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    ENSAYOS Y NOTAS

    CIUDADES Y VILLAS DEL BAJIO COLONIAL

    Luis G o n z l e z

    El Colegio de Michacn

    Alejandra Moreno Toscano no hace mucho que llamla atencin sobre el carcter peculiar de la vida urbanadel Bajo novohispano. Claude Batailln hace poco quedemostr la utilidad de comprender en el Bajo todos losvalles y llanuras de la depresin del Lerma, desde Acm-baro y Quertaro hasta Guadalajara. Por ni parte, me

    he puesto a contemplar, al travs de muy dispares testimonios histricos, doce ciudades y villas abajeas, incluso algunas que ejercieron sin ttulo de villa o ciudad, yhe procurado descubrir el comn denominador de tal docena y su diferencia especfica respecto al gnero prximo que es el mundo novohispano. Las poblaciones seleccionadas para el estudio fueron, en orden de aparicinen la escena histrica, Acmbaro, Quertaro, Guadalajara, Valladolid, San Miguel el Grande, Santa Fe de Guanajuato, Celaya, Zamora, Len, Irapuato, Salamanca ySalvatierra. Los puntos de comparacin o variables tenidas en cuenta fueron relieve, clima, suelos, aguas, antecedentes prehispncos, fundacin, demografa, ndole eco

    nmica, modos y relaciones de produccin, ocio, culturay actitud frente al movimiento de independencia de 1810-1821.

    Basta recorrer las carreteras Mxico-Guadalajara, encamino de ida por Quertaro, Celaya e Irapuato, y encamino de regreso por el sur de la laguna de Chapela,

    Zamora, Zacapu, Morelia, Acmbaro y Maravato para

    i t o

    http://www.colmich.edu.mx/relaciones25/files/revistas/004/LuisGonzalez.pdf

    Revista Relaciones, Estudios de Historia y Sociedad. Colegio de

    Michoacn, 4, otoo 1980, vol. I, pp 100-111.

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    darse cuenta de la uniformidad del medio geogrfico delas ciudades abajeas, menos Guanajuato: altura sobre elnivel del mar entre 1580 y 1980 metros; temperamentoque tira ms a caliente (sobre todo en los veranos) quea fro (no obstante que nunca faltan las heladas negras

    del invierno); muchos das de sol y pocos de nubes yde lluvias; abundantes terrenos pantanosos; un gran roque serpentea en el fondo del valle mayor y numerososafluentes que bajan de las sierras y de los valles circundantes; inundaciones frecuentes y ms de una vez devastadoras segn pudieron atestiguarlo Len en 1637, 1762 y1803; Irapuato en 1746; Guanajuato en 1780 y 1804; yZamora temporal tras temporal. Como quiera, suelos frtilsimos que han hecho prorrumpir en exclamaciones como stas: Mesopotamia mexicana, 'ejemplo de fecundidad bien admirable, planicie rica que produce frutos deEuropa y de los trpicos.

    A la llegada de los espaoles ni la apariencia ni la

    experiencia del Bajo corresponda a su ser frtil y poblado de ciudades, villas y lugarejos. El capote vegetalhecho de gramas, cactos y mezquites aqu; tulares y plantas pantanosas all; encinos y an pinos en las alturas norevelaba mayor riqueza. La poblacin rala, desnuda, salvaje y bronca solo mereca de los pueblos civilizados delos tres valles del Anhuac el epteto de chichimeca o raza de perros sarnosos e inciviles. El Bajo estaba pobladode pames, guamares, guachichiles, tecuexes, y otras naciones de gentes encueradas y sin hogar que coman vainasde mezquite, tunas, conejos, popochas, vboras y ratas; beban agua-miel y pulque; manejaban admirablemente elarco y la flecha; saban tender trampas, correr como ve

    nados y atacar como fieras; gustaban poner un pie en elcogote de la vctima mientras arrancaban la piel de lacabeza y eran expertsimos cazadores, capadores y empa-ladores. El milieu chichimeca pareca que iba a ser loltimo que apetecieran los hombres blancos, barbados vvestidos de hierro.

