Génesis y transformación de un modelo de inversión ... · ser acometida por la empresa a un...

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1 Génesis y transformación de un modelo de inversión internacional: el capital francés en España, c.1850- 2006. Rafael Castro Balaguer Universidad Complutense de Madrid 1. Introducción y Estado de la Cuestión. Un reciente trabajo de Peter Buckley nos hace reflexionar sobre la utilidad de las investigaciones en perspectiva histórica para enriquecer el conocimiento sobre la inversión exterior directa (IED) 1 . Para ello, Buckley retoma los argumentos de Geoffrey Jones y Tarun Khanna sobre la importancia de la historia 2 . El primero tiene que ver con la investigación empírica puesto que trabajar con datos históricos aumenta las fuentes de variación de las series. En ese sentido, la historia es útil para conocer las relaciones y variaciones entre IED y desarrollo en el muy largo plazo. En segundo lugar, la investigación histórica aporta una visión dinámica de los cambios y podría iluminar cuestiones sobre los distintos enfoques de dependencia de la inversión internacional (path dependence). Buckley concluye, finalmente, que la historia empresarial puede contribuir a enriquecer la comprensión de la IED si teoría pura y narrativa pura se cruzan, en otras palabras, si las investigaciones empíricas no sólo confirman sino que cuestionan los preceptos teóricos 3 . En ese sentido, uno de los mayores retos de la teoría económica ha consistido en explicar la extensión y tendencia de la producción internacional, financiada por la IED y asumida por las empresas multinacionales 4 . Cuando una empresa decide invertir en el exterior debe tener claro por qué cruza fronteras, dónde lo hace y qué modo de entrada elige. La comunidad académica se ha centrado especialmente en responder a la primera pregunta. Los trabajos de Stephen Hymer, en los años 60 del siglo pasado, supusieron una ruptura con aquellas teorías clásicas que explicaban la IED sobre la base de las ventajas comparativas de la empresas y el supuesto de competencia perfecta 5 . A partir de ese momento, se tomaron en cuenta variables como la incertidumbre, la tecnología, la gestión y las aptitudes organizativas y el espíritu empresarial 6 . Siguiendo las tesis de Hymer, la mayoría de corrientes teóricas asumieron que una empresa debía tener una ventaja de 1 Buckley (2009), p. 307 en un número especial de la revista Business History sobre historia empresarial y negocio internacional. 2 Jones y Khanna (2006). 3 Buckley (2009), p. 309 y Hannah (1983), p.166. 4 Dunning (2001), p. 176. 5 Estos trabajos, basados en la teoría de Eli Heckscher y Bertil Ohlin (el modelo Heckscher- Ohlin), trataba a las multinacionales como simples arbitrajistas del capital. Véase una recopilación teórica en Buckley (2009). 6 Hymer (1960).

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Génesis y transformación de un modelo de inversión internacional: el capital francés en España, c.1850- 2006.

Rafael Castro Balaguer Universidad Complutense de Madrid

1. Introducción y Estado de la Cuestión. Un reciente trabajo de Peter Buckley nos hace reflexionar sobre la utilidad de las

investigaciones en perspectiva histórica para enriquecer el conocimiento sobre la inversión

exterior directa (IED)1. Para ello, Buckley retoma los argumentos de Geoffrey Jones y

Tarun Khanna sobre la importancia de la historia2. El primero tiene que ver con la

investigación empírica puesto que trabajar con datos históricos aumenta las fuentes de

variación de las series. En ese sentido, la historia es útil para conocer las relaciones y

variaciones entre IED y desarrollo en el muy largo plazo. En segundo lugar, la

investigación histórica aporta una visión dinámica de los cambios y podría iluminar

cuestiones sobre los distintos enfoques de dependencia de la inversión internacional (path

dependence). Buckley concluye, finalmente, que la historia empresarial puede contribuir a

enriquecer la comprensión de la IED si teoría pura y narrativa pura se cruzan, en otras

palabras, si las investigaciones empíricas no sólo confirman sino que cuestionan los

preceptos teóricos3.

En ese sentido, uno de los mayores retos de la teoría económica ha consistido en explicar la

extensión y tendencia de la producción internacional, financiada por la IED y asumida por

las empresas multinacionales4. Cuando una empresa decide invertir en el exterior debe

tener claro por qué cruza fronteras, dónde lo hace y qué modo de entrada elige. La

comunidad académica se ha centrado especialmente en responder a la primera pregunta.

Los trabajos de Stephen Hymer, en los años 60 del siglo pasado, supusieron una ruptura

con aquellas teorías clásicas que explicaban la IED sobre la base de las ventajas

comparativas de la empresas y el supuesto de competencia perfecta5. A partir de ese

momento, se tomaron en cuenta variables como la incertidumbre, la tecnología, la gestión y

las aptitudes organizativas y el espíritu empresarial6. Siguiendo las tesis de Hymer, la

mayoría de corrientes teóricas asumieron que una empresa debía tener una ventaja de 1 Buckley (2009), p. 307 en un número especial de la revista Business History sobre historia empresarial y negocio internacional. 2 Jones y Khanna (2006). 3 Buckley (2009), p. 309 y Hannah (1983), p.166. 4 Dunning (2001), p. 176. 5 Estos trabajos, basados en la teoría de Eli Heckscher y Bertil Ohlin (el modelo Heckscher- Ohlin), trataba a las multinacionales como simples arbitrajistas del capital. Véase una recopilación teórica en Buckley (2009). 6 Hymer (1960).

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propiedad (ownership advantage)sobre las firmas locales para superar el llamado inconveniente

de ser extranjero (liability of foreigness)7. Este concepto de ventajas de propiedad fue muy útil

a John Dunning en su paradigma ecléctico, el OLI, que intentó recoger todos los factores y

condicionantes que explicarían no sólo las causas sino también la distribución de la IED a

través del mundo y del tiempo8.

El OLI se completó con otras teorías, basadas en el concepto de ventajas de propiedad,

provenientes de la aplicación de supuestos externos a la inversión internacional. Entre ellas,

la teoría del ciclo de vida del producto de Richard Vernon concluye que la empresa no

saldrá al extranjero hasta que el mercado nacional no esté saturado y el producto esté ya

maduro9. Cuando decida dar el paso, elegirá mercados con características parecidas al suyo.

Podría esto unirse a la teoría de los costes de transacción de Richard Coase, refinada por

Oliver Williamson, que presenta a empresas multinacionales y mercados como métodos

alternativos de organización siendo las primeras más eficientes que las segundas10. El

enfoque de recursos y capacidades de la empresa (resource- based theory of the firm)

complementado por la teoría evolutiva de la empresa (evolutionary theory of the firm) incide en

las ventajas de propiedad de la empresa. Todas estas ventajas y sus interacciones con el

entorno se asimilan y se crean de manera gradual y acumulativa, siendo difíciles de

codificar. En ese sentido, la historia y las vivencias importan, los beneficios derivados de la

experiencia son persistentes y los cambios suelen ser lentos e incrementales.

Unido al concepto de la resource-based view of the firm, se han destacado los influjos del país de

origen en la constitución de ventajas comparativas de una empresa11. Esta ventajas,

provenientes en su mayor parte de lo que Bruce Kogut denomina el conocimiento social

compartido (shared societal knowledge), se transmiten de manera más lenta entre países que

entre empresas de una misma nacionalidad. En esta misma línea se inscribe la Escuela de

7 Jones (2005). 8 Las siglas OLI hacen referencia a las ventajas específicas de propiedad de la empresa (ownership specific advantages), de internalización del proceso productivo llevado a cabo por la misma (internalization advantages) y de localización de los países de destino de la IED (location specific endowments). El OLI sostiene que la empresa intentará la producción internacional si posee ventajas de propiedad en un mercado extranjero dado, si percibe que es mejor añadir valor a esa ventajas de propiedad, internalizándolas, en lugar de venderlas a empresas extranjeras; y si las ventajas de localización hacen más rentables la producción en un mercado extranjero. Si se cumplen las tres condiciones, la empresa invierte en el exterior. Si sólo posee alguna de ellas, podría elegir entre exportar o vender licencias. Dunning (1993 y 2001). 9 Vernon (1966). 10 Esta ineficiencia de los mercados genera unos costes lo que significa que cualquier transacción que pueda ser acometida por la empresa a un precio menor que el del mercado, será internalizada por la propia empresa, Coase (1937) y Williamson (1985). 11 Nelson y Winter (1984), Buckley y Casson (1998) y Dosi et al. (2002).

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Uppsala que, en su enfoque de internacionalización gradual, incide en la importancia que

toma la experiencia acumulada en el proceso incremental de IED12.

Otra faceta de las ventajas de la empresa se basan en su capital humano y, especialmente,

en la figura del empresario. Alejado del concepto schumpeteriano, para Mark Casson, un

empresario se especializa en tomar decisiones en condiciones de escasez de información o

de recursos, por lo que no es aquél que cambia el mundo con sus innovaciones sino el que

toma decisiones en un mundo cambiante13.

Aunque menos estudiada que las ventajas de propiedad de la empresa, la necesidad de

explicar dónde invierten las multinacionales también ha tenido como consecuencia una

prolija producción teórica. Aparte del OLI, nos centramos en esta investigación en dos

elementos distintos. Por un lado, nos concentramos en la dotación de factores del país

inversor y del receptor. En ese mismo sentido irían las aportaciones de Kiyoshi Kojima,

defensor de la dotación imperfecta de factores y los flujos de capital financiero como

principales determinantes de la IED14. El problema de este tipo de teorías de dotaciones

imperfectas es que dejan fuera factores tan importantes como el capital humano, las

infraestructuras, la demanda de los diferentes mercados o la interacción con el Estado

receptor. De entre ellos destaca la receptividad del país de acogida15. Con este término,

utilizado principalmente para la inversión bancaria, se designa el grado de apertura de una

economía receptora.

Las variaciones de esta receptividad han podido ser determinantes, a lo largo del tiempo, en

los modos de entrada de las empresas multinacionales. Así, el modo clásico de entrada fue,

a menudo, el de una nueva inversión (greenfield investment) en forma de filial plenamente

controlada por la matriz. Sin embargo, este modo siempre ha convivido con una amplia

gama de estrategias que van desde las joint ventures hasta la franquicia, pasando por la

concesión de licencias, la firma de acuerdos colusivos o a largo plazo y, últimamente, las

fusiones y adquisiciones16. La evolución de las multinacionales en los países de acogida y su

interacción con el entorno también han preocupado a la comunidad investigadora. El

intento más ambicioso para clasificar la evolución de las multinacionales fue hecho por

Christopher Bartlett y Sumantra Ghoshal. Distinguieron entre el modelo multinacional, el 12 Carlson (1966), Johanson y Wiedersheim-Paul (1975), Johanson y Vahlne (1977) y Kogut y Zander (1993). Una síntesis sobre la evolución de esta escuela, principales aportaciones y contribuciones recientes en Blomstermo y Sharma (2003). 13 El empresario lo hace sintetizando información de diferentes fuentes y explotándolas, Casson (2000). 14Kojima (1976). 15 En algunas ocasiones, ciertos países (sobre todo en Asia) permitieron en su historia la entrada de IED en manufacturas pero impidieron la instalación formal de bancos extranjeros para asegurar su independencia financiera. Tschoegl (1987) 16 Jones (2005), p. 147.

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internacional y el global que se diferencian entre sí por el grado de independencia de las

filiales17. En cualquier caso, llegaron a la conclusión de que la multinacional ha debido

dotarse de flexibilidad para sobrevivir en el tiempo. Esta flexibilidad puede ser facilitada

por la existencia de redes empresariales locales, especialmente, en economías atrasadas18.

