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r LA REVOLUCION CULTURAL DEL RENACIMIENTO ESTUDIOS Y ENSAYOS

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LA REVOLUCION CULTURAL DEL RENACIMIENTO

ESTUDIOSY ENSAYOS

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LOS CANCILLERES HUMANISTASDE.LA REPÚBLICA FLORENTINA

DE COLUCCIO SALUTATIA BARTOLOMEO SCALA 1

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1. Quiero citar aquí, de una vez por todas, la obra de Demetrio Marzi, LaCancelleria della Republica [ioreruina, Rocca San Casciano, 1910, cuyos resultadosdoy por supuestos. Vendrá citada simplemente como Marzi, seguida de los nú-meros de las páginas a que se remite. Los principales documentos de archivousados serán los Registros de Misivas de la Primera Cancillería del Archivo delEstado de Florencia, que vendrán indicados del modo siguiente: ASF, Sigo [nori]Miss. [ive] 1 Cancel/o [eria], Reg, (con el número del registro seguido del númerodel folio).

Del volumen Scirnza evita civile nel Rinascimento italiano, Laterza, Bari, 1975,pp. 1·32.

En esta ínclita ciudad, flor de Toscana y espejo de Italia,émula de aquella gloriosísima Roma de la que desciende, y dela que sigue antiguas huellas al combatir por la salvación de Ita-lia y la libertad de todos, aquí, en Florencia, me ata una tareaininterrumpida e inmensa. No se trata de una ciudad cualquiera,ni yo me limito a comunicar a los países vecinos las decisionesde un gran pueblo. Mi obligación es mantener informados decuanto aquí acontece a los soberanos y príncipes de todo elmundo.

He aquí las primeras frases de una carta de Coluccio Salutatia Gaspare Squaro de' Broaspini escrita el 17 de noviembre de1377. Broaspini se halla en Verona tranquilamente dedicado a susestudios. Salutati, en Florencia, entre clamores de guerra y cho-ques de facciones, entre la terminación de la lucha con Gregorio XIy el estallido de la revuelta de los ciompi, revestido de un cargode gran importancia, se complace contraponiendo su propia activi-dad febril con la tranquila vida del amigo, el perpetuum negociumde la armada Minerva al sagrado ocio de las Musas?

2. Coluccio Salutati, Epistolario, ed. de Francesco Novati, Roma, 1891, I,p. 277. El maestro Marzagaia de Verona (De modemis gestis lib. IV, recogido enC. Cipolla, Antiche cronacbe oeronesi, Venecia, 1890, I, p. 301, en «Monum. storiciR. Dep, Veneta di Sto patria», IlI, 2) dice de Broaspini: «antequarn sacerrimomusarum ocio daretur ... ». Sobre el Salutati canciller, véase Marzi, pp. 106 ss.Los documentos de su elecci6n fueron publicados por Novati como apéndice alepistolario, vol. IV (Roma, 1911), pp. 437 ss. Sobre la formaci6n cultural deSalutati, véase F. Novati, La giovÍ1¡ezza di Coluccio Salutati (1331-1353), Turln,1888. Sobre su «política», A. Segre, Alcuni elementi storici del secolo XIV nell'epis-tolario di Coluccio Salutat», Turín, 1904 (basado en las cartas «privadas» publica-das por Novati), Sobre la correspondencia salutatiana, es interesante S. Merkle,«Acht unbekannte Briefe von Coluccio Salutatí», Rivista Abruzzese, XII (1894),

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76 LA REVOLUCIÓN CUI"TURAL DEL RENACIMIENTO

El 15 de abril de 1375, el Consejo del Pueblo de Florenciahabía aprobado su nombramiento como canciller secretario de larepública florentina en sustitución de Niccolo di ser VenturaMonachí, caído en desgracia. El hombre llamado a ocupar tanalta magistratura no era ni un joven inexperto ni un descono-cido. Nacido cuarenta y cuatro años atrás en Stignano, en Val diNievole, su vida no había sido precisamente fácil. Había apren-dido a amar a los grandes de su siglo en la escuela boloñesa dePietro da Muglio. Nunca dejó de sentir una admiración sin reser-vas por la poesía de Dante, defendiendo al «divino» poeta de lasenvidias e intrigas de Ceceo d'Ascoli. Asimismo fue arnizo vcorresponsal de Petrarca y Boccaccio. Para Saluta;i, Petrarc~' fu~un modelo insuperable de hombre de cultura, un auténtico oráculoen todos los campos, incluso en la vida política, capaz de hacerseescuchar por tribunos populares y soberanos, por pontífices vemperadores. -

Notario de profesión, Salutatí tuvo una carrera llena de difi-cultades. Durante el paréntesis italiano de Urbano V, había traba-jado en Roma al lado del canciller Francesco Bruni, consolidandomás su fama de «intelectual» que su situación económica. A par-tir de 1370, tuvo la oportunidad de experimentar en Lucca lasinsidias de los gobiernos populares. En 1374, Florencia le nom-braba notario de las elecciones por insaculación. En 1375 alcan-zaba por fin, como escribirá él mismo, un cargo magni splendoriset nominis al ser nombrado canciller. Era una tarea difícil dedesempeñar, pero no imposible para un hombre dotado de serenoentusiasmo. Por lo demás, conllevaba como retribución la posibi-lidad de hacerle un hombre eminente dentro de su patria. Como

pp. 558 ss, (procedentes del Vat. Capp. 147). y la polémica respuesta de Novati«Di atto inedite lettere di Coluccio Salutati», Rioista Abruzzcse (1895). Sobre l~cultura de Salutari, B.L Ullman, «Coluccio Salutati ed i classíci lntini», en elvolumen Il mondo antico nel Rinascimol!o .. «Atti del V Convegno Internazionaledi ~tu~i sul Rinascimento», Florencia, 1958, pp. 41-48; R. Weiss. «Per gli studigreci di Coluccio Salutatí», ibid., Pp. 49-54, y de este mismo autor «GIi studigreci di Coluccio Salutati», Miscellanea Cesi, I (Roma, 1958). pp. 349-356. Perosobre el tema de la cultura de Salotari, actualmente se hace indispensable laconsulta de B. L. Ullman, Tbe H:lI1t,m;sm 01 Coluccio Salutati, Padua, 1963.

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diría el propio Salutati, «espero que un día pueda esculpirse sobremi sepulcro que he sido canciller de Florencia».' -

En Florencia se llamaba canciller por antonomasia al «dicta-dor», es decir, a un notario inscrito en la corporación de juecesy notarios que tenía como misión específica mantener las relacio-nes de política exterior: «un canciller que se halla permanente-mente en palacio y que redacta las cartas y epístolas remitidas alos príncipes del mundo y a cualquier señoría o persona privadaen nombre del Común»." Escribir cartas al exterior era aparente-mente tarea de un notario o un rétor, pero de hecho, y según lapersonalidad y prestigio del canciller, se convertía en una muydelicada función de secretario de estado permanente para asuntosexteriores. La forma de las relaciones oficiales con las potenciasextranjeras, incluida la Iglesia, podía adquirir una importanciadecisiva. Entraban en juego, no sólo la ciencia jurídica, sentidopolítico y habilidad diplomática, sino también, y en alto grado,la perspicacia psicológica, el valor y eficiencia literarios, y la capa-cidad propagandística. Las epístolas recogen discretas instruccionesa los embajadores u órdenes precisas a hombres de armas; en cier-tos casos, asumen el carácter de manifiestos, de «libros blancos,amarillos o verdes», astutamente elaborados en los que se presentabajo muy concretas perspectivas las posturas de las partes en liti-gio. Cuando Eneas Silvio Piccolomini alabe la democracia floren-tina por haber escogido siempre grandes cancilleres, subrayará

3. Salututi, Epistolario, 1, p. 203 (a Benvenuto de Imola, el 22 de mayo de1375: «nunc autern credo tibi, fama divulgante, innotuisse michi ad labores qui-bus eram ascriptus, et honorcm et onus Florentini cancellariatus accessísse. cuiutinam, me salte m non nimis indignurn reddam! Illurn cnim supra vires 'meas:quarum parvitatcm debilitatemque cognosco, Iongissime sentio; sed hoc, quanturncum-que arduum et inaccessibile, fcrvore Ictc mentís amplectar et ci quam potero me cona-bar reddere digniorern»).

4. [Gafa Dati,] Ordine degli Ullíci ...• en Ant, Frene, Gori, La Toscana lllus-trata ecc., Livorno, 1755. I, pp. 181-188; F. P. Luisa, «Riforrna della Cancelleriafiorentina nel 1437», Arehivio Storico Ltaliano, serie V, XXI, 1898 (<<elcanciller noes sólo un experto redactor de cartas, sino que posee en sus manos el despachode todos los asuntos exteriores de. la república. Más aún, comprometido en laburocracia del común, vigila y toma nota de los escrutinios, incluso de las elec-ciones a todo cargo público», aludiendo aquí a la presencia de Salutati en elnegociado de las elecciones por insaculación).

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precisamente la sagacidad desplegada al confiar una carga tan deli-cada a personas a un tiempo especialistas y figuras de gran pres-tigio. Notarios expertos en ciencia jurídica y retórica, es decir, enlas técnicas del discurso persuasivo y las relaciones humanas, loscancilleres florentinos (por la estabilidad de su cargo dentro" delos constantes cambios que se producían en las supremas magistra-turas de la república) representaban un elemento de continuidadpolitica, de una sabiduría nutrida a un mismo tiempo de doctrinaslegales, de experiencias y contactos personales, de amistades con-solidadas al calor de la fascinación de un gran nombre. ColuccioSalutati conservó el cargo de canciller durante más de treinta años,hasta su muerte. Todos los testimonios concuerdan en registrarsu gran autoridad ante todos los gobiernos de estas décadas, inclu-so en los momentos más graves y delicados del levantamiento delos ciom pi. La palabra canciller descendía desde la tribuna solem-ne como un oráculo.

Por otra parte, su función politica ante la Comuna de Floren-cia tuvo probablemente una importancia decisiva en aquella reno-vación del saber tan ardua y profundamente impulsada por Pe-trarca. Inicialmente, el Humanismo se consolidó simultáneamenteen el ámbito de las artes del discurso (retórica y lógica) y en lamoral y política. El heeho de que un ferviente admirador dePetrarca, embebido de cultura clásica, apasionado y afortunadorastreador de textos antiguos, se convirtiese en canciller de unagran república tuvo como consecuencia inmediata el otorgar unaimpronta original a las formas, y a través de ellas a toda facetade la vida política de un gran país. Pero además, y paralelamente,conformaría la vinculación entre una vía cultural potentementerenovadora y una precisa y definida vocación «civil».

