Gibellina

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LA EXTENSIÓN DE LA PLANTA laboratorio de estrategias de arquitectura singular ÁLVARO SOTO - JAVIER MAROTO por Francisco Rojas Rivadulla 10 enero 2013

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Extensión de la planta

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LA EXTENSIÓN DE LA PLANTAlaboratorio de estrategias de arquitectura singular

ÁLVARO SOTO - JAVIER MAROTO

por

Francisco Rojas Rivadulla

10 enero 2013

GIBELLINA: cartografías del cretto

Existe cierta intuición además de sabiduría detrás de las afirmaciones que esta-blecen la arquitectura, en su ruina, más cerca de la naturaleza. Lo cierto es que la ruina evoca un presente terminado, o más bien podríamos decir varios presentes terminados que mediante los intrumentos de los que disponemos en el momento ac-tual y los vestigios de dichas ruinas, somos capaces de imaginar. Estamos acos-tumbrados a convivir con estos espacios de otros tiempos, dejados y expuestos, en su mayoría, al curso de los años. A simple vista, somos capaces de percibir la degradación de las piezas que la componen, pavimentos absorvidos por la vegeta-ción, algún desprendimiento, reductos de agua entre las endiduras después de la última lluvia... Es en este sentido cuando se hace más evidente esa vinculación entre ruina y naturaleza.

De esta manera, la arquitectura queda ligada a un proceso dinámico. Como arqui-tectos estamos en la obligación de utilizar los medios que conocemos para poder explicar cúal sería la forma de estudiar, representar y diagramar la huella cam-biante de estos espacios a lo largo de un periodo. Dar respuesta a esta evidencia y tratar de generar un soporte que se acerque a establecer los lazos necesarios entre espacio, forma y tiempo, se convierte en el objetivo de este trabajo de investigación.

El caso de estudio puede resultar particular si nos dedicamos a observar, sin comprender, desde el presente, la realidad. Sin embargo, forma parte de esa clase de ruinas comunmente asociadas a un gran desastre que tiene un carácter repentino que transforma el territorio dejándolo impregnado de una carga latente similar al de toda ruina, pero con una intensidad que las aferra al presente haciendo partícipe a sus habitantes de lo sucedido. En estos casos, la ruina sustituye espacios que hasta hacía poco tiempo eran considerados parte de la estructura, con menor o mayor importancia, de los núcleos afectados, marcándolos además con un carácter de violencia que impregna la zona. Inevitablemente han pasado a la historia de las ciudades y sus civilizaciones, las ruinas asociadas a desastres generados por la acción humana, llamémosla artificial. Podemos recordar los casos de ciudades devastadas como Varsovia, Rotterdam o Colonia, donde después de la Segunda Guerra Mundial, se decidió recuperar esos espacios, de distinta manera eso sí, pero superponiendo una ciudad sobre la anterior, tratando de borrar las huellas de lo sucedido.

El segundo tipo de ruinas queda asociado a lo que podríamos denominar por desas-tre natural. A diferencia de las anteriores, en que la acción humana es la causa conocida del desastre, aquí el sometimiento a lo desconocido, a lo inexplicable y de alguna manera, resignación de la condición humana ante la naturaleza hace que no se precise una acción tan directa de restitución de la realidad. Sigue un periodo de reflexión que, dependiendo del caso, puede ayudar a tomar decisiones de orden funcional de otra manera poco probables, como cambio de geolocalización del núcleo para evitar futuros desastres, investigación de los sistemas cons-tructivos, etc.

En 1968, en el Valle de Belice en Sicilia se sufrió un terremoto que redujo 12 poblaciones practicamente a escombros. La mayoría de los núcleos decidieron re-construir sobre sus ruinas las nuevas edificaciones, restituyendo así el orden anterior al terremoto. Sin embargo existe un caso especialmente singular y que resulta el objetivo de nuestro estudio: la antigua Gibellina. Por entonces conta-ba con más de 6.000 habitantes. Tras el desastre, se decidió desplazar el núcleo hacia una ciudad de nueva planta a unos 20 km. La ruina se dejó estar, albergando todos los recuerdos latentes. Sin embargo, el núcleo fue desplazado, alejándose de un hecho difícil de superar si no se trataba de enterrar bajo el trazado de una nueva ciudad.

