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Centro de Estudios en Línea UCAB. RIF-J-00012255-5 Introducción al Estudio de la Cultura Política Guía Conceptual Autor: Juan Manuel Trak Sesión I Sistema Político y Cultura Política. I. INTRODUCCIÓN La cultura política es uno de los temas de investigación más fecundos en la ciencia política y la sociología política. Gracias al libro La Cultura Cívica de Almond y Verba (1963), su estudio ha trascendido la visión meramente impresionista sustentada en observaciones no sistemáticas de la realidad. Antes del mencionado trabajo, el análisis de la cultura política no precisaba un método propio de estudio, y lo que se escribía al respecto era fruto de interpretaciones que hacían los autores sobre la cultura política de las sociedades. Es con la publicación del trabajo de Almond y Verba (1963) que se puede decir que el estudio de la cultura política en las sociedades modernas tiene carácter científico. En este punto cabe preguntarse ¿qué hace al libro La Cultura Cívica tan relevante en los estudios sobre cultura política? Inglehart (1988) señala que la investigación llevada a cabo por Almond y Verba (1963) rompe el paradigma en el abordaje de la cultura política. Las interpretaciones sobre las actitudes, valores y creencias de las sociedades dejaron ser un objeto especulativo para pasar a ser objetos de estudio empírico. Esta transformación en la naturaleza

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Centro de Estudios en Línea – UCAB. RIF-J-00012255-5

Introducción al Estudio de la Cultura Política

Guía Conceptual

Autor: Juan Manuel Trak

Sesión I Sistema Político y Cultura Política.

I. INTRODUCCIÓN

La cultura política es uno de los temas de investigación más fecundos en la ciencia

política y la sociología política. Gracias al libro La Cultura Cívica de Almond y Verba (1963), su

estudio ha trascendido la visión meramente impresionista sustentada en observaciones no

sistemáticas de la realidad. Antes del mencionado trabajo, el análisis de la cultura política no

precisaba un método propio de estudio, y lo que se escribía al respecto era fruto de

interpretaciones que hacían los autores sobre la cultura política de las sociedades. Es con la

publicación del trabajo de Almond y Verba (1963) que se puede decir que el estudio de la

cultura política en las sociedades modernas tiene carácter científico.

En este punto cabe preguntarse ¿qué hace al libro La Cultura Cívica tan relevante en los estudios sobre cultura política? Inglehart (1988) señala que la investigación llevada a cabo por

Almond y Verba (1963) rompe el paradigma en el abordaje de la cultura política. Las

interpretaciones sobre las actitudes, valores y creencias de las sociedades dejaron ser un objeto

especulativo para pasar a ser objetos de estudio empírico. Esta transformación en la naturaleza

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de la investigación de las ciencias sociales tiene su origen en la revolución conductista ocurrida a

mediados del Siglo XX1 (Batlle 1992, Inglehart 1988, Mateos s/f).

Dicha revolución significó un cambio de paradigma en las ciencias sociales. Las leyes y

estructuras normativas dejaron de ser el foco de atención y el individuo pasó a ocupar el centro

en el estudio de la política. Esta transformación supuso un cambio en los diseños de

investigación. La encuesta se erigió como la técnica de recolección de datos más importante en

las ciencias sociales y la estadística el método de análisis más utilizado en la disciplina.

En este orden de ideas, "el conductismo hizo que los autores estuviesen motivados por conocer

directamente las opiniones de los ciudadanos sobre lo político, tanto del sistema político y su

entorno (inputs) como sobre las políticas resultado del mismo (outputs)"(Mateos s/f: 2)2. Este interés por saber las preferencias de los ciudadanos ha permitido profundizar en la manera como

se relacionan los individuos con el sistema político y sobre todo su relación con la democracia.

En el marco de lo anteriormente expuesto es que se desarrolla el debate de la cultura política

de esta primera sesión. La presente guía conceptual tiene como finalidad hacer un recorrido por

los elementos desarrollados por Almond y Verba (1963) y ofrece las bases para el posterior

análisis de la cultura política, al mismo tiempo que profundiza en el debate sobre dicho

concepto.

II. ¿QUÉ ES LA CULTURA POLÍTICA?

Cuando en la vida cotidiana el ciudadano promedio habla sobre cultura política tiende a

colocar por delante sus impresiones y juicios de valor sobre cómo y porqué la gente se comporta

de la manera que lo hace. El sentido común y los ejemplos anecdóticos son los argumentos más

comunes para tratar de describir y comprender la cultura política. Sin embargo, estas nociones

tienden a estar sesgadas por elementos como la propia socialización, los prejuicios o las

experiencias vividas. No cabe esperar que la gente sepa cómo es la cultura política y dicha

situación se puede calificar como normal.

1 Señala Batlle (1992) que, "la revolución conductista, con su énfasis en los análisis empíricos y con la ruptura que significaba la existencia de un paradigma dominante basado en proposiciones eminentemente filosóficas, éticas o exclusivamente legalistas, había abierto las puertas a nuevos intentos para una Ciencia de la Política" 2 El sistema político refiere a un sistema de conductas incorporado a un ambiente que transforma unos inputs en outputs. Así, las interacciones políticas se dan en un sistema abierto de que se encuentran en un ambiente, y que tiene capacidad de respuesta frente a las circunstancias externas a sí mismo y que está en constante retroalimentación al colocar los outputs de un momento T1 en inputs de un momento T2 (Easton 1992).

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Ahora bien, quienes pretenden iniciarse en el estudio de la cultura política no pueden caer en la

tentación de explicarla a través del sentido común. Esto quiere decir que para abordar el estudio

de cultura política es indispensable utilizar las herramientas del método científico. Una de estas

herramientas son los conceptos, estos permiten tener claro a qué fenómeno se hace referencia

cuando se habla de cultura política, cuáles son sus características y la manera como se relaciona

con otros fenómenos políticos.

La noción de cultura política no fue una invención del siglo XX, sus orígenes pueden

observarse en autores del siglo XVIII y XIX como Johann Gottfried Herder, Alexis de Tocqueville,

Montesquieu, o incluso antes (Formisano 2001). Sin embargo, es con la publicación del libro La Cultura Cívica que el término se populariza y adquiere las características que hoy conocemos.

Según Almond y Verba (1963:12), la cultura política "refiere al conjunto de orientaciones políticas

específicas – actitudes hacia el sistema política y sus partes, y a las actitudes del rol de uno

mismo dentro del sistema". En este mismo orden de ideas señalan que la cultura política puede

ser entendida como "la particular distribución entre sus miembros de las pautas de orientación

hacia los objetos políticos"(Ibid:13).

