H I S TORIA DE UN TECHO A L M AGREÑO (II):EL ARTESONADO …

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—HISTORIA DE UN TECHO ALMAGREÑO (II): EL ARTESONADO DE LA ANTIGUA UNIVERSIDAD RENACENTISTA— M auricio Fernández había comprado un artesona- do. De esa manera co- menzaba, quizás, su aven- tura más fascinante, al menos desde un punto de vista intelectual. Realmente, el em- presario mexicano no tenía ni idea de lo que había adquirido. Su techo, y otro que había comprado su madre, un artesona- do policromado de Tarazona, se encon- traban en el almacén Raleigh Bounded Warehouse Limited, en Carolina del Nor- te. Transportar algo tan voluminoso has- ta Monterrey no iba a ser sencillo. Para empezar, los anteriores propietarios ha- bían dejado una cuenta pendiente que ha- bía que satisfacer para llevárselo. En Es- tados Unidos existía por entonces, habla- mos de 1976, una ley que prohibía trans- portar por ferrocarril objetos de más de trescientos años, así que la única solución era llevarlo por carretera. Meterlo en Mé- xico tampoco iba a ser fácil, pues la carga debía pasar en pequeñas cantidades, que es lo que permitían las autoridades del país, para no gravar aun más el traslado. Fernández contactó con un tal Correa, experto en esas cosas de bordear los obs- táculos, de encontrar soluciones, para ha- cerle llegar los techos. Al final, un año des- pués de haberlo adquirido, doce camio- nes cargados con 144 cajas (125 del techo de Almagro y 19 del de Tarazona), em- prendieron un viaje para cruzar de Nor- te a Sur los Estados Unidos, más o menos con 60 toneladas. La carga llegó a Lare- do, en la frontera, donde, poco a poco, fue pasada al lado mexicano. La opera- ción hubo de repetirse en la garita adua- nera del kilómetro 26. Por fin, en 1977, el techo llega a Mon- terrey. Fernández consigue que le dejen espacio en una empresa familiar, Pig- mentos y Óxidos (PYOSA) y cuatro hom- bres descargan los camiones. Tardan en hacerlo una semana completa. Cualquiera se hubiera desesperado con el panorama. En el exterior del almacén se acumulan barriles de petróleo que con- tienen miles de piezas de madera. Sí, el ar- tesonado había sido, en parte, almacena- do en barriles de petróleo. En el interior se amontonan las maderas más grandes. Con el tiempo, todo aquel batiburrillo em- pieza a coger forma y las piezas recibirían los nombres con los que los maestros mu- déjares se referían a ellos. Con el tiempo, distinguirían entre tensores y adarajas, en- tenderían que los alfardas no tienen nada que ver con los estribos, o que el mocára- be se construye con prismas de madera, llamaron trabes a las vigas y juntando mo- cárabes se asombraron con los racimos o piñas… Con el tiempo, el antiguo oficio de los alarifes, de los carpinteros de los blanco, volvería a oírse con acento mexi- cano. Pero eso iba a ser con el tiempo, por- que en 1977 lo que veía Mauricio Fer- nández era un enorme puzle que venía sin instrucciones, una tarea casi imposi- ble. Aparecen entonces en escena dos per- sonajes que iban a ser claves en la restau- ración y montaje del artesonado. El pri- mero es el arquitecto Jorge Loyzaga, que se iba a implicar en el proyecto generosa- mente. Impresionado con el techo de ma- dera almagreño, Loyzaga trazará esbozo tras esbozo, diseño tras diseño, hasta, en un proceso de diálogo siempre abierto con los propietarios, dar forma a La Mi- larca, la casa que nace del artesonado, un espacio único, cargado de colecciones va- liosísimas de mapas de México, de geodas, de obras de arte del más variado pelaje... Pero si alguien se merece el reconoci- miento de los amantes del arte, ese es Ma- nuel Serrano, el restaurador del arteso- nado. “Cuando me lo propuso Mauricio Fernández dije que sí, pero la verdad es que no sabía por dónde empezar”, con- fiesa en una entrevista Serrano. La tarea es titánica y probablemente no se hubie- Un artesonado con sabor a tequila Un artesonado con sabor a tequila Resumen de lo publicado: William Randolph Hearts compra el artesonado de la iglesia de la Antigua Universidad Renacentista de Almagro y se lo lleva a USA. La crisis de los 30 le obliga a venderlo y el comprador lo almacena hasta que a mediados de los 70 lo adquiere Mauricio Fernández. Por Francisco J. Otero LA MILARCA / M. F.

