Gerencia en Acción La dificultad de aprender en el...
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CC-1133DOMINGO 23 DE NOVIEMBRE DE 2008 Finanzas
Gerencia en Acción
“Solamente en la medida en que nospreocupe lo que pasa allá afuera,
en el mundo y las cosas,y no de nosotros mismos
o de nuestras necesidades, solamenteen la medida en que realizamos
una misión, cumplimos un deber, llenamos un sentido o realizamos
un valor, en esa medida nos realizamos”
V. E. Frankl
CHICHÍ PÁEZ
Una de las competencias intelectuales quedebe desarrollar un líder que pretenda serexitoso es su rol pedagógico de educar asus más cercanos seguidores. Para cumplircon esta compleja responsabilidad las per-sonas que ocupan cargos en los diferentesniveles estratégicos organizacionales de-ben de tener un conocimiento actualizado ypor supuesto saberlo utilizar. Éste se lograpor medio del aprendizaje inteligente, elcual consiste que para poder aprehendernuevos conocimientos, hay que desapre-hender lo aprehendido. Ejercitación estaque cuesta mucho llevar a cabo, debido a
que la mayoría de las personas son escla-vas de sus propias costumbres y experien-cias, utilizan en su estilo de comportamien-to un alto porcentaje su cerebro reptil, quetrae como consecuencia una gran resisten-cia a los cambios y permanecen “clavados”en el pasado y la norma establecida en es-te mundo que corre a mucha velocidad sonlas transformaciones y, pareciera ser queéstas los están dejando atrás. Muchos deestos “líderes” siguen utilizando modelosobsoletos y no han asimilado, tampoco pro-fundizado sobre la siguiente afirmación deTakumi: “Ay de aquéllos que aún cono-ciendo las herramientas del futuro, si-guen esclavos de lo que en el pasado fun-cionó”. Lamentablemente, un alto porcen-taje de los líderes venezolanos, tanto en elentorno privado como en el público, no hanaprendido la lección que: °Dirigir es edu-car!
Debido a las realidades expresadas en elpárrafo anterior, a esos líderes se le dificul-ta cada día adquirir nuevos conocimientospara transformar su área de influencia enun escenario altamente motivado hacia elaprendizaje inteligente. Tanto la experien-cia como los conocimientos acreditan laexistencia de tres tipos de motivos: a) mo-tivos extrínsecos, que estimulan a las per-sonas a actuar por lo que recibe del entor-
no; b) motivos internos intrínsecos, quemueven a las personas a actuar por loscambios internos que experimenta al reali-zar la acción y c) motivos internos tras-cendentes, que mueven a las personas aactuar por las consecuencias de sus accio-nes en los otros. Los seres humanos cuyoestilo de motivación está orientado por losmotivos internos intrínsecos, tienen una al-ta motivación al logro, siempre su compor-tamiento está direccionado a la búsquedacontinua de la excelencia y, los errores quepueden haber ocurrido, representan paraellos un Gran Maestro, y ese error másnunca vuelve a cometerse. Estimular estadistinción dentro del modelo mental y eldominio personal quiere decir, en primerlugar, que el modelo de funcionamiento dela interacción precedente de una acción ohábito de actuación, es mucho más comple-jo que los paradigmas anteriores.
Tratar de implantar este nuevo paradig-ma de aprendizaje en el liderazgo, requie-re establecer algunas diferencias funda-mentales. La primera de ellas es respectoa los estilos de actuaciones anteriores esque no sólo se modifica el motivo de actuar,sino que también los escenarios en dondese actúa tienen gran influencia. Esta dife-rencia es significativa por cuanto el proce-so de interacción siempre estará presente,
las nuevas reacciones del ámbito dependenno solamente de la acción del agente decambio, sino también de las nuevas carac-terísticas del entorno después de la trans-acción preliminar, es decir: Del aprendiza-je del entorno. Tanto las acciones, comolas reacciones en los diferentes momentosson altamente diferentes y están condicio-nadas de lo que aprenda la persona y de loque puedan asimilar los escenarios par-tiendo de los estados iniciales.
La segunda gran diferencia es la coexis-tencia del aprendizaje estructural intra-motivacional, en justicia del cual las per-sonas van descubriendo la riqueza de lasdiferentes clases de motivación y de susmatices y, además, hay un aprendizaje es-tructural intermotivacional, por mediodel cual se va revelando la importancia,que tienen para las personas que ocupancargos de lideranza; cada uno de los trestipos de motivos: extrínsecos, intrínsecosy transcendentes. La tercera diferenciarespecto a los paradigmas anteriores serefiere a la dirección del aprendizaje dellíder y del entorno que, a su vez, estácompuesto por otros elementos.
De acuerdo a los especialistas en apren-dizaje organizacional, afirman, que lo mássignificativo es que es exactamente igualrespecto a los intereses del propio líder,
porque si el sentido de la vida humana estáen “su propia transcendencia”, solamen-te incrementando el peso de los motivostrascendentes en sus decisiones, cumplirásu fin como líder. Estas ideas reclaman dosclaridades: la primera es que esta condi-ción permite el equilibrio y la interacciónen las organizaciones, no la asegura, pues-to que como se ha comprobado el líderpuede variar el proceso de acción me-diante su libertad; la segunda es que todaorganización que favorezca un aprendiza-je intermotivacional, en el que los moti-vos transcendentes vayan disminuyendo,está sembrando la semilla de su autodes-trucción, debido que en el transcurrir deltiempo y la repetición de dichas accionesel conjunto de sus miembros irán sintien-do que cada vez les importa menos lo queocurra en su entorno.
Así, pues, a muchos líderes que se hanformado en épocas y circunstancias ante-riores les es muy dificultoso cambiar losparadigmas de sus modelos mentales y desu dominio personal. En otras palabras lescuesta aprender y fijar las nuevas realida-des, que conllevan un cambio actitudinaldiferente al acostumbrado y sobre todoaprender de sus errores y estar conscien-tes de no volverlos a cometer.
La dificultad de aprender en el liderazgo
ALEJANDRO VILLALOBOS
Cuando Mónica de Tucci regresó de unviaje de quince días por Italia y fue al su-permercado, notó de inmediato que losprecios habían subido drásticamente.
-°Dios santo!”, exclamó. ¿Qué pasóaquí? Todo se disparó. De repente huboun pico en la inflación.
Ella misma se consuela diciéndose queal comparar los precios de Europa con losde Venezuela, sacar la cuenta y llevarlos aeuros, los productos resultan muy costo-sos. Pero, aunque su pensamiento es váli-do, la realidad es que sí: hubo un pico en lainflación. Todos los meses los hay, pero alsepararse por dos semanas de la realidadvalenciana, tuvo un impacto, como si depronto hubiera abierto los ojos.
