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    Fraccin RojaDebate y ruptura

    en el PRT-ERP

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    Esta coleccin

    El desarrollo de la lucha armada en la Argentina conoceun largo sendero que an los estudiosos del tema no handesandado en su real dimensin. Lejos de circunscribirse alos llamados aos de plomo conceptualizacin tan comncomo equvoca con la que suele sealarse a la dcada de1970 se extiende por lo menos una dcada hacia ambos la-dos del calendario. Tambin en trminos organizacionales lalucha armada en nuestro pas ha tenido una representacinque excede largamente al puado de organizaciones msconocidas, llegando a contener ms de treinta agrupacionesque hicieron propio de manera excluyente u ocasional laimplementacin del mtodo de lucha que nos ocupa.

    Poner en circulacin la historia, proyectos y actuacionesde estas guerrillas olvidadas intenta contribuir con la com-prensin de uno de los sujetos ms importantes de la pol-tica argentina reciente, a la vez que ahondar en un debatenecesario y siempre actual.

    *

    Fraccin RojaDebate y ruptura en el PRT-ERP

    Federico Cormick

    isbn:

    Diseo trineo comunicacin, www.trineo.com.arImpreso en Nuevo Offset, Viel 1444, C.A.B.A. Febrero, 2012

    Coleccin Guerrillas olvidadas de la ArgentinaRealizacin del colectivoEl Topo Blindado

    Editores: Esteban Campos y Federico Cormick Coordinador: Gabriel Rot

    [email protected]

    Est permitida la copia y utilizacin de la obra sin restricciones.Agradecemos la mencin de su autora.

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    Introduccin

    A nes de mayo de 1973, tras el copamiento de la Fbri-ca Argentina de Engranajes en Wilde y de la PetroqumicaSudamericana en La Plata, algunos medios comenzaron amostrar imgenes con la leyenda Fraccin Roja, indicativade una nueva organizacin poltico-militar actuante en nues-tro pas. La difusin nacional de la amante organizacinlleg poco despus, el 3 de junio de ese ao, cuando el em-presario Aarn Beilinson dio una conferencia de prensa condetalles sobre su secuestro, ocurrido once das atrs. Ademsde esa conferencia y el pago de 1.000 millones de pesos m/n,la Fraccin Roja (en adelante FR) impuso como condicinpara la liberacin del empresario la difusin de una extensasolicitada en donde se reivindicaba el hecho, se detallabanuna quincena de acciones iniciadas cinco meses antes y seexplicaba el origen y el ideario de la nueva organizacin.1

    En verdad, la conformacin y el inicio de sus accionesarmadas datan de enero de 1973, corolario de varios meses

    1 Qu es la Fraccin Roja del E.R.P., 3 de junio de 1973. Todoslos documentos de la Fraccin Roja citados se encuentran dispo-nibles en www.eltopoblindado.com

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    de disputas internas irresueltas en el seno del PartidoRevolucionario de los Trabajadores (PRT), la organizacinmadre, llevando a la ruptura de casi un centenar de militantesque, nalmente, formaron la FR del PRT-ERP. Su desarrolloposterior indica que a mediados de 1974, mientras un sectorse desprenda para aportar a la conformacin de la LigaComunista (LC), la mayora de lorojos adopt el nombre deLiga Comunista Revolucionaria (LCR). A inicios de 1975,en una trgica anticipacin a lo que sucedera luego con otrasorganizaciones, una serie de operativos represivos del gobiernode Isabel Pern culminaron con la cada de gran parte de sudireccin. El golpe precipit a la mermada LCR, a nes de1975, a incorporarse al Grupo Obrero Revolucionario (GOR)con el que comparta un proceso de discusin y acercamiento.

    En sus dos aos y medio de trayectoria, la FR realizuna treintena de acciones armadas de distinta envergadura,al tiempo que se plante desarrollar su inuencia sobre elfrente obrero y estudiantil. A nivel nacional inici acuer-dos polticos con otras organizaciones, mientras en el planointernacional tuvo una activa participacin en la Cuarta In-ternacional (CI), enmarcndose en la lnea mayoritaria queencabezaba el belga Ernest Mandel. Adems, dej un im-portante registro de sus concepciones polticas en peridi-cos, revistas, volantes, comunicados y documentos internos,en los que pueden apreciarse su caracterizacin de la situa-cin nacional y el nivel alcanzado por la lucha revoluciona-ria, evaluaciones del peronismo y las fuerzas de la izquierda,deniciones sobre el movimiento obrero, valoraciones de lasdistintas formas de lucha armada, y concepciones sobre elproceso revolucionario mundial, entre otros tantos temas.

    Por su origen y formacin, por su anidad internacional ypor sus vnculos locales, la experiencia de la FR echa luzsobre distintas historias signicativas de los aos setenta.Por un lado, contribuye a profundizar aspectos de la historiadel PRT, plantendose como continuadores de su tradicin y su accin, hasta el punto de considerarse durante un ao y medio como su fraccin y reclamar la convocatoria a unVI Congreso partidario. Por supuesto, la visin parcial dela FR sobre el PRT no puede dar cuenta, por s misma, dela historia de la organizacin poltico militar marxista msimportante de la Argentina, pero s interpela aspectos desu prctica que no siempre han sido apreciados en toda sumagnitud y que contribuyen a obtener una visin ms inte-gral y compleja del PRT-ERP.

    Por otra parte, la experiencia de la FR ilumina el lugarocupado por todo un sector del trotskismo que, durante losaos sesenta y setenta, se estableci como su corriente ma- yoritaria y dirigi el Secretariado Unicado de la CuartaInternacional, corriente que reivindicaba el desarrollo de lalucha armada y apoyaba a distintas organizaciones polticomilitares, enfrentndose a otras tendencias del trotskismocomo el morenismo o el lambertismo.

    En este marco, adems, la historia de la FR roza la deotras organizaciones armadas argentinas cercanas al trots-kismo, tan o an ms olvidadas, como fueron el GOR, Es-partaco, Patria Socialista, o los grupos continuadores de losrojos,la Liga Comunista y la Liga Comunista Revoluciona-ria. La mayora de estas organizaciones an aguardan inves-tigaciones que visibilicen su accionar.

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    Todas ellas constituyen historias que marcan el contornode nuestra historia central, en donde trataremos de recu-perar la praxis de una organizacin que, como varias otras,particip activamente del proceso de lucha de los aos se-tenta, con la intencin de dar impulso a la revolucin por elsocialismo en la Argentina. Como sucedi con los integran-tes de numerosas organizaciones revolucionarias, tambinmilitantes de la FR cayeron combatiendo por una sociedadsin explotacin.

    Sirva este libro como homenaje a todos ellos, y a todoslos que en la actualidad recuperan el enorme aporte revolu-cionario que dej la generacin del setenta.

    El trotskismo armado

    En el primer nmero deCombate , rgano ocial de la FR,se sealaba:

    La FR ha asumido la lucha guerrillera como una estrate- gia de poder. Su objetivo estratgico es el Poder Obrero yel Socialismo, es decir, la destruccin de la burguesa y sus fuerzas represivas, la toma del poder por la clase obrera y la instauracin de la Dictadura del Proletariado, de lademocracia de los consejos obreros.2

    La opcin por la lucha armada era una derivacin desu opcin poltica en defensa del trotskismo y de la CuartaInternacional, y con ellos, de una tradicin revolucionaria

    2 Porque seguiremos combatiendo,Combate N 1, 15 de agostode 1973.

    que reivindicaba al Che Guevara como el mximo referentelatinoamericano:

    Hombres de accin, verdaderos dirigentes revolucionarios, fueron tanto Trotsky como el Che Guevara. No solamenteen la conduccin del Ejrcito Rojo y del Ejrcito Rebelde,respectivamente, sino tambin en la experiencia creado-ra de la construccin del socialismo. Como luchadores ocomo hombres de Estado su coherencia revolucionaria esla misma.()Los marxistas revolucionarios de la IV Internacional se cuentan entre esos miles de hombres cons-cientes para quienes Trotsky y el Che se han convertido enbanderas y armas de lucha.3

    El planteo chocaba con el de otras tendencias del trots-kismo, crticas de la lucha armada, a las que la FR endilgarsu responsabilidad en la desacreditacin del trotskismo tan-to por sus posiciones como por sus actitudes, evidenciandola heterognea composicin de esa corriente.

    En un principio el trotskismo se conform en base alacuerdo sobre algunas posiciones fundamentales al interiorde la tradicin marxista. Desde mediados de los aos veinte Trotsky se enfrent a Stalin tanto por su poltica de burocra-tizacin y represin en la URSS, como por el abandono delimpulso revolucionario mundial, cristalizado en la doctrinadelsocialismo en un slo pas . El bagaje poltico y terico, y elpeso moral de Trotsky, que haba enfrentado casi en soledad

    3 Presentacin,Cuarta Internacional N 2, octubre de 1973.

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    la avanzada stalinista, contribuyeron a condensar el estrecho y heterogneo mundo de sus seguidores que se planteabanmantener viva la llama del marxismo.

    Tras el asesinato de Trotsky en 1940, el marco de recom-posicin capitalista y decoexistencia pacca que sigui a la Se-gunda Guerra Mundial, encontr a la corriente heredera dellder bolchevique en una situacin de incertidumbre y fragili-dad. Las posiciones comunes en defensa de la independenciade la clase trabajadora y en oposicin al stalinismo no erancondicin suciente para un trabajo conjunto ente militantes y grupos que, sin ningn centro poltico de peso que los enco-lumnara, hacan lecturas muy distintas de la realidad, del lega-do de Trotsky y de las tareas que ellos mismos deban asumir.4

    Fue el reanimamiento de la lucha de clases a nivel mun-dial, el desarrollo de la lucha en el Tercer Mundo, y sobretodo el triunfo de la revolucin cubana y su posterior de-nicin socialista en 1961, lo que empuj a la concentra-cin de una parte importante de las diferentes tendenciasdel trotskismo bajo una misma direccin, cristalizada en laconformacin del Secretariado Unicado de la Cuarta In-ternacional en 1963.5 La direccin de la Cuarta Internacio-

    4 El proceso de fraccionamiento se cristaliz en 1953, luego delIII Congreso de la Cuarta Internacional y el establecimiento dedos polos centrales de conuencia de los seguidores de Trotsky:el Comit Internacional de la Cuarta Internacional y el Secreta-riado Internacional, dirigidos por Pierre Lambert y Michel Pablorespectivamente.

    5 La caracterizacin sobre la revolucin cubana fue denitoria.En el Comit Internacional, la Socialist Labour League (SLL)de Gran Bretaa y el Parti Communiste Internationaliste (PCI)francs de Lambert no reconocieron el carcter revolucionario delproceso cubano. En cambio, el Socialist Workers Party (SWP) de

    nal estuvo desde entonces a cargo de Mandel, uno de losdirigentes ms comprometidos con el proceso cubano, y quetuvo una importante participacin en el debate econmicoiniciado en 1963, respaldando las posiciones del Che contralas tendencias anes al PCUS.6

    El contexto internacional estaba marcado por el antece-dente de la revolucin china y de las guerras de liberacinanticoloniales de Asia y frica, as como por la difusincada vez mayor de la guerrilla en Amrica Latina, todo locual puso en el centro del debate del trotskismo la conside-racin sobre la lucha armada.