Esta definición ofrece tres elementos fundamentales. En primer lugar, refiere a una

«particular distribución entre sus miembros», es decir a la manera como las pautas de

orientación se manifiestan en los diferentes grupos que hacen vida en la sociedad. La cultura

política de una nación tenderá a ser aquella es es generalizada, es decir, la que se manifiesta en

la mayor proporción de individuos a lo largo de la sociedad. Sin embargo, esto no quiere decir

que ésta sea homogénea sino que son patrones que manifiestan en los individuos

independientemente de sus grupos de pertenencia pero diferencia a lo interno da la sociedad. En

este orden de ideas, si las diferencias dentro de una nación pueden atribuirse a grupos

específicos de individuos (edad, religión, etnia, ideología política), se puede hablar de la existencia

de subculturas políticas a lo interna de una colectividad.

En segundo lugar, el concepto ofrecido por Almond y Verba (1963:13) hace énfasis en las

«pautas de orientación». Las pautas de orientación son las posiciones subjetivas que los individuos

tienen hacia los diferentes objetos que conforman el sistema político. En este sentido, definen tres

tipos de «pautas de orientación»: "1) «orientaciones cognitivas», es decir, conocimientos y

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creencias acerca del sistema político, de sus papeles y de los incumbentes3 de dichos papeles en

sus aspectos políticos (inputs) y administrativos (outputs); 2) «orientación afectiva, o sentimientos

acerca del sistema político, sus funciones, personal y logros; 3) «orientación evaluativa», los

juicios y opiniones sobre los objetos políticos que involucran típicamente la combinación de

criterios de valor con la información y los sentimientos".

Así, las pautas de orientación que tienen los individuos hacia el sistema político se pueden

resumir en tres preguntas básicas: 1) ¿qué saben/creen sobre el sistema político?; 2) ¿cómo se

sienten respecto del sistema político?; 3) ¿cómo evalúan el desempeño del sistema político? De

este modo, para conocer la cultura política de un país hay que tratar de responder a estas

interrogantes.

En tercer lugar, la definición ofrecida por Almond y Verba (1963) hace referencia a los

«elementos del sistema político» u «objetos políticos». Los elementos u objetos políticos son las

diferentes partes que comprenden el sistema político, en él se pueden encontrar al propio sistema

como objeto general (la democracia, la nación, etcétera), los llamados inputs (que pueden

resumirse en las demandas y los apoyos al sistema político)4, los outputs (los resultados de las decisiones tomadas por las autoridades y las autoridades en sí mismas)5 y el individuo como

objeto (como se percibe a sí mismo dentro del sistema político).

De esta manera, la cultura política busca desentrañar los patrones en la distribución de las

orientaciones de los individuos hacia el sistema político, observando cómo son dichas

orientaciones (cognitivas, afectivas y evaluativas) en lo relativo a sistema político en general, las

demandas y apoyos que muestran al sistema (inputs), las decisiones y autoridades del sistema

(outputs) y la percepción de los individuos sobre la propia situación dentro del sistema político.

Mateos (s/f) resume la propuesta de Almond y Verba en el siguiente cuadro.

3 Cuando se habla de incumbentes el traductor se ha referido al término incumbents en inglés, el cual se traduce al castellano como titulares. 4 Según Easton (1992:227-228), "Los inputs servirán de variables resúmenes que concentran y reflejan todo cuanto es relevante en el ambiente para la tensión política. ... Como instrumento teórico es útil considerar, a tal efecto, que las influencias ambientales más destacadas se centran en dos inputs principales: demandas y apoyos. A través de ellos se encauza, refleja, resume e influye en la vida política una amplia serie de actividades." 5 Easton (1992:228) indica que "un modo útil de simplificar y organizar nuestras percepciones de la conducto de los miembros del sistema (tal como se refleja en sus demandas y apoyo) consiste en averiguar los efectos de estos outputs sobre lo que podríamos denominar outputs políticos, las decisiones y acciones de las autoridades."

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Fuente: Mateos (s/f) a partir de Almond y Verba (1963)

La definición de Almond y Verba (1963) no es la única que existe en la teoría de la cultura

política. Inglehart (1988:1204) la define como "la emergencia de ciertos hábitos y actitudes de

apoyo [al sistema político] en general". Por su lado, el propio Almond (1990) profundiza en la

definición señalando que:

La teoría de la cultura política define la cultura política en los siguientes cuatro

aspectos: (1) Consiste en el conjunto de orientaciones subjetivas a la política en

una población nacional o un subconjunto de la población nacional. (2) Contiene

componentes cognitivos, afectivos y de evaluación, que incluye el conocimiento y

las creencias sobre la realidad política, los sentimientos con respecto a la

política, y los compromisos con los valores políticos. (3) El contenido de la

cultura política es el resultado de la socialización de la infancia, la educación,

la exposición a los medios, y las experiencias de adultos con el desempeño

gubernamental, social y económico. (4) La cultura política afecta a la estructura

política y gubernamental y se limita el rendimiento, pero seguramente no lo

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determinan. Las flechas causales entre la cultura y la estructura y el

funcionamiento en ambos sentidos. (Almond 1990:143-144)

En este mismo sentido, Mateos (s/f) resume las diferentes concepciones de la cultura política

según la perspectiva teórica en la cual se encuadre el análisis. De tal manera que, dependiendo

de la perspectiva teórica que adopte el investigador, la operacionalización de las variables será

diferente.

La teoría de la cultura política define a esta, en primer lugar, como

compuesta por una serie de concepciones subjetivas que prevalecen en la

sociedad. En segundo lugar, considera que posee componentes cognitivos

afectivos y evaluativos. En tercer lugar, parte que su contenido es fruto de la

socialización política y de las experiencias adultas...

El estructuralismo hace principalmente referencia a las reacciones de la gente

ante la política, busca las diferencias entre lo que se espera y el consenso

que existe ante determinados aspectos políticos. Estas reacciones sobre la

cultura y la política se hacen a través de representaciones colectivas que a su

vez provienen del lugar que una u otra persona ocupa dentro de la

estructura social...

La perspectiva culturalista ha establecido cuatro elementos caracterizadores de

una cultura. En primer lugar, la cultura está relacionada con la sociedad,

constituye una determinada manera de pensar y actuar. En segundo lugar,

considera que la cultura es vida social en una serie de aspectos: creencias,

conocimientos, moral, leyes, costumbres, hábitos de la sociedad. En tercer

lugar, la cultura es lo que diferencia una sociedad de otra. Por último, la

cultura es diferenciadora...

El funcionalismo entiende la cultura política como el conjunto de

interconexiones lógicas entre las preferencias, los intereses y las concepciones

de las necesidades y los recursos, así como la contribución de cada uno a la

hora de perpetuar un estilo de vida como una parte del contexto político de

una sociedad....

