Georges Bordonove - La Vida Cotidiana de Los Templarios en El Siglo XIII

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    Georges Bordonove

    La vida cotidiana de los templarios enel siglo XIII

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    Coleccin Historia / 2

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    Georges Bordonove

    La vida cotidiana de los templarios en el siglo XIII

    EDICIONES TEMAS DE HOY

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    Primera edicin: abril 1989Segunda edicin: junio 1989

    Coleccin: HISTORIAAutor: Georges BordonoveTtulo original: La vie quotidienne des templiers au XIIIe sicle Librairie Hachette, 1975 Ediciones Temas de Hoy, S. A. (T. H.)Paseo de la Castellana, 93. 28046 MadridRevisin de la edicin espaola: Prof. Carlos Garca GualTraduccin: Daniel SarasolaDiseo de portada: Mara Luisa Lpez CeladaIlustracin de portada: Javier Serrano PrezISBN: 2.01.001107.4 (Edicin francesa, 1988)ISBN: 84-86675-73-1 (Edicin espaola)Depsito legal: M. 6.884-1989Primera reimpresin (Colombia): abril de 1990Printed in Colombia - Impresoen Colombia

    Scan/correccin: Warlok72Noviembre 2005

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    NDICE

    CAPTULO I

    DESTINO DEL TEMPLE 7

    CAPTULO II

    HUGO DE PAYENS 10

    La conquista de Jerusaln, 13.Algunos caballeros gratos a Dios...,14.El concilio de Troyes, 18.La regla primitiva, 19.Con lafuerza de las armas en Graena 22.Elogio de la nueva caballera,23.CAPTULO III

    LA BULA DE INOCENCIO II 26

    Roberto de Craon, 26.Los Cuernos de Hattin, 28.

    CAPTULO IVCMO SE HACA UN TEMPLARIO 33

    El postulante, 34.La recepcin, 39.Regla de vida, 44.

    CAPTULO V

    VIDA CONVENTUAL 47

    El ajuar del caballero, 48.Las comidas, 50.La enfermera, 51.Empleo del tiempo, 53.El capelln, 54.Fin de la jornada, 55.CAPTULO VI

    LA DISCIPLINA 57

    Los captulos semanales, 58.Las penas, 61.Cmo finaliza elcaptulo, 65. Las consideraciones 65.CAPTULO VII

    ENCOMIENDAS DE OCCIDENTE 69

    Encomiendas rurales, 71.Las donaciones, 75.Dosexplotaciones, 77.Una encomienda ciudadana, 80.Pars, banca

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    templara, 82.Esquema de la Francia templaria, 85.CAPTULO VIII

    ENCOMIENDAS DE ORIENTE 87

    Tierra Santa, 88.Los castillos templarios, 91.El estado mayor

    del Temple, 96.CAPTULO IX

    CLERA Y DOLOR 102

    Templarios en campaa, 103.La eleccin del maestre, 105.ltimos maestres del Temple de Oriente, 109.Donde nosdespedimos del hermano Jocelin, 113.CAPTULO X

    FIN Y PASIN DEL TEMPLE 116

    El hombre verdadero, 116.Jacques de Molay, 119.La orden dearresto, 121.Viernes 13 de octubre de 1307, 125.Una partidade ajedrez, 127.Pillaje y dispersin, 131.

    ANEXO IJURAMENTO DE LOS MAESTRES DE LA PROVINCIA DE PORTUGAL 135

    ANEXO II

    LOS DEFENSORES DEL TEMPLE 136

    ANEXO III

    SOBRE EL PROVERBIO: BEBER COMO UN TEMPLARIO 139

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    Para el historiadorexiste un desfase tal entrelas fantasas a las que se han entregado sinmoderacin alguna escritores de historia de todaslas tendencias y los documentos autnticos y los

    materiales certeros que nuestros archivos ybibliotecas guardan en abundancia, que seradifcil creer en ellos si esta contradiccin no semanifestara de forma tan visible y evidente.

    Rgine PERNOUD, LOS templarios.

    Despus de todo, lo que interesa ms inclusoque su cada es la aventura que durante dossiglos corrieron los templarios en la tierra y en susalmas y el audaz tipo de monje-caballero queerigieron en el cruel y brutal mundo de entonces.

    Con la cabeza desnuda, barbados y rapados, consus mantos blancos con la cruz roja flotandosobre sus hombros como alas de ngeles, moranuno tras otro, saltando sobre sus caballos rabes,de combate en combate con una espada clavadaen el corazn; su misin slo tena un fin del quetodo inters humano estaba desterrado: su salva-cin eterna y el honor de la cristiandad.

    Jules ROY, Sangre hermosa.

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    CAPTULO I

    DESTINO DEL TEMPLE

    A orden del Temple alcanza el cnit de su irradiacin y dominio amediados del siglo XIII. Elegimos, por tanto, este perodo para describir noya su corteza (segn la llamativa expresin que utilizaron sus

    dignatarios y comendadores al acoger al postulante) sino su organizacininterna en sus diferentes niveles y en sus diversas estructuras.

    LPero esta descripcin sera incompleta e incluso incomprensible si norelatramos en primer lugar las especiales circunstancias de la creacin del

    Temple y de su rpido crecimiento hasta el momento en que, enriquecido yclebre (si bien consagraba la mayor parte de sus inmensas rentas a ladefensa de Tierra Santa), fue sustituyendo poco a poco a las autoridadeslaicas; esto es, al rey y a los barones de Jerusaln. Los templarios mantenan lapresencia cristiana en Oriente junto a los teutnicos y a los hospitalarios acosta de numerosos sacrificios al declinar el espritu cruzado. Persistieron en susoberbia falta de realismo poniendo la reconquista de Jerusaln y la posesindel Santo Sepulcro por encima de sus intereses y de su seguridad, aunque pos-teriormente el realismo poltico suplant a la espiritualidad. Se consideraronhasta el final caballeros de Dios, honra de la Iglesia y de la Cristiandad y

    mostraron un arrojo enrgico frente a una situacin desastrosa e inclusodesesperada, aunque eran conscientes de que haban quedado desfasados Sinembargo, estaban profundamente orgullosos de ser los ltimos defensores de

    Tierra Santa.La ferviente admiracin o casi veneracin que se les tributaba se truncar

    en odio cuando finalmente sean expulsados de Tierra Santa. Se elevarn vocesde envidia en torno a sus encomiendas azuzadas por la avaricia. Pero ellosrechazarn o desdearn estos rumores: Podan concebir ac so que el mismomundo que los haba forjado no se asemejara ya al de antao o renunciara a losublime mientras que ellos se mantenan fieles a s mismos? Era posible queel viejo ideal caballeresco pereciera convirtindose en su propia caricatura?

    Su poder y su fortuna no dejaban de inquietar a los gobernantes. En qu los

    emplearan si Jerusaln se haba perdido sin remedio? Adems haba queencontrar un responsable a este fracaso de Occidente. La astucia de Felipe elHermoso y de sus partidarios consisti en achacarlo a los supuestosdesfallecimientos, crmenes y vicios de los templarios. No les faltaroncmplices: prelados secretamente hostiles a la orden y clrigos impacientesdesde hace largo tiempo por recuperar los diezmos que haban tenido quesacrificar, adems de un Papa inseguro de su eleccin por las intrigas delpropio rey. Quizs Felipe el Hermoso tuvo algo de grandeza, pero encarnaba

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    muy exactamente la anticruzada como falsificador de monedas y opresor delos judos por necesidad.

    El Temple representaba, por el contrario, todo lo que l execraba: laindependencia, el desinters, la aventura heroica y la primaca de la fe. Eralgico que lo convirtiera en el chivo expiatorio. El proceso que arregl con

    mano maestra y las confesiones que sus verdugos arrancaron a sus prisioneros(sonsacadas a base de promesas falaces que se alternaban con amenazas ycon el espectculo de los tormentos infligidos a sus hermanos) han empaadopara siempre la gloria de los templarios y falseado su historia. Desde entonces,y sobre todo en nuestra poca, la mayor parte de los autores no han dejado dereconstruir ese proceso a pesar de su respeto a la verdad. Slo se hanpreguntado hasta la saciedad si los templarios eran culpables, no si eraninocentes. Han vuelto a asumir indefectiblemente las directrices de laacusacin inventadas por Felipe el Hermoso y sus juristas olvidando la obratemplara. Con esto slo han conseguido agravar las sospechas que un procesoinjusto arroj sobre la orden y engrosar el sistema con el que se arropaba.

    Pero no hay necesidad de recurrir al esoterismo para justificar la discrecinde los miembros del captulo (por lo dems, comn a todas las rdenesreligiosas) ni tampoco a la alquimia para descubrir la fuente de las riquezastemplaras. No faltan cartularios que retraten fielmente al filo de los aos lasactividades de la orden: cartas de donaciones, de compras y de intercambios;contratos de prstamos, registros bancarios, transacciones y arbitrajes queponen fin a los inevitables litigios inherentes a la gestin de dominios dispersosy a la percepcin de los ms diversos derechos.

    La regla, ampliando y precisando en sus sucesivas versiones lasdisposiciones iniciales necesariamente un poco estrechas, expone sin la menorambigedad la vida de los templarios en tiempos de paz y en tiempos deguerra, en las encomiendas de Oriente y en las de Occidente, en la eleccin delGran Maestre y en la toma de hbito de un simple caballero o en la de unhermano sargento*, adems de las obligaciones religiosas y la disciplina de lacasa. De todo ello deducimos que permaneci inflexible hasta la tragedia final.

    Los inventarios redactados por los sndicos de Felipe el Hermoso(pseudoguardianes de los bienes del Temple a la espera de su devolucin porel Papa), o ms bien los que liquidaron esta riqueza en beneficio del tesororeal, no son menos instructivos. En efecto, anotan el ganado de las en-comiendas, las reservas de grano y de forrajes, los barriles de cerveza y devino, las provisiones, el material agrcola, los utensilios de cocina, los salariosde los criados y tareas desempeadas por cada uno de stos, e incluso elcontenido de los cofres y los ornamentos de las capillas.

    Hasta en las crnicas (en verso o en prosa, en latn o en francs antiguo) de

    la poca sucede lo mismo: permiten extraer los hechos esenciales y hacerseuna idea, por con siguiente, de la reputacin de que gozaban los templarios,adems de detectar aqu y all las primicias de las rivalidades futuras y losgrmenes de las calumnias que terminaran por perderlos.

    * Sergents: se trata de una serie de servidores que no eran caballeros pero queservan a pie o a caballo, voluntariamente o como poseedores de feudos desergentera. Cfr. Marc Bloch, La Sociedad Feudal, Mxico, UTEHA, 1958. Aqutraducimos por sargentos. (N. del T.)

