Fundamentos antropologicos para una educación inclusiva 1

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Inclusión y calidad educativa Inclusión Intrapersonal: fundamentos, pedagogía y técnicas de enseñanza. Nuestro blog tiene como título “Inclusión y calidad educativa”. En cuanto a inclusión planteamos una inclusión multidimensional, orgánica o integral. Muchas entradas hemos hablado al respecto y de cada inclusión que proponemos para que la misma sea integral. En esta sintetizamos la inclusión de todos los aspectos del educando como persona: fundamentos, pedagogía y técnicas de enseñanza. De esta primera inclusión no se suele hablar ya que cuando se habla de inclusión se tiene en cuenta “a los jóvenes con discapacidad que siguen enfrentándose a una exclusión educativa, a los jóvenes que trabajan, los que pertenecen a grupos indígenas, comunidades rurales, minorías étnicas y lingüísticas, los niños nómadas y aquellos afectados por el VIH y el SIDA constituyen algunos de los otros grupos vulnerables. La inclusión que tienen en cuenta la pobreza y la marginación que son las causas principales de la exclusión en la mayor parte del mundo, es decir, los miembros de hogares en comunidades rurales o remotas y los niños de las barriadas miserables de las ciudades que tienen menos acceso a la educación que otras personas” [1] . Pero, el primer tipo de inclusión es de la misma persona, mirada desde una perspectiva global e integral. La educación actual no tiene en cuenta al educando total: mental, volitiva y afectiva; psíquica, corporal y espiritualmente hablando en una unidad inclusiva.

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Inclusión y calidad educativa

Inclusión Intrapersonal: fundamentos, pedagogía y técnicas de enseñanza.

Nuestro blog tiene como título “Inclusión y calidad educativa”. En cuanto a inclusión

planteamos una inclusión multidimensional, orgánica o integral. Muchas entradas hemos

hablado al respecto y de cada inclusión que proponemos para que la misma sea integral.

En esta sintetizamos la inclusión de todos los aspectos del educando como persona:

fundamentos, pedagogía y técnicas de enseñanza.

De esta primera inclusión no se suele hablar ya que cuando se habla de inclusión se

tiene en cuenta “a los jóvenes con discapacidad que siguen enfrentándose a una

exclusión educativa, a los jóvenes que trabajan, los que pertenecen a grupos indígenas,

comunidades rurales, minorías étnicas y lingüísticas, los niños nómadas y aquellos

afectados por el VIH y el SIDA constituyen algunos de los otros grupos vulnerables. La

inclusión que tienen en cuenta la pobreza y la marginación que son las causas principales

de la exclusión en la mayor parte del mundo, es decir, los miembros de hogares en

comunidades rurales o remotas y los niños de las barriadas miserables de las ciudades

que tienen menos acceso a la educación que otras personas”[1].

Pero, el primer tipo de inclusión es de la misma persona, mirada desde una

perspectiva global e integral. La educación actual no tiene en cuenta al educando total:

mental, volitiva y afectiva; psíquica, corporal y espiritualmente hablando en una unidad

inclusiva.

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Para ello, me voy a basar con algunos lineamientos de Ítalo Gastaldi y aportes

personales.

I. La persona es un ser psicofísico espiritual.

Comenzar a desarrollar una perspectiva integral del educando nos sirve para llegar

a comprender como debe ser el proceso de enseñanza y aprendizaje de nuestras

escuelas. Si no partimos de una adecuada VISIÓN ANTROPOLÓGICA no acertaremos

en el modo de concebir la educación inclusiva y, por tanto, de organizarla, de conducirla,

de gestionarla, de planificar adecuadamente las estrategias de enseñanza.

La educación tradicional refuerza lo cognitivo de modo conductivo, también, hay que

considerar que se fue incluyendo la “educación física” y determinados valores humanos

y religiosos, estos últimos en colegios a tal fin. Pero más que incluir fue integrar.

Al plantear este problema nos referimos a una realidad física y psicológica de la

persona. En primer lugar, vamos a hacer referencia a la corporeidad, es decir, a la

experiencia de nuestro cuerpo como algo que afecta a nuestra totalidad personal,

en nuestra vida íntima como en nuestra relación con los otros.

Nadie duda de nuestra corporeidad como de una vivencia psicológica de nuestra

vida, la cuestión es cómo se incluyen ambas cosas. Hay de modos de interpretarlas:

Como dos realidades separadas, yuxtapuestas (Dualismo), o

Conformando una unión que distinguiéndose están íntimamente unidas en

una sola persona en sí.

