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MISTERIOS DE LA- NATURALEZA

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MINISTERIO DE AGRICULTURA

F. ~.- 7) J'A-..:_- "

MISTERIOS DE LA NATURALEZAPOR

JESUS UGARTEIngeniero de Monte.

Sección d. Publicaciones, Prensa y Propaganda

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CIlAFICAS UCUlNA· MEI.ENDEZ VALDES,7 • MADRID

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INTRODUCCION

Vamos a intentar, con el valioso auxilio demuy notables investigadores y tratadistas, ycon el pobre de nuestras propias meditacio­nes y "reservas de lógica, procurar a los lec­tores de este trabajo, en forma que estima­mos amena y práctica, el conocimiento de loque constituye el fundamento 'de cuanto enla Naturaleza nos rodea.

Amena dentro de lo que cabe, pues jamásse podrá conseguir esta cualidad a gusto detodos, ni por- el fondo de la cuestión ni porla manera de tratarla, y menos por quien nodispone de muy sobrados medios.

Práctica estimamos que sí, contando, aun­que sea levemente y por sóla la "razón de ex­periencia, con algún conocimiento de la psi­cología humana y de la existencia de unavirtud, de resultados infalibles, que tenemosbien observada y experimentada (caracterís­ticas precisas para el establecimiento de laverdadera, ciencia natural) y que, como mu­chas otras cosas, que aprovecharemos fre­cuentemente, describe sencilla y magistral­mente Hans J oachim Flechner,

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Manifiesta el referido autor que en la lec­tura d-e los libros científicos rige desde an­tiguo un sabio principio. La introducción selee al final, porque, generalmente, es un re­sumen del contenido de la obra y, por tanto,sólo al final puede comprenderse bien. Perocomo dicha introducción es precisamente in­troducción, y no está al principio por broma,debe sacarse de ello la consecuencia: leer laintroducción y seguir adelante; es decír, leerpor segunda vez toda la obra.

Aquí, claro es, no tiene adecuada aplica­ción total dicho principio, ya que esta nues­tra introducción no posee propiamente el ca­rácter Qlue el referido autor le asigna, ni,además, tenemos la vana pretensión de quese nos lea completamente dos veces.

Pero como, de cualquier modo, no quere­mos perder la oportunidad, en provecho delpropio lector, a quien siempre convienen co­nocimientos de esta universal importanciareconocida, de obligarle a repetir ciertas lec­turas, procuramos nosotros, bien conforma­do. con que nos siga una sola vez hasta elfinal, tomarnos el trabajo de reproducirlasfrecuentemente, desde distintos puntos devista, que es sin duda como todo se compren­de y se retiene mejor.

¿ Importancia de este estudio? Basta con­siderar, para concedérsela, que cuanto secontiene bajo, en y sobre la superficie denuestro planeta, naturalmente o producido

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por la industria humana, se encuentra inter­venido por la materia, cuyo íntimo conoci­miento será el objetivo primordial de nues­tras consideraciones; que de la materia nopodemos prescindir ni un solo instante, en­contrándonos atados a ella con fuerzas con­tra las que nuestra lucha es imposible; queson materia la primera piedra y cuantas lasiguen, a través de todas las manifestaciones

'de esta admirable fábrica de la Naturaleza,y que cuanto ocurre ante nuestra vista y fue­ra de ella, en relación con las infinitas modi­ficaciones constantes de todo lo creado, esfruto permanente de especiales actividadesde la materia.

Separadas las acciones de orden espiritual,ajenas a nuestro actual propósito, nada po­demos conocer íntimamente, ni explicarnosde un modo completamente satisfactorio, sinhaber contraído antes una firme amistad, enel más amplio sentido de la expresión, con lamateria.

¿No merece, por tanto, la molestia de con­sagrarla algunos ratos de atención? Cadacual, en definitiva, tiene la última palabra.

Estimamos, no obstante, que el asunto valela pena de un pequeño sacrificio, aunque sólofuera a título de curiosidad, y para no hacer­nos acreedores al título, en el mejor de loscasos, de "sabios de ventura", que Gracíándefine con su proverbial agudeza como "losque sin haber estudiado son tenidos por doc-

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tos; son sabios sin cansarse; sin haberse que­mado las cejas, traen barba autorizada; sinhaber sacudido el polvo a los libros, levantanpolvaredas; son muy lúcidos sin haberse des­velado, y sin trasnochar ni madrugar cobra­ron buena fama".

Títulos todos ellos muy honoríficos y muyresplandecientes, hasta que--lo que ocurresiempre, más o menos rápidamente-pierdentodo su rango ysu brillo, ya que equivalen,"según el mismo prestigioso autor, a la delez­nable situación de aquello de "saber sin es':tudiar, letras sin sangre, fama sin sudar, ata­jo sin trabajo y valer de balde".

ITINERARIO DE UN VIAJE A TRAVESDE LA MATERIA

Al emprender cualquier viaje, lo que sole­mos conocer con relativa seguridad son losnombres de las estaciones de salida y de lle­gada (los de las intermedias los desconoce­mos y no nos interesan con harta frecuen­cia): el del lugar en que vamos a iniciarloyel de aquel otro a que pretendemos arribar.Hablamos sólo de relativa seguridad, porquelos accidentes de nuestra vida, los sucesos dela Naturaleza y... aun las más simples dis-

. tracciones nos pueden deparar infinitas sor­presas.

También aquí, con las mismas reservas,

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conoceremos los extremos del camino que nosproponemos. recorrer: Estaciones terminalesde un gran paseo, llanamente científico, quepodemos denominar diversamente, si no deun modo estricto-la razón se hallará en suoportuno lugar-en forma de sobra repre­sentativa para nuestro objeto.

Valgan para el caso: "Materia" y "Ato­mo", "Totalidad" y "Unidad", "Lo mayor" .,"Lo más pequeño", y cuantas otras similaresquisiéramos añadir. Lo que no hacemos, por­que con las expuestas bastan, y, cuanto no seprecisa, sobra.

Inmenso trayecto; 10 reconocemos. Perosabemos también que en nuestro COrrer porel mundo no vemos todo lo que a nuestra vis­ta se ofrece ni podemos pretender, por nues­tra Iimitadísima capacidad, el acabado cono­cimiento de casi nada, y así contamos conque nadie podrá exigir de nosotros cosa quesignifique extraordinaria superacíén; somosuno de tantos--de los del clásico montón-,empeñados de la mejor buena fe en apren­der un poco y en trasladar desinteresada­mente al lector, si un día llego a tenerlo, al­gunos frutos de sus enseñanzas logradas.

Además hay un buen trozo de este itinera­rio, el que pudiéramos llamar de las cosasaparentes, sobradamente conocido, y general­mente tratado por muchos buenos autores,sobre los que pasaremos en situación de via­jeros que, sabiendo la gran magnitud de su

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jornada, dedican al descanso los trayectosque, por muy repetidos, desmerecen en inte­rés, para consagrar sus mejores energías ala minuciosa consideración de lo más nuevo.

¿Lugares de tránsito? Muy pocos: casisolo materia, cuerpo, partículas, micelas, mo­léculas y átomos. Caminaremos con escasasparadas y a fantástica velocidad, para alean­aar lo más brevemente posible nuestra metay saborear en ella curiosos detalles de máxi­ma novedad general para el no iniciado.

EL TOnO y sus PARTES

Pero vamos despacio. Como hemos de pro­curar no dar paso alguno que no se halle de­bidamente meditado, y, para lograrlo mejor,haremos uso constante de nuestras reservasde objeciones, se nos ocurre aquí la primera,que soltamos sin pensarlo más.

¿Es lógica la dirección acordada paranuestra visita del mundo material? Porquemarcharemos desde lo complicado hacia losencillo, cuando acaso pudiera parecer másaconsejable el sentido contrario: conocer pri­mero las partes, para indagar después el con­tenido total.

Nos resolvemos por la afirmativa, encon­trando bien ajustada a nuestros propósitos laproyectada marcha.

Recurriendo a la química, que será la per-

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manente guía de nuestros movimientos, en­contramos en sus sistemas dos diferentesmodos de actuar: los que en ella se llaman"análisis" y "síntesis".

Hacer el análisis de un cuerpo es descom­ponerlo en otros compuestos más sencillos oen los simples que le forman, lo que se prac­tica mediante ensayos metódicos que nos con­ducen al conocimiento de su constitución yes base adecuada para su estudio.

Se produce, en cambio, un cuerpo por sín­tesis, cuando se obtiene por la unión de losmás simples que le forman o por la de otroscompuestos más sencillos. Realizar una sín­tesis química significa conocer la constitu­ción íntima de los cuerpos, fundándose enella valiosas conclusiones sobre los mismos ymuy importantes aplicaciones industriales.

Consiste, pues, el análisis en la. separacióny definición de las partes de un todo hastallegar a conocer sus principios o elementos,y la síntesis en la composición de un todopor la reunión de sus partes.

Si -decimos, por ejemplo, que un árbol estácompuesto por su tronco, ramas, raíces, ho­.las,. flores y frutos, realizamos un análisis;también si afirmamos que lo integran elagua, la celulosa (substancia que constituyela mayoría de sus tejidos y de la que se ob­tiene el papel), materias colorantes (como ladenominada clorofila que da el color verde alfolla] e), etc. Pero en este caso realizamos un

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análisis sólo parcial, que los químicos llaman"análisis inmediato". Unicamente cuando in­dagamos las substancias más simples que loforman, las que ya no es posible descompo­ner más, resulta total el análisis, que enton­ces se denomina "análisis elemental".

Si, por el contrario, mezclamos en un re­cipiente los dos conocidos gases oxígeno (O)e hidrógeno (H) y hacemos saltar en su senouna chispa eléctrica, obtenemos agua (H20).

Si la mezcla hubiera sido de los gases clo­ro (Cl) e hidrógeno (H) y la exponemos sim­plemente a la acción de la luz se logrará áci­do clorhídrico (CIH). En los dos casos se hallegado a la fabricación, por síntesis, de dossubstancias harto conocidas.

Más vulgarmente aún. Cuando, con el áni­mo de conocer a fondo la composición inter­na de un reloj, procedemos a la separación yclasificación de sus múltiples piececillas (rue­das, tornillos, muelles, manecillas, etc.) , prac­ticamos el análisis. Y si luego somos capacesde montar convenientemente todas esas pie­zas, de modo a lograr el apetecido funciona­miento de su mecanismo, podemos afirmarrealizada una síntesis del reloj.

Pues bien; nuestro criterio, al emprenderla ruta que tenemos en programa, es formal- .mente analítico. Va a consistir en intentarcomprenderlo todo por el progresivo desme­nuzamiento de las cosas, siguiendo la tareade fragmentación hasta limites insospecha-

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. dos, mucho más avanzados que los que detie­nen los análisis ordinarios. Y desde el co­mienzo hemos de respetar esta norma, en ob­sequio de la más perfecta unidad.

Además, ¿qué sabemos realmente de lacomposición de las cosas? No podemos, enefecto, asegurar, y menos por anticipado ysin disponer de la plena prueba,· que lo queaparentemente nos parece más sencillo lo seaen efecto y no termine encerrando en sus es­trechos linderos, sobre profundos misterios,alguna sorprendente complicación, que re­produzca en pequeño, como lo hace una de­tallada imagen fotográfica, toda la grandezay toda la perfección del original que repre­senta.

Seguros ya de nuestro recto proceder, quevemos presidido por un orden bien justifica­do, emprendamos nuestra excursión, comen­zando por situar y describir exactamentenuestro punto de arranque, para evitar todaposible confusión posterior.

LA MATERIA

Cada uno ocupa el lugar que merece, y lodenota, involuntariamente, por sus afinida­des-por lo que realmente ama, llega a com­prender y acierta a definir-en forma tal quele imposibilita cualquier simulación. Me miro'a placer, me veo con sinceridad y me siento

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plenamente situado en el vasto espacio reser­vado a las medianías.

Lo muy grande, por excesivo, y lo muy pe­queño por escaso, se salen bastante de mi per­cepción, y estos dos son precisamente los lí­mites de mi tarea impuesta.

Nos sucede lo mismo siempre que trata­mos de precisar algo que raya en los lími­tes de lo abstracto y de lo concreto, ponga­mos por caso el significado real del conocidovocablo "Biología", del griego "ciencia de lavida". Pero ¿ qué es la vida? Nos parece másfácil preguntarlo que explicarlo.

Sin embargo, nos vemos precisados a fijard-e algún modo el concepto de la materia,

_ o caer en lo que nos cuenta Juri Sem­'1Jono#. n relación a un niño a quien encar­.. gl día, como trabajo de clase, la des-i e .órJ del mar. Parece ser que sa.lió deli a la siguiente buenísima composí-, .ón:" mar es muy grande", tras lo cual

\: soberbio borrón.Lo mayor, la materia, ¿cómo acertaremos

a precisarlo? Aunque no me consuele dema­siado, leo que un prestigioso autor, de mi ma­yor respeto y devoción, nos dice:

El conjunto de todos los seres que nos ro­dean, que reconocemos y diferenciamos porBUS propiedades, o sea por las diversas accio­nes que directa o indirectamente ejercen so-

o bre los órganos de nuestros sentidos, se deno­mina "mundo físico". Cada uno de estos se-

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res, y por t~nto su' totali?ad. \~~r'~'~~t'~í:t\por "materia" y "energía"] mnf(lno,,¡pe .loa.,.. \dos componentes puede ser -pefini({ocotJ:¡¡e~- ,j

titud, no llegándose en este ordél¡ .~•.. ideas-,.'más que a un concepto deducido dÉt1a'o~r;vación. Por las propiedades '/dé;"Ja i m1lt.ena'fijamos su concepto; "decimos materia a 'todolo que pesa y es extenso".

En otro culto autor encontramos manifes­taciones en las que se precisa que, mediantenuestros sentidos, podemos darnos cuenta delos objetos que nos rodean, cuyo conjuntoconstituye el Universo, y la idea de "mate-ria" se impone inmediatamente a nuestroespíritu en el sentido de indicar la subs-tancia constitutiva de los objetos. Según di-cho autor resulta difícil pretender definircon precisión 10 que es materia, pues de lamisma sólo tenemos una idea relativa, si bienpodemos admitir, siguiendo el ejemplo' deNewton, que materia es cuanto puede pesar­se, verse o tocarse, y, mejor aún, todo lo qobedece a las leyes de la gravitación. Se (

. asignan como caracteres fundamentale ~a ~ ~densidad, la masa y la inercia, y como ~0-&ti :piedades esenciales la extensión, la imp e-'f(1f ~trabilidad, la movilidad y la indestruct .-lidad. _ o/'(CA ~...~

Algo es; mejor dicho, bastante. Sobre quealgunos no dicen más, otros no afirman tan­to en tan pocas palabras, y no faltan quieneseluden por completo la cuestión-e-así es de

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compleja, y somos muchos los cortos paraquienes escriben 'y han de adiestrar-, nostrazan un camino seguro para lograr la so­lución: el estudio de las propiedades de lamateria nos suministrará su concepto exac­to. Y a ese camino, porque nos convencemosque no hay otro mejor, por lo menos suficien­temente llano para nuestra capacidad, vamosa recurrir.

PRECISION IMPUESTA DE LAS DEFI­NICIONES

Antes de pasar ad-elante, queremos hacerresaltar la necesidad, para entendernos, desituarnos SIempre en el debido punto de vis­ta y de analizar después, escrupulosamente,aqu-ello que pretendemos definir o precisar.

En el primer aspecto, no cabe dudar deque debemos considerarlo todo desde un cri­terio formalmente científico, que de otro mo­do todas las cosas-y la materia no constitu­ye excepción-pueden ser objeto de múltiplesinterpretaciones. Recordemos a este respectolo que contaba Juri Semj onow respecto de lahija de un hostelero, a quien preguntaron loque era un pollito, y a lo que respondió congran aplomo: "Pues un pollito son dos racio­nes", dado que la muchacha no pensaba comoun naturalista, sino como un fondista. Nos­otros hemos de pensar siempre, por consi-

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guiente, animados del más severo espíritufísico-químico.

y que hemos de analizar después el objetode nuestras definiciones es bien obligado.Porque volvamos a nuestro caso y observare­mos con cuanta facilidad surgen las tinieblasy cómo se necesita puntualizar más.

Decfamosantes, en efecto, que mediantenuestros sentidos podemos darnos cuenta delos objetos que nos rodean, cuyo conjuntoconstituye el Universo, y la idea de materiase impone inmediatamente a nuestro espíri­tu, en el sentido de indicar la sustancia cons­titutiva de los objetos.

¿Está bien claro esto? Pues no tanto comoa primera vista parece; no hagamos excesivocaso de nuestros sentidos.

Tomemos como ejemplo el arco iris, que ve­mos claramente muchas veces, aunque sabe­mos carece de toda realidad objetiva. Los an­tiguos hebreos si consideraban el arco iriscomolunaestructura objetiva, dispuesta en loscielos para que todos la contemplasen a modode garantía de un convenio entre Dios y elhombre; ahora conocemos que no es así. Lasgotas de lluvia descomponen la luz del sol enmuchos colores, y los rayos coloreados quepenetran por los ojos de cualquier hombreforman el arco iris que éste ve. Pero, segúnexpone Sir James Jeans, como los rayos queentran en los ojos de un hombre no puedenpenetrar en los de otro Segundo hombre, nun-

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ca dos hombres distintos pueden ver el mis­mo arco iris. El arco iris de cada hombre esuna selección hecha por sus propios ojos, unaselección subjetiva de una realidad objetiva,que no es arco iris en modo alguno. Y lo mis­mo sucede con la Naturaleza que cada hom­bre ve.

El físico nos dice en primer término-si­gue manifestando el referido autor-, que to­das las impresiones sensoriales que nos lle­gan del mundo exterior, se originan in lo queél llama "materia". Esta no puede por sí mis­ma hacer luna impresión directa en nuestrossentidos; tales impresiones son debidas ex­clusivamente a "hechos físicos" que ocurrenen la materia. Hablando con rigor, no vemosel sol; vemos hechos que tienen lugar en elsol. El sol impresiona a nuestros sentidos,porque un reajuste continuo de electrones-que oportunamente definiremos - en losátomos solares se traducen en emisión de luz.Del mismo modo no vemos una silla, sino elhecho de caer la luz del día o la luz eléctricaen una silla. Si tropezamos en la oscuridadcontra la silla, no sentimos ésta, sino el hechode un cambio de energía y de momento en­tre la silla y nuestros cuerpos.

Según todo esto, la materia puede ser defi­nida como aquello que es capaz de originarsensaciones objetivas-sensaciones que pue­den ser percibidas por cualquiera que estédebidamente acondicionado para recibirlas-

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como sucede, por ejemplo, con el envio de ra­yos de luz a nuestros ojos. Las sillas, en mihabitación, son materiales, porque mi com­pañero y yo podemos ambos. verlas cuandoles da la luz, si miramos en la dirección ade­cuada con nuestros ojos abiertos. Pero si élafirma que ve serpientes rojas o ratas blan­cas, que yo no puedo distinguir cuando miroen la dirección que él me indica, sacaré ·laconsecuencia de que sus sensaeiones son pe­culiares de él; las supuestas culebras y ratasson creaciones de su imaginación y no ti-enenconsistencia material.

Cuando reflexionamos con poca atenciónpodemos, acaso, creer que tenemos un conoci­miento íntimo de la materia. Pero una re­flexión atenta nos demuestra, sin embargo,cuán múltiples estados intermedios atraviesanuestro conocimiento-materia, hechos quesobre ella se realizan, efecto en nuestros sen­tidos, viaje a través de nuestros nervios, pasopor el puente cuerpo-espíritu-c-antes de lle­gar a nuestra mente. Por esta razón, la ma­teria, en la que se originan los hechos, puedea menudo ser diferente de la materia quecreemos ver, oír o sentir. La magia, los con­juros y las inconscientes ilusiones descansansobre la posibilidad de esta diferencia.

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PRIMERAS PROPIEDADES DE LA MA­TERIA

Quedamos, pues, en que la materia es algoasí como una sustancia extensa e impenetra­ble, capaz de recibir toda especie de formas,sustancia sobre la que vamos a 'precisar con­cretamente cualidades, con la máxima preci­sión posible, definiendo bien las premisas,para qu-e puedan resultar medianamente acer­tadas las conclusiones.

Estamos en la estación de partida, que te­nemos que identificar de un modo absoluto-si lo absoluto existe-para no equivocar lalínea. Si los cimientos son flojos, el edificio

/'- o puede ser firme, resultando imposible cal­/. t o<f~ " r los desastrosos resultados que cabe al-

I ca r a partir de orígenes inciertos, en to-;:illosc s órdenes de la vida, incluso en el so-·:Alal.. .

a .percatarnos bien de esta importanciaor(~ s primeros términos de una deducción y

ra estimular al lectora fijarlos con clari­dad en su mente, no formando en ella impre­cisas imágenes, nos bastará trasladar aquíunos conceptos que leemos en un periódicomadrileño, de cuya certeza no respondemos,pero que encierran una enseñanza terminan­te; de todo y de todos hemos d-e aprovechar­nos para la consecución de nuestro objeto.·Se refieren dichos conceptos a uno de tantosepisodios de la guerra mundial que actual-

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mente se desarroIla, y se fundan en el popu­lar desprecio a la vida que se atribuye a laraza amarilla, y que pone en sus labios laafirmación de que" el miedo a la muerte esuna enfermedad europea". Dice así aquel pe­riódico:

"; Cómo no previenen los ingleses y norte­americanos los bombardeos de la aviación.japonesa en sus unidades marítimas? Pareceextraño que las sorprenda casi siempre.

"No lo es-s-responde sonriendo un fino di­plomático japonés-o Los anglosajones cono­cen el radio de acción de nuestros bombar­deros y cuentan ~500 k'Iémetros de ida y 500de regreso son 1.000. Como estamos a 1.000kilómetros de distancia de sus bases, no pue­den llegar. Pero...-y aquí viene la falsedaddel fundamento de los cálculos-es que nos­otros - comenta aquel diplomático - nuncacontamos con el regreso..."

En estas condiciones comenzaremos, porprecisar, definiendo categóricamente 'los tér­minos que' constantemente hemos de utiliz-ar.;

La materia se encuentra en todo lo queconstituye el mundo físico y porciones limita­das de esta materia forman los "cuerpos",más aseouíbles a nuestro manejo, sin perderlas propiedades de aquélla. Para analizar lamateria no precisamos abarcarla toda: nosbastan sus muestras, como para decidir lacompra de una teJa suele bastar a la mujerla posesión y el examen de una. estrecha tira

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sacada de la pieza, que el comerciante la pro­cura de mejor o peor grado.

Todo cambio, alteración o variación queexperimenta un cuerpo constituye un "fenó­meno.

Hasta ahora, pues, tenemoa: la materiacomo algo de naturaleza ilimitada; el cuerpo,como lo que tiene extensión limitada y pro­duce impresión en nuestros sentidos por cua­lidades que le son propias; y fenómeno, comotoda apariencia o manifestación. de ordenmaterial.

Hay materia en todo lo existente; es uncuerpo el agua líquida que conocemos, porejemplo; y constituyen fenómenos la evapo­ración de este cuerpo (formación del vaporde agua), su solidificación (transformación

_en hielo, nieve y granizo), su posible descom­posición por la acción de la corriente eléctri­ca (desintegración del agua en sus elementoscomponentes, los gasea.oxigeno e hidrógeno),etcétera.

Por otro lado, la materia es incapaz por­s1 misma para modificar su estado, de modoque la producción de cualquier fenómeno exi­ge precisamente una causa que le dé reali­dad, y esta causa es la "energía".

La materia y la energía son dos conceptosinseparables : no se pueden concebir el unosin el otro, como no se pueden apartar de unser humano completo y vivo el cuerpo (unaporción limitada de materia) y el espíritu•.

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Según gráfica expresión de Le~e.e;' la enef­gía constituye el aspecto dinámico df:'lft'jpa­teria y la materia representa el asp~eS\á-tico de la energía. , í~< ; ~,'~

Pero... no descarrilemos. Acabamos ae.-1fI1r-,:"mar que la materia y la energía ~:p. .dos con-'ceptos ins-eparables, incapaces de conceblrss­aisladamente, y tal vez nos hayamos dejadoarrastrar por la velocidad adquirida, por lafuerza de la costumbre, que, desde, que naci­mos, nos obliga a mantener algo que venimosconsiderando. como de probada naturalezaaxiomática. Mas en nuestra desdichada afi­ción al continuo contraste de opiniones, nosencontramos con una que nos hizo. vacilaraeusadamente. Sir James Jeans afirma, aldesarrollar su famoso trabajo sobre "Losnuevos fundamentos de la ciencia", que laenergía puede existir: o asociada a la mate­ria o como energía "libre", no ligada a la ma­teria. Y, efectivamente, ocurre que la ener­gía puede pasar de un trozo de materia a.otro; pero también puede desligarse del todode la materia y viajar por el espacio comoenergía libre, cuando la denominamos radia­ción, de la que en .su momento nos ocupare­mos con la debida extensión.

EXPLICACIONES NECESARIAS

Decimos anteriormente, por una parte, quela materia es incapaz por si misma de mo-

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dificaciones (cualesquiera que sean éstas), ne­cesitando siempre del concurso de la energía,mientras manifestamos, por otra, que la ma­teria y la energía son dos conceptos insepa­rables, no pudiéndose concebir el uno sin elotro. Pero, siendo así, estando la materiaconstantemente provista de energía, ¿ cómono se produce una constante modificación dela primera?

En primer lugar, el hecho de que no vea­mos esta continua alteración de la materia,no nos basta para asegurar que no se pro­duce. ¿ Es que sólo vamos a creer lo que ve­mos o lo que sabemos? Muchas otras cosastambién aprenderemos en el curso de esteviaje a través de la materia, que escapan ala percepción directa de nuestros sentidos y,sin embargo, existen, son, como las pruebas(experimentos o experiencias) atestiguan demodo indiscutible. Además de que es un he­cho terminantemente probado que la mate­ria se modifica permanentemente, lo que noobsta para que sea incapaz "por sí misma"de dicha modificación; esto lo sabían nues­tros remotos antepasados.

La materia tiene, sí, energía; pero, por lomenos aparentemente, la tiene en estado la­tente, bastándole muchas veces una ligeraprovocación (como al hombre para hacer apa­rente su buen o mal genio), para manifestar­la de un modo rotundo; en ocasiones dema­siado rotundo.

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Un tren dispuesto en una estación, pararealizar su cometido, está parado; bien pa­rado. Y, sin embargo, su máquina dispone deplena presión; está saturada de energía, bas­tando sólo que el maquinista mueva sus me­canismos, ponga a la energía en condicionesde actuar abiertamente, para que el convoyarranque, lentamente primero, con marchamás acelerada a cada instante, hasta lograrsu velocidad normal y perderse en la lejanía.

¿ Por qué arranca tan lentamente? ¿ Porqué no adquiere instantáneamente los seten­ta por hora? Precisamente por la oposici6nde la materia, por la instintiva repulsión quemanifiesta a modificar su estado, se requie­re que la energía comience su acción porvencerla, por superar su "inercia", cuya leynos descubrió Galileo. Una maleta que cae dela redecilla de equipajes al parar el tren enseco (o las piruetas que nosotros creamos enel mismo caso) no lo hace con mala Inten­ci6n; sencillamente obedece a la inercia, quees, en definitiva, la incapacidad de los cuer­pos para salir del estado' de reposo, paracambiar las condiciones de su movimiento opara cesar en él, sin una intervencíén apro­piada de alguna fuerza.

La materia elemental nos ofrece tamb'énbrillantes ejemplos para aclarar la cuesti6nque tratamos.

Poniendo en una vasija cerrada la mezclade los gases cloro (el) e. hidr6ge.no (H) dís-

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ponemos de un conjunto material--cuya po­sesión debieran castigarnos por tenenciailícita de explosivos (mezcla gas cloro deto­nante)-provisto de abundante energía. Noobstante, manteniendo esta mezcla en la os­curidad nada pasa, pero basta exponerla ala acción de la luz para que la energía lumi­nosa venza su inercia y se provoque una vio­lenta explosión, acompañada del desprendi­miento de considerable cantidad de calor.

VARIEDAD DE FENOMENOS

Según lo que queda expuesto, es siemprela energía, actuando sobre la materia, la cau­sa de los fenómenos: el efecto es una varia­ción en la energía del cuerpo en que el fenó­meno se realiza, acompañado o no, según loscasos, de una transformación permanente enlas propiedades de la materia.

En esta última diversidad del comporta­miento de la materia se funda la divisiónfundamental del fenómeno.

Hay fenómenos en los que, al verificarse,no se modifica la naturaleza de la materia ycuyas manifestaciones cesan en cuanto dejade actuar la causa que los produjo. Son los"fenómenos físicos", entre los que concreta­mente se encuentran, entre otros muchos, losantesl"eferidos de evaporación y solidifica­ción del agua, Actuando sobre ésta una cau-

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sa exterior, una forma o clase de energía(disminución de temperatura, o sea sustrac­ción de calor. del agua), el agua se nos con­vierte en hielo, que continúa siendo agua,aunque se nos presente en diferente "estado",y que vuelve a restablecer su primitivo esta­do líquido en cuanto cesa aquella causa (elenfriamiento). Un hombre que sale de sucasa para trasladarse a la calle, modificatambién uno de los que pudiéramos llamar,por generalización, sus estados (en este casa,la situación), pero el hombre material no seha modificado por ello; aquí también ha ocu­rrido algo semejante al fen6meno físico, te­niendo en cuenta-por ello hemos elegidoesta grosera comparación-e-que la expresiónfen6meno no debe significar para nosotros,nos .conviene recalcarlo, nada que se parezcaa cosa rara o monstruosa o simplemente sin­gular, sino cualquier alteración o variación.por sencilla que sea, que experimente uncuerpo.

Como dice Baltá R. de Cela, en el lenguajeordinario el vocablo '''fenómeno'' se refierea señalar algo insólito, extraordinario, comola aparición de un cometa, la erupción de unvolcán, la presencia de un gi~ante o de unenano. etc .. mientras que en el terreno cien- •tífico la palabra "fenómeno" se dedica a todaacción o manifestación que puede ser perci­bida nor nuestros sentidos, a los hechos mássencillos y naturales que se conocen, tales

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COmo la caída de un objeto, la oscilación deun péndulo, la vibración de una cuerda, etcé­tera, etc.

Al lado de los que quedan expuestos, de­ben figurar también los "fenómenos quími­cos", caracterizados ahora porque se verifi­can con transformación de la materia, delcuerpo o sistema de cuerpos que lo realizan;la transformación material producida porcualquiera de estos fenómenos origina uncambio en la~ propiedades de la materiatransformada. Podemos ofrecer un ejemplode esta clase de fenómenos en la descompo­sición del agua por la corriente eléctrica,también mencionada con anterioridad; eneste fenómeno se separan los dos componen­tes del agua y se originan los gases oxíge­no (O) e hidrógeno (H), totalmente distintosdel agua y cuya mezcla está caracterizadapor propiedades muy diversas de las de aqué­lla (entre ellas la de ser fuertemente explosi­va, lo que le ha valido el nombre de "gas de­tonante").

Hay, por último, unos "fenómenos quími­co-físicos", cuya explicación' nonos interesapor ahora, y qué se consideran intermediosentre los dos anteriores, constituyendo eltránsito de unos a otros.

Los fenómenos los podemos estudiar de dosmodos distintos, según seamos meros espec­tadores de su desarrollo natural o provoque­mos directamente su producción. Lo primero

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se llama "observación" y lo segundo "expe­riencia".

COMPOSICION DE LA MATERIA

Nuestro viaje, como al-princípío decimos,tiene que ser muy rápido, para llegar cuantoantes al lugar que lo ha provocado. Además,si no cambiamos un poco el panorama, can­saremos demasiado al lector con la indebidaprolongación de principios fundamentales,que ya irán saliendo a luz llegados los casosde forzosa necesidad.

Así que, cambiando de postura, vamos arelatar sencillamente algo que, no obstanteparecer increíble al profano, es expresión deuna absoluta verdad.

