Hª de la Filosofía - Platón

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PLATÓN: CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO Nacido tras el estallido de la Guerra del Peloponeso, que enfrentó a Esparta con Atenas en su lucha por el liderazgo de las polis griegas, Platón no llegó a conocer la prosperidad y gloria que tanto caracterizó a su ciudad en el período gobernado por Pericles. Por el contrario, le correspondió experimentar el fracaso, desgarro y ruina que padeció su patria al haber sido derrotada en dicha guerra. Escandalizado por las tropelías llevadas a cabo por los Treinta Tiranos y decepcionado por la reinstaurada democracia ateniense; capaz de acabar con la vida del más virtuoso de sus ciudadanos (Sócrates), Platón asiste al fin de la hegemonía política de Atenas sobre Grecia. El pensamiento filosófico de Platón nace y crece en ese “humus” filosófico-cultural propio de la Atenas del siglo V a.C, que recibe el nombre de Ilustración sofística. Los sofistas eran pensadores que ejercían un magisterio remunerado sobre los jóvenes pudientes, con el tradicional fin de la paideia y triunfo de las disputas públicas e intervenciones llevadas a cabo en la Asamblea ciudadana. La mayor influencia filosófica que tomó Platón fue la de su maestro Sócrates, un sofista disidente que profesaba un interés honesto por cuestiones de índole ético-político y cuya doctrina es conocida con el nombre de “Intelectualismo moral” (la cual relacionaba virtud con conocimiento y ambas con felicidad), esta creencia se convierte en el cimiento sobre el que se asienta el programa filosófico de Platón en su totalidad. Pero el pensamiento platónico no sólo bebe de las fuentes de la ilustración griega, sino que también recoge el legado ontológico- metafísico de los pensadores presocráticos. Así pues, el pitagorismo le aportará su concepción órfica del alma como inmortal e independiente del cuerpo, así como la relevancia ontológica de los números y las matemáticas, relevancia que se presenta a lo largo de la teoría de las Ideas. Los eleáticos influirán en el concebir de las Ideas bajo los atributos del “ser” de Parménides (unicidad, inmutabilidad, eternidad). Anaxágoras le inspirará la necesidad de postular la existencia de un nous, de un Demiurgo o inteligencia ordenadora que dé cuenta del orden del cosmos. Finalmente, Heráclito y las homeomerías de Demócrito le legarán su concepción de un mundo sensible-material sujeto al cambio y al devenir. PLATÓN: ANTECEDENTES PRESOCRÁTICOS Los filósofos presocráticos fueron una serie de pensadores que vivieron en la Antigua Grecia entre los siglos VI y V a.C, final de la época arcaica y comienzos de la época clásica. La razón de su importancia es que fueron los iniciadores del pensamiento occidental, dejando atrás la comprensión mítico-religiosa de la realidad. Esta honda transformación recibe el nombre de “paso del mythos al logos”, dos palabras griegas que designan dos maneras antiéticas de narrar y comprender la realidad circundante, la religiosa y la racional. Esta nueva concepción racional de la realidad concibe el mundo como un sistema, es decir, como un todo ordenado. El nombre que dieron a esta realidad fue el de “physis” o naturaleza. Este término hace referencia a la totalidad de las cosas que forman el universo, así como también designa la esencia e identidad de cada cosa. Los presocráticos explicaron lo que es la physis remitiéndola a aquello que la constituye y de donde procede, su “arkhé” o principio. Los filósofos presocráticos responderán la pregunta por la physis determinando cuál es el arkhé de las cosas. Expuestas de un modo sintético, éstas son las principales doctrinas de algunos de los más importantes filósofos presocráticos: -Heráclito: “panta rei” (todo fluye), el mundo es un permanente devenir. La causa del perpetuo devenir es que el “kosmos” está constituido por elementos contrarios (día-noche, frio-caliente, húmedo-seco…), el mundo es la unidad tensa de contrarios. -Parménides: existencia de dos caminos para el hombre, la vía de la opinión (doxa) que conduce a un mundo no real sino aparente y la vía de la verdad (aletheia) que conduce al mundo del ser. -Anaxágoras: existencia de infinitud de homeomerías que componen la multiplicidad de las cosas existentes. Estos elementos infinitos formaban una masa compacta inmóvil. Un nous los puso en movimiento, separándolos y mezclándolos ordenadamente, dando así lugar al kosmos. Aparece de este modo por primera vez en la historia del pensamiento la idea de una inteligencia ordenadora del universo.

