Fresan por Echavarria

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Domingo, 4 de octubre de 2009

LA HISTORIA CONTINUA Para celebrar sus 40 aos, la editorial Anagrama lanz la coleccin Otra vuelta de tuer ca , en la que rescatar perlas, imprescindibles, sagas en un solo volumen y edicion es aumentadas y corregidas de su extraordinario catlogo. Entre los cinco primeros ttulos, se cuenta Historia argentina, el primer libro de Rodrigo Fresn. El libro, de paso, cumple 18 aos y para celebrarlo viene con una introduccin de Ray Loriga, un ensayo del crtico espaol Ignacio Echevarra y, adems, un cuento nuevo ( La pasin de multitudes ) escrito especialmente para esta edicin sobre el nico tema de los aos 70 q ue el volumen no haba tomado por asalto: el ftbol y el Mundial 78. A quince das de l a salida en Espaa de El fondo del cielo, su nueva novela, esta reedicin llega a la s libreras argentinas. Radar reproduce algunos fragmentos del texto de Echevarra s obre el impacto que esos cuentos tuvieron, su relacin con el canon argentino y su s consecuencias sobre la literatura hispanoamericana.

[cerrar]Comparta esta nota con un amigoE-Mail de su amigo Su nombre Su E-Mail Por Ignacio Echevarria historiargentina.5 PADRES DE LA PATRIA Rodrigo Fresn, el autor de este libro, y Ray Loriga, su prologuista, comparten el dudoso privilegio de haber debutado, cada uno por su cuenta, con dos libros que conmocionaron la narrativa de sus pases respectivos. Lo hicieron casi al unsono: Fresn en 1991, con Historia argentina, y Loriga en 1992, con Lo peor de todo. Uno y otro ttulo supusieron, en su momento, un cambio de rasante en lo que cabe ente nder por (ejem) horizonte de expectativas no slo de los lectores sino tambin de los escritores y ms notoriamente de los editores de Argentina y de Espaa (y, por ah, de t oda Latinoamrica). No parece exagerado afirmar que la narrativa en lengua castell ana de la dcada de los 90 iba a quedar determinada, en su orientacin y en su dinmica , por el xito de estos dos libros, al que habra que sumar el de un tercero: Mala o nda (1991), del chileno Alberto Fuguet. Se trat de xitos bastante desiguales, por lo dems. Historia argentina permaneci durante meses en el ranking de los libros ms vendidos de su pas y convirti a su autor en una verdadera celebridad. La suerte co rrida por Lo peor de todo fue mucho menos espectacular. Pero no es cuestin ahora de subrayar las diferencias muy grandes entre uno y otro libro (entre un autor y o tro), sino aquello que los destaca conjuntamente en la perspectiva del tiempo tr anscurrido desde su publicacin, a saber: que a partir de ellos cambiaron las regl as del juego. El mercado editorial descubri, sorprendido, un nuevo filn comercial. Se trataba de proponer un nuevo modelo de escritor internacional, desdeoso de la institucin literaria, investido de su propia juventud (esa patria comn de la que, tarde o temprano, terminan todos por exiliarse), que haca causa de s mismo y tend ra a confundir la desinhibicin con la rebelda. La industria discogrfica que por aquel los aos, quin lo iba a decir, entonaba su canto de cisne ofreca la pauta. Al fin y a l cabo, si Bob Dylan es postulado, ao tras ao, para el Premio Nobel de Literatura, por qu un escritor no poda aspirar, por su parte, a desatar las pasiones de una es trella de rock? All estaba el precedente fabuloso de Murakami y de su Norwegian W ood (1986). Vale que eso era lejos, en Japn, pero no se haba entrado ya en la era g lobal? La impredecible fortuna de un libro como Historia argentina, con su esttic

