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    GOLPEADOS PERO DE PIE. RESURGIMIENTO SINDICALY NEOCORPORATIVISMO SEGMENTADO EN ARGENTINA(2003-2007)*

    por Sebastin Etchemendy** y Ruth Berins Collier***

    En febrero de 2006, trabajadores del petrleo en huelga bloquearon pordos semanas el acceso a las instalaciones de la multinacional Repsol en LasHeras, un enclave petrolero en la Patagonia argentina. La detencin de un diri-gente sindical dio lugar a una masiva manifestacin en la puerta de la delegacinpolicial local, que termin en una batalla callejera y la muerte de un polica. Laprincipal demanda de los huelguistas era una reduccin del impuesto a lasganancias sobre el sueldo de los trabajadores. Despus de la huelga, el gobiernoaccedi a aumentar el sueldo mnimo imponible. En febrero de 2005, los traba-

    jadores de los subterrneos de Buenos Aires, luego de varios episodios de con-

    flicto, mantuvieron una huelga de una semana provocando caos en el trnsito.La medida de fuerza se aplac slo cuando el sindicato obtuvo un aumentosalarial del 44 por ciento (Pgina 12, 11/02/2005). Un ao despus, los mis-mos trabajadores de subtes iniciaron una huelga para exigir la incorporacin alconvenio colectivo del transporte de los empleados de las empresas subcontratadas(seguridad, limpieza y otros). Luego de un conflicto que se prolong por tresdas y de diversas rondas de negociacin, la mayora de esos trabajadores fuedirectamente contratada por la empresa, Subterrneos de Buenos Aires, perci-biendo as mayores beneficios bajo el Convenio Colectivo de empleados de trans-

    porte de pasajeros (El Cronista Comercial, 11/05/2006). En mayo de 2006,Firestone y el Sindicato nico de Trabajadores del Neumtico cerraron un pe-

    POSTData13,Agosto/2008, ISSN 1515-209X, (pgs. 145-192)

    * Publicado enPolitics and Society, Vol. 35, N 3, septiembre de 2007. Reproducido aqu conel permiso de los autores y dePolitics and Society. Los autores agradecen los valiosos comentariosde Katrina Burguess, Teri Caraway, Adam Cohon, Rosala Corts, Benjamin Lessing, CandelariaGaray, M. Victoria Murillo, Andrs Schipani, Juan Carlos Torre y David Trajtemberg.

    ** Profesor del Departamento de Ciencia Poltica y Estudios Internacionales de la UniversidadTorcuato Di Tella. E-mail: [email protected].

    *** Profesora del Departamento de Ciencia Poltica de la Universidad de California, Berkeley.E-mail: [email protected].

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    rodo de relaciones conflictivas firmando un acuerdo en el Ministerio de Trabajopor el cual los trabajadores obtuvieron un tercio de los beneficios que excedieranel 6 por ciento de las ventas anuales despus de impuestos. Ms an, los prime-

    ros meses de 2006 y 2007 fueron testigos de una generalizada ronda de nego-ciaciones salariales centralizadas a nivel de cpula en la mayora de los sectoresde la industria y los servicios. A travs de pactos neocorporativos, lderes sindica-les nacionales, asociaciones empresarias y gobierno llegaron a acuerdos sobresalarios sectoriales y sobre salario mnimo de la economa.

    Estas imgenes de revitalizacin sindical en Argentina habran sido impen-sables no slo en la dcada de 1990, sino tambin hace unos pocos aos, en elcontexto de la crisis econmica-financiera de 2001-2002 y los meses subsiguien-tes. En los aos noventa, los sindicatos se vieron sustancialmente debilitados ydesmovilizados por el ajuste econmico, los despidos masivos y la flexibilizacinlaboral. Con la crisis de 2001-2002, el locusdel conflicto social y los debates sobrepoltica laboral pareca residir no ya en el sector formal de la clase obrera, sino enlos sectores informales en crecimiento, cuyo tamao relativo en Argentina lleg aequipararse por primera vez con aqul ms comnmente presente en AmricaLatina. En este contexto, pareci que la iniciativa haba sido ganada por las organi-zaciones de desempleados que protagonizaron masivas manifestaciones callejeras.El resurgimiento del conflicto de clase en Argentina luego de 2003 es, por lo

    tanto, notable al menos por dos razones. En primer lugar, los trabajadores que lopromueven no son los ms afectados por la crisis, ni los que reaccionan ante ella,esto es, los desempleados o trabajadores del sector informal que tomaron las callesen 2001-2002. Son ms bien aquellos pertenecientes al relativamente privilegia-do sector formal, que en casos como los trabajadores de los subterrneos, de laindustria automotriz, del petrleo o del neumtico, perciben un ingreso conside-rablementepor encima del salario medio. Como un funcionario del Ministerio deTrabajo expres recientemente, Hace unos aos, tenamos piqueteros manifes-tndose ac en frente al Ministerio todo el tiempo. Ahora son los sindicatos los que

    estn ac todos los das1. En segundo lugar, los trabajadores del sector formal hanretomado la ofensiva de manera general, no ya intentando retener los beneficiosdel pasado o defendindose contra los despidos, el desempleo y la flexibilizacinlaboral, sino buscando activamente aumentos salariales, cobertura contractual,sindicalizacin de los trabajadores y distribucin de las ganancias.

    Estos desarrollos sorprenden a la luz de la abundante literatura que sugiereque la globalizacin, esto es, el aumento de la movilidad del capital y del comerciointernacional, ha minado decisivamente el poder tanto institucional como de mer-

    1 Entrevista con un funcionario de alto nivel en el Ministerio de Trabajo, Argentina, mayo de 2006.

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    cado de los sindicatos. Esta literatura anticipaba que el impacto sera la descentrali-zacin de las relaciones de trabajo y el desarrollo de modos de regulacin econmicams cercanos al modelo americano de libre mercado, que al de las economas euro-

    peas ms coordinadas. Ciertamente, la desaparicin del neocorporativismo es untema recurrente en la literatura reciente sobre sindicatos en Europa. Sin embargo, enla Argentina liberalizada post-ISI (Industrializacin por Sustitucin de Importacio-nes), ha emergido un neocorporativismo segmentado de nuevo cuo, que compar-te ciertos rasgos del neocorporativismo de estilo europeo, especficamente, negocia-ciones a nivel de cpulas entre el empresariado y sindicatos relativamente autno-mos, organizados por un Estado liderado por un partido pro-sindical2.

    Este nuevo patrn de representacin de intereses se aparta no slo delmodelo neoliberal de libre mercado, sino tambin de modalidades anteriores derepresentacin de intereses en Argentina. El corporativismo estatal, la forma pre-dominante de intermediacin de intereses del sector laboral en Argentina y otrospases de Amrica Latina y Europa del Sur antes de la era neoliberal, mostraba unacaracterstica central. En Brasil, Espaa, Portugal o Mxico en la segunda mitaddel siglo XX, o en Argentina durante el primer gobierno peronista de 1946-

    2 La literatura sobre (neo)corporativismo es vasta y las definiciones no son siempre uniformes. Noobstante, la mayora de los abordajes convergen en una definicin del neocorporativismo comouna modalidad de estructuracin de grupos de inters y de formulacin de polticas pblicas en

    la cual a) las organizaciones sindicales y empresarias tienden a ser monoplicas y bastantecentralizadas; b) las polticas con respecto al salario y otros aspectos se formulan en concertacionestripartitas a nivel de cpulas entre el Estado y los actores sociales, soslayando las institucioneslegislativas y la representacin territorial. La presencia de partidos favorables a, o basados en, lossindicatos en el gobierno fue frecuentemente vista como un factor que incrementaba laprobabilidad de emergencia de arreglos neocorporativistas puesto que los sindicatos obtendranrecompensas estatales por su cooperacin. El corporativismo estatal fue distinguido del tipo decorporativismo societal o neocorporativismo imperante en el norte europeo. Mientras que en elnorte de Europa el corporativismo societal se desarroll a partir de los sindicatos y sus partidosaliados, y fue ms compatible con la autonoma del movimiento sindical y la democracia, en

    Amrica Latina y el sur europeo el corporativismo estatal fue el resultado de la iniciativa del Estadoy result en sustanciales niveles de regulacin y control de los sindicatos, y ocasionalmente en suactivacin. Las referencias obligadas en esta materia son los trabajos de Schmitter (1982), Langey Garrett (1986) y Collier y Collier (1979). Sobre la distincin entre corporativismo estatal ysocietal y las diferentes dimensiones del concepto, se recomienda ver el trabajo de Collier (1994).El neocorporativismo, en particular las negociaciones salariales a nivel confederal, ha sidocrecientemente desafiado por la internacionalizacin econmica; sin embargo, una abundanteliteratura, incluyendo el debate actual sobre las variedades del capitalismo, seala la resiliencia (eincluso el resurgimiento) desde finales de la dcada de 1990 de negociaciones salariales y pactossociales coordinados sectorialmente en varias partes de Europa (Regini, 2000, Rhodes y Molina

    2002). Para una revisin ms reciente de la trayectoria del concepto y la prctica, se recomiendaconsultar el trabajo de Streeck (2006).

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    1955, los sindicatos estaban ampliamente organizados y monitoreados desde arri-ba (aunque en diferentes grados). El grueso del movimiento sindical en los lti-mos aos, sin embargo, ha sido relativamente autnomo del Estado, ejerciendo a

    menudo presin sobre los salarios y alentando la movilizacin sin la aprobacindel gobierno. Expresado llanamente, el movimiento sindical en Argentina, a pesarde su alianza con el gobierno de Kirchner, est lejos de ser controlado desde arriba.Por el contrario, muestra una mayor autonoma que en el perodo pre-neoliberaltanto con respecto al Estado como con respecto al crecientemente fragmentadosistema de partidos. Esto contrasta con el patrn anterior de corporativismo esta-tal en Amrica Latina en general, y en Argentina en particular, en el cual lossindicatos se encontraban integrados firmemente en las estrategias electorales delos partidos cuya base fundamental la constituan precisamente los sindicatos.

