Fotos: Enfoque Rojo Las elecciones, la división del ......las elecciones de 2011. En nuestro país...

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17 I dZ Julio | Christian Castillo Sociólogo, docente de la UBA y de la UNLP, dirigente del PTS. No por anunciada deja de ser relevante, para el presente político, la salida al ruedo electoral por fuera del Frente Para la Victoria de Sergio Mas- sa, encabezando la lista a diputados por el Fren- te Renovador en la Provincia de Buenos Aires. Varios intendentes del conurbano bonaerense (como Darío Giustozzi, de Almirante Brown) y sectores de los “gordos” agrupados en la CGT “Balcarce”, se alinearon con el intendente de Ti- gre, quien incluyó en su lista al ex presidente de la Unión Industrial Argentina, Ignacio de Men- diguren –hoy como en 2002 vocero de la deva- luación–, a macristas de segunda línea, a Felipe Solá, a periodistas del grupo Clarín, al actor Fa- bián Gianola y hasta al ex “lilito” Adrián Pé- rez. Según los conocedores de la intimidad del “massismo”, el “armador” de la lista fue Juan Jo- sé Álvarez, uno de los principales responsables políticos de la masacre del Puente Pueyrredón cuando formaba parte del gobierno de Duhalde, también denunciado como hombre de los servi- cios de inteligencia. Para Clarín y otros, Massa es una suerte de “esperanza blanca” de una neo- renovación peronista hacia la derecha del kir- chnerismo. Discursivamente, el comienzo de la campaña de Massa se orienta hacia un planteo de dis- tanciamiento tanto del gobierno como de la va- riante más claramente “antiK” que expresa De Narváez, tratando de captar votos que proven- gan de ambos campos del espectro político. Una suerte de táctica “sciolista” pero “por otros medios”. Si Massa es parte de una generación de funcionarios que llegó al peronismo provenien- te de la derecha, como Boudou o Bossio; desde otro ángulo puede ser visto como un recambio del aparato de intendentes del peronismo, en reemplazo de los “barones” del conurbano, lu- gar que comparte con el hoy primer candidato a diputados por el oficialismo, el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Son varios los analistas que resaltan el papel que los intendentes del conurbano bonaeren- se vienen jugando en la política nacional –par- tiendo de que algunos distritos son más grandes en población que varias provincias–, la irrup- ción de lo que llaman el “municipalismo”. Tigre, Las elecciones, la división del peronismo y los desafíos de la izquierda ¿Es la división del peronismo en estas elecciones el indicio de una fractura más estructural del “movimiento”? Este interrogante encuentra a la izquierda que se reivindica trotskista con cada vez mayor presencia política y la coloca ante enormes desafíos: la batalla por que la clase trabajadora construya su propio partido y conquiste su independencia política. El Frente de Izquierda es una gran plataforma para avanzar en ese sentido. la intendencia gobernada por Massa, resalta no tanto por su tamaño demográfico (como lo se- ría La Matanza) sino por la presencia de im- portantes empresas multinacionales y algunos lujosos barrios privados, que conviven con la mayor desigualdad y miseria, un rasgo de todo el conurbano. Con la “seguridad” como bande- ra (su “gran obra” de gestión es haber llenado su distrito de cámaras de vigilancia) y mues- tras de confiabilidad para el poder económico dominante (la embajadora de los EE. UU. lo definió como “proestadounidense” en informes develados por Wikileaks) es la apuesta de es- tos para encabezar una reconfiguración poskir- chnerista del peronismo. ¿La división de estas elecciones es índice de una fractura más estruc- tural del “movimiento”? Es prematura una res- puesta definitiva a este punto. Es innegable que desde su victoria en octubre de 2011 con el 54% de los votos, Cristina ha vis- to una licuación importante de su poder político. El kirchnerismo no puede definirse solamente por los sectores que sostienen el discurso guber- namental más centroizquierdista (las corrien- tes que se agrupan en “Unidos y Organizados” Fotos: Enfoque Rojo

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    Christian CastilloSociólogo, docente de la UBA y de la UNLP, dirigente del PTS.

