Fronteras Abiertas: A travésdel Congo

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NatioNal GeoGraphic traveler 22 Fronteras abiertas Por Témoris Grecko foto: témoris grecko Zack y su bicicleta viajaron de un lado al otro de este país africano. A través del Congo L o primero que escuché de Zack Partain fue que había cruzado el Congo de Occidente a Oriente solo y en bicicleta. Se me heló la sangre. El estadounidense de 28 años no parece un tipo blando, pero tam- poco es un deportista de acero. “No soy un ciclista de vocación”, confirmó. “Pero quería conocer el Congo por dentro y la única manera de hacerlo es en bici”. Un rato de conversación y un mapa me hicieron ver que su proeza había sido todavía mayor: sobre las dos delgadas llantas de su vehícu- lo pedaleó 6,600 kilómetros de senderos insospechados por siete países del centro de África, varios de ellos afectados por sangrientas guerras y con una reputación de violencia que hace temblar a los viajeros más curtidos. Su bicicleta no es nada que impresione. “No podría ir por meses, a través de pobres aldeas, sobre un aparato de dos mil dólares”, explica. Su equipo tam- bién es sencillo: una tienda de campaña, un par de alforjas, una mochila pequeña, unas cuerdas y una botella. “Veinte kilos, con agua y comida”, precisa. ¡Ah!, y un par de llantas de repuesto. “En medio de la selva, no hay quién te las repare. Antes no tenía y en una ocasión tardé días en encontrar un río para llegar a una comunidad donde un hombre la arregló”. El río Congo divide los dos países que toman su nombre: al Norte, la antigua colonia francesa del Congo, con capital en Brazzaville, y al Sur, el viejo Con- go Belga, gobernado desde Kinshasa. Zack empezó en Brazzaville rumbo al Norte y lle- gó a la República Centroafricana. “La gente se sorprendió al verme salir de la selva y entrar en Bangui”. Después cruzó al Congo vecino y siguió el trazo del poderoso río. En la ciudad de Kisangani se alejó del curso fluvial para atravesar las provincias orienta- les. Así llegó a Kampala, capital de Uganda, donde lo conocí. Habían pasado tres meses y 4,300 kilómetros bajo sus pedales. Luego se fue al Norte y después al Sudán del Sur, 500 kilómetros en mes y medio. Regresó al noreste del Congo y se dirigió al Sur, por las sufridas provincias de Kivu Nord y Kivu Sud, hasta Bukavu. Pasó a Burundi, luego a Ruanda y volvió a Kampala. Otro mes y medio y 1,800 kilómetros más. ¿Tuvo miedo, estuvo en riesgo? “En Congo, nunca. A pesar de todo lo que le han hecho los extranjeros (los congoleses han sido saqueados y masacrados por musulmanes, belgas, ruandeses, ugandeses y otros), esa gente es la mejor de África”, afirma Zack. Con un poco de información pudo evitar las áreas en conflicto: “Congo es antes de la bici Camionero de profesión, Zack llegó a África en 2006: “Antes de eso viví cuatro años en un tráiler y mi mayor gasto era la cuenta del teléfono celular. Donde yo vivía era la representación de los excesos del mundo moderno. África es el pináculo de los fracasos del mundo moderno”. Tiene un mapa del continente partido en dos mitades, sobre el que ha trazado el viaje que planeó antes de salir. Ya ha visitado más de 40 de sus 53 naciones. suficientemente grande como para tener dos guerras y al mismo tiempo muchas zonas tranquilas”. En Sudán del Sur, en cambio, sí se sintió en peligro: “Sabía que los niños soldado podían matarme”. Era un día a finales de enero y Zack se preparaba para volver a cruzar el Congo hasta Kinshasa, otros tres o cuatro meses y 4,000 kilómetros. Al momento de la publi- cación de este artículo, debiera estar en la última etapa del viaje. Después volará a Estados Unidos. “Volveré al Congo. Quiero demostrar a esa gente, en Londres y en Washington, que piensa que el Congo es demasiado grande y quiere dividirlo, está equivocada. Creo que en cada extremo del país hay algo congolés que los une”. ¿Valor o locura? Fe. “Tengo fe en que la gente será buena conmigo, que encontraré comida y un lugar para dormir. Cuando paso una frontera, tengo fe en que saldré del país tal como entré. “No soy un ciclista de vocación, pero quería conocer el Congo por dentro y la única manera de hacerlo es en bici”. Zack Partain posa frente a su bici con la que ha atravesado el Congo . 022NGT24_mxmay10 22 4/14/10 4:36:11 PM

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Por Témoris Grecko Publicado en National Geographic Traveler Mayo 2010

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Fronteras abiertas

Por Témoris Grecko

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Zack y su bicicleta viajaron de un lado al otro de este país africano.

