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One Night With Sole Regret #5
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One Night With Sole Regret #5
SINOPSIS
Traducido por Simoriah
Su corazón está atado a su pasado…
Cuando el guitarrista rítmico de Sole Regret, Kellen Jamison, prometió ser fiel a
su prometida y amarla para siempre, lo dijo en serio. Nunca esperó perderla por el
cáncer tan temprano en la vida. Está seguro de que nunca volverá a amar, pero el
destino tiene otro plan para él.
Su corazón está atado a su trabajo…
La compositora clásica ganadora del Grammy y virtuosa pianista Dawn O’Reilly
está sobrepasada por fechas límites para escribir música, una musa volátil y altas
expectativas. No tiene tiempo para encontrar el amor, pero la oportunidad busca
interferir con sus planes cuidadosamente armados.
Están destinados a enredarse…
Desde el instante en que Kellen oye la más nueva composición musical de Dawn,
su espíritu se eleva. La melodía evocadora y la extraordinaria mujer responsable por
su creación son imposibles de resistir. Su atracción en innegable; su pasión
insaciable. Kellen le enseña a Dawn que hay libertad en el bondage, mientras que la
sensualidad de ella lo lleva a desatar su muy moderado autocontrol. ¿Las sogas que
Kellen usa para atar el cuerpo de Dawn serán la fuerza que los una o finalmente
cortarán todos los lazos entre ellos?
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One Night With Sole Regret #5
ÍNDICE
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Sobre la autora – Olivia Cunning
“Tell Me” – sinopsis y portada
Staff
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One Night With Sole Regret #5
Capítulo 1 Traducido por Martinafab
Corregido por ☽♏єl
La noche cayó sobre Kellen, envolviéndolo en un capullo de nada. Los
ocasionales destellos de amarillo en las nubes distantes pronto estarían sobre él y
tendría que ir adentro. Aunque una poderosa tormenta se desarrollaba sobre el
Golfo de México, no estaba preparado para hacer frente a esa casa vacía.
Simplemente se quedaría en la playa hasta que su determinación demostrara ser
más fuerte que el temor.
Mientras los parpadeos por encima del horizonte se intensificaban, el viento
empezó a soplar, azotando su largo cabello alrededor de su cuello y el rostro. Se
quedó mirando el agua interminable, luchando con los estremecimientos mientras
la humedad del aire salado del mar sacaba calor de su cuerpo. Su piel se había
vuelto insensible. Deseaba que la brisa del Golfo pudiera adormecer el profundo
dolor en su pecho. ¿La sensación de que una parte de él faltaba alguna vez se iría, o
estaba destinado a sentirse vacío por el resto de su vida? La pérdida de Sara todavía
era tan tangible para él como lo había sido hacía cinco años, cuando había mirado
ese maldito monitor de frecuencia cardíaca, conteniendo la respiración, esperando
por un blip más. Sólo uno más.
Sólo uno más, Sara. Haré lo que sea.
Nunca llegó.
Toda la esperanza en el mundo, todo el amor que él tenía para dar, no habían
servido de nada al final.
Debajo de las nubes enojadas, el agua lucía como obsidiana movediza; un cristal
negro y brillante con picos y valles. Curvas aleatorias de espuma blanca se
acercaban a la arena húmeda a los pies de Kellen y luego se retiraban, formando un
patrón incesante de oleadas y retiradas. Las olas jugueteaban con él; retirándose
lentamente a la vez que la marea bajaba. Se agitaban bajo el poder de la tormenta, a
veces bañando sus pies descalzos y dibujando en la arena bajo sus plantas, pero
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esas olas nunca lo reclamaron. Nunca lo llevaron debajo de ellas. Kellen dio un paso
adelante, siguiendo el agua que bajaba lentamente, sabiendo que eventualmente el
mar lo empujaría hacia la costa mientras la marea regresaba. Había poco en lo que
un hombre pudiera contar, pero podía contar con la marea. Y Kellen podía contar
con los recuerdos de Sara que lo atormentaban.
Él miró por encima del hombro a la casa oscura detrás de él. Estaba pintada de un
amarillo soleado, pero por la noche se veía gris. Sombría. No como el lugar feliz que
había compartido con ella antes de que ella enfermara.
Oh, mira esta casa, Kellen, la alegre voz de Sara hizo eco a través de su memoria.
¿No sería divertido alquilarla por una semana y pretender que es nuestra? Nunca he
visto el mar. Quiero verlo por primera vez contigo.
Kellen se había asomado para ver la pantalla de la computadora sobre el hombro
de Sara. Ella había pasado imágenes de una enorme y amarilla casa de alquiler con
habitaciones abiertas y espaciosas, muebles acogedores y una terraza externa con
vista a la playa.
Quieres ir a ver el mar, cielo. Vamos, había dicho él. ¿Cuánto cuesta?
Ella había hecho clic en un enlace de reserva y las mandíbulas de ambos cayeron
cuando apareció la tasa de alquiler semanal. Ella había cerrado la laptop y lo había
mirado, sus grandes ojos azules atrayéndolo. Siempre lo habían empujado a lo
profundo, como las aguas revueltas.
No necesito eso, había dicho ella. Te tengo a ti. Y lo había besado en la forma en
que sólo Sara podía besar. Un beso que agitaba su cuerpo en un frenesí acalorado.
Un beso que tocaba su corazón y su alma. Su beso siempre lo había puesto del
revés. Eso es lo que el amor le hacía. Por eso Kellen lo necesitaba, y al mismo tiempo
no quería volver a encontrarlo de nuevo.
Así que Kellen había hecho lo que cualquier tonto enamorado de su chica
perfecta haría. Había empeñado su más preciada posesión, la guitarra Les Paul de su
difunto abuelo, y sorprendió a Sara con una semana en su casa de ensueño. Ella no
lo había hecho sentir mal acerca de renunciar a su guitarra. Ella transformó el
sacrificio de su más preciada pertenencia en una semana de sus más preciados
recuerdos. La alegría en su rostro cuando se paró frente a esa casa de veraneo
repulsivamente grande, con las manos apretadas frente a su pecho, había valido la
pena cualquier precio.
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Te amo más que a toda el agua en el océano. Más que todos los granos de arena en
las playas. Todas las estrellas en el cielo, había dicho ella mientras se arrojaba a sus
brazos.
Eso es un montón de amor, había dicho él, hundiendo la nariz en su cabello
perfumado y tomando un momento para simplemente sentirla. Ella era su todo.
Sería su para siempre. Él no lo dudaba un instante.
Te amo más que eso, Kellen. Mucho más.
Yo también, cielo.
Kellen tragó con fuerza y cerró los ojos contra los ecos del pasado.
Los recuerdos de Sara continuamente atormentaban a Kellen. Le arrancaban su
maldito corazón. De todos modos, él buscaba cosas que le recordaran a ella. La
pérdida de su cuerpo y su alma había sido suficientemente difícil. ¿Perder esos
recuerdos? No podía soportar eso también. Necesitaba recuerdos de ella.
Recordatorios constantes. Es por eso que, aunque ella se había ido, él había
comprado esa maldita y enorme casa en la costa de Galveston tan pronto como
pudo permitírselo. El dinero había dejado de ser un problema después de que el
segundo álbum de Sole Regret hubiera sido platino, y que vendieran todas las
entradas de cada concierto de su gira como cabeza de cartel. ¿Qué pensaría Sara de
su éxito? ¿Estaría orgullosa? ¿Celosa? Ella nunca había entendido su necesidad de
hacer música.
Él habría renunciado a cada centavo, cada alegría, a cada fan por un momento
más con ella.
Esa casa vacía era la razón por la que estaba allí, de pie en la playa. No tenía nada
que hacer ahí. Debería estar en el bus de gira con su banda y en camino a Beaumont
para su show de mañana, pero no había sido capaz de mantenerse alejado. No
cuando la banda tocaba en Houston. No cuando estaba tan cerca del lugar que
había hecho feliz a Sara durante una semana en su corta vida. Quería tener cerca
esos recuerdos felices. Estaban justo al otro lado de la duna de arena detrás de él.
En esa casa. Esa oscura y vacía casa de ensueño que se había convertido en otra
pesadilla.
Ahora que había llegado, no podía obligarse a entrar. No podía soportar beber
una cerveza en la terraza sin ella a su lado. No podría soportar saber que cuando se
metiera en la cama, su almohada estaría vacía. No podría tocarla, no podría oír su
respiración. Sólo podría yacer allí, mirando el ventilador de techo girar, intentando
recordar qué habían desayunado la primera mañana, y la forma en que el sol había
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bailado a través de los reflejos dorados en su cabello mientras miraba a los
andarríos dar saltitos por la orilla. Casi podía oír su risa. Casi podía verla girar en la
cálida brisa, con los brazos extendidos. Casi sentía la salpicadura de agua contra sus
piernas mientras ella pateaba las olas. Había estado tan viva ese día. Tan
condenadamente viva. En su memoria, siempre estaría viva.
Y eso era algo a lo que él nunca renunciaría.
Owen había intentado convencerlo de no visitar la casa esta noche. El
razonamiento de Owen había sido correcto; estar ahí no ayudaba. Dolía. Pero Kellen
no podía mantenerse lejos. Y aunque él sabía que sería lo mejor, simplemente no
podía dejar que Sara se fuera.
Habían pasado cinco años desde que Sara se había apartado de él. Cinco largos
años en los que Kellen debería haber estado sanando y aprendiendo a seguir
adelante. Cinco malditos años de miseria.
Había tocado fondo el día en que había sido enterrada, y pensó que eso sería lo
peor. Pero estaba debajo de eso ahora. ¿Qué hay por debajo del fondo?
—El infierno —susurró al viento.
¿Por qué moriste, Sara? Te necesito a mi lado. ¿No te lo he dicho lo suficiente?
Con la mano, Kellen envolvió la muñequera de cuero en su muñeca izquierda.
Para él, significaba una conexión permanente con la mujer que aún amaba. La única
vez que Kellen había pensado que podía permitir dejar ir a Sara y seguir adelante,
Owen le había dado esta muñequera como regalo de Navidad. Su significado no
había sido la gran cosa, pero era una señal; una que insistía en que Kellen debía
permanecer apegado a Sara por más tiempo. Sus sentimientos no habían terminado
cuando lo hizo su vida. Así no era como funcionaba el amor. Las personas que no
habían perdido al amor de su vida no entendían eso. Owen, que Dios lo ame, no lo
entendía. Él pensaba que se suponía que un hombre siguiera adelante cuando su
alma gemela moría. Encontrar algún tipo de reemplazo. Kellen no quería seguir
adelante. No quería un reemplazo. Sólo quería a Sara de nuevo.
Quería lo imposible.
Y quería que Owen dejara de mirar su preciado brazalete como si estuviera
poseído por el mal. Kellen deseaba que Owen simplemente lo dejara revolcarse en
el dolo, y dejara de presionarlo para seguir adelante. Pero quizás si Kellen fingía, la
reciente tensión entre él y su mejor amigo podría disminuir. Su determinación por
sacarse la muñequera de Sara esta noche no era sólo por su propio bien. Era por el
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de Owen. Podía hacer esto por Owen. La creciente brecha entre ellos estaba
destrozando a Kellen. La mujer que Owen había conocido la noche anterior, Caitlyn,
había abierto los ojos de Kellen a una realidad brutal. El espacio extraño en la
cabeza de Kellen, su incapacidad para forjar nuevas conexiones íntimas, estaba
apartando a Owen. Y no podía perder a Owen también. No tenía a nadie más, nadie
a quién permitiera estar cerca de él. Nadie más en quién confiar. Nadie más que
soportara toda la mierda por la que él había estado pasando.
Kellen respiró hondo y liberó una de las correas de la muñequera de su hebilla.
No me olvidaré de ti, Sara. Cuando dije para siempre, lo decía enserio. Lo siento
muchísimo, cielo. Es sólo que no puedo... ya no puedo centrar más mi vida en torno a
ti. Pero no voy a olvidar. Nunca voy a olvidar.