    No por anunciada deja de ser relevante, para el presente político, la salida al ruedo electoral por fuera del Frente Para la Victoria de Sergio Mas-sa, encabezando la lista a diputados por el Fren-te Renovador en la Provincia de Buenos Aires. Varios intendentes del conurbano bonaerense (como Darío Giustozzi, de Almirante Brown) y sectores de los “gordos” agrupados en la CGT “Balcarce”, se alinearon con el intendente de Ti-gre, quien incluyó en su lista al ex presidente de la Unión Industrial Argentina, Ignacio de Men-diguren –hoy como en 2002 vocero de la deva-luación–, a macristas de segunda línea, a Felipe Solá, a periodistas del grupo Clarín, al actor Fa-bián Gianola y hasta al ex “lilito” Adrián Pé-rez. Según los conocedores de la intimidad del “massismo”, el “armador” de la lista fue Juan Jo-sé Álvarez, uno de los principales responsables políticos de la masacre del Puente Pueyrredón cuando formaba parte del gobierno de Duhalde, también denunciado como hombre de los servi-cios de inteligencia. Para Clarín y otros, Massa

    es una suerte de “esperanza blanca” de una neo-renovación peronista hacia la derecha del kir-chnerismo.

    Discursivamente, el comienzo de la campaña de Massa se orienta hacia un planteo de dis-tanciamiento tanto del gobierno como de la va-riante más claramente “antiK” que expresa De Narváez, tratando de captar votos que proven-gan de ambos campos del espectro político. Una suerte de táctica “sciolista” pero “por otros medios”. Si Massa es parte de una generación de funcionarios que llegó al peronismo provenien-te de la derecha, como Boudou o Bossio; desde otro ángulo puede ser visto como un recambio del aparato de intendentes del peronismo, en reemplazo de los “barones” del conurbano, lu-gar que comparte con el hoy primer candidato a diputados por el oficialismo, el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde.

    Son varios los analistas que resaltan el papel que los intendentes del conurbano bonaeren-se vienen jugando en la política nacional –par-tiendo de que algunos distritos son más grandes en población que varias provincias–, la irrup-ción de lo que llaman el “municipalismo”. Tigre,

    Las elecciones, la división del peronismo y los desafíos de la izquierda¿Es la división del peronismo en estas elecciones el indicio de una fractura más estructural del “movimiento”? Este interrogante encuentra a la izquierda que se reivindica trotskista con cada vez mayor presencia política y la coloca ante enormes desafíos: la batalla por que la clase trabajadora construya su propio partido y conquiste su independencia política. El Frente de Izquierda es una gran plataforma para avanzar en ese sentido.

    la intendencia gobernada por Massa, resalta no tanto por su tamaño demográfico (como lo se-ría La Matanza) sino por la presencia de im-portantes empresas multinacionales y algunos lujosos barrios privados, que conviven con la mayor desigualdad y miseria, un rasgo de todo el conurbano. Con la “seguridad” como bande-ra (su “gran obra” de gestión es haber llenado su distrito de cámaras de vigilancia) y mues-tras de confiabilidad para el poder económico dominante (la embajadora de los EE. UU. lo definió como “proestadounidense” en informes develados por Wikileaks) es la apuesta de es-tos para encabezar una reconfiguración poskir-chnerista del peronismo. ¿La división de estas elecciones es índice de una fractura más estruc-tural del “movimiento”? Es prematura una res-puesta definitiva a este punto.

    Es innegable que desde su victoria en octubre de 2011 con el 54% de los votos, Cristina ha vis-to una licuación importante de su poder político. El kirchnerismo no puede definirse solamente por los sectores que sostienen el discurso guber-namental más centroizquierdista (las corrien-tes que se agrupan en “Unidos y Organizados”