Diremos en primer lugar, que experimen­talmente se ha probado que la materia cons­titutiva de los cuerpos es divisible, y a me­dida que han seguido perfeccionándose losmedios de división se. han conseguido subdi­vidir los fragmentos en porciones más pequ-e­ñas, que llamaremos "partículas" materiales;en apoyo de tal añrmaeién diremos que sellegan a. obtener láminas o panes de oro deuna diezmilésima de milímetro de espesor.Basta con mirar a nuestro alrededor paracomprobar que la materia es susceptible deuna gran divisibilidad, cuyo límite, si existe,conduce a suponer para las últimas partícu-

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las dimensiones prodigiosamente pequeñas;la difusión de las materias colorantes en ma­sas enormes de agua y la percepción de can­tidades ínfimas de perfume en volúmenesconsiderables de aire no dejan ninguna dudasobre este punto. Para formarnos idea delestado de división. de que es susceptible lamateria corpórea, consideremos, con el pro­fesor Behal, lo que ocurre colocando 1 decí­gramo de almizcle en una habitación de 125metros cúbicos de capacidad; pronto, en to­des los puntos de la sala, nuestro sentido delolfato denotará la presencia de aquel cuerpo,señalando en consecuencia la repartición demateria olorosa por el espacio considerado;renovando el aire tres veces al día, habránpasado por la habitación al cabo de un año125.000 metros cúbicos de aire, y suponiendoque basta un centímetro cúbico para impre­sionar nuestro sentido del olfato, resulta queen este último volumen sólo habrá existido'0,00000000000008 gramos de almizcle 0101'0­so. Entre las materias colorantes hallamostambién notables ejemplos demostrativos delgrado de división material que puede alean­canzarse ; así tenemos que un miligramo defucsína basta para colorear 100 millones deveces su peso de alcohol; es decir, más de 125litros de este líquido.

Lo que hemos llamado materia, cuya por­ción limitada, o muestra, es el cuerpo, noconstituye, pues, un todo continuo, objeto de

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absoluta regularidad. Lo entenderemos tO~8r"lt;:vía mejor con la simple descr!pcló~r de _cómo está constituida la materia, ~~':tr~~~~o; ,nos tropezaremos con dos nuevos ~rs.oJ.afl.Jes .­que han de intervenir conS'tantenieñfe ~nnuestra pequeña existencia a$me¡a" áY'\1,.; .dándonos considerablemente en riuestrata­bar investigadora.

Tomemos para ello un cuerpo compuestccualquiera. Por ejemplo, la sal común; eseproducto de uso tan frecuente en la economíadoméstica. Este cuerpo es una combinacióde otros dos también conocidos, por lo me - -fcr..... 'de nombre; el gas cIoro (el) y el metal ~',dio (Na), que conjuntamente forman el ¡ruro de sodio (Nael) . ,..'

Mas, como hemos de aprovechar cualqcoyuntura para ir perfeccionando el conmiento de la materia, no sobra aquí un pequeño paréntesis en el que destacar una desus curiosas cualidades. El cloro, cuerpo ga-seoso, de color amarillo verdoso, de olor- so-focante característico y eminentemente tóxi-co (ataca a los órganos de la respiración pro­duciendo tos y a veces vómitos de sangre), seune con el sodio, sólido, de acusada causti-cidad, para formar un compuesto; no sóloinofensivo, sino necesario en la alimentación,que proporciona, por ejemplo, el ácido clor-hídrico al jugo gástrico, con lo que se da elcaso de que la suma de dos elementos inde­seables.vlejos de incrementar sus dañosos

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efectos, produce una agrupación beneficiosapara la Humanidad por la intervención, fa­vorable en este caso, del que antes denominá­bamos fenómeno químico.

Partiendo, pues, de un trozo de esta sal, nocabe duda que podemos dividirlo en partesmuy pequeñas, que a su vez son susceptiblesde nuevo fraccionamiento y a continuaciónde prolongada y cada vez más acabada pul­verización, llegando así hasta un límite dedivisión, determinado por la imperfección denuestros medios de trabajo. Pero suponiendoque nuestros medios materiales se perfeccio­nan cada día más, podemos admitir la posi­bilidad de avanzar más, siempre utilizandomedios físicos, en la referida división de lamateria y aun imaginar que hemos llegado,mediante ella, a unas partículas extraordina­riamente tenues, que ya resulta imposible di­vidir nuevamente, como no fuera a costa demodificar su naturaleza. Pues a estas peque­ñas masas, que tienen las mismas propieda­des del cuerpo de que se derivan; es decir,que son la menor cantidad del cuerpo quepuede existir en libertad, se las denomina"moléculas", y es tal su pequeñez, que unaleve partícula de un cuerpo está formada pormillones de moléculas.

Citemos a este respecto unos ejemplos quenos ofrece Karlson. En 2 gramos de hidró­geno, que ocupan aproximadamente un vo­lumen de 22 litros en condiciones normales

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(OQ de temperatura y 760 mm. de presión)hay 606.000 trillones de moléculas, de cuyonúmero es materialmente imposible formar­se una idea; calculando el referido autor,para conseguirla, que si de la Tierra se hicie­ran bolas de las empleadas en el juego de 'bo­los, de toda eUa se podría sacar este número.

Añade; por otra parte, que vaciando unglobo de vidrio, lleno de aire, con las mejoresbombas, rebajando su presión interior de 760milímetros (presión normal), a 1 mm. y has­ta una milésima de milímetro, dicho depósi­to, prácticamente vacío, contiene todavía porcada centímetro cúbico alrededor de 2.000millones de moléculas, número aproximada­mente igual al de hombres que existen so­bre la Tierra.

Manifiesta también Babor que si fuésemoscapaces de ver las' moléculas de oxígeno enun cubo de un centímetro de arista, observa­ríamos que cada molécula se nos apareceexactamente igual a todas las demás. Son tanpequeñas, que 100 millones de ellas tocándo­se las unas a las otras, y puestas a 10 largo,ocuparían tan sólo la longitud de un centí­metro. El espacio que hay entre una moléculay la siguiente (fig, 1), a la temperatura am­biente, es, aproximadamente, 13 veces el diá­metro de una molécula.

Sometidas estas moléculas a diferentes ac-o eiones físicas, son indivisibles; pero actuan­do convenientemente sobre ellas determina­

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dos agentes y realizando en el cuerpo un fe­nómeno químico, pueden a su vez dividirse,hasta lib-erar los. elementos materiales quelas constituyen y que reciben el nombre de"átomos", sobre los que tendremos más tar­de que insistir con verdadera intensidad.

Los átomos no pueden hallarse en libertad,

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••

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Fig. I.

pero sí pueden trasladarse de unos cuerposa otros, mediante las llamadas acciones quí­micas.

Los espacios existentes entre moléculas yátomos, en la materia, así como el espacioinfinito del Universo dentro del cual se ha­llan diseminados, como átomos, los cuerposcelestes, o, resumiendo en un solo concepto,todo el espacio vacío de materia ponderablese supone ocupado por un substractum, que,según el célebre Newton, ha de s-er muy sutil,tenuísimo e imponderable, que escapa a nues­tros sentidos, perfectamente elástico y vibra­torio, sin resistencia y dotado de las propie-.dades que se creen indispensables para la ex-

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plicación de los fenómenos naturales; tal ex­traordinario vehículo se llama "éter cós­mico".

Así, por tanto, en nuestro ej-emplo, la últi­ma división del cuerpo, tratado por las ac­ciones físicas de debida perfección, formanla molécula de cloruro de sodio o sal común(NaCl), llegándose, mediante intervención deacciones químicas adecuadas, a la rotura deesta molécula y a la separación de los átomosde las sustancias elementales cloro (CI) y so­dio (Na).

Al lado de esta molécula relativamentesencilla de cloruro de sodio, tenemos otras deextraordinaria complicación, incluso en sus­tancias que nos son sobradamente conocidas.Así, por ejemplo, la molécula de hemoglobi­na-la sustancia albuminoidea, a la que lasangre debe el color rojo--tiene una fórmu­la ante la cual parece que uno se marea:C76sH12osNlS6ü21 SFeSs.

y al agruparse las moléculas para formarel cuerpo (lo mismo que podríamos hacer delos átomos con respecto a las moléculas), lohacen de modo que no están en contacto, niaun en las sustancias que nos parecen máscompactas y homogéneas, sino separadas unasde otras por espacios intermoleculares (a ellosse debe la existencia de la porosidad comopropiedad general de los cuerpos), ni tampo­co en reposo, sino en constante movimiento,cuya velocidad y especie varían con el estado

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físico del cuerpo, y, dentro de un mismo es­tado, con la temperatura.

Tales movimientos son por completo inde­pendientes de otros que pueda tener la tota­lidad del cuerpo, análogamente a lo que ocu­rre con los objetos existentes en la superfi­cie de nuestro Globo, que se mueven indepen­dientemente de la revolución que efectúa-nuestro planeta dentro de su órbita.

DIMENSIONES DE LAS MOLECULASy DE LOS ATOMOS

Experimentalmente ha sido demostrada laexistencia de las moléculas y de los átomos;ciertamente que hasta el presente no han po­dido observarse, pero delicadas investigacío­ríes han permitido asignar las correspondien­tes dimensiones a los mismos.

La limitación de nuestros sentidos, aun au­xiliados con instrumentos especiales, cuyasensibilidad los supera extraordinariamente,tampoco nos permite, por ejemplo, registrarlos rayos ultravioleta o infrarrojos; ni las vi­braciones acústicas por debajo de 16 ó porencima de 4.000, no obstante lo cual las tene­mos bastante bien conocidas.

Por diversos métodos indirectos se ha lle­gado a determinar el diámetro de las molécu­las de un gas; Rayleígh le asigna cierto va­lor del orden del milimicrón ;es decir, de mi-

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llonésima de milímetro. Las molécuals de hí­drógeno tienen un diámetro de 2,4 X 10-8 cen­tímetros y su masa es de 3 X 10.24 gramos.Variados y diferentes métodos indirectos, quedistintos autores han puesto en práctica, hanconducido a resultados concordantes; así, enun micrón cúbico de oxígeno a 0° y a la pre­sión ordinaria se contienen unos 30 millonesde moléculas, y si el cuerpo fuera líquido osólido, dicho número sería mucho mayor to­davía. En la actualidad se admite que el nü­mero de moléculas contenidas en un centíme­tro cúbico de un gas cualquiera, en las condí­clones normales de temperatura y de presión(00 y 760 mm. de mercurio), es de 2,8 X 10·ltHenos aquí en. presencia de un número tanelevado que no se puede numerar más que enescritura abreviada; es tan grande, comobien dice Maurice de Broglie, que si se echaen la masa total de los océanos un litro delíquido y se supone que se mezcla completa­mente, un vaso de agua de mar, tomado encualquier parte, contendría varios centena­res de moléculas proviniendo del recipienteinicial.

Análogamente, y mediante métodos basa­dos en principios diferentes, Perrin y 'I'hom­80n admiten como peso atómico absoluto delhidrógeno la cifra 1,42 X 10_24 gramos, yVander Waals, 1,6 X 10-2& gramos. Lord Kel­vin dice que si con la imaginación suponernosaumentada una gota de agua, cuyas molécu-

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las están constituídas por un átomo de oxíge­no y dos de hidrógeno, al tamaño del globo te­rráqueo, los átomos de hidrógeno aparece­rían corno granos de trigo y los de oxígenocomo pequeños melon-es.

¿ Que cómo sabemos todo esto? l.Que si po­demos probarlo en forma de fácil inteli­gencia?

DILACION, CONSEJO Y EJEMPLO

Debemos contestar las anteriores pregun­tas, provocadas por una justificada curiosi­dad, y, mejor aún, por el sano propósito detodo lector digno de tal nombre de no acep­tar gratuitas afirmaciones de nadie, con unasola palabra: paciencia.

y entablado el diálogo, vamos a permitir­nos un prudente consejo, cuya bondad tene­mos frecu-entemente experimentada, que vadirigido, como todo lo que sale de nuestrapluma, nunca al sabio, a quien nada podemosenseñar, SlfIO al aprendiz, al que pretendemejorar su preparación científica y a quienesno se hallasen todavía d-ebidamente habitua­dos al arte de estudiar.

Suele resultar medida provechosa en lalectura de producciones científicas, tomarbuena nota de los puntos no debidamente es­clarecidos, pasar un poco por alto las cues­tiones dudosas o mal comprendidas y conti-

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nuar, reservando las interrogaciones para elfinal; porque muchas veces, más de las quecualquiera se figura, la contestación la tieneprecisamente en las líneas que siguen, a lasque, por este sistema, puede Ilegal' fácilmen­te sin inútil pérdida de tiempo y sin ningunapreocupación espiritual.

y si esto constituye una regla general, al­guna aplicación podrá tener en nuestro caso,aunque aquí sólo se trate de una labor de vul­garización o divulgación ci-entífica, en la queprocuraremos nada quede sin explicar.

No obstante, para mayor tranquilidad dellector a este respecto, sí le podemos antici­par nuestro propósito de pruebas mucho máscomplicadas que las requeridas; que si lasmoléculas y los átomos l'e han parecido demagnitud inadecuada a su manejo, con lasseguridades que aparentamos, otros seres in­finitamente más pequeños les sucederán, yaun podemos asegurarles que los verán-conlos ojos de escasamente forzada inteligen­cia-moverse y disponerse ordenadamente,sin. extraordinaria dificultad.

De momento baste sólo nuestra seguridadafirmada de que la materia, por muy homo­génea que se nos aparezca, no lo '88, presen­tando innumerables y considerables solucio­nes de continuidad. La apariencia dista cons­tantemente mucho de la realidad, y de ellonos puede dar cuenta cabal un sencillo ejem­plo, que cada cual puede reproducir.

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Tenemos por indudable también, pongopor caso, que nuestra epidermis está sabia­mente constituida, de un modo homogéneo ycontinuo en una determinada parte conside­rada, para apreciar las sensaciones de pre­sión, calor, fria y dolor. Experimentemos, sinembargo, un trozo de dicha epidermis ennuestro antebrazo supongamos, de dos cm. delargo por otros tantos de ancho.

Si tocamos ese sitio con la punta de unafina cerda de cepillo, sujeta por un extremoa un palillo (estesiómetro), podemos hacer lasiguiente observación: sólo se siente el con­tacto de la cerda en determinados puntos, de­nominados "puntos de presión", mientras queen los intermedios no se nota nada en abso­luto. Estas organizaciones que acusan ennosotros sensaciones de contacto, como lasmoléculas y los átomos en la materia, se en­cuentran aisladas, separadas entre sí, deno­1rando un fenómeno de discontinuidad quenuestra imaginación negaba y la experienciaha probado, llegando, además, a precisar queen la referida superficie de 4 centímetroscuadrados existen, aproximadamente, unos120 de esos calificados puntos de presión.

Si empleamos ahora la punta de una- agujaenfriada con hielo, hallamos en la referidasuperficie, y siempre naturalmente en el mis­mo sitio, cerca de 20 "puntos de frío", y, sila aguja se hubiera calentado, 2 "puntos decalor", manifestándose el resto de la indica-

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da superficie perfectamente indiferente, loque pudiéramos llamar vacía, para las men­cionadas sensaciones de frío y de calor.

Algo parecido ocurre con el dolor, para elque igualmente existen "puntos de dolor",perfectamente distanciados entre sí, aunqueahora se ofrezcan en mayor abundancia, ma­nifestándose a este respecto una constituciónde máxima defensa de nuestro organismo:unos 700 en el adoptado campo experimental.

Así, pues, los que pudiéramos llamar nues­tros sentidos de presión, calor, frío y dolor,no obstante su aparente homogeneidad, ma­nifiestan patentes soluciones de continuidaden este caso comprobable con escaso esfuer­zo, como con otros medios puede conseguirseen' el análisis de 1~ materia.

LOS ELEMENTOS

Hemos empleado en lo que precede, y endiversas ocasiones, unos términos cuya ver-daderaacepción debemos justificar: ,

Mire el referido curioso lector, que antesnos interrogaba, por dónde, pocas líneas des­pués' de manifestar sus inquietudes, va a en­contrar la explicación de algo en lo que talvez ni aun reparó, cumpliéndose así la reglageneral que,en nuestro consejo, le dejába­mos enunciada.

Mátl de luna vez, en efecto, se han utilizado,

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como quien no quiere la cosa, las expresio­nes de "elemento" y de "materia elemental".

j Materia elemental! Pero, l.es que puedehaber otra clase de materia? Sí: la que no eselemental; la compuesta. Y a ésta, a la ma­teria compuesta, se la puede dividir en otraselementales, que serán, en resumen de cuen­tas, aquellas que en estado de pureza o debi­damente mezcladas o combinadas entre sí,forman la total Naturaleza.

. ¿ Hay muchas sustancias elementales? So­bre esto se puede escribir también la corres­pondiente historia.

Hace 2500 años que Thales (uno de los sie­te sabios de Grecia) admitió que sólo existíaun elemento, una materia fundamental: elagua. Otro filósofo griego, Anaxímenes.. laestimó que era el aire. Luego surgió la idea(Empédocles ; siglo v antes de J. C.) de queuna sustancia no podía explicar la plenitudde los fenómenos, y predominó durante siglosla teoría de los cuatro elementos: agua, aire,tierra y fuego. Pero como era evidente queciertas sustancias, como el oro y la plata, nocontenían ni agua ni aire, la palabra elemen­to se empleó frecuentemente para designar,no lo que constituía una sustancia, sino másbien alguna de sus propiedades, y así pudodecirse que el oro participaba de las propie­dades de la tierra y del agua, porque, comola tierra, no se altera bajo la acción del calor,y, como el agua, puede tomar el estado líqui-

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do si se le calienta sUficienten,íe~te.:,:'De·'~hflos dos sentidos que se dieron' a la ~antig\la

palabra elemento: el de "constltuyente".yfelmás fr~cuentemente usado, de' ~'pr?pTédad'~~de un CIerto ouerpo.· . '-. ",

Hoy sabemos perfectamente que! el fnego'no es materia, sino la manifestación de unode los que hemos llamado fenómenos quími­cos. Que la tierra, aunque material, no es unacosa simple, sino que está compuesta por unconjunto de miles de materias (actualmenteconocemos, en números redondos, sobre dosmillones de sustancias distintas) y de bastan­tes elementos. Que el aire es una mezcla dediversos gases, principalmente oxígeno y ni­trógeno. Y que el agua, finalmente, es unacombinación de dos elementos muy conoci­dos: el oxígeno y el hidrógeno. De modo quela clasificación de los antiguos, tan sugestivay tan poética, ya no tiene valor alguno.

Hasta el presente la Química ha descubier­to 92 elementos-bastantes más que Empé­doc1es-, pero con la ventaja de que los nues­tros son realmente tndescomponibles desde elpunto de vista químico. Esta estabilidad quí­mica es sólo una parte del asunto, porqueempleando otros métodos aún podremos des­componer los elementos.. Aproximadamente la cuarta parte de loselementos se encuentran en la Naturaleza enestado libre, o sea sin combinar; los otros sehallan en combinación con otros elementos

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formando compuestos, necesitándose un pro­ceso químico para ponerlos en libertad.

De estos 92 elementos hay, en condicionesnormales: dos líquidos (bromo y mercurio),once gaseosos (oxígeno, hidrógeno, nitróge­no, fluor, cloro y los seis nobles), y los de­más, sólidos.

Un elemento es, pues, un cuerpo simpleque no se puede seguir descomponiendo pormétodos químicos, y el final precisamente deesta descomposición es 10 que hemos llamadoátomo.

Tomaremos un ejemplo de Karlson. Altoy esbelto crece un pino en el bosque. Se lecorta, se trabaja, y de su madera se hace unamesa, o se envía a la oportuna fábrica paraque 10 transforme en pasta de papel. Difícil­mente puede reconocerse el pino en la mesaacabada, y menos aún en el papel de periódi­co, y, sin embargo, sigue siendo madera. Peroel químico, en el laboratorio, escudriña sucomposición con aparatos y reactivos, y de­termina con toda seguridad que la maderaestá constituida, esencialmente, por tres sus­tancias: el carbono (la misma que forma elcarbón, la mina de nuestro lapicero o el co­diciado diamante) ; el oxígeno (gas indispen-

. sable para la vida), y el hidrógeno (gas lige­ro empleado para henchir los globos dirigí­bles), Estos tres cuerpos: carbono (e), oxí­geno (O) e hidrógeno (H) no pueden ser ya

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descompuestos ni por el químico más hábil;son cuerpos simples, elementos.

ABUNDANCIA RELATIVA DE LOS E"LE­ldENTOS

Por lo que nosotros podemos juzgar, exis­te una sorprendente desigualdad en la dis­tribución de los elementos en la Naturaleza.El oxígeno representa, aproximadamente, lamitad del peso de la parte sólida de la corte­za terrestre, ocho décimas partes del pesode los mares y una cuarta parte del de laatmósfera; y nuestro demasiado estimadocuerpo humano contiene algo más del 60 por100 de oxígeno. El silicio, elemento másabundante después del oxígeno, constituyemás de la cuarta parte de la corteza terres­tre; en el mundo inorgánico el silicio es elelemento característico, casi en tan grin ex­tensión como lo es el carbono en el reino or­gánico. 1Para qué continuar! La siguientetabla, de F. W. Klarke, muestra que un 99por 100 de la materia que forma la cortezade la Tierra está compuesta de 12 elementos:

Elemento A II e----------- ---

Oxigeno' 47,33Silicio 27,74Aluminio 7,85Hierro 4,50Calcio 3,47

85,78 50,0225,80

7,304,18

0,05 3,22

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Elemento

- 46 --

Il---- --- --- ------

Magnesio '.'Sodio .Pota.sio .HidrógenoTltano .Carbono .Cloro .

2,21 0,14 2,082,46 1,14 2,362,16 0,04 2,280,22 10,67 0,950,16 0,430,19 ir 0,002 ,0,180,07 0,07 0,20

tabla en la que: A representa el porcentajeen la parte sólida de la corteza. terrestre; B,el porcentaje en el océano, y e, el porcentajeen la corteza terrestre, incluyendo la atmós­fera.

Es sorprendente notar que el elemento ti­tano, que no es considera-do como un elemen­to común, debe ser incluído entre los elemen­tos abundantes, mientras que se omiten elazufre y el nitrógeno.

Los datos que anteceden coinciden bastan­te' exactamente con los que hallamos por otrolado, y que también exponemos como confir­mación. Según ellos, la composición de la cor­teza terrestre, en el espesor que la conoce­mos, es la que sigue ;

OxígenoSilicio .....AluminioHierro .Calcio .Sodio .Potasio .MagnesioHidrógeno ..Tltano ..

49,425,77,54,73,42',62,41,90,880,58

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- 47--

Cloro .Fósforo .Carbono ..Manganeso ..Cobre ..Plata .Oro ..Etc.

LA SOCIEDAD ELEMENTAL

Mejoraremos la concepción del átomo y delas moléculas con unas sencillas considera­ciones.

Hemos dicho que el último extremo de di­visión a que podemos someter, por vía quími­ca, a un cuerpo simple, es el átomo. Proce­diendo del mismo modo con la sustancia com­puesta, 'logramos la molécula.

La molécula es, pues, por lo menos, el áto­mo de la sustancia elemental, generalmentevarios iguales en dicha sustancia (la del hi­drógeno, cloro, etc., son dos), y siempre va­rias, iguales y distintas, en la materia com­puesta.

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Así, pues, normalmente, la molécula estácompuesta: de átomos, constituyendo los de­nominados humorísticamente por Karlson"micromatzimonioa": matrimonios entre se-res de infiníta pequeñez. Unos, absolutamen­te normales: un átomo de cloro (el) se com­bina con otro de hidrógeno (H) para formaruna molécula de ácido clorhídrico (Hel); 'eldiverso sexo se sustituye en los átomos por eldistinto carácter eléctrico. Otros, regidos porla bigamia: un átomo de oxígeno (O) se unecon dos de hidrógeno (H) para formar unamolécula de agua (H20). y así sucesivamen­te, hasta alcanzar diversos grados de poliga­mia, hasta el harén. En estos micromatrimo­nios no rige normalmente ninguna ley de di-

o vorcio: los átomos no suelen" separarse porimpulso propio, siendo necesaria la interven­ción de diversas fuerzas de la Naturaleza,que actúan directamente o por medio de sumás genuino representante, el hombre, so­bre todo si además es químico.

A veces son tantos y tan variados los áto­mos que entran a formar una molécula, queexceden ya de las posibilidades de aquellareferida poligamia, constituyendo verdade-'ras asociaciones, de responsabilidad bien li­mitada por rígidos reglamentos (la moléculade azúcar cuenta con 24 socios), y poblacio­nes chicas y grandes (las gigantes moléculasalbuminoideas están formadas por cientos yquizá miles de átomos), integrando de este

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_ d _ "l"()' Jt:{'I,~'i;"'J ;:0:'

modo "mícrorreuniones", próxl~~.Yii'~ la v~~,sibilídad microscópica. t,~::;,i, ....' 1

Y para que nada falte en este 'ua~~lis'Il'ÍQ.que dejamos establecido, dan tamBtén fe"'~vida en este "mícromundo" losetnRE\dert1.ido~solitarios, los solterones perpetuos, l18presen­tados aquí por los denominados gases nobles,de los que más de una vez tendremos que ha­cer mención. Acaso proceda esa estirpe, -quedenota su común apellido, del referido alela­miento - incluso llamémosle repulsión - amezclarse con la turba de los restantes ele­mentos, con la pleb-e, si bien exageren en estecaso su exclusivismo hasta repeler toda aso­ciación entre ellos mismos, con los que pu­diéramos llamar sus privilegiados consanguí­neos raciales.

En resumen: con los átomos (última divi­sión química de la sustancia elemental) for­mamos las moléculas (última porción de lasustancia compuesta), y con las moléculas ...todo lo que se contiene en el interior, sobrela superficie y por encima de la Tierra.

Elementos, ya lo hemos expuesto, conoce­mos 92, de los cual-es unos 20 desempeñan unpapel muy importante en la constitución delmundo; los restantes, sobre todo a primeravista, parecen más bien constituir materiasclasificadas como artículos de lujo. En cuan­to a sustancias" también lo dij irnos, se cono­cen actualmente alrededor de dos millones.

"

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COMPOS1ClON DE LOS SERES VIVOS

Afirmábamos anteriormente que con pocoselementos, de los 92 existentes, puede lograr­se una gran parte, la mayoría, d'e las cosasque conocemos. De este modo el agua (H20)

consta sólo de hidrógeno (H) y de oxíge­no (O). La sal común o cloruro de sodio(N3¡Cl), que utilizamos en nuestra alimenta­ción, se compone también exclusivamente delos dos elementos cloro (Cl) y sodio (Na). Elácido ·sulfúrico (H2S04) , ya conocido por losalquimistas del siglo XIII, y vulgarmente de­nominado "aceite de vitriolo", contiene treselementos: azufre (8), hidrógeno (H) y oxí­geno (O). Y así indefinidamente.

Por este camino llegaremos a alcanzar elcolmo de las pruebas, la que supera a todas,indagando la composición elemental, si po­demos, de la más maravillosa obra de la crea­ción: analizando, no ya determinados seresvivientes de mayor o menor complejidad,sino de golpe la totalidad de nuestra propiasustancia corporal: la materia constitutivadel cuerpo humano.

Re a continuación los resultados que, aeste respecto, nos ofrece Flechner, como re­sultado del análisis de un cuerpo humano de72,7621 kilogramos de peso total:

Kg s ,

Oxigeno.Carbono .

4020

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. - 51 -

HíurógenoNitrógenoCalcio .....FósforoCloro .Azufre .Sodio .Potasio .Fluor ..Magnesio .Hierro .. , .Silicio y manganeso .Aluminio , ..Yodo > , ..Arsénico .. .

73210,2000,1750,1500,1000,0750,0500,0050,0030,0010,000 10,000 002

.El resto, en cantidades imponderables, con­siste en: cobre, plomo, cinc, litio, bromo,lantano, didimio, cerio, vanadio, cromo y mo­libdeno.

En total: i ¡¡El cuerpo humano está for­mado por 29 elementos en diferentes combi­naciones! ! !

H. C. Scherman indica, por otra parte, lasiguiente composición normal del cuerpo hu­mano:

Tanto por 100

Oxigeno 65,00Carbono 18.00Hidrógeno 10,00Nitrógeno 3,00Calcio 2,00Fósforo 1,00Potasio 0,35

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-12-

Tanto por 100

0.250.150,150,050,004

Indicios.Indicios.Indicios.

Resulta, por otra parte, que del peso totalarriba referido (73 kilogramos en númerosredondos) los elementos carbono, oxígeno ehidrógeno, esos solos, proporcionan 67 kilo.gramos, y como los dos últimos entran engran parte en forma de agua, llegamos a laconsecuencia de que el cuerpo humano, denuestra mayor estimación, representa pocomás que uno de esos cocidos que nuestra jer­ga vulgar denomina "cocidos ilustrados",para cuya preparación se requiere, según laopinión de una buena. cocinera, además demucha agua y bastante carbón (el carbónestá constituído esencialmente de carbono),como le ocurre a nuestra' personalidad corpo­ral, nada menos que carne (de vaca y de ga­llina) , huevos, jamón, garbanzos, patatas,zanahorias, cebolla, puerro, perejil, apio, na­bos, azafrán y sal, sustancias, además, cuyacomposición cualitativa elemental iguala, sies que acaso no llega a superar, a la humana.

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ESTADOS DE LA MAT~

Volvemos de nuevo sobre la :?~r;¡;p:~caracterizarla cada vez mejor. ~ ¡'h~ ~ I

Todos los cuerpos, sin excepció ,jlsUñ fmados por moléculas, y así como e ,,¡os t;' ­

mos llegamos a producir aquellas' .~ o':'blaciones" antes referidas, las moléculas seagrupan para formar diminutas provinciasy aun nacionalidades, caracterizadas en &fmismas por una absoluta identidad material.

Pero esta agrupación de moléculas puederealizarse en tres formas distintas, denomi­nadas "estados de la materia", también fá­cilmente caracterizables con manifestacionesde la vida social. Son estos estados de todosconocidos: el gaseoso, el líquido y el sólido.

Podemos lograr una idea de la constituciónde 'estos tres estados con un simple ejemplo.Imaginemos el escenario de la existencia enla gran plaza de una población.

Pues bien: el estado gaseoso puede repre­sentarse por el aspecto que ofrece dicha pla­za en un señalado día de revolución. pero deuna revolución que pudiéramos llamar inte­gral, en la que cada individuo-para nos­otros cada molécula-pretende una cosa par­ticular. Allí todo es desorden, no existe nin­guna clase de unión, domina un intenso yanárquico individualismo, los espacios entrelos combatientes (espacios intermoleculares)son. grandes, tendiendo la lucha a rebasar los,

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límites de la plaza y extenderse por las ca­Bes próximas de un rnodo indefinido, hastatropezar con un cordón de fuerza pública(vasija que contiene el gas), qu-e consiguió aco­rralarlos, sobre el que también ejercen pre­siones, hasta romperlo, si no es suficiente­mente resistente, o deformarlo, si ofrece al­guna elasticidad. Tal es la imagen, siempre

. imperfecta, de los gases con sus respectivasmoléculas. '

Para figurar el estado líquido, podemosconsiderar la citada plaza en el día de la cele­bración de un importante acto político, ode un espectáculo cualquiera susceptible deatraer inusitada concurrencia (l.y por quéno, por ejemplo, los coches del "Metro" madri­leño, sobre todo en la proximidad de las ho­ras de comer?). Se ve en ella una apiñadamultitud, en la que los individuos están encontacto, aunque no privados de movimiento(que efectúan en ciertos casos por resbala­miento de unos cuerpos sobre otros), y cuyacompresión resulta difícil y escasa. Conti­nuamente algunos asistentes, si la plaza estáabierta, cansados, o por razón de perento­rias obligaciones, se marchan, mientras otrosnuevos llegan (los líquidos emiten y recibencontinuamente moléculas), y, en conjunto, lamasa humana adopta la forma geométrica dela plaza en que la solemnidad tiene lugar.

Por fin, el estado sólido puede apreciarseen la misma plaza en un día de gran parada

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militar, en la que los soldados ocupan luga­res fijos, como las moléculas integran los sis­temas cristalinos. y están sujetos por la dis­ciplina, que sustituye a la mutua acción mo­lecular denominada "cohesión". que les im­pid-e la expansión que se manifiesta en losgases y el deslizamiento como en los líquidos.

EL ESTADO PERFECTO

Vamos marchando, como sobre ruedas, enel socorrido. y cómodo coche de la compara­ción, que también algunas veces, aunque- seamomentáneamente, falla.

Nuestra plaza, que nos sirvió para bosque­jar los estados de la materia. pretende enga­ñarnos al justipreciar la perfección de la re­presentación lograda.

En el aspecto social fuimos de la revolu­ción de individuos a su reunión abigarrada,y alcanzamos luego la completa formación re­gular. ¿Cuál es aquí él que podemos conside­rar corno estado perfecto? Cada uno pensarácorno quiera, pero no creernos que nadie pue­da estimar corno tal el estado revolucionarioy que todos apreciarán necesaria, para me­dianamente vivir, alguna mayor o menor dis­ciplina. Total: que en este caso el estado pa­rece perfeccionarse desde la representaciónsocial del gas, para pasar por la del líquidoy adquirir su máxima consistencia en la del

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sólido; que es precisamente todo lo contrariode lo que en la materia sucede.

