genforper2

6
“Crónicas de un olvido irremediable” Vida. Vida eso que ves pasar frente a tus ojos. Vida eso que ocurre mientras callas. Mientras hablas. Mientras gozas. Mientras te enfrentas a la vida, porque eso es vida. Vida eso que pasa mientras vives, valga la redundancia. Y recuerdos, esos pedazos de vida que aún entonces atesoras en tu mente. Tu mente. Cuando esta se resigne a la edad y a la enfermedad, cuando esta deje de procesar pensamientos e ideas, entonces cesará. Por lo tanto, todo lo que hemos vivido, pensado y querido volverá a su origen; el polvo. Quizá el día en el que nuestros pensamientos cesen tarde millones de años o tal vez muy pocos, el punto es que, aun si sobrevivimos al desmoronamiento de la tierra, nuestra mente no sobrevivirá para siempre. Siendo el sistema inmunológico el “cerebro del cuerpo”, aquel que define su sensación de identidad; la mente y sus trastornos son estudiados por la psiquiatría, a fin de prevenir, evaluar, diagnosticar, tratar y rehabilitar a las personas con este tipo de problemas. Además de asegurar la autonomía y la adaptación del individuo a las condiciones de su existencia. Muchos de estos menoscabos mentales determinan la disminución de la capacidad intelectual suficiente como para interferir en el desempeño social y funcional del individuo y su calidad de vida. Este es el caso de la demencia. “Enfermedad exclusiva del viejo” así es definida por la medicina. Aunque se han descrito casos de la demencia en sujetos de hasta 40 años, es mucho más común después de los 60 y muchísimo más frecuente después de los 80. Es así como la prevalencia de esta enfermedad es de 1% en el grupo de 60-65 años, de 2% en el grupo de 65-70 años, de 4% en aquellos entre 75 y 80 años, de 16% en edades que oscilan entre los 80 y 85 años, y de más de 30- 40% en edades de 85 años a más. He ahí la razón de la crónica, siendo este un trastorno relacionado a la longevidad, las probabilidades de que no sea así son de una en un millón. Esa minúscula probabilidad es Alejandro Roca Córdova.

Transcript of genforper2

Page 1: genforper2

“Crónicas de un olvido irremediable”Vida. Vida eso que ves pasar frente a tus ojos. Vida eso que ocurre mientras callas. Mientras hablas. Mientras gozas. Mientras te enfrentas a la vida, porque eso es vida. Vida eso que pasa mientras vives, valga la redundancia. Y recuerdos, esos pedazos de vida que aún entonces atesoras en tu mente. Tu mente. Cuando esta se resigne a la edad y a la enfermedad, cuando esta deje de procesar pensamientos e ideas, entonces cesará. Por lo tanto, todo lo que hemos vivido, pensado y querido volverá a su origen; el polvo. Quizá el día en el que nuestros pensamientos cesen tarde millones de años o tal vez muy pocos, el punto es que, aun si sobrevivimos al desmoronamiento de la tierra, nuestra mente no sobrevivirá para siempre.

Siendo el sistema inmunológico el “cerebro del cuerpo”, aquel que define su sensación de identidad; la mente y sus trastornos son estudiados por la psiquiatría, a fin de prevenir, evaluar, diagnosticar, tratar y rehabilitar a las personas con este tipo de problemas. Además de asegurar la autonomía y la adaptación del individuo a las condiciones de su existencia. Muchos de estos menoscabos mentales determinan la disminución de la capacidad intelectual suficiente como para interferir en el desempeño social y funcional del individuo y su calidad de vida. Este es el caso de la demencia. “Enfermedad exclusiva del viejo” así es definida por la medicina. Aunque se han descrito casos de la demencia en sujetos de hasta 40 años, es mucho más común después de los 60 y muchísimo más frecuente después de los 80. Es así como la prevalencia de esta enfermedad es de 1% en el grupo de 60-65 años, de 2% en el grupo de 65-70 años, de 4% en aquellos entre 75 y 80 años, de 16% en edades que oscilan entre los 80 y 85 años, y de más de 30-40% en edades de 85 años a más. He ahí la razón de la crónica, siendo este un trastorno relacionado a la longevidad, las probabilidades de que no sea así son de una en un millón. Esa minúscula probabilidad es Alejandro Roca Córdova.Este es el caso del olvido, elevado al grado de demencia, en un hombre que, en ese tiempo, solo tenía 60 años.Conforme avanza la vida, encuentro más valiosas las cosas que mi madre aprendió, y hoy me enseña, gracias a Alejandro Roca, su padre y mi abuelo. Desde descubrir el mundo gracias a las letras, hasta leer entre líneas a la gente, como lee el periódico mi madre, copiando la inusual lectura de su progenitor, de atrás para adelante. Recordar la vida de Alejandro es hablar del café con leche del Kudan, cuando acompañaba a sus hijos a votar, y su constante recomendación “No te metas en política”; hasta las intervenciones al centro de Lima en vísperas de fiesta, cuando todo el ambiente hogareño olía a café recién hecho y bistecs apanados. Por él, las navidades de los Roca Gómez fueron dulces y discos; revistas y libros. Hoy no es el hombre autodidacta, enérgico y fuerte que alguna vez fue. Hoy es un niño. Uno rodeado de fantasmas. Uno que no reconoce caras ni nombres, pero que me permite, aun con recelo, ser parte de su vida. Los fantasmas controlaron su mente, tomándola por completo. Removiendo sus recuerdos y distorsionándolos. Provocándole angustia y la capacidad de escuchar voces interiores. Demencia. Demencia en un hombre que solo tiene 75 años, cuyos inicios se dieron a partir de los 60. ¿Cómo es siquiera posible si Alejandro no mostraba ningún signo de envejecimiento? Accidentes cerebrovasculares. Dos, para ser exactos.

