, yla sustitución de la variedad de cultivos por un monocultivosimple y procesable mecánicamente (además de fácilmentecomercializable).44 Como resultado, contradictoriamente, lacalidad de la tierra podría deteriorarse y su productividadfutura reducirse.45 Más aún, en la medida en que existainterferencia entre dos sistemas –por ejemplo, entre la agri-cultura y el sistema del que proviene el fertilizante y la ener-gía– éstos terminan formando un sistema en el que, una vezmás, la entropía se incrementará por desarrollo de laproductividad.

Marx esperaba que el progreso de las fuerzasproductivas tuviera como desenlace la emancipación humanade las limitadas relaciones de producción capitalistas, por eso,no podía ignorar el lado opuesto de este progreso. En unaagricultura sujeta al régimen de racionalidad industrial,

“todo progreso en el incremento de la fertilidad del suelo por untiempo determinado constituye un progreso hacia una ruina muyprolongada de las fuentes de esa fertilidad. Entre más un país impulsala gran industria como plataforma de su desarrollo..., más acelerado eseste proceso de destrucción. La producción capitalista, en consecuencia,únicamente desarrolla la técnica y el grado de combinación del procesosocial de producción si simultáneamente socava las fuentes originalesde toda riqueza –el trabajador y la tierra–”. 46

La escala de destrucción de las “fuentes originales”de lariqueza aumenta con el crecimiento de las fuerzasproductivas –esto es, con los alcances de la actividad

humana–. En este sentido, la “revolución industrial” hatenido más consecuencias de largo plazo que la revolución“neolítica” de hace diez mil años. Como podemos ver, Marxno “olvidó la naturaleza”: se daba perfectamente cuentadel poder ecológicamente destructivo de las fuerzaseconómicamente productivas. Únicamente en las formu-laciones marxistas posteriores, el desarrollo de las fuer-zas productivas llegó a ser fetichizado como factordinámico propio del progreso.

Segundo, las contradicciones se vuelven cada vez másy más politizadas conforme los procesos que destruyen laecología traen consigo la desaparición presente y futura,actual y potencial, de diversos valores de uso. De suerteque, respetables formas de satisfacción de las necesi-dades humanas, que no son suficientemente valoradas,enfrentarán más dificultades y serán más caras o, incluso,se tornarán completamente imposibles. Como reacción aesto el potencial de una resistencia social podría tomarforma.

Existe una razón sistémica por la cual esto podríasuceder. La tendencia establecida por el consumo deenergía y de materia, que resulta en su deteriorocualtitativo, se regula por el marco de su capacidad parasatisfacer necesidades humanas. Por tanto, el conceptode “calidad” de la energía y de la materia adquiere unacarga antropocéntrica. Mientras en términos puramenteenergéticos nada cambiaría en la Tierra y en el universocomo resultado de cien explosiones de bombas atómicas; elincremento de la entropía suprimiría las condiciones para lavida humana sobre el planeta o, al menos, para la civilización.Lo que significa que el incremento de la entropía –y sumedida– no constituye únicamente un proceso físico.No existe ninguna necesidad natural de que las bombasatómicas sean detonadas; ni existe ley naturaldeterminando que uno, dos o cinco mil millones depersonas deban manejar automóviles; igualmente la talao la quema de las selvas tropicales no tiene nada que vercon la biología, la meteorología o la física; todas éstosconstituyen problemas puramente de relacionessocioeconómicas y de regulación política. Así que si lacalidad de la materia y la energía o, incluso, la deecosistemas completos se deteriora, con efectos adversospara las posibilidades de satisfacción de las necesidades

Page 16: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

24

ELMAR ALTVATER

47 Koslowski, op.cit., p. 19.48 Ibíd.49 Una revisión minuciosa de la literatura se encuentra en Martínez-Alier.50 Ver a Immler; y Stephen G. Bunker, Underdeveloping theAmazon, Urbana y Chicago, 1985.51 Capital, Libro I, p. 176.

humanas, comienzan a acumularse las bases de unconflicto social. De este modo, el proceso natural deincremento de la entropía se entrelaza con el proceso socialdeterminando el acrecentamiento de la tasa de entropía.

Movilizar la resistencia social contra las leyes físicassería peor que vano, sin embargo, la ley de la entropíatiene una dimensión social perfectamente susceptible deregulación. Sería engañoso postular, a la manera del primerClub de Roma o del Reporte Global 2000, que la dotaciónde recursos de la humanidad está dada de una vez y parasiempre y que, eventualmente, debe alcanzar un puntode agotamiento natural. La primera ley de la termodinámicaestablece que la energía en el universo permanececonstante; la segunda ley del incremento entrópico afirmaque únicamente cambia su calidad; lo que da comoresultado escasez económica y, por tanto, demandassociales de regulación para enfrentarla. La sociedad puedeinfluir en la escala del incremento entrópico, aun cuandolos procedimientos mercantiles no son de ninguna manerasuficientes para lograrlo, porque ellos son parte delproblema y no parte de la solución. Koslowski también serefiere a la escasez cuando escribe:

“Lo que es escaso no es la materia sino sus ordenamientos, lanaturaleza viviente orgánica y los recursos materiales determinadoscualitativamente. No es el agua como tal la que llega a ser escasa,sino el agua cualitativamente pura, es decir el agua para beber... Loque es escaso no son los recursos materiales en sí mismos, sino lasestructuras y los ordenamientos de la naturaleza en que los recursosen su forma pura y la naturaleza misma están disponibles”.47

Al fin, Koslowski está pensando en la naturaleza comouna “totalidad orgánica”, como el “gran organismo Tierra”,que es desgarrado a través del acceso selectivo a recursosparticulares. Para él, la naturaleza debe ser consideradacomo un “valor” y “ser afirmada tanto en la política como enla economía como un valor”.48 No obstante, si la naturalezarealmente es valorizada en la economía, el resultado es pre-cisamente la destrucción de la naturaleza que Koslowskidesea evitar –pese a que “el hombre” trascienda la natura-leza “en el reino espiritual”–. El “hombre” puede perfecta-mente bien reconocer la naturaleza como un “valor” y, al mismotiempo, colocarse bajo las exigencias económicas de lavalorización. Equipado, a la vez, con una ética ecológica y unaracionalidad económica, puede aún degradar la naturaleza.

No podemos, por consiguiente, abstenernos de unanálisis de las formas sociales del intercambio humanocon la naturaleza, así como tampoco de las formas de lavida social. Los acercamientos a la economía política desdeuna perspectiva energética49 se quedan cortos porquesolamente evalúan los procesos económicos en términosde equilibrios energéticos, o se quedan librando una“insípida y tediosa disputa” en torno a la producción devalor en la naturaleza,50 o sobre “el papel jugado por lanaturaleza en la formación del valor de cambio”.51 La eco-nomía política no es olvido de la naturaleza, pero la tesisde que la economía política olvida la naturaleza es en símisma olvido de la forma. El incremento entrópico porla producción de valores de uso –esto es, por la trans-formación de materia y energía– constituye una ley natu-ral, pero la “tasa de producción de entropía” es objeto dela organización social y política, por lo tanto, se vuelveobjeto de conflicto social. Las dimensiones de la con-tradicción entre economía y ecología no constituyen undestino humano ineludible; pueden ser modeladas por lasociedad.

8. Polarización Espacial y Piratería Temporal

A primera vista parece como si las interferencias entrela crisis económica y la crisis ecológica pudieran sertratadas prioritariamente como un problema ético cuyasolución descansara sobre el ascetismo pragmático.¡Minimiza la agudización de las contradicciones! ¡Consumetan poca energía y materia como sea posible! ¡Actúa de talforma que el ambiente natural sea dejado a futurasgeneraciones en no peores condiciones en que loencontraste! ¡No permitas que posibilidades de desarrollofuturo se pierdan debido a la desmesurada degradaciónactual del ambiente! ¡Sigue el principio de la ganancia,pero mantén el incremento de la entropía dentro de loslímites! ¡Observa el principio de responsabilidad!

Tales son los postulados subyacentes de todosaquellos enfoques ambientalistas que apuntan a una“reconciliación” teórica o práctica entre economía yecología. Sus imperativos categóricos sirven para sosteneruna práctica que busca técnicas y formas de organizaciónsocial que mantengan la tasa de producción entrópica ensu nivel más bajo posible. Sus reglas de toma de decisiones,conformes al principio racionalista, establecen criteriosecológicos derivados de una “ética Gaiana” (JoséLutzenberger), en acuerdo a la cual la Tierra (“Gaia”)constituye un organismo viviente en el cual el flujo deenergía puede mantenerse estable solamente a travésde la compleja interacción de sus esferas biótica y abiótica,única en el sistema solar. La vida en la Tierra es vista, así,como un todo que se encarga del mantenimiento de sus

Page 17: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

25

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

52 Ver a Ursula Wolf, ‘Brauchen wir eine ökologische Ethik?’,Prokla, número 69, 1987; y Sieferle, pp- 356 y siguientes.53 Por ejemplo la “comunicación ecológica” de Lühmannúnicamente es posible dentro de los códigos del sistema económico,con su lógica binaria de decisión entre pagar y no pagar.54 Cf. Joachim Weimann, Umweltökonomik. Eine theorieorientierteEinführung, West Berlin, 1990, pp. 47-60.

propias precondiciones. De ahí, la regla de abstenersede cualquier intervención en los ciclos bióticos yabióticos que perturben su interacción. Con todo, losprincipios éticos todavía deben ser convertidos enimperativos morales: deben ser universalizados y nocontradecir otros imperativos morales fundamentadoséticamente. El debate en torno a una “ética ecológica”ha sacado a la luz las inconsistencias de la pretensión dereconciliar economía y ecología.52 En la práctica, elconflicto entre una ética ecológica y otros principiosfundamentados éticamente del Tercer Mundo se poneen evidencia cuando la lucha actual contra la pobrezaacepta un empeoramiento de las condiciones naturalesde la vida futura. Principios universales no pueden serusados para decidir qué generación tiene más derechos:la hambrienta de hoy que necesita ser mejor alimentadao las generaciones futuras que necesitarán un ambientesin daños. Por supuesto, este no es argumento contrala necesidad de normas fundamentadas éticamente pararegular el intercambio con la naturaleza, especialmentepuesto que la regulación autodeterminante del mercadono es adecuada a las condiciones ecológicas de laactividad económica. Si, según la lógica de esta últimaregulación, se intenta calcular la base ecológica convalores monetarios, será inevitablemente sobre el principiocaracterístico de la forma mercantil: es decir, sobre lareificación y la consecuente eliminación de los límites quela naturaleza representa para la producción y elconsumo.53 En cambio, si ese principio es descartado, laposibilidad del cálculo económico basado en lamercantilización y la monetización será reducida.

