Giacomo Casanova en Venecia

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ATALANTA GIACOMO CASANOVA AVENTURAS EN VENECIA

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Bibliotheca Casanovensis. Edición de Marina Pino. Las aventuras de Casanova en Venecia. Contiene la huída de la cárcel de los Plomos.

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A T A L A N T A

GIACOMO CASANOVA

AVENTURAS EN VENECIA

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B I B L IOTHECA CA SANOVEN S I S

ATALANTA

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GIACOMO CASANOVA

AVENTURAS EN VENECIA

ATA L A N TA2011

TRADUCCIÓN

MAURO ARMIÑO

PRÓLOGO Y EDICIÓN

MARINA PINO

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Todos los derechos reservados.

Título original: Histoire de ma vie© De la traducción: Mauro Armiño© Del prólogo: Marina Pino

© EDICIONES ATALANTA, S. L.Mas Pou. Vilaür 17483. Girona. EspañaTeléfono: 972 79 58 05 Fax: 972 79 58 34

atalantaweb.com

ISBN: 978-84-938466-3-3Depósito Legal: B-21.558-2011

En cubierta: Santa María della Salute, Francesco Guardi.En guardas: Láminas XIV y XV, Carceri, Giovanni Battista Piranesi.

Dirección y diseño: Jacobo Siruela.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación públicao transformación de esta obra sólo puede ser realizada con laautorización de sus titulares, salvo excepción prevista

por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de DerechosReprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar

o escanear algún fragmento de esta obra.

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Í N D I C E

Prólogo11

Volumen 1Historia de Giacomo Casanova de Seingalt, veneciano,

escrita por él mismo en Dux, Bohemia

Nequicquam sapit qui sibi non sapit.

Capítulo I25

Capítulo IIMi abuela viene a internarme en casa del doctor Gozzi.

Mi primera amistad tierna38

Capítulo IIIBettina tomada por loca. El padre Mancia.

La viruela. Mi marcha de Padua58

Capítulo IVEl patriarca de Venecia me otorga las órdenes

menores. Mi amistad con el senador Malipiero, conTeresa Imer, con la sobrina del cura, con la señora Orio,con Nanette y Marton, con la Cavamacchie. Me hagopredicador. Mi aventura en Pasiano con Lucia.

Cita en el tercero77

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Capítulo VNoche lamentable. Me enamoro de las dos hermanas;

olvido a Angela. Baile en mi casa. Giuliettahumillada. Mi regreso a Pasiano. Lucia desgraciada.

Tormenta favorable110

Capítulo VIMuerte de mi abuela, y sus consecuencias. Pierdoel favor del señor de Malipiero. Me quedo sin casa.

La Tintoretta. Me meten en un seminario.Me expulsan. Me meten en una fortaleza

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Capítulo VIIMi breve estancia en el fuerte de Sant’Andrea.

Mi primer arrepentimiento galante.Placer de una venganza y hermoso efectode una coartada. Mi excarcelación.Llegada del obispo. Dejo Venecia

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Volumen 2

Capítulo VIMi regreso a Venecia. Me hago violinista

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Capítulo VIIMe convierto en un verdadero golfo.

Una gran suerte me saca de la abyección y llego a ser unhombre rico

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Capítulo VIIIVida desordenada que llevo. Zawoiski. Rinaldi.

L’abadie. Me embarco en una góndola en san Giobbepara ir a Mestre

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Capítulo IXMe enamoro de Cristina y le encuentroun marido digno de ella. Sus bodas

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Volumen 4

Capítulo XIIBajo los Plomos. Temblor de tierra

222

Capítulo XIIIDiversos incidentes. Compañeros. Preparo mi evasión.