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Contexto histórico

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PLATÓN: CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO

Nacido tras el estallido de la Guerra del Peloponeso, que enfrentó a Esparta con Atenas en su lucha por el liderazgo de las polis griegas, Platón no llegó a conocer la prosperidad y gloria que tanto caracterizó a su ciudad en el período gobernado por Pericles. Por el contrario, le correspondió experimentar el fracaso, desgarro y ruina que padeció su patria al haber sido derrotada en dicha guerra. Escandalizado por las tropelías llevadas a cabo por los Treinta Tiranos y decepcionado por la reinstaurada democracia ateniense; capaz de acabar con la vida del más virtuoso de sus ciudadanos (Sócrates), Platón asiste al fin de la hegemonía política de Atenas sobre Grecia. El pensamiento filosófico de Platón nace y crece en ese “humus” filosófico-cultural propio de la Atenas del siglo V a.C, que recibe el nombre de Ilustración sofística. Los sofistas eran pensadores que ejercían un magisterio remunerado sobre los jóvenes pudientes, con el tradicional fin de la paideia y triunfo de las disputas públicas e intervenciones llevadas a cabo en la Asamblea ciudadana. La mayor influencia filosófica que tomó Platón fue la de su maestro Sócrates, un sofista disidente que profesaba un interés honesto por cuestiones de índole ético-político y cuya doctrina es conocida con el nombre de “Intelectualismo moral” (la cual relacionaba virtud con conocimiento y ambas con felicidad), esta creencia se convierte en el cimiento sobre el que se asienta el programa filosófico de Platón en su totalidad. Pero el pensamiento platónico no sólo bebe de las fuentes de la ilustración griega, sino que también recoge el legado ontológico-metafísico de los pensadores presocráticos. Así pues, el pitagorismo le aportará su concepción órfica del alma como inmortal e independiente del cuerpo, así como la relevancia ontológica de los números y las matemáticas, relevancia que se presenta a lo largo de la teoría de las Ideas. Los eleáticos influirán en el concebir de las Ideas bajo los atributos del “ser” de Parménides (unicidad, inmutabilidad, eternidad). Anaxágoras le inspirará la necesidad de postular la existencia de un nous, de un Demiurgo o inteligencia ordenadora que dé cuenta del orden del cosmos. Finalmente, Heráclito y las homeomerías de Demócrito le legarán su concepción de un mundo sensible-material sujeto al cambio y al devenir. PLATÓN: ANTECEDENTES PRESOCRÁTICOS

Los filósofos presocráticos fueron una serie de pensadores que vivieron en la Antigua Grecia entre los siglos VI y V a.C, final de la época arcaica y comienzos de la época clásica. La razón de su importancia es que fueron los iniciadores del pensamiento occidental, dejando atrás la comprensión mítico-religiosa de la realidad. Esta honda transformación recibe el nombre de “paso del mythos al logos”, dos palabras griegas que designan dos maneras antiéticas de narrar y comprender la realidad circundante, la religiosa y la racional. Esta nueva concepción racional de la realidad concibe el mundo como un sistema, es decir, como un todo ordenado. El nombre que dieron a esta realidad fue el de “physis” o naturaleza. Este término hace referencia a la totalidad de las cosas que forman el universo, así como también designa la esencia e identidad de cada cosa. Los presocráticos explicaron lo que es la physis remitiéndola a aquello que la constituye y de donde procede, su “arkhé” o principio. Los filósofos presocráticos responderán la pregunta por la physis determinando cuál es el arkhé de las cosas. Expuestas de un modo sintético, éstas son las principales doctrinas de algunos de los más importantes filósofos presocráticos:

-Heráclito: “panta rei” (todo fluye), el mundo es un permanente devenir. La causa del perpetuo devenir es que el “kosmos” está constituido por elementos contrarios (día-noche, frio-caliente, húmedo-seco…), el mundo es la unidad tensa de contrarios. -Parménides: existencia de dos caminos para el hombre, la vía de la opinión (doxa) que conduce a un mundo no real sino aparente y la vía de la verdad (aletheia) que conduce al mundo del ser. -Anaxágoras: existencia de infinitud de homeomerías que componen la multiplicidad de las cosas existentes. Estos elementos infinitos formaban una masa compacta inmóvil. Un nous los puso en movimiento, separándolos y mezclándolos ordenadamente, dando así lugar al kosmos. Aparece de este modo por primera vez en la historia del pensamiento la idea de una inteligencia ordenadora del universo.