La teoría sistémica, que considera la política como un sistema y que sobrevive

dependiendo de cómo se proporcionan los outputs que ese determinado

sistema necesita. La cultura política según esta teoría está situada fuera del

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entorno político o del centro de comportamiento de la actividad. Las normas

culturales trasmitidas a través de de generaciones regulan las demandas de

los ciudadanos, lo que se espera de ellos como ciudadanos o en cooperación

con otros, así como lo que es aceptable en una sociedad.

Para el marxismo, el estudio de la cultura política estaba relegado a un

segundo plano ya que, tradicionalmente, se había considerado a la cultura

política como una parte de la superestructura de una sociedad...(Mateos s/f:5-

6).

El último aspecto conceptual sobre la cultura política que es importsnte destacar es su

relación con la democracia. El concepto y estudio de la cultura política es relevante en la medida

que permite mejorar el conocimiento de su relación con la aparición y mantenimiento de la

democracia. Almond y Verba (1963) trataron de establecer que la cultura cívica era lo que

explicaba la existencia y permanencia de la democracia. Si bien este tipo de cultura es un tipo

ideal, la prevalencia de sus características frente a otros tipos de cultura cívica explica la

existencia de la democracia en los países estudiados en La cultura cívica. Así, el debate se centra en ver la relación de las creencias, valores y actitudes de las sociedades en relación con el

funcionamiento del sistema político democrático.

III. CARACTERÍSTICAS DE LA CULTURA POLÍTICA

A partir de la definición anterior se pueden observar al menos cinco características de la cultura

política, a saber:

1. Es un conjunto de orientaciones subjetivas que tienen los individuos hacia los objetos

del sistema político y la propia posición dentro de éste. Este punto ha sido

suficientemente explicado en el apartado anterior.

2. La cultura política no es individual sino una característica del grupo. Los individuos

por sí mismos no son portadores de la cultura política.

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3. Son patrones que se muestran de manera agregada. La cultura política se manifiesta a

través del conjunto, lo que permite compararla con otras naciones o dentro de una

misma sociedad al segmentarla por subgrupos.

4. Al mismo tiempo, la cultura política es estable en el tiempo. Son patrones que tienen

una existencia de largo plazo y que tienden a no variar como consecuencia de

coyunturas específicas.

5. Pueden existir subculturas políticas dentro de una misma sociedad. Esto significa que

pueden existir patrones diferenciados como consecuencia de la existencia de grupos

religiosos, étnicos o políticos, entre otros, dentro de una misma sociedad.

IV. TIPOS DE CULTURA POLÍTICA SEGÚN ALMOND Y VERBA (1963)

i. Cultura política parroquial

Un ejemplo de ello son las culturas políticas de las sociedades tribales africanas.

No hay roles políticos especializados: liderazgo, jefatura del clan o de la tribu son roles

difusos.

Orientaciones políticas hacia estos roles no están separadas de las orientaciones religiosas

o sociales.

El individuo no espera nada del sistema político (ausencia relativa de previsiones de

evolución iniciada por sistema político.

El individuo no tiene capacidad para reconocer la presencia del sistema.

ii. Cultura política de súbdito

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Hay una mayor diferenciación del sistema político en general y de los resultados del

sistema, así como también respecto al papel del individuo en el sistema.

La relación con el sistema se da a nivel general o respecto a los resultados (outputs)

El individuo tiene conciencia de la existencia de una autoridad, está afectivamente

orientado hacia ella, la evalúa como legítima o ilegítima.

Espera algo del sistema político (está atento a lo que hace) pero no hace nada por él.

Es poco consciente de su capacidad para influir en las decisiones.

Espectadores de la política (relación pasiva con el sistema)

iii. Cultura política cívica

Individuos explícitamente orientados hacia el sistema político en general y hacia las

estructuras, inputs y outputs, del sistema político.

Tienen evaluaciones sobre el funcionamiento del sistema, pueden aceptar o rechazar

activamente el sistema.

Están interesados y movilizados por lo que ocurre y creen que con su participación

pueden cambiar algún aspecto del sistema político.

El individuo obra racionalmente y no emocionalmente

Es una “cultura leal de participación” (están orientados positivamente hacia la

participación)

Protagonistas del sistema (no espectadores)

Tienden a introducir demandas y a influir sobre las autoridades

o Preocupados por la evolución del sistema política.

o Intensidad diversa en el grado de participación

V. CRÍTICAS AL CONCEPTO DE CULTURA POLÍTICA

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El concepto de cultura política no ha estado exento de críticas. Desde diferentes

posiciones se le han achacado debilidades teóricas y metodológicas, algunas de las cuales todavía

están abiertas a debate. Reisinger (1995), argumenta que quienes han defendido esta perspectiva

no dan un concepto conciso sobre el tema, también indica que no está claro la cultura de quién

ha de ser estudiada, si la de los ciudadanos o la de las élites. Otra crítica que se hace a la

teoría de la cultura política es sobre el tratamiento de los datos provenientes de individuos. Si la

cultura política es un fenómeno agregado la construcción de índices e indicadores a nivel

individual genera problemas metodológicos relevantes. En este mismo sentido, la utilización de

cierto número de orientaciones pudiera estar dejando de lado aspectos de la cultura política de

relevancia para la comprensión de la realidad.

No obstante, estas críticas más que debilitar la perspectiva de la teoría de la cultura política

permiten su mejoramiento y crecimiento. El debate entre diferentes perspectivas nutre al

conocimiento científico al mismo tiempo que genera nuevas metodologías para la aprehensión de

los fenómenos sociales.

VI. BIBLIOGRAFÍA

ALMOND, Gabriel y SYDNEY, Verba. The civic culture: political attitudes and democracy in five nations. Estados Unidos: Publicaciones Sage, 1989 [1963]. ALMOND, Gabriel. The study of political culture. En Gabriel ALMOND (ed.) A discipline divided. Schools and seats in Political Science. Beverly Hills, C.A., Sage, 1990. BATLLE, Albert. Introducción. En Albert BATLLE. Diez textos básicos de ciencia política. Barcelona: Editorial Ariel S.A., pp. 9-21, 1992.

EASTON, David. Categorías para el análisis sistémico de la política. En Albert BATLLE. Diez textos básicos de ciencia política. Barcelona: Editorial Ariel S.A., pp. 221-230, 1992. FORMISANO, Ronald. The concept of political culture. Journal of Interdisciplinary History, XXXI, 3, 2001, pp.393-426.

INGLEHART, Ronald. The Renaissance of Political Culture. American Political Science Review, Vol 82, No.4 (Dec.1988), pp.1203-1230.

