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  • 7/30/2019 GutierrezGustavo, Exigenciadecomuninenunmundodividido

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    Acerca del Snodo Americano

    Exigencias de comunin en un mundo dividido

    Gustavo Gutirrez

    El 16 de noviembre se inaugur en Roma el snodo americano propuesto por JuanPablo II en su discurso de apertura a la conferencia episcopal de Santo Domingo. Suclausura est prevista para el 12 de diciembre. Una particularidad de esta asambleaes el encuentro entre Iglesias presentes tanto en pases del Norte que se cuentanentre los ms ricos del planeta, como en pases del Sur que -globalmenteconsiderados- se empobrecen cada da ms. Puede ser una excelente oportunidadpara que estas Iglesias analicen sus respectivas situaciones, las complejas ydesiguales relaciones entre ellas y cotejen los retos que experimentan en vistas alanuncio del Evangelio.

    El Vaticano II propuso nuevas avenidas para la presencia de la Iglesia en el mundo.Pero, ms all de las resistencias que ese impulso encontr siempre en algunoscrculos, la verdad es que la situacin de la sociedad contempornea ha conocidocambios substanciales que nos siguen interpelando. En Amrica Latina y el Caribe seha buscado desde hace unos aos abrir nuevas perspectivas en la tareaevangelizadora. Las Iglesias de Estados Unidos y Canad lo han intentadoigualmente. Por muchas razones el dilogo entre ambas partes del continente se da atravs de canales sectoriales, en lo cotidiano y en pequea escala. Es oportuno quepueda ahora colocarse a un nivel ms global y desafiante.

    Una asimtrica interdependencia

    Las naciones de este continente han establecido desde hace mucho unaimportante relacin entre ellas, acrecentada en los ltimos tiempos. Lazo estrecho ydesigual, marcado muchas veces por la dominacin y la dependencia econmica,poltica y cultural. A ellos se aade un creciente movimiento migratorio de Sur a Nortecon importantes consecuencias sociales y econmicas para ambos lados.

    El vnculo en el campo pastoral ha sido tambin muy intenso. A la presencia demisioneros y a la ayuda brindada por las Iglesias del Norte a las de Amrica Latina y elCaribe se suma -en sentido inverso, aunque tenue todava- el desplazamiento deagentes y mtodos pastorales de estos ltimos lugares para atender a susconnacionales que emigran en busca de trabajo. Sea como fuere, la interrelacin entreambas partes del continente se hace cada vez ms fuerte. Urge en consecuencia,como se dice en el texto preparatorio ( Lineamenta): incrementar la solidaridad entrelas diversas iglesias particulares en los distintos campos de la accin pastoral (n.2).

    Dicha solidaridad no puede, claro est, desentenderse de los lazos de ordeneconmico, poltico y cultural que evocbamos hace un momento. En este terreno se

    juega, en efecto, la vida diaria de las personas que sufren pobreza, que carecen detrabajo, que experimentan discriminacin, que dejan su pas en busca de otrasposibilidades. Esos factores dibujan, en parte por lo menos, el mundo en el que laIglesia debe estar presente.

    Cuando an subsista el conflicto Este-Oeste, que algunos se empeaban enconsiderar el nico existente en el panorama internacional, Juan Pablo II recordaba la

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    confrontacin Norte-Sur. En la encclica Sollicitudo Rei Socialis (SRS) haca notar elalargamiento del abismo entre las reas del llamado Norte desarrollado (n, 14;subrayado en el texto). Abismo, aada, que se profundiza aceleradamente (cf. ibid).El colapso de los regmenes socialistas de los pases del Este europeo hizo surgir conmayor nitidez la oposicin entre el Norte y el Sur. De ello toma nota la Centesimus

    Annus (CA), al mismo tiempo que relanza la exigencia a los pases ricos del planeta.La brecha entre pobres y ricos lejos de disminuir se ha hecho cada vez ms

    grande. El excelente informe de las Naciones Unidas acerca del desarrollo humano(PNUD) trae en su ltima edicin cifras inquietantes. Segn l, en los ltimos treintaaos la participacin en el ingreso del 20% ms pobre de la poblacin mundial pasdel 2,3% a un 1,4%. En contraste, el del 20% ms rico pas de 70% a 85%. Seduplic as, comprueba el informe, la relacin entre la proporcin correspondiente alos ms ricos y a los ms pobres, de 30:1 a 60:1. La conclusin es neta: el mundoest cada vez ms polarizado, y la distancia que separa a los pobres de los ricos seagranda cada vez ms.