Tragó el nudo de su garganta y se desabrochó la segunda correa. La muñequera
cayó en su mano derecha. Su muñeca desnuda se sintió extraña. Expuesta. En el
interior, él se sentía vacío. Tan vacío. Antes de que cambiara de opinión, arrojó el
brazalete al mar.
No deberías ensuciar, estúpido. Kellen resopló cuando las primeras palabras que
Sara le había dicho resonaron en su memoria. Él no había estado prestando
atención cuando arrojó su botella de agua vacía al suelo, en lugar de en la papelera
de reciclaje a la que había estado apuntando. Ella había recogido la pieza ofensiva
de basura, marchado hacia él y le había clavado la punta de la botella en el pecho. Él
la había mirado, la boca abierta, sin palabras. En ese momento, supo que había
encontrado a su todo. Antes de esos eternos segundos que marcaron su primer
encuentro, no había creído en el amor y ciertamente no en el amor a primera vista,
pero supo que estaban destinados a estar juntos en el instante que su mirada tocó
el rostro inocente de Sara. Ella tenía una opinión diferente. No había amor en sus
ojos cuando le preguntó: ¿Cuántos planetas crees que tenemos?
Millones, había dicho él. Trillones.
La comisura de la boca de ella se había retorcido, sólo un poco, y un poco del
fuego se había retirado de sus grandes ojos azules. Por un segundo, había pensado
que ella lo había encontrado divertido.
Bueno, no dudes en ir a vivir a uno de ellos. Da la casualidad que soy fiel al que estoy
parada.
Su larga coleta castaña clara le había dado una bofetada en el brazo cuando ella
se dio vuelta y avanzó con fuertes pasos hacia la papelera de reciclaje. Estrelló la
botella en el gran contenedor azul y fue a reunirse con sus amigos en el club del
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medio ambiente. La abrazaron como si ella sola hubiera salvado el planeta al
regañar al tipo genial que no había alcanzado la papelera de reciclaje.
No importaba. Kellen se había enamorado. Había firmado para unirse a su
pequeño grupo de abrazadores de árboles al día siguiente, y él ni siquiera se había
inscrito en su universidad. No había dejado que trivialidades como las reglas se
entrometieran en su camino cuando deseaba algo. Y él la había deseado. Él todavía
la deseaba.
—Creo que el cuero es biodegradable —dijo ahora, sabiendo que ella no
aprobaría que lanzara basura al agua. Se sentía como un entierro apropiado para la
cosa, entregando a Sara al mar que ella había amado tan brevemente. Él sabía que
ella había querido pasar más tiempo allí antes de fallecer. Sabía que él era
responsable por no cumplir ese deseo porque había estado aterrorizado de dejarla
salir del hospital. Esperaba que hubiera un océano en la otra vida y que ella siempre
estuviera bailando en las olas.
Kellen se frotó la muñeca desnuda, tratando de quitar la sensación de cuero
confinada en su piel. Al igual que con su recuerdo, no parecía ser capaz de disminuir
el efecto con simple esfuerzo. Después de un momento de masajearse la muñeca,
algo chocó con su pie descalzo. Bajó la mirada y vio el reflejo de dos hebillas de
metal en la arena.
—¿De vuelta tan pronto? —dijo y lanzó un suspiro. Se agachó y recogió el
brazalete, metiéndolo en el bolsillo delantero de sus jeans. Un círculo de humedad
floreció sobre su cadera. Llevaría el brazalete un poco más, pero en silencio juró que
no iba a ponérselo de nuevo en la muñeca. Eso no era volver atrás en su promesa de
quitársela esta noche. No exactamente. Se la había quitado. Sin embargo, aunque
no estaba en su muñeca, todavía era muy consciente de su presencia en el bolsillo
mojado.
El suave tintineo de música de piano compitió con las olas rugientes. Kellen miró
hacia atrás, en busca de la fuente del sonido. La mayoría de las casas a lo largo de la
playa desierta del Golfo estaban a oscuras, pero un suave resplandor amarillo
alumbraba una ventana abierta en la casa junto a la suya. El extremo suroeste de la
isla de Galveston estaba muy lejos de las atracciones turísticas de la ciudad. Aquí, a
altas horas de la noche, uno podría pretender ser la única persona en kilómetros. Sin
embargo, a él no le importaba la intrusión de la conmovedora melodía. De hecho,
estaba bastante seguro de que necesitaba algo inesperado que lo trajera de vuelta
al presente.
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Una fuerte ráfaga de viento golpeó el cabello contra su rostro. Un trueno
retumbó en el cielo.
La melodía del piano se intensificó, un inspirador crescendo, elevándose más.
Más alto. Sacándolo de la oscuridad. Aclarando sus pensamientos. Liberando su
corazón. Lavándolo con euforia. Aunque sólo fuera por unos segundos.
El conjunto de notas cesó de repente. Un audible blam en las teclas terminó la
pieza.
Un momento después, una interpretación enojada de Chopsticks salió por la
ventana abierta y dibujó una sonrisa en los labios de Kellen.
Un rayo partió la oscuridad, seguido del estruendo de un trueno. Kellen
entrecerró los ojos mientras la lluvia comenzaba a caer en gruesas gotas. Quedó
empapado al instante, el agua corriendo por su rostro y pecho desnudo. El cabello
se le pegó al cuello en trozos gruesos, pero no corrió en busca de refugio. La
melodía había comenzado de nuevo. No se dio cuenta de que se había se acercado a
la casa de al lado hasta que se encontró de pie bajo la ventana abierta, la cual estaba
a salvo de la inundación por una amplia terraza superior. Una vez más, la melodía
inició. Contuvo el aliento, esperando la próxima nota. Una más allá de la primera
que había oído en la increíble pieza de música. Sólo una nota más. Una más.
¡Blam!
—¡Argh! —Oyó el grito frustrado de una mujer justo antes que otro rayo de luz
brillara y el estruendo de un trueno lo trajera de vuelta a sus sentidos. Volvió la
mirada hacia su casa de playa justo al lado, tratando de reunir el coraje para entrar y
salir de la lluvia. Sin Sara—. Buena noche para dar un paseo —le dijo la voz. Las
palabras de la mujer fueron amortiguadas por la lluvia y las olas batiendo en la orilla.
Él miró hacia arriba y la vio de pie contra la barandilla de la terraza. No podía
distinguir sus rasgos, ya que la luz estaba a su espalda, pero podía ver sus curvas
cuando el viento sopló su vestido blanco contra el cuerpo.
Un calor familiar y desagradable se agitó en la parte baja de su vientre.
Hacía mucho tiempo que estaba con una mujer. Demasiado tiempo. E iba a ser
mucho más largo si el recuerdo de Sara tenía algo que decir en el asunto.
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Capítulo 2 Traducido por Akanet
Corregido por La BoHeMiK
Lo último que Dawn había esperado ver en la playa detrás de su casa de
vacaciones alquilada era un galán completamente húmedo y sin camiseta. Estaba
demasiado sorprendida para sentirse amenazada por su presencia. ¿Neptuno, señor
del mar, se había varado en la orilla? Con ese cuerpo firme y el agua goteando desde
cada centímetro de su tersa piel, el hombre alto y musculoso seguro parecía un dios
inmortal.
—¿Estás perdido? —gritó.
¿En serio, Dawn? ¿El mar te obsequia este magnífico hombre sirena sin cola, y le
preguntas si está perdido? Por supuesto que estaba perdido. ¿Por qué sino iba a
estar de pie medio desnudo en la playa durante una tormenta eléctrica? Dudaba que
estuviera rescatando tortugas marinas.
Él sacudió la cabeza.
—No —gritó hacia ella—. Vivo al lado. Simplemente estaba disfrutando de la…
—Con la mano extendida, indicó el mar agitado detrás de él—. Vista.
—Normalmente, te creería, pero la vista es un poco violenta en este momento —
gritó ella de vuelta.
Un trueno estalló por encima, y el viento sopló lluvia fría contra ella. Se apartó de
la barandilla. Las tormentas de aquí no eran tonterías. Las hojas de palmera
golpeaban contra los troncos de los árboles, sonando como un nido de serpientes
furiosas. El oleaje se estrellaba en la playa con creciente represalia ya que la
tormenta avanzaba hacia tierra firme.
El hombre ahueco las manos alrededor de su boca y gritó.
—¿Ésa eras tú toca….?
Un relámpago rompió en la oscuridad, anunciando otro retumbar de un trueno.
Dawn podía ver que los labios del hombre todavía se movían, pero el viento evitaba
que sus palabras llegaran a sus oídos.
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—¿Qué? —gritó.
—Esa melodía que oí…
Ella sacudió la cabeza y señaló su oído.
—¡No puedo oír lo que estás diciendo!
Él frunció el ceño y miró alrededor antes de volverse y correr por la pasarela de
madera que había sido construida sobre las dunas de arena. Pronto, ella no pudo
verlo en absoluto y se preguntó si lo había imaginado. Por lo menos él había
encontrado el sentido de salir de la lluvia, incluso si era grosero de su parte salir
corriendo sin siquiera decir un nos vemos.
Dawn se encogió de hombros y regresó a la casa. Quizás esa pequeña
interrupción despertaría a su musa. La imbécil perezosa no estaba cooperando con
ella para nada esta noche, y Dawn tenía un plazo que cumplir. Tenía que encontrar
el resto de esta canción para la mañana o estaría en serios problemas profesionales.
Flexionó sus adoloridos dedos y acababa de sentarse al piano cuando sonó el
timbre.
¿Neptuno había llegado de repente? Su ritmo cardíaco se aceleró. Ella estaba
aquí, sola en esta extraña casa, y estaba bastante segura de que el policía más
cercano estaba a unos dieciséis kilómetros de distancia. ¿Qué pasaba si el galán
empapado era un psicópata? Tenía que estar un poco loco para estar parado afuera
en una tormenta en medio de la noche, ¿verdad? Ésa era la maldición de tener una
imaginación hiperactiva. Eso le servía de mucho con su composición de canciones,
pero maldita sea si no era una carga cada vez que algo un poco fuera de lo normal
llegaba a ella.
Dudó durante solo un momento y luego se dirigió a la puerta, levantando la
cortina para poder mirar a través del cristal. Afuera se cernía la sombra de una
figura de hombros anchos. Ella encendió la luz del porche. Sí, allí parado en su
cubierta, chorreando agua y luciendo más sexy de lo que cualquier bestia ahogada
tenía derecho a lucir, estaba su Neptuno.
—¿Puedo ayudarte? —gritó desde el otro lado de la puerta. No iba a destrabarla.
Había visto muchas películas de terror y sabía lo que le pasaba a mujeres que
estaban solas en noches oscuras y tormentosas, quienes eran lo suficientemente
estúpidas para abrirle las puertas a extraños. Los verdaderos asesinos no te
advertían de sus intenciones usando aterradoras máscaras y acelerando una
motosierra en tu puerta mientras pedían entrar.
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—Lo siento —dijo el hombre, con la voz ahogada por la puerta de cristal—.
Espero no haberte asustado. Sólo quería saber el nombre de la canción que estabas
tocando cuando llegó la tormenta. No te molestaré más.
—¿La canción que estaba tocando?
—Sí. Realmente me habló. Esperaba que pudieras decirme cómo se llama, para
poder buscarla. —El estruendo particularmente fuerte de un trueno lo hizo
estremecerse—. Esto es estúpido. Me iré. Disculpa por molestarte.
Dio un paso atrás, su mirada apuntando a la escalera que conducía al suelo. Como
todas las casas a lo largo de la costa, el lugar estaba en lo alto de pilotes de madera
gruesa para mantenerlo por encima de la zona de inundación. Dawn estiró la mano
hacía el seguro de la puerta. Ya no le importaba que pudiera estar un poco loco.
