Gestion cultural

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GESTION CULTURAL UNIVERSITARIA Y COOPERACION INTERNACIONAL:

Oportunidades y retos

Por: ROBERTO ORTEGON YAÑEZ

1. PRESENTACION

Una de las estrategias para el intercambio académico y el acercamiento de

los pueblos parte de reconocer y respetar sus culturas, las formas en que se

relacionan y expresan diversas sociedades pero de manera especial la

condición de seres humanos sensibles, creativos, soñadores que nos permite

evidenciar la vida cultural.

Ante la presión de los mercados, la cultura no se ha escapado a ser

catalogada como producto y como mercancía promoviendo el acceso a

bienes y servicios casi siempre confundidos solo con las manifestaciones

artísticas y con los espectáculos y muy poco se valora su incidencia en la

transformación de los valores, de las maneras de percibir y actuar y aun de

la manera como se enfrentan las dificultades, se busca la reconciliación y la

necesidad de respetar al otro y coexistir en la diversidad.

La Universidad ha seguido este triste camino de utilizar los espacios y

oportunidades culturales como parte del entretenimiento sin articular

suficientemente sus posibilidades a la misma formación de ciudadanía, de

profesionales y de seres humanos responsables y comprometidos con una

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sociedad mas justa, equitativa e incluyente donde se respete esa rica

diversidad que encuentra en la cultura un territorio de paz y una

oportunidad para incidir en la vida diaria y también en la construcción de

modelos de sociedades mas humanas.

Frente a estas oportunidades se plantean varios retos a la gestión cultural y

entre ellos la cooperación internacional nos ofrece un mayor espacio de

reflexión cuando se considera a la cultura una estrategia para el logro de

objetivos sociales mas elevados.

La gestión cultural encuentra en la construcción participativa de una

política cultural para las Instituciones de Educación Superior una

oportunidad para colocar en la agenda publica de las Universidades la

reflexión, la participación, la discusión y por lo tanto el reconocimiento

sobre el papel de la cultura en el desarrollo humano, en la formación

académica y en la proyección social que se espera.

También enfrenta grandes desafíos en la necesidad de resignificar el

concepto y alcances de la cultura y de las políticas culturales con una

mirada que articule y promueva interdependencias entre el desarrollo

cultural y otras políticas tradicionalmente consideradas compartimentos

separados de la vida cultural, como las mismas políticas educativas, las

concepciones sobre la pedagogía, la didáctica, el aprendizaje y el dialogo

por mencionar las mas relevantes a la discusión académica.

Otro desafío en la perspectiva de la cooperación internacional nace de la

concepción misma de la cultura, de los derechos culturales como derechos

humanaos y las tareas que se esperan de la gestión cultural para promover

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la cultura como una estrategia de paz, de reconciliación, de formación de

ciudadanía, para la resolución pacifica de los conflictos, para el dialogo

social el reconocimiento y respeto del otro y no solo como la virtuosidad de

unos privilegiados sino como un derecho fundamental para reivindicar una

vida con dignidad.

No menos importante a la gestión cultural en el contexto de la cooperación

internacional se encuentra la concepción integral del desarrollo humano y

el papel de la cultura en la formación de seres humanos. La experiencia en

la gestión cultural, en la expresión cultural o artística afecta la

personalidad, despierta valores inexplorados, es la base para el liderazgo y

la acción social creativos, solidarios, sensibles, independientemente de los

futuros oficios o desempeños de los egresados o de las personas que

conforman la comunidad universitaria.

A partir de estas consideraciones se exploran las principales oportunidades y

los retos por superar en la construcción de una política cultural donde la

cooperación internacional se constituya en una estrategia que alimente este

dialogo, que afiance en las diferencias, valore la diversidad y promueva la

participación y el derecho de todas y todos a la cultura, mas allá del

consumo y del acceso a bienes y servicios.

2. LOS DERECHOS CULTURALES Y LOS DERECHOS HUMANOS

Un política cultural en las instituciones de educación superior debe

reconocer el contexto social y político en el cual se inscribe, por ello la

situación de los Derechos Humanos en Colombia presenta en la actualidad

una doble faceta. En primer lugar, los niveles de violencia global, de

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violencia política y de violaciones propias de los derechos humanos,

continúan siendo en extremo elevados. En segundo lugar, las acciones de la

Sociedad Civil y del Gobierno empiezan a tener eco en sus demandas y en el

cumplimiento del mandato constitucional. Los organismos internacionales

tienen puestos sus ojos en nuestro país. Nos encontramos expuestos desde

hace dos siglos al enfrentamiento entre una cultura de muerte e

intolerancia y una cultura de paz y justicia social, con los resultados que el

país conoce.