    Las tendencias contrarias a esta orientacin hacan hin-capi en algunos planteos de Trotsky, sobre todo en la crticaal terrorismo individual. Tambin en su nfasis en el desa-rrollo de masas y en la concepcin de un partido marxistaamplio que Trotsky haba defendido tanto en sus polmicascon Lenin de los primeros aos, como al intentar que sucorriente formara parte de partidos ms amplios en Europa y EE.UU., en sus ltimos aos. Estas posiciones las contras-taban con las expresiones de lucha armada a las que seala-ban como foquistas, pequeoburguesas, vanguardistas

    EE.UU. y el Secretariado Latinoamericano del Trotskismo Orto-doxo (SLATO), encabezado por Nahuel Moreno, acabaron porapoyarla. Estas fuerzas se integraron con el grueso del Secreta-riado Internacional que reconoca a Cuba como un estado obre-ro, exceptuando a J. Posadas y su Bur Latinoamericano (BLA). Juntos formaron el Secretariado Unicado en 1963, plantendosecomo continuadores de una Cuarta Internacional reunicada.

    6 Mandel, Ernest, Las categoras mercantiles en el periodo detransicin y El debate econmico en Cuba 1963-1964,Nues-tra Industria Revista Econmica N 7, junio de 1964, Cuba yPartisans N 37, 1967, Francia.

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    y aventureras. Esta orientacin la sostenan organizacionesque se nuclearon por fuera del Secretariado Unicado,7 ytambin grupos que formaron la tendencia Minora dentrode la CI, en contraposicin con la Mayora mandelista.8 D-cadas ms tarde, las expresiones crticas del mandelismo pa-saron a ser predominantes, y fueron las que confeccionaronlas versiones ms difundidas sobre la historia del trotskismolatinoamericano y argentino.9

    Para los defensores de la lucha armada era muy distintala lectura sobre la tradicin marxista y el legado de Trotsky.Sealaban que ste haba abandonado sus crticas a Leninsobre el partido, incorporndose al bolchevismo. Y que eneste partido de revolucionarios haba ocupando el segundolugar junto a Lenin, cumpliendo un papel central en la tomadel poder desde la presidencia del Soviet de Petrogrado ycomo jefe del Comit Militar de los bolcheviques, convir-tindose en uno de los cuadros militares ms importantes

    7 Por fuera del Secretariado Unicado se form en 1971 el Comitde Organizacin por la Reconstruccin de la Cuarta Internacional(CORCI) encabezado por la Organisation Communiste Interna-tionaliste (OCI) de Lambert, e integrado por el Partido Obrero Re- volucionario (POR) boliviano de G. Lora, y Poltica Obrera (PO)de J. Altamira en la Argentina. Para esta corriente,la Cuarta Inter-nacional se ha convertido en tribuna de las posiciones del foco guerrillero yagente de provocacin. Coggiola, Osvaldo,Historia del rotskismoen Argentina y Amrica Latina , Buenos Aires, RyR, 2006.

    8 La tendencia Minora fue encabezada por Joseph Hansen (SWP),el peruano Hugo Blanco y Nahuel Moreno del PST. Considera-ban que el IX Congreso de 1968 la mayora abandonaron el conceptomarxista de la lucha armada, sustituyndolo por el de Guevara , NahuelMoreno, Ernesto Gonzlez, Hugo Blanco, Peter Camejo y JosephHansen, Argentina y Bolivia: un balance, diciembre de 1972.

    9 Coggiola, O., op.cit., y Gonzlez, E,El trotskismo obrero e in-ternacionalista en la Argentina , Bs.As., Pluma, 2006.

    del nuevo estado obrero, por lo que asumi la organizacin ydireccin del Ejrcito Rojo contra las guardias blancas con-trarrevolucionarias. Marcaban, adems, una continuidad delas posiciones de Trotsky en relacin a la violencia revolu-cionaria, resaltando sus planteos en pos de la accin armadaen la Guerra Civil espaola o en el mismo Programa de Transicin, texto fundacional de la Cuarta Internacional en1938, donde se propone el armamento obrero.10

    Siguiendo esta perspectiva, la corriente que lideraba Man-del no conceba a la lucha armada como algo contrapuestoa la organizacin de masas y a la construccin partidaria,sino que vea en el ascenso guerrillero latinoamericano unpotencial revolucionario que deba extenderse y organizarse.As, la defensa de posiciones de clase y la estructuracin deuna vanguardia poltica organizada en partido no aparecancomo la contraparte de la lucha armada, sino como su marconecesario, o al menos preferible, para un ms rme desarrollorevolucionario. El mtodo de la guerrilla era concebido comouna forma concreta en que se desarrollaba la violencia revo-lucionaria en el contexto de las luchas por el poder en Am-rica Latina y el Tercer Mundo, que deba ser articulado conformas de organizacin poltica y de desarrollo de masas.

    A partir de estas consideraciones, el trotskismo mande-lista se identic principalmente con la gura del Che Gue- vara, a quien seal como el ala izquierda de la revolucincubana. Esta caracterizacin se deba principalmente a su10 El Programa de Transicin seala:Las bandas fascistas slo pueden

    ser contrarrestadas victoriosamente por los destacamentos de obrerosarmados () En todas partes donde sea posible, empezando por lasorganizaciones juveniles, es preciso constituir prcticamente miliciasde autodefensa, adiestrndolas en el manejo de armas.

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    concepcin internacionalista de la revolucin (expresada ensu intervencin pblica en defensa de la lucha en Vietnam y en su prctica para la extensin global de la revolucin), asu actividad enfrentada con las prcticas burocrticas dentrode Cuba, a su autonoma frente a la URSS y China (a losque lleg a enfrentar por el caso de Vietnam), al posicio-namiento sobre el carcter socialista de la revolucin y laabierta desconanza frente a los intentos de alianzas con lasburguesas nacionales.

    Estas concepciones fueron explicitadas en 1968, en el 9Congreso Mundial de la CI, donde se armaba que AmricaLatina ha entrado en un perodo de explosiones y conictos re-volucionarios, de lucha armada en diferentes niveles contra lasclases dominantes nativas y de guerra civil prolongada a escalacontinental.11 Segn decan, esa poltica latinoamericana de-ba enmarcarse en un proceso de lucha a nivel mundial quetrataba deoponer una estrategia revolucionaria internacional ala accin del imperialismo y la burocracia, de poner en prcticauna crtica radical del reformismo, de enlazar la revolucin co-lonial, la revolucin en los pases capitalistas desarrollados y larevolucin poltica en los Estados obreros burocratizados .12 Conestas concepciones, la corriente mandelista se fue nutrien-do con una serie de partidos de distintas latitudes, en don-de haba organizaciones como la Liga Comunista francesa(LCF) formada por la conuencia de sectores de la juventudguevarista y un pequeo partido de origen trotskista, y la

    11 Resolution on Latin America,Intercontinental Press , 14 de julio de 1969, p. 718. Citado en: Moreno y otros, 1972.

    12 Pierre Rousset, 10 Congreso Mundial de la IV Internacional, Revista Cuarta Internacional N 4-5, junio de 1974.

    Liga Comunista Revolucionaria (LCR) de Espaa, a la quese integr una fraccin marxista de la ETA vasca, llama-da ETA VI. Del mismo modo, en Amrica Latina, la CItuvo inuencia en algunos pases, como se vio en la forma-cin original del Movimiento de Izquierda Revolucionaria(MIR) chileno en 1965, en la tendencia del Partido ObreroRevolucionario (POR) que dirigi Gonzlez Moscoso, y enla organizacin del Partido Obrero Comunista de Brasil.

    En este contexto, en la Argentina, la Internacional se re-lacion principalmente con el PRT, manteniendo el vnculocon la FR luego de 1973.

    El PRT y el trotskismo

    Creo que fue la primera vez que lo llevan en cana al negro San-tuchorecuerda un antiguo militante del PRTResulta queel juez, en el interrogatorio que le hace, le dice: as que ustedesson comunistas?... Dice, Nooo... nosotros somos trotskistas!.13 La ancdota, en que el mximo jefe del PRT trataba dediferenciarse del Partido Comunista, reeja la naturalidadcon que se reconoca al trotskismo en ese partido. Inclusoaquellos autores que lamentan esta inuencia, admiten queen la organizacin dirigida por Santucho haba unaampliahegemona del trotskismo, con sus principales puntos de vistaideolgicos y polticos y con la adhesin, como lial argentina, ala IV internacional.14 13 Entrevista a Humberto Pedregoza, militante del PRT-ERP, en

    el lmGaviotas Blindadas N 1, Mascar, 2006.14 Mattini, Luis,Hombres y Mujeres del PR -ERP ,La Plata, De

    la campana, 2007, p. 41. Desde 1977 Mattini fue el mximo refe-rente del sector del PRT que impulso el acercamiento al PCUS.

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    Esta orientacin se cristaliz desde los primeros aos.El PRT se fund en 1965 a partir del acuerdo entre el

    Frente Revolucionario Indoamericanista y Popular (FRIP)dirigido por los hermanos Santucho, y Palabra Obrera (PO)encabezado por Nahuel Moreno. As, el indigenismo y an-timperialismo del primero y la tradicin trotskista del se-gundo, se fundieron para formar un partido revolucionarioque impulse la lucha armada para alcanzar el socialismo enla Argentina. Al ao siguiente, en su segundo congreso, elPRT formaliz su participacin en la Internacional que en-cabezaba Mandel. Luego de tres aos de recorrido, las ten-dencias de Santucho y de Moreno se enfrentaron. En 1968Moreno abandon denitivamente la perspectiva de la lu-cha armada y se reorganiz, primero en el PRT-La Verdad yluego en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST).

    Desprendido de Moreno y su grupo, el PRT denomi-nado El Combatiente para diferenciarse del morenismomantuvo una importante referencia y vinculacin con eltrotskismo y su internacional.

    Pero el inujo del trotskismo no era exclusivo. La recu-peracin del pensamiento del Che Guevara y la inuenciade la revolucin cubana, a lo que globalmente catalogabancomo castrismo, el aporte de los vietnamitas Ho Chi Minh y Giap, y la reivindicacin del maosmo y la revolucin chi-na, estaban presentes en el ideario partidario.