De cualquier manera, los imperativos categóricos soninsuficientes sin reglas institucionalizadas delcomportamiento ecológico. Si simplemente quedan comoimperativos habrá una constante exigencia deenérgicos esfuerzos personales, que siempre estaránamenazados por el riesgo de caer en la tramparacionalista de decisiones y comportamientos puramenteindividuales: donde la contribución de los individuos a lasolución del problema ecológico es sumamente limitadapor el peso de su comportamiento no-ecológico en elbalance global.54 El ascetismo ecológico quizás sea moral,pero la libre conducción es racionalista. Más aún, es difícily también costoso coordinar la actividad de múltiplesindividuos a lo largo de cualquier plazo. Esta tramparacionalista condena al fracaso toda propuesta basada en“campañas”, siempre interminables, contra la crisis de losdesperdicios, la expansión de los automóviles en lasciudades, o que se pronuncian a favor de un boicot alconsumo de madera tropical. Los imperativos deben serinstitucionalizados y acompañados de sanciones para quepuedan convertirse en límites para todos en las áreas

donde exista un acuerdo social (regido por las reglas dela democracia parlamentaria). Los problemas ecológicosson de carácter global e intergeneracional, de ahí que,dentro de una sociedad nacional como en la que hoyvivimos únicamente puedan ser enfrentados bajo elconocimiento de funciones sancionadas.

El crecimiento económico ha sacado a flote numerosascontradicciones que fueron prácticamente insignificantes opuramente locales durante varios milenios en la historia. Elsistema económico, originalmente definido en términosnacionales, perdió su tendencia a la naturalidad en elcurso del desarrollo (y cierre) de la economía capitalistamoderna sobre el mundo. Las “parcelas puras” o“blancas” en el mapa del mundo fueron desapareciendoy, con ellas, los “entornos ambientales” del sistemaahora ya desarrollado que nació en Europa. Primero el“ambiente” fue convertido en objeto de explotaciónimperialista, como colonia del centro capitalista; peroluego el sistema capitalista perdió su capacidad pararealizar descargas de entropía compensatoriasextrayendo materiales y energía del exterior –de lo queeran “parcelas puras” para nuestro conocimiento y que,más bien, deberían ser vistas como “recuadros negros”de nuestra ignorancia ecológica–. A medida que elsistema fue avanzando hacia su cierre, fue forzoso queincrementara su propia “racionalidad sistémica”. Elincremento entrópico, entonces, fue reducido inundandode desperdicios a las futuras generaciones –lo queconstituye una medida temporal más que una estrategiaespacial de externalización intergeneracional–.

Los mecanismos del sistema económico, desde elprincipio, tienden a resolver problemas eliminando del cuan-titativismo económico los límites ecológicos: el tiempoy el espacio. El principio ordenador de la economíatoma la naturaleza bajo su poder imponiéndole la lógicacuantitativista de la reproducción de la ganancia y el interés.La respuesta generalizada al desafío ecológico sevuelve abrir nuevos espacios dentro de lo que hasta ahorahabía sido la naturaleza “no perturbada”, descargandoentropía o extrayendo energía de ellos –hasta el límite quela naturaleza animada e inanimada pueda soportar en elplaneta– como compensación ante el incrementoentrópico.

Page 18: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

26

ELMAR ALTVATER

55 Capital, Libro I, capítulos 10 y 15.56 En Marx y Engels, On Britain, Moscú, 1962.57 E.P. Thompson, The Making of the english Working Class,Harmondsworth, 1963.58 Sieferle, op.cit., p. 331.59 Capital, Libro I, p. 627.60 Ver a Bunker, Underdeveloping the Amazon, donde elabora unateoría ecológica unilateral de la dependencia que no atiende lasrelaciones de valor

Las tendencias para apoderarse de la naturaleza externaocupando su tiempo y su espacio han sido largamente temade la economía política. En su análisis de la jornada de trabajoen la gran industria,55 Marx demostró cómo el tiempo fabrilreemplaza los ritmos de la vida en el mundo y cómo la canti-dad de tiempo apropiada por el capital presiona hasta loslímites físicos de la naturaleza humana. Antes en La situaciónde la clase obrera en Inglaterra,56 Engels había mostradocómo la subyugación de las relaciones vitales al proceso deproducción capitalista forza la naturaleza humana obligándolaa alinearse. Thompson describe la historia de la clase obreraen Inglaterra, entre otras cosas, como una lucha permanentecontra la sujeción de los ritmos de tiempo tradicionales a ladisciplina del capitalismo.57 El tiempo estacional y el tiempodel día, las necesidades individuales de tiempo y sudistribución colectiva (por ejemplo para la realización del tiem-po festivo) pierden su significado crecientemente en laestructura del ritmo de la vida y del trabajo. Porque el “tiempoes dinero”, el tiempo del que se apropia el capital oprimetodos los límites físicos de la naturaleza humana tendiendo aengullir las veinticuatro horas de los 365 días del año.Recientes debates en Alemania acerca de la reducción deltiempo de trabajo muestran muy claramente la agresividad deesta tendencia a disociar el tiempo maquina del tiempode trabajo individual y, por tanto, en última instancia, a liberarel capitalismo de las limitaciones de un régimen temporal quetoma en cuenta las necesidades humanas.

El principio de reducción del tiempo de producción seimpone con base en la racionalización tecnológica, los métodosde incremento de la intensidad del trabajo, el aceleramientoartificial de la incubación del producto, la catalización acele-rada de las reacciones químicas, etc. El tiempo de circula-ción, por su parte, es reducido mediante la creación desistemas globales de transporte y comunicación, el desarro-llo del sistema de crédito y la propagación de publicidad.Todos estos métodos y tendencias son diseñados paradominar los límites naturales de la producción capitalista.Las innovaciones tienen lugar “tan rápido que los sistemasnaturales no tienen oportunidad de crear ciclos y redes”,58

que absorban choques y estabilicen el desarrollo delecosistema. La declinante relevancia del espacio y deltiempo es desastrosa para la evolución de los sistemas natu-rales.

Los avances tecnológicos del transporte ignoranampliamente los relieves naturales que pudieran obstruirla aceleración deseada. La aglomeración es usada paraminimizar los costos de comercialización y eliminar otrosgastos que son producidos por la necesidad de superardistancias. La urbanización resultante trae consigo lacontradicción entre ciudad y campo, metrópoli y periferia,dominación y dependencia. En este sentido, Marx apuntóque:

“la creciente preponderancia (...) de la población urbana (...)trastorna la interacción metabólica entre el hombre y la Tierra,p.e. impide el retorno a la tierra de sus elementos constituyentesconsumidos por el hombre en la forma de alimento y vestido; porlo tanto, obstaculiza el funcionamiento de la condición naturaleterna para la constante fertilización de la tierra”.59

Esa urbanización que trastorna el ciclo natural de lamateria se muestra muy claramente en los basureros dedesechos municipales. Pero relaciones de valorecológicamente significativas también se establecen entreciudad y campo o entre metrópoli y periferia en el mer-cado mundial: la dependencia de valor, capital y dinero(en la crisis de la deuda, por ejemplo) compromete corres-pondientes transferencias de recursos y flujos desigualesde energía y materiales.60 La dependencia económica, enconsecuencia, interrumpe las secuencias ecológicas ygenera incrementos entrópicos más elevados de lo quepodría haber sido de otro modo.

Las consecuencias del reducido significado práctico delespacio y del tiempo son la polarización espacial y la pirateríatemporal. Como el espacio es cercenado para acelerar lacirculación y la producción, llega a ser más difícil o inclusoimposible usarlo para satisfacer otras necesidades humanas–por ejemplo, para recuperarse del exceso laboral–. De estamanera, espacio y tiempo son recursos “escasos” por loscuales se compite para su uso. Ya que la necesidad de ociorecuperativo no puede ser enteramente suprimida sino sólomodificada en su forma, su satisfacción debe ser relocali-zada en el espacio o postergada en el tiempo mediante elpago de una compensación monetaria. El manejo de estapolarización inicialmente traumática se convierte en objetode una nueva industria turística, que garantiza que la genteafectada por este cercenamiento del espacio y del tiempodebida a la valorización del capital pueda ser transportadahacia áreas especialmente preparadas para su recuperación.La piratería temporal se expresa como una antítesis entretrabajo y tiempo libre, en la cual este último es gobernadopor el acelerado régimen temporal del proceso deproducción: el mejor consumidor es el consumidor másrápido. Esos fenómenos espaciales y temporales sonelementos del “extrañamiento” de hombres y mujeresrespecto de la naturaleza.