Quien estudie la cultura florentina de finales del siglo XIV yprimeras décadas del xv no puede por menos que asombrarse antesu compromiso político; las «cartas» se manifiestan en todo mo-mento solidarias a una determinada concepción del mundo, a unavisión de los deberes y tareas del hombre considerado como ciu-dadano. Nada tiene de casual que en esas décadas la culturaflorentina ejerciera una especie de hegemonía en Italia, y no sóloallí, y es de primordial importancia que al ejercerla adoptara una

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actitud preñada de valores políticos. Tanto en la guerra contraGregario XI como en la lucha a muerte con Gian Galeazzo, Salu-tati elabora la imagen de una Florencia heredada de la antiguaRoma republicana, baluarte de libertad para todas las gentes deItalia, maestra y ejemplo de la propia Roma moderna. A veces,en ciertas cartas oficiales salidas de su pluma, parece resonar elinflamado tono de Cola di Rienzo, con la diferencia de que lamisión que éste atribuye a Roma Salutati se la asigna a Florencia.'En nombre de la libertad, es decir, del único valor que conviertea la vida en digna de ser vivida, Florencia se convierte en la patriaideal de los hombres. Otro de los cancilleres florentinos, LeonardoBruni, discípulo de Salutati, dirá no sin eficacia (rememorandouUclogio clásico de Atenas) que todo italiano es hijo de dospatrias: por naturaleza, de su lugar de origen; por su vocaciónhumana, de la humanísima ciudad de Florencia. Y aún añadirámás: para Bruni, todo oprimido, todo desterrado, todo proscrito,todo combatiente por una causa justa, es idealmente florentino."

5. Véase, por ejemplo, la epístola a los romanos fechada el 4 de enero de 1376(ASF, Sigo Miss. I Cancell., Reg. 15, 40r y v): «Deus benignissimus cuneta dispo-nens et sub immutabilis iusticie ordine nobis incógnito res mortalium adrninis-trans miseratus humilem Italiam ... » (fue publicada por Pastor, Storia dei Papi,Roma, 1825, 1, pp. 715-716, y por quien esto escribe en Il Rinascimento italiano,Milán, 1941, pp . .37-41, con traducción italiana). Cf. también Reg. 15, 86r y v(<<Quid facitis, optimi viri, nedum ItaJie sed totius orbis caput? ... »); Reg. 16,67r y v (<<Alias per nostras litteras meminimus vos ad libertatem fidelibus saltemexhortationibus incítasse, ut non solum vestre deberetis assertores esse libertatis,sed totius etiam Italie liberatores, pro qua optimi atque beIlicosissimi progenitoresvestri contra infinitas nationes exteras dimicarunt ... Nos autem qui Romanos nonfuisse, prout nostris annotatur hystoriis gloriamur, antique matris memores ... »J;y Reg. 17, 100v.

6. Leonardo Bruni, Laudatio Florentinae urbis: «nec ulIus est iam in uni-versa Italia, qui non duplicem patriam se habere arbitretur: privatim, propriamunusquisque suam, publice autem, florentinam urbem». El tema está extraído de laobra de Elio Arístides, y Luiso ha establecido una confrontación parcial de ambostextos (Le uere lode de la inclita et gloriosa citta di Firenze composte in latinoda Leonardo Bruni e tradotte in volgare da Trate Lazara da Padova, Florencia,1889, pp. XXVII·XXXII). La Laudatio fue ya estudiada por Kirner, Delta «Laudatiourbis jlorentinae», Livorno, 1889 (para algunos códices, d. Luisa, p. 63 J, pero ladiscusión exhaustiva del tema nos la ha ofrecido recientemente Barón, Humanisticand Political Literature in Florence and \' enice at tbe Beginning 01 tbe Quattro-cento, Cambridge, Mass., 1955, pp. 69-113, quien data la composición en veranode 1403.

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Para la historia del renacimiento del saber antiguo fueronbazas 'decisivas que esta visión de Florencia la elaborara Salutatien el último gran acto de la vida de la república, cuando aún tra-taba como igual a las grandes potencias, que la explicitase macha-conamente en centenares de cartas enviadas a todos los confinesde Europa, que tal imagen se viese vinculada a la propagandaencaminada a difundir los nuevos estudios, que se impusiese entrecancilleres y magistrados de todas partes, incluso de estados en:-migos, y que hombres como Bruni, Loschi o Uberto Decem?r1ose proclamasen abiertamente alumnos y admiradores del call.clllerflorentino.' Bajo tales sellos acabaría imponiéndose el Humanismo,y cabe recordar que su enseñanza no salió de cátedras universita-rias o refinados oradores cortesanos. El Humanismo se afirmó conPetrarca; pero su cátedra más alta fue el palacio de la Señoría deFlorencia' sus maestros, los cancilleres de la república: ColuccioSalutati, Leonardo Bruni, Carlo Marsuppini, Poggio Bracciolini,Benedetto Accolti, Bartolomeo Scala.

Petrarca había muerto en 1374. Desde 1375 a 1406 Salutatitomó su lugar como guía de la intelectualidad italiana más abiertay progresista. Maestro en sabiduría y buen gusto, investigador ycomentador del saber latino, propagandista de la filosofía y lapoesía griegas, es, al mismo tiempo, uno de los artífices de la p~lí-tica exterior de Florencia, por estos años todavía gran potencra.El momento histórico es dramático. La guerra de los Cien Añosalcanza un punto crítico, con los ingleses casi reconfinados denuevo al mar; Carlos IV está a punto de desaparecer dejando enmanos de Wenceslao un cúmulo de serios problemas; la Iglesiase debate entre Aviñón y el cisma; Bernabo Visconti contemplael afianzamiento del falaz Gian Galeazzo; Juana I se aproxima al

7. En cuanto a las relaciones entre Antonio Loschi y Salutati, véans~, entrelas epístolas métricas de Loschi conservadas en el ms. 3977 de la Universidad deBolonia, en fol. 27v, estos versos llenos de afectuosa añoranza: ~<sextum .hyperbo-reus I iam versat aquarius annum I ex quo urbem florentem opibus clarisque su-perbam I ingeniis et dulce solum patriamque reliqui I (SIC v~IUl: fortuna) tuam,non ora querellas, I non lachrymas tenuere oculi, tu semper In illis I ~emper etin memori tua pectore vivit imago», A propósito de Uberto Decembrio, d. F.Novati, «Aneddoti viscontei», Arch. Stor. Lomb., xxxv, 1908, pp. 129-216 (y lascartas del Ambros., B 123 sup.),

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fin de sus días; estalla la lucha entre Venecia y Génova. Florenciaestá a punto d~ emprender la guerra contra Gregorio XI y llamaen su ayuda a Pisa, Lucca, a los Visconti y a Hungría. Cae sobrela ciudad la suspensión a diuinis, e inmediatamente después definalizar la guerra frente al papa sus calles aparecen ensangrenta-das y sus palacios envueltos en llamas a causa de la revuelta delos ciompi. Poco después, el duelo a muerte con Milán y el inexo-rable avance del conde de Virtu. «Siempre en palacio», el cancillerno cesa de aconsejar y persuadir, de escribir millares de cartas,cuyos borradores, muy a menudo autógrafos y conservados endoce libros de actas del Archivo florentino, constituyen un impre-sionante documento por su estilo, sabiduría política y humanidad."Recorrerlas con atención, detenerse en las más dramáticas, en lasmás elevadas, fijarse en supresiones, añadidos y correcciones, es-piar en las frases modificadas el reflejo de tormentos y emociones,buscarlo incluso en la mismísima caligrafía, constituye una expe-riencia verdaderamente singular. La denominada imitación de losantiguos, o la retórica humanística, sobre la que tantas tonteríasse han escrito, pierde todo sabor literario cuando en una cartadirigida a un capitán de ventura o a un soberano descubrimos untexto de Cicerón o de Tito Livio, un verso de Virgilio o una sen-tencia de Séneca.

Al anochecer, en su casa, Salutati escribía su correspondenciaprivada, y su gran epistolario resiste sin menoscabo una confron-tación con el de Petrarca. No obstante, señalemos de inmediatoque carece de todo sentido establecer una separación entre car-tas privadas y epístolas oficiales, entre éstas y los tratados. Por10 demás, es sorprendente que los historiadores continúen insis-tiendo en ello, descuidando y menospreciando en la reconstrucciónde esta etapa fundamental del Humanismo uno de los más excel-sos monumentos de nuestra historia, hasta el momento presentesólo abordado para extraer alguna noticia fragmentaria. La obra

8. El primer registro que contiene sus cartas es el decimoquinto (cf. además,Marzi, p. 117). Tuvo noticia de su existencia y reprodujo algún pasaje A. Gherar-di, «La guerra dei fiorentini con Papa Gregorio XI detta la guerra degli OrtoSanti», memoria compilada en base a documentos del Archivo florentino, Floren-cia, 1868 (extracto del Areh. Stor. lt., serie III, vols. 5 ss.).

