Franklin Pease 1

download Franklin Pease 1

of 26

Transcript of Franklin Pease 1

  • Marco Curatola PetrocchiPontifLCia Universidad Catlica del Pero

    El pasado andino como profesin ycomo vocacin: la (etno ) historia de

    Franklin Pease G.y.1

    FRANKLIN PEASE G. Y. fue uno de los ms eminentes historiadores peruanos del si-glo XX, y uno de los especialistas en etnohistoria andina ms (re)conocidos yapre-ciados en el mbito internacional. Son particularmente relevantes sus estudios so-bre los incas, la mitologa y las creencias religiosas prehispnicas, la sociedadandina colonial y las crnicas, as como sobre el objeto, el mtodo y la propia his-toria de la ernohistoria andina. Insigne maestro de la Pontificia Universidad Cat-lica del Per y autor de grandes obras de sntesis sobre la historia peruana, Peasedesarroll tambin una asidua y fecunda labor editorial, publicando numerosascrnicas y dirigiendo importantes revistas cientficas.

    Franklin Pease Garca Yrigoyen naci en Lima el28 de noviembre de 1939. Sumadre, Mara Garca Yrigoyen, perteneca a una antigua familia de la alta burgue-sa peruana con races en la poca colonial, mientras que su padre, Franklin PeaseOlivera -nieto de Benjamin Franklin Pease, un fotgrafo y daguerrotipista nor-teamericano establecido en Lima hacia mediados del siglo XIX-, fue vicealmi-rante de la Marina, en aquel entonces el grado mximo en dicha institucin; hom-bre de gran sensibilidad social y cultural, fue entre orras cosas presidente de laSociedad Peruana de la Cruz Roja y -durante el gobierno militar de los generalesRicardo Prez Godoy y Nicols Lindley- Ministro de Educacin (1962-63) y

    1 Agradezco a la seora Mariana Mould de Pease las numerosas informaciones sobre la vida de suesposo. que tuvo la gentileza de brindarme en el transcurso de la redaccin del presente ensayo.Vaya asimismo mi reconocimiento a Carmen Villanueva, directora de la Biblioteca Central de laPontificia Universidad Catlica del Per. y a todo su personal. por el valioso apoyo recibido en labsqueda bibliogrfica. Asimismo agradezco al doctor Csar Gutirrez Muoz, archivero de launiversidad, ya la seora Ana Mara Yez Sols. secretaria del Decanato de la Facultad de Letrasy Ciencias Humanas. por los distintos materiales que me proporcionaron sobre la carrera y las ac-tividades acadmicas de Franklin Pease. Los doctores Luis Lumbreras. Shozo Masuda y Julin r.Santillana me brindaron importante informacin adicional. Mencin aparte merece el profesorRenato Sandoval Bacigaiupo, quien tuvo la amabilidad (y la paciencia) de releer el manuscrito ypulir su estilo.

    El hombr. y los Andes

    2002. c. 1, pp. 49-74

  • 50 Marco Curarola Perrocchi

    fundador de la Casa de la Cultura del Per. Sus padres le transmitieron a F rank1in,el primero de sus tres hijos, un profundo sentimiento de apego y amor al pas,acompaado por un fuerte sentido del deber y de la disciplina, virtudes que en-contraron su consolidacin y encauzamiento fuera de la familia en la educacin re-cibida en el colegio jesuita de La lnmaculada.

    El joven Frank1in curs casi toda su carrera escolar en este colegio. All, en losaos de secundaria, el hermano Santo Garca y el padre Rubn Vargas Ugarte des-pertaron su inters por la historia. El primero era un dedicado y entusiasta profe-sor de historia y geografa, que saba motivar a sus alumnos organizando con ellosviajes de estudio a diferentes lugares de inters histrico y naturalista del Per. Encuanto al Padre Rubn Vargas Ugarte (1886-1975), el gran historiador de la Igle-sia en el Per, ste resida en el Colegio de La Inmaculada, donde tena su vasta bi-blioteca, la cual poda ser consultada por colegiales interesados como Frank1in,desde su infancia un vido lector. Fue en esta biblioteca que l, bajo la gua de Var-gas Ugarte, pas de la lectura de los clsicos de la literatura juvenil (de autorescomo Stevenson, Verne y Salgari) a la de ensayos, sobre todo de historia.

    Para Pease la lectura, por lo dems, debi de ser desde temprano una suerte derefugio, y al mismo tiempo un medio de superacin de una dolencia que le afec-taba desde nio: una 'acentuada sordera bilateral causada, al parecer, por el con-sumo de unos frmacos (sulfamdicos) que lesionaron gravemente su nervio audi-tivo. Esta sordera, que hizo de l un joven introvertido, reflexivo y un tanto~partado, en la adultez la supo transformar en una verdadera ventaja, que le permi-ta aislarse del mundo circundante en cualquier momento y lugar simplementedesconectando su audfono, y as concentrarse ntegramente en el estudio y en susreflexiones (o, si era menester, concederse unos breves pero intensos momentos dedescanso restaurador, como por ejemplo sus famosas "siestas", que le ponan encondicin de trabajar hasta altas horas de la noche luego de un intenso da de vidauniversitaria).

    Fue en los aos de colegial que Frank1in comenz a acercarse a la historia, disci-plina que por lo dems, de alguna manera formaba parte de su propia tradicin fa-miliar. En efecto, resulta que Carlos Garca Yrigoyen, sacerdote secular y hermanode su abuelo materno, fue uno de los fundadores del Instituto Histrico del Peren 1905, siendo adems autor de varios trabajos sobre la historia de la Iglesia pe-ruana, como la Vida de Santo T q.ribio (1904) Y la Monografla histrica de la dicesisde Trujillo (1930-31). Por otro lado su padre, el vicealmirante Pease Olivera, man-tuvo una larga y estrecha amistad con Jorge Basadre, el gran historiador del pe-riodo republicano, con quien se vea muy a menudo por ser su vecino. Con losaos, Frank1in Pease desarrollara una autntica y gran admiracin hacia este estu-dioso, a quien rindi homenaje en diferentes oportunidades (Pease, Mir Que-sada y Sobrevilla, eds., 1978 [85]; Pease 1980 [105], 1980 [106], 1986 [160],1986 [163]).2

    2 Para evitar innecesarias repeticiones, slo en este artculo todas tas referencias a la obra de Peasefiguran con un afta y un nmero entre corchetes, que remite a la bibliografa compilada por Pe-dro Guibovich que viene a conrinuacin de este artculo. N. del E.

  • El pasado andino como profesin y como vocacin: la (etno)historia de FrankJin Pease 51

    En cuanto a su inters por el mundo andino, al rescate de cuya historia Peasededicara prcticamente toda su existencia, ste le fue despertado desde muy tem-prana edad por un personaje por lo dems cercano y querido: Severina Vera yAyala (Mama Seve), una mujer quechua-hablante originaria del pueblo de Orco-tuna (provincia de Concepcin, departamento de Junn), quien en un principiohaba sido niera de su madre y que luego permaneci en la casa como ama de lla-ves y un miembro ms de la familia. Con sus vvidos cuentos de la tradicin oraldel valle del Mantaro, Mama Seve despert en Franklin una verdadera fascinacinpor el rico mundo mitolgico del Ande, quizs no por casualidad uno de los pri-meros temas que investigase como historiador.

    Franklin Pease termin sus estudios secundarios en el colegio jesuita El Salva-dor de Buenos Aires, donde su padre se desempe como agregado naval en la re-presentacin diplomtica peruana entre 1955 y 1956. Al ao siguiente acompaa su padre a Iquitos y Lima, preparndose para el examen de ingreso a la Universi-dad Catlica. Aqu inici sus estudios en 1958, con la idea de seguir derecho y lle-var de paso slo algunos cursos en humanidades, cumpliendo as los deseos de supadre, legtimamente preocupado por el futuro profesional de su hijo y deseoso deque emprendiera una carrera que le pudiera asegurar una mnima seguridad eco-nmica. Pero es evidente que Franklin tena ya una fuerte y decidida inclinacinhacia los estudios histricos, como se deduce de que a los pocos meses de su in-greso solicit matricularse en el Seminario de Historia del Instituto Riva-Agero,centro de investigacin de la Universidad Catlica, dd cual aos ms tarde seranombrado miembro vitalicio (1980).

    En 1958 el cachimbo Pease tuvo ocasin de asistir al Segundo Congreso Nacio-nal de Historia del Per, dedicado a la "poca prehispnica", que para todos losefectos puede considerarse como el momento en el cual se comenz a gestar la et-nohistoria en el pas. En dicho congreso, presidido por Luis E. Valcrcel(1897 -1987), participaron importantes investigadores como Waldemar EspinozaSoriano, Edmundo Guilln Guilln, Mara RostWorowski de Diez Canseco yJohn V. Murra, hoy reconocidos como los iniciadores de esta disciplina en el PC:(I.stos presentaron una serie de ponencias sumamente novedosas por su mtodo,fuentes y contenido, que no solamente abran nuevas perspectivas para el estudiode la sociedad inca, sino que a pesar de su heterogeneidad, marcaban en conjuntoel advenimiento dc: una nueva era en el campo del estudio de la historia de las so-ciedades andinas. Muchos aos ms tarde, en 1998, el mismo Pease (2000 [308]:242) lo recordara durante un homenaje a John V. Murra en la Universidad Na-cional Mayor de San Marcos:

    en ese congreso descubrimos muchas cosas los jvenes interesados en los Andes: all sehizo pblica la antigedad de Lauricocha, omos a Mara RostWorowski hablar sobrepesos y medidas, escuchamos a John Murra hablar sobre el tejido; nos llam la aten-cin su aproximacin y su bsqueda clara de nuevas formas de estudiar los Andes.

    Para Pease, ste fue su primer contacto con la ernohistoria, una disciplina anmuy joven que apenas haba logrado institucionalizarse cuatro aos antes en losEstados Unidos, con el establecimiento en 1955 de la American Indian Ethno-His-toric Conftrt'nce (precursora de la Amrncan Socit'ty for Ethnohistory) y la fundacin

  • 52 Marco Curatola Petrocchi

    de la revista Ethnohistory. En el Per era prcticamente desconocida, no teniendoni una configuracin cientfico-metodolgica propia, ni mucho menos una deno-minacin especfica. En efecto, fue slo en 1959 que Valcrcel public su renom-brada Etnohistoria del Ptr antiguo, obra explcitamente basada en una articula-cin de fuentes documentales, arqueolgicas, emolgicas y lingsticas que tuvo elmrito, entre otros, de introducir y popularizar el uso del trmino "emohistoria"en el pas.

    En la universidad, terminado el bienio propedutico de Humanidades, Fran-klin Pease sigui estudios de derecho pero simultneamente continu con los deletras, teniendo como compaeros en esta facultad a toda una generacin de bri-llantes alumnos -Percy Cayo, Margarita Guerra, Juan Ossio, Luis Millones,Luis Enrique Tord, StefanoVarese, Carmen Villanueva y Celia Wu-, la mayorade los cuales se convertiran en historiadores que en las dcadas siguientes desem-pearan un importante papel en el quehacer cultural e intelectual del pas. Yen1961 Franklin conoci a una joven cachimba de Letras, Mariana Mould, de lacual se enamor y a cuyo lado encontr la estabilidad emocional y la seguridadpersonal necesarias para decidirse definitivamente por la difcil e incierta carrerade historiador. Por aquel entonces sta todava se encontraba muy poco profesio-nalizada en el Per, y se la consideraba ms como un hobby de rentistas y profesio-nales afianzados de las artes liberales, que una carrera autnoma y especializada a lacual dedicarse a tiempo completo.