La ciudad se convirtió en ruina repentina pero sin embargo comenzó a comportarse como una ruina heredada hasta que en 1982, Alberto Burri, recibe el encargo de establecer un espacio memorial a las víctimas del terremoto sobre las ruinas de la vieja Gibellina. Manteniendo parcialmente el trazado del antiguo municipio, se dispone una construcción de hormigón blanco vertido sobre las propias ruinas, conformando una gran masa semejante a un cuadrado de 300 x 300 metros quebrado por los caminos que estructuraban la actividad urbana en los años previos.

GIBELLINA: el cretto año 2012

El trabajo previo de Burri se centraba en modelos entrópicos de autoorganización de la materia en una serie de estudios llamados Cretti. En ellos, se realiza-ba un seguimiento de las modificaciones que acontecían sobre un plano (lienzo) originario impregnado en soluciones vinílicas. Al secarse, se iban produciendo tensiones entre las partículas de los lienzos hasta alcanzar la fisura. Más allá del parecido formal que presentan aquellos cuadros con la solución de Gibellina, parece más interesante recoger los conceptos autoorganización de la materia y el de concebir la obra como cambiante en el tiempo.

Pero la obra del Cretto de Burri se asienta sobre los escombros de una ciudad des-truida, ya no se trata de un lienzo blanco. Aquí reside la clave de la cuestión: a simple vista puede parecer que se abstrae del pasado lo suficiente como para borrarlo, utilizando hormigón, tapiando los recuerdos. Sin embargo, existen va-rios motivos para pensar que eso no fue así. Por un lado, no se tratan de bloques de hormigón macizos, tan sólo rodean perimetralmente las ruinas y los taludes son rellenados con tierra y escombros, lo que unido a la porosidad del hormigón y las imperfecciones en el vertido, comienzan a vislumbrar un posible interés en que su propia obra siguiera cambiando a lo largo del tiempo. Por tanto su intención no era congelar el pasado bajo el fluido pétreo, sino establecer un campo de opera-ciones que trabajando con el espacio heredado enfatizara su condición de ruina, ya que de esa manera seguiría estando viva la memoria de la antigua Gibellina.

En la obra de artistas como Robert Smithson se puede apreciar cierta fascinación también por la huella cambiante o cartografiar la memoria del pasado. En Burri se apela al romanticismo y al materialismo, al romanticismo de las superficies, o de la materia. La abstracción de la forma se refiere a lugares no visibles, que se intuyen, se recuerdan, se sienten incompletos pero que no están presentes. Se establece una nueva dimensión, lo invisible.

¿cómo se cartografía lo invisible? ¿y el movimiento de la huella de una población? Interesante al respecto de esta cuestión es la referencia a los espacios otros de Foucault y su interpretación sobre la simultaneidad de espacios no visibles en un mismo lugar. Parece describir Gibellina cuando describiendo los cementerios

nos habla de otra ciudad en la que cada individuo posee su negra morada, el cemen-terio no es el lugar de los muertos, de perpetuación del pasado, es simplemente otra ciudad y como tal, evoluciona.

Hemos de volver a referirnos al trabajo previo de Burri para poder determinar el enfoque clave de nuestra investigación. Según sus estudios de los cretti, le in-teresaban los procesos entrópicos, sin embargo el propio autor no deja constancia de que eso sea así en el caso de Gibellina. Parece ser que sus intereses podrían ir más allá. En cuanto a esta cuestión, es interesante la opinión de Efrén García y Cristina Diaz que escribieron sobre Gibellina y Burri un artículo en Quaderns en 1999. En dicho artículo se lee: el cretto se convierte en un intento activo por estabilizar un proceso, por cancelarlo, proponiendo una actuación que, a la vez, haga visible esa inestabilidad disipadora - el terremoto de 1968 - y se identifique a través de la forma de las calles de la Gibellina desaparecida, con una situación estable de no-equilibrio, lo que los físicos denominan estado estacionario. Sin lugar a dudas el cretto se concibió como eslabón de la cadena temporal (proceso) del propio pueblo de Gibellina. Ahora bien caben interpretaciones dispares sobre qué tipo de moción implicó en la línea del tiempo la actuación de Burri. Desde un punto de vista entrópico, la interpretación de CD y EG parece lógica, y romántica a la vez.