    Estas concepciones se plasmaron en el IV Congresodel PRT, realizado luego de la ruptura con Moreno. All,

    Ms tarde se integr al PC argentino, y a su CC en 1986. Su his-toria del PRT est marcada por una fuerte crtica a la inuenciadel trotskismo en el partido.

    a partir de un borrador presentado por Alejandro Dabat(Bernardo),15 Mario Roberto Santucho (Carlos Ram-rez), Helio Prieto (Juan Candela) y Oscar Prada (Ser-gio Domecq), redactaron El nico camino hasta el poderobrero y el socialismo, documento ocial del Congreso.A excepcin de Santucho, los otros dirigentes se habanformado en el trotskismo y venan de Palabra Obrera. Enel congreso fue signicativo el lugar que se le dio a Len Trotsky, quien form parte de la presidencia honoraria juntoal Che Guevara, ngel Bengochea y Nguyen Van Troi. Se-gn el Congreso, el PRT se consideraba parte y continuidaddel movimiento trotskista, del cual reivindicaba su progra-ma esencialmente correcto, su tradicin, y su predisposicincombativa para llevar adelante la lucha armada, criticandoa Moreno por no asumir esa tarea.16 Pero al mismo tiempo,el documento criticaba al movimiento trotskista por su faltade insercin de masas y la carencia de una estrategia para latoma del poder en los pasessemicoloniales del capitalismodependiente. En ese sentido, mientras tomaba principal-mente el programa trotskista, valoraba la experiencia prcti-ca de la formacin de un ejrcito popular y la toma del poderen China, y la estrategia de guerra popular y prolongada delmaosmo. As por ejemplo, se deca:15 Pozzi, Pablo, Por las sendas argentinas. El PR -ERP, la gue-

    rrilla marxista ,Buenos Aires, Imago Mundi, 2004, p. 90.16 Lo que es fundamental es que nuestro movimiento reivindic siempre

    la lucha armada, la necesidad de armar al proletariado y de crear nue-vos organismos armados de la clase obrera; a diferencia de algunos desus actuales epgonos que consideran ultraizquierdista todo intento deorganizar y preparar nuevos organismos armados en el seno de la claseobrera con lo cual se colocan varios pasos atrs de la vieja concepcinsocial-demcrata .

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    Trotsky y el trotskismo, desarrollaron la teora de la re-volucin permanente llegando a una comprensin msacabada de la complejidad y dinmica de los procesos so-ciales...(...) Trotsky y el trotskismo aportaron tambin almarxismo creadoramente su anlisis de la burocraciasovitica y a partir de l una ajustada teora del carcter y rol de los aparatos burocrticos.(...) Mao y el maosmocontinuaron el leninismo en la teora y la prctica de latoma del poder, que no es otra cosa que la aplicacin delmarxismo revolucionario a la situacin de un determina-do pas en la perspectiva del poder obrero.

    De esta forma, aunque se enmarc en la corriente y lainternacional trotskista, el PRT se plante alcanzar unauni-dad superior con el aporte del maosmo. Y en la bsqueda deesa sntesis, rescat la experiencia revolucionaria vietnamita y el aporte de la revolucin cubana. En este caso, la inuen-cia ms fuerte y evidente fue la del Che Guevara. De hecho,en el documento del Congreso, el apartado correspondientealcastrismo se centraba casi exclusivamente en el Mensaje alos pueblos del mundo a travs de la Tricontinental de abrilde 1967, en donde Guevara planteaba el carcter socialistade la revolucin, el mtodo de la lucha armada y la inviabi-lidad de las alianzas con la burguesa.

    Luego de la ruptura de 1968, tanto el PRT-La Verdadcomo el PRT-El Combatiente mantuvieron su adscripcina la Internacional y buscaron su reconocimiento, aunque ladireccin de la CI admiti la permanencia del primero sloen carcter de simpatizante, tras lo cual Moreno pas a con-formar la tendencia Minora dentro de la Internacional. La

    organizacin de Santucho, en cambio, fue reconocida porla CI como su seccin ocial en la Argentina, coincidiendocon su mayor anidad poltica.

    Aunque nunca tuvo un nivel de organicidad que lo llevea una subordinacin a la direccin de la CI, el PRT se in-corpor y particip activamente de la corriente mandelista,interviniendo con mayor compromiso que antes.

    De hecho, en 1968, cuadros de la primera lnea perretis-ta, como Mario Roberto Santucho, Luis Pujals y Pedro Bo-net, luego de haber estado en una escuela militar en Cuba, viajaron para entrevistarse con la direccin de la CI.

    En Francia, adems de conocer de primera mano elproceso de luchas de mayo de 1968 y la agitacin contra laguerra de Vietnam, avanzaron en sus discusiones con diri-gentes de la Internacional, como Mandel, Daniel Bensaid, Jean Pierre Beauvais y Hubert Krivine.17 Involucrado con laInternacional, el PRT particip de su IX Congreso realiza-do en diciembre de 1968, enviando como delegado a DanielChe Pereyra.

    A partir de 1968, con Prada como secretario general y San-tucho como responsable de las tareas militares, entre 150 y200 militantes del PRT se abocaron a la puesta en marcha dela lucha armada, algo que estaba en sintona con la lnea dela CI de construir partidos poltico-militares con inuenciade masas. As, en enero de 1969 se realiz el asalto al Bancode Escobar y ese ao se conformaron tambin los primeros

    17 Seoane, Mara, odo o nada. La historia secreta y la historiapblica del jefe guerrillero Mario Roberto Santucho , BuenosAires, Debolsillo, 2009; p. 105.

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    comandos. Tras las acciones iniciales y en un ao en que laclase obrera irrumpi con enormes y combativas moviliza-ciones como el Cordobazo y el Rosariazo, las discusionessobre las caractersticas que deba adquirir la lucha armadase profundizaron en la direccin, aunque sin ampliarse alconjunto del partido. La polmica abierta estall tras unaserie de cadas, iniciadas en octubre de 1969, hecho rotuladopor los ms crticos como el desastre de Tucumn.

    En 1970, como antesala al programado V Congreso par-tidario, se formaron tres tendencias. La tendencia Prole-taria, encabezada por Prada y Hugo Gonzlez, era la mspequea y la ms crtica de la lucha armada y acab por ale- jarse del partido. La tendencia Comunista tena algo msde peso, principalmente en la direccin, y estaba lideradapor Dabat, Prieto, el Che Pereyra y el Vasco Urretaviz-caya; crtica frente a la experiencia reciente del partido en lalucha armada, no planteaba abandonarla, sino rediscutir surelacin con las actividades de masas.18

    Ambas tendencias acusaban a Santucho y sus seguidoresde excesivo militarismo. En contraposicin, la tendenciaLeninista, mayoritaria y con Santucho como mximo refe-rente, reivindicaba la actuacin militar del partido, planteabala profundizacin de la lnea adoptada y acusaba a las otrastendencias de sindicalistas, neo-morenistas y de oponersea la lucha armada. Que varios militantes provenientes de latendencia comunista conformaran luego el GOR, una orga-nizacin poltico militar que realiz varias acciones armadas,

    18 Orero Cortina, Eudald,Grupo Obrero Revolucionario. Au-todefensa obrera y guerrilla , Buenos Aires, El Topo Blindado,2011, pp. 15-16.

    dejara en evidencia que el debate no poda reducirse a laaceptacin o negacin de la lucha armada, sino ms bien a suscaractersticas y su relacin con el movimiento obrero.19 Sinembargo la discusin no lleg a saldarse en trminos orgnicosdentro del PRT. Sin ninguna expectativa en la tendencia Pro-letaria y luego de lo que parece haber sido un intento fallido dealcanzar acuerdos con la direccin de la tendencia Comunista20 que peda la extensin del perodo pre-congreso para desple-gar esta discusin al interior del partido, el grupo encabezadopor Santucho sigui su propio curso y dispuso la realizacinde un nuevo Congreso, sin convocar a las otras tendencias, queconstituan cerca de un quinto de la organizacin.21

    En julio de 1970 el V Congreso del PRT avanz sobrelas tareas de lucha armada, al tiempo que actualiz su carac-terizacin de la situacin poltica y de las tareas de la revolu-cin. La CI apoy a Santucho y la realizacin del encuentropartidario. All no slo haba dos integrantes que estabanpor acuerdo con la Internacional, sino que uno de ellos, JoeBaxter, fue una de las guras centrales, redactor del docu-mento ocial y punto de apoyo de Santucho y su estrategia.

    19 Para un estudio del Grupo Obrero Revolucionario, Orero Corti-na, Eudald, op. cit.

    20 Dandan y Heguy dan detalles sobre una reunin preparatoriadel V Congreso en casa de la familia Gelter, donde an se ha-bra intentado acercar posiciones entre la tendencia Comunista y Leninista, Dandan, Alejandra y Heguy, Silvina, Joe Baxter.Del nazismo a la extrema izquierda. La historia secreta de unguerrillero, Buenos Aires, Norma, 2006; p. 290.

    21 Ortolani considera que para el V Congreso el PRT contaba conunos 150 militantes. Gorriarn Merlo duplica esa cifra y De San-tis estima unos 200 militantes. Pozzi seala que con la tendenciacomunista se fue cerca de un 15% de la militancia y con la proleta-ria entre un 2 y un 5%, incluyendo muchos cuadros de direccin.

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    La crtica a las tendencias Proletaria y Comunista fuesaldada con un recurso que desde entonces estar presenteen la vida partidaria: la teora de lalucha de clases en el senodel partido.22 De hecho, el documento ocial sealaba a esastendencias como representantes de la burguesa y la peque-a burguesa en el interior del partido, adjudicndole a latendencia de Santucho un carcter proletario, con lo cualdaba por resuelto el debate poltico sobre los distintos plan-teos de tctica y estrategia revolucionaria.

    El Congreso modic tambin la caracterizacin sobrela situacin argentina, considerando quela guerra civil revo-lucionaria ha comenzado. Es en este marco en que se denila formacin del Ejrcito Revolucionario del Pueblo (ERP),embrin del futuro Ejrcito revolucionario obrero y popular, en elque se pretenda incorporara todos aquellos elementos dispues-tos a combatir contra la dictadura militar y el imperialismo.

    Adems de volcarse de lleno a la profundizacin de lalucha armada, el PRT se forjaba en un marxismo cada vezmsheterodoxo,23 en donde al ya citado entrelazamiento decorrientes como el trotskismo, el guevarismo y el maosmo,el PRT adicionaba una cuota creciente de consignas antim-

    22 La lucha de clases en el Partido, cuyo ncleo es la contradiccin antag-nica pequea burguesa-proletariado, la lucha por la consolidacin delPartido como organizacin proletaria revolucionaria superando de-nitivamente su pasado pequeoburgus, sale abruptamente a la super- cie ante la represin en Tucumn, en los meses de octubre y noviembrede 1969. () El agente introductor de las concepciones y mtodos bur- gueses y pequeoburgueses en el seno de las organizaciones revoluciona-rias es, principalmente, la intelectualidad revolucionaria, constituida por elementos provenientes de esas clases. El basamento proletario de un partido revolucionario, lo constituyen sus cuadros y militantes obreros.

