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Germán Vargas Guillén. Pensar sobre nosotros mismos. Introducción fenomenolágica a la filosofía en América Latina. Bogotá: Sociedad de San Pablo, 2002, 448 pp. Compartiendo el horizonte Es cuestión común encontrar en las intro- ducciones a la Filosofía la reposición de tópicos que no invitan más que a lectores azuzados por la obligatoriedad de salvar un determinado curso o a nuevas víctimas de las tentaciones de los bai- les coribánticos de esta imprevisible disciplina. Al enfrentar la lectura del libro del Prof. Vargas nos vemos, no obstante, llevados algo más allá. No se trata solo de abrir el apetito a los grandes temas filosóficos, ni presentamos el método bá- sico que se ha de seguir, asuntos que trata con el debido cuidado, sino de comprometemos en un proyecto mucho más amplio y exigente: ¿es po- sible pensar desde nuestro ser propio, sin por ello perder la razón de ser en una tradición -la occidental- que nos determina en nuestros mo- dos y sentidos? El autor estima que sí, asumien- do este compromiso desde la Fenomenología co- mo una fórmula posible para nuestra América Latina. Sea discutible o no la opción, la sola pro- puesta, como proyecto para este continente y sus esperanzas, nos resulta obligante. Es este preci- samente el horizonte que quisiéramos de algún modo asumir y compartir. Tres momentos se plantean en el texto para desarrollar el asunto: primero, ¿se puede temati- zar la Filosofía, esto es, asumirla en calidad de cuestión? En esta perspectiva se considera la de- finición problemática de la misma, las condicio- nes vocacionales que mueven hacia esta, las razo- nes de su reposición en el mundo que vivimos y la cuestión del método; con esto se nos deja ante el tema fundamental a discutir: la conciencia co- mo sujeto de lo fenoménico, en línea con lo cual se hace una rápida inmersión en la estética. Segundo, ¿en qué medida aporta la tradición filosófica occidental al proyecto de una filosofía en el presente? En este sentido se hace referencia al pensamiento de Empédocles, Descartes, Hei- degger y Zubiri -vale destacar que el comentario a las Reglas para la dirección del espíritu del pensador francés es el estudio más amplio de to- do el texto, mientras el trabajo sobre EmpédocJes resulta más breve y general de lo esperable-. Tercero, ¿cómo asumir la responsabilidad fi- losófica en nuestro continente? Problema que se contextualiza con un breve repaso de algunas de las propuestas más conocidas sobre la existencia y la naturaleza del pensamiento latinoamericano, y sobre todo las paradojas de su desarrollo, para luego destacar algunas de las categorías que más significativas que lo caracterizarían, y algunas de las posibilidades que se leerían desde la perspec- tiva política, ética y estética. La perspectiva fenornenológica, acaso en co- rrespondencia con la falta de contundencia del propio Husserl en su Quinta meditación cartesia- na a propósito del lugar cognitivo de la intersub- jetividad, parece llevamos a una suerte de reduc- cionismo subjetivista, por el cual se puede inter- pretar como un pensar que tiene a la Modernidad como el lugar propicio para su consagración y ampliación: "mi humanidad está llena de horizon- te e intencionalidad. Este horizonte me sirve para establecer lo que puedo considerar como un ideal o un modo de ser. .. dentro del cual puedo realizar mi vida como acontecer" (Vargas, p. 42). La pri- mera impresión que ofrece el filosofar del texto, en efecto, es precisamente la priorización, quizás excesiva, de una subjetividad sublimada, cual si fuese la razón esencial del pensar. Pero junto a ello reproduce la preocupación fundamental del Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XL (102),153-156, EXTRAORDINARIO, Diciembre 2002

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Germán Vargas Guillén. Pensar sobre nosotros mismos.Introducción fenomenolágica a la filosofía en AméricaLatina. Bogotá: Sociedad de San Pablo, 2002, 448 pp.

