Gastón Soublette Bernadette SIN ELLAde Saint Luc · 2019-10-12 · pués mi hermana (Sylvia,...

5
Hay dos sillones in- dividuales de mimbre en la salita que mira hacia al jardín, en la casona de 1930. Gastón Soublette, filósofo y musicólogo, responsable de haber traspasado las décimas de Violeta Parra a partituras, autor de varios libros, profesor eterno del Instituto de Estéti- ca de la Universidad Católica, 92 años, alto, delgado, la barba y el pelo blancos, deja a un la- do el bastón de madera y toma asiento en uno de ellos. El otro queda vacío. —Es curioso que cuando uno ha vivido tantos años con una persona y está acostumbrado a ella se producen a la larga dos presencias —dice mirando ha- cia el frondoso jardín de su quinta en Limache—. Una in- mediata, en el diario vivir, cuando la persona habla y ac- túa. Y otra más difusa que se va creando con los años. Y uno vi- ve inmerso en esa presencia sin darse cuenta. Solo cuando esa persona se va para no vol- ver, esa presencia amplia se convierte en un vacío. Un va- cío que uno dice: “Esto no se puede llenar con nada”. Nin- guna compañía, ni un segundo matrimonio, nada. Gastón Soublette Hace pocas semanas, el filósofo y musicólogo enviudó. Su mujer por 65 años, la francesa Bernadette de Saint Luc, murió mientras dormía. Gastón Soublette, quien escribió una hermosa carta sobre su partida publicada en este diario, dice que aún no se acostumbra a su ausencia. “Como que se descoloró el mundo. Tanto, que pensé que sería mejor que yo me fuera luego. Llegué a sentirlo”, dice. POR CAROLA SOLARI, DESDE LIMACHE FOTOS FELIPE VARGAS FIGUEROA 6 Bernadette de Saint Luc SIN ELLA

Transcript of Gastón Soublette Bernadette SIN ELLAde Saint Luc · 2019-10-12 · pués mi hermana (Sylvia,...

Page 1: Gastón Soublette Bernadette SIN ELLAde Saint Luc · 2019-10-12 · pués mi hermana (Sylvia, compositora y cantante) la in- ... ted, y después no piensen que va a ser una separación

Hay dos sillones in-dividuales de mimbreen la salita que mira hacia aljardín, en la casona de 1930.Gastón Soublette, filósofo ymusicólogo, responsable dehaber traspasado las décimasde Violeta Parra a partituras,autor de varios libros, profesor

eterno del Instituto de Estéti-ca de la Universidad Católica,92 años, alto, delgado, la barbay el pelo blancos, deja a un la-do el bastón de madera y tomaasiento en uno de ellos. El otroqueda vacío.

—Es curioso que cuando unoha vivido tantos años con una

persona y está acostumbrado aella se producen a la larga dospresencias —dice mirando ha-cia el frondoso jardín de suquinta en Limache—. Una in-mediata, en el diario vivir,cuando la persona habla y ac-túa. Y otra más difusa que se vacreando con los años. Y uno vi-

ve inmerso en esa presenciasin darse cuenta. Solo cuandoesa persona se va para no vol-ver, esa presencia amplia seconvierte en un vacío. Un va-cío que uno dice: “Esto no sepuede llenar con nada”. Nin-guna compañía, ni un segundomatrimonio, nada.

GastónSoublette

Hace pocas semanas, el filósofo y musicólogo enviudó. Su mujerpor 65 años, la francesa Bernadette de Saint Luc, murió mientrasdormía. Gastón Soublette, quien escribió una hermosa carta sobresu partida publicada en este diario, dice que aún no se acostumbraa su ausencia. “Como que se descoloró el mundo. Tanto, que pensé

que sería mejor que yo me fuera luego. Llegué a sentirlo”, dice. POR CAROLA SOLARI, DESDE LIMACHE FOTOS FELIPE VARGAS FIGUEROA

6W

Bernadettede Saint Luc

SIN ELLA

Page 2: Gastón Soublette Bernadette SIN ELLAde Saint Luc · 2019-10-12 · pués mi hermana (Sylvia, compositora y cantante) la in- ... ted, y después no piensen que va a ser una separación

7

“Yo me daba cuentade que su vitalidadiba disminuyendo,que estaba máscansada, pero no loesperaba tanluego”, dice GastónSoubletterecordando a suesposa. En la foto, elacadémico en suquinta de Limache.