Ahora, el que se considera perfecto es elestado gaseoso, ya que todos los gases se ri­gen, o, mejor dicho, tienden a regirse, cual­quiera que sea su constitución, por una mis­ma ley. Esta ley se va deformando yseñalán­dose en ella diferencias conforme el estado

. gaseoso se va haciendo más imperfecto, poraproximarse al líquido, el cual deja de exis­tir en esta ley única, para desdoblarse en otrastantas análogas entre sí en su forma, perodiferentes en sus parámetros, como sustan­cias líquidas puede haber. 'y, finalmente, es­tas últimas leyes van perdiendo su carácterconforme nos vayamos acercando al estadosólido, y después, en éste, ya DO hay, o al me­nos no se ha descubierto, ley de ninguna cla­.se que regule sus condiciones, a no ser entre

AGItI 'tes muy pequeños,~., ~

'fl~

'~oI' 'ÁD • ACION DE LOS ELEMENTO~"''J-''...+ C>

.~8lrM~ n de nuestras cuentas nos encontra­. en presencia de 92 elementos. Pocos, si

tenemos presente la cantidad de sustanciasque originan y las maravillosas creacionesedificadas con dichas sustancias. Muchas parapermitir un empleo de los mismos fácil, cons­tante, y sobre todo eficaz para conseguir sindemasiadas dificultades su estudio.

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-tYl-

De aquí que desde el primer momento pre­ocupara su debida clasificación, reuniéndolo!por zrupos según razones de analogía y dife­rencia, como en esta vida se ordena todo,preocupación que debía crecer, no olví oque una clasificación bien establecida '111 f~~nuevos derroteros para la investigacién y re-<'"'évela el adelanto de la ciencia a que s;re~1 ~hasta el punto de poder afirmar qu "a I

lidad de la ciencia es poseer una clas ca 1 n ~Inatural, porque esto significaría una igci~#'

.. consfituída, m.Así los esfuerzos consagrados a este efec­

to fueron múltiples, tenaces y continuados,llegando a constituir una importante nartede la Química, que se denomina "Taxo­nomía".

Escasamente nos detendremos nosotrosahora en su consideración; lo estrictamentenecesario para nuestro objeto, y no con áni­mo de que el lector lo retenga" sino para queconste y llezado el caso lo pueda utilizar.

Ya Bercelius dividió los elementos quími­cos en "metaloides" y "metales", división quetodavía hoy se utiliza en alguna medida. sibien conviene cambiar la primera denomina­eíén, como hacen algunos autores (no todos)por la de "no metales".

A\rrupaba entre los no metales a los cuer­pos malos conductores del calor y de la elec­tricidad, cuya superficie no presenta brillometálico, que funcionan como electronegati-

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vos respecto de los metales y que sus combi­naciones oxigenadas son anhídridos o com­puestos que no tienen carácter básico. Elgrupo de los metales lo forman los cuerposque tienen brillo metálico, que son buenosconductores del calor y de la electricidad,electropositivos con relación a los no metalesy entre cuyos compuestos oxigenados haysiempre algunos de carácter básico.

Cada uno de estos grupos está a su vezdividido en otros menores, con carácter defamilias, que reúnen elementos provistos deciertas semejanzas.

Así Dumas estableció, entre ·los no meta­les, los cuatro siguientes: halógenos (fIuor,cloro, bromo y yodo); anfígenos (oxígeno,

, azufre, selenio y teluro) ; nitrogenoideos (ni­trógeno, fósforo, arsénico y antimonio),. ycarbonoídeos (carbono, silicio y boro).

A los metales se distinguió entre ligerosy pesados, comprendiéndose también entrelos primeros varias familias (metal-es alcali­nos. alcalínotérraos, térreos).

Conviene añadir a las agrupaciones expre­sadas una independiente de todas ellas, cons­titufda por la reunión de los "gases nobles",aquellos empedernidos solterones de que yadejamos hecha mención.

A éstas siguieron otras clasificaciones. has­ta llegar a la más perfecta y sin duda deñní­tiva, debida al ruso Demetrio Mendelejew(algunos autores afirman que la emprendió

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Sistema periódico de los elementos químicos (1937)

1 H

1,0078

Valencia

Respecto del tI

Respecto del O

o val~nle

0- vatente

VIII

Dtver sa 1 -valeute :1- vatente 3 - valente 4 valente 3 - valente 1- valen le 1-valenle

Diversa I ' ídem 2 - ídem 3 - fdem 4 - ídem 5 - ídem 6 - ídem 7- (d~m

V

IV

--perflod~-r-serle-1 :,1:: '--- ---- -----1 :~~i--1;~~-e ~'---~I---~~l 14~00: I ~6~o~-I--::;­

p~~~e-r::.::: ----0-- -----1 :~,:II I::,:11" ~6,:; I ::.: I ;:,~ I ;:,0: I ~,~;

1

Serie I 11 Ar \19 K 111I Ca 121 Se 122 TI )23 V 124 e- -)25;;;-Perfodo 3 39,944 39,096 .cO,08 411,14) 47,90 M"Y¡; 112,01 li4,93

11I I Serie I 26 Fe 27 Co 21 NI I 29 Cu J- 30,:~n I 31 Gil I 32 Ge I 33 As I 34 Se 1 35 Br4 55,84 58,94 1'>8,69 ?3.li7 611.~8 6~,72 72,60 74.91 78,96 79,916

I

SerIe 1 36 Kr 1 37 !lb ¡31 Sr 1 39 y 1 40 Er 1 41 Nb ¡-42 MO-- J"43-;-;;---Período li 83,7 85,48 87,63 88,9.591.22 92,91 96,0 .,

-,se6~le .. Ru 45 !lh 46 Pd I 47 A¡ I 41 ce 1----.9In I SO Sn I 51'Sb 1 52 Te I 53 I

101,7 102,91 106,7 1,07,88 112,41 114,'6 118,71 121,76 127,61 126,92----~-'---_...:-_------_--.:

Período t s:rle I~:1; I::2~; I;:7~ 1:1:::a~l;arllsl :~8:r I::I,:a 1::4: I::0:;

I Serie I 76 Os 77 Ir 71 Pt I 79 Au I 10 Hg I '11 TI I 12 Pb I .3 El I 14 Po I 15 (2)8 191,'1 193,1 195,23 197,2 200,61 204,39 207,21 209,0 210,5

-pe-r-ío-d-O-' SerIe 1:E~ 117 (2) 11• !la I 19 Ac /90 Th ¡91 Pa I92 U 1------VI 9 ,,,'o¿, 226,05 . ca 227 232 :2 23li 238,07

(1) 57 La-13!l,9; 51 Ce-140,13; 59 Pr-140,92; 60 I\d-144,27; 61Se supon" deseubterto Con el nombre de -jlfnio'; '2 Sm-150,~3; 63 Eu-152.0;64 Od.Ili6,93; 'S Tb-¡A9,2; 66 DY-162,46; 67 Ho-I65,A; 61 Er-'6i,64;" lm-169,4; 70 Yb-173,04; 71 Cp-175,O.

(2) Dos elementos todavía no encontredos con SeRUJlaad. IS (ekayoco) y 87 (ekélilllcio) póslblemente pesados y radIactivos. Se su­ponen descubler-tos después eon los nombres de -lIlabamlo. y .vlrgl!llo', aunque solo en pequeñretmas trllzas por Invelltilllldorel de laVolver.ldad de Alabama (e. U. A,). .. ..

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simultáneamente el alemán Lotario Meyer),de la que presentamos a continuación su con­tenido, conocida con el nombre de "Sistemaperiódico" .

La tabla, como fué redactada por Mende­lejew, tenía varios vacíos; es decir, sitiospara elementos no conocidos entonces. Perosu autor tenía tanta fe en la ley periódica,que predijo el descubrimiento de tres elemen­tos, que correspondíana tres lugares vacan­tes en su tabla. De la posición de estos luga­res en el sistema periódico supo deducir nosolamente los pesos atómicos probables deestos elementos que faltaban, sino tambiénlas propiedades físicas y químicas, los com­puestos principales que formarían y hasta elpeso específico y el color de los elementos yde varios de sus compuestos. No contaba se­guramente con que su vida fuese lo bastantelarga para ver comprobada su profecía. Lassiguientes palabras están sacadas de su pro­pia obra:

"Cuando en 1871 escrfbí un artículo sobrela aplicación de la ley periódica a la determi­nación de las propiedades de los elementos nodescubiertos hasta entonces, no pensaba vi­vir lo suficiente para ver la verificación deesta consecuencia de la ley, pero tal es hoyel caso. Describí tres elementos-c-ekaboro,ekaluminio r ekasilicio-, y ahora, despuésde un lapso de veinte años, he tenido el granplacer de verlos descubiertos con los nombres

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-eo-

respectivos de talio, escandio y germanio,que son los tres países donde se encuentranlos minerales raros que los contienen y don­de fueron descubiertos."

Llega' esta clasificación a mostrar taninusitada bondad, que ya, con su auxilio, seafirma que no aparecerá ningún elementomás, y que los dos no descubiertos (Y) se ha­llan en tan pequeñas cantidades y tan repar­tidos, que los métodos químicos no han per­mitido separarlos hasta hoy; existen; perono se pueden reconocer, lo que hace suponerque su concentración ha de ser pequeñísima.

Entre estos elementos, unos son muy abun­dantes, si se quiere familiares; otros son, porel contrario, como ya dejamos afirmado, muyraros y no représentan más que curiosidadescientíficas sólo conocidas por los químicos.

Desde el punto de vista de la química delos seres vivos, ciertos elementos, particular­mente el carbono, juegan un papel esencial,debido, sin duda, al número considerable y ala plasticidad de sus combinaciones. Al mis­mo tiempo existen también en los vegetales yanimales indicios de un gran número de otroscuerpos simples, que pueden ser esenciales asu vida. Hace falta 'Observar, finalmente, quelos astrónomos han reconocido en los cuerposcelestes los mismos 'elementos que existen enla Tierra, demostrando así la identidad' decomposición de la materia que constituye todo

, el mundo sideral. Nuestra tabla es, por tanto,

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el inventario de las especies químicas uníver­sales y la clave a la cual deben referirse to­dos los que busquen comprender la esenciade las cosas.

RECUERPOS DE ANTAÑO

Llegados aquí, acude a nuestra memoriauna lectura que en nuestra niñez nos produjoverdadera fruición: la de los Viajes morro­cotudos, de Pérez Zúñiga, provocados para laextraordinaria captura de un inasequible serviviente, cuyas denominación y característi­cas no hacen al caso.

Vemos a los actuales químicos repitiendoaquella faena, plagada de situaciones de sin­gular gracejo, en busca de los dos elementosque faltan en nuestra tabla del sistema perió­dico, aunque, como ya dejamos expresado ensu nota 2, se suponen descubiertos hoy y re-bautizados. '

Como ejemplo digno de lo que supone estainvestigación, nos. p-ermitimos trasladar a es­tas líneas 10 que expone Paul Karlson, en re­lación con la "Historia' del elemento 75 o cazade renio". .

Se sabía-ventaja de la bondad del sistemaperiódico-casi todo lo referente al hueco 75de su tabla, pero el elemento mismo no habíapodido ser atrapado. Ni siquiera se le habíapodido descubrir con los rayos Róentgen (de'

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los que hablaremos oportunamente) y eso quecon estos rayos se pueden hallar pequeñascantidades de sustancias desahuciadas porotros métodos. A causa de ello, Walter Nod­dak e Ida Zacke decidieron emplear un pro-'cedimiento magnífico: investigación en lodesconocido o química en el vacío. Ellos sedijeron, aunque sin pruebas: "Aquí tenemosa este el-emento desconocido; hagamos comosi...", Se conocen suficientemente las propie­dades del hueco 75 del sistema periódico;adelantémonos como si ya lo hubiéramos co­nocido y llegado a obtener puro. Ant-es dedescubrirlo ¡ji aumentemos la riqueza de sucontenido en la solución donde lo investiga­rnos!!! Caso parecido al de.los cazadores que,por cualquier motivo, tuvieran conocimientode qu-e en un coto de caza existían liebres,pero quizá tan pocas, quizá solo un par, detal modo que sería difícil descubrirlas enaquel gran bosque. Entonces, sistemática­mente, comienzan a' sembrar alimento, a eli­minar zorros y cornejas, a perseguir a caza­dores furtivos, y al cabo de un par de años,es tal el número de liebres, se las tropiezatan a menudo, que llenan por completo elmonte. Así hicieron estos dos investigadores, .y tras innumerables lavados, precipitacionesy destilaciones, llegaron, finalmente, a obte­ner en su film Róentgen la primera raya ne­gra: el elemento 75 o renio, el elemento des­conocido, había sido descubierto.

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PRIMERA CARACTERIZACION DELATOMü

Comenzaremos por definir, lo mejor quenos sea posible, este importante y minúsculoser, que ha de pasar a ocuparnos con bastan­te detenimiento. La estación de término ~ elobjeto preciso de nuestra excursión, cuyoperfecto conocimiento encierra tantos y ta­maños prodigios naturales.

El átomo se define, según queda consigna­do, como la más pequeña cantidad de unamateria elemental (de cada uno de los 92 ele­mentos existentes) capaz de entrar en com­binación.

Muy pronto lo .hemos dicho. Veamos va­rias definiciones; las primeras que tengamosa mano:

La más pequeña cantidad de un cuerpocapaz de entrar en combinación (Rocaso­lano).

La menor cantidad de materia que puedeconservar íntegras las propiedades de ésta,es decir, que su fraccionamiento representala destrucción de la misma (López Franco) .

.Los átomos son elementos pequeñísimos,indivisibles, mantenidos a ciertas distanciasunos de otros y dotados de movilidad, los cua­les, reuniéndose varios de ellos constituyenla molécula (Millán).

Pero vamos mucho más atrás, nada menosque ~l año 1802, en que Dalton, maestro de

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escuela de Mánchester, llamó átomos (delgriego, no cortado o dividido) a las "partícu­las finales de los elementos".

y Smith, Ricardo Meyer, J ean Perris, et­cétera, etc., a esta última definición se atie­nen, que, persistente a través del tiempo, ga­rantiza su bondad.

IPara qué continuar! Estamos seguros deque nada nuevo vamos a encontrar yo tampo­co nada perfecto que mejore las ideas sobreel átomo previstas desde mucho tiempo. Larazón es que nos estamos empeñando en de­finir una cosa que, propiamente hablando, noadmite definición.

Sabemos, en efecto, que definición es unaproposición que expone con claridad y exac­titud los caracteres genéricos y diferencialesde una cosa material o inmaterial. Pero paradefinir con precisión una cosa es menesterconocerla también con precisión, y si al áto­mo lo conocemos ya mucho, no podemos añr­mar que todo y acaso ni aun bastante. Así,pues, las definiciones tienen que resultar to­das un poco cojas, sólo aproximadas y sus­ceptibles por ello de general discusión.

La definición real del átomo, con la exactay clara disposición de todos sus caracteres,no puede encerrarse en cuatro líneas; seráobjeto de todas las que contiene este trabajo,y aun así dentro de lo hasta el presente cono­cido y de lo que nuestras fuerzas alcancen.

El átomo se supuso indestructible e indi-

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visible por naturaleza. La reunión de átomos-o el mismo átomo en algunos casos-for­man la menor cantidad de un cuerpo que pue­de existir en libertad: la molécula (la de hi­drógeno (H2) se forma con dos átomos H),que sometida a acciones físicas es indivisible,pero que mediante la realización de fenóme­nos químicos puede dividirse hasta liberarlos elementos materiales, que se denominanátomos. Sí las moléculas fraccionadas son decuerpos simples (hidrógeno =H2) , los áto­mos separados serán idénticos (H), Y si lofueran d-e compuestos (ÓXIdo de carbono =CO), serán distintos (C y O).

La hipótesis atómica admite que todos losátomos de un cuerpo simple o materia ele­mental-menor porción de materia elemen­tal-son de igual masa e idénticos, y su ma­nera de ser caracteriza al elemento que for­man. Los átomos se unen entre sí para for­mar las moléculas por una forma de energíallamada "afinidad". Las moléculas unidas porotra forma de energía llamada "cohesión",constituyen los cuerpos, estando átomos ymoléculas, lo repetimos deliberadamente, dis­tanciados entre sí. De este modo se suponeconstituída la materia, admitiendo, sin dudaalguna, su discontinuidad.

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HIPOTESIS ATOMICA

Buena cuenta da de ella J. Baltá de Cela,de cuyos dictados haremos uso durante unosmomentos.

Al tratar anteriormente de la composiciónde la materia, anticipamos el concepto quedebemos tener sobre la existencia de las mo­léculas y de' los átomos. La idea del átomo esmuy antigua; se considera al filósofo griegoLeucipo (500 años antes de J. C.) como elfundador del atomismo; admite dicho autorla existencia del vacío y considera la materiacomo una esponja, cuyos granos aislados na­dan en dicho vacío. Demócrito, discípulo yamigo de Leucipo, treinta años más tarde,completó las ideas de su maestro, consideran­do la 'materia como imposible de dividir has­ta el infinito, punto importante descuidadopor Leucipo. Según Demócrito, la materia essusceptible de dividirse en partes sól.das li­mitadas, definidas, idénticas entre sí por suesencia, pero diferentes por su dimensión ysu forma; tales últimas partículas de la ma­teria las llamó "átomos", y precisamente és­tos, según añade el propio filósofo, han exis­tido siempre y jamás podrán ser destruidos.

Para este filósofo, los átomos constituyenuna "materia fundamental", común a todoslos cuerpos, los cuales se formaban absor­biendo aquella determinada cantidad de loselementos admitidos por Empédocles, de los

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que ya quedó hecha mención: "agua, aire, tie­rra y fuego". Dichos cuatro elementos repre­sentaban las cuatro :propiedades: "húmedo,seco, frío y caliente". Consecuencia de estateoría, según la cual todas las sustancias de­rivaban de una materia indiferente, funda­mental, fué la hipótesis de la trasmutaciónde los elementos que caracterizó el períodode la "alquimia".

Veremos ahora, a. consecuencia de este es­tudio que realizamos, si llegamos a establecerotra hipótesis sustancialmente semejante.

Para no entrar en demasiadas considera­ciones retrospectivas, resumiremos que las'bases de la denominada teoría atómica sonlas cuatro siguientes:

1.0 Considerar los átomos indivisibles.2.0 Diversidad de las propiedades intrín­

secas de los átomos de los diversos elementos.3.0 Invariabilidad del átomo: los átomos

podrán combinarse entre sí, pero conservansu peculiar individualidad y no pueden trans­formarse en átomos de otro elemento.

4.0 Los átomos son pequeñísimos, invisi­bles aun en el ultramicroscopio.

La teoría de la constitución molecular yatómica de los cuerpos permite explicar fá­cilmente el mecanismo de las reacciones quí­mícas ; según aquélla, una reacción químicaconsiste en una liberación, una combinacióno un cambio sistemático de átomos; según unesquema determinado, lo cual se repite ínñ-

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nidad de veces con cada molécula del cuerpo.Los átomos dotados d-e especial atracciónpara otros átomos de la misma especie o deespecie diferente, se unen para formar mo­léculas más o menos complejas. Esto nos en­seña que una mat-eria simple no desaparececuando se une a otra; sus átomos se han uni­do a otros átomos de especie diferente sinque hayan sido destruidos, toda vez que son.indivisibles. Siendo idénticas todas las mo­léculas de una sustancia pura, cada uno delos elementos integrantes de aquéllas ha deestar representado por el mismo número deátomos.

EL ATOMO SE COMPLICA

Actualm-ente, las ideas sobre la constitu­ción del 'átomo desposeen a esta unidad ma­terial del carácter de indivisibilidad y de in­destructibilidad que se le atribuyó siempre.Esto comenzó a tener lugar a fines del si­glo XIX, continuándose los nuevos estudios enel corriente, originándose con ello una ver­dadera revolución científica, de la que pued-edar idea la propuesta de que el átomo (delgriego "a", no; y "tom", dividido) se llameahora "Tom", en vista de su desintegración.

Después de los descubrimientos de Roent­gen, de Becquerel y de Curie sobre la radiac­tividad de la materia, se ha iniciado una nue-

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va teoría científica respecto a la constituciónde aquélla, admitiéndose ahora que todos losátomos son susceptibles, en determinadascondiciones, de dividirse a su vez en partícu­las tan infinitamente pequeñas, que resultanmucho más que todas las partículas de nues­tro mundo visible. Kaufmann establece paraellas una pintoresca comparación: la de unbacilo en relación al globo terráqueo.

A la consideración del átomo, con ser tanpequeño, vamos a dedicar la parte principalde nuestro esfuerzo, procediendo con ellocomo hac-e el entomólogo, Si camina horasenteras a través de prados y bosques, tal vezluego podrá recordar agradablemente haberrealizado un hermoso paseo, pero estará des­contento de su poco rendimiento en ejempla­res para su colección. Para él es mucho másproductivo rebuscar concienzudamente en unpequeño campo.

Seguramente hallaremos encantos especia­les en este estudio, reducido por su extensión,pero de considerable profundidad, ya que,como dice Karl V. Frisch, la Naturaleza pa­rece un maestro compositor que goza de lagracia de encontrar siempre, con inagotablefantasía, un cúmulo de variaciones para cadah-ermoso tema.

Tengamos en cuenta, además, que tal vezen minúsculo, en el super-ultramicroscopicoalmacén atómico, se contenga la clave de to­dos los misterios de esa incomparable Natu-

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raleza nu-estra. Meditemos con Azorín al ex­presar: "Voy a regalar un mundo a España-piensa Colón-y nadie lo cree; lo cree, re­sueltamente, una mujer decidida, y consienteen creerlo un hombre cauteloso, por si fueraverdad". Procedamos, pues, por lo menos,como hombres cautelosos.

Y, "por si fuera verdad", suprimamos ma­teria, hasta que, por lo menos aparentemen­te, la dejemos reducida a su mínima expre­sión, al despreciable átomo, el que acaso,contraviniendo las leyes de la lógica superfi­cial, aumente considerablemente, su tamaño amedida que se produce aquella supresióncomo el hoyo, que se hace mayor cuanto mástierra se le quita.

Dediquemos nuestras energías a desterraraun próximas concepciones, no empeñándo­nos, ni aun por comodidad, en mantenerlascontra viento y marea; huyamos de la ter­quedad que casi siempre es signo de incul­tura o de escasa inteligencia.

PROTONES Y ELECTRONES

Se ha demostrado que el átomo está a suvez integrado por pequeños corpúsculos deelectricidad, que reciben' el nombre de "elec­trones" cuando su carga es negativa, y de"protones" cuando es positiva-de momentono añadimos más-, existiendo ambos en el

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átomo en cantidades tales que el conjunto·s-ea eléctricamente neutro.

I Electrón! ¿ Por qué se adoptaría tal deno­minación? Confesamos que, como muchasotras cosas-y que diga quien tiró la prime­ra piedra-, lo ignoramos en la actualidad.Mas sí sabemos, y tal vez lo ignoren otrosque el vocablo no es nuevo, como lo es la teo­ría que ahora analizamos, sino de consagra­da ancianidad, pues se cuenta que el oro quese extraía en la antigüedad de las arenas delos ríos de Lidia, región occidental del AsiaMenor, contenía, aproximadamente, un 20por 100 de plata, designando los griegos aesta clase del referido metal con el nombreespecial de "elektrón", a causa, nos dicen, desu semejanza con el ámbar. .

El orden de magnitud de nuestro electrón(gravimétrica) es de 1/9.000 (más exacta-

1 .mente ---) de la del menor de los átomos

1840conocidos: el hidrógeno. Esta masa puede,por tanto, considerarse como prácticamentedespreciable, concentrándose toda ella, parael átomo, en el núcleo (formado hasta el pre­sente de nuestras explicaciones por pro­tones).

La masa del electrón vendrá, según lo queantecede, representada por 9 X 10.28 gra­mas; su carga eléctrica equivale a 4,8 X 10-10

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unidades electrostáticas, o sean 1,6 X 10_18

coulombo.Según expone en 1915 Rutherford (físico y

químico inglés, profesor de Física experi­mental, y director del Laboratorio Caven­dish, de la Universidad de Cambridge; premioNóbel en 1908), un átomo consta de un nú­cleo central, de estructura desconocida enmuchos elementos, en el que está concentra­da la mayor parte de la masa de dicho áto­mo, integrado por protones y electrones;pero con carga positiva, alrededor del cualgiran en diferentes planos, según órbitasconcéntricas de radio variable, electrones,cuyo número constituye una característicadel elemento a que pertenece, y recibe el nom­bre de "número atómico", que hoy día des­empeña un gran papel en la taxonomia quí­mica.

Remos complicado un poco más el núcleodel átomo; lo hemos compuesto de protonesy electrones, pero en forma que qu-ede síem­pre un exceso de electricidad positiva, excesoque se compensará con la negativa de loselectrones que podemos llamar planetarios,para conseguir la neutralidad requerida. Va­mos así, por partes, adquiriendo el conoci­miento del átomo por aproximaciones sucesi­vas, por el ponderado método de la enseñan-za denominada "cíclica". .

Juan Perrin considera el átomo como unsistema solar en miniatura, en el cual loe

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electrones o corpúsculos eléctricamente ne­gativos giran, a semejanza de los planetas,alrededor de uno o varios soles de masa re­lativamente considerable y eléctricamente po­sitivos, formando el todo un conjunto o sis­tema eléctricamente neutro. Añade el propioautor que la diferencia que se observa entrelos átomos de cuerpos distintos dependerá delnúmero de electrones, de su velocidad y desus distancias al centro de rotación. Estahipótesis generalizaría el principio conocidovulgarmente de la gravitación universal, conmarcada tendencia a admitir la unidad de lamateria, que deberían defender los hombresde ciencia, así como aceptan la unidad deenergía.

Estas recientes hipótesis encontraron hacebastantes años un entusiasta campeón en el

. Dr. Maurice de Thierry, el cual, según grá­fica expresíónvdecía que los átomos se for­man como los mundos; nebulosas en un prin­cipio, las que por paulatina condensación sevuelven soles, y éstos, continuando conden­sándose, oscurecen y,_ finalmente, se apagan.

El conjunto de tan diferentes transforma­ciones, nos dice Baltá R. de Cela, engendragrandes cantidades de energía, bajo diversi­dad de formas, pudiendo aplicar a las áto­mos lo que. nos enseña la Astronomía; pode­mos tener una idea de lo infinitamente pe­queño, inaccesible a nuestros sentidos, estu­diando lo infinitamente grande.

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EJEMPLARES MODOS DE ACCION

Comenzados ya a perdernos en este labe­rinto de infinitamente pequeños. se nos ocu­rre indagar: ¿A dónde vamos? ¿Para quécomplicar de tal modo la materia? ¿ Nos ser­virán para alguna cosa útil estos fragmentosextremos, no obstante su extraordinaria pe­queñez y despreciable masa?

Sepamos presente aquella sabia máximaque categóricamente nos manda "Divide yvencerás", tan utilizada" con éxito siempre,en todos los órdenes de la vida. La mismaque, según nos atestigua la Historia, em­pleaba Carlos Y para mantener su autori­dad: veía, al parecer, con recelo cualquieralianza de los Príncipes italianos. y en laanarquía precisamente de las Repúblicas pen­insulares cifraba el Emperador sus anhelos.Dividiendo, dominaba.

I Animo, pues, querido lector! Ten en cuen­ta que aquí, en lo que tratamos, del mismomodo que en la vida toda. son los hechos depoca monta rasgos excelentes de práctica uti­lización y que, como decía Joubert, las máspequeñas particularidades, a menudo desde­ñadas, son las que mejor conducen al conoci­miento y las de más fecunda aplicación." ¿ La importancia de las cosas leves? Mu­

chas veces mayor que las de las grandes. Yno 'queremos dejar de mencionar en este mo­mento 10 que hace mucho tiempo leímos, que-

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dó grabado en nuestra men{oria y procurauna sabia enseñanza al trasladar a la vidapráctica los resultados de la observación na­tural.

Es digno de admirar, con particular aten­ción, la labor de las arañas tej iendo sus telasentre dos arbustos. Se puede apreciar su as­tucia, su paciencia, los/recursos de que se va­len para asegurar sus frágiles tramas. Es­tán, a veces, tan distanciados los arbustos,estribos del puente colgado en el aire, que la 'red, demasiado extensa, amenaza romperseal menor empuje de una ráfaga... Entonces,¡,qué hacen las arañas? se descuelgan desdeel centro de la tela al suelo. y materialmenteatan, por medio d-e hilos colgantes. su maqui­naria de guerra a unas piedras del camino.Parece que, tratando de asegurar su resisten­cia. lo natural habría sido escoger grandespiedras bloques firmes en qué afianzarla. No;estos hilos colgantes los atan 1M arañas apiedrecitas menudas, fofas. ligerísimas, que almenor soplo de aire resbalan. arrastrándosesobre la tierra y que, siguiendo en su vaivéna la tela. la retienen sin forzarla: suplen consu liviandad de poco peso la elasticidad pre­cisa de las ramas de los arbustos, y así loscables colgantes. como los estribos del puen­te, resisten a todo embate, porque saben ce-der siempre... .

Píedrecitas, insignificantes píedrecítas, bus-

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can las arañas para afianzar sus cazaderos, ypíedrecítas las hay en todas partes.

'ORBITAS ELECTRONICAS

Quedamos, por tanto, en que el átomo tie­ne un núcleo de gran masa relativa, alrede­dor del cual se mueven los electrones en órbi­tas concéntricas. Pongamos mejor sensible­mente concéntricas 'El imaginémonoslas auncomo elipses, cuyo foco es el núcleo, análogas-¿ por qué no han de regir las mismas le­yes?-8 las órbitas de los planetas, mante­niéndose dichos electrones alejados del nú­cleo, no obstante sus cargas eléctricas contra­rias, que suponen atracción, por la acción dela fuerza centrífuga y otras causas más o me-nos discutidas. . .

Designemos a estas órbitas, como algunavez hemos visto hacer, por las letras K, L,M, N, O, y P, comenzando por la más próxi­ma al núcleo (las supondremos como circun­ferencias concéntricas situadas en un mismoplano). PU€s bien: el número de electronesque cada una de estas órbitas puede contener'se rige por la ley que exponemos a continua­ción.

La primera capa K está completa cuandocontiene 2 electrones (helio). La segunda, L,cuando contiene 8 (neón) . La tercera, M,cuando contiene 8 '(argón). Las siguientes ór-

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bitas O capas sucesivas, N, O Y p. tie»e.Q"uuacapacidad máxima de 32, 18 Y 8 ..•.ba kdj'lmiltabla muestra la disposición de.;~os el~,rt;on~\planetarios en los elementos iherteá,'<we son. ';los primeros en los períodos del tf~te~: . .'

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3 Neón 10 2 84 Argón........... 18 2 8 85 Krlptón......... 36 2 8 18 86 Xenól'l 54 2 8 18 18 87 Radón 86 2 8 í8 32 18 8

De este modo: Si al átomo de un elementole corresponde o tiene un solo electrón, se lepuede representar como en la fig. 2; si tienedos, como en la fig. 3; si tiene tres, como enla fig, 4; si tiene once, como en la fig. 5; sitiene veintiuno, como en la fig. 6; Y así su­cesivamente.

Los electrones correspondientes a la últi­ma órbita (la más exterior) existente se lla­man "electrones de valencia" (en la fig, 2,uno; en la 3, dos; en la 4, uno; en la 5, uno,y en la 6, tres). Sí su número obedece a la leyantes mencionada (caso de la fig, 3), se diceque el átomo tiene "configuración estable"(caso de los gases nobles); los otros se lla­man de "configuración inestable". El númeroanormal de electrones contenidos en su coro­na constituye BUS valencias positivas, y el

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que falta para la configuración estable SU!

valencias negativas. Así, en la fig. 2 hay unavalencia positiva y una negativa; en la fig, 3tenemos un cuerpo sin ninguna valencia (nu­livalente) ; en la fig. 6 hay tres valencias po­sitivas y cinco negativas./f;h~encia positiva (con respecto al O) re­esen~v 01' tanto, el número de electrones

" ~

(~~eefiv'~ ." lig.S' Fiy 6 ;

que el átomo puede perder, y la negativa (conrespecto al H) el de los que puede ganar paraalcanzar la configuración estable, no olvidan­do que sólo los electrones de la capa exteriorpueden ser los adicionales o los que se pier­den en las reacciones con otros átomos.

SUERTE DE LA TEüRIA ATüMICA

Pero vamos despacio y remachando el cla­vo. El átomo que antes era lo que pudiéra­mos llamar unidad de materia elemental, esahora un compuesto más o menos complica­do, Con esto no se destruye, ni aun se per­turba, la teoría atómica, fundamental de laQttímica; con estos interesantes descubrí­mientes no hemos dado ningún paso hacia

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atrás en la Ciencia, no se ha desmoronadonada. El átomo continúa siendo el mismo:la menor cantidad de materia elemental ca­paz de combinarse. Hemos, por consiguiente,avanzado. No es ahora que el átomo no sepueda dividir; se puede dividir; pero si sedivide ya deja de ser átomo, cuyo conceptocontinúa funcionando, con toda su fuerza, enel campo de la Química.