a pop, con su estilo sincopado y melodioso, con su sincretismo sentimental, invi taba a sealarlo como manual de instrucciones a partir del cual pergear el patrn de una literatura mutante, en cuyo cdigo gentico concurran las tiras cmicas, las series televisivas, el periodismo de masas, las pelculas de animacin, la literatura de gn ero, las bandas sonoras, las revistas del corazn, la publicidad pura y dura, la d ivulgacin cientfica... y, por supuesto, de cabo a rabo, el Canon Occidental. La frm ula pareca sencilla. Pero ya se sabe que pocos o nadie leen los manuales de instr ucciones, y que quienes lo hacen rara vez los entienden. Qu tiene de extrao, entonc es, que la cosa dejara tan pronto de funcionar? EL APRENDIZ DE BRUJO Sorprende, mientras se lee Historia argentina, la variedad y la potencia de los recursos que su autor pone en juego. Y no slo su odo literario: tambin su cultura p ortentosa, tanto ms portentosa si se tiene en cuenta que, cuando el libro se publ ic, Fresn contaba veintisiete aos. El mismo ha dicho en ms de una ocasin, y es verdad , que este primer libro contiene el germen de todos los posteriores. La frase es casi un lugar comn cuando se trata de los primeros libros de toda suerte de escr itores, sobre todo si han hecho fortuna. Resulta difcil, por lo tanto, dar a ente nder hasta qu punto es realmente as en este caso. Hasta qu punto cabe afirmar que R odrigo Fresn debuta como un escritor ya acuado, resuelto. De tal forma que sus lib ros sucesivos como l mismo no ha dejado de reconocer parecen desarrollo natural de temas, obsesiones, maneras que ya estn presentes en Historia argentina, y no slo l atentes. EL UNICO PRIVILEGIADO La narrativa de los 90 fue prisionera, en todo el mbito hispnico, de una equvoca con signa: la de la juventud. Todo empez por un desplazamiento que, por s solo, pareca inocuo: donde hasta entonces se vena hablando peridicamente de nueva narrativa, se pas a hablar precisamente a partir del imprevisto xito obtenido por un libro como Historia argentina de joven narrativa. De pronto, empez a contar la edad de los nu evos narradores por encima de su novedad. A condicin, eso s, de que discurrieran p recisamente sobre eso: sobre su juventud, esa categora tan imprecisa y tan intrig ante, sobre todo para quienes han sido excluidos de ella. Lo malo es que la juve ntud no suele tener una idea demasiado consistente de s misma, as que para satisfa cer las expectativas generadas hubo de recurrir a lo que ms al alcance tena: estri billos de canciones, eslganes publicitarios, lemas para camisetas, todo ello serv ido con ademanes patantes y una jerga ms o menos actualizada con la que, en defini tiva, se rumiaba la misma cantilena de siempre: sexo, drogas y rocanrollo. Como ya se ha dicho, aquello dur poco. La joven narrativa de los 90 envejeci ms deprisa t odava que los narradores que la protagonizaron. Aquella fiesta tan concurrida en la que todos bailaban termin casi de golpe y la casa donde se celebraba se qued de sierta. Desierta? No del todo. En el piso de arriba, en el cuarto de los nios, sen tado al escritorio, frente al ordenador, estaba Rodrigo Fresn. No es que ignorara que la fiesta se haba acabado: es que no saba siquiera que se celebraba una fiest a. Y ah sigue, despus de todos estos aos. LA FORMACION CIENTIFICA En todas las reediciones de sus obras suele Fresn introducir cambios, aadidos, alt eraciones, y no slo enmiendas o supresiones. As ha ocurrido con las cinco reedicio nes (contando sta, y dejando de lado las reimpresiones) que hasta el momento se l levan hechas de Historia argentina. Esta forma de proceder es caracterstica de un a relacin, por as decirlo, orgnica con la propia escritura, de la que el autor nunc a se desentiende. Toda la obra de Fresn, en su conjunto, admite ser vista, en est e sentido, como una obra en marcha. Su estilo revela, de uno a otro de sus libro s, una sorprendente coherencia, indicadora sin duda de su temprana, casi sbita ma durez. Ello le permite, como en esta nueva edicin de Historia argentina, incorpor ar a un libro de 1991, con toda naturalidad, un relato escrito mucho despus, en 2 008. La energa no se crea ni se destruye, slo se transforma, reza un conocido prin cipio de la fsica. Diversas reformulaciones de este mismo principio aparecen, aqu y all, a lo largo de Historia argentina, hasta llegar a la ms melanclica anttesis:

Na

