Francisco De Aldana

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Gabriela Zayas De Lille IES Leonardo da Vinci Sant Cugat del Vallès 2007 Francisco de Aldana

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Aldana, uno de los grandes poetas españoles del Renacimiento.

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Gabriela Zayas De LilleIES Leonardo da VinciSant Cugat del Vallès

2007

Francisco de Aldana

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Aldana nació en Nápoles en 1537. Vivió muchos años en Florencia, donde estudió lenguas clásicas, literatura antigua, retórica y poética, y frecuentó los círculos italianos más cultos. Fue poeta y soldado. Como poeta fue tan alabado que le apodaron el Divino. Aun prestando sus servicios como militar, siempre deseó consagrarse a la vida contemplativa con Arias Montano y otros humanistas. Participó en la batalla de San Quintín y, ya como general de Artillería, luchó en el sitio de Harlem, donde fue herido. Residió después en Florencia, donde perfeccionó su formación y continuó su obra.

Nápoles

Florencia

Harlem, en Flandes

Vida

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Muerte

El rey don Sebastián

Aldana quería retirarse de la vida activa militar para dedicar la vida a la filosofía y a la vida cntemplativa,

pero Felipe II lo envió como delegado suyo al servicio del Rey de Portugal, su sobrino.

Aldana murió luchando contra los musulmanes en la batalla de Alcazarquivir. Se cuenta que, una vez descabalgado,

rechazó el auxilio de sus compañeros de armas y exclamó : “Señores, ya no es hora sino de morir, aunque sea a pie”;

desenvainó la espada y se adentró en la refriega.

Su cadáver, igual que el del rey Don Sebastián, nunca fue recuperado.

Batalla de AlcazarquivirFecha4 de Agosto de 1578LugarAlcazarquivir, MarruecosResultadoLos tres reyes combatientes mueren.

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Obra de Aldana: Venus, Marte, Filosofía

Venus y Marte de Sandro Boticelli

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Venus

Aldana es el poeta que con mejor fortuna ha descrito lo erótico, llevando más allá de sus límites la línea garcilasiana en sonetos como el XII, atípico en la literatura española.

Eros y Psyche por Antonio Canova

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"¿Cuál es la causa, mi Damón, que estandoen la lucha de amor juntos trabadoscon lenguas, brazos, pies y encadenadoscual vid que entre el jazmín se va enredandoy que el vital aliento ambos tomandoen nuestros labios, de chupar cansados,en medio a tanto bien somos forzadosllorar y suspirar de cuando en cuando?""Amor, mi Filis bella, que allá dentronuestras almas juntó, quiere en su fragualos cuerpos ajuntar también tan fuerteque no pudiendo, como esponja el agua,pasar del alma al dulce amado centro,llora el velo mortal su avara suerte."

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Marte

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Otro aquí no se ve que, frente a frente,animoso escuadrón moverse guerra,sangriento humor teñir la verde tierray tras honroso fin correr la gente.

Este es el dulce son que acá se siente:"¡España, Santiago, cierra, cierra!"y por süave olor, que el aire atierra,humo que azufre da con llama ardiente.

El gusto envuelto va tras corrompidaagua, y el tacto sólo apalpa y halladuro trofeo de acero ensangrentado,

hueso en astilla, en él carne molida,despedazado arnés, rasgada malla:¡oh sólo de hombres digno y noble estado!

Marte, por Velázquez

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POCOS TERCETOS ESCRITOS A UN AMIGO

  Mientras estáis allá con tierno celo, de oro, de seda y púrpura cubriendo el de vuestra alma vil terrestre velo,

  sayo de hierro acá yo estoy vistiendo, cota de acero, arnés, yelmo luciente, que un claro espejo al sol voy pareciendo.

  Mientras andáis allá lascivamente con flores de azahar, con agua clara los pulsos refrescando, ojos y frente,

  yo de honroso sudor cubro mi cara y de sangre enemiga el brazo tiño cuando con más furor muerte dispara.

  Mientras que a cada cual con su desiño urdiendo andáis allá mil trampantojos, manchada el alma más que piel de armiño,

  yo voy acá y allá, puestos los ojos en muerte dar al que tener se gloria del ibero valor ricos despojos.

Mientras andáis allá con la memoria llena de las blanduras de Cupido, publicando de vos llorosa historia,

  yo voy aca de furia combatido, de aspereza y desdén, lleno de gana que Ludovico al fin quede vencido.

  Mientras cual nuevo sol por la mañana todo compuesto andáis ventaneando en haca, sin parar, lucia y galana,

  yo voy sobre un jinete acá saltando el andén, el barranco, el foso, el lodo, al cercano enemigo amenazando.

  Mientras andáis allá metido todo en conocer la dama, o linda o fea, buscando introducción por diestro modo,

  yo reconozco el sitio y la trinchera deste profano a Dios vil enemigo, sin que la muerte al ojo estorbo sea.

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Fragmentos de la epístola a Arias Montano

Oficio militar profeso y hago, baja condenación de mi ventura que al alma dos infiernos da por pago.

 Los huesos y la sangre que natura me dio para vivir, no poca parte dellos y della he dado a la locura,

 mientras el pecho al desenvuelto Marte tan libre di que sin mi daño puede, hablando la verdad, ser muda el arte.

 Y el rico galardón que se concede a mi (llámola así) ciega porfía es que por ciego y porfiado quede.

 No digo más sobre esto, que podría cosas decir que un mármol deshiciese en el piadoso humor que el ojo envía,

 y callaré las causas de interese, no sé si justo o injusto, que en alguno hubo porque mi mal más largo fuese.

Benito Arias Montano

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Meditación y melancolía

La Melancolía de Durero

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El ímpetu cruel de mi destino,¡cómo me arroja miserablementede tierra en tierra, de una en otra gente,cerrando a mi quietud siempre el camino!

¡Oh, si tras tanto mal grave y contino,roto su velo mísero y doliente,el alma, con un vuelo diligente,volviese a la región de donde vino!

Iríame por el cielo en compañíadel alma de algún caro y dulce amigo,con quien hice común acá mi suerte;

¡oh, qué montón de cosas le diría!¡Cuáles y cuántas, sin temer castigode fortuna, de amor, de tiempo y muerte!

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Mil veces callo que romper deseoel cielo a gritos, y otras tantas tientodar a mi lengua voz y movimiento,que en silencio mortal yacer la veo.

Anda cual velocísimo correopor dentro el alma el suelto pensamientocon alto y de dolor lloroso acento,casi en sombra de muerte un nuevo Orfeo.

No halla la memoria o la esperanzarastro de imagen dulce y deleitablecon que la voluntad viva segura:

cuanto en mí hallo es maldición que alcanza,muerte que tarda, llanto inconsolable,desdén del cielo, error de la ventura.

El blasfemo, de William Blake

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De la epístola a Arias Montano(fragmento)

Pienso torcer de la común carrera que sigue el vulgo y caminar derecho jornada de mi patria verdadera;

 entrarme en el secreto de mi pecho y platicar en él mi interior hombre, dó va, dó está, si vive, o qué se ha hecho.

 Y porque vano error más no me asombre, en algún alto y solitario nido pienso enterrar mi ser, mi vida y nombre

 y, como si no hubiera acá nacido, estarme allá, cual Eco, replicando al dulce son de Dios, del alma oído.

Inter artes et naturam, de Pierre Puvis de Chavannes