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    como La Cámpora, el Movimiento Evita o Ko-lina), y que se desarrollaron en particular des-de 2008. Estos son solo uno de los componentes de lo que viene siendo una coalición heterogé-nea, integrada también por el peronismo conser-vador de los intendentes y gobernadores y por la burocracia sindical, que detentan gran parte del poder real. Es sobre estos sectores que el nú-cleo del gobierno viene perdiendo hegemonía. Primero fue la ruptura con Moyano y ahora la de Massa y los intendentes y burócratas sindi-cales que lo acompañan. Por su parte, Scioli y otros sectores (como la gran mayoría de inten-dentes y gobernadores) que siguen en el oficia-lismo no parecen tener diferencias sustanciales con el proyecto de Massa (un peronismo pos kir-chnerista corrido hacia el centro derecha con perfil de “gestión”), pero especulan que la me-jor forma de lograr su objetivo es mantenerse por “adentro” y de esa manera quedar como here-deros naturales al convertirse prácticamente en un imposible la reelección presidencial. El “cris-tinismo”, a su vez, espera mantener la suficiente cuota de poder como para imponer condiciones en la sucesión, mientras espera un “milagro” que le permita consagrar un delfín “más del palo” si obtiene un buen resultado electoral. ¿Qué harán los “unidos y organizados” si fracasan en su in-tento de retener el poder? ¿Se subordinarán a Scioli o a Massa? ¿Construirán un movimiento aparte? ¿Se licuarán como fracción política una vez fuera del poder central del Estado? Todos es-tos interrogantes permanecen por ahora abiertos

    y en su definición lo decisivo no serán los cabil-deos de palacio, que han estado en el primer pla-no en estos cierres de listas, sino la evolución de las contradicciones económicas y, como muestra Brasil, lo que diga “la calle”, la lucha de clases. Mientras tanto el crujir del peronismo está gene-rando enfrentamientos larvados, “una guerra de baja intensidad” que incluye la división de leal-tades del sindicalismo peronista. Y esto abre bre-chas que pueden y deben ser aprovechadas para hacer avanzar a las tendencias clasistas entre los trabajadores.

    La oposición patronal “no peronista” queda, por su lado, en un segundo plano. La derecha macrista, para tener ambiciones presidenciales, debería hegemonizar a los sectores del peronis-mo conservador que hoy tienen proyecto propio y que, en cierta medida, son contradictorios con parte de su electorado en la Capital. El acuer-do entre el radicalismo y los sectores mayorita-rios del FAP, en una suerte de “Alianza” senil, no despiertan el entusiasmo ni de las masas ni de los grupos económicos que los auspician… Ha-cia 2015 su principal expectativa es que el pero-nismo vaya dividido, llegar a segunda vuelta y ganar nucleando todo el voto opositor.

    Así vistas, estas elecciones legislativas dirimi-rán con qué cuotas de poder y capital político quedan las distintas fracciones del peronismo y de la oposición para afrontar los dos años que quedan hasta 2015, en los que no puede descar-tarse que la crisis mundial descalabre los planes de tirios y troyanos.

    El Frente de Izquierda y de los TrabajadoresEs en este marco de disputa de los políticos

    patronales que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores encara nuevamente un desafío electoral. El FIT, que integramos el PTS, el PO e Izquierda Socialista, conquistó un destacado lugar en la superestructura política a partir de las elecciones de 2011.

    En nuestro país hay una fuerte presencia po-lítica1 de la izquierda anticapitalista que se rei-vindica trotskista, que ha librado una serie de combates en este último período que permitie-ron el fortalecimiento del frente como referencia política de los trabajadores y la juventud. Esto podemos verlo en la actividad legislativa en las bancas de Córdoba y Neuquén, y en esta última de Raúl Godoy, especialmente la ley que plan-tea que los diputados ganen lo mismo que una maestra. Las nuevas denuncias por el espionaje ilegal de la Gendarmería en el llamado Proyec-to X, que influyó en la renuncia de Nilda Garré del Ministerio de Defensa. La disputa con el kir-chnerismo antes, durante y después del acto del 24 de marzo en la Plaza de Mayo, lo que eno-jó a Cristina porque llevamos las banderas ro-jas. La denuncia del crimen social en La Plata y la organización de la solidaridad con los afec-tados y la pelea por el juicio y castigo a los res-ponsables. La pelea por la perpetua a Pedraza y todos los responsables y el rechazo del fallo que absuelve al Estado de su responsabilidad en el crimen de Mariano Ferreyra. La lucha que apoyamos contra los despidos y el fraude en la