Había elogiado una de sus canciones en un momento en que ella se sentía muy
deprimida acerca de su talento. Abrió la puerta de un tirón y salió a la húmeda
cubierta. Sus pies encontraron un charco que Neptuno había dejado atrás, y apretó
los dedos de los pies para evitar el frío.
—Te diría como se llama la canción, pero no la he nombrado aún —dijo.
Él se detuvo en lo alto de la escalera y se volvió. A distancia y en la oscuridad,
había sido magnífico, pero de cerca y en la luz, le robó el aliento. Fuerte, rasgos
duros, tan masculinos que deberían de ser un crimen, rodeaban unos cautivantes
ojos oscuros que capturaron su mirada y se negaron a permitir que ella apartara la
mirada.
—¿No la has nombrado? —Su voz era profunda y suave como la seda. Tocaba las
terminaciones nerviosas de ella como un arco obteniendo magia de un violín.
—No la he nombrado porque no la he terminado. ¿De verdad te gusta? —
preguntó ella—. Estaba a punto de desecharla y comenzar de nuevo.
—No hagas eso —dijo él—. Es increíble. ¿Tú la compusiste?
—Eso intento. Simplemente no está cooperando conmigo.
Las luces parpadearon cuando otro rayo serpenteó desde las nubes hasta el
suelo. Dawn miró la puerta abierta con deseo. A Neptuno podría no importarle estar
atrapado en la tormenta, pero ella no era tan resistente. La falda de su vestido
azotaba sus piernas en las ráfagas de viento. Se abrazó con los brazos para
mantener el calor y comenzó a retroceder con lentitud hacia el umbral.
—Siento haber ocupado tu tiempo —dijo él—. Simplemente me iré… a casa.
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Algo en la forma en que dijo casa hizo que su corazón se retorciera.
—¿Quieres entrar a tomar una taza de café? —preguntó accidentalmente. A
veces su impulsiva boca decía cosas de las que ella inmediatamente se arrepentía.
No estaba segura de sí se arrepentía de esta particular explosión o no. Tal vez si él
aceptaba, ella desearía haberse quedado callada. Pero si él se negaba, sabía que
estaría deprimida.
Él se mordió el labio y la miró con los ojos más oscuros que alguna vez había
visto. Podría ahogarse en esos ojos y ni siquiera pelearía contra una muerte segura.
—¿Estas segura? —preguntó.
Ella vaciló mientras se miraban el uno al otro.
—Primero date vuelta.
Él levantó una delgada ceja negra hacia ella, pero se giró lentamente con los
brazos extendidos a los costados, para mostrarle su espalda, y perfecto trasero. Un
increíble tatuaje cubría el lado izquierdo de su espalda y hombro. El semental se veía
tan real, alzándose en tonos negros y grises, que ella medio esperó que la pateara
con uno de sus agitados cascos. Incluso las plumas trenzadas en la crin del caballo
parecían estar bailando con la brisa.
Cuando él hubo completado la vuelta y sus ojos volvieron a encontrar los de ella,
ella dijo.
—Sólo estaba asegurándome de que no ocultaras un hacha gigante allí atrás. —
No mencionó que había disfrutado de su hermoso trasero, su musculosa espalda y
el magnífico tatuaje que decoraba la extensión de su suave piel de color bronce
mientras buscaba armas mortales. Ella podía tener muchas cosas, pero el mal gusto
no era uno de ellas.
—Te aseguro —dijo él—. Que no soy un asesino en serie. O cualquier tipo de
criminal violento.
—¿Sí? Eso es lo que dicen todos los delincuentes empapados que manejan hachas
y son violentos.
Una esquina de su sensual boca se levantó, y él trazó una ceja con su dedo.
—Sólo puedo imaginar lo que debes pensar de mí, parado afuera de tu casa en
una tormenta. Juro que fue tu hermosa canción la que me trajo hasta tu ventana. —
Su sonrisa se ensanchó, suavizando sus rasgos fuertes, y cada fragmento del recelo
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de Dawn desapareció—. ¿Qué tipo de criminal violento, empapado y que maneja un
hacha admitiría eso?
Ella le ofreció una sonrisa en respuesta y entró a la casa.
—Entra. Debes estar congelándote.
—Gracias por tu preocupación, pero estoy bien. El frío no me molesta.
—Entonces, no debes ser de por aquí —dijo. Ella sólo había estado en Texas por
unos meses y ya se había aclimatado al clima cálido. Ahora, con dieciséis grados
sentía frío.
—No de Galveston, no. Soy de las afueras de Austin, nacido y criado.
—Entonces debes de ser naturalmente de sangre caliente.
Su Neptuno rio entre dientes.
—Tal vez un poco.
Entró en la casa y se hizo a un lado mientras ella cerraba la puerta. Agua goteaba
de su cuerpo y dejó un gran charco en el suelo de baldosas.
—Quédate ahí —dijo ella—. Buscaré una toalla.
—Usualmente no hago este tipo de idioteces —dijo él, y luego se echó a reír—.
Eso se lo dejo a Owen.
—¿Owen? —exclamó ella mientras corría hacia el armario del pasillo, que tenía
varias toallas de playa.
—Un amigo mío.
—¿Él también es un dios?
—¿Un dios?
—Eres Neptuno, ¿verdad? —preguntó—. ¿El Señor del Mar que quedó varado en
la playa durante la tormenta? ¿Haces milagros? Porque me vendrían bien un par de
ellos esta noche.
Él volvió a reír y tomó una toalla para secar su cabello lacio y negro. Llegaba un
poco más abajo del hombro y chorreaba agua por los duros contornos de su pecho
y vientre. Dawn dejó caer una segunda toalla en el suelo para secar el charco y se
obligó a no mirar boquiabierta su cuerpo.
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—Siento decepcionarte… no soy un dios. Sólo un hombre que a veces pierde el
rumbo.
—Estoy tratando de hacerte revelar tu nombre sin preguntarlo directamente —
Le dijo ella a sus muslos mientras se agachaba para recoger más agua.
—Parece que he perdido mis modales —dijo él, secándose el pecho y los
brazos—. Soy Kellen Jamison. ¿Y tú eres?
—Dawn O'Reilly. —Se levantó lentamente para ponerse de pie y descubrió que,
aunque con su metro ochenta y dos era más alta que muchos hombres, Kellen era
unos centímetros más alto que ella.
—Tu nombre me suena familiar. —Mordisqueándose la punta del dedo, él
examinó su rostro atentación.
—Estoy segura de que hay un montón de personas que comparten mi nombre.
Sus ojos se iluminaron y chasqueó los dedos.
—Pero no otros compositores ganadores del Grammy. Escribiste la música que
ganó a la mejor canción de película del año pasado. ¿Estoy en lo cierto?
Ella se sonrojó. ¿Él sabía quién era? Nadie sabía quién era. Bueno, algunas
personas sabían quién era, pero los compositores no tenían fans. Las estrellas de
pop tenían fans.
—De hecho, fue el premio a la Mejor Composición Instrumental, pero sí, resulta
que una de mis obras acompaña el paso de los créditos de cierta película de éxito.
¿Cómo sabes quién soy? —Sus sospechas estaban llegando a un punto crítico de
nuevo. Quizás era uno de esos acosadores espeluznantes que veía a alguien en la
televisión y lo seguía hasta los confines de la tierra. Excepto que nadie sabía que ella
estaba aquí a excepción de su familia, amigos más cercanos y su agente. No era de
conocimiento público que ella había alquilado esta casa de playa por un par de
meses, esperando disparar su creatividad. Después de su Grammy, varios
productores la habían contactado para que escribiera música para ellos y como la
estrella novata deslumbrada que era, había aceptado cada trabajo que le habían
propuesto. Gran error. ¡Enorme! Al parecer, su creatividad estaba completamente
anulada por algún tipo de presión o expectativa.
—Te vi recibir tu premio —dijo Kellen—. No recuerdo su discurso, pero recuerdo
tu hermoso cabello.
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One Night With Sole Regret #5
Ella llevó una mano a sus rizos rojos largos hasta la cintura. Estaban todos
encrespados debido a la humedad del aire, pero en la noche del Grammy, el
peluquero había conseguido suavizarlos y hacerlos lucir elegantes.
—¿Me viste en la televisión? —Estaba bastante segura de que todos en Estados
Unidos se habían tomado un descanso para ir al baño cuando ella comenzó a
agradecer a todas las personas que había conocido alguna vez e incluso a algunos
que.
Él se echó a reír.
—Estaba en la audiencia.
Ella retrocedió. Esto era demasiado extraño.
—¿Me estás acosando?
Él hizo una pausa y cubrió sus hombros con la toalla, dejando caer los brazos a los
costados, en una posición no amenazante.
—¿Te estoy asustando de nuevo? Dawn, realmente no tienes nada de qué
preocuparte. Estaba allí porque mi banda estaba nominada a Mejor Artista Nuevo.
¿Su banda? Bueno, con todos esos tatuajes y el brazalete de cuero en su muñeca
derecha, lucía acorde.
—¿Ganaron?
—No. Un rapero ganó… Jizzy Wizzy Def Jam Grill Face. —Hizo una falsa señal de
pandillero y sonrió ampliamente para mostrar un conjunto de dientes rectos y
blancos—. O algo así.
Ella rio, sus defensas cayendo nuevamente.
—Vaya, qué pequeño es el mundo. Qué extraña coincidencia conocernos así.
—No creo en las coincidencias —dijo él.
Su intensidad hizo que su corazón titubeara y que las mariposas revolotearan a
través de su estómago.
—¿En qué crees, Kellen?
Su mirada marrón oscuro sostuvo la de ella durante varios conmovedores
segundos.
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One Night With Sole Regret #5
—En el destino.
La carga en el aire entre ellos no tenía nada que ver con la tormenta eléctrica que
azotaba el exterior. Ella cubrió su corazón palpitante con su puño, preguntándose
por qué se sentía repentinamente despierta. Había abierto la ventana de un tirón en
busca de aire para no quedarse dormida mientras se preparaba para otra
improductiva noche en vela. Cuando eso no la había animado a despertarse lo
suficiente para conseguir que la música fluyera, había salido a la cubierta. Entonces
había visto a Kellen luciendo todo mojado y salvaje, y no hubo manera de que ella
cabeceara sobre las teclas por el resto de la noche. En su presencia, sentía que
podía correr maratones y luchar con tiburones. Y quizás escribir una canción.
—¿Puedo escuchar tu composición? —preguntó—. Bueno, lo que ha escrito
hasta ahora.
Ella miró hacia el piano de media cola en la sala de estar a su derecha. Hojas de
papel para partituras cubrían el suelo y el banco del piano. Por desgracia, la mayor
parte del papel estaba en blanco o sólo tenía algunas cuantas notas musicales
repartidas en las líneas superiores. Hojas de papel arrugado se desbordaban de su
papelera. Comienzo en falso tras comienzo en falso. Le frustraba que la música no le
llegara fácilmente en estos días. Antes de su Grammy, las composiciones en piano
brotaban de ella como la lluvia brotando de las nubes furiosas fuera de la ventana.
¿Ahora? Escribir música era como tratar de exprimir el agua de una esponja seca.
Tenía tanto miedo a fracasar que la asfixiaba.
—Yo... —Se lamió los labios, repentinamente nerviosa. Una cosa era que un
completo novato quisiera oír su obra inédita y otra completamente diferente era
que un músico nominado al Grammy quisiera escucharlo. Era cierto que en cuanto
creaba una pieza musical, su propiedad estaba protegida por la ley, pero la
propiedad era difícil de probar—. Primeros bebamos una taza de café primero —
dijo ella—. Necesito un pequeño descanso.
Las facciones de él se tensaron con decepción, pero asintió.