    Por otro lado, el nuevo patrn de neocorporativismo segmentado se distin-gue de las formas de intermediacin neocorporativistas en los pases avanzados,principalmente por dos razones. Primero, y fundamentalmente, se encuentrasegmentado ya que, dado el tamao del sector informal, abarca solamentecerca del 40 por ciento de la clase trabajadora (esto es, la poblacin econmica-mente activa) o del 60 por ciento de aquellos que perciben un salario3. Podraargumentarse que el corporativismo en Amrica Latina siempre ha tenido estaforma segmentada, abarcando slo el sector sindicalizado con diversos niveles de

    cobertura hacia el resto del sector formal. A pesar de que un extendido sectorinformal es un hecho relativamente nuevo en Argentina, constituye un rasgoperdurable del desarrollo en el resto de Amrica Latina. Se enfatiza aqu la natu-raleza segmentada del nuevo patrn porque subraya la diferencia con los pasesavanzados, para los cuales se aplica usualmente el trmino neocorporativismo.

    En segundo lugar, a diferencia del neocorporativismo europeo tradicio-nal, el acuerdo no se construye sobre la base del intercambio tpico de modera-

    3 De acuerdo a los datos de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares), que cubre la poblacin

    urbana, Argentina tena para 2006 una PEA (Poblacin Econmicamente Activa) de 15,9millones. De ellos, 14,4 se encuentran empleados. Entre los empleados, 11,6 millonespertenecen al sector privado (3,5 no perciben un salario, esto es, son autnomos/empleadosen empresas familiares/propietarios; 4,03 son trabajadores registrados y 4,1 trabajadores noregistrados) 2,3 millones son trabajadores del sector pblico y 0,4 son trabajadoresbeneficiarios de programas de empleo estatales. Las formas institucionales de negociacionescolectivas cubren ampliamente a los trabajadores registrados del sector privado y a la mayorade los trabajadores del Estado, esto es, 6,3 millones de trabajadores, lo que representa el 40por ciento de la PEA y el 60 por ciento de los perceptores de salarios (incluyendo a lostrabajadores estatales). Los datos de la EPH pueden encontrarse en elBoletn de Estadsticas

    Laborales, Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS), http://www.trabajo.gov.ar/left/estadisticas/bel/index.asp.

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    cin salarial por poltica social hacia el sector formal. En el intercambio polticocon los sindicatos en la Argentina post-neoliberal, ms que obtener polticasocial el sindicalismo tradicional administra la puja distributiva en el contexto

    de un gobierno favorable, obteniendo aumentos reales de salario (compatiblescon las metas inflacionarias del gobierno) y lo que puede denominarse comobeneficios organizacionales y particularistas: cambios pro-sindicales en la legis-lacin laboral, designaciones en la agencia estatal que supervisa el funciona-miento del sistema de obras sociales controlado por los sindicatos y beneficiosparticulares dirigidos hacia los sindicatos ms grandes, como ser subsidios altransporte (camioneros) o designaciones en las comisiones directivas de las em-presas re-nacionalizadas (agua y correos).

    Resumiendo, definimos al neocorporativismo segmentado como una modali-dad de negociaciones a nivel de cpulas en las cuales sindicatos de carcter monoplico,asociaciones empresarias y el gobierno pactan un salario mnimo general y salariossectoriales acordes a las metas de inflacin, que se aplican slo a una minora sustan-cial de la fuerza de trabajo. La lgica del neocorporativismo segmentado hareestablecido a los lderes sindicales como interlocutores cruciales del gobierno y lasasociaciones empresarias en negociaciones salariales a nivel de cpulas, haincrementado la capacidad de movilizacin y las prerrogativas institucionales de lossindicatos y ha ayudado a grandes porciones de los trabajadores del sector formal a

    recomponer su nivel de salarios. Por otro lado, al neocorporativismo segmentado lefalta el componente de poltica social que ha sido el sello de fbrica delneocorporativismo europeo4, componente que redujo histricamente las desigual-dades al interiorde la clase obrera, tanto a travs del Estado de bienestar como de lareduccin de la dispersin salarial. Los sindicatos argentinos propician cierto niveldeigualdad en tanto ayudan a los trabajadores formales a cosechar los beneficios delreciente crecimiento econmico, pero esos beneficios permanecen confinados prin-cipalmente a esos trabajadores registrados, fortaleciendo la brecha entre quienes es-tn afuera y dentro del sector formal del mercado de trabajo.

    A grandes rasgos, luego de un perodo en el cual estuvo a la defensiva, elmovimiento sindical ha resurgido como una fuerza importante representando ala clase obrera en el sector formal. Este resurgimiento del movimiento sindical,que se manifiesta en la reanudacin de las huelgas y las negociaciones colectivas,redund en un nuevo patrn de negociaciones tripartitas que llamamosneocorporativismo segmentado. Dos condiciones inmediatas para el retorno de

    4 Desde luego, este componente de poltica social no era homogneo en todas las economas

    polticas neocorporativas, siendo ms universalista en los pases escandinavos que en el restode Europa continental.

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    los sindicatos en Argentina fueron el crecimiento del empleo, y el rol del Esta-do, esto es, la inauguracin en 2003 de un gobierno que busc el apoyo de lossindicatos. Sin embargo, el resurgimiento descansa tambin en otros dos facto-

    res de ms largo plazo. En primer lugar, a diferencia de otros casos de reformaneoliberal profunda, la desindustrializacin en Argentina no supuso un viraje dela produccin hacia sectores que tradicionalmente no haban sido sindicalizadoso eran difciles de organizar (tales como las industrias intensivas en recursosnaturales en Chile o la produccin de tipo maquila en Mxico). Por el contrario,los sectores que han crecido en el contexto de la liberalizacin del mercado y queconforman la nueva vanguardia del sindicalismo argentino, como los de alimen-tos, transporte y petrleo privado, a pesar de haber sido relativamente modera-dos durante la ISI, posean altas tasas de sindicalizacin y engendraron tradicio-nales prcticas de negociacin colectiva y militancia. Por lo tanto, pudieronactivarse una vez que las reformas de mercado favorecieron su expansin. Ensegundo lugar, los sindicatos tradicionales fueron capaces de lograr en el cursode las reformas de la dcada de 1990 concesiones institucionales que contribu-yeron a conservar lo que Wright (2000) denomina el poder asociacional de lossindicatos, especficamente, un marco para las negociaciones salariales centrali-zadas, el mantenimiento del monopolio a nivel de planta y la administracin delas obras sociales para los trabajadores. Estos recursos institucionales pudieron

    ser utilizados en el contexto inmediato de la recuperacin econmica y de ungobierno ms benevolente.El caso argentino sugiere, entonces, que el posible resurgimiento del

    movimiento sindical en Amrica Latina puede descansar en cuatro factores, deinmediato y de largo alcance, que son tanto econmicos como polticos. Demanera inmediata, en el corto plazo, la activacin sindical responde a la condi-cin del mercado de trabajo y a la estrategia poltica de construccin de coalicio-nes del gobierno de turno. No obstante, los factores estructural-econmicos einstitucionales de largo plazo tambin son importantes y devienen de la forma

    de adaptacin previa al neoliberalismo: la naturaleza del giro hacia nuevos secto-res econmicos y el grado del cambio en el poder asociacional de los sindicatosque deriva de su regulacin en la legislacin laboral.

    La primera parte del presente artculo discute el caso argentino a la luz dediferentes abordajes del estudio del sindicalismo en tiempos de globalizacin,particularmente en economas en vas de desarrollo. Se describe despus el re-surgimiento de los sindicatos en dos reas: 1) el conflicto laboral y 2) la negocia-cin colectiva, delinendose luego en mayor detalle la lgica del neocorporativismo

    segmentado. La segunda parte del artculo analiza este resurgimiento de los sin-dicatos como resultado de factores de largo plazo (preservacin organizacional y

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    realineamientos sectoriales) y de corto plazo (un gobierno favorable a los intere-ses sindicales y cambios en el mercado de trabajo). En la conclusin, se analizael lugar actual del sindicalismo en la economa poltica argentina en perspectiva

    histrica y comparativa, y los dilemas de la representacin de la clase obrera enuna sociedad fragmentada.

    Un rompecabezas emprico: optimistas, pesimistas, sindicalismode movimiento social y el caso argentino en la globalizacin

    Se pueden distinguir tres corrientes principales en el estudio de los mo-vimientos sindicales en las economas en vas de desarrollo en la era de laglobalizacin: los optimistas, los pesimistas y aquellos estudiosos que se concen-tran en el surgimiento de un nuevo internacionalismo obrero o sindicalismo demovimiento social(Silver 2003, Rudra 2005). Los pesimistas han sido dominan-tes desde las ltimas dos dcadas del siglo XX en la literatura politolgica ysociolgica sobre sindicalismo. Esta visin probablemente se encuentra resumi-da de la mejor manera en el argumento de Howell y Daley (1992): el dobledesplazamiento desde el Estado-nacin, hacia afuera en direccin de la econo-ma internacional y hacia abajo en direccin de la empresa, ha afectado

    adversamente al movimiento sindical5

    . La acrecentada movilidad del capital ylos regmenes de libre comercio minan las polticas redistributivas tanto enpases avanzados como en vas de desarrollo; la defuncin del fordismo y elsurgimiento de formas de produccin ms flexibles junto con la diversificacinde las presiones competitivas han favorecido la descentralizacin, o ms an laindividuacin, de las relaciones laborales. El espacio para el tradicional inter-cambio poltico con los sindicatos, a travs del cual negocian las condiciones enel mercado de trabajo y apoyan a partidos socialdemcratas o de base sindical enEuropa y Amrica Latina se ha ido achicando de manera creciente.