Page 19: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

27

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

61 O como el medio de “comunicación ecológica”, como lo designaLuhmann.

La polarización espacial y la piratería temporal soncausa de conflictos sociales y políticos, incluso cuandoson recubiertos por tensiones superficiales que parecenno tener nada que ver con el tiempo o el espacio. Lassociedades capitalistas, regidas por la forma dinero y lavalorización del capital, no sólo crean conflictos, tambiéncrean la forma en que éstos pueden ser manipulados: estoes, la monetización de la degradación ecológica de la natu-raleza humana externa e interna. El cuantitativismoeconómico, que se yergue sobre la contradicción con losprocesos ecológicos cualitativos, ofrece dinero noúnicamente para solucionar problemas económicos yecológicos, sino también como medio para su manejoconstante.61 El carácter dual de los procesos socialesdemuestra ser un recurso para el manejo del conflicto:los factores ecológicamente dañinos producidos en la di-mensión material son inicialmente absorbidos en ladimensión del valor por la forma general del valor, el dinero.

El dinero es producido en el proceso de intercambiomercantil como forma social característicamente mediadora.Sus funciones también se ajustan bien para la manipu-lación de problemas complejos, operando como“encubridor de las relaciones sociales” y compensadordel daño social. El dinero es el prerrequisito social para lainternalización de los efectos externos. El daño a la saludcausado en el proceso de trabajo es compensado con unaprima, la contaminación del aire con un “pagoextraordinario por condiciones de suciedad”, la con-taminación del agua con un impuesto sobre desechosfluidos. A la inversa, residencias con buen aire y paisajeileso generan una renta más alta que la de distritoscontaminados. La canasta de bienes que conforma el preciode la fuerza de trabajo en países altamente desarrolladosincluye un viaje anual de vacaciones. De este modo, eldinero paga por el tiempo expropiado, mientras el espacioglobal es convertido en un paquete de mercancías cuyoselementos pueden ser usados para el “tiempo dedescanso”.

La categoría dinero hace posible que múltiplesfenómenos de la degradación ecológica (p. e. el incrementoentrópico) sean reducidos a una cualidad común y, porconsiguiente, se vuelvan accesibles al cálculo económicoracional. La contaminación del agua es medida en términosde dinero, igual que la pérdida de la diversidad de especieso el costo de viajes vacacionales. El dinero es aquí el mediopara compensar y racionalizar la degradación ecológica.Los límites de esta racionalidad ya los hemos mostrado alinicio de este ensayo. La monetización presupone, primero,que suficiente dinero como medio de compra es válidopara compensar el tiempo y el espacio perdidos, y, segundo,que también se presentan las ofertas compensatorias deespacio y tiempo. El dinero, en última instancia, es el me-

dio de las relaciones de intercambio mercantil y, por tanto,requiere tanto oferta como demanda. El dinero es necesario,sin embargo, no sólo para comprar compensacionesefectivas, sino también para llevar a cabo costosasreparaciones del ambiente degradado en la medida en queexista disponibilidad para pagar por dichas medidas. Así,después de que la naturaleza ha sido degradadaampliamente por el crecimiento económico, rebajando el“disfrute de la vida” y, más aún, haciendo que la existenciahumana misma quede amenazada en muchas regiones, latendencia del crecimiento recurre a reconstruir el ambientecomo un artefacto. Esto debe ser interpretado comoresultado específico del sistema económico moderno. Conayuda del dinero, las consecuencias ecológicas de la pro-ducción y el consumo pueden ser introducidas dentro delsistema del valor, de tal forma que, son manipuladas como“costos defensivos del crecimiento”. Desde esta pers-pectiva, el ambiente natural no es simplemente conside-rado como un almacén de recursos o un contenedor dedesperdicios, sino, más bien, como un producto pro-ducido por el proceso de producción, en la medida en queel conjunto social está listo y dispuesto a pagar por lareconstrucción del ambiente por el interés colectivo.De este modo, la reconstrucción del ambiente se convierteen campo para la acumulación de capital.

El “capitalismo ecológico” parecería, entonces, serimaginable y factible como una sociedad continuamenterecreadora de sus propios fundamentos “naturales” comobien de consumo. Sin embargo, esto no cancela el hechobásico de que incluso la recreación restauradora delambiente humano natural (“naturaleza humanizada”)implica un incremento de la entropía. Ya que, la descargade entropía para la reparación del daño ecológico seencuentra necesariamente ligada al consumo entrópico enotros puntos del ambiente: parece así que sólo elreciclamiento de los desperdicios podría ofrecer unasolución radical al problema. Pero si los desechosindustriales o la naturaleza degradada son convertidosen valores de uso para la satisfacción de necesidadeshumanas, es únicamente a través de nuevos gastos deenergía y de materiales. Lo que vuelve a estas reparacionesparte constitutiva del problema. Queda así sólo unarespuesta: organizar, desde el principio, la transformaciónde energía y de materiales de tal forma que el ineludibleincremento de la entropía sea mantenido en su nivel másbajo posible y fundar, dentro del funcionamiento delsistema económico, una serie de imperativos dirigidos aprevenir el daño ecológico.

Page 20: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

9. Disponibilidad y capacidad de pago

Antes de que volvamos a la cuestión de los imperativosecológicos, necesitamos entender los límites de la disponibilidadpara pagar por reparaciones ecológicas y medidas preventivas.Los primeros límites son de carácter cultural. La indemnizaciónmonetaria del daño ecológico presupone que la valorización, portanto, la mercantificación y la monetización, han tenido de hechoque introducir la naturaleza o los recursos naturales dentro delsistema regido por el valor. Sin embargo, el dinero solamente puedeproducir sus efectos reguladores si puede ser intercambiado pormercancías en el mercado y si la racionalidad del Occidente

Hacia unaCrítica Ecológica de la Economía Política1

(Segunda Parte)E L M A R A L T V A T E R *

RESUMEN:Después de haber presentado la crisis ambiental mundializada como fundamento de unaépoca que requiere urgentemente una redefinición de los principios de la ciencia económica moder-na –que regularmente ha sido insensible ante la depredación de la naturaleza– y luego de demostrarque la economía convencional con su teoría del equilibrio general, incluso cuando pretende asumirel estudio del desequilibrio ambiental, constituye una perspectiva incapaz para ofrecer solucionesefectivas dado que su visión, por encontrarse centrada en el movimiento de los precios, generaineludiblemente una u otra forma de “olvido de la naturaleza”, Altvater continua realizando una desus más brillantes intervenciones intelectuales desarrollando la Crítica ecológica de la economíapolítica a partir de heredar el concepto de valor de uso de Marx y articularlo con el de entropía parallevar adelante tal empresa de redefinición de los principios de la ciencia económica, así explora,en esta segunda entrega, los alcances de este proyecto para lograr la comprensión tanto de los debatesconceptuales de la economía ecológica como de la compleja reconfiguración de los conflictossociales y las disyuntivas históricas de nuestro tiempo.

1Traducción realizada por Luis Arizmendi, Brenda García, Ruth Martín yCarlos Valdés M.* Desde 1970, profesor de la Universidad Libre de Berlín. Ha sido profesorinvitado de la Universidad Federal de Pará en Belém, Brasil, de la NewSchool for Social Research en Nueva York, de la Universidad York deToronto, Canadá, y de la Universidad Estatal de Sao Paulo, Brasil. Miembrodel Consejo Científico del Instituto de Investigación Socio-ecológicaen Frankfurt, de la Green Academy de la Heinrich Böll Foundation ydel Instituto de Investigaciones ecológicas de Berlín; Presidente de laFundación Internacional Lelio Basso. Sin duda, uno de los investigadores defrontera en el debate ecológico internacional más importantes de fines delsiglo XX y principios del siglo XXI.

Page 21: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

ELMAR ALVATER

6

capitalista estipula la norma. Únicamente sobre esa basela idea de comprar una naturaleza más o menos “saludable”puede adquirir un sólido apoyo en la sociedad.

Anteriormente ningún grupo cultural asumió quelos equivalentes monetarios existieran para abrir accesoa las condiciones naturales de la vida –para adquirir aguapotable o aire respirable, para acceder al alimentocomestible o a un paisaje estéticamente agradable–.La naturaleza debía ser percibida como algo externo a laexistencia humana, no como el reino animado de la creenciapagana, para poder ser envuelta por el principio racionalistadel cálculo monetario. Anteriormente los recursos naturalesno fueron separados del “ecosistema” total para quepudieran ser valorados individualmente y comercializadosbajo “derechos de propiedad”; ni el dinero empleado parapagar la reparación o la preservación de lo que queda de lanaturaleza, como en los canjes de deuda por naturaleza.