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— H I S TORIA DE UN TECHO A L M AGREÑO (II): EL ARTESONADO DE LA A N T I G UA UNIVERSIDAD RENAC E N T I S TA—

Mauricio Fernández habíacomprado un artesona-do. De esa manera co-menzaba, quizás, su aven-tura más fascinante, almenos desde un punto

de vista intelectual. Realmente, el em-presario mexicano no tenía ni idea de loque había adquirido. Su techo, y otro quehabía comprado su madre, un artesona-do policromado de Tarazona, se encon-traban en el almacén Raleigh BoundedWarehouse Limited, en Carolina del Nor-te. Transportar algo tan voluminoso has-ta Monterrey no iba a ser sencillo. Parae m p e z a r, los anteriores propietarios ha-bían dejado una cuenta pendiente que ha-bía que satisfacer para llevárselo. En Es-tados Unidos existía por entonces, habla-mos de 1976, una ley que prohibía trans-portar por ferrocarril objetos de más detrescientos años, así que la única soluciónera llevarlo por carretera. Meterlo en Mé-xico tampoco iba a ser fácil, pues la cargadebía pasar en pequeñas cantidades, quees lo que permitían las autoridades delpaís, para no gravar aun más el traslado.

Fernández contactó con un tal Correa,experto en esas cosas de bordear los obs-táculos, de encontrar soluciones, para ha-cerle llegar los techos. Al final, un año des-pués de haberlo adquirido, doce camio-nes cargados con 144 cajas (125 del techode Almagro y 19 del de Tarazona), em-prendieron un viaje para cruzar de Nor-te a Sur los Estados Unidos, más o menoscon 60 toneladas. La carga llegó a Lare-do, en la frontera, donde, poco a poco,fue pasada al lado mexicano. La opera-ción hubo de repetirse en la garita adua-nera del kilómetro 26.

Por fin, en 1977, el techo llega a Mon-t e r r e y. Fernández consigue que le dejenespacio en una empresa familiar, Pig-mentos y Óxidos (PYOSA) y cuatro hom-bres descargan los camiones. Tardan enhacerlo una semana completa.

Cualquiera se hubiera desesperado conel panorama. En el exterior del almacénse acumulan barriles de petróleo que con-tienen miles de piezas de madera. Sí, el ar-tesonado había sido, en parte, almacena-do en barriles de petróleo. En el interiorse amontonan las maderas más grandes.Con el tiempo, todo aquel batiburrillo em-pieza a coger forma y las piezas recibiríanlos nombres con los que los maestros mu-déjares se referían a ellos. Con el tiempo,distinguirían entre tensores y adarajas, en-tenderían que los alfardas no tienen nadaque ver con los estribos, o que el mocára-be se construye con prismas de madera,llamaron trabes a las vigas y juntando mo-cárabes se asombraron con los racimos opiñas… Con el tiempo, el antiguo oficiode los alarifes, de los carpinteros de losblanco, volvería a oírse con acento mexi-cano.

Pero eso iba a ser con el tiempo, por-que en 1977 lo que veía Mauricio Fer-nández era un enorme puzle que veníasin instrucciones, una tarea casi imposi-b l e .

Aparecen entonces en escena dos per-sonajes que iban a ser claves en la restau-ración y montaje del artesonado. El pri-mero es el arquitecto Jorge Loyzaga, quese iba a implicar en el proyecto generosa-mente. Impresionado con el techo de ma-dera almagreño, Loyzaga trazará esbozotras esbozo, diseño tras diseño, hasta, enun proceso de diálogo siempre abiertocon los propietarios, dar forma a La Mi-larca, la casa que nace del artesonado, unespacio único, cargado de colecciones va-liosísimas de mapas de México, de geodas,de obras de arte del más variado pelaje...

Pero si alguien se merece el reconoci-miento de los amantes del arte, ese es Ma-nuel Serrano, el restaurador del arteso-nado. “Cuando me lo propuso MauricioFernández dije que sí, pero la verdad esque no sabía por dónde empezar”, con-fiesa en una entrevista Serrano. La tareaes titánica y probablemente no se hubie-

Un artesonadocon sabor

a t e q u i l a

Un artesonadocon sabor

a t e q u i l a

Resumen de lo publicado: William Randolph Hearts compra el art e s o n a d ode la iglesia de la Antigua Universidad Renacentista de Almagro y se lo lleva aUSA. La crisis de los 30 le obliga a venderlo y el comprador lo almacena hasta

que a mediados de los 70 lo adquiere Mauricio Fernández. Por F rancisco J. O t e ro

LA MILARCA / M. F.

