Guaira Castilla - Telón de cielo

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Prlogo Estas obras mmicas para teatro de tteres estn firmadas con un seudnimo. El autor no se llama Gabriel Castilla sino Guaira Castilla. Cosas que ocurren con harta frecuencia en su provincia natal Salta donde la mayor parte de los ciudadanos olvidan el apelativo que recibieron con agua bendita en la pila bautismal para seguir viviendo hasta el ltimo suspiro con el verdadero nombre acordado por el milagroso vino de Cafayate. El autor de estas breves y bellsimas obras se inici en la titiritera cuando sus inocentes manos movieron y controlaron el primer andar de los pies que, desde entonces, lo llevaron por disolutos caminos. Tiene ojos anocheciendo y calza alpargatas nmero nueve. Mide la altura razonable para llegar con la cabeza a la boca del escenario. Tuve la dicha de ver la mayora de estas obras en nuestro pas y en Espaa. Espectculo originalsimo donde se anan la perfeccin del manejo y la sntesis de la poesa. Es el prestigiador que saca galeras por el pico de una paloma. Es un artista y por lo tanto logra la simplicidad de la magia. Lo admiro y me alegra presentar este libro que puede llevar por ttulo: PEQUEA BIBLIA PARA TITIRITEROS.

Diez obras mmicas para teatro de tteres

Teln de cielo

Gabriel Castilla

Javier Villafae 0Buenos Aires, 1995

a Catu

Nota del autor: Al ser mmicas estas obras fueron escritas de modo que el titiritero para una eventual puesta en escena- pueda seguir, paso a paso, sus secuencias, incluyendo aquellos casos en los que se ha

recurrido a la narracin a fin de preservar para el lector el clima dramtico de las mismas.

Sueo

a Sara Rosenberg y Joachim Roske

Personajes Anbal Un gato Dos mosquitos

reloj despertador.

La escena representa una habitacin de noche. A la derecha y de costado, hay una cama. A la izquierda y sobre el suelo, un desmesurado

Por

la izquierda entra Anbal, somnoliento, con un candelabro encendido en la mano. Lo coloca en el suelo y se estira desperezndose. Sopla la lumbre pero sta se vuelve a encender. La apaga y se va a la cama. Ya se est durmiendo y la vela, sola, vuelve a alumbrar. Anbal se levanta, la sopla y se retira a descansar. A punto de dormirse siente el tic tac del reloj que suena cada vez ms intensamente. Irritado, se incorpora, va y detiene el reloj. De camino a la cama ste vuelve a sonar y Anbal lo para exasperado. Regresa fatigado a su lecho e intenta dormir. Las agujas comienzan a sonar girando enloquecidas. El corre y, de golpe, las inmoviliza. Luego se acuesta agotado. Ya entra en el sueo cuando suena el despertador hacindole dar un brinco. De dos zancadas llega hasta l y lo silencia. Espera, angustiado, hasta asegurarse de que no vuelva a sonar. Va a la cama y se duerme. Imperceptible al principio y luego cada vez mas intenso, se oye el vuelo de un mosquito que sobrevuela, toma impulso, se precipita y le pica la cara. Anbal lo ahuyenta con la mano. El mosquito regresa, lo pica, y Anbal, furioso, lo persigue por todo el escenario y lo mata. Refunfuando vuelve a su lecho. No llega a dormirse cuando un zumbido desmesurado lo alerta y se pone de pie. Es un invisible moscn descomunal.

Luego de esquivar un vuelo rasante, Anbal corre tras l y se traban en una lucha feroz y logra derrotarlo despus de ser arrastrado por el moscn tras penosos forcejeos. Agotado, regresa a la cama. Apenas cierra los ojos, asoma un gato que, sonriendo maliciosamente, le ronronea zalamero. Anbal trata de sacrselo de encima y el muy felino se acerca y lo alza de la cama con un gran maullido. Anbal sale disparado persiguindolo hasta que lo pierde de vista y regresa a dormir. El gato aguarda oculto. Se le acerca, prfido y rencoroso, y vuelve a maullar con fuerza en sus orejas. Anbal se yergue aturdido, queda un segundo de pie temblando y lo espanta violentamente. Ofuscado, regresa, se mete en la cama y se le destapan los pies. Los cubre, se acomoda y se le vuelven a destapar. Arregla las mantas, se acuesta y poco a poco se tranquiliza. Ronca feliz, pero vuela el mosquito, suena el despertador, se mueven las agujas, malla el gato. Todo a la vez. El no aguanta ms y se levanta. Va y detiene el despertador. Corre tras el mosquito. Sus pies, inexplicablemente, se salen all en la cama, y l corre y los tapa afligido. Suena el despertador. Vuela el mosquito. Malla el gato.

