Gareth Evans-La teoría causal de los nombres propios

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  • 7/30/2019 Gareth Evans-La teora causal de los nombres propios

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    10 GARETH EVANSoportu nidad de escrib ir una versin f inal y de prepararla p arasu publicacin, hubiera hecho los reconocimientos debidos. N.del ed.]14 Tomado de Th e Behavioural andBrain Sciences 3, 1, 1980, pp. 79 -80 . Reimpreso con autorizacin.

    15 Fragmento de una carta a D. Wiggins, escrita a principios de laprimavera de 1980.LA TEORA CAUSAL DE LOS NOM BRES

    1. En un artculo que sirve como punto de partida de esta investigacin, Sal Kripke crit ica lo que l l lama la teora d escripcio nistade los nombres y hace una cont rapropuesta de lo que l lamar lateora causal. l Tener claridad con respecto a lo que est en juegoy a lo que d ebera se r el resultado en el debate qu e l inici me parece importante tanto para nuestra comprensin del discurso y elpensamiento acerca del mundo en genera l como para nuest ra comprensin del funcionamiento de los nombres propios. Ansio , portanto, que identifiquemos las bases profundas y las generalizaciones probables de las posiciones rivales y que no nos contentemoscon contraejemplos.Habra que decir que Kripke se contuvo deliberadamente depresentar sus ideas en la forma de una teora. Tendr entoncesque presentarlas en una forma ms rigurosa, y es posible que sugiera lo que quiz sean generalizaciones no pretendidas por el autor;por lo tanto, debe ra revisarse su artculo antes de atribuirle la teo-i ia causal que presentar.Con respecto a los nombres propios hay dos preguntas relacionadas aunque distinguibles. La primera es acerca de lo que elnombre denota en una ocasin particular en que es usado cuando esto se en t iende com o aquel lo que determ ina en parte lo que,si i icta y li teralmente, el hablante dijo. Para esta nocin usar el

    1 S.A. Kripke, "Namingand Necessity", en D. Davidson y G. Harman (comps. ) ,V iiumtks of Natural Language, Reidel, Dordrecht, 1972, pp. 253-355 (vase adems11 Apndice).

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    12 GARETH EVANSdiscre to barbar ismo: lo que el hablante denota (en una ocasin). Lasegunda pregunta es acerca de lo que el nombre denota; que r e mossaber qu condiciones tienen que satisfacer una expresin y unacosa para que la prime ra sea el, o un, no mb re de la segunda. Existeun p ar de preg untas tota lmente para le las concernientes a los t r minos genera les . En ambo s casos es la ambigedad lo que imp ideuna respuesta fcil a la primera pregunta en trminos de la segunda ; para denotar a x no es suficiente con simplemente emitir algoque sea e l nom bre de x.Por consiguiente, hay dos teoras descripcionistas que Kripkeno dis t ingue .2 La teora descripcionista de la denotacin del hablante sost iene que un nombre "AW" denota axen una ocasinpar t icula r en que es usado por un hablante H slo en el caso en qu ex sea eso nico que satisface todas o la mayora de las descripciones 0 tales que H asentir a a "NN es " (o a "Ese NN es "). Dichotoscamente : el cmulo de informacin que H ha asociado con elnombre de te rmina su denotac in en un caso par t icula r porque seajusta con lo denotad o. Si e l hablante no t iene ning una informac in individua lizadora , no denotar nad a .La teora descr ipc ionis ta de lo que un nom bre deno ta sost ieneque , asoc iada con cada nombre ta l como es usado por un g rupo dehablantes que creen y tienen la intencin de usar el nombre con lamisma denotacin, hay una descripcin o un conjunto de descripciones, obtenible de sus creencias, que una cosa cualquiera tieneque satisfacer para ser la portadora del nombre. Esta descripcinse usa para exp licar el papel del nom bre en con textos existenciales,de ident idad y opacos. De ninguna manera la teor a es t comprometida con la tesis de que todo usuario del nombre debe poseer ladescripcin, del mismo modo en que Kripke no est forzado a sostene r que todo usu ario de la expresin "un m etro" sabe de la varilladel metro que est en Pars al decir que su referencia est f ijadapor la descripcin "La longitud de la varilla V que est en Pars".En efecto, si se llega a la descripcin a la manera de Strawson 3

    Esto puede verse en la forma en que las listas de tesis que defin en a la teoradesc ripc ion is ta varan entre aquellas que mencionan a un hablante y aquellas queno lo hacen y que culminan en la incmoda idea de un idiolecto. Desde luego quetampoco los tericos descripcionistas las distinguen claramente, y muchos adoptana m b a s .3 P.F. Strawson, Individuis, Methuen, Londres, 1959, p. 191.

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 13promediando las diferentes creencias de diferentes hablantes-es sumamente improbable que la descripcin aparezca en el cmulo de descr ipc iones que todo usuar io t iene asoc iadas con unn o m b r e .El ataque directo en el artculo de Kripke pasa por alto a estaltim a teora, y en especial a la acusacin de que la teora descrip cionista igno ra el carcter social del nombra r. Yo tamp oco la discut i r de manera expl c i ta, aunque aparecer de cuand o en cuandoy su grado de correccin debera quedar claro hacia el f inal deltrabajo.Es incuestionable que los ataques directos de Kripke estn dir igidos en contra de la primera teora descripcionista. Kripke argume n t a que :

    (a) Un hombre comn y corriente puede denotar al f sico Feyn-man usando e l nom bre "Feynman" y dec i r algo verdadero ofalso de l aun cuando no haya ninguna descripcin que seala nica verdadera del f sico que l pueda hacer. (Las condiciones no son necesarias.)(b) U na persona qu e asoc iara con e l nom bre "Gdel" tan slo ladescripcin "el que prob la incompletitud de la aritmtica"esta r a de todos modos denotando a Gdel y dic iendo a lgofalso de l al emitir "G del prob la incomp letitud de la aritmtica", incluso si la prueba, que posteriormente Gdel hubie ra dado a con ocer como suya , hubiera s ido de hecho const ruida por un desconocido vienes de nombre Schmidt. (Si seest de acuerdo en que el hablante no denota a Schmidt, lascondiciones no son suficientes; si tambin se est de acuerdoen que denota a Gdel, tampoco son necesarias.)

    La tesis fuerte (que las condiciones del terico descripcionistason suficientes) es extravagante. Lo que el hablante denota, en elsent ido en que a noso t ros nos incumbe, es t conec tado con e l dec i ren ese sentido estr icto que los lgicos tan acertadamente valoran,y las condiciones de verdad estr ictas que la teora proporciona sonpor comple to inaceptables . stas tendr an como consecuenc ia , po rejemplo, que si previamente yo no dispusiera en absoluto de conocimiento o de creencias respecto al sr . Y, y equivocadamenteme presenta ran a X com o e l sr . Y, entonces yo tendr a que es ta rdicien do la verdad al em itir "el sr . Y est aqu", puesto que X satis-