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    Aunque la regla del Temple constituye la base de este estudio, reclama unaadvertencia preliminar. Se compone de i cuatro partes cronolgicamentediferenciadas: La Regla Primitiva aprobada por el concilio de Troyes en 1128, ysu traduccin francesa situada hacia 1140 y que comporta algunas variantes;las Retractaciones, que forman una compilacin de usos y costumbres de la

    orden (hacia 1165); los Estatutos Jerrquicos que tratan principalmente de lasceremonias (1230-1240) y, por ltimo, las Consideraciones, consagradas a ladisciplina (faltas, gradacin de penas, ejemplos jurisprudenciales) y que suelenfecharse entre 1257 y 1267. Como se indica ms arriba, las Retractaciones, losEstatutos y las Consideraciones retoman los elementos de la Regla Primitiva:los desarrollan, los comentan e incluso los modifican en un afn evidente deadaptarlos a las circunstancias, en aras de una mayor eficacia. Los actualizansin modificar su espritu salvo en raras excepciones. Este conjunto forma unautntico cdigo de derecho consuetudinario, es decir, no fijado en frmulasabstractas sino que est en evolucin permanente y, por tanto, es inteligente yvivo.

    Porque estos hombres que eran algo as como los Quijotes de Cristo por ladesmesura de sus sueos, conservaban el espritu prctico: saban ser almismo tiempo organizadores sin par. Su grandeza se halla en esta dualidadcasi institucional: monjes pero soldados, hroes pero contables, mrtires perocolonos, etc. Dualidad que quizs explica su escudo ms conocido, quemuestra a dos caballeros (con yelmos en las cabezas y lanzas apuntando haciaabajo) sobre el mismo caballo: lo espiritual y lo temporal, el afilador querecorre los pueblos y el loco de Dios cabalgando sobre la misma montura,librando en realidad el mismo combate pero con medios diferentes,persiguiendo el mismo designio v bajo la misma divisa: Non nobis, Domine,non nobis, sed Tuo nommi da glonam: Da gloria, no para nosotros, Seor, nopara nosotros sino para tu nombre...

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    CAPTULO II

    HUGO DE PAYENS

    A primera cruzada predicada por Urbano II en 1095 levant una adhesinmasiva y entusiasta. Este xito se explica de diferente manera segn elestrato social que se considere. Para el pueblo menudo prendado de lo

    sobrenatural y animado por la fe del carbonero, tomar la cruz para liberar losSantos Lugares significaba ganarse el paraso por el camino ms seguro.

    Tambin hay que decir que para algunos significaba al mismo tiempoescaparse de eventuales persecuciones judiciales o sustraerse a losacreedores. Adems era para otros una huida de las presiones de una sociedadcon estructuras que a partir de ese momento resultaran demasiado rgidas, yaque difcilmente se poda ascender a la clase superior si se haba nacido en unaclase social determinada, a menos que uno se hiciera hombre de Iglesia.Significaba por ltimo (ya que todo se mezcla y a veces se contradice en lacriatura humana) ceder a la atraccin de la novedad, partir hacia lodesconocido, descubrir ciudades nuevas y rostros nuevos.

    L

    A pesar de su aparente ingenuidad, los hombres de esta poca no tenan enabsoluto una psicologa menos diversificada ni menos rica que la nuestra. Msbien al contrario. Las perspectivas eran todava mejores para los hidalgos del

    campo y los burgueses de las ciudades, es decir, para la clase media. Si laIglesia prometa la remisin total de los pecados, esta sagaz conocedora dehombres no prohiba con ello la circunstancia de adquirir honores terrestres(esto es bienes materiales) recuperados evidentemente a los infieles. Portanto, la cruzada ofreca al noble modesto la posibilidad de apoderarse detierras y plazas fuertes o de forjarse algn buen feudo, en suma, de ascenderen la jerarqua feudal. En lo tocante a los prncipes, es decir, los grandesfeudatarios y amos de las provincias que tenan prerrogativas casi reales entoda la extensin de su territorio, su ambicin se corresponda con suimportancia: de ah las rivalidades que surgieron das despus de las primerasvictorias, o la prisa que mostraron en apoderarse por cuenta propia deciudades fuertes, de ricos territorios inmediatamente erigidos en Estados casi

    independientes (Edesa, Antioqua y Trpoli).Para las cabezas pensantes, estrategas y polticos o jefes de estado, elobjetivo principal consista en dominar el Islam. Los musulmanes dominaban lamitad de la pennsula ibrica (y en este territorio la guerra era casi permanenteaunque haban sido expulsados no sin esfuerzo del territorio francs. Al este deEuropa, su presin se acentuaba sobre el Imperio Bizantino en vas dedescomposicin. Plantar una pica en el flanco del Islam significaba a la vezsocorrer a Bizancio e impedir que tarde o temprano los musulmanes invadieran

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    Europa, dirigindose hacia Italia (esto es, hacia Roma) por el norte. De ah lasreiteradas arengas de los papas a los caballeros y mercenarios para que arren-daran sus servicios a los basileos. Pero Urbano II haba sido todava ms claroen Clermont: En efecto, es urgente haba dicho que os apresuris asocorrer a vuestros hermanos que habitan en Oriente y que tienen gran

    necesidad de la ayuda que excelsamente les habis prometido tantas veces.Los turcos y los rabes se han precipitado sobre ellos, como seguramentehabris odo contar varios de vosotros, y han invadido las fronteras de laRomana hasta ese lugar del Mediterrneo llamado Brazo de San Jorge,extendiendo cada vez ms sus conquistas sobre las tierras cristianas...(Fulquer de Chartres, Historia de las cruzadas). En un principio y a este nivel,se trataba de reconquistar las tierras que poco antes haban pertenecido alemperador de Bizancio conquistadas ahora por los musulmanes y entre lasque, desde luego, se encontraban los Santos Lugares. Pero no hace faltaprecisar que la masa de cruzados ignoraba lo que significaba el emperador deBizancio y slo tena un mvil: reconquistar Jerusaln, orar sobre el SantoSepulcro y recorrer descalzos el camino del Glgota. Porque todas estasbuenas razones no deben hacernos olvidar que, a la postre, la fe segua siendoel resorte esencial de la cruzada. Una fe presente, plena de vida y vivida de talmodo que, ante la pattica llamada del Soberano Pontfice, convierte a apaci-bles feligreses en soldados de Cristo y al humilde peregrino de paz enperegrino de guerra, de una guerra que, de repente, se hace dinmica ymilitante, inflamando los corazones y arrastrando por los caminos a multitudesingentes.

    Pero hay que aadir, para ser exacto, que esa exaltacin de los corazonestan espontnea fue posible porque la idea de la cruzada estaba ya en elambiente. Europa, emergiendo por fin de siglos de anarqua, tomabaconciencia de su fuerza y, como ocurre en casos semejantes, experimentabauna necesidad de expansin. Haba que ampliar las fronteras y dar salida alexterior a muchas fuerzas que no se empleaban, para evitar el riesgo dedestruirse unos a otros por territorios insignificantes. Los textos muestran quetambin se haba tenido en cuenta esta perspectiva. Al enviar a la pequeanobleza batalladora y a los aventureros de todo tipo a combatir a Tierra Santa,se depuraba la sociedad y se ofreca cada vez ms la ocasin de redimirse eincluso de ganar el paraso: una operacin beneficiosa por partida doble.

    Exista una variedad de cruzada lo bastante peculiar como para que leotorguemos una mencin especial: la de los armadores y los grandescomerciantes italianos de Venecia, de Gnova o de Pisa, con afn de lucrodesmedido que, desprovistos de escrpulos, vean en la cruzada la oportunidadinesperada de entrar en los mercados de Oriente y la posibilidad de asegurarsesus puertos. Este tipo de cruzadas rindieron servicios considerables einteresados, y en el perodo decadente del reino de Jerusaln no vacilaron enprovocar guerras intestinas para defender sus posiciones comerciales.

    La otra cara de la cruzada, es decir, el aspecto humano, es otro punto sobreel que conviene insistir. Una vez que se haba tomado la decisin y pasado elgran momento de euforia colectiva uno se volva a encontrar cara a caraconsigo mismo y con los suyos, enfrentndose con problema angustiosos yprecisos, a pesar de las garantas proclamadas por la Iglesia. En efecto: se

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    trataba de equiparse, de armarse, de reunir el dinero para subsistir durante elviaje. Haba que poner en orden los asuntos personales y organizarse enprevisin de una larga ausencia y de un hipottico regreso. Tambin haba queencontrar en uno mismo el coraje suficiente para mantener una promesa(quizs dada un poco la ligera, o tal vez lamentada), para renunciar a las

    costumbres, incluso a las dependencias de una existencia mediocre peromagnificada por la proximidad de la partida y, sobre todo, para separarse delos seres queridos. El monje Fulquer de Chames, futuro capelln del rey de

    Jerusaln, fue testigo de estas partidas, percibiendo el drama con intensidad.Su sincera emocin se trasluca en estas lneas:

    Oh, cuntos corazones que se unan estallaron de dolor, exhalare suspiros, vertieronlgrimas y ahogaron gemidos...! En sus adioses postreros, el marido anunciaba a su mujerla poca de su regreso, le aseguraba que, si segua con vida, vera de nuevo su pas y a ellaal trmino de tres aos; la encomendaba al Altsimo, le daba un tierno beso y prometaregresar; pero ella, que tema no volverle a ver ms, abrumado por el dolor no podamantenerse en pie, caa casi sin vida tendida sobre la tierra y sollozaba sobre el amigo queella perda en vida como si estuviera muerto; entonces, l, como un hombre que no tuvieraningn sentimiento de piedad, aunque sta hencha su corazn, pareca que no se dejabaenternecer por las lgrimas ni de su esposa, ni de sus hijos ni de sus amigos fueran quienesfuesen, a pesar de que estaba conmovido en el fondo de su corazn, y parta dandomuestras de un alma firme y dura...

    Quienes deseen llegar al fondo de la mentalidad real de los cruzados, saberde qu pasta humana solan estar hechos y conocer los inmensos sacrificios ylos hechos de armas que discurran bajo la exaltacin (esto es, su dramasecreto), que observen con atencin las enlazadas estatuas yacentes del viejoHugo de Vaudemont y de su mujer Adelina que se conservan en la iglesia delos franciscanos de. Nancy*. Esta escultura nos conmueve ms que eltestimonio del monje Fulquer por su simplicidad y autenticidad. Hugo haba

    partido a la cruzada en uniforme de guerra con sus fuertes caballos y susescuderos. l tambin haba prometido a su esposa Adelina regresar al trminode tres aos. Uno a uno, todos sus compaeros haban vuelto a su patria sintraer ninguna noticia suya. Se le crea muerto. Pero despus de catorce aosreapareci, no ya como seor de guerra, sino como peregrino de paz, viviendode limosnas y a pie, convertido, a costa de quin sabe cuntos sufrimientos yal final de quin sabe cuntas meditaciones interiores, en un ser no violento yesperando slo recuperar su tierra natal y a su mujer.

    Una vez que ambos hubieron muerto, un artesano de la ciudad tall su dobleefigie en la ruda piedra local. l viste su deshilachado y agujereado traje deperegrino, un triste bonete, zapatos gastados de tanto caminar, la bolsa y elbastn. Ella, una larga tnica monjil y trenzas juveniles detalle sorprendente

    que caen de su almidonada cofia. Ambos se mantienen apretados unocontra otro, se estrechan ante la muerte como lo haban hecho en vida con lasmanos sobre los hombros y sobre el torso. En suma, el genial artesano no hahecho ms que eternizar el instante preciso de su reencuentro.Reconocindose al final del viaje y recuperando intacta la enorme ternura queno haban dejado de sentir el uno por el otro a pesar de la ausencia y de las

    *Se puede ver una copia en el Museo de Monumentos Franceses, Pars, Palacio de Chaillot.