Entonces, ya fuera de s, sale despavorido, llorando, de la escena. Todo queda en paz en la habitacin. Al rato se asoma el gato. Suelta un maullido victorioso y cae el TELON.

El hipo

a Lourdes Prez Gay y Lucio Espndola

Personajes Prez Garca

La escena vaca se ilumina lentamente. Entra Prez y se detiene. Observa cndidamente al pblico y de repente comienza a hipar. Se mira el estmago, extraado. Contiene la respiracin, pero el hipo contina. Viene Garca y al verlo, alborozado, corre a saludarlo. Lo abraza y de pronto saltan, aferrados, de un lado al otro de la escena al ritmo de una seguidilla de hipos de Prez. Garca, sorprendido, logra zafarse y Prez, jubiloso, intenta abrazarlo de nuevo, pero Garca lo aparta delicadamente y le da la mano. Lo observa y ve que sigue el hipo. Piensa. Le dice que lo espere y sale. Prez lo ve irse mientras comprueba impotente que los respingos continan. Garca vuelve con un balde de agua y sigiloso se acerca por detrs, se lo vaca encima y espera. Prez, desconcertado, se queda tieso y en silencio. Garca, satisfecho, va a llevarse el balde cuando vuelve el hipo. Lo deja de nuevo en el suelo, medita y le pide a su amigo que hunda la cabeza dentro del cubo. Garca espera unos instantes y, de pronto, Prez hipa golpeando estrepitosamente con el balde en su cabeza, sobre el suelo, hasta que, de golpe, se tranquiliza y Garca le saca la cabeza del cubo. Cree que se ha aplacado y se lleva el balde. A Prez, en tanto, le reanuda el hipo. Garca entra contento, pero al verlo, se detiene en seco, y, rpido, lo acuesta.

Al tiempo, Prez comienza a cabecear a cada convulsin. Garca le sostiene la cabeza contra el suelo pero a Prez ahora le brinca el trasero. Garca le sostiene ambas partes hasta que se sosiega. Aliviado, lo pone de pie pero Prez vuelve a brincar. Exasperado, le gira la cabeza ponindole la cara haca atrs, y esta vez Prez da vueltas brincando enloquecido. Garca lo sigue, lo alcanza y le acomoda la cabeza correctamente. Descansa slo unos segundos y el hipo vuelve. Garca sale disparado y regresa cubierto con una tela para asustarlo. Se acerca, y por la espalda de Prez, lanza un terrible alarido. Prez lo mira indiferente y suelta un hipo. Garca sale sollozando y vuelve con una pala. Toma impulso y le pega en la cabeza, Prez cae al suelo y se levanta. Garca vuelve a pegarle. Prez cae y a cada hipo se levanta. As muchas veces hasta que queda quieto en el piso. Garca cava un pozo, lo entierra y se pone a descansar apoyado en la pala. Est feliz y se va relajando. De pronto siente, primero lejos, y luego cada vez ms cerca, los hipos con los que ya se desentierra Prez. Garca, que ya est histrico, toma la pala y le pega, y Prez se levanta como un resorte una y otra

vez, hasta que al ltimo Garca amaga con pegarle de nuevo y Prez lo detiene. Se mira el estmago y comprueba que se le ha pasado el hipo. Garca, contento, tira la pala. Prez quiere abrazarlo. Garca lo aparta y le da la mano desconfiando, pero inmediatamente comprueba que Prez ya est bien. Alborozados se abrazan una vez y otra vez y otra vez.vuelve el hipo y as, abrazados, salen dando brincos de la escena mientras cae el TELON.

CelosPersonajes Juan, amante, guante blanco Pedro, marido celoso, guante grande y rojo Mara, mujer de Pedro, guante blanco con una cartera

a Edison Otero y Teuco

MARA MARA Entra por la derecha y se queda esperando que pase Juan. Se pasea Ansiosa por la demora, va, espa, y cuando lo ve venir, rpida, vuelve a su sitio y all simula indiferencia. JUAN Viene distrado por la izquierda y al ver a Mara se asombra. Luego va hacia ella y la saluda con una reverencia seductora. MARA Lo rechaza. JUAN Vuelve a tocarla. MARA Se aparta. JUAN Se acerca. MARA Se aleja. JUAN La toca dulcemente. MARA Se queda tiesa. Se acarician, tmidos al principio, y despus fogosamente. JUAN De a poco intenta levantarle el guante para quitrselo. MARA Le da tres carterazos. Deja la cartera en el suelo y lo aparta ofendida. JUAN Aturdido al principio, se recompone y vuelve a los arrumacos. Y ahora es correspondido. MARA Oye pasos. Ve que viene Pedro y, azorada, huye por la derecha. JUAN Sale con ella. PEDRO Entra por la izquierda. Los busca enfurecido y sale tras ellos. PEDRO MARA JUAN

