German Rey (Medios de Comunicación y Vida Pública)

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Ponencia presentada al 3° encuentro mundial del tercer sector, Mimeo, Cartagena, 2000. GERMÁN REY * - MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y VIDA PÚBLICA Los medios de comunicación son hoy uno de los actores sociales con más presencia en la configuración de la vida pública. Mi observación tratará de explorar tres temas. En primer lugar, algunas características centrales de los medios, que los hacen muy importantes en la constitución de lo público, en segundo lugar, algunas problemáticas que se le presentan a los medios de comunicación a lo largo de Iberoamérica y que tienen repercusiones sobre el significado público de su acción y por último, intentaré esbozar una agenda pública (y totalmente provisional) para los medios. LA INFORMACIÓN COMO UN BIEN PÚBLICO Por lo menos se pueden insinuar cinco características de los medios de comunicación como actores importantes en la conformación de lo público. Los medios son escenarios de representación de lo social y a la vez lugares de circulación de puntos de vista, de sistemas más o menos plurales de interpretación. El carácter de socialización de los medios, en que se suele insistir tanto, tiene que ver precisamente con esto: más que transmitir creencias, conocimientos, imágenes, prejuicios (que lo hacen y a veces en gran medida), los medios de comunicación promueven modos de interpretación, “vocabularios para leer los textos”, como diría C. Geerts. Cuando hace años se le preguntaba a George Steiner, ese gran escritor contemporáneo, qué era una universidad señalaba, de una manera aparentemente sencilla, que las universidades son “casas para aprender a leer”. Algo semejante hacen los medios, a su manera: ofrecen alternativas de lectura, caminos de comprensión y de desciframiento de los problemas de una sociedad, modos de entender los acontecimientos que nos rodean. Pautas de interpretación que pueden obedecer a patrones rígidos o a relatos estereotipados, que inclusive se suelen ofrecer a las audiencias con distorsiones y fragmentaciones, con descontextualizaciones y temporalidades fugaces. Pero que aún, con esas limitaciones, muestran qué está pasando en las sociedades, delinean algunas de * Colombiano. Asesor del presidente de la Fundación Social, Defensor del lector del diario El Tiempo. Profesor de la Maestría en Comunicación de la Universidad Javeriana y miembro de la Fundación para la Libertad de Prensa.

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Ponencia presentada al 3° encuentro mundial del tercer sector, Mimeo, Cartagena, 2000.GERMÁN REY* -

MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y VIDA PÚBLICA

Los medios de comunicación son hoy uno de los actores sociales con más presencia en la configuración de la vida pública. Mi observación tratará de explorar tres temas. En primer lugar, algunas características centrales de los medios, que los hacen muy importantes en la constitución de lo público, en segundo lugar, algunas problemáticas que se le presentan a los medios de comunicación a lo largo de Iberoamérica y que tienen repercusiones sobre el significado público de su acción y por último, intentaré esbozar una agenda pública (y totalmente provisional) para los medios.

LA INFORMACIÓN COMO UN BIEN PÚBLICO

Por lo menos se pueden insinuar cinco características de los medios de comunicación como actores importantes en la conformación de lo público. Los medios son escenarios de representación de lo social y a la vez lugares de circulación de puntos de vista, de sistemas más o menos plurales de interpretación. El carácter de socialización de los medios, en que se suele insistir tanto, tiene que ver precisamente con esto: más que transmitir creencias, conocimientos, imágenes, prejuicios (que lo hacen y a veces en gran medida), los medios de comunicación promueven modos de interpretación, “vocabularios para leer los textos”, como diría C. Geerts. Cuando hace años se le preguntaba a George Steiner, ese gran escritor contemporáneo, qué era una universidad señalaba, de una manera aparentemente sencilla, que las universidades son “casas para aprender a leer”. Algo semejante hacen los medios, a su manera: ofrecen alternativas de lectura, caminos de comprensión y de desciframiento de los problemas de una sociedad, modos de entender los acontecimientos que nos rodean. Pautas de interpretación que pueden obedecer a patrones rígidos o a relatos estereotipados, que inclusive se suelen ofrecer a las audiencias con distorsiones y fragmentaciones, con descontextualizaciones y temporalidades fugaces. Pero que aún, con esas limitaciones, muestran qué está pasando en las sociedades, delinean algunas de sus transformaciones, advierten la irrupción de nuevas sensibilidades.En segundo lugar, los medios de comunicación son espacios sociales de contrastación de opiniones y sobre todo de deliberación social, una de las dimensiones centrales de la vida pública. En un estudio que dirigí hace unos años sobre la responsabilidad social de los medios de comunicación en Colombia y en el cual se cruzaron las opiniones de los dueños de los medios y las opiniones de muy diferentes sectores sociales se resaltó, muy especialmente, la función fiscalizadora de los medios. Los medios intervienen en la deliberación social promoviéndola o restringiéndola. La amplían, o la homogeneizan.