Me cambian de calabozo242

Capítulo XIVPrisiones subterráneas llamadas los Pozos.Venganza de Lorenzo. Inicio correspondencia

con otro prisionero, el padre Balbi;su carácter. Concierto mi fuga con él. De qué forma.Estratagema que utilizo para hacerle llegar miespontón. Éxito. Me dan un compañero infame;

su retrato277

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Capítulo XVTraición de Soradaci. Medios que empleo

para atontarlo. El padre Balbi concluye felizmente sutrabajo. Salgo de mi calabozo. Reflexiones

intempestivas del conde Asquin.Momento de la partida

300

Capítulo XVIMi salida del calabozo. Peligro en el que estoy a punto deperder la vida en el tejado. Salgo del palacio ducal, meembarco y llego a tierra firme. Peligro al que me exponeel padre Balbi. Estratagema que me veo obligado a emplear

para separarme momentáneamente de él318

Volumen 5

Capítulo IVoy a alojarme en casa del jefe de los esbirros.Paso una noche deliciosa y recupero totalmente

mis fuerzas y la salud338

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PRÓLOGO

Decir Casanova es como decir Venecia, y, al revés, tambiénsería cierto que decir Venecia es como decir Casanova. Ambos,ciudad y personaje, se complementan y necesitan, porque delmismo modo que la extraña ciudad supo forjar un personaje fas-cinante y barroco, hay que decir que el personaje, Casanova, ledevolvió, como en un espejo, la historia fascinante y barroca quele correspondía a la ciudad.

Ella es al mismo tiempo la madre y la madrastra, y él el hijodíscolo y fugitivo que al cabo de una vida de peregrinaje sóloanhela regresar a su Venecia, donde se habla un dialecto maternoque invita a la chanza como ningún otro y donde se baila alritmo frenético de la furlana. ¿Dónde hay más teatros que enVenecia? ¿Dónde más libertad de costumbres debajo de la bautade seda negra? También es verdad que hay muchas «bocas deleón», esos buzones de metal dorado donde los espías depositantodo el producto de su laboriosa tarea. Hay que andar con cui-dado, por tanto. Venecia es una ciudad-estado, una repúblicamilenaria, que debe defenderse de mil enemigos exteriores, seanreales o figurados. Está prohibido a un veneciano visitar a undiplomático extranjero. Y si por casualidad un súbdito vene-ciano se encontraba por azar con un extranjero, debía comuni-car el hecho ante las autoridades competentes a la mayorbrevedad posible.

La ciudad vivía en un permanente estado de paranoia cons-pirativa. También vivía en una especie de fiesta perpetua, col-mada de teatros y carnavales que duraban buena parte del añopor el mismo motivo: mientras el grave consejo y las señoríasdel Gobierno deliberaban en secreto sobre vidas y haciendas, la

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población se mantenía entretenida y la autoridad sólo interveníaen caso de infracción muy grave, o cuando el demonio del juegose extendía más allá de las casas públicas de juego que mante-nían los nobles, por calles, plazuelas, puentes y tabernas.

Jugar, fornicar y asistir al teatro era el derecho de los ciuda-danos. De los asuntos políticos, religiosos y de buena policía seocupaban los nobles y sus domésticos. Un número incontable deespías mal pagados y un temible Santo Oficio no impedían serfeliz en la República Serenísima. Casanova fue feliz por lomenos hasta los treinta años. Hasta esa edad Venecia forjó su ca-rácter. Luego Casanova se puliría en París, como mandaba elcanon del aspirante a caballero.

Entretanto, es en Venecia donde se forja ese personaje extra-ñísimo y al mismo tiempo entrañable que es Giacomo Casanova.Durante la mayor parte de su infancia vive, enfermo y comoatontado, sin otro amor que el de su abuela analfabeta, Marzia,despreciado o desatendido por una madre dedicada al teatro enLondres, de donde regresará con otro niño en brazos. Ningunalínea de sus célebres Memorias refleja el menor amor por esamadre pechugona y espléndida, demasiado ocupada por el tea-tro y una prole que pronto crecerá hasta los cinco o seis vásta-gos: Francesco, Giovanni, Maddalena, muerta en la infancia, lasegunda Maddalena y Gaetano Alvise, que ya será un vástagopóstumo, muerto el padre, Gaetano, todavía joven, de un tumorno diremos que mal curado, sino más bien agravado por una me-dicina inexistente y criminal.