El paso de la disponibilidad a pagar en una realidadexige capacidad de pago. Esto plantea un límite que,justamente, existe en el área cultural de Occidente, dondela monetización constituye un principio omnipresente.Hemos hecho énfasis en que las funciones de dinerorequieren que sea escaso. Lo que significa que en unaeconomía monetaria la capacidad de pago es por principiolimitada y, con ella, la capacidad para compensar o repararcualquier daño ecológico. El límite se vuelve más estrechosi tomamos en cuenta la situación económica, lasfluctuaciones de la crisis y las coyunturas. Ya que, en unperiodo de auge se puede asignar más dinero delpresupuesto para la protección ambiental que el quepuede asignarse en periodos de depresión. Cuando laeconomía está estancada las indemnizaciones por dañosa la salud (naturaleza interna) y al ambiente (naturalezaexterna) se vuelven cuestionables porque la proteccióndel empleo adquiere prioridad sobre la preservación dela naturaleza. Consideraciones similares se aplican en elcaso de naciones del Tercer Mundo altamenteendeudadas, cuya capacidad de pago se encuentrarecortada al mínimo: no tienen dinero para gastar, sólo“no-dinero”. Y si la pobreza y el desempleo deben sercombatidos con medios monetarios, entonces la defensay reparación del ambiente se tiran por la borda. La éticaecológica no hace juego con tales presiones –hechoembarazoso que el Banco Mundial trata de cubrir consus programas de combate a la pobreza y protección delambiente–. Y esto es completamente aparte de la prioridadregularmente asignada a los intereses económicos porfinanciamiento a proyectos de inversión.

Es verdad que la percepción consciente del dañoecológico, así como su presencia en la sociedad comoobjeto de un confl icto potencial , const i tuyencomparativamente fenómenos nuevos. Un ampliomovimiento ambiental surgió hasta la década de lossetenta, aunque la destrucción de la naturaleza habíasido ya materia de un largo debate. ¿Cómo deberíamosexplicar este retraso, tomando en consideración quelas crisis ecológicas y sus desastres han sidosumamente frecuentes? La respuesta debería serbuscada en las formas sociales del crecimiento a lascuales nos hemos referido: la subordinación de laecología a la lógica del sistema económico cambialas coordenadas del espacio y del tiempo y, desdeahí, la orientación humana, los ritmos de la vida y losmodos de pensar. La especificidad cultural tiene quegenerar, o ha generado, conflictos en respuesta alcrecimiento del capital, pero, una vez que éstos soncontenidos, por un cierto periodo no aparecen –dehecho, la modernidad logra afirmarse a sí misma contralas “reliquias” pre-modernas en cualquier esfera de lavida social–. El capitalismo enfrentó luchas porel tiempo de trabajo inicialmente comprometidas en ladefensa de los ritmos temporales que pertenecían almundo de la vida no-capitalista. Pero una vez que elrégimen temporal capitalista se afirmó, la lucha porel tiempo de trabajo se convirtió en un conflicto entretrabajadores y capitalistas por la apropiación decantidades de tiempo. Entonces, se volvió posiblecalcular las cantidades de tiempo de trabajo entérminos monetarios, por ejemplo, para saber a quéporcentaje equivale en salario la reducción de una horaen la semana de trabajo.

La “tendencia propagadora” del capital que lo llevaa expandirse más allá de todos los límites y crear elmercado mundial,62 disolviendo todas las formastradicionales de la vida al abrigo de la “conquista deuna tierra propia”, debería ser entendida como lasuperación económica de todos los límites, incluidoslos ecológicos y culturales. “Cualquier límite sepresenta como una barrera a ser superada”63 para, alfin, lograr que un modo casi idéntico de consumo y devida predomine sobre todo el mundo. “Vestigios” o“formas tradicionales” persistieron todavía hastaantes del “avance” de la “modernización”, perofinalmente colapsaron como elementos de resistenciaante la “conquista de la tierra”. El poder “demiúrgico”del capital ha sido celebrado por un largo periodo detiempo –un tropo que emana del racionalismooccidental que domina el mundo, pero que también seencuentra profundamente arraigado en la tradiciónmarxista–.

62 Marx, Grundrisse, p. 408.63 Ibíd.

Page 22: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

7

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

10. Tres tipos de conflicto social

La teoría de Marx fue formulada como una crítica de laeconomía política. Hasta ahora ha alentado optimismoen el progreso en muchos sus textos y en otros másinspirados por él y Engels. En lugar del dominio de unossobre otros plantea que aparecerá una dominación cadavez mayor sobre la naturaleza o una “administración delas cosas” –entendiendo por “cosas” las condicionesnaturales–. Engels en particular, más tarde tanto laSegunda como la Tercera Internacional, sostuvieron unaesperanza en el avance de las fuerzas productivas comotendencia que haría explotar las relaciones capitalistasde producción y emerger nutridos movimientos sociales,sobre todo del proletario como “sepulturero de la viejasociedad”. Aquí podemos constatar el racionalismo dela era industrial del trabajo. Pero la imaginación está connosotros aún hoy. Leo Kofler, por ejemplo, citaentusiastamente a Arnold Toynbee cuando afirma:

“Soy de la opinión de que el género humano recordará un díanuestra era no por sus crímenes terribles o sus asombrososdescubrimientos, sino por una razón muy diferente: a saber, porqueal compararla con la historia de la civilización desde su nacimiento,hace cinco o seis mil años, ésta ha consistido en la era en la que elhombre se atrevió a pensar convertir los bienes en actoscivilizatorios accesibles a la totalidad de la humanidad”.

Kofler agrega que este juicio de Toynbee podríaigualmente haber sido escrito por Marx. Quien lo expresaindicando: “La totalidad de la historia mundial no (es) nadamás que la formación del hombre por el trabajo humano,constituye la realización de la naturaleza humana”.64 Setrata de temas, la humanización de la naturaleza y lanaturalización del hombre, que tienen que seguirsediscutiendo.

Podrían ser leídos formulando que el avance de laacumulación del capital expresa una proletarización dela gente a través de la cual los “sepultureros del capital”son producidos. La capitalización de la naturaleza es, almismo tiempo, cientifización y desarrollo de las fuerzasproductivas, que sucede apuntando más allá de lasestrechas relaciones capitalistas de producción. Desuerte que, la racionalización de la vida tiende hacia lasuperación de los tradicionalismos, las dependenciasintransigentes y la dominación personal –por lo tanto,hacia la objetivación y generación de espacios para laemancipación–. Aquí Karl Marx y Max Weber convergenuno con otro. Si bien, por un lado, el dinero da origen ala mistificación y al “fetichismo”; por otro, constituyeuna objetificación, por consiguiente, es un factoremancipador, el medio de la comunicación global,la palanca para la creación de la gran industria, l aindemnización al daño infligido por la industrialización

sobre la naturaleza interior y exterior de la humanidad.Por medio del dinero la transformación de la materia y laenergía es trasladada desde el sistema ecológico hasta elsistema económico, para ser manejada por los medios dela racionalidad económica.

No obstante, este sistema de ecuaciones contiene unerror. Justo el de que se espere alcanzar la emancipaciónhumana con base en una mayor dominación de la naturalezay con la transición del dominio del hombre sobre el hombrehacia la administración racional de las cosas. El hechode que la humanidad sea parte de la naturaleza conduce aque la dominación de la naturaleza y la administración delas cosas lleven a una nueva dominación sobre la gente.Si la “administración de las cosas”, habiendo reemplazadola dominación personal, mantiene todavía la dominaciónde la naturaleza, lo que incluye a la naturaleza humana, elavance de las fuerzas productivas convertirá el enfáticopostulado de liberación de la humanidad en su contrario.La dominación consiste en el hecho de que unaracionalidad es impuesta sobre la naturaleza, sin adecuarsea la complejidad de sus condiciones de reproducción. Enotras palabras, el desarrollo de las fuerzas productivas yla “administración de las cosas” no traen por sí mismosel progreso, se vuelven factores anti-emancipatorios si elincremento de entropía dentro del sistema como totalidadtrastorna o incluso destruye las condiciones naturales dela vida humana, es decir, si la naturaleza quedasobrecargada por una racionalidad instrumental que,manteniendo constantes las proporciones de productose insumos, no cuida el proceso total de la transformaciónde la energía y la materia. Desde este punto de vista, elavance de las fuerzas productivas, junto con lacapitalización, la racionalización y la proletarización,pondría en cuestión la integridad del hombre como sernatural y social. Por un lado, el crecimiento determinadopor la racionalidad económica amplía el alcance de la acciónhumana; más y más productos entran como mercancías enel radio controlado por el mercado y regido por el dinero.Por otro, el crecimiento se vuelve contra la humanidadmisma.