Compartiendo el horizonte

Es cuestión común encontrar en las intro-ducciones a la Filosofía la reposición de tópicosque no invitan más que a lectores azuzados porla obligatoriedad de salvar un determinado cursoo a nuevas víctimas de las tentaciones de los bai-les coribánticos de esta imprevisible disciplina.Al enfrentar la lectura del libro del Prof. Vargasnos vemos, no obstante, llevados algo más allá.No se trata solo de abrir el apetito a los grandestemas filosóficos, ni presentamos el método bá-sico que se ha de seguir, asuntos que trata con eldebido cuidado, sino de comprometemos en unproyecto mucho más amplio y exigente: ¿es po-sible pensar desde nuestro ser propio, sin porello perder la razón de ser en una tradición -laoccidental- que nos determina en nuestros mo-dos y sentidos? El autor estima que sí, asumien-do este compromiso desde la Fenomenología co-mo una fórmula posible para nuestra AméricaLatina. Sea discutible o no la opción, la sola pro-puesta, como proyecto para este continente y susesperanzas, nos resulta obligante. Es este preci-samente el horizonte que quisiéramos de algúnmodo asumir y compartir.

Tres momentos se plantean en el texto paradesarrollar el asunto: primero, ¿se puede temati-zar la Filosofía, esto es, asumirla en calidad decuestión? En esta perspectiva se considera la de-finición problemática de la misma, las condicio-nes vocacionales que mueven hacia esta, las razo-nes de su reposición en el mundo que vivimos yla cuestión del método; con esto se nos deja anteel tema fundamental a discutir: la conciencia co-mo sujeto de lo fenoménico, en línea con lo cualse hace una rápida inmersión en la estética.

Segundo, ¿en qué medida aporta la tradiciónfilosófica occidental al proyecto de una filosofíaen el presente? En este sentido se hace referenciaal pensamiento de Empédocles, Descartes, Hei-degger y Zubiri -vale destacar que el comentarioa las Reglas para la dirección del espíritu delpensador francés es el estudio más amplio de to-do el texto, mientras el trabajo sobre EmpédocJesresulta más breve y general de lo esperable-.

Tercero, ¿cómo asumir la responsabilidad fi-losófica en nuestro continente? Problema que secontextualiza con un breve repaso de algunas delas propuestas más conocidas sobre la existenciay la naturaleza del pensamiento latinoamericano,y sobre todo las paradojas de su desarrollo, paraluego destacar algunas de las categorías que mássignificativas que lo caracterizarían, y algunas delas posibilidades que se leerían desde la perspec-tiva política, ética y estética.

La perspectiva fenornenológica, acaso en co-rrespondencia con la falta de contundencia delpropio Husserl en su Quinta meditación cartesia-na a propósito del lugar cognitivo de la intersub-jetividad, parece llevamos a una suerte de reduc-cionismo subjetivista, por el cual se puede inter-pretar como un pensar que tiene a la Modernidadcomo el lugar propicio para su consagración yampliación: "mi humanidad está llena de horizon-te e intencionalidad. Este horizonte me sirve paraestablecer lo que puedo considerar como un idealo un modo de ser. .. dentro del cual puedo realizarmi vida como acontecer" (Vargas, p. 42). La pri-mera impresión que ofrece el filosofar del texto,en efecto, es precisamente la priorización, quizásexcesiva, de una subjetividad sublimada, cual sifuese la razón esencial del pensar. Pero junto aello reproduce la preocupación fundamental del

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XL (102),153-156, EXTRAORDINARIO, Diciembre 2002

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154 LUIS FALLAS

método husserliano: "a las cosas mismas", pordonde el encuentro con los otros debería verse nosolo posibilitado, sino obligado. El filósofo es unamante del saber, con una actitud reflexiva, e in-cluso trascendental, pero situado en el mundo, noen la soledad del sabio autócrata que goza comolos dioses epicúreos, en los intermundos lejos delazaroso devenir, sino sabiéndose con los demás:"es un pensar con los otros para hacer que cadadía la humanidad tenga oportunidad de realizarsu esencia, a saber su vida comunitaria" (p. 60).

Con todo, la formulación fenomenológicahace que este destino de la Filosofía se vea a lar-go plazo, como si la subjetividad necesitase cum-plir la mayor parte de sus pasos -acaso los pelda-ños de la scala amoris del banquete platónico enbusca de esencias puras-, sin poder valerse másque de sí misma. Y es esta la sospecha -una de lascondiciones principales del pensar, según el pro-pio autor (cf. pp. 104-5)- que nos hace dudar dela viabilidad del proyecto: ¿es posible filosofarsin un Sócrates que acompañe con su incómodainstigación? ¿Cómo decir sin anteponer al otro?

