G. de Chirico, Zeus el explorador y Sobre el arte metafísico

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Giorgio de Cbirico, "Zeus el explorador", 1918* IJna vez que han sido rotas las puertas c1e 1a estúpid a empalízada que encerraba a los diferentes "grupos" que emiten balidos o mugidos, los nuevos Zeus se lan- . publicado originalmente con el título de "Zeus I'esploratore", Valori Plastici(Roma), I, 1 (enero de 1919), p. 10. 475

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Fragmento sobre Giorgio de Chirico y la Scuola metafísica. (Sobre el arte y la vanguardia arquitectónica del siglo XX)Páginas 475-482 de las lecturas del libro de Chipp.

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Giorgio de Cbirico, "Zeus el explorador", 1918*

IJna vez que han sido rotas las puertas c1e 1a estúpid a empalízada que encerraba

a los diferentes "grupos" que emiten balidos o mugidos, los nuevos Zeus se lan-

. publicado originalmente con el título de "Zeus I'esploratore", Valori Plastici(Roma),

I, 1 (enero de 1919), p. 10.

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DADA, SURREALISMO Y "SCUOLA METAFÍSICA"

zan a descubrir ias curiosidades que anidan como topos por todo el globo te-frestre.

"El mundo está 1leno de demonios", dijo Heráclito de Efeso 22, caminan-do bajo la sombra de los pórticos alahora misteriosa del mediodía, mientrasante el seco abrazo del golfo asiático, la salada agua se esponjaba bajo el cáiidoviento del sur.

Es preciso encontrdr el demonio que bay en cada cosa.Los antiguos cretenses pintaban un enorme ojo en medio de las estre-

chas listas que decoraban sus vasijas, en sus utensilios domésticos, en las pare-des de sus casas.

Incluso un f,eto humano, de pez, de pollo, de serpiente, es exactamentecomo un ojo en su primer estadio.

Es preciso e?xcotxtrar el ojo que hay en cada cosa.Así pensaba yo en París, en los años ante¡iores al estallido de la guerra.En torno a mí, la banda internacional de pintore s modernos conten-

día estúpidamente con fórmulas por completo desgastadas y sistemas esté-¡iies.

Solo, en mi miserable estudio de la calle Campagne-premiére, comencéa vislumbrar las primeras sombras de un arte más completo, más profundo,más complicado, o, en una palabra

-a riesgo de provocar un ataque de hígado

en un crítico f¡ancés- más metafísico.Apareció en el horizonte una tierra nueva.El gran guante color de cinc con terro¡íficas uñas barnizadas, movién-

dose en la puerta de la tienda balo las tristes brisas de la tarde urbana, me mos-traba, con su dedo índice apuntando a 1as losas de \a acera,las herméticas se-ñales de una melancolía nueva.

La cabeza de cartón de1 escaparate del barbero, cortada con el estridenteheroísmo de oscuros tiempos prehistóricos , ardía en mi corazón y en mi ce¡ebrocomo una canción recordada.

Los demonios de la ciudad me abrieron el camino.Cuando volví a casa, otros fantasmas heráldicos salieron a ¡ecibirme.Descub¡í nuevos signos zodiacales en el techo, y observé su vuelo de-

sesperado, sólo para ve¡les morir en las profundidades de 1a habitación, en elrectángulo de la ventana, abierta al misterio de la calle.

La puerta del corredor, medio entornada hacia Ia noche, te¡ía la solem-nidad sepulcral dela losa removida dela tumba vacia de los resucitados.

Y los nuevos, anunciadores cuadros, tomaron forma.Como e1 fruto otoña1, estamos ya maduros parala nueva metafísica.Los poderosos vientos vienen de allá, de los turbulentos mares.Nuestro grito llega a 1as populosas ciudades de lejanos continentes.

22 Heráclito de Efeso (c.540-480 a. de C.), filósofo griego que se apartó de la socie-dad; buscaba un espíritu que 1o llenase todo, manifiesto en el continuo conflicto natural de losopuestos.

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No podemos reblandecernos, sin embargo, en el placer de nuestras

nuevas creaciones.Somos exploradores dispuestos para nuevos viajes.

Bajo los cobertizos que resuenan con ecos metálicos, todo está prepa-rado, en espera de la seña1 para partir.

Suenan las campanas.Es la hora..."¡Caballeros, todos a bordo!"