da se transforma, todo se pierde . Este sentimiento de prdida ser una constante en l a narrativa de Fresn, en la que la memoria y sus negaciones tienen un protagonism o muy recurrente: Me pregunto a dnde se ir la memoria cuando morimos escribe . Porque la memoria, como concepto teolgico, me parece mucho ms interesante y lleno de posi bilidades que el alma. Despus de todo, tal vez el alma sea la memoria. LA PASION DE MULTITUDES Historia argentina se presenta precedida de citas de Joan Didion, de Gerald Murp hy, de Alfred Andersch y de Adolfo Bioy Casares. Cada una de las diecisiete piez as que componen el libro va precedida, a su vez, de al menos una cita, en ocasio nes dos (todas, por cierto, estupendas): de Jorge Luis Borges, de Mayor Guy Sher idan, de Joseph Conrad, de John Cheever, de Thomas Mann, de Kurt Vonnegut, de Gu stave Flaubert, de Francis Scott Fitzgerald, de Tennessee Williams, de John Gard ner, de Bernard Malamud, de David Bowie, de Bob Dylan, de Marcel Proust, de Jame s Joyce, de Groucho Marx... Oh, s, es mucha gente. Para colmo, en la nota final ( precedida de una cita de John Irving), seccin agradecimientos, se mencionan en tr opel ms de cincuenta nombres de maestros, gures, benefactores, amigos, compaeros... Ah salen de nuevo varios de los tipos citados anteriormente, y adems Johann Sebas tian Bach, y Stanley Kubrick, y Philip K. Dick, y Glenn Gould, y Herman Melville , y Frank Capra, y un montn de conocidos y desconocidos, ms o menos sospechosos, i ncluido algn crtico idiota. Para justificar, frente a quienes se la afean, esta co mpulsin a citar y a mezclar nombres, Fresn menciona la influencia apenas subliminal , supongo, de la cubierta del Sgt. Pepper`s Lonely Hearts Club Band de Los Beatl es, con todos esos rostros, todas esas influencias . Aquella portada de Los Beatle s ha devenido un icono pop, y es con la cultura pop, en definitiva, con la que s uele vincularse la esttica de Fresn y su hiperreferencialidad. Sin duda hay algo d e eso, qu duda cabe (Pop, precisamente, se titula uno de los libros que Fresn vien e anunciando desde hace ya tiempo). La cuestin, sin embargo, reclama todo tipo de matizaciones, empezando por la que seala a Fresn mismo como un escritor de estilo y de recursos cada vez ms refinados, menos condescendientes. Habra que repensar e sa facilidad (esa felicidad) de Fresn para reconocer influencias a contraluz de e sa angustia de las influencias sobre la que teoriz Harold Bloom tan polmicamente. El mecanismo de represin y olvido de los mayores que atribua Bloom al escritor inc ipiente se ve reemplazado en Fresn por el goce de la pertenencia, caracterstico de una cultura hurfana y desjerarquizada. Tanto como las marcas de lo que se recono ce comnmente como cultura pop, es la gratitud que el joven Fresn prodiga a sus may ores, a sus pares, la que determina y caracteriza su actitud. Deca Bloom que para sobrevivir, el poeta debe interpretar errneamente al padre mediante ese acto cruc ial que es el reescribirlo . Nieto de Pierre Menard, el autor del Quijote, Fresn re cibe el malentendido como herencia, y no le hace falta reescribir a sus maestros , le basta con citarlos. LA SOBERANIA NACIONAL Rodrigo Fresn pas buena parte de su infancia y adolescencia en Venezuela, adonde s u familia se traslad a vivir por razones polticas. Lejos de su pas, dice Fresn que d esarroll una especie de negacin inconsciente de lo argentino , tanto ms comprensible s i se recuerda que, con slo diez aos, fue vctima de un secuestro por parte de la Tri ple A, un grupo paramilitar de ultraderecha (vase el captulo titulado La vocacin lit eraria ). Que su primer libro terminara titulndose Historia argentina fue consecuen cia, al parecer, de un reto que Fresn se impuso a s mismo: el de acertar a contar aquella experiencia inverosmil mucho antes que traumtica; el de hacerla narrativam ente eficaz. Se trataba de algo tan sencillo, en definitiva, como dejar de trata r a Argentina como problema, por cuanto el problema consista propiamente en otra cosa: en la forma de narrarla. Fresn ha contado que la clave se la dio la lectura de El sueo de los hroes, de Adolfo Bioy Casares. A ese libro le agradezco la certe za de que se puede escribir en argentino sin caer en todos los lugares comunes h abituales que, sin hacer un juicio crtico al respecto, me resultaban ajenos. Por l o dems, una vez conjurado el problema de ser argentino, Fresn no tard mucho en hace r las maletas e irse a vivir a Espaa, donde reside desde hace diez aos.