Estas redes, como veremos a lo largo de este trabajo, han tenido, históricamente, relaciones

con los inversores extranjeros. Una de las consecuencias estas interacciones puede ser que

las filiales se conviertan en híbridas con características heredadas de sus matrices pero

también con rasgos propios por su adaptación a las condiciones locales por las que

desarrollan competencias específicas19.

Este trabajo recoge todo este entramado teórico tomando la dirección señalada por

Buckley20. Nuestra hipótesis inicial es que los flujos de inversión internacional están

influenciados por patrones distintivos de cada país y que estos influjos se entienden mejor

en el largo plazo. Nuestro objetivo, en definitiva, es explicar cómo se forjan los modelos de

inversión internacional y, sobre todo, cómo se desenvuelven en el tiempo. Nos centramos

en la evolución a largo plazo de la IED francesa por ser Francia uno de los países

inversores con más influencia en España desde hace más de 150 años.

En ese sentido, hemos tratado sistemáticamente las interacciones entre los actores

franceses y españoles y la evolución de los mismos a lo largo del periodo. Esta es,

probablemente, la primera vez que se analiza la inversión francesa en un periodo tan largo

comparándola con las reacciones de la propia economía española y con la de otros países

inversores. En efecto, si bien las relaciones económicas entre los dos países fueron muy

estudiadas con motivo del primer intento de industrialización española, el siglo XX apenas

ha sido abordado por la comunidad investigadora21. El escaso ascendente de la economía

española en la francesa a partir del cambio de siglo, por un lado y la neutralidad hispana en

las dos guerras por otro, han hecho disminuir el interés de los historiadores por nuestro

país en el siglo pasado. Sólo la guerra civil ha logrado avivarlo.

Para finales del siglo XVIII, el investigador cuenta con los trabajos de Michel Zylberberg

que nos habla de un dulce dominio francés basado en una red con un enorme acceso a la

financiación y con control sobre el comercio exterior español de materias primas y

17 Tratan de explicar cómo afrontan las empresas el problema de la distancia Bartlett y Ghoshal (2002). 18 Casson (2000) 19 Blomström y Kokko (2000). 20 Un primer intento puede verse en Puig y Castro (2009). 21 Campillo (1963), Tortella (1973), Nadal (1975) y Costa Campí (1983).

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textiles22. La obra de Albert Broder, por su parte, constituye una pormenorizada

recopilación de las iniciativas extranjeras, sobre todo francesas, que se desarrollaron en

España hasta la Primera Guerra Mundial (PGM)23. Lejos de polemizar sobre el carácter

predador de la inversión extranjera, sus conclusiones nos hacen meditar sobre la

importancia del mercado español para los inversores extranjeros, así como las luchas que se

libraron para hacerse con el mercado, por muy secundario que fuera, a partir del cambio de

siglo. Otras dos tesis de Estado, la de Jean-Marc Delaunay y la de Gérard Chastagnaret,

completan la visión de las relaciones hispano-francesas hasta la PGM. Más interesado en

las relaciones diplomáticas que en la economía, Delaunay relata con precisión la secular

desconfianza que ha existido entre los dos países, anticipando la pérdida de influencia

francesa en España en vísperas del conflicto armado24. El trabajo de Chastagnaret está

centrado en la minería. En él se hace referencia a las grandes empresas extranjeras, en

particular las francesas, que dominaron el sector hasta bien entrado el siglo XX25. Su

continuación temporal se encontraría en las investigaciones de José María Borras- Llop,

Pierre- Yves Denéchère y Michel Catala que centraron sus estudios bilaterales en la década

clave de los años treinta26. Basados en fuentes diplomáticas, los trabajos de Anne Dulphy y

Antonio Martínez Lillo analizan, en clave política, las relaciones entre los dos países

después de la Segunda Guerra Mundial27. Profundizando en fuentes económicas oficiales y

privadas, Esther Sánchez disecciona la acción económica francesa en la época del

desarrollismo español28. Finalmente, recopilaciones como la de Daniel Busturia estudian las

relaciones bilaterales entre los dos países desde el siglo XVIII aunque sólo hagan

referencias económicas en la segunda mitad del siglo XX29

Nuestro trabajo rebasa este arco temporal y asume el riesgo del estudio a muy largo plazo.

Está basado en una explotación intensiva de fuentes económicas y empresariales que

aportan una dimensión más dinámica a la investigación. Asimismo, hemos recurrido al

vaciado sistemático de prensa general y especializada hasta la fecha parcialmente ignoradas

por los investigadores. Nuestra contribución al estado de la cuestión en la materia es, por lo

tanto, doble. Por un lado, explicamos el crecimiento y resistencia de la inversión extranjera

(francesa) en un país dado (España), analizando cómo las empresas extranjeras desarrollan

22 Zylberberg (1993). 23 Broder (1982). 24 Delaunay (1999). 25 Chastagnaret (2000). 26 Borrás Llop (1981), Denéchère (1993) y Catala (1997). 27 Dulphy (2002) y Matínez Lillo (1993). 28 Sánchez (2006). 29 Busturia (1993).

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y acumulan ventajas de propiedad y establecen relaciones con los actores económicos

locales. Lejos de encontrar el componente errático del IED francesa que defiende Geoffrey

Jones, nuestro trabajo caracteriza el modelo de inversión francesa desde principios del siglo

XIX y le sigue la pista a sus principales protagonistas hasta nuestros días30.

El trabajo consta de cinco partes para las que hemos elegido un orden cronológico. En

cada una de ellas, hemos privilegiado el estudio de los principales protagonistas franceses y

españoles y sus diferentes estrategias en los sectores con más peso en la inversión francesa.

En la segunda parte, analizamos la formación del modelo de inversión francesa en el siglo

XIX y examinamos los antecedentes históricos a la presencia gala en España. La tercera

parte está dedicada a la evolución de las inversiones francesas en el periodo de

Entreguerras donde el nacionalismo económico, la emergencia de nuevos competidores y

la generalización de cárteles internacionales fueron los principales desafíos. La cuarta parte

analiza la adaptación del capital francés a las nuevas reglas del juego económico del primer

Franquismo tras la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. La quinta y la sexta parte

ofrecen un análisis del comportamiento del capital francés en sendos periodos de apertura.

El primero corresponde al de la España de la Planificación donde Francia ya no tenía una

posición predominante en la economía española. El segundo hace referencia a la transición

democrática y la adhesión española a la Comunidad Económica Europea (CEE) en la que

Francia jugó un papel fundamental.

2. La formación de un modelo de inversión internacional en España, c.1800- 1914. El desarrollo económico puede inscribirse en cuadros institucionales muy diversos. En el

caso de Francia, tuvo dos influencias muy notables: por un lado, la Revolución de 1789 y,

por otro, la labor del Primer Imperio de Napoleón. Ambos hitos históricos tuvieron

importantes consecuencias económicas. La principal fue que Francia se convirtió en uno

de los protagonistas tardíos de la primera globalización de la economía en el siglo XIX31.

Del sistema legal y educativo de la Francia napoleónica surgieron intensas conexiones

entre un Estado central y centralista, y los empresarios y banqueros galos. Este marco

institucional y su difusión internacional debido a las guerras napoleónicas tuvieron una

notable influencia en la extraversión de la economía francesa en el siglo XIX. Así, según

algunos autores, mientras el capital inglés fue a parar a los nuevos continentes, moviéndose

por estrictos criterios de beneficios empresariales, los flujos financieros franceses se

30 Jones (2005). 31 O’Rourke y Williamson (2000).

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quedaron, en su mayor parte, en Europa, por criterios políticos32. En base a estos criterios,

que recogen conceptos de la receptividad de los Estados, será interesante comprobar si se

pueden aplicar al caso francés las teorías de localización de Kojima por las cuales la

localización de la IED depende de una dotación desigual de capital y de una posible

combinación del capital extranjero con los recursos locales.

La pronta internacionalización de la economía francesa se debió a la conjunción de dos

hechos complementarios. En primer lugar, nos encontramos con la difusión cultural de “lo

francés” desde principios del siglo XIX. El entramado educativo francés no fue ajeno a

esta propagación. La vía más típica fue la de las migraciones de ingenieros franceses en el

extranjero que, en misión oficial o por voluntad propia, contribuyeron no sólo a la

construcción de infraestructuras (puentes, canales y ferrocarriles) sino también a la

organización de ejércitos o empresas mineras o petroleras, entre otras33. Entre los grupos

más influyentes destacaron los Saint- Simonistas. Siguiendo las enseñanzas de Claude- Henri

de Rouvroy (conde de Saint- Simon), esta corriente de pensamiento asignaba a los bancos

la función de ser los agentes del desarrollo social distribuyendo los recursos económicos

entre la población. Esta idea sedujo a un buen número de individuos procedentes de l’École

Polytechnique o del mundo financiero o comercial. Entre ellos, encontramos nombres como

Michel Chevalier, Prosper Enfantin, Paulin Talabot y, sobre todo, Émile e Isaac Péreire.

Sus exitosas carreras diplomáticas o empresariales resultaron de una aplicación práctica de

los preceptos de Saint- Simon.

En segundo lugar, el particular crecimiento de la economía francesa a principios del siglo

XIX, objeto de un prolijo debate académico, puede ser también un elemento de respuesta

a la internacionalización francesa34. El capital francés se había acomodado a la herencia

revolucionaria y napoleónica, así como a la desfavorable dotación de factores

desarrollando producciones trabajo- intensivas como los artículos de moda y de lujo. Esta

especialización reveló una importante complementariedad con el resto de los países

europeos. Desde el inicio del siglo XIX, la balanza de pagos francesa arrojó saldos

positivos35. En un contexto de relativa apertura comercial, los productos de lujo franceses

tuvieron una excelente acogida en el resto de mercados europeos. Su alto valor añadido

favoreció sobremanera el saldo de la balanza comercial y, por ende, la acumulación de

capital. Al mismo tiempo, acumuló experiencia a la hora de negociar con el extranjero.

32 Comín (2005), p. 257. 33 Uno de los más famosos fue Fréderic Le Play. Sierra Álvarez (Ed.) (1990). 34 Para ver una completa revisión historiografía sobre el tema, véase Crouzet (2003). 35 Cameron (1971), p. 83.

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El crecimiento económico francés había generado unas necesidades que la banca nacional

no podía asumir sola y algunos banqueros franceses lo entendieron muy pronto. El

desarrollo financiero se tradujo en nuevas entidades capaces de movilizar recursos

inutilizados hasta entonces. Los principales protagonistas de este proceso fueron los

hermanos Isaac y Émile Péreire. Retomando preceptos saintsimonistas, los Péreire quisieron

crear un banco central para la industria. La idea era financiar las distintas operaciones

mediante la emisión de obligaciones que permitirían generar gran cantidad de recursos sin

perder el control de las empresas creadas. Su primera aplicación fue un banco de

ferrocarriles creado para financiar la construcción de los Ferrocarriles del Midi36. Era el

nacimiento del Crédit Mobilier de France en 1852.

Su ejemplo cundió por toda Europa como demuestra la “guerra- carrera” entre los

Rothschild y los Péreire en la Europa del siglo XIX37. Ambas familias replicaron la

experiencia de los bancos industriales y ferroviarios en Alemania, Austria, Suiza, Inglaterra,

Bélgica, Holanda, Suecia, Italia, Portugal y España con distinto éxito. La actitud de los

banqueros franceses fue diferente según los países, según su receptividad. En los países

desarrollados de la Europa del noroeste, con capital disponible y empresarios capaces, los

franceses introducían las innovaciones financieras buscando socios para los que trabajar

(colocando acciones y obligaciones) en las distintas plazas financieras (principalmente

París). En los países del sur o del este, menos desarrollados, la actitud era completamente

diferente. Estas regiones no poseían ni capitales o no sabían cómo movilizarlos, ni

empresarios expertos para introducir innovaciones financieras e industriales. Ahí, el papel

de los franceses fue mucho más directo. En España, Portugal y el Piamonte, los grandes

financieros franceses se ocupaban del proyecto desde el principio: convencían al gobierno,

gestionaban la creación bancos de inversión y de empresas ferroviarias y movilizaban el

capital necesario. El epílogo de este proceso llegó con la quiebra de los Péreire en

Francia38. Extenuado por el esfuerzo europeo y acuciado por la enemistad pública del

Banco de Francia, el Mobilier empezó a experimentar dificultades frente a la excesiva

necesidad de financiación de sus empresas, lo que le obligó a recluirse en sus posesiones

españolas, a partir de 1867.