Giorgio de Chirico, "Sobre el arte metótfisisco", 1919*

Es necesario un permanente control de nuestros pensamientos y de todas 1as imá-genes que nos vienen a Ia mente incluso cuando estamos despiertos, las cuales,

sin embargo, guardan una relación íntima con 1as que vemos en sueños. Es cu-

rioso que ninguna imagen onírica, por extraño que ello pueda parecer, nos asal-

te con fuerza metafísica. Por 1o tanto, no debemos buscar ia luente de nuestras

creaciones en los sueños; ias teorías de Thomas de Quincey no nos tientan 23. Si

bien el sueño es un fenómeno extraño y un misterio inexplicable, mucho más

inexpllcable es el misterio y el aspecto que nuestra mente confiere a ciertos ob-

ietos y elementos de la vida. Hablando desde un punto de vista psicolÓgico, hallar

algo misterioso en las cosas es un síntoma de anormalidad cerebral relacionadocon ciertos tipos de locura. Creo, sin embargo, que esos momentos de anormali-dad pueden darse en todas las personas, y que es de 1o más afortunado cuando

ocurren en hombres con talento creador o clarividentes. El arte es la red fatalque atfapa esos extraños momentos que aletean como misteriosas mariposas, y que

escapan aprovechando 1a ingenuidady la distracción de la gente común.Momentos metafísicos felices pero inconsncientes pueden apreciarse

en pintores y escritores. Por 1o que a éstos se refiere, quiero ¡ecordar a un vie.io

y provinciano francés a quien llamaré, para ser comprendido, e1 explorador en

zapatillas. Para ser exacto, quiero hablar deJulio Verne, que escribió novelas de

viajes y de aventuras y que es considerado como un atfor ad usum puertr,m 24 .

Pero ¿quién mejor que é1 supo encontrar la metafísica de una ciudadcomo Londres en sus casas, calles, clttbs, parques y plazas? ¿La espiritualidad de

una tarde de domingo londinense, la melancolía de un hombre -un

auténticofanfasma andante- como Philéas Fogg en La uuelta al mundo en ocbenta días?

* Publicado originalmente con el título "Sull'arte metafisica", Valori Plastici<Roma), I,

4-5 @bril-mayo de 19i9), pp. 15-18. La traducción al inglés es deJoshua C Taylor.23 Thomas de Quincey (1758-1859) publicó sus Confesiones de un inglés comedor de

opioe¡ 1822. Incluye extensas descripciones de sus sueños bajo la influencia de drogas.J. C. T.24 Julio Verne (1828-1905) publicó e¡1,872 La uuelta al mundo en ochenttt dias. Sus

muchos lib¡os de viaies imaginarios estaban inspirados en los progresos de la ciencia moderna,

pero combinando un alto grado de fa¡fasia con lo que parece son plausibles datos científicos.

J.C T.

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La obra de Julio Verne se halla repleta de esos felices y consoladoresmomentos. Todavia recuerdo la descripción que hace de la salida del vapor deLiverpool el Una ciudadflotante.

ARTE NUEVO

E1 difícil y complicado estado de1 arte nuevo no se debe a un capricho de1 destino,ni constituye un deseo de novedad y notoriedad por parte de unos pocos artistas,como algunos ingenuos piensan. Es, por el contrario, algo señalado por el destinohumano, el cual, reguiado por reglas matemáticamente fijadas, tiene su flujo y su re-flujo, sus avances, retrocesos y renacimientos, como cualquier otro eiemento denuestro pianeta. Un pueblo, desde sus mismos orígenes, ama el mito y la leyenda, losorprendente y 1o monstruoso, lo inexplicable, y se refugia en el1o. Con el paso deltiempo y la maduración de una cultura, refina y reduce las imágenes primitivas, lasmoldea para adaptarlas a las exigencias de su espíritu purificado, y escribe su his-toria a partir de ios mitos originales. Una época europea como la nuestra, que llevaen su seno 1a pesada carga de fantas civilizaciones y la madtrez de tantos periodosespirituales, está destinada a producir un arte que, desde cierto punto de vista, pa-rece ser de inquietud mítica. Este arte brota de las obras de esos pocos dotados conuna especial claridad de visión y de sensibilidad. Desde luego, todo ello porta lasseñales de sucesivas épocas precedenies, de las cuales nace un arte enormementecomplicado y poliforme por lo que se refiere a los diferentes aspectos de sus valo-res espirituales. Por 10 tanto, el arte nuevo no es un error de nuestro tiempo.