MARA JUAN PEDRO JUAN PEDRO JUAN PEDRO MARA PEDRO MARA PEDRO MARA PEDRO JUAN

Entra por la izquierda con Juan y escapan bruscamente por la derecha. Entra por la izquierda y sale persiguindolos. Viene con Juan. Busca desesperada donde ocultarse. Ve un sitio, se despide y se va. Se queda triste mirando el suelo. Descubre la cartera que ha dejado olvidada Mara. La llama, ella acude afligida y l le entrega la cartera. Se oculta. Ve que viene Pedro y, rpido, se esconde a la derecha. Entra por la izquierda, busca afanoso hasta que encuentra a Juan y lo llama. Viene e intenta explicarle. Lo expulsa. Sale cabizbajo por la izquierda. Busca a Mara y cuando la encuentra la hace venir. Disimulando sus nervios lo saluda alegre. Indignado le reprocha haciendo cuernos con los dedos- lo que le hizo. Fingiendo sorpresa y furia le da dos carterazos y se pone a llorar. Confundido recapacita y trata de tomarla en sus brazos. Se aparta gimoteando. Ablandado insiste. Al final la abraza, la seduce y quiere hacerle el amor. Entra fugazmente.

MARA JUAN MARA PEDRO

Lo ve y a hurtadillas le hace seas para que se aleje. Se oculta. Suavemente lo rechaza a Pedro. Le hace notar que el pblico los est viendo y le pide de ir a otro sitio. Acepta rendido. Ambos salen mientras Mara mira disimuladamente hacia donde se fue Juan, a la vez que cae el TELON.

La gotera

a Javier Villafae

y Eduardo Di Mauro Personajes Benjamn La gotera

La sala como la escena est a oscuras. Tras un largo silencio se oye el estallido de un trueno y un relmpago ilumina a Benjamn que est dormido, acostado en el suelo de su habitacin, de espaldas al pblico. Al rato vuelve a tronar y se ve a Benjamn que no se ha despertado. Arrecia la tormenta y, luego, a medida que amanece comienza a escampar. Del techo cae una gota y otra y una cae sobre Benjamn, que da un respingo. Incmodo y dormido todava se arrastra desplazndose de un lado al otro tratando de evitar la gotera, hasta que se despierta. Se despereza estirndose y otra gota le cae en la cabeza. Se levanta y mira al techo. Se restriega los ojos para cerciorarse y ve que las goteras se estn multiplicando. Va de un sitio al otro viendo cmo caen, todas con el mismo plinc al suelo. No sabe qu hacer. Se detiene, piensa y una gota le cae encima. Se desorienta, pero reacciona y sale de la habitacin. Las goteras bajan con el mismo montono comps: plinc, plinc, plinc. Benjamn vuelve con una botella vaca en la mano. Observa el techo, el piso. Elige una gota y le pone la botella debajo. Todas suenan plinc y la ltima planc.

Las oye: plinc, plinc, plinc, planc. Satisfecho, corre hacia fuera. Se detiene un momento. Elige otra y sale. Plinc, plinc, plinc, planc. Vuelve con otra botella vaca. La pone all y espera. Plinc, plinc, planc, plonc. All. All hay otra. Marca el lugar y sale disparado. Entra con una botella llena de vino. La coloca y suena pif. Corre a buscar otra pero en el camino se detiene y piensa. Regresa, lento, con una risuea astucia, toma un trago de vino, deja la botella y sale veloz. Trae una vaca y la coloca: Plinc, planc, plonc, plunc. Va escuchando una a una y comprueba con regocijo que se ha formado un ritmo musical. Las acompaa meneando el cuerpo y, feliz, cada vez que pasa al lado del vino bebe un trago. Cansado ya, se sienta y oye mirando sin ver, cmo cantan brillantes y justas, pero inesperadamente comienza a caer otra que suena diferente y desentona con las dems. Confundido, se incorpora y la busca por todos lados. La encuentra lejos. Se retira en puntillas, vuelve con otra botella, la coloca debajo, pero la gota cae en otro sitio. Va detrs acomodando la botella, pero vuelve a