Esta fuerte impresión, la de ver a su padre agonizando sobreuna mesa rodeado de impostores con el título de médico, es loque empujó primero al joven Giacomo a desear ser médico, peroun médico que se guiara por la observación del enfermo y ac-tuara en consecuencia, no un matarife en latín, y más tarde,cuando ya lo habían obligado a estudiar Leyes, al menos a seguirsu instinto natural y a obedecer los consejos de los prácticos mássensatos. En caso de apuro, Casanova se ponía inmediatamentea dieta y sobre todo impedía, si era menester a tiros, las absur-das y debilitantes sangrías.

Sobre la cura mágica a la que lo sometió su abuela para cu-rarle las frecuentes hemorragias nasales que sufría de niño,

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vuelto de cara a la pared, pálido y casi tonto, Casanova es am-biguo. No porque creyera que la operación estrambótica a laque se entregó con él la bruja de Murano fuera verdaderamenteeficaz, sino porque Casanova ya intuye el poder de la sugestiónsobre la mente del individuo. Las hemorragias no cesaron perose espaciaron. Sin embargo, lo que las cura del todo es un cam-bio de aires en Padua que le receta un médico sensato, Macop,que sabía que el aire de Venecia era pestífero. Por algo los noblestenían su casa de verano a orillas del río Brenta, extendiéndosepor amenos campos hacia la ciudad de Padua, lo más lejos posi-ble de la divina cloaca.

Lo más interesante de la estancia de Casanova en Padua,aparte de descubrirnos la tacañería de los nobles tutores de lafamilia Casanova, los Grimani, que creen que bastan unas pocasmonedas para alojar y alimentar al hijo de la viuda Casanova, esque nos revela un verdadero cuadro de costumbres. Después deprobar una pensión inmunda, Giacomo es trasladado a vivir consu maestro, el padre Gozzi, un hombre ignorante y bueno,con el que comparte, ojo, no sólo la gramática, las ciencias y lashumanidades, sino la cama. Ésta es una de las costumbres quedefinen de verdad al siglo XVIII, esa magnífica promiscuidad delechos en las casas particulares y en las posadas, donde las gen-tes se acomodan por el sistema del apilamiento o la suma en hi-lera de colchones, buscando quizá el calor o el mejor acomodoen un siglo sin comodidades, que no tiene ni idea de la nacienteciencia suiza del hotel como Dios manda. A Giacomo el cambiode cama, de la apestosa pensión que le habían asignado los Gri-mani a la mullida y caldeada del cura, lo entusiasma. Pero prontoGiacomo crece, se desarrolla su aguda inteligencia y se ríe de supreceptor. Aquel buen hombre de la Iglesia todavía cree que laTierra es plana y que para que suene el violín hay que tratarlocomo quien golpea a un mulo testarudo. Además de clases deviolín y humanidades, el joven veneciano recibe su primera «ma-nustupración» de manos de la encantadora hermana del cura,Bettina, y un cursillo rápido de astucia mujeril. No lo olvidaránunca.

Si la abuela representa para él el amor materno, la fresquí-sima Bettina representa la promesa de un placer venidero que

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aún no conoce. Porque Giacomo es virgen todavía. Y lo será aúnpor bastante tiempo.

En Padua el esmirriado Giacomo comienza a crecer desme-suradamente, se aplica al estudio de las leyes y se une a los gru-pos ruidosos y descontrolados de estudiantes intocables, armasde fuego incluidas, antes de regresar a Venecia, donde le esperanlas órdenes menores y las prácticas en el bufete de un notariocon el fin de encaminarse al servicio de la curia eclesiástica.