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    14 GARETH EVANSface la abrumadora mayora de las descripciones que yo asociaracon e l nombre , y X est al l . Tengo profundas duda s respec to d esi alguien sostuvo alguna vez con toda seriedad esta tesis.Es la tesis ms dbil que es necesaria alguna identif icacindescriptiva para que el hablante denote algo la que es importante comprender. En r igor, los ejemplos de Kripke no muest ranque sea fa lsa , puesto que en ningn lugar prop orc iona u na raz nconvincente para no tomar en cuenta la posesin por par te delos hablantes de descr ipc iones com o "ho mbre que l leva ta l y cua lnom bre"; pero yo tambin pienso qu e es fa lsa . Puede considerar secom o la fusin de dos ideas. Prim ero, que para decir algo me dian tela emisin de un a expresin un o debe emit i r la orac in con c ie r tasintenciones; se piensa que esto requiere, en el caso de oracionesque cont ienen nombres , que uno apunte hac ia a lgo en e l uso quese hace del nom bre . En segu ndo lu gar y es aqu que se vuelveevidente el apuntalamiento de cierta f ilosofa de la mente quepara tene r una intenc in o una c reenc ia concerniente a a lguna cosa (que uno no est en posicin de identif icar demostrativamente)uno debe poseer una descr ipc in que sea verdadera nicamentede e l la . Ambas ver t ientes merecen por lo menos un pequeo esc r u t i n i o .Tendem os a pasar con demasiada rapidez de la observac in deque ni los pericos ni el viento dicen cosas a la conclusin de quedec i r que p requiere que uno tenga que tener la intenc in de d ec i rq u e p y, por lo tanto , por as decir lo, que u no sea capaz de iden tif ica r p indepen dientem ente de su orac in. Pero lo ms que es tamosautorizados a concluir es que para decir algo uno tiene que tener laintenc in de dec i r a lgo emit iendo una orac in (no rmalmen te , unotiene la intencin de decir lo que dice) . La aplicacin del requerimiento ms estr icto nos llevara a relegar demasiado de nuestrodiscurso al status de mera gest iculac in buca l . Usamos constantemente trminos generales de cuyas condiciones de satisfaccinslo tenemos una remota idea. "Microbilogo", "cloro" ( lo queechan a las albercas) , "nicotina" ( lo que tienen los cigarros); nopod emo s def ini r a s tas y a innumerables ot ras pa labras , as comotampo co pod emo s of recer observac iones que dis t ingui r an sus signif icados de los de palabras estrechamente relacionadas con ellas.Es un e r ror dec i r que no dec imos nada cuando emit imos orac iones que con t ienen es tas expresiones , inc luso s i nos abstenemos deformular la tesis fuerte de decir que lo que efectivamente decimos

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 15est de te rminado por aque l las ideas brumosas y semiidentif icacio-nes que ofreceramos si se nos instara a ello.La f ilosofa de la mente es curiosamente popular , pero rara vezse hace perfectamente explcita.4 La adopta todo aque l que sost ie ne que H cree que a es F si y slo si

    30 [S c re e 3x (x Se (Vy) {(>y - x = y) 8c Fx) & 4>a &(V>) (y _+ y = a)]Alteraciones obvias daran cabida a las otras actitudes psicolgicas. E l r ango de l cuant i f icador para la propiedad d ebe res t r ingi r separa exc lui r propiedades "como ser idnt ico a a", pues de ot romodo el criterio es tr ivial. 5 La s i tuac in en la que un hu ma no quepiensa, planea o quiere tiene alguna cosa como objeto de su pensamiento, plan o deseo, es t r epresentada com o una espec ie de loque es esenc ia lmente la misma s i tuac in que la que se producecuand o no hay ning n obje to y el pensamiento, e l plan o e l dese oson, como podr a dec i r se , puramente genera les . Hay pensamientos , como e l pensamiento de que hay hombres con once dedos,para cuya expresin los t rminos genera les de l lenguaje bastan.

    La idea es que, cuando el estado psicolgico implica a un objeto,en su especif icacin f igurar un trmino general del cual se creeque est instanciado en forma nica por la cosa que es el objeto dela situacin, y que de hecho as lo est. Esta idea puede acoplarsecon la concesin de que hay ciertos objetos privilegiados con loscua les uno puede es ta r r e lac ionado ms di rec tamente ; de hecho,tal concesin parece necesitarse si la teora ha de poder permitirlo que parece se r una posibi l idad evidente : pensamientos di r igidosa objetos en un universo perfectamente simtrico o cclico.Obviamente esta idea acerca de la naturaleza de las actitudespsicolgicas dir igidas a objetos le debe mucho al presentimientode que t iene que haber a lgo que podamos dec i r acerca de lo que

    es c re do o quer ido inc luso cuando de hecho no se encuentre en4 Vase, por ejemplo, J .R. Searle, Speech Acts, Cambridge University Press,Cambridge, 1969, p. 87; E. Gellner, "Ethics and Logic", Proceedings of the Avisto-

    telian Society 55 , 1954-1955 , p p . 157-178; B. Russe l l , Problems ofPhilosophy, OxfordUniversity Press, Oxford, 1976, p. 29. E. Sosa la critica en "Quantifiers, Belief andSellars", en J.W. Davis, DJ . Hock ney y W.K. Wilson (co mps.), Philosophical Logic,Reidel, Dordrecht, 1969, p. 69.5 Debo esta observacin a G. Harman.

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    I16 GARETH EVANSe l mundo ningn obje to apropiado. Pero tambin se puede cons iderar como s i es tuvie ra apoyada por un pr inc ipio de car idad:atribuyasele objetos a las creencias de manera que se maximice lacreenc ia verdadera . (No pienso q ue s te sea un pr inc ipio aceptable; el principio aceptable impone la minimizacin de la atr ibucindel e r ror inexplicable y no se lo puede , por lo tanto, hacer op erarsin una teora de la causacin de la creencia para las criaturas investigadas.)No podemos aqu ocuparnos de esta f ilosofa de la mente entoda su amplitud. Mis objeciones a ella son esencialmente las deWit tgenste in. E l hecho de que una cosa sea e l obje to de a lgunaactitud psicolgica tuya puede deberse simplemente a que t ests ubicado en un contexto que te relaciona con esa cosa. Quhace que es ts enamorado de una y no de ot ra de un par de gemelas idnticas? Ciertamente no alguna especif icacin grabada entu mente; podra ser nada ms que esto: fue con una y no con laotra con quien te encontraste. El terico podra sealar la descripc in "aque l la con la que me encontr" , pero no pued e dar n ingu naexplicacin en favor de la imposibilidad de que sea superada porot ras descr ipc iones que podr an haberse adquir ido como resul ta do de un e r ror y que de hecho resul tan adecuadas para la ot ragemela, con la que uno no se ha encontrado. Si Dios hubiera vistoen nu estra m ente, l no hab ra visto all de quin d e las dos estab asenamorado y en quin es tabas pensando.Me prop ong o con es to empezar a considerar la teor a causa l.2. La teora causal, tal como la formula Kripke, puede exponersems o menos como s igue . Un hablante que use un nombre "NN"en un a ocasin par t icula r denotar a lguna cosa x s i hay una cad enacausal de vnculos que conservan referencia y que en ltima instanciallevan desde su uso en esa ocasin hasta la cosa x, la cual a su vezest involucrada en una transaccin de adquisicin de un nombre tal como la de bautizar explcitamente algo o como el procesoms gradua l mediante e l cua l se imponen los apodos. Mencionola nocin de vnculo que conserva la referencia para incorporaruna condic in que Kr ipke enuncia ; la t r ansmisin de un nombre"NN" por par te de un hablante / / a u n hablante H' constituye unvnculo que conserva la referencia slo si H t iene la intencin deusar el nombre con la misma denotacin que aquel de quien a suvez aprendi e l nombre .