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    elección de delegados de Volkswagen Córdo-ba, que influyó en la renuncia de Omar Dra-gún como Ministro de Trabajo de esa provincia. La presencia en la primera línea de la organiza-ción de las oposiciones antiburocráticas en el movimiento obrero y del apoyo a luchas emble-máticas como la de Kraft en 2009, que fue con-denada por todo el arco político patronal y por la burocracia sindical. O nuestra contribución a victorias en la lucha de clases, como en la au-topartista Lear, o en la recuperación de once seccionales de los sindicatos docentes de la Pro-vincia de Buenos Aires de manos de la burocra-cia adicta al gobierno.

    Así como en 2011 lo conseguimos en Cór-doba y Neuquén, vamos a luchar por conse-guir legisladores y diputados de izquierda que pongan sus bancas al servicio de la moviliza-ción extraparlamentaria de los trabajadores y los sectores populares.

    Entre los partidos que integramos el FIT sub-sisten diferencias importantes que no han per-mitido avanzar hacia la constitución de un partido común. No es por capricho. Nuestros debates son públicos y cualquiera puede cono-cerlos leyendo las publicaciones de los distintos partidos. A diferencia de los políticos patrona-les no ocultamos nuestras posiciones ni nues-tras polémicas. Pero esas diferencias no han impedido que sigamos impulsando en común el Frente de Izquierda sentando posición como un polo de agitación política y electoral de inde-pendencia de clase.

    Para esta elección partimos de más de medio millón de votos que obtuvo la fórmula presiden-cial que me tocó integrar junto a Jorge Altamira en 2011, y más de 660.000 votos en la categoría diputado nacional. Existe la posibilidad de que la izquierda logre representación parlamentaria nacional y en las legislaturas, por eso nuestro llamado a votar al Frente de Izquierda y partici-par activamente en la campaña.

    El balance de una década y nuestros desafíosDespués de una década, el kirchnerismo ha

    frustrado la expectativa de muchos de quienes le dieron apoyo, como lo mostraron los trabajado-res que pararon masivamente el 20 de noviem-bre. Más allá de la retórica gubernamental y la de sus intelectuales, el balance de esta década es que los “cambios estructurales” respecto de los ‘90 hay que buscarlos con lupa. La economía

    sigue dominada por el capital extranjero y los mismos grupos económicos locales que orques-taron el golpe genocida de marzo de 1976. La tierra sigue en manos de los oligarcas de siempre y la “sojización” avanza en todo el país a cos-ta de la expulsión de los campesinos pobres de sus tierras. Casi un 40% de los trabajadores está “en negro” y muchos otros sufren otras formas de precarización laboral, como la tercerización o los contratos eventuales, especialmente en la juventud. Para gran parte de la clase obrera, ri-gen las condiciones “flexibilizadoras” impuestas en los ‘90, con la ausencia de fines de semana libres y jornadas laborales que llegan a las 12 horas. Las patronales y el gobierno se apoyan en distintos sectores de la burocracia sindical, a la que auxilia desde el Ministerio de Trabajo. Lo que ha existido de novedoso en el movimien-to sindical ha mostrado a la izquierda como protagonista, con la recuperación de numero-sos cuerpos de delegados, comisiones internas y seccionales sindicales. Mientras los impues-tos por “bienes personales” son de los más ba-jos del mundo (una tasa del 4% contra el 27% en la Unión Europea) cada vez más trabajado-res pagan “impuesto a las ganancias”, y el IVA se ha mantenido en un 21%, una de las tasas más altas a nivel mundial. La renta financiera si-gue sin pagar impuestos, lo mismo que la tierra que se mantiene ociosa, que solo paga impues-to inmobiliario. La minería multinacional actúa al amparo de la ley menemista y de los gober-nadores kirchneristas, que la sostienen a pesar de la oposición de la población afectada, como en Famatina. El país se ha vuelto importador de energía, destinando a ese recurso 12.000 millo-nes de dólares anuales. La semiestatización de YPF ha sido una burla: hoy la “gran política” es-tatal es lograr un acuerdo en condiciones leoni-nas con Chevron, denunciada en Ecuador por todo tipo de prácticas contaminantes. La con-tinuidad de la política de concesiones privadas en los ferrocarriles y el subte no solo genera un servicio paupérrimo sino que ha provocado los crímenes sociales de Once y Castelar. La vivien-da propia es de cada vez más difícil acceso pa-ra la clase trabajadora. Tres millones de familias viven en emergencia habitacional mientras el “boom” de la construcción hoy frenado ha es-tado al servicio de la especulación inmobiliaria. Una década donde los políticos gobernantes no solamente han garantizado altas ganancias a los