La unidad átomo continúa siendo el ele­mento de construcción de la materia, o deningún modo una unidad indivisible, lió ueestá formado por la reunión de unídades ' ssencillas.,~ ~

En la Humanidad, por ejemPl~'la ',tMüdes el hombre; el individuo; la men r ,canti9iWposible de humanidad capaz de c birntrseeficazmente con otra u otras para lograr lasmúltiples combinaciones sociales (matrimo­nio, familia, asociaciones, corporaciones, na­ciones, etc.). No obstante, no cabe duda deque también el hombre S'S puede dividir (ca­beza, brazos, piernas, estómago, corazón, et-.cétera), pero ninguna de sus partes puedeconstituir la unidad hombre con sus peculia­res funciones. Por tanto, lo que le ocurre alátomo no es en realidad ninguna cosa extra­ordinaria de lo que no tengamos múltiplessemejanzas bien palpables.

Nos queda aún otra condición que conside­raro Dijimos que antes era conceptuado elátomo como indivisible e indestructible'. Aho-

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ra resulta que no sólo se divide en otras por­ciones más simples, sino que también, en de­terminados casos ocurre su desintegración,sin que ello implique ninguna pérdida gene­ral de la suma de materia ni de energía libre.De ello hablaremos al considerar los cuerposradioactivos.

REPRODUCCION BIOLOGICA DE LA- DIVISIBILIDAD ATO MICA

Llegamos anteriormente a la conclusión deque el átomo es divisible, sin que por ellopierda sus cualidades propias, fundamentode la teoría atómica, y aunque parece quela cosa ha quedado bastante clara y en ciertomodo justiñcada, debemos insistir, tratandode mostrar que no es un "caso único", ni quedebe sorprendernos demasiado, aunque con­traríe concepciones por largo tiempo mante­nidas.

¿ Nos asombra el hecho de la divisibilidaddel átomo'? ¿Dudamos de que, a pesar de 'ello,pueda conservar su propia individualidad, laque pudiéramos denominar su espiritua­lidad?

Tendamos; sin embargo nuestra vista alinteresante campo de la biología y escuche­mos algunas consideraciones de Karl Frish,profesor de la Unrversídad de Munich, quienpuede también mostrarnos otras cosas tan

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sorprendentes, pruebas de lo poco que aúnsabemos de todo y de lo mucho que nos quedapor aprender.

Para que desaparezcan nuestros titubeossobre la indudable divisibilidad del átomo,no obstante el concepto de unidad que nosvenía mereciendo, y que ahora pierde en sumateria pero no en su espíritu, nos planteadicho autor una interrogación sobre divisibi­lidades posibles, que, de primera intención,casi estamos obligados a considerarla comouna broma. Pregunta: ¿puede dividirse lavida en pedazos? Veamos cómo contesta,

Al lector que medite sobre ello, tal vez sele ocurra pensar que un brote arrancado deuna planta. de geranio (o una estaquilla deun chopo), si se le planta y cuida convenien­temente, sigue viviendo y llega a formar unanueva planta, pero que un mi-embro cualquie­ra arrancado a un pájaro o a una rana, estámuerto. Sin embargo, i nada de conclusionesprecipitadas! Puede ser que no le hayamosdado los cuidados que necesitaba para seguirviviendo. Vamos, pues, a preguntar seria­mente a la Naturaleza si, en efecto, puedevivir de por sí tina parte del cuerpo de unanimal, separadamente.

La manera de que podamos tener contesta­ción a una pregunta hecha a la Naturalezay el modo de formularla es el ensayo cientí­fico, el "experimento". Corno animal de en­sayo puede servirnos; por ejemplo, una rana.

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Para no ser crueles la tratamos en el la­boratorio con el mismo cuidado que el ciru­jano trata al hombre cuando ha de practicaren él una intervención quirúrgica: la ador­mecemos con un anestésico. Si con cuidado leabrimos el pecho, veremos cómo palpita sucorazón. Es decir, que la rana vive todavía.Luego podemos extraer también con cuidadoel corazón. Si le dejamos sencillamente so­bre la mesa, claro es que pronto se habrá se­cado y extinguido. También el agua corrien­te le perj udica. Pero si al agua se le añadeuna pequeña cantidad de sal común, medidaexactamente, y agregándole también 'nadamás que vestigios de otras sales, se le da unacomposición parecida a la que tienen la san­gre y los jugos peculiares del cuerpo de larana, entonces el corazón extraído palpitadurante varias horas, incluso llega a latir va­rios días, bajo un cuidadoso tratamiento. Así,pues, hay también algunas partes del cuerpoque son de por sí capaces de vivir si se creanpara ellas condiciones favorables como laaque tienen a su disposición en el cuerpo.

El corazón se compone, como ya sabernos,de muchas pequeñas células. ¿ Podemos nos­otros continuar el despedazamiento sin des­truir la vitalidad? Efectivamente esto se con­sigue. Se ha extraído el corazón de un pollue­lo que estaba en estado de desarrollo en unhuevo incubado, ha sido seccionado en variaspartes y se han colocado éstas con mucho

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'~ , ., ,.'~ j ,"'1,,,., ' tI'!rcuidado sobre un medio de cuftLvo' favQrábll::y ya probado de antemano. AnÍ situéii des- "arrollándos-e, pero desprendidas l~s células ,unas de otras y no reunidas Como un corazónpalpitante. Cuidándolas bien." viven años; sí, ..¡hasta parece que les va así' ~jorqu~ en ~palpitante corazón a que pertenecen, :.dondeen realidad deberían estar! En el medio decultivo artificial, del que se alimentan, creceny se desarrollan sin cesar durante un tiempoen el cual el pollo, desarrollado normalmente,ya habría envejecido y muerto con s , 'entero. ¿Hay en esto tal vez algo q s:> cocuerde con la mortalidad corrientlf.... •. i"

Tales cultivos de células aislad" nalamente han dado resultado satisfa to~océlulas tomadas del corazón; sino t biénotras partes del cuerpo. Como quie' ..una multitud de. células de la misma case,que se hallan reunidas en el cuerpo, se le dael nombre de "tejido", a estos ensayos se lesdenomina "cultivo de tejidos". A esta ramade la ínvestigaeión científica debemos descu­brimientos verdaderamente maravillosos.

De ellos solamente tomaremos aquí nota,muy importante para el objeto perseguido ennuestro trabajo, de que las células (nuestrosátomos en cierto modo) son las piedras fun­damentales vivientes del cuerpo. Si se divideen partes una célula, lo cual, "a pesar de supequeñez, no es difícil con los medios de quese dispone actualmente, entonces estas par-

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tes no son capaces de seguir vivi-endo, sinoque, por mucho que se cuiden, mueren.

PRIMER AVANCE EN LA REPRESENTA­CION 'DEL AT0l\10

Sigamos ahora la exposición de hechos aque se ha llegado en est.e estudio del átomo,sin perjuicio de que, en su momento.: vaya­mos dando las explicaciones de estos hechos.Vamos a ver ahora si aprendemos alguna re­glilla que nos permita representar fielmentelos átomos con este nuevo sistema de cons­titución interna de los mismos, que venimosconsiderando.

Nos encontramos con que los que saben deestas cosas nos dicen: El átomo de hidróge­no (H) está constituído como indica la fig, 2,en lo que se refiere solamente al número y si­tuación de sus electrones. El átomo de helio(He) tiene dos electrones, luego aparecerácomo indica la ñg. 3. El litio (Li) tiene treselectrones, apareciendo según nuestra reglaanterior como representa la fig. 4; etc.

Pero, [alto l, que esto no resulta casual.Vemos que este orden que los sabios nos vanmanifestando no es arbitrario, sino que co­rresponde exactamente a la numeración deorden que antes ya dejamos establecida enel "sistema periódico". ¿ Es esto así? Paracomprobarlo tomamos por ejemplo el sodio

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(Na), el número 11 de dicho sistema, que nosaseguran representado, por otro lado, comomanifiesta la fig, 5, resultando curioso, ade­más, el que tenga su órbita exterior como laanterior del litio, cuando es así que estos doscuerpos pertenecen al mismo grupo del siste­ma periódico (misma columna vertical enca­bezada con 1). Además, sabemos también queel hidrógeno (H) y el sodio (Na) tienen unavalencia positiva. .

Pero sigamos adelante y analicemos, porejemplo, el cloro (el), número 17 del sistema,que tendrá por representación la fig. 7; en laúltima esfera le falta un electrón, de modo

que, como debía ocurrir, tiene una valencianegativa.

Veamos ahora lo que ocurre con cualquierade los gases nobles. El helio ya lo tenemosrepresentado en la fig. 3; tiene su primera yúnica esfera completa y es nulivalente. Elneón, número 10, tiene dos electrones en laprimera órbita y ocho en la segunda, de modo

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que ésta se halla también completa y esigualmente nulivalente ; etc.

En otras palabras: los gases nobles mues­tran todos ellos una estructura atómica ca­racterizada por tener la esfera más externacompletamente ocupada por electrones, deforma que no admite ninguno más. Presen-tan, p undo exterior una coraza deelectn ,r an admitir un electrón fo-raste' ,sE'n iables respecto a los demáselem os td oncuerda muy bien con sucomp o'" ímico: ningún gas nobleentra e ~nguntl' especie de combinación.

Para SI Z r la representación de estosátomos, que en los de alto número de la serietendrían varios círculos, podemos atendersolamente, cuando otras razones no nos im­pongan lo contrario, a la detallada de la ór­bita exterior, representando por un círculocentral vacío (desprovisto de electrones) to-

@@¡ig.9 ligo (O

das las esferas realmente ocupadas (que pue­den ser una o varias). Así, la fíg, 8 nos da larepresentación simultánea del litio, sodio, po­tasio, etc. (precisamente los metales alcali­nos); la ñg, 9, la del berilio, magnesio, cal-

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cío, etc. (los alcalino-térreos); la" ~Z" 1.0.....' ladel fluor, cloro, bromo, etc.· (los h~qgellf,)s). -'¿No vemos una nueva concordancia lentré')laapropiedades químcas (resaltadas tatnN~ enel sistema periódico) y la estructura at~:

mica?

TIPOS DE ELEMENTOS QUIMICOS

Con todo lo que antecede, y siguiendo losdictados de Babor, los elementos pueden serclasificados en los siguientes tipos:

1. Aquellos elementos cuyas capas exte­riores están completas-es decir, que contie­nen ocho electrones (con excepción· del he­lío-o Tales elementos pertenecen al grupode los inertes.

2. Aquellos elementos Que tienen uno, doso tres electrones en la órbita externa. Tal-eselementos sufren cambios químicos, perdien­do estos electrones de la órbita exterior, lla­mados electrones de valencia. Al perder es­tos electrones, la configuración que resultaen el átomo parece la del elemento inerte queestá al principio del período, que ocupa elelemento en cuestión en el sistema periódico.Por ejemplo, el átomo de sodio pierde su elec­trón de valencia y se convierte en el iónNa +; y su estructura se parece a la del neón.El magnesio pierde dos electrones y el alu­minio tres; teniendo los iones' configuracio­nes parecidas también a la del neón.

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3. Aquellos elementos que tienen cinco,seis o siete electrones en la órbita externa.Tales elementos completan esta órbita exter­na ganando electrones, convirtiéndose conello en iones cargados negativamente. En es­tos casos el ión que resulta tiene una confi­guración parecida a la del gas inerte que si­gue al elemento en el sistema periódico. Eloxígeno y el fluor ganan dos y un electrones,respectivamente, convirtiéndose en 0= y F­siendo su configuración atómica parecida ala del neón. Análogamente, el azufre y el clo­ro se convierten en S= y CI··, pareciéndoseal argón en su estructura.

4. Aquellos elementos que tienen cuatroelectrones en su órbita externa. Tales ele­mentos completan esta órbita sin ganar niperder electrones, sino intercalando los mis­mos con los de otros elementos. Un elementoasí es el carbono; cuando está combinado conel hidrógeno, en el compuesto metano CH.,cada átomo de hidrógeno está unido al áto­mo de carbono por un par de electrones, elelectrón del hidrógeno y uno de los electronesdel carbono.

DESCUBRIMIENTO DE LA ESTRUCTU­RA ATOMICA

Llegados aquí, vaya un símil que he leídono recuerdo dónde, pero que viene como ar... ~-

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110 al dedo. En una mañana de invierno saleun hombre a la puerta de su casa y se dispo­ne a separar la nieve que cubre su ancha ace­ra, anrojándola sobre la calzada. Al principiotodo va bien; la operación es sencilla. Peroa medida que aumenta ante él el montón denieve, la dificultad crece de más en más, obii­gándole a frecuentes descansos y aun a subirsobre el montón para rebajar su altitud yfacilitar la sucesiva tarea.

Algo parecido ocurre con la Ciencia. To­dos los comienzos son sencillos, pero, a me­dida que se avanza, crecen las diñcultades,producidas siempre por el influjo de lo nue­vo y la precisa recordación de lo que antes seaprendió. Conviene de vez en cuando descan­sar, para cobrar nuevas fuerzas, que tam­bién el intelecto se fatiga, y aun para remo­ver lo anteriormente expuesto, recapacitan­do sobre ello para mejor asimilarlo y aunpara descubrir, ante esta remoción más fá­cil, algunas nuevas facetas de la cuestión.Como al cuerpo le agradan los cambios depostura, la inteligencia también agradecemeditadas variaciones. en las tareas que tie­ne encomendadas.

Parados, por tanto, volvamos la miradahacia el camino andado y tranquilamentedescubrimos importantes detalles, que antespasaron desapercibidos en el fragor del tra­bajo ascensional invertido. Sólo mirábamoshacia arriba, sin prestar atención a lo que

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quedaba a uno y otro lado del camino reco­rrido.

Hemos dicho que el átomo era consideradocomo indivisible e indestructible. Sin verlo,lo presintieron y lo demostraron nuestros an­tepasados y sobre él levantaron la teoría ató­mica, que de tal modo ha venido y viene in­fluyendo en el desarrollo de la química. Perodémonos ahora una idea de la tarea en que,casi sin comerlo ni beberlo, estamos metidos:la de examinar el contenido-las tripas-delátomo, cuya pequeñez, aunque nos esforza­mos en imaginar, no apreciamos debidamen­te de un modo relativamente material. Yahicimos anteriormente mención del númerode moléculas contenidas en dos gramos de hi­drógeno, haciéndole ascender a 606.000 tri­llones; pero como la molécula de hidrógeno(uno de los cuerpos más sencillos) consta, cadauna, de dos átomos, deducimos que los conte­nidos en aquel referido peso se deben dupli­car. Hemos de tener presente este número,si queremos darnos cuenta de nuestra empre­sa: penetrar en el edificio de este átomo.

Pues bien. Las primeras preguntas que senos ocurren son las siguientes: ¿ Cómo y porqué se ha llegado a deducir que el átomo estodo el complicado mecanismo que estamosdescribiendo? ¿ Se trata de una simple pre­sunción o de la evidencia de un hecho cierto?Veamos de contestarlas.

Al finalizar el siglo XIX, cuando ya los sa-

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oios estaban tranquilos y sat'sfechos con susnotables progresos científicos, se le ocurrióa Roentgen (año 1895) descubrir los rayosque llevan su nombre, dotados de la notablepropiedad de atravesar toda suerte de cuer­pos sólidos. Dedicadas crecientes actividadesal estudio de estos rayos, halló Becquerel(1896) una sustancia que emitía de por sí ra­yos análogos a los de Róentgen, capaces de

. actuar sobre una placa fotográfica a travésde delgado papel negro o de una delgada lá­mina de aluminio; la' sustancia era una salde urano (el elemento más pesado), Removi­do cada vez más este nuevo interesante asun­to por valiosas autoridades científicas, entrelas que están bien destacadas las de María y

.Pedro Curie, se llega, para no perdernos enmás detalles, al descubrimiento de dos nue­vos elementos: el radio (emisión de radiacio­nes) y el polonio (nombre dado en honor aPolonia, patria de María Curie) .

Tan mezquino y difícil de distinguir es elcontenido de radio del mineral uranífero lla­mado pechblenda de Joachímsthel, que cadadiez toneladas (10.000 kilogramos) de pech­blenda suministran, en buenos casos, un gra­mo de radio; los gastos para su obtenciónimportaban, antes de la. presente guerra, pe­setas 450.000, y su precio de venta era casiel triple.

Según manifiesta V. V. Xarvín, en 1935,cada año se producían unos diez kilogramos

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de radio, y todo el metal obtenido hasta en­tonces en forma de sales ascendía a algunoscentenares de gramos.

Según Thorpe, todos los minerales que con­tienen uranio contienen también radio. Enla mayor parte de ellos la relación del radioal uranio es igual a la llamada "relación de "'equilibrio", igual a 3,2 X 10-7

, o sea que porcada tonelada de uranio existen 320 miligra­mos de radio. En la "antunita", fosfato cál­cico uránico hidratado, que se encuentra enFrancia y en Portugal, la proporción de ra­dio es tan sólo de un 20-80 por 100 de laanterior, por no haberse establecido aún 'enel mineral el equilibrio radiactivo. Las forma­ciones geológicas antiguas contienen el radioen proporción ligeramente superior que enlas formaciones más recientes,

El reconocimiento del radio por la medidaextremadamente sensible de la emanación harevelado la presencia del citado elem-ento entodos los minerales y rocas comunes y en losmanantiales naturales, tanto calientes comofríos. Muchas de las aguas minerales más re­nombradas contien-en cantidades apreciablesde radio o de emanación.

LAS RADIACIONES DEL RADIO

y aquí tenemos a tres buenos seres (urano,radio y polonío) emitiendo espontáneamente

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unos rayos misteriosos, de propiedades ver­daderamente extraordinarias, cuya relaciónno es de este lugar. ¿ Qué clase de rayos sonéstos? Nuevos estudios, resultantes de un es­fuerzo científico en cada instante centuplica­do, llegan a permitir la presunción de que losrayos de radio debían poseer algunas propie­dad-es eléctricas, presunción que luego se con­firma. Se descubrió, por ejemplo, que un elec­troscopio cuyas hojas de oro se hallaban se­paradas; por. estar cargadas de electricidad,perdían su carga rápidamente al aproximaruna sal de urano al botón de contacto, lo queevidenciaba que la sal hacía conductor al aire(ionizaba el aire) y éste permitía el escapede la electricidad. Y llegan a más: a demos­trar de un modo material e indiscutible quedichos rayos están formados por verdaderoscorpúsculos.

LJ na pregunta más y vamos llegando ya alos límites de este período de descanso to­mado. ¿ Qué masa tienen estos corpúsculos?Extremadamente pequeña; estas partículasson tan diminutas que, por de pronto, la de­terminación de su' masa no pareció merece­dora de crédito. Debía ser sólo, como ya he-

1mas dicho, de --- de un átomo de hidró-

1.840geno; es decir, 1.840 de estas partículas,puestas en un montón, sólo formarían unátomo de hidrógeno. Pero esto no era posi-

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ble, por ser el hidrógeno el más ligero de .todos los elementos y el átomo de hidrógenoel más ligero de todos los átomos. ¿ Es quetodavía había sustancias más pequeñas? Obien: ¿Se trataba, por lo que se refiere a es­tas partículas, de un nuevo elemento, de unelemento primordial?

Finalmente se consiguió también determi­nar la carga eléctrica de una de estas par­tículas, que no son otra cosa que las que he­mos llamado electrones, y resultó de nuevoalgo sorprendente. Cuando un 'átomo de hi­drógeno, que de por sí es eléctricamente neu­tro, es decir, sin carga alguna, se carga, estoes, se ioniza, entonces adquiere, sin que nun­ca se puedan observar cargas más pequeñas,la misma carga que el electrón, que en últimotérmino no es otra cosa que el átomo de elec­tricidad.

y aen este estado las cosas no es difícilconcebir cómo se ha alcanzado con tanta se­guridad el conocimiento de la estructura delátomo, que nos está ocupando. Más detallesahora nos alejarían de la cuestión fundamen­tal. Es hora de interrumpir el descanso yproseguir la limpieza de la nieve que figura­damente veníamos efectuando.

EL NUCLEO DEL ATOMOSabemos ya varias cosas sobre la existen­

cía de electrones, modo de determinarlos en

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cada elemento, su particular disposición, et­cétera. ¿ Pero qué pasa con el núcleo del áto-'mo, que, como hemos dicho, contiene la casitotalidad de su masa?

Comencemos también aquí por 10 más fá­cil. El átomo de hidrógeno, como el más lige­ro, tenía que ser también el más sencillo.

Este átomo, según todos los ensayos, sólose le puede ionizar simplemente, pudiendopor consiguiente admitir que sólo posee unelectrón que se mueve en su círculo o su es­fera alrededor del núcleo. El núcleo del áto­mo de hidrógeno es, pues, la menor cantidadconocida de materia, toda vez que hemos que­dado en que el electrón es un átomo de elec­tricidad, o, en otras palabras, de energía.Como este núcleo, con su carga eléctrica po­sitiva, es una importante piedra constructi­va de todos los átomos. se le ha dado un nom­bre especial; se le llama "protón". Un pro­tón alrededor del cual circula un electrón(figura 2) es el átomo de hidrógeno. eléctri­camente neutro, simplemente ionizable y depeso atómico 1.

Hasta ahora todo va bien, sacando nuevaprueba de Ja facilidad de todos los princi­pios; ya veremos lo que dura.

Sigue el helio, cuyo peso atómico es cuatro.Como primer paso suponemos, con el 'atrevi­miento de .la lógica empleada con precipita­ción. que su núcleo ha de constar de cuatroprotones, ya que su peso es cuatro veces el del

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hidrógeno, y de pase nos acordamos de queya cien años atrás el inglés Proust estable­ció la teoría de que todos los átomos estabanformados de átomos de hidrógeno (reencar­nación del espíritu de Thales) , teoría que en­tonces no pudo mantenerse. Pero la expe­riencia demuestra que el átomo de helio esdoblemente ionizable, debiendo contener portanto 'dos electrones, confirmándose así lo queya tenemos manifestado, y aquí empieza lacomplicación. Si el núcleo tiene cuatro cargaspositivas, para ser eléctricamente neutro de­biera tener cuatro electrones, lo que vemosno puede ser, y si sólo tiene dos electrones ocargas negativas, deb.era contener sólo dosprotones, 10 que tampoco puede ser, pues supeso atómico es cuatro. Mas todo tiene arre­glo en esta vida, hasta lo más grave, y no po­dría dejar de tenerlo una cosa tan pequeñacomo el átomo. Pensando, que para algo te­nemos la cabeza sobre los hombros, y no sim­plemente para actuar de percha, recordamosque así como los electrones giran rápidamen­te alrededor del núcleo, pudiendo por tantopermanecer aislados de él, por razón de la

. fuerza centrífuga, a pesar de sus. electricida­des de signos contrarios, que normalmente seatraen, el, núcleo permanece en reposo, y su­ponemos al de helio constituído por cuatroprotones, por cuatro partículas cargadas to­das de electricidad positiva, que naturalmen­te se tienen que repeler. ¿ Cómo pueden, por

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- !ri -ij¡ ti"!: ~~':.' ¡.,

. tanto subsistir en el núcleo dehetrd W:!$r~protones? Como bien dice Flech~r.,,,~J.l~ lec- '~, .tura nos ha sugerido muchas de l~ 'c()~ide- ­ciones presentes, dos parejas de ~ protl)nesmás tienen que parecerse a dos p!~~ja:8 d~"":7pugilistas en el "ring" que a,fdo~ pacíf)cos,matrimonios. .' '1' .

APARICION DEL NEUTRON

Pues bien; la- teoría no cede tan pronto.Primero probó a introducir electrones nega­tivos en el núcleo, los cuales retendrían a losprotones enemigos con sus cargas opuestas;si metemos, en efecto, dos electrones en elnúcleo compuesto de cuatro protones, tene­mos como resultante dos cargas positivas enel núcleo, a neutralizarse con los electronesplanetarios. Pero después el inglés Chadwickdescubrió una nueva partícula, el "neutrón",que no es otra cosa que un protón, de masa :l.,pero sin ninguna carga; partícula que si seintroduce en el núcleo, del átomo aumenta sumasa pero no su carga. Y la teoría admite,con buenas razones, que los protones y losneutrones, por la acción de fuerzas especia­les, en realidad todavía no bien explicadas,se atraen en el núcleo tan fuertemente, quela repulsión eléctrica entre protones no des­empeña papel alguno.. Los neutrones se me presentan como esas

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mamás gruesas, bonachonas y simpáticas queen cierta ocasión vimos pintadas por un po­pular novelista, las cuales acompañan cons­tantemente a sus hijas, p.ntando muy pocoo sin pintar nada; mamás de comparsa, quesólo parecen estar en el mundo para hacerbulto.

El helio posee, pues, un núcleo (fig. 11) for­mado por dos protones y dos neutrones. Deeste modo resulta la carga + 2 y la masa 4,y tiene dos electrones, que circulan en unaesfera alrededor de este núcleo.

Después del susto pasado y del trabajo re­.querido para ahuyentarlo, podemos respirar

E

a fondo y, ya con la tranquilidad restablecí­da, continuar este curioso camino.

El elemento más próximo es el litio, depeso atómico, en número. redondo, 7 y car­ga.3; por lo tanto, tres electrones; Pero aho-.

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ra resulta que la esfera más interna, alrede­dor del núcleo del átomo, está ocupada potdos electrones; no puede admitir más. En el 'helio la esfera estaba ya ocupada; en el litioel tercer electrón debe, pues, situarse en otraesfera más ancha y más externa. Dos elec­trones en la interna (fig, 12), uno en la ex­terna, y en el centro un núcleo formado "portres protones (Carga del núcleo, tres) .<!úa- ­tro neutrones (peso atómico, 7). § ..:;;'", l)'i¡

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Pero esto que está ocurriendo es notable;podemos dar rienda suelta a nuestra inteli­genciay descubrir fácilmente una nueva ley.El primerelemento, el hidrógeno, tiene lacarga del núcleo igual al; el segundo, el he­lio, la carga del núcleo igual a 2; el tercero;el litio, igual a 3. Así es un hecho la ley: elnúmero corriente o número de orden del sis­tema periódico (¡qué sabio más grande fué

. el ruso Mendeleyew!) expresa en cada ele­mento el número de cargas positivas del nú­cleo, es decir, el número de protones que hayen él, y, a la vez, como ya vimos, el númerode electrones de las esferas y la diferenciaentre el peso atómico y dicho número de or­den, el número de neutrones.

Rematemos un poco la suerte. Este núme-

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ro de orden no es otra cosa que nuestro co­nocido "número atómico", que tiene hoy, des­de Ciertos puntos de vista, más interés queel peso atomice, pues lVloseley ha demostra­<11) que las propiedades anímicas de los cuer­.pe s simples dependen de su número atómíco, es decir, del número de protones o del deelectrones. El número atómico es, como fácil­mente podrá preverse, aproximadamente lamitad del peso atómico (ver figuras).

Tratando ahora de ver lo que pasa con laaplícación de esta ley a otro elemento cual­quiera, echamos mano, por ejemplo, del ra­dio, a quien ya hemos acusado anteriormen­te como culpable de todo este barullo intro­ducido en el seno del paciente átomo. Tal vezcon su nuevo trato, en este momento, le des­cubramos nuevas muestras de culpabilidad,que sólo por excepción los seres se confiesan .plenamente de pnmer intento. .

El radio tiene, también en números redon­dos, un peso atómico de 226 y un "númerode orden", "número corriente", o "númeroatómico" (que de tantos modos lo nombran)igual a 88. Esto indica q\Je el radio tiene 88electrones, 88 protones y 226 - 88 .:.-.- 138neutrones.

SE INTERROGA OTRA VEZ AL RADIO

y aquí viene bien un nuevo descanso enla ímproba tarea emprendida para el cono-

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cimiento de la estructura del átomo, que yaestamos a punto de conseguir. Como antesanunciábamos, someteremos al radio a nue­vas interrogaciones, que prevemos no seránperdidas para nuestro objeto y para nuestroavance científico general.

Dijimos ya, con anterioridad, que comoconsecuencia de los estudios realizados sobrelos rayos que emitía espontáneamente el ra­dio, se llegó a la lógica presunción, luego con­firmada, de que dichos rayos debían poseeralgunas propiedades eléctricas. Para deter­minarlo con ·toda precisión se sometieron di­chos rayos a la acción de un poderoso campo"léctrico: en caso de tener alguna relacióncon la electricidad positiva, por la acción delcampo debían desviarse (;e su camino recto

• hada el polo negativo del mismo; pero si es­taban emparentados con la electricidad ne­gativa, el desvío debía ser hacia el otro lado.Manifiesta el citado Flechner; a quien yaatribuimos antes la paternidad de abundan­tes notas que aquí, por su claridad y por suamenidad, aprovechamos, que debió consti­tuir un momento cie alta emoción cuando seefectuó por primera vez el ensayo. ¿ Seobser­varía desvío t,». en caso de haberlo, ¿haciaqué dirección se desvlarían los rayos? Si en­tonces hubieran hecho apuestas sobre el re­sultado del experimento, todos los interesa­dos habrían perdido, porque se presentaronlas tres posibilidades (fig. 13) : una parte de

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los rayos no se desvió, siguiendo en línea rec­ta, como 'si no se preocupra para nada delcampo eléctrico: otra parte de los rayos sedesvió poco, en dirección al polo negativo;finalmente, una t-ercera parte se desvió muyconsiderablemente hacia el otro lado, dirí-

+

giéndose al polo positivo. Por de pronto. estopareció del todo íncomprens 'ble, pero se pudoexplicar con facilidad admitiendo que la ra­diación del radio es compuesta y no unifor­me, como hasta entonces se había creído. Elrayo de radio, por la acción de un campoeléctrico, se descompone como un haz de luzblanca al atravesar un prisma de cristal enlos varios colores del espectro, produciendotres especies de rayos, que se designaron porlas tres primeras letras del alfabeto griego(a, (J y y) como indica la fig, 13. Complicadasasí las cosas, no hubo más remedio que con­tinuar el análisis, estudiando las propiedadesde estas tres especies de rayos, llegándose, .

.en resumen, a los siguientes resultados: 1.°

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- 103 --, .' .• (i. o/.J.',."

Los rayos y son los más penetrafi'lf'ed~~g.luego las rayos {3, y, finallll.ente,,..lQS..-!...·.fayos ....los cuales son ya detenido.S por iP.. 'a~;. relaté-

. vamente delgado. 2.0 Teaiendoí' pre~nte elnotable hecho de que los rayos d~lradlo io~zan el aire, esto es, lo hacen conductor de laelectricidad, cuando el aire de' por síes unmal conductor de la misma, se vió que, in­versamente a lo que antes ocurría, los ra­yos a son los que se manifiestan más capacesde ionizar el aire, siguiendo luego los rayos f3(en los dos casos intermedios), y, por último,los rayos y; y 3.0 Que, como hemos visto, losrayos a tenían algo que ver con la electrici­dad positiva (son atraídos por el lado nega­tivo del campo magnético), los rayos {3 algocon la electricidad negativa, y los rayos y,que no se desviaban en ningún sentido, noestaban relacionados con ninguna de las doselectricidades.

Pero ¿ nos hemos perdido? ¿ En lugar deun descanso aprovechable en el conocimien­to de la estructura del átomo, perdemos nues­tras energías en el recorrido de un nuevosendero equivocado? No, según veremos.

Los rayos y fueron los que se reconocieronprimero: eran como aquellos rayos Roent­gen que ya hemos referido, originarios de lacatástrofe de la individualidad atómica; unarad.acíón de onda corta, pero más dura, másviolenta y más penetrante que el Róentgen(son 1.000 veces 'más penetrantes que los' más

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intensos rayos Roentgen que hasta el día sehan podido obtener artificialmente).

Pero ¿qué ocurría con los rayos <r y (3?Pronto se encontró que los rayos (3 del radioSOh también electrones. Los rayos y son idén­ticos a los rayos X y son producidos proba­blemente, corno estos últimos, por los choquesde los electrones sobre la materia que los ro­dea. Alcanzan una velocidad comprendida en­tre 1/3 y '1/10 'de la velocidad de la luz (lavelocidad de la luz es de 300.000 kilómetrospor segundo, de modo que podemos atribuira estos rayos una velocidad de 30.000 a100.000 kilómetros por segundo), mientrasque los rayos (3 tienen una velocidad que seaproxima a la de la luz), es decir, la mayorque se conoce, pues es una ley física bien es­tablecida que ningún objeto material puedeviajar más de prisa que un rayo de luz; demodo que la velocidad de la luz constituyeun máximo absoluto de velocidad.