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    tribulaciones, o precisamente a causa de ellas, estn como soldados en unasola carne sin poder alejarse ni desprenderse. Y, desde luego, es esto lo quesugiere el rudo cincel. El alma fuerte y tierna de los cruzados aflora y palpita enel grano de esta piedra. Pocos mensajes nos ha dejado la Edad Media que seanms significativos y ms violentamente fraternales.

    La conquista de Jerusaln

    Como era de esperar, la cruzada popular (que fue primera en partir y erauna inmensa cohorte de a pie conducida por Pedro el Ermitao y el caballeroGualterio sin Haber) se dej masacrar. La cruzada militar se puso enmovimiento al ao siguiente (1097), realizando cuatro itinerarios segn lospuntos de reunin: Godofredo de Bouilln pas por Hungra y Bulgaria; Robertode Flandes por los Alpes e Italia; Raimundo de Saint-Gilles-Toulouse Italia,Dalmacia, Albania y Salnica, y Bohemundo de Tarento y su sobrino Tancredollegaron por mar. La unin de estos cuatro ejrcitos se realiz no sin inquietar

    al emperador bizantino Alejo Comneno, sobre todo si tenemos en cuenta que lacruzada popular dejaba un penoso recuerdo. Las disputas de los baronesfrancos con el basileus suscitaron desde el comienzo un clima de desconfianzarecproca que acarreara graves consecuencias. Sea como sea, los cruzados seabrieron paso hasta Antioqua, que capitule en 1098. Enseguida dominaron elvalle del Orontes, siguieron por la costa de Trpoli hasta Jaffa, y tomaron

    Jerusaln al asalto el 15 de junio de 1099. Eligieron inmediatamente aGodofredo de Bouilln como rey de Jerusaln, pero ste rechaz ceirse lacorona de oro en los mismos lugares en que Cristo haba llevado la corona deespinas; slo acept el humilde ttulo de Procurador del Santo Sepulcro. Unavez realizada su labor, los cruzados volvieron a partir en masa para Europa. Nopudieron retenerles ni las exhortaciones de los sacerdotes ni las promesas de

    fastuosos feudos. El Procurador del Santo Sepulcro permaneci en suprotectorado con trescientos caballeros y algunos millares de hombres de apie: un puado de voluntarios frente a los musulmanes felizmente divididos yque todava no haban comprendido que los francos les hacan una GuerraSanta, Godofredo corri de una batalla a otra a la cabeza de esta pequeatropa, anexion Galilea y Judea y cre el principado de Tiberiades que confi a

    Tancredo de Tarento. El to de este ltimo se haba establecido en el principadode Antioqua y Balduino de Bolonia, hermano del Procurador, detentaba ms alnorte el condado de Edesa. Godofredo muri un ao y tres das despus de suentrada en Tierra Santa, consumido por esfuerzos realmente sobrehumanos.Balduino de Bolonia confi entonces su condado de Edesa asu primo Balduinodel Burgo y se dirigi a Jerusaln. Lleg all a finales de ao habiendo corrido

    los peligros ms extremos. Su coronacin tuvo lugar en Navidades.Durante los dieciocho aos de su reinado, Balduino I no ces de guerrear.

    Aprovechndose de la rivalidad entre los fatimes de El Cairo y los selycidasde Damasco, tom Arsuf, Cesrea, San Juan de Acre, Beirut y Sidn, ocup la

    Transjordania, donde construy el castillo de Montreal, y ascendi hasta el MarRojo, cortando as la gran ruta de caravanas hacia La Meca. Al mismo tiempo,

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    haba rechazado cuatro contracruzadas turcas... Al norte del reino, el conde deSaint-Gilles se apoderaba de Tortosa y de Byblos, y luego de Trpoli.

    Pero se va a acabar el perodo conquistador. Hasta la muerte de Balduino I,los cruzados han revoloteado de victoria en victoria deslumbrando alestupefacto enemigo. Exaltados por la fe, seguros de librar una guerra justa y

    despreciando la muerte, gritaban en el momento de la batalla como lo relataFulquer de Chames: Cristo vive, Cristo reina, slo Cristo impera! Balduino II(que haba abdicado de su condado de Edesa en beneficio de Jocelin deCourtenay) slo pudo mantener intacto el pequeo reino a pesar de poseer untalento real y el mismo coraje que sus predecesores. Salv el principado deAntioqua, pero no pudo sitiar Damasco por falta de medios, ya que los rabesse haban recuperado de nuevo. Tambin ellos harn la Guerra Santa pocosaos despus. En adelante, la falta de efectivos no dejar de paralizar lasiniciativas francas, colocndoles en situacin trgica en caso de derrota eimpidindoles explotar a fondo sus victorias. Toda persecucin del adversarioderrotado fuera de sus bases les ser o correr el riesgo serles fatal. Balduino IIanalizaba perfectamente la situacin cuando se dedicaba a reforzar laimplantacin franca, una parte, y a dividir a los musulmanes por otra,alternando as la guerra y la diplomacia. Pero sus esfuerzos slo desembocaronen la consolidacin del pequeo reino y la estabilizacin de la frgil conquista.Sin embargo, la inseguridad era tal que l mismo fue capturado durante unapartida de caza. Podemos imaginar los riesgos que corra gente corriente quemarchaba a Jerusaln desde cualquier puerto: el campo y las encrucijadas delos caminos estaba infestados de ladrones, cuando no de asesinos.

    Algunos caballeros gratos a Dios...

    Es justo aqu cuando interviene Hugo de Payens (futuro primer seor del

    Temple), y en estas circunstancias nace famosa orden. Son principios oscuros,casi annimos, de humildad abrumadora y que, desde luego, apenas dejabaprever que el Temple se convertira en una potencia internacional. El buenobispo de San Juan de Acre, Santiago di Vitry, lo cuenta en este estilo deiluminado:

    Tras estos acontecimientos y mientras que ricos y pobres, jvenes ydoncellas, viejos ynios acudan a Jerusaln de todas partes del mundo para visitar los Santos Lugares,bandidos y salteadores infestaban los caminos pblicos, tendan emboscadas a losperegrinos que avanzaban sin desconfianza, despojando a gran nmero de ellos e inclusomasacrar do a algunos. Caballeros agradables y devotos de Dios, ardientes di caridad, quehaban renunciado al mundo y se haban consagrado al servicio de Cristo, hicieron profesinde fe y votos solemnes bajo las manos del patriarca de Jerusaln, a defender a los

    peregrinos de estos bandidos y hombres sanguinarios, a proteger los caminos pblicos, acombatir para el Rey Soberano viviendo como cannigos regulares- en la obediencia, enla castidad y sin propiedades. De todos ellos, los principales fueron dos hombres venerablesy amigos de Dios: Hugo de Payens y Godofredo de Saint-Omer. Al principio slo fueronnueve los que tomaron una resolucin tan santa. Sirvieron bajo el hbito seglar durantenueve aos llevando los vestidos que los fieles les daban a ttulo de limosna. El rey, loscaballeros y el seor patriarca, henchidos de compasin por estos nobles que habanabandonado todo por Cristo, les mantuvieron con sus propios recursos y seguidamente les

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    confirieron algunos beneficios y algunas propiedades por la salvacin de sus almas. Comotodava no tenan iglesia a la que pertenecer ni residencia fija, el seor rey les concedi porun tiempo una pequea habitacin en una parte de su palacio, cerca del templo del Seor.El abad y los cannigos del mismo templo les dieron tambin para las necesidades de suservicio el lugar que posean junto al palacio del rey; corno desde entonces tuvieron sumorada cerca del templo del Seor, enseguida fueron denominados caballeros del Temple...

    Guillermo de Tiro, un poco menos elogioso en su crnica, sostiene quecuando hicieron profesin de fe les fue encomendado por el seor patriarca ypor los dems obispos, trabajar con todas sus fuerzas para la remisin de suspecados, en la proteccin de senderos y caminos. Sostiene tambin que, alcabo de nueve aos de existencia, los piadosos guardianes de Palestinaseguan siendo nueve. Pero hay que decir que Guillermo de Tiro detestaba alos templarios y que se esforzaba por minimizar su papel. Cuando Santiago deVitry escribi su propia relacin sobre las cruzadas, copi grandes partes pero,conociendo ntimamente a los templarios y habindoles visto manos a la obraen su dicesis de Acre, no comparti su juicio con respecto a ellos. Muy alcontrario: ha contribuido a restituir el clima casi legendario que rodeaba a losprincipios del Temple y ha querido hacernos compartir su admiracin. Lo queparece indudable es la extrema modestia de los comienzos de la Orden.

    Mientras que muchos cruzados slo soaban con volver a sus hogaresdejando Jerusaln y Tierra Santa a merced de los infieles, y otros buscabanestablecerse en algn seoro o se hacan fuertes en sus castillos, un grupo devoluntarios decidi quedarse, tras la iniciativa de Hugo de Payens. Eranpiadosos caballeros que no pedan ms que la autorizacin para escoltar a losperegrinos, vigilar los caminos en sus tramos ms peligrosos y, si sepresentaba la ocasin, echar una mano al rey de Jerusaln. Cuando noluchaban o montaban guardia en la ruta de Caifas a Cesrea (tramodetestable), celebraban los oficios. Eran ya monjes soldados, pero sin ningnsigno distintivo, sin bienes y sin jerarqua ni prerrogativas de ninguna especie.

    Y ya estaban al margen de la sociedad laica (en virtud de su profesin de fe) yla Iglesia (a pesar de que haban profesado), porque iban en ropas de guerra yvertan sangre. Y este dualismo ya resultaba inquietante. Pero las almas de lapoca eran de una textura tal que se sentan atradas por ellos, por su ejemploy abnegacin. Y haba ms todava: como caballeros de Dios a perpetuidad (osi se prefiere, cruzados permanentes) encarnaban a la perfeccin el idealcaballeresco en su aspecto ms refinado e intransigente. El antiguo preceptode caballera recomendaba evitar todo trato con los traidores, proteger a losdbiles, respetar los ayunos y las abstinencias, escuchar misa todos los das,evitar el orgullo, permanecer casto de cuerpo y espritu, y verter sangre pordefender la Iglesia. Los caballeros de Hugo de Payens quisieron tratar de

    mantener esta imposible apuesta de conciliar el honor y la fe.La Iglesia, cuya influencia sobre la evolucin de las costumbres eradeterminante y que se esforzaba por canalizar y moralizar los instintos blicosde la casta nobiliaria, as como por poner fin a los conflictos privados, slopoda alentar esta tentativa. Los templarios encarnaban un modelo que ella nohaba dejado de proponer. Y, por otro lado, los que guardaban algo degenerosidad en su corazn (haba muchos entonces) se daban perfecta cuentade que a partir de ese momento el grupo de Hugo de Payens constituira la

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    lite inimitable. Los deseos de perfeccin (que hasta ese momento parecaninalcanzables), las aspiraciones ms secretas y los sueos nacidos de los viejospoemas heroicos convergan en ella. Como dira despus San Bernardo, unanueva caballera acababa de nacer, cuyos miembros no queran para s nibienes ni gloria. La realizacin, la culminacin y la cima ms alta de toda

    caballera se encontraba all y no en otra parte.Vincularse a una orden y salvarse a travs de ella, se convirti para aquellos

    hombres de guerra y para los rapaces feudales a poco que vieran claro en smismos y se arrepintieran de sus faltas en la nica tabla de salvacin. Era lanica promesa digna de ser mantenida, el nico avance, la nica grandeza quese poda codiciar, la flor de toda plegaria. Slo esto bastara para explicar suxito inmediato y para evidenciar que el cronista Guillermo de Tiro lanza, pormalevolencia, una falacia cuando afirma que, tras nueve aos de actividades,los compaeros de Hugo de Payens seguan siendo slo nueve. De otro modo,el apoyo que les proporcionaron simultneamente el patriarca de Jerusaln ysus cannigos, y el rey de Jerusaln y sus barones, no habra sido taninmediato y caluroso.