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 17Empecemos por considerar la teora en respuesta a nuestra pregunta acerca de la denotacin de un hablante (le., en el nivel delhablante individual) . Consideremos en particular la tesis de quees suficiente para que con e l nombre a lguien denote a x e n unaocasin particular que este uso del nombre en esa ocasin sea unaconsecuencia causal de haber sido expuesto al uso, por parte de

    ot ros hablantes , de la expresin para denota r a x.Un ejemplo que podra inclinarnos en favor de esta teora ess te . Un gru po de person as mant iene una conversac in en un baracerca de un tal Luis de quien H nunca antes ha odo nada . H seinte resa y pregunta : "Qu hizo entonces Luis?" No parece ponerse en cuestin que H denota a un hombre par t icula r y preguntaacerca de l. O bien, en alguna ocasin posterior , H puede usar e lnom bre para of recer a lgn pensamiento nuevo a uno de los par t i cipantes: "Luis tuvo toda la razn al hacer eso ". De nuevo, es claroque l denota a quienquiera que fuese el tema de conversacinen el bar . Esto es difcil d e conciliar con la teora des cripcion ista,puesto qu e los f ragmentos de informacin qu e l r ecogi du rantela conversacin podran incluir alguna distorsin y adecuarse mucho mejo r a alguien diferente. l tiene, desde luego, la descripcin"el hombre acerca del cual hablaban", pero la teora no tiene ninguna explicacin para la imposibilidad de que dicha descripcinsea desbancada .La teora causal puede, en un caso as, asegurar la respuestacor rec ta ; pero pienso que una reflexin ms profunda reve la quetambin ella implica una decisin de no reconocer la intuicinacerca de la de te rminac in contextua l que mencion ante r iormente . Pues la teora tiene la siguiente consecuencia: que en cualquiert iempo futuro, independientemen te de qu tan remota u olvidadaest la conversacin e independientemente de qu tan ajeno sea eltema o qu tan confundido est el hablante, H denotar a un francs particular tal vez a Luis XIII mientras haya una conexincausal entre su uso en ese momento y la muy distante conversac in.Es impor tante , a l poner a prueba nuest ras intuic iones con lau-ora , que uno imagine un cambio de predicado de man era quel diga algo como "Luis era un jugador de baloncesto", lo cual nohaba sido odo durante la conversacin y que surge como resultado de u na confusin. Esto es para impedir qu e opere lo que l lamoel "sndrome de la bocina", mediante el cual dotamos de sentido y

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    18 GARETH EVANSde re fe renc ia a los comentar ios de un hom bre slo porqu e omo shablar a a lguien di fe rente a t r avs de l ; como lo po dr amos hacercon un mensajero que llevara un mensaje acerca de asuntos de loscua les ignora todo.Ahora bien, no hay ningn argumento contundente para mostrar que esta consecuencia es inaceptable; con intuiciones suficient e me n t e flexibles se puede uno tragar cualquier cosa en f ilosofa.Pero ntese cuan poca utilidad t iene decir que l denota a un reyf rancs antes que a ot ro o a cua lquier ot ra per sona nom brada pore l mismo n om bre . No hay ahora nada que e l hablante es t dispuesto a decir o a hacer y que lo relacione de manera diferenciada conaquel rey. Es por eso que es tan extravagante decir que l cree queLuis XI II es un juga dor de ba loncesto. Simplemen te se ha separado a la nocin de decir de todas las conexiones que la vuelveninte resante . Cier tamente no pensbamos que nos exponamos aesto cuando encaramos la cuestin acerca de la conversacin en elbar . En dnde tuvo lugar el e r ror?6De nuev o, la teora causal ignora la imp ortan cia del contex to circunda nte y considera la capac idad de deno tar a lgo como un t rucomgico que de a lguna manera pasa de unos a ot ros y que , unavez t r ansmit ido, ya nunca se pie rde . Ms bien deber amos dec i r :en vi r tu d de l contexto en e l que se encontraba e l hom bre , sus disposic iones lo inclinaban hacia alguien en pa rticular Luis XIIIcuyos estados y acciones seran lo nico que l admitir a que sirven pa ra ver if icar observac iones hechas en ese contexto usando e lnombre . Y desde luego que ese contexto puede pers is t i r , ya quepodemos a ludi r a esa conversac in despus . Pero puede tambindesaparecer de man era que e l hablante senc il lamente no sea sensible a l r esul tado de ningu na invest igac in concerniente a la verdadde lo que se dice que dijo. Y en este punto el decir se vuelve algosepara do de l contexto y carente de inte rs.

    (Vale la pena observar lo ambivalente que es Kripke respecto ala relacin entre denotar y creer; cuando la conexin lo favorece,la usa ; se nos recuerda , por e jemplo, que e l hombre comn t ie ne una creencia falsa acerca de Gdel y no una verdadera acercad e Schmidt. Pero es obvio que los resultados del criterio "Acerca de quin creen?" se separarn en forma dramtica de los resul-6 Kripke expresa dudas acerca de la suficiencia de las condiciones por estaclase de razones; vase op . cit., p. 303.

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 19tados de l c r i te r io "Quin es e l por tador or igina l de l nombre?" ,aunque no sea ms que por la r azn de que e l pr imero debe serconst ruido para dar r esul tados en casos en los que no hay ningn no mb re y cuand o e l segundo n o puede apl icar se . Cua ndo es tosucede , se nos recuerda con sever idad que se es tn usando "x serefiere" y "x dice" en sent idos tcnicos? Pero hay lmites. Se podraconsiderar que el objetivo de este artculo es restaurar la conexinque debe de existir entre las condiciones estr ictas de verdad y lascreencias e intereses de los usuarios de las oraciones, si es que hade ser de inte rs para nosot ros la noc in tcnica de condic ionesestr ictas de verdad.)La reflexin sobre la conversacin en el bar pareca proporcionar una razn para favorecer la teora causal. Hay otra raznvinculada a e lla que deber amos ex aminar brevemente . Pod r a parecer que la teor a causa l proporc iona las bases para un a respuestagenera l no intenc iona l a l problema de la ambigedad. E l problema es muy claro: Qu condiciones tienen que satisfacerse paraque un hablante diga que p cuando emite una orac in que puedeadems usar se apropiadamente para dec i r que q y que r y que s?Dos respuestas alternativas obvias son:

    (a) el grado en el que es razonable que sus oyentes concluyanque es taba dic iendo que p y(b) su intencin de decir que p,

    ninguna de las cuales est libre de dif icultades. Podemos, por lotanto, imaginar que a lguien ma nt iene la esperanza de que en for ma natural se extienda la teora causal a los trminos generales, locual la capacitara para, por ejemplo, explicar por qu un nio queno tena intenciones determinativas debido a la naturaleza tcnicade l tema puede de todos modos dec i r a lgo de te rminado usandouna orac in que de hecho es ambigua .Menciono es to para asegurar que se mantenga en su debidaampl i tud e l r ango de considerac iones per t inentes para e l deba te .Pero pienso que es poca la venta ja genera l que pu ede acumu larseen favor de la teora causal por esta ampliacin de consideraciones.1 .a razn es que s ta s implemente no t iene la genera l idad de lasoirs dos teor as ; no t iene , por e jemplo, ningun a apl icacin obviaJbid., p. 348, nota a pie de pgina.

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    20 GARETH EVANSpara la ambigedad s intc t ica o para la ambigedad p roducid a p orintentos para re fe r i r con descr ipc iones no nicas o con pronombres. Parece inconcebible que la teora general para eliminar lasamb igedades , y que se requiere para dichos casos , sea inadecuada para l idia r con el f enmen o d e los nombres com par t idos y querequiera se r complementada ad hoc con la teora causal.Deseo subrayar ah ora c mo la teor a causa l , prec isamente por que ignora e l modo como e l contexto puede ser de te rminante delo que se dice, t iene consecuenc ias tota lmente inaceptables . Supngase, por ejemplo, que en un concurso televisivo se me pide quenombre una c iudad capi ta l y que digo "Kingston es la capi ta l deJamaica". Me gustara decir que dije algo verdadero estr icta y lite ra lmente , aunque resul te que e l hombre de quien ext ra je es tef ragmento informat ivo de hecho se es taba re f i r iendo a Kingstonsobre e l Tmesis [Kingston u pon Thames] y haca una observac inracista.