Así, sólo nos queda aclarar la naturalezade los rayos a. También se probó claramenteque eran rayos corpusculares. No obstante,como se desvían menos que los rayos (3 y almismo tiempo se mueven mucho más lenta­mente, ya que "sólo" recorren de 15.000 a20.000 kilómetros por segundo, debían nece­sariamente tener una masa mayor que los'electrones, .porque a igualdad de masas, laspartículas de movimientos .más lentos son

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más fuertemente desviadas que las que semueven con mayor rapidez.

y ya llegamos, por razón de este sostenidointerrogatorio del radio, al que vamos envol­viendo de un modo dsspiado, a una confesiónque, por su importancia. bien merece el tiem­po y el esfuerzo que le hemos consagrado.

Hasta una distancia de siete centímetrospueden estos rayos a atravesar el aire y a lavez ionizarlo. La masa de una tal partícula ase pudo comprobar. y resultó igual a la masade cuatro átomos de hidrógeno. Los .rayos a

están formados, pues, de 'partículas de peso 4;pero ya se conocían partículas de este tipo.El átomo de helio tiene el peso atómico 4;por consiguiente pesa lo mismo que la par­tícula a; cuatro veces más que un átomo dehidrógeno. l.Era, pues, una partícula a lomismo que un átomo de-helio cargado? Estodebía comprobarse, y lord Ernest Ruther­ford, el gran físico inglés, lo comprobó. Fun­dió una sustancia que emitía rayos a en untubo de vidrio de paredes muy delgadas, pusoeste tubito dentro de un tubo mayor de pa­redes gruesas, en el que también enrarecióel aire, y 10 soldó. cerrándolo; los rayos aatravesaron la vasija de paredes delgadas,llegaron a la vasija mayor, y al cabo d~ al­gún tiempo pudo comprobar que en la últimavasija había helio.

La emisión de los átomos de helio pued-ehoy verse mediante el espmtarrscopro de

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Crookes (fig, 14). La partícula de sal de ra­dio (bromuro) se coloca en A; algunos áto­mos de helio cargados chocan en la superf.­cíe B, cubierta con sulfuro de cinc, y produ-

ct :: A jJ 8

Fig.(J,

cen débiles destellos de luz. La lente C au­menta .estos resplandores, de modo que pue­den verse en un cuarto oscuro, después quela vista se. halla enteramente descansada(quince a veinte minutos).

Se ha medido también la proporción deproducción del helio: Esta resultó igual a 150milímetros CÚbICOS por gramo de radio y año.

t Cuál es el poder de penetración de estasradiaciones del radio? Los rayos a o átomosde helio, son casi todos detenidos por unahoja de papel o aluminio de 0,1 milímetro deespesor. Los rayos P. o electrones, poseenmayor poder de penetración; muchos de ellosatraviesan el pan de oro, pero son práctica­mente detenidos por una hoja de aluminio de1 centímetro de espesor. Los rayos y, o ra­yos X, sin embargo, pueden penetrar rapasre'ativamente gruesas de oros metales y t_US­tandas de peso atómico pequeño.

Uno de los hechos más sorprendentes esque la detención por el aire de tantas partí-

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culas, en rápido movimiento, se traduce enla producción de una gran cantidad de calor.Un gramo de radio produciría unas 120 (a­lorías por hora.

PROSECUCION DEL ESTUDIOPROYECTADO

Con todo esto, nuestro pensamiento nos ha'conducido a una inmensa plaza a la que abocannumerosos caminos, cada uno de los cualesconduce a la respuesta de una ínterrogacíón.¿Por cuál de ellos continuar? Dejémonos deindecisiones y tiremos por el que directamen­te nos conduce al pretendido conccimientodela estructura del átomo.

Quedábamos, al iniciar este paréntesis ennuestra progresiva marcha hacia la meta,perseguida, en que el radio tenía 88 electro­nes, 88 protones y 138 neutrones. Ahorabien: el radio emite una partícula a, un áto­mo de helio, y, en realidad comienza a des­moronarse, apareciendo ya aquí bien patentela equivocación del antiguo principio de in­destructibilidad del átomo. Pero, ¿qué ha su-

. cedido aquí? Un átomo de radio tiene el pesoatómico ~26 y el de helio 4; luego si un áto­mo de helio es expulsado de un átomo de ra­dio, el peso atómico del radio d sminuye en 4y queda reducido a 222. Uniátomo de estepeso ~o pued-e ser, pues, un átomo de radio;

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-lO! -

es una nueva sustancia. Se puede demostraresto con el hecho de que en la descomposicióndel átomo de radio-se forman dos nuevos ele­mentos (francamente el átomo se divide y su

.primera materia elemental se esfuma portransformación en otras) : helio y radón conpeso atómico 222. Y este radón (véase el sis­tema periódico) es un gas noble, también lla­mado "emanación del radio", el sexto de laserie de gases nobles (se le llama también"nitón"),

Aplicando a estos hechos nuestros conoci­mientos adquiridos sobre el átomo, tenemosque al perder el átomo de radio una partícu­la a: (átomo de helio), pierde el primero doscargas, de modo que al cuerpo restante le de­ben quedar 86 cargas, y mirando la tabla delsistema periódico vemos que, efectivamente,el número 86 corresponde al radón.

UNA CONCEPCION DEL ATOMü

y sin detenernos de momento más, sacan­do fuerzas de flaqueza, damos el último em-

. puje a nuestra empresa, sin perjuicio, si loqueremos, de desandar luego algún camino,para percibir mejor detalles notables.. Ya sabemos, en términos generales, cuál esla estructura del átomo, quedando incluso encondiciones de representarla, de dibujarla,para cada elemento químico. Pero lo que está. . . ~ ~

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bien para representación no lo e~t{ft;liito',para concepción. El, átomo .no es.ri~·\súpér:::, "ñcíe plana, sirio un volumen: algn de tl'~'di­

mensiones que nuestra imaginación 'tp~éle

I?alpar. y én estas condiciones,' úcómo ~~Z;¡i .~atomo? , . l.J'>I.."' Jo

Esta vez vam?s de un golpe.~~ ~,~n~l,';'procederemos, solo por excepcion, éamo' éso~~."lectores noveles, que demasiado interesatlospor la suerte de sus amados protagonistas, yaun antes de interesarse, no saben resistir elimperio de su curiosidad y, ávidamente, re­visan las páginas finales, para gozar, si pue­de ser, de la tranquilidad que procura unbuen término del desarrollo de su acción.

Imaginemos para ello, por ejemplo, que dis­ponemos de una naranja, provista de sus co~

rrespondientes pepitas centrales. Imaginemostambién,' y ahora tendremos que esforzarnosalgo más, que toda la que pudiéramos llamarcarne de la naranja desaparece, mantenién­dose el resto intacto y conservando, sus posi­ciones relativas. Tenemos en suma una esfe­ra, limitada por una gruesa corteza, y en elcentro, aisladas en un medio totalmente va­cío, las consabidas pepitas, mantenidas allípor verdadero arte de magia.

Pues ya tenemos aquí una imagen, bastan­te aproximada para nuestro objeto, de unátomo considerablemente ampliado. La corte­za nos puede representar algo así como el lu­gar geométrico de todas 'las órbitas de .los

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'electrones y las pepitas los protones y neu­trones.

Sólo hemos de añadir aquí un "pequeño"detalle, para que nuestra concepción gane enrealidad, ya que la ampliación del átomo quehemos figurado con la naranja resulta bas­tante defectuosa en sus proporciones relati­vas. Previa colocación de dicha naranja enla mitad del Océano, entre Europa y Améri­ca, iremos también ampliándó ésta' hasta quesu corteza alcance Nueva York, el ecuador eIslandia, convirtiéndose las pepitas en lamasa de un gran acorazado, con lo que se ad­quirirá una idea bastante seria del .inmensovacío de la materia.

IPensar-como dice Karlson-que la tie­rra, la mesa de trabajo, el humo del cigarri­llo y la mano, todo consiste en electricidad,en protones y electrones, que, lejos unos deotros, giran en sus círculos como los barcosdel Océano! IY que si se pudieran empaque­tar fuertemente apretados los protones y loselectrones que forman un hombre, cabríancómodamente en la cabeza de un alfiler!

LOS ATaMOS SON HUECOS Y LA MA­TERIA ES VACIA

Para que la anterior concepción tenga al­gún viso de realidad, necesitamos probar que,efectivamente, los átomos son huecos, no for-.

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mando, por tanto, una esfera maciza. Encierto modo presentimos que debe ser así,pues las órbitas de los electrones negativosdeben hallarse distanciadas de los protonespositivos, para mantener los conceptos quevenimos sosteniendo; pero es que, además,se puede probar, y recurriremos de nuevo alauxilio ajeno para mostrar un símil apropia­do, que, además, tiene carácter histórico-fo­restal.

Supongamos que nos hallamos en un bos­que, con árbol-es de troncos muy gruesos, cuyaproyección horizontal podemos representarcomo indica la fig, 15, y que, en dirección de

A

Fig.15

la flecha A lanzamos contra ellos ·unabola,con suficiente fuerza (damos por ~xistente

una perfecta elasticidad) para que, a pesar

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de los choques, no interrumpa fácilmente surecorrido. 'i'enemos por indudable, en condi­ciones generales y no de excepción (trayecto­ria por el espacio vacío que dejan- los árbo­les), que la bola no seguirá una línea recta.La bola tropezará pronto con uno de los grue­sos árboles, será desviada, se dirigirá haciaun segundo árbol, será desviada de nuevo yasí sucesivamente.

Pasemos ahora al campo de acción de los .átomos. Sabemos ya que las partículas a soncorpúsculos de la masa de un átomo de helio;he aquí la bola que lanzamos. No ignoramostampoco que los átomos de helio son muchomás pequeños que las moléculas de aire; aquítenemos los árboles. Y es igualmente cierto,aunque hasta ahora no 10 hayamos afirmado,ue si bien no disponemos de medio hábil

~iiii~~ ver los átomos de helio, ni en reposo nien vimiento, sí que podemos distinguir y

&ilu sus trayectorias. Y l.qué pasa? .~l mo de helio recorre su camino a tra-

vés as moléculas de aire, como la bola a. del bosque. En un choque entre la par-

tícula IX y la molécula de aire, la prim-era de­bería ser desviada de la línea recta, la tra­yectoriadebel'ia ser en zigzag, con numero­sos ángulos; sin embargo, la realidad nOSmuestra que, salvo algún ángulo que otro, latrayectoria es una línea recta. .

En est~ trance se nos ocurre preguntar,agotando las objeciones posibles, como debe

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11:1 .

hacerse en toda sana acción científica: ¿Real­mente chocan los átomos de helio con las mo­léculas de aire? ¿No se dará la extraordina­ria, pero posible, casualidad de que los áto­mos de helio se deslicen en línea recta, salvoalgún tropiezo originado por descuido, porlos espacios vacíos que dejan las moléculasde aire?

No puede ocurrir así y tienen forzosamen­te que chocar. En primer lugar, las molécu­las de aire están muy apretadas unas a otras;de modo que los choques' son inevitables,Pero, además, y esto es más persuasivo, comolas partículas a ionizan las moléculas de aire,deben chocar con ellas; es ·preciso que se pon­gan en contacto. La línea recta es, por tanto,el camino menos verosímil de todos, .-IaÍ1lembargo, las partículas a se mueven Uf1:ea,.'·',recta. o ' ....

Imaginemos ahora - dice Flechn 15- quenuestro bosque, tan densamente arb O't~t.asemeja a un "bosque de Potemkin". ..aqfhviene aquello de la historia o como " .....' .",0:;,llamársele. Se cuenta que siendo Potemministro de Catalina II de RUsia, para com­placer a su soberana, haciéndole más agrada­ble un viaje por comarcas despobladas de

.aquella nación, improvisó muchos bosquesfingidos, sustituídos, como en el teatro, porpiezas de cartón que los imitaban.

Supongamos para ello que en un bosqueque contiene delgados árboles bastante dls­

I

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-lU- .

tanciados (fig. 16), son dichos árboles cubier­tos en sus troncos por envolturas de cartón,dándoles, con la ayuda de sus copas reales,el aspecto de grandes árboles que forman unmagnífico monte. Si nuestra bola es lanzadaen él (damos por cierto que el cartón de las

envolturas no le ofrece ninguna resistencia),en la mayor parte de los casos, con algunasuerte y al no ser estorbada por los tubos decartón y atravesándolos, seguirá su curso en­tre los árboles, sin desviarse de la línea rec­ta. Pero, si está de desgracia-alguna veztendrá que ocurrir-tropezará con un árbolverdadero, después de haber taladrado su cu­bierta de cartón, y entonces será desviada desu dirección. .

Así podemos explicarnos también, los án-.gules de las partículas a. Los átomos' y 'lasmoléculas están huecos, pero no carecen detoda materia. La materia se encuentra (estono es todavía para nosotros seguro, pero sí

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muy verosímil) más bien en el centro del áto­mo hueco, como el verdadero árbol en el cen­tro de su envoltura de cartón. En la mayoríade los casos la partícula a pasa precisamentea través del hueco del átomo, pero algunaque otra vez tropieza con este trocito de ma­teria de dentro del átomo hueco, y entonceses desviada, presentando su trayectoria unángulo vivo.,

PERCEPCION DE LAS TRAYECTORIASATOMICAS

Hemos referido en las líneas que precedenel hecho de la posibilidad de determinaciónde las trayectorias de las radiaciones del ra­dio, entre las que se cuentan los átomos dehel 'o. Veamos de comprobarlo.

Sabemos que cuando el aire está sobresa­turado de vapor de agua y se enfría súbita­mente, las partículas de polvo que flotan enél actúan como condensadores; el exceso devapor de agua se condensa en ellas, en formade agua líquida, en gotas que flotan ahora enel aire y a cuyo conjunto llamamos niebla.Pero esta facultad de condensar el vapor latienen también los iones de aire, las moléculas .de aire ionizadas.

.y entonces surgió de" pronto la idea de queeste hecho estaba relacionado con otro cono­cido; esto es, con la ionización del aire porlos rayos de la radiactividad. Tuvo esta ge-

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nial idea el físico.ingléa C. T. R.. Wilson, pro­fesor de la Universidad de Cambridge, El sedijo: Si los rayos a ionizan el aire que atra­víesan, y si entonces se enfría sistemática­mente el aire sobresaturado de vapor, el ex­ceso de éste debe condensarse en los ionesproducidos por las partículas a. Con este fun­damento se constituyó la denominada "Cá­mara de Wilson", que puede considerarsecomo uno de los medios más importantespara el estudio que nos Ocupa.

En el referido aparato, en cuya descrip­ción no queremos extendernos, se producensimultáneamente la emisión de los rayos a, elenfriamiento del aire y la impresión de unaplaca fotográfica, sobre la que luego apare­ce una imagen sorprendente: del preparadode radio parten partículas a, formando innu­merables líneas finísimas y divergentes comoel varillaje de un abanico. En su camino losrayos han ionizado el aire, y en todas partes,con el enfriamiento, se han condensado goti­tas de agua sobre los iones, y el camino deuna partícula a se ha vuelto visible en formade una ráfaga de niebla. De esta manera, sino hemos. logrado fotografiar el átomo dehelio, hemos conseguido una imagen perfec­ta de su huella.

Los rayos {3 también ionizan el aire; tam­bién puede hacerse visible su curso. Pero,como se mueven muy de prisa, el vapor deagua no puede condensarse en ellos con uni-

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formidad; sus trayectorias no sOU'Wlt~Ol'l coK., ..;.,ttinuos, sino ringleras de gotitas; s'ti'elt¡aa¡ '~ ..~

Los rayos y ya sabemos qqe1no iotJjz!tr)\elaire, por aparecer con su c~li.cter [de.n~-tros. 't ' "), .

,,\'.

EL PERIODO DE LA MITAD DELVALOR·

Estamos aquí en presencia de un nuevo'caso que nos demuestra cómo todo se realizaante nosotros siguiendo curiosas leyes quepueden sernos de valiosa aplicación.

Sabernos, por lo que queda dicho, que elátomo de radio (elemento que nos está dan­do qué hacer), se descompone formando dosnuevos elementos: helio y radón.

Pues bien: esta descomposición no se rea­liza caprichosamente, sino que tiene lugarcon sujeción a la más perfecta disciplina.

Sin meternos en demasiadas profundida­des, podemos afirmar que, exactamente, alcabo de 1580 años, se descompone la mitadde su peso, en los 1580 años siguientes, lamitad del peso restante, y así sucesivamente.Este tiempo en el cual se transformará lamitad de una determinada cantidad de unasustancia por radiación radiactiva, recibe elnombre de "período de la mitad del valor"..

Este período de la mitad del valor es tancaracterístico para toda sustancia como, porejemplo, el peso atómico. El urano tiene unperíodo de la mitad del valor mucho mayor

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que el radio: es de 4,5 miles de millones deaños. El torio la tiene de 20 mil millones deaños. Etc.

LA INESTABILIDAD DE LA MATERIA

Todo cambia constantemente, aunque nosempeñemos en no mirarlo. Yá nos 10 enseñóSéneca, cuando manifestaba que las cosas deeste mundo tienen altas y bajas, disminucio­nes y aumentos, pérdidas y reparaciones,siendo siempre diferentes de ellas mismas.

Rep-etimos antes que el átomo de radio sedescompone en helio y radón, pero no paraaquí la cosa. El radón tampoco es estable.Veamos de seguirle los pasos y deduciremoslos siguientes hechos:

1.0 El radio de peso atómico 226 producehelio y radón (p. a. 222) en un período de lamitad del valor de 1580 anos.

2.° El radón emite también partículas a

(helio) y con un período de la mitad del va­lor muy corto (escasamente cuatro días) pro­duce una nueva sustancia denominada ra­dio A, de peso atómico 218.

3.° El radio A da por el mismo proceso(período de la mitad del valor, tres minutos)helio y radio B, con peso atómico 214 (cadavez debe disminuir el peso atómico en cuatrounidades, porque es emitida una partícula a,de peso atómico 4).

4.° Al radio B parece que se le ha acaba-

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do la fuerza; por lo menos la ha dísmínuído,probando en este sentido una también natu­ral degeneración. Ya no suelta grandes par­tículas a; sólo da rayos {3, es decir, electro­nes, y rayos y. Este radio B, en un períodode la mitad del valor, de veintisiete minutos,en números redondos, da el radio C. Como elradio B no ha emitido helio, sino sólo elec­trones, no ha habido pérdida de masa en lairradiación. Por tanto, radio B y radio C sondos sustancias distintas con igual peso ató­mico.

5.° El radio C muestra lo que corriente­mente denominamos "salto atrás"; es decir,herencia de cualidades de sus antepasados,que no acusaron los próximos progenitores,indudable manifestación de la influencia atá­vica. Vuelve a emitir partículas a, pero estafacultad está todavía poco desarrollada. Delpeso total del radio C, el 99,97 por 100 sóloemite rayos {3 y y, formando el radio C', conconservación del peso atómico. El resto delpeso, o sea el 0,03 por 100, emite partícu­las a y se convierte en el radio C" de pesoatómico 210.:

6.° El .radío C', de peso atómico 214, es.muy ínestable : con un período de la mitaddel valor de 0,9 X 10-8 segundos (menos deuna millonésima de segundo) da helio y ra­dio D, de peso atómico 210 (como el ra­dio C").

7,° El radio C", por emisión sólo de elec-

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trones, pasa a radio D (éste resulta, pues,por dos caminos distintos).

8.° Continúa esta que nos irá pareciendoilimitada serie de transformaciones; pero nonos asustemos, que a algún rincón sorpren­dente nos conducirá; debemos agotar hastael límite nuestra curisidad. El radio D tieneun período de la mitad del valor de dieciséisaños, emite electrones y rayos y y da el ra­dio E, de peso atómico 210.

9.° El radio E, con un período de la mi­tad del valor de cinco días, por nueva emi­sión de electrones, se transforma en radio F.Este radio F es precisamente el elemento po­lonio, descubierto por María Curie con el nú­mero 84, de peso atómico 210.

10. El polonio, como se vió al descubrirle,es un elemento radiactivo y, por tanto, ines­table. Emite partículas a y en un período dela mitad del valor de 136,5 años se convierteen radio G, de peso atómico 206.

Y... ya hemos llegado al final. El radio 6ya no es radiactivo, sino un elemento del todoordinario, perfectamente conocido por todoel mundo: es el "plomo".

Esta desintegración'del radio la podernosrepresentar esquemáticamente como sigue,permitiéndonos apreciar de un solo golpe devista, conteniéndose entre paréntesis los pe­ríodos de la mitad del valor y junto a la fle­cha la naturaleza de las radiaciones emi­tidas:

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Radio - P. a. = 226(1:i80 aftas)

J aRadón (Emanación de radio)· P. a. ~ Z22

(",8i1 dl.B)I .V a

Radio A-D. a. = 218(3,05 minutos)

I. V a

RadloB-D.a.=214126,8 mtnuroa)

IV ~1

Radio <:;-P.a.=214(19,:; minutos)

!I

J.'a

\V

Radio c'-V. 11 = 214 .(milloné..llJI4S de segundo]

I

I

iV

Radio coo·P. a. =210(1,32 mínutua)

~

IIV

RadIo D - P. a. = 21Q(lb alias)

t ~1Radio B - P. a. = 210

(4,8&) dfllS

t ~TRadio F. (Polonia) - P. a. = 210

(136,b díllS)

IV (j,

Rlldlo G (Plomo) - P. 1.:. "" 206

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LA MATERIA COMO EXCELENTE ME­DIO DE MEDIDA

Independientemente de la importancia delos estudios que anteceden, para penetrar elverdadero conocimiento de la materia, lasaplicaciones de los mismos crecen sin cesar.Aparte de otras, nos sirven para medir,con notable exactitud, inmensos períodos detiempo que de otro modo no sabríamos re­gistrar.

Es así, por ejemplo, que hasta hace poco,relativamente, todos los datos de que se dis­ponía acerca de las épocas de la formacióny por consiguiente de la edad de los yaci­mientos minerales, para el estudio de la evo­lución de las especies, se fundaban en cálcu­los que adolecían de muchos errores y que,por tanto, se apartaban mucho unos de otros.Hoy en día se pueden hacer afirmaciones con-'cretas en este sentido, por muy inverosímilque parezca. Esto lo debemos al descubri­miento de las materias radiactivas y sustransformaciones.

Del elemento urano, como hemos visto, me-.diante una conveniente descomposición,' queen su celeridad es independiente de todas lasinfluencias externas, se origina finalmenteplomo, en una serie de fases intermedias. De­terminado, pues el contenido de urano y deplomo en un mineral, se deduce, por la pro­porción cuantitativa de estas dos materias,

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cuánto tiempo ha durado su transformación;es decir, la edad del mineral. Si se hiciese laobj-eción de que el urano podía haberse trans­formado en plomo más de prisa o más despa­cio en los tiempos primitivos, se puede 'refu­tar en el acto con toda seguridad. El procesode la descomposición deja ciertas huellas enel min-eral, en las cuales se puede leer comoen un libro la velocidad con que. se ha efec­tuado.

El resultado del cálculoacusa que las sedi­mentaciones marinas más antguas datan demil quinientos millones de años. Los océanostien-en, pues, por lo menos esa edad, porquehan de haber existido antes de que en ellosse pudiera sedimentar algo. .

Las, capas terrestres más antiguas, conabundantes y bien conservados fósiles, sonlas formacion-es "cámbricas". En aquel en­tonces ya vivían animales bien desarrollados,tales como estrellas de mar, crustáceos yotros similares, aunque entre los vertebradossólo existían las formas más primitivas. Eltronco racial de los vertebrados pudo des­arrollarse desde entonces paulatinamente enel transcurso de seiscientos millones de años.Este es un período de tiempo cuya extensión,según cálculos de Karl V. Frisch, comparadacon la duración de la vida del hombre, está enla misma proporción que la distancia de Mu­nich a Berlín comparada a la longitud de unacaja de cerillas.

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,SEMIGENERACION ESPONTANEA

Acabamos de ver que el radio, espontánea­mente, y luego sus sucesores, en generacio­nes claramente establecidas, van dando lugara diferentes sustancias, llegándose a estable­cer, sin dudas, que del indicado modo espon­tánea al parecer, un elemento, el radio, llegaa transformarse en otro elemento, el plomo.

j Qué cantidad tan abrumadora de interro­gaciones tienden a salir de nuestros labios,ante la consideración de hechos de esta na-turaleza! '

No nos atropellemos,' sin embargo, y co­mencemos por una sola. Visto lo que antece­de, ¿ €S el 'radio un elemento radiactivo pri­mordial o es él mismo producto de otro ele­mento radiante? j A que todavía vamos a lle­gar a la unidad de materia!

Pues sí, señores: el radio no es el primerescalón de li serie; por lo que hasta ahorasabemos, comienza en el uranio. Veamos laserie:

Uranio. - Uranio I. - Uranio Xl' - Ura­nio X2.-"-Ionio (p. a. 230).-Radio (p. a. 226).

Pero el uranio no sólo es el padre ~e estagran familia. Pronto se formó una rama late­ral, que siguió su propio camino, separándo­se de su familia.

El uranio X2 (también llamado uranio 11),del cual procede el ionio, se transforma úni­camente en un 97 por 100 en íonío. El 3 por

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100 restante, también con desprendimientode partículas a, se convierte en uranio Y, elcual se transforma, con emisión de electro­'nes, en protaotinio, y engendra así una fami­lia independiente: la serie del actinio, que es,en resumen, la 'siguiente :

Protactinio.-Actinio.-Radioactinio.-Ac­tinio X.-Actinioemanación. - Actinio A.­Actinio B.-Actinio C. Este actinio C, nueva­mente, corno el radio C, se convierte en par­te en actinio C' y en parte en actinio C" y losdos se transforman luego en actinio D, yéste... no es sino plomo; sin duda "plomo" depeso atómico 207.

Pero existe tedavía una tercera serie, laserie del torio, que se deriva del elemento nú­mero 90, el torio, y que también citaremosaquí brevemente (el torio se encuentra en es­tado de fosfato en la arena monacita) :

Tório.-Mesotorio. I.-Mesotoria II.-Ra­diotorio.-Torio X.-Torioemanación, - To­rio A.-Torio B.-Torio C.-Nueva dobletransformación en torio C' y torio C".-To­rio D. Y, finalmente, por tercera vez, .plomo,ahora con un peso atómico 208.

•EVOLUCION PARALELA DE LAS FAMI­

LIAS RADIACTIVAS

El estudio de la clasificación de los cuer­pos que se suceden en el cursó de sus desin­tegraciones ha .conducido, como hemos visto,

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a distinguir tres familias entre los elemen­tos radiactivos naturales: las familias deluranio (a la que pertenece el radio), del Acti­nio y del torio. Si, como hace observar Mau­rice de Broglie, se escriben, para cada unade ellas, la serie de sustancias derivando unasde otras y la naturaleza de las transforma­ciones que experimentan, acompañadas, seade rayos a, sea de rayos (3, se destaca en se­guida un hecho curioso: los tres grupos pre­sentan una evolución totalmente análoga.

Se encuentra en cada una de las tres fami­lias, cuerpo gaseoso que pertenece a la fami­ha de los gases raros. Se trata de emanacio­nes del radio, torio y actínjo, todas capacesde transformarse por la expulsión de unapartícula a en un producto igualmente alfa­rradíactivo (designado por la letra A). Des­pués sigue un cuerpo de radiactividad (3 (le­tra B) ; a continuación otro (letra C) suscep­tible de exjerimentar una desintegración aO p, lo que da lugar a ramificaciones reprodu­cidas fielmente en cada una de las tres series.Esta estrecha semejanza entre las tres ge­nealogías se afirma aún más por el hecho deque los cuerpos homólogos, .como las tresemanaciones, los productos A, B, C, etc., seanisótopos. La isotopía es una propi-edad quí­mica; por otro lado, la radiactividad es esen­cialmente una actividad nuclear y, sin em­bargo, se percibe una correlación entre losdos ferrómenos, que no es la observación me-

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nos sorprendente entre las que pueden hacer­se en este rápido examen.

PLURALIDAD DE PESOS ATOMICOS

Llegados aquí, discurriendo con Flechner,quedamos pasmados. Aunque ya estarnosacostumbrados a sorpresas, ésta nos parecedemasiado grande. En nuestra tabla de pesosatómicos consta que el plomo tiene como peso

-atómico 207,2. Y ahora afirman los quírmcosy físicos que el producto final de la serie ura­nio-radio es el plomo de peso atómico 206;que el final de J,ft serie uranio-actinio es elplomo de peso atómico 207, y el final de laserie torio es el plomo de peso atómico 208.Parece una equivocación, pero no 10 es.

Entonces parece que todo se hunde. Vimosque existen diferentes sustancias con el mis­mo peso atómico (por ejemplo, radío B y ra­dio e de la primera serie que hemos referi­do: radio-plomo). Ahora -hemos de creer queuna misma sustancia puede tener pesos ató­micos diferentes. Hemos comprobado, ade­más, que los átomos no son los últimos com­ponentes de las sustancias, y, para colmo, sonhuecos. Nos parece ahora que ya hay bastan­tes novedades, y buscamos con insistencia unlugar donde anclar, para terminar esta com­plicada navegación y conseguir un punto de'reposo. Paciencia y díseurrir de nuevo, que

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para algo no estarnos reducidos a un manton­cito de carne bautizada.

COMIENZA A HACERSE LA LUZ

Sumidos en el piélago de incertidumbres aque nos condujo nuestra meditación (la quecon auxilio de destacados autores estamoshaciendo), pretendemos algún asidero quenos afirme un poco nuestra situación y nosprocure relativa caima espiritual. Así, conánimo de penetrar luego mejor el misterio,comenzamos por .conñarnos a la autoridadque nos inspira el Dr. Rocasolano, quien, aeste respecto, viene a expresarse como sigue,con independencia de nuestros comentarios:

Al establecer Dalton, en 1803, los funda­mentos de la teoría atómica, enunció entreotros, el siguiente postulado: "Los átomos deun mismo elemento son semejantes entre síe iguaJes en peso". Este postulado, para unoselementos, parece ser· exacto; pero, paraotros, requiere actualmente ser rmodrñcado.Total: que resulta extraordinariamente di­fícil decir la última palabra. Todo pasa; nadaes definitivo. , .

Investigando acerca de las transformacio­nes de cuerpos radiactivos, Ruthérford inicióla idea de que era posible obtener cuerpos deidénticas propiedades químicas, pero de dife­rente peso atómico. Soddy denominó "isóto-

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129 .)' "ti. d ( ~

POS" a estos elementos, entre 10.3 c\jlale8',R.u~

de citarse como ej emplo el plomo (yaestarnésen nuestro caso), que se forma de/diverso&:modos en las transformaciones de' los cuer­pos rad.activos. Estos cuerpos' isótopos, .al te­ner las mismas propiedades ql1irri,icas,oéupan ....el mismo lugar en el sistemaperiódrco .(is~-·

topos = de igual sitio), y son prueba. condu­yente de que el peso atómico no es una pro­piedad fundamental, sino el número atómico.

Se encuentran también entre los elementosradiactivos cuerpos que, teniendo idént.copeso atómico, presentan propiedades distin­tas (fenómeno inverso del anterior); se de­nomina a estos cuerpos "isóbaros".

y dice el referido Dr. Rocasolano : Dentrode las ideas actuales sobre la constitución delátomo, la formación de los elementos isobá­rICOS se explica como consecuencia de la incor­poración o pérdida de un electrón en el núcleodel átomo, y así en el átomo obtenido habrádisminuido o aumentado en una unidád su"número atómico", sus propiedades químicas"serán distintas", pero no habrá variado elpeso atómico; por el contrario, si un protóny un electrón entran en el núcleo, no variarásu carga nuclear o número atómico, ni, porconsecuencia, las prop.edades del átomo; perohabrá aumentado en una unidad el peso ató­mico.

Pero: 1. Decíamos que comienza a hacersela luz? ¿No resulta que al pretender una con­

y

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firmación autorizada de los hechos que va­mos tropezando se multiplica nuestra confu­sión'? Vemos aquí introducirse electrones, osimultáneamente protones y electrones en elnúcleo de un átomo (nosotros también expu­simos con anterioridad, por boca de Ruther­ford, que el núcleo constaba de protones yelectrones), pero en nuestra última concep­ción del átomo integrábamos el núcleo de éstepor sólo protones y neutrones. Será menesterde nuevo recurrir a la sabiduría de saber es­cuchar.

Ya decíamos entonces, al servirnos del au­xilio de la naranja, que alcanzábamos unaconcepción "bastante aproximada" de la es­tructura del átomo. Sólo "bastante" y, a ma­yor abundamiento, "aproximada", que a fuer­za de complicaciones nos vamos acostum­brando a ser cautos hasta en el empleo dellenguaje, pues tememos más a un pequeñodesliz que a un tiro de sal. Aquella concep­ción, .¿cómo no '?, tampoco podía ser defini­tiva. Ya afirmábamos también que procede­ríamos por el método de aproximaciones su­cesivas, camino adelante, hacia la verdad,que, con la bondad y la belleza, constituy-enel trío, la meta, que siempre debe guiarnos,aunque por completo no nos sea dado al­canzar.