A su definitivo regreso a Venecia, a Giacomo la faltaban to-davía unas cuantas cocciones en lo tocante al trato social, cono-cimiento que en Padua no estaba a su alcance, vistas las limi-taciones de su primer preceptor y el desenfreno estudiantil dela universidad. Va a ser el viejo y experimentado senador Mali-piero el encargado de pulir a Giacomo en cuestión de usos so-ciales. Y no sólo encandila al viejo, sino lo que es mucho másimportante, se hace merecedor de ser presentado a su tertulia.Gente madura y discreta, pero que tiene «saber estar». El joveny gracioso abate, delgado y cada vez más alto, y de una coque-tería en el peinado que hace las delicias de aquellas tolerantes ypaternales gentes, se convierte pronto en el «coqueluche» de latertulia.

Tras el salón Malipiero, Giacomo conoce nuevos salonesdonde se roza con otro producto típico del siglo, las cortesanas.Observa a la carísima Cavamacchie, quien, como otras corte-sanas de su tipo, lleva, como se ve, un nombre bastante in-famante: la Quitamanchas. Más tarde conocerá también a laTintoretta, hija de otro tintorero, como si el gremio produjeraespontáneamente bellezas mercenarias.

Pero estaba escrito que las cortesanas no iban a gustarlenunca a Giacomo. Sus retratos son a menudo crueles, bajo lamáscara de su supuesta belleza ve sus defectos físicos y morales,su artificio, aunque le fascina que los nobles paguen por ellas ci-fras desorbitadas. Ambos, cortesanas y futuro caballero de for-tuna, se van a mirar siempre de reojo, y lo que él obtenga de ellasserá gratis, incluidas algunas bofetadas cuando comience a con-vertirse en el intrépido Casanova.

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Ahora, ya con dieciséis años, mira y observa mucho, pero sise exceptúan los jugueteos con Bettina en Padua y con Lucia dePasiano un verano anterior, Giacomo aún no ha probado el frutodelicioso que lo hará tan célebre. Si bien se enamora de Angela,la antipática sobrina del párroco que quiere ir pura al matrimo-nio, su terquedad acaba lanzándolo, por fortuna, en brazos, node otra muchacha, sino de dos, sus primas las jovencísimas her-manas Nanette y Marton, las que, audaces, le proporcionan unaimpresión en cera de la llave de su puerta, que la señora Orio, tíade ambas huérfanas, guarda como una ogresa. Pero Giacomo seconvierte en habitual de la casa cuando le hace a la señora Orioun gran servicio a través de Malipiero, lo que demuestra el poderde las relaciones sociales. Así, cada noche se despide fingida-mente de las tres mujeres para, acto seguido, volver sobre suspasos, bien quedándose en el zaguán, bien utilizando la llave queha sacado del molde de cera: allí está por fin el amor, o por lomenos el goce sexual, ¡y a tres! En adelante, cuando Giacomo yasea Casanova, tendrá un marcado gusto por los tríos.

Una vez el trío en la cama, Giacomo descubre sorprendidolos juegos lésbicos habituales de las dos jóvenes hermanas, quees feliz completando con un par de coitos en toda regla, segúnse vuelva a derecha o a izquierda; son los primeros, caramba, asus casi diecisiete años. Más tarde vendrán la deliciosa historiade la rica aldeana Cristina y la más intensa con C. C., que si algodemuestran es que Giacomo, ya convertido en Casanova, huyedel matrimonio como del Diablo.

La muerte de la abuela Marzia obliga a Giacomo a caminarun poco más hacia la madurez. Una vez solo en la casa que sumadre mantiene desde que se ha establecido de por vida enDresde como actriz, Giacomo entra en la etapa que podríamosllamar de primera juventud rebelde. Siempre controlado por elabate Grimani y su ayudante, el brutal Razzetta, y tras saber quesu madre no piensa pagar más el alquiler de la casa y que no leimporta dejarlo en la calle, no duda en vender a los judíos todocuanto ésta contiene, con la excusa, cierta, de que tratándose debienes pertenecientes a su padre, su madre no tiene ningún de-recho a disponer de ellos. Giacomo conoce las leyes, y pronto seenzarza con Grimani y Razzetta en una alucinante espiral de en-

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frentamientos que empiezan con el expoliador de ajuares inter-nado en un seminario, del que es prontamente expulsado, y ter-minan nada menos que con el propio Casanova encarcelado enel fuerte de Sant’Andrea, sin más delito que sus ventas de ropasy colchones, su rabia y su rebelión frente a sus abusivos tutores.