    Franklin tuvo como profesores en la Facultad de Letras a una serie de dedicadosmaestros, como el fillogo y fino prosista Luis Jaime Cisneros Vizquerra, el fil-sofo Mario Alzamora Valdez y los historiadores Ral Zamalloa Armejo, Jos Agus-tn de la Puente Candamo, Jos Antonio del Busto Duthurburu y Pedro Rodr-guez Crespo. Fue este ltimo, en su seminario de historiografa en el InstitutoRiva-Agero, quien consigui suscitar el inters y el entusiasmo del joven F ranklinpor las innovadoras propuestas de la escuela francesa de Annalts, con sus originalestemas de historia econmica, historia de la cultura y la vida religiosa, proyectadossobre un trasfondo socio-antropolgico de larga duracin, y con su heterodoxautilizacin de fuentes y documentos por lo general ignorados por los historiadores,o considerados pertinentes para otras disciplinas; todos estos campos temticos yestrategias de investigacin marcaron profundamente la formacin y la futura la-bor cientfica de Pease.

    En la universidad, Franklin tuvo, adems, la oportunidad de seguir cursos y se-minarios con Ral Porras Barrenechea, finsimo literato y orador, historiador de laconquista y el especialista por antonomasia de las crnicas y de los cronistas; y conAurelio Mir Quesada, apasionado estudioso de la obra del Inca Garcilaso de laVega. Ellos contribuyeron de manera determinante a despertar en Pease la pasinpor la historia del Per y, en particular, por el estudio de las relaciones espaolas eindgenas de los siglos XVI y XVII. Desde entonces y a lo largo de toda su carrera,stas constituiran uno de sus principales campos de inters, como fuente primariaimprescindible para el conocimiento de la cultura y la historia de la sociedad an-dina protohistrica y colonial, y como momento fundador de la propia historio-grafa peruana. No por casualidad su primera publicacin fue una nota aparecidaen 1959, en Arttl, revista estudiantil de la Facultad de Letras, sobre las edades del

  • El pasado andino como profesin y como vocacin: la (ccno)hiscoria dc Fcank1in Pcasc 53

    mundo en la Nueva cornica y buen gobierno de Felipe Guamn Poma de Ayala,cuya primera parte, dedicada a la poca prehispnica, acababa de publicarse en laversin libre al castellano moderno de Luis F. Bustos Glvez (Lima, 1956). Peasededicara otros trabajos ms a la obra de Guamn Poma, de trascendental relevan-cia para el estudio del mundo andino, llegando a publicar una "seleccin" de cex-tos de la crnica (1969) y dos ediciones completas (1980, 1993).

    Pero el docente que quizs ejerci mayor influencia en la formacin acadmicade Pease fue el erudito humanista de origen italiano Onorio Ferrero. De forma-cin filosfica y especialista en historia de las religiones y en culturas orientales,Ferrero abri los horizontes del joven Franklin a la cultura clsica y a la historia eu-ropea, incroducindole en particular -como el propio Pease tuvo ocasin de re-cordar en una nOCa necrolgica publicada en Histrica (1989 [187a])- a la histo-ria comparada de las sociedades antiguas y de las religiones, a la historia de lacultura y al anlisis crtico de las fuentes. Fue tambin Ferrero quien le hizo descu-brir las obras de maestros de la historiografa como Jacob Burkhardt y BenedetcoCroce, y adems la de grandes historiadores de las religiones, a saber, George Du-mzil y Mircea Eliade. Estos ltimos abrieron en las dcadas de 1950 y 1960, nue-vos escenarios en el campo de las ciencias humanas y propusieron novedosos para-digmas interpretativos de la historia cultural: uno reconstruyendo y sacando a laluz los esquemas de base originarios del patrimonio ideolgico de una civilizacinde largu(sima duracin como la indoeuropea, y el otro recuperando heterogneosuniversos culturales arcaicos para el anlisis y la reflexin crtica.

    Empero, si bien en sus primeros trabajos se pueden encontrar numerosas refe-rencias a la obra de Eliade, otros dos importantes historiadores de las religiones cu-

    . ros aportes y perspectivas le fueron dados a conocer por Ferrero, debieron teneruna ms profunda y duradera influencia en su formacin: Raffaele Pettazzoni yAngelo Brelich, mximos representantes de aquella orientacin histrico-antro-polgica propia de la llamada "escuela romana de historia de las religiones". A di-ferencia de Eliade --estudioso de orientacin netamente fenomenolgica y por lotanto fundamentalmente ahistrica, cuando no antihistrica-, para Pettazzoni yBrelich los hechos religiosos representaban fenmenos eminentemente histricos,analizables y por ende slo comprensibles en relacin con su contexto cultural.Con estas premisas, en una perspectiva comparativa con fuertes e intrnsecos vn-culos con la antropologa, ambos haban puesto en evidencia, en diferentes traba-jos, la existencia de conexiones precisas y directas entre determinadas formas reli-giosas y ciertas formaciones histrico-sociales. Este mismo acercamiento, a la vezhistrico y antropolgico, sera adoptado por Pease, como es posible advertir en laintroduccin de su segundo!ibro, EL dios creador andino:

    "La cosmovisin de un pueblo manifiesta, no solamente su imagen de lo sagrado, sinotambin dentro de sta, todo lo concerniente a la organizacin social, a la cual se llegatambin a travs de los ritos que los hombres pracrican yen los cuales participan de di-versa manera, por ejemplo, y a travs qe los mitos que los explican. Dentro de estemundo, el estudio del dios creador permite acercarse en forma ms segura al tema nu-clear, pues dicho dios refleja no solamente la situacin cencral de la vida religiosa. sinotambin est relacionada [sic.-Ed.] con la escructuracin de la sociedad y las formas degobierno" (1973 [52]: 9).

  • 54 Marco Curatola Pcuocchi

    Finalmente, en la formacin cientfica de Franklin influy tambin una serie deinvestigadores nacionales y extranjeros, como Mara RostWorowski, John V. Mu-rra, John H. Rowe, Pierre Duviols y T om Zuidema, quienes pasaron por las aulasde la Universidad Catlica en la dcada de 1960, dictando charlas y participandoen seminarios. Pease les record y rindi homenaje a su aporte en la leccin inau-gural del ao acadmico de 1992:

    "Un elemento importantsimo fue en aquel momento la presencia y la cercana de in-vestigadores que introducan novedades en el estudio de las sociedades andinas. As,Mara Rostworowski dio conferencias en la Facultad de Letras y, aos ms tarde, tra-baj con investigadores del Instituto Riva-Agero en un proyecto conjunto; JohnMurra asisti a reuniones con los que trabajamos en un proyecto dirigido por JosAntonio del Busto (all estbamos entre otros Millones, Ossio, Pease); John HowlandRowe atrajo la atencin de estudiantes avanzados, al igual que Pierre Duviols, que en-tonces preparaba su tesis doctoral sobre la extirpacin de las idolatras; R. T. Zuidemadio conferencias en la Facultad, y tambin se vincularon con l algunos de los que seiniciaban en la investigacin" (Ossio, por ejemplo) (s.f. [1992 (211)]: 10).

    Estudiante por dems activo y brillante, desde los inicios entregado plenamenteal quehacer historiogrfico, Franklin Pease fue entrenndose en la docencia du-rante sus aos universitarios mediante el dictado de cursos de historia universal ydel Per en su antiguo colegio de La Inmaculada (1960-64), Y desempendose ala vez como instructor (1962-64) en los de historia de la cultura de Onorio Fe-rrero. y adems, desde muy temprano encontr el mbito adecuado donde volcarsu comprobada vocacin por la investigacin histrica y las mltiples e insaciablesinquietudes que sta conlleva: la historia social y cultural de los incas, un campotemtico que se constituira en el ncleo de toda su carrera de investigador y do-cente.

    En 1964 culmin los estudios de bachillerato en humanidades con una memo-ria (dedicada a sus seres ms queridos: sus padres y Mariana) sobreAmaru Inca Yu-panqui, el hijo mayor del emperador Pachactec. Ya en esta primera investigacin,llevada a cabo bajo la asesora de Jos Antonio del Busto, el joven Franklin reve-laba una notable madurez intelectual y una gran capacidad crtica al plantear unaserie de novedosas cuestiones relativas a la naturaleza del poder, a los mecanismosde sucesin y al origen y.la funcin del culto solar entre los incas. El mismo aopublic un largo y bien documentado estudio sobre el Inca "Atahualpa", y al si-guiente se recibi de bachiller en derecho con una disertacin de carcter eminen-temente histrico-antropolgico sobre El concepto de derecho entre los incas. Los ca-ptulos de estas tesis y desarrollos de los mismos pronto se tradujeron en una seriede artculos publicados en las ms importantes revistas cientficas del pas (Pease1963-65 [4], 1965 [9], 1965 [11]).

    Todos estos trabajos iniciales, producto de un minucioso escudriamiento delas principales crnicas de los siglos XVI y XVII, muestran con claridad cmo, enla primera fase de su carrera, el inters de Pease se concentr decididamente en elTahuantinsuyo, es decir en esa fase histrica comprendida aproximadamente en-tre 1450 y 1532, que adems de representar el momento del mximo desarrollosocio poltico de la civilizacin andina, tuvo la particularidad de constituir el pri-

  • Pasado andino como profesin y como vocacin: la (erno)hisroria de Franklin Pease 55

    mer momento historiable del Per a travs de la documentaci6n escrita. De hecho,este periodo -que Rowe bautizara como Horizonte Tarda-- representa la "pro-tohistoria" de los Andes centrales, esto es la fase de transici6n entre la poca prehis-t6rica y el tiempo hist6rico: un periodo sobre el cual se tienen noticias e informa-ciones de orden literario indirectas, producidas fundamentalmente sobre la basede tradiciones orales, con posterioridad a los hechos narrados y en un contexto degente y culturas diferentes. Pease no tard6 en darse cuenta de los problemas heurs-ticos que las fuertes limitaciones de las fuentes propiamente hist6ricas acarreaban,lo que lo llev6 a buscar en otras dis ciplinas (antropologa, historia de las religio-nes, arqueologa e incluso el mismo derecho) datos, categoras, conceptos yenfo-ques complementarios que le permitieran alcanzar un conocimiento del mundoinca menos nebuloso e hipottico de lo que se poda lograr mediante el uso exclu-sivo de las fuentes, los acercamientos y los mtodos de la historiografa tradicional.

    Siempre en 1964, Franklin Pease inici6 de manera oficial su carrera acadmicacomo profesor contratado en la recin fundada Universidad de Lima (donde ha-bra de dictar hasta 1968), y hacia fines de ese mismo ao ingres6 tambin al Mu-seo Nacional de Historia -en ese entonces dirigido por el gran escritor y antro-p610go Jos Mara Arguedas (1911-1969)- para hacerse cargo del rea deinvestigaciones y publicaciones. Los resultados de su labor en esa institucin notardaron en hacerse evidentes. En 1965 apareca el primer nmero de la revis,taHistoria y Cultura, donde se advertan palmariamente los intereses y los propioscontactos cientficos de Pease, quien por lo dems participaba como autor de unartculo y dos reseas.