Para lograr algún sosiego, mientras segui­mos esta penosa ascensión, ¿ no podíamosimaginar, frente a la nueva contradicción,

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que nuestro neutrón no era otra cosa que unconjunto de un protón y un electrón'? Ya ·10veremos; acaso sea así, y entonces todo que­daría satisfactoriamente explicado, a costade complicar un poco más la estructura denuestro imperceptible átomo.

Cerrando el paréntesis y siguiendo lashuellas de los elementos que hemos bautizado"isótopos" e "isóbaros", se nos ocurre volvera preguntar: ¿ Estas cosas pasan sólo en esassustancias radiactivas, cuyos misterios vie­nen de tal modo perturbándonos? ¿ Se tratarealmente de un fenómeno nuevo? No. Acu­dimos de nuevo a la química, que nos diceque la primera noción de isótopo se encontródeterminando el peso atómico del plomo-otra vez este metal-en sulfato de plomopuro, obtenido de minerales de origen dis­tinto; se encontraron números que diferíanen cantidad mayor que los errores de expe­riencia admitidos, y así se encontraron for­mas de un mismo elemento químico, el plomo,que presentaban las mismas propiedades quí- I

micas y pesos atómicos distintos.Nuevo paréntesis. Metidos ya en aventu­

ras y perdido el miedo a las conjeturas, va­mos a permitírnos.. modestamente y con bas­tante temor, una que nos inspira la lógica yque, hasta el presente por lo menos, no he­mos visto confirmada por ningún autor. Esbien simple.

Las sustancias radiactivas están en per-

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manente transformación, llegando las quehemos considerado, en último término, alplomo. Permítnsenos una pequeña irreveren­cia científica, pues entraña falsedad, a losplomos de pesos atómicos 206, 207 Y 208.Pero esta transformación no es de ahora,sino que habrá venido realizándose, a espal­das nuestras, en el curso de los pasados si­glos, y sobre la Tierra habrán ido quedandopatentes manifestaciones de estos que hemossupuesto incidentalmente plomos distintos,con lo cual aquella referida isotopía de plo­mos procedentes de minerales diferentes pue­de quedar perfectamente explicada.

Por tanto, comenzó a hacerse luz; pero to­davía poca. La ciencia se anticipó a descubrirun hecho, cuya paternidad apareció después,Hasta ahora sólo vamos logrando confirma­ciones y posibles explicaciones, que, no obs­tante, nos van permitiendo incrementar nues­tro saber, capacitándonos mejor para poste­riores luchas.

Así como hemos visto que hay elementosisótopos e isóbaros, se denominan elementos"normales" a los que confirmando el postula­do de Dalton, a que antes nos hemos referi­do, se diferencian entre sí por su peso atómi­co y por sus propiedades químicas. .

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NUEVOS ELEMENTOS RADIACTIVOS

Cediendo ahora la palabra a Maurice deBroglie, insertamos aquí las siguientes inte­resantes manifestaciones:

La radiactividad, a causa de la proyecciónde partículas ionizantes que la acompañan,constituye un medio extremadamente sensi­ble de poner de manifiesto pequeños indiciosde las materias que presentan este fenómeno.Cuando se ha intentado ver si otros el imentos,aparte del torio, uranio, radio y actinio, pre­sentaban esta notable propiedad, se encontró,casi por todos lados, pequeños indicios de ac­tividad, que fué posible atribuir, de un modocierto, a la diseminación general de muy pe­queñas cantidades de cuerpos activos conoci­dos. Es necesario incluso tomar grandes pre­cauciones para no ser molestado en ciertasinvestigaciones delicadas por la aparición departículas el! y (J, que indican la presencia de'cantidades ínfimas de radio o de otros radio­elementos.

Hasta el presente, fuera de los elementosde que acabamos de hablar, no se ha podidoponer en evidencia una radiactividad propiaapreciable más que en tres cuerpos simples.

Estos son, en primer lugar, dos metales al­calinos, uno muy abundante, el potasio, yotro mucho más raro, el rubidio; emiten es­pontáneamente electrones con intensidad muydébil, incluso con respecto a la del uranio o

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del torio, y a su vez núcleos mucho menosactivos que el radio. El potásico y rubidiopresentan también, de un modo natural ysensiblemente permanente, propiedades quese han podido provocar artificialmente. En­tre los tres isótopos que están reunidos en elpotasio natural, ha sido posible atribuir laradioactividad observada a uno de ellos sola­mente, el que tiene por masa 40.

El tercer cuerpo radiactivo, fuera de serie,es el samario, metal perteneciente al grupode las tierras raras. Emite una proporciónmuy débil de rayos a de pequeño recorrido,aunque su número atómico 62 constituya unaexcepción notable a la regla, verificada porlos otros emisores de rayos a, de estar situa­dos al final de la serie de los elementos.

Para él, como para el potasio y el rubidio,la intensidad de estos efectos es siempre mí­nima y ha sido imposible establecer una cla­sificación de los descendientes consecutivos.La existencia de una actividad muy débil seha señalado como probable en uno o dos ele·mentos más.

FABRICACION DE RADIACIONES

El avance de la ciencia natural debe fun­darse simultáneamente en la observación yen la experimentación. Al lado de la aprecia­ción, lo más minuciosa posible, de los fenó-

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menos naturales, debe alzarse la provocaciónartificial de los mismos, para, del conjunto,sacar las debidas enseñanzas.

Manifestábamos al hablar de las distintasradiaciones emitidas por el radio, que una desus especies la constituían los rayos {3, y queestos rayos eran comparables a los rayos ca­tódicos. Tiempo es ya de dedicar un breverecuerdo a estos últimos, que no dejará deprestarnos buenos servicios sucesivos.

Llegó un momento, en el desarrollo de es­tos conocimientos que nos ocupan, en que losfísicos encontraron algo que luego condujo aldescubrimiento de los rayos Róentgen, tam­bién mencionados.

Tomando un largo tubo de vidrio (fig, 17),

+ Anodo

Fig.llsoldaron en sus extremos hilos metálicos, en­rarecieron mucho el aire del tubo y ensaya­ron cómo se comporta la electricidad al atra­vesar esta particular atmósfera. Para ellohicieron actuar sobre los dos hilos metálicos

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fuertes corrientes eléctricas, observando acontinuación algo extraodinariamente s.ngu­lar: frente al polo negativo del tubo princi­pió de súbito a lucir el vidrio con luz verde.De este sitio verde partían. como se recono­ció más tarde, rayos invisibles, que no sonotra cosa que los rayos Roentgen. Ya tene­mos identificado a un individuo.

Pero, ¿de dónde procedía la luminosidaddel vidrio? Se debió también admitir que delpolo negativo dispuesto en el tubo partíanrayos invisibles que atravesaban dicho tuboy, al chocar con el vidrio, ocasionaban la sin­gular luminosidad. Se dió a. estos rayos, porsalir del polo negativo (cátodo) el nombre de"rayos catódicos". Ya los tenemos tambiénconocidos.

Estudiados estos rayos catódicos (Lenard,entre otros), se observaron las siguientespropiedades: Recorren el tubo en línea rec­ta. Intercalando un objeto en su camino (cruzde la figura) se proyecta una sombra bien d-e­finida, como si se le hubiese interpuesto en

• el camino de rayos luminosos, que tambiénvan en línea recta. Calientan el vidrio en elsitio donde chocan. Del mismo modo que losrayos (3, y confirmamos la semejanza, sondesviados por un campo electromagnético,como si formasen parte de la electricidad ne-,gativa. y, también como los ravos (3, pasana través de capas delgadas de cuerpos sdlí-

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dos, cargando, además. de electricidad nega­tiva todo el objeto con que tropezaban.

LA RADIACTIVIDAD ES CONTAGIOSA

Curie demostró que los cuerpos colocadoscerca del radio adquieren temporalmente pro­piedades radiactivas, emitiendo radiacionesaun cuando se les aparte del radio. Se diceentonces que dichos cuerpos poseen una radi­actividad "inducida". Rutherford ha descu­bierto fenómenos análogos para el torio, y

. Debierne para el actinio. Se pudo comprobarmuy pronto que la actividad así inducida eratransmitida a los cuerpos por la emanaciónprocedente de cuerpos radiactivos. La activi­dad producida era transitoria, como en lasemanaciones, pero la rapidez de su decreci­mi-ento era distinta que la de las emanacio­nes y características del elemento inductorde la actividad. Experiencias ulteriores handemostrado que los cuerpos activados de este.modo pueden ser privados d-e su actividad pormedios mecánicos, por ejemplo. frotándoloscon un objeto áspero, o por medios químicos,por ejemplo, sumergiéndolos en ácido clorhí­drico o nítrico. También se les priva de laactividad calentando fuertem-ente la superf'i­cie, Parece, por tanto. que la actividad indu­cida se debe a la formación de depósitos demateria radiactiva; por consiguiente se ha

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abandonado la denominación de "actividadinducida" reemplazándola por "depósito ac­tivo". Ei decrecimiento de la actividad de losdepósitos activos, según Sir Edward Thorpe,a quien debemos la paternidad de estas obser­vaciones, es complicado y depende de las con­diciones del depósito, pero siempre, al cabode algunas horas la actividad decrece en pro­gresión geométrica con el tiempo, llegando ala mitad de su valor en veintiséis minutospara el radio, en treinta y seis para el acti­nio y en diez horas y media para el torio.

LAS RADIACIONES SE MATERIALIZAN

Entre otras varias, dejamos también sen­tada en lo que antecede una afirmación, queahora es el momento de probar. Con pacien­cia todo se alcanza.

Dimos por hecho al estudiar las radiacio­nes del radio que dichas radiaciones eran enrealidad verdaderos corpúsculos materiales.Pues bien: si en el tubo anteriormente uti­lizado para producir los rayos catódicos, enlugar de una cruz, intercalamos en el caminode los rayos una pequeña rueda de paletasfácilmente giratoria, resulta que bajo la ac­ción de los referidos rayos la rueda comienzaa dar vueltas, como consecuencia del choquecon ella de los corpúsculos mat-eriales ra-'~nadQ~,

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Es menester, además, consignar ,.atftiÍ';19que' resulta muy importante para Ilt\8~'fis~¿"ción de muchas de nuestras añrmacioneaex­puestas, que los cátodos que emit-en ¡fayos:'ca­tódícos "pueden hacerse de cualquier sustan­cia" y siempre dan rayos catódicos deja ~is­

ma clase y electrones. Se deducerlógicamente,«que todos los átomos contienen electrones.

NUEVAS DIFICULTADES

Mal que bien, vamos atravesando este pro­celoso mar de señalada complicación, cuando,de pronto, tropezamos con.traidora nueva di­ficultad. ¿Traidora? No.

Para patentizar el acierto de las teoríasque exponemos, hemos elegido ejemplos prác­ticos y salido con ellos regularmente airosos.Pero vaya este otro: el cloro.

Su peso atómico es 35,5 en números redon­dos, y vamos a indagar ahora la estructurade su átomo, como una aplicación más, enla base de los eonocimíentos que ya tenemosy damos por bien sólidadamente adquiridos;

Su número de orden es 17, y haciendo usode nuestra oportuna reglilla deducimos, en­tre otras cosas, que tendrá 17 electrones, 17protones y 35,5 - 17 = 18,5 neutrones. Parabroma bien está, porque ¿ puede haber tam­bién medios neutrones? Realmente no puedeadmitirse; habríamos calculado mal l~ uní-

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dad. ¿ Será que está mal determinado el pesoatómico del cloro? Tampoco; su determina­ción es exacta. ¿Qué pasa, pues?

Ahora bien: ¿ No hemos aprendido que di­versos elementos pueden tener €I mismo pesoatómico, que denominamos "isóbaros" (seriesde transformación radiactiva), y que Jos mis­mos elementos pueden presentar pesos ató­micos distintos y denominamos isótopos?Está visto que, ni por distracción, podemoseludir la cuestión, porque sobre tener queexplicar satisfactoriamente lo que pasa conel cloro, tenemos también que razonar la iso­tapia y la ísobaria que dejamos solamentedefinidas, y... j qué le vamos a hacer! Serámenester indagar también aquí, lo que le su­cede al plomo, que antes conseguimos con trespesos atómicos distintos. Si no lo hacemos,las consecuencias científicas pueden ser fa­tales.

LA PERMANENTE TABLA DE SALVA­CION

No lo dudamos; nos asimos una vez más ala tabla de salvación del radio. Dice nuestrorefranero que "quien la hace. la paga", demodoque el radio que perturbó nuestra tran­quilidad habrá de restablecerla.

Al hablar de la inestabilidad de las cosas,dimos una relación austanciada de la serie

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que llamaremos radio-plomo. En su aparta­do 4.° llegamos al radio B, ya exhausto y sincapacidad para emitir partículas a. Emitepartículas f3, es decir, electrones.

Pero vayamos a la entraña del hecho. Elelectrón que es lanzado por el átomo de ra­dio B no puede ser un electrón externo, delos cont-enidos en las que llamábamos órbitasplanetarias, mejor aún ahora "órbitas elec­trónicas", pues sabemos que la emisión de unelectrón externo no significa más que ioniza­ción. Si, pues, el radio B emitiese un electrónexterno no se alteraría su sustancia, sino queformaría simplemente un átomo de radio Bionizado. Pero los procesos radiactivos sonprocesos que forzosamente tienen que alterarel núcleo del átomo.

Ahora resulta, y esto justifica también mipresentimiento anterior, que en el núcleo tam­bién. hay electrones. ¿ Dónde? En los proto­nes no puede ser, porque -son núcleos dehidrógeno simplemente .cargados con electri­cidad positiva, y se caracterizan por no tenerya ningún electrón. Tendrá entonces que S.21"

en los neutrones.Valientemente nos atrevemos a dar reali­

dad patente a esta nueva sorpresa, y así, decamino, complicamos un poco más el átomo,cuya estructura ya habíamos predicho incom­pletamente acabada. Manos a la obra.

Ahora todos los neutrones del núcleo estánformados por un protón y un electrón-s-car-

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ga general neutra-o Así podremos compren­del', sin mayor aprensión, que, por la acciónde potentes energías, este electrón se separedel protón, esto es, que un neutrón se des­componga en protón y electrón, y que este úl­timo sea emitido en forma de partícula {J.Esto explicaría, pues, la radiación {J.

Pero, ¿qué le ocurre entonces al núcleo deradio B? Cada partícula a emitida significadisminución de cuatro unidades en el p-eso ató­mico (2 protones + 2 neutrones) y disminu­ción en dos unidades del número atómico(2 protones y 2 electrones). Tendremos, pues:

s U 8 tan e i a Peso ató mico Núm. atómic o

Radio 226 88Radón , 222 86Radío A 218 81Radio B .,...... 214 82

El electrón fué emitido y el protón quedóen el núcleo (descomposición supuesta de unneutrón). Esto significa, por consiguiente,que el núcleo posee ahora un protón másque antes; tendrá, por tanto, ~3 protones y214 - 83 = 131 neutrones; y el correspon­derle un número atómico de 83 significa queen el sistema periódico ha avanzado un lugarhacia la derecha.

Pero a todo esto, ¿qué pasa, de' una vez,con las diversas clases de plomo? Pues doscosas que tenemos que compaginar: que to­das ellas son sin duda alguna plomo y que,

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-- as-

sin embargo, todas tienen pesos atómicos di·ferentes. Estamos en el mismo sitio que hacealgún rato, pero ahora ya con armas suficien­tes para batallar. Como la diferencia está enel peso atómico y éste lo determina el núcleocon sus protones y neutrones (suma de am­bos), tal vez se diferencien en la composicióndel núcleo. En este caso, como el número decargas nucleares en las tres especies de plo­mo es el mismo, el plomo de peso atómico 207debería tener un neutrón más que el núcleodel plomo de peso atómico 206 y, en cambio,un neutrón menos que el de peso atómico 208.La carga nuclear no aumenta de este modo y,no aumentando, tampoco varía nada en laestructura de las esferas electrónicas. Y estosignifica que tampoco varían las propiedadesquímicas, porque, según ya vimos, la arma­zón de electrones es la que las determina. Porconsiguiente, a pesar de ser diferentes lospesos atómicos, las propiedades químicas soniguales y el elemento es el mismo.

NUEVA DUDA SOBRE LA UNIDADDEL PLOMO

Todo lo que antecede está maravillosamen­te. Al sabio, convencido de su verdad, nuncale faltan buenas razones y acertadas hipóte­siso Pero queda por aclarar una nueva dudade bastante bulto, que veremos cómo la Cien­cia acierta a explicar.

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Tenemos ya los tres plomos de pesos ató­micos 206, 207 Y 208, procedentes de la des­integración de sustancias radiactivas, con­vertidas, con justeza, en un solo y verdaderoplomo. ¿ Pero el plomo natural, que, segúnla tabla de pesos atómicos tiene uno, de207,227

Estamos ya en el mismo caso que el refe­rido del cloro, que también teníamos pen­diente de aclaración; podemos realizarla si­multáneamente. En ambos el peso atómicoestá exactamente determinado y en ningunopodemos admitir la existencia de fraccionesde neutrón.

También aquí hay una salida, que, comodice Flechner, a primera vista parece muyatrevida. Nosotros no determinamos el pesoatómico de un elemento en el átomo aislado,sino siempre en un número enorme de áto­mos. Como ya sabemos que existen tres es­pecies de plomo de pesos atómicos diferentes,fácilmente podremos imaginarnos que en elgramo de plomo que utilizamos para la deter­minación del peso atómico se contienen lastres especies de plomo. De este modo presen­timos sin dificultad lo que tiene que ocurriry deducimos la consideración que nos debenmerecer los pesos atómicos que no son núme­ros enteros (otra ens-eñanza provechosa) : es­tas sustancias consisten en una mezcla dediferentes especies de átomos.

Por ejemplo, para dar por completamente

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- 145."',

~ , .

zanjada esta cuestión: el cloro.fiene ~lí>eso Í' '"

• atómico 35,5; consideremos que siempre ex~­

tan juntos un átomo de cloro de peso atómico37 y tres átomos de cloro de pesa atómico '35;en este caso la determinación del peso de cua­tro átomos de cloro daría 37 + 3 X 35 = 37+ 105 = 142, Y la cuarta parte sería 35,5.

EN EL TERRENO CIENTIFICO ES PRE­CISA LA PRUEBA

I Qué fácilmente y qué bien hemos explica­do, en el apartado que antecede, la razón dela presencia de pesos atóm.cos fraccionariosy qué admirablemente hemos d.spuesto elcálculo referente al cloro! ¿ No s-erá todo estoun poco arbitrario? Evidentemente se nece­sitan pruebas y vamos a darlas mediante ex­perimentos.

¿ Hay camino para demostrar exp-erimen­talmente que existen átomos de diferentesespecies, no sólo de plomo, sino también decloro '! El inglés Astón .lo ha encontrado. Sa­bemos que si recorre el espacio una partículacargada eléctricamente, la podemos desviarde su dirección recta mediante un campoeléctrico o magnético. De este modo las par­tículas a, que se mueven más lentamente, sedesviarán menos que las partículas rápidas p.Ya decíamos antes de este hecho que las par­tículas a debían ser más pesadas que las par-

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tículas {3, porque a igual velocidad es eviden­te que las partículas más pesadas se desvia­rán menos que las más ligeras. Este princi­pio puede aplicarse ahora a los átomos. Siuna determinada cantidad de cloro, o de otrasustancia, está formada de pesos diferentes,y si logramos producir artificialmente conátomos de estos elementos "rayos de áto­mas", entonces, al pasar estos rayos por cam- .pos intensamente eléctricos o magnéticos,debe iaparecer una desviación, que no seráigual para todos los componentes de la sus­tancia: los átomos más pesados se desviaránmenos que los más ligeros, y de esta manerase pueden separar unos de otros, en caso de

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existir, los componentes de peso distinto(figura 18). .

Pero Astan lo ha logrado y ha podido de­mostrar fotográficamente que la mayor par­te de los elementos está formada por talesmezclas de átomos de pesos distintos: ha ob-

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tenido "espectros de masas" de las sustan­cias, como un prisma da el espectro de la luzsolar, y así ha demostrado, sin duda alguna,que la suposición de la existencia de átomosde pesos diferentes, que forman los corres­pondientes elementos, no es una fantasía,sino una verdad demostrable.

El método empleado por Aston era el lla­mado de "análisis de rayo positivo" (fig, 19).Los rayos positivos de un tubo de descargase aislan en una cinta delgada mediante dos

ranuras paralelas S1 y ~ Y se hacen pasarluego entre las placas P1 y P 2 con cargasopuestas. Los rayos son desviados hacia laplaca negativa P 2 y divididos en forma deespectro eléctrico. Una porción de este espec­tro, desviado según un .ángulo dado, es selec­cionada por el diafragma D, y pasa entrelos polos circulares de un poderoso electro­imán O, cuyo campo es tal que dobla los ra­yos para que vayan a parar a la placa foto­gráfica, dispuesta como indica la figura. Sitodos los rayos con una carga sencilla tienenla misma masa, convergerán en un' foco F.No obstante, si los rayos proceden de iUn

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elemento que está constituido por una mez­cla de isótopos, cada isótopo se distingue poruna banda separada sobre la placa fotográ­fica y de la posición relativa de cada bandapuede deducirse la masa del átomo a que co­rresponde.

Se deduce, por consiguiente, que la mayo­ría de los elementos se nos presentan comomezclas de isótopos diferentes. Diremos, paracitar algún caso más, que el neón, ese gasnoble que luce con resplandor rojizo, tienelos isótopos 20 y 22 que G. Hertz, de Char­lottemburgo, luego de constante trabajo du­rante varios meses con una batería de 36bombas de mercurio, ha podido separar endos gases de diferente peso, dando con ellouna confirmación práctica a la teoría. Porotra parte, entre cada 5.000 átomos corrien­tes de hidrógeno se encuentra siempre unode peso 2, un hidrógeno pesado, que, un.én­dose al oxígeno, forma el "agua pesada", tanllena de promesas.

El bromo (peso atómico 79,92) da isótoposde pesos atómicos 79 y 81 exactamente. Elmercurio (peso atómico 200,6) parece existirhasta en seis formas, cuyos pesos. atómicosfluctúan entre 197 y 204. El estaño (peso ató­mico 118,7) es una mezcla, por lo menos, deocho isótopos con pesos atómicos 116, 117,118, 119, 120, 121, 122 Y 124 (en 1935 se ha­bía descubierto, según V. V. Xarvin, la iso­tapia de 34 elementos). No obstante, otros

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elementos, tales como el oxígeno, nitrógeno yiodo, no dan indicación de isótopos.

Los pesos atómicos fundamentales, obteni­dos por Astan son, con una sola excepción,números enteros, dentro de los límites deerror experimental. Esta única excepción esel hidrógeno (peso atómico 1.008).

AGUA PESADA

Hemos visto que los elementos ilamadosisótopos se caracterizaban por tener idénti­cas propiedades químicas, aunque distintopeso atómico, diferenciándose solamente, porlo que a su estructura afecta, por el númerode neutrones incluidos en el núcleo.

Bien es verdad que esas diferencias en lospesos atómicos son de ordinario muy peque­ñas, lo suficientemente pequeñas para no in­tervenir las cualidades químicas. Así, porejemplo, el plomo isótopo 207 sólo se diferen-

1cía del plomo isótopo 206 en -- del peso

206atómico del segundo isótopo.

Pero, ¿ ocurrirá lo mismo si al átomo de unelemento de reducido peso atómico le incluí­mos o le restamos en el núcleo un solo neu­trón? De otro modo, l.qué ocurrirá. con losisótopos de sustancias de escaso peso atómi­co? Pues que, en realidad, no se tratará ya

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de cuerpos verdaderamente isótopos, puespor efecto de la variación introducida en sunúcleo, en este caso de señalada importan­cia relativa, se alterarán en alguna m-edidalas propiedades químicas. Serán "isótopos re­lativos" .

De este modo, si en el hidrógeno, cuyo pesoatómico es 1 en número redondo, se incre­menta su núcleo en un neutrón, su peso ató­mico debe doblarse, como en realidad ocurre,originándose un isótopo que es el famoso"hidrógeno pesado" de peso atómico 2. Elnúcleo de hidrógeno pesado se llama "dente­rón" y se puede demostrar después que undeuterón se desdobla en un protón y un neu­trón, con lo cual la suposición teórica ha en­contrado una brillante justificación experi­mental.

Con el hidrógeno pesado, del mismo modoque con el hidrógeno ordinario, se puede ob­tener agua mediante su combinación con eloxígeno. Esta agua es la también famosa"agua pesada", de propiedades muy notables.

El agua pesada tiene un punto de ebulli­ción diferente del que presenta el agua or­dinaria; al parecer ejerce acciones muy dis­tintas sobre los seres vivos y así constitu­ye un medio de investigación muy importan­te en biología. El agua natural contiene aguapesada en la proporción de 5.000 : 1.

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LOS ELECTH.üNES POSITIVOS

Caminábamos honradamente satisfechospor la firme adquisición de conocímientosque nos permite cuanto dejarnos expuesto, altropezar con una nueva afirmación que nosratifica de nuevo en nuestra permanenteignorancia. Y es que la ciencia, con parecerque adelanta tan poco, camina vertiginosa­mente, sin darnos tiempo a digerir sus des­cubrimientos.

Habíamos dejado conceptuado al electróncomo una diminuta partícula de electricidadnegativa, cuando, recientemente, resulta queexisten también electrones' positivos.

De acuerdo con lo manifestado por M. deBroglie, hasta 1932 todas las tentativas paraponer en evidencia partículas análogas a loselectrones, pero con carga de signo opuesto,habían sido inútiles. Anderson, estudiando enun campo magnético intenso las trayectoriascorpusculares que se manifiestan particular­mente en los rayos cósmicos, pudo evidenciarque algunas de ellas pertenecían con certi­dumbre al grupo de partículas positivas.

y así sucede realmente, sin' que pretenda­mos detallar una cuestión que nos separaríademasiado de nuestros objetivos.

Los electrones positivos, que' se designanfrecuentemente con el nombre de "pósito­nes", existen y se presentan con propiedades

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sensiblemente análogas a las de los electronesnegativos. Pero subsiste el hecho, muy im­portante. de ser infinitamente más raros queestos últimos y parecer, además, no ser ob­servables más que durante un tiempo muycorto después de su producción. No se ha po­dido nunca poner en evidencia su presenciaen estado estable en la materia, como ocurrecon los electrones negativos. Aquí, sin duda,interviene. una circunstancia que da a suexistencia un carácter efímero y hace supresencia excepcional. La vida media del elec­trón positivo sería, según los cálculos teóri­cos, del orden de una diezmillonésima desegundo, lo que no es contrario a la expe-.riencia.

¿TRANSMUTACION DE LA MATERIA?

Todo lo que hemos venido relatando en re­lación con la radiactividad nos lleva a esta­blecer el fenómeno de la transmutación delos elementos, considerada durante muchosaños como una ilusión de los alquimistas, ya considerar la posibilidad de la existenciade la materia única, del elemento único quepresintió Thales, a partir del cual, por trans­formaciones que adquieren carácter de mila­grosas, se logra todo lo creado. Desde estasalturas, la preparación del oro, tan persegui­do por nuestros antepasados, va a resultarya casi un juego de niños.

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Es ci-erto. en efodo. que no hemos descu­bierto medio'> sencillos para desintegrar losplemE'ntos más corr-ientes. No obstante. Rnt­herf'ord descubrió recientemente Que ciertoselementos comunes. como el nitrózeno y alu­minio. puerlrn partirse "a voluntad del expe­rimentador". exnoniéndolos a la acción departlcnlas de helio. en movimiento ránido,provectadas por el radio durante 'su desinte­gración,

Ni síquiera nodemos 'N"g'111ar en forma a1­$!lTna la velocidad de desintozración de loselementos radiactivos. Sin embargo. cabe es­perar que en lo futuro se hallará algún rné­todo para producir o activar en zran es-alalos cambios radiactivos y, si tal ocurriera,nos oncontrartamos con un nuevo Y hermosocauo::! I de poder en forma de "enetgía ató­mica".

Según Manrlc« !le Brozlie en 19~2 el físi­co in,Q'lés Corkcroft. dirísriendo sobre un blan­co de litio un haz de átomos de hidrógeno,cuya energ-ía pasaba d-e ] 00.000 electrón-vol­tios. tuvo la gran sorpresa de obtener alre­dedor del elemento bombardeado una emisiónabundante de partículas tt'. Es, pues, posible,empleando energías tan pequeñas, rompernúcleos llzeros : se ha podido mostrar que lasdestntezraciones podían incluso tener lugarbaio tensiones mucho más baias y ser obser­vables hasta por bajo de 20.000 voltios.

No estamos, pues, lejos de las condícíones

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en las cuales la Química se transforma enAlquimia, y si la posibilidad de una transmu­tación es tan limitada, es más debido a lapequeñez y a la separación relativa de losnúcleos que a la dificultad de actuar sobreellos.

El hecho definitivo es que el paso de uncuerpo simple a otro, realizado artificiairnen­te, es ya perfectamente posibl-e en la actuali­dad. Entre los elementos ligeros se encuen­tran ya numerosos ejemplos de transmuta­ciones, qu-e conducen a la formación de uncuerpo simple conocido. Para los elementospesados lo más frecuente es que la operaciónno conduzca a un elemento estable, sino a va­riedades isotópicas nuevas de los tipos quí­micos clásicos.

Cuando se piensa en las consecuenciasprácticas de las transmutaciones artificiales,se presentan en seguida al espíritu, comodice el mencionado autor, las preguntas quesiguen: ¿Se podrán fabricar artiñcialm mteen el futuro los elementos raros y preciososque hoy estamos obligados a buscar en lasminas excepcionales que los contienen? ¿ Po­dremos ser capaces de utilizar las enormesreservas de energía liberada por la asocia­ción y disociación de los núcleos? Haciendoentrar en reacción cantidades de materiacomparables a las que intervienen en las ope­raciones químicas, haría falta, en efecto,multiplicar por varios. millones In energía

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desprendida y, quizá, puesta a nuestra dfs¡.; ~posición. v <,~•

C· .-

TERMINAN LAS LUCHAS POR ElJ.PE-TROLEO _ .~

El cambio de energía en las desintegracio­nes radiactivas es enormemente mayor queen las reacciones químicas corrientes. Ungramo de radio, como ya hemos dicho, des­prendería aproximadamente 120 calorías porhora y seguiría este desprendimiento de ca­lor a una velocidad gradualmente decrecien­te durante siglos y siglos. El calor total ob­tenido sería mayor de 2.000 millones de ca­lorías por gramo, mientras que un gramo decarbón al arder, pasando a anhídrido carbó­nico o dióxido de carbono (C02) , da única­mente 8.040 calorías. ¿ No parece que esta­mos leyendo una novela de Julio Veme?

Pero veamos a qué cálculos nos conduce elprofesor Smith.

La desintegración de medio kilo de sales deurano-combustible que, por su peso, podría­mos llevar en el bolsillo-e-habría de suminis­trar la energía suficiente para' conducir ungran trasatlántico a través del Océano, perotardaría en ello unos 8.000 millones de años,y sin duda es ese demasiado tiempo para in­vertirlo en el viaje. No obstante, los quími­cos piensan en la posibilidad de usar esas

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enormes cantidades de enerzía disponible encuanto se halle el agente "catalítico" apro­piado.

Otro aspecto interesante de la cuestión esla añrmación de que el calor desprendido porla desintegración del radio existente en laTierra, es suficiente para mantener su tem­peratura. Un globo del tamafio de la Tierra, o

que contuviera únicamente la energía calo­rífica primitiva y fuera enfriándose desde latemperatura del rojo blanco a la del espaciointerestelar. habría pasado ya de las tempe­raturas habituales en un espacio de tiempomucho más corto que el que se ha dispuestorealmente,' según se deduce de los depósitosy fósiles geológicos. El descubrimiento de laenorme, pero gradualmente decreciente ener-

o gia de desintegración del radio, nos permiteahora explicar el período prolongado duran­te el cual ha existrdo la vida sobre la Tierra.

Otro caso. en relación con la cuestión queahora examinamos, nos lo ofrece Maurice deBrozlie, Según este autor, se ha calculado quela descomposición nuclear de un metro cú­bico de uranio podría suministrarnos ener­gía suficiente para alimentar durante un afiotoda la industria europea. Desde luego, siesta reacción 'fuese instantánea o solamenterápida, provocaría una explosión espantosa.Lo que es notable es que las propiedades deabsornión de los neutrones permitan, al me­nos teóricamente, el medio de amortiguar a

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voluntad este mecanismo y hacer de él unamáquina utilizable.