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MATEOS, Araceli. Cultura Política. Área de Ciencia Política y de la Administración, Universidad de

Salamanca. Documento consultado el 1 de marzo de 2012. Disponible en:

http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/materiales/Culturapolitica.pdf

REISINGER, William. The renaissance of a rubric: political culture as concept ant theory. International Journal of Public Opinion Research, Vol, 7, No. 4, 1995, pp.328-352.

Sesión II Modernización y Cambio Cultural.

I. INTRODUCCIÓN

La idea de cambio cultural ha estado presente desde el inicio de la sociología. Cuando

Henri de Saint Simon, Auguste Comte, Alexis de Tocqueville, Karl Marx, Emile Drukheim o Max

Weber analizaban la sociedad de su época, una de las preguntas que guiaba sus reflexiones era

la referente a los factores que explican los cambios culturales. Así, la sociología adoptó como uno

de sus objetivos la explicación de las transformaciones que sufre la sociedad. Ronald Inglehart es

continuador de esta tradición, el objetivo de su carrera académica ha sido describir y explicar el

cambio cultural en las sociedades contemporáneas. Inglehart publica su primera obra de

relevancia sobre el tema a mediados de los años setenta con el libro The Silent Revolution (1977), pero es luego de más de 10 años que publica la obra con la que influiría de manera

relevante en las ciencias sociales.

La publicación de El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas por Inglehart en 1990 produjo un renacimiento de los estudios sobre cultura política. A mediados de los

setenta y en la década de los ochenta, la teoría de la elección racional había logrado desplazar

cualquier aspecto cultural en la explicación del comportamiento político de los ciudadanos. En

este sentido, el propio Inglehart (1988:1203) señala que "los modelos de la elección racional

basados en variables económicas se han convertido en el modo de análisis dominante, mientras

que los factores culturales se les ha restado importancia de manera irreal."

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Enmarcado en la tradición de La cultura cívica de Almond y Verba (1963), el libro de Inglehart

(1991) indaga en la relación que existe entre el sistema de valores de la sociedad y la

democracia. Con este estudio, Inglehart trata de reivindicar el papel de la cultura política y su

relación con la democracia, hipótesis que sufrió fuertes críticas provenientes de los autores que

colocaban la prosperidad económica6 como variable explicativa para el surgimiento y estabilidad

de la democracia (Newman 2002).

Uno de los elementos más importantes de la contribución de la investigación conducida por

Inglehart ha sido la recolección de datos a nivel trasnacional a lo largo de más de treinta años.

Gracias a su investigación, la Encuesta Mundial de Valores (Wolrd Value Survey http://www.worldvaluessurvey.org/), es posible acceder a las diferentes olas de encuestas realizadas

por el equipo de investigación de dicha institución sobre cultura política alrededor del todo el

mundo. La accesibilidad a dichos datos ha dado la oportunidad a muchos investigadores de

profundizar en aspectos específicos de la cultura política de sus países de estudio o bien de

manera comparada. Por lo que su contribución a las ciencias sociales es de las más importantes

del último medio siglo.

La presente guía conceptual busca abordar los aspectos más relevantes de la teoría del cambio

cultural expuestos por Ronald Inglehart y su contribución al estudio de la cultura política.

II. EL CAMBIO CULTURAL

Para comprender el cambio cultural propuesto por Inglehart es necesario definir qué

entiende el autor por cultura. Por cultura el autor entiende "un sistema de actitudes, valores y

comportamientos ampliamente compartidos en el seno de una sociedad trasmitidos de generación

en generación"(Inglehart 1991). Definir la cultura política de esta manera permite establecer

algunos supuestos fundamentales para comprender la acción de los seres humanos en la sociedad.

Lo primero es que la cultura es aprendida y trasmitida de padres a hijos a través del proceso de

socialización. La socialización permite que los individuos adquieran las creencias, valores y

actitudes que sirven de referencias para actuar en la vida social. Lo segundo es que la cultura es

6 Según Newman (2002), ejemplo de estos autores son Barrington Moore (1966), Dietrich Rueschemeyer et al. (1992), Larry Diamond (1992). Pero también se puede incluir a Seymour Martín Lipset (1960).

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resistente al cambio, razón por la cual su transformación es gradual y solo perceptible a través

del tiempo.

El cambio cultural es, entonces, la transformación en el sistema de actitudes, valores y

comportamientos como consecuencia de las transformaciones económicas, tecnológicas y políticas

vividas por las sociedades occidentales industrializadas luego de la II Guerra Mundial. Según

Inglehart (1991), esta modernización ha traído como consecuencia que las sociedades modernas

hayan ido reemplazando los valores materialistas por los que él denomina posmaterialistas.

En este sentido, la modernización es el proceso que explica el cambio. La modernización conlleva

"cambios culturales que aumentan la probabilidad de la autonomía individual, la igualdad de

género y la democracia, dando lugar a un nuevo tipo de sociedad humanista que promueve la

emancipación humana en varios frentes” (Inglehart y Welzel 2006:2).

El proceso de cambio cultural según Inglehart y Welzel (2006)

Desarrollo Humano

DimensiónSocioeconómica

Dimensión Cultural Dimensión Institucional

Procesos queimpulsan el

desarrollo humano

Modernización Cambio de Valores Democratización

Componente del desarrollo

humano

Recursos Socioeconómicos

Valores de la autoexpresión

Libertades política y civiles

Contribuciones al desarrollo

humano

Acentuación de las capacidades de las

personas para actuar de acuerdo con su

elección

Más prioridad de las personas a

actuar de acuerdo a su elección

Ampliación de los derechos de las

personas para actuar de acuerdo a

su elección

TemaFundamental

Ampliación de la elección humana(Una sociedad cada vez más humanista)

Fuente: Inglehart y Welzel 2006

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Las consecuencias políticas del cambio cultural es una mayor democratización de las sociedades

en las que ocurría el proceso de modernización. En este orden de ideas, existe un círculo

virtuoso en el que la modernización y desarrollo económico contribuyen positivamente al

mejoramiento de la democracia. En la medida que mejora la calidad de vida en esas sociedades

hay una mayor presión por ampliar los derechos políticos y civiles de las mismas. La

modernización, como proceso de transformación social genera cambios que son solo visibles a

mediano o largo plazo pero, aún cuando son lentos, es posible divisarlos.

III. MATERIALISMO Y POSMATERIALISMO

El argumento de Inglehart desde su primera publicación en 1977 es que las sociedades

industrializadas avanzadas han sufrido un proceso de transformación cultural gracias a la

modernización. Ahora bien, cabe preguntarse cuál es la naturaleza de ese cambio cultural.