caer fuera. Se va y toma con un jarrito con el que la persigue tratando de recogerla y la gota cae aqu y all, se estira hasta casi tocar el suelo y retorna al techo sin caer y as, va haciendo la meloda que acompaan las otras. Benjamn, ebrio por esa msica y el vino, bebe y baila hasta que mareado se va adormeciendo y luego de un giro queda acostado donde estuvo al principio. Se duerme, la msica va desapareciendo y todo queda en silencio. El se incorpora. Curioso mira al techo. Se acuesta. Se mueve inquieto. No puede dormir. Se sienta, las busca, se recuesta, se levanta. Mira al pblico. Toma el jarro y golpea con l el suelo repitiendo el ritmo que tenan las goteras. Poco a poco vuelven a caer creando la msica. Benjamn las acompaa unos compases y satisfecho se acuesta y se duerme. Una gota le da en el trasero y l brinca a la vez que se oscurece la escena.

Historia con flores

Este trabajo se realizar con el aporte de un msico.

a Nery Cambronero y Hctor Pianetti

Personajes LA NIA La Nia El Malo El Perro EL MALO LA NIA EL MALO LA NIA EL MALO LA NIA Llega por la izquierda. Se fija en el proscenio y retorna por donde entr. Aparece, acechante, por la derecha y espa si se fue la Nia y al ver que ella regresa se retira apresurado. Esta vez entra con una maceta, la coloca en el suelo y sale. Vuelve y, sigiloso, se lleva la maceta. Llega con una regadera, la deja en el piso, comprueba, extraada, que no est la maceta y parte a traer otra. Viene con la maceta que se llev, la acomoda en el piso y desaparece con la regadera. Trae otra maceta, desconcertada advierte que est la primera pero que falta la regadera. Deja los dos tiestos juntos y sale a buscar otra regadera. Entra, deja la regadera, se da cuenta de que vuelve la Nia y escapa silenciosamente. Vuelve con la regadera y al ver la que hay en escena, deja una y se lleva la otra. Se asoma, quiere llevarse algo pero siente los pasos de la Nia y se marcha con la manos vacas. Riega los tiestos y crece una flor en cada uno. Las acaricia enternecida y se lleva la regadera.

EL MALO LA NIA EL MALO LA NIA

EL MALO

Se dirige a una flor, la sacude hasta marchitarla y huye rindose. LA NIA Regresa y al ver la flor cada llora desconsolada. Se recupera. La besa, la flor se levanta y ella se marcha contenta. EL MALO Vuelve, estruja la otra flor y sale dainamente encantado. LA NIA Viene y al ver la flor solloza dolida, la vuelve a besar, la flor se recompone. Medita, se da cuenta de que hay un culpable y sale a buscar ayuda. EL MALO Se aproxima, observa y se aleja veloz. LA NIA Aparece con un perro, le ensea las flores y lo deja vigilante. EL MALO Entra, ve al perro y lo chista, confiado en que no le va a hacer nada. EL PERRO Se le acerca amenazante. Le huele los pies y el trasero. EL MALO Tiembla de miedo. Luego, temeroso todava, lo acaricia y juega con l. Ya seguro de estar fuera de peligro toma una flor para arrancarla. EL PERRO Se le abalanza y lo espanta retirndolo de la escena, luego se acuesta a descansar. EL MALO Regresa y, cauteloso, lo llama queriendo congraciarse. EL PERRO Se le aproxima mostrndole los dientes. EL MALO Le soba el lomo hasta tranquilizarlo. Toma las largas orejas del perro y con ellas le tapa los ojos. Intenta tomar una flor.

EL PERRO Salta sobre l y lo persigue hasta que lo trae de los fundillos de los pantalones con una regadera en la mano. Con gruidos amenazantes lo conmina a regar en distintos sitios del escenario, de donde comienzan a nacer flores. Luego lo hace huir tirndole tarascones. Al tiempo sale y regresa con la Nia y le muestra las flores. LA NIA Las acaricia embelesada. Feliz, lo besa y sale. EL PERRO Saluda al pblico y se va. TELON.

Miedo

Personajes Slurp el vampiro La Nia

a Jos y Rodrigo Garca Bes

La niebla apenas deja ver la colina por la que aparece sigilosa la figura de un hombre. No tiene edad, o tiene todos los aos. Es eterno. El blanco crneo del que cuelgan unos rizos, fulgura a la luz de la luna. Es Slurp el vampiro. Se ha detenido en lo alto y desde all otea con sus ojos de halcn. Avanza hasta el filo del precipicio y, desde all, mira, esttico, oliendo el viento. Se pasea. Busca sangre para sus lnguidas venas. Traga aire y lanza al vaco un feroz aullido que se corta con un estertor y una tos reseca. Insiste, y esta vez, el alarido le sale atiplado. Se enfurece. Se le amoratan las orejas. Como salida de la nada, aparece la figura de la Nia que, al mirarlo, da un gritito de temor. Slurp advierte su presencia, y al verla tan hermosa, suelta un eructo de admiracin. La Nia, tmida, esconde el rostro entre sus manos. A Slurp se le inflama la capa y se restriega las manos sonriendo ladino. El deseo enrojece sus ojos. Se aproxima hasta tocar sus hombros desnudos. La Nia grita de espanto y l retira la nudosa mano, sorprendido. La luna arde entre los nubarrones.