SOÑANDO DESPIERTOS

Es la mejor manera de soñar, porque sepueden forjar los sueños a voluntad; a com­pleta satisfacción del consumidor. ¿Por quéno vamos nosotros a permitirnos este capri­cho tan socorrido y tan escasamente costoso?

Del radio se obtienen el plomo, el helio yuna porción de elementos más; también delactinio y del torio; del uranio se llega al ra­dio; etc. Nada hay que se oponga lógicamen­te a pensar, y menos el hecho de que hastael presente no se haya descubierto (como nopodrían hacerlo ahora nuestros próximos an­tepasados sobre lo mucho ya logrado), queestas transformaciones puedan realizarse ensentido contrario y que, en último extremo,todo parta de un solo elemento fundamental:de que del uranio puedan lograrse todos losdemás elementos por apropiadas desintegra­ciones y de que del hidrógeno se produzcanlos mismos por fenómenos de sucesiva inte­gración.

y he aquí que tenemos al hidrógeno comoelemento primordial, a partir del cual puedeformarse cuanto existe y la industria huma­na pueda procurar. Con un buen "puñado"de hidrógeno tenemos protones y electrones,

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y, sumando los dos, neutrones. ¿Qué más po­demos desear?

Mas los fenómenos de la Naturaleza care­cen de todo carácter de exclusividad; nuncason únicos, sino que constantemente se repi­ten, siguiendo leyes de sobrehumana sabidu-

. ría, que no podemos ni enmendar ni mejorar.Vamos a ver un caso concreto de este pa­

ralelismo afirmado, y que cae dentro de loslímites de nuestra visibilidad, aunque nece­site auxiliarse con el microscopio, del que ya,afortunadamente, disponemos.

Lo mismo que con el elemento primordialpor nosotros imaginado, con el hidrógeno,cabe puedan formarse átomos de todos loselementos, y con estos átomos todas las mo­léculas, todos los cuerpos, y, en suma, la ma­teria total, con las células vivas (animales yvegetales) al alcance de nuestra vista, se for­man todos los tejidos, los órganos y los seresvivos conocidos, desaparecidos y por conocer.y si el átomo tiene vida propia, ¿ no ha de

. tenerla su múltiplo, la célula?Si las células desprendidas del cuerpo-ma­

nifiesta Frich-y puestas en un medio decultivo permanecen vivas, en los experimen­tos, no hay por qué extrañarse de que tam­bién en la libre Naturaleza se encuentren cé­lulas vivas independientes. Y no es que seancélulas desprendidas de un cuerpo que se hanhecho libres, sino, al contrario (razón para'suponer que el elemento fundamental no sea

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el uranio silla el hidrógeno) : los seres vivien­tes más primitivos de origen y los más senci­llos, tanto entre los animales como entre lasplantas, son unicelulares, y, si desde una altaatalaya pudiéramos observar el origen delmundo animal y del vegetal en los millonesde años de la historia de la Tierra, podría­mos descubrir ya en los tiempos primitivoslos unicelulares y ver cómo de ellos se des­arrollaban los animales y las plantas plurice­lulares. Pero atengámonos por lo pronto a loque podemos reconocer directamente en nues­tro punto de observación ante el microscopio.

Los unicelulares son ínfimos seres vivien­tes, dotados, como nuestros elementos, depropiedades características. Casi todos sonhabitantes de las aguas; en el aire se seca­rían rápidamente. Se conocen muy numero­sos vegetales (los que primero llegamos a per­cibir, porque a menudo son de un vivo color)y animales entre los que uno de los más sen­cillos es la "ameba", que se encuentra en lasaguas sucias de los estanques y pantanos.

Examinada esta célula, se observa que sucontenido no es completamente uniforme (noestá sólo formado de protoplasma), sino quecontiene una vej iguilla especial que está des­lindada de los componentes celulares circun­dantes por una capa consistente y en cuyointerior, observándolo a un aumento muygrande, puede notarse aun la existencia deun par de granitos insignificantes, de los cua-

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les nadie puede apreciar' la importancia quetienen e11 la vida de la célula y toda la traus­rmsion hereditaria. Esta vej iguilla se llama"nucíeo celular" y está encarnado en el in­terior de la célula como Jo está el hueso enla carne de una cereza.

Con esas Simples células Be edifican todoslos organismos en forma de insuperaole per- .fecciou. Mas como también esos protoplas­mas y núcleos se componen de moléculas yéstas de átomos, y, en el límite de nuestrosueno, los uítímos de hidrógeno, henos aquícasi en la misma pos.cien que cinco sig.osantes de J. C., donde, parodiando a 'Lhaies,podemos afirmar "todo es hidrógeno".

Pero, si nos desprendemos de nuestro fu­ror imaginativo y regresamos al mísero te­rreno.de las realidades, podremos comprobarque lo que antecede no es tan d.sparatado y,SI lo fuera, contamos ya con autores respon­sables. Efectivamente: basados en estos 'es­tudios que estamos desarrollando, Harkins y

'RutherlOrd han desarrollado tesis generalesde la "estructura atómica" considerando losátomos de "hidrógeno" y "helio" como los"ladrillos" para edrncar los átomos de todoslos elementos. Los elementos de pesos atomi- •cos mú.tiplos de cuatro se consideran comoconstituidos totaltnente de núcleos. de hehocargados con electrones a su alrededor. Asíel carbono, e = 3He r T + 6e; el oxígeno,O = 4He + + + Be; etc. Se puede suponer que

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otros elementos contien-en también átomos dehidrógeno en su estructura. La disminuciónen la masa del átomo de hidrógeno de 1.008a 1 exactamente en los demás tipos atómicosse conoce como "efecto de empaque".

A CADA CUAL LO SUYO

Al redactar el anterior apartado, que he­mos titulado "Sofiando despiertos", nos limi­tábamos a trasladar honradamente al papellas consideraciones que un buen día, ya l~

[ano, nos hacíamos meditando sobre estosestudios que entonces emprendimos. Al lle­gar a nuestro atrevimiento de parodiar alsabio 'I'hales con nuestro grito "Todo eshidrógeno" I que nos impulsó a dar el entu­siasmo de vagos presentimientos, hubimosde cortar súbitamente las alas de nuestrafantasía, pensando, con razón, que si tal he­cho fuera verdad, otros antes que nosotros-y con mayor fundamento que nosotros-s-lotendrían ya imaginado, expuesto y aun ra­tifrcado o rectificado. Y, en efecto, vimosconfirmada después nuestra lógica sospechaal conocer la exposición, que también hemosreferido, de Harkins y Rutherford sobre laestructura atómica.

Pero tampoco son estos prestigiosos inves­tigadores los primeros ganados por la pre­visión unitaria del hidrógeno, aunque lasbases de razonamiento fueran distintas.

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, Ya en 1815 el doctor inglés Proust supusoque todos los elementos estaban compuestosde hidrógeno (así lo vemos afirmado por Xar­vin), porque siendo, al parecer, su peso ató­mico múltiplo del peso atómico de este cuer­po, cabía deducir la complejidad de los áto­mos elementales. Esta hipótesis sedujo a mu­chos sabios y todavía la sustentaban algunosen el afio 30 del pasado siglo; pero de la mis- .ma no se sacó ninguna consecuencia prácti­ca. Las ulteriores mediciones exactas demos­traron que el peso atómico de los -elementosno es múltiplo del peso atómico del hidróge­no y, por otra parte, no había ningún datoexperimental que permitiese admitir la for­mación de otros elementos con el hidrógenoo del hidrógeno con ellos.

Aparte de lo que queda expuesto, los no­tables trabajos de Norman Lockyer sobre lacomposición química de los' astros contribu­yen con un poderoso argumento a favor de lahipótesis que supone al hidrógeno como ma­teria primordial universal. Deduce este in­vestigador, como consecuencia de sus obser­vaciones, que la materia simple evoluciona yque bajo la ínñuencia de muy altas tempera­turas los cuerpos simples se disocian progre­sivamente, para llegar a las formas primiti­vas-hidrógeno y helio-s-, y que por enfria­miento de estos elementos se condensan, paraformar cuerpos simples de mayor peso ató­mico.

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¿UN SALTO EN EL YACIO?

Lanzados por la expuesta pendiente de ca­vilaciones, nos hemos atrevido a consignar enestas líneas la atrevida idea de que la mate­ria, es decir, cuanto nos rodea, no pase endefinitiva de ser otra cosa que hidrógeno.Pero, ¿ por qué hemos de pararnos aquí?Puestos a pulverizarlo todo, ano dejar títerecon cabeza, como vulgarmente se dice, ¿esta­mos obligados a respetar siquiera a ese hidró­geno? ¿ No podemos también preguntarnoscuál es igualmente su verdadera sustancia?

Francamente hurtamos toda nuestra res­ponsabilidad y cedemos muy gustosos la pa­labra al distinguido profesor de la Universi­dad de Munich el Dr. L. Graetz, quien se ex­presa como pasamos a referir:

Los investigadores que en la antigüedad, yaun hasta hace apenas ciento treinta años(así se expresaba en 1928), se ocupaban enlos fenómenos eléctricos, no podían pensar"de ellos sino que se trataba de hechos suma­mente interesantes y curiosos, pero que, den­tro del conjunto de la Naturaleza, carecíande significación y de importancia. Puede muybien decirse que los trabajos en la esfera de

.la electricidad eran hasta la época indicada,para la mayoría de las gentes, un simple en­tretenimiento, y que los mismos científicossolamente les atribuían una importancia ais-

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lada y no les concedían valor para el conoci­miento de la Naturaleza en su grandiosa com­plej idad, Pero también en la Ciencia ha re­sultado 10 qu-e se ha dicho respecto de loshombres: los últimos serán los primeros. Enefecto; desde la fecha aproximada indicada,los progresos en el campo de la electricidadhan sido continuos; se han ido descubriendorelaciones, cada vez de mayor alcance, entrelos fenómenos eléctricos y los procesos físi­cos y químicos, y se ha ido Viendo más y másclaramente que la electricidad es el funda­mento de casi todos los fenómenos de la Na­turaleza que conocemos; que las afinidadesquímicas y el magnetismo son fenómenoseléctricos y que hasta la materia misma estáformada de electricidad, según han PUEstode relieve los más reciente descubrimientosde la radiactividad. Las persistentes investi­gaciones sobre los fenómenos eléctricos sonlas que han venido a demostrar que los áto­mos, considerados antes como los elementosúltimos del Universo, y cuya investigaciónno se podía profundizar más de lo que se ha­bía hecho hasta entonces, son, a su vez, for­maciones complejas, y que sus componentesson precisamente de naturaleza eléctrica.

Y, para colmo, que hasta la misma luz,cuya esencia parece tan alejada de las mani­festaciones eléctricas, ha resultado ser tam-'bien un fenómeno eléctrico especial.

La luz es considerada hoy como formada

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por ondulaciones electromagnéticas de deter­minada frecuencia. Los rayos luminosos noson otra cosa que ondas electromagnéticas, 10mismo que las emanaciones )i del radio, losrayos X, las radiaciones calorificas o las on­das de nuestras emisoras de radiodifusión.Entre todas estas diversas clases de ondasno existe más que una diferencia que las ca-racteriza: su frecuencia. .

LOS FOTONES

Admitido que la luz se compone de partícu­las, debemos considerar éstas como elemen­tos de energía. Estas partículas de energíaque se propagan libremente, estos proyectilesde radiación, se conocen con el nombre de"fotones". El sol descarga unos 250 millonesde toneladas de energía por minuto. En lateoría corpuscular, ésta consiste en diminu­tas balas macizas que se propagan a enormevelocidad, Algunas de éstas penetran ennuestros ojos y, chocando con nuestras reti­nas, trasfieren su energía a nuestro nervioóptico, dándonos la sensación de ver el sol.El filamento de una lámpara eléctrica descar­ga fotones similares, aunque en proporciónextraordinariamente menor. Algunos pene­tran directamente en nuestros ojos, chocanCon nuestras retinas y vemos el filamento;otros Caen sobre nuestras mesas r sillas r

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son devueltos por éstas a nuestras retinas,viendo nosotros aquellos objetos iluminadoscon luz eléctrica. De este modo el ver es comoel oler; con la diferencia de que la distanciaes recorrida. por los fotones, que son balasde energía, en vez de serlo por moléculas, queson balas de materia.

Sin embargo, según expresa Sir JamesJeans, el mecanismo de la vista es bastantemás complicado y nos proporciona un cono­cimiento más detallado que el que suministrael olfato. Las moléculas que impresionannuestro sentido del olfato viajan según tra­yectorias en zigzag, al ser rechazadas porotras moléculas; y así llegan a nuestra na­riz de todas direcciones; no podemos general­mente afirmar que un olor procede de unadirección determinada, sino solamente que elaire está lleno de olor o, a lo sumo, que elaire que nos llega de cierta dirección no muydefinida está impregnado de olor. Los foto­nes difieren de las moléculas en que no ac­túan unos sobre otros; sólo la materia puededetener un fotón, o desviarlo de su curso. Asílos fotones viajan por el espacio vacío en lí­neas rectas y conocemos la dirección de don­de la luz nos llega con la máxima precisión.

Cuando olemos diversos obietos al mismotiempo, apenas sabemos distinguir' uno deotro en el revoltijo de olores. Lo mismo suce­de con nuestro paladar; saboreamos un pla­to y no sus ingredientes por separado, que

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sólo son conocidos del cocínero. Nuestrosoídos se portan mejor con nosotros. Cuandoescuchamos cierto número de sonidos simul­táneos, nuestros oídos analizan el sonido re­sultante, distinguiendo los diferentes tonali­dades constituyentes; es así como reconoce­mos las voces individuales y los instrumen­tas musicales por separado, pudiendo concen­trarse el oído en la voz de una persona conexclusión de sonidos mucho más altos; tam­bién por esta misma razón un oído educadomusicalmente puede analizar las notas queintegran un acorde. Pero nuestros ojos cons­tituyen un instrumento de análisis muchomenos eficiente que cualquiera de los demássentidos. Sólo nos puede informar de la di­rección de donde nos llega la luz; pero notienen capacidad para distinguir los coloresconstituyentes de un haz de luz compuesta.

Lo mismo que hay sonidos demasiado pro­fundos o demasiado agudos para ser percibi­dos, existen fotones que no podemos ver. Al­gunos tienen una longitud de onda demasiadocorta para ser vista; muchos de éstos repre­sentan calor en vez de luz, y sus impactos ennuestra piel nos manifiestan el calor del solo el de un fuego. Vemos, pues, que nuestrosentido del tacto puede percibir fotones nomenos que objetos materiales.

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CONSTANTE POSIBILIDAD DE SUPE­RACION

Decíamos antes que, para colmo, hasta lamisma luz ha resultado ser un fenómeno eléc­trico especial. Todo es, pues, electricidad.¿Todo? Tenemos que reconocer que aquelcolmo mencionado deja de serlo cuando lee­mos algo sobre la fantástica teoría de Sulzer,resucitada recientemente por Izar, según lacual hasta las mismas sensaciones que expe­rimentamos son fenómenos eléctricos.

Por otra parte, según Edward Rhein, hacemuy poco que el médico berlinés W. Krisck,secundado por Plank, expuso una nueva ysensacional teoría acerca de la percepciónsensorial. Y esta teoría consiste, ni más nimenos, en reducir todas las percepciones delos sentidos del mundo animal y del vegetala un solo principio fundamental: la excita­ción rítmica, cuya percepción se diferenciasegún el campo o zona a que corresponde. Sa­bido es que cada cuerpo está formado de mo­léculas, cada molécula de átomos; cada áto­mo está constituído por un núcleo atómicodotado de una carga positiva y cierto númerode electrones negativos que danzan rápida­mente en su derredor. Según la nueva teoría,los núcleos atómicos originan impulsos, cuyonúmero de vibraciones por segundo tiene unvalor bien definido. La intensidad de estos

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impulsos se modifica bajo la influencia de ladanza de los electrones qne rodean al núcleo,de la misma manera que las corrientes micro­fónicas influyen o modulan la onda portadorade nuestras emisiones de radiodifusión. Y dela misma manera que esta onda portadorapermanece inaudible durante las pausas dela emisión, la onda radiada por el núcleo ató­mico permanecerá sin producir s-ensación al­guna olfativa, por ejemplo, mientras 108 elec­trones no actúen sobre ella comunicándole el"ritmo del olor".

y si todas las percepciones sensoriales sereducen al resultado de impulsos rítmicos,zno puede pensarse en la posibilidad de quellegue un día en que aprendamos a transfor­mar unos en otros, en que las percepcionesolfativas puedan transformarse en sonidos ylas ondas luminosas en impulsos sonoros uolfativos; en que los ciegos puedan "eir" laluz y los sordos "ver" los sonidos, sustituyen­do para la percepción el sentido defectuosoo enfermo por el sano?

RAYOS COSMICOS

Maurice de Broglie nos da, con su obra so­bre A tomos; radiactividad y transmutécio­nes, motivo para este nuevo apartado de sin­gular curiosidad.

Hasta aquí hemos encontrado-dice el rete-

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rido autor-proyectiles corpusculares dota­dos de energías que podían alcanzar cifrasextraordinarias, las cuales no son, ni con mu­cho, el límite superior de lo que los sabioshan conseguido descubrir en el dominio de laFísica atómica, pudiéndose aún encontrarenergías individuales aún mucho mayores. Aestos valores enormes corresponden, natural­mente, propiedades nuevas, de las cuales seestá lejos de haber hecho el inventario com-pM~ . .

No es precisamente en las explosiones ató­micas de origen terrestre donde se han podi­do observar, por hoy; el paso de estos formi­dables proyectiles o de estas radiaciones su­peragudas ; se l-es encuentra en los rayos cós­micos venidos de los espacios siderales, y queacribillan constantemente la Tierra, a pesarde la protección que ofrece toda la altura desu atmósfera. Su estudio es sumamente in­teresante, ya que el choque de estos corpúscu­los tan excepcionalmente rápidos con un áto­mo que puede encontrar es naturalmente cau­sa, y muy eficaz, de profundas revolucionesnucleares. Estas colisiones son relativamenteraras, sin lo cual evidentemente destrozaríannuestro mundo terrestre; sin embargo, se su­ceden con una cadencia media de un cor­púsculo por minuto y centímetro cuadrado desuperficie horizontal. Es decir: en cada se­gundo nosotros somos atravesados· por unaveintena de e~toe misteriosos proyectiles, en-

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tre los cuales algunos lo hacen desde la cabe­za hasta 'los pies. La mayor parte de ellosno se separan de la vertical más de treintagrados.

Las partículas cósmicas están electriza­das; la ionización provocada a su paso, delmismo modo que las desviaciones que sufrenen campos magnéticos suficientemente inten­sos, son pruebas de ello; sus cargas puedenser positivas y negativas. La existencia deuna radiación presente en todos lados y ca­paz de hacer los gases conductores de la elec­tricidad ha sido sospechada desde hace mu­cho tiempo.

¿ Cuáles son la naturaleza y el origen de losrayos cósmicos ?-continúa el referido autora quien debemos estas notas-o Muchas tra­yectorias pertenecen, ciertamente, a electro­nes ordinarios, positivos, o negativos : ,otrasparecen de una interpretación más difícil yhan hecho considerar la existencia de elec­trones pesados, quizá doscientas veces másque los ordinarios. Lo que hace el problemadelicado es que se esté seguramente en pre­sencia de una cascada de fenómenos. Una ra­diación primaria, tal vez ya compleja de porsí y proviniendo del espacio, llega a la altaestratosfera; allí se l-e superponen en seguidamultitud de efectos secundarios debidos a lasreacciones de los átomos encontrados, y asídesde las primeras capas atmosféricas la. ra­diación cósmica es Una mezcla complicada, en

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la cual el fenómeno inicial es difícilmente se­parable de los provocados después;

Esto hace comprender el gran interés quetiene el estudio de la alta atmósfera desde elpunto de vista de los rayos cósmicos. Se rea­liza por medio de balones sonda y algunasveces mediante ascensiones a la estratosfera,en las cuales <lió el primer ejemplo el intentotan atrevido del profesor Picardo

El número de rayos registrado crece en laproporción de 1 a 150 cuando se eleva desdeel nivel del mar hasta una altura de 27 kiló­metros; al mismo tiempo la composición dela radiación varía. El reparto de las energíasse modifica y los enjambres resultan más nu­merosos.

Los rayos cósmicos son tan penetrantes, acausa de sus enormes energías individuales,que su presencia no se observa solamente enla atmósfera y en la superficie terrestre, sinoque se les encuentra, aunque atenuados y encierto modo filtrados, a varios centenares demetros en las profundidades del suelo o bajoel agua de los lagos o mares.

Si 'bien está fuera de duda que los rayoscósmicos no son de origen terrestre, es difí­cil pronunciarse hoy sobre su procedencia.El sol es, en cada instante, teatro en su su­perficie de intensas. revoluciones, verdaderaserupciones que proyectan seguramente lejosátomos y electrones, de suerte que es tenta­dor considerarlo como una de las causas m.á~

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probables de los fenómenos observados. Esverdad que la radiación cósmica no presentaen ,el curso del tiempo más que variacionesextremadamente pequeñas, apenas superio­res a las fluctuaciones accidentales propiasde todo fenómeno sometido a las leyes deprobabilidades. Entre el día y la noche y en­tre las div-ersas estaciones las diferencias SJnprácticamente insensibles. Esto .no impidecompletamente, como lo ha demostrado Dan­villier, atribuir al sol una gran parte de lOSrayos primarios, porque las reacciones com­plicadas del campo magnético terrestre pu-e­den llegar a disfrazar la diferencia que elafecto de pantalla de la masa terrestre inter­puesta podría prever entre las observacionesdiurnas y' nocturnas. . ,

¿ Vienen desde muy lejos las partículascósmicas 't ¿ De las estrellas, de las nebulosas,de las profundidades más alejadas de las in­mensidades síderales? Es n-ecesario recono-'cer, en este momento, la incapacidad en queestamos para responder a esta pregunta.

TODAVIA HAY CLASES

Nos parecía, con lo que llevamos dicho, quehabíamos ll-egado al final o estábamos a pun­to de conseguirlo, pero, cambiando el planode las meditaciones a que nos vemos forza­dos, empezamos a dudar de nuestras segurl-

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dades anteriores y a presumir la enormidaddel camino que nos queda por recorrer.

Porque vamos a dar por supuesto quecuanto dejamos relatado fuera absolutamen­te cierto y de una vez inconmovible. Conside­remos como artículo de fe el hecho de la uni­dad de la materia y que ésta, en último tér­mino, sea de naturaleza eléctrica. Y más aún;mucho más.

Imaginemos, saltando si fuera preciso to­das las. conveniencias científicas, que a lamateria tampoco pudiera serIe atribuído uncarácter primordial, sino que siendo la elec­tricidad una manifestación de la energía,todo en este mundo fuera constituído real yexclusivamente por energía, que, por miste­riosos fenómenos de condensación especiales'originara aquélla-la materia-, con lo queel conocido principio de la inexistencia de lamateria sin energía adquiriría aplastante ca-

. rácter totalitario.Pero con todo esto no podemos negar que

la materia es, que tiene una realidad palpa­ble y que no está tan claro, pese a todos nues­tros descarados supuestos anteriores, el he­cho indiscutible de su unidad, porque, por lopronto, hallamos ya. dos clases d-e materias,cuya identidad nos va a ser un poco más di­fícil probar; la materia inerte y la materia

. viva. ¿Existe realmente entre las dos mate­rias una solución de continuidad?

Parece ser que los probl-emas contenidos

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en esta pregunta han sido y están siendo oh-­jeto de numerosas investigaciones científi­cas; que el asunto, naturalmente, apasionaen extremo a todos, ignorantes y eruditos,como es lógico suceda, porque entrañan elsecreto de la vida; y cuya resolución ha deestar siempre oculta para el hombre, segúnproclaman muchos definidores, que se afe­rran sin duda, con demasiada tenacidad, alcontenido del refrán que dice: "Más valemalo conocido que bueno por conocer".

A nosotros, simples, pero fieles narrado­res de hechos y divulgadores de doctrinas yde afirmaciones que conceptuamos demasia­do altas para despreciar, no nos queda máscamino que continuar leyendo, extractandolos más sazonados frutos de la investigacióny seguir exponiendo nuestros resultados alpaciente lector, dejando a su más claro jui­cio la tarea de aceptarlos como buenos o de.repudiarlos por inaceptables" en la seguri­dad, de cualquier modo, de que su tiempoempleado en estas, si quiere, divagaciones nole será absolutamente perdido.

LA CONSTANTE EQUIVOCACIONHUMANA

Es ahora al Dr. D. Antonio de GregarioRocasolano a quien vamos a recurrir paracontestar a aquellos definidores a que antes

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nos -hernos referido, según los cuales jamóse levantará el velo del misterio de la vitali­dad. Definidores harto sobrados, desde luego,por nuestra propia naturaleza, ya que, ex­presándonos con Semjonow, el hombre es detal manera que, mientras posea 10 que nece­sita y no se vea acosado, no se preocupa de­masiado de las innovaciones ni las acepta debuen grado; será capaz de permanecer sen­tado horas y horas a la sombra de mi man­zano, pero no se le ocurrirá sacudirlo mien­tras no sienta el aguijón del hambre. Quetambién tiene verdadera existencia la "iner­cia espiritual".

A dicho autor le parecen estas afirmacio­nes, de tan rápida y rotunda decisión, una detantas obsesiones del espíritu humano, porlas que se encastilla en una negación, cuandopor propia naturaleza debe ampliar y gene­.rosamente alentar todo trabajo y acoger sinhostilidad cuanto la investigación científica'produzca, con los necesarios requisitos deexactitud. Para él no es lógico ni científicocalificar de locura o necedad el empeño conque muchos investigadores· trabajan parahacer desaparecer el abismo clásico que se­para la materia inerte de la materia viva.

La facilidad con que el hombre se equivo­ca cuando hace tan tajantes añrmacíonesdentro de los dominios de la Ciencia experi­mental se encuentra, en efecto, sin citar equi­vocaciones remotas que pueden considerarse

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como errores de época, en afirmaciones he­chas en fechas no muy lejanas. AugustoCornpté, por ej emplo, refería como cosa"eternamente imposible" conocer la composi­ción química de las estrellas, y unos años des­pués, Kirchhof y Bunsen, estableciendo lasbases del análisis espectral, iniciaron un nue­vo método de trabajo por el cual se analizanlas radiaciones que llegan a la Tierra, y poreste análisis se deduce la composición quími­ca de las estrellas; más aún, la de las nebu­losas, demostrando así-y tropezamos con unnuevo hecho contundente, .que por muy gran­de no puede ya asombrarnos-la unidad enla composición de todos los astros, cuyos com­ponentes elementales "son los mismos que seencuentran en la Tierra".

Indudablemente, el hombre es un ma­nantial perpetuo de contrasentidos; lo creetodo unas veces, imaginando observaciones yorientaciones de insospechado alcance, bajola más feliz apariencia, e improvisando fór­mulas que se derrumban inmediatamente alponerlas el cerco de la reflexión; y otrasduda de todo, lo desecha todo, negándose in­cluso a abrir los ojos para ver, disponer losoídos para escuchar y forzar un poco la men­te para meditar, cuando ve, oye e imagina,sin tregua, los más inútiles y soberanos dis­lates.

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GRAVE ROTURA DEL FRENTE VITAL

Ya, sin quererlo, brotan de nuestra plumalos términos bélicos tan perfectamente asi­milados en esta lucha sin tregua que, dentroy fuera de España, tan largo tiempo presen­ciamos.

Cuando la Química se encontraba en pe­ríodo analítico, los maestros de aquella épo­ca (Bercelius, Liebig, etc.), sufriendo unaequivocación más, afirmaban de una manerarotunda que en los laboratorios no podríanunca el hombre obtener compuestos orgáni­cos partiendo de materias minerales, porque"la formación de aquéllos se realizaba por in­tervención de otras fuerzas que las que inte­gran la materia mineral. Hace presenciaaquí la influencia, estimada precisa y defi­nitiva, de la misteriosa dama denominada"fuerza vital".

Pero llega Woehler (1828) y obtiene laurea por síntesis, constituyendo su trabajo elpunto de partida para que la Química comen­zara un período sintético, en el que ha reali­zado sus más valiosas conquistas prácticas yteóricas, determinando en la época actual elhecho de que sea en algunos grupos de com­puestos más rico el laboratorio que la Natu­raleza. Así quedó anulada, de manera defini­tiva, otra frontera de las que el hombre có­modamente coloca para satisfacer la vanidad

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de afirmar s-er imposible conocer aJ.gunas'co-'<'sas de las que no conoce. Entre loS cornpues- .,', ~

tos inorgárucos y orgánicos no Hay sorucíón "de continuidad; ha quedado demostrada la.unidad de composición, la i(!enti&d defuerzas..

Hemos oído afirmar más de una, VeZ".a es" ",píritus, claro está, que por ello se retratancomo bien apocados, que todas estas afirma­ciones que venimos ofreciendo en estas líneas-afirmaciones tan vali-entes, tan fundamen­tadas y tan importantes para nuestra propiasatisfacción-llegan a constituir la más te­rrible, cuando no herética, negación de la rea­lidad, bastando esta conclusión para anate­matizarlas con el más fervoroso desprecio.Nos sabemos carecer de autoridad para re­futarles, prefiriendo lo haga por nosotros elP. Eduardo Vitoria, S. J., cuyos prestigios,de todo orden, consideramos indiscutibles.

Esta que hemos calificado grave rotura delfrente vital, destructora de las barreras en­tre las materias inerte y viva, no contradice-manifiesta' el expresado autor-en 10 másmínimo la existencia y el influjo más o me­nos directo del principio vital en las accion-esque se realizan en el organismo vivo; antesal contrario, la suave eficacia y ordenada per­fección con que en aquél se ejecutan las másvariadas y complejas combinaciones dicenbien alto que allí hay un director-s-el mencio­nado principio vital-inconsciente, pero dies-

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tro, que utiliza las energías físico-químicas,enderezándolas al perfecc.onamiento del servivo, de una manera tan admirable.

y añade Rocasolano : Este aspecto de cues­tión tan debatida no llega en último términomás que a establecer, tornando base en lasciencias de la Naturaleza, la unidad de laCreación, que dentro de la inmensa variedad

-de seres y de fenómenos conocidos, da un ca­rácter de suprema belleza a la obra delCreador.

UNIDAD DE LAS MATERIAS VIVAE INERTE

El varias veces mencionado Dr. Rocasola­no desarrolla en sus Estudios químico-físicossobre la materia viva temas sobradamentecuriosos en relación con el objeto divulgadorque inspira este trabaj o, algunos de los cua­les no podemos resistirnos a trasladar al lec­tor, para que, si no lo ha conseguido ya, ter­mine de perder el miedo a prestar su fe en laarriesgada empresa que últimamente nosocupa, comenzando por exponer los térm nosen que, a su juicio, debe plantearse el con­repto de la vida.

Teniendo el cuidado de separar,' de haceruna excepción para el alma humana, las fuer­zas que se manifiestan en los cuerpos iner­tes, "las que transforman la materia", bas-

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tan para explicar los fenómenos vitales, sien­de éstos aquellos por las que se realizan lastransformaciones múltiples que la materia delos seres ViVOS sufre sin cesar; en una pala­bra, la vida, que sólo puede comprenderse enla materia, aun en la cantidad mínima dondelos fenómenos vitales pueden realizarse, quees en el concepto clásico actual la célula.Aparte de esta forma de vida, independiente-­mente de la vida material-aunque conecta­da con ella durant-e un corto espacio de tiem­po-hay para el hombre una vida espiritualcon principio y sin fin, la del alma humana,que, en unión íntima con la vida material, dalugar a una serie de fenómenos que no tienenexplicación, si para explicarlos queremos bus­cal' base en la Física y en Química o en laMecánica.

Con esta importante prevención estudialos fenómenos físico-químicos _ relacionadoscon la vida que tiene por base la materia, de­jando separados para el filósofo, para el t~ó­

lago y para el creyente los actos de la vidasuperior. conectados en su primera época conlos fenómenos vitales que estudiamos. paracontinuar su vida espiritual desligados deellos.

Así las cosas, vamos a someter al oportunoanálisis. a la más escrupvlosa disección, al­gunos de los que. acaso ligeramente. se ha­yan venido considerando como caracteres ex­clusivamente vitales.