Page 3: Gastón Soublette Bernadette SIN ELLAde Saint Luc · 2019-10-12 · pués mi hermana (Sylvia, compositora y cantante) la in- ... ted, y después no piensen que va a ser una separación

8W

Es una tarde tibia y el sol en-tra por la ventana. Isabelle, lahija de Gastón Soublette, altacomo él y vestida de negro, sesienta a su lado, en el otro si-llón de mimbre. Lo está acom-pañando porque él no quiereestar solo en esta casa enorme.Han pasado dos semanas des-de que su mujer, la francesaBernadette de Saint Luc, de 88años, y con quien compartió65 aniversarios y tuvo tres hi-jos, murió al amanecer de unviernes de agosto. Y apenasunos días desde que en las car-tas al Director del diario ElMercurio se publicara un emo-tivo escrito de su autoría titu-lado “Sin ella”, donde reflexio-na sobre la ausencia que dejósu partida. “Solo cuando se vapara no volver, hacemos ple-namente consciente la pre-sencia mayor, esa que ahora esun vacío extenso que no pare-ce llenarse con nada”, escribióen esa carta.

—Dos cosas me impulsarona escribirla de esa manera

—dice ahora—. Que empecé aconversar sobre esto con unoscolegas de la Facultad de Filo-sofía de la Universidad Católi-ca y uno de ellos me dijo: “Quéinteresante lo que planteas.Tú que escribes cartas en eldiario podrías escribir algo,puede servirles a otras pare-jas”. Y que mi nieta, la Gracia,me dijo: “Tata, usted va a es-cribir sobre esto”.

—En el día a día, ¿cómo ha vi-venciado esa ausencia?

—Ha sido dolorosa. Porqueuno está acostumbrado a quetodo lo que uno haga incons-cientemente está relacionadocon la idea de que ella está es-perándome aquí, siempre. Yocuento con que voy a abrir lapuerta y me la voy a encontrarcon su luz prendida. Entonces,llegar a la convicción de que nohay nadie esperándome es unacosa muy fuerte. Tan fuerteque al principio uno siente quetodo perdió sentido.

—¿En qué lo nota?—La impresión que yo tenía

del mundo, de mis alumnos, dela sala de clases, de lo que es-cribo o de mis incursiones alos cerros de Valparaíso, yo nome daba cuenta, pero teníancomo base la idea de que ellasiempre estaba aquí. Si uno sa-ca a esa persona, esa mismaimpresión mía de cualquiercosa, del sol, de los árboles sinella, como que pierde su senti-do. Como que se descoloró elmundo. Tanto, que pensé quesería mejor que yo me fueraluego. Llegué a sentirlo. Hayque hacer un esfuerzo muygrande para vencer eso.

Gastón Soublette tenía 24años, estudiaba música en Pa-rís y se alojaba con una familiarusa cuando conoció a Berna-dette. “Esa señora rusa era ca-sada con un tío de mi esposa”,recuerda. Fue en un matrimo-nio en Bretaña donde la tía ru-sa le presentó a su sobrina.

—Una vez a mi mujer le hi-cieron una entrevista en la que

dijo: “Mi tía lo trajo para que loconociera y me lo dejó para to-da la vida” —dice y se ríe.

Dos años después, en 1954,se casaron y al poco tiempo sevinieron a Chile. Ella, dueñade una voz prodigiosa, cantabamúsica medieval y renacentis-ta, y grabó algunos discos enFrancia.

—Tenía una voz impresio-nante —dice Isabelle—. Peronunca captó lo valiosa que era.Siempre sintió que mi papáera el importante y ella estabadetrás.

—Los discos que grabó enFrancia de música medievaltuvieron mucho éxito —agregaGastón Soublette—. Uno deellos estuvo nominado entrelos mejores diez discos hechosen Francia. Cantamos juntosen varias iglesias góticas deParís. Ese fue un momento im-portante en su vida en que serealizó como cantante. Des-pués mi hermana (Sylvia ,compositora y cantante) la in-cluyó en un conjunto de músi-

Soublette junto a su hija Isabelle, quien lo acompaña por estos días en Limache. “Ella tenía una vocación de soledad, había construido unmundo propio y le gustaba estar aquí, cerca de sus paltos y sus perros”, dice Isabelle sobre los últimos años de su madre.