* Colombiano. Asesor del presidente de la Fundación Social, Defensor del lector del diario El Tiempo. Profesor de la Maestría en Comunicación de la Universidad Javeriana y miembro de la Fundación para la Libertad de Prensa.

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Nancy Frazer en “Iustitia Interrupta” (1999) le discute a Habermas su idea de una comunidad ideal de hablantes e insiste en definir lo público como un “foro discursivo” en el cual los participantes no dejan a un lado sus desigualdades, sus asimetrías.Obviamente que de esta característica nacen varios problemas, sobre todo si los medios son, como todos aceptan, uno de los poderes de las sociedades modernas, y ellos mismos adelantan acciones de fiscalización: ¿quién y de qué manera los fiscaliza? Es decir, cómo una sociedad garantiza que los medios no sean un poder desmedido? ¿Cómo se logra que los medios de comunicación estén al centro del debate público y que al estarlo se observe su modo de narrar los acontecimientos, sus formas de hacer visibles –o invisibles– a determinados actores sociales, sus maneras de acercarse a los problemas, la variedad o la reiteración de sus fuentes, sus procedimientos de restricción del ámbito público?Así como no creo en la simple racionalidad de los mercados para el funcionamiento de la economía, tampoco asumo que el desenvolvimiento del foro discursivo genere sus propios mecanismos de equilibrio. Pero avanzo mi punto de vista: tampoco soy partidario de resolver el problema a través de regulaciones estatales, que en el caso de los medios deberían ser mínimas pero consistentes. (Las sociedades tampoco pueden dejar al arbitrio a los medios, bajo una laxa definición del concepto de libertad de expresión). Creo en procedimientos de autorregulación adoptados racional y razonablemente por los medios y sobre todo en la interacción de la propia sociedad con los medios. Hacia el futuro la sociedad tendrá posiciones mucho más activas frente a los medios ante la repercusión social de sus actuaciones. Sociedades civiles más fuertes y dinámicas promoverán audiencias más proactivas y consumidores mucho más críticos.En tercer lugar, los medios de comunicación participan en la creación de agendas públicas, es decir, en la aparición social de temas y también intervienen en su desaparición o en su no aparición. Los medios no son sólo importantes por lo que dicen sino también por lo que no dicen, por lo que minimizan, dejan a un lado, pasan a un segundo plano de su atención y por tanto de su divulgación social.El concepto de “visibilidad” es central en la vida de los medios, y tal como lo planteó Hannah Arendt en su libro “La condición humana” (1958) central para la existencia de lo público. Lo público “es lo es visible y oído por todos, es lo que recibe la mayor publicidad posible” escribió Arendt, antes de distinguir a lo público como el lugar de la luz plena y lo privado como el lugar de los encantamientos más íntimos.La visibilidad en los medios se expresa, de manera concreta, en los temas que hace relevantes (con la luz plena), en las fuentes que participan en la interpretación de esos mismos problemas, en las miradas sociales que permiten circular, en el conjunto de argumentaciones que se hacen explícitas.En cuarto lugar, los medios de comunicación permiten mediaciones, conexiones sociales, relativamente activas, que pueden ampliar el ámbito público no sólo en sociedades con fuertes institucionalidades sino también en sociedades desinstitucionalizadas, en sociedades con pocos lugares de deliberación y participación social. Los medios han logrado ocupar ciertos espacios; ocupación que si bien ayuda en determinados momentos puede contribuir a una desinstitucionalización aún mayor de la sociedad. A veces actúan como jueces, otras como fiscales, en algunos casos filtran sumarios, en otras agilizan las relaciones entre los ciudadanos y las agencias del Estado. En algunos trabajos sobre capital social, como el realizado en Colombia por John Sudarsky, se ha