    Esta visin pesimista encontr terreno frtil en los estudios de las econo-mas de alto crecimiento del este asitico. El sindicalismo tuvo poco que deciren las recientes experiencias de crecimiento orientado al mercado en pases comoCorea, China o Malasia (Frenkel y Peetz 1998). Incluso donde el movimientoobrero adquiri mayor autonoma durante la democratizacin de las ltimasdos dcadas, como en Corea e Indonesia en Asia oriental, o Brasil y Mxico en

    Amrica Latina, en lneas generales el desempeo sindical en el mercado de

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    Para una visn ms reciente en esta veta pesimista, se recomienda ver el trabajo de Wallersteiny Bruce (2000).

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    trabajo en trminos de negociacin colectiva y/o capacidad de movilizacin enun contexto de aumento de la competencia econmica ha sido muy modesto(Candland y Sil, 2001, Bensusn y Cook 2003, Caraway 2006). Argentina,

    donde el sindicalismo ha resurgido en las arenas de conflicto industrial, nego-ciacin colectiva y re-regulacin luego de que la economa fuera sustancialmenteliberalizada, marcha en contra de, al menos, las visiones pesimistas ms radicales.

    El abordaje optimista, centrado principalmente en la teora Hecksher-Olin sobre el comercio internacional y expuesto por economistas, ve al mundolaboral en los pases en vas de desarrollo como un ganador potencial en lainternacionalizacin econmica (Krugman y Venables 1995). De acuerdo conesta visin, la demanda de factores abundantes aumenta cuando se desmantelanlas barreras para el comercio. Este cambio estructural puede inducir un aumen-to en la activacin poltica del sector laboral en las economas con exceso defactor trabajo. Sin embargo, la dotacin de factores difcilmente puede dar cuentade la reciente combinacin de apertura comercial y revitalizacin sindical en

    Argentina, donde el mercado de trabajo fue tradicionalmente ms semejante alde los pases avanzados que a la mayora de los pases latinoamericanos, debidoa la ausencia de una economa campesina significativa y del consiguiente ejr-cito de reserva. Si tuvo algn efecto la profunda liberalizacin comercial en

    Argentina, ste fue el de desafiar a un factor relativamente escaso y protegido, y no

    el de beneficiar a uno abundante.Finalmente, para muchos autores la internacionalizacin econmica re-quera un nuevo tipo de sindicalismo especialmente apto para las inevitables yperidicas crisis del capitalismo globalizado. Este nuevo sindicalismo es msdemocrtico, pluralista y mejor predispuesto hacia la labor en la planta. Almismo tiempo, est listo para trabajar en conjunto con movimientos socialesbasados en los barrios donde reside la crecientemente fragmentada e informalclase trabajadora, y para establecer alianzas con movimientos socialestransnacionales o sindicatos extranjeros (Seidman 1994, Moody 1997, Mazur

    2000, Evans 2005). Para muchos, la visin apropiada para la era de laglobalizacin es la del sindicalismo de movimiento social (Moody 1997: 19)del tipo del recientemente desarrollado en Brasil y Sudfrica, un tipo de sindi-calismo que tiende puentes hacia, y hace causa comn con, las asociaciones delsector informal. No obstante, el principal protagonista del resurgimiento deltrabajo en la Argentina post-liberal no es de ese tipo, sino principalmente elsindicalismo peronista tradicional de la CGT (Confederacin General del Tra-bajo), esto es, un movimiento sindical muy jerrquico, escasamente pluralista y

    basado en monopolios sectoriales, con pocos vnculos con el sector informal omovimientos sociales nacionales e internacionales.

    Sebastin Etchemendy y Ruth Berins Collier

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    Por cierto, en Argentina una de las dos confederaciones nacionales, la rela-tivamente nueva CTA (Central de los Trabajadores Argentinos), se encuentra mscercana a la lgica del sindicalismo de movimiento social. Nacida como una esci-

    sin por izquierda de la CGT durante la reforma neoliberal, hacia fines de ladcada de 1990 se expandi para cobijar grupos en el sector informal a travs dealianzas con organizaciones barriales (Palomino 2003). Sin embargo, su papel enel reciente resurgimiento de la movilizacin y las negociaciones colectivas, y en lapuja distributiva por el salario, ha sido menor. Es ms, aunque la CTA continapropiciando la movilizacin y la organizacin del sector informal6, el liderazgo dela principal organizacin de pobres y desempleados informales, la FTV (Federa-cin de Tierra y Vivienda), ya no participa en el comit ejecutivo de la CTA y sesum al gobierno de Kirchner. Hacia 2006, la CTA se encontraba probablementedesarticulada en comparacin con los primeros aos de la dcada de 2000, con suliderazgo dividido en torno a si brindar o no su apoyo al gobierno, y su proyectode crear un partido de los trabajadores paralizado (Svampa 2007). Especialmentecuando uno mira los intercambios econmicos en el mercado de trabajo, los sin-dicatos tradicionalmente corporativos, ms que el sindicalismo de movimientosocial, han estado a la ofensiva en la Argentina del perodo post-2003. En resu-men, en contra de la visin pesimista, al sindicalismo le ha ido inesperadamentebien en la Argentina post-liberal, pero no por las razones que ambos tipos de

    optimistas, los economistas del comercio o los impulsores del sindicalismo demovimiento social, hubieran previsto.El resurgimiento de los sindicatos tambin es sorprendente consideran-

    do tendencias locales ms recientes. En la dcada de 1990, el pas atraves unode los ms profundos procesos de liberalizacin econmica en pases en vas dedesarrollo, que fue acompaado por un dramtico aumento sin precedentes deldesempleo (nunca debajo del 15 por ciento entre 1995 y 2004) y el sectorinformal (que creci hasta abarcar a alrededor de la mitad de la fuerza de traba-

    jo). A nivel poltico, el sindicalismo tradicional, otrora dominante dentro del

    partido peronista o Partido Justicialista, fue crecientemente marginado por nue-vos liderazgos, que transformaron al peronismo, un partido que fue de basesindical, en una maquinaria clientelar-territorial bien aceitada (Levitsky 2003).Como ha sealado Juan Carlos Torre (2004), durante las ltimas dos dcadas, lademocratizacin y las reformas de mercado han socavado los dos pilares delpoder sindical en el perodo de posguerra, es decir, la centralidad de los sindica-

    6 De hecho, investigaciones recientes muestran que la relacin de la CTA y sus sindicatos

    asociados de maestros y empleados del Estado con organizaciones barriales y popularescontinan siendo importantes (Garay 2006).

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    tos como representantes del partido peronista en escenarios autoritarios o semi-democrticos, y un mercado de trabajo histricamente cercano al pleno empleo.

    El resurgimiento del poder de movilizacin de los sindicatos

    El primer aspecto del resurgimiento sindical es el hecho de que las orga-nizaciones de trabajadores han recuperado su capacidad para la movilizacin yla confrontacin. Los trabajadores argentinos han recurrido a un variado reper-torio de accin: trabajadores automotrices cortaron la principal autopista delnorte de Buenos Aires en el transcurso de una disputa salarial; trabajadores de laindustria de la alimentacin cortaron una importante ruta nacional para protes-

    tar por despidos; petroleros y camioneros impidieron el acceso a refineras ydepsitos de granos; trabajadores de los subterrneos permitieron a los pasajerosviajar gratis u obstruyeron las vas con sus cuerpos como forma de protesta. Almismo tiempo, las huelgas, la forma ms tradicional de accin industrial, han au-mentado de manera general desde 1997, alcanzando su cenit en 2005, el ao msconflictivo desde que se lanzaron las reformas de mercado en 1991 (Grfico 1)7.En ese ao, el crecimiento econmico, que se haba retomado en 2003, se con-solid y se abrieron importantes rondas de negociaciones colectivas de salariosen los sectores industriales y de servicios de mayor tamao.

    La crisis econmica de 2001-2002 provoc una masiva ola de protesta yconflicto social, pero los sindicatos no lideraron la mayora de estas protestas.Ciertamente, comenz a parecer que un fenmeno nuevo haba desplazado alsindicalismo en trminos de conflicto social, y ese fue el movimientopiqueterode los desempleados8. Sin embargo, para 2004, el conflicto liderado por lossindicatos se volvi nuevamente la forma dominante de confrontacin de laclase obrera (Grfico 2)9.

    7

    CISI (Consultora de Investigacin Social Independiente) es una organizacin independienteque ha estado midiendo la actividad huelgustica y otras formas de confrontacin social enArgentina desde 1991. Su base de datos est basada en seis diarios nacionales, Clarn, ElCronista Comercial, Crnica, La Nacin, Pgina 12yEl Diario Gremial(un peridicodedicado a noticias vinculadas con los sindicatos). Obviamente, a pesar de no ser perfecta(muchos conflictos no llegan a los medios nacionales), la medicin del conflicto laboral apartir de los diarios es comn en los estudios laborales (Silver 2003).

    8 Para diferentes interpretaciones del surgimiento del movimiento de desempleados en Argentina,se recomienda ver los trabajos de Garay (2008), Svampa y Pereyra (2003) y Delamata (2004).

    9 La fuente es la base de datos de la CISI. Segn esta base, el conflicto liderado por los sindicatoso

    conflicto laboralsupone: 1) huelgas, 2) manifestaciones callejeras de los sindicatos, 3) declaracionesformales de alerta de los sindicatos, 4) toma de los lugares de trabajo, 5) corte de ruta o calles

    Sebastin Etchemendy y Ruth Berins Collier

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    GRFICO 1Huelgas en Argentina (1997-2006)

    Fuente: Base de datos del CISI.

    GRFICO 2Conflicto social sindical y no sindical

    Fuente: Base de datos del CISI.

    liderado por los sindicatos, o asamblea en el lugar de trabajo, y 6) otras formas de protesta talescomo el impedimento del acceso a la fbrica o el encadenamiento de los trabajadores a lasinstalaciones. En tanto, el conflicto social no liderado por los sindicatossupone manifestaciones

    callejeras o disruptivas por parte de cualquier grupo, sea una organizacin de desempleados,una asociacin barrial, un partido o grupo poltico, una organizacin estudiantil, etctera.