    Este grave hecho fue denunciado en trminos claros por la conferenciaepiscopal de Santo Domingo que ve en el modelo econmico neoliberal, tal como se

    presenta hoy, un factor que acrecienta la pobreza en que viven las mayoras enAmrica Latina (cf. nn. 181 y 199).

    No debe olvidarse, sin embargo, la desigualdad entre ricos y pobres dentro decada pas. Como lo recordaba la SRS: no se puede ignorar que las fronteras de lariqueza y de la pobreza atraviesan en su interior las mismas sociedades tantodesarrolladas como en vas de desarrollo (n. 14), esto no hace sino ahondar la Fosaentre ambos sectores. el asunto concierne tambin nuestro tema si se tiene en cuentaque entre los ms pobres en los pases norteamericanos se encuentran losinmigrantes (algunos de vieja data) latinoamericanos. Y que tambin, de otro lado,entre los ms ricos de Amrica Latina y el Caribe son muchos los que tienen unabuena parte de su fortuna en el sector Norte del continente.

    El mundo en el que viven las Iglesias que se encuentran en el snodo estmarcado por esta situacin y pro otras realidades -culturales, raciales, religiosas, degnero- que agrandan las distancias. Estamos ante un severo reto a la comunineclesial. Ignorarlo o subestimarlo sera no tomar en serio a las personas que viven, ysufren, condiciones inhumanas. Sera tambin soslayar las exigencias que nospresenta el Evangelio en el hoy de nuestros pueblos y de nuestra fe en Jess deNazaret.

    Discernimiento histrico

    Precisamente, importantes pronunciamientos particularmente relevantes para elsnodo pueden evitar que caigamos en el peligro que acabamos de sealar

    En un texto que todos tenemos presente, Puebla nos invit a reconocer losrasgos de Cristo en los rostros de los pobres y marginados. Santo Domingo retomcon creatividad el tema y propuso alargar la lista de esos rostros con los cuales seidentifica el Hijo de Dios. Un capital pasaje evanglico inspiraba esas exigencias;Mateo 23, 31-46 (cf. Puebla nn. 31-39 y Santo Domingo nn. 178-179).

    El comentario ofrecido al respecto por Juan Pablo II durante su visita a Canaden 1984 debera constituirse en un documento de primera importancia en la asambleaque motiva estas lneas. Partiendo del evangelio de Mateo al Papa habla de juicio que-dada la relacin entre Jess y los pobres- los pases del Sur deben emitir sobreaquellos del Norte. Vale la pena seguir en detalle esta significativa homila.

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    El Papa se propone tratar de las demandas que presenta a la fe cristiana eltema del desarrollo. La liturgia traa el texto mateano escuchado con la emocin desiempre, que recuerda que Cristo est ante nosotros como un juez. Puede serlo,dice, porque se hizo uno de nosotros, nuestro hermano.

    Esta hermandad lo llev a la cruz y a la resurreccin. Cuando juzga, lo hacepues en nombre de su solidaridad con toda persona. Debemos, en consecuencia,saber descubrirlo en todo ser humano. Los hermanos ms pequeos que mencionael pasaje evanglico se refieren, segn el texto que comentamos, a las personas quetienen necesidad sea cual fuere su condicin religiosa.

    Juan Pablo II nos previene contra el riesgo de caer en una interpretacinindividualista de la tica cristiana. Cuando Jess habla de sus hermanos mspequeos, est hablando, dice con perspicacia el Papa: de lo que hoy estamosacostumbrados a llamar el contraste Norte-Sur. Y precisa: por tanto, no slo Este-Oeste, sino tambin Norte-Sur: el Norte cada vez ms rico, y el Sur cada vez mspobre. Eso lo conduce a una atrevida conclusin: a la luz de las palabras de Cristo,este Sur pobre juzgar al Norte rico. El punto es desarrollado de modo incisivo: lospueblos pobres y las naciones pobres -pobres bajo diversas formas-, no slo por falta

    de libertad y de otros derechos humanos, juzgarn a aquellos pueblos que los privande estos bienes, arrogndose el monopolio imperialista de la economa y de lasupremaca poltica a expensas de los dems.