—¿Descafeinado? —preguntó ella y se volvió hacia la cocina, que estaba más allá
de la gran sala familiar. El plano abierto de la casa hacía que fuera fácil para el piano
burlarse de ella si lo dejaba reposar en silencio durante demasiado tiempo. Tal vez
por eso era que pasaba tanto tiempo caminando por las playas—. Es muy tarde para
la cafeína.
—Probablemente no dormiré esta noche de todos modos —dijo él.
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One Night With Sole Regret #5
—¿Por eso que estabas de pie en la playa cuando la tormenta golpeó? ¿Insomnio?
—Algo así —dijo él.
Ella se preguntó si él estaba siendo misterioso a propósito o si era algo natural
para él. Ella abrió un armario y sacó una lata de café.
—Si estoy despierta toda la noche por un subidón de cafeína, tienes que
quedarte y hacerme compañía.
Él dejó caer los hombros con alivio.
—Puedo hacer eso.
—Y ya que eres un músico, tal vez puedas ayudarme con mi bloqueo de escritor.
Él sonrió, y la temperatura de la habitación debió haber aumentado seis grados,
porque a pesar de que mantenía el termostato en unos frescos veintidós grados,
Dawn de repente estaba sofocada por el calor.
—Estaría feliz de ayudar —dijo él con esa voz baja y suave que hacía cosas que
distraían sus partes femeninas—. O tratar de hacerlo. ¿Eres N.I.?
—¿N.I.?
—¿Nacida en la isla? Supongo que no, si no sabes el significado.
Ella sacudió la cabeza.
—Sólo alquilando por el verano. Vine aquí para escapar del caos de la ciudad y
buscar inspiración. —O esconderme. Estaba totalmente tratando de esconderse del
fracaso inminente. Por desgracia, la había seguido hasta Galveston.
—¿Encuentras inspiración en la costa?
—La voz del mar habla al alma —dijo ella, tratando de no ser tan obvia acerca de
su inspección de sus flexionados bíceps mientras él se secaba el rostro y ella llenaba
la jarra de café en el fregadero—. Chopin dijo eso. —Cuando él no respondió, ella
añadió—. El tremendamente talentoso compositor polaco y pianista del siglo XIX.
—Sí, sé quién es Chopin. Puedo ser un guitarrista de metal, pero eso no significa
que no respeto los clásicos.
¿Un guitarrista de metal? Ella y Kellen estaban tan apartados en el espectro
musical. No había una manera en el infierno en que él fuera capaz de ayudarla con
su bloqueo de escritor. Ella escribía composiciones clásicas, no aullidos.
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One Night With Sole Regret #5
—Oh —dijo ella—. Bueno, soy una gran admiradora. De Chopin. Sus nocturnos.
—Ella se estremeció de gozo al pensar en sus conmovedoras obras para piano.
Kellen rio entre dientes.
—¿Así que asumo que no estás impresionada por mi jugueteo con las cuerdas de
la guitarra?
—Estoy segura de que estaría muy impresionada, pero sí tengo una especie de
cosa por el piano.
Una vez que Dawn tuvo el café filtrándose, se volvió hacia Kellen. Lucía muy
incómodo en esos jeans empapados.
—Deberías quietarte esa ropa —dijo ella.
Una sonrisa torcida apareció en el hermoso rostro de él.
—¿Está insinuándose, Srta. O'Reilly? Es Srta. O'Reilly, ¿verdad?
—Sí, es Srta. O'Reilly, pero no, no estaba insinuándome. —A pesar de que
probablemente debería haberlo hecho—. Simplemente luces mojado. Puedo
encontrarte algo para ponerte.
Su mirada se posó en la falda blanca de su holgado vestido, y se echó a reír.
—Supongo que los chistes que hago acerca de usar faldas por fin me han
alcanzado.
—¿Usas faldas? —Iba contra de las leyes de la naturaleza que un hombre tan
incuestionablemente viril como Kellen Jamison usara una falda. Un kilt era un
asunto completamente diferente, por supuesto. Podía verlo con un kilt. Ella tenía
sangre escocesa en su herencia, pero Kellen parecía ser de ascendencia nativa
americana, y ella preferiría verlo en un par de pantalones de gamuza. O de cuero
ceñido. El cuero funcionaría.
—En realidad no. Es una patética broma que comparto con uno de mis
compañeros de banda cuando estamos en el escenario.
—¿Owen?
La boca de él se abrió.
—¿Cómo lo supiste?
—Es el único nombre que has mencionado.
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One Night With Sole Regret #5
—Correcto.
—Tengo unos bóxers que podría prestarte. —No podía apartar los ojos de sus
jeans mojados. Su entrepierna, específicamente. ¿Qué le sucedía? Se estaba
ofendiendo a sí misma con su comportamiento lascivo. Quizás sacarlo de esa ropa
mojada lograría sacar su mente de sus pantalones.
—¿Son tuyos?
Ella asintió, sin dejar de mirar al sur.
—Suelo dormir en ellos.
—¿Te pones ropa interior de hombre y me críticas por usar faldas?
Ella levantó la vista para mirarlo a los ojos.
—En caso de que no hayas estado prestando atención, hay un poco de doble
moral en este país.
—Y a veces hay una buena razón para ello. Yo luciría como un completo idiota
con una falda, pero tú te verías sexy con ropa de hombre. Un par de bóxers y nada
más. —Su mirada se posó sobre su pecho, y ella resistió la tentación de cruzar los
brazos sobre sus senos—. O en una elegante camisa de hombre de manga larga y...
nada más. —Su mirada se movió a sus piernas, que estaban completamente
cubiertas por la falda larga, pero se sentían irremediablemente desnudas. Y de
repente calientes. ¿Por qué estaban calientes sus piernas? Sintiéndose tonta, ella las
abanicó con su falda.
—¿Estás imaginándome desnuda? —preguntó.
Él sacudió la cabeza.
—Sólo medio desnuda.
Ella se mordió el labio y se permitió mirarlo boquiabierta sin fingir que no lo
estaba haciendo.
—Yo no tengo que imaginarte medio desnudo. Ya lo estás.
—Siento estropear tu diversión. —La mirada de él se desvió hasta encontrarse
con la suya, y ella se quedó sin respiración—. Siempre puedes imaginarte mi otra
mitad desnuda.
Ella sonrió, la mirada cayendo a sus jeans.
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One Night With Sole Regret #5
—Ya lo estoy haciendo. —Se sentía bien coquetear. Recientemente había tenido
poco tiempo para los hombres, pero con una fecha límite avecinándose o no, estaba
dispuesta a hacer un poco de tiempo para éste.
Kellen se aclaró la garganta y miró al suelo.
—Aceptaré tu oferta de esos bóxers —dijo—. Tengo un poco de frío y tratando
con algunos problemas de encogimiento allá abajo. No querría decepcionar tu
imaginación.
—Mi imaginación definitivamente no está decepcionada. —Si él perdía esos
jeans, estaba segura de que la realidad tampoco la decepcionaría.
Se abanicó el rostro con una mano. Maldita sea, ¿qué pasaba con el aire
acondicionado de esta casa?
—Ya vuelvo —dijo, y corrió escaleras arriba a la habitación principal para
encontrarle un par de bóxers. Hojeó un cajón y sacó el par de aspecto más viril de
calzoncillos a cuadros que poseía, ella tenía un cariño inusual por los cuadros, y
regresó a la cocina para encontrar a Kellen con la mirada perdida en el espacio. Su
sonrisa formidable se había desvanecido, reemplazada por un desolado
aturdimiento. Él estaba jugando con algo en el bolsillo delantero de sus jeans, y ella
estaba bastante segura de que no estaba tratando de corregir sus problemas de
encogimiento.
—Espero que te queden bien —dijo. En realidad, esperaba que fueran muy
ceñidos y ayudaran su imaginación.
Él movió rápidamente la cabeza y ubicó la mirada en ella. Su sonrisa regresó.
—Gracias —dijo él, aceptando el delgado par de bóxers que ella le ofrecía.
—Hay toallas en el armario del baño —dijo ella, y asintió hacia el baño junto a la
escalera.
—Gracias —dijo él de nuevo y corrió hacia el baño. La apreciativa mirada de ella
se asentó en su musculosa espalda mientras se alejaba. Sí tenía un gusto en
particular por la sexy espalda de un hombre, y éstas no se ponían mucho más sexy
que la de Kellen. ¿Le permitiría acariciar las líneas de ese tatuaje? Quizás si se lo
permitiría si ella encontraba el coraje para dar el primer paso en lugar de mirarlo
detenidamente mientras desaparecía hacia el cuarto de baño.
Ése era un gran y sí.
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One Night With Sole Regret #5
—Eres demasiado gallina para dar el primer paso —se reprendió a sí misma en
voz baja. Pero ella esperaba que él no lo fuera.
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One Night With Sole Regret #5
Capítulo 3 Traducción por Otravaga (SOS), Lalaemk (SOS), flochi,
Corregido por La BoHeMiK
Kellen al baño y cerró la puerta tras de sí. ¿Qué mierda estaba haciendo
coqueteando con una mujer que acababa de conocer, prometiéndole a su libido
algo que él no tenía ninguna intención de darle? Había bajado la guardia con ella. No
podía permitir que sucediera de nuevo.
Captó su reflejo en el espejo sobre el lavabo e hizo una mueca. Señor, no es de
extrañar que Dawn hubiese pensado que sus intenciones no eran buenas cuando lo
había visto en la playa. Parecía un pirata que había abandonado el barco y había
nadado a tierra para evitar el castigo por robar el botín.
No tenía planes de tomar ningún botín esta noche, incluso si Dawn colocaba el
suyo directamente en sus manos. Y si él seguía insinuándosele como lo había hecho
desde que lo invitó a entrar, estaba bastante seguro de que estaría dispuesta a
hacer exactamente eso.
Luchó para salir de sus jeans mojados, dejando charco en el piso de Dawn y
encontró una toalla para secarse el cabello, las piernas y el resto de su cuerpo,
tomando nota de una cierta rigidez con la que no estaba preparado para lidiar. Al
parecer, había estado mintiendo sobre su problema de encogimiento. ¿Cómo iba a
lograr usar un par de delgados bóxers con una pequeña erección?
Se subió los bóxers por los muslos y las caderas, luego bajó la mirada hacia su
entrepierna y gimió ante el espectáculo que estaba haciendo de sí mismo.
—Abajo, muchacho —dijo, y metió su polla demasiado sensible por la pierna de
los bóxers—. Sé que ella es sexy, pero no puedes tenerla.
Presionó el evidente bulto en su ropa interior. La ropa interior de ella, se recordó.
¿Usaba bragas debajo de ellos o estos habían estado recientemente contra su piel
desnuda? ¿Cómo olía el tesoro escondido entre sus muslos? ¿Cómo sabía? Su boca se
hizo agua, y tragó antes de darse una sacudida mental.
Despierta, estúpido.
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One Night With Sole Regret #5
Genial. Ahora su bulto era una completa tienda de campaña, a cuadros azules y
burdeos.
Mierda.
Quizás debería volver a ponerse los jeans y decirle que sus bóxers eran
demasiado pequeños. Sin duda eran ajustados, y su condición los hacía francamente
incómodos. O quizás debería masturbarse realmente rápido para que pudiera
pensar en algo más que follarse a una sensual pelirroja hasta dejarla en coma. O
quizás debería envolver la muñequera de Sara alrededor de su insubordinada polla
como un recordatorio de que cuando se había comprometido con ella, había
prometido no tener relaciones sexuales con otra mujer. Jamás. O tal vez la cabeza
grande debería recordarle a la cabeza más pequeña quien estaba a cargo aquí.
¿Quién estaba a cargo aquí?
Kellen eligió imaginar al par de chicas borrachas que habían estado tratando de
meterlo en la cama la noche anterior. Le tomó un minuto, pero su recordado
desinterés resolvió el problema con su libido. Parcialmente. Fue sólo después de
que tuvo a su desobediente polla un poco bajo control que se dio cuenta de que los
bóxers prestados no tenían un bolsillo para guardar su muñequera recientemente
retirada.