¡Es la opresión! ¡Toda su vida luchará contra ella! Más tardeserá su pobre hermano Francesco el que acabará en el mismolugar, dedicado a copiar pinturas de batallas para el mayor delfuerte por un pequeño salario. ¡Opresión! Giacomo se dirigeentonces al Sabio de la escritura, o ministro de la Guerra, lograla libertad de su hermano menor y se lo lleva consigo a su pisode soltero. Son dos muchachos aún muy jóvenes y completa-men-te solos viviendo a su libre albedrío, como tantas veces su-cedía en el siglo llamado de las Luces. Muchachos y hasta niños.Se moría antes, se quemaban etapas antes. Los derechos civilestal como hoy los entendemos apenas existían en el Antiguo Ré-gimen, aunque, como se ve, uno podía hablar directamente conel ministro de la Guerra y resolver en pocas horas un asuntopeliagudo.

Mas he aquí que después de muchas aventuras del génerodieciochesco no muy distintas de las del Buscón, que lo alejan delas antiguas compañías de buen tono, Giacomo se ve reducido arascar el violín en bodas y festejos, y como se trata de un oficioconsiderado despreciable, rueda por el precipicio del gambe-rrismo y hasta del delito junto a sus compañeros de orquesta.

No importa. Al igual que la bruja de Murano lo salvó apa-rentemente de sus hemorragias, también ahora Giacomo entraen el mundo de las apariciones fantásticas al hallar al señor deBragadin cuando ya la horca lo rondaba. No es una sola apari-ción sino tres, como los reyes magos: Bragadin, Barbaro y Dan-dolo, quienes sacan al atolondrado Giacomo del teatro y se lollevan al palacio de Santa Marina –hoy propiedad del modistoPierre Cardin, que en realidad es veneciano y se llama PietroCardino–, donde vivirá como un hijo de buena familia pormedio del recurso a la cábala, que apasiona a los tres nobles sol-terones.

Desde entonces y hasta los treinta años, el joven Giacomo seirá convirtiendo poco a poco en Casanova, hasta su definitiva

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consagración como caballero de Seingalt, una vez que hayalogrado la fantástica proeza de evadirse de la prisión de losPlomos.

Porque el 26 de julio de 1755, el jefe de los esbirros vene-cianos, Mattio Varutti, irrumpe en el casino o apartamento par-ticular de Casanova, situado en los Fondamenta Nuove, y loobliga a entregar todos sus escritos y libros, a vestirse y a se-guirlo. Dada la época del año, Casanova se viste con un preciosoy ligero traje de verano de color claro que le había regalado la cé-lebre monja de Murano M. M. No sabe que va a pasar quincemeses en la prisión llamada de los Plomos, de donde logrará eva-dirse entre el final de octubre y el principio de noviembre de1756, ni que lo hará, no por algún ventanuco, sino por la puertaprincipal del Palacio Ducal y vestido de esa elegante guisa vera-niega ante un portero petrificado de asombro.

Pero para entender las razones que han inducido a los In-quisidores a firmar tal orden de detención hay que retrocederun poco en el tiempo.