Hoy todos los pueblos del mundo se hacen una pregunta, sencilla pero muy

difícil de contestar: ¿ Qué humanidad queremos ser? Porque en este tiempo

hemos dudado si tenían razón quienes proponían opciones totales de la

sociedad, quienes obtenían alternativas concretas de realización de

filosofías políticas, religiosas u otras. Todas las razones de Estado,

revolución y fundamentalismo son cuestionadas porque buscamos recuperar

la razón del ser humano, tan indefenso pero el único que vale la pena,

razón que se manifiesta en su formación cultural y educativa. Cada vez

surgen cambios mayores y más veloces en la organización de las sociedades,

estas son totalmente reconvertidas.

- El Derecho a la Cultura

El Derecho a la Cultura en el marco de la Declaración de los Derechos

Humanos de 1948, llevó a cierta institucionalización de las artes y la cultura

en la vida social de las comunidades, con lo cual empezaron a identificarse

diversos agentes para velar por estos procesos.

El art. 27 de la Declaración Universal de los derechos Humanos, expresa:

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1. " Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida

cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el

progreso científico y en los beneficios que de él resulten ".

2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y

materiales que le correspondan por razón de las producciones

científicas, literarias o artísticas de que sea autora.”

Nuestra Constitución Política en el marco de su pluralidad ideológica

establece un lugar prominente en su normatividad, para los Derechos

Humanos y la Cultura. Estos informan su contenido, lo cual la constituye en

una Carta eminentemente democrática, dedicándole en particular a la

Cultura varios de sus artículos, entre ellos:

Art. 38. "Se garantiza el derecho de libre asociación para el desarrollo de

las distintas actividades que las personas realizan en sociedad".

Art. 71. “La búsqueda del conocimiento y la expresión artística son libres.

Los planes de desarrollo económico y social incluirán el fomento a las

ciencias, y en general, a la cultura. El Estado creará incentivos para

personas e instituciones que desarrollen y fomenten la ciencia y la

tecnología y las demás manifestaciones culturales y ofrecerá estímulos

especiales a personas e instituciones que ejerzan esas actividades".

Art. 103." ....El Estado contribuirá a la organización, promoción y

capacitación de las asociaciones profesionales, cívicas, sindicales,

comunitarias, juveniles, benéficas o de utilidad común no gubernamentales,

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sin detrimento de su autonomía con el objeto de que se constituyan

mecanismos democráticos de representación en las diferentes instancias de

participación, concertación, control y vigilancia de la gestión pública que se

establezcan."

3. DESCENTRALIZACION Y REGIONALIZACION DE LA CULTURA

Desde la década de los setenta, siempre se ha visto la descentralización

como una forma de organización del Estado que se adopta tradicionalmente

con el argumento de que es una respuesta a la ineficiencia del “Estado

Centralista” en el cumplimiento de la prestación de servicios que tiene a su

cargo, –entre ellos la Cultura- para satisfacer las necesidades de los

particulares. Se busca entonces fundamentalmente transferir desde el nivel

nacional competencias y responsabilidades a los entes territoriales en el

ámbito de la prestación de servicios estatales.

Sin embargo, el cabal cumplimiento de las funciones asignadas, plantea el

problema central de, si en la medida en que se transfieren

responsabilidades, se transfieren o se dan herramientas suficientes para la

obtención de recursos necesarios para la asunción de tales

responsabilidades.

El análisis actualizado del desarrollo colombiano conduce a concluir que,

hacia el futuro, el desarrollo regional tendrá mucho que ver con opciones

estratégicas y de focalización de la producción y el mercadeo,

especialmente en momentos en que se rechaza la idea de volver a un

modelo proteccionista y se propone la formula de producir para exportar

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como única salida a los problemas regionales y como única forma de

incrementar el crecimiento y el empleo.