Doble mierda.
Retiró la banda de cuero de sus jeans y la miró. El deseo de regresarla a su
muñeca lo abrumó. Todavía tenía un brazalete en la otra muñeca, pero no era un
recordatorio de Sara, por lo que no contaba. Él había comprado ése en el centro
comercial cuando tenía dieciséis años y pensaba que lo hacía lucir bien. No tenía
ningún significado emocional, era sólo un trozo ordinario de cuero. Pero el que se
había sacado antes poseía la habilidad de sacar de un tirón su cabeza de las nubes y
regresar sus pies firmemente al suelo.
Eso esperaba.
Quizás lo mejor era dejar la casa de Dawn tan pronto como fuese posible. ¿Por
qué había venido aquí, de todas formas?
La canción de Dawn. La melodía se reprodujo en su cabeza, y sonrió. Esa canción
poseía un poder propio.
Quería escucharla de nuevo. Quería verla tocarla para él. Porque tan revueltos y
confundidos como estaban ahora los pensamientos de Kellen, su canción le había
dado un momento de paz y claridad. Incluso si se trataba de una situación temporal,
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One Night With Sole Regret #5
quería esos sentimientos de nuevo. Los necesitaba. Incluso más de lo que
necesitaba el recordatorio de Sara en su muñeca.
—El café está listo —llamó Dawn—. ¿Cómo lo tomas?
Cristo, la puerta del baño era delgada.
Triple mierda.
¿Ella lo había oído hablar consigo mismo acerca de su atractivo?
—¡Negro! —gritó, contento por haber decidido no masturbarse. ¿Qué tal si ella lo
hubiese oído jadeando y gimiendo a través de la puerta? Ya sospechaba que fuese
un peligroso criminal. Si lo descubría masturbándose en su baño impecablemente
limpio, lo habría catalogado también como un pervertido depravado.
Kellen se pasó un cepillo a tirones a través de su cabello hasta que quedó
acomodado, descansando contra sus hombros. Esperaba que a ella no le importara
compartir un artículo tan personal como un cepillo para el cabello con él. Quizás no
era suyo y había venido con la casa. Kellen se revisó para asegurarse de lucir una
erección de nuevo, metió la muñequera en el bolsillo de sus jeans y recogió la toalla
mojada del suelo. Le dio a la muñequera un último apretón, tomó una inhalación
profunda, tranquilizadora y luego abrió la puerta.
El baño daba a la cocina, así que no había manera de no notarla. Dawn estaba
apoyada de espalda contra la encimera, bebiendo de una taza de café color crema.
Había algo intensamente erótico en la forma en que rodeaba la taza con las dos
manos y se la llevaba a la boca mientras lo miraba por encima del borde. Esos
hipnóticos ojos color avellana. Todo ese espeso cabello rojo. Ese holgado vestido
blanco. Sus pies descalzos con diez uñas perfectamente arregladas en color rosa
intenso asomándose por debajo del dobladillo de la larga falda. Todo en ella era
erótico, y ella ni siquiera lo estaba intentando. Su polla palpitaba en apreciación a su
feminidad.
Debería haberse masturbado después de todo.
Caminando torpemente, Kellen aferró su ropa sucia en la cintura, con la
esperanza de ocultar lo que estaba pasando en sus bóxers.
Los bóxers de ella.
¡Mierda! Deja de pensar así, idiota. Vas a rasgar sus bóxers a la mitad si te pones más
duro. ¿Cómo vas a explicarle eso?
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One Night With Sole Regret #5
Disculpa, Dawn. Me parece que he dañado tus pantalones cortos con mi furiosa
erección. ¿Tienes algo un poco más resistente que pudiera usar? Tal vez algo hecho de
cuero grueso o acero inoxidable.
—¿Quieres que tire tus pantalones jeans en la secadora? —preguntó ella.
—No, gracias. —Él no quería que ella descubriera la muñequera escondida en su
bolsillo, y necesitaba los jeans para tapar su excitación.
Dawn se volteó y levantó una taza roja de la encimera. Se acercó a él y le ofreció
el café. Aplastando con una mano los jeans y la toalla contra su vientre, Kellen
extendió su mano libre para aceptar la taza.
—Gracias —dijo. Maldita sea, su voz sonaba toda ronca y un poco sin aliento.
¿Ella era consciente del problema no tan pequeño sucediendo detrás de unos jeans
hechos una pelota y una toalla húmeda? ¿Tenía alguna idea de lo mucho que quería
levantarla sobre la encimera y follarla hasta que no pudiera pensar con suficiente
claridad como para sentirse culpable por romper su promesa con Sara?
Dawn lo miró a los ojos y pasó sus dedos ligeramente sobre los suyos en una
lenta y sensual caricia mientras le entregaba la taza. Ella no le facilitando su
devoción a la abstinencia, eso era seguro.
Un salpicón de pecas adornaba el puente de su nariz y gruesas pestañas oscuras
hacían que los puntitos verdes en sus ojos color avellana resaltaran. Él trató de no
mirar sus labios carnosos y se preguntó cómo sabría. ¿Disfrutaba los besos suaves y
gentiles o prefería el profundo saqueo que asaltaba su boca que él anhelaba? Quería
hundir sus manos en todos esos gruesos rizos rojos, inclinar su cabeza hacia atrás
y... y...
¡Charla sin importancia! Tenía que hacer charla sin importancia.
—Entonces, ¿de dónde eres? —preguntó.
Ella parpadeó y tomó una sobresaltada respiración. ¿Estaba pensando lo mismo
que él? Realmente necesitaba que ella fuera una perra frígida en ese momento, pero
dudaba que fuera así. La vibra que emitía era cálida y acogedora. No podía recordar
la última vez que había querido ser invitado a la calidez de una mujer, toda
resbaladiza, caliente y apretada. Su polla palpitó con interés.
Oh, mierda, mujer. Di algo. No puedo estar pensando así.
—¿Originalmente o últimamente? —preguntó ella.
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One Night With Sole Regret #5
—Ambas. —Por favor, deja de mirarme de esa manera con esos exóticos ojos
gatunos. Kellen estaba acostumbrado a que las mujeres mostraran su interés en él.
A lo que no estaba acostumbrado era a perder el control de sus convicciones y
sentir algo en reciprocidad.
—Nací en Pennsylvania, justo a las afueras de Filadelfia. He estado en Los
Ángeles desde hace varios años.
—¿Te gusta ahí?
Ella se encogió de hombros y bebió otro sorbo de su café.
—No es tan húmedo como aquí. Y también está Hollywood.
—Ah, así que por eso te mudaste allí.
—El mercado de trabajo para los compositores de música clásica es bastante
pequeño.
Él tragó un sorbo de café.
—¿Siempre quisiste escribir música para películas?
Ella le sonrió.
—En mis años rebeldes, escribí música para videojuegos.
—¿Tuviste años rebeldes?
Ella levantó sus cejas hacia él, lo que hizo que imaginara todo tipo de actividades
traviesas en las que probablemente no había estado implicada durante sus años
rebeldes, pero maldita sea si no quería rebelarse con ella ahora.
—¿No los tenemos todos? —preguntó ella—. Por lo menos hasta que crecemos.
—Espera. ¿Quieres decir que se supone que debemos dejar eso atrás?
—¿Aún sigues rebelándote, Kellen?
Él rio entre dientes.
—A algunos les gustaría pensar eso, pero no, no tengo nada contra qué
rebelarme en estos días. —Tomó otro sorbo de café y luego asintió hacia su taza—.
Esto es realmente bueno —dijo.
—Si piensas que eso es bueno, deberías probar mi tostada francesa.
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One Night With Sole Regret #5
Su estómago gruñó en acuerdo. Había tenido una cena antes del concierto con el
resto de la banda (y en un extraño giro del destino, con Caitlyn, el nuevo interés
amoroso de Owen), pero habían pasado muchas horas, un montón de actividad
física y confusión emocional atrás desde eso. Kellen cubrió su ruidoso estómago y
se las arregló para dejar caer el escudo protector de tela de su polla en el proceso.
Por suerte, la vana conversación había reducido su tienda a una protuberancia
ligeramente entusiasta.
La mirada de Dawn se deslizó por su torso y él se puso tenso, tratando de pensar
en más charla sin importancia, pero básicamente había perdido sus capacidades
mentales.
Cuando ella levantó la mirada de su cuerpo para mirarlo a los ojos otra vez, sonrió
y dijo.
—Suena como si tu estómago estuviera de acuerdo.
¿Ella había notado que él llenaba sus bóxers más de lo que debería?
Ella se dirigió a la nevera, lo que significaba que él no volvería a oír su canción
pronto. También significaba que iban a pasar más tiempo juntos, lo que, con sus
defensas fallando rápidamente, era una mala idea.
—No tienes que hacer eso —dijo—. Puedo hacerme un sándwich cuando vaya a
casa. —Lo que era una gran mentira, porque no había un trozo de comida en la casa
de Sara. Tendría suerte si encontraba una barra de granola de un año de antigüedad
en la despensa.
—Quiero cocinar para ti —dijo ella—. Estoy tratando de deslumbrarte con mis
impresionantes habilidades.
Hecho.
Así que él bebió su café junto a la barra desayunadora mientras ella preparaba
rápidamente un lote de tostadas francesas.
—Háblame de tu banda —dijo ella mientras utilizaba una batidora para batir un
huevo, leche y vainilla en un tazón.
—¿Por dónde empiezo?
—Por el principio.
—Es una larga historia —advirtió él.
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One Night With Sole Regret #5
—Bien, porque el subidón de cafeína de la que te advertí está empezando a
actuar.
—¿Así que quieres que la larga y aburrida historia de mi banda te arrulle a dormir?
—bromeó, sintiéndose un poco más relajado ahora que había una amplia encimera
entre ellos. Estaba caliente como el infierno, pero no creía que su polla fuera capaz
de abrirse su camino a través de varios centímetros de madera y granito. Cuando
Dawn añadió mantequilla a la sartén caliente y lamió una mancha de su dedo,
decidió que no debería apostar por esa certeza.
—No, quiero que me entretengas. —Su comentario completamente inocente
tuvo a Kellen imaginándose maneras no tan inocentes de entretenerla.
¿Qué demonios? No había reaccionado así con una chica bonita desde su lujuriosa
adolescencia. ¿Así era como se sentía ser Owen? No era de extrañar que siempre
estuviera rogando probar el club de sexo más nuevo de Tony. Este perpetuo estado
de excitación era francamente distractor.
—Um. —¿De qué habían estado hablando? Su banda. Cierto—. Hemos estado
juntos como un equipo por alrededor de siete años.
—¿Cómo se hacen llamar?
—Sole Regret.
Los ojos de ella se iluminaron, y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.
—Eso suena familiar —dijo—. Quizás sí recuerde el anuncio de su nominación a
los Grammy.
—¿Fue acompañado por una muy larga corneta de aire?
Ella se echó a reír.
—¿Fuiste tú?
Kellen sacudió la cabeza.
—Owen. No le interesa la etiqueta adecuada en las entregas de premios.
También gritó, “¡Apestan!” durante el discurso de agradecimiento del ganador.
Dawn rio.
—Lo recuerdo. ¿No le pidieron que se fuera?
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One Night With Sole Regret #5
—Todos tuvimos que irnos. Owen es un poco ruidoso y franco cuando ha estado
bebiendo, y habíamos comenzado a celebrar nuestra segura victoria la noche
anterior.
—Oh —dijo ella, con los labios en un mohín seductor—. Debe haber estado
terriblemente decepcionado.
Ella cortó un pedazo de pan de la barra, lo empapó en la mezcla de huevo, y
luego lo colocó con cuidado en la caliente mantequilla.
—Tú no sabrías como fue eso —dijo Kellen.
Ella levantó la vista.
—¿Por qué piensas eso?
—Bueno, porque tú ganaste tu Grammy.
