Futbol-Perú-en-Berlín-1936

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Aspectos históricos y anecdóticos de la actuación de la selección de fútbol del Perú, en las olimpiadas de Berlín, 1936

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Porque recordar es volver a vivir:

Las épocas doradas del fútbol peruano y las Olimpiadas de 1936

Por María José Fermi

Todos hemos escuchado hablar sobre la época de oro del fútbol peruano, las interminables historias que se cuentan cada vez que nuestra actual selección pierde un partido, cada vez que jugamos mal, cada vez que nos quedamos fuera del mundial. Y, aunque ya estamos cansados de escuchar que antes el fútbol era otra cosa, pues es inevitable aceptar que en décadas anteriores ni siquiera se necesitaba calcular las probabilidades matemáticas que nos permitirían clasificar. La década del treinta fue una época dorada; héroes del balompié nacional corrían por nuestras canchas: Alejandro Villanueva, Lolo Fernández, el arquero Juan Valdivieso, entre otros. Pero, dentro de ese paraíso deportivo, hubo un acontecimiento que oscureció nuestra historia: los Juegos Olímpicos de 1936. La delegación peruana se retiró y regresó al país antes de tiempo. Los motivos aun no se encuentran claros, desenterrando recuerdos buscamos un por qué.

El Perú venía de una gira por Chile en la que había obtenido excelentes resultados.

Ganando todos sus partidos amistosos, el gran Juan Valdivieso, arquero de la escuadra, comenzó a ganarse el apelativo de “El mago”, luego de atajar 4 de 5 penales. El popular “Rodillo negro”, quinteto de excelentes jugadores, era el pilar del equipo. Conocido así por ser un grupo de jugadores morenos, arrollaba a quien se le pusiera al frente. Después de tantos éxitos, el Perú fue convocado a participar en las Olimpiadas de 1936 que se llevarían a cabo en la ciudad de Berlín. El equipo lo formaban once jugadores del Sport Boys, seis de Alianza Lima y cinco de Universitario. Para la época, los cómodos viajes en avión todavía no existían por lo que nuestra escuadra nacional tuvo que hacer el largo viaje a Europa por barco. La fecha de inicio del torneo era el 1ro de agosto; el viaje debía hacerse con casi dos meses de anticipación. La nave escogida para transportar a la selección fue el barco italiano “Orazio” en donde zarparon el sábado 13 de junio pasadas las 8 de la noche. Era la primera vez que el Perú participaría en unas Olimpiadas y la oportunidad no debía desaprovecharse. Cuenta el periodista deportivo Teodoro Salazar que “El jefe del IPD era Don Eduardo Dibós Dammert, padre de Chachi Dibós, quien debió organizar una colecta pública para financiar el viaje, ya que, como siempre, no habían fondos para el deporte peruano.” Además de los casi 30 mil soles que desembolsó el Estado, lo recaudado entre las élites limeñas permitió que viajaran, aproximadamente, 60 peruanos que conformaban la delegación olímpica. Por más de que solo se pudo pagar un viaje en segunda clase en el “Orazio”, cuenta la hija de el “Mago” Valdivieso, la Sra. Rosa, que: “los jugadores quedaron impresionados con la enormidad del barco”. En esas épocas, practicar fútbol no brindaba ningún ingreso; los jugadores debían trabajar en otros rubros para llevar algo a la mesa. Así, Valdivieso era ebanista, Villanueva se desempeñaba como albañil y Lolo Fernández (que de todos era el de mejor familia) estudiaba en la Escuela de Contaduría. Muchos de los miembros de nuestra selección de 1936 no sabían ni leer ni escribir.

Arribaron a tierras italianas donde un bus los trasladó hasta Berlín, en plena Alemania nazi. Luego de ser recibidos por una comisión de germanos que les dio la bienvenida (y qué sonrisas habrán tenido que fingir al saludar a un gran grupo de mayoría morena), la

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delegación peruana se instaló en la sede de la Villa Olímpica. La Sra. Rosa comenta que una de las cosas que más impresionó a su padre del país europeo fueron las instalaciones deportivas: “Él me decía que el Estadio Olímpico era un adelanto extraordinario que los había dejado con la boca abierta. Me contaba que tenía hasta una piscina que podía cerrarse y convertirse en un ambiente diferente. Para ellos era una maravilla”. Otra de las cosas que impresionó al “Mago” fue ver que “(...) cuando Hitler entraba a algún lugar, la gente se paraba con un fervor para saludarlo”. Estas imágenes quedaron impregnadas en su memoria, razón por la cual era común escucharlo contarle a su familia, ya muchos años después, la casi idolatría que sentían los alemanes por su líder.

En su debut, Perú impuso su juego; le ganó a Finlandia por 7 goles a 3. Mientras tanto, a un océano de distancia, los hinchas peruanos se concentraban en las afueras del diario El Comercio, en donde se transmitía, a través de unos parlantes, el juego. Más adelante aparecería la manzana de la discordia: el partido Perú-Austria. “Estábamos emparejados 2 a 2, por lo que nos tuvimos que ir a tiempo extra” recuerda Salazar. En el suplementario, los nacionales metimos 5 goles extraordinarios, de los cuales 3 fueron anulados. El Perú ganaba por 4 a 2. La euforia fue tal que la hinchada ingresó a la cancha para celebrar el triunfo. ¡Pasábamos a semifinales!