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    Con todo, tres coyunturas bien conocidas precipitaron la entrada de los espaoles y sus aliados indios en lazona: el descubrimiento de minas en Zacatecas y Guanajuato entre 1546 y 1555, el desalojo de los alrededoresde la capital de la ganadera espaola y la necesidadde proteger las tierras recin conquistadas por los capitanes Corts y Guzmn de las incursiones de los brbaros.Por la ltima razn, en el decenio de los veintes se hizola congrega de los pueblos de indios de Acmbaro y Que-rtaro, y en los das del virrey Mendoza, de dos ciudadesespaolas: Valladolid para contener los desmanes de la

    'gente brbara, metida en 'quebradas y montes' prximos, y la ltima Guadalajara, que a poco de nacer puso alos cazcanes 'como ganado puesto en estampida. Porlas presiones del virrey Velasco para que la ganadera espaola desalojara el centro, donde causaba muchos malesen las sementeras de los indios, algunos ganaderos, alfrente de sus rebaos, cayeron a los valles chichimecasdonde haba "muchos pastos frtiles, y a donde se les dieron en merced sitios o estancias de ganado mayor y menor. Por ltimo, el descubrimiento de las minas de Zacatecas y Guanajuato produjo aludes de hombres como losque siglos despus iran a las arenas aurferas de California, y un trajn como de pelcula del Oeste que hizo ne

    cesarias la fundacin de la villa-fortaleza de San Miguelel Grande en el decenio de los cincuentas, y sobre todo latraza de las villas dispuestas por el virrey Henriquez: Ce-laya en 1571, Zamora en 1574, y Len en 1576.

    La primera vida urbana del Bajo, la de los dos ltimos tercios del siglo XVI, qued marcada por el trajn

    de ganados y ganaderos que iban y venan de Quertaro alas cinegas de la laguna de Chapala; la fiebre argentinaque empujaba ros de gente hacia Zacatecas y que hacinen el estrechsmo valle de Guanajuato multitudes anhelantes, asesantes, temblorosas, ansiosas de salir de pobres, yel espritu blico de espaoles, otomes, purpecha, mexicanos, negros, pames, guachichiles, guainares; y tecuexes

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    que se trab en una guerra de cuarenta aos (15501589)entonces descrita por Gonzalo de las Casas y recientemente recreada por Felipe Powell.

    Al concluir la guerra chichimeca, sobreviene el malllamado siglo de la depresin econmica y demogrfica.

    Las poblaciones que haban conseguido romper las barreras de la urbanidad desde la etapa anterior se mantuvieron urbanas a lo largo del siglo XVII, pero sin mayoresprogresos demogrficos; as Guanajuato, Quertaro, Valladolid, y Guadalajara con alrededor de cinco mil habitantes cada una. A raz de la paz chichimeca se funda

    ron nuevas congregaciones (Irapuato, Salamanca y Salvatierra) que como las dems del Bajo, fuera de las cuatro grandes, no pasaron en el XVII de ser rancheras conmenos de mil vecinos.

    La vigorosa urbanizacin del Bajo es un fenmenodel siglo XVIII o siglo de las luces que bien pudo llamarse de los alumbramientos. El estirn demogrfico se produ

    jo en toda la Nueva Espaa dieciochesca a contrapelo delas devastaciones acarreadas por un par de hambrunas(1750 y 1785) y por un par de epidemias; en dondequiera aument la gente pero en ningn sitio como en el quenos ocupa. En otras regiones de la Nueva Espaa, elalza de la poblacin produjo rancheras. Slo en el Ba

    jo engendr ciudades. Por la cuanta de la poblacinse forman tres tipos de congregaciones citadinas; las deprimera (Guanajuato, Quertaro, Guadalajara y Valladolid) llegan a hospedar entre 20 mil y 50 mil habitantes; y las de segunda (Celaya, Len, San Miguel y Zamora) devienen villas de 9 mil a 20 mil habitantes; y las

    de tercera sobrepasan el nmero de los cuatro mil habitantes sin llegar a nueve mil. Como se lee en el libro deClaude Morin, el Bajo alcanza en el siglo XVIII un desarrollo urbanstico que supera, con excepcin de la metropolitana, a todas las dems regiones.