    Pued e em pezar a verse que lo que se diga habr de qu edar de te r min ado p or e l nombre que se use , por qu cosas lleven el nom brey por los pr inc ipios genera les que cance lan la ambig edad contex-tual. El orige n causal de la familiaridad del hab lante con el nom bre,salvo en ciertos "casos bocina" especializados, no parece desempear ningn pape l c r t ico.Esta impresin puede re forzar se mediante la observac in deque un a conexin causa l ent re mi uso de l nombre y e l uso de ot ros( indepen dientem ente de que en l t ima ins tanc ia se re t rot ra igan ono a l e lemento mismo) s implemente no es necesar ia para que youse el nombre con el f in de decir algo. Entre los indios Wagera,por e jemplo, los "nios rec in nac idos rec iben, de acuerdo conciertas reglas estr ictas, los nombres de miembros fallecidos de sufamilia [ . . . ] el primero toma el nombre del abuelo paterno, el segundo e l de l hermano mayor de l padre , e l te rcero e l de l abue lom a t e r n o " .8 En estas y otras situaciones (nombres de calles en lasc iudades d e los E .U., e tc. ) , un hablante con ocedor p ued e inventarun no mb re y usar lo para denotar a lguna cosa que lo por ta s in qu ehaya ningu na conexin en absoluto con e l uso de ese nom bre p orpar te de ot ros .

    Kripke podra aceptar estas crticas y seguir sosteniendo la posic in genera l de que de todos modos la denotac in de un nombreE. Delhaise, "Les Wagera", Monogr. Ethnogr., 1909.

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 2 1en una com unidad h a de ha lla r se ras t reando una cadena causa l dereferencia que preserve los vnculos retrospectivamente con alguna cosa. Es de esta teora de la que me encargar ahora.3. Supngase que se ofreciera una teora paralela para explicar elsent ido de los t rminos genera les (no nada ms de t rminos parac lases na tura les) . Uno respon der a com o s igue :

    no hay dos mecanismos fundamenta lmente di fe rentes involucrados en e l hecho de que una pa labra tenga un s igni f icado:uno que haga qu e la pa labra adquiera un s igni ficado y e l ot roun mecanismo causal que opere para asegurar que se preserva su signif icado. Los primeros procesos estn activos todoel tiempo; sea lo que sea lo que explica cmo obtiene una palabra su signif icado, ello tambin explica cmo lo preserva,si es que lo preserva. En efecto, una teora as no podra darcuenta de l f enmeno de l cambio de s igni f icado de una pa la bra. Es perfectamente posible que esto pase sin que nadie seprop ong a inic ia r una nueva prc t ica con la pa labra ; la cadenacausal nos har a r e t roceder entonces dem asiado le jos .

    El cambio de signif icado sera un hecho decisivo en contra detal teora del signif icado de los trminos generales. De manerasimilar, un cambio de denotacin es decisivo en contra de la teora ausal de los nombres . Los cambios de denotac in no slo sonimaginables , s ino que de hecho parecen ocur r i r . Nos ente ramospo r ames an d their History (1898), de Isaac Taylor, q ue:

    En el caso de "Madagascar" un reporte conocido de odas de marineros malayos o rabes mal entendid o por M arco Polo [...] tuvo elefecto de transferir una forma corrompida del nombre de una porcin del continente africano a la gran isla africana.I in caso imaginario simple sera ste: nacen dos nios y sus ma-IIMS les ponen nombres . Sin darse cuenta , una enfermera los in-II rcambia y nunca se descubre el error . De all en adelante serInnegablemente el caso que e l hombre universa lmente conocidoComo "Jaime" se llama as debido a que una mujer le puso a algnOtro nio e l nombre .I . claro que la teora causal sin enmendar no es adecuada. Pa-irin onio si, una vez ms, se debiera permit i r que las intenc iones

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    22 GARETH EVANSd e l o s h a b l a n t e s a l u s a r e l n o m b r e p a r a r e f e r i r s e a a l g o c o n t a r a ne n l a d e t e r m i n a c i n d e l o q u e e l n o m b r e d e n o t a .P e r o n o b a s t a c o n d e c i r e s o y d e j a r l as c o s a s a l l . D e b e m o s p o rl o m e n o s e s b o z a r u n a t e o r a q u e p e r m i t a q u e "Madagascar" se a e ln o m b r e d e l a i s l a p e r o q u e , n o o b s t a n t e , n o t e n g a l a c o n s e c u e n c i ad e q u e " G d e l " s e c o n v i e r t a e n u n n o m b r e d e S c h m i d t e n l a s i t u a c i n c o n t e m p l a d a p o r K r i p k e , n i " G o l i a t " u n n o m b r e d e l f i l i s t e om u e r t o p o r D a v i d . ( L o s e s t u d i o s o s d e l a B i b l ia a h o r a s u g i e r e n q u eD a v i d n o m a t a G o l i a t y q u e l a a t r i b u c i n d e l c r i m e n a E l h a n ne l b e l e m i t a e n 2 S a m . 2 1 : 1 9 e s c o r r e c t a . S e p i e n s a q u e D a v i d m a t a un f i l i s t e o , pe ro no a Gol i a t . ) 9 P o r q u e a u n q u e e s t o n u n c a s e h aa r g u m e n t a d o e x p l c i t a m e n t e , y o e s t a r a d e a c u e r d o e n q u e i n c l u s o s i l a " i n f o r m a c i n " c o n e c t a d a c o n e l n o m b r e q u e p o s e e t o d au n a c o m u n i d a d f u e r a t a n s o l o q u e " G o l i a t e r a e l f i l i s t e o a l q u eD a v i d m a t " , e l l o d e t o d o s m o d o s n o s i g n i f i c a r a q u e e n e s a c o m u n i d a d " G o l i a t " s e r e f i r i e r a a e s e h o m b r e y , p o r l o t a n t o , q u e l ao r a c i n e x p r e s a r a u n a v e r d a d . Y s i a l m i s m o t i e m p o p e n s r a m o sq u e e l n o m b r e denotara a l f i l i s t e o m u e r t o p o r E l h a n n , e n t o n c e ss e r e c h a z a r a n t a n t o l a n e c e s i d a d c o m o l a s u f i c i e n c i a d e l a s c o n d i c i o n e s s u g e r i d a s p o r l a t e o r a descripcionista d e l a d e n o t a c i nd e u n n o m b r e . s t a e s l a t e s i s q u e K r i p k e d e b e r a h a b e r d i s c u t i d op e r o q u e n o l o h i z o .4 . A n t e s d e p a s a r a e s b o z a r d i c h a t e o r a e n l a s e g u n d a p a r t e d e e s t ea r t c u l o , p e r m t a s e m e e x a m i n a r g l o b a l m e n t e l a p o s i c i n a l c a n z a d ay u s a r l a p a r a h a c e r u n a e n u n c i a c i n s u m a r i a d e la p o s i c i n q u ed e s e o a d o p t a r .P u e d e c o n s i d e r a r s e a l a t e o r a d e s c r i p c i o n i s t a e n g e n e r a l c o m ol a e x p r e s i n d e d o s i d e a s .