    Pero, quin fue el extrao individuo que tuvo la idea de esta caballeramonstica? Apenas se le conoca. Casi no dej ms pistas que la de haber sidoel inventor de los templarios y su primer maestre. No obstante, sabemos queera un caballero de la regin de la Champaa de cierta relevancia, ya quefiguraba en calidad de testigo en dos documentos de Hugo de Troyes, fechadosen el ao 1100. Algunos autores sugirieron incluso que proceda de la casa deChampaa. La ciudad de Payens de la que tomaba el nombre, se encuentra adoce kilmetros de Troyes, capital de la provincia y residencia habitual de loscondes.

    Encontramos la misma falta de precisiones sobre sus primeros compaerosy sobre su lugarteniente Godofredo de Saint-Omer, del que slo sabemos queera un caballero flamenco. Pero sabemos tambin que, desde el comienzo,acogan a caballeros-huspedes que servan a plazo fijo: en 1120, Fulquer deAngers figuraba entre los cofrades del Temple. Sabemos, adems, que en1126 Hugo de Champaa se hizo templario, tras dimitir de su cargo y ceder sucondado a su sobrino Teobaldo, ya conde de Brie. San Bernardo, decepcionadoy lamentando no haber acogido a Hugo en el monasterio de Claraval, leescribi: Si para el servicio de Dios has pasado de conde a caballero y de ricoa pobre, te felicitamos por tu progreso como es justo y glorificamos a Dios enti, sabiendo que es una mudanza a la mano derecha del Seor. Por lo dems,confieso que no soportamos ce paciencia estar privados de tu gozosa presenciapor no qu justicia de Dios... Podremos olvidar la antigua amista, y losbeneficios que con tanta largueza aportas a nuestra casa? Adhesin preciosapara los templarios, en razn misma de las buenas relaciones de Hugo deChampaa y San Bernardo, y de su antigua generosidad, que precisamentehaba permitido la fundacin del monasterio de Claraval. Porque San Bernardocuya autoridad era inmensa en los medios eclesisticos y cultivados deltiempo jugar un papel capital, determinante, en favor de la orden naciente.Sin duda, no habra apoyado tan rpida y completamente este movimientoinslito revolucionario estamos tentados de escribir con su pujante

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    autoridad, si las relaciones de amistad, los recuerdos comunes e incluso losparentescos no hubieran facilitado las aproximaciones.

    Por tanto, en un primer momento un momento ira breve el rey BalduinoII hosped a los monjes-soldados en una sala de su palacio, es decir, de lamezquita de El Aqsa, sobre la enlosada explanada de lo que entonces se

    denominaba Templo de Salomn. En 1120 el rey Balduino II transferir laresidencia real a la Torre de David, ms fcil de defender y fortificar. Dej a lostemplarios la libre disposicin de su ex-palacio, cosa que prueba hasta laevidencia que eran ms de nueve un ao despus de su creacin. Fue aqudonde se instal la casa presbiterial de orden, de donde, de milites. Chridti(Caballeros osoldados de Cristo) pasaron a tomar el nombre de caballeros del

    Temple o templarios. De ah que uno de sus sellos represent el TemplumSalomonis. Balduino II, siempre escaso de efectivos militares, comprendiperfectamente el beneficio que significaba la cofrada naciente: nada menosque un pequeo ejrcito permanente, un cuerpo de lite susceptible deintervenir a la primera seal. Segn el sistema feudal, no dispona de unejrcito en el sentido moderno del trmino, sino del concurso ms o menoseficaz de sus barones y de sus hombres. Corra el riesgo de sufrir unacatstrofe, hundimiento inmediato y total a consecuencia de la dispersin desus fuerzas y del retraso producido en su movilizacin en caso de un ataquerepentino y masivo por parte el adversario. Apoy entonces la iniciativa deHugo de Payens con todo su poder y toda su inteligencia, que era viva ypenetrante. Sin duda los templarios proseguiran su primigenia misin deguardia religiosa y continuaran protegiendo a los peregrinos entre Caifas yCesrea, pero era primordial que nutrieran tambin un cuerpo permanente elque el rey de Jerusaln pudiera disponer para la defensa de Tierra Santa. Enese caso haba que procurarles todos os medios, ya que los templarios noexistan institucionalmente y no tenan vestidos especficos ni reglamentopropio. Todava la Iglesia no les haba reconocido. Indudablemente su estadode monjes-soldados despertaba las sospechas de algunos eclesisticos yprovocaba las primeras crticas, es decir, el escarnio de los clrigos. Si sedeseaba que Temple prosperara y que su reclutamiento no fuera slo localhaba que interesar en ello a Occidente y obtener en primer lugar la aprobacinpontificia.

    Por tanto, en otoo de 1127 Balduino II envi a Hugo Payens y a algunos desus compaeros a Europa con cartas de presentacin. Una vez ms es labornuestra tomar a leyenda por imperfecta: habra confiado Balduino II estamisin diplomtica a Hugo de Payens si ste hubiera sido tal y como aqullapropone (un pobre caballero almibarado, todo humildad y un tanto simpln)? Yes que se trataba nada menos que de convencer al Papa y a los prelados quele rodeaban. La forma en que Hugo de Payens desempe su papel, losplanteamientos que lleg a desplegar y la autoridad de la que supo revestirseatestiguan por el contrario la calidad de su inteligencia, la sutileza de unespritu superior adems de una voluntad a toda prueba. Sin duda era unguerrero (lo haba demostrado), pero tambin un organizador y un pensador enaccin. El Papa Honorio II le escuch con benevolencia e incluso se dice quecon deferencia. Pero segn el mtodo romano, evit tomar partido antes de

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    consultar a las rdenes monsticas que eran, sobre todo, las principalesinteresadas, ya que los templarios queran ser conventuales.

    Hay que admitir que su frmula planteaba un problema espinoso desde elpunto de vista cannico. No tena precedentes en ningn perodo ni en ningunaregin, era completamente nueva y de inspiracin totalmente francesa.

    Todava nadie haba imaginado que los monjes pudieran repartir su tiempoentre la oracin y la guardia, o entre los oficios y los combates, ni que losmonasterios fueran mismo tiempo fortalezas vigiladas militarmente. De ahperplejidad de Honorio II que, sin menospreciar la utilidad de los templarios nilas buenas intenciones de su creador, no saba en qu clase colocarles, ni aqu orden ligarles, ni qu regla aplicarles entre las que regan los conventosaquel entonces. Como consecuencia encarg el asunto mariscal Mateo deAlbano, un francs antiguo prior de Saint Martin des Champs en Pars. Elcardenal fue enviado Francia a principios de 1128 con el ttulo de legadopontificio. Por su parte Hugo de Payens haba entrado en contacto con SanBernardo, abad de Claraval, siguiendo instrucciones o consejos de Balduino II.Gracias al santo el asunto templario dio un paso de gigante y la Champaa seconvirti en la cuna de la orden y en su trampoln Occidente. l se encarg deorganizar el concilio y en la ciudad de Troyes como lugar de reunin, poniendola balanza toda su pujante autoridad, y su pluma y su corazn a disposicin delos templarios antes de celebrar alabanzas en pginas que se hicieronfamosas.

    El concilio de Troyes

    El concilio se reuni en la catedral de Troyes el 14 enero de 1128, da de SanHilario, como especifica el secretario Jean Michiel, encargado de establecer elproceso verbal. Y enumera con detalle a los participantes: Mateo, obispo de

    Albano y legado del papa, presidente; a continuacin Reinaldo de Martign,arzobispo de Reims; el arzobispo de Sens, Enrique de Sanglier, y sussufragneos; Grocelino de Vierzy, obispo de Soissons; Esteban de Senlis,obispo de Pars; Hatton, obispo de Troyes; Juan, obispo de Orlans; Hugo deMontaigu, obispo de Auxerre; Burcardo, obispo de Meaux; Erleberto, obispo deChlons; Bartolom de Vir, obispo del Lan; Reinaldo de Semur, abad deVerdelai (Vezelay), futuro arzobispo de Lyon y legado del papa; EstebanHarding, abad del Cster; Hugo de Mcn, abad de Pontigny; Guido, abad de

    Troisffons (Trois-Fontames); Ursin, abad de Saint-Rmy de Reims; Herberto,abad de Dijon; Guido, abad de Molesmes; y Bernardo, abad de Claraval. Esdecir, dos arzobispos, ocho obispos y ocho abades, independientemente delsecretario Jean Michiel y de otros clrigos. Tomaban igualmente parte en los

    debates a ttulo de consejeros civiles y militares: Teobaldo IV, conde deChampaa, de Brie y de Blois (llamado el grande); Guillermo II, conde deNevers, de Auxerre y de Tonnerre; Andrs de Baudemant. La mayora dedichos prelados y bades mitrados estn relacionados, de cerca o de lejos, conorden de San Benito. Su pensamiento es de inspiracin completamentecisterciense.

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    Fue ante esta impresionante asamblea de telogos y de grandes seoresdonde el maestre del Temple y sus compaeros (a saber: Godofredo de Saint-Omer, Payen de Montdidier, Archambaldo de Saint-Amand de quien sabemospoca cosa, y los hermanos caballeros Godofredo Bisot y Rolando o Rotaldoo Roraldo de quienes tampoco sabemos ms que acompaaban al fundador

    de la orden) hubieron de comparecer bajo las bvedas de la catedral en elresplandor de los cirios de esta maana de enero. No debi ser cosa fcil tomarla palabra, plantear los principios ylos primitivos usos del Temple, mostrar susbeneficios y su utilidad en Tierra Santa, o responder a las objeciones yconvencer a la asamblea. Supona una buena dosis de habilidad y deelocuencia. Es cierto que San Bernardo vigilaba que, aunque aparentemente nofuera ms que un padre conciliar entre los otros, diriga los debates. Pero encuanto al papel asumido con propiedad por Hugo de Payens, el testimonio de

    Jean Michiel es determinante: Acerca de manera y establecimiento de laorden de Caballera escuchamos en comn captulo, de boca del antes dichomaestre Hugo de Payens; y segn el conocimiento de la pequeez de nuestraconsciencia, alabamos lo que nos pareci bueno y aprovechable y desechamoslo que nos pareca sin razn>.