    Es propiamente en el siglo de la ilustracin cuando

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    las ciudades y villas abajeas adquieren la fisonoma quelas har clebres: claridad que permite ver lejos y hacerbrillar la cara de las cosas. Fuera de Guanajuato que esel desorden y la estrechez urbana, lo caracterstico de laurbanstica abajea es la sujecin a un plan, el dibujo

    previo, la traza rectilnea y rectangular, al modo de tablero de ajedrez, segn el molde ideado por la antigedad helnica; las calles anchas, rectas, limpias, soleadas yalegres, la mayora de los edificios de baja estatura, demuros exteriores pulcramente encalados, con patios interiores anchurosos y de corte andaluz, con corredores definas columnas y macetas, macetas y macetas; plaza mayor grande, y circuida de numerosos templos sobresalientes del conjunto por lo recio y alto de muros y techumbre, por las enormes cpulas y por las torres altas y fia-cuchas; conventos y casonas de buen ver hacia el centrode la poblacin y jacales de adobe y de cara triste hacialas afueras. Quiz sin el contraste del cinturn triste, la

    ciudad del Bajo no hubiese llegado a tener el aspecto alegre que la caracteriza; quiz sin las noches tan oscuras ypropicias para robos, cuchilladas y apariciones de difuntos, la ciudad del Bajo no se vera tan clara.

    La ciudad abajea y dieciochesca refleja una economa pujante y un reparto desigual de las ganancias. En

    el siglo XVII y en el Bajo, la explosin econmica aventaj a la demogrfica y urbanstica, rara vez por la aventura en nuevos negocios, casi siempre por el desarrollo veloz de las tareas tradicionales: ganadera vacuna y caballar (ganadera mayor) y ovina y porccola (ganadera menor); agricultura del trigo y del maz tan prspera que leacarre a la canoa abajea el ttulo de granero de la Nue

    va Espaa; minera de Guanajuato; menos internacionalmente conocida que no menos valiosa, la industria artesanal: obrajes textiles de Guadalajara, Celaya, Quertaro,Valladolid, Salamanca, Zamora y San Miguel; talabarteras de San Miguel, Len y Valladolid; molinos de harinade todas partes y azcares y dulces de las poblaciones si

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    tuadas al sur del Lerma), y el comercio al travs de laarriera. En el siglo de las luces, pese a lo agetado dela zona, el Bajo se hizo de una red caminera caminadapor recuas de muas y transportes de mayor fuste y ruidocomo los carros que rodaban por los caminos mayores

    de los reales de minas (por Quertaro y San Miguel) yde Guadalajara (por Quertaro, Celaya e Irapuato). Esun lugar comn la funcin abastecedora de carnes, granos y manufacturas que desempe el Bajo, primero enlas plazas mineras del Occidente, del Centro Norte y delNorte, y enseguida, adems en la metrpoli novohispana.La actividad mercantil de los centros urbanos del Bajose desarroll sin haber procreado instituciones financieras y comerciales desarrolladas.

    La prosperidad del siglo de las luces fue muy singular; se produjo en moldes institucionales un tanto insli-litos sobre todo para mentes del viejo mundo: la hacienda, la esclavitud, el peonaje, el obraje, la arriera y otras

    formas de piopiedad y trabajo que han sido ltimamentecontempladas por David Brading y Claude Morin. Como en la generalidad de la Nueva Espaa, las mercedesoriginales de tierra (sitios de ganado mayor y menor ycaballeras de sembradura), concentradas en pocas manos,se volvieron latifundios y haciendas. Como fue lo comn

    en la Nueva Espaa, en el Bajo, aparte de los seoreshacendados, hubo al principio indios de guerra, y al principio y despus negros acarreados de Africa que padecieron los rigores de la esclavitud. Como en toda la Nueva Espaa, tambin se dieron en los valles del Lerma losfenmenos del pen acasillado, del pen temporalero, de las

    servidumbres por deudas, de la aparcera, del arrimo y delos arrendamientos de tierras.