EL LADO DE AFUERA La eleccin del lado de afuera es la eleccin de la ms eufrica de las soledades. Eso di e Lucas Chevieux, asesino de masas. Ahora bien, todo parece indicar que esa elec cin es precisamente la que hace todo escritor. O al menos la que hizo, desde muy pronto, el escritor que se llama Rodrigo Fresn. De lo que cabe concluir que es l, Rodrigo Fresn, y no Lucas Chevieux un impostor , el verdadero Hombre del Lado de Afu era. Hubo un momento explicaba en cierta ocasin Fresn, para justificar su retiro en B rcelona en que yo sent claramente que si segua escribiendo, iba a tener que hacerlo desde fuera. Fue algo compulsivo, como cuando uno siente que ha de cambiar de d ieta. Qu pas entonces con Argentina? Bueno, hay muchas maneras de seguir cautivo de aquello de lo que uno pretende liberarse. Dice Paul Valry que el hombre es un anim al encerrado por la parte de afuera de su jaula . Quiz sea una buena manera de desc ribir Historia argentina: una forma de contar la argentinidad por la parte de af uera de la jaula. EL ASALTO A LAS INSTITUCIONES Desde su primer libro, Rodrigo Fresn se ha mostrado inconforme con la naturaleza capsular del cuento tradicional y, aun siendo un cuentista portentoso, ha elabor ado estructuras, mallas narrativas en las que la relativa independencia de cada una de las piezas queda cuestionada, o si se prefiere ablandada , por la circulacin, de una a otra, de motivos, de escenarios, de personajes recurrentes. Se produce de este modo una reverberacin de su sentido que liga entre s las distintas piezas y permite hablar de un entre articulado que, sin llegar a ser propiamente una n ovela, apunta a cierta afinidad con las formas ms abiertas del gnero. Se ha hablad o con este motivo de un gnero mutante, que vendra gozando de un creciente predicam ento en los ltimos aos, si bien en el caso particular de Rodrigo Fresn conviene des tacar dos cosas: la precocidad con que lo practic, por un lado, y la tendencia qu e toda su obra muestra a cohesionarse conforme a un mismo principio de trnsito, i nfiltracin, recurrencia, como si se tratase de un continuo narrativo cuyo germen sera precisamente Historia argentina. Conviene, tambin, recordar lo que el propio Fresn ha dicho acerca del gnero a que pertenece la Historia argentina (sin cursiva ), construida, segn l, como una vertiginosa sucesin de cuentos y no como una novela . Observa Fresn: Si se piensa en la Historia argentina como una espasmdica sucesin de narraciones Los mil y un crepsculos, podra llamarse apenas conectadas por un hilo co mn, entonces la Argentina como pas cobra cierto sentido. Se entiende que La dictadu ra militar y La guerra de Malvinas son dos cuentos diferentes ms all de que transcurr an juntos, y que el primer Pern es un relato completamente diferente del del segu ndo Pern; y que ese gol de Maradona a los ingleses en el Mundial Mxico 86 tiene un protagonista diferente al Maradona expulsado del Mundial de Estados Unidos 94. De ah que, a la hora de contar mi pas, yo haya escogido el formato de novela-en-cuen tos o cuentos-en-novela para Historia argentina. Recurso gentico al que regresara en Vidas de santos y en La velocidad de las cosas . Y aade: No es azar que las Grand es Novelas Argentinas (pienso en la rareza fundante del Facundo de Sarmiento, en Rayuela de Julio Cortzar; en Adn Buenosayres de Leopoldo Marechal; en Respiracin a rtificial de Ricardo Piglia; en El beso de la mujer araa de Manuel Puig, en Sobre hroes y tumbas de Ernesto Sabato) no respeten nunca la estructura tradicional de l monstruo y se atomicen en varias o en miles de piezas de puzzles. No es casual tampoco que El sueo de los hroes de Bioy Casares trate, en