La inflación para Valencia se ubicó en25,1% en octubre, de acuerdo al Indice Na-cional de Precios al Consumidor, que emi-tió el Banco Central de Venezuela. De sep-tiembre a octubre, en el lapso que Mónicaestuvo fuera del país, el índice general su-bió 3 puntos porcentuales, pues estaba en22,1%. Pero, el de alimentos y bebidas noalcohólicas, se incrementó en 5 puntos por-centuales, de 27,8% en septiembre a 32,8en octubre. Mónica tenía razón.
Era la primera vez que Mónica cruzabael charco, como ella misma lo dijo. “Eraun sueño que hice realidad”, comentó.Aunque su abuelo paterno es italiano ensu árbol genealógico, admitió que le gus-taría vivir en Italia, a donde se fue unahermana suya hace cuatro años. Aseguraque es tan venezolana como la arepa y quesólo le queda el apellido. Ella es la tercerageneración.
Mónica es la que hace el mercado en sucasa y al regresar a sus quehaceres, des-pués de quince días desconectada, quedótan abrumada que se lo comentó a su es-poso Salvador.
Tiene una forma muy particular de ha-cer las compras de la casa. Adquiere sólolo necesario y va al supermercado -que lequeda muy cerca- hasta tres veces por se-mana. No es de la que va cada quince días
o un mes y llena dos carritos.Por eso, no sabe responder con exacti-
tud cuando se le pregunta cuánto gasta enalimentos y otros víveres.
Lo que sí ha observado es que lacuenta siempre se hace un poco más ylas bolsas son menos. Donde ha vistoque los precios continúan en ascensoes en los artículos de higiene personaly los de limpieza. Tiene sus marcaspreferidas en estos renglones y tratade mantener la fidelidad mientras elprecio no se vuelva “exagerado”.
Pero cuando la marca tradicional au-menta demasiado de precio, busca otraque tenga la misma calidad pero que seamás económica. Siempre hay opciones.
De acuerdo a su filosofía ahorrativa, Mó-nica ha disminuido la cantidad de produc-tos que compra. Por ejemplo, perdió ya lacostumbre de comprar un desinfectantepara cada uno de los tres baños que hay enel apartamento. Se trata de comodidadporque ella misma es la que hace la limpie-za. Pero, ahora compra un sólo frasco paralos tres. “Trato de economizarlo sin arries-gar la limpieza”, sentenció.
No se complica. “Mecánicamente com-pro lo que necesito”, advirtió. “No se com-
pra chucherías, ni malta, ni refresco, nimermelada. Sí latas de atún, sardinas,aceite, pasta de tomate”.
Su hija Margarita, de 25 años y con unpar de años graduada de comunicadorasocial en una universidad privada, hace aveces mercado, con los cesta-tickets de sutrabajo. Le trae lo que ella usa, pero Mó-nica le reclama que eso es costoso.
Las compras en el supermercado y enotras tiendas las paga con su tarjeta de cré-dito. Por comodidad. “Me ahorro el fastidiode que no me den mi vuelto completo. Sequedan con 30, 20, 10 y yo soy débil de ca-rácter para esas cosas”, explicó.
Piensa en que a cada quien le quedandebiendo vuelto, ¿Esa sumatoria aquién le queda?
Y la tarjeta la paga antes de que el messe cumpla, para evitar le cobren intereses.“Hasta ahora, me he manejado así”, dijo.
Su compra interdiaria en el supermer-cado generalmente son 50 bolívares fuer-tes. Pero ya no baja de allí, incluso a vecescasi llega a 100 bolívares fuertes.
-Y son menos las bolsas. Con decirteque subo a pie, aunque a veces me pesan.
Los Tucci viven en una de las partesmás altas de la urbanización El Bosque,
donde los diseños avanzados de los edifi-cios hacen juego con la vía empinada quetermina en una pequeña redoma. Desdeel balcón de su apartamento -un santuariode unos 150 metros cuadrados, muy bienorganizado y con una decoración propia ynutrida por muchos años- se puede obser-var buena parte de la cuidad y disfrutarde un fresco pocas veces percibido en unaurbe tan agitada como Valencia.
Allí viven ella, su esposo y su hija,quien, como su padre, tiene empleoformal.Ama de casa completaPor decisión propia y “sin saber por qué”Mónica cerró su consultorio odontológicohace unos cuatro años y se dedicó a su ho-gar. “Soy la cachifa. Hago mercado. Pagolos servicios. Soy la administradora. Coci-no. Lavo. Plancho. Limpio”.
Está feliz. Hace yoga, estudia italiano ycamina en las mañanas y es cuando co-mienza su rutina, que no termina de abu-rrirla. Asegura que ha podido distribuirperfectamente los ingresos de la familiaque vienen de una sola fuente: su esposo.“Yo le digo a mi hija que lo que ella ganalo use para ella y el mantenimiento del ca-rro”. Salvador es un abogado con más de
20 años en una empresa privada. Él confíaplenamente en ella. Le entrega el dinero yMónica se encarga de todo y hasta se aho-rra de contratar a una persona que hagalos oficios, incluyendo la comida que debe-ría darle. Tiene el control de todo, en basea planificación. Lleva las cuentas de su ho-gar como si se tratara de una empresa concapacidad de dar muchos dividendos. Poreso, su dedicación es a tiempo completo yun poco más.
Cuando termina sus tareas del día, suregalo es ver televisión. “El cable lo apro-vecho al máximo”, dice Mónica que ha tra-tado de apartarse de la diatriba políticadel país viendo canales extranjeros.Solvencia totalLa familia no tiene deudas. El aparta-mento está cancelado y las tarjetas decrédito están totalmente controladas.
Mónica ejerció la odontología hasta nohace mucho, pero cuando paró, no sintióque le faltaba dinero. “Estoy en mi casa,colaboro con lo que ellos (esposo e hija)necesitan”, comentó.
“Poco a poco hago las cosas. Este apar-tamento es muy sabroso. Tengo todo aquí:internet, cable. Es nuestro santuario”.
Como buena parte de su familia está enCaracas hace muchas llamadas nacionales.Por eso tiene un plan para ese tipo de lla-madas y paga 155 bolívares fuertes al mes.
Lo demás es cuestión de ahorro. “Soyapaga-luz”.
Todos estamos acoplados, el resto de lafamilia colabora.
La inflación obliga a Mónica a ponersemás alerta. “Si quiero comprar unos zapa-tos me espero. Antes compraba mucho,pero ahora no. Hay que mesurarse, siem-pre hay que ahorrar”.