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diurna en el palacio y la vespertina en su despacho doméstico seentrelazan sin solución de continuidad en la actividad del insignecanciller. En las actas que recogen los borradores de cartas oficia-les de la Señoría florentina hallamos referencias a códices antiguos,mientras que no pocas de las epístolas privadas dirigidas a prínci-pes y cancilleres asumen el carácter de prolongaciones del discursopolítico," Obras como la Invettiva contra Loschi o tratados comoel Tiranno se hallan indisolublemente ligadas a las misivas redac-

9. Y en el Reg. 22, 96v, la carta al marqués de Moravia (ed. Novati, I'I,pp. 427-431) que accrnpañaba el envio del De viris illustribus, quem Petrarea nostercondidit abbrcoiat u.n, pidiéndose a cambio un ejemplar de la Cbronica regumBohemie (cf. Wesselofsky, Il Paradiso degli Alberti, Bolonia, 1887, 1, I, pp, 298ss.). Una carta dirigid" al obispo de Florencia que encierra una loa de Cieco degliOrgani «<ah isto ceca lumcn accedit»), se inicia con una clasificación de las cien-cias y de las artes que permite situar en su lugar a la música y le permitedefinir su significado (Reg. 16, 21 r y v: «et denique hane tantum mirati sunt vete-res, ut orpheum arque amphyona, cithare sonitu saxa, rupes, arbores montesquemovisse et fiumiru statuisse fingantur»). Entre los documentos relacionados conla universidad y que no han merecido la atención de Gherardi, cabe resaltar lacarta remitida a los boloñeses (Reg. 20, 109r): «Fratres karissirni. Cupientcs pau-peribus studiosis, qui per circuitum addiscere desiderant, subvenire, decrevimus inhac nostra civitate concessum nobis general e srudium in cunctis facultatibns 01'-

dinare, ut cum hic, quasi in parvulo maris sinu, navigare didicerint, demum audeantad vestrum studii pelagus, qua si mare profundissirnum, transfretare. Nec dubitamus,ex hoc studioii nostri preludio longe plures, exploratis ingenii sui viribus, famosa murbem vestrarn uberioris doctrine gratia petituros, quam presentialiter habeatis.Non enim audent, etiam discendi cupidi, inexperta mentis indole. continuo studiinon certos evcntus, cum cerro tamen pecuniarurn profluvio, et scolas extra patriaraoetere, quas solent pcstquam se profecruros speraverint Iibcnter adire. Pro cuiusreí cxecutione, dominum Iacobum de Saliceto ad cathedram ínfortiati, et magis-trum Petrum de Tossignano pro medicine doctrina vestros doctores egregios duxi-mus eligendos, Placear igitur, lit de caritate vestra speramus, eisdem huius negociigratiarn serviendi nohis et veniendi Florentiarn Iiberam concedere facultatem. Urbisenim vcstre dccus augetur, CUI11 ab aliis ut doceantur vestri cives auctoritatepubl.ca deliguntur. Ut Bononiam liceat, non comparare solum, sed grecis anteferreLacedemoni vcl Arhenis, a quibus phylosophi ad externos instruendos populospetebantur. Super quo vestre caritatis responsum gratiosissimurn expectarnus. DatafIorentie di" 11 octobr, VIII indo 1385. Nam nedum avarum sed inhonestum foret,fratribus vcstris denegare doctores, aut [hanc] studii quantulacumque futura sitgloriurn invidere. Accedir ad hec insuper quod uterque predictorum venire pro-rnisit , ex quo turpissimurn foret eisdem rurnpendi fidei, vel necessitatem ve! ex-cusarionem aliquam exhibcre, precipue cum per dei gratiarn in qualibet faculta tefamosioribus doctoribus abundctis ... » (cf. F. Novati, «Sul ríordinamento dellostudio fiorentíno nel 13R5. Documenti e notizie», Rassegna bibl. del/a lett, italiana,IV, 1896, pp. 318-323), Otra de las cartas relacionadas con la universidad y quetampoco ha sido reseñada por Gherardi se halla en e! Reg. 20, 219v.

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tadas durante la lucha contra los Visconti, Reaparecen las frasesy los argumentos; los tratados se cimentan en la experiencia yésta se articula de acuerdo con una reflexión permanente. Y si enlas epístolas oficiales en las que se recoge el nombramiento comoobispo de Luigi Marsili transpiran acentos de la más conmovedoraamistad, ¿cómo no parar mientes en la insistencia con que sealude a los estudios parisinos del fraile, a la cimentación de sudoctrina eeológica en merecidos títulos y no en engañosos privi-legios? Ante ciertos ataques a la corrupción y prepotencia ecle-siástica no sólo vienen a la memoria las cartas del gran agustino aGuido del Palagio, sino también el hecho de que precisamenteen Florencia, en 1363, se traducía el Defensor pacis de Marsilioda Padova."

Salutati y el sentido secreto de aquel gran movimiento culturalsobre el que se asienta nuestra civilización no están consignadosen libros separados y ajenos a los documentos derivados de unaactividad práctica absorbente. Se encuentran, por el contrario, ensu constante conexión y es esto lo que constituye su sello defini-torio e inconfundible. En ese punto de unión el retorno a losantiguos jamás asume el carácter de retórica, y hasta que no selean los textos de estos primeros artífices del Renacimiento comen-tándolos a pie de página con continuas referencias a sus escritosoficiales, es decir, a su vida pública civil, no conseguiremos captartodo su auténtico sabor. Y se trata además de una lectura todavíano empezada.

10. Las cartas oficiales escritas a propósito de Marsilio fueron parcialmentepublicadas por Wesselofsky _ De las mismas ha establecido una cumplida y com-pleta clasificación C. Casari, Notizie interno a Luigi M,¡rsili, Lovere, 1900. A pro-pósito de los estudios teológicos realizados en París, sudare, y no en raz6n de pri-vilegio alguno, véase las cartas de! 3 de octubre de 1385 (Reg. 20, 119v-120v) yde! 3 de enero de 1390 (Reg, 22, 19r): «non bullarum suífragio, sed ex formastudii, multis sudoribus atque vigiliís». La versión del defensor pacis se hallaconservada en e! manuscrito laurenciano 44. 26 (cf. la introducción a la mismade Scholz, Hannover, 1932, p. XXIV), Así traduce Scholz las primeras líneas: «Estese llama el libro del defensor de la paz y la tranquilidad traducido por [rancies-eo [fio] rentino en MCCCLXII». No obstante, analizando el códice con atención,quedan ciertas dudas sobre la supuesta laguna y, por tanto, acerca de aquel {ran-deseo [in [lo] rentino.

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Cuando durante la guerra de los Ocho Santos el canciller sedirige a los romanos evocando una antigua historia de luchas porla libertad y unidad de Italia, la invocación a legendarios vínculosentre Roma y Florencia o el recuerdo de la guerra contra los galosestán muy lejos de ser lugares retóricos. Dichas cartas, y sonmuchas, aun cuando se aproximen a las más inspiradas páginas deCola o de Petrarca, tienen siempre y en todo momento el tonode manifiestos bien construidos de una eficacísima propaganda,que se apoya sobre una visión clara v consciente de la situaciónitaliana. Más allá de los gajos, están el papado aviñonés y lapolítica de Francia. El mito de Roma y el mito de Florencia, suhija y heredera, nuevo estado guía de la península' italiana, tienenun significado sumamente preciso y destilan resonancias nada des-deñables, mientras que la referencia a la historia romana comovivencia pretérita ejemplar se conforma como sólida base científicapara la elaboración de una nueva teoría de la acción política,

Si alguna vez hemos querido resucitar en nuestros pechos el an-tiguo vigor de la sangre itálica, ahora es el momento de inten-tarlo, ahora tenemos el estimulo de una causa santa. ¿Qué ita-liano, qué romano que guarde en su acervo virtud y amor porla libertad, podrá soportar que tantas nobles ciudades v tantoscastillos sufran la bárbara devastación de los franceses' manda-dos por dignatarios de la Iglesia, a sembrar la destrucción portoda Italia, a enriquecerse con nuestros bienes, a empaparse connuestra sangre? Más crueles que los galos, más atroces que lostesalios, más falaces que los libios, más bárbaros que los cime-rios, han osado invadir Italia en nombre de la Iglesia. Hombressin fe, sin piedad y sin caridad, cuando se sienten sin las fuer-zas suficientes centran sus miras en nuestras discordias, y paraasí oprimirnos las suscitan, las favorecen, las alimentan.'!

.11. ASF, Sigo Miss. 1 Cancell., Reg. 16, 671); «quod si unquarn faciendumfuit, ~ac nos~ra st~te siquis recte respiciat, si voluerímus antiquum italici sangui-rus vigorem m arumos revocare, [sumrnis occurrit studiis, ac nisi] iustissimis co-gentibus cau.sis credimus attentandum. Quis enim italus, ne dicarnus romanus, quibus[quorum] virtus et libertatis studium hereditaria sunt patiatur tot nobiles civitatestot insignia oppida, subesse [gallis vastantibus] barbaris qui ... ut nostri ditarentsubstantiís, nostri saturarentur sanguine, per presulatum eccIesie mittebantur?r ..~r1;tp clarissimi viri, hos lrnmaníores fore senonibus, atrociores thessalis, infide-

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Para Salutati fue un momento trágico. Religioso, hombre deaustera y profunda fe vivida con toda el alma, por servir a suciudad recibió la máxima condena por parte de la Iglesia, laex:omunión. Pero si bien no V'1lci16su fidelidad a la Iglesia deCristo, no por ello quedaron atenuadas sus terribles acusacionesentre las que resulta inolvidable su carta sobre los estrazos enCesena, denunciados a todos los reyes y príncipes de la "tierra.De un lado, las atrocidades de las milicias bretonas de Robertode Ginebra; por otro, martilleante, el programa florentino políti-co: «¿Qué no debíamos hacer por la libertad? En nuestra opinión,por sí sola legitima incluso la guerra». En contrapartida, su sar-casmo ante la devota necedad de los romanos.

¿Se~uiréis esperando por los siglos de los siglos al Mesías quesalve a Israel? ¿No os percatáis de que el pontífice, mientrasos hace esperar su regreso, no POCilS veces intenta arrastrar alpueblo a la guerra? ... ¡Oh, al"rnasdevotas y cándidas de losromanos! ¡Oh, admirable y pía simpleza de todos los italianos!Italia, en el santísimo nombre de la Iglesia, ha caído bajo unduro y abominable yugo. Oprimida y revuelta por la guerra, s610se ha lanzado a reconquistar su libertad ante un estado de ex-trema ruina. Nosotros mismos, los primeros en oponernos a estab.írbara insolencia, estuvimos a punto de perder la libertad pornuestra devoción y simpleza, si antes la malicia y la perfidia delos perversos no nos hubiera despertado del profundo sueño conel hambre, el hierro. el engaño y la traición ... Venerad';s her-manos, nosotros que somos sangre de vuestra sangre y carne devuestra carne, os incitamos a evitar una guerra atroz. Unamos

liares libicis, ac cymbris ipsis barbariores; his quidem tirannis, qui sub ecclesietitulo per italiam inundaront, nulla fides, nulla nietas, nulla caritas, nullus amorcum italis viris esse. Et quí non confidunt se viribus, conantur seditionibus nostrisquas fovent, quas augent et quas excitant, dominare. Qui prudentía nos se vincereposse non vident, proditionibus urgent et satagunt quod intendunt. Divitias quasnobis vident per fas nefasque dirípiunt et omnes splendores italie ambiunt et am-bitione possident et possessis per iniuriam abutuntur. Quid igitur facietis, o inclitiviri, quibus propter presentis status maiestatem et antiqui nominis gloriam curedebet esse libertas italie? Patiemini hanc tirannidem ínolescere> et barbarasRe gentes exteras nostro latio presidere? ... ,.. (Las palabras entre corchetes se hallantachadas.)