Sin embargo, el cretto también emite ciertas vibraciones referentes al mundo de lo topológico. Recogiendo la frase de Le Ricolais las cosas mismas mienten, y también sus imágenes, entenderíamos mejor la abstracción propuesta por Burri en el sentido que la forma que adopta su propuesta no se corresponde con el orden interno que subyace en la estructura propia del cretto, en su relación con la ruina, en la relación de ésta con el subsuelo, etc. Existiría, de esta manera, un orden interno (invisible) que podríamos llamar subestructura, que rige las relaciones entre los objetos y que no tiene necesariamente relación directa con la forma que percibimos con los sentidos. La topología relaciona lo estático y lo dinámico, se presenta a la búsqueda del orden interno, del movimiento. Este tipo de organización se encuentra en la naturaleza, ¿qué mejor que proponer una solución estructuralmente natural para una arquitectura (artificial), destruida por el efecto de un desastre natural?

Antonio Juárez escribió un articulo sobre Le Recolais en 1996 en el que recogía lo siguiente: Dos figuras son topológicamente equivalentes si una se puede obtener de la otra curvando o estirando sin cortar ni plegar. Por esto se ha llamado a la topología “la geometría de la hoja de goma”, pues sobre ella, un cuadrado es transformable en un círculo, y una esfera es equivalente a un cubo, pero no a un toro de revolución. La ideas de abierto, cerrado, conectado o no-conectado, son centrales en esta disciplina.

Retomando la cuestión de estudio, sobre cómo representar la huella en movimiento de una población como Gibellina, resulta de enorme interés el tratar de estable-cer un método de trabajo en los conceptos topológicos de Le Ricolais, la expe-riencia de D’arcy Thompson, el posicionamiento de Foucault o incluso los trabajos en tierra de Robert Smithson en A sedimentation of the mind.

GIBELLINA: espacios topológicos: (1) estado actual // (2 y 3) estados semejantes

GIBELLINA: sistemas de representación

El perímetro actual de Gibellina está incompleto aunque es facil adivinar que evo-ca un cuadrado cuidadosamente orientado con respecto a las coordenadas polares. El cuadrado abstrae más, si cabe, el espacio que queda atrapado en él, establece un límite artificial que sin embargo se presenta discontínuo en sus múltiples grietas que van a morir en el paisaje. De esta manera, todo el trazado parece no guardar relación con el perímetro, parece como si Burri nos presentara un espacio modelo abstraído de la realidad para estudiar su evolución. Por tanto aditimos el cuadrado como base para establecer un sistema de coordenadas mesurable con la intención de estudiar, medir y diagramar los desplazamientos y variaciones.

GIBELLINA: sistema de coordenadas polar

GIBELLINA: retícula 2 x 2 metros

Sin embargo, la retícula homogénea que podría asociarse a Gibellina no sería más que eso, un sistema de coordenadas. Nos interesa establecer un sistema de coor-denadas que pueda ser adaptado al objeto de medida. El cuadrado y su retícula asociada, se definen como el marco de ese espacio de trabajo que para poder for-mar parte de la estructura cambiante de la planta, deben poder ser alterados y modificados. Por decirlo de alguna manera, la estructura que liga ambos sistemas aparentemente diferentes, ha de de regir las relaciones entre sus espacios de contacto. Así, cuando se produzcan variaciones de algún punto del objeto, la re-tícula quedaría deformada. Así fue como D’arcy Thompson representaba sus objetos de estudios obtenidos de la naturaleza y en el libro el crecimiento y la forma.

Se comienza por seleccionar una red de puntos relacionados entre sí, pertene-cientes al parcelario. El sistema utilizado es el siguiente: para manzanas de 4 vértices se elige 1 punto situado en el centro geométrico, para manzanas de 5 y 6 vértices se seleccionan 2 puntos obtenidos mediante un sistema de referenciación geométrica, y para mayores se seleccionan 3 puntos de igual modo. Estos puntos por un lado quedan registrados entre sí y por otro con el perímetro exterior.

GIBELLINA: relaciones geométricas iniciales

GIBELLINA: estructura interna

En la búsqueda de la estructura de este objeto, hemos de definirla a distintos niveles para poder comprender que no se producen alteraciones de manera propor-cional en todos sus ejes. Se podría tratar más bien de un sistema topológico.