* Los nombres de los entrevistadospara este reportaje fueron cambiados,por petición de ellos.
** Este reportaje forma parte delFondo Germán Carías en el marco delProyecto Medios y Democracia en Vene-zuela de la Universidad Católica An-drés Bello (UCAB)
Los Tucci tienen como filosofía de vida el ahorro
La inflación obliga a familias valencianas a mantenerse alerta
La inflación para Valencia se ubicó
en 25,1% en octubre, de acuerdo
al Indice Nacional de Precios
al Consumidor, que emitió el Banco Central
de Venezuela. De septiembre
a octubre, en el lapso que Mónica
estuvo fuera del país, el índice general subió 3
puntos porcentuales, pues estaba en 22,1%.
Pero, el de alimentos y bebidas
no alcohólicas, se incrementó en 5 puntos
porcentuales, de 27,8% en septiembre a 32,8
en octubre. Mónica tenía razón.
Para Mónica, después de los alimentos y los artículos de limpieza, hayque cancelar los servicios. Y de inmediato tiene quejas. Aseguró queel condominio es costosísimo. “Estamos pagando una deuda de Hi-drocentro. El último salió en 615 bolívares fuertes”. Y no hay piscina.Sólo una fuente en la entrada del edificio, que fue diseñado para apro-vechar la luz del día y el fresco de la tarde.Pero, considera que el servicio más caro es el del aseo. “No funcionay es el que más aumenta, el que hace que el recibo de la luz sea másalto. El servicio es pésimo”, comentó.En Valencia, de acuerdo con la cifras del BCV, los servicios de la vi-vienda (excluyendo el teléfono) se han incrementado de enero a octu-bre en 6,1%. Aun así este índice local está muy por debajo del nacio-nal, que se ubica en 9,2%.El impacto de los precios ha sido tan fuerte que llegó a las zonas másaltas de la ciudad. Y quienes tienen ingresos fijos y más o menos hol-gados ya no consumen como antes.Mónica de Tucci dijo que para salir a comer o ir al cine hay que pen-sarlo, porque es costoso. “Nosotros comíamos afuera viernes, sábadoy domingo”. Pero ese regalo ahora sólo se lo dan los sábados. Aun-
que sea para comer un dulcito.Los precios en restaurantes y hoteles se han incrementado en lo queva de 2008 en 34,4%, en Valencia. Y es una tendencia que viene deaños anteriores. Ese cambio no es nuevo. Hace siete años que la familia se mudó a suactual residencia y modificó algunos hábitos. Las vacaciones, por ejemplo, ya no son tres veces al año: SemanaSanta, agosto y diciembre.“Ibamos mucho a Barquisimeto, desde el viernes en la mañana y nosquedábamos hasta el domingo, pero no es como antes. Nos quedába-mos en un hotel, las comidas, nos íbamos a Guadalupe a comprarmadera tallada”.Mónica aseguró que se ha puesto ahorrativa. “Toda lavida he sido buena administradora, pero últimamente me da comosusto gastar en tonterías”, dijo.No se han deshecho de los carros, más bien le compraron uno a suhija cuando obtuvo su título universitario. Mónica tiene un Toyota Coro-lla año 97, que no tiene ni 55 mil kilómetros. Lo venderá. Está en susplanes del próximo año comprar uno nuevo. “Cuando quiero algo, ha-go una logística, me planifico, ahorro”.
Condominio Costosísimo
A-88 MIÉRCOLES 3 DE DICIEMBRE DE 2008Ciudad
Los Moreno vendieron carros y propiedades para pagar intereses
“No ganamos ni la décima parte de lo que percibíamos antes”
ALEJANDRO VILLALOBOS
Aunque son profesionales, con
posgrados en el exterior y am-
plia experiencia laboral, los
Moreno no tienen empleo for-
mal. José Antonio trabaja de
manera independiente en el
área para la que está formado,
las finanzas. Su esposa, Morel-
ba, aplica sus conocimientos
universitarios de Economía en
un negocio pequeño y propio,
que resume fácilmente: “Vendo
plata”.
Ellos deberían sumar dos
personas a los 964 mil 334 ve-
nezolanos sin empleo (de
acuerdo al Banco Central de
Venezuela en el primer semes-
tre de 2008). Pero, al realizar
actividades económicas infor-
males, el Gobierno Nacional
los ubica en el rango de los
“ocupados”, que son casi 11 mi-
llones y medio de ciudadanos,
apenas un millón menos de los
que tienen edad para trabajar.
Los Moreno comparten un
apartamento de tres habitacio-
nes y dos baños con la familia
que conformó su hijo mayor, de
27 años, quien está a punto de
graduarse de administrador
comercial: una esposa, una ni-
ña de 4 años y un varón de 12
meses. La residencia está en el
piso 3 de un edificio sencillo y
de más de una docena de años
en la urbanización El Bosque,
donde se supone que viven los
valencianos que tienen ingre-
sos superiores a la media y una
calidad de vida tan elevada co-
mo la altura de la zona. El otro
hijo, de 19 años, estudia en la
Universidad Simón Bolívar, en
Caracas.
Un vigilante sin uniforme
permite el acceso al inmueble,
después de oír las correctas
respuestas a sus preguntas.
“Es en el piso 3”, dice. Para
anunciarse desde el pasillo hay
que tocar la puerta, porque no
hay timbre. Los muebles no
son nuevos, pero sí cómodos.
Se han suavizado con los años,
las preocupaciones y los logros
familiares.
Sobre la mesa de madera en
el centro de la sala hay una Bi-
blia, un libro sobre la vida de
Bolívar y otro de historia, que
comenta las hazañas de los
próceres de la Independencia
venezolana.
Allí se mudaron hace 13
años. El apartamento costaba
27 millones de bolívares y José
Antonio pidió un crédito de 10
millones, que era lo que necesi-
taba. En ese tiempo tenía bue-
nos ingresos y algunos acree-
dores le debían 19 millones de
bolívares. “Yo pensé: cobro,
pago el crédito y me quedan 9
millones”, comentó. Pero no
agregó otros elementos insos-
pechados a esa fórmula.
Sus deudores se demoraron
más de la cuenta para cancelar
y hasta rescindieron contra-
tos. Sin embargo, como pudo
fue pagando. Al cabo de tres
años, cuando revisó la deuda
inmobiliaria descubrió que la
situación se pondría peor. A
pesar de pagar a tiempo las
cuotas, ya debía 147 millones
de bolívares por el crédito de
10 millones. Se negó a seguir
pagando. Fue entonces cuando
explotó la crisis por este tipo
de créditos.