    Esto significa claramente que Hugo de Payens relat ante el concilio lascircunstancias de la fundacin del Temple y que, artculo por artculo, expusosus usos y costumbres. El concilio retuvo lo que le pareca bueno y desech loque le pareca malo. Resumiendo: aport las modificaciones que le parecannecesarias. Incluso el secretario tom la molestia de aadir: Aquello que nopudimos juzgar lo dejamos a la discrecin de sire Papa Honorio, de Esteban,patriarca de Jerusaln, ya que este ltimo conoca mejor que nadie lasnecesidades del servicio en Tierra Santa. Es por tanto inexacto decir que elconcilio de Troyes dio su regla a los caballeros del Temple. Esta reglapreexista ya bajo una forma lo suficientemente precisa como para que losPadres conciliares hubieran podido examinarla con detalle. Su aportacinesencial fue adaptar los usos costumbres primitivos a las institucionespropiamente religiosas en vigor en los conventos. Encargaron al abad Claravalque redactara su texto que, tras algunos retoques no tardaron en aprobar. Estclaro que San Bernardo se inspir en la regla de San Benito, reproduciendofrases enteras, si bien mantuvo plenamente lo esencial del dispositivotemplario. Redactada en latn, esta regla comprendeindependientemente desu prlogo sesenta y ocho artculo y comienza por una exhortacin a lasobligaciones religiosas de los templarios:

    Vosotros que habis renunciado a vuestras propias voluntades, vosotros que servs alsoberano rey con caballos y armas para la salvacin vuestras almas, velad universalmentepara or maitines y todo el servicio completo segn el establecimiento cannico y el uso de

    los maestros regulares de la santa ciudad de Jerusaln...

    Esta obligacin tiene un carcter absoluto y una nica excepcin netamentedefinida que marca la primaca del servicio divino sobre el servicio militar.Primaca cuyo objetivo era exaltar la fe, a fin de prepararse a morir por ellainstantneamente. Ahto de la carne de Dios y ebrio y penetrado de losmandamientos de nuestro Seor, tras el final del servicio divino, que nadie seespante de ir a la batalla sino que se disponga para la corona, es decir, que

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    est dispuesto a recibir la corona de mrtir. Exhortacin que se une al prlogoque es de una grandeza tal que uno no puede dejar de extraer estas frases queayudarn mejor a captar el espritu que animaba el Temple:

    Hablamos principalmente a aquellos que desprecian sus propias voluntades y que

    desean con ardor servir de caballera al rey soberano, y que, con aplicado esmero, deseanllevar y llevan la muy noble armadura la obediencia. A vosotros que pertenecisteis a lacaballera seglar sin que Jesucristo fuera todava la causa, ya que la abrazasteis por favorhumano, os amonestamos a que sigis a aquellos que Dios extrajo de la usa de perdicin ya los cuales mand, por su amorosa piedad, defender Santa Iglesia, animndoos a que osapresuris a uniros a ellos a perpetuidad... la orden de caballera ha florecido y resucitadoen esta religin.

    Y se prometa a quienes hicieran esta difcil eleccin y atuvieran a ella, queestaran en compaa de los mrtires.

    La regla primitiva

    En un principio, slo era aplicable a un grupo restriido, pero, al ampliarserpidamente, reclamar soluciones circunstanciales y, por tanto, disposicionescomplemntalas. Ya que el objetivo principal de esta obra es el estudio le lavida templara a mediados del siglo XIII, parece superfluo analizar la primeraregla de manera demasiado detallada. Sin embargo, es conveniente recordarsus lneas maestras.

    Ante todo, la regla subordinaba el Temple a la autoridad eclesistica, lo cuales normal por tratarse de un convento, pecro adems designaba al patriarcade Jerusaln, a quien otorgaba incluso el poder de colmar las eventualeslagunas del texto conciliar. Como consecuencia, someta a los templarios a lostribunales eclesisticos. Sus obligaciones religiosas, por otra parte, no podan

    ser las de una orden contemplativa. Los templarios deban participar en losoficios celebrados por los clrigos regulares de Jerusaln, aunque seexceptuaba a aqullos que se encontraran fuera de la madre efectuando algnservicio, y que podan reemplazar los maitines por el rezo de trecepadrenuestros, las horas por siete y las vsperas por nueve. El oficio deba orseen su totalidad. Adems, la regla daba la relacin de festividades y ayunosobligatorios.

    La regla recomendaba prudencia cuando se trataba de aceptar a un nuevohermano. Al postulante se le deban leer los mandamientos de la casa para quesupiera exactamente a lo que se comprometa. Despus de un tiempo deprueba el maestre y los hermanos decidan si le concedan o le denegaban elhbito. Es curioso que la versin francesa omita dicha prueba y deje la decisin

    inmediatamente seguida de la toma de hbito a discrecin del maestre ydel captulo. Asimismo, la regla latina parece prohibir el reclutamiento decaballeros excomulgados, mientras que la versin francesa muestra en estepunto ciertas reservas. Quizs deba a que el traductor era un latinistamediocre. Pero puede ser tambin que los templarios quisieran ofrecer demodo una oportunidad de redencin a los que, en muchos casos, erancondenados por los obispos en un arrebato de ira.

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    En lo tocante al ingreso en la orden, la regla prohiba formalmente que seacogiera a nios o a adolescentes pesar de que hubieran sido presentados porsus padres; prohibicin que encuentra su evidente justificacin en el rigor y elcarcter irreversible del compromiso que se adquira, que supona, en efecto,una voluntad pronunciada con no conocimiento de causa y con entera libertad.

    Adems coincida con los preceptos en uso en la caballera, segn los cuales nose deba armar caballeros a muchachos demasiado jvenes e incapaces por suedad de llevar la armadura y sus accesorios, de manejar eficazmente la lanzay, sobre todo, la pesada espada: no se golpeaba con la punta sino con el filo y,por tanto, haba que tener la fuerza suficiente para blandirla a brazo partido.Dicho de otra manera: uno tena que tener veinte aos aproximadamente o, entodo caso, tener una poderosa musculatura. La regla (que sin duda ratificabauna situacin ya existente) divida a los miembros de la orden en cuatrocategoras o, por lo menos, sugera esta clasificacin:

    los caballeros

    los sargentos y los escuderos los sacerdotes hermanos de oficios o artesanos.

    Al principio no todos los hermanos caballeros provean de la nobleza, encontra de lo que se ha afirmado. La obligacin de ser caballero, hijo decaballero o supuesto como tal, se sita en un perodo en el que elreclutamiento ya no planteaba ningn problema. Hay que subrayar de lamisma forma que los hermanos sargentos podan ser nobles, sobre todo siservan a plazo fijo. De todas formas era entre la clase media (hidalgos,campesinos y burgueses) donde el Temple tena mayor xito. Es necesarioaadir que esta clase era la que proporcionaba los cuadros a la sociedad de

    su tiempo?Hay otro aspecto sobre el que quisiramos insistir: la habilidad de losredactores de la regla, que se muestran constantemente circunspectos. Notrataban de preverlo todo, y evitaban establecer barreras estrechas yestructuras rgidas: por el contrario, dejan una parte a la iniciativa con respectoa los arrendamientos, mezclando la firmeza con la flexibilidad. Rigor en losprincipios y mesura en su aplicacin. De este modo, la regla otorgaba almaestre del Temple poder casi absoluto sobre los hermanos; sin embargo esteestaba obligado a consultar al captulo antes de tomar las decisiones. Por lotanto, los Padres conciliares se guardaban de entrar en detalles sobre el podermagistral, o de dar imperativamente la composicin del captulo: el conjuntode los hermanos o los ms sabios entre ellos segun caso y, se sobreentiende,

    el grado de urgencia. No queran entorpecer la accin personal del maestre y,por tanto, dejaban elegir a sus consejeros.Se advertir tambin que existan los hermanos de oficios (los que

    desempeaban funciones domsticas), o de otra forma, los sirvientes.Podemos deducir de ello que en 1128, aquellos que se denominaban a smismos Pobres Caballeros de Cristo tenan a partir de este momento mediosnecesarios para mantener, es decir, para remunerar a sus servidores aunquestos fueran poco numerosos, ms, prescindir de auxiliares era casi imposible

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    para caballeros. En campaa no podan transportar por s mismos suimpedimenta militar, aunque estuviera reducida estrictamente a lo necesario,ni mantener en buen estado sus mas y armaduras si tenan necesidad derepararlas, ni ocuparse de la numerosa caballera ni de sus accesorios: jaeces,bridas, sillas de montar, etc. Es evidente que, desde su principio, la casa madre

    de Jerusaln albergaba a los artesanos indispensables: herreros,guarnicioneros, panaderos, cocineros... unos haban profesado, otros servan aplazo fijo.

    Los ropajes deban ser de un color uniforme; bien blanco o negro, o inclusoen buriel, es decir, gris amarronado. No obstante, los caballeros que habanprofesado llevaban tanto en invierno como en verano el manto blanco queera una larga capa como signo distintivo que indicaba que estabanreconciliados con el Creador. El blanco es el color de la inocencia y de lacastidad, resguarde coraje y de salud corporal. Esta reserva formal tena comofin evitar que los caballeros-huspedes, los escuderos y los que servan a plazofijo (por misericordia) y que en ocasiones estaban casados, provocaran elescndalo y llevaran la desgracia al Temple cubrindose con el manto blancos.Es muy probable que esta disposicin fuera introducida Hugo de Payens trasalgunos abusos. Por lo dems, la regla recomendaba simplemente lasimplicidad. La indumentaria templara no deba presentar nada superfluo.Estaba prohibido llevar zapatos de punta (de punta retorcida) y pieles, salvolas de cordero y carnero. Ninguna bsqueda de elegancia, considerada fuentede orgullo: haba que tener los cabellos cortos y la barba larga; las armas,

    jaeces y arreos deban ser slidos pero sin ningn ornamento. En cuanto a lamanera de vestir, nada distingua ni siquiera al maestre.

    La disciplina era severa, a la vez religiosa y militar, segn el principio y elparticular destino de la orden: haba obligacin de comer en silencio, y dos porcada escudilla en signo de humildad. Pero el rgimen alimentario tena encuenta el hecho de que los templarios eran combatientes. En consecuencia, selimitaban los ayunos practicados en los otros conventos. Siguiendo la mismaperspectiva, se desaconsejaba a los hermanos seguir los oficios de pie: debanreservar sus fuerzas para las patrullas y el combate.

    En resumen, la regla de 1128 era una adaptacin de los usos practicados porel Temple durante los nueve primeros aos de su existencia a la regla de SanBenito. Aada poca cosa al reglamento inicial, pero oficializaba la cofrada y leconfera el derecho de percibir diezmos y de poseer en propiedad dominios yfeudos, segn el sistema feudal.