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encontrado una correlación entre institucionalidad y confianza en los medios. Mayor confianza y una credibilidad exagerada de los ciudadanos en los medios tiene que ver con menor realidad de capital social.La presencia del Estado en lugares distantes, pero a veces también en comunidades barriales marginales, la ocupa la radio facilitando enlaces, ofreciendo información institucional, favoreciendo la conversación social.En quinto lugar, el desarrollo de los medios de comunicación en Iberoamérica y en general en el mundo nos va mostrando que ese desarrollo está muy ligado a procedimientos de "modelación" de lo público. Discusiones sobre el significado público de la televisión o el sentido de los medios comunitarios contribuyen –como ha sucedido en Colombia, y tiende a suceder en otros países de América Latina– a un diseño social de lo público no sólo aplicable a los medios, sino ampliable a otros ámbitos de la sociedad. Dicho de otro modo: nuestro despegue del mimetismo entre lo público y lo estatal ha tenido que ver con las modificaciones experimentadas en planteamientos sociales sobre la economía, las comunicaciones, la aplicación de la justicia. No es un mero debate teórico.

ALGUNAS LIMITACIONES DE LOS MEDIOS EN AMÉRICA LATINA

Estas características de los medios se viven en realidades muy concretas en nuestros países. Por eso conviene echarle una mirada, así sea rápida, a las tensiones que la comunicación, y más particularmente los medios de comunicación, viven en América Latina. Hoy tenemos situaciones similares como también problemas muy parecidos. Todos hemos experimentado procesos fuertes de privatización de los medios, el desarrollo (unos en mayor escala que otros) de una infraestructura industrial de los medios. Pero también todos los países de América Latina se han enfrentado al desarrollo de las tecnologías, la hegemonía del mercado estadounidense de productos mediáticos, la globalización de la información, la obsolescencia de la normatividad jurídica sobre los medios, la aparición de otros actores mediáticos y de otras funciones sociales de los medios de comunicación.Uno de los problemas que tiende a convertirse en común tiene que ver con la limitación preocupante de los derechos informativos a través de leyes pero también de amenazas, persecuciones o control de medios y periodistas. Por una parte, conviene distinguir los debates que en la región se están produciendo sobre los medios. Son debates legítimos siempre que sean abiertos, que convoquen a diferentes sectores de la sociedad, que busquen consensos. En muchos países de América Latina se han producido al renovarse sus cartas constitucionales. Y eso está muy bien.Pero otra cosa muy distinta son los procesos de restricción de libertades civiles. En Venezuela hay preocupación sobre la creciente presión del gobierno sobre aquellos medios que critican su gestión y sus decisiones. En Perú existe una situación deplorable de los medios; la prensa llamada “chicha” o “ayayera” ha llegado a límites de degradación increíbles: transmiten información dada por los organismos de seguridad, reciben dineros para orientar su información, recurren a la calumnia para tratar de desvirtuar a los opositores políticos del gobierno del presidente Fujimori. La expropiación de un canal privado y la obediencia incondicional al régimen de otros es una realidad vergonzosa y perfectamente lamentable. Recientemente organismos internacionales como la OEA, Transparencia Internacional o la Fundación Carter, para mencionar sólo algunos, han demostrado la inexistencia de garantías en los medios para un cubrimiento medianamente justo de las elecciones presidenciales peruanas.