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    El aumento en el conflicto social no motorizado por los sindicatos fueuna respuesta a la crisis econmica ms profunda de Argentina: en 2002 elsistema financiero colaps, se confiscaron los depsitos bancarios del pblico, el

    gobierno lanz una devaluacin del 300 por ciento, el PIB cay el 15 por cien-to, el desempleo escal hasta el 25 por ciento y el nivel de pobreza alcanz al54,3 por ciento de los hogares10. Ese ao fue, en concordancia, el pico en trmi-nos de episodios de confrontacin social no liderados por los sindicatos, inclu-yendo a manifestantes de clase media: los ahorristas tomaron las calles paraprotestar por la confiscacin de depsitos, las organizaciones de desempleadoactivadas en los aos precedentes demandaron compensacin social, y las asam-bleas vecinales beligerantes continuaron movilizndose con posterioridad a lacada del gobierno de De la Ra en diciembre de 2001. Sin embargo, cuando laeconoma retom el crecimiento despus de 2002, el activismo de clase mediamengu los depsitos fueron devueltos en bonos garantizados por el Estado ylas asambleas barriales perdieron impulso. Los programas sociales dirigidoshacia los desocupados se expandieron considerablemente, y parte de las organi-zaciones de los desocupados fueron integradas al gobierno de Kirchner con pos-terioridad a las elecciones de 2003. Consecuentemente, en un ambiente decrecimiento econmico y de declive del salario real, el locusde la confrontacinse desplaz progresivamente hacia la arena de la accin industrial.

    Cuatro puntos distinguen el resurgimiento del conflicto laboral desde2003. En primer lugar, se traslad considerablemente hacia los trabajadores delsector privado. La renovada militancia entre los trabajadores del sector privado essorprendente, puesto que frecuentemente tienden a ser menos combativos quelos trabajadores del Estado particularmente en Argentina. Los trabajado-res estatales por lo general son ms propensos al conflicto porque disfrutan deuna mayor proteccin contra los despidos y se encuentran a salvo frente a laspresiones competitivas del comercio internacional; adems la ideolgicamentems radical CTA tiene su bastin precisamente entre los empleados pblicos

    (representa a cerca de la mitad de los trabajadores del Estado nacional y predo-mina en el sector pblico provincial) y los maestros. A pesar de que en 2005 lostrabajadores del Estado todava lideraban la mayora de los conflictos, su activismohaba disminuido ligeramente desde la crisis de 2001-2002, mientras que elactivismo haba aumentado casi un 50 por ciento dentro del sector privado,donde los sindicatos peronistas tradicionales son hegemnicos. En 2006, en elcontexto de un declive general respecto a 2005 en el conflicto sindical, el activismo

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    Datos del Instituto Nacional de Estadstica y Censos (INDEC), Ministerio de Economa,Argentina, disponibles en: www.idec.mecon.ar.

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    de los trabajadores estatales cay cerca de la mitad, mientras que por primeravez desde 2002 (y probablemente desde comienzos de la dcada de 1990) elactivismo entre los trabajadores del sector privado sobrepas al de los trabajado-

    res estatales, aumentando un 20 por ciento respecto a 2002 (Cuadro 1).

    CUADRO 1

    Episodios de conflictividad laboral en Argentina, 2002-2005

    Fuente: Base de datos del CISI.

    En segundo lugar, las causas de la conflictividad laboral tambin han cam-biado. En 2001, en plena recesin y con un gobierno no peronista y poco amigable,la mayor parte de las disputas sindicales se originaron en torno a decisiones depolticas pblicas adoptadas por funcionarios del Estado (por ejemplo, una manifes-tacin en contra del proyecto de reforma laboral de la Alianza) o en respuesta alajuste (reduccin de personal o cierre de fbricas) (Cuadro 2). Hacia 2004-2005, en

    el contexto de un gobierno ms amigable y de crecimiento econmico, la conflictividadlaboral aument un 50 por ciento por encima del nivel de 2000. No obstante, elconflicto se restringi a ciertas condiciones en el mercado de trabajo: disputas salaria-les (un aumento del 200 por ciento entre 2000 y 2005) y sobre condiciones detrabajo (un aumento del 17 por ciento) fueron los nicos dos tipos de conflicto queaumentaron con respecto a 2001. En tanto, la accin industrial vinculada con lasdecisiones del Estado y el ajuste mermaron en el mismo perodo.

    En tercer lugar, las huelgas fueron de naturaleza econmica, con muypocas huelgas polticas. Pocas huelgas multisectoriales se produjeron en el pe-

    riodo 2003-07. Tanto la CGT (aliada con el gobierno) como la ms progresistaCTA se abstuvieron de convocar a huelgas generales contra la administracin deKirchner11. Casi todos los conflictos durante 2005 fueron sectoriales, regionaleso a nivel de la empresa. Finalmente, el conflicto ha marchado al ritmo de lospactos tripartitos entre gobierno, empresarios y trabajadores, y disminuy una

    11 En abril de 2007 la CTA convoc a una huelga nacional, que fue acompaada por un paronacional de 1 hora, en respuesta al asesinato policial de un manifestante en el contexto de

    una huelga de maestros en la provincia de Neuqun. Sin embargo, la huelga apuntaba algobernador derechista de Neuqun, antes que al gobierno nacional.

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    vez que se alcanzaron la mayor parte de los acuerdos salariales sectoriales en laprimera mitad de 2006 y 2007.

    CUADRO 2Fuentes de conflictividad laboral 2000-2005, como porcentajesdel total de conflictos laborales

    Fuente: Base de Datos del CISI.

    Resumiendo, el resurgimiento de la confrontacin por parte de la clasetrabajadora en el perodo 2002-2006 tiene una serie de rasgos especficos: haaumentado marcadamente con respecto al ltimo perodo de ajuste de la dca-da de 1990, y los sindicatos del sector formal y, crecientemente, sindicatos delsector privado (donde los sindicatos peronistas tradicionales son dominantes) sehan posicionado nuevamente al frente del conflicto social en comparacin agrupos ms nuevos, como el movimiento de los trabajadores desocupados(piqueteros), cuyo nivel de actividad ha declinado recientemente. Con todo, encontraste con otros perodos conflictivos como el de la segunda mitad de la

    dcada de 1980, o el de 2000-2002, la efervescencia sindical se ha concentradoprincipalmente en disputas salariales y condiciones laborales, y ha mermadoluego de los pactos salariales de 2006 y 2007. En otras palabras, el activismosindical se ha dirigido al sector empresarial y no contra el gobierno.

    Negociaciones colectivas

    Adems de la capacidad para la confrontacin, el resurgimiento sindicalse vio reflejado en las arenas de la negociacin colectiva y el salario. Contraria-

    Sebastin Etchemendy y Ruth Berins Collier

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    mente a las predicciones de un movimiento sindical en retirada en el escenarioposreformas, el desarrollo de las negociaciones colectivas ha sido amplio, hatomado la forma de negociaciones neocorporativas bastante centralizadas, y ha

    resultado en un importante aumento del salario real para algunos segmentos delos trabajadores formales. En esta seccin se analiza el desempeo sindical entrminos de las modalidades de negociacin colectiva.

    Negociaciones colectivas: incidencia, coberturay niveles de centralizacin

    Tres aspectos de las negociaciones colectivas son importantes: la inci-dencia, la cobertura y los niveles de centralizacin. Si las negociaciones colec-tivas ocurren frecuentemente, ello puede ser una seal de que los sindicatosintervienen crecientemente en el mercado de trabajo. En Argentina, cualquierconvenio o contrato entre empresarios y sindicatos debe ser aprobadoadministrativamente por el Ministerio de Trabajo para tener fuerza legal, yslo los sindicatos que tienen reconocimiento estatal legal pueden firmar di-chos convenios.

    GRFICO 3Negociaciones colectivas en Argentina: frecuencia 1991-2006

    Fuente: Subsecretara de Programacin Tcnica y Estudios Laborales, Ministerio de Trabajo,

    Argentina.

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    Como indica el Grfico 3, la incidencia de las negociaciones colectivas,luego de haber sido bastante estable a lo largo de la dcada de 1990, mostr unnotable aumento en la primera parte de la dcada de 2000. Este dato es un

    signo ms de la revitalizacin de los sindicatos luego de 2002. Durante la dca-da de 1990, la incidencia de los convenios capital-trabajo fue baja y estable. Alo largo de esos aos, en un ambiente de ajuste y ofensiva empresaria, el movi-miento sindical eligi negociar poco y, en su lugar, beneficiarse de la clusula deultraactividad, mediante la cual cualquier convenio colectivo renueva su validez,an en contra de los deseos de los empleadores, hasta que un nuevo convenio sefirme. Dado que muchos acuerdos sobre salarios y condiciones laborales habansido firmados antesdel perodo de ajuste masivo y flexibilizacin laboral y apesar del hecho de que muchas de las clusulas de estos convenios no se aplica-ron durante el ajuste los sindicalistas a menudo prefirieron mantener esosconvenios en lugar de renegociar en el ambiente hostil de la reforma neoliberal(Novick 2000, Marshall y Perelman 2002). Adems, la poltica macroeconmicade Argentina en la dcada de 1990, con un tipo de cambio fijo y una monedacrecientemente sobrevaluada, obligaba al empresariado y al gobierno a reducircostos y ejerca presin descendente sobre los salarios para controlar la inflaciny mantener la competitividad de las exportaciones. La devaluacin de 2002 y elcrecimiento econmico subsiguiente reabrieron las posibilidades para la puja

    distributiva, lo cual molde un contexto menos hostil para las negociacionescolectivas.A pesar de que los trabajadores y los empleadores han comenzado a nego-

    ciar ms frecuentemente, el papel desempeado por los sindicatos puede serinsignificante si la cobertura del convenio es sumamente restringida. Desafortu-nadamente, no hay datos disponibles sobre el cambio en la cobertura desde ladcada de 1990. Sin embargo, en junio de 2005 el Ministerio de Trabajo lleva cabo la primera encuesta sobre las relaciones laborales a nivel de empresa en lahistoria argentina. La encuesta cubre una muestra de 1470 empresas tanto en el

    rea industrial del Gran Buenos Aires (719) como en cuatro aglomerados delinterior del pas, Santa Fe, Mendoza, Crdoba y Tucumn (751), en todos lossectores econmicos, con excepcin del agro.