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PLATÓN: SOFISTAS Y SÓCRATES

El pensamiento filosófico de Platón nace y crece en ese “humus” filosófico-cultural propio de la Atenas del siglo V a.C, que recibe el nombre de Ilustración sofística. Los sofistas eran pensadores que ejercían un magisterio remunerado sobre los jóvenes pudientes, con el tradicional fin de la paideia y triunfo de las disputas públicas e intervenciones llevadas a cabo en la Asamblea ciudadana. Tras las guerras médicas se produce lo que tradicionalmente porta el nombre de “giro antropológico”. La flexión sobre la naturaleza se retira a un segundo término, pasando cuestiones directamente relacionadas con la vida humana a ocupar un lugar preponderante en el panorama intelectual de la época. La razón de ello no es otra que el surgimiento de un nuevo contexto socio-político: la democracia ateniense. Agrupamos a los sofistas en dos generaciones. Pertenecen a la primera los más interesantes, Protágoras y Gorgias. Protágoras, quien perteneció a un exclusivo círculo de allegados a Pericles, defendió una doctrina de profundo calado humanista que afirma que “el hombre es la medida de todas las cosas”. En la segunda generación incluimos a Hipias de Helis, Antifonte, Pródicos y Calicles. Muchos de estos sofistas aparecen en los diálogos platónicos a los que, en algunos casos, llegan a dar nombre. La sofística postuló dos doctrinas, una en la que se defendía el carácter relativo de todo conocimiento y otra en la que se afirmaba el carácter convencional de las leyes e instituciones sociales: Respecto al carácter relativo de todo conocimiento: los sofistas consideraban que no hay conocimiento objetivo posible, puesto que todo conocimiento es subjetivo y está sometido a las vicisitudes de la historia y las circunstancias. Por todo ello, para la sofística el saber se diluye en la perpetua erística, en la que triunfaba no la opinión más verdadera, sino la más fuerte, convincente y persuasiva, ya bien fuese falsa o contradictoria. Respecto al descubrimiento del carácter convencional de las leyes e instituciones sociales y políticas, esto es, descubrimiento de un ámbito distinto y ajeno a la physis, al que la sofística denominará como el reino de nomos: para los sofistas en general, los valores ético-políticos al igual que las leyes e instituciones que sobre ellos se sustentan no pertenecen al reino de la physis, pues no son realidades naturales, absolutas e inmutables, sino meras convenciones sociales, acuerdos que establecen entre sí los ciudadanos y que responden siempre a un interés de éstos:

- Para los sofistas de la primera generación, los pactos que los miembros de una ciudad logran alcanzar acerca de lo que es justo y bueno tienen como finalidad el beneficio de la comunidad entera, ya que las leyes e instituciones sociales y políticas hacen posible la convivencia pacífica y la cooperación social.

- Para los sofistas de la segunda generación, el nomos de la ciudad no sólo es convencional, sino también antinatural. Entendían que el ser humano, aún viviendo en sociedad y por lo tanto sometido a las convenciones y artificialidades del nomos, seguía existiendo una dimensión no convencional, no cultural ni artificial, sino estrictamente natural y por ello perteneciente al reino de la physis: sus impulsos e instintos naturales. Al conjunto de esos instintos lo denominaron physis humana. Para ellos, lo único absoluto e inmutable era esa naturaleza o physis humana, naturaleza que se caracterizaba por dos grandes impulsos: la irrefrenable búsqueda del placer y del dominio. Debido a ello, cambió radicalmente su valoración del reino del nomos en relación a cómo éste había sido valorado por los sofistas de la primera generación. Para los sofistas de la segunda generación, las leyes humanas convencionales serán siempre dogales a través de los cuales el grupo doma y somete al individuo al interés de la colectividad, interés extraño y ajeno a su verdadera naturaleza, esto es, a sus instintos, y no la gran herramienta civilizadora tal como defendían los sofistas de la primera generación.