Slurp recompone su figura, se acerca a la Nia y la saluda con una reverencia. Ella tiembla y casi suelta una lgrima. El insiste hasta tocar el piso con el revs de su mano. La Nia le corresponde con una leve inclinacin y vuelve a su actitud sumisa y amedrentada. Slurp, de espaldas a ella, se acaricia disimuladamente sus colmillos amarillentos. Como quien da un leve beso, con voz ronca, le dice al odo dos palabras de amor y la invita a caminar. Ella, indecisa, mueve su delicado cuerpo mirando al suelo. Slurp, de pasin o de hambre, ha cerrado su mano y se ha atravesado la palma con las uas sin darse cuenta. La Nia al fin acepta. Le da su brazo y caminan como flotando en la neblina mientras l le recita un poema de Poe. Se detienen. Ella suspira. El suelta un hilo de ftida baba. Un relmpago los ilumina. Slurp, que ya siente que le crujen las venas, le pide que descubra su cuello. Ella, tmida y avergonzada, lo muestra a la luz de la luna. A Slurp le espejean los colmillos. Le inclina la cabeza y se retira para tomar impulso. La Nia va detrs de l.

Al verla de nuevo junto a s, Slurp se crispa y torna a llevarla delicadamente hasta el sitio donde la haba dejado. Le aparta el pelo y se aleja sin ver que la Nia va de nuevo tras l. Slurp se impacienta. Agranda sus ojos halconados y con un tenue movimiento de la mano la hipnotiza. La Nia queda paralizada. De tres bramidos Slurp la desplaza con otros tantos pases hipnticos y con otro ms, le inclina la cabeza. Salta alborozado. Mira al cielo y suelta un profundo alarido, al que interrumpe la tos. Va a lanzarse sobre el cuello marmreo. Da tres brincos y cae sobre ella que, sorpresivamente, lo atrapa en el aire. Gruen abrazados en una confusa transfusin. El vampiro se estremece y en vano trata de zafarse de la Nia que ahora le chupa la sangre hacindole dar alaridos cada vez ms dbiles mientras la cabeza de Slurp se desinfla. Cuando todo l ha quedado laxo, desangrado, la Nia lo tira al abismo. Se limpia la boca con la manga y se aleja lentamente como la luna que oscurece la colina para siempre.

-----------------------------------------La cabeza de Slurp se realiz con una tela elstica a la que se le aplicaron ojos, nariz y boca montada sobre un globo de ltex para ser desinflado. Slurp habla un idioma figurado.

Amor negro

Personajes Slurp el vampiro Un gallo Un vampirito recin nacido

a Rolando Ariel Pardo y Aldo Tulin

Hay un polvo de oro suspendido en el aire de la bveda. El atad, solo en la penumbra, parece una embarcacin varada en el suelo de hojas secas. Se oyen seis caballos que suben tirando de una carroza cuyas ruedas muerden las piedras que caen al abismo. Se detiene y suena una bota en el suelo y luego otra. Los pasos se vienen lentos y pesados con ruido de cuero reseco. Canta un gallo. Los pasos se detienen. Se apresuran y se acercan resonando hasta llegar a la cripta. Se abre en silencio una gruesa puerta de bronce. Nada se mueve. El aire helado de la bveda no se corrompe con el de fuera. Flotando sobre los escalones se desliza Slurp, el vampiro. Lleva una larga capa negra y su rostro de ojos opacos y sanguinolentos, a esas horas, ya cerca del alba, se ha avejentado. Nos observa. Va junto al atad y mira desconfiado. Fija la vista en la puerta haciendo que sta se cierre con un golpe que espanta a la caballera, que sale disparada arrastrando la carroza al fondo de la noche. En el interior nada se conmueve.