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ALTERABILIDAD DE LA MATERIA

Se ha hecho resaltar, reiteradamente, quela materia que constituye los seres vivos po­see una alterabilidad que contrasta (esta esla apariencia) con la estabilidad de los cuer­pos inertes.• Esta propiedad, que se ha estimado dife­rencial entre las materias viva e inerte, secumple siempre que comparamos términosextremos; pero abarcando el conjunto, paraestablecer comparaciones más exactas, notiene aquel carácter de diferencia esencialpreconizado. Muchísimos sistemas químicosclaramente inertes, como.: por ejemplo, lasrocas, sometidas como están a la acción delos agentes atmosféricos, sufren una cons­tante transformación, de velocidad muchomenor que la de las transformaciones de lamateria viva. pero que la transformación in­dicadora de la inestabilidad del sistema exis­te no hay duda alguna, y la diferencia quealgunos califican de esencial se reduce a unadesigual velocidad. es decir, a un más o unmenos. Otros sistemas, no vivientes, presen­tan más visible este carácter de inestabili­dad constante-los sistemas coloidades, poreíemplo-i-v hay que concluir que la inestabi­lidad química no es un fenómeno caracterís­tico de la vida. aunque algunos así lo consi­deren. La materia inerte evoluciona sin ce-

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sar, y la estabilidad que Ie atribuyen los quesólo juzgan por la apariencia, es una trans­formación de pequeña velocidad. Sea viva oinerte, la materia evoluciona, aunque en ve­locidades diferentes. Considerando el mundosideral, los astros evolucionan constantemen­te, aunque su evolución en conjunto sea máslenta que la de las pequeñas masas que obser­vamos en los fenómenos terrestres.

1. Es que acaso podemos afirmar que unatortuga no se mueve por el hecho de que susdesplazamientos se realicen más lentamenteque los de una locomotora? 1. Puede coneep­tuarse como carácter esencial de la locomo­tora, para distinguirla de la tortuga, el he­cho de que la primera manifieste la posibili­dad de movimiento?

Podrá obietarse que, por 10 pronto. se ha­cen patentes aquellas referidas diferenciasde velocidad de alteración, de rapidez en laevolución, lo Que realmente no constituye unaobieción. teniendo presente aue tampoco to­das las materias vivas. consideradas aislada­mente. ni todas las inertes evolucionan conla misma velocidad, por lo que las mencio­nadas diferencias no pueden constituirse encarácter distintivo.

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¡,TODA MATERIA ES STJSCEPTIBLEDE CRECIMIENTO?

Algo más compleja resulta la cualidad d-ecrecimiento atribuida a la materia viva comocaracterística de su individualidad.

Los organismos vivos-se dice-crecen,después de su aparición, con' aumento demasa y desarrollo de forma, presentando es­tos caracteres una limitación, aunque distin­ta para cada especie.

Vayamos por partes, que el caso así lo re­quiere. en la consideración de esta espinosacuestión.

En primer lugar, el flecho del crecimiento,considerado en si mismo, existe también enla materia inerte. Si dejamos en reposo unasolución concentrada de cloruro de sodio (salcomún) sometida a su natural evaporación,veremos formarse un perfecto cristal cúbicocuyo tamaño indudablemente aumenta. Tam­bién crece,un cristal de sulfato ne cobre ensu agua madre, y podríamos multiplicar asíla exposición de casos concretos de crecimien­to evidente de la materia inerte.

Ahora bien; l.cómo se efectúa en uno yotro caso-materias viva e inerte-el referi-do crecimiento? .

El crecimiento vital está íntimamente re­lacionado con los fenómenos de nutrición, enlos cuales el metabolismo de la materia viva

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no tiene, en concepto de muchos, fenómenoequivalente en la materia inerte, constitu­yendo la función de la vida.

Comparando, por ejemplo, el crecimientodel cristal de sulfato de cobre, antes referi­do, con el de microrganismos en su caldo decultivo, se observa, en efecto, una diferenciaesencial. El cristal se nutre con moléculasdispersas en el agua, y aun con el agua mis­ma, incorporándolas a su masa tal y cualson, y crece s'n eliminar materia de distintacomposición química que el medio de que se

.nutre; la mat-eria no sufre transformación,haciendo caso omiso del fenómeno de forma­ción del hidrato de la sal, porque no tiene in­terés ahora fijarnos en ese fenómeno de com­binación, simultáneo con el crecimiento delcristal. Si consideramos ahora el microorga­nismo que crece y se desarrolla en su caldodecuItivo, o el organismo, que realiza estasfunciones en su medio de vida, observaremosque las materias con que s-e nutre sufren unametamorfosis química antes de ser asimila­das, o sea incorporadas a su .propía materia,y simultáneamente el mismo organismo eli­mina otras sustancias que él elabora y que,por ser incompatibles con sus exigencias decomposición química, las expulsa mediantesecreciones; éste es en esquema el fenómenode nutrición que se considera como caracte­rístico de la vida, afirmando al propio tiempo

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que nada semejante se observa en los siste­mas inertes.

Efectivamente; el razonamiento es sobra­damente sólido. Aunque los fenómenos denutrición encuentran en la Física y en laQuímica-y ya es algo para empezar-lasideas fundamentales para alcanzar una ex­plicación racional, no cabe duda qué consti­tuyen el rasgo más característico de la'víta­lidad y que todos los demás de la materiaviva, hasta la reproducción, están subordi­nados a los fenómenos de nutrición.

¿ Existirá algo semejante en la materiainerte? El hecho de que no lo conozcamos nonos autoriza para negarlo, máxime cuandono es del todo imposible, ni aun difícil, im­provisar hechos del mundo inorgánico que,si no reproducen exactament-e los de nutri­ción de la materia viva, los caricaturizan, po­demos decirlo así, con bastante fortuna.

Recurramos para lograrlo a los sistemascoloidales. Si a una disolución de silicato desodio de D = 18° B., puesta en una cubeta, sele añade un pequeño cristal de cloruro férri­co, se produce una reacción química de dobledescomposición, formándose silicato férricoy cloruro de sodio. Ahora bien; el silicato fé­rrico logrado se deposita lentamente en for­ma de gel, formando una membrana osmó­tica que envuelve una pequeña masa de líqui­do y que opone distinta resistencia a que laatraviesen las diferentes moléculas del sis-

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tema (fig. 20). Consecuencia de la preaionosmótica que así se desarrolla es el creci­miento aparente del gel, que se nutre, no conmoléculas de silicato sódico ni de cloruro fé­rrico, sino con moléculas de silicato férrico;es decir, que toma del medio, no las molécu­las existentes, las que pusimos en presencia,

Fjg.20

sino las que se forman en la reacción quími­ca, de la que el cr-ecimiento osmótico es con­secuenc'a, no incorporando a su masa las decloruro de sodio, que simultáneamente se for­man y se dispersan en el medio de creci­miento.

Este fenómeno, que también se verifica enotros casos (geles de silicato de calcio, de si­licato de níquel. etc.) es en 10 inerte-comomanifiesta el Dr. Rocasolano, que ahora,como dijimos. nos sirve de guía-un simula­cro de la nutrición. De una gran sencillez,comparado con las complejas reacciones quese realizan en la nutrición de la materia viva,d-emuestra que en la materia inerte pueden

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observarse fenómenos que tienen alguna ana­logía con los de nutrición, considerados comoespecíficos y característicos de la materiaviva.

A mayor abundamiento, 3i para estudiar­los más detenidamente provocamos estos cre­cimientos en las cubetas de una linterna deproyección y proyectamos con bastante am­plificación, se observa muy claramente unacirculación por las diferentes formas tubula­res y ensanchamientos que se originan, ysube de nivel nuestro pasmo: si alguno deesos tubos se rompe, se realiza inmediata­mente una cicatrización.

LA MISTERIOSA FACULTAD SELEC­TIVA

Estudiando los fenómenos ele nutrición ce­lular, se ha establecido, y aun obras de re­ciente publicación lo afirman, que la películaprotoplásmica regula la entrada y salida desustancias que ex'ge el intercambio celular,"por un proceso de selección misteriosa" queno explican satisfactoriamente. las leyes de ós­mosis.

y aquí aparece de nuevo la fuerza miste­riosa que quiebra todas las leyes de la Físicay de la Química.

Pero en la materia inerte pueden tarnb'énobservarse esos fenómenos de "misteriosa

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selección". Operando con una membrana decaucho, como superficie de separación, obser­vó Flusín que el sulfuro de carbono, el cloro­formo, el tolucno, el éter, y en general todoslos líquidos solubles en el caucho atraviesanel tabique con velocidades proporcionales asú solubilidad, mientras que el alcohol y otroslíquidos que no presentan aquella propiedadno le atraviesan. N ernst, en este mismo asun­to, y con diferentes membranas, llegó a lamisma consecuencia, y así se establece queesa elección misteriosa de las membranas celu­lares para dejarse atravesar o. no por dis­tintos cuerpos, queda reducida a la solubili­dad de los cuerpos en los líquidos celularesque forman parte de la composición de lascapas límites de las células.

DUALIDAD DE CRECIMIENTOS

Consecuencia de los fenómenos de nutri­ción son los de crecimiento y desarrollo dela forma en los seres vivos, que se verificacuando no se consume en las síntesis de laasimilación toda la energía procedente de ladegradación de la materia injerida.

Este crecimiento se produce "por interpo­sición"; es decir, que las moléculas incorpo­radas no Quedan en la superficie, sino queson trasladadas a través de los constituyen­tes del. organismo que crece, resultando así

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este crecimiento esencialmente distinto delque, como el ocurrido en los cristales, se rea­liza por "yustaposición", es decir, en formaque las moléculas que se incorporan al cristalque crece se colocan adheridas a las que for­man la superficie limite. La materia incorpo­rada a un organismo posee propiedades queno tenía antes de su incorporación, y este es,finalmente, el carácter al que se concede másvalor diferencial.

Lo que antecede es verdad, mas, como de­cía el gran dasónomo español D. Lucas deOlazábal, "falaz fragmento de verdad, harto'peor que la mentira misma".

Porque es igualmente cierto que en los ere­cimientos osmóticos, claramente inertes, dematerias; inerales, como, por ejemplo, los;cit~~ s: tros muchos que pueden producir­

. , hay ~~ recimiento por interposición; laso .~¡¡ ~ que se incorporan no se acumulan

en perficie limite, sino variadamente enla superficie o en la misma masa del gel, yla materia que al crecimiento se incorporatiene propiedades distintas a las de las mate­rias en que el crecimiento se realiza. Luegoen la materia inerte aparecen, aunque en elmayor grado de sencillez, estas propiedadesque se consideran como características yesenciales de la materia 'viva.

Por otra parte, cuando se trate de compa­rar, debe establecerse la comparación entretérminos que guarden alguna semejanza; no

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debe compararse el crecimiento de un cuerposólido, como el cristal, con el de un cuerpolíquido, como el plasma celular. La adición deuna materia líquida inerte, más o menos vis­cosa, a otra no se realiza por superposición,sino por interposición, y cuando se observael crecimiento de órganos sólidos que formanel neuro o dermato esqueleto, huesos, con­chas de moluscos, escamas de los peces, etc.,se observa, como en los cristales, verdaderasuperposición, porque, como en los cristales,la nutrición de esos órganos se localiza enla superficie.

Los seres vivos adquieren una forma típi­ca, que tienden a restablecer cuando algúnaccidente la altera; pero este carácter -no estampoco suficiente por sí solo .para definir elser viviente, pues los cristales tienen tambiénsu forma típica y reparan sus m . nes,presentando relaciones de sem ~za entrelos de constitución química a g~ de .talmodo, que la forma cristalina rq¡l'teriza almineral no con menos rigidez u~ formaanatómica al animal o a la pla a.

El obtener por métodos fí·1b UlmlCOSformas y estruct-uras que en algo se aseme­jan a las de la materia viva, no significa quela materia inerte se haya convertido en ma­teria viva, pero sí puede deducirse de estostrabajos que las fuerzas físico-químicas, quela energía que' posee la materia, intervieneeficazmente en la organización de la materia

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viva. Como en los seres vivos, se observa quelas formas de las producciones osmóticasevolucionan, y, comenzando por una formasencilla, da lugar a partes más diferenciadas.

ANTISEPTICOS y TOXICOS

Otro carácter de la materia viva, conside­rado también, antes más que ahora, como di­ferencial de la materia viva, es la acción delos antisépticos y tóxicos. Por la acción delos antisépticos, los fenómenos vitales se re­frenan o se anulan, y por los tóxicos, a dosissuficiente, la vida de los organismos cesa.

¿ Se dan en la materia inerte manifestacio­nes similares? Vamos a verla.

Recordemos entre los fenómenos químicosconocidos los que se estudian en la denomi­nada catalisis. '

Los catalizadores modifican la velocidad delas reacciones químicas. En algunos, los neogativos, disminuyéndola; y esta acción esperfectamente semejante a la de los antisép­treos sobre la materia viva,

El platino coloidal es un catalizador posi­tivo de la reacción por la cual el agua oxige­nada (H202) se descompone en agua (H20) yoxígeno (O), actuando así aun a la concen­tración de 10-8 (1,7 gramos de platino en500.000 litros de agua) ; pero ciertos cuerposen presencia, como el cloruro mercúrico o el

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ácido cianhídrico, paralizan la acción catali­zante, obrando como venenos del catalizador.

En muchas reacciones químicas, que sonel fundamento de algunas industrias, encon­tramos casos análogos. Por ejemplo, en lafabricación del ácido sulfúrico por el proce­dimiento de contacto, la reacción por la cualel anhídrido sulfuroso se combina con el oXÍ­geno, para formar el anhídrido sulfúrico, serefrena y hasta llega a paralizarse por lapresencia del anhídrido arsenioso, que obraen este caso como veneno del catalizador, y,por ello, cuando el anhídrido sulfuroso se haobtenido por tostación de las piritas, precisapurificarlo escrupulosamente antes que reac­cione con el oxígeno.

ESTIMULANTES Y PROVOCADORES

Advertimos, siguiendo nuestra metódicacomparación, que el estudio de la químicanos da a conocer la existencia, al lado de loscatalizadores que anteriormente hemos men­cionado, y que podemos llamar negativos, porsu tendencia a disminuir o a impedir las re­acciones químicas, otros que tienen señaladocarácter positivo, que provocan o favorecenaquellas reacciones, y de los que la industriasaca provecho.

Frente a estos catalizadores positivos enla materia inerte, podemos' considerar en la

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viva a las vitaminas. Estas, según Vitoria,son verdaderos catalizadores biológicos, da­dos sus ef-ectos, desproporcionados a las di­minutas cantidades con que intervienen.

A la temperatura ordinaria, por ejemplo,el oxígeno y el hidrógeno puestos en presen­cia, aparentemente no reaccionan, pues lohacen a tan pequeña velocidad, que en eltranscurso de algunos años no se conoce can­tidad alguna de agua formada; pero si en lamezcla gaseosa se sumerge una pequeñamasa de "esponja de platino", se observa quese pone incandescente, mientras el volumende gas disminuye y la reacción tiene lugar rá­pidamente, formándose agua, y produciendoexplosión si se opera en vasija cerrada.

Paralelamente, y hasta no hace aún mu­cho tiempo, se pensaba que con hidratos decarbono, grasas y albúminas, más agua y unapequeña cantidad de sales, se podía ofreceral organismo todo lo que necesitaba para suprogreso. Pero luego se advirtió bien prontoel error de esta hipótesis. Al experimentarcon crías de ratas, suministrándoles las sus­tancias químicamente puras de la clase cita­da y con todas las reglas de la sabiduría cien­tífica, aquellos animales no quisieron crecerni por cortesía. Hasta que no se les dió unpienso, al cual se le habían añadido peque­ñas cantidades de sus medios naturales dealimentación, no llegaron a desarrollarse nor-

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malmente y a ser unas ratitas adolescentesfuertes.

Mediante estos y otros experimentos se hallegado a tener el conocimiento de que unaalimentación íntegra, además de los ya cono­cidos componentes, ha de tener aún otrassustancias que, por cierto, se necesitan en'una cantidad muy reducida, pero que son deuna gran importancia vital. Estas sustancias

; han sido denominadas "vitaminas" y se co­nocen hoy en día hasta más de una docenade ellas, todas diversas, que, en parle, hansido investigadas en su composición quími­ca y se pueden fabricar absolutamente puras.

La pequeña cantidad necesaria de estas vi­taminasse deduce claramente del hecho deque si a una rata raquítica se le administradiariamente sólo la milésima parte de un mi­ligramo de la vitamina correspondiente, curaprontamente. .

Por otra parte, algunas radiaciones actúantambién como catalizadores en las dos mate­rias, viva e inerte. Tal es el caso de la forma­ción del metanoico, reacc'onando el H2 y elCO2 en presencia de radiaciones ultraviole­tas. En los fenómenos vitales intervienenigualmente estos catalizadores, sobre todo enradiaciones cuya longitud de onda está com­prendida entre 3 y A décimas de micra.

y las mencionadas radiaciones influyenasímismo los fenómenos materiales puramen­te físicos. De este modo, por ejemplo, el sele-

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nio, como "no metal", es mal conductor dela corriente eléctrica; pero cuando se expo­ne a la luz comienza súbitamente a conducirla electricidad. En esto se funda el empleo,técnico de este cuerpo en las células de sele­nio, que ahora ciertamente, en la mayor par-

-te de los casos (por ejemplo, en las películascinematográficas sonoras), han sido sustituí­das por las fotocélulas.

LA VIDA MATERIAL ES· UN FENOME­NO FISICO-QUIMICO

Llegados aquí, recogemos de nuevos unasmanifestaciones del Dr. Rocasolano sobreesta cuestión que nos ocupa.

Dejando fuera de las ciencias naturales elmisterio del pensamiento, el de la conscien­cia y todos los actos propios del alma humana,que Dios crea y a Dios vuelve, no admitimosque estén fuera del estudio de las ciencias na­turales todos los otros fenómenos que son con­secuencia de la vida de la materia, o sea to­dos los fenómenos vitales en los cuales la ma­teria sin cesar se transforma. Consideradaen este aspecto, la vida es un fenómeno físi­co-químico muy complejo por los variadoscomponentes químicos de la materia viva, ymuy difícil de estudiar, porque es un conjun­to de fenómenos que se realizan en condicio­nes muy próximas a las de equilibrio de es-

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tos sistemas, aunque siempre tienen lugar enun estado de desequilibrio constante, pues elequilibrio es incompatible en los fenómenosvitales.

Visto el conjunto de caracteres, alg¡Unofde los cuales acabamos de relatar esquemáti­camente, resulta que no puede lógicamenteadmitirse una interrupción o un salto en Iaserie de los fenómenos naturales. Si, gene­ralizando mucho el concepto de la vida, seadmite que vive todo aguen. que evolucionaentre un principio y un fin, conservando enel transcurso de esta evolución una ciertaindividualidad y una forma, la vida tienerealidad en un concepto mucho más amplioQue el que de ordinario se considera.

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I N O I e E

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Pdgs.

Introducción 6Itinerario de un viaje a través de la materia 8El todo y sus partes o .. 10La materia 13Precisión impuesta de las definiciones 16Primeras propíedades de la materia 20Expllca.cionee necesarias .. .. 23Variedad de fenómenos 26Composición de la materia 29Dlmenslonee de las moléculas y de los átomos 36Dilación, consejo y ejemplo :......... 3§Los elementos 41Abundancia relativa de los elementos 46La sociedad elemental ;....................... 47Composición de los aeres vivos 50Estados de la materia : : ;....................... 53El estado perfecto 56Ordenación de los elementos ~6

Recuerdos de antaflo 61Primera caracterización del átomo ~ 63Hipótesis atómica MEl é.tomo se complica 6~

Protones y electrones : 70Ejemplaree modos de acción 74Orbltas electrónicas 76Suerte de la teorla atómica 73Reproducción biológica. de la divisibilidad atómica. 80Primer avance en la representación del átomo...... 84

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Tipos de elementos quírmros 37Descubrtrníento de Iá. estructura atómica 8SLas radiaciones del radio 92El núcleo del átomo 9iAparición del neutrón 97Nuevo avance en la representación del átomo 9~

Se Interroga otra vez ~l radio 100Prosecución de estudio proyectado 107Una concepción del átomo 108Los átomos son huecos y la materia es vade. 110Percepción de las trayectorias atómicas 1111El perlodo de la. mitad del valor 117La Inestabilidad de la. materia ~ 118La rna.terla corno excelente medio de medida. .122Semlgeneraclón espontánea 12tEvolución paralela de las familias radioactivas...... 125Pluralidad de pesos atómicos 127Comienza a hacerse la luz 128Nuevos elementos radioactivos 133Fabricación de radiaciones 13iLa radioactividad es contagiosa. 137Las radiaciones se materializan 138Nuevas dificultades 139La permanente tabla de salva.clón 1~

Nueva duda sobre la unidad del plomo 143En el terreno cíentíñco es precisa la prueba 145Agua pegada 14,9Los electrones positivos 151¿Transmutación de la materia? .. 152'l"ermlnan las luchas por el petróleo 155)ofiando despiertos 157A cacUl. cual lo Iluyo ,.................... Ull¿Un salto en el vacío? 163Los fotones ,........................... 166Constante pos\'1)l1Idad de superación 168Rayos cósmicos "1119Todavla hay clases 173La conatante equivocación humana 175Grave rotura. del fr&nte vital.............. 178Unidad de la.g rnaterlasvlva e Inerte ~ ~ 180

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Alterabilidad de Ia. materia 1!:l2;.Toda materia es susceptible de crecimiento? 181La misteriosa. facultad selectiva .. ·Oo....... 18~

Dualidad de crecimientos 18~

Antisépticos y tóxicos :........ 192Estimulantes y provocadores 193La vida material ea un fenómeno t19ico-qulmico.... 1~&

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Obras editadas por la Sección de Pu­blicaciones, Prensa y Propaganda delMinisterio de Agricultura, y que se ha­llan a la venta, al precio de dos pese­tas ejemplar, en la Librería Agrícola(Fernando VI, 2, Ma~rid) y en las prin-

cioales librerías de España

AGRICULTURA GENERAL

1 Defectos, alteraciones y enfermedades de los vinos(2," edición), por Juan Marcilla, Ingeniero Agró­nomo.

S! Pesas, medidas y monedas (2." edición).3 Funcionamiento del motor Diesel, por Eladlo Aran­

da Heredia, Ingeniero Agrónomo.4 Epltome del cultivo por el sistema Benalges o de

lineas pareadas, por Luis Fernández Salcedo.Ingeniero Agrónomo.

/) Luces del agro (1), por Daniel Nagore, IngenieroAgrénomo,

.(1) El precio de esta obra es de pesetas 8.00.

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ó La soja. Su cultivo y aplicaciones (2." edición), porJosé M." de Soroa, Ingeniero Agrónomo.

7 Cereales de primavera (2." edición), por Daniel Na­gore, Ingeniero Agrónomo.

8 Los cereales de Invierno en Espaf\a (2." edición>.por Daniel Nagore, IngenJero Agrónomo.

9 Blome~"¡~i'~8." edición), por Daniel Nagore, Inge­nietb A'grónomo.

10 Las fibras textiles (2." edición), por José M." deSoroa, ingeniero Agrónomo.

11 Cultivos en arenas. Navazos y vides, por Angel To­rrejón y Boneta, Ingeniero Agrónomo.

12 Abonos (2." edición), por Franc1Bco Uranga, inge-niero Agrónomo. .

13 EstudLo c..rtlco de algunos m6todos usados en ladeterminación del pH (2." edición), por JeSosAgutrre Andrés, Ingeniero Agrónomo.

14 El heno (4." edición), por Ramón Blanco, Ingenie­ro Agrónomo. .

15 La crianza del gusano de seda y el cultivo de lamorera (2." edición), por Felipe González Ma­rín, Ingeniero Agrónomo.

16 Cómo se planta aho..a una vlf\a (2." edición), porNicol4s Garcla de los Salmones, Ingeniero Agró­nomo.

17 Canilla de la almazara (2." edición), por J. Migu~1Ortega Nieto, Ingeniero Agr6nomo.

18 Tabacos oscuros y tabacos claros en Espaf\a (1),por Fernando de Montero. Ingeniero Agróno.mo.

19 Las plantas oleaginosas, por Joaquln Maa-Guindal.Vicepresidente de la Real Academia de Farma­cia.

20 La organización coope ratlva sindical del campo,conferencia pronunciada por D. Rafael Font deMora, Ingeniero Agrónomo, en el Instituto deIngenieros Civiles.

21 La agricultura en la provlncla de Ciudad Real, enel presente y en el pervenl.., conferencia pronun­ciada por D. Carlos Morales Antequera, Inga-

(1) El precio de esta obra es de pesetas 8,00.

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mero Agrónomo, en el Instituto de IngemerollCivile.9.

22 La energla en la Agricultura. Recur8CIs nacl.q.qalesy urgencia de aprovechamientos; conf~eneiapronunciada por D. Eladio Aranda Heredia, {n·genlero Agrónomo, en el Instltuteoode Ingeniero.Civiles. c"'\ \ '

23 Divulgación agrlcola, conferencia prafu¡.i2:elada porD. Juan José Fernández Uzqulza; ", r~gel\iero"Agrónomo, ex Director General de AgtléU\t~a,

en el Instituto de Ingenieros Civiles.24 Métodos empleados en genética vegetal, conferen­

cia pronunciada por D. José Ruiz Santaella, In­geniero Agrónomo, en el Instituto de IngehierosCiviles.

25 El campo, la técnica y el agrónomo, conferenciapronunciada por D. Ramón Olalquíaga, tngeníe­ro Agrónomo, en el Instituo de Ingen.eros Ci­viles.

26 Anuario de Legislación agricola. Al'\o 1939 (1).27 Anuario de Legislación agricola. Año 1940 (1).

79 El catastro de la riqueza rüstlca en Espafia (1),por Gabr'el Garcia-Badell, Ingeniero Agrónomo.

80 Catálogo metódico de las plantas cultivadas enEspafia (1), por Juan Dantin Cereceda.

ANALI81S

28 Análisis de trigos y harinas, Centro de Cerealicul­tura.

29 Análisis de aguas, por Jesús Ugarte, Ingenierode Montes.

30 Instrucciones para el anáilsls de tierras, Estaciónde Quimica Agricola.

31 Reglas Internacionales de análisis de semillas, Ser­vicio de Defensa contra Fraudes. Sección 1,";Semillas, Frutos y Viveros.

(1) El precio de estas obras es de pesetas 5.00.

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32 Anillsls meeánlee de tierras. Estudio de' métodoWiegner y su aplicación a la escala de Kopecky(2.' edición), por Jesús Aguírre Andrés, Inge­niero Agrónomo.

ARBORICULTURA, FRUTICULTURA V FLO­RICULTURA

3D Injertaclón de los árboles frutales (2.' edición),por José de Picaza, Arquitecto. ex Presidentede la Sociedad de Horticultores de Espafta.

M La poda de los árboles frutales (2.' edición), porJosé de Picaza, Arquitecto, ex Presidente de la.Sociedad de .Horttcultorea de Espafta.

35 Floricultura, por Gabriel Borná.s y de Urcullu, In­geniero Agrónomo.

~6 Lista d~ los establecimIentos de horticultura, jar­dlnerla y arboricultura. Dirección General deAgricultura. Sección 3.': Fitopatologia y Plagasdel Campo.

8D Jardines, por Gabriel Bornás Urcullu, IngenieroAgrónomo.

t APICULTURA

37 Nociones elementales de apicultura (2.' edición),por N. José de Lifl.án Heredla. Conde de Doña

Marina.38 Flora y reglones meliferas de Espal'la, por Pedro

Herce, Ingeniero Agrónomo.

AVICULTURA

39 Las gallinas y sus productos (3.' edición), por Sal­vador Castelló, Profesar de Avicultura.

40 Pavos, patos y gansos (2.' edición), por SalvadorCastelló, Profesor de Avícultura.

41 Las palomas domésticas (2.' edición), por Salva­dor Castelló, Profesor de Avicultura.

CARBONES y COMBUSTIBLES

42 Los carbones activos, por Jesús Ugarte, Ingenie­ro de Montes.

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43 Combustibles vegetales, por Ignacio Claver Co­rrea, Ingeniero de Montea.

CUNICULTURA

44 Cunicultura (3." edición), por Emilio Ayala Mar­tín, Presidente de la Asociación Nacional de­Cunicultores de Espafia.

FITOPATOLOGIA

4b I:lagas del campo (2." edición), por Silverio Pla­nes, Ingeniero Agrónomo.

46 Las heladas en la producci6n naranjera, por Ma­nuel Herrero Egafia y Alejandro Acerete, Inge­nieros Agrónomos.

47 Los pulgones, por Aurelio Ruiz Castro, Ingeniero­Agrónomo.

48 Insectos del vll'le¡:lo, por Aurelio Ruiz Castro, In­geniero Agrónomo.

'49 Calendario fitopatol6gic.o, por José. del Cafiizo yCarlos González Andrés, Ingenieros Agrónomos..

GANADERIA

50 La leche (2." edición), por Demetrio López Dueñas,Maestro de Industrias Lácteas.

51 La allmentacl6n del ganado (2.' edíctón) , por Za­carlas Salazar, Ingeniero Agrónomo.

52 Produccl6n higién lea de leche (El ordeño), porSantiago Matallana, Ingeniero Agrónomo.

':;3 El ganado cabrio, por José López Palazón, Inge­niero Agrónomo.

54 El ganado equino, por Zaear[as Salazar, Ingeniero·Agrónomo.

55 Ganado porcino, por Zacarias Salazar, Ingeniero­Agrónomo.

56 Galiela y su ganaderfa (1), por Cayetano López.Inspector General Veterinario. .

57 Los nuevos conocimientos sobre nutrición y la Zoo­tecni,a (3." edición), por Ramón Blanco, Ingenie­ro Agrónomo.

(1) El precio de esta obra es de pesetas 4.00.

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58 Notas sebre la alimentación df'1 g2llnadu d" c;crd.(3." edición), por Jesús Andréu, Ingeniero Agró­nomo.

59 Consideraciones sobre la alimentación de 101 bovi­nos en crecimiento (3." edición), por Jesús An­dréu, Ingeniero Agrónomo.

60 Crianza de terneros (2." edición), por Jesús An­dréu, Ingeniero Agrónomo.

61 Sobre la mejora del ganado bovino (3.' edición),por Jesús Andréu, Ingeniero Agrónomo. _

62 Malz, cebada y arroz en la ceba de cerdos (2.' edi­ción) (1). por Miguel Odríozola, Ingeniero Agró­nomo.

M La raza Karakul, por Salvador Font Toledo, Peri­to Agrlcola del Estado.

64 Animales salvajes en cautividad. Martas y fuinas,por Eml1lo Ayala Martin, Presidente de la Aso­elación de Cunicultores de Espafta.

65 Estadistica de las Ferias más Importantes que secelebran anualmente en España.

66 Relatividad del tamaño del toro, conferencia pro­nunciada por D. Luis Femández Salcedo, Inge­niero Agrónomo, en el Instituto de IngenierosCiviles.

67 Mejora del ganado vacuno y del actual aprovecha­miento de sus productos, conferencia pronuncía­da por D. Ignacio Gallástegul Artlz, IngenieroAgrónomo, en el Instituto de Ingenieros Civiles.

68 Mejora de nuestras razas ante una oonvenienteautarquía en la producción ganadera, conferen­cia pronunciada por D. Cándido del Pozo Pela­yo, Ingeniero Agrónomo, en el Instituto de In­g-enieros Civiles.

78 Sueros, vacunas e Inoculaciones reveladoras, porCayetano López López, del Cuerpo Nacional Ve-

o ~e=~~.mular y sus padrea, por Rafael Janinl.;\ ¡'anlnl, Ingeniero Agrónomo. .

•. ~i,;\ 7fl El precio de esta obra es de pesetas 3.00.

\?,P, ·ff'00;:1l ..... ~.../

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INDUSTRIAS ACUICOLAS y SUS AFINES

b9 Piscicultura agrícola e Industrial (2." edición), pOIEstanislao de Quadra Salcedo, Perito Agrícola.

70 El cangrejo (Astacicultura elemental), por LuisPardo.

71 El aprovechamiento biológico integral de las agua.dulces, por Luis Pardo.

72 Los caracoles, por Luis Pardo.

SEMILLAS

73 Las semillas pratenses. Su determinación, por Ma·nuel Maduefio Box, Ingeniero Agrónomo.

74 Composición y cultivo de las mezclas de semillasde plantas forrajeras (3.- edición), por el doctorTeodoro de Weinztarl, Director de la Estaciónde Ensayo de Semillas de Viena.

75 Cifras medias relativas al peso y volumen de lassemillas, por Antonio Garcla Romero, Ingenierc

Agrónomo.

VARIOS

76 Escuela Especial de Ingenieros de Montes (Jnau­guración del curso 1940-41).

77 Instrucciones para el Servicio de Ordenación deMontes.

82 Misterios de la Naturaleza, por Jesús Ugarte, In·geniero de Montes.

En prensa:

Anuario de Legislación agrlcola. Año 1941.Al.nuario de Legislación agrlc.ola. Afio 1~

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82 Precio: 2 pesetas

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