—Pero no gané el World International o el Peabody Mason Piano Competitions,
¿o sí?
—Nunca escuché de ninguno de esos.
—Tampoco gané…
—Dawn, tienes un maldito Grammy. He oído de ése. Celebra tus victorias.
Ella lo miró boquiabierta, la espátula agarrada con fuerza en su puño. Por un
momento, pensó que iba a golpearlo con ella.
—No me gusta perder —dijo ella.
El fuego se encendió en su voz, en su rostro. El rápido ascenso de su pasión
provocó que ciertas partes corporales en la habitación ascendieran. De nuevo.
—Nombra a una persona a la que le guste perder —dijo él.
Ella contuvo un pequeño jadeo y parpadeo hacia él. Él sospechaba que nadie se
atrevía a reprocharle nada, lo que inspiró el deseo de encontrar todos sus botones y
presionarlos repetidamente, para ver cuán brillantemente podía arder su fuego.
—Pero en serio no me gusta perder. Es casi patológico.
Él la evalúo detenidamente por un momento, mirando más allá de la criatura
sexual que tenía toda su atención hacia la mujer tensa, ligeramente envarada y
demasiado formal que él había pasado por alto hasta ahora, con todas las hormonas
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One Night With Sole Regret #5
girando a través de su cuerpo. Ella parecía aferrarse al control con demasiada
fuerza. A él le encantaría atarla y ver cómo respondía a la completa renuncia del
control. A él.
—Hay una única manera de asegurarse de no perder nunca —dijo él.
Ella volteó una porción perfectamente dorada de tostadas francesas con la
espátula.
—¿Y cuál es?
—No compitas.
—Bueno, eso no va a pasar. Tengo una vena competitiva de un kilómetro y
medio de ancho. Tengo que saber si…
Sus ojos se encontraron, y el fuego en ellos surgió. ¿Dejarla indefensa con
cuerdas causaría que ese fuego ardiera más brillante, se atenuara o se extinguiera
por completo? Él predecía que ella se encendería bajo su meticulosa atención
mientras incluía su cuerpo en una de sus creaciones; allí donde el bondage se volvía
arte. Y dudaba de que ella fuera la única en encenderse si él jugaba con ese
particular fuego. Respiró hondo. Necesitaba concentrarse, lo que era
completamente imposible con ella luciendo toda desafiante y tensa. Él quería sacar
la rebeldía y la tensión de su cuerpo y enseñarle cómo relajarse.
—Tienes que saber si eres la mejor —completó la oración de ella.
Ella usó la espátula para lanzar un perfecto pedazo de tostada francesa de la
sartén a un plato y luego agregó una rebanada cruda a la sartén. Ésta chisporroteó y
siseó. Kellen inhaló el aroma de la vainilla y pan caliente. Su boca se hizo agua.
—No necesito ser la mejor en todo —dijo ella, su atención puesta en la tarea—.
Solo en lo que más me apasiona.
—¿Eso sería componer o tocar el piano?
—Ambos —dijo ella.
—¿Y perseguir la perfección te da felicidad?
Su mirada se alzó para encontrarse con la de él.
Él ocultó una sonrisa. Otro de sus botones encontrado y presionado.
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One Night With Sole Regret #5
—Ésa es una pregunta muy personal —dijo ella con su voz un poco más fuerte de
lo necesario—. ¿Y cómo es que terminamos hablando de mí? Te pregunté acerca de
tu banda.
—Estábamos hablando de ti porque eres más interesante que yo —dijo él.
—Te aseguro que no lo soy.
—Veremos. —Él rio entre dientes—. Comencé a tocar la guitarra cuando mi
abuelo me atrapó tonteando con la antigua Les Paul que él había ganado en una
apuesta. Le corté una de las cuerdas y pensé que él iba a despellejarme vivo, pero
en cambió me castigó obligándome a tomar lecciones con un amigo que tocaba en
una banda local. Yo tenía trece años. Ese mismo año conocí al bajista de Sole
Regret, Owen. No le gustaba mucho la música. Le gustaba más seguirme a mis
lecciones y mirar, pero no quería aprender a tocar. No fue hasta un par de años
después que las chicas comenzaron a pasar el rato cerca de mí porque yo era genial.
Así que Owen aprendió a tocar en un intento de atraer chicas. Es muy superficial. —
Kellen le guiñó un ojo.
—Entonces, ¿no aprendiste a tocar con el objetivo de atraer chicas?
—La música es mi escape —dijo él—. Rápidamente me volví adicto a producir
sonido. Es como una droga de la que no puedo tener suficiente.
Él encontró su mirada y se miraron.
—Siento lo mismo por el piano —dijo ella—. Simplemente lo habría llamado una
compulsión en lugar de una adicción.
Sara nunca había entendido esta parte de él. Había pensado en la música como
algo que lo alejaba de ella. Parecía pensar que competía contra la música por su
afecto, no que era algo que lo ayudaba a ser el hombre que ella amaba. Era lindo
encontrar a una mujer que entendiera lo vital que la música podía ser para una
persona.
Dawn volteó una segunda pieza de tostada francesa en un plato antes de agregar
una tercera a la sartén. Mientras se cocinaba, puso un pote de mantequilla, una
botella de jarabe de arce y su plato frente a él. Él inhaló profundamente.
—Huele maravilloso.
—Receta de mi abuela.
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One Night With Sole Regret #5
La primera mordida que le dio Kellen hizo que sus ojos se pusieran en blando de
deleite.
—Es impresionante. ¿Cuál es el secreto?
—Vainilla —dijo ella—. Y pan recién horneado de hace un día.
—Afortunadamente pasé el día después de tu viaje a la panadería.
Las mejillas de ella se volvieron de color rosa y le prestó atención extra a la
tostada chisporroteando en la sartén.
¿Había descubierto otro botón? No estaba seguro de dónde presionar.
—¿Hay una panadería cerca?
Ella sacudió la cabeza.
—Lo hice yo —dijo ella—. Hornear en un gran aliviador del estrés para mí.
—Qué afortunado —dijo él—. ¿Qué te tiene estresada?
Ella dudó por un rato y luego dejó escapar un suspiro.
—¿Puedes guardar un secreto?
—Sí.
—Se supone que mañana entregue una composición terminada —dijo—. Me
encargaron una pieza para ser utilizada como la canción principal de un éxito de
taquilla del verano. He estado trabajando durante meses y sin importar cuánto me
esfuerce, no puedo hacerlo bien.
—Quizás ése sea tu problema —dijo él, intentando recordar sus modales y no
hablar con la boca llena, pero la tostada francesa estaba tan deliciosa que no podía
dejar de llevarla a su boca como lo haría con una pala.
—¿Mi problema?
Oh, ¿otro botón? Presiona. Presiona. Presiona.
—Uno de muchos, estoy seguro —dijo él.
Lo inmovilizó con una mirada acalorada, y él se encendió desde el interior hacia
afuera. Ni siquiera se había dado cuenta de que había estado sintiendo frío.
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One Night With Sole Regret #5
—Quizás te estás esforzando demasiado —dijo—. A veces la mejor inspiración te
golpea cuando no prestas atención. Deja que tu subconsciente escriba la música. Es
más puro de esa manera.
—¿Y qué sabes acerca de componer música? —dijo ella, volteando su pedazo de
tostada francesa en un plato vacío. Apagó la hornalla y tomó la manteca. Él no se
pudo resistir a moverla fuera de su alcance.
Ella cerró los ojos y respiró hondo. ¿Por qué él tenía la impresión de que ella
estaba contando hacia atrás desde cien para no abofetearlo con la espátula?
—He escrito algunas canciones —dijo él—. El guitarrista líder de la banda, Adam,
es nuestro compositor principal, pero permite que al resto se nos ocurran una nota
o dos.
—¿Qué sabes sobre escribir música de piano?
—Absolutamente nada —admitió él.
Ella recogió su plato y rodeó el mostrador para sentarse junto a él.
—Lamento estar tan irritable esta noche —dijo—. Estoy bajo mucha presión.
Solo… no quiero fallar en mi sueño.
—No vas a fallar —dijo él—. Simplemente estás un poco atorada. Le sucede a
todos.
Ella sacudió la cabeza mientras untaba mantequilla en su tostada francesa.
—A mí no me sucede. No puedo permitir que me suceda.
—Comprueba la realidad, Dawn. Ya sucedió.
—Todavía puedo terminar la composición esta noche —dijo ella.
—¿Y si no puedes?
Su labio inferior tembló y se negó a encontrar su mirada, aunque él estaba
mirándola como una pantera observando a un joven ciervo vagar sin saberlo debajo
de su árbol.
—No puedo fallar —dijo ella—. No está permitido.
¿Permitido? ¿Por qué lo diría de esa manera? Él coloco una mano reconfortante en
la base de su columna y ella se sacudió con tanta fuerza, que casi se cae
directamente del taburete.
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One Night With Sole Regret #5
—No puedo prometerte nada, pero ayudaré, si puedo —dijo él—. Cálmate, ¿sí?
—Es fácil para ti decirlo —murmuró ella en voz baja.
Él quitó la mano de su espalda, maldiciéndose por tocarla ya que podía sentir la
tensión de sus músculos contra su palma. Ella picoteó su tostada francesa y luego
de un momento de lucir derrotada, enderezó los hombros y se volvió ligeramente
para mirarlo.
—Así que tu amigo Owen y tú se volvieron guitarristas para seducir jóvenes
ingenuas. ¿Qué hay del resto de la banda? ¿También sufrían de una incapacidad para
conquistar a las chicas basados sólo en su apariencia y personalidad?
Él suspiró ante su obvio cambio de tema.
—A Owen no le gustaba realmente la guitarra, así que cambió al bajo, que es la
posición en una banda de rock menos propensa a conseguirte sexo. —Owen, sin
embargo, había dejado de tener ese problema poco después de que se graduaran
de la secundaria—. No somos tan superficiales como nos hago parecer.
—¿Por qué a Owen no le gustaba la guitarra?
—No estoy seguro de que fuera completamente honesto. Creo que alegó que no
le gustaba la guitarra para no robarme protagonismo. En realidad es un buen
guitarrista, pero él tiene esta manía de poner a todo antes que a sí mismo. En
especial a mí.
—Entonces no quería derrotarte en tu propio juego.
—Algo así.
—¿Cuántos son en la banda?
—Cinco. Jacob es el cantante y Adam toca la guitarra principal. Han sido amigos
desde jóvenes. Son un par de años mayores que Owen y yo. Habían comenzado una
banda con un baterista llamado Quint y estaban buscando un bajista que
conformara el cuarto miembro del grupo, el cual se llamaba Desesperation Normal.
Cuando Owen respondió al anuncio de un tablón de anuncios en un bar de Austin y
acordaron incorporarlo como su bajista, no tenían intención de incluirme; no
buscaban un segundo guitarrista. Pero Owen tiene una manera de conseguir lo que
quiere, y se negó a ser parte de algo que no me incluyera, por lo que me permitieron
unirme. Resulta que dos guitarristas pueden ser mejor que uno. No podría superar a
Adam Taylor como solista, así que cambié a la guitarra rítmica y le permití ser el
centro de atención.
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One Night With Sole Regret #5
—¿Estás satisfecho tocando guitarra rítmica?
—Sí. Supongo. Me siento satisfecho de ser parte de Sole Regret. —Nunca había
pensado mucho por qué Adam tocaba la guitarra principal y él continuaba tocando
la rítmica. Simplemente funcionaba mejor así—. Y luego Quint conoció a una chica,
se casó y dejó la banda. Y Jacob reclutó a nuestro baterista actual, Gabe. Bueno,
más bien lo secuestró. —Kellen rio de esas primeras semanas con Gabe y sus
constantes quejas por no tener suficiente tiempo para su examen de física cuántica.