Nuestra cultura occidental tuvo tendencias al dualismo y, quizás, hoy seguimos

teniéndola de una u otra manera.

La persona (y por lo tanto el educando) es un ser psicofísico espiritual

conformando un solo ser-en-sí.

a. Es innegable que existe en el hombre única actividad humana, que es

“unitariamente sicoorgánica en todo, absolutamente en todos sus actos“[2]. X. Zubiri,

define al hombre como “inteligencia sentiente”, ya que el hombre se manifiesta intelectivo

y sensitivo al mismo tiempo, unitaria y totalmente.

La persona no “tiene” psique y cuerpo, sino que “es” psico-orgánico. Ahora bien, si

hay una sola actividad humana, hay un solo ser humano, porque el obrar es una

manifestación, una expresión del ser.

b. Es evidente que no “tengo” cuerpo y alma, como quien tiene un reloj o una camisa,

sino que soy realmente somático y psíquico. Porque mi “yo” es un yo “corporizado”.

No es la mano la que toma los objetos: yo tomo. No es el ojo el que ve: yo veo. No

es el cuerpo el que siente: yo siento. En la palabra, en la mirada, en la acción, estoy

presente yo, personalmente, en carne y hueso.

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II. Hacia una interpretación integral del hombre – Autopresencia y

autodeterminación del hombre.

La realidad de la existencia de nuestro cuerpo es innegable. El cuerpo, para existir y

vivir, exige el alma, y el alma, para ejercer sus funciones, exige el cuerpo, tiene que “in-

corporarse”.

Al alma no la percibimos directamente, sino mediante una reflexión, en una

autoconciencia: como un ser que “está consigo”, que goza de autopresencia y

autodeterminación del propio obrar.

Es precisamente, el YO, el centro consciente coordinador de la actividad humanas.

En él residen los valores artísticos, éticos y religiosos que llamamos “espirituales” y que

son objeto de intuición más que de razonamiento.

Notemos que el hecho de estar “en sí” y “para sí’ no convierte el espíritu en una

conciencia cerrada (a lo de Descartes). La persona es el único ser de nuestro mundo

que está abierto conscientemente a los demás seres y especialmente a las demás

personas. Somos “autopresencia en la presencia del otro“[3].

La enseñanza debe tener en cuenta estos principios descritos:

Cada persona es única y es bio-psíquico espiritual. Es autopresente (reflexivo) y autodeterminante (libre). El educando es Persona sujeto de derechos, respeto y dignidad independientemente de su raza, creencias, condición social, etc. Esto último, son accidentes o características individuantes en la vida del educando pero no es lo esencial, que no quiere decir que sean importantes.

Conclusión.

De toda esta reflexión, quizás algo ameno y a la vez tedioso, que podría ser más

extensa. Quizás menos filosófica, aunque mi interés fue la fundamentación

antropológica, aunque breve, para obtener las siguientes conclusiones:

1. La educación del educando no es solamente ser-inteligente donde la

enseñanza conceptual es lo más importante. Las planificaciones, las actividades

en el aula, la evaluación, etc.; no deben tener en cuenta este solo aspecto como

sostiene la escuela tradicional. Es cierto, que desde Piaget (por así decir) muchas

cosas han cambiado. Pero resabios de esta enseñanza lo seguimos manteniendo y

me incluyo. Este tipo de enseñanza responde a una visión errónea del educando

que es la dualista.

2. Se ha hecho avances en considerar contenidos, además de los

conceptuales, como los procedimentales y los actitudinales en las asignaturas. Los

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contenidos procedimentales reflejan una mejor visión en la unidad cuerpo-mente y

los actitudinales incorporan determinados valores.

La escuela para educar eficientemente primero debe ser inclusiva con el educando

en sí mismo, como Persona Total:

Debe tener en un nivel de enseñanza de calidad. Por somos Persona con

capacidad intelectiva, pero además,

Educar en el Saber-hacer con trabajos: talleres, proyectos, etc.

Educar el desarrollo físico, que además de gimnasia y deporte incluir contenidos

comohigiene, cuidado de la salud, conceptos de buena alimentación.

Abarcar destrezas que están relacionadas las habilidades manuales y la

inteligencia práctica en conjunto: arte, tecnología, etc.

Educar y enriquecer los afectos. Crear proyectos en la Educación de los

sentimientos.

Canalizar los impulsos, reflexionando y orientar al educando sobre sus actos.

Sanear y madurar sus vivencias psicológicas.