    Ese "hist6rico" primer nmero de la revista se inici6 con una larga reflexi6n "entorno a la teota de la historia" de Jorge Basadre (aos ms tarde, otro ensayo suyoinaugurara otra gran revista fundada por Pease: Histrica). Le seguan un docu-mento indgena del siglo XVI, presentado por Guillermo Lohmann Villena, y va-rios artculos ms, entre los cuales figura uno del historiador chileno Rolando Me-llafe (a quien ms tarde Pease llama ta, junto con Basadre, a integrar el comiteditorial de Histrica) y unQ del propio Pease sobre las causas religiosas de la guerraentre el Cuzco y Quito (1965 [13]). En este artculo, el autor mostraba claramenteque el conflicto por el trono imperial entre los hermanos Huscar y Atahualpa noera inteligible sin un detenido anlisis del universo mtico-ritual y simblico de los

    . -incas, nica va para comprender la naturaleza y los m6viles de los acontecimien-

    tos y la misma dinmica de la historia incaica. Dos brevsimas notas en esta mismalnea de historia cultural cerraban el nmero: una del an poco conocido antrop6-logo holands R.T. Zuidema -que acababa de publicar su innovadora y contro-vertida tesis sobre la organizaci6n social y poltica incaica titulada Th~ C~qu~ 5ys-t~m o/ Cuzco (1964)- Y la otra del joven etnohistoriador Luis Millones SantaGadea. Ambas giraban en torno al Taki Onqoy ("mal del canto"), el ms antiguomovimiento religioso de resistencia indgena a los colonizadores europeos que seconozca, no slo en el Per sino a nivel mundial. Sin proponrselo, estos dos tex-tos marcaron el advenimiento de una nueva era en el campo de los estudios andi-nos y decretaron el inicio de una fase plenamente madura de la etnohistoria pe-ruana. En efecto, el tema mismo se condeca en gran medida con la ideologacomn a todos los etnohistoriadores, los que, sin importar sus campos de inters

  • 56 Marco Curacola Pecrocchi

    especficos, su enfoque terico-metodolgico y su orientacin poltica personal,estaban empeados en el rescate de una historia autnticamente indgena y en de-mostrar que la cultura y la sociedad andinas haban "resistido" y logrado perpetuarmuchos de sus elementos y caracteres originales en la poca colonial. La recupera-cin de esta "historia andina" implicaba no solamente la reconstruccin secuencialde hechos y acontecimientos por los que los andinos seran considerados agentes yactores principales, sino tambin la bsqueda -para la plena comprensin de losmismos- de las categoras, representaciones colectivas y valores a travs de loscuales los indgenas habran percibido e interpretado tales acontecimientos.

    Adems de mostrar que los indios no haban aceptado pasivamente la domina-cin espaola al haber buscado en su bagaje cultural tradicional los medios de res-cate y salvacin, el T aki Onqoy pona en evidencia el surgimiento de una ideologamilenarista de tendencia pan-andina inmediatamente despus de la conquista, ba-sada en una particular visin de la historia, y reveladora de la capacidad axiopo-tica (creadora de valores) intacta y renovada de los andinos en la poca colonial.En aos subsiguientes, el mismo Pease dedicara varios trabajos al T aki Onqoy y ala "visin de los vencidos", de la cual este movimiento fue una de las primeras yprincipales expresiones en los Andes (1973 [52]: cap. 3, 1984 [144], 1990-92[192]); en estos trabajos mostrara la relevancia fundamental de ciertas categoras yconstrucciones ideolgicas -elaboradas entre los siglos XVI y XVII sobre la basede elementos prehispnicos- para el mantenimiento de la identidad tnica an-dina, por lo menos hasta finales del virreinato.

    De hecho, puede considerarse que con el primer nmero de Historia y Culturala etnohistoria peruana sala de su fase de gestacin (cuya duracin coincidi conlos aos de estudios universitarios de Pease) para pasar a otra, ms madura, de grandesarrollo y de sustanciales avances en el conocimiento del mundo andino, tantoprehispnico como colonial. En este sentido result de fundamental relevancia elaporte de John V. Murra, antroplogo de origen rumano afincado en los EstadosUnidos, con justicia considerado uno de los principales artfices de la moderna et-nohistoria andina. Franklin Pease tuvo la oportunidad de conocerlo bien yenta-blar con l un fecundo dilogo cientfico (destinado a prolongarse en las dcadassiguientes) en los pasillos del Museo Nacional de Historia, al cual Murra acudacon cierta frecuencia para visitar a su entraable amigo Jos Mara Arguedas. Conel apoyo de ste y la colaboracin de Waldemar Espinoza Soriano, Murra vena depublicar la visita hecha a la provincia de Chucuito en 1567 (1964).

    La edicin de esta visita al antiguo seoro altiplnico de los lupacas revel a losestudiosos de la historia cultural andina el enorme potencial heurstico de este tipode documentos administrativos coloniales. Murra, por lo dems, se encontraba enese mismo momento preparando la publicacin de otra visita: la realizada a la pro-vincia de Len de Hunuco por ligo Ortiz de Ziga en 1562, que era el puntode partida de un ambicioso proyecto interdisciplinario (arqueolgico, histrico yantropolgico) de investigacin de campo en la regin del Alto Huallaga(1963-65). Pease -que con su fino sentido crtico estaba percibiendo ya las limi-taciones de perspectiva e informacin de las crnicas de los siglos XVI y XVII, consus relatos vagos y generalizadores, y en grandsima medida cuzco-cntricos- fuede los primeros en comprender la importancia de las visitas como fuente privile-

  • Pasado andino como profesi6n y.como vocaci6n: la (emo)hisroria de Franklin PeaJe 57

    giada para penetrar en la vida cotidiana y material del hombre andino, y en la reali-dad especfica de los diferentes grupos tnicos. En este sentido, Pease escribira losiguiente unos arIos ms tarde, en un famoso ensayo titulado "Las visitas como tes-timonio andino":

    "Es importante el anlisi~ de los grupos tnicos: en ellos son mejor observables (porahora, al menos) los elementos constitutivos de la originalidad del hombre andino,son ms visibles sus rel~ciones de reciprocidad en torno a los regmenes de parentesco,ms claros los mecanismos de! acceso a los recursos yel control de tierras y ganados,ms posible de rastrear no slo la reciprocidad, ahora tambin en formas asimtricas,sino la redistribucin que fue uno de los pilares del estado en los Andes. Sin un anli-sis profundo de la vida de las ernias andinas -han sido llamados 'seoros', tambinse ha dudado si denominarlas andinamente pachaca o waranqa- no sera posible unanlisis del estado andino -no slo el Tahuantinsuyu, sino la formacin que llev al- ni tampoco la implantacin del estado espaol en los Andes. Destruido el poderdel Cuzco, demor siglos la desaparicin de los poderes tnicos, pues las etnias resis-tieron a la imposicin colonial y aun a la republicana, de la misma manera que sobre-vivieron al T ahuantinsuyu. Las visitas son una parte importante de su testimonio his-trico" (1978 [83]: 449).

    Sin duda alguna, el encuentro con Murra y su obra contribuy de manera de-terminante para que Pease fuera poco a poco extendiendo sus intereses de lo "inca"a lo "andino", y del periodo prehispnico tardo al colonial, pasando de la recons-truccin yel anlisis de algunos aspectos de una cultura especfica -la inca- alestudio de los caracteres fundamentales (materiales, morales y sociales) de una ci-vilizacin -la andina- y de sus variaciones y articulaciones en el espacio y en eltiempo.

    As, 1965 fue un arlo a todas luces importante en la vida de Pease, y no slo porla edicin de Historia y Cultura. En agosto de ese arlo, por la misma poca en que,atendiendo a los deseos paternos, culminaba la carrera de derecho, empezaba tam-bin su carrera docente en la Universidad Catlica como profesor auxiliar hacin-dose cargo del curso de historia del Per incaico. Pease no habra de separarsenunca ms de su alma mter, desarrollando en ella una intensa y fecunda laboracadmica en todos los frentes (docencia, investigacin, publicaciones yadminis-tracin), que lo llevara en pocos arIos a ser una de sus figuras ms prominentes yrepresentativas. Con el correr del tiempo se habra de convertir en un respetadomaestro de generaciones de estudiantes y jvenes investigadores, y en una influ-yente autoridad acadmica, una verdadera institucin dentro de la institucin, lle-gando a ejercer, entre otros cargos, la Direccin de la Oficina de Publicaciones(1975-82), la Direccin Universitaria de Comunicaciones (1977), la Direccindel Programa Acadmico de Letras y Ciencias Humanas (1980-83) yel Decanatode la Facultad de Letras y Ciencias Humanas (1993-99), adems de ser miembroen repetidas ocasiones, entre 1977 y 1998, del Consejo Universitario y la Asam-blea Universitaria.

    Pero volviendo a 1965, Pease obtuvo entonces una beca de un convenio entre elInstituto Riva-Agero y el Instituto de Cultura Hispnica para un arlo de investi-gacin en archivos espafioles. Antes de viajar, el 30 de diciembre, contrajo matri-monio con Mariana, quien lo acompafiara a Espafia y a cualquier otro lugar por el

  • 58 Marco Curarola Perrocchi

    resto de su vida. El matrimonio se vera gratificado con el nacimiento de tres hijos:Mariana, F ranklin y Alejandra.

    Pease pas 1966 investigando en el Archivo Histrico Nacional de Madrid y enel Archivo General de Indias de Sevilla, concentrndose, por evidente influenciade Murra, en la bsqueda de documentos relativos a visitas del rea altiplnica.Fue de ese modo que hall los correspondientes a la visita que Pedro GutirrezFlores y Juan Ramrez Zegarra realizaran por encargo del virrey Francisco de To-ledo en la provincia de Chucuito, en 1572 (1970 [46]), ya la visita eclesistica delobispado de Charcas llevada a cabo por Diego Felipe de Medina hacia fines de1590 (1969 [36]), que contena valiosas informaciones sobre el proceso de evan-gelizacin del alto Per, as como "Una cana del visitador Garci Diez de San Mi-guel" (1965-67 [16]) Y una relacin sobre la extirpacin de la idolatra (1968-69[31]). De los contactos y relaciones que Pease estableci con el mundo acadmicosevillano, queda como testimonio un largo artculo sobre la elite y el derecho entrelos incas, extracto de su tesis de derecho publicado en el Anuario de Estudios Ameri-canos (1966 [18]).