Giacomo Casanova daba demasido que hablar como paraque su nombre no hubiera llegado hasta el Tribunal de los In-quisidores de Estado, de modo que en el otoño de 1754 le orde-naron a un cierto G. B. Manuzzi, confidente suyo, seguirlo decerca e informar sobre sus movimientos. Tarea harto fácil parael espía, dado que, bajo el oficio de orfebre que tenía como ta-padera, había trabado amistad con Casanova. Se inician así lasinvestigaciones sobre Casanova y las personas que frecuenta. El11 de noviembre de 1754, Manuzzi envía su primer informe, alque seguirían otros hasta julio de 1755. Esos informes tienen porobjeto que el Tribunal conozca la vida de Casanova con tododetalle: su conducta, sus intervenciones en las malvasías y luga-res de reunión de literatos y amantes del teatro, a quién trata,qué lee y qué escribe, en fin, todo lo relacionado con aquel os-curo e intrigante personaje. El Tribunal de los Inquisidores deEstado no se ocupaba de la doctrina de la Iglesia, que dejabapara un controladísimo Tribunal del Santo Oficio, sino del buenorden político y social.

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Las hipótesis sobre el motivo de la detención de Casanovason muchas: era sospechoso de haber empujado al ateísmo a loshermanos Memmo (según la acusación de Lucia Pisani, madrede los nobles Lorenzo, Bernardo y Andrea Memmo), de practi-car el libertinaje (los inquisidores estaban quizá al corriente desu relación con la monja de clausura M. M.), y de ser un jugadortramposo y un descreído «que sabe aprovecharse de la creduli-dad de las personas, como en el caso del N. H. –noble o patricio–Zuanne Bragadin, para vivir a costa de unos y otros», según es-cribía Manuzzi en su informe del 22 de marzo de 1755. Habíatrascendido que Casanova practicaba la cábala junto a los trespatricios con quienes convivía, Matteo Zuan Bragadin, MarcoDandolo y Marco Barbaro.

La sospecha de que Casanova era un hereje que practicaba lamagia fue sin duda un motivo para su detención. Lo demostrabala colección de libros esotéricos que el incauto Casanova le habíaenseñado tiempo atrás a su falso amigo Manuzzi. Pero eso nobastaba. Lo que asustó a Manuzzi fue una carta al parecer impíaque Casanova estaba redactando y algunos de sus arreos masó-nicos, que al espía debieron de parecerle cosa de contuberniosatánico. Al igual que sus libros de tema erótico y filosófico, de-mostraban sus inclinaciones al libertinaje y al librepensamiento.Todos los cargos atribuidos a Casanova fueron documentadospor la incansable pluma de Manuzzi, incluida una lista exhaus-tiva de la biblioteca casanoviana que él tan bien conocía.

En el fondo, al Tribunal no le importaban tanto esos cargos–¡al fin y al cabo eran tantos los libertinos, los jugadores y losaficionados a las ciencias ocultas!– como mantener el orden, y enun momento dado Casanova les pareció un sujeto perturbador.Los matices de este proceso se revelan por la pena de cinco añosde prisión, leve para su tiempo, y sobre todo por el hecho deque a Casanova se le otorgase finalmente el perdón, cosa inau-dita al haber burlado la ley con su fuga, incluso al cabo de die-ciocho años de destierro. Por mucho que el Tribunal de Estadode Venecia hoy nos parezca un tribunal arbitrario y cruel, a sumanera era meticuloso y serio y solía ir hasta el fondo de cadaasunto antes de dictar sentencia. Si tenemos en cuenta que al car-celero de Casanova le cayeron diez años por «negligencia», en-

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tonces la pena de cinco años que se llevó Casanova por su apre-tado currículum de impío, libertino, jugador de ventaja, sata-nista, cabalista y parásito de patricios nos parecerá benévola.

Había también motivos más mezquinos para buscar la caídade aquel chisgarabís impertinente. Como los que tenía el inqui-sidor Antonio Condulmer [véase su nombre en el documentoque se adjunta tras el presente Prólogo], que detestaba a Casa-nova porque atacaba con sátiras las malas comedias de su pro-tegido el abate Chiari y, lo que es peor, se atrevía a galantear a suamante, la señora Zorzi, con su envidiable juventud, su gran tipoy su desparpajo.