    Lo distintivo de la vida regional consisti en el usodesmedido del caballo y en el invento y la prctica de lacharrera, en el modo como se desenvolvieron algunosocios y diversiones, n la fisonoma de ciertas costumbres

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    que anclan en busca de autor, y sobre todo, en la maneracomo se satisfizo en el Valle de los Chichimecas una vezvuelto Bajo una de las dos necesidades primarias delhombre. Quiz en ninguna otra parte de Mxico caytan rpidamente el muro racial como aqu. Fuera de pocos seorones empeados en mantener la palidez de laraza de mrmol, lo comn en la zona parece haber sidoun amplio comercio con las razas de bronce y de banoque confluyeron en ella desde el siglo XVI, un no hacerle el fuchi al matrimonio con personas de distinto tinte, un intercambio ertico (casi siempre dentro de las cau

    ces legales) que produjo el mestizo mentado en tantas canciones, los ojos negros de las tapatas y los bigotes deaguacero de los charros.

    Sobre las mezclas, junturas y revolturas raciales durante la poca colonial ya existe alguna investigacin seria pero sobre la vida relajada y recogida no parece quehaya mucho. La prosperidad del siglo XVIII dio riendasuelta a vicios como los de la embriaguez y el juego, ya virtudes como la de los ejercicios religiosos y la vidaconventual, vicios y virtudes que bien merecen una resurreccin histrica y literaria. Esta fue una tierra degaritos y conventos franciscanos; en la mitad de los centros

    urbanos hubo casas de jesutas y de agustinos; aqu y all,hubo conventos de carmelitas, dieguinos, religiosos de SanJuan de Dios, mercedarios, felipenses, betlemitas y dominicos; en las ciudades mayores abundaron las monjitasde varias rdenes religiosas y en dondequiera prolifer laespecie de los sacristanes y las ratas de sacrista. La re

    gin est esperando una Josefina Muriel que desentierrelas virtudes de monjes y monjas y una Anne Staples quedescubra la cola del diablo en la vida conventual.

    Otra cara del Bajo novohispano y dieciochesco pococonocida, es la de la crianza y educacin de nios y jve-T>es, En medio de una nacin que no se distingua por

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    el impulso educativo, la docena de ciudades y villas delBajo parece que se distingui por la cuerda concedida aescuelas, colegios y seminarios. Antes de que las autoridades de la ltima etapa colonial mandaran abrir escue-

    litas de primeras letras en todos los pueblos, las poblaciones de los caminos Mxico-Guadalajara ya tenan engran medida ese tipo de planteles y otros: colegios franciscanos dondequiera, colegios de jesuitas en Guadalajara,Guanajuato, Len, Celaya, Valladoild y Quertaro; colegio agustino en Salamanca; colegio de nias en Irapuato;colegio del Oratorio en San Miguel; seminarios en Guadalajara, Valladolid y Quertaro, y la flamante Universidad de Guadalajara desde 1791.

    La vida en las aulas se ha estudiado poco no obstante que de ellas sali un fenmeno extremadamente estudiado: la guerra de Independencia. Aun los historiadores de la onda materialista reconocen el puente tendi

    do entre la vida acadmica novohispana del siglo XVIIIv la vida blica que condujo a la separacin de Espaa.Y aun los historiadores capitalinos aceptan que el mentado puente se construy casi del todo en el Bajo, en lasaulas de jesuitas y oratorianas. En buena medida la escasez de investigaciones sobre edificios escolares, maestros y alumnos, mtodos pedaggicos y amplitud de la enseanza se compensa con los abundantes estudios salidosdel seminario del doctor Jos Gaos, ahora conducido porAndrs Lira, acerca de la introduccin dieciochesca de lafilosofa de los ilustrados en Espaa y en Mxico, de lasdos etapas ideolgicas del pensamiento en el siglo de mayor esplendor autctono de la Nueva Espaa, de la filo