En Colombia, si bien la descentralización política ha sido reforzada a través

de la elección popular de gobernadores, y paralelamente se ha realizado

una especie de descentralización administrativa (asignación de funciones

que antes estaban en cabeza del sector central) estas no necesariamente

han sido acompañadas con igual grado de descentralización fiscal.

Las evaluaciones que se han hecho del proceso de descentralización

colombiano han permitido señalar dos debilidades centrales del esquema

vigente:

a) Insuficiente autonomía de las entidades territoriales para orientar los

recursos de las transferencias, y

b) Insuficiencia de los mecanismos de participación ciudadana que

permitan captar sistemáticamente sus preferencias de manera que sean

viables asignaciones más eficientes de los recursos.

- Democratización de la Cultura

Frente a estas consideraciones es importante reconocer que la

descentralización consiste en delegar el poder de decisión a un escalón tan

próximo, como sea posible de la base, es decir de los ciudadanos. La

UNESCO ha definido descentralizar como “acercar el gobierno al pueblo o,

ir al encuentro del pueblo”.

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La descentralización requiere autonomía y reconoce implícitamente la

diversidad, la tolerancia y por encima de todo, es resultado y expresión de

la participación ciudadana. También es el resultado de nuevos derechos y

obligaciones sociales con respecto a la responsabilidad ciudadana en la

construcción de Sociedad y en hacer propia la solución a problemas y

necesidades comunes, siendo la cultura la herramienta básica para el logro

de tal fin.

4. LAS UNIVERSIDADES EN EL SISTEMA NACIONAL DE CULTURA

Una sociedad democrática debe ser expresión de procesos de participación,

tolerancia, aceptación de lo diverso, respeto por las minorías y legitimidad

del Estado Social de Derecho; que permita dentro de un marco normativo

socialmente aceptado, regular los distintos problemas que se presentan en

la vida cotidiana de los pueblos. Lo anterior postula una cultura

auténticamente democrática en todos los campos de acción del ciudadano,

sobre ella se debe construir y consolidar un Sistema Nacional de Cultura.

El Estado frente a la Cultura debe ser un facilitador y gestor, reduciendo

obstáculos y regulaciones para la difusión de los bienes culturales y no

creándolos. La participación de la educación y la cultura en la construcción

de una paz sostenible, debe ser una prioridad para la sociedad. La paz es un

objetivo central para la cultura y un instrumento para impulsarla. La

cultura es una de las maneras como se construye el tejido social, por medio

del reconocimiento y la valoración mutua de las diferencias como

fundamento de la convivencia y de la paz.

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Dentro del funcionamiento institucional y de acuerdo a los parámetros de

una buena gestión, un sistema es fuerte cuando posee la capacidad de

adaptación al cambio, es flexible y tiene disponibilidad para la creación y

los ajustes pertinentes sin perder nunca sus objetivos. Por el contrario,

aquellos sistemas que no cambian y siempre quieren, por debilidad seguir

con lo establecido, no son sostenibles en la realidad cambiante.

Para ello es necesario en correspondencia con la nueva Ley de Cultura,

adecuar un Sistema Nacional de Cultura que establezca las articulaciones

debidas, que sea fuerte, con capacidad de adaptación y con disponibilidad

para la creación y ajustes pertinentes, flexible ante los cambios y que no

actué aislado de otros sistemas como el Sistema Nacional de Planificación,

el Sistema Nacional de Cofinanciación, el Sistema de Transferencias

Municipales, el Sistema Presupuestal Nacional y Territorial y el Sistema

Educativo, entre otros.

- Una Política Cultural Universitaria

Como fundamento de la política cultural, la construcción participativa de

una política cultural plantea la necesidad de consolidar un Sistema de

Cultura, como estrategia de coordinación, articulación y también estrategia

de descentralización, estimulando la participación, la organización y su

ejecución, seguimiento y evaluación de manera corresponsable.

No se espera que las Universidades “ofrezcan mas” programas, sino que

formule las políticas, concerte los proyectos y estimule a través de la

comunidad académica las acciones que recomiende adelantar.

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La Ley de cultura dejo un espacio bastante amplio para discutir y concretar

una politica cultural, al definir el sistema nacional de cultura como el

"Conjunto de instancias y procesos de desarrollo institucional, planificación

e información articulados entre sí, que posibilitan el desarrollo cultural y el

acceso de la comunidad a los bienes y servicios culturales según los

principios de descentralización, participación y autonomía”.