    Sebastin Etchemendy y Ruth Berins Collier

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    CUADRO 3Cobertura de los convenios colectivos y sindicalizacin en empresas

    del sector formal, Argentina 2005

    Fuente: Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, Argentina (MTESS 2006a).

    Debera enfatizarse que la encuesta cubre slo las empresas del sectorformal, esto es, empresas con trabajadores registrados en las cuales las empresasy los trabajadores hacen aportes para salud y seguridad social. Por cierto, slo lostrabajadores registrados pueden estar cubiertos por convenios colectivos en Ar-gentina, puesto que todo convenio debe estar certificado por el Estado. Demanera general, los datos sostienen la idea de una fuerte presencia sindical en las

    empresas del sector formal: el 90 por ciento de las empresas encuestadas firmanalgn tipo de convenio colectivo con sus empleados, y el 83 por ciento de lostrabajadores en esas empresas se encuentran cubiertos por convenios/acuerdoscolectivos aunque la tasa de sindicalizacin en estas empresas del sector for-mal es del 37 por ciento. La brecha entre la cobertura y la sindicalizacinderiva del hecho de que, como ha sido tradicionalmente el caso en Argentina,los convenios firmados por el sindicato abarcan tanto a los trabajadoressindicalizados como a los no sindicalizados en el sector formal. De esta manera,los sindicatos tienen una fuerte influencia entre los trabajadores no sindicalizados

    (registrados).El ltimo aspecto de las negociaciones colectivas es el nivel en el cual se

    desarrollan. Si bien las negociaciones han aumentado y la cobertura de los con-venios es alta, las negociaciones a nivel de la empresa o descentralizadas supon-dran un movimiento sindical relativamente fragmentado en el cual el liderazgosindical nacional y sectorial tendra relativamente poco peso. Como se encuen-tra bien establecido en la literatura, la liberalizacin econmica tiende a favore-cer la descentralizacin de las negociaciones colectivas porque las empresas y los

    trabajadores enfrentan presiones competitivas internacionales, los precios relati-vos difieren entre los sectores y la dispersin salarial tiende a ser mayor. La

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    internacionalizacin tambin diversifica el acceso a la tecnologa y, por ende, laecuacin de costos de las empresas (Wallerstein y Western 2000). El Grfico 4muestra el patrn reciente de descentralizacin en las negociaciones colectivas,

    contrastando el nmero de convenios descentralizados o a nivel de empresa conlos convenios negociados a nivel del sector o rama de actividad (aquellos queabarcan a todos los trabajadores registrados y asociaciones empresarias en unsector, sub-sector o regin)12.

    GRFICO 4Negociaciones colectivas: nivel de negociacin

    Fuente: Subsecretara de Programacin Tcnica y Estudios Laborales, Ministerio de Trabajo,Argentina.

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    12 Los contratos por actividad econmica son esencialmente aquellos firmados por las cmaras

    empresarias (ms que las empresas) y los sindicatos. Su nmero relativamente alto (203 en2005), a pesar de constituir acuerdos sectoriales, se debe al hecho de que incluye no slo lossectores generales (comercio, construccin, metalurgia, etc.) sino tambin sub-sectorescon sindicatos reconocidos por el gobierno para negociar por su cuenta (por ejemplo,plsticos dentro de los qumicos, bebidas dentro de alimentos, etc.), y acuerdos regionales(por ejemplo, un contrato firmado por los trabajadores de la industria qumica y la cmaraempresaria de la provincia de Buenos Aires), aunque este tipo es menos corriente.

    Adicionalmente, los datos de los Grficos 4, 5 y 6 y del Cuadro 4 incluyen los contratos nosalariales (esto es, sobre las condiciones de trabajo, premios, etc.). En otras palabras, losconvenios colectivos por actividad econmica incluyen los acuerdos generales salariales/

    sectoriales que se analizan en la siguiente seccin como evidencia de la tendencianeocorporativista, pero tambin otros tipos de acuerdos.

    Sebastin Etchemendy y Ruth Berins Collier

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    Como era de esperar durante un perodo de reformas de mercado, ladcada de 1990 fue testigo de una marcada tendencia hacia la descentraliza-cin, con un aumento en el nmero de convenios vlidos para una sola empresa,

    y una declinacin de las negociaciones centralizadas (esto es, aquellas a nivelsectorial o por rama de actividad). Sin embargo, la cantidad de convenios a nivelsectorial comenzaron a aumentar nuevamente despus de 2002, y de hechosobrepasaron el nivel de principios la dcada de 1990, previo a las reformas demercado. Deberan tenerse en cuenta dos puntos importantes a la hora de inter-pretar estos datos. En primer lugar, el lmite potencial de los convenios mscentralizados es, por definicin, mayor: existe slo un nmero limitado de con-venios sectoriales o sub-sectoriales que se pueden firmar, mientras que el univer-so para convenios a nivel de empresa es considerablemente ms grande. Noobstante, la comparacin intertemporal es instructiva: el porcentaje de conve-nios colectivos por rama de actividad sobre el total de convenios ha crecido un168 por ciento desde 2002, mientras que la cantidad de convenios a nivel defirmas, que floreci en la dcada de 1990, ha descendido un 25 por ciento en elmismo perodo.

    CUADRO 4Centralizacin en las negociaciones colectivas:

    porcentaje sobre el total de convenios

    Fuente:Subsecretara de Programacin Tcnica y Estudios Laborales, MTESS.

    En segundo lugar, estos datos sobre la descentralizacin de las negocia-ciones se refieren esencialmente al lado empresarial de la negociacin, es decir, alhecho de si una o todas las empresas (o grupos de empresas) en un sector inter-vienen en negociaciones colectivas. El patrn resultante para el sector empresa-rial, sin embargo, puede no tener su correlato en el lado sindical. En Argentina,las ramas locales de los sindicatos nacionales o uniones, que abarcan sectores ysub-sectores especficos, no tienen la habilitacin legal para negociar. Lasfedera-cionestienen una estructura interna diferente: se encuentran constituidas por

    sindicatos locales/regionales (por ejemplo, una federacin regional de trabaja-dores del petrleo afiliada con la federacin nacional-sectorial de trabajadores

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    del petrleo), y tanto las federaciones como los sindicatos que la componenposeen reconocimiento y se encuentran legalmente habilitadas para negociar.La descentralizacin por el lado sindical se puede medir mirando a una lista

    discriminada de tres categoras: convenios firmados por sindicatos (uniones) ofederaciones nacionales/sectoriales, por sindicatos locales, o firmados tanto poruna federacin como por un sindicato local. El Grfico 5 presenta estos datospara los aos en los cuales se encuentran disponibles, que corresponden al pero-do 1992-1998 y 2004-2005. Los datos demuestran que, a pesar delneoliberalismo, el nivel de organizacin sindical involucrado en las negociacio-nes colectivas se ha mantenido relativamente estable desde comienzos de ladcada de 1990. En otras palabras, aunque en el perodo post-reformas la mayorparte de los convenios colectivos son descentralizados (esto es, vlidos para empre-sas individuales en lugar de sectores, ver Grfico 4), para 2005, el 80 por ciento detodos los convenios (tanto sectoriales como a nivel de la empresa) todava erafirmado por sindicatos nacionales o federaciones13. En otras palabras, los lderes yfuncionarios de los sindicatos nacionales se encuentran ampliamente involucrados(a veces en combinacin con los delegados sindicales por empresa) en la negocia-cin de salarios y condiciones laborales con empresas individuales.

    Puede objetarse que muchas empresas llegan a acuerdos informales anivel de la compaa, esto es, no con el sindicato o la federacin a nivel sectorial,

    sino con la comisin interna o los delegados de la empresa, sin someterlo a laconsideracin del Ministerio de Trabajo, y, por tanto, que los datos de los Gr-ficos 4 y 5 subestiman la cantidad de convenios locales. Sin embargo, la encues-ta sobre las relaciones laborales mencionada anteriormente incluye una pregun-ta sobre la existencia de acuerdos informales a nivel de empresa con los represen-tantes de los trabajadores (delegados o comisiones internas): en la encuesta an-nima slo el 2,8 por ciento de las empresas admitieron haber realizado dichosacuerdos informales por fuera de los canales de las negociaciones colectivas(MTESS 2006a).

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    Hasta donde sabemos, esta es la primera vez en que la descentralizacin por el lado deltrabajo ha sido medida en Argentina.

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    GRFICO 5Negociaciones colectivas: tipo de representacin sindical

    Fuente:Subsecretara de Programacin Tcnica y Estudios Laborales, MTESS.

    As, las organizaciones sindicales a nivel nacional se han mantenido comoactores centrales en las negociaciones colectivas. Este hecho no debera exagerarse

    puesto que se ha dado cierta descentralizacin: no es lo mismo para un sindicatoo federacin nacional, por ejemplo, negociar en nombre de los trabajadores deuna empresa que hacerlo en representacin de todos los trabajadores de un sectoro sub-sector. No obstante ello, debera prestarse atencin a la asimetra: la descen-tralizacin ha tenido lugar sobre todo por el lado del empresariado.

    En sntesis, en la arena de las negociaciones colectivas los sindicatos hanlogrado aumentar la representacin de los trabajadores como clase o ms precisa-mente, como fraccin de clase desde 2002. Las negociaciones colectivas aumenta-ron notablemente, tuvieron un amplio nivel de cobertura en el sector formal, y en el

    perodo 2002-2006 la tendencia fue hacia un mayor nivel de agregacin puesto quelos sindicatos sectoriales negocian crecientemente con las cmaras empresarias.

    La emergencia del neocorporativismo segmentado

    Entre 2004 y 2007 los sindicatos fueron actores centrales en la emergenciade una serie de pactos salariales a nivel de cpulas con el gobierno y el empresariado.