Estos enfrentamientos transnacionales confirmaron la necesidad de tener un paraguas

político para replicar el modelo francés de banca industrial en otros países europeos. Las

galopadas europea y española favorecieron particularmente a los Rothschild, cuya

36 Cameron (1971), p. 138. 37 Ibíd. p. 139. 38 Broder (1982).

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experiencia y relaciones impidieron que los Péreire terminaran con éxito su revolucionario

proyecto. Sin embargo más allá de su fracaso económico, quedaron las ideas y una manera

de proceder que asumieron, a veces, incluso los propios Rothschild.

Uno de los países más receptivos donde la experiencia fue más longeva fue España, entre

otras cuestiones porque se daban varios condicionantes favorables para que la conexión

transpirenaica funcionara. Michel Zylberberg apuntó importantes claves para entender lo

asimétrico de las relaciones entre ambos países desde finales del siglo XVIII39. El telón de

fondo estaba constituido por la debilidad de la estructura productiva y financiera de la

economía española y por su especialización en la exportación de materias primas,

productos agropecuarios y, sobre todo, plata. Así, ante la ausencia de competencia

nacional, se creó, con un marcado componente comercial y financiero, una endogámica

red de intereses que fue capaz de tomar las riendas de la monarquía de Carlos III40. Las

principales consecuencias de esta toma de control fueron el dominio del comercio exterior

español, sobre todo en el sector textil y la creación del primer banco “francés” en España:

el Banco de San Carlos, fundado en 1782, con Francisco Cabarrús a la cabeza41. Esta etapa

exploratoria demostró la capacidad de intermediación de los empresarios y banqueros

franceses en España para alcanzar una posición dominante en el mercado.

La Guerra de Independencia desmanteló parcialmente la red de intereses franceses en el

país pero no significó su desaparición. A lo largo del siglo XIX, la banca francesa se hizo

indispensable para España, debido a su prestigio y a su experiencia acumulada como

prestamistas de la Hacienda. Tres tipos de entidades convivieron en el mercado financiero

español en este periodo. Por un lado, los representantes de la Haute Banque parisina con los

Rothschild como máximos exponentes42. Por otro, aparecieron nuevas entidades de crédito

ligadas a la fiebre del ferrocarril y a las leyes de mediados de siglo que regulaban, con clara

influencia francesa, la IED, las finanzas y el negocio ferroviario43. Destacaron el Crédito

Mobiliario Español (la versión española del Mobilier de los hermanos Péreire) y la

Compañía General de Crédito (de la familia Prost- Guilhou) que encabezaron una intensa

y variada política inversora44. El mercado se completó con la llegada de los bancos de

depósitos (el Crédit Lyonnais, CL, el Comptoir National d’Escompte de París y la Société Générale,

39 Zylberberg (1993), p. 75. 40 Ibíd., p. 553. 41 Tortella (1986), pp. 389- 406, Tedde de Lorca (1988) y Tortella (2000). 42 Broder (1977), p. 164. 43 Costa Campí (1983), pp. 87-89. 44 Sobre los orígenes y desarrollo del CME, Sánchez Albornoz (1977), pp. 179- 181.

10

SG), desde 1864. Otros bancos no tuvieron representación oficial aunque sí fueron muy

activos. De entre ellos, sobresalió la Banque de París, devenida la Banque de París et des Pays

Bas (Paribas) desde la fusión del Banco de París con el de los Países Bajos45.

Lejos de una actitud cooperativa, los distintos tipos de entidades financieras francesas

compitieron por los favores de la Hacienda española para realizar sus objetivos. Estos

objetivos estuvieron a la base del modelo de inversión que estudiamos en este trabajo. El

propósito final difería según quién presionara al Estado. En el caso de los bancos de

depósitos o las casas de banca, el objetivo era la maximización del beneficio46. Por otro

lado, los bancos de inversión presionaban con sus préstamos para la obtención de favores

para sus compañías. Todas las entidades financieras se encontraron los mismos

interlocutores españoles: la nobleza, la alta política y la propia Administración. Todos ellos,

en mayor o menor medida, utilizaron políticas de presión para competir. De esta

competencia, los Rothschild obtuvieron los mayores réditos47. Además de su control sobre

las minas de Almadén o el monopolio del tabaco, que fueron sus mayores logros, crearon

la Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y a Alicante (MZA, 1856), y

explotaron con éxito la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya (Peñarroya, 1881), y

Deutsch & Cie. (1879)48. Los Péreire, por su parte, promovieron la Compañía de

Ferrocarriles del Norte de España (Norte, 1856), Minas del Barruelo (1856), Gas Madrid

(1857) y la compañía de seguros El Fénix Español (1864). Los Prost adoptaron una

estrategia similar a los Péreire, siendo su mayor logro la aseguradora La Unión (1857).

Finalmente, a pesar de no tener representación oficial, Paribas estableció el Banco

Hipotecario de España (1872) y promovió activamente la Compañía de Ferrocarriles

Andaluces (1877). Todas las empresas creadas o promovidas por la banca francesa fueron

protagonistas del primer intento fallido de industrialización de la economía española en el

siglo XIX

Si bien los resultados generales de las distintas inversiones no cumplieron todas sus

expectativas, lo cierto es que esta manera de entender el capitalismo funcionó durante más

de cincuenta años. El legado francés parece innegable puesto que veinte de las primeras

treinta empresas españolas más grandes tenían un claro componente francés (apéndice,

cuadro 1)49. Asimismo, Francia dominó los flujos de inversión y comercio exterior

(gráficos 1a y 1b).

45 Bussière (1992). 46 Bouvier (1961), p. 619. 47 Costa Campí (1983), pp. 153- 156, Tortella (1986), p. 168 y López Morell (2005). 48 Además de Río Tinto, aunque esta no fuera una inversión francesa en puridad. López Morell (2005). 49 Carreras y Tafunell (1997).

11

Gráfico 1a. Mayores socios comerciales de España, 1880- 2006 (importaciones, en porcentajes).

0

10

20

30

40

50

60

70

1880 1885 1890 1895 1900 1905 1910 1915 1920 1925 1930 1935 1940 1945 1950 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000

Germany

U.S.A

France

U.K

Fuentes: Estadísticas del Comercio Exterior de España (E.C.E.E), 1880-2003. El capital francés forjó un modelo de inversión que podemos calificar de político por dos

razones principales. En primer lugar, la preponderancia francesa en el mercado español y

su pronta llegada al mismo permitieron a sus banqueros dar forma al entramado legal y

obtener sustanciosas ventajas competitivas de propiedad en términos de conocimiento del

mercado. En segundo lugar, la centralidad de los bancos estaba ligada a su poder de

presión y a su fácil acceso a las élites políticas y económicas del país de acogida.

El caso español ilustra perfectamente la teorías de localización de la IED y de receptividad al

país al que se dirige mencionadas en el apartado 1. Más allá de criterios políticos, fue la

combinación de la dotación de factores francesa (en forma de capital humano y

financieros) con las disponibilidades españolas (tanto en materias primas como en capital

humano) la que permitió la instalación de un modelo de IED que funcionó al menos hasta

la Primera Guerra Mundial (PGM) cuando aparecieron nuevos desafíos

3. El modelo heredado en la era de la diplomacia industrial, 1914- 1936.

La generalización de la segunda oleada industrializadora y las consecuencias económicas y

políticas de la PGM plantearon un buen número de desafíos al capital francés en España

en el periodo de Entreguerras. Las inestabilidades del periodo supusieron la confirmación

de ciertas tendencias apuntadas desde principios de siglo XX. Las más importantes fueron

el definitivo desplazamiento del centro económico mundial desde Europa a Estados

Unidos y el auge del proteccionismo y del nacionalismo económico. En otras palabras, se

estaba produciendo el desmantelamiento efectivo de la denominada primera globalización

12

de la economía mundial50. Esta desmantelamiento tuvo dos consecuencias principales. La

primera fue la creación de cárteles y acuerdos internacionales. La segunda fue la

reordenación político- económica mundial que afectó, sobre todo, a Gran Bretaña y a

Francia. Estas dos antiguas potencias experimentaron un repliegue en sus inversiones

exteriores refugiándose en sus posesiones coloniales y en sus respectivos mercados. En el

caso de la inversión francesa, este aparente repliegue ha sido calificado por algunos autores

como un comportamiento errático en el primer tercio de siglo51. Sin embargo, esto no

significó que la economía francesas fuera menos competitiva en el contexto internacional.

En los trabajos de Michael S. Smith se demuestra que la economía francesa experimentó

una reconversión productiva a finales del siglo XIX que le permitió situarse a la vanguardia

de la segunda oleada industrializadora52.

Gráfico 1b. Mayores socios comerciales de España, 1880- 2006 (exportaciones, en porcentajes).

Fuentes: Estadísticas del Comercio Exterior de España (E.C.E.E), 1880-2003. La investigación que hemos llevado a cabo para el caso español apoya las tesis de Smith.

En un contexto de creciente nacionalismo, la influencia del capital francés en la economía

española disminuyó, al tiempo que aparecían nuevos competidores americanos o alemanes

y que las empresas españolas mostraban mayor dinamismo debido a la repatriación de los

capitales coloniales. A pesar de la pérdida de preponderancia, Francia seguía teniendo una

posición dominante tanto en el comercio exterior de España como en los flujos de

50 Williamson y O’Rouke (2000) y Comín (2005). 51 Jones (2005), p. 213. 52 Smith (2006).

13

inversión durante el periodo de Entreguerras (gráficos 1a y 1b y gráfico 2). El mercado

galo seguía siendo un destino preferencial para las exportaciones españolas. Sin embargo,

los productos franceses habían sido desplazados en el mercado español por productos

alemanes o norteamericanos. Por lo que respecta a los flujos financieros, la preponderancia

francesa parecía estar basada en la inversión en cartera53.

Este proceso puede ayudar a explicar la visión tradicional de la historiografía acerca del

repliegue generalizado o trayectoria errática de la inversión francesa en el periodo de

Entreguerras54. La percepción de pérdida del mercado fue avalada por las instituciones

francesas presentes en España. La más activa fue la Cámara de Comercio Francesa de

Madrid que siempre se preocupó por la pérdida de posiciones comerciales francesas en el

mercado a favor de productos alemanes o americanos más baratos y mejor adaptados a la

demanda española55.

Gráfico 2: Principales países inversores en España (% del flujo total de inversión directa extranjera), c.1850-2006.

Fuentes: Puig, Álvaro y Castro (2009), p. 16.

Una de las explicaciones a esta sensación de retroceso puede deberse a la impresión que

dejó la pérdida de preponderancia en los sectores clásicos del siglo XIX: la banca, el

ferrocarril y los servicios públicos. La banca francesa de depósitos inició el

redimensionamiento de sus redes comerciales cerrando un buen número de sucursales y

53 Gálvez y Comín (2003), p. 155. 54 Brrder (1982) y Jones (2005). 55 Marvaud (1922), pp. 26- 28. Para divisar las advertencias, Archivo de la Cámara de Comercio Francesa de Madrid, boletines mensuales nº 216, pp.24-33; nº 218, pp.48-49; nº 227, pp.27-34; nº 243, pp.17-19; nº 286, p.22; nº 320, pp.31-36, entre otros.