    Con la fuerza de las armas en Graena

    Los eruditos disputan bastante en vano sobre cul fue provincia europea querecibi las primeras donaciones para el Temple. Dejando a un lado las cartasque todava quedan por analizar, parece que la primera de ellas fue unadonacin aprobada en 1127 por el conde Teobaldo de Champaa y de Brie.Aunque no se pueda certificar, es probable que Hugo de Payens donara en elmismo perodo el feudo del que tomaba el nombre y que se convirti en elcentro de las primeras encomiendas. La aprobacin de la regla en el concilio de

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    Troyes y el ejemplo dado por el conde de Champaa acarrearon sin dudaalguna los donativos ms diversos, y parece que fue en esta poca cuando sefundaron las grandes templeras de la Champaa. Pero durante el curio deestos mismos aos naceran las templeras languedocianas, provenzales,espaolas, flamencas e inglesas: apenas clausurado el concilio, el maestre

    Hugo de Payens y sus compaeros se dispersaron encargndose cada uno devisitar una regin determinada.

    Hugo de Payens se dirigi a Normanda para encontrarse all con el reyEnrique I, que le acogi con calor y le permiti cruzar a Inglaterra. El maestrerecibi all numerosas donaciones y fund el Temple de Holborn. Se habadirigido a Anjou antes del concilio junto al conde de Fulquer, que haba venidode Tierra Santa para desposar a su hijo con Matilde, hija del rey de Inglaterra:este matrimonio ocasionar la prodigiosa fortuna de los Plantagents. Anjou, elmaestre haba partido para Poitou. Recoga naciones y reclutaba partidariosaqu y all. A su regreso de Inglaterra pas por Le Mans (en 1129), y de all serigi a Provenza, donde el obispo de Avignon cedera a los templarios la iglesiade San Juan Bautista. El maestre cosechaba un xito caluroso en todas partes.Es evidente que talento personal y su elocuencia sirvieron para algo.

    Godofredo de Saint-Omer fue enviado a Flandes, donde su padre era uno delos seores principales. El conde de Flandes hizo una donacin fastuosa:renunci a su derecho de foro en beneficio de los templarios, es decir, al censoque se pagaba al entrar en posesin de un feudo. Se fundo una templera en

    Ypres. Joffroi Bisot se ocup de Provenza y Hugo Rigaud del Languedoc y deEspaa. El xito Temple tal vez fue mayor en estas comarcas meridionales queen los pases de la lengua de ol. Se puede explicar diversas maneras, pero lamejor de ellas es, sin duda, la proximidad de los musulmanes. Hemos dicho yaque Espaa estaba semiocupada por los rabes; los reyes de Castilla y deAragn libraban contra ellos una difcil guerra de reconquista, no siemprepositiva: las incursiones rabes en sus territorios causaban frecuentesestragos. Desde 1126 los prncipes se acogieron al auxilio de los templarios.Por tanto el hermano Hugo Rigaud encontr un terreno propicio al venir de

    Toulouse.En 1130 Ramn Berenguer III de Barcelona se hizo recibir como templario

    por Rigaud, donando no ya un simple dominio, sino la plaza fuerte de Graenaen la frontera sarracena. El mismo ao, el rey Alfonso I el Batallador de Aragnleg un tercio de su reino a los templarios, a los hospitalarios y a los cannigosdel Santo Sepulcro de Jerusaln, ya que no tena hijos. En 1132 el conde deUrgel les don su castillo de Barbera porque han venido y se han mantenidocon la fuerza de las armas en Graena para la defensa de los cristianos. Elmismo ao del concilio de Troyes, la condesa Teresa de Portugal les donaba lafortaleza y el feudo de Soure, que defenda el sur de sus posesiones. Un pocoms tarde su hijo Alfonso les donaba el bosque de Cera, que arrebataron a losmusulmanes antes de fundar all las tres ciudades de las que nacera Coimbra.

    En el Languedoc, su crecimiento no era menos rpido: s lo observa M.Grard en su estudio sobre la encomienda de Douzens. Desde 1132-33 seimplantaron en Carcasona, Brucafel, Douzens, etc., gracias a las larguezas delos nobles locales, es decir, de altsimos seores como el vizconde Roger de

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    Bziers. En 1136 se fundaba la gran templera de Richerenches, en laProvenza.

    Elogio de la nueva caballera

    El maestre Hugo de Payens volvi de nuevo a Jerusaln lacia el ao 1130,despus de haber nombrado un maestre en Francia, el hermano Payen deMontdidier, del mismo modo que el hermano Hugo Rigaud pareca haberasumido el cargo de maestre en Espaa-Languedoc-Provenza. Decimosparece porque la organizacin del Temple todava era fragmentaria despusdel concilio. Lo nico que se poda hacer era improvisar en ausencia de una

    jerarqua fijada por la regla. La implantacin y la extensin casi vertiginosa dela orden en esta parte de Europa implicaban la presencia del lugarteniente delmaestre, que estaba obligado por el estatuto a residir en la casa de Jerusaln.Probablemente estos lugartenientes tenan amplios poderes: su papel eracoordinar el funcionamiento de las templeras (que aunque estaban

    diseminadas eran ya numerosas) y acelerar el reclutamiento. La orden slorecibir sus estructuras definitivas una dcada despus.

    Pero a pesar de este inesperado resultado y del sincero entusiasmo que lostemplarios cosechaban en todas las clases sociales (incluida la nobleza mselevada), hay indicios para creer que la orden no estaba exenta de crticas.Indudablemente los Padres conciliares haban aprobado su fundacin y sususos. Sin embargo segua siendo verdad el derecho cannico prohiba a losclrigos y a los religiosos verter sangre de un ser humano aunque ste fuerainfiel. Una parte de la opinin pblica comparta este punto vista. De ah losescrpulos de algunos individuos, sus licencias y, a la postre, su abstencin.Hugo de Payens percibi perfectamente este dilema. Pidi entonces a SanBernardo que lo cortara de raz, sin dudar que el prestigio gran abad vencera

    los ltimos obstculos. San Bernardo tena ms de una razn para amar a lostemplarios, al haber comprendido perfectamente la grandeza de su finalidad ysu utilidad en los dos frentes de la cristiandad. Pero la peticin de Hugo dePayens le pona en un aprieto, ya que el maestre no slo apelaba a suautoridad en los medios eclesisticos sino tambin a su ciencia de telogo. Lomenos que podemos decir es que San Bernardo se hizo de rogar y respondi aHugo de Payens: Una vez, dos veces y he tres veces, mi querido Hugo, mehabis rogado que escriba una homila para vos y para vuestros hermanos, yque esgrimiera mi pluma contra los tiranos hostiles, ya que la lanza me estproscrita... Pero precisamente la lanza est proscrita a todo religioso, y lostemplarios pertenecan sin duda a la Iglesia. Se comprende que San Bernardose tom un tiempo de reflexin, pero como tena alma imaginativa fundament

    su razonamiento de esta suerte: sera mejor, verter la sangre de los infieles siuno pudiera defenderse de ellos por otro medio que no fuera la espada; losinfieles amenazaban la herencia espiritual de la Cristiandad y ha que evitar quedestruyeran esta herencia.

    Tierra Santa no constituye un reino ordinario; pertenece en propiedad aJesucristo, que la ha bautizado con su divina sangre para la salvacin delgnero humano. Es, por tanto, inaceptable dejar esta tierra a merced de los

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    paganos. La guerra en Tierra Santa no es una guerra de conquista ni unconflicto de razas, sino que constituye la defensa de los Santos Lugares yparticularmente del Santo Sepulcro, que les la cuna de la Cristiandad. Quinpuede ser el instrumento de esta recuperacin y de esta defensa? Desde luegono los envanecidos y codiciosos caballeros seglares de la poca, sino los

    caballeros de Cristo, animados por una fe profunda y por un desintersabsoluto.

    En su Elogio de la nueva caballera (De laude novae militiae) opone a partirde este momento la caballera seglar a la caballera celestial de los templarios,con el fin de mostrar dnde se encuentra la va de salvacin. Se dirige as a loscaballeros laicos:

    Entarascis vuestros cabellos de sedas y cubrs vuestras cotas de malla con no s quandrajos. Puls vuestras lanzas, vuestros escudos y vuestras sillas de montar; incrustis envuestros brocados y en vuestros estribos oro, plata y piedras preciosas. Os engalanissuntuosamente para la muerte y corris a vuestra perdicin con una furia desvergonzada yuna descarada insolencia. Los oropeles son los arneses de un caballero o los adornos deuna mujer? O acaso creis que las armas de vuestros enemigos se apartarn ante el oro,respetarn las gemas o no atravesarn la seda? Adems se han demostrado muchas veceslas tres cosas principales que se requieren en la batalla: que un caballero est alerta paradefenderse, sea rpido a caballo y pronto en el ataque. Mas al contrario, vosotros os peiniscomo mujeres por miramiento a vuestro aspecto, envolvis vuestros pies en holgadas ylargas tnicas, ocultis vuestras r tiernas y delicadas manos en mangas amplias yacampanadas. Y, as emperifollados, os bats por las cosas ms vanas, tales como la clerainjustificada, el apetito de gloria o la codicia de bienes temporales.

    Lo que pinta San Bernardo es la caricatura de la caballera de su tiempo conuna pluma templada en la irona, en efecto, la herldica acababa de nacer consus esmaltes y sus colores tornasolados que servan como marcas de reco-nocimiento antes de convertirse en signos distintivos de las familias. Los

    tejidos que recubran los palafrenes, el casco y la armadura repetan losmotivos pintados sobre los broqueles y rivalizaban en esplendor. Estacaballera orgullo frvola, sin costumbres y desordenada en los combates tenalugar en una guerra justa; mataba por matar o salvar su vida, temiendo perderal tiempo el alma y el cuerpo. Al contrario, es autnticamente caballero sinmiedo y sin reproche quien protege su alma con la armadura de la fe comocubre su cuerpo con una cota de malla. Doblemente armado, no tiene miedo nide los demonios ni de los hombres. A buen seguro, aquel que desea morir noteme a la muerte. Porque, cmo se aterrara de vivir o de morir aquel paraquien la vida es Cristo y la muerte su recompensa?

    San Bernardo asigna una doble finalidad a esta nueva caballera cuyaaparicin saluda en soberbios trminos: combatir contra el espritu del mal y

    contra los adversarios de carne y hueso, cosa que precisamente realizan lostemplarios, que son a la vez soldados de Cristo y monjes. De ah el retrato quele dictan su entusiasmo y sus dotes de gran artista, y cuya viveza guardatodava su poder emotivo:

    Van y vienen a una seal de su comendador; llevan la indumentaria que les da sinbuscar otros vestidos ni otro sustento. Recelan de todoexceso en vveres e indumentaria,deseando slo lo necesario. Viven) dos juntos sin mujer ni hijos. Y para que no les falte nada

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    de la perfeccin anglica, todos moran bajo un mismo techo, sin nada que les sea propio,unidos por su regla en el temor de Dios.