Page 4: Gastón Soublette Bernadette SIN ELLAde Saint Luc · 2019-10-12 · pués mi hermana (Sylvia, compositora y cantante) la in- ... ted, y después no piensen que va a ser una separación

10W

ca antigua donde permanecióvarios años. Además pintaba.

—¿Cuál cree que fue el se-creto para que la relación consu señora fuera tan larga?

—¿Cuál es el ingrediente?Creo que de mi parte, la fe. Laconcepción cristiana de la pa-reja y del matrimonio. Esocontribuyó mucho. De hecho,he sentido que desde que es-cribí Rostro de hombre, un li-bro de 600 páginas sobre Je-sucristo, se notó que progresómás la relación. Uno no se dacuenta, hay muchas cosas queocurren inconscientemente.El hecho de estar leyendo elEvangelio en profundidad yser guiado por seis teólogosde la Facultad de Teología dela UC para no cometer ningúnerror, eso se permea y uno secuida mucho más en la rela-ción con los otros. Se cuida deno decir lo que pueda desa-gradar a los otros. Son peque-ñas cosas que se van sumandoy van perfeccionando la rela-ción. Ser más consciente deque yo hago tanta cosa en queella no participa, y eso que an-tes me daba lo mismo y de re-pente me empieza a preocu-par. Pensaba, “bueno, ella nova a poder subir el cerro comolo hago yo, no va a venir a laexcursión. Entonces debocompensar eso con otro pro-grama con ella”. O sea, estába-mos muy afiatados. Y nosacompañábamos mucho.

—¿Qué hacían juntos? —Yo hacía mi comida a ve-

ces. Ella también hacía la suya.De repente nos encontrába-mos cocinando juntos. O hacerejercicio, caminando en tornoal parrón. Ella daba diez vuel-tas y yo otras diez. No hay quehablar cuando uno hace ejer-cicio, porque se cansa más. En-tonces nos cruzábamos enesas vueltas y nos saludába-mos (se ríe). Hubo una épocaen que íbamos mucho al cine,porque yo soy muy cinéfilo y

ella también.—¿Hay cine en Limache?—En Viña. Íbamos al cine ar-

te todas las semanas. Ella ma-nejaba, yo no sé manejar.Cuando ella dejó de manejar,porque ya estaba más insegu-ra, no fuimos más. Entonces elcine se trasladó a la casa. Em-pezamos a comprar películasque veíamos juntos. Veíamoslas noticias de Europa en sutelevisor. Y a veces intercam-biábamos libros. Ella leía mu-cha literatura francesa.

“También leía a Neruda yleía los versos de Violeta Pa-rra. Yo le hablaba de la historiade Francia. Incluso le contabacosas que ella no conocía. Porejemplo, por qué el rey Fran-cisco I hizo el castillo deChambord que nunca habitó,nunca estuvo amoblado. Para

qué lo hizo es un misterio. Loinvestigué y se lo conté. Erauna muy buena relación”.

—Pero estuvieron un tiemposeparados.

—Sí, porque en esos mo-mentos los problemas que ha-bía a ambos nos parecían inso-lubles. En eso contribuyó mu-cho la doctora Lola Hoffman, aquien consulté. Quería saberqué opinaba. La doctora Hof-fman dijo: “Creo que usted de-be vivir una etapa momentá-neamente sin ella y ella sin us-ted, y después no piensen queva a ser una separación defini-tiva. Pero es una etapa difícilpara ambos”. Y así fue. Creoque maduramos esa etapa porseparado.

Soublette ha relatado que laseparación coincidió con unperíodo en que él intensificó

las prácticas yóguicas, la medi-tación y su descubrimiento delmundo indígena chileno quelo llevó a viajar al sur, partici-par de nguillatunes y aprendera tocar los instrumentos ma-puches. Y que ella no lo acom-pañaba porque no sentía afini-dad con eso.