Los problemas llegaron el 10 de agosto, día en que el Comité Olímpico decidió

anular el partido jugado y ordenó que se repitiera, pero esta vez, a puerta cerrada. El motivo: los austriacos alegaban que la hinchada había irrumpido en el terreno de juego en diversas ocasiones y había impedido un normal desarrollo del partido. Como dice Salazar: “Reclamaron una invasión del campo por los barristas peruanos que, según ellos, cometieron disturbios y atropellos”. Los hinchas peruanos que se encontraban en la capital habían seguido, fielmente, la transmisión del partido por la radio y habían celebrado hasta decir basta. Al enterarse de la decisión de la FIFA, se dirigieron a la casa Ostern (que era propiedad de alemanes) y, en una gran turba, destrozaron la bandera olímpica, mientras coreaban el Himno Nacional. La delegación peruana se comunicó con el Presidente Benavides, en Lima, quien ordenó que todos los deportistas nacionales regresaran al país en señal de protesta. El mandatario no se dejó convencer por nadie, ni siquiera cuando el propio ministro de propaganda nazi Joseph Goebbles conversó con Enrique Gildemeister, ministro peruano en Berlín. La decisión estaba tomada. La delegación, “luego de pasar unos días en París, todo pagado por el gobierno”, retornó al país en el barco ‘Reina del Pacífico’, en 3ra clase” dice Salazar.

Los futbolistas arribaron al puerto del Callao el 17 de setiembre donde fueron

recibidos de manera apoteósica. “Cuando llegaron les ofrecieron grandes agasajos” cuenta Doña Rosa. “Los recibieron a lo grande, ese día los cargaron en hombros desde el Callao hasta el Centro de Lima” recuerda Don Teodoro “Lo más parecido que he visto fue la llegada de las chicas del vóley después de Seúl”. Luego de este incidente, nacieron alrededor del problema diversas versiones que trataban de explicar el motivo de la anulación del partido; las explicaciones son diversas, algunas un tanto descabelladas y otras con poseen un carácter más razonable. La más conocida es la que dice que Hitler no soportó ver como a un grupo de jugadores de raza aria de su país natal, Austria, lo goleaba un grupo de “negros sudamericanos”. Se dice que el mandatario utilizó sus influencias para

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repetir el encuentro. Doña Rosa Valdivieso señala que su padre decía constantemente: “Los austriacos son primos de los alemanes y ellos no podían soportar que a los austriacos les haya ganado un grupo, mayormente, de morenos. Así que buscaron una excusa para anular el partido.”. Ella señala que su padre creía que esto habría sido, probablemente, cierto, luego de ver como Hitler se negaba a darle la mano al campeón de atletismo norteamericano Jesse Owens por el color de su piel. Él decía que “ver una cosa así fue impactante y le pareció terrible.”

Sin embargo, el periodista Teodoro Salazar tilda esta versión de falsa. Luego de

realizar una vasta investigación, el especialista deportivo señala que la razón de la anulación fue otra que muy poca gente conoce. En los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972, (adonde fue como enviado especial) sostuvo una conversación con un dirigente europeo que había formado parte del Comité de Apelaciones de Berlín 36, adonde la queja austriaca fue a parar. Por medio de un intérprete, el extranjero le contó que el Comité “se reunió y citó a los países involucrados para confrontar a las dos partes. Los dirigentes de Austria acudieron y sustentaron su posición. La delegación peruana nunca apareció. Como no hubo ninguna defensa, el Comité optó por darle la razón a los austriacos. Él me comentó que bastaba con una defensa del Perú para que les dieran la razón a ustedes, pero nadie fue.” Indignado, Salazar comenta que ni siquiera dejaron una carta. Intrigado por el descubrimiento, el especialista en Olimpiadas profundizó en el tema. “Existían diversas versiones que explicaban el porqué los peruanos nunca llegaron. La que yo pude comprobar fue que no arribaron a tiempo a la citación, porque hubo un desfile nazi en las calles que interrumpió el tráfico y los demoró.” Esta explicación posee otras fuentes que le darían carácter de verdad. Don Teodoro era muy amigo de su tocayo, el futbolista, Teodoro Prisco Alcalde, quien fue miembro de la selección en el 36 y participó en las Olimpiadas de Berlín. Este le habría confesado que lo que Salazar había investigado era cierto. “Me dijo que se habían distraído viendo una parada militar y que, cuando llegaron al local donde se llevaría a cabo la reunión, encontraron la puerta del Comité de Apelaciones cerrada. Luego, me comentó que hubo una orden para que nadie diga nada sobre eso, engañaron incluso al gobierno y todos se colgaron de la excusa de Hitler y la raza”. Resulta sorprendente; para Salazar, nos eliminaron por “una negligencia clarísima de los dirigentes del Perú.”. Esta versión se complementa con algo que la Sra. Rosa, hija del “mago” Valdivieso, habría escuchado decir a su padre en muy pocas ocasiones. El tiempo ha hecho que no recuerde sus palabras exactas pero le parece haber oído algo al respecto: “Mi padre me llegó a decir que los habían citado, pero que les decían a las 8am y, luego a las 7am y otros cambios más. Así que, al final, no se presentaron y perdieron por ‘Walk Over’. Lo que yo entendí era que les habían movido la hora, les dijeron preséntense a las 8 y la reunión fue a las 7”. Con estas declaraciones, la posibilidad de que esta explicación sea el motivo real por el cual el Perú se retiró de Berlín 36 aumentan.

Versiones habrá miles, lo único cierto e innegable es que nuestro equipo olímpico

de fútbol de Berlín 1936 era admirable. Conformado por grandes jugadores, que todavía brindaban alegrías y triunfos a los hinchas peruanos, permanecen en los corazones de quienes saben apreciar el buen balompié y recuerdan con cariño lo que, alguna vez, fue el fútbol peruano de oro. Ya sea por morenos impuntuales o por hinchas eufóricos, la primera participación de Perú en una olimpiada es, definitivamente, una historia para recordar.