Inglehart (1991:59) indica que "las prioridades valorativas de las poblaciones occidentales se

habían transformado desde el materialismo al posmaterialismo, desde la prioridad de la seguridad

física hacia un mayor énfasis en la autoexpresión, el sentimiento de pertenencia a la comunidad

y la calidad de vida." Según el autor, dicho cambio ha sido consecuencia de la prosperidad

económica y seguridad física del período de posguerra.

Los valores se refieren al conjunto de metas que los individuos desean o aspiran lograr. Por un

lado, los valores materialistas se refieren a las aspiraciones de seguridad física y económica que

tienen los ciudadanos. Dichos valores son recurrentes en aquellas sociedades donde la

supervivencia es lo prioritario. Por otro lado, los valores posmaterialistas son aquellos que

emergen cuando la supervivencia está garantizada, permitiendo a los miembros de esas sociedades

aspirar a metas relacionadas con la pertenencia, estima, estética o la intelectualidad, es decir, los

valores de autoexpresión. (Inglehart 1991, 2007; Inglehart y Welzel 2006).

Sin embargo, los valores no cambian de manera abrupta, sino que existe un proceso «glacial» de

cambio en la sociedad que conduce a la transformación de la cultura política en las sociedades.

Inglehart plantea dos hipótesis sobre el cambio cultural que permiten predecir la dirección del

cambio de los valores: la primera, la de la escasez; la segunda, la hipótesis de la socialización:

La hipótesis de la escasez, implica que la prosperidad conduce a la propagación

de los valores posmaterialistas; la hipótesis de de la socialización implica que el

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cambio de valores fundamental ocurre gradualmente, en gran medida, ésta ocurre

cuando generaciones más jóvenes reemplazan las más viejas de la población adulta

(Inglehart 2007:225).

De esta manera el cambio cultural no puede ser visto como lineal sino como un conjunto

de procesos que se entrelazan entre sí y se retroalimentan. La modernización impulsa fuerzas

sociales que a su vez refuerzan la transformación cultural y política, pero al mismo tiempo

existen resistencias al cambio que disminuyen la fuerza del cambio. En esta medida, el cambio

cultural se desarrolla en una sociedad en la que lo nuevo y lo viejo coexisten y en la medida

que las condiciones lo permiten, los nuevos valores sustituyen a los antiguos.

IV. CONSECUENCIAS SOBRE LA CULTURA CÍVICA

Como se ha mencionado con anterioridad, el cambio cultural tiene efectos sobre la cultura cívica

y la democracia. Sobre la cultura cívica, señala Inglehart (1991) que el paso de valores

materialistas a posmaterialistas mejora la relación que se establece dentro de la comunidad

política. Actitudes como la confianza, la tolerancia mejoran, en la medida que el cambio

revolucionario disminuye. Esto implica una sociedad más democrática, con mayor disposición al

diálogo y al cambio democrático. Sin embargo, esto no quiere decir que la nueva cultura cívica

sea pasiva y conformista, por el contrario hay nuevas exigencias al sistema político y un rechazo

a la autoridad externa.

Un componente que emerge de los valores de autoexpresión es un alejamiento de

la deferencia a toda forma de autoridad externa. La sumisión a la autoridad tiene

un alto costo: las metas personales de los individuos deben ser subordinadas a los

de una autoridad externa. Bajo condiciones de inseguridad, las personas están

dispuestas a hacerlo. ...

Contrariamente, las condiciones de prosperidad y seguridad son conducentes a la

tolerancia de la diversidad en general y a la democracia en particular (Inglehart

2007:232).

Esto conduce a que los miembros de estas sociedades tengan una mayor capacidad de participar

en lo público. Sin embargo, dicha participación deja de lado los canales tradicionales de

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participación política como son los partidos de masas, sindicatos o gremios profesionales. La

participación es más autónoma, la polarización basada en la posición de clase y las lealtades

provenientes de la clase trabajadora pierden fuerza, generando un cambio en los sistemas de

partidos tradicionales. Además, los temas sobre los cuales compiten los partidos también cambian.

Los esquemas izquierda-derecha únicamente basados en reivindicaciones sociales pasan a segundo

plano dando espacio para temas como ambientalismo, movimiento femenino, desarme nuclear,

entre otros (Inglehart y Flanagan 1987, Inglehart 2007).

V. CRÍTICAS A LA TEORÍA DE LA MODERNIZACIÓN Y CAMBIO CULTURAL

La teoría de la modernización y el cambio cultural ha sido cuestionada desde varios

ángulos. Las principales objeciones provienen tanto de aspectos teóricos como metodológicos.

Sobre los aspectos teóricos, tiene que ver con la poca atención que presta el autor a los procesos

de socialización de los individuos como elemento importante para explicar la resistencia al cambio

de unos sujetos más que otros. También se le ha criticado el exceso de énfasis en la

modernización como aspecto causal clave en su explicación, dejando de lado las instituciones o

aspectos de la cultura como símbolos, mitos, religión o historias nacionales (Newman 2002).

Desde el punto de vista metodológico, Seligson (2002) critica el trabajo de Inglehart señalando

que su investigación cae en la falacia ecológica, es decir, a partir de datos individuales trata de

dar explicación a fenómenos agregados o colectivos. Señala Seligson (2002) que el trabajo de

Inglehart no toma en cuenta variables de control a nivel sistémico, lo cual produce resultados

espurios en las asociaciones estadísticas de sus trabajos.

Sin embargo, estas críticas y otras que se le han hecho al trabajo de Inglehart no le quitan

mérito a los logros obtenidos, al tiempo que han servido para que el autor y sus colaboradores

mejoren y profundicen en los análisis de los datos obtenidos a través de la Encuesta Mundial de

Valores.

VI. BIBLIOGRAFÍA

INGLEHART, Ronald. The renaissance of political culture. American Political Science Review, Vol 82, No.4 (Dic.1988), pp.1203-1230.

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INGLEHART, Ronald y FLANAGAN, Scott. Value change in industrial societies. The American Political Science Review. Vol.81, No.4, (Dic. 1987), pp 1289-1319. INGLEHART Ronald y WELZEL, Christian. (2006). Modernización, cambio cultural y democracia: la

secuencia del desarrollo humano. Centro de Investigaciones Sociológicas, Siglo XXI de España

Editores, S.A.: Madrid.

NEWMAN, Saul. Constructing political culture theory: the political science of Ronald Inglehart.

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Comparative Politics. Vol.34, No.3, (Abr. 2002), pp. 273-292.

Sesión III Capital Social y Desempeño Institucional.