“Yo viví con mi madre cuan-do nos separamos. Cuando mimadre murió, le escribí unacarta y me dijo: ‘Creo que esta-mos maduros para volver, en-sayemos’. Vendí la casa de mimadre y me mudé a su depar-tamento. Ella lo consultó conuna amiga. Le dijo: ‘Fíjate queinvité a Luis Gastón —así medecía— a que estuviera untiempo conmigo y sigue pa-sando el tiempo y él está ahí’.La amiga le dijo: ‘No lo vas asacar nunca más’” (se ríe).

Cuenta que eso coincidiócon el interés de adquirir unapropiedad en Limache, dondeSoublette, quien nació en An-tofagasta pero creció en Viñadel Mar, había pasado sus va-caciones de niño.

—Yo quería mucho este va-lle. De repente se dio la posibi-lidad de adquirir esta propie-dad que es tan linda y se ven-día muy barata. Además, justose iba a casar Isabelle y cele-bramos su matrimonio aquí.Esa fue la consagración de lapropiedad.

—Y coincidió con el reen-cuentro con su señora.

—Sí, pues. Ahí se juntó todala familia. Por eso digo que apartir de ese momento, conella y aquí en Limache, viví lamejor convivencia que he co-nocido.

Gastón Soublette despuésdirá: “Es muy frecuente que larelación se vaya echando aperder, porque las personas seacostumbran tanto que les daun poco lo mismo. Yo tengo laimpresión de que los últimos25 o 30 años fue la mejor épo-ca de nuestra relación”.

Soublette sostiene dos fotografías en las que aparece con su mujer.La imagen de abajo los retrata cantando música medieval en París.“Tenía un gran talento para cantar ese tipo de música”, dice.

AR

CH

IVO

FA

MIL

IAR

GA

STÓ

N S

OU

BLE

TT

E

Page 5: Gastón Soublette Bernadette SIN ELLAde Saint Luc · 2019-10-12 · pués mi hermana (Sylvia, compositora y cantante) la in- ... ted, y después no piensen que va a ser una separación

12W

—¿Por qué lo dice?—Porque teníamos una rela-

ción madura, de mucho respe-to y aprecio. Ella era para mímucho más importante de loque yo mismo creía.

—¿De eso se dio cuenta aho-ra?

—Sí.

—En este momento en quese encuentra, viviendo el due-lo, ¿cómo ha funcionado la fe?

—Bueno, se acrecienta. Unose afirma en la oración, en lameditación y en la esperanzade que esto no sea una expe-riencia desgraciada, sino quetermine bien. No me la arreba-taron a los 40, sino a los 88.Eso es casi como natural, es laley de la vida. Yo me dabacuenta de que su vitalidad ibadisminuyendo, que estaba máscansada, pero no lo esperabatan luego. Pero no ha habidode mi parte ninguna actitud derebelión. Es absurdo rebelarsecontra Dios, no se me pasaríapor la mente. Si se fue es poralgo. Además, ella se lo pidió.“Yo quiero irme en el sueño”,decía. La aterrorizaba que yopartiera primero. En ese senti-do, Dios accedió a una aspira-ción de ella. Solo que para mífue muy sorpresivo.

—¿Usted estaba acá el díaen que ella murió?

—Sí. Ella se levantaba tem-prano, a las 8:00, para una mu-jer de 88 años. Y esa vez empe-cé a prender el fuego en la bos-ca. Miraba para la pieza de ella,ya eran las 10:00 de la mañana,y dije: “No puede ser, a lo me-jor se siente mal”. Entré y es-taba… aún tibia. El paramédi-co que vino a constatar sumuerte dijo: “Esto ha ocurridoal amanecer”.

—¿Estaba solo?—Estaba con Isabelle, por

suerte. Fue una coincidenciaprovidencial.