    23 Pozzi, Pablo, op. cit. p. 85.

    perialistas o puramente patriticas.24 Aunque estas posicio-nes se alejaban de los acuerdos polticos de la CI sobre laindependencia de clase, algo que ms tarde admitira auto-crticamente la direccin mandelista, en el momento fueron vistas por la Internacional como una aplicacin tctica enel marco de profundos acuerdos estratgicos. De hecho, fueste el perodo de mayor acercamiento entre las direccionesdel PRT y la CI.

    Por el momento, al interior del PRT, la adscripcin altrotskismo y la permanencia en la Cuarta fue un tema fuer-temente discutido. Su aprobacin en el V Congreso se de-bi a la efusiva defensa por parte de importantes cuadros dedireccin del PRT, incluyendo al recin llegado Baxter y alpropio Santucho, cuya inuencia fue denitoria. Esto lle- v a que se incorpore en las resoluciones del Congreso unaMinuta sobre la Internacional elaborada por Santucho, endonde se sealaba:

    Como parte de su lucha contra el stalinismo, Len Trotskymantuvo en alto la bandera marxista-leninista del in-ternacionalismo revolucionario, bandera que hoy here-damos, que mantiene la IV Internacional y que debemoslevantar y agitar sin tapujos, sin temores, como cuadra arevolucionarios proletarios.

    24 El programa del ERP planteabala liberacin nacional y social apartir de medidas que alcanzaban la expropiacin del gran capital y la supresin del ejrcito burgus. Sus ribetes ms nacionalistasincluan la exaltacin de San Martn y la convocatoria a losmili-tares patriotas para que abandonenlos rganos represivos y se incor-poren al ERP, prometiendo el respeto de su grado y antigedad.

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    An as, se consideraba tambin que El movimiento trots-kysta, es necesario aclararlo, agrupa a sectores heterogneos. Desdeaventureros contrarrevolucionarios que se sirven de su bandera pros-tituyndola hasta consecuentes revolucionarios, y se conclua que latarea del partido era participar en la disputa para conseguir unaacertada orientacin de la Cuarta Internacional y avanzar conella haciala formacin del nuevo partido revolucionario interna-cional, basado en los partidos chino, cubano, coreano, vietnamita yalbans, y en las organizaciones hermanas que combaten revolucio-nariamente contra el capitalismo y el imperialismo en cada pas .

    De esta forma, el PRT sali de su V Congreso ratican-do su adscripcin a la CI, una impronta que marc presenciaan en los siguientes aos. Un punto importante en estesentido fue el hecho de que algunos destacados dirigentesy que eran de los pocos con amplia experiencia partida-ria junto a Santucho, adscriban a la corriente heredera de Trotsky, como era el caso de Pujals y Bonet. Ambos fueronluego reivindicados por la FR y la Cuarta Internacional.

    El aco Luis Enrique Pujals, se convirti, de hecho, enel segundo hombre del PRT. Contaba con una amplia tra- yectoria desde su integracin a Palabra Obrera en 1961, quelo haba llevado a participar de todos los congreso del PRT,desde su fundacin hasta el V Congreso, siendo integrantedel Comit Central y del Comit Ejecutivo del partido. Ha-ba tenido responsabilidades polticas y militares en Rosario y luego en Buenos Aires. Incansable impulsor de la organi-zacin del movimiento obrero escribira El papel de lossindicatos, publicado en El Combatiente en marzo de 1971, y luego como folleto en febrero de 1972, tambin era unconvencido de la necesidad del partido, un defensor de su

    actividad y discusin interna y un activo militante por el de-sarrollo de la va armada, de la que haba sido parte desde losprimeros intentos, en el ao 1966 en Rosario. Se haba entre-nado en Cuba y haba insistido en la necesidad de que lo ha-gan otros compaeros, an en el difcil perodo de mediadosde 1971, tras la detencin de Santucho, momento en que lmismo diriga operaciones como la toma de Gonet. Ademshaba estado en Europa con Santucho y Bonet, estableciendo vnculos con los principales interlocutores de la CI; fue tam-bin quien present el informe internacional al V Congreso.Pujals fue secuestrado el 17 de septiembre de 1971, convir-tindose en el primer desaparecido del PRT-ERP.25

    El otro cuadro destacado que se encolumnaba en eltrotskismo era el Indio Pedro Bonet. Proveniente de Pa-labra Obrera, haba trabajado en las fbricas Sudamtex yNestl y asumido una responsabilidad de primer nivel en laorganizacin de la lucha armada. Entrenado en Cuba, fueel responsable militar de la regional Buenos Aires, donderealiz y organiz numerosas acciones. Integrado al ComitCentral y al Comit Ejecutivo, viaj con Santucho y Pujalsa Europa para relacionarse con la Internacional y fue el de-fensor ms efusivo de la permanencia del partido en la CIdurante el V Congreso. Luego de ser detenido a principiosde 1971, estuvo preso en Devoto y luego en Rawson. Allfue el responsable de la segunda lnea en la fuga del penal yel vocero del PRT en la conferencia que dieron los fugadosque tomaron el aeropuerto y que luego fueron fusilados porla dictadura en la masacre de Trelew.

    25 Segn Mattini, puede decirse que su cada signicaba la cada de lamitad de la Direccin, op. cit. p. 88.

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    La sola existencia de este perl de dirigentes en el senodel PRT, y la incidencia que efectivamente tuvieron en lasdeniciones polticas, es demostrativa de la importancia quetena an en este perodo el trotskismo en el partido, delcual hacan parte otros cuadros destacados como LeandroFote, dirigente obrero azucarero de Tucumn, y Luis Or-tolani, quien sistematiz algunas de las posiciones polticasdel PRT en relacin al peronismo, siguiendo la lectura deMilcades Pea.26

    Del mismo modo, su ausencia tambin dar el marcopara un distanciamiento mayor con la CI. Baste recordarque en el V Congreso, en un principio haban sido slo cin-co los militantes que argumentaron por la permanencia enla Internacional. Pero dos aos despus, los ms vinculadosa la Cuarta, Pujals y Bonet, haban cado en la lucha, al igualque Jorge Alejandro Ulla, tambin fusilado en Trelew. Delos dos restantes, uno era Baxter, que para entonces habaperdido toda autoridad, y el otro Santucho, cuya posicincon respecto a la CI se modic en estos aos.

    Ms all de los cuadros propios comprometidos con eltrotskismo, el PRT impuls la entrada de militantes per-tenecientes o vinculados con la CI. Ejemplo de ello fue laincorporacin de Baxter en 1970, cuya entrada fue avaladapor los revolucionarios cubanos, vietnamitas y tambin porla propia CI. Baxter, junto a otro militante de sobrenombreDiego fueron los dos perretistas vinculados a la Interna-cional que participaron en el V Congreso, y estuvieron en laorganizacin hasta 1972.

    26 Julio Parra (seudnimo), El Peronismo, Buenos Aires, Edicio-nes El Combatiente, 1971.

    A su vez, en los aos siguientes, entre los encuentros rea-lizados por representantes del PRT y de la Internacional,algunos dirigentes como Livio Maitn visitaron al partido,27 y otros permanecieron un tiempo involucrndose en la acti- vidad poltica y militar del PRT, como es el caso del francsHubert Krivine (Sandor), protagonista de los primeroschoques entre la direccin perretista y la CI. Krivine llegen agosto de 1971 y desde entonces particip en reunionesbilaterales y del Comit Ejecutivo partidario, integr la di-reccin del frente estudiantil,28 y se sum a la accin armada,como la toma de Gonnet, en las afueras de La Plata, el 12 deagosto de 1971. En este perodo se empezaron a abrir discu-siones entre el PRT y la CI, aunque raticando la voluntadde mantener y fortalecer sus lazos. Tambin por entoncesSandor acord con la direccin del PRT la incorporacinde varios militantes brasileos del Partido Obrero Comu-nista (POC) Combate de Brasil, miembro de la Internacio-nal, que se encontraban exiliados en Europa y comenzarona llegar en septiembre de 1971. Estos militantes, que se in-tegraron en la dinmica partidaria desarrollando principal-mente acciones armadas, luego se convirtieron en foco de lasdiscusiones que llevaron al fraccionamiento de 1973.

    Contradicciones en los primeros setenta

    En la segunda mitad de 1970, ya cohesionado tras el V Con-greso, el PRT se plante poner en marcha el ERP, para lo

    27 PRT, Boletn interno N34: Informe sobre un trabajo fraccio-nal, 27 de diciembre de 1972.

    28 Dandan y Heguy, op. cit. pp. 306-307.

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    cual contaba con el acuerdo y la participacin de militantes vinculados a la Cuarta Internacional. Dos aos ms tarde,sin embargo, el escenario sera muy distinto. Una vez ms, elbalance sobre la actividad poltica y militar no fue unvocoal interior del partido, como tampoco la evaluacin de lacoyuntura poltica nacional e internacional. Fue el marco enel cual se alejaron las direcciones del PRT y de la Interna-cional, y en el que el debate interno llev a la formacin decorrientes crticas y fracciones, una de las cuales formar laFR. Qu sucedi en estos dos aos?

    En primer lugar, el PRT vivi cierta reorientacin pol-tica, cuyo rasgo ms evidente fue la creciente incorporacinde concepciones de corte nacionalista que entraban en ten-sin con los planteos que en gran medida el partido venasosteniendo hasta el momento. Mientras en la concepcin y el lenguaje de tradicin socialista que primaba en el IVCongreso no haba lugar para la valoracin positiva de lasinstituciones de gobierno y la democracia parlamentaria,ahora se matizaba esas posiciones, sobre todo por mediodel ERP, y se fortaleca el perl nacionalista con consignascomoliberacin nacional y social y lasegunda y denitiva in-dependencia.Esta orientacin llev a una acalorada polmicaen el partido, cuando, en el marco de la discusin sobre lafutura coyuntura electoral, se difundi el volante El ERP alPueblo, de mayo de 1972. El volante deca:

    Se nos seala entonces como enemigos de la institucionali-zacin del pas, nada ms falso (...) Nosotros, interpretandoel sentir de la clase obrera y el pueblo, somos los ms rmesluchadores y defensores de un rgimen democrtico donde

    podamos participar en la construccin de nuestra Patria yen el bienestar de todos los hombres de nuestro pueblo() sihubiera libertad y democracia no tendramos que luchar losrevolucionarios en la clandestinidad ni apelar a las armas para llegar al triunfo() porque el ERP quiere imponeren nuestro pas un verdadero rgimen democrtico es quelucha junto al pueblo contra todas las formas de opresin.