Desde el punto de vista topológico, es en los espacios intermedios donde reside la esencia de la estructura, es allí donde se establecen las relaciones entre los objetos y se experimentan los cambios estructurales más significativos, ya que, por otro lado, es en estos espacios de intersección donde la estructura presenta además su lado más frágil a la vez que flexible. Es aqui donde se establecen las

GIBELLINA: espacio intermedio

GIBELLINA: estructura interna del parcelario

relaciones que quedan representadas en los vértices y que modificarán los puntos obtenidos anteriormente que forman parte de la estructura interna del parcela-rio. Hablamos pues, de estructuras dentro de otras estructuras y cada una puede mesurable y registrable para poder hablar de huella a diferentes niveles.

De esta manera se establecen diferentes niveles de información que equi-valen a diferentes sistemas de coordenadas. En primer lugar se realiza la construcción de un diagrama para representar la estructura intermedia mediante una figura semejante asociada. Resultan puntos importantes para el estudio, las condiciones de contorno (el encuentro de estos segmentos con el perímetro del cuadrado), así como los nodos de encuentro de los di-ferentes segmentos, que se corresponden en la realidad con los cruces de calles. Conociendo los movimientos de estas líneas desde el origen de Gi-bellina, el momento del terremoto y la ruina dejada estar durante 13 años, podríamos realizar una cartografía bastante aproximada de lo sucedido tan sólo representando esta información de carácter estructural.

GIBELLINA: relaciones geométricas iniciales

GIBELLINA: espacio intermedio semejante I

A su vez, se podría realizar un estudio pormenorizado del caso del cretto de Bu-rri, con mayor precisión y menores saltos temporales para estudiar el movimiento a menor escala de la obra. La degradación del hormigón, movimientos de tierra, posibles nuevos seísmos que hayan modificado la disposición inicial o incluso la propia vegetación que ha ido creciendo son actores que influyen en el proceso de recogida de datos en este caso. Podría ser posible, incluso, realizar previsiones en vista de los desplazamientos obtenidos para posteriormente comprobar si el caso del cretto se puede asemejar a un espacio abstracto de trabajo o además un espacio de trabajo arraigado a su condición natural y cambiante, como decíamos anteriormente, quizá no sólo se trata de un problema entrópico.

En cuanto a esta estructura intermedia, se han detectado diferentes nive-les de importancia, es decir, existe una jerarquía visible a simple vista que nos podría dejar entrever más posibles derivaciones a medida que re-dujésemos de escala. De esta manera se realiza un diagrama en el que se representan los ejes principales: se conteplan 2 ejes norte - sur, 3 ejes asimilados a este - oeste, 1 eje oblícuo sureste - noroeste y 1 eje oblícuo noreste - suroeste. El sistema de representación elegido es el mismo que para el caso anterior y de igual manera podrían ser medidos y estudiados los distintos segmentos por separado o como parte de la estructura en su conjunto. A esta escala de representación los cambios podrían ser más per-ceptibles y por tanto el sistema de toma de datos, podría ser más complejo.

GIBELLINA: relaciones geométricas iniciales

GIBELLINA: espacio intermedio semejante II

A medida que simplificamos el modelo, corremos el riesgo de alejarnos de la realidad. Hemos de tener en cuenta constantemente que estamos trabajando con sistemas de representación que se corresponden con una realidad, ya de por sí, suficientemente abstracta y sugerente. El objetivo de este estudio nos dirige hacia la revisión pormenorizada de los sistemas de representación de la huella de Gibellina en el paso del tiempo. Si fuera posible, una vez terminado, se tende-rían los lazos necesarios para poder concebir incluso un posible poscionamiento en caso de tener que ser revisado el caso de la ciudad en los próximos años. Al igual que en el sistema anterior, la falta de documentación hace difícil avanzar en este esquema. El resto de consideraciones también son aplicables.

Una vez llegados a este punto, se establecen otros sistemas de coordenadas cada vez más complejos. Conceptualmente emanan de la misma fuente pero sin embargo el resultado es bastante diferente. El punto de partida en simi-lar, se inscriben en el cuadrado los puntos de borde a través de los cua-les el cuadrado manifiesta su discontinuidad al poder ser accesible desde el paisaje exterior. A continuación se definen los puntos principales que se corresponden con los extremos de los ejes del ejemplo anterior. El ob-jetivo es que desde cada vértice del cuadrado se acometa obligatoriamente a uno de esos vértices principales en función de su disposición real. Es decir, los vértices en el cuadrante noroeste que correspondan con los ex-tremos de calles que crucen con cualquier arteria principal, buscarán sus trazas en los extremos de dicha línea estructural.