14

centrándose en Madrid y Barcelona56. Por lo que respecta a la banca mixta de inversión, la

clave estuvo en la quiebra de los Péreire y la retirada de Paribas. Su desaparición física del

panorama español, padecida por los primeros y deseada por los segundos, dejó un

importante espacio a la banca nacional que ésta no dudó en aprovechar. Desparecida la

banca, el entramado que giraba a su alrededor no tardaría en nacionalizarse.

El capital español entró con fuerza en el ferrocarril. Sólo los Rothschild siguieron

controlando MZA mientras que los accionistas franceses de Norte perdieron el dominio

de la empresa ante la entrada del capital de la banca vasca y catalana57. En esta ocasión, la

pérdida de control de las compañías no significó, como en la banca, una pérdida total de

influencia al ser numerosos los tenedores de acciones y de obligaciones ferroviarias en

Francia58. Tampoco resistieron los servicios públicos. El gas no pudo rivalizar con la

electricidad, ni las fábricas térmicas -huída hacia adelante de las primeras- pudieron

competir en inversiones con la hidroelectricidad. A mediados de los treinta, el capital

francés seguía presente en algunas empresas como Gas Madrid, aunque su cometido se

limitaba a velar por la rentabilidad de sus inversiones en cartera59.

La pérdida de control en los sectores clásicos no significó una retirada total del mercado

español ni profundos cambios en el modelo de inversión objeto del estudio60. En efecto,

los inversores franceses buscaron nuevas respuestas a los desafíos del periodo confiando

en la iniciativa de los bancos. Esta continuidad en el modelo de inversión descartaría, en

parte, el llamado componente errático de la IED francesa de principios del siglo XX.

Asimismo, la confianza a la iniciativa de los bancos ante el creciente nacionalismo sería una

respuesta interesante al mayor problema al que se enfrentan las multinacionales, la

distancia, que ha sido estudiado por Bartlett y Ghoshal.

El capital francés conservó alguna filial de importancia como Peñarroya, MZA, Société

Française des Pyrites de Huelva, Saint Gobain y un buen número de empresas de seguros y

entró en nuevas industrias, desarrollando nuevas tecnologías en el seno de los cárteles

internacionales61. No todos los nuevos intentos acabaron en éxito. Las mayores

decepciones provinieron del automóvil donde las grandes empresas francesas del sector

56 Archives Historiques de la Société Générale, Cajas 1313 y 4739, dossier sobre la situación de las agencias en España (1914- 1939). Archives Historiques du Crédit Lyonnais (AHCL en adelante), DAE 08087 y DAE 7942, informes de las agencias de Madrid (1928). 57 Ortúñez (1999). 58 Denéchère (1999), pp. 170-176. 59 Fondo Banco Urquijo (FBU, en adelante), Gas Madrid, memoria anual, 1930. 60 Castro (2007). 61 Para las empresas de seguros, Pons (2002). Para las filiales de la familia Rothschild, López Morell (2005).

15

(Renault, Citröen y Peugeot) no pudieron hacer frente a la competencia norteamericana62.

Michelin sí logró imponerse en su sector implantando el Taylorismo en sus instalaciones y

manteniendo su independencia en el seno de los cárteles internacionales del caucho que se

pusieron en marcha a partir de 192963. Otras empresas ligadas a la química como las filiales

de Air Liquide (Sociedad Española del Oxígeno), Rhône Poulenc (Sociedad española de

Fibras Artificiales) y Pechiney (Sociedad Energía e Industrias Aragonesas) también fueron

exitosas a pesar de la competencia internacional64. Pechiney encabezó, asimismo, el grupo de

empresas francesas que colaboró en la explotación de los nuevos yacimientos de potasa en

Cataluña65. Finalmente, el capital francés compitió con éxito en el sector electrotécnico con

la Sociedad Ibérica de Construcciones Eléctricas junto con la filial española de General

Electric, General Eléctrica Española. En ambos casos, los resultados de los negocios

franceses dependían de los diversos acuerdos colusivos internacionales66. Sin embargo, las

empresas francesas se sintieron cómodas en el seno de los distintos cárteles

internacionales, haciendo valer su capacidad de intermediación y negociación.

En la mayoría de los casos, los bancos controlaron en la distancia la evolución de estas

nuevas incursiones, generalizándose los patrones del “Sistema Paribas”. ¿En qué consistía?

Éric Bussière lo describió como un método flexible capaz de reunir, en mercados

nacionales e internacionales, capitales suficientes para promover objetivos industriales por

todo el mundo. Hemos comprobado, gracias a las memorias del banco presentes en el

Fondo del Banco Urquijo y a los fondos de la Association pour l’Histoire de Paribas, hasta qué

punto eran estrechas las relaciones entre Paribas y las empresas que le eran afines67. Su

aplicación en la España de Entreguerras se plasmó en la promoción y control desde la

metrópoli de buena parte de la actividad empresarial francesa en España. En este proceso,

Paribas fue el principal protagonista pero su ejemplo fue seguido por el resto de los bancos

franceses (apéndice, cuadro 2). Esta sería una respuesta novedosa al nacionalismo

económico. Si el proteccionismo siempre provocó más inversión directa, pero menos

controlada desde el exterior, el capital francés mantuvo ese control exterior bancario. La

respuesta francesa a los nuevos condicionantes de Entreguerras recoge buena parte de los

62 FBU, Memorias anuales Renault (1917- 1932) y Sánchez (2006). 63 Broder (1986). 64 Air Liquide también controlaba Sociedad Castellana del Oxígeno (1919), Oxhídrica Malagueña (1920) y Oxígenos y Suministros para la Saladura (1922). FBU, Air Liquide, memorias anuales 1918- 1932 y Marvaud (1922), pp. 53- 59. 65 Entre ellas Minera- Fodina (1914), Sociedad de Minas de Potasa de Suria (1920) y Potasas Ibéricas, junto con la Unión Española de Explosivos (1932), Gónzalez (2000). 66 Para la potasa, el Sindicato Franco- Alemán de la Potasa. Para el sector electrotécnico, los acuerdos globales de la AEG, la General Electric y la Thomson- Houston. Fear (2008). 67 Bonin (1995) y Smith (2006).

16

elementos de los trabajos de Bartlett y Ghoshal sobre las multinacionales. Estos elementos

tienen que ver con la adaptación a las condiciones locales, y con la transferencia de

conocimientos y competencias de la matriz a sus filiales. La experiencia francesa recogió,

con ochenta años de adelanto, el modelo de multinacional internacional por la que el

grupo estaría formado por una federación coordinada en la que una matriz fuerte transfiere

conocimientos y experiencia a las filiales extranjeras, ejerciendo un control bastante

estricto. Sin embargo, nuestra investigación añadiría una componente bancaria ignorada

por aquellos actores, puesto que, en las inversiones galas, la iniciativa y promoción provino

de entidades financieras.

Así, en el periodo de Entreguerras, se produjo una disminución relativa de la presencia

francesa en el país respecto a la etapa anterior y también se estrechó la distancia entre la

inversión francesa y otras inversiones foráneas, en particular las alemanas (gráfico 2). Sin

embargo, parece claro que los rendimientos aportados por nuevas empresas que contaban

con el soporte financiero de su matriz bancaria y disfrutaban de una sólida posición en el

mercado español, compensaron el retroceso de los activos clásicos. Con ello, se advierte un

inicio de reconversión productiva y se avanza una evolución en el modelo heredado del

XIX con la generalización del “Sistema Paribas” en la promoción y control de los nuevos

negocios franceses en el mercado español. Todas estas tendencias se rompieron con el

estallido de la Guerra Civil española y el consiguiente repliegue autárquico del primer

franquismo. A pesar de ello, las empresas francesas trataron de sobrevivir en un país

destrozado física y económicamente.

4. La adaptación a las nuevas reglas del juego en España, 1936- 1959.

El impacto directo de las dos guerras y las consecuencias de la política económica del

primer franquismo confirmarían la erosión de Francia como principal referencia económica

de España. A pesar de las dificultades del periodo, el pragmatismo se impuso pronto entre

los inversores galos, materializándose en proyectos destinados a sostener el esfuerzo

industrializador franquista. Tales proyectos contribuirían a mantener el modelo de

inversión heredado además de asegurar su futuro desarrollo con el concurso de un nuevo y

pujante actor, el Estado francés. El periodo de la Guerra Civil y el primer franquismo

puede servirnos para conocer cómo afectan a la IED los cambios en la receptividad del país

de acogida. Asimismo, será un buen contexto para comprobar las teorías de Casson sobre

la figura del empresario y las redes empresariales.

El estallido de la Guerra Civil supuso una notable contracción de los flujos comerciales e

inversores hispano- franceses (gráficos 1a y 1b y gráfico 2). La contracción comercial se vio

17

alimentada asimismo por los profundos cambios político- económicos acaecidos en ambas

zonas68. Francia no pudo sacar partido de su histórica posición en el mercado español en

ninguno de los dos bandos. El desamparo de la República, debido al Tratado de No-

intervención, hizo que Francia fuera desplazada por la URSS al precio de vender unos 715

millones de oro de las reservas del Banco de España69. El giro pro- alemán del comercio

exterior español dejó, asimismo, a los intereses franceses en el país en una difícil posición70.

La guerra había desmembrado el aparato productivo francés. No fue extraño ver a

diferentes plantas de la misma empresa caer en uno u otro territorio.

Así, las empresas francesas tuvieron distintas estrategias según su posición geográfica,

aunque el pragmatismo predominó en sus actuaciones. La SG fue la más prudente

repatriando sus activos y su personal. El CL conservó a la mayoría de su plantilla y gran

parte de su clientela a pesar de los problemas de tener que operar con bandos diferentes y

de las pérdidas personales71. Sin embargo, la guerra no causó el cierre de ninguna de las

sucursales del banco en España aunque sí aceleró la reestructuración de las mismas72. Los

negocios más importantes de la familia Rothschild, Peñarroya y Río Tinto, continuaron con

una explotación relativamente normal después de la estabilización del frente aunque con

significativo descenso de la producción73. Mientras, MZA fue confiscada por las

autoridades de ambos bandos. La Guerra Civil aceleró la liquidación de los negocios de la

familia en España. Con la próxima nacionalización de MZA, separados del control de

Peñarroya y de Río Tinto, los Rothschild se preparaban para desaparecer oficialmente del

panorama empresarial español después de siglos de presencia74. Otras empresas como la

Société des Potasses d’Alsace y Michelin trataron de mantener el control de sus activos mediante

acuerdos con el bando franquista. Para ello, no sólo aportaron apoyo financiero a los

rebeldes sino que también actuaron como mediadores entre Franco y el gobierno francés

para acometer transacciones comerciales75.

Los medios económicos franceses en el exterior actuaron igualmente con pragmatismo,

especialmente, al comprobar cuál iba a ser el desenlace de la guerra. Al estar el mercado 68 La República no controló su comercio exterior hasta la creación de la CAMPSA- Gentibus en julio de 1937. Por su parte, en el bando rebelde se sentaron las bases de lo que sería la futura política autárquica, con la instauración de las Juntas de Defensa Nacional y las Juntas Reguladoras primero y con la Junta Técnica del Estado después. Martínez- Ruiz (2006), p. 57. 69 Viñas (2007). 70 Martín Aceña (2001). 71 Delaunay (2002), p. 613. 72 El banco se volcó más en sus clientes franceses y centró su actividad en Madrid y Barcelona. AHCL 098 AH 013, Informe de Édouard Escarra, en un viaje para analizar la situación de las agencias ante la posible “Revolución Española”. 73 López Morell (2005), p. 442. 74 López Morell (2005), pp. 446- 447. 75 Más de 30 ofrecimientos documentados entre 1937 y 1939. Puig y Castro (2009), p. 519.