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nuestras fuerzas por la salvaci6n común de Italia. juntos con-seguiremosrescatar sin dificultadeslas tierras latinas. Si el sumopontífice regresa, se le obligará a conceder a toda Italia aquellapaz que ahora le niega; si no viene, igualmente se le pedirá queregrese a una Italia libre y pacíficada.P

En las cartas oficiales redactadas entre 1375 y 1378, extensasy articuladas, el canciller elabora lo que luego serán temas cen-trales de su teoría política: las características del estado tiránico,los fundamentos de la vida civil. Escribe a los romanos: «todogobierno que no tienda sinceramente al provecho de los goberna-dos se convierte necesariamente en tiranía»; y al emperador:

12. Sobre Ia matanza (le Cesena, cf. Reg. 17. 90 ss. (y también Arch. Stor. Lt.,serie I, XV, 46; nueva serie VIII, 2; Muratori, .r:.emm 11. Script., XVI, 764; ],,¡

potesta tenrporale dei Papi giudicata da Francesco Pctrarca, da Coluccio Salutati ece.,Florencia, 1860). Acerca del tema c1c la Iiber~~,l corno única razón para ernprcn-der una guerra justa, véase la carta remitida a los romanos, Reg. 17, 100v: «sedouid non est pro Iibertnte tentandum? hec soja, indicio nostro, iusta causa videturn~orta1ibus deccrtandi ... »; contra la Iglesia, Reg. 16, 35:;: «quanta calliditate no-biscurn ecclesiasticorum versetur astutia, que ut ccncordiarn tuscorum dissípet ... ;clcricalis malitia ... ; seminant enirn zizaniarn et venena ... ». Sobre la ingenuidadde los romanos, véase Reg. 15, 86r y v: «Quid facietis optimi viri, nedum italiesed totius orbis caput? Expectatís ne semper messiarn qui salvara faciat ismacl?Viderisne q111n,0 p?ra'u '.""S in spern sui advcntus adduxerit, ut populum romanumsibi conciliet et in bella precipitet? Er ramen post peregrinationern et classis os ten-tationem sic inhesit marsilie quod sine dubio expcctaturus videatur h.emis vio-lentiarn, 'luan in cxcusat.onern r~1\..ig:1ti'-lnis rretenc"¡t, mox intcr palustrem suumaviníonem quasi scdent propriam aditurus. O devoti, o creduli rornanorum animi,o simplex totius italie miranda devotio, et enim sub eccIesie venerabilissirno no-mine tam grave tarnque aboininabile passa lL!;;um iralia, hine oppressa domi, indeheno cuassata, non nisi in ultimo pereundi tempere sue saluti providit suequeconsuluit libertati. Et nos ipsi, quórum auspiciis et inceptis huic primurn barbariceinsolentie resistentia facta fuit, pene in simplicitate et devotíone nostra nostrampC:'diciimlls Iibertatcm, quos alto in sommo dernersos eccIesíasticorum malicia atqueperfidia f~me ferro fraudibus ct prodit ionixus excitavit ... Proh dolor! si veniat,non pacificus, sed furore bellico cornitatus acceder, vobis nichil nisi bcllorurn vas-titatern presentía Gua ut ccrtissirne novimus pariturus ... Unum nos angit, et nostrismcntibus molestum ultra quum cxprim: v.ileat representatur, quod non videmusquomodo possit hoc hellum geri sine darnno et periculo romanorum ... Quocírcr.fratrcs vcnerandi, cum simus os ex ossibus ves tris et caro de carne vestra, utbellurn infestissimum evitetis, et saluti vestre totiusque consulatis italie, iungamuset associcmus vires, et equali proposiro nobilis latii inccptam libertatem quod erití.icillirnum ccmpleamus, lit sive venerit sumrnus pontifex cogatur pacem quamdenegar toti italie cum tranquillitate concedere, sive non venerít parí voto adI:bCL1111 er pacificatarn italiarn revocetur» (]2 ele octubre ele 1376).

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«nada es tan grande, elevado y sólido como para no caer en ruinascuando se menosprecian los fundamentos de la justicia». En unasolemne admonición a los perusinos, redactada el 19 de agostode 1384, quedan perfectamente delineadas las características detodo buen gobierno: magistrados imparciales, sin la menor pro-clividad a venganzas e iras, gentes atemperadas y pacíficas queexpresen la voluntad de los ciudadanos.

Mal asunto y un gran mal es situar en el gobierno del estadoa personas que no le gusten al pueblo, que no sean del agradode la multitud. No debe elevarse a las tareas de gobierno al in-capacitado, a quien no sepa ayudar a la patria con sus consejos.Es preciso desembarazarsede los sediciososy violentos, de gen-tes que, en lugar de promover la utilidad común, sean temidaspor los ciudadanos.P

Salutati capeó indemne el temporal de la rebeldía de los ciompi,manteniendo cargo y estipendio antes y después de 1382. Muchose ha discutido sobre su actitud por aquellas fechas y se ha utili-zado una carta privada escrita en 1378 a Domenico di Bandino,en la que se habla de tumultos, sí, pero también de aquellos «be-nignissimi homines, quos michi videtur divine potentie digitus eli-gisse». Existe en una carta del 3 de febrero de 1380 dirigida alpontífice, un texto muy largo después borrado casi por entero quecorresponde exactamente a la dirigida a Bandino; encierra unabierto elogio de las corporaciones profesionales, «per quas sumusquod sumus», cuyo declive equivaldría a un derrumbamiento de

13. Reg. 16, 85r: «omne quidem régimen administratio est que nisi ad uti-litatero eorum qui administrantur sincere fIectatur, in tirannídem certa deffini-tione declinat ... lO; Reg. 16, 71r: «cum nichil tam magnum, tam arduum aut tamsolidum sir, quod sine fundamento iusticie precipitio non sit deditum et mine ... »;Reg. 20, 17r: «diligenter tamen cavendurn est quod rcrurn moderamina non irre-quíetis, non ad ultionem accensis civibus, sed ternperatis atque pacificis committan-tur. Quid enim perniciosius fieri posset in quacunque republica quam illos pre-ponere de quibus oportcat subditos dubitare? Malum est illos in regendo preíicerequi populo displícent, quique multitudini non sunt grati. Incornmodum auternillos ad aliorum gubernationem assumere qui regere nesciant, quique nequeantpatriam consiliis adiuvare. Mortiferum vero reperitur extoIlere qui seditionibus stu-deant, quique sitiant ultionem, quosque metuant illi qui debent utiliter guber-nari ..;».

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la grandeza de Florencia. Los excesos del partido güelfo estáncontrapuestos a la sustancial moderación del gobierno revolucio-nario, a sus escasos ajusticiamientos y condenas y, por último, altrato dado a los principales responsables." Coluccio sostuvo conenergía la idea de que en las ciudades libres el soberano es elpueblo. En Florencia, ciudad de artesanos y mercatores, no decaballeros y soldados, ciudad pacífica y laboriosa, gobernaban lasartes, y debía ser barrida de allí toda tiranía. Coluccio elogia sincesar a los mercatores, «hombres imprescindibles para el consor-cio humano y sin los que no podríamos vivir», escribe alos peru-sinos en 1381. Ya al final de su vida, el 23 de abril de 1405,elogia ante regidores y burgomaestres de Brujas a quienes llamapadres del comercio, tan necesario al mundo y que debe ser defi-nido «velut pupilla oculi»."

Pero este pueblo amante de la paz se halla presto al combate.Salutati define su ideal político en 1389 con ocasión del choquecon Visconti.

Nosotros, ciudad de gentes del pueblo dedicadas solamente alcomercio,pero libres y por ello muy odiados; nosotros, no sólofieles a la libertad de la patria, sino también defensores de lalibertad más allá de nuestras fronteras, somos quienes desea-mos la paz necesariapara conservar la dulce libertad.

14. Reg. 18, 108 ss.: «Quantum autem ad motus nostre civitatis attinet novitdeus '" nos errores nostrorum civium cum punitionis moderatione et cum mani-festo nostro periculo tolerasse. Illi quidem omittamus quanta superbia fuerint usiquando huic civitati nobili presidebant sub partís guelfe titulo guelfissimos homi-nes ab honoribus ... deponendo, coniuraverunt in nostre urbis excídium ordinantescivitatem incendere, et ferro in concives suos, viros equidem optimos, inauditamseviciam crudeliter exercere. Ordinabant etiam artium nostre civitatis, per quas ...sumus quod sumus, quibusve sublatis f1orentinorum nomen ... procul dubio tolle-retur, honestissima delere collegia et totam civitatem artificum innocenti sanguinedeformare. Deus autem optimus benignus et pius tante iniquitatis consilia dissipa-vito Hac funestissima conspiratíone reperta, paueis capite tune punitis et aliquibusex numero principalíurn exbannitis, fuit per nos sollemniter ordinatum, quod de illotractatu non posset ulterius per magistratus nostros cognosci, ut impunitatis benefi-cium ferocitatem culpabilíum mitigaret ... »,

15. Reg. 19, 203r: «hoc genus hominum necessarium prefecto societati mor-talium, et sine quibus vivere non possemus ... »; Reg. 26, 94r: «decet vos hoc opusmundo necessarium, quodque vobis emolumento sernper fuit, velut pupillam ocu1icustodire ...•.

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Así habla en el manifiesto dirigido a los italianos el 25 de mayode 1390, cuando la víbora milanesa comenzaba a abandonar lassombras para tender sus celadas." El 19 de abril Gian Galeazzohabía remitido a Florencia el famoso ultimátum: «La paz enItalia la hemos buscado siempre con denodado esfuerzo». Al queColuccio respondería así:

paz, la primera palabra que se pronuncia, no es más que unadesvergonzadamentira, y bien a las claras lo deja la invasiónque sufre nuestra tierra ... ¿Son estas las obras de la paz? ...Declaramosla guerra, en defensa de nuestra libertad, al tiranolombardo que pretende proclamarse rey nuestro, y empuñamoslas armas en favor de la libertad de los pueblos oprimidos portan terrible yugo. Confiamosen la eterna e inefable justicia delsumo Dios para que proteja nuestra ciudad, contemple la des-gracia de los lombardos y no permita que la ambición de unsolo mortal se anteponga a la libertad de todo un pueblo, quejamás muere, y a la salvaciónde tantos países.'?