Podemos ahora distinguir los tres tipos de conflictosocial que son producidos dentro de la conflictiva dinámi-ca de la relación entre economía y ecología. En los comien-zos de la industrialización capitalista, modos de vida“premodernos” fueron todavía defendidos contra elcrecimiento y la racionalidad como principios económicos.Sin embargo, las formas de la socialización capitalista–el dinero sobre todo– introdujeron medios tanto para

64 Citado en Leo Kofler, Perspektiven des revolutionärenHumanismus, Reinbeck, 1968, pp. 81 y 85.

Page 23: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

ELMAR ALVATER

8

el dominio de estas contradicciones como sobre el manejode los conflictos sociales generados. La cuantificación delas diferencias cualitativas, colocando las bases para lamonetización y la racionalización, transformó las luchassociales en luchas por el nivel de ingresos, es decir, enmovimientos centrados en la mayor apropiación posible dedinero. De ahí que, la probabilidad de mantener los conflictosdentro de estos cursos “tradicionales” dependa de losalcances del progreso y de que éste permanezca comosinónimo de crecimiento cuantitativo. Así fueron vistas lascosas cuando, dentro de una cierta tradición marxista, sesupuso que el desarrollo de las fuerzas productivasproporcionaba, a la vez, justificación y perspectiva a losconflictos sobre la distribución y la producción entre eltrabajo asalariado y el capital. Pero, en vista de lasconsideraciones ecológicas, tal supuesto se viene abajohaciendo necesario que las perspectivas teóricas y políticasse abran a “nuevos” conflictos sociales y movimientospostmodernos. Las razones de su aparición y crecienteimportancia en las sociedades modernas debe ser buscadaen el hecho de que el suministro de la indemnizaciónmonetaria por el espacio y el tiempo perdidos no essuficiente para hacer la degradación del ambiente naturalhumanamente soportable. El principio económico decuantificación y monetización evidentemente se viene aba-jo cuando el incremento de la entropía rebasa ciertos lími-tes. La indemnización monetaria como forma regulatoria re-sulta eficaz únicamente dentro de ciertos márgenes de de-gradación ecosistémica, pero como ésta es tan grande aho-ra, un gravamen imposible de cubrir tendría que cobrarsepara alcanzar el funcionamiento del sistema económico. Poreso, es que el principio ordenador del incremento entrópicomás bajo posible y la movilización de la inteligencia sistémica(esto es, el desarrollo no sólo de tecnologías que usenmenos energía e insumos, sino también el de nuevas formasde producción y consumo) están convirtiéndose en ideascentrales que encaminan el progreso social. La“racionalidad” de los nuevos movimientos sociales, en estesentido, es diferente a la de los movimientos socialestradicionales, donde la compensación monetaria haocupado el lugar central. Esto se muestra claramente en susobjetivos, demandas programáticas y medios organizativos,así como en sus formas de organización, grupos de accióny campos de lucha. Para evitar un malentendido obvio,debe enfatizarse que, mientras la sociedad capitalistaexista, los conflictos distributivos y productivos centradosalrededor del dinero (los conflictos salariales, por ejemplo)

mantendrán un lugar significativo que no puedeser reemplazado por “nuevos” conflictos sociales.De modo similar, las organizaciones “tradicionales”,como los sindicatos y los partidos de ningún modo sevuelven superfluas por la emergencia de “nuevosmovimientos sociales”. Sin embargo, al mismo tiempo,los conflictos tradicionales pueden entrar en unadinámica hasta ahora desconocida como resultado dela emergencia de nuevos movimientos sociales.

11. ¿Un marxismo ecológico?

James O´Connor ha abordado recientemente esteproblema.65 Formulando la dialéctica de relacionesde producción, fuerzas productivas y condiciones deproducción, busca trazar las líneas generales de “unmarxismo ecológico” –de mayores alcances queel “marxismo tradicional”– teóricamente útil paralos nuevos movimientos sociales. Insiste en que dostendencias hacia la crisis pueden distinguirse dentrodel modo capitalista de producción. Una en la cual lascrisis surgen por la intensificación de la contradicciónentre fuerzas productivas y relaciones de producción(objeto de análisis del “marxismo tradicional”); otra enla que las contradicciones entre fuerzas, relaciones ycondiciones de producción conducen hacia fenómenosde crisis que se están convirtiendo en objeto de análisispara un “marxismo ecológico”, todavía en etapatemprana de desarrollo.

Relaciones de producción y fuerzas productivas, asícomo formación social o sistema económico, sonciertamente categorías familiares dentro de la tradiciónteórica marxista. Bastante se ha dicho en torno a estetema, especialmente sobre la posición e interdependenciade estas categorías. Pero podríamos empezar por asumirque, si estas categorías han de tener algún sentido, nopueden ser jerárquicamente estructuradas en acuerdo alesquema de base y superestructura. Ya que, las fuerzasproductivas no determinan las relaciones de producciónde manera unilateral; ni estas últimas se encuentraninscritas dentro de las fuerzas productivas –por ejemplo,en la tecnología dominante– de una sociedad. El substratoreal de las categorías las “articula por sí mismas”, lo quedebe ser interpretado tomando en cuenta todas lascategorías que forman el sistema teórico. Lo mismo es ciertopara la categoría “condiciones de producción”, que seencuentra localizada en un nivel diferente al de las “fuerzasproductivas” y las “relaciones de producción”. En losGrundrisse Marx describe las “condiciones generales dela producción social” como lo que hoy podríamos llamaractividad infraestructural estatal funcional a la producciónde capitales particulares.66 Las condiciones generales

65 James O’Connor, ‘Capitalism, Nature, Socialism: A TheoreticalIntroduction’, Capitalism, Nature, Socialism: Journal of SocialistEcology, núm. 1, Otoño, 1988.66 Grundrisse, pp. 533ff.

Page 24: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

9

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

de producción impactan en las necesidades delproceso de reproducción social –principalmente deinsumos y de energía–, cuya dinámica y estructura sondominadas por las estrategias de valorización de loscapitales particulares. Puentes, caminos, educación engeneral y seguridad públicas, así sucesivamente, sonen definitiva indispensables para la reproducción social,para la comunicación entre individuos sociales. Como regla,sin embargo, su financiamiento no es lucrativo para capitalesprivados y debe, por consiguiente, ser garantizado por elEstado bajo la forma de “bienes públicos”.

O´Connor analiza detenidamente las condiciones deproducción. Insiste en que las conforman primero las:

“condiciones físicas externas” o los elementos naturales queentran dentro del capital constante y variable. Segundo, “la fuerzade trabajo” de los obreros definida como “condiciones personales deproducción”. Tercero, lo que Marx refirió como “condiciones generales,comunales, de producción social”, p. e. los “medios de comunicación”.67

De acuerdo a O´Connor, el hecho de que lascondiciones generales de producción no sean producidasen forma capitalista tiene una consecuencia funesta: a saber,que el capital (privado) las trate como si no tuvieran que serproducidas en su totalidad, como si se pudiera disponer deellas sin ninguna restricción. En otras palabras, al no estarregidos los elementos de las condiciones de producciónpor la escasez económica, no proyectan señales efectivaspara controlar “racionalmente” su utilización. Los stocksnecesarios para la producción no entran en la conciencia delos agentes económicos, que no tienen por sí mismospreocupación por ellos. Las condiciones de producción noson subordinadas a la institución (el mercado) con la cualla distribución de bienes escasos tiene lugar. De ahí que,los teóricos del mercado concluyan que las “condicionesgenerales de producción” deberían ser manejadas en lamayor medida posible por empresarios privados, para queel mecanismo del mercado pueda evaluar los resultados ysu uso ser regulado por la escasez relativa. Para O´Connor,no obstante, siguiendo el conocido análisis de Galbraithacerca de la contradicción entre riqueza privada y pobrezapública, ya que, las condiciones generales de producciónno son adecuadamente proporcionadas a través de mediosprivados es que el Estado tiene que intervenir en la relacióndel capital y sus condiciones de producción. El resultadoes que éstas se politizan desde el principio. Puesto que suforma depende de relaciones sociales de poder, puedencambiar según la influencia de los movimientos sociales.Únicamente si el poder político se hace valer dentro delcampo político se puede ejercer alguna influencia paraobtener suministro de condiciones generales de producción.Por tanto, el mecanismo económico de distribución fracasaen este punto.

Para O´Connor, entonces, el capital despliega ahora latendencia a socavar sus propias condiciones deproducción generando su “infraproducción”:

“De esta manera, podemos introducir la “escasez” dentro dela teoría de la crisis económica bajo una versión marxista, noneo-malthusiana. Podemos introducir la posibilidad de lainfraproducción de capital una vez que añadimos los costoscrecientes de reproducción de las condiciones de producción”.68

Además de la crisis de sobreproducción, que segúnO´Connor ha sido analizada por el marxismo tradicional,existe una “crisis de infraproducción” que se ha convertidoen objeto del marxismo ecológico.

En este contexto, sin embargo, el concepto deinfraproducción es más bien infortunado. Primero, implicaque O´Connor se contradice a sí mismo: ya que hablade reproducción de las condiciones naturales deproducción (que únicamente si son producidas puedenser infraproducidas) y, por tanto, de circularidad yreversibilidad, cuando éstos procesos por naturaleza sonirreversibles. Como hemos visto, la suposición de lareproducción y la reversibilidad hace imposible desarrollarel concepto de escasez, que se origina precisamente porquelas transformaciones de la energía y la materia no sonreversibles. El concepto de infraproducción únicamentetiene sentido como sinónimo de insuficiencia (shortage)más que de escasez. Segundo, infraproducción en elsentido de O´Connor no es más que sinónimo dedegradación ecológica y de sus problemas socialesresultantes, como sus propios ejemplos lo evidencian.