18

español en peligro, fue en el ámbito de las relaciones comerciales donde las reacciones del

empresariado francés cristalizaron en organismos especializados que serían el vehículo de

esta aproximación a Burgos. Los primeros esfuerzos de los medios franceses se centraron

en negociar directamente con el bando fascista. El Consortium Industriel et Commercial pour

l’Espagne, promovido, en enero de 1938, por el antiguo embajador de Francia en España, el

Conde Peretti de la Roca, estuvo exclusivamente motivado por el deseo de influir en las

decisiones oficiales españolas76. En vista del bloqueo franquista, los esfuerzos de

industriales y comerciantes acabaron por centrarse en el gobierno francés agrupando no

sólo a las sociedades con intereses en España sino también a las corporaciones más

representativas del capitalismo francés y a numerosos parlamentarios. En este contexto

debe considerarse el nacimiento, en mayo de 1938, de la Cámara de Comercio Franco

Española (CCFE)77. A pesar de contar con la aquiescencia de los distintos gobiernos

franceses, ninguna de estas aproximaciones tuvo efecto hasta que no empezaron las

negociaciones directas del Gobierno de Édouard Daladier con Burgos78. Éstas

desembocaron en los acuerdos Bérard- Jordana que marcaron las relaciones económicas

entre ambos países tras las guerras79.

Desde el punto de vista teórico, nuestra investigación demuestra que, en momentos de

escasez de información y recursos, los empresarios franceses tomaron decisiones en un país

con condiciones de receptividad muy cambiantes como se vislumbra en los trabajos de

Casson. En este caso estas decisiones se basaron en su conocimiento del mercado español

aconsejando las aproximaciones al bando franquista y la movilización de recursos políticos

en Francia.

El final de la Segunda Guerra Mundial y la derrota del Eje supuso el cierre de la frontera

pirenaica hasta 1948. La iniciativa francesa no aisló internacionalmente a España y

perjudicó gravemente a los intereses galos en el país80. Tras la reapertura de la frontera y el

proceso de rehabilitación internacional del régimen de la mano de los Estados Unidos, los

Estados se convirtieron en actores visibles en las relaciones económicas bilaterales81. Las

empresas francesas respondieron rápidamente a las oportunidades creadas por el apoyo

americano a partir de 1950. Pudieron hacerlo gracias a nuevos y antiguos actores como el

76 Archivo General de la Administración (AGA), Fondo de Asuntos exteriores (AA.EE.), AGA (10)99 54/51.601-602, caja 3. Dossier sobre asociaciones que proponen comerciar con la España rebelde. 77 AGA, Fondo AA.EE., AGA (10)97 54/11430. Sobre la formación de la Cámara de Comercio Franco- Española de París, Borrás Llop (1981). 78 Viñas (1986). 79 Entre otros, Catala (1997). 80 Martínez Lillo (1993), pp. 334- 337. 81 Dulphy (2002), p. 295.

19

Conseil National du Patronat Français (con la colaboración de la Cámara de Comercio de

Madrid) y Paribas (con la ayuda del Banco Urquijo)82. Estas instituciones se propusieron

reunir toda la información posible sobre proyectos industriales vinculados al programa de

ayuda americano además de involucrar al Estado francés cuya participación era

imprescindible.

El liderazgo bancario y estatal, sancionado por el Protocolo Financiero de 1953 de 15.000

millones de francos, se tradujo en un número creciente de negocios con el sector público

español. Las empresas francesas se aprovecharon de los estos canales abiertos por la banca,

sobre todo en relación con el Instituto Nacional de Industria (INI) y con la Red Nacional

de los Ferrocarriles Españoles (RENFE). Instrumentos como los créditos asegurados de la

Compagnie Compagnie Française d'Assurance pour le Commerce Extérieur (COFACE), el consorcio

CIAVE- Compensex promovido por la Banque Worms o la Compagnie Intercontinentale

Commerciale et Financière que contaba con la participación de los Rothschild, la Banque

Lazard y del Comptoir National d’Escompte de París fueron las herramientas para introducirse

en un nuevo mercado como nuevos interlocutores, entre los que destacaba el presidente

del INI, Juan Antonio Suanzes83.

El petróleo fue el sector donde las empresas francesas volcaron más esfuerzos aunque los

resultados fueron relativamente decepcionantes84. La mayoría de las colaboraciones del INI

con las grandes corporaciones galas, muy ligadas a los bancos, se limitaron a la prospección

e investigación de terrenos norteafricanos. La amistad personal de Suanzes con algunos

dirigentes franceses como René Navarre, presidente del prestigioso Institut Français du Pétrole

y André Blanchard, presidente de la Société Nationale des Pétroles d’Aquitaine, facilitaron algo

los contactos para iniciar la explotación de yacimientos petrolíferos en la España

metropolitana y en el Sahara. La electricidad fue segundo gran campo de acción para las

empresas francesas y especialmente para el Estado francés. Los contratos de intercambios

de producción eléctrica entre Électricité de France de France (empresa pública) y la Empresa

Nacional Noguera- Ribagorzana (filial del INI), por los que Francia recibía energía invernal

mientras que España cobraba una parte en energía estival y otra parte en divisas, fueron la

salvación para la política eléctrica franquista (a pesar de su escasa racionalidad económica) y

la puerta de entrada de las primera central nucleare francesa (Vandellós I)85. Otros sectores

de colaboración con el INI fueron la aviación (AVIACO con Sud- Aviation), la construcción

naval (Empresa Nacional Elcano con Batignolles-Chatillon), la minería (con las ventas al INI 82 Sánchez (2008). 83 San Román (1999). 84 Sánchez (2006), pp. 323- 334. 85 Gómez Mendoza (2006) y Sánchez (2006).

20

de los yacimientos de la Société Française des Pyrites de Huelva y de FODINA) y el aluminio

(ENDASA y Pechiney)86.

Las del INI no fueron las únicas empresas públicas en las que los franceses tuvieron

importantes iniciativas. Ante el riesgo de colapso de la red, los responsables de RENFE

decidieron impulsar la modernización de la compañía, buscando la experiencia francesa en

la Société Française d'Études et de Réalisations Ferroviaires (SOFRERAIL)87. El protocolo

financiero de 1953 les dio la posibilidad de financiación. El 7 de febrero de 1959, RENFE

y SOFRERAIL firmaron un acuerdo que estuvo a la base de los planes de modernización

de la red española de ferrocarriles88. La empresa de ingeniería realizó un análisis crítico

sobre la situación general de la compañía y propuso un plan integral de modernización en

el que se incidía sobre la racionalización económica de la empresa y sobre la mejora de la

productividad global de los activos de RENFE89.

Finalmente, el protocolo financiero de 1953 también facilitó la entrada al mercado español

de los “campeones nacionales” Renault y Citroën. En este caso, los interlocutores

españoles se mostraron más reacios a la colaboración pues ambas empresas competían

directamente con la Sociedad Española de Automóviles de Turismo (SEAT). La primera

etapa de la instalación de estas dos compañías nos aporta información sobre la IED en una

España con un alto grado de nacionalismo económico. Por un lado, una empresa pública

(Renault) cuyo promotor principal fue el Estado francés. Por otro, una empresa privada

(Citroën) que buscó connivencia con el Estado español. Ambas controlaron en la distancia

la evolución de sus negocios en España y supieron adaptarse a las condiciones de partida y

a un mercado con potencial. A la larga, ambas confiaron en sus filiales españolas no sólo

86 Arvhico Histórico del Instituto Nacional de Industria (AHINI en adelante), exp. 768, Contrato suscrito por Iberia y Sud-Aviation, para el arrendamiento de dos aviones Caravelle, con opción a compra. AHINI, Expediente 324 (1953): Convenio entre SFPH e INI para la investigación de varios grupos de concesiones. AHINI, Fondo Suanzes, copia del contrato entre el INI y un grupo francés encabezado por la compañía Potasses d’Alsace para la cesión de un paquete accionarial al INI, con fecha del 9 de abril de 1954. Martín Aceña y Comín (1991). AHINI, Caja 44, Expediente 354 (1956): Contrato entre ENDASA y Pechiney para la construcción de una fábrica de aluminio en Avilés. 87 SOFRERAIL formaba parte del grupo de las Sofres (Société Française d'Études). Se trataba de un grupo de sociedades anónimas, respaldas por los principales bancos franceses y asistidas por el Servicio de Cooperación Técnica del Ministerio francés de Economía y Finanzas y por los consejeros comerciales de las distintas embajadas francesas. Sánchez (2006), p. 222. 88 El Plan Decenal de Modernización de 1964, avalado por el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo y su actualización encarnada en el Plan RENFE de 1972. Archivo de la Fundación de Ferrocarriles Españoles (AFFE en adelante) R/32- 01: Información para la comisión del BIRD y el plan de modernización de RENFE; IIIF- 90 (Volumen 1): Plan de modernización de RENFE para SOFRERAIL (julio de 1963), IIIF- 201: Recomendaciones Sofrerail para la actualización del Plan de modernización (julio del 1964). En todos estos informes se hace hincapié en la importancia de aquel primer trabajo de SOFRERAIL que sentó las bases de la modernización de la empresa. Una síntesis de los mismos se encuentra en Comín, Martín Aceña, Muñoz y Vidal olivares (coords) (1998), vol. 2, pp. 115- 132. 89 AFFE, IIIF- 1972: Estudios sobre la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles, (informe SOFRERAIL, junio de 1959).

21

como plataforma de exportación de sus vehículos y piezas sueltas sino como colaboradoras

en el desarrollo de productos y de procesos técnicos.

Como consecuencia de todo lo anterior, el modelo de inversión forjado en el siglo XIX se

mantuvo sin que la incorporación de un nuevo actor, el Estado francés, cambiara sus señas

de identidad, y sin que el deterioro de la influencia económica gala en España le impidiera

permanecer en un mercado sin apenas crecimiento hasta los años cincuenta y, esto es lo

más importante, posicionarse en sectores clave con la asistencia del Estado en la víspera del

Plan de Estabilización de 1959.

5. Intereses franceses en la España de la Planificación, 1959- 1975.

La liberalización de la economía española supuso una creciente competencia internacional

que reforzó aún más el papel del Estado francés como promotor de las actividades

económicas francesas en España. Consciente de su ascendente cultural sobre las clases

dirigentes españolas, el Gaullismo movilizó buena parte de las fuerzas económicas y políticas

francesas para crear un entorno favorable para los grandes proyectos industriales. Sin

embargo, sin una estrategia específica para el mercado español, los resultados de esta

política quedaron, en general, muy por debajo de lo esperado, dependiendo más de la

envergadura de los competidores que del contexto creado por las autoridades francesas. En

efecto, si bien Francia siguió ejerciendo una notable influencia sobre el Estado franquista,

la penuria de resultados indica que su actividad estuvo mal enfocada o no generó ventajas

competitivas para sus principales empresas.