Presentar programas de estudios en los cuales el educando los capte como un

bien,que sea significativa, para su vida cotidiana, su futuro laboral, para el

ingreso a otros estudios superiores, para formar un buen ciudadano y padre

de familia.

Una formación que lo dignifique como persona, responsablemente libre

yresponsable de sus actos.

Conocedor de sus derechos y, por tanto, de los derechos de los demás.

Favorecer el protagonismo de los educandos, ya que de esta manera madura

su reflexión, su investigación, su iniciativa.

Entre otras.

III. Pedagógica inclusiva intrapersonal.

La educación desde siempre priorizó la dimensión cognitiva, y con razones

comprensibles, pero la persona no es solo mente sino lo integra lo psico-efectivo, lo

corporal y lo espiritual.

Cuando se habla de la dimensión espiritual de la persona se incluye su aspecto

intelectivo y volitivo pero también hacemos referencia a lo que fundamenta a la persona

como ser único: mi Yo, a lo que lo hace trascender hacia lo absoluto y, además, que

fundamenta el “Sentido de su Vida” (Viktor Frankl).

Hay dos aspectos claves que hay que tener en cuenta a la hora de pensar que

escuela es la más adecuada para enseñar a nuestros educandos. La primera de ella es

que cada uno de nosotros somos seres únicos con una estructura relacional con

los otros.

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Este hecho es fundamental de la existencia: la apertura a los demás y la

interioridad única es el secreto, la clave de la realización de la persona.

1. La Dimensión Psico-afectiva: pedagogía del amor y la alegría[4].

La dimensión psicológica, que no está desligada de la reflexión, de la persona, es

fuente del estar “en sí” y brinda una interioridad y el hecho de ser el hombre un “yo” que

se percibe como fuente de sus actividades, responsable de sus opciones libres, y como

sujeto, centro consciente de atribución de todas las realidades que constituyen su ser. El

aspecto afectivo es fuente de la apertura a los demás, parte constitutiva de la persona.

Se trata de respetar y cultivar los procesos psicológicos, emocionales y

afectivos de cada persona de modo que pueda crecer armónicamente y desarrollar

las competencias necesarias para que pueda ejercer su afectividad, sexualidad y

libertad de un modo maduro y responsable. Competencias que le lleven a desarrollar

su identidad personal, familiar y social, que le ayuden a conocerse, quererse y

emprender el camino de su propia realización con los demás. Competencias que

favorezcan la autoestima y autonomía personal, el respeto, la capacidad de

relacionarse y comunicarse positivamente con los demás (familia, compañeros,

comunidad), el desarrollo de la voluntad y el carácter, la toma de decisiones, las

relaciones de género, el compromiso personal y social, la autonomía y la libertad

responsable.

Para educar la dimensión psico-afectiva, se requiere de una pedagogía del amor y

la alegría, que busca establecer en todos los ámbitos, tiempos y actividades educativas,

un clima verdaderamente democrático, de comprensión, simpatía y amistad, que

combate todo autoritarismo. Clima socio-afectivo, de colaboración y cooperación,

donde todo acoja y esté al servicio del educando, que busca multiplicar las ocasiones de

verdaderos encuentros interpersonales. Los educandos orientados en su crecimiento,

acompañados en sus dudas, preocupaciones e intereses y se les brinda la ayuda

necesaria para que puedan clarificar sus valores y opciones personales. Clima de

tranquilidad y serenidad, que debe trabajarse también con la familia, que es la primera

educadora. Para ello, las escuelas y programas educativos deben promover la formación

de padres de modo que se involucren más y mejor en la educación de los hijos.

El principio pedagógico esencial, base y condición de todos los demás, es el

amor a los educandos. En educación, es imposible ser efectivos sino somos afectivos.

Amor es ayuda, apoyo, ánimo, acompañamiento, amistad. Amar no es consentir,

sobreproteger, dejar hacer. El amor no crea dependencia, sino que da alas a la

libertad. El amor crea seguridad, confianza, es inclusivo, no excluye a nadie. Es

paciente y sabe esperar. Por eso, respeta los ritmos y modos de aprender de cada uno

y siempre está dispuesto a brindar una nueva oportunidad.

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El educador debe ser un defensor de la pedagogía del logro y, por ello, rechaza toda

clasificación de los educandos: no los compara nunca, cree que todos son capaces (cada

uno a su manera), y no acepta ni permite cualquier palabra o juicio peyorativo, ofensivo

o humillante. Su pregunta no será quién merece una valoración positiva y quién no, sino

cuál es la ayuda que necesita cada uno para seguir avanzando según sus posibilidades

y alcanzar los logros deseados.