    Pease aprovech su estada en Espafia para avanzar con una serie de investiga-ciones bibliogrficas, sobre todo de crnicas, para la tesis de doctorado en historiaque vena preparando bajo la asesora de Onorio Ferrero y que sustent en 1967, asu regreso al Per: Culto solar y cosmovisin andina: una introduccin a la religinincaica. Antes que un estudio histrico (por lo menos tradicional), ste en realidadfue ms un trabajo de historia de las religiones y de antropologa religiosa, elabo-rado sobre la base de documentos histricos, como lo demuestran con cierta clari-dad las innumerables 'referencias a las obras de Eliade, Rudolph Otto, GerardusVan der Leeuw, Ren Guenon, Brelich y otros historiadores de las religiones, ascomo a los estudios etnogrficos de Arguedas, Fernando Fuenzalida y EmilioMendizbal Losack sobre el mundo religioso andino.

    El anlisis de las mltiples, pero dispersas y fragmentarias, informaciones sobrela religin indgena en las relaciones de los siglos XVI y XVII a la luz de las catego-tas y los aportes tericos de la moderna historia de las religiones, y su cotejo conlos datos recogidos entre los campesinos quechuas contemporneos, le dieron aPease no slo una comprensin y definicin ms precisa de la naturaleza de lasprincipales deidades del panten cuzquefio (como el Sol y Huiracocha) y su culto,sino que sobre todo le permitieron vislumbrar cmo stos en realidad no eran sinoaspectos especficos e histricamente determinados de una ideologa religiosa yuna weltanschauung de mucha mayor complejidad y extensin espacial y tempo-ral. Fue as que a travs del estudio del universo religioso, Pease comenz a percibiry definir la existencia de "lo andino", entendido como un fenmeno cultural origi-nal, es decir como una civilizacin de larga duracin que se haba prolongadodesde los tiempos prehispnicos hasta el siglo XX, marcando la historia, la identi-dad y la realidad del Per.

    Los principales captulos de la tesis aparecieron como artculos (1967 [21],1968 [26]) en las pginas de Humanidades, revista creada por la Facultad de Letrasde la Universidad Catlica en 1967 -a propuesta del propio Pease- para cele-brar el cincuentenario de la fundacin de la universidad y su propio aniversario.Pease dirigira esta revista interdisciplinaria y de circulacin fundamentalmente

  • Pasado andino como profesin y como vocacin: la {emo)historia de Franklin Pease 59

    interna hasta 1971, editando cuatro nmeros, pero tambin particip, comomiembro del comit editorial, en el quinto y ltimo (1972-73]). Este se cierra conuna resea suya sobre una serie de importantes memoriales -estudiados y publi-cados por Waldemar Espinoza Soriano en los Anales Cientficos de la Universidaddel Centro del PeT- que los seores tnicos huancas del valle del Mantaro diri-gieron a la administracin espaola a partir de 1558. Las consideraciones finalesde la resea revelan que ya desde inicios de la dcada de 1970, Pease conceba cla-ramente la cultura inca como una especie de superestructura y como un momentopeculiar de una historia cultural ms amplia que, por las propias limitaciones delas fuentes, se deba estudiar con una visin de conjunto al mismo tiempo compa-rativa, recurriendo a toda clase de documentos, sobre todo a aquellos de parte in-dgena y de carcter local y particular, que haran posible un acercamiento a las es-tructuras de base de la sociedad andina:

    "& preciso recalcar la importancia de este tipo de trabajo, que permite ms acceder alconocimiento de lo andino en profundidad, que no insistir nicamente en el anlisisde la estructura poltica superficial y ms aparente, como la del Tawantinsuyu, cuyaimportancia es paralela sin duda al desconocimiento que se tiene de ella; pero este des-conocimiento slo podr ser superado cuando se tenga informacin suficiente sobrelas bases de la organizacin del ltimo estado andino, hallables sin duda en la de los se-oros tnicos que lo precedieron y continuaron" (Pease 1972-73 [51a]: 307).

    En 1969 Franklin Pease no solamente ascendi a profesor asociado, en cuya ca-lidad dict su primer curso de etnohistoria andina ("Etnohistoria Andina Prehis-pnica" j acaso el primero con esa denominacin especfica en el pas y en elmundo), manifestando en su actividad docente el definitivo ensanchamiento desus intereses cientficos al pasar de "lo inca" a "lo andino". Al mismo tiempo co-menz a asumir responsabilidades institucionales dentro de la universidad, al serelegido representante de la seccin de Historia en el comit asesor del Departa-mento de Humanidades, y miembro del consejo del Programa Acadmico de Le-tras y Ciencias Humanas. Ese mismo ao fue nombrado director del Museo Na-cional de Historia, cargo que detentara hasta 1974, cuando renunci paradedicarse a tiempo completo a sus labores universitarias.

    Bajo su direccin, el Museo vivi una poca de particular auge y dinamismo:sus salas de exposicin y el edificio mismo fueron remozados, se instalaron depsi-tos y un antiguo y pequeo repositorio de libros no tard en transformarse en unabiblioteca especializada, muy concurrida, gracias a los canjes de la revista Historia yCultura. El creciente prestigio acadmico, las inusuales dotes intelectuales, el aris-tocrtico sentido de hospitalidad y la calidez personal de Pease -siempre entu-siasta para intercambiar ideas con colegas y estudiantes, y para hacerlos generosa-mente partcipes con contagiosa pasin de sus inquietudes cientficas y de losavances de sus investigaciones- pronto hicieron del Museo un centro frecuen-tado por los ms destacados estudiosos nacionales y extranjeros del pasado pe-ruano y andino en particular. En efecto, altededor de l y de la revista, entre finalesde la dcada de 1960 y comienzos de la de 1970, se reuni un grupo formidable deantroplogos e historiadores como Rowe, Murra, Rostworowski, Zuidema, Gui-lln Guilln, Espinoza Soriano, Flores Ochoa, Zevallos Quinez, Cook, Millo-

  • 60 Marco Curatola Petrocchi

    nes y Huertas Vallejos. Aunque de distinta formacin y en algunos casos hasta conorientaciones terico-metodolgicas opuestas, todos ellos tenan como comn de-nominador el inters por el mundo andino yel rescate de su historia cultural a par-tir de la bsqueda y el estudio de las ms variadas fuentes literarias y documentalesde los siglos XVI y XVII, analizadas a la luz de las modernas perspectivas y catego-ras antropolgicas y cotejadas, ah donde fuera posible, con relatos etnogrficos einformes arqueolgicos, en una perspectiva de larga duracin.

    Fue as como, en los pasillos del Museo yen las pginas de Historia y Cultura, la"escuela de etnohistoria peruana", que alcanz fama internacional en la dcada de1970, fue adquiriendo un mnimo de forma y cohesin bajo la afable y discretagida de Franklin Pease. Adems, l tuvo en todo momento la preocupacin deque sus alumnos se encontraran y dialogaran con los eminentes estudiosos que so-lan visitarlo en el Museo, a sabiendas de que el contacto con los grandes maestrose investigadores era la mejor manera de afianzar vocaciones y alenrar el espritu cr-tico y de observacin en ellos. Para los estudiantes ms motivados, la biblioteca delMuseo, al igual que el estudio-biblioteca de su casa, represent en esos aos unaautntica prolongacin de las aulas universitarias, donde en cualquier momento seorganizaban talleres informales de etnohistoria con los ms destacados especialis-tas en la materia, los cuales compartan conocimienros, ideas, informacin, biblio-grafas y proyectos con Pease y sus alumnos. Amalia Castelli y Juan Carlos CrespoLpez de Castilla (1999: 247) -dos de sus primeros discpulos, luego cercanoscolaboradores y hoy catedrticos de la Universidad Catlica- recordaron aque-llas reuniones con estas afectuosas palabras:

    "...gracias a FrankIi~ tuvimos un espacio para dialogar con eminences investigadoresque visitaban el Museo para compartir con el Direccor sus inquietudes e inve5cigacio-nes. Nosotros, enconces jvenes e5cudiances, participamos alrededor de la gran mesade la biblioceca en certulia sobre diversos remas: era un privilegio dialogar con JorgeBasadre, comprender las propuescas que Tom Zuidema planceaba y abordar a JohnMurra con algunas propuescas, expuestos a recibir de l una reprimenda por no haberledo cal o cual [{tulo recientemente publicado; escas fueron cal vez las experienciasque slo un maestro como FrankIin Pease era capaz de preparar para nosocros".

    Mientras desarrollaba y conjugaba la docencia universitaria con las tareas mu-seales en forma tan dedicada y fructfera, Pease no descuidaba la investigacin y laspublicaciones. Todo lo contrario: a inicios de la dcada de 1970 alcanz fama in-ternacional con una serie de estudi~s sobre la historia socio-religiosa de los incas yla cosmovisin andina, que de hecho representaron la culminacin de las investi-gaciones emprendidas en sus aos de universitario. En concreto, fue con "Mitosandinos: una introduccin" (1970 [43]) y, sobre todo, con "The Andean CreatorGod" (1970 [45]) que su nombre comenz a hacerse conocido entre los america-nistas europeos. Pero la verdadera consagracin de Pease como estudioso lleg condos pequeos grandes libros: Los ltimos incas del Cuzco (1972 [50] trad. francesa1974) y El dios creador andino (1973 [52]). En efecto, estos dos trabajos tuvieroninmediata y amplia resonancia internacional debido a su penetrante y originalacercamiento al antiguo universo mtico-ritual y mental de los incas, y del hombreandino en general. Todo ello basado en una lectura de corte decididamente antro-

  • Pasado andino como profesin y como vocacin: la (erno)historia de Franklin Pease 61

    polgico e histrico-religioso de las informaciones de las crnicas, pero con unaperspectiva diacrnica y dinmica, y sobre la base firme del anlisis crtico de lasfuentes, propio del mtodo histrico.

    El inters por las creencias y representaciones colectivas, las prcticas culturalesy las diferentes manifestaciones de la vida socio-religiosa -

  • 62 Marco Curarola Perrocchi

    calidad" entre las diferentes etnias histricas del Altiplano. Gracias al estudio de lasvisitas de Chucuito y Hunuco, Murra acababa de detectar cmo estos grupos t-nicos haban alcanzado un alto grado de autosuficiencia y prosperidad econmicaa travs de la explotacin sistemtica y simultnea de todas las mltiples y muy di-ferentes zonas ecolgicas del territorio andino, ya fuera mediante el desplaza-miento temporal de personas o el establecimiento de verdaderas colonias en luga-res incluso bastante distantes de su rea nuclear, en conformidad con un modeloterritorial especfico, a todas luces "discontinuo". Ahora Murra se propona reca-bar mayores y ms extensas evidencias sobre la "verticalidad" en el sur andino, paraanalizarlas interdisciplinariamente con arquelogos, historiadores, antroplogos yhasta sabios locales, en muchos casos poseedores de valiosa informacin.

    La expedicin dur ms de dos meses. Antes de llegar a la meseta del Titicaca, elgrupo de investigadores efectu un largo periplo que lo llev a Arequipa, Moque-gua, Arica e Iquique (donde particip en los trabajos del Primer Congreso delHombre Andino), Antofagasta, San Pedro de Atacama, Potos, Sucre y Oruro.Adems de efectuar un reconocimiento sistemtico de los archivos locales, de ex-plorar lugares y parajes mencionados en visitas y otros documentos, y de visitarnumerosos sitios arqueolgicos, Pease tuvo la oportunidad de dialogar y establecervnculos con destacados colegas y estudiosos locales, como Alejandro Mlaga Me-dina y Eusebio Quiroz en Arequipa, Jorge Hidalgo en Arica, y Gunnar Mendozaen Potos.