    Como reconoce Mattini,La ola de indignacin internaque desat dicha publicacin fue enorme y sacudi a toda la mi-litancia.Casi todas las regionales reaccionaron crticamen-te, incluso varios cuadros que estaban presos. La regionalCrdoba elev una minuta sealando elabandono de la lnea poltica estratgica jada en el V Congreso, y una minuta dela regional Tucumn, enmarcaba en la misma lnea crtica,sealaba que el volante del ERP expresabala vacilacin de la pequea burguesa a la guerra y el socialismo.29

    El volante que provoc la polmica se enmarcaba en unatendencia ms general de cambios polticos impulsados en elPRT que, entre otras cosas, dejaba en evidencia la fuerte pre-sin que ejerca el peronismo en la coyuntura de los primerosaos setenta. Esto se expres en una tendencia interna quebuscaba un trabajo orientado al peronismo, planteando suapoyo a Cmpora, y que nalmente, a principios de 1973, seorganiz en forma independiente como ERP-22 de Agosto.

    En esa coyuntura preelectoral, la discusin sobre la posi-bilidad y las formas de la participacin parlamentaria tam-bin fue muy importante. El PRT vena de una posicin re-

    29 Mattini, op.cit, pp. 110-112.

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    ticente a ese tipo de intervencin y con una caracterizacinde los prximos comicios como una farsa electoral. Sinembargo, con el desarrollo del proceso poltico, se abrierondistintas posiciones.

    Una, orientada al camporismo, tena como principalimpulsor a Cacho Ventricci, miembro del bur poltico,responsable legal de la organizacin y uno de los futurosarticuladores del ERP-22 de Agosto. Otra, estimulada porSantucho y la direccin, planteaba la posibilidad de pre-sentar una frmula independiente del peronismo. Segn elPRT, para llevarla adelante seorienta la lnea de avanzar enla constitucin de los Comits de Base y preparar una corrienteobrera y popular de masas que salga al paso a la farsa propo-niendo candidatos de los trabajadores y el pueblo.30 Pero esatarea estaba a cargo de Ventricci, el responsable legal, lo quetrajo choques con la direccin, llevando incluso a ser des-plazado del Bur Poltico. En el marco de esta discusin,adems, la direccin lleg a sealar al PC y su EncuentroNacional de los Argentinos (ENA) comoaliados estratgi-cos , algo que fue criticado duramente por los representantesde las otras dos posiciones.31

    La direccin arremeti contra quienes rechazaban la in-tervencin parlamentaria tachndolos deultraizquierdistas ,posicin quese maniesta en las minutas de las regionales Cr-doba y Tucumn que cuestionan las resoluciones del CE y un vo-lante nacional en donde se plantea principalmente nuestra parti-

    30 PRT, Informe y balance de actividades del Comit Central, 1974.31 Segn Ventricci, la direccin del PRT y Santucho tiraban por

    la borda una vida en el trotskismo para coquetear con un irrelevantePartido Comunista , Mattini, op. cit, p. 105.

    cipacin en la lucha democrtica.32 Tambin en la Regional Sur,donde surgi luego la FR, fue importante esta posicin.

    Los cambios polticos no fueron slo un asunto coyun-tural y domstico. Se enmarcaron en una perspectiva msgeneral, que en el plano internacional y estratgico implicun paulatino alejamiento de la Cuarta Internacional, la re- valoracin ejemplar de la revolucin vietnamita, la profun-dizacin del vnculo con Cuba y, con el tiempo, una posicinmenos tajante en la crtica a la URSS.

    Para esos aos el Partido Comunista de Cuba se habaacercado parcialmente a la URSS, expresado primero conel apoyo a la invasin sovitica a Checoslovaquia en 1968 y consolidado luego de que en 1970 no se alcanzaran lasmetas propuestas para la zafra, creciendo la dependenciaeconmica de Cuba frente a la URSS. Esa inuencia tuvorepercusiones en el PRT, impactando en algunas de sus de-niciones polticas, aunque sin que por ello abandone su in-dependencia ni deje de asumir orientaciones contrapuestascon las concepciones de la direccin cubana, evidenciado ensu tajante oposicin a los gobiernos peronistas y el sosteni-miento de la lucha armada luego de 1973, en contraste conlas posiciones de Fidel Castro. Por el momento, el PRT nose encolumn tras la orientacin cubana y, mucho menos,sovitica. Pero lo que s hizo fue tomar una posicin cada vez ms independiente de la CI y priorizar acuerdos queconsideraba ms provechosos para dar impulso a la lucharevolucionaria en Argentina y Amrica Latina, acercndoseal Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno

    32 PRT, Informe y balance de actividades del Comit Central, 1974.

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    litar se toma aislado de nuestra participacin en la lucha reivin-dicativa y de la construccin del Partido en los centros fabriles.34

    Esta centralidad de la lucha armada en desmedro de laactividad poltica y sindical tuvo su momento clave en elComit Central de octubre de 1971, encabezado por Be-nito Urteaga. Segn el propio PRT, entoncesla desviacinmilitarista se acenta, ya que este frente se orienta unilateral-mente, en todas las regionales , como Rosario, dondelos frentesde masas prcticamente no existen, y Tucumn, dondese haabandonado totalmente el trabajo en los ingenios y el trabajosindical es inexistente.Se destacaba, adems, la autonomade los Comits Militares regionales que funcionabansinninguna vinculacin a las masas.35 La regional Buenos Aires,que vena siendo criticada, entre otras cosas, por su falta deasimilacin de la dinmica militar planteada en el partido,fue intervenida, con lo que se anularon aquellos trabajos demasas que, como el cultural, eran sealados como pequeoburgueses . Se form uncomit interventor y, en la prctica,los Comits Militares a nivel nacional y regional pasaron aconstituirse comodirecciones paralelas.36

    El problema del militarismo inclua una menor atencina la actividad de masas, pero tambin una iniciativa militarque muchas veces superaba las posibilidades reales del parti-do y llevaba a la realizacin de acciones en situaciones lmiteque acababan con importantes golpes para el PRT. Luego deque el Comit Ejecutivo de enero de 1972 ratic esta orien-

    34 PRT, Informe y balance de actividades del Comit Central,1974.

    35 Ibidem.36 Mattini, Luis, op. cit. pp. 82-83.

    tacin, la crtica, sostenida particularmente en los mbitos deactividad militar, se hizo presente nuevamente en relacinal inesperado desenlace del secuestro de Sallustro,37 y con lafuga de Trelew y los fusilamientos posteriores en agosto deese ao. En el caso de Buenos Aires la citada intervencintorn ms duras las relaciones e intensic las crticas.

    El militarismo impact directa y negativamente en elfuncionamiento partidario y la discusin poltica interna. Ladinmica en base al centralismo democrtico estaba seria-mente cuestionada. Mientras la discusin cotidiana se lleva-ba adelante a partir de los Comits Militares, el resto de losorganismos partidarios estaban casi sin funcionamiento. ElComit Central no se reuni desde octubre de 1971 hastadiciembre de 1972. Como seala Mattini,este ahogo de lavida poltica de los miembros del Partido, generaba una tenden-cia hacia el lateralismo que por momentos compartimentaba la poltica y democratizaba las cuestiones organizativas y hasta laseguridad operativa.38

    Esta combinacin de crticas por la falta de discusin yde correcto funcionamiento partidario y por una orientacinque careca de una adecuada poltica de masas y una rigurosaorganizacin del plano militar, contribuy enormemente aque se tensen las posiciones al interior del PRT. Una tensinque se volvi ms aguda cuando se superpuso con orienta-

    37 El secuestro de Sallustro tuvo un desenlace fatal el 12 de abril de1972 cuando, tras un allanamiento policial y el repliegue de losguerrilleros, el empresario fue muerto. Segn Dandan y Heguy,hay registros sucientes para demostrar que el industrial muripor disparos de la polica y no de los militantes del ERP, Dandan y Heguy, op. cit. pp. 359-360.

    38 Mattini, Luis, op. cit., pp. 122-123.

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    ciones polticas que confrontaban con la lnea poltica de ladireccin. As, el problema del militarismo y de la falta deun adecuado funcionamiento orgnico pas a ser una crticapresente en distintas regionales y muy particularmente enCapital y La Plata, base de las futuras fracciones.

    As, por ejemplo, el Comit Militar de Capital, de dondesurgi luego el ERP-22 de Agosto, difundi un documen-to en un boletn interno planteando quela actual direccindel Partido no goza de la conanza de los militantes del fren-te(...) est totalmente aislada de las bases, y considerando queera problemtico que la direccin del partido siguiera bajo laresponsabilidad de los detenidos en la crcel de Rawson, sintener claridad de la situacin exterior.39 El mismo Ventricci,nico ex miembro del Comit Central del PRT que rompipara formar el ERP-22 de Agosto y principal impulsor de lalnea de acercamiento al peronismo, recuerda que muchos desus compaeros de ruptura se iban ms por problemas meto-dolgicos que por una denicin poltica, incluyendo a Vc-tor Fernndez Palmeiro, el ejecutor de Hermes Quijada.40

    Una situacin similar se dio en la regional del sur de laprovincia de Buenos Aires centrada en La Plata. Por eso ladireccin peerretista reconoci en su informe de 1974 que ya antes de la fuga de RawsonLa direccin comienza a tomarconciencia de ()las desviaciones que existen principalmente enlos CM de Sur y Capital y comienza a ejercer un control y tratade cambiar la composicin de la direccin militar en Sur .41

    39 PRT, Boletn interno N 31, 2 de octubre de 1972, Weisz, Eduar-do, ERP 22 de Agosto: Una fraccin pro-Cmpora en el PRT-ERP,Revista Lucha Armada N 2, Buenos Aires, 2005.

    40 Weisz, Eduardo, op. cit., 2005.41 PRT, Informe y balance de actividades del Comit Central, 1974.

    As, en estos primeros aos setenta, el PRT-ERP estabacreciendo y ganando una importante capacidad operativa,aunque acompaado de una evidente reduccin de la vidapoltica interna, que se volvera particularmente explosivaen la coyuntura de 1972-1973. Si la actividad militar y lasformas de hacer poltica del perodo militarista plantea-ban la necesidad de balances internos, tambin los cambiospolticos tanto en el plano nacional como internacionalexigan discusiones y demarcaban tendencias enfrentadasal interior del PRT. Las discusiones eran de diverso tipo.Sobre el peronismo, formas de participacin poltica y mi-litar en la etapa que se abra con la inminencia de las elec-ciones, las alianzas y los tipos de consignas, los vnculosinternacionales y la valoracin de experiencias y corrientestan diversas como el trotskismo de la CI, los movimientosguerrilleros en auge como el MIR y Tupamaros, la rela-cin con Cuba, el campo socialista y sus variantes China ySovitica Para intentar saldar semejantes cuestiones erapreciso contar con una prctica partidaria que encauzara eldebate y las decisiones orgnicas, y esto era exactamentelo que se haba ido entumeciendo en los ltimos aos decristalizacin de la teora de lalucha de clases en el seno del partido y de ausencia de algunos de los principales cuadrospartidarios.

    Algunas de estas posiciones contradictorias entraranpronto en tensin. Sucedi en los ltimos cinco meses de1972, cuando se hicieron ms explicitas muchas orientacio-nes polticas, y cuando la vuelta de Santucho, luego de unaserie de viajes y reuniones, ofreci el marco para reabrir eldebate en espacios orgnicos.