“Los ejemplos incluyen gastos en servicios de salud requeridospor el trabajo capitalista y las relaciones familiares; gastos pararehabilitación por consumo de drogas; vastas sumas gastadascomo resultado del deterioro del ambiente social (p. e. gastos enpolicía y divorcios); enormes impuestos gastados para preveniruna mayor destrucción ambiental y limpiar o reparar la destrucciónecológica legada; la inversión requerida para inventar, desarrollary producir sintéticos y sustitutos “naturales” como mediosde producción y consumo; enormes sumas requeridas para pagar alos sultanes del petróleo y las compañías de energía, p. e. su renta dela tierra, su ganancia monopólica, etc.; el pago por destrucciónde la basura; los costos extra derivados del congestionamiento delespacio urbano; los costos cargados sobre los gobiernos, loscampesinos y los trabajadores del Tercer Mundo como resultado delas crisis gemelas de ecología y desarrollo. Y así sucesivamente”.69

La lista no es sistemática: en parte se refiere a casos dedegradación del ambiente natural, pero en parte también alos “costos defensivos” necesarios ante el crecimiento yque deben ser incluidos para reparar y prevenir las

67 O’Connor, op.cit., p. 16.68 Ibíd.69 Ibíd.

Page 25: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

ELMAR ALVATER

10

consecuencias indeseadas de la crisis ecológica. Esoscostos son muy considerables: ya en 1985, Leipert losestimó en diez por ciento del producto nacional para laRepública Federal Alemana.70 De cualquier manera, comocosto defensivo el daño ecológico es transferido hacia elsistema del valor y manipulado dentro de él y la racionalidadmercantil –con todas las limitaciones que hemos discutido–. La degradación ecológica puede ser el lado inverso delcrecimiento en términos del valor económico, o seaconstituir costos de crecimiento, y podría incluso estimularun mayor incremento de éstos si las medidas de reparación,que entran dentro del producto nacional, son llevadas acabo. Paradójicamente, la crisis ecológica deinfraproducción de O´Connor podría ayudar a superar lacrisis económica de sobreproducción. Pero las dos nopueden ser tratadas como objetos de un análisis alternativodentro de un marxismo “tradicional” o “ecológico”.

Puede ser que la “infraproducción ecológica” deba serinterpretada como una estrategia de evasión de la“sobreproducción económica” (y la sobreacumulación).Dentro de un marco teórico no-marxista, se vieneconsiderando esto por medio de categorías como“deseconomías externas” y “costos sociales de la empresaprivada” (Kapp): como cuando se señala que larentabilidad económica privada podría elevarse porque loscostos de prevención del daño ecológico fueran eludidos.La categoría misma de “costos defensivos” sugiere quelos “costos sociales” y las “deseconomías externas”tienen, por lo menos en parte, un equivalente monetario,de suerte que, aunque con algún retraso, la degradaciónecológica impacta en el sistema del valor. Dicho de otromodo, la descarga sobre la sociedad de los costosambientales, que de otra forma incrementarían eldesembolso en capital constante y variable, tiene un efectocontrarrestante sobre “la tendencia decreciente de la tasade ganancia”. Rohwer, Künzel e Ipsen van más lejos puestoque señalan los elevados costos de capital constante yvariable –debidos a la tardía internalización del dañoambiental– como la única explicación plausible yconsistente de la caída de la tasa de ganancia.71 La“infraproducción”, entonces, en el sentido de

externalización espacial y temporal, por un cierto periodopuede ayudar a prevenir la “sobreproducción” en el sentidode sobreacumulación de capital.

La “infraproducción” puede ser, por tanto, unaestrategia para lograr la evasión de la sobreproducción.Deriva de la lógica del mercado que genera reacciones enel sistema del valor cuando un creciente desembolso decapital constante y variable (no compensado por unacreciente tasa de plus-valor) es llevado hasta provocaruna caída en la tasa de ganancia y termina tendiendo aproducir las crisis de sobreproducción a las que O´Connorse refiere. Los costos defensivos del crecimiento podríanelevarse en tal magnitud que excedieran el crecimiento delproducto nacional –en cuyo caso el crecimiento se vuelveun proyecto económicamente irracional–. La dimensióntemporal es, de este modo, decisiva: aunque el tiempoeconómico y el tiempo ecológico son diferentes, no sonindependientes uno del otro. Consecuentemente, lainfraproducción ecológica y la sobreproduccióneconómica no deben ser estudiadas por discursosanalíticos separados.

12. Producción masiva, consumo masivo y uso masivo deenergía

Las preguntas que requieren respuesta son lassiguientes: ¿Por qué están hoy las condiciones naturalesde producción y de reproducción humana bajo amenaza?¿Cómo esta surgiendo la conciencia de este peligro eincluso encontrando reconocimiento parcial dentro delcálculo económico? Indudablemente, existe evidencia deque sociedades post-capitalistas (como las del “socialismorealmente existente”) han movilizado incluso menosinteligencia sistémica que las sociedades capitalistas;existe asimismo evidencia de que antes del surgimientodel sistema-mundo capitalista varios pueblos y culturasdestruyeron sus condiciones ecológicas de reproducción.Pero tales tragedias se desplegaron aisladas, de suerteque, los pueblos tuvieron la opción (aunque no en todoslos casos) de abandonar como “eco-migrantes” el área depeligro.72 Sólo en la segunda mitad del siglo XX se volvióposible que la humanidad pudiera poner fin a la vidadesarrollada en el “planeta azul”, a través de la guerranuclear o a través del vertimiento de substancias nocivasen la atmósfera, el agua y la tierra.73

La “apropiación” (y desde ahí la subordinación y laexplotación) de la naturaleza no sería un problema si elárea de acción humana fuera más estrecha en el tiempo yel espacio: si los afectados por el daño y el cambioambiental pudieran establecer demandas contra susperpetradores; si la generación presente tuviera que cargarcon las consecuencias de la destrucción y no se las pudiera

70 Christian Leipert, Folgekosten des Wirtschaftsprozesses undvolkwirtschaftliche Gesamtrechnung, Berlín Oeste, 1987.71 Günter Rohwer, Rainer Künzel and Dirk Ipsen, ‘Marx und diegegenwärtige Akkumulationskrise: Überlegungen zur Theorie derProftentwicklung’, Prokla, núm. 57, 1984.72 Ver la investigación de Lamb dentro de los efectos culturales delcambio climático.73 Ver a Paul J. Crutzen y Michael Müller, eds., Das Ende desblauen Planeten?- Der Klimakollaps, Munich, 1989; State of theWorld, 1990; and Enquete-Kommission, Zwischenbericht, ZweiterBericht, Dritter Bericht.

Page 26: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

11

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

poner encima a generaciones futuras; si, porconsiguiente, las posibilidades de producir efectosexternos negativos fueran limitadas tanto en el tiempocomo en el espacio para que la gente responsable tuvieraque responder por su propia acción. De ser así, losrecursos naturales tendrían la capacidad de regenerarsea sí mismos y restablecerse de la presión puesta sobreellos. No habría ninguna necesidad de filosofar sobre elprincipio de responsabilidad, ni motivo para hablar del“carácter anticuado del hombre”. En principio, losrecursos no renovables no pueden ser agotados y, a lavez, preservados: “cada Cadillac producido en cualquiertiempo significa menos vidas en el futuro”.74 Existen dosrazones por las cuales los stocks de recursos renovablesno son necesariamente conservados. Primero, porsupuesto, su utilización puede simplemente exceder latasa en la que ellos se reproducen. La sobrexplotaciónde recursos naturales efectivamente renovables es unfenómeno bien conocido en la historia humana que tienelugar hoy a escala colosal: por ejemplo, sobre selvastropicales, tierras fértiles y mares ricos en pescado quesuministran las bases para la nutrición humana, sinolvidar los recursos minerales que se depositan durantemillones de años en la corteza de la tierra.

Segundo, el gasto en insumos y energía para convertirposibles recursos renovables en formas útiles de energíay materia puede ser tan elevado que el incrementoentrópico –con la consecuente degradación del sistemaecológico– es menos costoso que conservar el valor deuso de esos recursos y detener su descarga de entropía.Es cierto que la agricultura industrializada puedeincrementar la productividad de los campos cosechados,pero también tiende a dañar la calidad de la tierra y destruirel equilibrio ecológico. Esto es lo que Georgescu-Roegentenía en mente cuando insistió en que el uso de energíasolar en la sociedad industrial todavía constituye unaalternativa “débil” y hasta un camino ilusorio ante loscombustibles fósiles y la energía nuclear e, incluso, que loseguirá siendo aunque la radiación solar que recibe la Tierrallegara a ser quince mil veces superior al gasto global deenergía.75 Ya que, la energía solar de ninguna forma ofreceun descubrimiento “prometéico” como el de los arnesesde fuego en la revolución neolítica o la concentración devapor por energía cinética en la Revolución Industrial.Los convertidores de energía solar requieren tanto espa-cio e insumos que el beneficio que arrojarán de energíaútil sería más caro que la inversión en otra energía y otrosinsumos. Este balance negativo contrasta con los casosdel fuego (donde una brasa puede ser usada para quemarun bosque completo) y del vapor (donde un pequeño trozode carbón puede accionar una máquina en la minería paratraer más carbón a la luz del día); aunque con el tiempo

incluso el uso de la energía hidráulica, por ejemplo, unrecurso realmente inagotable derivado de la energía solar,podría exigir instalaciones colosales (diques o centraleseléctricas) que volverían cuestionable su sentidoecológico y, a menudo, hasta su sentido económico. Laactivación de potencial energía renovable está muy rela-cionada con el gasto de energía y recursos no renova-bles, por consiguiente, es imposible sustraer cualquierrecurso del ambiente sin alterarlo en su totalidad.