Es inútil pensar, sin embargo, como hacen algunas gentes tan engañadascomo utópicas, que el arte nuevo puecia redimir y regenerar a la humanidad, quepueda dar a la humanidad un nuevo sentido de la vida, una nueva religión. La

humanidad es y seguirá siendo lo mismo que ha sido en e1 pasado. Acepta yaceptará aún más este arte. iLlegará el día en que las gentes irán a los museospara verlo y estudiarlo! Un día hablaran de él de un modo tao fácil y naturalcomo hablan ahora de los campeones de un arte más o menos remoto, de artis-tas que ahora están ciasificados y catalogados y tienen sus nichos y sus pedes-tales en museos y bibliotecas de todo el mundo.

Hoy nos preocupa mucho el problema de 1a composición; mañana no nosinquietará. Ser o no ser comprendido es un problema de hoy. Un dia, tambiénnuestra obra perderá su aire de locura, la locura que el público ve en ella, pues lagran locura, precisamente la que no es aparente para todos, existirá siempre y con-tinuará gesticulando y mostrándose tras la inexorable pantalla de 1a materia.

DESTINO GEOGRAFICO

Desde e1 punto de vista geográfico, estaba predestinado que una primera mani-festación consciente de la gran pintura metafísica había de nacer en Italia. El1o

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no hubiefa podido tener lugar en Francia. El virtqosismo fácil y el bien cultivadogusto artístico, mezclado con una dosis de esprit (no sÓlo en e1 sentido exager^-

do y bromista) que tiene el noventa y nueve por ciento de los habitantes de Pa-

rís, bastarían para sotbcar e impedir la apalcrÓo de un espíritll plofético. Nues-

tra ttefta, por otra parte, es más propicia pafa eI nacimiento y desarrollo de

animales taies. Nuestrainvetetada gaucberiey e1 esfuerzo que en todo momen-

to hemos c1e hacer para acostumbrarnos alaligereza espiritual, han determinado

la densidad de nuestla trisÍ,eza crónica. Sin embargo, parece ciefto que sólo en-

tre tales rebaños surgen 1os grandes pastores, como los más grandes profetas que

cambian 1a historia hacia nuevas rutas sulgen entle las tribus y 1as gentes con

destinos rrenos felices. Por desgracia, en el arte y en la naÍutaleza 1a estética no

puede dar a lttz un profeta, y el más prolundo fi1ósofo griego que conozco, He-

ráclito, meditó en otras orillas, menos afortunadas a causa de su proximidad a 1os

desiertos infie¡nos.

LOCI]RA Y ARTE

Es una verdad axiomáttca que 1a locura es un fenómeno inherente a loldas las

manifestaciones artísticas profundas. /Schopenhauer define a1 loco como una persona que ha pelAiao la me-

moria 2r. Se trata de una apropiada definición, polque de hecho lo/que constitu-

ye la lógica de nuestras acciones nolmales es un rosario Contingó de recuerdos

de las relaciones entre las cosas y uiceuerca.

Podemos mencionar un eiemplo. Enlro en una habitación. veo un hom-

b¡e sentado en un sillón, una jaula con un canario que cuelgaidel techo; también

cuadros en las paredes y una estante¡ía con libfos. Nada de esto solpfende ni in-

quieta, pofque una serie de recuerdos conectados entre sí me explican IalÓgica

de 1o que veo. Mas supongamos por un momento que, poI lazones inexplicables

y aienas a mi voluntad, el encadenamiento de la serie se rompe. ¡Quién sabe

cómo podría ver al hombre sentado, la jaula,los cuadros, 1a estantelía! Quiénsabe con qué sorpresa, con qué terror y también, acaso, con qué placer y gusto

podríaver la escena. Una escena que, sin embargo, no habría cambiado; sería yo

el quien estuviese viéndo1a desde otro ángulo. Aquí es donde nos encontfamos

con el aspecto metafísico de las cosas. Por deducción, podríamos concluil que

todo tiene dos aspectos: uno normal, que es el que vemos casi siempre y que es

visto pof 1os demás en general; otro e1 espectfal o metafísico, que só1o pueden

ver contadas personas en momentos de clarlvidencia o de abstracción metaf,ísica,

de1 mismo modo que ciertos cuerpos que existen en la materia no pLleden sef

25 Arrhur Scl-ropenhauer (1788-1860), filósofo alemán, publicó su influyente obra, El

mtLndo con.to uobtntad y representación, en 1819. De Chirico estaba muy interesado en las ide-

as de Schopenhauer, en especial en la primacía que daba al conocimiento interior, intuitivo, so-

bre la percepción de las cosas del mundo exterior. J. C. T-

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penetrados por 1os rayos solares y se hacen visibles sólo bajo la luz artificial, losrayos X, por ejemplo.