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    Distanciamiento entre el PRT y laInternacional

    La discusin sobre el problema del militarismo alcanz tam-bin a la Internacional y fue, de hecho, el punto sensible por elque se ltraron el resto de las discusiones polticas. Como se-ala Weisz, a mediados de 1971 los dirigentes de la CI empe-zaron a tomar una posicin crtica con respecto al militarismo.Meses antes todava se poda leer un apoyo sin restricciones a laactividad del ERP: El Secretariado Unicado manda sus calurosossaludos al PRT, seccin argentina de la Cuarta Internacional, el quea travs de las audaces acciones del ERP se ha ubicado en la pri-mera lnea de las organizaciones que apoyan la lucha armada y queconduce la lucha en el marco de grandes movilizaciones de masas.42

    Pero en julio de ese ao Mandel envi por primera vezuna carta a la direccin de Santucho en la que mostraba supreocupacin.43 La Internacional no planteaba una oposi-cin a la lucha armada, pero si la necesidad de poner endiscusin el problema del militarismo y sus consecuenciaspolticas y organizativas. Luego, cuando en agosto de 1971lleg Krivine a Buenos Aires para acercar en persona lasposiciones de la CI, la crtica al militarismo fue el eje de lareunin formal sostenida con la direccin perretista. A par-tir de la crtica al empirismo y el militarismo, Sandoradelant tambin las primeras crticas de la Internacionalreferidas al funcionamiento partidario y al derecho a la dis-cusin poltica interna, todo en relacin a las formas en quese resolvi la disputa de tendencias en el V Congreso.

    42 Declaration on Argentina,Intercontinental Press , Vol. 9, N14, 12 de abril de 1971, Weisz, Eduardo, op. cit., 2006. p. 66.

    43 Weisz, Eduardo, op. cit., 2006, p. 67.

    La reunin de agosto de 1971 no fue slo la primeradiscusin en que la CI realiz sus crticas, sino tambin laprimera en que el mximo jefe del PRT demostr su distan-ciamiento. En un clima tenso, Santucho retruc las crticasde Sandor sobre el militarismo, rechazando la posibilidadde que los europeos pudieran hacer una lectura realista delproblema argentino a la distancia, y reclamando, al mismotiempo, que se amplen las acciones armadas en el mundo,pidiendo, por ejemplo, que el SWP de EE.UU. desarrolleesa tarea.44

    A mediados de 1971, el PRT y la CI mantenan discu-siones abiertas, aunque raticaron sus acuerdos estratgicos y su voluntad de continuar un trabajo comn. En agosto, ladireccin del PRT envi dos cartas a la Internacional, unaraticando su adhesin plena a los acuerdos alcanzados enel IX Congreso Mundial, y otra reclamando que se expulse aNahuel Moreno y su grupo simpatizante de la internacio-nal, quien, en contraposicin a la estrategia de lucha arma-da acordada en dicho congreso, acusaba a los combatientesdel PRT-ERP como provocadores por llevarla a cabo.45 Almes siguiente, como fruto de lo acordado en la reunin conSandor, comenzaron a llegar los militantes internaciona-listas enviados por la CI para incorporarse a la vida polticadel PRT. Todo pareca orientarse en el sentido mutuo deconvivir e intentar inuirse polticamente. As como la In-ternacional haba decidido poner en discusin el militarismodel PRT, Santucho se planteaba por primera vez cierta in-tervencin al interior de la CI para disputar su orientacin,

    44 Matttini, Luis, op. cit., pp. 86-87.45 Weisz, Eduardo, op. cit., 2006, p. 68.

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    reclamando mayor dureza con los sectores del trotskismoenfrentados a la corriente de Mandel y al propio PRT.

    A partir de entonces y durante el transcurso de un ao,la relacin se mantuvo en esos trminos, aunque tanto elPRT como la CI vivan procesos de cambio. El secuestro dePujals, la detencin y posterior fusilamiento de Bonet y lapermanencia en prisin de Santucho y varios miembros dedireccin, haba llevado a que la Internacional perdiera in-terlocutores. A su vez, la CI segua sosteniendo su apoyo a lalucha armada y al ERP, aunque matizaba algunas posiciones y lidiaba cada vez ms con los sectores de la Minora comoel PRT-La Verdad o el SWP norteamericano, quienes arre-metan contra la direccin de Mandel y su apoyo al ERP.

    Por el momento las posiciones de la Mayora mandelistaseguan en la tnica de apoyo, armando:

    Las organizaciones que se dedican a la lucha armada han ganado bastante inuencia y han llevado a cabo accionesespectaculares, las lecciones de mayo del 69 y de la repre-sin han dejado en claro ante miles y decenas de milesde trabajadores que la lucha de clases en la Argentina hallegado al nivel del enfrentamiento armado y que a ladictadura militar slo se la puede combatir mediante laviolencia revolucionaria.46

    Estas posiciones se contraponan claramente con lassostenidas por los sectores de la Internacional opuestos a la

    46 Livio Maitn, Political Crisis and Revolutionary Struggle inArgentina, p. 388.Intercontinental Press , 26 de abril de 1971,Moreno y otros, 1972.

    lucha armada, distancia que se profundiz tras el secuestro ymuerte de Sallustro a principios de 1972.47

    Mientras Moreno, apoyado por el SWP, se volcaba delleno hacia una amplia participacin pblica y a acuerdoselectorales con el Partido Socialista (PS-Coral) que daranlugar a la formacin del PST, el PRT no ocultaba su distan-ciamiento con los sectores de la Minora de la CI. En con-secuencia, el partido de Santucho se planteaba dar la disputaal interior de la internacional. As, en un boletn interno deabril de 1972, la organizacin informaba como parte de lasresoluciones de un Comit Ejecutivo:

    Se vot la elaboracin de un documento para el prxi-mo congreso de la Internacional. Este documento deberdenir con claridad nuestra posicin acerca de la estrate- gia de la lucha armada en Amrica Latina() Para suelaboracin se deber tener en cuenta la existencia de lalucha de clases dentro de la Internacional y la necesidadde establecer una rme posicin proletaria.48

    Las orientaciones divergentes entre el PRT y la CI sepusieron en tensin en los ltimos meses de 1972.

    Por una parte, la redenicin poltica del PRT encontrimpulso en este momento. Santucho, Gorriarn Merlo y Men-na, junto a otros dirigentes guerrilleros de FAR y Montoneros,

    47 Las acciones guerrilleras como el secuestro de Sallustro separan a los re-volucionarios de las masas, desvan la atencin y la energa de la cons-truccin del partido y llevan a derrotas innecesarias()representan unrumbo equivocado que solicitamos al ERP y a otros grupos guerrillerosrepensar.Declaracin del SWP, Te Militant , 14 de abril de 1972.

    48 PRT, Boletn interno N 23, 26 de abril de 1972.

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    luego de la fuga de Trelew y de su paso por Chile, llegarona Cuba en la ltima semana de agosto, donde permanecie-ron cerca de dos meses. Tras ser recibidos con honores por elPartido Comunista Cubano, los guerrilleros se integraron a laactividad de la isla y formaron parte de las brigadas de trabajo voluntario. Santucho se entrevist por primera y nica vez conFidel Castro con quien comparti reexiones, aunque le dis-cuti su expectativa en el peronismo. Segn Mattini, este viajetuvo una gran inuencia en el alejamiento de Santucho de laCuarta Internacional y el trotskismo.49

    Tambin para entonces el PRT estableci bases rmespara una nueva integracin internacional junto al MIR deChile, el ELN-Tupamaros de Uruguay y el ELN (despusPRT) de Bolivia.50

    Por esta va, corrindose de deniciones programticasde perl trotskista mucho ms estrictas, y evitando una rela-cin que lo obligaba a vincularse con las corrientes trotskistasopuestas a la lucha armada como el morenismo, el PRT se vol-c a la construccin de la Junta Coordinadora Revolucionaria(JCR) que se conformar a nes de 1973, basada en planteosms generales que incluan el reconocimiento del carcter so-cialista de la revolucin y de la necesidad de desarrollarla pormedio de la lucha armada.51 As, a principios de noviembre de1972, antes de volver a la Argentina, los dirigentes perretistas

    49 Mattini, Luis, op. cit. pp. 128-130.50 Segn un informe posterior del PRT, ya durante 1971Las rela-

    ciones con la IC no avanzan, en cambio se concretan cada vez mejoresacuerdos con la direccin cubana y con el MIR deChile, PRT, Infor-me y balance de actividades del Comit Central, 1974.

    51 Junta de Coordinacin Revolucionaria, A a los pueblos de Am-rica, noviembre de 1974.

    estuvieron en Chile y tuvieron importantes reuniones con elMIR de Miguel Enrquez, en una de las cuales participarontambin militantes del MLN-Tupamaros, perlando lo quesera una nueva organizacin internacional.

    Por otra parte, la direccin de la Cuarta Internacionaldecidi poner abiertamente en discusin sus diferencias conel PRT, y en octubre de 1972, luego de haber discutido per-sonalmente con Santucho y Menna, envi por primera vezuna carta formal a la organizacin argentina,52 con la inten-cin de que sus planteos crticos sean evaluados al interiordel partido, algo que no parece haber sucedido.53

    La carta no planteaba una intencin rupturista, peroavanzaba en una sistematizacin de discusiones con el PRTal que convocaba a participar de instancias orgnicas de laInternacional para abordarlos. De hecho, la direccin de laCI trazaba una lnea divisoria en la que se ubicaba de unlado junto al PRT, y en confrontacin con los sectores dela Minora de la Internacional. As, mientras sealaba quela actividad del PRT-ERPrepresenta un logro incontestable para el movimiento trotskista y revolucionario, considerabala-mentable e inadmisible la posicin acusatoria del grupo deNahuel Moreno, al que adems sealaba comooportunista por su fusin sin principios con un partido socialista desprovisto

    52 Ernest Mandel, Livio Maitan, Alain Krivine, Pierre Frank, TariqAl, Sandor; Carta al PRT, 31 de octubre de 1972.

    53 Al menos eso armar la FR:los dirigentes de la mayora de la IV Internacional decidieron comenzar el necesario debate poltico con loscompaeros del PRT. As escribieron una Carta al PRT de octubrede 1972 que la direccin jams public ni hizo conocer a las bases del partido, FR, Documentos del fraccionamiento del PRT. Intro-duccin,Cuarta Internacional N 1, julio de 1973.

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    de toda tradicin revolucionaria , en alusin a la formacin delPST. Planteando esta liacin comn, la CI discuta con elPRT la caracterizacin de la situacin argentina y las tareasque se planteaban para una etapa de cierta apertura demo-crtica, y tambin la caracterizacin de la direccin cubana,ejes que enseguida veremos presentes en la tendencia inter-na del PRT que form la FR.