Para favorecer el logro de los educandos, se debe procurar un clima de motivación.

Si hay motivación, hay deseos de aprender. Todos los recintos educativos deben ser

atractivos en lo físico y en el ambiente irradiador de aceptación, comprensión y ayuda.

A crear un ambiente alegre y motivador contribuirá una sana disciplina,

imprescindible para lograr un adecuado ambiente de aprendizaje, que no impone, humilla

y cercena, sino que surge de la convicción personal y de las exigencias de la vida grupal.

Disciplina que convierte al educando en copartícipe de la programación, desarrollo y

evaluación del proceso y que le estimula a construir su personalidad. Disciplina

consensuada, orientada a crear un ambiente de trabajo, respeto y comunicación, donde

los educandos puedan expresarse con toda libertad, y los conflictos se resuelvan

mediante la negociación para convertirlos en fuente de avance y desarrollo personal; un

contexto estimulante y respetuoso, en el que se establezca una verdadera comunicación.

Comunicarse más y mejor es educar y educarse más auténticamente.

2. La Dimensión Espiritual: pedagogía de la solidaridad y del testimonio.

Nos referimos a la interioridad cuando somos capaces de pensar y obrar

conscientemente y de decidir de forma libre:

a. Autoconciencia, o autopresencia: es característico de una persona ya que no

solamente sabe (conoce), sino que “sabe que sabe”, se da cuenta de que obra y

que obra porque decide hacerlo. Más aún, se da cuenta de sí mismo y atribuye

a su yo todas sus actividades.

b. Autodeterminación: capacidad que tiene la persona de realizarse (perseguir la

felicidad) saliendo por sí mismo de la indeterminación en que ordinariamente

lo llevan los motivos que tiene para obrar: eso que llamamos libertad.

Esta interioridad fundamenta la unicidad del hombre. Yo, o mi YO, no “es un ser

fotocopiado” o escaneado de una especie determinada, sino que cada uno tiene una

manera única de ser persona.

Para educar la dimensión espiritual, requerimos de una pedagogía liberadora como

la que convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo. Para ello, la educación

en todos los niveles debe llegar a ser creadora, pues ha de anticipar el nuevo tipo de

sociedad que buscamos; debe basar sus esfuerzos en la profundizando la conciencia de

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su dignidad humana, favoreciendo la libre autodeterminación y promoviendo su sentido

comunitario.

Esta pedagogía liberadora se traduce hoy en una pedagogía de la solidaridad y

del testimonio. La pedagogía de la solidaridad nace de un encuentro con los

afectados por la miseria, por las carencias, por el desamor. El educador debe ser capaz

de escuchar e interpretar los silencios, dolor, rebeldía, miedos, desinterés.

La solidaridad no es sólo compasión, sino acción. Es servicio, ayuda eficaz. La

pedagogía de la solidaridad recurre a todos los medios a su alcance para sanar las

heridas de los educandos más golpeados y se esfuerza por convertir las escuelas en

verdaderos espacios de solidaridad, de ayuda mutua, de coherencia entre lo que se

proclama y se vive.

Por eso, es también una pedagogía del testimonio. Testimonio de vida como

ejemplos de valores y virtudes. El currículo explícito debe coincidir con el currículo oculto.

El ambiente educativo está penetrado por los valores y se viven relaciones de respeto,

fraternidad, crecimiento y atención personal. Toda la comunidad educativa vive los

valores que propone. Los enunciados teóricos se hacen vida en la práctica.

3. La Dimensión Corporal: pedagogía de la salud, la valoración y el

respeto del cuerpo.

Hacemos referencia a la corporeidad, es decir, a la experiencia de nuestro cuerpo

como algo que afecta a nuestra totalidad personal, en nuestra vida íntima como en

nuestra relación con los otros.

Se trata de valorar, respetar y cuidar el cuerpo. Una buena salud corporal, el

sentirse a gusto con el propio cuerpo, es un elemento esencial para la adecuada

maduración de la afectividad, de la inteligencia, de la creatividad, y el logro de una buena

salud mental. Hoy más que nunca, en estos tiempos de ansiedad, estrés, sedentarismo,

pero también de hambre, miseria, agotamiento físico y envejecimiento precoz,

necesitamos una educación que aspire al ideal de “mente sana en un cuerpo sano”.