Los créditos indexados fue-
ron entregados entre 1996 y
2001 por la banca privada ve-
nezolana, para adquisición de
vivienda principal y otros bien-
es. Suponían el cálculo men-
sual de los intereses basados
en el incremento salarial o la
inflación. Ante el aumento de
los precios en aquella época, se
incrementaron las tasas; los
ciudadanos sólo pagaban inte-
reses y no amortizaban capital.
Esto porque otro principio del
crédito indicaba que no se co-
braría más de 30% del ingreso
familiar, pero el remanente no
pagado era refinanciado auto-
máticamente y sumado al capi-
tal. Se cobraban entonces inte-
reses sobre intereses. Fueron
prohibidos por el Gobierno en
2004.
Los Moreno vivieron mo-
mentos amargos. “Aquí vinie-
ron los abogados a tumbarnos
la puerta, a hacernos una per-
secución, un amedrentamien-
to”, dijo José Antonio, quien
supo manejar la situación por
haber trabajado en bancos.
Morelba se asustaba y no sabía
qué decir.
Hace dos años, José Antonio
Moreno firmó el refinancia-
miento de la deuda. “En el do-
cumento hay como 20 reconsi-
deraciones”, dijo. El banco tu-
vo que bajar la cifra de casi 150
millones a 7 millones.Más problemasDurante el segundo período de
Carlos Andrés Pérez comenzó
a verse comprometido el ingre-
so del venezolano común. Se-
gún recordó José Antonio Mo-
reno, fue cuando la economía
mostró los primeros síntomas
de fatiga. Pero aseguró que él
pudo aguantar por un tiempo
hasta el inconveniente con la
hipoteca.
Había dejado su carrera la-
boral en la banca privada, por-
que le pidieron que recibiera
comisiones “por debajo de la
mesa” y las entregara a la ins-
titución. Se negó y renunció.
Participaba en una empresa
multidisciplinaria que ofrecía
mantenimiento y servicios, pe-
ro después del paro de 2002 se
cayeron todos los contratos.
“Tienes un nivel de vida al
que estás acostumbrado y ves
que todo se va cayendo”, dijo
Moreno. Pero tiene una espe-
ranza: “Hay gente a la que le
fue peor, que perdieron todo:
casa, carros, calidad de vida”.
La más afectada fue la clase
media profesional.
Entre risas, los Moreno dije-
ron haberse dedicado a muchas
cosas después de perder todos
sus ingresos. José Antonio da-
ba clases en la Universidad
Rómulo Gallegos, pero tam-
bién cerró.
Morelba, su esposa, vende
prendas de plata traídas de
México por un familiar al que
le compra detalladamente.Todo cambióCon el cálculo de un economis-
ta, José Antonio no tarda mu-
cho en descifrar en cuánto ha
disminuido el ingreso familiar
desde aquella época de oro, de
la que no han pasado más de 15
años: “Nosotros no estamos
ganando ni la décima parte de
lo que ganábamos antes. Y
ahora con las cosas más caras”.
Para la familia, la vida ha
cambiado mucho a raíz del ba-
jón de los ingresos. “Estamos
para sobrevivir y pagar. No po-
demos viajar, no vamos a res-
taurantes...”.
Tenían un apartamento en
Margarita, a donde Morelba
escapaba con sus dos hijos ca-
da vez que llegaban las vaca-
ciones escolares y no regresa-
ba hasta septiembre. Las fies-
tas de fin de año se hacían re-
gularmente en la isla. Pero ya
no es de ellos. El inmueble fue
vendido hace cuatro años,
precisamente cuando se ini-
ciaba el boom de los venezola-
nos que cambiaban de vida pa-
ra irse al estado Nueva Es-
parta. El dinero fue usado pa-
ra pagar deudas.
La familia mantiene, pero no
usa desde hace tres años, dos
resorts en Santo Domingo. Jo-
sé Antonio los vende a los ami-
gos que se lo solicitan, pero no
lo hace con frecuencia.
Ahora las vacaciones son pa-
ra Maracaibo, a visitar al resto
de la familia. “Antes nos costa-
ba más ir, ahora tenemos más
tiempo”.
También vendieron dos de los
tres carros que tenían. Se que-
daron con un Century año ‘86,
que fue comprado de agencia.
Los otros eran un Coronet y un
Fiat 125.
-Ibamos mucho a la playa los
fines de semana. Eso se acabó.FelicesJosé Antonio no se queja. Dice
que está “tranquilo” cuando se
le pregunta por las deudas de
hoy, porque son mínimas. Sólo
la del apartamento. Quiere
cambiar de carro, comprar uno
más nuevo, pero lo piensa bien.
Lo medita. Sería una nueva res-
ponsabilidad.
Las tarjetas de crédito las
dejó de usar cuando vio que
perdía el nivel de ingresos. Las
pagó y las entregó. Tuvo de las
prepagadas hasta que el Go-
bierno Nacional las desconti-
nuó, y ahora estudia la posibili-
dad de volver a adquirir una,
porque está consciente de que
es necesario tener ese respaldo
para cualquier emergencia.
Los planes tienen que espe-
rar un poco. El panorama no
es claro. José Antonio aseguró
que antes había trabajo abun-
dante en el país, pero ahora ha
disminuido. “Son muy pocas
las personas que pueden acce-
der a un puesto. Los profesio-
nales han tenido que cerrar
sus oficinas”, dijo.
Después que en 2003 la tasa
de desocupación se ubicó en
19,2%, ha bajado significativa-
mente hasta llegar a un dígito
en el primer trimestre de 2008,
cuando se estableció en 7,8%.
Sin embargo, en la población
económicamente activa ocupa-
da, el Instituto Nacional de Es-
tadística (INE) incluye a los de-
dicados a la economía informal.Crisis global, crisis individualJosé Antonio, un economista de
la UC con posgrado en Comer-
cio Exterior en Italia, ve con
recelo el futuro, sobre todo por
la crisis económica mundial que
ya comienza a sentirse.
No piensa igual que los fun-
cionarios del Gobierno sobre lo
que podría pasar en el país en
este marco global. “Sí nos va a
tocar”, expresó.
El ejemplo más palpable lo
vive todos los días con el nego-
cio de su esposa, Morelba, que
está paralizado. Es plata mexi-
cana que se compra en dólares
y está en riesgo de perder ca-
pital si vende una pieza, por-
que de un día para otro podría
costar mucho más por el incre-
mento de la divisa.
-Es un negocio chiquitico, y
hay mucha gente que vive de
eso.
Cree que el consumo se con-
traerá en Venezuela, como ya
ocurre en Estados Unidos.