    ( a ) La denotac in de un nombre es t de te rminada por aque l loa lo que los hablantes tienen la intencin de referirse al usare l nombr e .(b) El objeto al que un hablante tiene la intencin de referirsemed iante su uso de un no mb re es aque llo que sa t isface o seajusta con la mayora de las descripciones que constituyene l cmulo de informacin que e l hablante ha asoc iado con e ln o m b r e .H.W. Robinson, The Histary of Israel, Duckworth, Londres, 1941, p. 187.

    LA TEORA CAUSAL DELOS NOMBRES 23Hemos visto que hay grandes dif icultades con (a) cuando se interpr eta com o una tesis en el nivel micro . Pero la cons ideraci n delfenmeno de obtenc in o de cambio de denotac in por par te deun nombre sugiere que es probable que e l que haya una comunidad de hablantes que usen el nombre con tal y cual objeto como elreferente intencional [intended referent] es un componente c ruc ia len es tos procesos . Con los nombres como con ot ras expresionesen el lenguaje, lo que signif ican depende de cmo los usemos parasignificar; es sta una verdad cuyo reconocimiento es compatiblecon la negacin de la fusin del decir con el querer decir en elnivel del hablante individual.

    En do nd e est la autntica debilidad es en (b): en la vieja y malafilosofa de la mente que por un momento sacamos a luz. No tantoen la idea de que el referente intencional est determinado por lainformacin asoc iada de un mo do ms o menos com pl icado, s inoen la forma especf ica que se supone que reviste la determinacin:ti ajustarse. Hay algo absurdo en suponer que el referente intenciona 1 de a lgn uso per fec tamente comn de un nombre por par tede un hablante podra ser alguna cosa que estuviera totalmentelisiada (causalmente) de la com unid ad y la cultura del usuario sim-I demente en vir tud del hecho de que se ajusta mejor que cualquier > ra cosa con el cmulo de descripciones que l asocia con el nomine. Estoy de acuerdo con Kripke en pensar que lo absurdo resideen la ausencia de la relacin causal entre la cosa en cuestin y elhablante. Pero me parece que l ubica mal la relacin causal; lai dacin causal importante se encuentra entre los estados y actividades de esa cosa y el cuerpo de informacin del hablante noBnlre el acto de dotar a la cosa con un nombre y el uso actual queI i hablante hace de l.I .os f ilsofos se percatan cada vez ms de que la causalidad estII i' i ida e n c onc e p t os c e n t ra l e s de e p i s t e m ol og a y f i l osof a de lani ' me. Tanto ver como saber son buenos ejemplos.Lo absurdo de suponer que la denotac in de nuest ro uso ac-in.11 del nombre "Aristteles" pudiera ser alguna cosa desconocidai " /' ) cuyas actividades estuvieran causalmente aisladas de nuestrolulo de informacin, es estr ictamente paralelo a lo absurdo dei'I er que uno podra estar viendo algo con lo que no tieneningn contacto causal slo sobre la base de que el objeto y laImpresin visuales se ajustan esplndidamente.

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    24 GARETH EVANSEs probable que en el caso de ver haya algn requisito de gradode ajuste, lo cual signif ica que despus de cierta, cantidad de distor s in o de fantasa no po demo s segui r sosteniendo que se s igueviendo la cosa causa lmente ac t iva . Y pienso que es probable quehaya un requisito paralelo para el acto de referir . Nos enteramos,por ejemplo, gracias a la obra Arthur of Britain, de E.K. C h am-bers, que Arturo tena un hijo, l lamado Anir , "a quien la leyenda

    ha quiz confundido con su lugar de ent ie r ro" . Si la noc in deKripke de f ijar la referencia es tal que aquellos que dijeron queAnir e ra un lugar de ent ie r ro de Ar turo podr an es ta r denotandoa una persona , entonces parece poco recomendable y c ie r tamenteno est justif icada po r la crtica que l desarro lla en co ntra d e lateora descripcionista. Pero la existencia o naturaleza de este requer im iento de "grado de a juste" es algo de lo que no m e o cuparaqu .Debemos permi t i r , entonces , que la denotac in de un nombreen la comu nidad d ependa , de un m odo com pl icado, de aque llo a loque quienes usan el trmino tienen la intencin de referirse, peronosot ros entenderemos "re fe rente intenc iona l" de manera ta l queusua lmente una condic in necesaria (mas no suficiente) para que xsea e l r e fe rente intenc iona l de l uso de un nom bre p or par te d e Hes que x sea la fuente del origen causal del bloque de informacinq ue H ha asoc iado con e l nombre .II

    5. El objetivo que me he f ijado es, pues, modesto; no es el depresenta r una teor a comple ta de la denotac in de los nombres .Sin presentar una teora general para resolver el problema de laambigedad no puedo presenta r una teor a de la denotac in de lhablante , aunque har observac iones que de a lguna manera nospredispondrn en re lac in con dicha cuest in. Me propongo meram ente esbozar una expl icac in de lo que hace que una ex presinsea un nom bre para a lgo y que permi ta que los nombres cambiensus denotac iones .E l proyec to es inc luso ms mo desto, ya que me p ropon go ut i li zar una noc in no def inida de re fe renc ia de l hablante tomndolaprestada de la teora de la comunicacin. No estarn de ms unpar de pa labras a manera de expl icac in.

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 25Un hablante pued e tener xi to en hacer entender o en comunicarque p inc luso si usa una orac in que n o pue de ser usada apropiadamente para dec i r que p. Supuestam ente es te xito consiste en q uesus oyentes se forman una creencia acerca de l. sta no t iene porqu ser la creencia de que el hablante tena la intencin de decir ensentido estr icto que p , puesto que e l hablante pudo haber tenidoxito en hacer entender algo a pesar de usar una oracin de la que

    se sabe que l sabe que no pue de ser usada apropiadam ente paradecir que p. El hablante se habr referido a a, en el sentido en queme he permitido utilizar , slo si ha tenido xito en hacer entender que Fa (para a lguna sust i tuc in F) . Se requieren condic ionesr igurosas adic iona les . Cier tamente , es ta noc in es por comple todi fe rente de la noc in de denotac in q ue he es tado usando, l igadacomo est la denotacin al decir en el sentido estr icto. Podemosreferirnos a x usando una descr ipc in que x no satisface; no podemos denotar de ese modo a x.Ahora bien, un hablante puede saber o creer que hay tal y cualcosa en el mundo y tener la intencin de referirse a ella. Y es aquque se debe hacer valer la sugerencia hecha antes, porque esa cosano es (en general) el satisfactor del bloque de informacin cuyaposesin por parte del hablante hace verdadero que l sepa de laexistencia de la cosa; es ms bien esa cosa la que es causalme nte responsable , o predomin antemen te responsable s i hay ms de una , dela posesin po r par te de l hablante de ese bloque de informacin.(Desde luego que este sealamiento no atae especf icamente aesta intencin o a la intencin en tanto que opuesta a otras actitudes psicolgicas.) Exploremos entonces, muy brevemente, estasdos ideas: fuente y predomin io.En genera l , nuest ro conocimiento o c reenc ia acerca de obje tosparticulares se deriva de transacciones de recopilacin de informacin, las cuales involucran una interaccin causal, conducida pornosotros, con alguna que otra cosa, o que se deriva, quiz a travsde una larga cadena, de las transacciones de otros. La percepcindel e lemento en cuest in es la pr inc ipa l manera , pero de ningnmodo la nica, de cmo un objeto puede f ijrsenos; por ejemplo,un hombre puede ser la fuente de cosas que descubrimos al esculcar su maleta o leer sus trabajos.Desde luego que una relacin causal no es suficiente, pero podemos servi rnos de la teora de l conocimiento y deci r a lgo comolo siguiente. X es la fuente de la creencia q ue H expresa mediante