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ra concluido con éxito si la casualidad nohubiera puesto en el camino de MauricioFernández un libro: De la carpintería de loblanco y tratado de alarifes de Diego Lópezde Arenas, cuya primera edición es de1633. En sus páginas se escondían las pis-tas que conducirían al montaje del arte-sonado, pero no iba a ser tan fácil comoleerlo. “Lo primero que hicimos”, confiesaMauricio Fernández, “fue traducirlo al cas-tellano moderno, con los mexicanismosnecesarios. Cuando acabamos de hacer-lo, seguíamos sin entender demasiado”.“El libro es bastante críptico”, explica elprofesor Enrique Herrera, de la Univer-sidad de Castilla-La Mancha, “al menospara nosotros, para un alarife de la épocaes de suponer que sería muy claro”.

Con la guía del tratado de Arenas, Se-rrano recorre muchas de las edificacionesque se construyeron en Latinoamérica si-guiendo el manual en el siglo XVII. Lascosas empiezan a aclararse y después demucho estudio y esfuerzo, el restauradorse cree en condiciones de acometer la ta-rea. En PYOSA, rodeado de un equipocomprometido con la empresa de devol-

ver a la vida el artesonado, se levanta unaestructura sobre la que ir dando forma altecho. El trabajo de Serrano va dejando aldescubierto una estructura impresionan-te, una obra sorprendente. “Creamos unaatmósfera similar a aquellas en las que fue-ron construidos los techos: un taller. Nocontábamos con restauradores, sino conartesanos: carpinteros, ebanistas, dibu-jantes, ayudantes. El taller se convertía enuna escuela casi de carácter religioso. Lasherramientas eran sagradas”, explica enla revista A rtes de Méxicoel restaurador, quetarda casi dos años en tener listo el arte-s o n a d o .

No fue fácil tampoco llevarlo hasta loque iba a ser La Milarca, en un terreno enmitad de la sierra. Una vez allí, encaja per-fectamente en el edificio levantado porLoyzaga, que de esa forma comienza a con-vertirse en un espacio privilegiado, cons-truido para resaltar lo que alberga. El ar-tesonado está sensiblemente más bajo delo que estuvo en Almagro.

Tras muchas investigaciones, MauricioFernández, con la colaboración de Euge-nio Logan, profesor universitario en Es-

tados Unidos y con muy buenas relacio-nes con la Fundación Hearts, llega a laconclusión de que el techo granadino quehabía comprado pertenecía, en realidad,a la iglesia de la Antigua Universidad Re-nacentista de Almagro. El empresario ypolítico mexicano visita entonces, junto ala que era su mujer, Norma, la localidadencajera, ansioso por reencontrarse conel origen de su tesoro y sediento de infor-mación. Pone un anuncio en el L a n z a, enjunio de 1986 pidiendo al que supiese algoque se pusiese en contacto con él. Le res-ponden Ramón José Maldonado, cronis-ta entonces de la ciudad y padre del actualalcalde, Luis Maldonado; y Anselmo Lo-zano. El primero le encamina a la iglesiay le pone en contacto con Enrique He-rrera, profesor universitario y almagreño.Conoce el emplazamiento original del ar-tesonado y queda fascinado con las di-mensiones de la iglesia, sobre todo con laaltura. Entiende entonces por qué su ar-tesonado parece bruscamente cortado,pues estaba diseñado para cubrir la navecentral hasta el crucero, donde se en-cuentra una bóveda gótica.

El segundo en responderle le cuentaque fueron las herederas de Sixto Loza-no, propietario del edificio, quienes ven-dieron el artesonado a Arthur Byne. Laventa fue, por tanto, entre Arthur Byne yEstrella Benéytez, mujer de Sixto, y sus dosh i j a s : María y Estrella.

A Mauricio le dicen en Almagro que elartesonado fue desmontado en 1926 parauna exposición en Barcelona. “Eso es unaleyenda. Es falso”, explica Enrique He-rrera, “el techo se desmonta para que selo lleve Byne”.

La historia del artesonado no ha ter-minado todavía. El actual alcalde de Al-magro, Luis Maldonado, sueña con recu-perar el aspecto que presentaba la iglesiaen su mejores días, aunque sabe que es im-posible físicamente. “Ya que no podemostraer de nuevos las piezas que se llevaron,nos gustaría hacer una recreación virtual,un proyecto ambicioso”, explica Maldo-nado. De momento, es sólo un sueño, perode sueños y constancia saben muchos hom-bres como Mauricio Fernández. A veceslos sueños se hacen realidad, aunque cues-ten mucho dinero y mucho trabajo.