    Estos pactos lograron beneficios salariales para los trabajadores del sector formal yfueron la evidencia de un nuevo patrn de negociacin de tipo neocorporativo.

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    Patrones en la determinacin del nivel salarial

    La devaluacin monetaria de 2002 supuso una gran prdida para el salario

    real de los trabajadores con respecto al perodo anterior a la crisis. El Grfico 6exhibe el ndice de Precios al Consumidor (IPC) y el salario de los trabajadoresregistrados y no registrados del sector privado, de los trabajadores del Estado y elpromedio de un conjunto seleccionado de sindicatos para los cuales se encontra-ban disponibles los convenios colectivos en el Ministerio de Trabajo14. Estos songrandes sindicatos, con un poder que vara entre medio y alto, que fueron capaces dellegar a acuerdos salariales a travs de negociaciones sectoriales entre 2003 y 2006.

    GRFICO 6

    Salarios nominales: contratos para sindicatos seleccionados, trabajadoresregistrados, no registrados, trabajadores del Estado e IPC

    (diciembre 2001=100)

    Fuentes:Los niveles salariales de los trabajadores registrados, no registrados y estatales fueronextrados del ndice de Salarios y Coeficiente de Variacin Salarial Publicado por el Instituto

    Nacional de Estadstica y Censos (INDEC), Ministerio de Economa, publicaciones de diciem-bre de 2005 y abril de 2007. Los contratos de sindicatos seleccionados incluyen los salarios(promedio de las diferentes categoras) firmados por los siguientes sindicatos: metalrgicos(rama automotriz exclusivamente), bancos extranjeros, comercio, alimentacin, camioneros,transporte automotor, servicios (hoteles y restoranes) y construccin. Estos datos han sidoextrados de MTESS (2006b) y Palomino y Trajtemberg (2007).

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    Abr-06

    A

    og

    -06

    Dic-06

    Contratos

    de sindicatos

    seleccionados

    Trabaj adores

    registrados

    (sectorprivado)

    Trabajadores

    noregistrados

    (sector

    privado)

    IPC

    Trabajadoresestatales

    14 Los datos se refieren al salario bsico o salario conformado, tal como lo elabora el stafftcnico del Ministerio de Trabajo. Este consiste en la base salarial fija promedio de cada

    categora laboral, esto es, un salario fijado por contrato y no afectado por las variaciones enlas horas trabajadas o la productividad (MTESS 2006b, Palomino y Trajtemberg 2007).

    Sebastin Etchemendy y Ruth Berins Collier

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    Con posterioridad a la crisis de diciembre de 2001, slo los trabajadoresregistrados obtuvieron ganancias en trminos reales. Los sindicatos selecciona-dos (cuyos convenios son vlidos tanto para miembros del sindicato como para

    los trabajadores registrados no afiliados) han obtenido resultadossignificativamente mejores que el promedio de los trabajadores registrados. Desdeluego, la intervencin sindical no es el nico factor que explica el desempeo delos trabajadores registrados en materia de salarios. Factores vinculados al merca-do de trabajo, tales como el nivel de calificacin y productividad, indudable-mente son parte de la explicacin. Adicionalmente, como se argumenta msabajo, la intervencin del Estado en la poltica salarial y el progresivo aumentodel empleo son tambin importantes. Sin embargo, si se considera el resurgi-miento de la accin industrial motivada por reclamos salariales y la ya mencio-nada expansin de las negociaciones colectivas despus de 2002, ms el hechode que los trabajadores registrados (incluyendo aquellos no sindicalizados) tien-den a estar cubiertos por convenios colectivos negociados por los sindicatos,resulta difcil no vincular el buen desempeo relativo de los trabajadores delsector formal con la accin sindical. Ciertamente, los ganadores en trminosde recuperacin del salario real en la Argentina post-reformas son los trabajado-res registrados del sector privado, y particularmente aquellos pertenecientes alos grandes sindicatos, como los considerados en el Grfico 6, esto es, donde el

    sindicalismo peronista tradicional es hegemnico. A estos trabajadores les fuemucho mejor que a los trabajadores no registrados del sector privado (no repre-sentados por los sindicatos) y mejor que a los estatales donde el sindicalismono peronista es ms fuerte.

    Entre 2004 y 2007 los sindicatos fueron actores centrales en la emergen-cia de una serie de pactos salariales neocorporativistas con el gobierno y losempresarios. Estas negociaciones tripartitas tuvieron como resultado sustancia-les aumentos salariales en determinados segmentos de los trabajadores del sectorformal; no obstante, fueron a la vez consistentes con los objetivos anti-

    inflacionarios del gobierno. En abril de 2006, el gobierno, el sindicato de loscamioneros (liderado por el poderoso secretario general de la CGT, HugoMoyano) y la Federacin Nacional de Empresas de Transporte de Carga llega-ron a un acuerdo sobre un aumento del 19 por ciento para 2006. El aumentodel 19 por ciento negociado por los camioneros convergi con los criterios anti-inflacionarios del Ministerio de Economa la inflacin crecera un 9,8 porciento durante el 2006 y fue utilizado informalmente para fijar los parmetrosen otras negociaciones salariales sectoriales. Durante la primera parte de 2006,

    los trabajadores en los sectores de trenes, construccin, bancos, aerolneas, me-talurgia, comercio, automotriz, administracin pblica, acero, alimentacin,

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    salud y porteros, entre otros, llegaron a acuerdos sectoriales con el gobierno y lasfederaciones empresarias correspondientes que, en mayor o menor medida, si-guieron la pauta de negociacin fijada por los camioneros15. La mayora de los

    acuerdos incluyeron clusulas de paz social y algunos de ellos (comercio, camione-ros, porteros) fueron firmados en la Casa de Gobierno en ceremonias encabezadaspor el presidente Kirchner, con la presencia de los lderes de los sindicatos y lasasociaciones empresarias. Durante la segunda parte de 2005 y comienzos de 2006,los sindicatos incrementaron la movilizacin, la militancia aumentsignificativamente y se produjeron erupciones de conflicto industrial en algunasnegociaciones salariales (por ejemplo, ferroviarios, camioneros, trabajadores de laindustria automotriz y de la alimentacin). De hecho, delegados con orientacio-nes de izquierda a menudo propulsaron desde abajo muchos de estos conflictos,particularmente en sectores tales como el de los trabajadores de la alimentacin, lasalud y los subterrneos. Sin embargo, los lderes sindicales a nivel nacional/secto-rial lograron encontrar un equilibrio entre canalizar o contener las presiones desdeabajo y, al mismo tiempo, mantenerse en buenos trminos con el gobierno.

    Una posterior ronda de negociaciones neocorporativas se llev a cabo en2007. En abril, nuevamente encabezados por el sindicato de camioneros (el sindi-cato que lidera la faccin dominante de la CGT y el ms estrechamente aliado conel gobierno), un grupo de seis sindicatos (incluyendo tambin a trabajadores de la

    construccin, porteros, trabajadores del sector pblico, taxistas y textiles) cerraronun acuerdo en torno a un aumento salarial del 16 por ciento sugerido por elgobierno16. La negociacin finaliz nuevamente con una ceremonia pblica conlos lderes sindicales, los representantes del empresariado y el gobierno, que seesperaba enviara una poderosa seal al resto de los grandes sindicatos cuya rondade negociaciones estaba prevista para el mes siguiente muchos de los cualeshaban demandado inicialmente aumentos de ms del 25 por ciento. Haciamayo de 2007, otros dos grandes sindicatos, bancarios y metalrgicos, tambincerraron acuerdos con aumentos que giraban en torno al 16 por ciento.

    Finalmente, en el contexto de este patrn de negociaciones tripartitas delos convenios colectivos, fue resucitada una forma de negociacin tripartita que

    15 En la prctica, a travs de bonos especiales y aumentos no remunerativos el aumento salarialen muchos sectores (a menudo aquellos asociados a la exportacin) superaronel tope de 19por ciento.

    16 Mientras virtualmente todos los contratos respetaron el parmetro acordado de 16 porciento en 2007 (y de 19 por ciento en 2006), en unos pocos sectores se incluyeronbeneficios suplementarios, especialmente en aquellos en los que los sindicatos eran ms

    poderosos pero donde tambin la productividad era ms alta y las empresas tenan unmayor margen para absorber estos pagos sin traspasarlos a los costos.

    Sebastin Etchemendy y Ruth Berins Collier

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    haba sido abandonada desde principios de la dcada de 1990: el Consejo delSalario Mnimo. En agosto de 2004, junio de 2005 y de nuevo en julio de2006, el gobierno se ali con la CGT y la UIA(Unin Industrial Argentina),

    junto con las asociaciones de comercio, construccin y de los bancos (con laoposicin de la ms radical CTAy las organizaciones empresariales del campo),para negociar un nuevo mnimo salarial. El Consejo del Salario Mnimo seencontraba convocado para reunirse nuevamente hacia mediados de 2007.

    El neocorporativismo segmentadoen perspectiva comparada

    Este patrn de negociaciones entre capital y trabajo en la Argentina post-ajuste denota elementos ms afines al neocorporativismo tradicional de Europa con-tinental que al corporativismo estatal o populista presente histricamente en el pas.Las recientes negociaciones tripartitas presentan tres rasgos atpicos para la historialaboral en Argentina: un nuevo rol de los sindicatos, evidenciado por su autonomarelativa con respecto a un gobierno y al partido peronista, su moderacin en la pujasalarial, y una participacin genuina del empresariado en la concertacin.