Quizás el mundo se había perdido un fantástico ingeniero cuando Gabriel Banner
finalmente abandonó la escuela luego de luchar por hacer todo un semestre:
escuela, trabajo, la banda y su novia de la época. Se perdió a un ingeniero, pero
ganó uno de los bateristas más hábiles que alguna vez golpeara los parches—.
Cambiamos nuestro nombre a Sole Regret un par de semanas después que la banda
estuviera plenamente conformada.
—¿Por qué se arrepienten de sus almas1? —preguntó ella.
—¿Eh? —Él alzó la mirada de su plato, el cual de alguna manera se había vaciado
mientras charlaba.
—El nombre de tu banda es Soul Regret. ¿Por qué te arrepientes de tu alma?
—Sole Regret. “Sole” significa único o solo.
—Oh, un lamento. —Dawn masticó su último bocado de tostada francesa—.
¿Sólo tienes uno?
—Bueno, en ese momento. Era joven. —Sonrió con tristeza. Tenía docenas de
remordimientos ahora, todos centrados alrededor de cosas que debería haber
hecho con Sara. Incluso se arrepentía de haberla respetado tanto como para
manosearla en los inicios de su relación. Quizás si se hubiera rendido a esos
impulsos, él podría haber encontrado el bulto en el pecho de ella a tiempo. Quizás
los tratamientos habrían sido más efectivos. Quizás podrían haberla salvado. ¿Era
extraño lamentar el no haber estado tras una única cosa con el amor de tu vida?
Quizás, pero no podía evitarlo.
—¿Kellen? —dijo Dawn luego de haber tragado ese último bocado.
—Sí.
—¿Por qué no quieres volver a casa?
1N. de T.: juego de palabras entre “soul” que significa “alma” y “sole” que significa “único”. La fonética de ambas palabras es similar.
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One Night With Sole Regret #5
Él vaciló. ¿Cómo había logrado ella recabar eso?
—¿A qué te refieres?
—Antes cuando dijiste que me dejarías sola y te marcharías a casa, no sonabas
como si quisieras irte.
Él se encogió de hombros.
—Ya no hay nada allí para mí.
—¿Pero hay algo para ti aquí?
Él empapo su dedo en un charco de jarabe y se lo llevó a la lengua.
—Sí —dijo—. Tú.
Lo ojos de ella se agrandaron.
—Oh.
—Y tu canción —agregó, antes de que ella tuviera la idea equivocada—. ¿Vas a
tocar para mí ahora? Ya has consentido mi estómago hambriento con tu fantástica
tostada francesa; ¿por qué no obsequias mis oídos con algo igual de dulce?
Le guiñó un ojo y tras un momento, ella asintió.
—Creo que estoy lista —dijo—. No esperes un milagro.
—No lo haré. —Kellen había renunciado a los milagros cinco años atrás.
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One Night With Sole Regret #5
Capítulo 4 Traducido por flochi
Corregido por Angeles Rangel
Dawn puso las manos sobre las teclas y cerró los ojos. Las primeras notas de la
pieza le llegaron con facilidad, y sus dedos las encontraron en una sucesión natural.
La música se derramaba de cada particular de su ser mientras se entregaba a la
melodía.
Mientras el primer crescendo aumentaba, sus músculos comenzaron a tensarse
más y más hasta que llegó a la presa de la cual más allá de ella no podía componer.
Se quedó inmóvil. Sus manos se quedaron quietas. Sus párpados se apretaron con
fuerza. La ansiedad se arremolinó en la boca de su estómago.
El piano comenzó a tocar solo. Las notas que sonaron no fueron las correctas,
Dawn sabía instintivamente cuando las notas eran las indicadas, pero no había
silencio. Gracias a Dios, no había silencio. Sus ojos se abrieron de pronto, y observó
los largos dedos de las manos masculinas moverse a lo largo de las teclas color
marfil y negras. Se quedaron quietas repentinamente y ella alzó la mirada hacia
Kellen, preguntándose por qué se había detenido.
—Bueno, eso sonaba mejor en mi cabeza que en la realidad —dijo él con un
guiño—. ¿Te ofendí arruinando tu canción?
Ella supuso que mirarlo boquiabierta como una idiota pudo hacerlo pensar que
estaba ofendida, pero no lo estaba. Sorprendida, sí. ¿Ofendida? Jamás.
—No estaba del todo bien —dijo.
—Fue horrenda —dijo él—. ¿Sigo tu obra maestra con ese montón de basura?
Debes pensar que soy un profesional sin talento.
Ella sacudió la cabeza y le tocó el dorso de la mano con los dedos. Chispas
bailotearon a lo largo de las terminaciones nerviosas de ella, y su vientre aleteó con
nervios, emoción o simple estupidez. Cuando él apartó la mano y la puso sobre su
muslo debajo del teclado, ella podría haber llorado.
Apestaba el estar atraída por un hombre cuyo interés no era recíproco.
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One Night With Sole Regret #5
—Tócala de nuevo —dijo él—. No te interrumpiré esta vez, lo prometo.
—No interrumpiste. Siempre me quedo inmóvil en ese punto exacto. Temo que
nunca podré pasar más allá de ahí.
—-Entonces en vez de detenerte, toca algo, cualquier tontería que se te ocurra,
hasta que las notas indicadas finalmente te encuentren.
Ella rio.
—No sé cómo tocar tonterías.
—Qué suerte —dijo él, su sonrisa blanca resaltando en su rostro apuesto y
fuerte. Ella quiso apoyar su barbilla sobre la mano y quedarse mirándolo
soñadoramente. Tenía que controlarse—. El noventa por ciento de mi trabajo es
una mierda —continuó él—. Otro nueve por ciento es mediocre, y luego están esas
raras gemas que son realmente utilizables.
—No es que no pueda tocar porquerías. Sólo tengo miedo de hacerlo. —Ella
desvió su mirada al teclado—. Soy algo perfeccionista. —Y no era un rasgo con el
que ella hubiera nacido. Su madre se había asegurado de que pagara por cada error
hasta que la idea de cometer uno la paralizaba—. Lo que tocaste no fue malo —dijo.
—Mentirosa —dijo él, todavía sonriendo—. Pero aun así fue un poco mejor
que…
¡Blam! Las manos de él golpearon el teclado como las de ella lo habían hecho
tantas veces la pasada semana.
—Sólo un poco mejor que… —Ella golpeó las teclas con su puño. ¡Blam!
—Mierda, incluso tu… —¡Blam!—. Suena mejor que el mío.
—Quizá deberías darte por vencido respecto a escribir música.
—¡Ouch! Mi ego no está hecho de acero, ¿sabes?
—Sólo bromeo. —¿Él no se daba cuenta? Si no, ella lamentaba haber dañado su
orgullo—. Tratemos de nuevo. Quizás algo salga de ti que complementará algo
dentro de mí.
Él gruñó.
—No digas cosas así. He estado abstinente mucho tiempo, es probable que lo
tome con doble sentido.
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One Night With Sole Regret #5
¿Por qué recurriría tan egoístamente a la abstinencia? Dawn se preguntó si a él le
gustaría romper esa sequía, porque ella tenía su propia abstinencia, no que ella lo
hubiera planeado así, y quizá juntos pudieran terminar con la sequía. Claro, para un
hermoso y viril hombre como Kellen, quizás una semana era un largo período de
abstinencia.
—Lo siento —dijo él—. No debería haber mencionado eso. Por favor, sigue.
Pero él lo había sacado a colación, así que ella tenía que preguntar.
—¿Por qué has estado abstinente? Seguro que tienes cientos de mujeres paradas
en fila para conseguir meterse a tu cama. —Habiéndolo conocido recién, ella podría
estar al final de la fila, pero definitivamente se encontraba dentro de ella.
—Pero no la que importa.
Ella vislumbró la agonía en la expresión de él antes de que él volteara la cara y
empezara a tocar una cadena de notas completamente desarticuladas.
Ella le cubrió la mano con la suya para detenerlo de tocar.
—¿Estás siendo intencionadamente misterioso? ¿O volverme loca de curiosidad
viene naturalmente?
—Viene naturalmente.
Compartieron una risa y Kellen tomó una de las partituras. La apoyó en el soporte
del atril. Leyendo las notas dispersas a lo largo del pentagrama, las tocó lenta, pero
correctamente. Ella luchó con la urgencia de tocar por encima de él, de llevar el
tempo a donde pertenecía. No sabía por qué, pero le molestaba más allá de la razón
que alguien se tomara libertades con su música y no la tocara exactamente como
ella la había imaginado.
Cuando la canción cambió a un tono más bajo, su brazo rozó el de ella y sus
dedos quedaron quietos.
Ella lo miró para encontrarlo sentado con los ojos cerrados.
—Debería irme —dijo él.
—¿Por qué? No quiero que te vayas.
—Porque me siento increíblemente atraído por ti y no creo que esté listo para
actuar como corresponde.
Bueno, en ese caso, de ninguna manera ella iba a permitirle marcharse.
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One Night With Sole Regret #5
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One Night With Sole Regret #5
Capítulo 5 Traducido por lililamour y KasyCrazy
Corregido por Simoriah
No estaba seguro de por qué Dawn lo tenía atado. No había sido demasiado
coqueta. No se parecía en nada a Sara. Dawn tenía un precioso cabello rojo
profundo, ojos avellana salpicados de verde y adorables pecas en su nariz larga y
recta. Sus labios eran más delgados de lo que lo habían sido los de Sara. Era alta, de
largos miembros y finos huesos. No olía como Sara ni sonaba como ella ni decía
cosas que le recordaran las frases que Sara solía decir. Dawn no se parecía en nada a
Sara. Kellen no podía recordar la última vez que había mirado a una mujer y no le
había recordado a Sara de alguna manera. No podía recordarlo, porque nunca había
sucedido. No sabía si debía sentirse aliviado, culpable o triste. Lo que sentía, sobre
todo, era excitación.
—¿Te sientes atraído hacia mí? —preguntó Dawn, sus expresivos ojos avellana
muy amplios—. Porque haces un muy buen trabajo escondiéndolo. ¿Por qué
retrocedes cuando te toco? Me haces sentir como si tuviera piojos.
—No quiero sentirme atraído por ti.
—¿Estás casado? ¿Comprometido?
—Desearía estarlo. —Bien podría simplemente decirle con qué se enfrentaba—.
¿Tú también te sientes atraída hacia mí? —Él lo creía, pero antes de comenzar a
decir cosas para espantarla y recordarse a sí mismo el vacío en su interior,
necesitaba asegurarse que la revelación valía la pena el dolor.
—Sí, definitivamente me siento atraída hacia ti —dijo ella—. No puedo imaginar
que haya una mujer en el planeta que no lo estuviera.
Él puso los ojos en blanco. No necesitaba su adulación. Sólo necesitaba que fuera
honesta con él.
—La mujer con la que planeaba casarme murió, así que técnicamente no tengo
vínculos. Pero espiritual y emocionalmente estoy en una relación que no existe.
Ella mi miró fijamente, sus ojos buscando en lo de él hasta él tuvo que apartar la
mirada.
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One Night With Sole Regret #5
—Bueno, eso apesta —dijo ella—. Es duro para mí competir con alguien que no
puede equivocarse.
Nada de la empatía o simpatía a la que estaba acostumbrado. Los ojos de Dawn
estaban secos y no le daba esas molestas palmaditas en la mano ni evitaba su
mirada como tanta gente lo hacía cuando él les contaba de Sara.
—Está bien —dijo ella, regresando a su teclado—. Voy a comenzar de nuevo la
canción y cuando llegue a mi punto de atasco, me gustaría que tocaras lo que sea
que se te ocurra.
¿Eso era todo? ¿No iba a acosarlo con preguntas y a agobiarlo con tantos
recuerdos de Sara hasta que era forzado a retraerse en sí mismo de nuevo? ¿No iba
a darle una razón para apartarla? No sabía cómo responder.