Sin duda,uno de los personajes máss o rp rendentes de esta sorp re n d e n t ehistoria es Mauricio Fernández Garza( 1 2 / 0 4 / 1 9 5 0 ) . P roviene de una de las familiasmás pudientes de Nuevo León,es decir,d eM é x i c o,es decir,del Mundo.Los negociosf a m i l a res van desde el cemento a lasc e r v e z a s , del acero al vidrio.Estudia en laU n i v e rsidad de Purd u e,en Indiana,y luegoen Monterre y.Su curriculum en el áre ae m p resarial es enorme,ocupando cargos deresponsabilidad en un sinnúmero dec o m p a ñ í a s ,además de fundar otra s , c o m oEspecialidades Cervecera s , cuya marc a ,C a s t a , es sinónimo de calidad en elcompetitivo mercado mex i c a n o.Pe ro quizás la faceta empresarial sea la másp rosaica y menos interesante de esteh o m b re,por cuya fortuna y constancia elartesonado de la iglesia de la A n t i g u aU n i v e rsidad de A l m a g ro volvió a cobra rv i d a .En estos momentos en México se lec o n o c e, s o b re todo,por su labor política.Mauricio es,a c t u a l m e n t e,el alcalde dePe d ro Garza Garc í a , un municipio próximo aM o n t e r re y, cuya renta per capita es de lasmás altas de Latinoamérica.El narc o t r á f i c oha hecho mella en Nuevo León y la violenciap a rece haberse adueñado de la vidare g i o m o n t a n a .Mauricio Fernández hae m p rendido una guerra contra eln a rc o t r á f i c o,aunque lasm a l a sl e n g u a sdicen quesólo conuna partede él.E lmismo día des u

p roclamación como alcalde,ante más de uncentenar de pers o n a s ,Fernández anunció lamuerte de Héctor “el Negro ”S a l d a ñ a ,u n ode los narc o t raficantes más conocidos,e n f rentado a Mauricio desde antes de lac a m p a ñ a .E f e c t i v a m e n t e, su cadáver fuee n c o n t rado unas horas después con uncartel en el que se podía leer “El jefe dej e f e s ” .Pa ra los mal pensados el apodoc o r responde a A r t u ro Beltrán Leyva,r i v a l ,en eso de tra f i c a r,de Saldaña.Mauricio organiza en la policía municipal loque él mismo llama un “grupo rudo”,u npuñado de hombres ex t re m a d a m e n t ep re p a ra d o s ,tanto en entrenamiento comoen equipación,p a ra luchar contra eln a rc o t r á f i c o,que como reconoce el alcaldede Pe d ro Garza Garc í a , se “ ex t ralimitan desus competencias constitucionales”. L omalo es que Fernández encargó lad e p u ración del cuerpo policial municipalque heredó a Alberto Mendoza Contre ra s ,“El Chico Malo”,b razo derecho de A r t u roBeltrán Leyva.En 2008,Fernández organizó el I Congre s oInternacional de Seguridad,N a rcotráfico yDelincuencia Org a n i z a d a , con algunos delos principales expertos mundiales en lam a t e r i a .En cuanto a su relación con el A r t e, sin dudala obra de su vida ha sido y es La Milarc a ,una casa,“construida al re v é s ” ,por el techo,el de la Antigua Universidad Renacentistade A l m a g ro.En su interior alberg ai m p resionantes colecciones y piezas desingular valor.Además del artesonadoe n c a j e ro,Fernández se hizo con varios más,e n t re los que destacan uno cerámico desingular belleza y uno de media nara n j a .L acolección de arcos góticos franceses ha sidodistribuida en varios espacios, c o n s t r u i d o sex profeso para re a l z a r l o s .Casi todas laspuertas son mexicanas del siglo XVI.En lasp a redes cuelgan mapas originales del paísde todas las épocas.Por si fuera poco, l o sfósiles y las geodas de gran valor see n c u e n t ran repartidos por La Milarca ybastantes de los más reconocidos artistasplásticos mexicanos contemporáneostienen obras en la casa.La idea de MauricioFernández es donar la casa,en la que vivesolo tras separa rse de su mujer,al estado deNuevo León una vez que se re t i re de lapolítica con la intención de que La Milarc ase convierta en un museo.

El “alcalde rudo”, el mecenas y el empre s a r i o

M AURICIO FERNÁNDEZ GARZA

A r r i b a , vista aérea de La Milarc a .A b a j o,e lartesonado almacenado en PYO S A . Se puedenver los barriles de petróleo.A la dere c h a ,e ll i b ro escrito por Fernández Garza y el de Lópezde A re n a s .

LA MILARCA / M. F.