16. Reg. 22, 67v ss.: «ltalicis. Tandem concepturn virus vipera cornplevit evo-mere, tandem fratres et amicí karissimi serpens ille Iigusticus ex insidiis et latebrisexiens suum non potuit propositum oecultare. Nunc patet quod hactenus suis blan-ditiis instruebat. Nunc manifeste conspicitur quid intendat. Apertum est illud in-gens secretum quo comes ilIe virtutum, si fallere, si violare prornissa, si tirannidemin cunetos appetere virtus est; apertum est, inquimus, illud ingens sub ypocrisi mí-randa secretum ... Quid poterat aut debebat a communis nostri poten tia formidare?Nos popularis cívitas, soli dedita mereature sed, quod ipse tanouarn rem inimicissi-mam detestatur, libera, et non solum domi libertatis cultrix, sed etiam extra nostrosterminos conservatrix, ut nobis et necessarium et consuetum sit pacem querere inqua solum possumus libertatis dulcedinem conservare».

17. En el Reg. 22, 58v se halla registrada la declaración de Gian Galeazzo deldía 19 de abril «<Pacem Italicam omni studio hactenus indefessa intentione quesi-vimus, nec laboribus pepercirnus nec impensis ... Sperabamus enim quod lassata ...guerris Italia semeI ternporibus nos tris in pace quiesceret ... »). A continuación, larespuesta (59v-60vl: «Hac die recepírr-us hostiles litteras de manu cuiusdam cursoris,sub nomine Galeaz Vieecomitis, qui se dicit virtutum comitem ac mediolani etc.imperialem vícarium generalem, totas quidem plenas mendaciis atque dolis, tamsuperbe quam infideliter concludcntes. El ut ad ipsarum litterarum auspicium ve-niamus, pacem italicam omni studio, talia scribens, indefessa intentione se asseritquesivisse, nec pepercisse laboribus vel impensis, Ouod quidem verbum, quod eius-dem epistule primum est, quam impudenter quamque mendaciter sit ínserrum, de-clarat invasio per ipsurn facta contra dominum veronensem ... declarat et illa fidelissocietas inita cum domino paduano ... Ex quo postquarn de iure disceptare nonlicet, postquarn enormiter arque publice surnus invasi, et dernum ut eiusdem littere

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Más de diez años después, e! 20 de agosto de 1401, cuando estabaa punto de derrumbarse la insidia viscontiana, Coluccio redactaráuna. misiva dirigida al emperador de Constantinopla, quien habíaenviado a Demetrio Paleólogo a Florencia para recabar ayuda ensu lucha contra Bayaceto; entre otras cosas señala:

también a nosotros nos arnenaza un iBayacetoitaliano, amigoy protector ?e quien os persigue; quiere someternos,y con no-sotros a Italia entera, a su tiranía, sirviéndosepara ello no sólode la barbarie de la guerra, sino también de las insidiosasartesde la paz.

Quizás sea este el más grande momento de Coluccio. Las doc-trinas políticas y los ideales morales traducen en reverberaciónuna experiencia cotidiana y sirven para definirla y orientarla.B~sca Jos clásicos, acumula una preciosa biblioteca y llama deBizancio a Ma~ue! Crisóloras, e! primer gran maestro de griego.Su casa y su ciudad se tornan templos dedicados al estudio' losjóven~s le contemplan, venerándole como padre y maestro; losestu~lOs se traslucen en su tarea política, aureolando su actividadno solo con una corona de sabiduría, sino también de una famade inc~mparable competencia. Mientras Italia, Europa y e! Próxi-mo Onente se ven asolados por la guerra, Florencia no sólo cons-truye aquellas iglesias y palacios que la prosa de! canciller describecon frases de delicada dulzura, sino que propicia un florecimientode la cultura y las artes inexplicable sin tener en cuenta su estre-chísima vinculación con el compromiso civil. Las historias antiguasno se leen en aulas universitarias, sino que suenan llenas de solem-

verbis uta~ur superbissíme diffidati, et nos versavice tiranno lombardie qui seregern ruprt mungere bellum indicimus, et pro Iibertatis nostre defensione ae liber-t~t~ PO!)IJ!?Wm ~u?s tarn grave iugurn opprimit arma movemus, sperantes in ineffa-bili sumrrn nurrurns eternaque iusticia que nostram tuebitur civitatem miseriamlOI~lb"rdoru~n nspi~iet, et unit;s mortalis hominis ambitionem Iibertati p;ne immor-talis populi el saíutt tot urbíum el castrorum quot violen ter subiugat non prepo-net» (2_de mr.)'o, de ,1390l. La carta al emperador de Constantinopla se halla en elR~g. 2), 5j¿, «·.¡mmluct nobis italicus Baisettus, illius vestri persecutoria amicusf,~u:or et cultor, qui nos et totarn italiam subicere sue tyrannidi tarn beIlorum tur-[,1I1e, quarn pesrimis pacis artibus cogitat et molitur ... »).

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nidad en las cartas de la Señoría al conde de Virtu: «releed, osrogamos, las historias de los romanos, nuestros antecesores; reco-rred sus anales y meditad en los siglos de autoridad consular, trasla expulsión de los reyes ... y acordaos de Breno, Pirro, Aníbaly Mitrídates». Si el poder de César es legitimado en la investidurapor un pueblo soberano, el asesinato del tirano es un acto sagra-do." y veamos cómo cita a Virgilio en una carta a BenedettoGambacorti :

a todos los mortales incumbe aquella tremenda crisis en la quecuanto de nosotros no fenece abandona a lo que está sujetoa muerte. No hay edad que escape a la muerte, ni la muerteperdona a nadie. Como dice el Poeta, a cada uno le espera sudía .. , El hombre es como una burbuja ., .19

En carta a Giovanni Acuto, quien había tomado una imcianvade guerra, el canciller convierte la admonición de la Señoría enuna solemne página sobre la virtud y la fortuna, y arremete contrala locura de confiar en la superioridad de las armas.

De entre las cosas mortales, ninguna más incierta que los even-tos guerreros, nada más imprevisible, nada que escape más fá-cilmente a la meditaciónde los hombres, La victoria no dependeni del número ni de las fuerzas ... Nunca debe comenzarsenideclararseuna guerra si no nos vemoscompelidospor una inexo-rable necesidad.P

18. Reg, 22, 10r: «relegite si placer hvstorias, et precipue romanorum, a qui-bus nostra generatio propagatur; discurrite per ipsorurn annalia, ab exactis regibus,per annos circiter quingentos sexaginta, quousque consulibus cesares successerunt ... ».

19. Reg. 20, 207v: «Semper mortalibus imminet terribilis illa resolutio, quarnortale deserit immortale, nec est etas uIla que condicioni mortis non cognoscaturobnoxia. Nam illa nescit alicui parcere. Stat enirn sua cuique dies, ut Maro testatur,Verum cum omnis etas, et vite status, possit adventum mortis et debeat formidare,propinquíor tamen est ilIa senibus, quibus tántum vite decessit. quanrum lapsatempera retro tenent. Nam, ur inquit Varro, si horno bulla est, eo magis senex ... ».

20. Reg, 19, 87r:«inter ea que mortalium manibus agitantur nichi! incertiuseventu bellorum, nichi! est quod in maioris ignorantie nube versetur, nichi! quodrnagís ultra vel citra cogitationes horninum solear evenire. Nec mirum. Non enimest victoria in multitudine exercitus, non in fortitudine bellatorum ... ScipionemAfricanum dixísse legimus nunquarn esse cum hostibus con f1ir,endum, nisi aut ali-

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y para Coluccio hay una sola necesidad inexorable: la defensade la libertad popular. De ahí su constante invectiva contra lasmilicias mercenarias, peste y desgarramiento de Italia; de ahí queen el fragor del combate y junto a precisas instrucciones a losjefes militares, siempre sobrevuele un grandioso deseo de paz.Si difícil es desprenderse de la lectura de su correspondencia, aúnlo es más prescindir del volumen formado por sus cartas oficiales,Coluccio vive ahí en su ciudad; ahí vive Florencia, y la culturaflorentina forma un cuerpo único con su historia. En este marco,los clásicos son a un mismo tiempo educadores de un pueblo yalimento de una nueva práctica política, Con Petrarca, el retornode las bumanae litterae halla una expresión individualizada y sirvede guía al descubrimiento de regiones inexploradas del alma; conSalutati, se transforma en expresión coral y va estructurándose enuna visión de la vida dotada de una gran fuerza expansiva. Es lacivilización florentina que se desarrolla armónicamente en la uni-dad de una ciudad ejemplar, Su voz resuena en Polonia, Hungría,el Bósforo, en las costas africanas, en España, Francia e Inglaterraanunciando una nueva estación de la vida humana.

Cuando el 5 de mayo de 1406 el pueblo en masa acompañabaal sepulcro a su canciller, hubiera podido cincelarse en su tumbaen Santa Maria del Fiore el epígrafe que había soñado treintaaños antes, Pero tIe hecho muy otro era el monumento que habíalevantado en Florencia. Sin haber producido obras parangonable sa las de aquellos grandes antecesores del Trecento que tanto había

qua certe victorie daretur occasio, aut inevitabilis necessitas incidisset. Et planeutrumque verissime dictum est, sed large verius nunquam bellum i,ndicendum esse,nunquam incipiendum, nisi necessitas inexoranda compellat ... » (23 de diciembrede 1380). Acerca del carácter azaroso de la fortuna, es interesante leer completa lacarta de consolación que remitiera a Antonio della Scala el 22 de julio de 1381(Reg. 19, 152r). Sobre las milicias mercenarias debe consultarse la carta del 28 deseptiembre de 1385 (Reg. 20, 107r): «videtis una nobiscum, videt et teta sicutcerti sumus Italia', quales mores horninum qui se arrnorum exercitio tradiderunt.Videtis quot et quante sceleratorum hornlnnm officine, quot coniuratorum ad latro-cinia paranda conventus ... Ipsis enim agros colimus, serimus víneas, semina fide-lissime telluri committimus, villas edificsmus, et quod abominabilius est, quicquidprivati aut publico congregatu possumus illis in redernptionem vexationum ... ero-gamus. Quos si quid nobis inesset antiqui roboris et vigoris, si maiores nostrosnobis in exernplum ante mentis oculos ponerernus ... ".