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En Colombia los medios de comunicación y los periodistas sufren presiones cada vez más fuertes de parte de los diferentes agentes del conflicto. La historia de asesinatos, actos terroristas, chantajes vivida durante la década de los 80 con el narcoterrorismo es una historia oscura de la presión de delincuentes sobre las libertades informativas de los medios y obviamente de los ciudadanos. Hoy en día el conflicto interno y la corrupción son dos fuentes de presiones indebidas sobre los medios y sobre los periodistas en Colombia que preocupan a la comunidad internacional.Este primer panorama de limitaciones, del cual hemos dado ejemplos de sólo algunos países, muestra la emergencia de nuevos autoritarismos reflejados en la presión sobre los medios y en el comportamiento de algunos medios venales. Pero existen otras manifestaciones: por ejemplo, la funcionalización de los medios a los gobiernos, ya sea por su articulación a las tecnocracias en el poder, por el proselitismo gubernamental, o por las dependencias medios-gobiernos, que se dan al unir intereses informativos con intereses económicos.Hemos trabajado con Jesús Martín-Barbero lo que ha significado la unión de comunicación y gobiernos de expertos, la combinación entre marketing político, imagen gubernamental, encuestas de opinión y comunicación.Si la democracia es “un gobierno de opinión” como ha sostenido José Joaquín Brunner, existen espejismos de las democracias que reducen los gobiernos a cuestiones de imagen. La democracia cede realidad y cobra simulacro. y como sabemos la democracia es mucho más que imagen.Un segundo punto en este panorama es la inserción de los medios de comunicación en las lógicas comerciales, en el desenvolvimiento de los mercados. Es importante por eso discutir, desde la perspectiva de los medios en América Latina, lo que significa el encuentro entre narrativas informativas y lógicas corporativistas, el encuentro entre la representación mediática de lo social y la conversión de los medios de comunicación en grupos informativos y económicos muy poderosos.Sabemos que la tendencia corporativista que se vive en la economía latinoamericana (fusiones, creación de grandes grupos, ingreso a los mercados latinoamericanos de corporaciones financieras gigantescas) también se vive en el campo de las comunicaciones. Sobre todo cuando las comunicaciones se han articulado por una parte a las nuevas tecnologías (computadores, telecomunicaciones, digitalización), y por otra, a la globalización de las sociedades. Inclusive, en algunos casos, las grandes corporaciones financieras, por ejemplo bancos, son dueños de las empresas de telecomunicaciones.Todo esto incide sobre las realidades de lo público en Iberoamérica. Un solo aspecto, que he trabajado en mi libro “Balsas y medusas. Visibilidad comunicativa y narrativas políticas” (1999) es el del cambio de la idea y sobre todo de las prácticas de la propiedad de los medios. Ella ha abandonado parámetros viejos como, por ejemplo, el de la acumulación por compra, para dar paso a nuevas lógicas. Fusiones, alianzas, sinergias, consensos operativos. Estas modificaciones plantean una serie de preguntas que inciden sobre lo público: ¿qué significan las uniones de empresas de contenidos con empresas de soporte tecnológico? ¿Cómo interactúan los medios globales con el desarrollo de los medios locales y regionales? ¿Qué problemas se derivan de la relación entre el papel de informar y las necesidades de mantenerse económicamente? Es obvio que los medios son estructuras comerciales. Pero también es obvio que son mediadores sociales que trabajan con un bien público: la información. El carácter de empresa no puede hacer olvidar esto sino, por el contrario, la sociedad y los medios deben resaltar las tensiones que están en juego. La