Entre la mayores decepciones destacaron el Protocolo Financiero de 1963, la introducción

de la tecnología de televisión en color y la construcción de refinerías en el norte

peninsular90. Las desfavorables condiciones del préstamo, preparado para grandes

operaciones que pocas empresas españolas, públicas o privadas, podían acometer,

significaron su pronta hibernación ante la escasez de proyectos. Algo parecido sucedió con

la intensa campaña francesa a favor de la instalación en España de su sistema de televisión

a color SECAM (Séquential Couleur à Mémoire). Sin embargo, el sistema alemán PAL (Phase

Alternating Line) fue el elegido por las autoridades franquistas por su mayor difusión en el

ámbito europeo y por ofrecer las autoridades germanas unas mejores condiciones

económicas para su instalación. Asimismo, la competencia extranjera, especialmente

norteamericana, truncó otro de los grandes proyectos industriales, las refinerías de petróleo

del norte de España, por las que compitieron, sin éxito, la Compagnie Française des Pétroles y la

Union Générale des Pétroles. El logro de “ingeniería política” de la central nuclear de Vandellós

90 Sánchez (2006), capítulos 6 y 7.

22

en Tarragona, así como el continuo crecimiento de Saint Gobain y Renault fueron

brillantes ejemplos de la diplomacia económica francesa aunque la intervención directa del

Estado francés sólo tuviera una influencia relativa. Es cierto que el Estado creó un marco

favorable a los negocios con España. Sin embargo, esto no significaba ser competitivo en

los grandes proyectos. Así, en su conjunto, Francia perdió posiciones en el mercado

español frente a Alemania y, sobre todo, Estados Unidos (gráficos 1a y 1b y gráfico 2).

En los grandes proyectos industriales, las autoridades francesas debieron afrontar el hecho

de no poder competir con otras grandes potencias industriales y tecnológicas. Sin embargo,

el sector privado se centró en buscar nichos de negocio en otros sectores donde la

prolongada presencia en territorio español, la cercanía territorial de ambos mercados y la

red de intereses trabada con anterioridad con la clase empresarial y política eran ventajas

competitivas innegables. Era en la distancia corta donde el empresariado francés ganaba a

sus competidores. Así, el capital francés intensificó su actividad en el sector financiero, en

la consultoría técnica y en la gran distribución minorista. La evolución de las inversiones

francesas en este periodo deben servirnos para comprobar hasta qué punto los modelos de

inversión internacional se basan en el conocimiento del entorno y en la experiencia

acumulada tal y como sugieren los autores de la resource-based view of the firm y la evolutionary

theory of the firm. Asimismo, como consecuencia de las relaciones tejidas con el entorno

español, podremos verificar la evolución de los socios españoles a través de la IED

francesa.

La banca francesa supo ver que el marco legal introducido a partir del Plan de

Estabilización permitía su introducción en el mercado español de una forma indirecta. Sería

una forma de estar preparados para cuando llegase la definitiva liberalización, que no

tardaría mucho. Siguiendo el ejemplo de Paribas (con la ayuda de su socio el Banco

Urquijo), las distintas entidades galas crearon, por este orden, sociedades de inversión

(como vehículo entre los inversores franceses, las autoridades y el mercado), invirtieron en

bancos de inversión a la sombra de los socios españoles y diversificaron sus esfuerzos en

sociedades de venta a plazos, de leasing o en operaciones inmobiliarias (gráfico 3).

Lo cierto es que la experiencia se saldó con un relativo fracaso debido principalmente, a la

falta de sintonía del mercado español con las innovaciones introducidas y a la sorprendente

fortaleza que demostró la banca española. A pesar de las decepciones, la banca lideró un

juego de “prueba y error” que le proporcionó importantes informaciones sobre el potencial

de las finanzas y de la economía españolas, detectando aquellos sectores donde las

empresas francesas, tuteladas aún por los bancos, tenían algo que decir.

23

Gráfico 3. Porcentaje de la banca francesa sobre inversión bancaria total y sobre la captación de recursos ajenos, 1948-200091.

Fuente: Elaboración propia con datos del Anuario Estadístico de la Banca Española, 1948-2000.

Uno de esos sectores fue el de la consultoría técnica. La presencia francesa en esta actividad

se basó en la experiencia y en el conocimiento del mercado y en una mejor adaptación de

sus servicios a la empresa española. El carbón, como sector maduro y capital- intensivo, es

uno de los ejemplos más significativos de la acción de las consultoras técnicas francesas. Al

igual que había ocurrido con SOFRERAIL en el caso del ferrocarril, la Société Française

d'Études et de Réalisations Minières (SOFREMINES) lideró la reconversión productiva de la

cuenca minera asturiana con el proyecto de Hulleras del Norte S.A. (HUNOSA) en 1967.

El crecimiento orgánico de la compañía, también diseñado por SOFREMINES, supuso la

práctica nacionalización del sector carbonífero en España. Las prácticas de las empresas

francesas, más ligadas a la consultoría de empresa que a la ingeniería abren un nuevo

campo para el estudio de la transferencia de conocimiento entre empresas.

Otro nicho de negocio fue el de la gran distribución minorista en el que la empresa

SIMAGO, fundada en 1960 con la participación de las empresas francesas Printemps y

PRISUNIC, fue una referencia. La presencia francesa, en capital y gestión, es un ejemplo de

la aparición del capital francés en un sector totalmente nuevo con nuevos protagonistas92.

En efecto, algunas de las grandes empresas de distribución en Francia vieron importantes

oportunidades de negocio en el incipiente crecimiento del mercado español. Sin una

conexión nítida con los grandes promotores franceses de la época, la banca y el Estado,

basaron su éxito en el conocimiento secular del mercado y del consumidor españoles,

además de contar con una buena relación con sus socios hispanos. Por otro lado,

explotaron el parecido razonable entre ambos mercados con la ventaja de tener el mercado 91 Según el Consejo Superior Bancario, la inversión crediticia responde a la suma de los créditos concedidos de la cartera de efectos y de la cartera de títulos: es, además la metodología utilizada en este trabajo. Anuario Estadístico de la Banca Española (1979). 92 Toboso (2002), p. 266.

24

francés de 10 a 15 años de adelanto. Así, aprovecharon esta experiencia para introducir

importantes novedades en el sector. Estas novedades tuvieron que ver con la gestión de

stocks y la logística93. Para ello, la empresa debía contar con muchos puestos de venta, de

ahí que el éxito radicara en un crecimiento rápido. La gestión francesa fue un éxito como

demuestra el hecho de que SIMAGO contara a finales de los años sesenta con más de

cincuenta establecimientos94. La empresa se había convertido en una entidad nacional y

tenía planes para convertirse en el número uno de la distribución en España en

competencia directa con El Corte Inglés95.

Nuestra investigación resalta pues los primeros síntomas de transformación del modelo de

inversión francés. En primer lugar, a pesar del persistente protagonismo de la banca y el

Estado, aparecieron nuevos protagonistas en nuevos sectores que se apoyaron en parte de

las ventajas creadas por el capital francés en el tiempo. Por otro lado, se observa un cambio

en el papel del capital español que empezó siendo cliente o paciente para convertirse en

asociado. Sin duda, el marco institucional español, más intervencionista, tuvo importantes

efectos en la relación entre empresas francesas y españolas. Este cambio en el equilibrio de

fuerzas, de una enorme importancia para el caso que nos ocupa, se convirtió en una nueva

seña de identidad del modelo de inversión galo en España. Estos cambios comenzaron a

darse justo en el mismo momento en el que la economía española se reorientó de Estados

Unidos a la Comunidad Económica Europea, tras la firma del Acuerdo Preferencial de

1970.

6. La consolidación de un nuevo modelo de inversión francés, c. 1975- 2006.

La llegada de la democracia a España y las consecuencias de los distintos choques

petrolíferos de 1973 a 1979 significaron un cambio en la orientación económica y política

del país. Debido al colapso de Bretton Woods, el paulatino repliegue europeo de la IED de

los Estados Unidos fue compensado, desde finales de los setenta y principios de los

ochenta, por una decidida apuesta española por sus socios europeos como proveedores y

como mercados. En este contexto, Francia aprovechó su vecindad y su ascendente

histórico para patrocinar y tomar ventaja de la incorporación española a la CEE, aunque no

siempre fuera un camino sencillo. La progresiva apertura de la economía española, junto

93 Se redujeron los precios de compra, al adquirir grandes cantidades de los proveedores. La reducción de márgenes debería compensarse con una mayor rotación de los productos. Se introdujo, al mismo tiempo, una política de promociones y ofertas, de común acuerdo con los fabricantes, para atraer a los clientes, además de empezar a comerciar con marcas de fabricante, las llamadas “marcas blancas”. Castro (2010). 94 Toboso (2002). 95 Libre Service Actualités (LSA en adelante) nº 470 (22 de noviembre de 1973).

25

con la activa competencia de la economía alemana, fueron los mayores acicates para un

importante desembarco comercial e inversor por parte de las empresas francesas (gráficos

1a y 1b y gráfico 2). La nueva preponderancia francesa en términos de comercio e inversión

supuso también nuevas pautas de inversión. Al hilo de una terciarización de su propia

economía, el capital francés se hizo fuerte en España en la provisión de servicios (apéndice,

cuadros 3 y 4). Estas iniciativas significaron cambios profundos en el modelo heredado del

siglo XIX.

Los primeros pasos de la democracia y la aproximación a la CEE significaron la

liberalización de algunos sectores económicos. Uno de ellos fue el sector bancario. En una

economía en constante mutación desde finales de los setenta, la banca francesa basó su

actividad en el aprendizaje derivado de su histórica presencia en el país tal como sugieren

las teorías sobre formación y acumulación de ventajas competitivas basadas en la

experiencia que hemos ido trazando a lo largo de este trabajo. En un primer momento, se

especializó en la financiación al sector público y a las grandes empresas del país. En poco

más de dos años, el conjunto de la banca francesa había prestado casi 3.000 millones de

dólares a las grandes empresas públicas y privadas españolas96. Por otro lado, introdujo

algunas novedades nunca vistas antes como la modalidad de crédito con tipo de interés

variable.

Una vez agotada esa vía de negocio, la adhesión española a la Comunidad Económica

Europea (CEE) y la llegada del Espacio Económico Europeo (EEE) determinaron nuevas

estrategias de crecimiento de la banca francesa que optó por un crecimiento orgánico con

la compra de entidades españolas de tamaño medio. Los grandes actores de esta etapa

variaron poco con respecto a épocas pasadas. Fueron la Banque Nationale de París (BNP) y,

sobre todo, el CL quienes lideraron el proceso, quedando algo relegados Paribas y la SG

que no se atrevieron, en los años ochenta, a aumentar su red de sucursales,

especializándose en prestar dinero al sector público y al sector eléctrico especialmente97.

El primero fue la BNP que eligió a la Banca López- Quesada y sus 47 sucursales en 198198.

Una vez superados los escollos políticos, la nueva entidad, bautizada como BNP- España

pudo comenzar a andar. Dotada de una red pequeña pero que cubría toda la geografía

española, la BNP basó su éxito inicial en una gestión del negocio muy personalizada.

Volcada en rentas altas y medias, introdujo novedades como la cuenta a la vista remunerada

96 Dirección General de Política Financiera (1983). 97 Entrevista con Pierre de Longuemar, director de la Association pour l’Histoire de BNP-Paribas y segundo del departamento de internacional de Paribas durante más de treinta años. Entrevista realizada en diciembre de 2007. 98 Castro (2008), pp. 51- 54.

26

al 10%, que fue su producto estrella. Los resultados no se hicieron esperar puesto que el

banco registró rentabilidades superiores al 5% durante los cinco primeros años99. La

segunda operación de envergadura llegó nueve años más tarde. Con el EEE en el

horizonte, los dirigentes del CL consideraron necesario dotarse de una red comercial

propia100. Con más de 110.000 millones de pesetas gastados en la compra del Banco

Comercial Español y en la Banca Jover, antiguas filiales del Banco de Santander, el CL se

convertía, con casi 250 sucursales y 360.000 millones de pesetas de inversión crediticia, en

el primer banco extranjero del país, y en el decimosexto del sector101. Fue la intervención,

que, por su envergadura, cambió el signo de la presencia francesa en España. A principios

de los noventa, el conjunto de la banca francesa representaba entre un 5 y 7% de la

inversión crediticia en el país (gráfico 3).