La formación de la dimensión corporal postula el desarrollo de las competencias

necesarias para cuidar de la propia salud, cuidar la salud de los demás, cuidar el

ambiente y defender la vida. Competencias para alimentarse sanamente, saberse

controlar en la toma de bebidas alcohólicas y evitar el uso de todo tipo de

drogasprohibidas o que pongan en peligro la salud física y mental.

Para ello, necesitamos una pedagogía de la salud, la valoración y el respeto del

cuerpo. Esto implica, en primer lugar, garantizar la satisfacción de las necesidades más

urgentes y esenciales. Con hambre, mala alimentación, sin condiciones higiénicas

y sanitarias mínimas; sin trabajo, vivienda, seguridad o salud, no va a ser posible

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el desarrollo integral de la persona. Implica también aprender a aceptar, querer y

cuidar el propio cuerpo, sin esclavizarse a él.

La pedagogía de la salud buscará el desarrollo de hábitos alimenticios sanos, el

adiestramiento en una cocina que balancee los alimentos, que aproveche al máximo los

recursos alimentarios propios. También cultivará el deporte, la educación física, las

excursiones, los campamentos, las convivencias, el montañismo u otros deportes

al aire libre. En estas actividades no sólo se protege y robustece la salud, sino que se

forja el carácter y la voluntad, se aprende a compartir, a salir del egoísmo, a triunfar sin

humillar y a perder sin desmoronarse. Se aprende sobre todo a vencerse a sí mismo.

Son verdaderas escuelas de crecimiento integral y de liderazgo. Para garantizar la

salud física y mental sobre todo de la infancia tiene una importancia primordial el juego.

En palabras de Frabboni, el juego responde a las siete necesidades básicas de la

infancia: comunicación, socialización, movimiento, autonomía, construcción, exploración

y fantasía.

4. La Dimensión Intelectual: pedagogía de la pregunta y de la

investigación.

La inteligencia (intus-legere: leer por dentro) es saber pensar y actuar del modo

más adecuado, de acuerdo a los contextos y situaciones, en donde las

circunstancias, ubicadas en un espacio y tiempo dados, exijan optar, decidir,

resolver y tener el valor de llevar a cabo tales decisiones. Es inteligente quien es

capaz de dar una opinión razonada, de asumir una postura crítica. La inteligencia supone

capacidad de comprenderse, de comprender a los demás y comprender al mundo, para

así poder contribuir a su permanente mejora y humanización. Es en consecuencia,

capacidad crítica, analítica, creativa, lógico-matemática, musical, espacial, cenestésica,

de resolución de problemas y proposición de nuevas cosas e ideas.

Competencias para ser un lector cada vez más autónomo e independiente de

todo tipo de textos y del contexto y un escritor personal y creativo. Competencias para

desarrollar procesos lógicos, resolver problemas, poseer sentido numérico,

geométrico, y de la medida. Competencias para saber buscar, procesar, interpretar,

aplicar la información y desarrollar pensamiento crítico. Competencias para usar bien

la memoria, preguntarse así mismo lo que se ha aprendido, gobernar la propia atención,

ordenar el trabajo y el tiempo, afinar estrategias de estudio. Competencias de

comprensión, aplicación, análisis, de intuición, invención, imaginación, creación,

transformación.

Ser creativamente inteligente, implica capacidad de aprender a desaprender, a

aprender, comprender y emprender, lo cual supone garantizar los conocimientos,

lenguajes y estilos cognitivos necesarios para un aprendizaje permanente, de modo que

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los educandos puedan vivir como protagonistas en una sociedad cambiante y muy

compleja.

Hoy se reconocen múltiples tipos de inteligencia, y se afirma que la inteligencia se

puede desarrollar y cultivar. Para desarrollar la inteligencia se requiere de una

pedagogía de la pregunta y de la investigación. Todo conocimiento comienza por la

curiosidad y la capacidad de asombro. Enseñar a preguntar debe ser un importante

empeño educativo. Se trata, en definitiva, de promover la curiosidad del educando,

hacerle dueño de su proceso de aprendizaje y colocarlo en una actitud de reflexión,

búsqueda, proposición e investigación en la solución de problemas; de ayudarle a

interpretar la realidad y ser propositivo.

