Francisco Castelló Aleu · Francisco Castelló Aleu SERVIDOR DE DIOS HASTA LA MUERTE Romuald M....

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Francisco Castelló Aleu SERVIDOR DE DIOS HASTA LA MUERTE Romuald M. Díaz Carbonell «Es ésta una biografía escrita con mucho amor a la par que con gran rigor al que el autor ha querido obligarse con mayor exigencia por tratarse de una vida que se quiere presentar como modelo para los demás. Hasta el momento de su muerte, la vida de este joven es completamente normal. Siguiéndola, se puede compro- bar cuanta razón tenía el obispo de Vic, Torras y Bages, cuando afirmaba que la santidad está en la normalidad. Su lectura nos animará a revivir la confianza de que podemos llegar a conseguir la heroicidad propia de los mártires y de los santos. Para ello bastará abrirse al Espíritu realizando con seriedad el quehacer cotidiano. Este fue el camino que siguió María. Hay que agradecer a Francisco Castelló que nos haya demos- trado que también puede ser el nuestro.» (Del prólogo de Ramón Malla) Francisco Castelló Aleu. Servidor de Dios hasta la muerte Romuald M. Díaz Carbonell Comissió Pro Canonització del Beat Francesc Castelló Publicacions de l’Abadia de Montserrat

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Francisco Castelló AleuSERVIDOR DE DIOS HASTA LA MUERTE

Romuald M. Díaz Carbonell

«Es ésta una biografía escrita con mucho amor a la par

que con gran rigor al que el autor ha querido obligarse

con mayor exigencia por tratarse de una vida que se

quiere presentar como modelo para los demás.

Hasta el momento de su muerte, la vida de este joven es

completamente normal. Siguiéndola, se puede compro-

bar cuanta razón tenía el obispo de Vic, Torras y Bages,

cuando afirmaba que la santidad está en la normalidad.

Su lectura nos animará a revivir la confianza de que

podemos llegar a conseguir la heroicidad propia de los

mártires y de los santos. Para ello bastará abrirse al

Espíritu realizando con seriedad el quehacer cotidiano.

Este fue el camino que siguió María.

Hay que agradecer a Francisco Castelló que nos haya demos-trado que también puede ser el nuestro.»(Del prólogo de Ramón Malla)

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