    Para Franklin Pease fue la primera experiencia de campo verdadera: una viven-cia sobremanera iluminadora, en la cual el trabajo historiogrfico de archivo y bi-blioteca -efectuado sobre la base de una serie de problemticas e interrogantesde tipo antropolgico- se complementaba en la prctica con el reconocimientoarqueolgico y, sobre todo, se vivificaba a travs de la visin directa del territorio ydel contacto con sus habitantes. Todo esto, por afiadidura, en el marco de un di-logo estrecho con especialistas de diferentes disciplinas histrico-sociales y colegasde provincias, profundos conocedores de la realidad local. Sin lugar a dudas fuebajo el influjo de esta experiencia, reflexionando sobre sus implicaciones y alcan-ces terico-metodolgicos, que al afio siguiente Pease dira, en una comunicacinsobre el estado de la etnohistoria andina, presentada en el Primer Encuentro Lati-noamericano de Historiadores (1974):

    "Cada vez se tiene mayor conciencia de que no es posible entender la sociedad andinasin una slida relacin integradora de disciplinas afines. Son varios los ensayos de estetipo que pueden anotarse en una resea de las investigaciones recientes, como los re-sultados de Murra y su equipo en Hunuco, o los que venimos haciendo actualmentecon el mismo Murra, Lumbreras, Flores Ochoa y otros especialistas incluyendo histo-riadores jvenes, en torno al grupo tnico de los Lupaqa en la regin del lago Titicaca.Desde las investigaciones dirigidas por Murra en Hunuco (1965), se hizo patente laposibilidad efectiva de una colaboracin entre historiadores, arquelogos yetnlogos.No se trata, desde luego, de una relacin a nivel de la utilizacin de las sntesis de in-vestigaciones independientes; somos conscientes de que todo anlisis histrico de lasociedad andina posterior a la invasin europea requiere necesariamente del aporte et-nolgico, de la misma manera que la etnologa no puede dejar ya de lado el anlisisdocumental. Para resolver los problemas antetiores al momento inicial de la Colonia

  • Pasado andino como profesin y como vocacin: la {etno}historia de Franklin Pease 63

    se presenta una situacin similar: cada vez ms los arquelogos inician sus trabajospartiendo de informaciones proporcionadas por los documentos, especialmente losdel siglo XVI, y simultneamente los interesados en una etnologa retrospectiva -dela cual hablaba hace aos Evans Pritchard para estudiar el T awantinsuyu no pue-den evadir, de ninguna manera, la perspectiva arqueolgica ni la histrica. Cada vezms se va haciendo presente la necesidad de que al hablar de 'historiadores', 'arque-logos' o 'etnlogos', en el rea andina, tenga que pensarse en una formacin que pue-da integrar las tres diversas tcnicas, propias de cada una de estas disciplinas. Pocopuede hacer un historiador en los Andes, si no tiene a la mano los recursos que lasotras dos ciencias le pueden proporcionar; debemos tener en cuenta que Amrica La-tina es un continente rural hasta avanzado nuestro siglo, y esto nos lleva a considerarla necesidad de estudiar la historia posterior a la invasin europea, utilizando perma-nentemente las tcticas emolgicas" (Pease 1976-77 [64]: 216).

    De otro lado, la participacin en el "Seminario Mvil Circumlacustre" le dio aPease el estmulo y el bagaje necesarios para organizar el "Proyecto EtnohistricoCollagua", que se desarrol16 entre 1974 y 1976 bajo su conduccin y en el marcode las actividades cientficas de la Universidad Cat6lica. La idea del proyecto sur-gi con la adquisici6n hecha por el Museo Nacional de Historia, en virtud a un le-gado testamentario, de las actas de una revisita efectuada en 1591 a la parcialidadurinsaya del pueblo toledano de Yanque Collagua, en el valle del Colca, por los co-rregidores Gaspar Verdugo y su sucesor, Gaspar de Colmenares. Pease vislumbrde inmediato la importancia del documento, comparable al de las visitas de Hu-nuco y Chucuito, y por afiadidura referido a una regi6n hasta entonces olvidadapor los investigadores ,de la poca prehispnica. Decidi6, entonces, conformar unequipo de investigacin, reuniendo a un competente grupo de colegas yestudian-tes de historia y antropologa, tanto de la Universidad Cat6lica Ouan CarlosCrespo, Guillermo Cock, Juan Jos Cuadros, David Cunza, Marco Curatola, Xi-mena Fernndez, Manuel Mifio, Jos Luis Rnique y Efran Trelles) como de laUniversidad San Agustn de Arequipa (el historiador Alejandro Mlaga Medina yel arquelogo Mximo Neira Avendafio). Conociendo Pease los importantes re-sultados obtenidos en el rea mexicana por la escuela de demografa hist6rica deBerkeley, de Woodrow F. Borah y Sherbourne F. Cook, y consciente de la impor-tancia y el potencial del anlisis estadstico-poblacional para el estudio de las visi-t~, se preocup por incluir en el equipo a un demgrafo: el estadounidense NobleDavid Cook, en ese entonces profesor visitante de la Fullbright en la UniversidadCatlica.

    Conseguido el auspicio de la Fundaci6n Ford, Pease y sus colaboradores paleo-grafiaron la visita, realizaron pesquisas en el Archivo General de la Nacin deLima, en el Archivo Departamental de Arequipa y en el Archivo Parroquial deYanque, donde encontraron -adems de una larga secuencia de libros de bau-tismo, matrimonio y defunciones- importantes padrones de visitas correspon-dientes a 1591-1646 y efectuaron, en dos intensas temporadas de campo y guin-dose por la informacin histrica recabada, un amplio reconocimientoetnogrfico y ecol6gico de todo el valle del Colca. Como resultado inmediato deeste proyecto -que para muchos estudiantes de la Universidad Cat6lica fue unaextraordinaria escuela de campo interdisciplinaria-, Pease public6 una serie de

  • ~;..

    64 Marco Curarola Perrocchi

    artculos (1975 [59], 1975 [60, con N.D. Cook], 1977 [66],1981 [112]) y editCollaguas 1 (1977 [65]) con la transcripcin de la visita de 1591, el catlogo delArchivo Parroquial de Yanque y estudios de diferentes autores. Adems, su activi-dad etnogrfica queda testimoniada por dos breves artculos (1978 [86], 1979[95]) en los cuales se conjuga finamente su prstino y siempre presente inters porel mundo mtico y las tradiciones orales con la problemtica de la "verticalidad" yel cultivo del maz, planteada por Murra. N.D. Cook, por su parte, culminaraunos aos ms tarde las investigaciones iniciadas con el proyecto al publicar P(opl(ofth( Calca Valley: A Population Study (1982).

    Mientras tanto, en 1975 Pease haba pasado a ser profesor principal en la Uni-versidad Catlica. Libre ya de la conduccin del Museo y de la edicin de Historiay Cultura, estaba en condiciones de dedicar ntegramente a la universidad su pa-sin por los libros y su experiencia en la labor editorial -que l perciba y asumaresponsablemente como parte integral de su oficio de historiador y acadmico-,lo que le llev a hacerse cargo tanto de la direccin de la Oficina de Publicacionescomo de la direccin interina de la Biblioteca Central (1975-76). Bajo su jefatura(1975-82), la Oficina de Publicaciones -que hasta ese momento se haba limi-tado a coordinar la distribucin de textos producidos autnomamente por las di-ferentes unidades acadmicas y a imprimir separatas de lecturas bsicas para los es-tudiantes- devino en una dinmica y pujante casa editora (el Fondo Editorial)que en pocos aos alcanz elliderazgo en el campo de la produccin cientfico-hu-manista a nivel no slo nacional sino de toda la regin andina. Entre 1977 y 1978Pease impuls el nacimiento de una serie de importantes revistas especializadas,como la Revista dt' la Univ(rsidad Catlica, D(bat(s (n Sociologia, Economia, D(ba-t(S (n Antropologia y Lexis, que contribuyeron en forma decisiva a promover las in-vestigaciones de la universidad y a reforzar y multiplicar las relaciones entre ella yel mundo acadmico extranjero (Hampe Martnez 1989: 200-201).

    Adems, en 1977 l mismo fund Histrica, revista semestral del Departa-mento de Humanidades, que habra de dirigir ininterrumpida y puntualmented!.lrante veintids aos, ocupndose de ella con el esmero y la meticulosidad que locaracterizaban en todas las fases de la edicin, incluida la correccin de pruebas.Gracias a su prestigio y a su capacidad de convocatoria, Pease asegur la colabora-cin continua de los ms destacados estudiosos de la historia peruana y andina,desde Jorge Basadre, Guillermo Lohmann Villena, Mara Rostworowski, hastaJohn Murra, John Rowe, John Fisher, Pierre Duviols, Rolena Adorno y muchosotros eminentes peruanistas de distintas nacionalidades. Y todo esto sin dejar delado a sucesivas generaciones de jvenes investigadores peruanos formados, apoya-dos o guiados directamente por l, con la entrega entusiasta y generosa que lo ca-racterizaba. Entre ellos tenemos a Liliana Regalado de Hurtado, Amalia Castelli,Alberto Flores Galindo, Scarlett O'Phelan, Jos Luis Rnique, Pedro GuibovichPrez, Jos Deustua, Teodoro Hampe, Carlos Contreras, Alfonso W. Quiroz No-rris, Rafael Varn Gabai, Luis Miguel Glave, Jos de la Puente Brunke, FernandoIwasaki Cauti, Cristbal Aljovn de Losada, Juan Luis Orrego Penagos, MarcosCueto, Gabriela Ramos, Rafael Snchez-Concha Barrios, Fernando Janssen,Francisco Hernndez, Paul Rizo Patrn Boylan, Carmen McEvoy, Joseph DagerAlva, Teresa Vergara Ormeo y muchos otros.

  • Pasado andino como profesi6n y como vocaci6n: la (etno)historia de Franklin Pease 65

    El otro proyecto de gran envergadura del Fondo Editorial, creado y dirigidopor F rank1in Pease, fue la coleccin Clsicos P~ruanos. Desde 1978 se publicaronen ella, siguiendo modernos criterios filolgicos, algunas de las ms importantescrnicas de los siglos XVI y XVII, de las que hasta ese momento solamente habaediciones antiguas, poco accesibles, no confiables y en muchos casos hasta incom-pletas. La primera fue la R~lacin dt'l dt'scubrimi~nto y conquista dt' los r~inos dt'lP~r (1571), de Pedro Pizarro, primorosamente editada por Guillermo LohmannVillena y acompaada por una nota de Pierre Duviols. En las dcadas de 1980 y1990 les seguira una serie de otras crnicas sumamente relevantes para el conoci-miento del Per colonial y el mundo andino, todas ellas editadas por Pease y susalumnos: la Crnica dt'l P~r (1550-1554) de Pedro Cieza de Len (1984-1994),la Imtruccin al Lic~nciado Lop~ Garcla dt' Castro (1570) del Inca Titu Cusi Yu-panqui (1992), la annima R~lacin dt' /os agustinos d~ Huamachuco (ca.1550-1561; 1992), la Historia dt'l descubrimi~nto y conquista dt'l P~r (1555) deAgustn de Zrate (1995) y la Historia dt'l r~ino y provincias d~l P~r (ca. 1630) deGiovanni Anello Oliva (1998).