Sócrates fue un sofista disidente que no cobraba por sus enseñanzas y rechazaba la lección magistral como método pedagógico, proponiendo como alternativa el diálogo y la mayéutica. No aceptaba el relativismo y el convencionalismo en cuestiones ético-políticas. Para él, los conceptos morales tenían una significación objetiva, constante y permanente. Su doctrina fundamental es conocida con el sobrenombre de “intelectualismo moral”, doctrina que identifica primero virtud con saber y que concluye considerando la virtud como el bien supremo para el hombre y causa de su felicidad. PLATÓN: TEORÍA PLATÓNICA DE LAS IDEAS, M.SENSIBLE-M.INTELIGIBLE E GRAOS DO COÑECEMENTO De entre las múltiples intenciones que animan la teoría platónica de las Ideas, una de ellas es su interés filosófico-científico en fundamentar una comprensión racional de la realidad. La teoría de las Ideas fue formulada por Platón en su periodo de madurez o dogmático en obras como el “Fedón”, el “Fedro” o “La República”. Platón defiende a partir de estas obras la existencia de dos mundos separados el uno del otro y radicalmente distintos entre sí, algo así como si la realidad no fuese una, sino que tuviese dos dimensiones, dos planos en los que se manifiesta y constituye de muy diferentes maneras. Por un lado nos encontramos con el mundo sensible, realidad constituida por las entidades corpóreas, perceptibles a los sentidos, materiales y mutables, sometidas al perpetuo devenir de lo que nace y perece. Éste es el mundo en el que habita el ser humano, un mundo en el que los caballos enferman y mueren, el agua se evapora o congela, el hierro se oxida y la madera se pudre. Por otro lado está el mundo de las Ideas, un mundo en el que el hombre no habita pero al que puede acceder a través de la raz ón. Éste mundo está constituido por un tipo de realidades radicalmente distintas a todas aquellas que encontramos en nuestro entorno. A estas peculiares y extrañas entidades las denominó Ideas o Formas. Platón llamó Ideas a las causas metafísicas del mundo físico. No entendió por Ideas los conceptos mentales que produce nuestra inteligencia, sino por modelos inmateriales y autosubsistentes que han dado lugar al mundo sensible. A las ideas se les atribuye las siguientes características:

-Objetivas: no deben ser concebidas como conceptos de la mente humana ni como constructos de la imaginación, a la postre, como representaciones subjetivas de la mente; aunque la inteligencia del hombre sea capaz de aprehenderlas y representarlas. -Inteligibles: no pueden ser percibidas por medio de los sentidos, pues se llega a ellas mediante el único y exclusivo uso de la razón. -Inmutables: frente al carácter efímero de todo lo existente, las Ideas ni se crean ni se destruyen. -Absolutas: desligadas e independientes de los modelos y paradigmas del mundo sensible -Universales: la Idea se constituye como principio común en una pluralidad de individuos. -Únicas: no existe una pluralidad de Ideas de un mismo tipo, mientras que en el mundo sensible existe una pluralidad indefinida de entidades procedentes de la misma Idea.

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PLATÓN: CONCEPCIÓN POLÍTICA DE PLATÓN, ANTROPOLOGIA PLATÓNICA Y VINCULACIÓN DEL ALMA A LA CIUDAD Platón forma parte de la corriente de obediencia socrática. Pero rechazará el relativismo sofístico convencido de que los conceptos morales pueden ser definidos. Así pues, identificará virtud con la sabiduría al considerar que sólo el sabio puede ser virtuoso. Su doctrina intentará demostrar que el orden moral y político tiene un fundamento objetivo, el estatuto de Ideas. La ética platónica persigue el supremo bien del hombre, la felicidad. Para Platón, el bien supremo del hombre debe cifrarse ante todo en la virtud, entendiendo por ésta el recto cultivo del alma, un estado de armonía anímica que conduce a la felicidad. E l bien del hombre no consiste ni en el placer ni en la sabiduría desvinculada de su dimensión práctica, política o ética, Platón trata tanto de regular el placer sometiéndolo a la medida de la razón, así como de evitar el descender del sabio al mundo sensible. En suma, el bien para el hombre ha de ser el comportamiento virtuoso, esto es, conducta calificada de justa y que procediendo de un alma armoniosa, proporcionada, mesurada y bella haga posible que el ser humano alcance la felicidad. El término virtud tiene en la obra de Platón tres sentidos que están intrínsecamente unidos y vinculados a su teoría ontológica de las Ideas y a su concepción antropológica del alma del hombre. Por influencia de Sócrates la virtud sigue siendo considerada como sabiduría. Por influencia del orfismo y del pitagorismo la virtud es considerada como purificación por medio de la cual el alma se separa y libera del cuerpo. Finalmente, por efecto de la concepción tripartita del alma, la virtud es considerada como justicia, entendida como una armonía entre las facultades del alma:

- Virtud como sabiduría: Platón considera que sólo puede obrar bien quien conoce lo que es el bien, doctrina ética conocida con el nombre de intelectualismo moral.

- Virtud como purificación: proceso por el cual el alma se va liberando paulatinamente del cuerpo. Platón entiende que esta liberación tendría por objeto último que el alma, ya enteramente libre y sin necesidad de reencarnarse en otro cuerpo, pudiese regresar al mundo al cual por excelencia pertenece y así contemplar las Ideas.