realidad, de la histor ia de una novela intentando recordar desesperadamente el cuento de lo que sucedi una noche . LA MEMORIA DE UN PUEBLO La generacin de Rodrigo Fresn, es decir, la de los argentinos nacidos entrada la dc ada de los 60, creci y se educ en un clima intensamente politizado, dentro de un pas cuya historia, convertida en un vodevil sangriento, pareca haberse subido a una montaa rusa de la que sigue sin querer salir. En el impacto que en su momento pro dujo Historia argentina intervino, muy destacadamente, el irreverente tratamient o que en este libro recibe una realidad que, por atroz, no deja de hacerse cotid iana y, en cuanto tal, habitable no solamente bajo el signo de la tragedia o de la denuncia, sino tambin del absurdo, del delirio, de la comedia. Historia argent

ina no eluda ninguno casi de los asuntos que, para los lectores argentinos del mo mento, resultaban candentes (los desaparecidos, el exilio, la guerra de las Malv inas, la violencia tanto civil como institucional, etc.), pero se atreva a hacerl o de forma desplazada, es decir, sustrayndoles el nfasis poltico, dramtico, retrico. Lo haca sin espritu provocador, sin ademanes iconoclastas, sin cinismo tambin: simp lemente redibujando el marco de observacin y dando lugar a+ una nueva combinatori a de voces, de argumentos, de personajes. La jaula por fuera, ya saben. No se tr ataba de obviar el reciente pasado histrico ni sus sombras persistentes como hizo, en relacin con el franquismo, la nueva narrativa espaola de los 80 , no se trataba t ampoco de romantizarlo, de convertirlo en un escenario camp para una lectura sen timental del horror y la derrota como ha venido haciendo, en relacin con la Guerra Civil y sus secuelas, la narrativa espaola de las dos ltimas dcadas , sino de integr ar ese pasado histrico como trasfondo de unas historias que, sin sustraerse a l, s e desentienden sin embargo de su dramatismo. Todas estas historias encajando unas con otras casi sin hacer ruido porque, s, la improbabilidad de ciertas casualida des, la azarosa sinapsis de neuronas, es lo que acaba constituyendo la autntica e structura de la historia de un pas , como se lee en Historia argentina. EL PROTAGONISTA DE LA NOVELA QUE TODAVIA NO EMPECE A ESCRIBIR Escribe Roland Barthes, en el prefacio a sus Escritos crticos (1963), que el escr itor, ante el Yo, est en la misma situacin que el nio. Como el nio que dice su propio nombre, al hablar de s, el novelista se designa a s mismo por medio de una infini dad de terceras personas. Y concluye: La tercera persona no es pues una argucia de la literatura, sino el acto de institucin previo a cualquier otro: escribir es d ecidirse a decir El (y poderlo hacer). Ello explica que cuando el escritor dice Yo (lo cual ocurre a menudo), este pronombre ya no tenga nada que ver con un sig no indicial, sino que sea un signo sutilmente codiciado: este Yo no es nada ms qu e un l en segundo grado, un El de vuelta (como probara el anlisis del Yo proustiano ). Una forma algo enrevesada pero luminosa de encuadrar lo que Fresn, refirindose a su obra, llama la espasmdica relacin entre las singulares primera y tercera person a . Particularmente luminosa cuando se atiende al importante papel que la infancia juega en la obra entera de Fresn. Cuando se atiende, asimismo, a su conviccin de que no hay mayor impostura que la autobiogrfica. En cuanto a lo de haber titulado Historia argentina su primer libro, cabe preguntarse si, para el joven Fresn, ms que una argucia literaria no constituye, por decirlo como Barthes, un acto de in stitucin previo: para empezar a escribir libremente era necesario, en su caso, de cidirse a decir Argentina, y poder hacerlo.