Page 2: genforper2

Según la Organización Mundial de la Salud, estos infortunios son la segunda causa más frecuente de demencia, después del mal de Alzheimer. Generalmente afecta a personas entre los 55 y 75 años, más a hombres que a mujeres. Se caracterizan por la interrupción o bloqueo del riesgo sanguíneo a cualquier parte del cerebro. Suelen afectar áreas pequeñas, en las cuales puede no haber ningún síntoma de ellos y se denominan accidentes cerebrovasculares silenciosos; sin embargo, a medida que más áreas del cerebro resultan dañadas, empiezan a aparecer los síntomas de la demencia.

Alejandro no recuerda ni su vida pasada, acontecimientos ocurridos hace unos pocos instantes, ni acciones tan simples como levantarse de un asiento, comer por sí solo o partir un alimento en mitades iguales. Su mente se ha bloqueado. No reconoce rostros. Mira con recelo a todo el mundo. Culpa a todos de haber robado sus pertenencias. Sin embargo, si le entregas tu ayuda a causa del amor, no duda en decir aquellas palabras que todo niño menciona, así la persona no sea parte de su familia. “Mamá”.Todos fuimos o su madre, o un amigo muy querido, o alguno que otro malnacido que intentó, alguna vez, robar sus pertenencias más preciadas. Cuando sus fuerzas comenzaron a ser cada vez más nulas. Cuando habilidades tan sencillas como coger un cubierto y llevarse una porción de comida a la boca dejaron de ser realizadas con la misma eficacia, su familia supo que no se trataba de Alzheimer. No solo afectaba sus recuerdos. No solo afectaba su mente. También afectaba sus actividades diarias, tanto complejas como sencillas. También afectaba su físico. De ser conocido como el hombre gordo y fuerte, pasó a ser el ser débil, huesudo y con heridas expuestas.

Nunca tuvo una vida fácil. De niño, trabajó desde los ocho años para poder ayudar a su familia. “Era una familia pobre, tenía que ingeniárselas. Ser el sustento de su familia, si es posible”, recuerda su esposa. Siempre tuvo la idea errónea de vivir bien a base de lujos, grasas, mujeres, bares, bailes hasta altas horas de la madrugada, carnes rojas todos los días. Ser gordo era sinónimo de vivir bien, por lo menos para una persona que, siendo infante, no conocía de placeres. Y así comenzó. Carnes rojas. Licores de excesivo valor comercial. La buena vida. Un día, la buena vida hizo que el flujo de sangre, que debería llegar al cerebro, se detenga dos veces. Un día, la buena vida ocasionó que su demencia empiece. Un día, la buena vida terminó siendo mala.

No era Alzheimer, no. Tiene problemas del lenguaje, que se manifiesta cuando olvida el nombre de objetos familiares. Perdió el interés en actividades que previamente disfrutaba. Su estado anímico es indiferente, por no decir que se ha limitado a dejar de vivir para solo existir. Presenta cambios en la personalidad. Es agresivo. Es feliz. Es alegre y te abraza. Todo eso de un día para otro. A medida que la demencia empeora, los síntomas son más obvios y la capacidad para cuidarse disminuye. Comenzó a desorientarse dentro de su propia casa y a esconder objetos. Durante el examen médico que le realizaron, no pudo recordar el nombre de su esposa, ni el año ni cuántos hijos tenían. De vez en cuando se agitaba y parecía tener alucinaciones y miedos irracionales. Su piel se ha llenado de yagas, producto de la enfermedad mental y de la “buena vida” que tuvo. Ahora también padece de psoriasis. Se estima que un total de 1% o 3% de la población posee estas lesiones escamosas e inflamadas. Aunque un estudio hecho en ratones indique que los fármacos para calmar la inflamación de la psoriasis ayudan a combatir los efectos del Alzheimer, este no es el caso.

Page 3: genforper2

No era Alzheimer. No es Alzheimer. Alejandro estaba loco. Alejandro está loco. Alejandro estará loco.

Según expertos en fisioterapia, un paciente con demencia vascular debe tener la mayor independencia posible. Teniendo en cuenta que Alejandro camina con dificultad, es importante centrarse especialmente en ese punto. La inmovilidad, especialmente en personas mayores, acarrea muchos problemas no solo en el aparato locomotor, sino también en el circulatorio, neurológico y urológico, además de la función psíquica y mental, por lo que propicia su demencia.

Por otro lado, este trastorno mental es una patología que requiere obligatoriamente tratamiento médico para lograr una mejor llegada de sangre al cerebro y, por consiguiente, una mayor función cerebral. La fisioterapia ayuda a que el paciente no pierda funciones que aún conserva, pero no puede retrasar y/o detener la enfermedad.

Entonces salió a caminar. No volvió. No volvió en días. Cuando lo hizo, lloró confesando que estaba buscando a su familia, pero estos parecían huir de él. Sus familiares rompieron el llanto. “Nosotros te buscábamos a ti. Tú te perdiste. Nosotros siempre estaremos aquí”.

Hoy en día, tras haber sufrido una crisis, tras haber visto como las yagas en su piel sangraban y como Alejandro gritaba horrorizado, fue internado por voluntad de su familia. La camilla lo trasladó hasta el hospital, pero todo esfuerzo familiar fue en vano. Fue dado de alta a los 3 días. Según los médicos de Essalud, el paciente era y es responsabilidad de la familia. “Essalud no puede hacerse responsable”. ¿En qué lugar dejan que un enfermo regrese a casa cuando, en cualquier momento, puede sufrir un ataque de nervios? En Perú.

Page 4: genforper2