“En Economía se estudia cómo
es el pensamiento de la perso-
na, y la mayoría piensa racio-
nalmente: sabe que los ingre-
sos serán escasos”.
La caída del ingreso
del venezolano que
se inició en el segundo
gobierno de Carlos
Andrés Pérez, el pago
imposible de un crédito
indexado, la recesión
económica después
del paro de 2002
y lo difícil que es
conseguir trabajo
actualmente, han
afectado el patrón
de vida de esta familia
valenciana
Foto Archivo/Alvaro Acosta
Adquirir un nuevo vehículo se hace prácticamente imposible. Las personas le dan prioridad al pago de deudas.
Los Moreno no han dejado decomprar los alimentos necesa-rios, pero sí decidieron adquirirmenos cantidad. Morelba loexplicó: “Antes traíamos seiskilos de arroz y seis de pasta;ahora la mitad. Las salsas(mayonesa y de tomate) ya nolas grandes, sino las peque-ñas”.Hace cinco años, con un mer-cado de 100 mil bolívares, losMoreno llenaban el apartamen-to. “Ahora cuatro cosas no ba-jan de 50 bolívares fuertes (50mil bolívares)”, dijo José Anto-nio.-Y cada vez que vamos, haymenos bolsas y se paga más,lo interrumpió la esposa.
Según las cifras del Ban-co Central de Venezuela(BCV), los alimentos y bebidasno alcohólicas han sufrido enValencia un incremento de32,8% este año. Un númerosuperado únicamente por Ca-racas (35,2%) y Maturín(32,9%).El queso, por ejemplo lo traende Maracaibo cada vez queviajan, porque dicen que es demás calidad y más barato. “Sise acaba nos esperamos”.En la compra de alimentos sedesvía más de la mitad del in-greso familiar. Otra parte se vaa los servicios. Los Morenoconsideran que el condominioes muy caro si se compara conel de otros edificios de estruc-
tura similar. Pero de lo que sequejan con más afán es delcobro del servicio eléctrico.José Antonio afirmó que, por lazona residencial, la electricidades más costosa. Y eso le pare-ce injusto.El teléfono local Cantv lo elimi-naron después de comprobarque le estaban facturando cua-tro veces el uso real. Coloca-ron un teléfono fijo de otraoperadora y la renta básica de30 bolívares fuertes les permi-te incluso hacer llamadas na-cionales en la noche sin costoadicional.Morelba no tiene teléfono celu-lar, más porque no le gustaque porque no pueda. Su es-poso tiene uno y su hijo otro.
Alimentos y servicios
“Antes traíamos seis ki-
los de arroz y seis de
pasta; ahora la mitad”
Foto Archivo/Edicson DávilaMuchos profesionales han modificado sus hábitos de consumo; bajan la calidad de los productos o com-pran los mismos, pero en menor cantidad.
* Los nombres de los entrevistadospara este reportaje fueron cambia-dos, por petición de ellos.
** Este reportaje forma parte delFondo Germán Carías en el marcodel Proyecto Medios y Democracia
en Venezuela de la UniversidadCatólica An-drés Bello (UCAB)
DOMINGO 7 DE DICIEMBRE DE 2008FinanzasC u e r p o C
Gerencia en Acción
La dificultad de aprender en el liderazgo“Solamente en la medida en que nos
preocupe lo que pasa allá afuera,
en el mundo y las cosas, y no de
nosotros mismos o de nuestras
necesidades, solamente en la
medida en que realizamos una misión,
cumplimos un deber, llenamos
un sentido o realizamos un valor,
en esa medida nos realizamos”.
V. E. Frankl
CHICHÍ PÁEZ
Una de las competencias intelectuales que
debe desarrollar un líder que pretenda ser
exitoso es su rol pedagógico de educar a
sus más cercanos seguidores. Para cum-
plir con esta compleja responsabilidad las
personas que ocupan cargos en los dife-
rentes niveles estratégicos organizaciona-
les deben de tener un conocimiento actua-
lizado y por supuesto saberlo utilizar. Éste
se logra por medio del aprendizaje inteli-
gente, el cual consiste que para poder
aprehender nuevos conocimientos, hay
que desaprehender lo aprehendido. Ejer-
citación ésta que cuesta mucho llevar a ca-
bo, debido a que la mayoría de las perso-
nas son esclavas de sus propias costum-
bres y experiencias, utilizan en su estilo de
comportamiento un alto porcentaje su ce-
rebro reptil, que trae como consecuencia
una gran resistencia a los cambios y per-
manecen “clavados” en el pasado y la nor-
ma establecida en este mundo que corre a
mucha velocidad son las transformaciones
y, pareciera ser que éstas los están dejan-
do atrás. Muchos de estos “líderes” siguen
utilizando modelos obsoletos y no han asi-
milado, tampoco profundizado sobre la si-
guiente afirmación de Takumi: “Ay de
aquéllos que aún conociendo las herra-
mientas del futuro, siguen esclavos de lo
que en el pasado funcionó”. Lamentable-
mente, un alto porcentaje de los líderes ve-
nezolanos, tanto en el entorno privado co-
mo en el público, no han aprendido la lec-
ción que: °DIRIGIR ES EDUCAR!
Debido a las realidades expresadas en el
párrafo anterior a esos líderes se le dificul-
ta cada día adquirir nuevos conocimientos
para transformar su área de influencia en
un escenario altamente motivado hacia el
aprendizaje inteligente. Tanto la experien-
cia como los conocimientos acreditan la
existencia de tres tipos de motivos: a) moti-
vos extrínsecos, que estimulan a las perso-
nas a actuar por lo que recibe del entorno;
b) motivos internos intrínsecos, que mue-
ven a las personas a actuar por los cambios
internos que experimenta al realizar la ac-
ción y c) motivos internos trascendentes,
que mueven a las personas a actuar por las
consecuencias de sus acciones en los otros.
Los seres humanos cuyo estilo de motiva-
ción está orientado por los motivos internos
intrínsecos, tienen una alta motivación al lo-
gro, siempre su comportamiento está direc-
cionado a la búsqueda continua de la exce-
lencia y, los errores que pueden haber ocu-
rrido, representan para ellos un GRAN
MAESTRO, y ese error más nunca vuelve
a cometerse. Estimular esta distinción den-
tro del modelo mental y el dominio personal
quiere decir, en primer lugar, que el mode-
lo de funcionamiento de la interacción pre-
cedente de una acción o hábito de actua-
ción, es mucho más complejo que los para-
digmas anteriores.