En este sentido, la renovación metafísica quepropugna el texto parece volver sobre lo mismo, co-mo si no se hubiese alcanzado a mirar más allá dela Modernidad que seguimos viviendo: "siempre lafilosofía termina construyendo el discurso sobre elobjeto que se le define como propio, puede ocupar-se, pues, del mundo, del ser, del hombre, de la rea-lidad, de la totalidad" (p. 101). Así, incluso ante laexigencia de la interacción social, el sujeto es quienofrece un sentido para el mundo, como si su lugartuviese la suficiente preeminencia para ser realmen-te creíble. El filósofo vuelve al lugar promisorioperdido, el sueño de todo platónico comprometido.

Esta impresión parece corroborarse en lalectura del cartesianismo que se ofrece en la se-gunda parte del libro, en la que se reconoce, noobstante, el fin de la Modernidad y del desplaza-miento del núcleo de poder filosófico al "yo-in-tersubjetivo" (cf. p. 185). En Descartes el autorencuentra las líneas metodológicas propicias pa-ra la propia sistematización de la Fenomenologíay, sobre todo, por lo que respecta a su universali-dad. Con esto debería poder superarse ese solip-sismo que supone que desde sí se puede dar ra-zón de todo lo dado, puesto que se deberían ofre-

cer líneas básicas que cualquier cognoscente pue-de seguir para alcanzar sin pérdida ni desvarío.La diferencia que aportaría la otra subjetividadno podría obviar los alcances rigurosos del queconoce sistemáticamente. La arbitrariedad, en es-te sentido, de quien se puede negar a aceptar laevidencia, no sería sino una posición errática.

La filosofía, así, parece convertirse en unamathesis universalis, cuyo problema fundamen-tal estaría en la sustentación de un sistema geo-métrica mente establecido, con lo cual las razonesparticularistas pierden fuerza y sentido: "la fun-ción del more geométrico radica en que permiteponer de manifiesto y como algo accesible lo queparecía darse solo en el terreno de la compren-sión individual o subjetiva" (p. 290).

Pero esta solución "episternológica" del pen-sar es solo una parte del cometido real del filoso-far para el autor, pues siempre surgen razones pa-ra seguir sospechando: después del gran desarro-llo de la Modernidad, nosotros, la Diferencia, se-guimos siendo los otros que apenas pueden apor-tar algunas pequeñas notas al margen de la Sabi-duría Occidental. Los "vencidos" necesitamos al-gún grado de proyección que no se remita conexclusividad al engrandecimiento de lo Mismo.

Es necesario reconstruir las preguntas de lametafísica desde nuestra perspectiva, lo cual pa-rece factible si pensamos en "hallar caminos pa-ra que los humanos encontremos un habitar poé-tico" (p. 308). Ciertamente seguimos en un juegotrazado por otros, pero en este no solo habrán deganar los superiores, sino también los astutos. Esfactible encontrar la manera de construir tantonuestra realidad -pese a la Posmodernidad, se-guimos en la punta de la Modernidad- cuantonuestro ser -el sueño griego nos sigue desvelan-do-, al modo en que Zubiri nos compromete;porque nuestra historia está en el reconocimientode lo que construye y no simplemente aniquila.

Por eso, creemos que la tercera parte del li-bro del prof. Vargas, pese a ser la más breve e in-cluso esquemática, es la que da la verdaderaorientación de esta introducción a la Filosofía.¿Es que se puede hacer fenomenología solo aten-diendo "a los textos mismos"? Para "pensar so-bre nosotros mismos" no podría haber otro lugarmás considerable que el propio.

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PENSAR SOBRE NOSOTROS MISMOS ISS

El primer capítulo de esta parte ofrece un pa-norama de algunas de las clásicas interpretacionesgenerales del pensamiento contemporáneo, desta-cando el carácter paradójico de la opción filosófi-ca en el continente: ¿cómo tomar distancia de latradición sin asumirla primero y con ello no caeren la tentación de entrar en su propio juego? ¿Có-mo no intentar universalizar, aunque nuestra re-gión sea aún un paralelo prescindible? La respues-ta parece ofrecerla un modelo categorial que con-venga a lo nuestro y profiera posibilidades signifi-cativas a los otros modos de humanidad. El textoofrece una selección de opciones, de las que sedestaca en el capítulo siguiente dos categoríasmuy nuestras: la intuición y la razonabilidad, sien-do la primera nuestra forma primera de asumir larealidad y la segunda la manera en que buscamosjustificamos y comunicar nuestras lecturas -desdeahí se atiende a la superación del solipsismo de fe-nomenólogo, pues la intersubjetividad se convier-te en una condición necesaria-o La experiencia demundo que alcanzamos nos abre a los demás, ha-ciendo de nuestras intuiciones no respuestas ple-nas y suficientes, sino convincentes verosímil-mente, gracias a su razonabilidad. En la intromi-sión de nuestra ontología regional también se pue-de encontrar rumbos de universalidad validable.