Hemos visto que el capitalismo, comparado con otrosmodos de producción, tiene una dinámica económicaextraordinariamente expansiva. La ampliación de la escalaespacial y temporal de las intervenciones en la naturalezaconstituye su principio rector, así que el progreso “técnico”acelera los procesos naturales pese a los efectosdestructivos que genera. Ilimitación y aceleración de lacirculación del valor, junto con limitación e irreversibilidadde las condiciones naturales, establecen tensiones queestallan cuando, por un lado, la “capacidad desostenimiento” de las condiciones de producción –estoes, de la naturaleza humana interna y externa– ya no esadecuada para prevenir la degradación del ambiente natural,y, por otro lado, cuando la satisfacción de las necesidadeshumanas o el “disfrute de la vida” (Georgescu-Roegen)constituye el hilo conductor de los procesos económicosy la norma con la cual la racionalidad del comportamientoeconómico es medida. El crecimiento del modo deproducción capitalista gira en torno a una tecnología quereorganiza cada vez más ampliamente la naturaleza y vamás allá de la capacidad humana para prevenir y controlarlas consecuencias, tanto en el tiempo como en el espacio,de esa reorganización. Este efecto lo despliegan diversastecnologías particulares, pero sobre todo aquellas con lasque se compone la tecnoestructura. El hecho de que losefectos externos (negativos) puedan llegar a convertirseen un problema es debido, por tanto, al principio ordenadorpor medio del cual la interacción metabólica entre sociedady naturaleza (en la extracción, la producción y el consumo)incrementa su campo de acción.

Las condiciones de producción, en el sentido queO´Connor le da al término, son expuestas a la presiónde una tenaza: por un lado, a la tendencia ilimitada deaceleración temporal y de expansión espacial tanto de laproducción como de la circulación del valor; por otro, ala limitada “capacidad de sostenimiento” del sistemanatural de los recursos renovables y no-renovables, quees reducida, aunque sea ligeramente, por la entradade entropía. La naturaleza es degradada por el incremento

74 Georgescu-Roegen, op.cit., p. 304.75 Ver Davis, op.cit.

Page 27: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

ELMAR ALVATER

12

del flujo de materia y energía a lo largo de todo el proce-so de producción, transporte, consumo y generaciónde desperdicios (p. e. de productos con carga entrópicaque ya no pueden ser “reciclados”). De este modo, larelación entre productos e insumos no se encuentra com-pletamente estructurada según las líneas de una racionali-dad deliberada; además debe ser considerado el flujo deenergía y materia que no entra dentro de los insumos y losproductos. Según el principio de racionalidad, mayor tasade producción justifica una tasa promedio más alta deinsumos en el proceso de transformación del valor. Tododepende de la relación del excedente con los insumos esti-mados. Siendo iguales las cosas en términos de satisfac-ción de las necesidades o “disfrute de la vida”, puede nogenerar diferencias económicas que 100 ó 1,000 rindan 10por ciento de ganancia. Pero esta proporción podría serecológicamente destructiva, ya que 1,000 exige un mayorflujo de energía e insumos que 100.

Incluso si este flujo ha sido evaluado e internalizado enlos insumos y/o en el producto un principio sigue siendovigente. En la sociedad industrial fordista, donde laproducción masiva va unida con el consumo masivo, elincremento del flujo de energía e insumos se rige bajo unprincipio en el cual la “eficiencia” social y la satisfacciónindividual de necesidades constituyen la unidad de medida.Tradicionalmente –esto es, mientras que no sea desplegadode forma consciente y, además, a veces resulte costosa laminimización de este flujo– el progreso tecnológico constituyeel vehículo para la operación de este principio.76 Sin la sierramecánica, la tala a gran escala de bosques vírgenes no seríaposible; sin aeroplanos, el pasto no podría ser sembradopara el pastoreo en tierras rozadas; sin fábricas de carne ytransporte refrigerado, la carne nunca podría llegar al mercado;sin demanda masiva de carne, la operación completa no tendríasentido; sin cadenas de distribución y gastos publicitariosmasivos, la demanda masiva no surgiría y, si fuera así, nopodría ser satisfecha. Sin consumidores en gran escala deelectricidad (como las plantas de aluminio o los conglomeradosurbanos) las mayores centrales hidroeléctricas no tendríanningún propósito. Sin fábricas de pescado no tendría lugar lapesca industrializada. Sin el automóvil como bien de consumomasivo, no habría consumo masivo de gasolina, nitransformación del paisaje en carreteras, o de la atmósfera enun sitio para el depósito de sustancias nocivas.

La producción industrial masiva no únicamente requierepoder de compra masivo y, en consecuencia, un sistemasocial fordista de trabajo y de remuneración, tambiénnecesita suministros masivos de materias primas y deenergía que son traídos desde las más lejanas regionesde la naturaleza. Con la movilización de recursos naturalesen todas partes del mundo, las parcelas blancasdesaparecen del mapa y la totalidad del globo tiende a serincorporada al modo de producción y consumo de loscentros fordistas. Los procesos de transformación social,asociados a los de relación con la naturaleza, adquierenuna velocidad creciente. La industrialización, que llevósiglos a Europa, está siendo ahora intentada en asunto deaños en las naciones del Tercer Mundo: éstas viven unareorientación radical de la sociedad hacia la modernizacióny la civilización, y hacia una transformación, ofrecuentemente destrucción, del campo y del sistemasocial. El sistema capitalista gobernado por el mercado noes, por tanto, meramente expansionista, acelera su propiocrecimiento con medios técnicos cada vez más eficientespara la reducción del tiempo y la superación del espacio.

De entre la inmensa variedad de elementos naturalesorgánicos e inorgánicos y de formas de vida, el sistemaindustrial tiene interés comparativamente en pocos: enciertos minerales, productos para la agricultura masiva y,sobre todo, en energía. Especies inexplotables no tienenvalor: así ciertas plantas son sólo hierba, árbolesinutilizables sólo selva, determinados animales sólo plagay otros materiales sólo escoria. El sistema ecológico dentrodel cual las hierbas, la selva y las plagas son en efectoútiles, es subordinado a una desquiciada selección segúnel criterio de la valorización. Los productos que puedenser valorizados en la industria o en el consumo de masasconstituyen únicamente una parte del ecosistema,especialmente en los trópicos. Comerciantes de madera,compañías mineras y colonos usan sólo 2% de los recursosdel ecosistema de la selva tropical, mientras que el 98%restante es sometido a destrucción porque es calificadocomo inútil. En los modos de producción indígenas larelación es precisamente la inversa: 98% de los recursosforestales son usados, 2% “olvidados”.77 Sólo un pequeñonúmero de países como los “estados petroleros ydesérticos” del Medio Oriente, pueden basar su desarrolloen la explotación de pocos recursos minerales, operandoesencialmente como “estaciones de servicio” para loscentros industriales. Una materia prima, el petróleo, puedeproveer una interminable gama de plásticos con ayudade la química de cloro, además de servir como combustiblefósil de alta calidad. Muy frecuentemente, no obstante,un país se vuelve más pobre como resultado de la“enfermedad holandesa” de desarrollo hipertrofiadobasado en un recurso de exportación, que puede atraer

76 Ver Wright, op.cit.77 Estas valoraciones fueron hechas por el etnólogo Darell Poseyen la conferencia “A desorden ecológica na Amazonia”, presentadaen Belém, Brasil, en octubre de 1990. Deberían ser consideradas noprecisamente como estadísticas, sino como índices de los diferentesprincipios para regular las relaciones con el ambiente natural endiferentes modos de producción y sociedades.

Page 28: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

13

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

fuerza de trabajo y factores productivos de otros sectoresde la economía ofreciendo mayores salarios y ganancias.78

Esto podría conducir a la elevación del valor de la moneda,lo que, a su vez, puede volver más baratas lasimportaciones y más caras las exportaciones, de suerteque, otras ramas de la economía nacional podrían tornarsemenos competitivas. Si, en tales condiciones dedependencia monocultural, el precio de la materia primacae, la crisis económica se vuelve casi inevitable. Enconsecuencia, la riqueza en materias primas no esnecesariamente un buen punto de partida para el desarrolloequilibrado de la economía nacional. La explotación de losdepósitos de materias primas a menudo no deja tras de símás que un boquete en la corteza de la Tierra y unadegradación ecológica por la cual no existe ningunacompensación económica.

Como el flujo de energía e insumos aumenta, complejosecosistemas son reducidos a minas o estaciones deservicio funcionales a la estructura de la demanda de lospaíses industrializados, que es relativamente simple encomparación con la vasta riqueza de la naturaleza. Al mismotiempo, las relaciones sociales cambian y son simplificadasen el país productor:79 las especificidades de una región ouna localidad desaparecen bajo la cultura de sociedadesindustrializadas, frecuentemente hasta se desvanece lacapacidad social para adaptarse a las condicionesecológicas. Esto es más que evidente en las selvastropicales, donde tal conocimiento adaptativo desaparecejunto con los grupos étnicos regionales. La inteligenciasistémica, que posibilita el equilibrio entre el uso económicode la naturaleza y las relaciones ecológicas, se torna cadavez más y más exigua. A esto se debe que Myers afirmeque el Amazonas es simultáneamente una tierra“sobreexplotada y subutilizada”.80 El crecimientodemandado por la racionalidad económica de lassociedades capitalistas y conseguido por el mecanismodel mercado agota los modos ecológicos dereproducción de los sistemas naturales, pero tambiéndestruye las formas de adaptación humana al ambientenatural que han estado siendo heredadas en lassociedades nativas a través de varias generaciones.