    Para la Mayora mandelista, el ncleo duro de las dife-rencias tcticas con el PRT provena de una diferente carac-terizacin de la situacin argentina. Mientras el PRT habadenido la existencia de una guerra revolucionaria abierta,la direccin de la Internacional sealaba en su carta la vi-gencia de una guerra civil embrionaria y que deban ajustarselas acciones armadas a esa caracterizacin. La CI mostrabapreocupacin por elretroceso poltico de las acciones militaresrealizadas en el ltimo periodo, coincidente con el sealadopor el PRT como dedesviacin militarista . Estas acciones,deca, fueron acciones dictadas mucho ms por la necesidad de de- fensa o de recuperacin de cuadros y de militantes, por exigenciaslogsticas, que por un n poltico determinado. A partir de estebalance, la CI sealaba que el problema a resolver consistaen ajustarla relacin entre lucha armada y dinmica del movi-miento de masas , partiendo de la idea de quelas condiciones ob- jetivas del pas () hacen posible una ligazn directa entre luchade masas y lucha armada de los destacamentos especializados.

    La direccin mandelista perciba que el PRT buscabasaldar este problema impulsando formas de doble poderque no se condecan con la realidad socio-geogrca ni conla etapa que viva el pas. Por eso se encarg de criticar dospropuestas perretistas que iban en ese sentido: la formacin

    de zonas rojas que escapen al poder del Estado en reasrurales y sirvan como base para el desarrollo de un ejrcitopopular, y la aspiracin de establecer zonas de doble poderurbano con el modelo de la Casbah argelina. Sobre la pri-mera, basada en las experiencias de guerras de liberacin ensus etapas de gran extensin y con preeminencia de las zo-nas rurales como sucediera en China y en Vietnam, la CIarmaba directamente queno tiene ninguna analoga con lasituacin actual en Argentina . Sobre la segunda, aunque msprxima a la realidad urbana del pas, sealaba que no secondeca con la coyuntura poltica, ni del rgimen ni de lasorganizaciones revolucionarias, ya que una cosa es () ganarlas simpatas() y otra cosa es consolidar efectivamente basesrojas urbanas , para lo cual, adems de una mayor crisis delrgimen debera contarse conuna base de masas del partido yaamplia y slida cuyo desarrollo se consideraba an pendiente.Para sortear esa carencia, la Internacional sealaba que eracentral tener una poltica de gran incidencia sobre las ma-sas en el perodo que se avecinaba, con la posible aperturademocrtica de 1973. Entenda que para entonces se debarechazar enrgicamente toda orientacin que implique un desar-me de las organizaciones de lucha armada , pero sostena quelaligazn con las masas en el terreno sindical y poltico se convierteen una prioridad absoluta e inmediata y toda iniciativa de luchaarmada debe estar subordinada a esta tarea , planteando que elPRT se deba orientar en este perodo aasegurar la defensade las movilizaciones y de las acciones de masas , entendiendoque el rdito de ese desarrollo sera el que permita un creci-miento cualitativo al pasar de una lucha armada que es esen-cialmente una guerrilla urbana conducida por destacamentos es-

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    pecializados a una lucha armada donde se encuentren implicadossectores de masas.

    Finalmente, en lo que hace a la poltica para esa nue- va etapa, la direccin de Mandel destacaba la necesidad dedesmiticar al peronismo y de mantener la independencia declase. Y si bien aceptaba la posibilidad dellegar a acuerdostcticos con el PCA e incluso participar eventualmente en unacampaa en torno a un candidato comn de las organizacionesobreras y que se reclame del socialismo, cuestionaba el planteode sealar al ENA , a formaciones pequeoburguesas e incluso asectores burgueses como aliados estratgicos (vase boletn 23). Yen la misma lnea, cuestionaba el apoyo dado al Frente Am-plio uruguayo por parte del MLN-Tupamaros, con quien elPRT ya estaba planteando una coordinacin continental.

    Una parte ms breve de la carta estaba destinada a carac-terizar a Cuba, ya que los camaradas mismos del PRT nos hanhecho preguntas a este respecto. Bsicamente la CI se encarga-ba de sealar que el caso cubano no era comparable con elsovitico, que la Internacional haba sidoenrgica defensorade la revolucin y quelos dirigentes cubanos no son unos bu-rcratas ; no obstante ello, la orientacin cubana planteabaproblemas serios para su interior y para Amrica Latina. Enel primer caso, sostenan que lastendencias burocrticas()en la medida en que Cuba siga hallndose asilada y fuertementecondicionada por la ayuda de la burocracia sovitica, se acen-tuarn inevitablemente , lo que se plasmaba en la ausencia deorganismos decisorios de tipo sovitico, la falta de Congre-sos en el Partido Comunista, y el posicionamiento pblicode Fidel Castro en apoyo a Kruschev y al prosovitico lderchecoslovaco Husak. Finalmente, criticaban el aval dado por

    la direccin cubana a los PC latinoamericanos y a gobiernosburgueses como el de Velasco Alvarado en Per.

    Estas discusiones polticas que se haban insinuado porprimera vez en aquella spera reunin del PRT con Krivi-ne a mediados de 1971 no haban vuelto a ocupar un lugarcentral hasta octubre de 1972, cuando Santucho y Menna viajaron a Blgica para un encuentro que constituy un pun-to de quiebre del PRT con la CI.

    Aunque an dos meses despus la direccin del PRT to-dava planteaba la necesidad desostener activamente los puntosde vista marxistas-leninistas en el seno de la Internacional ,54 hayautores que arman que ya entonces Santucho le adelant aMandel que se iran de la Internacional,55 con lo que cobraan ms relevancia el fundamento poltico de la ruptura, yaque se presenta antes de que el PRT considere la actuacinde la Internacional como parte de una operacin fraccionalplanicada en relacin a la conformacin de la FR.

    Como sea, lo cierto es que en aquel encuentro se explici-taron importantes diferencias. Segn dijeron luego desde elPRT, en un primer contacto los dirigentes de la Internacio-nal plantearoncrticas impresionistas e insustanciales y luegolas dos direcciones abordaronlas divergencias ideolgicas, po-lticas y metodolgicas de fondo.56 Por su parte Bensaid, quien

    54 PRT, Boletn Interno N 34: Informe sobre un trabajo fraccio-nal, 27 de diciembre de 1972.

    55 De Santis, Daniel, La historia del PRT-ERP por sus protago-nistas, Bs. As., A fomar las, 2010, p. 283. El autor da a entenderque la reunin no fue impulsada por el PRT para abordar la dis-cusin con la CI, sino que se dio porque Santucho debi pasarobligado por Blgica por un problema en su documentacin.

    56 PRT, Boletn Interno N 34.

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    junto a Mandel y Krivine represent a la CI en esas reunio-nes, recuerda:nosotros no tenamos mucha claridad y en vez dediscutir concretamente, la discusin fue ms sobre internacional,discutimos sobre Checoslovaquia, Cuba y la URSS.() En su perspectiva de guerra lo que importaba era tener buenas relacio-nes con Cuba, con la URSS, con el campo socialista, y las crticaseran secundarias. Para nosotros en Europa lo de Checoslova-quia era clave.57 La carta enviada por la CI inmediatamentedespus trat de formular con ms claridad las crticas quehaban sido consideradas por el PRT comoimpresionistas einsustanciales.

    En el PRT los ltimos meses de 1972 estuvieron marca-dos por las disputas internas, incluyendo a aquellas tenden-cias que se identicaban con los planteos de la Cuarta Inter-nacional. La relacin establecida entre la Mayora mandelista y estos grupos constituir un punto central para desgastarla relacin con el partido de Santucho. As, sobre la base delas citadas diferencias polticas, otras cuestiones domsticascatalizaron la ruptura con la CI. La ms importante fue elfraccionamiento liderado por el Comit Militar de la Regio-nal Sur, con activa participacin de los cuadros del ya citadoPOC brasilero, que dar lugar a la conformacin de la FR.

    Pero tambin el manejo de la relacin con otro disidente, Joe Baxter, se transform en un punto de gran importanciaen la discusin sobre la ruptura. Si bien la gura de Bax-ter al interior del PRT haba perdido trascendencia, pas aestar en el centro de la discusin cuando fue apoyado poralgunos miembros de la CI, en su disputa con la direccin

    57 Weisz, Eduardo, op. cit., 2006, p. 69.

    perretista. Ubicado en el centro de la confrontacin entrela direccin del PRT con la FR y la Cuarta Internacional,a Baxter se lo seal muchas veces como si en este procesode rupturas hubiera cumplido un rol protagnico que, en verdad, nunca tuvo. Este recurso, en manos de la direccindel PRT, tuvo el efecto de desprestigiar a sus crticos, alubicarlos en la misma sintona de quien haba sido sealadocomo un chanta en el interior del partido, despolitizandola discusin. El sealamiento de Baxter como un cuadropromovido por la Cuarta Internacional, actor de una opera-cin consciente y planicada para el fraccionamiento en elPRT58 y luego dirigente de una FR en la que nunca estuvo,tuvo una repercusin de largo aliento, inuyendo no slo ala militancia partidaria, sino a la historiografa posterior, yconstituyendo un verdadero mito.

    El mito Baxter

    La sorpresa fue generalizada cuando, primero en una pe-quea reunin preparatoria, y veinte das ms tarde en el VCongreso, Santucho se present acompaado de un nuevopersonaje que, sin haber estado nunca en el PRT, aparecacomo un jefe de primera lnea.59 Santucho cont con el gordo Baxter para, de un da para el otro, reescribir completamenteel documento que se presentara en el V Congreso. El nue- vo texto tena como funcin dejar saldadas las discusionesabiertas con las desplazadas tendencias Proletaria y Co-munista sobre la forma en que el partido deba encarar la

    58 La denicin se instala a partir del Boletn Interno N 34.59 Mattini, L., op. cit., pp. 53-54; Dandan y Heguy, op. cit., p. 288.

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    lucha armada. El ncleo sera entonces, ms all de la teorade lalucha de clases en el seno del partido,el planteo de quela guerra civil revolucionaria ha comenzado en la Argentina.60

    Como recuerda un protagonista de esas reuniones, Bax-ter hablaba con la soltura con la que podra haber hablado el general Giap despus de haber derrotado a los norteamericanosen Vietnam.61 Y no era para menos: el mismo Santucho lohaba presentado como un cuadro recomendado por los cu-banos y lo integr reconociendo su grado de Comandante,alcanzado en su preparacin en Cuba y sabiendo de su en-trenamiento y sus galardones obtenidos en China y en Viet-nam.62 De esta manera, el recin llegado sali del Congresocon altsimas responsabilidades militares. Algunos de losdelegados presentes reeren que Baxter fue nombrado en-tonces como la mxima autoridad militar del partido. Otrostestimonios no arriesgan tanto, aunque es claro que le tocla responsabilidad militar ms osada: organizar la guerrillarural en Tucumn.63

    60 PRT, V Congreso, 1970.61 Mattini, Luis, op. cit., p. 53.62 Para una biografa de Joe Baxter, Dandan, Alejandra y Heguy,

    Silvina, Joe Baxter. Del nazismo a la extrema izquierda , Norma,Buenos Aires, 2006.