    La escena evanglica del juicio final recuerda el sentido del comportamiento, dela moral, del creyente. La escatologa no pertenece solamente al futuro, ella debepermitirnos discernir en el presente. Jess, dice Juan Pablo II, quiere en este juiciofinal, que es constantemente futuro y que, en cierto sentido, es constantementepresente, dar testimonio del bien que se ha hecho (Homila en Edmonton, 17septiembre 1984).

    La homila fue pronunciada en este continente, en uno de los pases cuyoepiscopado est presente en el snodo. Ella toca en trminos evanglicos y lcidos

    uno de los temas centrales de ese evento. Se trata sin duda de un texto exigente queno deja lugar a escapatorias, llamado a inspirar los trabajos del snodo.El discernimiento desde las necesidades de los pobres en quienes Jesucristo

    est presente es algo a lo que nos han invitado no solamente las conferenciasepiscopales latinoamericanas y del Caribe que mencionbamos lneas arriba. Lainvocacin, conviene recordarlo, se encuentra tambin en documentos de los obisposcanadienses y estadounidenses. Un ao antes de la homila de Juan Pablo II, lacomisin episcopal canadiense dio a la publicidad un vigoroso texto sobre Reflexionesticas acerca de la crisis econmica.

    En el prembulo se anuncian dos principios a la luz de los cuales se estudiar yjuzgar la situacin econmica canadiense. El primero de ellos es la opcinpreferencial por los pobres, los afligidos y los oprimidos: se cita luego, en apoyo, eltexto lucano (cap. 4) sobre la evangelizacin a los pobres y a la libertad a losoprimidos. La misma comisin episcopal ha emitido recientemente una carta pastoralintitulada La lucha contra la pobreza: un signo de esperanza (1996), esfuerzo quedebe igualmente estar inspirado por la urgente necesidad de adoptar la opcinpreferencial por los pobres.

    Como es sabido esa perspectiva, con races en Juan XXIII, viene de la vida y lareflexin de la Iglesia latinoamericana. Ella es asumida igualmente por los obispos delos Estados Unidos en un documento largamente meditado y que conserva todo suvalor. Nos referimos a la carta pastoral Justicia econmica para todos (noviembre1986). En ella se traen a la memoria los fundamentos bblicos de lo que hoy se llama

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    la opcin preferencial por los pobres (n. 52). Y luego precisa, con razn, aunque enlos evangelios y en todo el Nuevo Testamento se ofrece la salvacin a todos lospueblos, Jess toma partido por los ms necesitados, tanto fsica comoespiritualmente (ibid). Esta perspectiva bblica debe, dicen los obispos, inspirarnormas ticas para la vida econmica.

    Como se puede ver la trayectoria de las Iglesias que estarn en el snodo las hapreparado para seguir y profundizar las pautas presentadas en Edmonton. El criteriode discernimiento para juzgar lo que llambamos una asimtrica interdependencia esverla desde los ltimos de la sociedad, los excluidos de un sistema econmico par elcual son personas desechables, los marginados por el color de su piel, su cultura ymuchas veces por su condicin de mujer. Pero para ser ms exactos el criterio parauna criba que nos haga ver claro en la situacin actual y nos seale la conducta atener como creyentes es el Seor de nuestra fe. Es Jess presente en los pobres ymarginados.

    No se trata slo de un criterio para mirar una realidad humana, social yeconmica, se trata de una perspectiva que debe inspirar nuestra espiritualidad, elseguimiento de Jess, y nuestra reflexin teolgica. Es un gran desafo, destinado sin

    duda a ser muy fructuoso.

    Celebrar el Jubileo

    El snodo debe colocarse francamente en el camino hacia la celebracin deljubileo del ao 2000. El jubileo es un tema de rancio abolengo bblico, asumido yreafirmado, como lo han hecho notar la TMA, por Jess en el llamado programamesinico que nos presenta el evangelio de Lucas (c. 4) Es un tiempo dedicado demodo particular a Dios (TMA 12), de all derivan las consecuencias de justicia, libertady perdn que son conocidas.