Sin embargo, por algún tiempo me incliné a creer que 1as cosas podíantener más aspectos que los dos mencionados (un tercero, un cuarto, un quintoaspecto), todos diferentes de1 primero pero íntimamente relacionados con el se-gundo o metafísico.

LOS SIGNOS ETERNOS

Recuerdo la curiosa y profunda impresión que me produjo de niño una iiustra-ción de un viejo libro titulado La Tierra antes de las inundaciones.

El grabado representaba un paisaje de la Era Terciaria. Ei hombre noexistía todavía. He pensado a menudo en este extrañotenómeno de la ausenciabumana en su aspecto metafísico.Toda obra de arte profunda incluye dos so-ledades: la que puede llamarse "soledad plástica", que es ese placer contempla-tivo derivado de \a feliz construcción y combinación de formas (elementos o ma-teriales muertos-vivos o vivos-muertos; Ia segunda vida de las nature morte[delas naturalezas muertasl, considerada no en el sentido de un tema pictórico, sinocomo ese aspecto espectral que puede aplicarse también a una figtra supuesta/mente vla). La segunda soledad es la de los signos t6, ürta soledad eminenge-mente metafísica de la cual queda de modo automático excluida toda posibili.dadlógica de educación visual o psicológica. /

Hay cuadros de Bócklin 27 , Cl.a:ude Lorain, Poussin, que si bien haliitadospor figuras humanas se hallan íntimamente asociados con los paisajes /e la eraTerciaria: e1 hombre como ser humano está ausente. Ciertos retratos de fingres al-canzan ese límite. Merece Ia pena observar, sin embargo, que en fs citadasobras (acaso con la excepción de alguna de Bócklin) sólo existe la,frimera so-1edad, la soledad plástica. Únicamente en la nueva pintura metafísfa italiana es

donde aparece la segunda soledad, la soledad de los signos o mfafísica.La olsra de arte metafísica es de aspecto sereno, mas p/oduce la impre-

sión de que algo nuevo debe ocurrir en esa misma serenidad, f,que otros signos,además de 1os ya manifiestos, tienen que aparecer en la tela..Sé t¡ata del revela-dor síntoma de la profundidad habitada. La hsa superficie del océano perfecta-mente eo calma, por ejemplo, nos inquieta no tanto por pensar en la distanciaque hay entre nosotros y su final como por 1o desconocido que se oculta en susprofundidades. Si no fuera ésta nuestra idea del espacio, sóio experimentaríamosuna sensación de vértigo, como cuando nos encontramos a :ufia gtarr altura.

26 "Signo" se utiliza aquí en el sentido general de "símbolo". J. C. T.27 Arnold Bócklin (1827-1.901,), pintor suizo que trabajó en Alemania y en ltalia.

Cuando estaba estudiando en Munich, De Chirico se sintió muy impresionado ante sus evoca-dores cuad¡os y grabados de tema mitológico. J. C. T.

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ESTÉTICA METAFÍSICA

En la construcción de ciudades, en 1a forma arquitectónica de casas, plazas, jar-

dines y paseos, puertos, estaciones de ferrocarril, etc., existen los fundamentosde una gran estética metafísica. Los griegos tuvieron un particular cuidado contales construcciones, guiados por su sentido estético-filosófico: pórticos, callesen sombra, terrazas como auditorios ante los grandes espectáculos de la natu-raleza (Homero, Esquilo); la tragedia de la serenidad. En Italia tenemos mara-villosos ejemplos modernos de estructuras tales. Por lo que altalia se refiere,su origen psicológico sigue siendo oscuro para mi. He meditado mucho sobreeste problema de la arquitectura metafísica ttaliana, y toda mi obra de losaños 1!10, 1911, 1912,1913 y 1914 muestra esa preocupación. Acaso llegue e1