I. INTRODUCCIÓN

El capital social ha sido un concepto que ha trascendido las fronteras de las ciencias

sociales. Según Forni et al. (2004), el concepto puede ser rastreado hasta 1916 cuando

Hanifan lo utiliza para referirse a soluciones sobre escuelas locales. Sin embargo, también

Emile Durkheim daba cuenta de la importancia de la solidaridad en las relaciones sociales

como elemento importante para el buen funcionamiento de la sociedad. Pero son Pierre

Bourdieu y James Coleman quienes incorporan el concepto de manera sistemática en las

ciencias sociales.

En el caso de Bourdieu "el capital social constituye un medio a través un medio a través del

cual es posible acceder a otros tipos de capital y, en última instancia, los resultados de la

posesión del capital social se reducen a la posesión de capital económico"(Forni et al.

2004:2). Por su lado, Coleman define el capital social es "algo inherente a la estructura de

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las relacione sociales. Este recurso facilita el logro de objetivos personales que no podrían

alcanzarse en su ausencia o conllevaría un costo mucho más alto"(Forni et al, 2004:3). Estas

visiones del capital social colocan al fenómeno como un activo que poseen los individuos más

no las sociedades, y que les permiten alcanzar objetivos particulares.

Sin embargo, el uso del concepto se extendió gracias a la obra de Robert Putnam Making democracy works: civil traditions in modern Italy en 1993. Con esta obra el nivel de análisis del capital social pasa de lo individual a lo colectivo, dejando de ser un atributo de los

individuos para ser un atributo de los grupos sociales.

La obra de Putnam abrió la puerta a un gran número de investigaciones sobre la influencia

del capital social en el desempeño de la democracia y de las instituciones representativas. La

contribución de esta obra trasciende el mundo académico, pues el capital social fue visto

como una manera a través de la cual era posible mejorar el rendimiento democrático de los

países. Así, gobiernos y organismos internacionales, diseñaron y ejecutaron políticas públicas

en las que se reforzaban los lazos de solidaridad, confianza y reciprocidad entre los miembros

de las comunidades con el fin de que participasen más y mejor en el proceso de toma de

decisiones políticas, sobre todo a nivel local.

II. LA PREGUNTA DE PUTNAM (1993)

El texto de Putnam (1993) tiene como propósito indagar los factores que intervienen en

el desempeño de las instituciones democráticas. En este orden de ideas se cuestiona si dicho

desempeño depende de los factores sociales, económicos o culturales en los que están

inmersas las instituciones democráticas. Para tal fin, Putnam (1993) realiza una investigación

de más de veinte años de duración en la que compara los efectos de la reforma institucional

de Italia a lo largo de tres décadas, de tal manera que la principal pregunta de la

investigación es ¿Cuáles son las condiciones para la creación de instituciones representativas

fuertes, responsivas y efectivas?"(Putnam 1993:6).

Putnam (1993) toma como enfoque teórico metodológico el nuevo institucionalismo. Este

enfoque consta de dos características consustanciales: por un lado, las instituciones dan forma

a la política y por el otro las instituciones son el resultado del camino recorrido (path dependency) de las sociedades. De tal manera que, en un primer momento, Putnam (1993)

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toma las instituciones como variable independiente para explicar los cambios en las

identidades, el poder y las estrategias de los actores políticos; para luego analizar las

instituciones como variable dependiente, es decir; como resultado de la historia que las

precede.

Ahora bien, el estudio de Putnam (1993) concentra gran parte de su atención en medir el

desempeño de las instituciones representativas de Italia. La unidad de análisis a la que se

refiere el estudio son los gobiernos de las diferentes provincias italianas. Así, las dimensiones

del desempeño del gobierno son tres: el proceso político, los pronunciamientos de política

pública y la implementación de la política pública. En su análisis del desempeño encuentra

que, a nivel de la población, las variables de tipo sociológico (educación, sexo, edad,

urbano/rural, tipo de profesión, etc.) no tienen efecto significativo sobre el desempeño del

gobierno de las regiones. Únicamente la satisfacción con el gobierno predice si hayo no un

buen o mal desempeño de la administración regional (lo cual es más una consecuencia que

una causa).

III. LA COMUNIDAD CÍVICA Y CAPITAL SOCIAL

En tal sentido, la explicación del desempeño institucional se encuentra en dos factores, a

saber: la modernidad socioeconómica y la comunidad cívica. Respecto al primer factor,

Putnam (1993) concluye que existe una asociación entre el desarrollo socioeconómico de una

región y su desempeño institucional, sin embargo; se pregunta si la causalidad es inversa; o

sea, que es el desempeño institucional lo que ha favorecido el desarrollo socioeconómico. El

segundo factor, la comunidad cívica; está compuesto de cuatro elementos: Compromiso cívico;

igualdad pública; solidaridad, confianza y tolerancia; asociaciones. De tal manera que, Putnam

(1993) encuentra que altos niveles de civilidad tienen efectos positivos sobre el desempeño de

las instituciones. La reciprocidad, la participación en asociaciones voluntarias, las redes que

establecen entre éstas contribuyen a lo que define como capital social. El capital social "se

refiere a características de la organización social, tales como confianza, normas y redes, que

pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando acciones coordinadas"(Putnam

1993:167).

De tal manera, para Putnam (1993:171), la confianza es el lubricante de la cooperación, por

lo que a mayores montos de capital social mayor es la probabilidad de que haya cooperación

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entre sus miembros. La confianza, sin embargo; no es ciega sino que es la predicción acerca

del comportamiento del otro, de que va actuar de la manera que es esperada según la

situación. Por otro lado, las normas juegan un rol importante en el entramado de la

organización social. Las normas "disminuyen el costo de transacción y facilitan las

cooperación"(Putnam 1993: 172), siendo la reciprocidad la que tiene más valor para generar

relaciones de cooperación. La reciprocidad puede ser específica o difusa: la primera refiere a

intercambio igual entre actores; la segunda es un intercambio desigual entre los actores pero

con expectativas de tener un beneficio mayor en el futuro.

Así pues, la existencia del capital social permite a la comunidad solucionar de manera

más rápida y efectiva sus problemas, permite mejorar los flujos de información entre los

miembros y mejorar la calidad de la información. Por tal motivo, las regiones en la que han

existido mayores niveles de capital social tienden a tener gobiernos representativos con mejor

desempeño institucional.

Ahora bien, al colocar el capital social como variable dependiente, Putnam (1993) observa

como el camino recorrido por cada una de las regiones, el pasado medieval, el autogobierno

de las ciudades ha contribuido al desarrollo de altos niveles de capital social, trayendo como

consecuencia un buen desempeño institucional. Las comunidades con altos niveles de capital

social están en mejor condición de emprender acciones colectivas que les permitan alcanzar

las metas comunes.

IV. CONFIANZA Y PARTICIPACIÓN SOCIAL

Luego de la publicación del libro Making democracy works, el concepto ha producido un sinfín de investigaciones respecto al capital social. Cabe destacar que los elementos más

trabajados del capital social han sido las dimensiones de confianza y participación social.