Sin embargo, ninguna de las entidades francesas pudo con el poder de mercado de la banca

nacional que, por su tamaño, pudo neutralizar y arruinar las distintas estrategias de

crecimiento de la banca francesa. Tampoco ayudó la evolución de las matrices en Francia.

Por un lado, la BNP culminó un proceso de fusión con Paribas cuya reorganización

determinó la salida del mercado español. Por su parte, la matriz del CL en Francia tuvo que

hacer frente a un agujero de 2,5 billones de pesetas y decidió no alargar más la agonía de su

filial española en 1998102. Como había ocurrido en el periodo de Entreguerras, la banca

francesa dejó un importante espacio a la banca nacional (en este caso las cajas de ahorro)

que ésta no dudó en aprovechar103. Con la llegada del año 2000, el colectivo galo aún

conservaba una presencia marginal aunque firme. La banca francesa ha encontrado nichos

de negocio donde ser competitiva de manera muy dual. Por un lado, la SG se ha

especializado en la gestión de patrimonios y en productos de alta gama104. Por su parte

BNP- Paribas prevalece en el segmento de créditos al consumo con sus filiales COFIDIS,

Cetelem o Banca Sygma105.

El otro sector de estudio es la gran distribución. La implantación de los hipermercados no

sólo supuso la generalización de técnicas de distribución moderna en el mercado español

sino que también conllevó la llegada de nuevos actores prácticamente ajenos a los

99 La rentabilidad económica se calculó con el ratio % (de beneficios netos /recursos totales). Álvarez Canal (1998). 100 Ferruz y González Pascual (1994). 101 Sogéchos nº 82 (julio de 1992). 102 Calvi y Meurice (1999). 103 Caja Madrid y Caixa Nova se hicieron con la red del CL y de la BNP respectivamente. Castro (2009). 104 Cinco Días (4 de marzo de 2005). 105 Castro (2008).

27

promotores habituales de la inversión francesa (los bancos y el Estado)106. Esta

implantación, asimismo, podría asemejarse, como veremos, al enfoque de

internacionalización gradual de la escuela de Uppsalla que incide en la importancia que

toma la experiencia acumulada en el proceso incremental de IED. En él, se proponen fases

progresivas desde exportaciones puntuales hasta filiales productivas107.

El grupo Printemps (socio de Euromarché )fue el primero en instalar un hipermercado, el

Hiper- Euro, en el Prat de Llobregat (Barcelona) en 1973, seguido por Carrefour, con su

Hiper- Carrefour de Castelldefels. La existencia de una experiencia previa tanto en gestión

como en capital en la cadena de supermercados populares SIMAGO, así como la

proximidad geográfica y el papel fundamental de los flujos de turistas franceses explican, en

parte, la llegada de los hipermercados franceses. Sin embargo, a pesar de las ventajas

competitivas derivadas de la escasa competencia en el segmento, esta primera etapa se

saldó con un fracaso relativo tributario de la escasa adaptación de la oferta francesa a la

clientela española.

A pesar de las dificultades de los primeros establecimientos, los grandes de la distribución

francesa descubrieron el potencial del mercado. Se inició así, a partir de 1974, una fase de

generalización de los hipermercados a raíz de tomar Carrefour la iniciativa y de instalarse

nuevo competidores franceses como Promodès (Continente) u Auchan (Alcampo)108.

Gráfico 4: Facturación de las cuatro primeras cadenas de hipermercados en España, 1983- 2005 (millones de pesetas).

Fuentes: Elaboración propia con datos de Distribución Actualidad (DA en adelante), varios años. * después de la fusión PRYCA/ Continente, la cadena resultante fue Carrefour.

106 Maixé Altés (2009). 107 Las otras fases intermedias serían la utilización de agentes independientes, para instalar, seguidamente, filiales comerciales. Johanson y Vahlne (1990). 108 Lhermie (2003).

28

Carrefour decidió racionalizar sus implantaciones al no poder sobrevivir en el mercado con

una presencia marginal. La vía más lógica fue una alianza estratégica con el binomio

SIMAGO/ Euromarché. Con ello se alcanzaría una mayor talla crítica y se mejorarían los

costes de logística obteniéndose mejores márgenes109. La alianza con el grupo hispano-

francés, promovida financieramente por la Banca March, facilitó la creación de un empresa

a nivel nacional. Las sinergias derivadas de esta unión permitieron una mejor adaptación a

la clientela española y posibilitaron la salida al mercado de un nuevo nombre comercial,

PRYCA (acrónimo de Precio y Calidad), con el que Carrefour encabezó el mercado en la

década de los ochenta (gráfico 4).

Esta fase de generalización supuso también la llegada de nuevos competidores franceses.

Promodès (Continente) llegó a Valencia en 1976. La principal diferencia de estrategia con

respecto a Carrefour residía en la clientela buscada. Se evitó ese hipermercado style boîte à

chaussure –nave industrial con una imagen muy pobre-, copiándose el estándar de calidad de

los supermercados de El Corte Inglés110. Sus primeros resultados fueron sólidos, sin

excesiva estacionalidad. Paralelamente, Promodès aplicó, a partir de 1979, una filosofía

multiformato creando la Distribuidora Internacional de Alimentos (DIA), una cadena de

supermercados de proximidad que practicaba un descuento suave (soft- discount). Fue el

grupo que mejor se adaptó al mercado español (gráfico 4). Auchan (Alcampo), llegado a

España en 1981, buscó diferenciarse de sus competidores en el mercado111. Por un lado, era

la cadena con mayor surtido (más de 18.000 referencias), superando a El Corte Inglés y a

Continente. Por otro, se orientó hacia hipermercados urbanos112. Sus objetivos fueron

ciudades de una tamaño mediano (Gijón, Vigo) pero con un importante potencial de

crecimiento y, sobre todo, Madrid, un mercado poco atendido por la distribución moderna.

De esta estrategia surgió el primer centro comercial moderno de España: Madrid- 2 La

Vaguada.

La verdadera fase de expansión de los hipermercados se dio con la adhesión española a la

CEE y la impantación del EEE (gráfico 4). Con la entrada de pleno en el mercado

europeo, España iniciaba un periodo de convergencia hacia los niveles de vida europeos.

Las distintas empresas francesas de distribución se prepararon para el proceso de diferente

manera. Con la ayuda de la familia March, PRYCA se reestructuró financieramente

entrando en bolsa a principios de los noventa. Así lo hizo también Promodès con el concurso

109 Colla (2001), p. 7. 110 LSA nº 1236 (20 de diciembre de 1990): Entrevista a Alfonso Merry del Val, Director General de Promodès España. 111 Dauvers (2004). 112 DA nº 134 (diciembre de 1986).

29

del Banco Bilbao Vizcaya. Ambas empresas apostaron por seguir con su arraigada cultura

corporativa. Mientras PRYCA reforzaba su apuesta por el hipermercado, Promodès fortalecía

el resto de sus filiales en España, especialmente DIA. Por su parte, Alcampo, fiel a la

ortodoxia financiera familiar, introducía en el mercado español a los llamados category killers

(grandes espacios comerciales extremadamente especializados que ofrecen la más amplia y

variada gama de productos en su segmento) entre los que destacaron Decathlon (deportes) y

Leroy Merlin (bricolaje)113.

Paralelamente, se dio un proceso de movimientos corporativos a nivel europeo que

desembocó en la fusión, a nivel internacional, entre Carrefour y Promodès en el año 1999.

En España, la fusión tuvo consecuencias especiales en términos de competencia e imagen.

La sociedad resultante, Centros Comerciales Carrefour S.A., debió ceder parte de su

negocio a la competencia. Paralelamente, emprendió la difícil tarea de sustituir marcas

visiblemente españolas como PRYCA y Continente (aunque no lo fueran) por la muy

francesa Carrefour, y trató de integrar dos grupos con culturas empresariales muy distintas.

Lo que podía parecer una fusión de complementarios se convirtió, en los primeros meses,

en una fusión de empresas con un grado de centralización de las decisiones muy

importante. Hubo de hacer frente, asimismo, al auge de nuevos competidores españoles

surgidos al amparo de una legislación más restrictiva para las grandes superficies.

MERCADONA es el gran exponente de esta nueva generación de supermercados114. Su

éxito ha provocado una nueva adaptación de los hipermercados tanto en sus relaciones con

los proveedores como en su trato con el cliente115. Si en 1980 el sector alimentario

representaba casi el 75% de la superficie de venta, hoy sólo llega al 45%. Los

hipermercados han pasado de ser generalistas a ser hiperespecialistas, sobre todo en la

provisión de servicios. Por ejemplo, Carrefour y Alcampo se han especializado en los

sectores de telecomunicaciones, la informática y el textil, con los que tal vez se facture

menos en volumen pero que tienen mayor valor añadido.

De nuestra investigación se desprende la transformación experimentada por el modelo

histórico de inversión francés, que vuelve a ocupar una posición hegemónica en España

sobre bases y en condiciones muy distintas a las de los siglos XIX y XX. La IED gala ya no

aparece determinada por la promoción bancaria y por una especialización secular en el

diseño y construcción de infraestructuras, sino que, de la mano de nuevos protagonistas, se

113 Para conocer la idiosincrasia del grupo Auchan, véase Gobin (2006). 114 Audicana Arcas (2002). 115 Entrevista personal con Javier Campo, Director General de DIA de 1986 a 2007. Entrevista realizada en octubre de 2009.

30

centra en la provisión de servicios y bienes de consumo final. En el apartado teórico, las

principales contribuciones los estudios de sector para la teoría de la inversión internacional

se pueden resumir en dos. De la evolución reciente de la inversión francesa bancaria en

España se desprende que los modelos de inversión son tributarios del conocimiento de un

mercado y de la experiencia y aprendizaje que resultan de la interacción entre las empresas

extranjeras y el mercado y los actores locales. Estas interacciones tienen que ver con la

citada receptividad del país que acoge la IED y que está determinada por la legislación local.

Por otro lado, el caso español de IED francesa en gran distribución sería un ejemplo de

inversión gradual y acumulativa que podría encontrar acomodo en el modelo teórico de la

Escuela de Uppsala, con ciertos límites. Estos límites tienen que ver con la repetición del

modelo en otros países. Aunque algunas de las características del modelo español han sido

reproducidas en otros mercados por las empresas de distribución ya no se puede hablar de

inversión gradual y acumulativa. La carrera hacia un mercado global con empresas cada vez

más grandes no permite un entrada en un mercado dado de manera progresiva.

7. Conclusiones.

Hemos demostrado en este trabajo que los flujos internacionales de capital reciben la

influencia de patrones nacionales del país emisor que pueden entenderse con un análisis del

largo plazo. Nuestro estudio sobre Francia también muestra que las ventajas competitivas

adquiridas con el tiempo por las empresas extranjeras y su relación con los socios locales

han sido decisivos en el desarrollo de los modelos nacionales de inversión. El modelo

francés de inversión, al que hemos catalogado como político, exhibió un alto grado de

inercia que le permitió experimentar progresivos aunque profundos cambios a lo largo de

los siglos XIX y XX.

El capital francés fue predominante en el siglo XIX forjando un modelo de inversión al

que denominamos político por la habilidad de los actores franceses para influir en las élites

políticas y económicas españolas y obtener sustanciosas ventajas competitivas de propiedad

en términos de conocimiento del mercado. Esta manera de proceder tuvo sus principales

manifestaciones en las finanzas públicas y en las grandes empresas españolas del siglo XIX.