    En primer lugar, entonces, a diferencia de lo que sucede en la mayora delos casos de corporativismo estatal (por ejemplo, el gobierno peronista de 1946-1955 o el Mxico de la posguerra) los sindicatos argentinos han mostrado unaautonoma relativa con respecto al gobierno. Algunos sindicatos han promovidoen plena negociacin conflictos con el gobierno y las asociaciones empresarias, amenudo en contra de los deseos o los intentos de los funcionarios gubernamen-tales de restringir la accin industrial17. En muchas ocasiones, como en los casosde los trabajadores de los subterrneos, el sector privado del petrleo o la ali-mentacin, la movilizacin ha sido consecuencia de una perceptible presin porparte de los lderes locales y la base. En abril de 2007, la CGT se sum a la CTA

    en el llamado a una huelga de una hora en protesta por el asesinato de unmaestro ocurrido cuando la polica disolvi violentamente una manifestacin enla provincia de Neuqun. Mas an, los acuerdos salariales en la Argentina contem-pornea difieren de otros casos importantes de pactos tripartitos en Amrica

    17 El caso del sindicato de los camioneros es revelador. En marzo de 2007, el lder tanto de laCGT como de aquel sindicato, Hugo Moyano, se reuna con funcionarios del gobiernopara anunciar en conjunto un aumento en las asignaciones familiares, mientras su sindicatoestaba apoyando activamente un lockoutdel transporte en contra de los productores de

    granos demandando tarifas de flete ms altas, lo cual amenazaba el abastecimiento de harinay granos de las principales ciudades.

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    Latina, tales como los acuerdos de la dcada de 1980 en Mxico. En los Pactosde la Solidaridad de 1987-1988, los trabajadores lograron aumentos muymagros y los salarios reales se hundieron (Kaufman, 1990). En otras palabras,

    los pactos salariales mexicanos en el contexto de la liberalizacin econmica delas dcadas de 1980 y 1990 involucraron el disciplinamiento del trabajo, elmantenimiento de la paz social y el control de la inflacin. A diferencia de lareciente pauta argentina, no deberan ser analizados como neocorporativistassino como la continuacin de la antigua y tradicional forma de corporativismoestatal en Amrica Latina, en la cual los sindicatos se encuentran ms o menoscontrolados desde arriba. En suma, en los ltimos tres aos el sindicalismoperonista ha desplegado un nivel de autonoma, con respecto a un gobierno aliadoy al Partido Peronista, probablemente desconocido en la historia argentina.

    En segundo lugar, la realizacin de negociaciones colectivas por parte de unmovimiento sindical ms autnomo ha producido beneficios en materia salarialpara los sindicatos de la CGT; beneficios que a su vez se han adecuado a las metasinflacionarias y la poltica macroeconmica del gobierno. En este contexto, lashuelgas y la accin industrial juegan un complejo papel en el nuevo patrnneocorporativista. La movilizacin autnoma de los sindicatos es un componenteen la demostracin de recursos de poder relativo que subyace a las negociaciones yal resultado de aumentos del salario real. Sin embargo, los sindicatos argentinos,

    actuando frecuentemente como representantes de facto del dividido y a menudoproscrito partido peronista, histricamente ejercieron una presin salarial irrestrictaen los tpicos ciclos de stop-and-go que plagaron la economa argentina antes de1989, particularmente durante el gobierno peronista de 1973-1976 y el gobier-no radical de 1983-1989. En los pactos neocorporativistas actuales, no obstante,los principales sindicatos de la CGT han promovido, pero tambin moderado enltima instancia (por lo menos durante 2006-2007), disputas salariales y la ac-cin industrial, respetando los topes salariales negociados con el gobierno y conte-niendo la movilizacin al finalizar las negociaciones18.

    18 Algunas negociaciones son paradigmticas de estas dinmicas. Por ejemplo, en el acuerdosectorial alcanzado en 2006 por dos de los sindicatos ms grandes, la Federacin de Empleadosde Comercio, que representa cerca de 700.000 trabajadores, y la UOM (Unin ObreraMetalrgica), que representa 200.000 trabajadores, inicialmente pidieron aumentos del 29 yel 32 por ciento respectivamente, mientras que las asociaciones empresarias ofrecan slo el 11por ciento. Finalmente, se lleg a un acuerdo del 19 por ciento. En las negociaciones a nivel decpulas de los trabajadores estatales y en las celebradas para determinar el salario mnimo, laCTA demand aumentos salariales significativamente superiores a los que la CGT convino

    con el gobierno, evidenciando el papel jugado por los sindicatos tradicionalmente peronistasen la moderacin de los salarios, as como su alineamiento con el gobierno.

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    Finalmente, lo que resulta tambin novedoso en Argentina es la participacingenuina del empresariado. Bajo el corporativismo estatal, las negociaciones tripartitaseran inusuales y el fracaso de los pactos de concertacin salarial en Argentina fue una

    constante en la literatura (Torre 1982, Cavarozzi, De Riz y Feldman 1987, Thompson1990). Ciertamente, las asociaciones empresariales ms importantes no apoyaronlos resultados de las rondas de negociacin de 1973-1976 y de 1987-1989. En elperodo actual, el patrn es diferente: tanto los acuerdos salariales sectoriales, comolos referentes al salario mnimo de 2005, 2006 y 2007, gozaron del patrocinio de lasms importantes asociaciones empresarias sectoriales y nacionales19. Estos pactosfueron el complemento de los acuerdos de precios a los que el gobierno haballegado con el empresariado en una variedad de sectores. Tanto los acuerdos deprecios como los de salarios han sido cruciales en las estrategias anti-inflacionarias

    del gobierno, que lograron mantener hasta 2006 el aumento del IPC en alrededordel 10 por ciento en un contexto de fuerte crecimiento del PBI (9 por ciento).Resumiendo, el sindicalismo post-reformas emergi como un tipo parti-

    cular de actor neocorporativo, que no se encuentra tan desmovilizado, descen-tralizado y a la defensiva como podra esperarse dada la profundidad de las refor-mas de mercado, pero que tampoco es populista en la forma que el corporativis-mo estatal tom en el modelo argentino anterior al neoliberalismo. Por el contra-rio, se encuentra activado y bastante centralizado, obteniendo ganancias salariales.

    As, el modelo argentino actual posee similitudes con los arreglosneocorporativistas presentes histricamente en Europa continental. Elneocorporativismo en Europa (Cameron 1978, Katzenstein1985) ha sido unmecanismo que, a travs de negociaciones confederales o sectoriales a nivel decpulas, moder las pujas distributivas en economas cada vez ms abiertas y enlas cuales los aumentos salariales a menudo se ajustaron a las pautas establecidaspor algunos sectores sindicales poderosos. Sin embargo, el neocorporativismosegmentado se aparta del neocorporativismo europeo en aspectos importantes. Enprimer lugar, slo una minora si bien una importante minora de la pobla-

    cin econmicamente activa se encuentra cubierta por los acuerdos tripartitos.En segundo lugar, la expansin de las polticas estatales de bienestar, estoes, beneficios sociales no salariales, ha sido un componente de mayor centralidad

    19 Daniel Funes de Rioja, abogado a cargo de los asuntos laborales en la UIA (Unin IndustrialArgentina), considerado por muchos un duro en el mundo del trabajo, de alguna maneraalab los acuerdos salariales de abril de 2007: Fue crucial para contener las expectativassalariales, porque desde enero muchos proyectaban aumentos salariales con pocas basesreales, que podan contribuir a potenciar profundos conflictos (La Nacin, 21/04/2007).Funes de Rioja tambin alab las negociaciones en el contexto del Consejo del Salario

    Mnimo de 2006, y argument que fue una negociacin muy difcil, la ms compleja quetuvo lugar en el Consejo del Salario (Clarn, 29/07/2006).

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    en las negociaciones neocorporativistas en el mundo desarrollado, mientras que lasnegociaciones corporativistas segmentadas en Argentina supusieron beneficios dendole ms organizacional y particularista (es decir, dirigidos a sindicatos especfi-

    cos) para el movimiento obrero. En aos recientes, el sector del trabajo formal enArgentina ha obtenido beneficios no salariales como la disminucin del impuestoa las ganancias sobre el salario y aumentos importantes en las asignaciones familia-res. No obstante, los aumentos salariales y los incentivos institucionales quefavorecen a las organizaciones sindicales se han mantenido como las arenas princi-pales de la negociacin. Por ejemplo, en 2004 el gobierno y la CGT auspiciaronuna revisin de la legislacin laboral que revirti las reformas flexibilizadoras ante-riores, reforz la posicin de lderes sindicales nacionales/sectoriales vis--vislossindicatos locales en las negociaciones colectivas, y restituy una demanda cara alos sindicatos como la clusula de ultraactividad de los contratos, por la cual todoconvenio colectivo mantiene su vigencia hasta que se negocie uno nuevo. Una seriede iniciativas pro-trabajo que se originaron durante 2005 y 2006 en la Comisinde Legislacin Laboral de la Cmara de Diputados controlada por el sindicalismopuede ser considerada tambin como una parte de este intercambio poltico msamplio20. Asimismo, se le concedieron importantes designaciones a la CGT en laSuperintendencia del Seguro de Salud, que supervisa el funcionamiento del siste-ma de obras sociales controlado por los sindicatos. A la vez, como ha sido a menu-

    do en Argentina, muchos de los convenios colectivos recientes incluyen contribu-ciones monetarias a los sindicatos, tanto por parte de los empresarios como lostrabajadores afiliados y no afiliados al sindicato. Los sindicatos del transporte do-minantes dentro de la CGT recibieron importantes subsidios a travs de la Secre-tara de Transporte y el sindicato de camioneros obtuvo acciones en la reprivatizacinde una empresa ferroviaria de transporte de cargas. Adicionalmente, los sindicatosse convirtieron en parte de la direccin de las empresas re-nacionalizadas en lossectores postal y de provisin de agua. De manera sinttica, los beneficios corpo-rativos tradicionales otorgados por el Estado, antes que polticas sociales, son la

    parte esencial de este intercambio poltico.

    20 En 2006, el Comit, encabezado por el abogado de la CGT, propuls una serie de proyectosfavorables al trabajo a los que se opusieron las asociaciones empresariales ms importantes(La Nacin, 18 de mayo de 2006). Una de las leyes aprobadas restringe severamente lacapacidad de los empleadores para cambiar las condiciones de trabajo sin el consentimientode los empleados. Una segunda ley aprobada en marzo, mejora los derechos de los trabajadoresen las empresas en concurso de acreedores. Otras iniciativas elevan una vez ms lasindemnizaciones por despido, extienden el tiempo mximo de litigacin para juicios laborales

    de 2 a 10 aos, mejoran el poder de litigacin de los trabajadores que sufren accidenteslaborales y prohben que los empleados en relacin de dependencia trabajen los domingos.