En relación a la confianza, ésta puede ser definida como "la creencia del actor que, en el

peor de los casos, los demás no van a hacerle daño a sabiendas o voluntariamente y, en el

mejor, actuarán a favor de sus intereses"(Newton 2001:202). Así, la confianza es una actitud

del individuo hacia los demás, los grupos y las instituciones, por lo que su medición es

individual. Como recurso individual, la confianza permite a los individuos reducir la

incertidumbre pues implica la capacidad de predecir la actuación de los demás actores. Por lo

que no necesita conocer personalmente al otro para saber cómo se va a comportar, sino que

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hay una expectativa tácita de que va a cumplir el rol que le toca en el momento que

corresponde. Por otro lado, "la confianza como un recurso moral nos lleva a mirar más allá

de nuestra propia clase. Esto significa que restamos importancia a las malas experiencias y

cooperamos aun cuando no estamos seguros de que los otros lo harán" (Uslaner 1999:122).

En resumen la confianza, es un lazo importante en el momento de generar espacios asociativos que permitan la

creación y la acumulación del capital social, entendiendo por éste la capacidad de las

personas de obtener beneficios como resultado de sus relaciones sociales y de su contacto

con otras personas e instituciones (Ugalde et al,2004:91).

En relación con la participación social "el involucramiento en asociaciones es relevante

porque moldea actitudes y comportamientos políticos, contribuye al desarrollo de las

habilidades cívicas y los valores democráticos, e indica la existencia de cierto repertorio de

capital social" (Morales 2002: 499). Pero al mismo tiempo la participación en grupos sociales

tiene la capacidad de generar redes, las cuales traen beneficios privados para los individuos.

Pero además de los beneficios privados, las redes también tienen efectos positivos a nivel

público, pues generan lazos de reciprocidad y confianza que se revierten en un mejor

funcionamiento de la comunidad (Putnam 2003).

Forni et al. (2004:6) resumen los efectos internos y externos. Respecto a los internos

"inculcan en los individuos que participan en ellas [las asociaciones] hábitos de cooperación,

solidaridad y espíritu comunitario. Externos: dan forma clara a los intereses, reúne a sus

miembros y dirigen sus energías en la misma dirección". De manera tal que la confianza y la

participación en las asociaciones voluntarias dan a las comunidades las herramientas

necesarias para un mayor compromiso cívico, un mejor funcionamiento de las instituciones y

de la democracia en general.

V. BIBLIOGRAFÍA

FORNI, P., SILES M., y BARREIRO L.. ¿Qué es el capital social y como analizarlo en contextos

de exclusión y pobreza: Estudios de en Buenos Aires, Argentina. JSRI Research Report #35,

The Julian Samora Research Institute, Michigan University: East Lansing, 2004.

MORALES, L. Associational Membership and Social Capital in Comparative Perspective: a Note

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PUTNAM, Robert. Making democracy works: civil traditions in modern Italy. New Jersey:

Princeton University Press, 1993.

UGALDE, Luis et al. Detrás de la pobreza. Percepciones, creencias, apreciaciones. Universidad

Católica Andrés Bello y la Asociación Civil para la Promoción de Estudios Sociales: Caracas,

2004.

USLANER, E.. Democracy and social capital. En: Warren M. (1999). Democracy & Trust. Cambridge University Press: Cambridge, 1999.

Sesión IV Cultura y Apoyo a la Democracia.

I. INTRODUCCIÓN

Uno de los aspectos más relevantes llevados adelante por los estudios de cultura política y

opinión pública es el apoyo de los ciudadanos al sistema político. El desarrollo de este tema data

de mediados del siglo XX con Talcott Parsons y, posteriormente, David Easton cuando elabora la

teoría sistémica de la política7. Sin embargo, la idea de apoyo al sistema tiene sus fundamentos

en la idea de legitimidad desarrollada por Max Weber.

El estudio del apoyo al sistema político, particularmente el democrático, ha sido ampliamente

estudiado en la ciencia política y la sociología política. En lo relativo al tema de la cultura

política, el apoyo al sistema democrático es una medida que permite observar la manera cómo se

relacionan los ciudadanos con el sistema político, cuán tolerantes son ante sistemas no

democráticos, las causas de la mencionada relación (individuales o sistémicas) y las posibles

consecuencias que tiene para el desempeño de la democracia.

7 Para profundizar en este tema se recomienda la lectura de Esquema para el Análisis Político y Enfoques sobre teoría política de David Easton, disponibles en la biblioteca de la UCAB.

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Así, el objetivo de la presente sesión es hacer una introducción al análisis del tema del apoyo al

sistema político. Sus principales elementos conceptuales y metodológicos. Para ello, primero es

necesario definir claramente qué es el sistema político, sus componentes y la función de la

cultura política dentro de éste.

II. EL SISTEMA POLÍTICO

La teoría propuesta por Easton ha sido un referente fundamental en la ciencia política

contemporánea. Su modelo teórico permite entender con sencillez los procesos que se esconden

detrás de los sistemas políticos. Easton (1992)8 definió el sistema político como “aquellas

interacciones por medio de las cuales se asignan autoritativamente9 valores en un sociedad”.

Dichas interacciones no ocurren en el vacío, sino que ocurren en un ambiente, el cual el autor

divide en intrasocial y extrasocial. Por el primero Easton define a todos aquellos sistemas con los

que el sistema político interactúa pero la naturaleza de sus interacciones no son políticas.

Ejemplo de este tipo de sistemas intrasociales son: la economía, la cultura, la personalidad, entre

otros. Por el segundo, el ambiente extrasocial, Easton entiende que son todos aquellos sistemas

que están fuera de la sociedad, ejemplo de ello pueden ser el sistema de relaciones

internacionales o el sistema económico internacional. Ambas clases de sistema están en tensión

con el sistema político y son los que producen las perturbaciones necesarias para que haya

cambio dentro del sistema político.

El sistema político cumple dos funciones, por un lado asigna valores, por el otro logra

que sus miembros acepten dicha asignación la mayor parte del tiempo. Cuando un sistema no es

capaz de cumplir alguna de estas funciones su existencia está amenazada.

Según Easton, es posible medir la interacción del resto de los sistemas con el sistema político. Su

propuesta es utilizar los términos input y outputs. En la relación que se establece con el resto de

los sistemas en la sociedad, los inputs y los outputs son las variables que median el intercambio

entre dichos sistemas.