EL SISTEMA EDUCATIVO El abigarrado santoral literario de Rodrigo Fresn (del que se obtiene una cabal r epresentacin a partir de las citas y tributos que incorpora Historia argentina) e s mayoritariamente anglosajn. El mismo ha contado muchas veces que en su iniciacin como lector, y tambin como escritor, desempearon un papel protagonista autores de habla inglesa. Su educacin literaria, con todo y ser muy amplia (y tener a Marce l Proust en lo ms alto del podio), es axialmente anglosajona. Deca Fresn en una ent revista que haba ledo primero a Kurt Vonnegut que a Macedonio Fernndez. Con el tiem po, ley a Macedonio Fernndez, y descubri que le gustaba ms Vonnegut. Seguramente, el orden de las lecturas es ms determinante an, para la formacin de cualquiera, que e l nmero y la calidad de esas lecturas. En el caso de Fresn, haberse educado literar iamente hablando en ingls contribuy sin duda a orientar su aficin y su inters por ci o tipo de conductas narrativas ensayadas primero que nadie, y mejor que nadie, t ambin, por la gran tradicin norteamericana. Eso, y haberse educado en la era del r ock, de la televisin, y de tantas otras cosas que arrinconan cada vez ms el papel que la propia tradicin tiene en la formacin del escritor. Declaraba Fresn: Desde lue go, yo me siento mucho ms cerca de Moby Dick que del Facundo de Sarmiento. Pero a ntes que eso hay que considerar aspectos como la uniformidad de los doblajes tel evisivos, y del lenguaje televisivo en general, cuya lengua es neutra. Yo aprend mecanismos narrativos tanto con la serie Dimensin desconocida como con Borges, es o est clarsimo. Por lo dems, no me parece gratuito sealar, a la hora de destacar lo que se hace en la actualidad con la literatura de los 60 y 70, que la msica de aque

llos aos era el jazz, que es una msica sin letra, en tanto que la msica en que nos formamos los de mi generacin ha sido el rock, y el rock cantado en ingls. Por no h ablar ahora del ascendente del cine americano, claro.

GENTE CON WALKMAN La primera novela-novela de Rodrigo Fresn, Esperanto (1995), tena por protagonista a un rockero. Entre los freaks que desfilaban por ah se contaba Woodstock Baby, un periodista empeado en entrevistar a Federico Esperanto. Es fcil reconocer en es te personaje un trasunto pardico del propio Fresn. Cuando Esperanto pregunta quin e s ese tipo, su amigo Trasho le responde: No s, el tipo tiene una columna todas las semanas en un diario. No se entiende nada de lo que escribe, creo. Usa oracione s largusimas, la mitad en ingls, adems. Una cosa est clara: sus dos palabras favorit as son Bob y Dylan. As que te caera bien, creo... Y aade a continuacin: Si te interes mi modesta opinin, te dira que Woodstock Baby es el tpico seudointelectual que dara un ojo de la cara por estar encima de un escenario sostenido por una guitarra e lctrica . El xito de Historia argentina, ya se ha dicho, fue formateado a posteriori, por editores y comunicadores, como el de una estrella de rock, o del pop, lo mis mo da, y sirvi de plantilla para modelar un nuevo tipo de escritor transliterario , autor de libros que en el fondo aspiran a convertirse en otra cosa: preferibleme nte una pelcula, o un videoclip, o un ced. El propio Fresn fue vctima de esta operac in, y sobre l mismo recayeron, sin merecerlos, muchos de los tpicos que a partir de l se pusieron en circulacin, relativos sobre todo a los escritores ms jvenes que as piraban a seguir sus pasos. Los aos transcurridos no han librado a Fresn de este s ambenito, el de escritor meditico y ruidoso, empeado en borrar las fronteras entre periodismo y literatura, celoso de su celebridad y canturreando siempre alguna meloda ms o menos reconocible. La parodia que de s mismo hace Fresn a travs de Woodst ock Baby indica que muy tempranamente resolvi tomarse con humor el malentendido. Por lo dems, no deja de ser cierto que el pop y el rock proveen a Fresn de un cdigo de contraseas tan vlidas como las netamente literarias. En Norwegian Wood de Mura kami es la cancin de Los Beatles as titulada la que, como la magdalena proustiana, desata el mecanismo de la memoria. En Esperanto se lee: Las canciones de Los Bea tles ya