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autonomía informativa frente a los intereses comerciales, la estandarización de los productos mediáticos frente a su indispensable variedad, la adaptación de la información al rating frente a los derechos informativos de las audiencias, la restricción comercial de los géneros frente a la indispensable presencia de diversas formas de narrar.Lo empresarial no debería de ningún modo ser opuesto a lo público, pero aquí hay sin duda un campo de debate fuerte y decisivo: cómo habiendo adoptado las lógicas de operación de los mercados los medios permanecen fieles a su obligación pública. Cómo siendo empresas eficientes y modernas los medios acrecientan su autonomía informativa, la calidad social de su información.Un tercer punto es la intervención muy activa de los medios en las interacciones entre globalización-mundialización e identidades locales.Asistimos a la transformación de temas que tenían hasta hace poco una cobertura reducida de la agenda mundial. Esto quiere decir, palabras más palabras menos, que varios asuntos que viven nuestros países concentran hoy la atención mundial, por ejemplo, los derechos humanos, el cuidado del medio ambiente, las guerras o conflictos internos y la circulación de las drogas. Pero no solamente eso. Actores sociales que hasta hace sólo unos años permanecían en la oscuridad, inclusive de sus propios países, ahora son visibles mundialmente. Un ejemplo son los indígenas Uwa´s colombianos, cuyas luchas son anunciadas no desde el centro de sus resguardos sino desde los estudios televisivos en Los Angeles, junto a activistas de ONG y el juez Garzón.Las discusiones en este tema son muchas: una, las identidades, para algunos amenazadas por una suerte de cultura mundial homogeneizada, por imágenes universales que adoptan los modelos de Hollywood y en general de la industria cultural masiva norteamericana. Otro tema es la necesaria estandarización de los productos populares latinoamericanos desde su música hasta sus artesanías o sus telenovelas. Supuestamente la inserción en los mercados simbólicos y económicos mundiales obliga a una traducción que tiene, de seguro, mucho de traición.En cuanto al primer tema es verdad que crece la oferta en nuestros países de los productos mediáticos estadounidenses, muy por encima de los europeos y de los casi inexistentes asiáticos o africanos. Las redes de comercialización del cine están marcadas por el empobrecimiento de la oferta; inclusive dentro de la producción estadounidense se deja por fuera las producciones del cine independiente. Un empobrecimiento mediático que significa un empobrecimiento cultural y simbólico. Sin embargo, al lado de esta importante oferta está la producción regional y nacional que se sostiene y sobre todo que cuenta con altos grados de recepción por parte de la gente. La televisión, por ejemplo, no ha sucumbido a la oferta extranjera a pesar de que esta ha crecido a unos niveles que se desconocían en el pasado, algo similar sucede con la música como sostiene Yúdice.En cuanto a lo segundo, los productos populares latinoamericanos sufren los efectos de cierta estandarización necesaria pero han sabido permanecer cercanos a su propia condición local. Es más, estas características locales y regionales permiten su identificación en el mercado transnacional.Un tema central es la relación de medios e identidad. En “Consumidores y ciudadanos” Néstor García Canclini recuerda la importancia que la industria de los medios ha tenido en la recreación de la identidad de nuestros países. Si la identidad es una construcción que se relata, este relato ha tomado el camino de las músicas, el melodrama, las literaturas.El cuarto punto es la intermediación social que están llevando adelante los medios en América Latina, la mediatización de la participación social y de las

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relaciones de los ciudadanos con el Estado o con los otros ciudadanos. Una versión de este tema, que merecería una reflexión particular, es la ritualización mediática de la política. Para los políticos estar en los medios es existir; hay entonces una relación entre política e imagen, política y simulacro que ha aumentado su importancia en los procesos electorales o inclusive en la propia gestión gubernamental. Una cuestión que trató certeramente Milan Kundera en su novela “La Inmortalidad” (el paso del político al imagólogo) y que ocupa un lugar especial en lo que se ha denominado “la videopolítica”, es decir, el papel de los medios de comunicación en la representación de la política y en la formación de las culturas políticas contemporáneas.Y el quinto punto se refiere a una serie de falencias del manejo de la información que se pasean por el continente: la invisibilidad de determinados temas y determinados actores, la pérdida de densidad del análisis y la propensión hacia un periodismo “light”, la banalización de la información, la insistencia en una brevedad que se acomode supuestamente a las nuevas rutinas de la gente como a su aparente falta de tiempo para la lectura. La tensión entre memoria e instantaneidad mediática, el énfasis en un pensamiento único y la poca circulación de información local y regional (o su conversión a unas pautas centrales de información) son otras características de un periodismo que se debate y critica en muchos países del continente.