    empresarios sino que se han enriquecido en for-ma tal que nada tienen que envidiar a los tiem-pos menemistas.

    Oficialistas y opositores, más directa o más gradualmente, sostienen una política devalua-cionista para tratar de aumentar las ganancias a costa del salario obrero. Las patronales pre-paran distintos enjuagues para una superación “a la derecha” del kirchnerismo. Pero es proba-ble que midan mal la relación de fuerzas. Las masas están diciendo presente en América La-tina con fuerza renovada. No solo en países go-bernados por derechistas sirvientes directos de Estados Unidos, como en Costa Rica y Chile, donde las masivas movilizaciones estudiantiles ya llevan tres años y ahora coordinan en co-mún con trabajadores de los puertos y los mi-neros del cobre. También donde hay gobiernos “centroizquierdistas” como el de Dilma y el PT, en movilizaciones que han desenmascarado la realidad del nuevo “milagro” brasileño alabado por el conjunto de los políticos patronales lo-cales, ya sea de derecha o centroizquierda. O en Uruguay, donde los docentes están protago-nizando una huelga histórica contra el gobier-no del Frente Amplio. Y en Bolivia, donde la Central Obrera Boliviana viene de realizar una muy importante huelga contra la ley neoliberal de jubilaciones que defiende Evo Morales y está lanzando un Partido de Trabajadores, en el cual hay importantes sectores que batallan por dar-le un carácter anticapitalista y de independen-cia de clases.

    Con una centroizquierda local que ha mostra-do que está para cualquier negocio (Solanas y Libres del Sur en un frente con privatistas co-mo Terragno y hombres de la banca Morgan co-mo Alfonso Prat Gay; Binner reivindicando el voto a Capriles en Venezuela), la campaña del Frente de Izquierda, cuyas listas están llenas de candidatos trabajadores y jóvenes combativos, interviene en momentos de división del oficia-lismo para decirles a los trabajadores y la juven-tud que la salida debe ser por izquierda. Para aprovechar esta crisis, las peleas en el PJ y en la burocracia sindical, la izquierda se debe plantar con una política independiente de los bandos patronales y fortalecer su inserción en la cla-se obrera, la juventud y la mujer trabajadora. El Frente de Izquierda es una condición necesa-ria para estos desafíos, aunque no suficiente. La batalla política en las amplias masas por que la clase trabajadora construya su propio partido, conquiste su independencia política, está aún pendiente. Tanto como avanzar en las fábricas, en las comisiones internas, los cuerpos de dele-gados, los centros de estudiantes, para construir una izquierda de los trabajadores que levante un programa para toda la nación oprimida. Uti-lizaremos la atención política que despiertan las elecciones para instalar la necesidad de superar la experiencia histórica del peronismo, contra la política de colaboración de clases.

    1 Ver Christian Castillo y Fernando Rosso, “Apun-tes del PTS sobre la construcción de un partido revo-lucionario en Argentina” en Estrategia Internacional 28, 2012 (disponible en www.ft-ci.org).

    “ Para esta elección partimos de más de medio millón de votos que obtuvo la fórmula presidencial que me tocó integrar junto a Jorge Altamira en 2011, y más de 660.000 votos en la categoría diputado nacional. Existe la posibilidad de que la izquierda logre representación parlamentaria nacional y en las legislaturas, por eso nuestro llamado a votar al Frente de Izquierda y participar activamente en la campaña.