GIBELLINA: relaciones geométricas iniciales

GIBELLINA: espacio intermedio semejante III

Una vez entran en juego todos los vértices, vemos cómo deja de tener sentido con-servar el perímetro del cuadrado originario. El espacio de representación ha sido modificado hasta tal punto en que empieza a percibirse la complejidad informa-cional que reside en este lugar. La cartografía generada se presenta como única para este lugar, podríamos decir que opuesta a la cuadrícula originaria a simple vista, sin embargo existen bastantes lazos en común entre uno y otro sistema de coordenadas. Pese a la complejidad aparente, este mapa podría bien no representar la realidad a corto plazo, quizás su interés reside en contemplar grandes saltos.

Existe una posibilidad más que tendría su origen en un concepto menos di-recto y quizás más que ver con la propia historia de la ciudad. Al fin y al cabo la obra de Burri se posa sobre una serie de escombros, muros, mue-bles, mobiliario urbano, etc. que muy bien podrían ser sustituidos por un símbolo y flotar en el espacio perimetral abstracto que nos propone su au-tor. De esta manera se establece una primera toma de datos (sondas) en las encrucijadas, pendientes de poder tener mayor información al respecto de realidades pasadas para poder incrementar la toma de dato. La cuadrícula no es más que una trama dispuesta como si de una excavación arqueológica se tratara, se seleccionan los cuadrantes y posteriormente se realiza un estudio pormenorizado de lo que sucede en el espacio de trabajo singular reducido. Sería especialmente interesante poder reproducir lo invisible.

GIBELLINA: relaciones geométricas iniciales

GIBELLINA: espacio intermedio semejante IV

Al igual que en el caso anterior, la abstracción es muy alta y deberíamos com-pletar la representación con datos o cartografías que aporten la dosis de rea-lidad necesaria para ser legible e interpretable por futuros invetigadores sobre el mismo caso con diferentes gradientes de información. Como puede apreciarse, los vértices perimetrales dejan de formar parte de este sistema de coordenadas. En este modelo, se juega con la memoria y se pretende establecer un sistema lo suficientemente abstracto como para responder a cada pequeña variación que pueda producirse de orden relevante en el espacio de circundado por el perímetro.

GIBELLINA: CONCLUSIONES

El objetivo de este paper era poder acercarnos a representar la huella ya de por sí cambiante de una ruina, en este caso se trataba de Gibellina, pero bien podía aplicársele a otro tipo de estudios. La motivación surgida con respecto a este tema tuvo que ir concretándose más en estrategias iniciales más que en poder desarrollar un estudio pormenorizado debido a la falta de documentación por el momento. Sin embargo, esta imposibilidad de acceder a la información requerida unida a los lazos que pudieron existir entre Burri y lo que en esta investiga-ción se ha concretado en el estudio de la naturaleza topológica y los modos de autoorganización de la materia, nos han hecho adentrarnos en un universo de la representación por explorar.

Se han elaborado cartografías parciales potencialmente utilizables en futuros estudios y modos de representar procesos cambiantes en el tiempo que si bien es-tán incompletos, han servido para la elaboración de este estudio. A medida que se produjese una toma de datos más completa podríamos ir viendo diferentes modos de aproximación a un mismo proceso de cambio, simultanearlos o producir nuevos.

Gibellina surgió como cualquier otro asentamiento, para responder a las necesida-des de una población. Es decir, surgió por la acción humana. Sin embargo, después del terremoto se cruzó en su camino Alberto Burri quien por intuición o sabidu-ría, o puede que parte de ambas, aplicando sus inquietudes teóricas y plásticas, supo impregnar a las ruinas de la antigua ciudad esa capacidad de relacionarse con la naturaleza y por consiguiente, con el tiempo.

BIBLIOGRAFÍA

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Jorge Luis Borges, Ficciones 1944// Jorge Wagensberg la rebelión de las formas 2004 // Foucault, espacios otros 1967 // Rosalind Krauss, grids 1977 // Maki, megastructures 1964