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    26 GARETH EVANSla emisin "Fa" si hubo un episodio que causara la creencia de Hy en e l que X y H estuvieran causalmente relacionados en un tipode s i tuacin apropiado para la produccin del conocimiento deque a lgo F-ea (-Bx (Fx)) un tipo de situacin en el que la creenciade que a lgo F-ea estara causada porque algo estara f-eando. Q u este sea un modo de producir conocimiento no significa que nopueda fallar; es por ello que X , por fumar cigarros franceses, puede ser la fuente de la creencia que H expresa mediante "a fumacigarros griegos" .Desde luego que algo de nuestra informacin acerca del mundo no est basada de ese modo; podemos deduci r que ex is te e lhombre ms a l to del mundo y deduci r que mide ms de dos metros de altura. Ningn hombre es la fuente de esa informacin; unnombre que se introduzca en relacin con ella podra funcionar demanera semejante como la teora descripcionis ta no modificadaindic .La leyenda y la fantasa pueden crear nuevos personajes o aadircmulos de materiales sin fuente a otros expedientes; las restricciones sobre la relacin causal impediran que los inventores delas leyendas resultar an ser las fuentes de las creencias a las que susleyendas dan lugar. Alguien diferente de $ pue de ser la fuente de lacreencia que H expresa mediante ""; el Gdel de Kripke,al reclamar para s la prueba, era la fuente de la creencia que lagente manifestaba diciendo "Gdel prob la incompletitud de laari tmt ica" , no Schmidt .La mala identificacin puede causar que la cosa que es la fuentede la informacin sea diferente de la cosa acerca de la cual se creela informacin . Puedo formarme la creencia acerca de la esposade algn colega de que tiene piernas bonitas sobre la base de vera alguien diferente pero la joven que yo vi es la fuente de miinformacin .Por lo tan to , un cmulo o un expediente de informacin pued ese r p re d o mi n a n t e me n t e de 10 una cosa aunque conteng a e lementoscuya fuente sea diferente. Y sin duda queremos permitir que sea

    10 El trmino es de D. Kaplan, vase "Quantifying in", en D. Davidson y J.Hint ikka (comps.) , Words and Objections, Reidel, Dordrecht, 1969: pienso que haysimil i tudes c la ras entre mi nocin de una fuente predominante y nociones que lesboza all. No obstante , no quiero tener nada eme ver con la vividez. Tom o pre stadoel trmino "expediente" del artculo de H.P. Grice, "Vacuous ames", que est en elmismo volumen.

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 27posible que una mala identificacin persistente pueda causar queun cmulo sea predominantemente de a lguna o t ra cosa que deaquel la de la que predominantemente lo era en un princip io .Supngase que l lego a conocer l igeramente a un hombre . Supngase que despus un gemelo idnt ico adecuadamente preparado para la ocasin ocupa su posicin y que llego a conocerlobastan te b ien , s in percatarm e de la permu tacin . Inm edia tam entedespus de la permutacin mi expediente ser todava predominantem ente e l de l hombre orig inal y yo fa lsamente creo , com o loreconocera si ello se me sealara, que l est en el cuarto. Despuspasara por un periodo en e l que n inguno de los dos sera predominante; no he identificado mal a uno como si fuera el otro, locual es una relacin asimtrica, sino que ms bien los he confund i d o . Finalmente , e l gemelo ocupara la posic in predominante ;yo no tendra creencias falsas acerca de quin est en el cuarto,sino creencias falsas acerca de, por ejemplo, cundo me encontrpor primera vez con el hombre en el cuarto. Estas diferencias parecen residir enteramente en las diferencias en las reacciones delcreyente frente a los diversos descubrimientos y se pretende que elp re d o mi n i o refleje esas diferencias.El predominio no es simplemente una funcin de la cantidad deinformacin (si eso es siquiera inteligible). En el caso de las personas, por ejemplo, la vida de cada hombre presenta un esqueletoy la fuente predominante puede ser e l hombre que cont ribuy arevestirlo en su mayor parte, ms que el hombre que contribuycon la mayor parte del revestimiento. Los detalles en un rea par-licular pueden quedar superados por la difusin. Asimismo, lasi a/.ones del creyente para estar interesado en la cosa en cuestinno pesarn en absolu to .

    Considrese otro ejemplo. Si resulta que un impostor se hubiera apoderado del papel de Napolen de 1814 en adelante (pos-teriormente al destierro en Elba), el cmulo de la informacindel h is toriador comn segui ra s iendo predominantemente e l de lhombre responsable por las proezas an teriores (a en e l d iagramaI) y diramos que los historiadores sostienen creencias falsas acer-.i de quin pele en Waterloo. Si, no obstante, la permutacinhubiera ocurrido mucho antes , y se hubiera suplantado a un oficialdel ejrcito en ese entonces desconocido, entonces la informacindel historiador comn habra sido predominantemente la del seg u n d o h o mb re (0 en el diagrama 2). En tal caso, no diramos que

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    28 GARETH EVANStendra creencias falsas acerca de quin era el general en Water-loo, sino ms bien que tendra creencias falsas acerca de la carreraante r ior de ese genera l .Creo que podemos dec i r que en general un hablante tiene laintencin de referirse a la cosa que es la fuente predominante desu bloque asoc iado de informacin. Es impor tante entender queesto no cambiar de ocasin en ocasin, dependiendo de l asuntode que se t r a te . Algunos han propuesto 11 que si en el caso 1 elhis tor iador dice "Napolen pe le hbi lmente en Water loo" es e li mpos t o r (3 quien es el referente deseado, en tanto que si hubieradicho inmedia tamente despus "a di fe renc ia de como ac tu en e lsenado", habr a s ido a. Esto parece que es un error; no slo lo queel hombre dijo es falso, sino tambin lo que quera decir es falso,como l mismo ser a e l pr imero en admit i r ; no e ra Napolen quienpe le hbi lmente en Water loo.

    1 8 1 5 -1 8 1 4 -

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    D i a g r a m a 1 D i a g r a m a 2Con este trasfondo, entonces, podemos ofrecer la siguiente definicin tentativa:"NN" e s un nombr e de x si existe una comunidad C1 ' K.S. Donnel lan, "Proper ames and Identifying Descriptions", en Davidsony Harman (comps .) , op cit., p . 371 .

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 291. En la que es conocimiento com n que los miemb ros de Ct ienen en su reper tor io e l procedimiento de usar "NN" pairareferirse a x (con la intencin de referirse a x).2. Se tenga la intencin, en cualquier caso particular , de hacerdescans ar el xito de la referencia en el conoc imie nto comnal hablante y al oyente de que a "NN" lo han usado los miembros de C para referirse a x y no en el conocimiento comn

    de la satisfaccin por parte de x de algn predicado metidoen "NN".12(Para mantener simple a la definicin no se hace ningn intentopor cubrir el sentido en el que un nombre no usado pero institu-c iona lmente aprobado es un nombre . )Esta distincin (entre uso-porque-(sabemos que)-lo-usamos y eluso con o tras bases) es jus to lo que se necesita p ara distinguir alas metforas mu ertas de las vivas; creo qu e es la nica bas e sobrela cual se pu ede d istingu ir el funcion amiento referencial de losnombres , que gramat ica lmente pueden ser descr ipc iones , de l delas descr ipc iones .13La definicin no tiene la consecuencia de que la descripcin "elhombre a quien llamamos 'NN' " sea un nombr e , po r qu e su xitocomo un mecanismo referencial no descansa en el conocimientoc omn de que ella es o ha sido usada para referir a x.Las intenciones por s solas no conducen a que un nombre obtenga una denotacin: si las intenciones no se hacen manifiestasno p ued e haber e l conocimiento com n req uer ido pa ra la prct ica.Nuestras condiciones son ms severas que las de Kripke, puestoque para l una expresin se convierte en un nombre en la medidaen que alguien ha nombrado algo con l y, por ello, ha causadoque est en el uso comn. Esto parece casi mgico. Supngase quealguien de un grupo de pueblerinos bautizara como "Ricitos deoro" a una niita q ue hub iera estado d e vacaciones en esos para-