El vampiro se dispone a abrir el fretro. Canta el Gallo. Slurp lo oye y se crispa horrorizado por la inminencia del amanecer. Luego de penosos forcejeos levanta la pesada tapa y, de golpe, desde dentro del atad, irrumpe una fuerte luz colorada y una estridente msica de cabaret que arremolina el polvo detenido en el aire. Slurp se retira sorprendido con los pelos de punta. Logra reponerse y, rpido, cierra la tapa, se apaga la luz y cesa la msica. Algo ms tranquilo, inconscientemente, hace la seal de la cruz y al besarse el pulgar se quema la boca. Pero canta el Gallo otra vez. El vampiro se estremece. Cauteloso mira el cajn. Espera. Se impacienta y, agitado, abre la tapa. El remolino de msica y luz vuelve a inundar la cripta haciendo recular a Slurp que, indeciso y asustado, camina de un lado a otro cubrindose el rostro con la capa. Cierra la tapa y se pasea dando brincos cortos y nerviosos. Desesperado blasfema entre dientes, Jess, Mara y Jos, y la injuria le da tal nusea, que casi le hace arrojar el corazn por la boca. Si lo tuviera, claro. Se acerca con cautela y espa por la rendija de la tapa. Apoya la cabeza auscultando en varios sitios. No oye nada. Entonces, con cuidado, abre la tapa y salta

hacia atrs. Esta vez no sale ni luz ni msica. Todo est correctamente helado y quieto. Desconfa. Espera. Va, espa y se aparta. Se relaja. Aguarda. Se asoma para ver y sorpresivamente, desde dentro, le quitan la capa, a la vez que estalla la msica. Aturdido, se ve vejado, desnudo. Nos mira, se tapa con las manos y de la vergenza encoge la piernas hasta que los pies le quedan en la cintura y caminando como un pato va a esconderse detrs del fretro. Despus de unos instantes, se incorpora, cierra la tapa y huye abochornado hacia la puerta. Pero el Gallo canta amenazador. Slurp se para en seco. Cabizbajo y resignado, regresa con pasos inseguros a sentarse al lado del cajn. Piensa y mira la caja. Mira la caja y piensa. Afuera amanece y los ojos se le calcifican. Ya desmoralizado, mete la cabeza para ver y antes de que se d cuenta, desde dentro, lo atrapan y lo hunden en el fretro. Al caer la tapa estalla la msica. Slurp intenta salir varias veces, pero vuelven a hundirlo en el atad.

La msica empieza a decaer hasta que desaparece. Todo queda en reposo y en penumbras. Sin tiempo. Ahora es la msica de un saxofn la que inunda de sensualidad el aire de la cripta acompaando a la tapa que sube y baja a un ritmo de cpula y al comps de unos gruidos y aullidos que crecen hasta sonar como una pelea de perros. Luego msica y gemidos se diluyen. Tras un largo silencio, agotado y arrastrndose, Slurp logra salir de la caja y apenas si puede cerrar la tapa. Se retira a prudente distancia con los colmillos llorosos. La tapa comienza a abrirse de nuevo y l, como puede, se lanza y cubre con su cuerpo el atad para impedirlo, pero la presin es tanta que tiene que apartarse. Ve cmo un huevo crece y emerge con un ruido de oculto terremoto. El vampiro da un salto, gira en el aire, da un alarido y sale cacareando, llevndose el portn de bronce por delante. El huevo explota y nace un esqueletito, mitad vampiro y mitad gallo que mira a un lado y otro. De un saltito cae del cajn y sale de la cripta gritando: Papi, papi, papi.

Fuga

Personajes La Pelada El Hombre

a Cristina

En escena un atad, a sus pies, un candelabro con una vela encendida.

En el foro negro, cubrindolo, parte de una vestidura del mismo color, cayendo en pliegues.

La escena se ilumina lentamente y se ve a la Pelada de espaldas, dormitando a la cabecera del atad. De repente empieza a crecer el latido de un corazn. De la caja sale una mano que palpa el borde como tratando de averiguar dnde se encuentra. El Hombre, que se ha despertado, se sienta, mira a los lados, su corazn late aceleradamente y, aterrorizado, intenta levantarse. La Pelada lo ve, le acaricia la frente hasta dejarlo nuevamente dormido, a la vez que el corazn va perdiendo fuerzas hasta detenerse y ella vuelve a descansar. Al tiempo, por la piesera de la caja, se asoma la cabeza del Hombre que, taquicrdico, se pone de pie para huir, pero la Pelada, que ya lo ha visto, lo tumba de un pescozoncillo. El corazn se para bruscamente y ella retorna a su sitio. Al cabo de un rato, l cavila; cuando siente que ella est dormida, se incorpora, sopla la vela que est a sus pies y vuelve a tenderse en el atad. La Pelada refunfua, se cerciora que el Hombre sigue ah, sale y retorna con un candil con el que enciende la vela y se retira a dejar la lumbre. El intenta huir, pero se tiende decepcionado al ver que ella regresa. La Pelada se acomoda y empieza a dormitar. El Hombre asoma la cabeza fuera del fretro, y al verla, comienza a cantarle una cancin de cuna. La Pelada, sentada, empieza a cabecear. El Hombre se levanta a hurtadillas y, sin dejar de cantar, esta vez