    El ao jubilar recordaba que las riquezas de la creacin se deban considerar

    como un bien comn a toda la humanidad, de ese modo contribua alestablecimiento de la justicia social (TMA 13). Esta es una de las races bblicas deldestino universal de los bienes de la tierra que condiciona y relativiza toda propiedadprivada y que es uno de los pilares de la enseanza social de la Iglesia (cf. CA 30-43).El Papa propone entonces un severo examen de conciencia con motivo de lacelebracin jubilar del 2000. Los cristianos -dice- deben ponerse humildemente anteel Seor para interrogarse sobre las responsabilidades que ellos tienen en relacin alos males de nuestro tiempo (TMA 36). El snodo puede dar un paso importante eneste camino. Debemos preguntarnos, sugiere el texto, sobre nuestra complicidad conla violencia de fundamentales derechos humanos y nuestra responsabilidad engraves formas de injusticia y de marginacin (TMA 36).

    El Papa urge asimismo a examinarse sobre el modo como hemos recibido elConcilio (cf. TMA 37). As como a ser lcidos sobre un hecho doloroso y fecundo almismo tiempo: la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser Iglesia de los mrtires (TMA 37).Conocemos esa penosa experiencia en Amrica Latina, son muchos los que en estecontinente han dado su vida por fidelidad a Jess y a los pobres. Entre los cuales noson pocos aquellos que nacieron en Canad o en los Estados Unidos y murieron enmedio de nosotros. La memoria de todos ellos permanece viva en el pueblolatinoamericano. El hecho del martirio no alcanz a tener ni en Puebla ni en SantoDomingo la presencia que le corresponda.

    El snodo puede hacer ver, siguiendo la motivacin que encontramos en laMTA, el sentido y la riqueza de esta comunin de las Iglesias, all convocadas, en la

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    sangre de aquellos que decidieron (y vinieron para ello) anunciar el Evangelio en estastierras. Dicha comunin significa sin duda un signo de esperanza en este fin de siglo(TMA 46).

    El marco del jubileo debe llevarnos a subrayar ms decididamente la opcinpreferencial de la Iglesia por los pobres y marginados, recuerda Juan Pablo II. Unasde las consecuencias de esta opcin es el compromiso por la justicia y la paz en elmundo, marcado por conflictos e intolerables desigualdades sociales y econmicas.Compromiso que es un aspecto sobresaliente de la preparacin y de la celebracindel jubileo (TMA 57).

    Juan Pablo II da enseguida un ejemplo de esa preocupacin por la justicia queentra de lleno en el tema del jubileo y que resulta crucial en la relacin Norte-Sur. Nosreferimos a la deuda externa que agobia a los pases pobres del mundo. El asunto espresentado en el espritu del libro del Levtico; partiendo de l los cristianos debernhacerse voz de todos los pobres del mundo y proponer el jubileo como un tiempooportuno para pensar en una notable, si no en una total condonacin, de la deudainternacional (TMA 51). La CA haba hecho ya una propuesta similar (cf. n. 35), y undocumento de la comisin de Justicia y Paz (1986) haba dado los fundamentos

    econmicos y ticos de tal posicin.Sera sumamente importante que el snodo hiciera un firme pronunciamiento

    sobre el asunto de la deuda externa. Ella no puede ser pagada al precio de las vidasde tantos en los pases pobres. Su extincin no resuelve, claro est, todos losproblemas de dichas naciones, pero sin duda constituira un gran alivio. Ella lespermitira derivar recursos hacia reas sociales urgentes. De otro lado la cuestin dela deuda debera conducir al examen de otras cuestiones, y al juicio sobre ellas, en lasrelaciones econmicas y polticas desiguales entre Norte y Sur. Se trata, qu dudacabe, de puntos delicados y conflictivos, que pueden ser mal vistos por las actualesinstancias de poder y por quienes gozan de los privilegios que estn en juego.

    La tentacin y las presiones sern grandes, posiblemente, para que los trabajos

    sinodales permanezcan en las aguas tranquilas de las cuestiones no controvertidas,en un mbito en que el clamor de los pobres llegue slo en forma amortiguada ydigestible. Pero el itinerario de las Iglesias que se encontrarn en Roma, suspronunciamientos de los ltimos aos, la solidaridad con los pobres manifestada porimportantes sectores de ellas, la inmensa pobreza que se vive en Amrica Latina, losabismos existentes entre las poblaciones del Norte y del Sur, la sangre de nuestrosmrtires, deben hacer que el snodo sepa colocarse en continuidad con la misin deJess recordada por Juan Pablo II: anunciar la buena nueva a los pobres, liberar a losoprimidos y proclamar un ao de gracia.

    Nos toca hacerlo, conforme a otro tema central del evangelio de Lucas: en elhoy de nuestra historia y de nuestro seguimiento de Jess.