Gastón Soublette hace un

curso de Simbología en el cineen la Universidad Católica,que se llena. Asisten alumnosde las carreras de Historia, Fi-losofía y Teatro. Analizan pelí-culas como Forrest Gump ,donde él les enseña a decodifi-car los símbolos ocultos. “Leshago un paralelo entre Jesu-cristo y Forrest Gump, dondehay muchos elementos delEvangelio, pero moderniza-dos: los tres años que recorreEstados Unidos que coincidencon el tiempo de vida públicade Jesucristo, por ejemplo. Lamujer a la que ama e intentasalvar es Magdalena”, relata.Permanece en Santiago entrelunes y miércoles haciendosus clases e investigaciones,porque está escribiendo unaautobiografía que dice no serácronológica, sino sobre algu-nos episodios de su vida. Yatiene escrito el primer capítu-lo que trata sobre “las expe-riencias notables que he teni-do con personas que viven enla miseria y los márgenes, delas que he recibido grandesmensajes”. También trabajaen un comentario del I Ching,el Libro de las Mutaciones deConfucio. Los miércoles, o aveces los jueves, regresa a Li-mache.

—Lo más probable es que mimamá hubiera muerto sola yhabría sido terrible —dice Isa-belle—. Si uno mira su vida ysu historia, había muchos díasen que mi papá no estaba. Ynosotros solo podíamos venirlos fines de semana. Esa eranuestra preocupación y nues-tra rabia: que ella no quisieravolver a Santiago. Ella teníauna vocación de soledad, habíaconstruido un mundo propio yle gustaba estar aquí, cerca desus paltos y sus perros. A loshijos nos daba pena que estu-viera tan lejos.

Isabelle, que es sicóloga,cuenta que justo dejó de traba-jar y decidió tomarse un tiem-

po para acompañar a su madreen la vejez.

—Se dio así, que yo estabaaquí cuando partió. Decidí ve-nir una semana para estar conella. Tuvimos conversacionesespeciales los tres. Fue curiosolo que pasó.

—Fue perfecto, tal como aella le habría gustado —diceGastón Soublette—. Excepcio-nalmente estaba Isabelle y yo

también estaba. Mi hijo llegó alas pocas horas. Fuimos a la fu-neraria con mi yerno y se solu-cionó todo ese papeleo en 24horas. Yo hice una pequeñaconvocatoria entre los veci-nos, aparte de la familia. Y elcuñado de ella, que es sacerdo-te, hizo la misa. Asistimosunas 30 personas.

Gastón Soublette cantó unasdécimas en el velorio.

—Las que Violeta Parra meenseñó —explica—. Porque noes bueno separarse de la cultu-ra de nuestro pueblo, de las

raíces. Porque podría habervenido un coro a cantar en la-tín, pero no es el caso.

—Fue una despedida linda,entonces.

—Muy linda. Y hubo testi-monios, tanto aquí como en elcementerio. Yo soy amigo devarios pobladores del cerroToro y Santo Domingo, y esta-ban ahí. Incluso uno que measaltó y se hizo amigo mío: elRichard. También estaba Ser-gio, la persona que la ayudabaen la quinta, y está muy afecta-do. Él también dice que lecuesta estar solo, que tiene lasensación de que en cualquiermomento va a aparecer.

—Desde que su señora falle-ció ha estado acompañado.

—He estado con Isabelle, pe-ro ella no puede estar viniendotodo el tiempo. Se turna conmi hijo Francisco. Pero en al-gún momento voy a tener queenfrentar la realidad de llegaraquí sin que nadie me espere.Voy a tener que vivir esa expe-riencia. Tal vez no inmediata-mente, pero tampoco en mu-cho tiempo más. Y acostum-brarme a la idea de seguir tra-b a j a n d o , h a c i e n d o m i sinvestigaciones para la univer-sidad, sin la conciencia de queella está aquí preparándomeuna taza de té.

—Eso es difícil, porque lascasas están llenas de recuer-dos.

—Hay una impregnación.Como que la persona se im-pregnó a los muros, a los mue-bles.

—En sicología uno entiendeque la identidad de las personassiempre es en relación a otro—anota Isabelle—. Y mi papá nose había dado cuenta de que serGastón Soublette era ante ella.De repente ella desaparece y¡pum!, se pone en juego la iden-tidad. No es algo menor.

—Me cuesta todavía —añadeGastón Soublette—. Me cuestapasearme por ahí sin ella.

Cuento con quevoy a abrir la

puerta y me lavoy a encontrar

con su luzprendida.

Entonces, llegara la convicciónde que no hay

nadieesperándome esuna cosa muy

fuerte