Se aprende buscando, experimentando, reflexionando, discutiendo, confrontando,

creando, inventando, resolviendo problemas. El ser humano es por naturaleza un

investigador: aprender es descubrir. La pedagogía de la investigación combate la

dictadura de la copia y la lección para promover las aulas taller, las aulas-laboratorio, los

seminarios, los debates, los foros, los simposios, las investigaciones. Es urgente abrir

los centros y programas a la innovación mediante modalidades de investigación-acción,

en los que se investiga lo que se hace para mejorarlo. La producción de conocimientos

no se separa de la acción. Por eso, es importante nuestra propuesta de realizar “diálogos

socráticos”. (ver: https://inclusioncalidadeducativa.wordpress.com/2015/10/24/el-

dialogosocratico-en-el-contexto-de-una-educacion-inclusiva-integral-y-de-calidad/)

Si queremos lograr educandos con capacidad de asombro, investigación y

proposición, debemos sumergir la práctica educativa en un ambiente que fomente la

curiosidad, la pregunta, la observación, la duda, la búsqueda y la experimentación, que

son modos naturales de aprender. Por ello, la práctica educativa se debe orientar a

desarrollar el pensamiento lógico, creativo y crítico de los educandos, a estimular su

capacidad de razonar, argumentar y ver la realidad desde diversos ángulos, a trabajar la

lectura comprensiva y la escritura creativa como actividades cotidianas; en suma, una

práctica educativa orientada a promover aprendizajes significativos, fundamentados en

la comprensión y el hacer, en todas las áreas del currículo.

IV. Aprender a ser, a conocer, a hacer con actitud de emprendimiento, tres

pilares de una inclusión personal y sus técnicas de enseñanza.

La Educación encierra un tesoro es un informe a la UNESCO de la Comisión

Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. Este excelente documento que tiene

como autor a Jacques Delors propone una visión integrada de la educación basada en

dos conceptos esenciales, ‘aprender a lo largo de toda la vida’ y los cuatro pilares

de la educación, aprender a conocer, a hacer, a ser y a vivir juntos.

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Uno de los conceptos más importantes del Informe era el de los cuatro pilares de

la educación de la cual para esta inclusión tomamos tres. La educación formal tiende a

favorecer determinados tipos de conocimiento en detrimento de otros que son

primordiales para sustentar el desarrollo humano, y afirma que, en todo aprendizaje

organizado, se debe prestar la misma atención a cada uno de los cuatro pilares. Como

dijimos, para una inclusión de la misma personas tomamos tres de estos cuatros pilares:

1. Aprender a conocer: un conocimiento general amplio con posibilidad de

profundizar en las materias más significativas. Teniendo en cuenta solo lo cognitivo

hay diversos aspectos que ya para incluir. En este aspecto nosotros hablamos de un

tipo de pensamiento integral y complejo que está como uno de los ejes de esta

inclusión. Este aprender a conocer abarca para nosotros:

Pensamiento Complejo de Edgar Morín.

Pensamiento situacional.

Inteligencias múltiples.

Además, lo que abarca entre lo intelectual y emocional:

Inteligencia emocional.

Aportes de Neuroaprendizaje.

Y técnicas y estrategias actuales como:

Flipped Classroom (Aula invertida)

Investigación.

Técnica Exegética o de Lectura Comentada.

Diálogo Socrático.

Mapas conceptuales.

Aprendizaje Basado en Eventos.

Learning analytics.

Aprendizaje ubicuo.

2. Aprender a hacer: no limitarse a la adquisición de aptitudes para el trabajo,

sino también de la competencia necesaria para afrontar numerosas situaciones y

trabajar en equipo. En nuestro caso, también, es un aspecto intrapersonal pero

consideramos que no solo es aprender a hacer sino que salta a otro nivel a través

de una actitud de emprendimiento con un enfoque vocacional orientado a la vida.

Podemos presentar para ello las siguientes técnicas y estrategias de enseñanza:

DIY (Do it yourself) (hazlo tú mismo) en educación y Edupunk.

Design Thinking (Pensamiento de Diseño para la Innovación).

Actitud de emprendimiento.

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3. Aprender a ser: desarrollar la propia personalidad y ser capaz de actuar

cada vez con más autonomía, juicio y responsabilidad personal.

4. En esto no hay técnicas de enseñanzas sino que las anteriores, y algo más,

ayudan a esta última.

[1] Directrices para inclusión – Unesco.

[2] ZUBIRI X., “Sobre el hombre”, Madrid, 1986, p. 482

[3] Cf. GEVAERT J., “El problema del hombre”, o.c, p. 144. 84

[4] En este aspecto, el pedagógico, hacemos referencia a la “Colección programa

internacional de formación de educadores populares, La educación popular y su

pedagogía – Federación internacional Fe y Alegría” y reflexiones personales