Tratar de implantar este nuevo paradig-
ma de aprendizaje en el liderazgo, requie-
re establecer algunas diferencias funda-
mentales. La primera de ellas es respecto
a los estilos de actuaciones anteriores es
que no sólo se modifica el motivo de actuar,
sino que también los escenarios en donde
se actúa tienen gran influencia. Esta dife-
rencia es significativa por cuanto el proce-
so de interacción siempre estará presente,
las nuevas reacciones del ámbito depen-
den no solamente de la acción del agente
de cambio, sino también de las nuevas ca-
racterísticas del entorno después de la
transacción preliminar, es decir, DEL
APRENDIZAJE DEL ENTORNO. Tan-
to las acciones como las reacciones en los
diferentes momentos son altamente dife-
rentes y están condicionadas de lo que
aprenda la persona y de lo que puedan asi-
milar los escenarios partiendo de los esta-
dos iniciales.
La segunda gran diferencia es la coexis-
tencia del aprendizaje estructural intramo-
tivacional, en justicia del cual las personas
van descubriendo la riqueza de las diferen-
tes clases de motivación y de sus matices y,
además, hay un aprendizaje estructural in-
termotivacional, por medio del cual se va
revelando la importancia, que tienen para
las personas que ocupan cargos de lideran-
za; cada uno de los tres tipos de motivos:
extrínsecos, intrínsecos y transcendentes.
La tercera diferencia respecto a los para-
digmas anteriores se refiere a la dirección
del aprendizaje del líder y del entorno que,
a su vez, está compuesto por otros elemen-
tos. De acuerdo a los especialistas en apren-
dizaje organizacional, lo más significativo es
que es exactamente igual respecto a los in-
tereses del propio líder, porque si el sentido
de la vida humana está en “su propia trans-
cendencia”, solamente incrementando el
peso de los motivos trascendentes en sus
decisiones, cumplirá su fin como líder. Estas
ideas reclaman dos claridades: la primera
es que esta condición permite el equilibrio y
la interacción en las organizaciones, no la
asegura, puesto que como se ha comproba-
do el líder puede variar el proceso de acción
mediante su libertad; la segunda es que to-
da organización que favorezca un aprendi-
zaje intermotivacional, en el que los motivos
transcendentes vayan disminuyendo, está
sembrando la semilla de su autodestruc-
ción, debido que en el transcurrir del tiem-
po y la repetición de dichas acciones el con-
junto de sus miembros irán sintiendo que
cada vez les importa menos lo que ocurra en
su entorno.
Así, pues, a muchos líderes que se han
formado en épocas y circunstancias anterio-
res les es muy dificultoso cambiar los para-
digmas de sus modelos mentales y de su do-
minio personal. En otras palabras, les cues-
ta aprender y fijar las nuevas realidades,
que conllevan un cambio actitudinal dife-
rente al acostumbrado y, sobre todo, apren-
der de sus errores y estar conscientes de no
volverlos a cometer.
La familia Silva cambió su estilo de vida debido al desempleo
Sobrevivir a la inflación con la mitad del ingreso familiarALEJANDRO VILLALOBOS
Sofía de Silva es la única de la casa con un
empleo formal. Su esposo Andrés está en
las cifras de desocupados desde hace un
año y sigue buscando. Con un solo ingre-
so, la familia, conformada por ellos dos, ha
cambiado su estilo de vida, pues también
están remodelando un apartamento al
que se mudaron en mayo y todavía pagan.
“La vida cambió, porque las cosas van
subiendo de precio y uno se restringe”,
sentenció Sofía. Y él agregó: “Uno no es-
tá para salir ni hacer otras cosas con los
índices delictivos como están. Hay dema-
siada delincuencia”.
Además sus planes van más allá de ir a
un restaurante costoso cada fin de sema-
na: “Terminar de remodelar el aparta-
mento, comprar un carro nuevo”.
Los giros que pagan mensualmente
por el inmueble no son muy altos, no pa-
san de 320 bolívares fuertes. Sin embar-
go, el resto de los gastos consumen el pre-
supuesto familiar. Sólo en alimentos se va
60% de lo que Sofía gana.
Aunque se mudaron en mayo, el apar-
tamento se lo entregaron en octubre de
2007. Desde entonces estaban mante-
niendo dos casas. En donde ya vivían al-
quilados, en Naguanagua, y su nueva re-
sidencia en San Diego, donde además ha-
cían las remodelaciones que creyeron
convenientes. Aunque el canon de arren-
damiento está congelado por ley, Andrés
explicó que el último año no aceptaron que
el propietario del inmueble les aumentara
la cuota de alquiler. “El venezolano es muy
vivo”, dijo.
Los Silva no se quejan del costo de los
servicios públicos. El condominio sale en
130 bolívares fuertes, la electricidad “no
sale cara” y el agua que se consume es de
pozo, por lo que sólo pagan entre todos el
mantenimiento de la bomba.
Viven en un complejo de apartamentos
relativamente nuevo en San Diego, un
municipio que pertenece a la Gran Valen-
cia y que se ha desarrollado como una ciu-
dad-dormitorio, con un impulso abruma-
dor del sector construcción e inmobiliario.
Es en esta entidad donde más edificios
residenciales están en construcción en
Carabobo. Son inmuebles pequeños, de
no más de 70 metros cuadrados, que al sa-
ber distribuirlos se vuelven acogedores,
como es el caso de la casa de los Silva. Tie-
ne dos habitaciones, un baño, cocina y sa-
la-comedor. La zona es totalmente resi-
dencial, muy tranquila a toda hora.
Sólo Sofía tiene vehículo, un Mazda 323
del año 2002, que quiere cambiar y está
en sus planes del próximo año. No siem-
pre se lo lleva al trabajo, porque tiene
transporte. Ella está empleada por más
de 20 años en una empresa militar de la
costa carabobeña. Allí también laboró
Andrés por 12 años.
Ha pensado mucho en cambiar de ca-
rro, pero primero estaban los gastos del
apartamento. Andrés no tiene auto. “Gra-
cias a Dios, mijo, porque ya me hubiese
matado”, dijo en tono jocoso. No determi-
nó si por conducir a alta velocidad o por
no poder pagar su mantenimiento al estar
sin empleo. Sin trabajo formal, Andrés
ayuda a un amigo atendiendo un negocio
en el sur de Valencia, pero admitió que no
le gusta mucho ir a esa zona, porque “es
otro mundo”.Cada vez más caro
Los Silva gastan entre 50 y 60% de sus in-
gresos en comprar alimentos. Y cada vez
que van a hacer mercado se dan cuenta de
que los precios han aumentado un poco.
Andrés es de los que piensan que buscando
en otros lugares y “caminando” más se con-
siguen mejores precios, pero después ad-
mite que no vale la pena. Algunas veces van
a mercaditos populares, pero el grueso de
las compras las hacen en supermercados.