    En 1978 apareca D~l Tawantinsuyu a la historia dt'l P~r (1978 [84]), un com-pendio de sus investigaciones en torno a los lupacas y collaguas, con hondas yeru-ditas anotaciones de carcter heurstico y epistemolgico sobre la historia andina,las continuidades y los cambios en la poblacin indgena a travs del tiempo y surol protagnico en la formacin histrica del Per. Este libro, galardonado con elprestigioso Howard Francis Cline Memorial Prize (1979), concedido por la Con-ference ofLatin American History, consagr definitivamente a su autor como unode los ms conspicuos etnohistoriadores del mundo andino a nivel internacional.De hecho, hacia fines de la dcada de 1970, Pease haba alcanzado su plena madu-rez como investigador, maestro universitario e intelectual peruano, coherente y ri-gurosamente empeado en afirmar la ecnohistoria andina como disciplina aut-noma, dotada de su propio objeto y su propio mtodo, y de fundamentalrelevancia en el panorama de las ciencias histrico-sociales, en la medida en que sehallaba volcada a recuperar el componente ms autntico y de ms larga duracin(es decir, "lo andino") en la historia de los habitantes de ese espacio geogrfico tanpeculiar hoy llamado Per.

    En este mismo lapso public otro libro en Mxico: P~r: una aproximacin bi-bliogrdfica (1979 [92]), que revelaba otra faceta suya: la del biblifilo apasionado yel gran erudito interesado por todo lo concerniente a la historia, la cultura y la rea-lidad de su pas, desde la ecologa y los recursos naturales hasta la literatura y la lin-gstica, pasando por la arqueologa, la economa, la educacin e incluso las rela-ciones internacionales. Pero en esta obra bibliogrfica --en la cual se consignan567 ttulos, divididos por temas y doctamente comentados- Pease tampoco per-di la ocasin para reivindicar lo andino y al mismo tiempo presentarlo como elcomponente ms autntico y sustancial de la formacin histrica y la realidad cul-tural del Per, tal como lo demuestra sin tapujos el en~uadre de los dos captulostemticos ms extensos, el 11 y el VI, significativamente titulados "Historia de losAndes e historia del Per" y "Cultura andina y cultura peruana".

    El captulo sobre la historia de los Andes es introducido por una resea de tex-tos de arqueologa que confirman su arraigado inters por esta disciplina, conside-

  • 66 Marco Curatola Petrocchi

    rada por l complementaria a la historia e imprescindible en la (re)construccincabal de los antecedentes de una cultura de tan larga duracin como la andina. Al-gunos aos atrs, mucho antes de la experiencia de la misin circunlacustre conMurra, Pease haba escrito lo siguiente:

    "Gracias a la arqueologa sabemos cundo adquiri el hombre andino sus elementosculturales y cmo los fue desarrollando hasta lograr su perfeccin final. De esta mane-ra la arqueologa colabora con la reconstruccin de la vida de nuestros antepasados.Como dicen Beals y Hoyjer, la Etnologa comienza donde termina la Arqueologa, es-tudiando el estado actual del desarrollo cultural de los andinos, y toca entonces rela-cionar los aportes del etnlogo a los que el arquelogo dej establecidos para precisaruna lnea de desarrollo de los elementos culturales. Mucha luz proporcionan a la his-toria del mundo andino los anlisis realizados a base de los restos que el hombre ha idodejando a su paso y ms se esclarece el panorama cuando los vinculamos a los conoci-mientos que el etnlogo y el antroplogo elaboran a base de sus estudios. Creemosque la vieja distincin entre historiadores y arquelogos no tiene ya sentido ni impor-tancia, desde que no es la escritura lo que diferencia sus campos. La AntropologaCultural que, segn autores recientes, engloba la Arqueologa y la Etnologa, presentauna visin ms ntegra del pasado histrico, que el solo estudio de los monumentos olas costumbres tradicionales de un pueblo como el andino. Si a ello aunamos los resul-tados del estudio de las crnicas de los siglos XVI y XVII, podremos obtener una vi-sin integral de ese pas andino, cuya vida ya no es prehistrica sino histrica en el mspuro sentido de la palabra" (Pease 1969 [35]: 52).

    Consecuentemente con estos planteamientos formulados en los inicios mismosde su carrera, una de la principales preocupaciones de Pease cuando fue Directordel Programa Acadmico de Letras y Ciencias Humanas (1980-83) fue la de pro-mover la creacin de una especialidad de Arqueologa, no slo por estar conven-cido de la fundamental importancia de esta disciplina para una plena comprensinde los procesos de formacin y desarrollo de la sociedad y la cultura andinas, sinopor considerar casi como una obligacin moral la asuncin, por parte de la univer-sidad, de la tarea de formar profesionales de alto nivel con la misin de rescatar ysalvaguardar el inmenso patrimonio arqueolgico de la nacin, en constante peli-gro de pillaje y destruccin. Para tal efecto, Pease convoc a un grupo de arquelo-gos nacionales y extranjeros, como los peruanos Julin l. Santillana y Elas Mujica,el alemn Peter Kaulicke y el polaco KrzysztofMakowski, que junto con MercedesCrdenas y sus colaboradores del Seminario de Arqueologa del Instituto Riva-Agero (en funcionamiento desde la dcada de 1950) fundaron en 1983 la que enpocos aos se convertira en la ms avanzada y dinmica escuela de arqueologa delpas.

    Franklin Pease fue un historiador interesado no slo por la arqueologa sino portodas las dems ciencias histrico-sociales, sobre las cuales hemos visto que tenaextensos y profundos conocimientos bibliogrficos, alimentados sobre todo poruna continua e insaciable adquisicin de libros. Su gran biblioteca personal, queestuvo siempre a disposicin de sus estudiantes y de todo investigador, lleg6 con eltiempo a bordear los 20,000 volmenes. Esta afici6n bibliogrfica acaso alcanz6 sumxima realizaci6n entre los ltimos das de 1984 y abril de 1986, cuando le fueconfiada la direccin general de la Biblioteca Nacional del Per, prestigioso cargo

  • Pasado andino como profesin y como vocacin: la {emo)historia de Franklin Pease 67

    regentado por tradicin por eminentes intelectuales, corno el escritor RicardoPalma y el historiador Jorge Basadre, entre otros. Gracias a donaciones de gobier-nos extranjeros y organismos internacionales, conseguidas en parte por su nombrey su slida red de relaciones personales, Pease impuls la modernizacin de la in-fraestructura de la Biblioteca y llev a cabo una serie de importantes proyectos diri-gidos a fomentar la lectura y facilitar el acceso a la informacin bibliogrfica entodo el territorio nacional; ejemplos de ello son la implementacin del Sistema Na-cional de Bibliotecas y la creacin de los Centros Bibliogrficos Departamentales.

    Pease dio un nuevo impulso y un realce cuantitativo a la poltica editorial deesta institucin al publicar, adems de varios nmeros de boletines y revistas, losfacsmiles de los ms antiguos impresos limeos, a saber, la Pragmdtica sobre losdiez das del ao y la Doctrina cristiana y catecismo para instruccin de los indios, am-bos salidos de la imprenta del turins Antonio Ricardo a comienzos de agosto de1584. Asimismo promovi la organizacin de numerosas exposiciones bibliogrfi-cas, muchas de ellas sobre temas y figuras de intelectuales cercanos a sus interesescientficos, corno la "Muestra internacional de libros de historia" (1984), la "Ex-posicin bibliogrfica y documental de la cultura del Altiplano" (1984), la "Expo-sicin bibliogrfica en conmemoracin del centenario del nacimiento del Dr. Josde la Riva-Agero y Osma" (1985), y la "Exposicin Bibliogrfica en homenaje alDr. Ral Porras Barrenechea conmemorando el 250 aniversario de su muerte"(1985).

    A los altos grados de responsabilidad alcanzados por Franklin Pease en la Uni-versidad Catlica y a nivel nacional (por ejemplo, en 1980 fue nombrado miem-bro de la Academia N acional de Historia), le correspondi una creciente presenciaen la escena internacional. En efecto, desde finales de la dcada de 1960 recibi in-numerables invitaciones y reconocimientos provenientes del exterior. Slo para ci-tar los ms importantes: en 1979 fue profesor visitante de la Universidad de Cali-fornia en Berkeley, a donde volvi en el ao acadmico de 1982-1983, luego deobtener la prestigiosa beca John S. Guggenheim asimismo, en 1983 se desem-pe corno profesor visitante del Instituto Gonzalo Fernndez de Oviedo (Ma-drid) y de la Escuela Nacional de Antropologa e Historia de Ciudad de Mxico.Luego de su salida de la Biblioteca Nacional fue llamado a dictar cursos y desarro-llar investigaciones en otros importantes centros de estudios americanos y euro-peos: en las universidades de Cambridge (Inglaterra) y Santiago de Chile en 1987,en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Pars en 1988, y al ao si-guiente --en calidad de Fullbright Scholar- en las universidades de Maryland yde Johns Hopkins. En 1990 se le confiri en Mxico el Premio de Historia "RafaelHeliodoro Valle".

    Pero quizs el reconocimiento internacional ms prestigioso fue el de ser lla-mado en 1984 por la UNESCO para que conformara el comit cientfico interna-cional encargado de redactar una historia general de Amrica Latina, del cual ter-min siendo elegido vicepresidente. Adems se le encarg la direccin del segundotomo de la obra, sobre El primer contacto y la formacin de nuevas sociedades. Estevolumen, con dos textos suyos, llev muchos aos de preparacin y apareci ps-tumamente en 2000. En el nterin, Pease habra de contribuir al primer torno de laHistoria general de Amlrica Latina con un artculo escrito al alimn con Duccio

  • 68 Marco Curarola Petrocchi

    Bonavia (1999 [303]), yal tomo V de la HistoryofHumaniey, obra auspiciada porla UNESCO (1999 [304]). Y, para permanecer en el campo de las grandes obrasde carcter internacional, Pease asociara tambin su nombre a la Storia de'!La eco-nomia mondiale, dirigida por Valerio Castronovo (1997 [281]), yel monumentalliMando deqaArcheologia, del Istituto della Enciclopedia Italiana de Roma (2002[313,314]).

    En lo que respecta a las investigaciones y reflexiones cientficas propiamente di-chas, desde finales de la dcada de 1970 y a lo largo de las de 1980 y 1990, F ranklinPease sigui cuatro direcciones precisas y estrechamente interconectadas con abso-luta sistematicidad. En primer lugar, persever en la verificacin y la exploracinde todas y cada una de las principales categoras y esferas de anlisis propuestas porMurra, a saber, el estudio de la organizacin poltica, econmica y territorial de lasociedad andina pre-y post-hispnica, con particular atencin al papel y la funcinde los jefes rnicos tradicionales; en segundo lugar busc reconstruir contextual-mente la visin indgena de la historia, as como los procesos de formacin de laidentidad andina a lo largo de la poca colonial; tercero, persisti en su empefio dedefinir el objeto y el mtodo propios de la emohistoria andina; y cuarto, empren-di el estudio crtico de las crnicas, concebidas como fuente bsica para el conoci-miento del mundo andino en el momento de su descubrimiento.