5. UNA POLITICA CULTURAL

Una política dentro del contexto de actividad educativa publica y privada se

define como un plan o línea de acción diseñada para influir y determinar

decisiones, actividades y otros asuntos de importancia. Se entiende que

esta debe ser eficaz, prudente y ventajosa.

Aún cuando la política cultural se enmarca en la política social de un

Estado, y mas específicamente en la política educativa, su existencia se ha

notado más sensiblemente en el marco de los derechos culturales como

derechos humanos. El derecho a la cultura, presupone un examen a las

necesidades humanas y la consecuente obligación de los estados de crear

condiciones para el enriquecimiento espiritual y cultural, a través de la

formulación de políticas culturales.

Así mismo la educación se define como inherente a la política social. Para el

caso particular de la cultura, esta resulta históricamente en el marco de las

políticas educativas y adquiere su mayoría de edad en la institucionalización

o nacimiento en la estructura del Estado o del llamado por los

planificadores sociales, “sector cultural”; por ello muchos insisten en que

no es posible adelantar políticas culturales por fuera de las políticas

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educativas, aún cuando estas últimas se han venido reduciendo al campo de

la enseñanza y el aprendizaje formales, todo lo cual exige a las políticas

culturales contemplar sus propias estrategias de promoción para la

educación y el desarrollo.

Así como no es posible formular una política pública al margen del Estado y

sin la intervención de las instituciones responsables de implementarla,

tampoco se considera prudente que a nombre del Estado o de sus

instituciones se formulen políticas sin el concurso de los actores sociales del

sector. Por eso algunos exponen su temor y desconfianza cuando se señala

al Estado como responsable de la política cultural, especialmente por dos

factores:

1. Cuando se confunde al Estado con el Gobierno y en consecuencia se

excluye la participación social y,

2. Cuando se confunde la política con programas y el Gobierno termina

haciendo cultura.

De ahí la importancia de analizar, por una parte, la función social del

Estado respecto de la Cultura y, de otra, definir el marco conceptual de una

política cultural.

Las políticas culturales como las políticas sociales en general pueden ser

infectadas por virus muy frecuentes, como el eventismo o el cemento. Se

cree que ambos generan pantalla y ruido, convirtiéndose en expresión de

los estudiosos, la medicina más nociva que la enfermedad.

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- Participación para la Formulación de la Politica

Se ha descubierto un antídoto, consistente en la planeación, pero no debe

uno dejarse engañar por el empaque. La planeación debe obedecer a reglas

mínimas de participación social, de descentralización y por tanto autonomía

en la gestión. Una planeación social, que consulte las necesidades y la

diversidad, que convoque esfuerzos y proyectos, que oriente y optimice los

siempre escasos recursos.

Muchas veces la ausencia de políticas culturales hace que tengamos que

buscarlas o interpretarlas en las leyes, en los planes o deducir como política

aquello que se hace o deja de hacer. En el campo social y de manera

especial en la cultura, una falta de definición trae como consecuencia la

peligrosa discrecionalidad en la inversión de los recursos.

Las políticas culturales cumplen un papel determinante para reconocer el

papel de la cultura en el desarrollo de los pueblos. Cuando se reconoció la

necesidad e importancia de la cultura en la Declaración de los Derechos

Humanos de 1948, se abrió un espacio a la institucionalización de planes y

proyectos en este campo.

Una década después se planteó la cultura o más concretamente la

intervención cultural como parte de los servicios sociales a cargo de Estado

y, en los años ochenta luego del coloquio Arc Et Senans de 1972, se

incorpora el concepto de dimensión cultural del desarrollo que marcó las

políticas culturales de ese entonces.

El mundo ha dejado atrás el concepto sectorial de lo cultural y, ha

cuestionado profundamente la mala utilización del concepto dimensión

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cultural para solicitar a los Estados mirar estratégicamente la intervención

cultural y, en ese sentido se han pronunciado las Naciones Unidas desde la

Asamblea General de septiembre de 1980 y todos los foros internacionales

promovidos desde entonces para reclamar políticas culturales expresas y de

largo plazo, para evitar la coyuntura de los gobernantes de turno.