día en que esa estética, dejada hasta aho¡a al capricho del azar, se transformeen ley y necesidad paralas clases altas y pana quienes dirigen los asuntos pú-blicos. Quizá entonces podremos evitar 1a repugnancia de ser dadoi de Iadopara favorecer en cambio monstruosas apoteosis de ma1 gusto y de agresivaimbecilidad, como ese blanco monumento de Roma dedicado al Gran Rey, co-nocido también como Altar de la Patria ", y que glarda con 1a sensibilidad ar-quitectónica la misma relación que las odas y oraciones de Tirteo Calvo 2e

con la poética.Schopenhauer, que conocía bien esta clase de cuestiones, aconsejó a sus

contemporáneos no instalar las estatuas de sus hombres ilustres sobre columnas /y pedestales demasiado altos, sino sobre basamentos bajos, "como se hace eo /Italia, donde algunos hombres de mármol parecen estar al mismo nivel que eJ/transeúnte y caminar,unto a é1". /

E1 imbécil, esto es, quien no tiene sensibilidad metafísica, se ;r*émeatraído de modo instintivo hacia 1os efectos producidos por la masy{eI peso,hacia una especie de wagnerismo arquitectónico. Es un problema genuidad.Son gentes que no conocen el terror de las líneas y de los ángytbs si no se 1an-

zaohacia el infinito. Encuentran de este modo un apoyo para sgd limitadas psiques,

encerradas en e1 mismo círculo que 1o femenino y lo-ñfantiL Mas nosotros,que comprendemos 1os signos del alfabeto metafísico, sabemos qué alegrías y qué

tristezas se esconden en un pórtico, en la esquina de una cal1e, o incluso en unahabitación, en la superficie de una mesa, en el interior de una caja.

Los límites de esos signos, constituyen para nosotros una suerte de có-digo de representación moral y estético; además, gracias a la clarividencia cons-

truimos una nueva psicología metafísica de las cosas.

28 La construcción del gigantesco monumento erigido en honor de Victor Manuel Iien el centro de Roma fue iniciada en 1885; la inauguración tuvo lugar en 1911. El arquitecto fue

Giuseppe Sacconi. En el segundo nivel se halla el Altar de la Patria, con esculturas de Angel Za-

nelli. J. C. T.2e De Chirico se refiere probablemente a Tirteo, poeta griego famoso por sus versos

guerreros. J. C. T.

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La absoluta consciencia del espacio que un objeto debe ocupar en uncuadro, así cofiro del espacio que separa un objeto de otro, establece una nue-va astronomía de elementos unidos al planeta por 1a inexorable ley de \a gra-vedad. La uttlización minuciosamente arenra y cuidadosa de la superficie y delos volúmenes constituye el canon de 1a estética metafísica. Es conveniente te-ner en cuenta aquí algunas de ias profundas reflexiones de Otto W'eininger so-b¡e la metafísica geométrica 30:

... Un arco de círculo puede ser un hermoso ornamento: ello nosignifica perfección total, 1o cual ya no sirve para apoyar 1o que algún críti-co pensaba, como sí servía la serpiente de Midgard que rodeaba al mundo.

Un arco tiene algo todavia incompleto que necesita y puede serterminado: equiuale a un presentimiento. Por esta razóo, hasta un anillo essiempre e1 símbolo de algo amoral o inmoral.

(Esta idea me aclaró 1a impresión eminentemente metafísica que pórticos y arcosen general había¡ producido siempre en mí). A menudo, se han visto símbolosde una real,idad superior en las figuras geométricas. Por ejemplo, e1 triángulo hafuncionado ab antico, y lunciona todavia en la doctrina teosófica, como símbo-lo místico y mágico, y sin duda despierta muchas veces en la persona que lomira, conozca o no 1a tradición, una sensación de inquietud y casi de miedo.(Las escuadras triangulares me han obsesionado y me siguen obsesionando de lamanera dicha; siempre las he visto brillando como misteriosas estrellas trasg.adauna de mis figuraciones pictóricas)

Partiendo de tales principios, podemos mirar el mundo que 9ós rodeasin caer en los mismos errores en que habían incurrido nuestros pre5lecesores.

Podemos seguir todavía cualquier estética, incluyendo la dey'a figura hu-mana, pues en tanto que trabajemos y meditemos en torno a tales prpblemas ya noson posibles las ilusiones fáci1es y falsas. Amigos de un nuevo conoglmiento, nuevos

filósofos, podemos por fin sonreír con placer ante las característicaf de nuestro arte.

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