acaricindole l la frente, la va empujando, suavemente, hasta acostarla y dejarla dormida y se dirige sigiloso, hasta donde est la vela, a la que traslada al lado de la cabeza de la Pelada. La deja all y se aleja velozmente. La Pelada se despierta adormilada y, de golpe, se ve muerta, se yergue, suelta un grito, tiembla, se mira viva y tras un suspiro de alivio, corre detrs de l. Instantes despus vuelve sola y, con un gesto autoritario, lo llama a escena sealndole la caja, le ordena que se acueste y que se quede bien muerto. El Hombre, con la cabeza gacha, le dice que no. Ella le dice que s. El, con un gesto, intenta congraciarse y llegar a un acuerdo. La Pelada, terminante, lo conmina a entrar en el fretro. El, resignado, trata de hacer tiempo acomodando el atad, soplndole el polvo, pero la Pelada impaciente, lo mete en el cajn y lo deja quieto de una vigorosa cogotada. Satisfecha, se sacude las manos y se duerme. Al rato el Hombre levanta las tablas del fondo de la caja, cava con una de ellas un tnel y desaparece. La Pelada se despierta desconfiando, y cuando ve el atad vaco, baja por el tnel como por una escalera y se lanza tras l. En otro sitio, desenterrndose, aparece la cabeza del Hombre que intenta huir, pero es retenido desde abajo por la Pelada. Cuando logra soltarse, le pega con la tabla en la cabeza para que no salga tras l. Luego, agitado, aguarda mirando si ella ha quedado abajo.

Pero la Pelada, lentamente, se eleva y sale a sus espaldas. El Hombre la presiente y cuando la ve, se asusta, ambos se espantan y corren en sentidos opuestos. Al llegar junto al fretro el Hombre se zambulle en l. La Pelada pasa una vez sin advertirlo. Al intuir que se ha ido, el corazn del Hombre vuelve a latir dentro del atad. En ese momento, aparece la Pelada y lo oye. Va a acercarse y el corazn se detiene. Se aleja y vuelve a latir. La Pelada escucha y, sospechando, se aproxima al atad. Es entonces, cuando los latidos se hacen rtmicamente estratgicos, segn la Pelada d uno o dos pasos, el corazn, inmediatamente despus suena como un eco de los mismos. Luego, el Hombre va haciendo apenas audibles los latidos para que la Pelada se acerque al cajn. Ella, curiosa, cae en la trampa: pone la oreja para orlos y en ese momento los latidos empiezan a crecer lentamente, hasta componer el ritmo de una marcha militar. La Pelada se pone en posicin de firme y, sin pensarlo dos veces, cautivada por esa msica, marchando marcialmente, sale de la escena. El, que ha esperado el momento oportuno, se asoma, mira a ambos lados y sale de la caja, subrepticiamente. El corazn vuelve a latir. Busca dnde esconderse. Sopla la vela y en puntillas va hacia el foro y se hunde entre los paos negros. Estos comienzan a levantarse hasta conformar la tnica que cubre a una Pelada ms grande, que irnicamente sonre, a la vez que se sumerge con el

Hombre atrapado entre sus pliegues. El corazn da tres latidos y se detiene. APAGON.

Dos ancianos, dos sombreros y dos Palomas Pieza para teatro negro

a Teresa Grossi y Rufino Martnez

Personajes Dos ancianos Dos sombreros Dos palomas Al revs. En el parque no hay un teatro de tteres. Al revs. En el teatro de tteres hay un parque. Y en el parque, bajo los rboles que ya estn otoando, hay slo un banco blanco sobre las hojas. Quiz si hubiera all una farola con luz, esa tarde sera menos triste, menos fra. Pero slo est el banco y el ruido del agua que cae a la fuente oculta all detrs. Por el sendero de la derecha viene la anciana de sombrerito y tapado rosa. Viene tan lentamente, amortiguando sus pasos, que el agua se demora un poco en el aire para caer acompandole la marcha, hasta que llega al banco y se sienta. El agua distendida vuelve a caer sobre su propio canto, y la anciana entra al sueo como esa hoja que cae y cae flotando por el aire. Por ese mismo sendero viene el anciano de sombrero y abrigo humildes y otra vez el agua se conmueve y lo acompaa. El anciano pasa y pasa y casi desaparece, pero ve a la mujer sentada en el banco. Se detiene, regresa y va a sentarse a su lado. El agua cae como aliviada. El la est mirando. Ella lo presiente, detiene el andar del sueo que no suea, y se despierta sobresaltada. Se miran y tmidamente, nos miran, hasta que los dos se duermen y se desdibujan.