    12 Para la nocin "conocimiento comn", vase D.K. Lewis, Convention, Harvard University Press, Camb ridge, Mass., 1969 y la nocin, ligerem ente diferente, enS.R. Schiffer, Meaning, Clare ndon Press, Oxford, 1972. Para la nocin de "un proced imien to en e l repe rto rio", vase "Utlerer's Meaning, Sentence Meaning, WordMeaning", Foundalions of Language, 1968, de H.P. Grice. Es claro que la empresa ledebe mucho a Grice, pero no se establece aqu ningn compromiso con ningunaversin especfica de la teora de la comunicacin.Y si Schiffer tiene razn, mucho ms claramente vase Meaning, cap. V.

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    3 0 GARKTH EVANSjes y que e l nom bre se popular izara . Supngase , s in embarg o, quehubiera dos gemelas idnt icas que los puebler inos no dis t inguieran en absoluto. Yo negara que "Ricitos de oro" sea el nombre decualquiera de las dos incluso si por algn milagro cada puebler ino usara e l nombre en forma consis tente , pero que en ningnsent ido cayeran en dos subcomunidades coherentes . (E l nombrepodr a denotar a la pr imera nia nombrada s i por a lguna raznespecial los pueblerinos tuvieran deferencias hacia el introductordel nom bre hablar ms sobre es to po ste r iormente . )Considrese el siguiente caso. Se descubre en el Mar Muertoun rec ipiente que cont iene documentos en los que se encuentranpruebas matemticas fascinantes. Inscrito al calce est el nombre"Ibn Khan", a l que na tura lm ente se considera e l nom bre de l constructor de las pruebas. Por consiguiente, pasa al uso comn de losmatemt icos que se ocupan de esa rama d e las matemt icas "Khanconjetu r q ue. . . " y cosas por el estilo. Sin embargo, su pn gase quee l nombre e ra e l nombre de l escr iba que t r anscr ibi las pruebasmucho despus; se haba bor rado un pequeo "id scripsit".Aqu hay un caso per fec to en donde una comunidad coherenteusa el nombre con el matemtico como el referente intencional yuna consecuencia de la definicin sera que "Ibn Khan" sera unode sus nom bres . Asimismo, "Malaquas" habra s ido el nomb re de lautor de la obra bbl ica de l mismo nombre a pesar de que su usoestuviera basado en una malinterpretacin ("Malaquas" signif ica"mi mensa je ro") .14En tales tradiciones, los hablantes usan nombres bajo la impresin equivocada de que su uso coincide con el uso de otroshablantes que se refieren a la cosa pertinente. Probablemente losnom bres se r an re t i r ados cuando se reve la ra la impresin equivocada o empezar an una vida ms bien di fe rente como "nuest ros"nombres para los objetos de los que se trate (cfr. "Deuteroisaas",etc.). Esto podr a impresionarnos y hacer que lo considerramoscomo una razn para negar que quienes es taban dent ro de esastradiciones dijeran literalmente la verdad al usar los nombres. Esmuy fcil aa dir u n codicilio a la definicin que tuvie ra este efecto.De hecho, s ta no es una razn muy buena para negar quelos hablantes dentro de tales tradiciones digan literalmente la ver-

    14 Vase O. Eissfldt, The Od Testament: An Jntroduction, Oxford UniversityPress, Oxford , 1965 , p . 441 .

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 3 1da d .15 Pero no quiero ins ist i r sobre ning una dec is in en es te punto . Esto es porq ue un o pued e hacer concesiones y permi t i r qu e semodif ique la def inic in s in abandonar nada impor tante . Pr imero:la def inic in con su codic il io permi t i r an q ue muchos nom brescambien sus denotac iones . Segundo: de l hecho de que , en nuest roe jemplo, la comunidad de los matemt icos no denotara a l matemt ico obviamente no se s igue que e l los es tuvie ran denotando a lescr iba y que , hablando con todo r igor , es tuvie ran dic iendo ensentido estr icto montones de falsedades acerca de l.Perm taseme d esar rol la r e l pr imero de es tos sea lamientos .Hay un modo bastante es tndar en e l que la gente obt iene susnombres . Si usamos un nombre de un hombre esperamos que e lnombre se haya or iginado de l modo es tndar , y es ta expec ta t i va puede condic ionar nuest ro uso de l nombre . Pero considrense nombres de gente que obviamente son apodos o nombres delugares o de piezas de msica . Puesto que no hay ningn modoestndar de imponer esos nombres , los ul te r iores usuar ios en genera l no usarn e l nombre teniendo en mente e l or igen y, por lolauto, cuando haya una divergencia entre la cosa involucrada enel origen del nombre y el referente intencional del hablante nohabr ninguna manterpretacin , ningn motivo latente para retir a r e l nom bre y, por consiguiente , ningu na objecin en cont ra deque e l nom bre adquiera u na nueva denotac in, inc luso de acuerd ocon la def inic in modif icada . Mient ras no tengan ninguna raznpara c reer que el nom bre ha a r ras t rado con l a lguna informacin,los hablantes reaccionarn a la revelacin de que el nombre fue enalguna ocasin usado para referir a algo diferente con la mismadase de indiferencia con la que reciben la informacin de que [ lapalabra inglesa] meat [carne] en alguna ocasin signif ic abarrotesen genera l .

    Podemos contar fcilmente la historia en el caso 2 de nuestrodiagrama de Napolen de manera que a sea e l por tador or igina lde l nombre "Napolen" y que haya s ido t r ansfer ido a l impostor debido a la similitud de sus apariencias y, por lo tanto, sin que nadiei (Miga la intencin de iniciar una nueva prctica. Aunque no esste un caso tan claro, probablemente dir a que los historiadoreshabr an usado e l nombre "Napolen" para re fe r i r se a 0. Quiz lo

    15 John McDowell me persuadi de esto, como de muchas otras cosas. l de-icsia mis conclusiones.

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    32 GARETH EVANSaband onen , pero es c laro que eso no logra most ra r que todos e l losestaban denotando a a. As como tampoco most ra r a nada e l hecho de que alguien que estuviera al tanto de todo viniera y dijera"Napolen e ra un vendedor de pescado y nunca es tuvo en Wa-terloo". La pregunta relevante es: "contradice esto la aseveracinque se hizo cuando los historiadores dijeron: 'Napolen estaba enWaterloo'?" Dar una respuesta afirmativa a esta pregunta requierela previa determinacin de que ellos han estado todo el t iempode no t a ndo a a.Necesi tamos considerar ot ra compl icac in mayor . Aunque demanera estndar usamos expresiones con la intencin de ajusfarnos al uso gen eral que en la com unid ad se hace de ellas, en alg una socasiones las usamos con la intencin dominante de ajustamos aluso que hacen de ellas otra u otras personas. En ese caso, dir queusamos la expresin co n deferencia (hacia esa otra persona o grupo de personas) . Esto tambin es verdadero de a lgunos t rminosgenerales: "viola" y "minueto" seran ejemplos.Yo dir a, por ejemplo, que el hombre en la conversacin en elbar usaba "Luis" con deferencia. No es nada ms una cuestin deignorancia de su parte; l podra, en efecto, tener una opininrespecto a quin es este Luis (quiz el hombre con quien se topantes) , pero de todos modos usa la expresin con deferencia. Hayuna brecha impor tante ent re

    tener la intencin de referirse al 0 y creer que a = el ;tener la intencin de referirse a aporque, incluso si l tuviera una opinin respecto de quin es dequien estaban hablando, yo dir a que l tena la intencin de refer i r se a l homb re de quien es taban hablando y no a l hom bre qu e sehaba encontrado antes .Los a rquelogos podr an encontra r una tumba en e l desie r to ysostener falsamente que es el lugar de entierro de algn personajepoco conocido de la Biblia. Podran descubrir mucho acerca delhombre de la tumba, de manera que fuera l y no e l per sona jede la Biblia la fuente predominante de su informacin. Pero, dada la naturaleza y el objetivo de su tarea, los arquelogos estaranusando el nombre con deferencia hacia los autores de la Biblia.Afirmara entonces que ellos denotan al hombre y dicen cosas falsas acerca de l. Obsrvese que en un caso as esta caracterizacinsirve a algn f in.