    En la lnea de Murra, pero con una aproximacin mucho ms "dinmica", si-gui estudiando los patrones de reciprocidad y redistribucin, y los mecanismosde explotacin simultnea y complementaria de los recursos de las diferentes zonasecolgicas por parte de los grupos micos, en particular los del sur andino, sobretodo a travs de un,atento anlisis del quehacer y de las redes socioeconmicas delos jefes tradicionales en el mundo colonial. Es dentro de esta perspectiva que seenmarca la estrecha colaboracin de Pease con la misin japonesa dirigida porShozo Masuda, antroplogo e historiador de las civilizaciones de la Universidad deTokio, quien llev a cabo investigaciones emolgicas sobre la economa vertical enel sur andino entre 1978 y 1988. Pease lo acompafi en distintos viajes de recono-cimiento histrico-emogrfico por Arequipa, Moquegua y Tacna, encargndoseen concreto de la bsqueda de documentacin regional en archivos departamenta-les, municipales, parroquiales y notariales. Los hallazgos fueron numerosos e im-portantes. Por ejemplo, en el Archivo Departamental de Tacna Pease descubriuna copia del testamento de Diego Caqui, un curaca terrateniente y comerciantefallecido en 1588, que demostraba fehacientemente el gran poder econmico al-canzado en los siglos XVI y XVII por ciertos jefes indgenas, y por ende su papelprotagnico en el sistema colonial. De esta forma se redimensionaba y de algunamanera cuestionaba la tradicional "visin de los vencidos", que tenda a presentarindiscriminadamente a todos los indios como pobres y oprimidos, ya no apreciarde manera cabal su notable capacidad de adaptacin --en algunos casos verdade-ramente exitosa- a los cambios y su decisivo aporte a la formacin del Per.

    Con todo, el hallazgo ms trascendental de Pease se produjo en Moquegua,donde en 1978 encontr en una notara una serie de libros que cubran un lapsode cuatro siglos. Los primeros de estos protocolos, de finales del siglo XVI, conte-nan informacin precisa sobre los fuertes vnculos sociales, polticos y econmi-cos del valle de Moquegua con la regin altiplnica de Chucuito, con la cual haba

  • Pasado andino como profesin y como vocacin: la (erno)hisroria de Franklin Pease 69

    tenido esttechas relaciones por lo menos a partir de la expansin de Tiahuanaco,ocurrida hacia la mitad del primer milenio de nuestra era, como lo revelaron las in-vestigaciones de Lumbreras y Murra. Conmemorando la figura de Franklin Peaseen un acto de homenaje ocurrido a los dos afios de su fallecimiento, Masuda tuvola ocasin de evocar el hallazgo de esta documentacin:

    "Un recuerdo inolvidable es el de un viaje de investigacin que hicimos a Arequipa,Moquegua, T acna y Arica en 1978. Durante nuestra estada en un hostal de Chala,Franklin me dijo que su padre era oriundo del puerto, y que construy el colegio allcuando era Ministro de Educacin, Visitamos una ruina impresionante de la Quebra-da de la Vaca y caminamos a lo largo del capacan que sale del sitio hacia la cordillera,En Moquegua encontramos por casualidad los documentos notariales que se habanconservado en la oficina del sef1or Vctor Cutip, notario pblico, Franklin se entu-siasm mucho con este descubrimiento, y empez a revisar los documentos. A partirde aquel da, Franklin segua trabajando sobre los mismos, repitiendo la palabra 'sen-sacional', Para m era una semana de aprendizaje paleogrfico: realmente los docu-mentos contienen descripciones sensacionales y cuentan mucho de los terratenientesy comerciantes de Moquegua en aquella poca: Moquegua, que estaba bajo la juris-diccin de Chucuito del lago Titicaca por aquel entonces, contaba mucho con las ac-tividades de los comerciantes serranos. Me sorprendi que los comerciantes de Chu-cuico contribuyeran mucho a la subsistencia de los moqueguanos por su ida y vueltaentre sierra y costa. Por ejemplo, ellos viajaban hasta el Gran Chaco para captar a loschiriguanos, y los traan a Moquegua para venderlos como esclavos. Gracias a la bon-dad del sef1or Cutip, pudimos microfilmar la parte correspondiente al siglo XVI ensu totalidad. Hemos podido publicar el ndice de los documentos, gracias al esfuerzodel Dr, Pedro Guibovich",

    Adems del trabajo de campo y de archivo en el sur peruano, a comienzos de ladcada de 1980 Pease tambin particip en dos eventos organizados por Masuda;uno fue un simposio sobre las relaciones entre el hombre y el medio ambiente enlos Andes (1980), yel otro un seminario internacional sobre la complementarie-dad ecolgica que reuni a un selecto nmero de especialistas del mundo andinoen Cedar Cove, Florida (1983). En ambas reuniones Pease ley sendas ponencias(1982 [127], 1985 [152]) basadas en gran medida en los documentos hallados enMoquegua y T acna. stos, por lo dems, fueron objeto de mS estudios, directa oindirectamente (Pease 1980 [103], 1984 [140],1988 [176],1988 [175]).

    No obstante sus intensas investigaciones sobre el desarrollo, los cambios y lascomplejas articulaciones del mundo indgena en la poca colonial, Pease no aban-don su inters primigenio por los incas, sobre quienes lleg tambin a escribirtrabajos de sntesis (1980 [104], 1988 [174], 1991 [197] [ed, francesa, 1995]);aunque obras de divulgacin, estos ensayos presentan innumerables cuestiona-mientos al conocimiento tradicional, as como estimulantes interrogantes y pistaspara nuevas pesquisas. De hecho, para Pease los incas siguieron siendo un puntode partida privilegiado, no slo para el conocimiento de la realidad andina en elmomento de la conquista espafiola, sino de "lo andino" en general a travs deltiempo, en tanto trmino de referencia obligado -directo o indirecto- para po-der captar y discernir tanto los caracteres originales, las continuidades y los fen-menos de resistencia sociocultural, como los procesos de adaptacin, sincretismo y

  • 70 Marco Curarola Perrocchi

    cambio. Entre numerosos trabajos en esta lnea (Pease 1979 [96], 1981 [113],1988 [179], 1989 [185], 1990 [190],1990 [194], 1992 [213],1992 [222],1994[242],1995 [266], 1996 [273]) vale la pena recordar en particular al libro Cura-cas, reciprocidad y riqueza (1992 [210]), uno de sus ms originales y consistentesaportes a la etnohistoria andina. Por otro lado tampoco declin su antiguo interspor los aspectos ideolgicos, los hechos de carcter religioso y las expresiones sim-blicas, ya que Pease siempre consider que su estudio era el complemento naturalde las estructuras y los procesos econmicos, para as lograr un acercamiento inte-gral al estudio de la sociedad andina y su historia. En efecto, la reconstruccin yelanlisis del conjunto de creencias, conceptos y actitudes que guiaron la conducta ylos actos de los andinos en la poca colonial, y que en ltima instancia les permitie-ron sobrevivir y reproducirse como entidad histrica y cultural, continuaronsiendo el tema central de varios ensayos (1980 [111], 1981 [116], 1982 [131],1983 [134], 1984 [144], 1984 [147], 1985 [150], 1985 [155], 1989 [183],1990-92 [192], 1992 [217], 1992 [216], 1994 [239], 1994 [256], 1994 [250],1996 [272]).

    Otra importante rea temtica de los intereses y las reflexiones de FranklinPease fue la "etnohistoria andina" en s misma, vale decir como disciplina. Enefecto, nadie como l se empe tanto en identificar, circunscribir y definir el ob-jeto, el mtodo y la funcin especficos de esta peculiar rama de las ciencias histri-co-sociales, por lo que puede considerrsele el principal fundador de esta disci-plina en el Per. Ahora bien, Pease no fue ni el primero ni el nico granetnohistoriador del pas, pero s el nico en dedicarse sistemtica, continua y rigu-rosamente a definir el mbito de la etnohistoria y a intentar proveerla de un apa-rato terico-metodolgico propio (Pease 1981 [119], 1991 [207], 1994 [247]). Yen el afn de dotar a la disciplina de una configur~cin definida y propia, Pease es-cribi muchos otros ensayos de carcter eminentemente historiogrfico-metodo-lgico (Pease 1967-68 [22], 1977 [82a], 1976-77 [64],1978 [83],1979-80 [93],1983 [133],1983 [132], 1987 [168],19933,1998 [294]).

    Tal vez el momento culminante de esta larga y paciente labor de afirmacin dela etnohistoria como disciplina de fundamental relevancia en el mbito historio-grfico de los pases andinos fue el "Cuarto Congreso Internacional de Etnohisto-ria", celebrado en 1996 en la Universidad Catlica bajo la presidencia de FranklinPease, entonces decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, al cual acu-dieron masivamente los ms importantes etnohistoriadores nacionales yextranje-ros. En la introduccin a las actas, Pease sostuvo con legtima satisfaccin que

    "rIJa Etnohistoria surgi en la dcada de 1960... La utilizacin de nueva documenta-cin colonial hizo posible desde entonces replantear la historia de los Incas y conti-nuar la historia de la poblacin andina despus de ellos. Hoy no se discute una histo-ria andina que en la dcada de los 60 hubiera sido impensable. La Etnohistoria fue,entonces, un canal apropiado para estudiar histricamente los Andes y vincular el pa-sado andino con los Andes contemporneos" [1998 [292a]: 13-14]).

    3 Se trata de "Consideraciones sobre la ecnohistoria: un nuevo tramo", una ponencia leda en San-tiago de Chile, en el III Congreso Internacional de Ecnohistoria. No fue posible verificar su pu-blicacin. N. del E.

  • Pasado andino como profesin y como vocacin: la (erno)hisroria de Franklin Pease 71

    En cuanto a las fuentes de la etnohistoria, en las dcadas de 1980 y 1990, des-pus de los aos dedicados al estudio de las visitas, Pease se interes en explorar elpotencial heurstico de otro tipo de documentos, como los notariales, pero sobretodo se volc al estudio detenido y apasionado de las crnicas, con el afn de resca-tar y recuperar todas las informaciones sobre el mundo andino, yen particular so-bre la visin indgena de la historia y de la realidad contenidas en ellas. De este re-novado inters por estas clsicas e imprescindibles fuentes de la historiografaperuana dan testimonio innumerables y valiosas publicaciones: las importantesediciones de las crnicas de Guamn Poma de Ayala (1969,1980,1993), Grego-rio Garca (1981), Cieza de Len (1984b), Gmara (1993) y Zrate (1995), variosartculos y ensayos sobre Garcilaso (1983-84 [135], 1994 [244]), Guamn Poma(1981 [118], 1992 [220]), Cieza (1984 [142]), Betanzos (1988 [181]), Estete(1991 [199]), Mura (1991-92 [219]) Y Las Casas (1995 [257]), una serie de estu-dios sobre aspectos generales y particulares de las crnicas (1987 [168], 1992[218], 1994 [256a], 1997 [280], 1998 [293], 1998 [292]), Y sobre todo el libroLas crnicas y los Andes (1995 [261]), obra de extraordinaria erudicin y al mismotiempo de gran originalidad interpretativa, que de alguna manera complementa,desde la perspectiva etnohistrica, los clsicos Fuentes histricas peruanas (1954) YLos cronistas del Per (1528-1650) (1962) de Ral Porras Barrenechea. Dicho seade paso, pese a ciertas diferencias de perspectiva, Porras fue profundamente admi-rado por Pease, quien en 1986 haba publicado una vasta compilacin de los prin-cipales escritos sobre crnicas de dicho estudioso.