Casanova había advertido signos premonitorios de lo que sele venía encima, el más inquietante de ellos el 25 de julio, un díaantes de su detención, cuando al volver a su casino «al romper elalba», descubrió con sorpresa que Messer grande, el capitán delos esbirros, había efectuado un minucioso registro con la ex-cusa de buscar un barril de sal (en esa época las leyes respecto ala tenencia de la preciada sal eran severísimas).

El senador Bragadin, que había sido inquisidor y por tantoconocía el modo de actuar del Tribunal, aconsejó a Casanovaque dejara su casino y se trasladara a su palacio de Santa Marina,donde no podían entrar ni secuestrar a nadie, o que se alejase deVenecia durante un tiempo, pero Casanova no siguió su consejoy, como verá el lector, no sólo cayó en desgracia sino que nuncavolvería a ver vivo a su querido padrino.

El 24 de julio se le encomendó a Messer grande «arrestar a G.Casanova, desposeerlo de sus documentos y conducirlo a la cár-cel de los Plomos». Su rápida detención se registró en el diariodel secretario de la Inquisición el 21 de agosto de 1755: «El Tri-bunal, teniendo conocimiento de las graves faltas cometidas porG. Casanova, en especial por sus ultrajes a la Sagrada Religión, hadecidido que sea arrestado y encarcelado en los Plomos». Comose verá más abajo, una nota menciona sin más precisiones queCasanova ha sido condenado a «años cinco». Y era costumbredel Tribunal no comunicarle al reo ni el motivo de su prisión nila duración, lo que añadía a la condena una pena complementa-

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ria. Sólo recientemente han salido a la luz los documentos acer-ca de la prisión del famoso aventurero veneciano, incluida lanota de los desperfectos que causó en su huida, pues confirmancuanto dice en su relato.

La cárcel de los Plomos tenía fama de ser inexpugnable, unacárcel que sólo registraba una fuga en el siglo XVII, aunque se-guramente no lo era tanto debido a que se encontraba en el áticodel mismísimo Palacio Ducal, con todas sus dependencias ad-ministrativas y todo el ir y venir de señorías y servidores. Peroque no era fácil escapar de allí lo demuestran los intensos es-fuerzos y preparativos que durante casi quince meses tuvo quellevar a cabo Casanova para escapar, pese a los «agujeros» de se-guridad existentes: un carcelero relativamente comprable y alque se podía engañar, y que acabó en la prisión por ello, y lachocante posibilidad de acabar saliendo por la puerta principaldel palacio por ser día festivo y no haber nadie más que un sim-ple portero que ni siquiera estaba en su interior.

Lo cierto es que aunque Casanova tuviera como protectoresa tres patricios, su osada fuga no le salió gratis, ya que le valiódieciocho largos años de errancia por toda Europa; si la prisiónducal se había revelado menos inexpugnable de lo que se creía,el gobierno de la Serenísima y sus tribunales inquisitoriales loeran más de lo que nadie podía suponer. Casanova huyó de Ve-necia en 1756, con treinta y un años, y no logró ser perdonadoy recuperar su salvoconducto veneciano hasta 1774, cuando yaestaba a punto de cumplir los cincuenta. Pero de ese regreso Ca-sanova nunca quiso hablar en sus Memorias.

Después de muchos años de exilio y de diversos servicios aVenecia desde el extranjero, aún tuvo que aguardar dos años enTrieste a que el cónsul de Venecia, Marco de’ Monti, le entre-gara un salvoconducto expedido por los Inquisidores. «Loleyó», escribe Monti, «lo releyó, lo besó varias veces y, tras unbreve intervalo de concentración y de silencio, estalló en un to-rrente de lágrimas.»

Marina Pino

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Transcripción de las órdenes de detención,condena y prisión de Giacomo Casanovapor parte de los Inquisidores de Estado:

24 de julio 1755

Orden a Missier [messer grande o capitán de esbirros] de de-tener a Giacomo Casanova, incautar todos sus documentos y con-ducirlo bajo los Plomos.