A partir de los noventa, las políticas sociales, entre ellas las políticas

culturales, han cobrado más fuerza como instrumentos condicionantes de la

planificación y de la definición de funciones para quienes sean responsables

de su administración e implementación.

Hoy se reclama que la intervención cultural en el marco de los Derechos

Humanos, reconozca y valore la diversidad, la diferencia y la tolerancia.

Así mismo las políticas culturales en este contexto deben aportar a

desarrollar los fines sociales del Estado y solo a partir de allí formular los

planes de desarrollo condicionados con la participación de la Sociedad Civil.

Los avances en el terreno tecnológico y los nuevos modelos en la

administración del Estado vienen arrasando a los seres humanos, todo lo

cual coloca a las políticas culturales en la tarea imperiosa de servir de

corriente humanizadora y recuperar una ambiciosa agenda, más allá del

patrimonio visto como ladrillo, en la cual deban definirse asuntos como la

seguridad social de los artistas, los criterios para estimular la participación

y la creatividad así como facilitar espacios para la organización de los

artistas, de los gestores y, en general de los trabajadores de la cultura.

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- Diálogo Cultural

La vieja discusión entre democracia cultural y democratización de la cultura

de los años sesenta, dejó como resultado la necesidad de fomentar, de

estimular y alentar el acercamiento y los intercambios entre los actores

sociales de la cultura y de las artes, con modelos menos excluyentes de

organización como la metodología empleada por las redes sociales.

6. LA COOPERACION INTERNACIONAL

No es un secreto que la inclusión de la cooperación internacional tiene

varias motivaciones y aspira aprovechar las oportunidades de la comunidad

internacional, de otras naciones y de un variado grupo de instituciones

publicas y privadas que en el mundo valoran la gestión cultural por su

contribución al desarrollo, a la paz y al bienestar de la humanidad.

No obstante también aprovechamos la cooperación internacional para la

gestión de recursos que aseguren la sostenibilidad de las políticas y su

impacto publico dado que estas alianzas generan confianza y dan mayor

visibilidad a los proyectos.

La Coperacion Internacional ha contribuido al desarrollo de diversas

diferentes acciones y proyectos enmarcados en las políticas, En desarrollo

de dichas políticas ha contribuido a la constitución de numerosas

organizaciones artísticas y culturales, así como a la conformación y

fortalecimiento de redes, siendo las principales: las redes de servicios

culturales, que buscan mejorar la oferta cultural, formar nuevos públicos y

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asegurar la promoción cultural, las redes para sistemas de formación y

acreditación, a través de las cuales se han otorgado becas para diferentes

programas de gestión en formación cultural, la red de Agregados Culturales

acreditados en Colombia, que busca crear un espacio para la cooperación a

nuestros artistas en los diferentes países donde nos representan y las redes

para los investigadores de la cultura.

En lo relacionado con el desarrollo de proyectos podrían enunciarse los de

cofinanciación por vía de convocatoria pública, los de gestión para el

apoyo, asistencia técnica, cooperación o canalización de recursos puente y

los que se derivan de la administración de recursos.

Para la comunidad artística y cultural del país, cuando los recursos son

públicos y las obligaciones sociales son del Estado, aparecen nuevos

interrogantes derivados del contexto social, de las normas, del tiempo y de

los objetivos de las instituciones, todo lo cual exige que las políticas

culturales sean prudentes, ventajosas y eficaces.

Las tendencias sociales obligan no solo a interpretar las necesidades de la

comunidad, sino también a priorizar las acciones consideradas más

estratégicas a los objetivos propuestos, así como a focalizar la inversión de

los recursos hacia los sectores más vulnerables de la sociedad.

La financiación de la cultura tiene que verse en el marco de la financiación

del desarrollo social y por ende de la construcción de espacios de no

confrontación en el ámbito universitario.

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Corresponde a las organizaciones culturales demostrar la pertinencia de sus

proyectos en el contexto de estas políticas, de lo contrario la planificación

cultural se ocupará de racionalizar el residuo de la inversión social y

organizar proyectos para utilizar estos recursos, cuando de lo que se trata

es bien distinto.

Una de los aspectos que más preocupa a los trabajadores y a los gestores de

la cultura es identificar las fuentes de financiación, predecir las

motivaciones de la cooperación y, la formulación de sus propuestas en los

términos de proyectos, como ocurre en las tendencias actuales para la

intervención sociocultural.