    Por lo dems, en la dcada de 1990, Franklin Pease advirti que por fin haballegado el momento de que la tradicin andina -rescatada del olvido y recono-cida como parte fundamental, especfica y vertebradora de la larga historia delPer, precisamente gracias a la etnohistoria- saliera al encuentro de la tradicinhispnica, puesto que ambas resultaban componentes imprescindibles e insepara-bles de la realidad e identidad peruanas. Es en esta perspectiva que debe interpre-tarse la elaboracin de Per: hombre e historia (2 vols., 1992 [209], 1993 [224]),vasta, original y erudita obra de sntesis y difusin, volcada a la comprensin, a tra-vs de puntuales y estimulantes acercamientos temticos, de los grandes procesosde formacin de la sociedad peruana, desde la protohistoria, es decir, desde su pri-mer momento historiable, representado por los incas, hasta la poca contempor-nea. Fue tambin por esta obra de gran aliento que, como reconocimiento a su no-table trayectoria como maestro universitario, Pease recibi, en 1994, la ms altadistincin otorgada en el Per a un educador: las Palmas Magisteriales en el Gradode Amauta.

    Adems, al ao siguiente Pease public en Mxico una Breve historia del Percontempordneo (1995 [262]) dedicada a la identificacin, definicin y anlisis delos principales lineamientos de la historia del Per, con particular atencin a losavatares del siglo XX, hasta el difcil periodo marcado por el movimiento subver-sivo de Sendero Luminoso. Como culminacin de esta ltima fase de su produc-cin, y de algn modo de toda su carrera profesional, en 1998 dirigi la Gran his-toria del Per, obra de difusin masiva distribuida en fascculos por el diario ElComercio, con textos redactados con extremo rigor por un nutrido grupo de desta-

  • 72 Marco Curarola Petrocchi

    cados estudiosos, compuesto en su mayora por docentes de la Universidad Cat-lica y ex-alumnos suyos.

    Esta vasta y cada vez ms abarcadora produccin cientfica se vio acompaadaen la dcada de 1990 por un compromiso cada vez ms estrecho con su universi-dad, al ser elegido en 1993 Decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, yser reelecto en 1996 para otros tres aos ms. Pero a pesar de sus mltiples com-promisos acadmicos, de sus labores editoriales y de sus recargadas responsabilida-des administrativas, para l sta fue tambin una poca de compromiso civil, alservicio del pas y de la democracia. Hombre de firmes y arraigadas conviccionesliberales y democrticas, vio con profunda preocupacin el ascenso populista a lapresidencia de Alberto Fujimori, y con absoluta aversin la instauracin de su dic-tadura en 1992. Partidario del escritor Mario Vargas Llosa en las elecciones de1990 y de Javier Prez de Cuellar en 1995, no perdi ocasin, en entrevistas e in-tervenciones pblicas y en conversaciones privadas, de expresar su profundo re-chazo al rgimen liberticida de Fujimori. As, por ejemplo, cuando se trat dereaccionar en contra de sus intentos de reelegirse por tercera vez, Franklin Peaseintervino en diferentes foros demostrando las consecuencias nefastas que le habanacarreado al pas lqs afanes similares de Legua en la dcada de 1920 (1996 [274]).

    Pero cuando, en 1995, se desat el conflicto fronterizo con el Ecuador, a pesarde su total animadversin hacia el gobierno de Fujimori, Pease no dud en ponersus conocimientos y su prestigio internacional al servicio del pas viajando, en cali-dad de embajador en misin especial, a Venezuela y Centroamrica para exponer yfundamentar las razones peruanas sobre la base de hechos histricos precisos. Ra-zones que mencion'tambin en un memorable discurso de orden en la inaugura-cin del ao acadmico de 1995 cuando, al hablar sobre las fantasas histricas y lafalsificacin de documentos, puso como ejemplo el presunto tratado de 1830 -elllamado protocolo Pedemonte-Mosquera-, utilizado por la propaganda ecuato-riana (Pease 1995 [270]). Fue quizs con esta misma intencin que la Gran histo-ria del Per (1998) dedic un captulo entero a la historia de la demarcacin terri-torial del Per, con lo cual ilustr en forma clara y contundente la plenalegitimidad de los lmites peruanos actuales.

    Esta obra acabada de publicarse cuando, a comienzos de 1999, Franklin Peasesupo que una dolencia al pncreas que lo aquejaba desde haca algn tiempo se de-ba a un tumor maligno, lo que no le dejaba muchas esperanzas. Sin embargo, enmedio de tratamientos debilitantes y de complicadas operaciones, sigui traba-jando y dialogando hasta el final con sus colegas y alumnos, con la entrega y el en-tusiasmo de siempre, dando a todas las personas a l cercanas una altsima leccinde coraje, entereza, seoro, generosidad y profunda vocacin profesional.

    Franklin Pease G. Y. falleci el13 de noviembre de 1999, rodeado de sus seresqueridos y con el auxilio espiritual de la Fe catlica, a la cual siempre haba mani-festado sumo apego. Su desaparici6n dej un profundo vaco en la UniversidadCatlica, en la cultura nacional y en la comunidad internacional de etnohistoria-dores y peruanistas. Homenaje postrero fue el Franklin Pease G. Y: Memorial Prize,instituido apenas cuatro das antes de su deceso por la revista Colonial Latin Ame-rican Revit'W, y destinado a galardonar el mejor artculo publicado cada ao en suspginas.

  • Pasado andino como profesin y como vocacin: la (etno)historia de Franklin Pease 73

    A los pocos das de su trnsito, como simblico cierre de una carrera tan notabley fecunda, apareca otra importante obra: Los incas: arte y smbolos (1999), compi-lacin de una serie de estudios de diferentes especialistas sobre la cultura material yla tecnologa incaica. Significativamente -y creemos que no por casualidad-, laintroduccin de Pease termina con una orgullosa reivindicacin del papel jugadopor la etnohistoria en los decisivos avances que se han dado durante los ltimosdecenios en el conocimiento del mundo inca y de la historia andina en general:

    "...La arqueologa y la antropologa han dado lugar a un renacer de los estudios andi-nos, especficamente cuando en la dcada de 1960 se hizo patente la presencia de unaperspectiva integradora: la etnohistoria. La palabra etnohistoria comenz a usarse enlos Andes en los trabajos de Luis E. Valcrcel, especialmente en el libro que reuni susclases universitarias sobre los Incas; lo titul "Etnohistoria del Per antiguo" (1959);desde sus inicios, la etnohistoria busc reunir las estrategias de los historiadores, an-troplogos y arquelogos, aunque a diferencia de otros pases americanos (Mxico,por ejemplo), surga ms cercana a la historia. El propio Valcrcel haba inaugurado elcriterio en la dcada de 1930, cuando llev a cabo trabajos arqueolgicos estrecha-mente vinculados con una atenta lectura de las crnicas en el Cuzco. La etnohistoriase desarroll en el Per partiendo de un reavivado inters por los lncas, aunque se ex-tendi despus a la Colonia. Hoya nadie le llama la atencin hablar de una historiaandina, vertebral en la conformacin de una historia del Per" (1999 [302]: Ll).

    Definitivamente, si hoy en da la historia andina ya no es considerada la historiamenor, oscura y extica de una poblacin vencida y marginal, sino parte fundantey fundamental de la historia del Per, eso se debe en grandsima medida a la obrade Franklin Pease G.Y.

    r

  • 74 Marco Curatola Petrocchi

    Bibliografa

    Fu~nt~simpr~sas 1980 [106], 1980 [111], 1980 [108],Cieza de Len 1984b. 1980 [103].1980 [104], 1981 [116],Diez de San Miguel 1964. 1981 [119],1981 [112],1981 [113]Gama 1974. 1981 [118].1982 [131].1982 [127].Garca 1981. 1983-84 [135]. 1983 [134].Guamn Poma de Ayala 1956. 1969, 1983 [132]. 1983 [133], 1984 [144].

    1980,1993. 1984 [147], 1984 [140]. 1984 [142].Lpez de Gmara 1993. 1985 [150]. 1985 [155]. 1985 [149].Pease G.Y.. ed. 1973 [55a]. 1977 [65], 1985 [152], 1986 [160].1986 [163],

    1982 [126],1984 [141]. 1986 [164].1987 [169].1987 [64],RamrezValverde 1970. 1987 [168].1988 [176].1988 [175].Zrate 1995. 1988 [174]. 1988 [179]. 1988 [181].

    1989 [183]. 1989 [187a]. 1989 [185].Fu~nt~ss~cundarias 1990-92 [192],1990 [190].Castelli Gonzlez y Crespo 1999. 1990 [194]. 1991-1992 [219].Cook 1982. 1991 [207].1991 [197].1991 [199].Flores Ochoa 1970.1973. 1992 [211]. 1992 [217],1992 [216].Hampe Martnez 1989. 1992 [214], 1992 [213]. 1992 [210].Millones Santa Gadea 1965. 1992 [222], 1992 [220]. 1992 [218].Mir Quesada. Pease y Sobtevilla, eds. 1992 [209], 1993 [227]. 1993 [224],

    1978 [85]. 1994 [239].1994 [256], 1994 [250],Mould de Pease 1999. 1994 [247].1994 [2421, 1994 [244],Murra 1970. 1972. 1994 [256a]. 1995 [266]. 1995 [257],Pease G.Y. 1959 [1]. 1963-65 [4]. 1995 [261]. 1995 [262], 1995 [270],

    1964 [6]. 1964 [7].1965 [8]. 1996 [272].1996 [273].1996 [274].1965 [9]. 1965 [11], 1965 [13]. 1997 [280]. 1997 [281]. 1998 [292].1965-67 [16]. 1966 [18]. 1998 [292a], 1998 [293]. 1998 [294].1967-68 [22]. 1967 [19].1967 [21], 1999 [304], 1999 [302],2000 [308],68 [26]. 1969 [36], 1968-69 [31]. 2000 [311a]. 2000 [312], 2002 [313].1969 [35]. 1970 [46].1970 [43]. 2002 [314]1970 [45]. 1970 [44],1972-73 [51a]. Pease G.Y.. ed.. 2000 [311].1972 [50],1973 [52]. 1973 [54]. Pease G.Y., dir., 1998.1974 [57}. 1975 [59].1976-77 [64]. Pease G.Y. y Bonavia 1999 [303].1977 [66]. 1977 [77],1977 [82a], Pease G.Y. y Cook 1975 [60].1978 [83].. 1978 [86]. 1978 [84]. Prez Zevallos y Prez Golln, comps..1979-80 [93]. 1979 [94].1979 [95}, 1987.1979 [92]. 1979 [96]. 1980 [105]. Porras Barrenechea 1954, 1962, 1986.

    Zuidema 1964,1965.