    sofa moderna del zamorano Benito Daz de Gamarra, delas renovaciones mentales propuestas por el tambin abajeo Diego Jos Abad, y por Francisco Javier Clavijero;catedrtico en Valladolid y Guadalajara y de las luces encendidas en el obispado de Michoacn por los obispos SanMiguel y Abad, por el doctor Jos Prez Calama y aun

    por Xas autoridades civiles que desplazaron en 1787 a va

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    ras de las anteriores. A las ciudades del Bajo al travs de sus colegios y de sus asociaciones de amigos delpas les cupo la suerte de encabezar la lucha contra lafilosofa anquilosada y de introducir, sin extremismos, los

    aires de renovacin filosfica, los mtodos de la razn yde la experiencia.Tambin le correspondi a la abajea el poner en

    prctica antes que nadie en el Nuevo Mundo la filosofa de las luces, el conducir la nueva mentalidad a la resolucin de los problemas polticos, econmicos, sociales

    y artsticos. En ninguna otra parte como en los centros urbanos del Bajo se llev a tal extremo el reajustedel aparato administrativo y fiscal del gobierno espaol:la accin de la Acordada, nacida precisamente en Que-rtaro, contra el bandolerismo; el reclutamineto de regimientos de dragones y batallones de infantera; la sustitucin de la 'ruinosa plaga de los alcaldes mayores co

    rruptos por intendentes (Valladolid, Guanajuato y Guadalajara) y subdelegados; la hechura, por las nuevas administraciones de informes, mapas, censos, caminos, puen-sopidsotj sajE}idsoij 'Boijqnd 9 U 3 i S i q soApjnD soasuucrceles y dems mejoras advertidas por el doctor JosMiranda en alguno de sus trabajos. Tambin hay indi

    cios de una mayor racionalidad en los negocios abajeosa partir del esparcimiento de la "ilustracin, as como deun menor respeto a costumbres que el padre Gamarra catalog como errores del entendimiento humano. Est ala vista de quien recorra los centros urbanos del Bajo elfuror con que se puso en prctica el derrumbe de espln

    didas y clidas construcciones barrocas en Quertaro, Guanajuato, Valladolid y Guadalajara, y la construccin deesplndidas y fras moles neoclsicas. Una lucha que sedice capitaneada por el celayence Francisco Eduardo Tres-guerras hizo lea los retablos barrocos pero tambin construy el Carmen de Celaya, algunos palacios de mineros ricos, numerosas arquitecturas de Salvatierra, Len, Zamo-

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    ra y Valladolid y los altares de mrmol de clridad y armona clsica que se ajustan bien al paisaje del Bajo,quiz mejor que los retorcimientos barrocos.

    Si las nuevas del siglo de las luces cundieron tantoy llegaron a tan magnficos corolarios en ciudades y villasde la regin que nos ocupa, fue por otra peculiaridad dieciochesca de la vida urbana del Bajo: su amplia relacincon el exterior. Quiz slo Veracruz, Jalapa, Puebla yMxico estuvieron mejor comunicados entre s y con elexterior en tiempos de la colonia que las doce ciudades

    abajeas, a donde llegaban con regularidad manufacturas, lujos e ideas de lo ms granado de la Nueva Espaay de lo ms conspicuo de Europa y aun de Asia, y dedonde salan regularmente, cueros y ropas hacia los realesde minas, y hacia la metrpoli del reino, y plata a la Pennsula. Adems, como a ninguna otra parte, llegaron 9

    las ciudades del Bajo ros de espaoles de los de hablarecia.Precisamente por su mltiple vida de relacin con la

    pennsula y los peninsulares y por tratarse de una relacin de dominador a dominado, ninguna comunidad como la abajea fue tan sensible a los malos modos de los gachupines y tan anhelante del Mxico independiente. Des

    de los ltimos das del siglo XVIII cada uno de los centros urbanos del Bajo se convirti en nido de conspiradores desde 1810, cada una de las ciudades, villas y lu-garejos de la cuenca del Lerma produjo miladas de insurgentes que se arremolinaron alrededor del cura Hidalgo, en torno al amo Torres; que se fueron ora con Don