    63 De Santis, considera que no fue as ya que Baxternunca, ni antes,ni durante su permanencia en el PRT impuls accin militar alguna., y cita como fuente un documento partidario en donde se armaque Gorriarn Merlo asumi como responsable militar, aunque 8meses despus del Congreso, op. cit., p. 195. De hecho, tal comolo ha dicho el mismo Gorriarn, su designacin para la guerrillarural fue algo quehaba resuelto el Comit Central, en vista de queBaxter que era el que inicialmente deba ir no se senta seguro parair a trabajar en Tucumn, Gorriarn Merlo, Enrique, Memoriasde Enrique Gorriarn Merlo , Buenos Aires, Planeta, 2003.

    El nuevo personaje era a esa altura un mito viviente. Prove-niente del grupo nacionalista Tacuara, haba formado luego elMovimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara con el quehaban efectuado el asalto el Policlnico Bancario en 1963, con- virtindose en un prfugo conocido. De aquella poca venansus vnculos con muchos activistas y organizaciones del pero-nismo revolucionario, como John W. Cooke, y sus encuentrospersonales con Pern en Espaa, con quien hizo acuerdos paradesplegar la lucha por su retorno. Haba conocido muy de cercalos procesos revolucionarios contemporneos, estando en 1963en Argelia y un ao ms tarde en Vietnam, donde, tras un epi-sodio casi casual, acab participando de un combate contra lastropas norteamericanas y luego fue condecorado por Ho ChiMinh. A n de ese ao viaj a China para entrenarse por variosmeses; en 1965 recal en Uruguay, protagonizando el robo a unbanco y estrechando relaciones con el MLN-Tupamaros, aun-que ese mismo ao, tras una maniobra a sus camaradas, viaj aCuba y los dirigentes tupamaros se vieron obligados a escribirlea Fidel Castro para avisarle que el viajante no era un emisa-rio suyo. Desde entonces Cuba fue su base. All realiz nuevosentrenamientos, se mostr de uniforme verde oliva, integr ladelegacin argentina en la Organizacin Latinoamericana deSolidaridad (OLAS), a mediados de 1967, y se vincul con re- volucionarios del mundo entero. En febrero de 1968 conoci aPujals y a Bonet, quienes entrenaban en la isla con Santucho.Los volver a encontrar tres meses ms tarde en Pars, a don-de viaj para participar de una reunin de la Liga ComunistaFrancesa (LCF). Ese ser su primer vnculo con la Cuarta In-ternacional, conociendo a los hermanos Hubert y Alan Krivine,a Pierre Frank y a Mandel.

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    Se sabe que el primer encuentro entre Baxter y Santuchofue en Pars, en mayo de 1968. El contacto fue promovi-do tanto por los cubanos como por la Cuarta Internacional. Tambin est claro que en la relacin con el trotskismo yla CI, Baxter era ms novato que Santucho. Mientras ste vena de aos de formacin y discusin con Moreno, Baxterparece haber sido convencido de acercarse al trotskismo porPujals y Bonet, en su estada en Cuba. En enero de 1970 elex Tacuara volvi a Francia a contactarse con la CI, y fueslo por unos meses, pues ya en julio lo encontramos juntoal PRT, participando del V Congreso. Fue recin entonces,segn el mismo Baxter, cuando se reivindic por primera vez como trotskista, al dar el debate en el seno del PRTsobre su permanencia en la Internacional.64

    Aunque la trayectoria de Baxter lo seala ms comoun aventurero individual que como un militante dispuestoa ceirse a la disciplina y la lnea poltica de una orga-nizacin, es evidente que sus medallas militares habancautivado las expectativas de algunos dirigentes del PRT, y muy particularmente de Santucho. Sin embargo, msque un combatiente probado, Baxter era un egresado deinnidad de cursos militares y, en el mejor de los casos,un planicador de acciones, pero su experiencia prcticano iba mucho ms all de haber hecho de campana en unrobo en Uruguay.65 Apenas entrado en el PRT, se hizo evi-dente que tampoco tena intencin de empezar a asumirgrandes riesgos.

    64 Joe Baxter, Notas para la biografa poltica de Rubn Pedro Bo-net, el Indio, enDoc- en-Len , octubre-noviembre de 1972.

    65 Dandan y Heguy, op. cit., p. 249.

    Al da siguiente del V Congreso, el Comit Central em-pez a organizar las nuevas tareas. A Baxter le corresponderaorganizar la guerrilla rural, considerada comoel principal fren-te militar estratgico, pero en todo ese ao Baxter se mantuvoen Buenos Aires sin resolver su viaje a Tucumn. Adems,cuando en septiembre el ERP apareci en la escena pblicacon la toma de la Comisara N24 de Rosario, accin que ha-ba dejado dos policas muertos, Baxter reaccion con indig-nacin, contrastando con la evaluacin general en el partido.Para 1971 fue reasignado al Secretariado y al Comit Militarde Buenos Aires, donde el responsable poltico de la regional,Luis Pujals, pasara a asumir tambin la direccin militar trasla detencin del indio Bonet.66 La extensa regional sumnuevos problemas con la incorporacin del hombre del Po-liclnico, ya que Baxter fue demostrando en cada operacinsu falta de voluntad de accin. Mattini fue testigo de su au-sencia tres veces consecutivas para el asalto de un banco enBaradero, que nalmente se hizo sin su participacin. Luego,en agosto, cuando la toma de la localidad de Gonet en don-de actu hasta el delegado de la CI Hubert Krivine, Baxterfue el nico que no cubri su puesto. Algo similar pas unasemana despus, cuando el ERP se propona interceptar a unalto mando militar y Baxter lo perdi de vista. Ya a esa alturahaba sido separado del Comit Ejecutivo por ineciencia.Su siguiente aparicin fue an ms denitoria: abandon supuesto en la toma de una importante comisara portea, porlo cual la operacin debi ser suspendida por el responsablede la misma. Tras el secuestro de Pujals, Baxter plante que

    66 Mattini, Luis, op. cit., pp. 81-86.

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    haba cambiado la etapa y, como responsable militar de la re-gional Buenos Aires, propuso una aventurera ofensiva que fuerechazada por los equipos militares, particularmente los de laregional Sur, quienes pidieron la intervencin de la direccin.Entoncesdecidieron despromoverlo a simpatizante. Y para ello,nos lo asignaron a uno de nuestros equipos militares para aten-derlo.67 Mientras tanto, Baxter no se priv de cuestionar se- veramente una serie de prcticas y orientaciones partidarias.Dichos planteos no eran problemticos slo porque los hacaun cuadro devenido en charlatn, sino que adems iban acontramano de la prctica impulsada por el PRT, en dondeera fcil que las crticas fueran asimiladas como expresin deun discusionismo pequeo burgus. Sin embargo, aunqueBaxter las hiciera a ttulo individual, muchas de sus crticaseran parte de las discusiones que a todo nivel se daban en elpartido, en un perodo en que se debata desde la intervencinen las elecciones hasta las alianzas internacionales, incluyendoel propio funcionamiento interno. El punto de quiebre conBaxter lleg en 1972, con el secuestro de Sallustro. En sucrtica al militarismo, cuestion la operacin en que terminmuerto el director de Fiat, particularmente el rol de la direc-cin partidaria y su manejo de la negociacin desde la crcel.Pero adems carg con la responsabilidad de la operacin quele asign la prensa, en la cual el PRT se haba adjudicadola ejecucin del secuestrado. En este marco Baxter pidi yobtuvo una autorizacin para viajar a Chile, pero ms tarde,en el mes de julio, cuando la direccin perretista lo convoc,desacat las indicaciones y permaneci en el pas trasandino.

    67 Roberto Montoya. Testimonio al autor, enero 2012.

    El momento en que Baxter se instal en Chile fue de grandiscusin partidaria. En la coyuntura preelectoral de mayode 1972, se haba difundido el famoso volante El ERP alpueblo que dispar los debates ya citados. Tambin en plenoauge del militarismo, la conclusin del caso Sallustro habacontribuido a que se profundice esa discusin. En el mes deagosto, luego de haber participado en las negociaciones conAllende para la recepcin de los fugados de Trelew, Baxterempez a explicitar abiertamente sus crticas. Mientras entreel PRT y la CI se daba un creciente distanciamiento poltico,el vnculo con Baxter contribuy enormemente a erosionarla relacin: cuando el PRT rechazaba las crticas del gordo yen cambio lo intimaba a cumplir con la disciplina partida-ria, la CI no slo no acompa al partido de Santucho, sinoque algunos miembros de la LCF comenzaron a frecuentar yacordar polticas con Baxter en Chile. Y esto se agrav cuan-do en septiembre, luego de que la direccin del PRT le dierauna semana de plazo para su retorno, Baxter no slo se queden Chile, sino que decidi hacer pblicas sus posiciones cr-ticas. En el mes de octubre, Baxter intent difundir sus plan-teos dentro del PRT, enviando a la Argentina el Documento Tendencia Leninista que fue interceptado por la direccinpartidaria.68

    El documento contaba con cuatro partes. Inclua tanto untexto del vietnamita Nhan Dan, presentado como aporte parasus debates con otras tendencias del PRT, como una biografapoltica de Pedro Bonnet, que serva como marco para denirsus posiciones, tomando al guerrillero cado en Trelew como

    68 Baxter, Joe,Doc- en-Len , octubre de 1972.

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    el padrino de su amante Tendencia Leninista, quien, se-gn Baxter, haba adelantado la necesidad de formar una ten-dencia interna en los ltimos meses de 1970. Entre los textosms polmicos se inclua una dura crtica a laimprovisacin enla fuga de Trelew y a laconanza depositada en elreformismo del gobierno de Allende en esa oportunidad, lo que era en-tendido como expresin de unmesianismo de origen pequeoburgus que caracterizaba a la direccin partidaria. El textocentral, Nuestro llamado a las bases del partido, consista enun balance de la trayectoria partidaria desde el V Congreso enel que Baxter se ubicaba como un pleno integrante partidarioque estaba dando la disputa interna para la reorientacin delPRT. Armaba que el V Congreso no haba sido un puntode sntesis, sino deconciliacin de diferentes lneas internas:una, representante del populismo poltico y de unaventureris-mo militar, que llammao-populista y que identic con laregional Rosario; otra, consideradacentrista , era expresadapor la regional de Crdoba. Finalmente, sealaba una terce-ra lnea interna, la de aquellos que se proponan fortalecerel papel del partido revolucionario de vanguardia , manifestada porsu regional, Buenos Aires. A partir de esta concepcin, plan-teaba que se haba desarrollado unalucha fraccional embozadanunca llevada a las basesdando lugar a unacrisis partidariacuyos efectos polticos ms criticados eran la posicineclctica yoportunista adoptada ante las elecciones,