Pagan con tarjeta de débito o efectivo, por-
que en la empresa donde trabaja, a Sofía no
le dan ticket de alimentación. Dos millones
y medio de venezolanos que tienen un em-
pleo formal reciben este beneficio.
“Es una historia larga”, comenzó a ex-
plicar su esposo. Ellos tienen comedor
allá, pero no les dan alternativas de usar-
lo o no.
El mercado lo hacen los dos, pero quien
busca los mejores precios sin que el pro-
ducto pierda calidad es Andrés. Sonreída,
Sofía comentó que, cuando llegan al mer-
cado popular, su marido camina mucho
hasta conseguir los mejores precios. Él
explicó su método: hace un trabajo de
campo. Un muestreo y luego va a los he-
chos, dice, y luego se ríen.
Al preguntarles si han visto que los
precios han aumentado en las últimas se-
manas, Andrés dijo que “claro”, alargan-
do la palabra. “Hay que redondear el pre-
supuesto”. Y esa frase la explicó su espo-
sa: “Antes comíamos varios cereales, pero
ahora solo uno; antes comprábamos tres
kilos de carne, ahora la mitad”.
La inflación acumulada en Valencia
desde enero hasta noviembre de este año
se ubica en 28%, pero el índice nacional de
los últimos 12 meses sobrepasa el 50%.
El aumento de precios lo han sentido más
fuerte este año, y Andrés recuerda en tono
de burla la meta inflacionaria del Gobierno
para este año y el que viene.
Hace un mes visitaron por primera vez
un Mercal, pero aseguraron que también
fue la última vez que irían.
Compraron un combo que trae dos pollos
y un poco de productos que uno no consu-
me. “Ellos son habilidosos. Saben que los
productos no saldrán, por eso hacen combos
y uno los compra todos”, dijo Andrés, quien
reveló que un amigo de un amigo le consi-
gue los productos de Mercal que quiera sin
tener que comprar el combo. Así está ad-
quiriendo la carne, que calificó de primera
calidad. Y gasta 60 bolívares al mes. “Subsi-
diada, claro, pero pagada por nosotros los
venezolanos”, recalcó.
Andrés Silva aseguró que todos los días re-
za para no enfermarse. Pero, a pesar de su
ruego, los gastos de salud de los Silva ya
están cubiertos. Sofía incluyó a su esposo
en la póliza por 15 mil bolívares que cubre la
empresa, pero, como le parece poco, adqui-
rió una adicional.
El sector de seguros creció en los últimos
tres años sobre 200%, y a pesar de la crisis
financiera mundial, se espera que para 2009
la tendencia se mantenga. 90% de los pro-
ductos personales (casi la mitad de la carte-
ra de las aseguradoras) son dirigidos a HCM
(Hospitalización, Cirugía y Maternidad).
Así, todo lo que no se gasta en alimentos, ví-
veres y servicios lo invierten en la casa. “Hay
pocos ingresos y hay que saber administrarse
para cubrir los gastos”, dijo Sofía, quien mani-
festó tener controlada la tarjeta de crédito.
Ya no visitan cada fin de semana algún res-
taurante, como lo hacían antes de mudarse
al apartamento propio. Con un buen televisor
y un DVD en la sala, ya no se preocupan por
perderse las películas de moda.
Las salidas nocturnas no existen ya. “La vida
es una escuela. Ya hemos aprendido”, dijo
Andrés, quien ahora se toma las cervezas
en casa. “¿Tascas? Yo pensé que habían
desaparecido”, dijo.
Las vacaciones, por lo pronto, tampoco exis-
ten. Mientras él está sin empleo, ella está cu-
briendo los gastos de la casa.
Reza para no enfermarse
* Los nombres de los entre-vistados para este reportajefueron cambiados, por peti-ción de ellos.
** Este reportaje forma partedel Fondo Germán Carías enel marco del Proyecto Mediosy Democracia en Venezuelade la Universidad CatólicaAn-drés Bello (UCAB)
A-77MARTES 16 DE DICIEMBRE DE 2006 Ciudad
Con efectivo se paga lo que los cestatickets no cubren
Mayor parte de los ingresos familiaresse gastan en compra de alimentos
ALEJANDRO VILLALOBOS
Valencia, diciembre 15 (RE-
DACTA).- Un mercado quince-
nal para una familia conforma-
da por papá, mamá y tres hijos
no se paga ya con 200 bolívares
fuertes, los que hasta hace po-
co le alcanzaban a Ana Sulba-
rán. Ahora, para que el carrito
esté completo, es necesario te-
ner el doble de dinero, o sea
400 bolívares.
Y no se lleva para la casa todo
lo que antes se adquiría. Los
productos de primera necesidad
son los que encabezan la lista
para pasar por la caja registra-
dora del supermercado. Luego
van los que conformarán la me-
rienda de los adolescentes y ni-
ños de la casa.
Ana Sulbarán ya no compra
la variedad de hace unos meses.
Sólo gelatinas y galletas que no
sean costosas. Las demás, con
marcas bastante tradicionales
en Venezuela, se quedan en el
estante.
Los Sulbarán hacen mercado
cada 15 días y siempre tienen
que pagar en efectivo lo que los
cestatickets no cubren. Son
tres compras: una de carnes y
pollo, otra de víveres y otra
más de detergentes y artículos
de limpieza.
La mayor parte de los ingre-
sos se gastan en la compra de
alimentos. Ahora, la única con
empleo formal es Ana, que tra-
baja como maestra de primaria
en una escuela privada de la zo-
na norte de Valencia. Su esposo
Alberto es diseñador gráfico y
fabrica material POP por en-
cargo, hace páginas web y car-
net de cualquier tipo. Estuvo
en las cifras de la población
ocupada hace un tiempo, pero
hoy la historia es otra. Siempre
hay ingresos adicionales por
sus creaciones.
Viven en la urbanización Mi-
chelena, una de las más antiguas
y grandes de Valencia, donde la
calidad de vida de los vecinos ha
ido disminuyendo con el paso de
los años. El acceso al edificio de
cuatro pisos -uno de los pocos
cercados con alfajor- donde resi-
den está invadido por el lodo
porque la Alcaldía no terminó
unos trabajos de vialidad.
La urbanización ha sido rodea-
da de barrios que la hacen más
peligrosa. Los vecinos son testi-
gos de robos y atracos a las 7:00
de la noche.
Llegaron allí hace tres años
para acompañar a la abuela de
Ana, que tiene 100 años y se ha-
bía quedado sola. Se resolvieron,
a la venezolana, dos problemas:
la soledad de la anciana y el al-
quiler de la casa. Los hijos de la
señora aportan mensualmente y
Ana se encarga de atenderla.