El texto sigue y culmina con tres breves ca-pítulos en los que se presentan vías de reflexiónética y política, primero ofertando una visión delo poético como vía posible para este mundo de-sentendido de lo divino. A este propósito se con-sidera imprescindible dar el paso moderno de lasecularización, es decir, llegar a la superación deunas estructuras de poder basadas en un autorita-rismo universalista, para darle el verdadero sen-tido singularista que tiene la subjetividad -siem-pre ensalzable en sus mundos posibles-, en lamedida en que se entiende en una correlación degestores; en otras palabras, en cuanto se abre auna perspectiva intersubjetiva, que permite sal-var la particularidad de los actores, así como elproyecto común. Pero en esta vía moderna nopodemos negar nuestros usos y costumbres: ellenguaje religioso sigue marcando nuestra coti-dianidad; lo que hace falta, en este sentido, esreorientar sus posibilidades, y es allí donde se en-tiende el valor de lo poético: "cuando no exista

más culto religioso, existirá religación, habrá undesplazarse en exterioridades que 'abren mundo'con la palabra; con la enseñanza acerca de lo po-sible, con la rememoración de lo vivido" (p. 382)-es este precisamente el paso utópico fundamen-tal en el autor, pues se encuentra allí para com-prender nuestro ser, historia y sentido-.

Así, por ejemplo, con Lezama Lima se en-tiende el valor de lo comunitario, en la conside-ración de la categoría de la "nosotridad": la expe-riencia latinoamericana muestra cómo se puedevivir sin creer que el "yo" sea la única posibili-dad situacional, cuando es el "nosotros" el quedebe asumir el acontecer. Lo político es comuni-dad, intersubjetividad y vínculos que nos permi-ten soñar, creer y esperar juntos, con la miradapuesta en que cada uno pueda seguir siendo suje-to de mundo, pero en el debido reconocimientode los demás.

En esta línea también se comprende el capítu-lo final del libro, en el que se considera el pensa-miento de R. Rorty, haciendo especial énfasis ensu lectura del liberalismo ético y político, en tantoque permite abrir espacios para el entendimientode los "otros". Rorty permite repensar lo ético re-cuperando los sentimientos morales, poniendo en-tre paréntesis las cuestiones metafísicas, tanto enla vía teológica, cuanto en la epistemológica. Ni lafalta de Dios ni la de la propia certeza filosóficadeben impedir el establecimiento de marcos de re-conocimiento del propio ser, signado primordial-mente por el concepto de dignidad personal, cuan-to del que se muestra como un alter-ego. Aquí esdonde la intersubjetividad adquiere sentido y fuer-za, pues ya no hablamos de una moral sustentadaen formalismos puros o exigencias convenciona-les, sino en sentimientos efectivamente comunita-rios: "la filosofía tiene que adquirir una tonalidad,un ritmo, una onda cordial" (p. 413). Ello tieneque ver también con la razón y con un pragmatis-mo no obviable, pero en función de un sentir con-vergente. Con esto se debería dar por superada lafórmula capitalista que sigue gobernando nuestrasrealidades inmediatas, con un evidente olvido delverdadero sujeto de la historia, a favor de un indi-viduo que es intocable, pero solo relativamente,esto es, en la medida en que no ofenda los intere-ses absolutos de los mismos.

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156 LUIS FALLAS

Probablemente la Filosofía se deba pensar co-mo un compromiso y una suerte de vocación. Enesta vuelta a su consideración, en correspondenciacon ello, se nos llama a vemos como una otredad

que también es digna, que merece un lugar, peroque está obligada a constituirlo y, por supuesto,aprovecharlo. Es este ese horizonte que, entende-mos, se configura para nuestro ser y verdad.

Dr. Luis A. Fallas LópezEscuela de Filosofía

Universidad de Costa Rica