    Marcos Castellanos, ora con Albino Garca; que pelearon unas veces con el padre Morelos y en otras con el licenciado Rayn. Cada sitio poblado del contorno abajeo le tom la palabra a don Agustn de Iturbide y proclam con gritos y sombrerazos la independencia de Mxico. De aqu que hayan merecido los valles abajeos elbien ganado ttulo de matriz y cuna de la patria mexica-

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    La vida urbana del Bajo fue hija de la guerra chi-chimeca del siglo XVI y madre de la trifulca patriticadel siglo XIX; estuvo en un tris de fallecer recien nacidapor la culpa de la depresin minera del siglo XVII y ya

    madura, por lo doloroso del parto de la independencia.Quin no sabe que las entradas de Hidalgo, Calleja, Garca, Cruz y dems caudillos de la emancipacin o de lasujecin a las poblaciones de San Miguel, Salamanca,Irapuato, Guanajuato, Celaya, Valladolid y anexas provocaron miles de difuntos y sobre todo huidas masivas.

    Segn se dice, la revolucin de independencia le dej aValladolid solo 3 000 de sus veintitantos mil habitantes.Con muy pocas excepciones, quiz nicamente con lasde Len y de Guadalajara, las dos ciudades de refugiode aquella guerra, los centros urbanos del Bajo estuvieron a punto de quedar reducidos a la condicin de Tro

    ya o de Teotihuacan, en grave riesgo de ser deshabitadas yconvertirse en pasto de arquelogos o historiadores de laescuela positiva, del positivismo histrico.

    Como el Bajo fue vida humana y sigue sindolo,slo a ttulo de aproximacin, y siempre con gran riesgode ser desmentidos, podemos atribuirles a las doce muestras urbanas que sirven de base a estas pginas las docecaractersticas siguientes: 1) Fundacin radical de casitodas que no mera yuxtaposicin sobre asentamientos urbanos previos como sucedi en la mesoamrica mexicana. 2) Toponimia basada mayoritariamente en toponmicos hispanos (Valladolid, Len, Zamora, Salvatierra,Celaya, Salamanca, Guadalajara. . .) que no en nombres

    del lugar prehispnicos como en la mayor parte de Mxico. 3) Crisol de las tres razas del orbe en mucho mayorescala y ms cabalmente que en el resto de Amrica. 4)Papel militar de la mayor importancia en dos ocasioneslargas: la guerra chichimeca del siglo XVI y la lucha contra Espaa dos siglos despus. 5) Funcin productora de

    la triloga alimenticia mexicana (maz, trigo, frijol) para

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    los reales de minas y para casi toda la Nueva Espaa enel siglo XVIII. 6) Funcin de principal procesadora otransformadora de fibras, pieles, ropa y arreos del virreinato. 7) Mximo campo de experimentacin del reajuste

    poltico, administrativo y econmico de la poltica ilustrada de Carlos III. 8) Exponente principalsimo de lavida conventual que sigui y sustituy a la vida apostlica o misionera del primer siglo virreinal. 9) Cuna de varias costumbres que han llegado a ser representativas dela nacionalidad mexicana: charrera, posadas de noche

    buena, etc. 10) Papel de difusor mximo en el sigloXVIII del pragmatismo y el racionalismo de la corriente"ilustrada. 11) Caudillaje de la lucha contra el arte barroco y de la implantacin de la arquitectura neoclsica.12) Exponente sin par en la Nueva Espaa de la vidapeligrosa, precaria, zozobrante, bajo la amenaza sempiterna del agua, ya por las inundaciones, ya por las enfermedades de origen hdrico.