Estas ventajas fueron de gran utilidad cuando el capital francés perdió terreno en el periodo

de Entreguerras debido a la menor visibilidad de sus bancos de inversión (en especial

Paribas), a la nacionalización de buena parte del entramado financiero y empresarial del

siglo XIX y a la subordinación a los cárteles internacionales de buena parte de los negocios

emprendidos por los franceses en el periodo. Sin embargo, lejos de un comportamiento

errático, hemos demostrado la ambición francesa por permanecer en el mercado y

31

responder al nacionalismo económico de la mano de los bancos con nuevos

procedimientos como la generalización del “Sistema Paribas”.

La evolución post-bélica de la economía española y la importancia adquirida por los

competidores extranjeros, especialmente Estados Unidos, presionaron aún más a las

empresas francesas. Nuestra investigación revela que, gracias a una acción colectiva y

coordinada entre instituciones empresariales, bancos y Estado, se afrontó con pragmatismo

el franquismo económico. Esta actitud permitió seguir influyendo sobre el entramado

institucional español, diversificar sus inversiones y participar activamente en la tardía

industrialización española.

La transformación gradual fue posible gracias a la paulatina terciarización de la propia

economía francesa. Los verdaderos cambios en el modelo se vieron a raíz de la adhesión de

España a la CEE. Con nuevos actores y sectores, el capital francés ha conocido un

importante éxito en actividades orientadas al consumidor.

La transformación final del modelo de inversión francés puede considerarse, en buena

parte, resultado de la trayectoria descrita a lo largo de este trabajo y que tiene que ver con

los conceptos de experiencia acumulada y dependencia de trayectoria por un lado, y

receptividad del Estado de acogida por otro. En efecto, la contribución de este trabajo a la

teoría de la inversión internacional se basa, especialmente, en estos dos conceptos que han

ido acompañando a la IED francesa a lo largo de dos siglos de historia. En primer lugar, ha

quedado demostrado que los modelos de inversión son tributarios del conocimiento de un

mercado y de la experiencia y aprendizaje que resultan de la interacción entre las empresas

extranjeras y el mercado y los actores locales. El caso de la banca gala, central en esta

investigación, es el principal ejemplo que ilustra este extremo.

El caso de la banca también es útil para comprobar la evolución de la receptividad del Estado

de acogida en el muy largo plazo. Ésta viene determinada por la legislación local y obedece

al momento político pero, sobre todo, del grado de competitividad de la industria local. En

este caso, el desarrollo español ha sido dependiente de la IED en general y de la francesa

en particular. Las interacciones con el capital extranjero han ido modelando a los

protagonistas españoles desde posiciones de meros instrumentos a la de socios e, incluso,

competidores. Este hecho demostraría que las multinacionales pueden tener un papel

central en la transferencia de experiencia y conocimiento a los interlocutores locales, tal y

como sugiere la revisión del enfoque de la escuela de Uppsala. Este aprendizaje se ejerce en

doble sentido. Por un lado, los socios locales pueden lograr desarrollarse hasta el punto de

convertirse en competidores en el mercado nacional e, incluso, cruzar fronteras, como se

32

ha visto con el caso de la banca española. Por otro, el aprendizaje en un mercado dado

puede servir a la multinacional para replicar la experiencia en otros mercado con los límites

apuntados en el trabajo en el caso de la distribución minorista.

Otras contribuciones de la investigación tienen que ver con aspectos ligados al modelo de

inversión político trazado en el trabajo. Fue por motivos más allá de los políticos por los

que el capital francés se implantó en España a finales del siglo XVIII. Tuvo más que ver

con ello la combinación de las dotaciones de factores de ambos países, con claras ventajas

francesas, tal y como sugiere la teoría de Kojima. Las respuestas al nacionalismo español

del periodo de Entreguerras y del primer franquismo también se deben al conocimiento del

mercado español y a la centralidad de los bancos en el modelo de inversión. En ese sentido,

hemos completado uno de los modelos de multinacional de Bartlett y Ghoshal,

incorporando un componente bancario. Asismismo, hemos comprobado cómo

reaccionaron los empresarios franceses en época de escasez, tal y como sugiere Casson. En

nuestro trabajo, hemos descubierto que esas actuaciones fueron consecuencia de la

experiencia acumulada en el comercio exterior. En otro orden de cosas, la transformación

del modelo de posiciones industriales hacia producciones cercanas al consumidor final nos

ha permitido comprender los límites de la aplicación del enfoque gradual de Uppsala en la

distribución minorista.

Apéndice:

Cuadro 1: Las veinte primeras empresas con capital francés en España en 1917. Nombre Sector Fundación Activo Posición Norte Ffcc. 1858 1882,4 1 MZA Ffcc. 1856 1555,6 2 Ferrocarriles Andaluces Ffcc. 1869 362,8 5 General Azucarera de España Alimentación 1903 313,4 6 Catalana de Gas y Electricidad, S.A. SS.PP. 1843 284,7 7 Ffcc. de Madrid a Cáceres y a Portugal Ffcc. 1880 249,3 8 Ffcc. de Zafra a Huelva Ffcc. 1881 169,7 10 Energía Eléctrica de Cataluña, S.A. SS.PP. 1911 156,6 11 Sdad. Minera y Metalúrgica de Peñarroya Minería 1881 156,1 12 Ffcc. de Medina del Campo a Zamora y de Orense a Vigo Ffcc. 1880 144,4 13 Barcelonesa de Electricidad SS.PP. 1894 133,2 15 Metalúrgica Duro- Felguera Siderurgia 1900 114,1 16 Cía. Arrendataria de Tabacos Comercio 1887 107,7 17 Sdad. Española de Construcción Naval Naviera 1908 107,1 18 Lebon y Compañía SS.PP. 1895 90 21 Ffcc. de Santander a Bilbao. Ffcc. 1894 89,4 22 Caminos de Hierro del Sur de España Ffcc. 1889 86,8 23 Minera de Sierra Menera, S.A. Minería 1900 86,1 24 Unión Eléctrica Madrileña SS.PP. 1911 82,5 25 Ferrocarriles Vascongados Ffcc. 1906 73,7 28

33

Cuadro 2: Las veinte primeras empresas con capital francés en España en 1930. Nombre de la empresa Sector Fundación Activo RankingCía. de los Ffcc. De Madrid a Zaragoza y a Alicante Ffcc. 1856 236.078 1 Cía. de los Caminos de Hierro del Norte de España Ffcc. 1858 245.100 2 Sdad. Minera y Metalúrgica de Peñarroya Minería 1881 150.000 8 Franco Española del Ferrocarril de Tánger a Fez Ffcc. 1916 12.000 10 Cía. de los Ferrocarriles Andaluces Ffcc. 1869 44.148 11 Catalana de Gas y Electricidad SS.PP. 1843 75.000 13 Cía. Arrendataria de Tabacos de España Comercio 1887 60.000 15 Cía. Nacional de los Ffcc. Del Oeste de España Ffcc. 1928 27.500 18 Altos Hornos de Vizcaya Siderurgia 1902 107.000 22

Unión Española de Explosivos, S.A. Productos químicos 1896 60.000 37

Sdad. General de Aguas de Barcelona SS.PP. 1882 40.000 45 Cía. General de Tabacos de Filipinas Comercio 1881 22.500 46 Cía. del Ffcc. De Zafra a Huelva Ffcc. 1884 28.000 55 Cía. Barcelonesa de Electricidad SS.PP. 1894 30.500 62 Minas de Potasa de Suria, S.A. Minería 1920 30.000 70 Sociedad Española de Construcciones Electro-Mecánicas Maquinaria 1917 25.000 88 Sociedad Energía e Industrias Aragonesas, EIA Química 1918 21.750 107

Sociedad Ibérica de Construcciones Eléctricas, SICEMaterial eléctrico 1924 20.000 136

Cristalería Española, S.A. Vidrio 1905 18.000 144 Cía. Andaluza de Minas Minería 1929 18.000 145

Fuentes: Elaboración propia con Carreras y Tafunell (1997) y Tortella (2000)

Cuadro 3. 20 mayores empresas españolas con capital francés en España en 1972. Empresa Sector Fundación Ranking

F.A.S.A Renault Automóviles 1.954 11 S.A.F.E. Michelín Neumáticos 1.931 28 Citröen Hispania Automóviles 1.957 45 General Eléctrica Española Material Eléctrico 1.901 47 Aluminio de Galicia Siderurgia 1.962 68 S.A. Fibras Artificiales Textil 1.922 92 Danone S.A. Alimentación 1.929 108 Cristalería Española Vidrio 1.905 114 Sdad. Minero- metalúrgica Peñarroya Minería 1.881 180 Massanés y Grau Alimentación 1958 190 Resinas Poliésteres S.A. Productos químicos 1.962 192 S.E. Oxígeno Productos químicos 1909 195 Vidrieras de Castilla Vidrio 1.920 207 Compañía Andaluza de Minas Minería 1.904 315 Vidriera Vilella, S.A. Vidrio 1.924 374 Cía de Contadores y Materiales Industriales, S.A. Material Eléctrico No disponible 411 Ugiquímica, S.A. Productos químicos 1950s 488 Sdad. Ibérica de Construcciones Eléctricas, S.A. Material Eléctrico 1.924 496

Grafitos Eléctricos del Noroeste S.A. Siderurgia 1950s 552

34

Cuadro 5. 20 mayores empresas españolas con capital francés en España en 2006. Empresa Sector Fundación Ranking

CEPSA Hidrocarburos 1929 4

Altadis Tabaco 1.887 9 Carrefour S.A Distribución Minorista 1.972 11 Renault España Automóvil 1.954 12 DIA Distribución Minorista 1.979 13 Peugeot Citröen España Automóvil 1.957 16 Al Campo Distribución Minorista 1.973 30 Saint Gobain Cristalería Vidrio 1.909 47 Valeo España Automóvil 1950's 73 Grupo Alstom Material Eléctrico 1.923 74 Danone, S.A Alimentación 1919 76 Total Spain Hidrocarburos 1.964 77 Supermercados Sabeco Distribución Minorista 1.966 86 Schneider Electric España Material Eléctrico 1.923 119 Leroy Merlín Distribución Minorista 1.991 135 L'Oréal Cosmética 1.932 141 Alcatel España Telecomunicaciones 1.926 160 Decathlon España Distribución Minorista 1.992 171 Supermercados Champion Distribución Minorista 1.973 179 Louis Dreyfus España, S.A. Comercio Exterior 1986 213 Fuentes: Elaboración propia con S.A.B.I. (2008), Dun & Bradstreet (2008), Fomento de la Producción (varios números) y Actualidad Económica (varios números). Fuentes. Archives Historique de la Société Générale (París, Francia) : Services d’Études Financières, Service d’Affaires Étrangères. Archives Historique du Crédit Lyonnais (París, Francia) : Services d’Études Financières, Service d’Affaires Étrangères. Archivo de la Cámara de Comercio Francesa de Madrid (Madrid, España): boletines mensuales y actas del consejo. Archivo de la Fundación de Ferrocarriles Españoles (Madrid, España): Fondo RENFE. Archivo Geneneral de la Administración (Alcalá de Henares, España): Fondo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Archivo Histórico del Instituto Nacional de Industria (Madrid, España): Fondo Suanzes y Expedientes. Association pour l’Histoire de BNP-Paribas (París, Francia) : Documentación diversa y archivos de historia oral. Fundación March (Madrid, España): Fondo Banco Urquijo. Fuentes Orales: Entrevista personal con Javier Campo, Director General de DIA de 1986 a 2007. Entrevista realizada en octubre de 2009. Entrevista personal con Pierre de Longuemar, director de la Association pour l’Histoire de BNP-Paribas y segundo del departamento de internacional de Paribas durante más de treinta años. Entrevista realizada en diciembre de 2007. Publicaciones periódicas: Actualidad Económica (varios números). Anuario Estadístico de la Banca Española (1948- 2000).

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