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOMBRES 33De hecho, el caso no es diferente de ninguna otra situacin enla que se use un no mb re con la intenc in dom inante de re fe r i r se aalgo que satisface tal y cual descripcin. Kripke ofrece el ejemplode "Jack el destr ipador". Una vez ms, despus del arresto de unh o m b r e a que de h echo n o es responsable de los c r menes, a pue de ser la fuente predominante de la informacin de los hablantes,pero el referente deseado bien podra ser el asesino y no a. D e

    nuevo, es to produci r un montn de fa lsedades .No usamos todos los nombres con deferenc ia , y menos todava con deferencia hacia la persona de quien los recibimos. Pore jemplo, los matemt icos no u saban e l nombre "Ibn Khan" con laintenc in dominante de referirse a quien fuera que llevase el nombre o a quien a lguna ot ra per sona o com unidad se re fe r an.Por lo tanto, debemos ser cuidadosos en dis t ingui r dos razon espara a lgo que se considerara como "re t i r a r orac iones que cont ie nen e l nombre":(a) que el elemento no lleve el nombre "NN" ("Ibn Khan", "Ma-laquas")(b) que el elemento no sea NN ( los arquelogos bblicos)Quis ie ra te rminar con un e jemplo qu e me permi t i r jun ta r todos estos hilos y resumir en dnde dif iere m posicin de la teoracausal.Un joven A deja un pueblito en los altiplanos escoceses parabuscar for tuna despus de haber adquir ido e l apodo de "Zonzo"(espero que la razn por la que se escoge un apodo sea clara) . Mso menos c incuenta aos despus , un hombre B viene a l pueblo yvive como ermitao en la colina. Los tres o cuatro sobrevivientesde la poca de la partida del joven c reen falsamen te q ue ste ese l habi tante de l pueblo que se fue hace mucho y que es t de re greso. Por consiguiente, ellos usan entre s el nombre "Zonzo" y

    ste empieza a circular entre los jven es del pueb lo, los cuales notienen idea de cmo se origin. Estoy suponiendo que, si se lesesclarecieran los hechos, los habitantes ms viejos dir an "despusde todo no es e l Zonzo" ms que "parece que , despus de todo, e lZonzo no regres a este pueblo". Dira, en ese caso, que ellos usane l nombre para re fe r i r se a A y que de hecho dicen, denotndolo,cosas falsas acerca de l ( incluso al emitir "He aqu al Zonzo queviene de nuevo a tomar su caf") .

  • 7/30/2019 Gareth Evans-La teora causal de los nombres propios

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    34 GARETH EVANSEmp ero, los viejos podr an m or i r de jando .* una c omuni da d homogn ea qu e usa e l nom bre p ara re fe ri r se a l hom bre d e la col ina .Creo que n o hay obstculos para que se vueha su nom bre . La historieta no se ve muy afectada si los habitantes viejos pasan algunainformacin, cuya fuente es A, diciendo cosas como "al Zonzo leencantaban las muchachas" , porque los cmulos de informacinde los hablantes ms jvenes segui r an s iendC predom inantem ente los del hombre de la colina. Pero es un rasgo i mpor t a n t e demi explicacin que la informacin que los habitantes ms viejospodr an dar a los ms jvenes podr a se r tan fica, coherente e impor tante para e l los que A podra ser la fuentf pr e dom na t e de suinformacin, de manera q ue tambin e l los reconoceran "Despusde to do, aqu el h om bre de la colina no es el Znzo".Una ltima posibilidad sera que ellos, por alguna razn, usaranese nombre con deferenc ia hac ia los habi ta r les de l pueblo msviejos, con la consecuencia de que, independientemente de quinfuera predominante , denotar an a quien fuer que los ms viejosde no t a r a n .

    6. Conclusin. Quienes adopta n ambas teoras pod r an p re tend errazonablem ente se r r e ivindicados por la posic in a la que h emo sl legado. Le hemos asegurado a l ter ico descrpc ionis ta mucho delo que quer a . Vimos que a l menos para e l ca> ms fundamenta lde uso de nombres (nombres usados sin defereicia) , la idea de quesu denotac in queda f i jada de un modo ms renos compl icadopor los cmulos de informacin asoc iados queuno podr a ext raerde los usuar ios de l nombre resul ta dar no mty lejos del blanco.Pero es claro que el f ijar la tiene un origen cmsal y no se debea que se ajuste, lo cual afecta de manera crupal e l impacto queesta idea tiene sobre el enunciado de las condiciones de verdadde las oraciones existenciales u opacas que coriienen nombr e s . E lter ico pued e tamb in apunta r a la idea de predominio c omo unaidea que , c ie r tamente en forma cruda , asegura o que l estaba tratando de asegurar mediante su discurso acercare la "mayora de"las descripciones y al "requisito del grado de ajiste" para bloquearconsecuenc ias que encontr obje tables .

    El terico causal puede tambin ver con satisfaccin el resultado, el cual efectivamente incorpora en una fosicin central suintuicin acerca de la importancia de la causaidad. Adems, lasdoctr inas lgicas que le incumba establecer, (OJ qjomplo, la no

    LA TEORA CAUSAL DE LOS NOM BRES 35cont ingenc ia de los enunciados de ident idad hechos con e l uso denom bres , no son obje tadas . La informacin es individuada po r lafuente; si a es la fuente de un cmulo de informacin, ningunaotra cosa pudo haber lo s ido. Por consiguiente , nada di fe rente podr a haber s ido ese a.

    Los nicos tericos que se quedan incm odos son aque l los que ,ignora ndo las observac iones expl c i tas de Kripke en sent ido cont ra r io,16 suponan que la teor a causa l les podr a prop orc ionar unarespuesta ente ramente no intencional para los problemas planteados por los nombres. Pero no lamento su afliccin.Nuest ras ideas apuntan tamb in hac ia ade lante , porq ue p areceque ellas, o algunas ideas familiares cercanas, deben usarse en laexpl icac in de l func ionamiento de por lo menos a lgunos demos-l ia t ivos . Una expresin como "Ese montas" en "Ese montasViene a la ciudad esta noche" puede, a travs quiz de los peri-< I iros, desvia r de un bloque de informacin que se supone queis propiedad comn y que f i ja su denotac in. Nadie puede serfe montas a menos de que l sea la fuente de esa informacin,independientemente de qu tan perfectamente se ajuste con ellav. desde luego, alguien puede ser ese montas y no ajustarse conmucho de ella. Es en dicha g eneralid ad qu e debe radic ar la defensa