Canta un pjaro y ese canto despereza al sombrero que gira sobre la cabeza del anciano y se eleva saludando a la sombrera de la anciana. La sombrera que ha respondido, se da cuenta de que es la sombrera de una seora de edad respetable y se queda quieta como con las piernas juntas. El sombrero se inquieta y le bisbisea en secreto. Sube en el aire la ronda. La sombrera va de un lado al otro, vuela girando con el sombrero que la sigue tratando de detenerla. En el banco han quedado slo los dos tapados dormidos, sin ancianos ya. Desde la punta del rbol ms alto se vienen los sombreros hasta el suelo, delante del banco que tambin ha comenzado a desaparecer. El sombrero intenta asentarse sobre la sombrera. Canta el pjaro y los sombreros se transforman en dos palomas que miran aqu y all hasta que se encuentran. El palomo se inflama, la paloma se enternece, se miran y se cruzan, se siguen, se huyen y vuelan por el aire hasta perderse detrs de los rboles, ms all de la fuente. Ni all ni aqu cae siquiera una hoja. Es que ya no hay sombreros, no hay ancianos, palomas ni banco. Slo los dos tapados ateridos, sentados en el vaco como en un columpio quieto. Algo de lo que fue ruido de agua se torna poco a poco el toque seco de un tambor, de un redoblante y de un saxofn que desempolva los abrigos que se

ponen de pie con movimientos mecnicos y bailan un vals bajo los rboles. La msica parece que hiende al pjaro, se hunde en la fuente mientras gira con ellos hasta que ya enamorados, los sienta en el banco. Si hubiera una farola, una luz. Pero vienen las palomas. Se suspenden en el cielo y se vuelven dos sombreros que caen lentamente, menendose hasta posarse en las cabezas de los ancianos que, como el banco, ya se comienzan a ver. El pjaro est lejos. La anciana se despierta, mira al anciano, se levanta y vuelve lentamente por el sendero hasta desaparecer. El anciano que la ha seguido con los ojos, se levanta y camina hacia el otro lado. As va, yndose con su andar irreparablemente triste. Pasa y pasa, pisando apenas, y la fuente llora que llora. El anciano se detiene, gira lentamente y la ve irse, lejos. Piensa y siente que no es tarde. Tira el sombrero y corre veloz tras ella. Y el agua que, todo ese tiempo, se ha quedado suspendida en el aire, suelta una gota y se oscurece el parque.

Adis jugando

Personajes Titiritero Mano roja Mano blanca

a Jos Ros y Ramiro Pealba

Hay un biombo semicircular en el centro del escenario. Es el teatrino del marionetista. Por un costado, desde la base, suben, nerviosas, las manos enguantadas. Atraviesan la pequea escena y bajan por el otro lado desprendiendo la tela del biombo a la vez que queda el titiritero al descubierto. Este, deja la tela detrs de l, intenta sacar un elemento del proscenio y se lastima la mano roja que en ese momento pasa a ser, junto a la mano blanca, un personaje independiente que comienza a dar muestras de un gran dolor, saltando de aqu para all. La mano blanca va tras ella tratando de ayudarla, pero la roja la rechaza, atormentada, hasta que queda en el piso del proscenio, agonizante al principio, y totalmente quieta despus. La blanca, sorprendida y asustada, se aproxima, la levanta, la da vuelta, pero sta sigue inerte. Le toma el pulso en la mueca y ella da muestras de estar letente abrindose y cerrndose. La blanca la carga y la lleva hasta otro sitio donde la deposita violentamente, haciendo que la roja vuelva a brincar enloquecida de dolor hasta que queda acostada y quieta en el mismo sitio donde estuvo. La mano blanca se le aproxima lentamente. La toca y ve que esta vez est definitivamente muerta. Conmovida, se retira a llorar. En ese momento el titiritero baja la mano roja y se la mete en el bolsillo. Al volverse, la mano blanca no ve a la roja, se sorprende y la busca por todos lados. Sale detrs del armazn del biombo y sigue buscando aqu y all hasta

que queda frente al pblico. Al descubrirlo, mira sorprendida al titiritero, extraada vuelve a observar al pblico y esta vez es ya la mano del titiritero saludando mientras se retira del escenario por la izquierda. APAGON.