- Virtud como justicia: Platón sostiene que el alma guarda tres funciones, éstas son la inteligible o racional, irascible o volitiva y concupiscible o apetitiva. A cada una de estas tres funciones le corresponde una virtud en particular. Tenemos así la sabiduría-prudencia, virtud propia de alma en su función racional. La fortaleza o valentía, virtud propia del alma en su función irascible, la templanza como virtud del alma en su función concupiscible.

Cuando se dan estos tres tipos de virtudes se da la justicia. Pero la justicia no se da siempre, debiéndose ello fundamentalmente a dos motivos: cuando el alma en su función concupiscible confunde placer con felicidad y cuando el alma en su función irascible confunde ambición con felicidad. Todo ello provoca la injusticia, una especie de desorden y enfermedad del alma efecto de que la función racional no dirija y gobierne sabia y prudentemente el todo anímico. Para Platón la parte racional del alma debe guiar la parte irascible (que debe ser valerosa) y ambas dominar la parte apetitiva (que debe ser atemperada). El individuo que lo consiga será armonioso y justo, pues la justicia es la salud del alma y la injusticia su enfermedad. Platón elaboró una teoría política estrechamente dependiente y tributaria de su concepción antropológica, llegando a establecer una correlación entre el orden, justicia y virtud propias de la ciudad y del alma. A demás, Platón era un aristócrata conservador, por lo que se sintió profundamente atraído por una organización jerarquizada de la sociedad. Fue en “La Republica” y más tarde en las “Leyes” donde Platón describe cómo debería ser el Estado ideal. El fundamento último de dicho Estado está inscrito como una Forma en el mundo inteligible. El contenido esencial de dicha Forma de ciudad ideal está dialécticamente atravesada por la noción de justicia. Por ello, sólo cuando se da la justicia se podrá considerar bien gobernada la ciudad. Platón entendía la Justicia como orden, como el ocupar de cada cosa el lugar que le es propio por naturaleza y como la correcta disposición de las partes que la componen. Así un alma puede llegar a ser justa, cuando cada parte que la compone cumpla la función que le corresponde. Pues bien, siguiendo el mismo esquema que se había aplicado a la descripción de las funciones del alma, el Estado justo debe estar compuesto por tres estamentos, cada uno de los cuales cumple una misión específica dentro de la totalidad social conforme al principio de especialización funcional.

- Gobernantes-filósofos: estamento social correlativo a la parte racional del alma, los gobernantes-filósofos son los encargados de dirigir a los ciudadanos. Son elegidos entre los guerreros más sabios y prudentes. Pues se consideran virtuosos al haber logrado un pleno autodominio, un control tan perfecto de sus pasiones que ninguna debilidad le hará flaquear en su cometido ni ninguna ambición privada les apartará de su deber. Es por todo ello que podrán ejercer un gobierno justo y bueno, dilucidando dónde se haya el bien común de la ciudad. Finalmente, la sabiduría-prudencia (noús-frónesis) será la virtud que se les apropia.

- Guerreros-guardianes: estamento social correlativo a la parte volitiva del alma. Está constituida por los encargados de defender a la Polis de sus enemigos. Son elegidos entre los ciudadanos más fuertes y valerosos, el valor (andreia) es la virtud que les caracteriza.

- Los productores: estamento social correlativo a la parte apetitiva del alma, los productores son los encargados de producir los bienes necesarios para la vida de la población. Su virtud intrínseca será la templanza (sofrosíne).

Cuando cada uno de estos estamentos cumpla con su virtud, subordinándose los inferiores al estamento superior, se dará la justicia política. La pertenencia a un estamento vendrá determinada por el Estado, que integrará al ciudadano en el estamento que en mayor medida corresponda a su naturaleza, formando a los ciudadanos en las virtudes que le son propias. Finalmente estarán prohibidas la propiedad privada, la familia y la diferencia entre sexos. El fin de ello no es otro que evitar toda forma de egoísmo y ambición que obstaculice la consecución del bien común de la polis. Platón no se limitó a describir el Estado justo, sino que además elaboró una protofilosofía de la historia en la que exponía diversos regímenes políticos y su orden de sucesión. Pretendía con ello mostrar un inevitable proceso de corrupción al que a su juicio, se ve abocado todo gobierno. Partía entonces desde una hipotética edad de oro, siendo para él la historia un proceso de degradación continua hasta alcanzar un grado de desorden y perversidad total