(Venezia-Archivio di Stato Inquisitori di Stato-B. 612)

Ill.mi Ecc. Sig.re Inq.ri di Stato

Obedeciendo al mandato de VV. EE. que me ha sido impar-tido he detenido y conducido a la prisón a Giacomo Casanova,una vez realizado un diligente registro de su casa, donde he en-contrado los documentos que envío a VV. EE. Lo que refiero hu-mildemente y con la más profunda sumisión me inclino.

Mattio Varutti

21 de agosto 1755

Llegadas a conocimiento del Tribunal las muchas culpas deGiacomo Casanova, principalmente el desprecio público de laSanta Religión, SS.EE. lo mandaron detener y pasar bajo los Plo-mos.

Andrea Diedo InquisidorAntonio Condulmer InquisidorAntonio Da Mula Inquisidor

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12 de septiembre

El infrascrito Casanova condenado años cinco bajo los Plomos

Andrea Diedo InquisidorAntonio Condulmer InquisidorAntonio Da Mula Inquisidor(Venezia-Archivio di Stato

Inquisitori di Stato-Annotazioni-B. 534, p. 245.)

Condena del carcelero de Casanova, Lorenzo Bassadonna.

En el Archivo de Estado se dice lo siguiente –resumimos–sobre la famosa fuga de los Plomos y la responsabilidad en ella,que no ayuda ni connivencia, de su carcelero:

«Sentencia de condena a Lorenzo Bassadonna, carcelero delCasanova, y encargado de las Prisiones de los Plomos, por negli-gencia en sus funciones, que posibilitaron la fuga el primero denoviembre de Giacomo Casanova y del padre Balbi, somasco,que habían sido condenados […]. Aunque ello mereciese la penamáxima, la clemencia y la caridad del Tribunal ordenan la con-dena abajo escrita.

Venecia, 10 de junio, 1757. [Que] Lorenzo Bassadonna seacondenado a los Pozos [calabozos situados en los sótanos delPalacio Ducal, los peores] durante diez años.

Alvise Barbarigo Inq.r, Lorenzo Grimani Inq.r, BortoloDiedo Inq.r.

[Venezia-Archivio di Stato-Annotazioni R. 535. c. 83]».

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«Si sólo hubiera narrado “la verdad”, el libro conocido como Histoirede ma vie creo que carecería de interés literario, aunque bien pudierahaber sido un gran documento para historiadores y sociólogos. Loasombroso es que, en su estado real, es […] también una obra maestraliteraria, un relato que conmueve, exalta, divierte, inspira, solaza y ex-cita tanto la lujuria como el raciocinio.»

Félix de Azúa

«[…] las aventuras del caballero Casanova son el espejo en dondedebería mirarse buena parte de la sociedad actual para recobrar algodel dinamismo y la imaginación que acompañaron a nuestro héroe.»

José María Guelbenzu, «Babelia», El País

Giacomo Casanova (1725–1798), veneciano universal, mantuvo consu ciudad de origen una relación compleja, mezcla de pasión y desen-cuentros. En cualquier caso, Venecia formó sus gustos, su mentalidady carácter. En este volumen lo vemos pasar sucesivamente de ser unniño enclenque y enfermizo a convertirse en un adolescente «contesta-tario», en plena rebelión contra la autoridad de los mayores, de sutransformación en un abate presumido, que empieza a hacer sus ini-cios en la vida social, a sus incipientes encuentros con cortesanas demoda y su primera experiencia sexual completa con dos jovencitas.

El fin de este aprendizaje lo marcará el más célebre de los aconteci-mientos de su vida: su encarcelamiento en la prisión de Los Plomos, dela que huirá para no volver a su ciudad natal hasta pasados dieciochoaños. Esta extraordinaria peripecia es, sin duda, la mayor aventura detoda su accidentada y fascinante vida.

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