13. Bienes posicionales y límites a la regulación delmercado

Como sabemos, la degradación ecológica tiene efectoseconómicos que se extienden en el tiempo y el espacio;aunque eventualmente las “externalidades” se imponenpor sí mismas como costo de los factores económicos enel cálculo microeconómico y como trastornos en el“disfrute de la vida” de los consumidores. En respuesta,se han realizado varios intentos para internalizar las

externalidades y relocalizar los costos sociales dentro delcampo del cálculo microeconómico. El objetivo comúnde esos intentos es rescatar la racionalidad del mercadopara restaurar la función de asignación de precios que hasido trastornada por las externalidades y mejorar el efectode selección en los procedimientos del mercado. Noobstante, esto agudiza el problema fundamental, que hasido descrito como la “tragedia de los pueblos”81 o los“límites sociales del crecimiento”.82

Una cosa podría perder sus propiedades como valorde uso si es producida en exceso o si, como en el caso dela tierra común accesible para todos los miembros de unacomunidad, es sobrexplotada. Los valores de uso, comohemos visto, pueden ser definidos como un recurso conbaja entropía y elevado orden. Por supuesto, tiene quetomarse en cuenta que el valor de uso de un producto nosólo se revela en las cualidades físicas que le ha asignadola inteligente división y combinación de elementos realizadapor el trabajo humano; depende también de los materiales“inútiles” (desperdicios) y la energía (calor residual) queson emitidos al ambiente por la producción y el consumodel valor de uso. Si un automóvil no despidiera CO2, noquemaría gasolina y sería incapaz de moverse. Los valoresde uso son así “necesariamente celestiales”: únicamenteson valores de uso en tanto elementos de la esfera bióticay abiótica. Pierden su propiedad como valor de uso si suconjunción de materiales no puede seguir caracterizándosepor una baja entropía, lo que no cancela que incrementanla entropía como resultado de un crecimiento cada vezmayor (que, por eso, acrecienta cada vez más el flujo deenergía e insumos que se requiere dentro) de suproducción. Su utilidad, en consecuencia, únicamente esposible dentro de ciertos límites. Incluso si elcuantitativismo económico y el crecimiento son ilimitados,la categoría económica valor de uso contiene un límite.Que proviene del carácter finito no sólo de lasnecesidades humanas (ya que, una persona sólo puedeconsumir cierta cantidad de alimentos), sino también dela carga que puede arrojarse sobre el ecosistema global.El principio de ordenamiento económico, por tanto, sevuelve implícitamente contradictorio incluso antes de que

78 La “enfermedad holandesa” fue diagnosticado después deldesarrollo de la producción de gas natural, en los Países Bajos,cuando otros sectores de la economía cayeron en dificultades. VerJeroen Kremers, “¿The Dutch Disease in the Netherlands?”, enPeter J. Neary y Sweder van Wijnbergen, eds., Natural Resourcesand the Macroeconomy, Oxford, 1986.79 Ver Bunker, op.cit.80 Ver Myers, op.cit.81 Garret Hardin, ‘The Tragedy of the Commons’, Science, núm.162, 1968.82 Hirsch, op.cit.

Page 29: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

ELMAR ALVATER

14

los límites de las necesidades humanas y su articula-ción sean alcanzados. Este problema requiere ser ma-yormente investigado puesto que acarrea serias conse-cuencias para el discurso económico.

Si regiones completas son destruidas por la extracciónde materias primas del ambiente, o, en otras palabras, siun valor de uso es obtenido mediante su separación dela corteza terrestre, se vuelve más difícil y más caro utilizarbajo otras formas esa parte de la naturaleza. La produccióny el consumo de valores de uso puede generar así como“subproductos” muchos no-valores de uso (substanciasde desperdicio, aire usado, agua contaminada) quetienden a minar las relaciones vitales humanas y a mer-mar el “disfrute de la vida”. Dentro de ciertos límites, elcinturón verde alrededor de las ciudades puede ser usadopara viviendas privadas. Pero si esos límites se exceden,el cinturón verde será destruido y el peculiar valor deuso de “la pequeña casa de campo” desaparecerá. Loque está en juego siempre es la competencia por el usode los recursos. En la medida en que un recurso o unproducto es empleado como valor de uso, muchos otrosrecursos o productos pierden su potencial o cualidadefectiva para ser valores de uso.

Es aquí que el crecimiento exhibe sus límitesintrínsecos, como puede verse con particular claridaden el ejemplo del automóvil, el producto central del modo“fordista” de acumulación y consumo. El valor de usohumano del automóvil descansa en su capacidad parasuperar distancias más rápidamente, eliminando eltiempo mediante la reducción del espacio y aboliendoel espacio mediante la reducción del tiempo. Pero siexisten muchos automóviles, el bloqueo de caminos ylugares de estacionamiento, junto con la limitadacapacidad de la atmósfera para absorber bióxido deazufre, nitrógeno y emisiones de carbono, reducirá laefectividad como valor de uso de cada automóvilindividual. Para un reducido número de gente que posee unautomóvil, la seguridad es su mayor valor de uso; paraun amplio número de conductores, la más importantepropiedad es la resistencia al desgaste, que de todos modosexperimenta a pesar del avance en la sofisticación técnicade su valor de uso. Éstas consecuencias no derivan de lacosa en sí misma, sino de las condiciones sistémicas de suuso. El valor de uso de un automóvil individual no es, portanto, un mero producto de la tecnología, existe sólo eninterconexión con el valor de uso de todos los demásautomóviles en el mundo; depende de si otras personasrenuncian a la satisfacción presente de sus necesidadespor medio del valor de uso potencial de su automóvil. Los

intentos de la industria automotriz por superar estos lí-mites, introduciendo el uso de productosindividualizados en el marco de un mayor tráfico general,conduce a que los límites ecológicos se conviertanen límites sociales83 si el automóvil ya no puede más serusado a gusto o sólo puede serlo en condicionessocialmente definidas –esto es, si su valor de uso para latotalidad del modo de vida pierde su cualidad como valorde uso–. Después de todo, la reducción de su valor deuso, en tanto portador de valor, amenaza la valorizacióndel capital invertido en la producción automotriz. Si globalo parcialmente desaparece el valor de uso del automóvildebido a límites ecológicos o sociales, entonces, deja yala fábrica como producto de desecho, sin poder ser usadapara satisfacer necesidades. La continuación de unmodelo económico y social que permite tales absurdosno es sólo éticamente irresponsable; tiende a volverseirracional incluso en términos económicos. De aquí elacrecentamiento del interés de la industria automotriz porvender no sólo automóviles sino movilidad.

Como las mercancías son producidas como “bienesposicionales”, los límites de la regulación del mercado yaestán siendo alcanzados. El valor de uso portador de valorno puede existir como mercancía sin ser valor de uso, sinembargo, el valor de uso de los bienes posicionales seencuentra estrechamente ligado no con mercancíasindividuales sino con un ambiente de cuya calidaddepende la posibilidad de ser producido y consumido.El consumo, la distribución y la acumulación de productoscon límites ecológicos constituye un proceso que nopuede ser regulado por el mercado y el dinero, simplementeporque no tienen el carácter de bienes que puedanser consumidos libremente de modo individual. Elprincipio ordenador de la racionalidad económica, con susseñales de precios y de pago, se convierte aquí en un principiodesordenador que tiene una indudable repercusión en laeconomía. La falta de oportunidades de crecimiento debellevar a poner al frente criterios de distribución que yano definan más la justicia como resultado de procedimientosde mercado. Los sistemas económico y social exigen unareorganización fundamental, ya que, la producciónajustada al valor de cambio únicamente es capaz de crearvalores de uso con una capacidad limitada para satisfacernecesidades. Esto significa que, pese a que la “tendenciaexpansiva” del capital no conozca límites, la acumulacióncapitalista no puede ser, de ninguna manera, ilimitada.

Dados los limitados recursos y la capacidad de cargay soporte de la tierra como ecosistema, los límites ecológicosse convertirán cada vez más en límites sociales y, finalmente,en barreras para la racionalidad económica. Por supuesto,esto no sucederá automáticamente. Los límites sonconstruidos de modo conciente por sujetos sociales, por83 Ver Ibíd.

Page 30: Hacia una Crítica Ecológica de la Economía Política ...

15

HACIA UNA CRÍTICA ECOLÓGICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

“nuevos movimientos sociales” que se esfuerzan por buscar la transición a un modo diferente de acumulación y regula-ción. Justo porque articulan un problema social de orden general es que pueden tener éxito y extenderse dentro de otrosmovimientos y organizaciones. Como la cuestión social ha dominado a la sociedad industrial hasta la mitad del siglo XX,sólo hasta ahora la cuestión ecológica ha comenzado a ocupar un lugar central.

Por un lado, el desarrollo del sistema fordista tiende hacia la “individualización”, así que la competencia demercado como instancia de socialización es cada vez más y más puesta en cuestión –particularmente desde el colapsode la alternativa sistémica ofrecida por el “socialismo real”–. Por otro lado, los límites ecológicos del modo de producción yconsumo se vinculan con un gran número de bienes de carácter posicional –especialmente aquellos centrales para elmodo de vida– que ya no pueden ser racionalmente distribuidos por el mercado para satisfacer todas las necesidadesindividuales que el mercado registra. La competencia en el mercado, en consecuencia, se ha vuelto necesariamentemás limitada de lo que parece ante las demandas por una regulación del mercado más efectiva.