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amado, había' dejado indisolublemente vinculado el nombre de suciudad y de su gente pene immortalis a: la difusión de la culturahumanística. El agradecimiento que se levantará a Florencia unsiglo después desde una universidad alemana en nombre de t.odoel mundo docto, debe rendirse en grandísima parte al cancillerSalutati.

En cierto sentido, Salutati cierra la edad heroica del humanis-mo florentino. Tras él, la estrechísima conexión entre política ycultura se irá resquebrajando. En el momento de la muerte deSalutati era relativamente fácil hallar amigos y discípulos quepronunciaran una alada oración fúnebre; cosa muy distinta erahallarle un sucesor. No pueden comparársele ciertamente Bene-detto Fortini, Piero di ser Mino da Montevarchi o Paolo Fortini.Su único continuador, si bien a un nivel muy distinto, fue Leo-nardo Bruni Aretino, quien ejerció el cargo de canciller entre 1410y 1411 Y más tarde, de forma ininterrumpida, entre 1427 y el8 de marzo de 1444, fecha de su muerte. Bajo su ejercicio lacancillería fue remodelada y articulada en dos áreas, que luegovolverían a fundirse con Marsuppini para acabar disociándose otravez en la época de Bartolomeo Scala. No obstante, a pesar de quetrabajo y personal aumentaron incesantemente, se debía más a unatecnificación burocrática que a una auténtica expansión política.Cada vez quedan mejor definidas las relaciones con los más insig-nificantes centros del estado florentino y disminuyen, o cambian,las que vinculan a Florencia con las grandes potencias.. .

Bruni había sido algo más que alumno de Salutati: «S1 heaprendido el griego ha sido gracias a Coluccio; si he profundizadoen la literatura latina, ha sido gracias a Coluccio; si he leído, estu-diado y conocido poetas, oradores y escritores de todo tipo, hasido obra de Coluccio». El venerado Coluccio ha sido su padre einspirador. De él ha aprendido los ideales de libertad que vive~ e~el perfil de la constitución florentina dirigido ad magnum pnnct-pem imperatorem:

el gobierno popular, que los griegos denominan democracia ...halla su imagen en la relación fraterna. Los herm~nosson paresentre sí e iguales.El fundamento de nuestro gobierno es la pa-

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ridad y la igualdad de los ciudadanos .. . Todas nuestras leyessólo tienden a conseguirlas, a buscar la igualdad de todos losciudadanos, pues en ella están las raíces de la auténti~~ libe~-tad. Por esto alejamosdel gobierno del estado a las familiasmaspoderosas, pues podrían convertirse eh algo muy temible si di~-pusieran además del poder público. De ahí que hayamos deci-dido que las sancionesa los nobles sean mayoresy más graves."

Parece que Leonardo escribía en estos términos en 1413.Florencia es también para él la ciudad ejemplar; todo cuanto hayde valor en la vida se le ha revelado en Florencia. Aquí, de lamano de Manuel Crisóloras, ha aprendido a dominar la lenguahelénica como para permitirse escribir en griego aquel tratadosobre la constitución florentina que anotaría de su puño y letrael venerable Jorge Gemisto Pletón, en una copia actualmenteconservada en la Biblioteca Marciana de Venecia entre los papelesdel cardenal Besarión. En su Laudatio, además de las bellezaspaisajísticas y artísticas, Bruni se deshace en alabanzas del gobier-no florentino; «no existe lugar en la tierra más justo, ni en partealguna hay tanta libertad ni equidad entre ricos y pobres». Desdesu perspectiva, la gran sabiduría de la república consiste precisa-mente en castigar con mayor severidad cuanto más poderoso sea elinfractor: «ya que no son iguales las condiciones de todos los hom-bres, tampoco deben serlo las penas impuestas; y [la república]juzgó que correspondía a su prudencia y justicia a~dar muy espe-cialmente a los que más lo necesitaban». El palacio es el centromoral de la ciudad, «del mismo modo que 10 es la nave capitanaen una flota»; en el palacio vive el canciller sus grandes mo-mentos.f

21. El texto de la epístola ad !1Ilignum principem imperatorem ha sido publi-cado por Baron, 0,0. cit., pp, 181·184. ..•

22. El manuscrito de la Costituzione [iorentina de Bruni, corregido por Pleton,es el Marciano gr. 406 (791). Cf. sobre el mismo, R. y F. Masai, «L'oeuvre de G~or-ges Gémiste Pléthon. Rapport sur des trouvailles récentes: autographes et tral~ésinédits» Bulletin de l'Académie Roya/e de Belgique, Classe des Lettres, 5." sene,XL (1954), pp. 536·555. Los textos de la Laudatio han sido extraídos de la ver-sión citada, pp. 14 ss., 57 ss.

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Cuenta Vespasiano da Bisticci que, siendo Bruni ya octogena-rio, en medio de una violenta discusión acerca de una decisiónexcepcional se convino detener por la fuerza al pontífice Euge-nio IV, y que el canciller subió a la tribuna y acabó por convencerde lo contrario a una asamblea que ya había decidido apresar alpapa. A medianoche, exhausto por su extenso parlamento, el viejocanciller, a quien por derecho de su cargo le correspondía tomarla palabra en último lugar, se vio obligado a abandonar la asam-blea. La deliberación ulterior aceptó sus sugerencias, pero un ciu-dadano, aprovechando su ausencia, tomó la palabra para criticarle.A la mañana siguiente, antes de que la decisión fuera ratificada,«el señor Lionardo, ... que era persona de ánimo liberal ... , subióa la tribuna y manifestó su deseo de dirigirse a las señorías enpresencia del ciudadano en cuestión». Aretino de nacimiento-dijo Bruni-, había hecho de Florencia su patria, y «la habíaaconsejado sin dejarse dominar por odios o pasiones, tal comodeben ser los consejos de todo buen ciudadano». Había dado suopinión «para bien y honor de su ciudad, honor que estimabatanto como a su propia vida, y en modo alguno movido por lapasión y la falta de análisis, pues en tales consejos conviene aten-der al bien universal y no a las pasiones privadas». Para pro-seguir:

en todos mis consejos, ... y ya son muchos los años, la he acon-sejado con aquella fe y amor que deben mover a todo buenciudadano. Y no sólo le he ofrecido mis consejos "', sino quela he honrado y enaltecido hasta el punto en que mis débilesfuerzas me han posibilitado describir su historia y darle eterni-dad registrándola en la memoria de las letras Pero me diri-giré al' presente, ... a quien me ha calumniado y le pregun-to ... ¿Qué consejosha dado él a la patria? ¿Qué frutos le hareportado? ¿Dónde ha acudido como embajadori'-'

Sea cual sea el grado de fidelidad del relato de Vespasiano,nos muestra a la perfección no sólo la influencia política del

23. Vespasiano da Bisticci, Vite, Florencia, 1938, pp. 456 ss.

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canciller, sino también su ideal de vida. Ya 10 había registradosolemnemente en su Vita di Dante:

quiero rebatir y reprender el error de muchos ignorantes con-vencidos de que los únicos estudiosos son los que se alberganen la soledad y el ocio; jamás he visto que ninguno de estoshombres camuflados y alejados de todo contacto con los hom-bres sepa más de tres letras. El ingenio de talla y profundidadno precisa de tales tormentos. Creo por el contrario conclusiónacertadísima que quien no se manifiesta pronto no lo hace ja-más. Por tanto, aislarse y alejarse de toda conversación es algopropio de quienes su bajo ingenio no les permite tener la me-nor iniciativa.

Minerva es también para él una divinidad armada: «el másexcelso filósofo debe ceder su sitio al más eminente capitán»,diría en un discurso pronunciado ante «la magnífica Señoría ytodo el pueblo» en la mañana de la festividad de San Juan Bau-tista de 1433.

Filósofo, tradujo a Aristóteles y Platón al tiempo que buscabasu doctrina moral y política. Esbozó en páginas eficacísimas elnuevo ideal de cultura humana, demostrando, con los textqs delos Padres en mano, que no se hallaba en contradicción con lapalabra de Cristo. Historiador insigne, cantó en su historia deFlorencia la gloria de un pueblo libre.

He estado preguntándome largo tiempo ... si merecían ser es-critas y registradas en la memoria de las letras los hechos y li-tigios, internos y externos, del pueblo florentino, así como susgloriosas obras, tanto en tiempo de guerra como de paz ... Meincitaba la grandeza de esos hechos, pues este pueblo, primeroen sus disensiones civiles, más tarde en las mantenidas con susvecinos y, finalmente, en nuestros días, en las que tras adquirirmayor potencia se le han enfrentado príncipes tan poderososcomo el duque de Milán y el rey' Ladislao, ha actuado de talsuerte que desde los Alpes hasta Apulia, en toda la extensiónde Italia, llegan los ecos de sus armas.

Quería glorificar al pueblo florentino, pero no con loas retó-ricas. La laudatio es una cosa, y otra muy distinta la historia: «lat,.;~.",";"p~ verdad» (historia sequi oeritatem debet).

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LOS CANCILLERES HUMANISTAS FLORENTINOS 97Es ... fácil, si te esfuerzas un poco, redactar un libelo o unaepístola, pero intentar escribir una historia donde se encierraun orden de múltiples y diversas cosas y, en' particular, se exigeexponer las causas de las decisiones y dar razón de los hechosacaecidos, es tan peligroso prometerlo como difícil observarlo.

.Y la verdad, la raz?n primordial es la gloria de Florencia, «y de-jad de lado cualquier otra opinión vulgar o fantasiosa». De lahistoria escrita por Bruni Ugo Foscolo dijo que «daría más frutoque no treinta .0 cincuenta de los llamados clásicos»; y llamó aLeonardo Bruni «hombre amantísimo de la verdad» que «teníaacceso a todos los archivos y los exploraba». Para Bruni el Huma-nismo había sido como el advenimiento de la luz tras setecientosaños de tinieblas. No obstante supo reconocer el valor del Me-dioevo, buscándolo en el nacimiento de las ciudades. Roma habíaterminado sus días con la llegada al poder de los césares. Césarfue, qué duda cabe, un hombre excepcional, pero sólo pensaren la crueldad de Tiberio, el furor de Calígula, la demencia deClaudio o la rabia de Nerón, «no tendremos la menor duda enconfesar que la grandeza de los romanos comenzó a declinar cuan-do el nombre de César entró en la ciudad de Roma. La libertad~íb lugar a la potencia del imperio, y cuando se destruyó lalibertad se consumió la virtud».