8 La versión original del texto es de 1965. Se coloca 1992 porque refiere a la fecha del texto de Batlle de donde se ha tomado la cita. 9 En la traducción del libro de Batlle, de donde se ha tomado esta cita, se utiliza la palabra autoritaria. Sin embargo, el término más adecuado es autoritativo. Pues la asignación de los valores de la sociedad se hace desde la autoridad, pero no necesariamente esto implica que se haga de manera autoritaria, en el sentido de que se ejerce el poder sin limitaciones.

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Por inputs, se entiende las demandas y apoyos que desde el resto de los sistemas sociales

se le hacen al sistema político. Las demandas se refieren a las exigencias que hacen desde fuera

al sistema político En tanto, el apoyo, se refiere a la orientación que tienen los individuos hacia

el sistema. Por outputs, se refiere a las consecuencias resultantes de las acciones de los miembros

del sistema. En este sentido, los miembros del sistema político son actores políticos (partidos

políticos, sociedad civil organizada, gobierno, burocracia).

Figura 1.: El Sistema Político según David Easton

Fuente: Elaboración propia a partir de Easton (1965)

Kerman (2011) resume esta definición concepción del sistema político del siguiente modo:

una forma de gobernar que está enmarcada en un entorno legal (constitucional),

económico y cultural. La esencia de un sistema político se basa en la

interdependencia de sus instituciones (las reglas del juego político) y los actores

colectivos (partidos políticos, los intereses organizados, los gobiernos y las burocracias)

que operan dentro de dicho sistema. A partir de esta definición se desprende que los

sistemas políticos son vistos como un todo: La autoridad se ejerce sobre un territorio

a través del cuerpo político, incluyendo su forma de estado, la organización del

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proceso de toma de decisiones, y los procesos relacionados de la formación de

política pública.

Visto lo anterior, el objetivo de los estudios sobre apoyo hacia el sistema político ha sido dar

cuenta de la relación que establecen los ciudadanos con respecto al sistema político en el cual

viven. En el siguiente apartado se avanza en el desarrollo de los elementos más relevantes del

estudio del apoyo al sistema político.

III. APOYO POLÍTICO (POLITICAL SUPPORT)

Como se mencionó en la sección anterior, el apoyo al sistema político es una las variables

que utiliza Easton como inputs que llegan al sistema. Norris (2011), define apoyo al sistema

como las orientaciones que tienen los ciudadanos hacia el Estado-nación, sus agencias y los

actores del sistema político. Si dichas orientaciones son positivas quiere decir que los ciudadanos

dan legitimidad al Estado dentro de las fronteras establecidas, por lo que no buscan confrontar

al Estado o sus autoridades. En este sentido señala la autora que el apoyo al sistema es una

orientación psicológica.

Según Easton, el apoyo al sistema puede tener dos niveles: específico o difuso. El apoyo

específico se refiere al apoyo que reciben las autoridades responsables por la toma e

implementación de las decisiones políticas dentro del Estado (el presidente, ministros,

gobernadores, diputados, etcétera). El apoyo difuso, se refiere a las orientaciones más abstractas

respecto de la Nación en general, el Estado o el régimen político. (Easton 1975, Norris 2011,

Torcal y Moncagatta 2011)

Esta distinción entre apoyo difuso y apoyo específico no ha de ser visto como categorías

dicotómicas, excluyentes mutuamente, sino como un continuum dentro de un mismo eje; en

donde el apoyo específico se refiere a los objetos más concretos del sistema político (el

desempeño de los actores políticos) y el apoyo difuso el extremo más abstracto como lo es la

nación o la comunidad política.

En este sentido, Norris (2011) establece diferentes niveles dentro de este continuum. En la

figura No.2, la autora esquematiza el apoyo en cinco niveles, a saber: (1) Identidades Nacionales,

(2) Aprobación a los principios y valores básicos del régimen político, (3) Evaluación del

desempeño del régimen, (4) Confianza en las instituciones del régimen, (5) Aprobación de los que

detentan los cargos públicos.

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Figura No.2: Niveles de Apoyo al Sistema según Norris

Fuente: Norris 2011

Esta distinción es útil en la medida que permite diferenciar entre los diferentes niveles de

apoyo al sistema. No es lo mismo apoyar el régimen democrático que no estar satisfecho con su

funcionamiento. No es lo mismo confiar en instituciones como las gobernaciones o alcaldías que

evaluar la gestión de un alcalde o gobernador en particular. Estas diferencias en los niveles de

apoyo sirven como una medida a través de la cual es posible saber cómo están percibiendo los

ciudadanos el trabajo de un gobierno en particular o el desempeño del sistema democrático en

general.

IV. APOYO A LA DEMOCRACIA

Los estudios empíricos sobre cultura política han hecho especial énfasis en estos distintos

niveles de apoyo al sistema. Las encuestas realizadas por el Barómetro de las Américas de la

Universidad de Vanderbilt, la Corporación Latinobarómetro, la Encuesta Mundial de Valores

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liderada por Ronald Inglehart, todas ellas realizan de alguna manera preguntas relativas del

apoyo al sistema. En este sentido, conocer dicho apoyo puede dar pistas sobre el funcionamiento

y calidad de la democracia, los cuales son aspectos relevantes para la comprensión de la

situación política en cada uno de los países de estudio.

El estudio de la cultura política y la opinión pública en relación con la democracia

supone que “la democracia descansa bajo el compromiso de la gente, y por tanto si el

compromiso de la opinión pública con la democracia es de naturaleza endeble, entonces el

régimen descansa sobre bases endebles” (Carrión 2007:109). El estudio del apoyo al sistema

democrático (o autoritario), también es relevante porque los datos provenientes de la opinión

pública tienen efectos sobre los procesos de toma de decisiones en los sistemas políticos (Carrión

2007).

De lo anterior se desprenden un conjunto de interrogantes que guían las investigaciones

en este sentido: ¿Puede existir una democracia estable y de calidad con niveles de apoyo bajos?

¿Cuáles son los factores individuales que explican el mayor o menor nivel de apoyo a la

democracia? ¿Qué implica un alto nivel de apoyo a la democracia, pero un bajo nivel de

satisfacción sobre su desempeño?, entre otras preguntas.

En síntesis, para los estudios de cultura política y opinión pública, el apoyo al sistema político es

una variable fundamental en la comprensión de las sociedades democráticas contemporáneas. Su

análisis implica vincular a los individuos con el sistema, esto a través de la cultura política. Una

de las características de la cultura democrática (o cívica), es un alto nivel de apoyo a la misma,

lo que sirve de indicador para observar el rendimiento del régimen como tal.

V. BIBLIOGRAFÍA

CARRIÓN, Julio. Entre la democracia y el autoritarismo: un análisis de las preferencias de régimen

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(Comp.). Visión del Perú de académicos peruanos en Estados Unidos. Lima, Perú: Academia

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