    No se encuentran en su compaa ni haraganes ni azotacalles; cuando no estn deservicio, cosa que es rara, o cuando comen su pan dan gracias al Cielo, se dedican areparar sus vestidos y sus arneses desgarrados o despedazados, o bien hacen lo que sumaestre les manda, o lo que prescriben las necesidades de su casa. Nadie es inferior entreellos; honran al mejor, no al ms noble; se hacen cortesas unos a otros y practican la ley deCristo ayudndose mutuamente.

    Las palabras insolentes, los actos intiles y las risas desmesuradas, los lamentos y lasmurmuraciones, no quedan impunes si son advertidos. Detestan el ajedrez y los dados,tienen horror a la caza y no encuentran el placer acostumbrado en la ridcula persecucinde pjaros. Evitan y abominan de los mimos, los magos y los juglares, O las cancionesatrevidas y las stiras.

    Y, dejndose llevar por su imaginacin de poeta, cae en la exageracin eincluso en el contrasentido:

    Se cortan los cabellos al rape, sabiendo por el Apstol que es una Ignominia para unhombre cuidar su cabellera. Jams se les ve peinados e lavan raramente; van con la barba

    hirsuta, pestilentes de porquera, maculados por el calor y la loriga...

    Es de suponer que Hugo de Payens y sus compaeros deban vestir unatnica adecuada y llevar la barba cuidada cuando se presentaron ante losPadres del concilio bajo las bvedas de la catedral de Troyes, o que Payen deMontdidier (maestre de Francia y, por tanto, en relacin constante con el rey ycon la corte) y Hugo Rigaud (familiar del rey de Aragn) presentaban unaspecto decente. Y cmo habran soportado los templarios el clima de

    Jerusaln si se hubieran cocido en su mugre? Las epidemias habran diezmadoel convento como resultado de la promiscuidad. Adems los testimonioscontemporneos concuerdan en lo que se refiere al tema del impecableaspecto de los hermanos en tiempos de guerra y en tiempos de paz. La orden

    estaba demasiado preocupada por la limpieza de cuerpo y alma como paraignorar la higiene. Pero, desde luego, podemos excusar a un poeta que se hadejado arrastrar por una imagen y por el deseo un tanto excesivo de apoyarseen el contraste entre la empenachada caballera multicolor de la poca y lasobria caballera de Cristo, que configuraba sus escuadrones revestida conmantos blancos.

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    CAPTULO III

    LA BULA DE INOCENCIO II

    ECORDEMOS que la regla colocaba a los templarios bajo la subordinacindel patriarca de Jerusaln. Esta clusula restrictiva poda ser untormento, e incluso entorpecer en cierta medida el desarrollo de la

    cofrada militar o modificar su orientacin. Posiblemente fue esto lo que sedebi producir bajo el patriarcado de Esteban, exvizconde de Chartres. Como

    atestigua la traduccin francesa, enmend un poco (bajo ciertas condiciones)varias disposiciones de la regla, ya que los Padres conciliares le haban dadopoder para ello. Esteban de Chartres intent transformar el Temple en miliciapersonal para conseguir su primaca sobre las autoridades laicas medianteestos pequeos cambios y la concesin de beneficios. Hugo de Payens slopudo soportar estas dificultades.

    R

    Roberto de Craon

    Despus de su muerte, acaecida en el ao 1136, Hugo de Payens fuereemplazado por Roberto de Craon. Los templarios tuvieron la suerte de suparte al elegirlo por su espritu cauteloso y abierto. Hugo de Payens, decarcter realmente admirable, tena sobre todo las cualidades de un guerrero,mientras que Roberto de Craon tena las de un diplomtico y las de unadministrador de primer orden. Comprendi al instante que el Temple no podaproseguir si no reciba el apoyo declarado del soberano pontfice no se leapartaba pronto de las Iglesias locales que estaban celosas de su xito y queponan ya en tela de juicio su derecho a recibir diezmos y limosnas. Parece queeligi como embajador al hermano Andrs de Montbar, templario desde 1129,famoso por su devocin a la orden y to de Bernardo. Andrs de Montbar seencontr primero con el abad de Claraval, que le remiti una carta para el papaInocencio II.

    El resultado de estas diligencias fue la bula Omne datum optimumproclamada el 29 de marzo de 1139, fuente de todos los privilegios de la ordeny demostracin evidente del maravilloso desarrollo del Temple desde 1130. Elaparente de esta bula era la institucin de capellanes el servicio religioso ylitrgico de las encomiendas. Su fin real: eximir al Temple de jurisdiccionesepiscopales, someterle directamente a la autoridad pontificia, dejandoclaramente al maestre y a su captulo la responsabilidad total de la gestin y laconduccin de la orden. Dicho de otra manera: proclama su autonoma.Supona finalmente anular ipso facto los poderes hasta ahora delegados en el

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    patriarca de Jerusaln, incluido el de modificar la regla. De ah el venenosodardo que Guillermo de Tiro lanza contra los templarios en su Historia de lascruzadas: comenzaron el buen camino pero enseguida rechazaronpor orgulloautoridad de los obispos y del patriarca. La bula ampliaba adems a lostemplarios el privilegio de no pagar diezmos por sus dominios, del que tambin

    gozaban los monjes cistercienses, y les confirmaba el derecho de percibirloscon elconsentimiento de los obispos. Es necesario aadir que este asunto delos diezmos (que amputaba notablemente las rentas eclesisticas) fue fuentede conflictos de inters a veces lo bastante agudos como para provocar elarbitraje de los papas, y que explica en gran medida la actitud hostil de ciertosprelados como el arzobispo Guillermo de Tiro? desconocer (quizs de unamanera excesiva) el primer apoyo que la Iglesia no haba procurado a Hugo dePayens, la bula dejaba el encargo de elegir a los capellanes del Temple almaestre y al captulo, sin autorizacin particular del obispo diocesano. Losanteriores capellanes del Temple servan por misericordia; en suma, estabanseparados de las encomiendas, pero no pertenecan a la orden y sussuperiores seguan siendo los obispos. A partir de la bula Omne datumoptimum, fueron templarios de cuerpo entero y dependieron del maestre. Peroan ms, la orden reciba el derecho a construir sus propias capillas. En fin,como henos observado ms arriba, prohiba a las autoridades laicaseclesisticas modificar la regla. Slo el maestre y su captulo podan aportarlelos cambios que juzgaran tiles. Como vemos, la bula de 1139 aseguraba al

    Temple una independencia poco menos que completa, atendiendo alalejamiento de la sede pontificia.

    El derecho del Temple a construir oratorios y tener sus propios cementeriosprovoc la clera de los obispos. El papa haba concedido esto a los templariosporque consideraba indecente y peligroso que, a falta de iglesias, se mezclarandurante los oficios con la turba de pecadores y mujeriegos. Pocos aosdespus, las capillas templarias reciban a esta turba, cosa que privaba a laclereca de recursos sustanciales. Fue preciso que Inocencio II llamara al ordena los obispos por la bula Militia Dei (1145), confirmando y precisando elprivilegio de los templarios. Pequeas guerras de inters estallaron aqu y alla pesar del apoyo reiterado del papado, que slo encontraron solucin en1307, en la poca de la cada de la orden. Y a partir de ah, la actitud vacilantede la Iglesia durante el proceso emprendido por Felipe el Hermoso, se hacems comprensible, fingiendo compartir la indignacin del rey, algunosdignatarios eclesisticos saldaban una vieja cuenta tanto si actuabanvoluntaria como instintivamente. Se puede decir, sin temor a caer en laexageracin, que si la bula Omne datum optimum provoc la gloria de lostemplarios, tambin fue el instrumento indirecto de su perdicin.

    En el ao 1147 el papa Eugenio III se dirigi a Pars, donde el rey Luis VII sepreparaba para partir a la segunda cruzada. El papa asisti al captulo del

    Temple en Pars, por aquel entonces recin fundado, presidido por EverardoBarres, maestre en Francia. Se maravill ante el espectculo de ciento treintacaballeros de manto blanco, de su impecable aspecto y de su piedad ejemplar.

    Y, en un arranque de reconocimiento y de entusiasmo, les otorg el privilegiode llevar una cruz bermeja en el hombro derecho, con fin de que este signo

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    triunfante les sirva de broquel y de que jams vuelvan la espalda a ningninfiel.

    Esta cruz de tela roja simbolizaba tambin el martirio que haban hecho votode aceptar e incluso de buscar.

    Los Cuernos de Hattin

    En lo sucesivo, los aadidos aportados no afectarn a regla en susdisposiciones esenciales. Precisarn los usos que se establecern en el marcode la regla, al filo de los aos y de las circunstancias y teniendo en cuenta laextensin del Temple, que se convertir como hemos dicho en unapotencia internacional, casi soberana. Las Retractaciones, recordmoslo,generalmente estn fechadas en el ao 1165; los Estatutos en el perodo queva de 1230 a 1240, y Consideraciones de 1257 a 1267.

    Por tanto, conviene efectuar un repaso a los acontecimientos de Tierra Santahasta esta poca, antes de pasar la descripcin de la vida templara en la

    poca de su apogeo.Hemos indicado ms arriba que todo lo que pudo hacer el rey de Jerusaln

    Balduino II fue consolidar el estado franco, consolidacin facilitada por laconfusin reinante entre los musulmanes. Su sucesor, Pulques, habiendodesposado a Melisenda de Jerusaln, fue coronado rey en 1131 y tuvo quedefender su reino de un tal Zengi el Sanguinario, prefiguracin exacta deSaladino. Zengi comenz por atacar Edesa, donde el viejo conde Jocelin deCourtenay muri heroicamente. Su hijo Jocelin II, un pulano*, prefiri trasladarla capital a Turbesel. La marca al norte del pequeo reino se encontrara enadelante en peligro. Zengi amenaz seguidamente Trpoli y luego Antioqua,que el rey Fulques consigui salvar por los pelos. En el interior del reino, lasituacin se degradaba igualmente. Uno de los barones principales, Hugo de

    Puiset, se rebel contra Fulques recluyndose en Jaffa y solicit la ayuda de losegipcios, cosa que equivala a una traicin. Sin embargo, sin contar con elcondado de Edesa que haba sido amputado de su capital y los territorios de suentorno, el reino de Jerusaln permaneca poco ms o menos intacto cuando elrey Fulques muri prematuramente en 1143 al caer de su caballo.

    Bajo la aciaga regencia de la reina Melisenda, Zengi no tuvo ningunadificultad en apoderarse de lo que quedaba del condado de Edesa, al queRaimundo de Poitiers prncipe de Antioqua haba denegado todo auxilio.ste slo se daba cuenta de que la cada de Edesa acercaba peligrosamente a

    * Planos o poulains: Dcese de los campesinos de las costas de Siria del siglo XIII, cuya poblacin estaba

    formada por sirios, armenios y europeos cuyas razas se haban cruzado. Por extensin, el trmino designa alos barones orientalizados del reino latino de Jerusaln, tambin llamados barones pieds noirspies negros, o naturales (poulains) que apoyaban al regente de JerusalnRaimundo de Trpoli en el conflicto que estall entre este ltimo y Guido de Lusignan,usurpador del reino de Jerusaln sostenido por los barones de Occidente (recin llega-dos con la cruzada) y por el alto clero. Cfr. Dictionnaire de la langue franaise, de E.Littr. Libraine Hachette, Paris, Boulevard Saint-Germain, 1875. Tomo III; y Jacques leGoff, La Baja Edad Media. Historia Universal XXI. Editorial Siglo XXI. Madrid, 1971, pgs.130-132. (N.del T.)