Pero el poderío del imperio no sólo sofocó la virtud de loshombres, sino que impidió el crecimiento robusto de las ciudades.«Del mismo modo que cuando están muy próximos a ellas losá~boles impide~ el crecimiento de las pequeñas plantas, la amplí-sl!~a pre?otenCl~ de Roma ofuscaba cualquier otro poder.» Sur~:na ~raJ~ aparejada la gran tragedia de las invasiones, pero tam-bién liberó energías otrora sofocadas, un amplio abanico de posi-bi1i~ades hasta en.tonces bloqueadas. Cuando esboza el largocarnmo de la ascensión florentina, Leonardo Bruni nos da su autén-t~ca medida de gran historiador, y a medida que avanza en eltiempo para acercarse a sus propios días se nos muestra cadavez más riguroso en el uso crítico de las fuentes documentales.En los últimos tres libros de su historia, los dedicados al enfren-tamiento entre Florencia y Gian Galeazzo, acude continuamente

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a las cartas de archivo, y entre ellas a las Missive escritas de puñoy letra por su Coluccio y que en no pocas ocasiones transcribeliteralmente. La que tan neciamente ha sido calificada de obraretórica fue elaborada incluso en los discursos de inspiraciónliviana, 'acudiendo a documentos originales hábilmente ensambla-Jos. La muerte le sorprendió en plena tarea. Donato Acciaiuoli(en la dedicatoria «a los excelentísimos Priores de la Libertad yGonfaloniero de Justicia del pueblo florentino» de su traducción),escribía que «si hubiese vivido más años para provecho de laciudad, él mismo la habría traducido, .. , pues mirando a las cosasdel pasado, pueden [los ciudadanos] juzgar mejor las presentesy las futuras para aconsejar sabiamente a la república sobre lasnecesidades de la ciudad»."

A pesar de haber dedicado su vida a la política y mantenersesiempre fiel a los ideales republicanos, Leonardo Bruni perteneceya a una época distinta de la de Coluccio. Si el anónimo glosadordel códice sessoriano 1443 del De tyranno de Salutati podía con-traponer las simpatías de Coluccio por César a la rígida fe repu-blicana de Leonardo, no es menos cierto que éste no sólo asistióal triunfo de Cosme, sino que escribió de su puño y letra la tristecarta a los magistrados de Siena contra los expatriados, incitandoal castigo y persecución.P Mientras la ciudad era azotada por tu-multos, Leonardo se refugiaba en la lectura de Platón y contem-plaba los impetuosos ataques rebeldes contra los muros de los pa-

24. D;: la historia escrita per Bruni he utilizado la edición florentina de 1861(Le Monnier) de la versión de Dcnato Acciaiuoli. Son además de inestimableimportancia los cotejos que establece Santini entre el texto de Bruni y los docu-men-os de archivo (Leonardo Bruni Aretino e i suoi «Historiarum Florentini potxtlilibri XII", en los ,111;¡,11i deila Scuola norrsale superiorc di Pisa, X.XII, Pisa, 19.10).

25. Sobre estas glosas al De tyranno ; cf. F. Ercole, Da Bartola all'Altbusio, Flo-rencia, 1)32, pp. 226 ss. La carta n los sieneses que se menciona en el texto,recogida en el Archivo del Estado sienés (Consistorio, Cartas, 1436, legajo 1936),apareció como apéndice :11 ensayo de L. De Feo Corso, «11 Filelío in Siena», Bullet·lino Sencsc si SI01'ia Patria, XLVII (19-\0), p. 306. También se halla en el Pan-ciatichiano 148 (de la Biblioteca Nacional de Florencia), que contiene 648 cartasoficiales de Bruni hasta el 26 de febrero de 1444 (se recoge ahí el Registro queralta en el Archivo de Estado de Florencia) .. En cuento a la imagen de Bruni tra-duciendo a Platón mientras la dudad arde en tumultos pertenece a él mismo, como....• .r., ''''"'P en la dedicatoria que antepusiera Bruni a su versión de las epístolas

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lacios florentinos desde el melancólico retiro de una reflexión ya.íísranciada. También él hablará de igual a igual con señores yreyes, pero por encima de su talante político será el hombre decultura insigne. Aunque Salutati viera en César al soberano reco-nocido por la voluntad popular, no vivió la amargura de servira un «tirano», aunque noble y grande, por encima de los prioresde la libertad y del Gonfaloniero de Justicia. Bruni vivió el triun-fo de Cosme y la derrota de sus amigos; las magistraturas repu-blicanas quedarán vacías de significado ante sus ojos. Poco des-pués de su muerte, el 8 de mayo de 1444, será expulsado de sucargo y enviado a enseñar latín a los novicios de la abadía de Setti-mo, el notario de reformas del estado Ser Filippo Pieruzzi, queel 9 de septiembre de 1433 había -olicitado ante el parlamento, ennombre de la Señoría, la asignación de una balta o comité de ex-cepción con plenos poderes para «ordenar el estado», y siemprese había opuesto a la promulgación de impuestos injustos.

Ciertamente, las cartas de Bruni son más elegantes que lasde Salutati, pero también carecen de su arrebatada pasión. Lasneaociaciones mantenidas para que se transfiriera a .Florencia el

o •concilio de Basilea son algo así como la glosa coral de sus escntossobre la ciudad" Las epístolas remitidas a lejanos príncipes y rei-nos vuelven a evocar, aunque en un momento ya de decadencia,la infatigable laboriosidad de los mercatores florentinos, desde elnorte de Europa a Pera, al Africa septentrional, Etiopía, Asia olos países danubianos. Por 10 demás, la elegancia y finura deldocto logran salvar aún al político, pero se viven ya momentosen los que la grieta de la que se hablaba en páginas anteriores seva ampliando. Cuando «hombres buenos y sabios» como Palla diNofri Strozzi son apartados de la vida pública y mueren en el exi-lio se asiste ya a una clara disociación entre la ciudad ideal y laciudad real. La alternativa que no se había presentado a Coluccioni incluso durante los años del interdicto, se perfila ahora contoda claridad. Sobre el horizonte comienza a vislumbrarse el dra-

26. Entre otras, sería interesante analizar la extensa carta remitida al Conciliode Basilea el 15 de julio de 1437 (Panciat. 148, 68r-70,.): «Audivimus litteras quas-dam diffamatorias civitatis nostre publicatas fuisse apud sacrurn basiliensem concí-lium >u::O nomine ac titulo domini ducis mediolani ... l>.

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ma que al día siguiente tomará el nombre de Maquiavelo: la ne-cesidad de perder el alma para salvar la ciudad. Cambian las fun-ciones del canciller que, ahora sí, perderá toda influencia políticapara convertirse en solemne figura ornamental, como en el casode Poggio Bracciolini, o en presuntuoso ejecutor, como por ejem-plo Bartolomeo Scala. La segunda mitad de siglo asiste a la trans-formación de toda la vida florentina. .

Bruni queda a este lado de la crisis. Recita la oración fúnebreante el féretro del canciller Giannozzo Manetti; las manos delmuerto sostienen un libro, como en el monumento de Rossellinoen la iglesia florentina de Santa Croce. Personas y símbolos per-tenecen todavía al horizonte de Coluccio. y también pertenece aese orden moral el notario Filippo Pieruzzi, que pocos meses des-pués será apartado de su cargo. En alguno de sus códices puedeleerse su nombre junto al de Salutati, por ejemplo en una copiadel tratado de Perspectiva de Johann Peckam que podemos ima-ginar en manos de Paolo Toscanelli o Filippo Brunelleschi, tal ycomo lo estará después en las de Leonardo, que extrajo de allípensamientos y reflexiones. La ádmirable recopilación de códicescientíficos antiguos y medievales que llevara a cabo el severo no-tario de reformas estatales, amigo de grandes humanistas y hu-manista él mismo, es un hecho cultural de enorme relieve a pesarde que suele pasarse por alto. Buena parte de tales códices sehallan todavía entre los manuscritos de San Marco transferidosa la Laurenciana y a la Nacional, y constituyen una biblioteca degran altura: Euclides, Arquímedes, Ptolomeo, los grandes cientí-ficos árabes, la producción científica medieval. Que este materialfuese accesible a los círculos doctos florentinos y que hubiera sidoreunido por un notario relacionado con Manetti, Bruni y Marsuppi-ni es un dato que no puede ser olvidado por quien desee dilu-cidar la preparación efectiva de los teóricos de los studia huma-nitatis y sus relaciones con artistas y cultivadores de las cienciasmatemáticas y naturales."

27. Una primera orientación acerca de los códices científicos pertenecientes aPieruzzi, y transferidos a las bibliotecas Laurenciana y Nacional de Florencia, véaseA. A. Bjornbo, «Die mathematischen S. Marcohandschriften in Florenz», Biblia-theca Matbematica, IV, 1903, pp. 238-245; VI, 1905, pp. 230·238; XII, 1911-1912,-~ Q7_H2. 194-224.