UNA AGENDA PÚBLICA PARA LOS MEDIOS

¿Qué significaría una agenda pública para los medios? Propongo pensar cuatro dimensiones.Una primera dimensión de la agenda pública es la resignificación de los medios de comunicación como escenarios de representación de lo social, como medios que narran lo social. Esta dimensión subraya de inmediato la potencia pública de la acción de los medios. Mucho de lo que cualquier ciudadano común y corriente conoce como “actualidad” nacional o mundial se lo han propuesto los medios de comunicación; mucho del conocimiento e incluso de la interpretación de los conflictos que viven nuestros países es construido por los medios, en relación con otras agencias de la sociedad.Pensar a los medios de comunicación como administradores privados de un bien público, la información, es restituirles su inmensa importancia social como también su decisiva responsabilidad pública.Una segunda dimensión tiene que ver con la interacción que se está dando, cada vez de manera más sólida, entre los medios de comunicación y otros actores sociales como, por ejemplo, las organizaciones civiles, las organizaciones del Tercer Sector.Afiliados tradicionalmente a los partidos políticos, los grupos económicos, los dirigentes sociales y en general a los poderes actuantes, los medios han vuelto poco a poco los ojos hacia las organizaciones del Tercer Sector. Por varios motivos. Porque las explicaciones que otros producían se han deteriorado, porque la legitimidad de ciertas instituciones está sufriendo una crisis profunda, porque las organizaciones no gubernamentales han aumentado su presencia y su importancia tanto nacional como internacional.Cuando hoy se discute de economía, de desarrollo o de medio ambiente se tienen las versiones de los gobiernos, de las grandes agencias pero también de los movimientos sociales y de las organizaciones de la sociedad civil local y mundial. Los recientes hechos de Seattle y de Praga demuestran tanto la existencia de otras clases de movimientos como la aparición de nuevos activistas y de otros modos de movilización política. Y en todo lo anterior tiene

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gran importancia la comunicación y las nuevas tecnologías que permiten una rapidez de la convocatoria, que hasta hace unos años era completamente imposible.En un texto que escribí hace un tiempo, llamado “Seducciones y encuentros”, estudié las relaciones entre medios de comunicación y ONG. Demostré que a los medios les interesan los temas de las ONG, sus vínculos con la comunidad, la originalidad de algunos de sus planteamientos, el poder que están adquiriendo en todas las sociedades, desde las más industrializadas hasta las más pobres. Las ONG permiten un amplio tejido de solidaridades, conocimientos y movilizaciones que organizaciones del pasado casi nunca pudieron lograr. A su vez, a las organizaciones del Tercer Sector les interesan los medios porque los pueden hacer visibles, facilitan el debate de sus ideas, colaboran en la promoción de sus acciones.Sin embargo, no son nada fáciles sus relaciones. En mi estudio las dibujé con el nombre de dos conocidas películas: “Atracción fatal” y “Encuentros cercanos del tercer tipo”.Los medios piensan que las organizaciones del Tercer Sector tienen un lenguaje abstruso, que sus lógicas se apartan demasiado de las que mueven a los medios, que sus objetivos sociales y políticos son demasiado heterogéneos y fugaces. A su vez, las organizaciones civiles piensan que los medios son demasiado frívolos, que todo lo intentan convertir a su propio lenguaje espectacular y seductor y que tienen la propiedad de reducir todo aquello que es originalmente denso y lleno de matices.La interacción de los medios y las ONG, bajo condiciones adecuadas de comprensión mutua, será hacia el futuro una de las alianzas más importantes para una refiguración de lo público, en la que cada vez quepan más personas, más temas, más debate.Una tercera dimensión es el desarrollo de los vínculos entre medios de comunicación y libertades civiles. Cada vez son más profundos e impactantes los debates que unen en nuestros países el derecho de la información a otros derechos fundamentales, en que se plantea de otro modo el llamado derecho de la información. En cuanto a lo primero, el derecho de información se asocia con derechos como la honra o la intimidad y en cuanto a lo segundo el derecho de información se interpreta como de doble vía: por un lado, el derecho de los medios y los periodistas y, por otro, los derechos de las audiencias, de los lectores.¿Cómo la articulación de estos derechos permite hoy un espacio para la política y para la configuración de las ciudadanías? Como he adelantado en unos trabajos recientes, creo que en las realidades de la comunicación que viven las mujeres y los hombres latinoamericanos de hoy hay inmensas posibilidades de expresar y de vivir la ciudadanía. El derecho de información se está convirtiendo en un campo de conformación de ciudadanía.Desde lo público cobran importancia los derechos de rectificación y de tutela frente al poder de los medios, las veedurías de los mismos, los defensores del lector, las experiencias de prensa escuela, los mecanismos ciudadanos que debaten la labor de los medios. Experiencias que ayudan a ampliar el sentido público de estos.Y una cuarta dimensión es la incorporación de la comunicación como un referente central de los procesos de participación ciudadana. Una comunicación que deje de ser apoyo simplemente instrumental de los procesos políticos y de la acción ciudadana y pase a ser dimensión central de las nuevas culturas políticas.