no eran canciones, eran signos de pertenencia y de reconocimiento, seales inequvocas de comunin ms all del tiempo y de espacio . LA ROCA ARGENTINA Deca Rodrigo Fresn en una entrevista que la tradicin argentina es una extradicin. En el sentido de que se la pasa extraditando autores extranjeros. Sobran los ejempl os. Arlt crece a partir de las traducciones de Dostoievski. Borges lo hace a par tir de multitud de referencias de todo tipo, anglosajonas, escandinavas, etc. . Re cuerda Fresn cmo Piglia deca que la tradicin argentina se perfila mediante un uso es pecfico de la herencia cultural: Los mecanismos de falsificacin, la tentacin del rob o, la traduccin como plagio, la mezcla, la combinacin de registros, el entrevero d e filiaciones . Les suena? Para Fresn, por su parte, la de Piglia no deja de ser una actitud turstica, en este caso la de un tipo que visita su propio pas. Su gracia c onsiste en dar un tratamiento extranjero a autores argentinos. Sus consideracion es corresponden a una mirada para m completamente extranjera. Piglia se extranjer iza para leer a Borges, a Macedonio, a Arlt . Tambin Fresn se extranjeriza, en Histo ria argentina, para visitar la historia de su propio pas. Muy tempranamente, ya a partir de este libro, Fresn fue aplaudido como abanderado de una nueva literatur a latinoamericana desentendida por fin de los paradigmas del boom, aborrecedora de las categoras que ste puso en circulacin y que durante dcadas aplastaron con su p ropia fortuna cualquier intento de desplazarlas o de refutarlas. Un nuevo malent endido que conviene despejar. Fresn nunca se plante refutar el boom, y no lo hizo, entre otras razones, porque su formacin como escritor obviaba aquellas categoras, que gozaron de escasa raigambre en Argentina. La literatura argentina observaba F resn permanece hasta cierto punto aislada del barroco americano, del realismo mgico . Se trata de una literatura eminentemente urbana, de ascendente anglosajn, y en este sentido su conflicto con el boom ha sido menor. As es, en efecto. El canon co n el que, en su propio pas, se meda Fresn poco o nada tiene que ver con el boom lat inoamericano: es un canon subversivo que, aun cuando tardara en hacerse visible f

uera de Argentina, se impuso all en los 80, con nombres como los de Piglia, Fogwil l, Aira, Libertella. Sus antecedentes no eran Borges ni Cortzar sino Puig, Copi, Saer, Nstor Snchez, Lamborghini. La operacin literaria que Fresn haca en Historia arg entina no era, como tendi a leerse fuera del pas, una operacin dirigida contra el s istema literario all existente, con el que el propio Fresn tena mltiples conexiones y complicidades. Y es que ha dicho Fresn a diferencia de lo que ocurre con buena par te de la literatura latinoamericana, cuyas races aparecen firmemente aferradas al suelo en el que esas literatura transcurren, las races de la literatura de mi pas no se hunden en el suelo sino en una pared, en la pared donde cada uno de esos escritores tiene su biblioteca. La biblioteca es la patria y el ADN del escritor . La biblioteca es la tradicin ntima y autntica. Y la tradicin argentina pasa por la falta de tradicin y eso queda ms que claro en buena parte de sus escritores. Pens ar en Borges, en Puig, en Bioy Casares, en Cortzar, en Piglia. Pienso en que todo s los grandes escritores argentinos son, fundamentalmente, grandes lectores. Lo local contemplado desde cualquier parte del planeta. Y viceversa. La impresin se hizo todava ms fuerte cuando le tiempo despus un ensayo que Borges haba escrito tiemp o antes El escritor argentino y la tradicin donde afirmaba que nuestra tradicin es t la cultura occidental, y creo tambin que tenemos derecho a esa tradicin y donde co nclua con las siguientes palabras: Todo lo que hagamos con felicidad los escritore s argentinos pertenecer a la tradicin argentina [...] Por eso repito que no debemo s temer y que debemos pensar que nuestro patrimonio es el universo; ensayar todo s los temas, y no podemos concretarnos a lo argentino para ser argentinos: porqu e o ser argentino es una fatalidad y en ese caso lo seremos de cualquier modo, o ser argentino es una meta afectacin, una mscara .