LOS CANCILLERES HUMANISTAS FLORENTINOS 101Se ha dicho que en alguno de los códices la nota de posesión

de Filippo Pieruzzi viene inmediatamente detrás de la de ColuccioSalutati. En muchos, tras el nombre de Pieruzzi aparece el deCosme de Médicis. En las guardas de los libros quedan registradaslas vicisitudes de la ciudad. Pieruzzi fue apartado de su cargo, se-ñalará Maquiavelo, porque ya se deseaba por doquier «que segobernase de acuerdo con el parecer de los poderosos». Así, parasuceder a Bruni tras su muerte en 1444, se ofrece la primera can-cillería a Carla Marsuppini, amigo de Cosme, adversario de Filelfo-dícese que fue él quien el 18 de mayo de 1433 dio órdenespara que se le asesinara-, el elegante humanista que había sidoprofesor en la universidad. Con Marsuppini las obligaciones delcanciller quedan reducidas de hecho a redactar en buen latín deli-beraciones y órdenes. Cabe esperar que a los escasos documentosque nos han quedado de la actividad literaria de Marsuppini seunan algunos de sus singulares y gráciles despachos. Por ejemplo,el librado al oculista Cristodilos de Tesalónica, tan diestro consus colirios que había arrancado de los ojos de los florentinos in-cluso las más tenues nubeculae, y por tanto parecía justo recomen-darlo a todos los príncipes y soberanos, pues con sus curas tam-bién ellos podrían ver claro. O también el dirigido a Giorgio diGiovanni Teutonico, quien durante treinta años había tocado tanbien el cornetín de órdenes de Palacio como para recordar a unmismo tiempo a Marsais, las Musas y Apolo; para elogiar a tandestacado corneta Marsuppini no duda en retrotraerse a Pitágorasy Platón y hacer un panegírico del valor de la música, mostrandoque el alma humana no es más que armonía, y la armonía regulael universo."

28. ASF, Sigo Miss. 1 Cancell., Reg. 36, 109v: «quamquam omnes artes quead liberum hominem pertinent merito laudari debeant, tamen imprimis medicinaomnium commendatione digna esto Hec etenim morbos curat, hec vulnera ad cica-tricem deducir, hec bonam quidem valitudinem auget et conservat, malam veromedicamentis amovet. Itaque eius inventores apud antiquos immortalitati fueruntconsecrati. Videbant etenim virtutes dotesque animi quodammodo mancas debí-lesque esse, si corpora morbo aut egrotatione languescerent ... »; Reg. 36, 165v:«quanto in honore apud antiquos qui sapientia longe ceteris prestabant musica arssemper fuerit, nemini dubium esse arbitramur. Et enim si a philosophís inciperevolumus, inveniemus pytagorarn eiusque auditores tan tum huic studio tribuisse, ut

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Era un hombre de gran cultura, siempre bordeando la ironía,o quizás el cinismo. En sus misivas al sultán, al rey de Túnez o aotros señores musulmanes, solía utilizar frases de gran cortesía.Dero aun así, la carta de Marsuppini al sultán fechada el 11 denayo de 1445 es realmente única: no sólo ensalza las virtudes,bondad y sabiduría de su excelencia, sino que se añade que loscorazones de los florentinos están inflamados por un solo deseo:venerar, amar y servir al sultán (<<diligendumet amandum, colen-dum et observandum» ).29

Marsuppini era sin duda un gran intelectual, y es muy proba-ble que también un eficiente profesor. De lo que no hay la menorduda es de que fue muy querido por los Médicis. Si nos ceñimosa las descripciones de la época, su funeral, celebrado el 27 deabril de 1453, fue suntuosísimo; la oraci6n pronunciada por Mat-teo Palmieri muy solemne y de gran belleza el monumento levan-tado por Desiderio de Settignano. Entre sus contemporáneos cir-cularon dudas, consideradas infundadas por los historiadores ac-tuales, acerca de la suerte corrida por su alma." No es mayor el

etiarn singulis orbibus celestibus singulas syrenas esse opinarentur. Nec enim dubi-tari potest celum omniaque dementa quadam armonia quibusdamque nurneris interse cohercre, Quantum yero humanis ingeniis id studium sit accommodatum, pueridocumento esse possunt, qui natura ipsa duce statim ab ipsa infantia cantiunculistintinnabulísque delectantur. Qua ratione nonnulli cornrnoti humanas animas armo-niam esse crediderunt. Itaque Plato ille sapientissimus ac pene divinus non imme-rito suis Iegibus quod genus rnusicc in republica exercendum esset accuratissimestatuit, cum rnutata música mores civitatis immutari arbitraretur. Mittimus quodaristoteles eam artern ab bcate degendum necessariam esse probat. Mittimus quodnemo apud grecos satis excultus doctrina putabatur, qui eam artem neglexisset.Igitur cr Epaminondas rnultique alii príncipes, qui domi et militie claruerunt, pre-clarc grecis G .:ibus cecinisse dícuntur».

29. Reg. 36, 102v: «[Magno Sultano] Nihil est gratius immortali atque eternodeo quí astra mover uníversumque mundum regit, quam ita iuste ita sancte itaintegre regna provincias civitatesque gubernari, ut universum genus humanorumvivens sub Iegibus et augeri et conservari queat. Que cum fama et rumore omniumin vestro regno observan divulgatum sit, iam pridem inflammamur, non solum advcstram rnaiestatem diligendurn et amandum, verum etiam ad colendum et obser-vandurn. Itaque curn nostra civitrs inter alias bonas artes studiosissima sit rner-cature ... ». En el folio 65v del Registro 38 puede leerse la siguiente anotaci6n:«ultima epistola a Carolo. Aretino edita».

30. P. G. Ricci, "Una consolatoria inédita del Marsuppini», La Rinascita, in110M." nh 363.433.

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aroma de piedad que envuelve a su sucesor, Poggio Bracciolini,nombrado para el cargo cuando contaba 73 años de edad. La casade los Médicis le apoyaba por su fidelidad a la misma, y el pue-blo florentino en general 10 llam6 al cargo por su celebridad y emi-nente posici6n en la curia, donde había desarrollado sus activida-des durante más de cincuenta años. Más que un hombre era unainstitución: había sido amigo de todos los grandes personajes desu siglo; durante el concilio de Constanza no sólo había liberadode sus prisiones a los clásicos sino que había contribuido decisiva-mente a crear su mito en una epístola memorable. Nos ha dejadoescritas impresiones de viaje de una hermosura incomparable, asícomo páginas de un insólito vigor polémico. Su prosa ya se habíaconvertido en modelo para Eneas Silvio Piccolomini, uno de losmás felices escritores de nuestra historia literaria. Pero en 1453era ya un hombre viejo y ausente, algo escéptico y a quien gus-taba vivir en una villa fuera de la ciudad. Su «historia florentina»,mera retórica, merece, ella sí, el juicio expeditivo de Maquiave1o.Cuenta un viejo chascarrillo que cierta tarde en la que una im-portante reunión de los Diez se estaba prolongando más de lousual, Poggio oyó dar las campanadas. Acto seguido, exclam6 conmenosprecio: «(Oís?, ¡la nona! Yo quiero irme a cenar». Todoun mundo había cambiado. En aquella sesi6n de los Diez se ha-llaba también presente Cosme de Médicis y Cosme era ahora elprotagonista pleno de la historia florentina. El viejo canciller podíaretirarse tranquilamente a cenar.

El 30 de octubre de 1459 Poggio era sepultado sin boato, pueshabía abandonado voluntariamente un año antes sus cargos pú-blicos. Le había sustituido, el 17 de abril de 1458, Benedetto diMíchele Accolti, profesor en Florencia desde 1435 de derechocivil y canónico. Escritor elegante, su De praestantia oirorum suiaevi marca época en la historia del humanismo: señala con todovigor que si bien la Antigüedad constituye un modelo incompara-ble, los modernos educados en ese ideal han alcanzado idénticascotas, y enriquecidos por la antigua sabiduría, incluso las han su-perado en muchos casos, Digno, honrado, riguroso, jurista y buenfuncionario, Accolti muere en septiembre de 1464. Su sucesor, quevivirá casi hasta finalizar el siglo, fue Bartolomeo di Giovanni Sea-

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la, hijo de un tahonero de Val d'Elsa, buen servidor de los Médi-cis, cesado en 14~4 y posteriormente reelegido para el cargo; enesta segunda ocasión, compartirá la cancillería con Pietro Becca-~ugi, su sustituto. Scala no tiene ya la menor personalidad polí-tica, y en el plano cultural es también una figura de escaso relieveque debe su fama a hechos que claramente le sobrepasaban. E~este momento hist6rico Lorenzo se ha convertido ya en el artíficed~ la política florentina. En la famosa epístola de la Señoría aSIXto IV, de fecha 21 de julio de 1478, puede leerse que elpu~blo arrostrará cualquier riesgo para salvaguardar a Lorenzo, enquren como todos saben está depositada la salvaci6n y libertaddel estado («in qua publicam salutem et libertatem contineri nemanostrum duhitare potest» ).31

El centro de la política florentina se ha trasladado desde elpalacio de la Señoría a la casa de los Médícis. El canciller' es unme:o func~onario; ya no es ni un gran exponente político ni unemme~te li:erato. La cancillería se llena de favoritos que buscanun estipendio: los cargos cambian en razón de las exigencias plan-teadas. por la client~la de la corte. La corte rodea a Lorenzo, y enella VIven, convertidos asimismo en cortesanos, los intelectualesde fama. Quizá la obra más eminente de Scala fuese su hija Ales-san?~a, eminente conocedora del griego y el latín, amada porPolíziano y Marullo, por ambos cantada y fuente de sus disputas.Desposada con Marullo, poeta y soldado, enviudaría temprana-mente, y todavía joven recluiría el resto de su vida en un con-vento. «¿Por qué me mandas pálidas violetas? -le había pre-guntado en dísticos griegos Poliziano en cierta ocasión-o ¿Aca-so no está suficientemente pálido aquel a quien el amor ha chu-pado toda l,a.sangr~?» A decir verdad, a-quien le iban que ni pin-tadas las pálidas VIOletasera a Florencia.

~l~ra, de una racionalidad geométrica, sin ambigüedades, larepública de Salutati había dado vida a una cultura humana, rigu-rosa, severa. Los grandes mercatores, los artesanos, aunque fuera

31. Reg. 49, 52~ ss. Uno de los Registros de las epístolas escritas por Scalase halla en el Palatino 1103, conservado en la Biblioteca Nacional de Florencia.En cuanto a las cartas de los Diez, cf. el Palat. 1091.

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en medio de graves dificultades, estaban llenos de vitalidad y lu-chaban: saber y actuar convergían arm6nicamente. Pero la Flo-rencia de Lorenzo se estaba tiñendo con los tonos del declive.Bajo un aparente orden, se agitaban y contraponían profundasdivergencias y contrastes. Ya no estamos ante el cristianismo sim-ple de Coluccio, sino ante el equívoco platonismo de Marsilio ylos misterios órficos. El planeta de la nueva Atenas era Saturno,el signo de la melancolía, de la sabiduría sublime, pero siempreatormentada y enigmática: Leonardo y Miguel Angel, y en la can-cillería'_MaquiaveJo.

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