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    los musulmanes a su principado, que pronto sera invadido por el sucesor deZengi, Nur-ed-Din.

    La regresin de los francos alarm a Europa. Una vez ms, intervino SanBernardo para predicar la segunda cruzada en Vezelay (1146). El emperadorde Alemania Conrado III y el rey de Francia Luis VII tomaron la cruz y reunieron

    dos potentes ejrcitos. Por su parte, el Temple de Francia enviaba cientotreinta caballeros a las rdenes de Everardo de Barres, llevando la cruzbermeja que Eugenio III acababa de otorgarles. Los dos ejrcitos siguieron elitinerario clsico (el Danubio, Servia, Imperio bizantino), si bien por separado.Pero las nueve dcimas partes del ejrcito de Conrado III fueron masacradas enDoryl. El ejrcito de Luis VII habra corrido la misma suerte en el lugar llamadola Montaa Execrable si el maestre de los templarios franceses Everardo deBarres no se hubiera hecho cargo de la situacin con un coraje y una rapidezde decisin que causaron la admiracin de Luis VII. Es ms, al agotarse eltesoro, los templarios hicieron un prstamo considerable al rey, adquiriendo asnuevos derechos debido a su gratitud. La segunda cruzada que tan bienhaba comenzado no condujo a nada. Se manifestaron serias divergencias depuntos de vista, cosa que agrav las grandes prdidas que se habanexperimentado. El rey Luis VII quera reconquistar Edesa. El prncipe deAntioqua, apoyado por su sobrina Leonor de Aquitania (que entonces era deFrancia), exiga la conquista de Alepo. El joven Balduino II optaba por Ascaln,que protega su reino de la zona egipcia. Por fin se transigi y se decidiasediar Damasco, cosa que constituy un craso error ya que los damasquinoseran ms bien favorables a los francos. Fue un fracaso y, como consecuencia,la cruzada se disolvi. En 1149 Luis volva a Francia acompaado de Everardode Barres, que acababa de ser elegido maestre de la orden por los templarios.Everardo presidir el captulo de Pars en 1150, pero consciente de suimpotencia, dimitir ms tarde de su cargopara ingresar en el monasterio deClaraval donde terminar sus das sumido en la plegaria. La tristeza tambinembargaba al gran abad y a su to el templario Andrs de Montbar que sinembargo permanecer fiel al Temple y continuar en la brecha.

    Es poco decir que la situacin se deteriora. En el 1151 se haba perdidodefinitivamente el condado de Edesa y el principado de Antioqua quedabareducido a una franja de tierra entre el ro Orontes y el mar. Tales eran lasconsecuencias de la derrota de Damasco. El joven Balduino que segua siendomenor de edad, alej definitivamente a Melisenda del poder y se hizo coronarrey en el ao 1152.Desde 1150 haba fortificado la ciudad de Gaza y confiadosu defensa a los templarios, ya dueos de la fortaleza de Safeto. Apenasinstalados en Gaza los templarios fueron atacados por los egipcios, pero losrechazaron vigorosamente. En 1153 Balduino III decidi apoderarse de Ascalnpara poner fin a las incursiones egipcias. Durante el asedio muri Bernardo de

    Trmelay, cuarto maestre del Temple. Segn los cronistas, se sacrific oprovoc l mismo su muerte y la de otros cuarenta templarios por codicia. Sehaba introducido en una brecha que los defensores consiguieron taponar. Unavez tomada Ascaln, Balduino III continu luchando cuerpo a cuerpo paradefender su territorio, lucha que se sald con el agotamiento de las fuerzas deque dispona. Despos a la princesa Teodora, sobrina del emperador bizantino,para defender la zona norte de su reino. Este matrimonio calm

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    momentneamente los apetitos de Nur-ed-Din, y pareca que la situacin seestabilizaba cuando Balduino III muri de tifus (o envenenado) en 1162.

    Le sucedi su hermano Amaury I. Pero no era digno de ello aunque fueravaliente, un tanto legislador y pasara por letrado. El objetivo ms importantede su reinado fue la conquista de Egipto, llave del reino de Jerusaln.

    Provoc en Siria la inmediata respuesta de Nur-ed-Din y la prdida de Harim yde Bnyias al atacar precipitadamente la ciudad de El Cairo. Godofredo Fuquer(tesorero del Temple y gran comendador en ausencia del nuevo maestre Belnde Blanquefort) escriba as a Luis VII:

    No tenemos ms tropas para resistir, porque de seiscientos caballeros doce mil de apie, slo escaparon (de Nur-ed-Din) quienes han trado a noticia... Somos tan poconumerosos en Jerusaln que estamos amenazados de invasin y de asedio. Por tanto,haceos cargo de nuestra necesidad: si disimulis o vacilis en dejaros convencer comotenis por costumbre, si no os decids a ayudarnos antes de que los ltimos vestidos dela cristiandad sean aniquilados, considerad cunto lamentaris que sea demasiadotarde cuando queris socorrernos. Que todos los que sean de Dios y que se llamen

    cristianos, tomen las armas y vengan a liberar el reino de sus mayores y la tierra denuestra liberacin por temor que los hijos no pierdan vergonzosamente lo que lospadres han conquistado como hombres...

    Duras palabras para dirigirse a un rey (aun siendo devoto como Luis VII),pero sincera exposicin: la precariedad del reino de Jerusaln era tal y susefectivos tan escasos que desguarnecer las fronteras para concentrar fuerzasen previsin de una incursin cualquiera, significaba correr el riesgo de unainvasin.

    Con todo, Amaury I se lanz a la conquista de Egipto sin esperar la llegadade los refuerzos bizantinos y desoyendo los consejos de los templarios. Seapoder de Bilbeis con facilidad, pero zozobr ante El Cairo. Esta derrotapermiti que el temible Saladino se apoderara de Egipto, decir, que unificara elImperio musulmn y que concluyera el cerco al pequeo reino de Jerusaln.

    La hostilidad de los templarios a la empresa egipcia estaba, por tanto,desprovista de sentido. Pero, a pesar la categora negativa templara, el reyAmaury encontr un terreno ms favorable en los hospitalarios. Esto sloconstituye una primera manifestacin de la rivalidad existe entre ambasrdenes religiosas, que se ir acentuando el tiempo. Como su nombre indica,los hospitalarios haban comenzado por cuidar de los peregrinos que acudan a

    Jerusaln en un hospital fundado poco antes por los amalfitanos. Por eso sucruz distintiva era la misma que figura en el escudo de armas de la ciudad deAmalfi. Se haban reciclado (como diramos actualmente) ante el xitoseguido por Hugo de Payens y sus compaeros, que tuvo como consecuenciala aprobacin de sus actividades a la vez religiosas y militares por elconcilio de Troyes. Los hospitalarios tambin armaron caballeros y sargentos yformaron pronto un pequeo ejrcito, sin dejar por ello de procurar suscuidados a los peregrinos enfermos. Sus posesiones, fortalezas y riquezaigualaron rpidamente a las de los templarios, cuando no las superaron. De ahla existencia de algunas fricciones que los infortunios recprocos de los ltimostiempos del reino de Jerusaln agravaron, y en reiteradas ocasiones llegaron aconvertirse incluso en lucha abierta.

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    Por supuesto, el fracaso egipcio recay sobre los templarios. El asesinato deembajadores ismaelitas llevado a cabo por estos ltimos agrav ladesconfianza de Amaury I hacia ellos; soaba con pedir la disolucin de laorden cuando le sobrevino la muerte en 1174, a los treinta y nueve aos deedad. Balduino IV, un adolescente de catorce aos, se convirti en el heredero.

    Balduino IV es quizs el personaje ms admirable de esta epopeya deOriente tan frtil en hroes y en hombres ilustres. Es el famoso rey leproso.Devorado por este mal sin remedio, tuvo el extraordinario coraje de ejercer elpoder escrupulosamente hasta la extincin de sus fuerzas sin renunciar a lacorona. Adems de soportar los intolerables sufrimientos fsicos y la lentadescomposicin de su cuerpo, tambin tuvo que frenar la rapacidad de suentorno y hacer frente al temible Saladino, aumentando as su martirio.Cubierto de lceras disimuladas por velos, libraba las batallas acostado sobreuna litera al pie de la Cruz Verdadera. Este moribundo iba de victoria envictoria sostenido por una voluntad de hierro. Antes de morir, el 16 de marzode 1185, consigui salvar del desastre el Moab.

    Tierra Santa estaba condenada desde entonces. Raimundo de Trpoli(regente del reino) y Guido de Lusignan (marido de la hermana del rey difunto)se disputaban la corona. Lusignan se la arrebat gracias al apoyo de un malmaestre del Temple llamado Gerardo de Ridfort, que era un aventurero sinescrpulos elegido por intriga. Fue l quien incit a Guido de Lusignan, contrala advertencia de Raimundo de Trpoli, a atacar a Saladino en los Cuernos deHattin el de julio de 1187. En los das precedentes, Ridfort haba atacado a losmusulmanes a la cabeza de una partida de sus templarios y en un arranque deinconsciencia. Pero superado por el nmero, haba conseguido huir dejandoque se masacrara a los suyos. Los Cuernos de Hattin hicieron redoblar lascampanas del reino de Jerusaln. En una sola Jornada se borr un siglo decombates y de trabajos, y desapareci casi toda la caballera franca. Lostemplarios perdieron a doscientos treinta de los suyos, framente ejecutadosante los ojos de Saladino. Slo quedaba una veintena de hermanos delconvento de Jerusaln, mientras Ridfort y el incapaz Lusignan seguan con vida.Explotando a fondo el desastre cristiano, Saladino tomaba Acre de julio, luego

    Jaffa, Beirut y Ascaln. Jerusaln capitul el 20 de septiembre, y la cada de laCiudad Santa supuso un golpe para la estupefacta Europa. Tierra Santa estabanuevo en manos de los infieles. A decir verdad, quin habra osado, profetizarque su agona (entrecortada por ilusiones y esperanzas de reconquista) iba adurar todava un siglo?

    El 13 de julio de 1187, el marqus Conrado de Montferrat desembarcaba enTiro y obligaba a Saladino a levantar el sitio. Los francos ponan cerco a Acredesde el agosto. Estos trgicos acontecimientos haban removido suficiente ala opinin pblica como para provocar una tercera cruzada: la de RicardoCorazn de Len y Felipe Augusto. Gracias a Ricardo finaliz la reconquista deAcre, de Jaffa y de casi toda la franja del litoral, consiguiendo acceso libre a laciudad de Jerusaln y una tregua de tres con aos Saladino. Por suerte para losfrancos ste muri en 1193 ya que el espritu cruzado haba arrojado susltimos cartuchos. Pero el papa Inocencio