El apartamento tiene tres
habitaciones y un solo baño,
que para usarlo en las horas
“pico” hay que hacer cola. Fue
comprado por el papá de Ana a
la abuela.
En la sala está la computadora
con conexión ilimitada a Inter-
net, sin el que no pueden vivir los
niños. La limpieza del aparta-
mento contrasta con las condi-
ciones externas del edificio e in-
cluso las escaleras. “Yo trato de
mantener la entrada arreglada,
hasta con una mata, pero a veces
me la rompen”, dijo Ana.
Hay opcionesAunque han aumentado los pre-
cios, Ana sugiere que todavía es
posible comprar, porque hay
opciones diferentes para cada
gusto.
Apartó la política y la polariza-
ción ideológica en el país para
comentar que fue a curiosear en
un Pdval. Y le pareció buenísimo
para las personas de recursos in-
cluso más bajos.
“Todo eso ayuda. Yo fui para
probar, porque todavía puedo
comprar un kilo de leche La
Campesina, pero para las perso-
nas que no pueden sí es una ayu-
da”, dijo.
Agregó que los productos son
de buena calidad.
No va regularmente a Pdval,
porque no le queda cerca, pero
cuando está en la zona se llega
hasta allá y compra las fallas.
Generalmente va a un supermer-
cado, cada quince días.
Insistió en que el mercado ya
no lo puede hacer con 200 bolíva-
res. “Tengo tres hijos. Dos ado-
lescentes que comen como una
baba y la niña pequeña que hay
que comprarle la merienda”. En
algunos casos, a los grandes les
da dinero para que consuman en
la cantina del colegio.
Pero, la Ley de la casa es que
todos se lleven un sándwich de
jamón y queso que ella prepa-
ra. Sus hijos estudian en el
mismo colegio donde imparte
clases. Por los adolescentes, de
15 y 13 años, obtiene 30% de
descuento y la niña de 5 años
está exonerada hasta alcanzar
el primer grado, que es el pró-
ximo año escolar.
Ana se alivia al recordar que el
mayor ya casi sale de bachillera-
to cuando tenga que comenzar a
cancelar la educación de la niña,
pero de inmediato cae en cuenta:
Claro, él ahora va para la Uni-
versidad. Otro gasto.
Después de la alimentación, la
ropa es la otra preocupación de
Ana Sulbarán. Pero afirmó que
no ha sido problema, pues el uni-
forme azul que ha dejado uno, lo
usa el hermano más pequeño,
cuando le corresponde.
Lo demás no es costoso: Con-
dominio no hay; la electricidad
no pasa de 50 bolívares al mes y
el agua de 15. El Internet más
teléfono es un poco más de 100
bolívares.
Pero el uso de internet no es só-
lo para entretenimiento. Allí los
niños hacen sus tareas e investi-
gan los temas asignados en clase.
Por ser maestra, con los repre-
sentantes de las editoriales consi-
gue los libros que es obligatorio
comprar. “Hay gente que gasta
300 o 400 bolívares en útiles.
Moda y salud“Mis hijos han sido sanos y cuan-
do se enferman los llevo al CDI
de Las Chimeneas”, dijo Ana sin
temor a que sea vista de oficialis-
ta. Antes los llevaba a la Clínica
Guerra Méndez, pero ya no pue-
de. La consulta es cara.
Por sus estudios en la Univer-
sidad Nacional Abierta (UNA)
tiene un seguro que le cubrió la
maternidad completa de su niña
que hoy tiene 5 años y que fue
producto de un milagro porque
ya se había cortado las trompas.
El esposo recibió un trasplan-
te de riñón, pero los gastos fue-
ron absorbidos por la Goberna-
ción de Carabobo.
No obstante, donde está pen-
diente Ana es en que sus hijos no
se frustren por no tener dinero
para comprar los objetos que sus
amigos en el colegio tienen. Bus-
ca la forma de complacerlos, con
su esposo, ahorran y cuando hay
ingresos adicionales les dan la
sorpresa.
El hijo mayor practica la pati-
neta y siempre pide ropa costo-
sa, de las tiendas de Surf. Cuan-
do puede se la compra o cuando
está de cumpleaños y si alguien
pregunta qué regalarle, Ana tie-
ne la respuesta correcta.
Foto Gustavo Briceño
Los altos índices inflacionarios han condicionado la dieta familiar.
Los Sulbarán ya no compran
la variedad de productos de hace unos meses.
Para las meriendas de sus tres hijos escogen
gelatinas y galletas que no sean costosas
En navidad
las utilidades
se van en estrenos
y regalos, mientras
que las salidas
de recreación deben
ser planificadas
Ana aseguró que a sus hijos los ha enseñado
a amoldarse a las cosas que se tienen y no
quejarse por la difícil situación que pueda es-
tar pasando la familia. Le ha dado resultado
porque dijo que son “todoterreno”.
“No tenemos lujos”, dijo para explicar que las
salidas nocturnas que antes eran frecuentes
ya no existen. Cuando no tenía los niños iba
a cafés, pero ahora va a Mc Donald’s, y no es
siempre.
Lo que más ha bajado es la frecuencia de sa-
lir a la playa o al cine. Planifican, analizan si
vale la pena ver la película en la pantalla
grande y hacen el esfuerzo para que todos
vayan. Igual sucede con los paseos a la pla-
ya. “De repente en esta quincena tenemos
prioridades con los niños y no se podrá hacer
más nada”, comentó. Pero hay casos en los
que Alberto, su esposo, termina un trabajo o
cobra un dinero, entonces arman la salida
pendiente. Las vacaciones escolares son otra
cosa. Los familiares invitan a los niños a Mar-
garita y ellos se van. “Y nosotros ya no pase-
amos como antes que íbamos para Los An-
des, comíamos en los restaurantes”.
En Navidad, las utilidades se van en los es-
trenos y los regalos, pero no alcanza para las
hallacas. Entonces se establecen las priorida-
des. Primero la comida.
Ana admite que la vida ha cambiado con el
incremento de los precios y los sueldos no
equiparados a ese ascenso, pero dice que
hay que seguir adelante. “No hay que ver las
cosas así”, agregó. “Si no tienes bistec, pue-
des darles granos a los niños y sigues dándo-
les proteínas”, dijo.
No quejarse
* Los nombres de los entrevistados para este reportaje fueron cambiados,por petición de ellos.
** Este reportaje forma partedel Fondo Germán Carías en elmarco del Proyecto Medios yDemocracia en Venezuela de laUniversidad Católica An-drésBello (UCAB)