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    TABLA 1Neocorporativismo segmentado en perspectiva comparada

    Fuente:Elaboracin propia.

    Causas del resurgimiento sindical

    y del neocorporativismo segmentadoHemos visto que el resurgimiento contemporneo del sindicalismo en

    Argentina, que hubiera sido inesperado para cualquier observador del panoramadel mundo del trabajo local desde mediados a fines de la dcada de 1990, noslo supuso una renovada ola de movilizacin, sino que tambin adopt unaforma particular de negociacin a nivel de cpulas. Este desarrollo es en parte elresultado de dos factores de corto plazo, uno econmico y otro poltico: loscambios en el mercado de trabajo y el advenimiento de un nuevo gobierno que

    procuraba el favor de los sindicatos y tena la capacidad para desempear unpapel creble en la supervisin de las negociaciones colectivas a nivel de cpulas.Desde luego, estos factores se encuentran relacionados pero no son mutuamen-te determinantes: el gobierno no necesariamente intentar tender lazos con lossindicatos incluso en un contexto de crecimiento econmico sostenido (tal es elcaso del Chile democrtico despus de 1999). Sin embargo, el argumento queaqu se desarrolla es que estos dos factores inmediatos fueron insuficientes y queel poder de movilizacin y el desarrollo de negociaciones colectivas centralizadas

    dependieron de factores institucionales y estructurales de ms largo plazo quederivan del temprano proceso de reformas econmicas adoptado en Argentina

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    bajo el gobierno de Menem en la dcada de 1990. Especficamente, stos fue-ron: 1) el cambio sectorial como resultado de la reforma neoliberal, y 2) losrecursos institucionales con los cuales el movimiento sindical emergi del pro-

    ceso de reformas. Este argumento (ver Grfico 7) es el que se desarrolla en lasecciones restantes del artculo.

    Debera tenerse en cuenta que las dos dimensiones del resurgimiento delos sindicatos no fueron independientes. La activacin del poder de moviliza-cin de los sindicatos contribuy al incremento de las negociaciones colectivas,por cuanto el gobierno y el empresariado careceran de incentivos para negociarcon un sindicalismo enteramente domesticado. Sin embargo, tanto el aumentoen la militancia como las negociaciones salariales centralizadas se explican demanera ms general por los ya mencionados factores inmediatos y de largoplazo. Por cierto, buena parte de la renovada militancia sindical desatada por lasnuevas condiciones del mercado de trabajo, el apoyo gubernamental y el poderasociacional preservado por los sindicatos, no se encontraba relacionada con lasnegociaciones salariales tripartitas sino que se originaba en otras reas como elimpuesto a las ganancias o la subcontratacin.

    GRFICO 7Secuencia Causal del Neocorporativismo en Argentina

    Fuente:Elaboracin propia.

    Preservacin organizacionaly cambios sectoriales durante el ajuste

    Generalmente se argumenta que las reformas neoliberales afectan negativa-mente al movimiento sindical por dos razones. En primer lugar, el neoliberalismo

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    implcita o explcitamente toma las visiones neoclsicas de los sindicatos comogrupos corporativos que distorsionan el valor real de los salarios y el equilibriogeneral del mercado. En consonancia con esa visin, los reformadores latinoame-

    ricanos en la dcada de 1990 abogaban por una desregulacin que virtualmenteen todos lados persigui la mayor flexibilizacin de los mercados laborales y ataclos estmulos legales (Collier y Collier 1979) al poder de los sindicatos, tales comoel monopolio de la representacin, los marcos centralizados para las negociacionescolectivas y los subsidios estatales. En segundo lugar, se adverta que losrealineamientos sectoriales desatados por la liberalizacin de los aranceles a lasimportaciones vuelcan la produccin desde industrias que fueron bastiones de lossindicatos a sectores, tales como los servicios, donde los sindicatos no tienen pre-sencia o tienden a ser ms dbiles. En Argentina, aun cuando las reformas afecta-ron adversamente al movimiento sindical en general, la trayectoria del neoliberalismono alcanz a cristalizar totalmente estas expectativas.

    Preservacin organizacional en el perodo de ajuste

    Despus de 1990, bajo el liderazgo del presidente Carlos Menem,Argentina fue testigo de uno de los procesos ms radicales de liberalizacin

    econmica en el mundo en vas de desarrollo. El gobierno propuso polticas queminaran decisivamente el poder asociacional de los sindicatos, introduciendolegislacin e iniciativas que apuntaban a descentralizar las negociaciones colecti-vas, crear sindicatos por empresa, suprimir el monopolio sectorial de la repre-sentacin sindical otorgado por el Estado y desregular el sistema de obras socia-les controlado por los sindicatos. Sin embargo, los sindicatos eran parte de labase de apoyo del partido en el gobierno, y el consentimiento del movimientosindical era vital en un proceso de reformas desarrollado bajo procedimientosdemocrticos. Como resultado de ello, se encontraron en posicin de defender-

    se contra algunas de estas iniciativas y de lograr concesiones relevantes a cambiode controlar la movilizacin desde las bases mientras aceptaban el ajuste demercado (Etchemendy 2004a). Los sindicatos no slo evitaron profundas mo-dificaciones a la legislacin laboral colectiva, sino que tambin encontraron laforma de aprovechar el contexto econmico de las reformas pro-mercado parapropulsar nuevos negocios en reas tales como la compra de activos estatalesprivatizados o el control de los Programas de Propiedad Participada (Murillo1997, Etchemendy 2004b, Murillo y Schrank 2005).

    Sin embargo, los costos tambin fueron significativos. El cierre de em-presas y las privatizaciones afectaron fuertemente a muchos trabajadores y, en

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    un nivel agregado u organizacional, la densidad sindical y el poder de mercadode los sindicatos. Como consecuencia de los cambios estructurales en el perodo1975-2000, los trabajadores registrados del sector privado formal y los trabaja-

    dores estatales llegaron a constituir slo cerca del 40 por ciento de la PEA. Lacuestin, no obstante, es que las negociaciones llevadas a cabo por los sindicatoscubren prcticamente a la totalidad de los trabajadores del sector formal. Enotras palabras, dentro de ese 40 por ciento, la preservacin del poder asociacionalde los sindicatos, que definimos en trminos de las instituciones que favorecenla posicin de los sindicatos para negociar tales como el monopolio sectorial oun marco para las negociaciones colectivas que protege el papel de los lderesnacionales a expensas de los sindicatos locales y las comisiones internas, fuecrucialmente importante.

    Esta preservacin del poder asociacional en un contexto en el cual, valerecordar, el antiguo monopolio estatal del petrleo, YPF (Yacimientos PetrolferosFiscales), el primero de este tipo en el mundo, cotizaba en la Bolsa de Valores de

    Wall Street constituy un recurso esencial que permiti a los sindicatos promo-ver su ofensiva en el perodo 2003-2007. La retencin de la cobertura obligatoriapara los trabajadores no sindicalizados, del monopolio de la representacin y de lanegociacin centralizada hicieron posible despus de 2003 el resurgimiento deacuerdos capital-trabajo efectivos y sectoriales. La administracin del sistema desalud de los trabajadores, que los sindicatos estuvieron cerca de perder en la dcadade 1990, reg al movimiento sindical con recursos una vez que el sistema se volvirentable despus de 2003. Los sindicatos han utilizado tradicionalmente esosrecursos para fortalecer la movilizacin y crear fondos de huelga21. La clusula derenovacin automtica de los viejos convenios anteriores a la reforma, para cuyapreservacin los sindicatos lucharon arduamente en la dcada de 1990, habamantenido muchos beneficios (como subsidios de los empleadores a los sindicatoso contribuciones obligatorias a los sindicatos de los trabajadores cubiertos por elconvenio colectivo) a los cuales podan recurrir los sindicatos cuando negociaban

    en un ambiente ms favorable. Finalmente, como se ha sealado ampliamente, elneocorporativismo descansa en la capacidad de los sindicatos nacionales para lo-grar el acatamiento por parte de las bases de los acuerdos a los que llegan con lapatronal. El desarrollo de un pluralismo sectorial o de sindicatos por empresa,como proponan en los aos noventa algunos crculos dentro del gobierno y el

    21 En Argentina, los sindicatos por sector y sub-sector controlan la administracin del sistemade salud para todos los trabajadores (tanto sindicalizados como no sindicalizados) a travs deuna contribucin obligatoria sobre el salario, cuyos ingresos se garantizan a los sindicatos por

    ley. La calidad de esos servicios vara, pero en general los sindicatos han utilizado esosrecursos para sustentar sus objetivos organizacionales y polticos.

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    empresariado, hubiera socavado seriamente el poder centralizado de los sindica-tos, haciendo ms difcil por ende la consecucin de los actuales pactosneocorporativos. Sucintamente, los sindicatos no pudieron evitar las reformas que

    debilitaron significativamente al movimiento obrero; sin embargo, obtuvieronconcesiones en el proceso de reformas que permitieron preservar recursosinstitucionales que se mantendran latentes, pero que resultaran ser condicinnecesaria para el resurgimiento subsiguiente y para la emergencia de un patrn deneocorporativismo segmentado.

    Cambios sectoriales y militancia sindical

    La segunda forma en que, se presume, el neoliberalismo reduce el poderde los sindicatos concierne al viraje en la produccin desde los sectores que sonbastiones de los sindicatos hacia sectores de escasa organizacin sindical. Nueva-mente, la realidad argentina resulta ms matizada. El neoliberalismo supusoimportantes cambios sectoriales tanto dentro de la industria como desde laindustria a los sectores de servicios, transporte y energa. Al interior de la indus-tria, los ganadores econmicos fueron la industria automotriz (que recibi unrgimen arancelario especial),