A través del Congo

Lo primero que escuché de Zack Partain fue que había cruzado el Congo de Occidente a Oriente solo y en bicicleta. Se me heló la sangre. El estadounidense de 28

años no parece un tipo blando, pero tam-poco es un deportista de acero. “No soy un ciclista de vocación”, confirmó. “Pero quería conocer el Congo por dentro y la única manera de hacerlo es en bici”. Un rato de conversación y un mapa me hicieron ver que su proeza había sido todavía mayor: sobre las dos delgadas llantas de su vehícu-lo pedaleó 6,600 kilómetros de senderos insospechados por siete países del centro de África, varios de ellos afectados por sangrientas guerras y con una reputación de violencia que hace temblar a los viajeros más curtidos. Su bicicleta no es nada que impresione. “No podría ir por meses, a través de pobres aldeas, sobre un aparato de dos mil dólares”, explica. Su equipo tam-bién es sencillo: una tienda de campaña, un par de alforjas, una mochila pequeña, unas cuerdas y una botella. “Veinte kilos, con agua y comida”, precisa. ¡Ah!, y un par de llantas de repuesto. “En medio de la selva, no hay quién te las repare. Antes no tenía y en una ocasión tardé días en encontrar un río para llegar a una comunidad donde un hombre la arregló”. El río Congo divide los dos países que toman su nombre: al Norte, la antigua colonia francesa del Congo, con capital en Brazzaville, y al Sur, el viejo Con-go Belga, gobernado desde Kinshasa. Zack empezó en Brazzaville rumbo al Norte y lle-gó a la República Centroafricana. “La gente se sorprendió al verme salir de la selva y

entrar en Bangui”. Después cruzó al Congo vecino y siguió el trazo del poderoso río. En la ciudad de Kisangani se alejó del curso fluvial para atravesar las provincias orienta-les. Así llegó a Kampala, capital de Uganda, donde lo conocí. Habían pasado tres meses y 4,300 kilómetros bajo sus pedales. Luego se fue al Norte y después al Sudán del Sur, 500 kilómetros en mes y medio. Regresó al noreste del Congo y se dirigió al Sur, por

las sufridas provincias de Kivu Nord y Kivu Sud, hasta Bukavu. Pasó a Burundi, luego a Ruanda y volvió a Kampala. Otro mes y medio y 1,800 kilómetros más.¿Tuvo miedo, estuvo en riesgo? “En Congo, nunca. A pesar de todo lo que le han hecho los extranjeros (los congoleses han sido saqueados y masacrados por musulmanes, belgas, ruandeses, ugandeses y otros), esa gente es la mejor de África”, afirma Zack. Con un poco de información pudo evitar las áreas en conflicto: “Congo es

antes de la bici Camionero de profesión, Zack llegó a África en 2006: “Antes de eso viví cuatro años en un tráiler y mi mayor gasto era la cuenta del teléfono celular. Donde yo vivía era la representación de los excesos del mundo moderno. África es el pináculo de los fracasos del mundo moderno”. Tiene un mapa del continente partido en dos mitades, sobre el que ha trazado el viaje que planeó antes de salir. Ya ha visitado más de 40 de sus 53 naciones.

suficientemente grande como para tener dos guerras y al mismo tiempo muchas zonas tranquilas”. En Sudán del Sur, en cambio, sí se sintió en peligro: “Sabía que los niños soldado podían matarme”.Era un día a finales de enero y Zack se preparaba para volver a cruzar el Congo hasta Kinshasa, otros tres o cuatro meses y 4,000 kilómetros. Al momento de la publi-cación de este artículo, debiera estar en

la última etapa del viaje. Después volará a Estados Unidos. “Volveré al Congo. Quiero demostrar a esa gente, en Londres y en Washington, que piensa que el Congo es demasiado grande y quiere dividirlo, está equivocada. Creo que en cada extremo del país hay algo congolés que los une”.¿Valor o locura? Fe. “Tengo fe en que la gente será buena conmigo, que encontraré comida y un lugar para dormir. Cuando paso una frontera, tengo fe en que saldré del país tal como entré.

“No soy un ciclista de vocación, pero quería conocer el Congo por dentro y la única manera

de hacerlo es en bici”.

Zack Partain posa frente a su bici con la que ha atravesado el Congo .

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