LA VOCACION LITERARIA Dice Fresn que la vocacin literaria suele ser una vocacin infantil. En cualquier ca so, l asegura que desde que tiene memoria de s mismo se recuerda queriendo ser esc ritor. La de Fresn es una infancia, como l ha dicho en alguna ocasin, de interiores ( Creo que debo haber ido cuatro veces a un parque o a una plaza en mi vida , ha ex agerado alguna vez). Apenas sala de su casa como no fuera para ir al colegio o a casa de su abuela, y pasaba la mayor parte del tiempo leyendo, primero, y luego escribiendo. Sus padres pertenecan a la progresa cultural y tenan por deporte favor ito separarse y volver a casarse, as que los interiores mudaban continuamente, co mo los apartamentos a que se trasladaba a cada rato. A su alrededor haba siempre muchos libros, y tambin escritores reales (aquel tipo sentado en el silln era Cortz ar, o Rodolfo Walsh, o Garca Mrquez), as que lo de querer ser como ellos no resulta ba chocante para nadie: lo habra sido mucho ms que deseara ser mdico o abogado. El caso es que para l nunca hubo opcin: sta le vino, en cierto modo, dada, y ni su afi cin por los comics, primero, y ms adelante por la msica, por la televisin o por el c ine, dio lugar a la tentacin de querer ser dibujante, o guionista, o realizador. Importa subrayar esto cuando se insiste en sealar la cultura transversal y hetercl ita (pop!) en la que se sustenta la obra de Fresn. A diferencia de muchos de sus c ompaeros de generacin, y de casi todos los escritores ms jvenes que l, Fresn es escri or porque no quiso ser otra cosa, y no porque no pudo ser otra cosa. Su dedicacin al periodismo es subsidiaria, y alimentaria, pero no es nutricia de su escritur a creadora, que surge de un estrato muy anterior y mucho ms profundo: que surge d e esa infancia encerrada y ambulante, cuyos paisajes pertenecen a los libros. De eso habla Historia argentina: de una patria de papel, de un pas vivido a partir de los libros, a travs de los libros, y de la felicidad que stos procuran. Csar Air a se refiri en una ocasin a la felicidad inaudita, increble, de ser argentino . Pregun tado al respecto, confes que no saba muy bien lo que haba querido decir, pero que s upona que tena que ver con ese sistema de transformaciones con el que suele fantasea r: Que el mundo se transforme en mundo, etc. Que la obviedad de lo real se vuelva una segunda vez premeditada y artstica. Eso para m sera suficiente como felicidad . A eso se parece la felicidad que transmite la Historia argentina de Rodrigo Fresn : la de hablar de Argentina sorteando la imposicin de hacer de argentino; la de e legir ser argentino en el territorio libre y absolutamente dichoso de la escritu ra.

Historia argentina Rodrigo Fresn Anagrama 268 pginas