Ella comenzó a tocar su composición incompleta y como antes, la colección de
notas levantó su espíritu, haciéndolo anhelar que la canción nunca terminara. Con
cada nota sucesiva se sentía más feliz, más vivo, más conectado a algo de lo que
había estado en años. Cuando Dawn alcanzó su nota final, Kellen se preparó para
tomar el control, pero tres notas adicionales salieron de los dedos de ella. Se irguió
en el banco junto a él y tocó las tres notas de nuevo. Y una vez más. Luego las cantó
en el más hermoso falsete que él alguna vez había escuchado y volvió a tocarlas una
vez más.
Ella soltó un largo suspiro, la tensión abandonando su cuerpo.
—Tres son mejor que ninguna.
—Y mejor que la mierda.
Ella sonrió y le dio un apresurado abrazo.
—Creo que mi musa está intimidada por tu mierda, Kellen.
Él luchó contra el impulso de envolverla con los brazos y sostenerla cerca. Seguía
sin estar seguro de cómo se sentía respecto a su atracción por ella. Sentía diferente
de cuando se excitaba sexualmente cuando una mujer hacía indeseados avances
hacia él. Sí, su polla se ponía dura cuando las mujeres se le lanzaban, pero se sentía
tan culpable por la reacción de su cuerpo que no se atrevía a ceder antes sus
necesidades sexuales.
Sentado junto a Dawn, sentía el despertar de la lujuria, pero el lugar donde ella lo
tocaba era más profundo que sus necesidades más básicas. Lo tocaba donde residía
su música. Sara nunca había tocado esa parte de él. Cuando estuvieron juntos, él
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One Night With Sole Regret #5
casi había abandonado la música. El primer álbum de Sole Regret no había sido el
éxito que habían esperado. Con Sara en la universidad y Kellen manteniendo
trabajos de vez en cuando para pagar las cuentas, habían estado totalmente
quebrados. Una vez que las cuentas médicas de Sara comenzaron a apilarse, parecía
ser que lo única que podía hacer era dejar la banda y encontrar un trabajo decente.
Había querido ser el proveedor. Sólo la insistencia de Owen para que Kellen se
quedara evito que abandonara la banda completamente. Owen había creído en Sole
Regret cuando Kellen había perdido completamente la esperanza en su sueño.
Owen, siempre el optimista. Owen, quien siempre ponía la necesidades de los otros
por encima de las suyas. Owen, listo para cualquier cosa en cualquier momento.
Owen…
Dios, ¿qué iba a hacer con respecto a Owen? Kellen había hecho un completo
desastre de su amistad y justo cuando pensaba que tenían la relación de vuelta en
su correcto camino, hizo algo completamente estúpido. Como atar a Owen a un
potro y enseñarle a una mujer cómo masturbarlo adecuadamente mediante una
demostración. ¿En qué mierda había estado pensando la noche anterior?
Abruptamente Dawn dejó de tocar.
—No estás escuchando —dijo— ¿Estás aburrido?
—No. Sólo tengo muchas cosas en la mente —contestó él—. No te detengas.
Esta canción es como una abertura en las nubes durante una tormenta.
—El ojo de tu huracán.
Él rio entre dientes. Su vida definitivamente estaba en un torbellino.
—Exactamente.
—Si quieres hablar de ella, te escucharé —dijo ella, tocando suavemente de
nuevo.
—¿Quieres que hable de ella?
Dawn sacudió la cabeza.
—No particularmente. Estoy segura de que si la amabas, ella era maravillosa.
—Algunas veces la odio por lo que me ha hecho. —Kellen se tensó. ¿Realmente
acababa de admitir eso en voz alta? Nunca había admitido eso para sí mismo. No lo
dije en serio, Sara. Nunca podría odiarte.
—Puedo entenderlo —dijo Dawn.
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One Night With Sole Regret #5
De alguna manera él lo dudaba.
—¿Alguna vez has estado enamorada? —preguntó él.
Dawn vaciló, y luego asintió.
—Pero él no sentía lo mismo. Pensó que era una niñita tonta y en retrospectiva,
lo era. Tenía dieciséis años y él más de treinta. Había sido mi maestro de piano
durante años antes de que mis hormonas se activaran e quedara como una
completa idiota lanzándome sobre él.
—Estoy seguro de que si no hubieras sido menor de edad, te hubiera atrapado.
¿Cuál era su nombre?
—Pierre —dijo ella, soltando un suspiro soñador.
—¿Pierre? —Kellen rio entre dientes—. Estás bromeando, ¿verdad?
—Es francés —dijo ella con rigidez.
—Vous êtes plus belle que les étoiles, mon amour2 —susurró él cerca de su oído.
Ella se balanceó contra él, y él envolvió su espalda con un brazo para evitar que
cayera del banco del piano.
—¿Hablas francés? —dijo.
—Sólo esa oración —dijo él. Ni siquiera recordaba exactamente qué significaba.
Algo de que las estrellas son hermosas.
—Así que si te digo, je suis très excitée par vous3, ¿no sabrías qué significa?
—Suena pervertido —bromeó él.
—Podría ser.
Ella inclinó la cabeza para mirarlo. Había meros centímetros entre sus labios. ¿Ella
sabría tan decadente como lucía? Las manchas verdes en sus ojos atraparon la
atención de Kellen. Tan exótica. Su corazón latía cada vez más rápido mientras se
inclinaba hacia ella. No había besado a ninguna mujer desde Sara. No había querido.
Seguro que lo quería ahora.
Dawn presionó la punta del dedo contra sus labios.
2 N. de T.: “Es más bella que las estrellas, mi amor”, en francés. 3 N. de T.: “estoy muy excitada por ti”, en francés.
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One Night With Sole Regret #5
—Mantén ese pensamiento —dijo y se alejó para golpear su teclado con
renovado vigor.
Kellen reprimió un gemido. Se sentía dividido entre el anhelo de devorar la
sensual boca de esta mujer y el deseo de ser parte de la elevada composición que
estaba creando justo a su lado. Dawn tocaba con los ojos cerrados, los dedos
moviéndose ágilmente sobre el teclado. El suelto corpiño de su vestido se abría
mientras ella se mecía hacia adelante para presionar los pedales, y Kellen tuvo un
vistazo de la suave hinchazón de un seno y la extensión de pálidas pecas decorando
la suave piel de alabastro en su pecho. ¿Encontraría él pecas en otro lado? ¿En
lugares escondidos de su vista? ¿En su vientre? ¿Sus muslos? Su polla se sacudió
mientras pensaba en besarle cada peca que descubriera hasta que ella abriera las
piernas para él. ¿Le permitiría ella probar sus fluidos con la lengua? ¿Le permitiría
respirar el aroma de su excitación mientras trataba su coño con los mismos besos
profundos y penetrantes que anhelaba para su boca? Quería escuchar su nombre
jadeado en su boca, gemido, gritado mientras ella acababa una y otra vez ante la
insistencia de su lengua, sus labios, sus dientes.
Cuando él se dio cuenta de que los delgados bóxers que ella le había prestado
habían formado una tienda de campaña por su obvia excitación, agradeció que ella
tuviera los ojos cerrados. Cambió de posición para que su vientre estuviera contra el
piano y su erección estuviera escondida. Trató de no imaginase follando a Dawn
sobre la cubierta del gran piano, con su vestido amontonado alrededor de la cintura
y los pechos desnudos derramándose del corpiño. Trató pero falló. Casi podía sentir
sus talones clavándose en su trasero, su calor sujetándolo. Se limpió el sudor que se
formó en la base de su garganta.
Esto era lo que obtenía por negar sus necesidades por tanto tiempo. Y no
ayudaba que la canción que ella estaba componiendo tuviera la cadencia del mar, la
repetición de oleada y retirada, pico y valle, que era de repente mucho más sexual
para él de lo que debería haber sido.
La tormenta estaba en su apogeo afuera, produciendo un estruendo de truenos
tan fuerte que las ventanas temblaron. Dawn saltó y presionó una mano en el
centro de su pecho.
—Oh —dijo—. Eso me asustó. A veces me pierdo en mi música y olvido que hay
un mundo más allá de mi propio sonido.
—Algunas veces tengo la misma sensación en el escenario —dijo él.
Ella se mordisqueó el labio mientras lo observaba con atención.
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One Night With Sole Regret #5
—Luces un poco tenso —dijo—. ¿La canción no funciona para ti? Puedes ser
honesto.
La canción funcionaba para él en maneras en las cuales estaba seguro que ella no
pretendía. No podía decirle que lo excitaba. Por supuesto que en su actual estado
de frustración sexual, casi todo lo excitaba. Incluso se había excitado mientras
ataba a Owen la noche anterior.
Había atado a Owen para que una mujer pudiera hacer lo que quisiera con él,
pero verlo así…Kellen no había sido capaz de mantener sus manos lejos de él y en
última instancia había abandonado la habitación con una polla dura. ¿Qué tan jodido
era eso?
La masturbación habitual ayudaba a calmar la frustración de Kellen, pero
simplemente no era lo mismo que tocar a otro, que ser tocado por alguien a quien
amaba y en quien confiaba. Había tocado a Owen, y una vez había permitido que
Owen lo tocara, porque cualquiera fuera el universo alterno en el que ahora
estuviera viviendo su moral, eso no era engañar a Sara. Aunque se había convencido
de eso, ¿cómo demonios le explicaba esa mierda a Owen? Owen que estaba
dispuesto a todo siempre que se sintiera bien. Owen, quien amaba a todo el mundo
incondicionalmente. Kellen se había aprovechado de la naturaleza de Owen, y se
sentía horrible por eso. No lo suficientemente como para tener una conversación
honesta con él. Demasiado incómodo. ¿Qué podría decir para arreglar las cosas?
—Tierra a Kellen —dijo Dawn—. ¿Sientes esta canción en absoluto?
—Si yo fuera honesto con respecto a lo que esta canción me hace —dijo Kellen—
. Me lanzarías de nuevo a la tormenta. Lo que en realidad podría ser lo mejor.
—¿Qué te hace? —preguntó ella.
Él se apartó del teclado y bajó la mirada a su regazo. Ella siguió su mirada y jadeó
ante el muy notable bulto en sus bóxers.
—¡Oh!
Él se frotó la ceja. Ella debía pensar que él sólo tenía una cosa en mente, lo cual
no estaba muy lejos de la verdad.
—Me iré.
Ella tomó su muslo antes de que pudiera salirse del banco.
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One Night With Sole Regret #5
—Esta canción me hace cosas similares —susurró—. No puedo dejar de pensar
en sexo. —Lo miró, toda hermosa y seductora, y su polla se sacudió—. No puedo
dejar de pensar en el sexo contigo.
La boca de él se secó.
—Nunca me había excitado mientras componía una canción —dijo ella—. Así que
debe ser la compañía.
Su mano se deslizó hacia arriba por el muslo de él, y su vientre se apretó. Si ella lo
tocaba ahí, iba a explotar.
—No te vayas. Necesito ver dónde me lleva esto y me temo que si te vas, nunca
terminaré. —Cuando ella sacó la mano y la puso sobre las teclas, el gruñó—. Siento
ser egoísta —dijo—. Pero tengo que seguir. Ahora estoy consumida por la melodía y
no quiero parar hasta que haya terminado. Espero que entiendas.
Kellen entendía perfectamente. Él nunca se detenía hasta que su pareja había
terminado. Al menos, cuando se había permitido tener pareja, había sido de esa
manera.
Sus dedos volaron sobre las teclas, sacando tantas emociones positivas de Kellen
que él podría haberla besado en agradecimiento. La canción era una celebración de
la sensualidad, y había pasado demasiado tiempo desde que él había celebrado. La
embelesada expresión en el rostro de Dawn mientras trabajaba la composición una
y otra vez lo hacía querer arrastrarla al piso y reclamarla. Perderse en su cuerpo. Él
ya se había perdido en la pasión de ella.
El destello de un rayo iluminó el encantador rostro de Dawn. Un momento
después, estaban sumidos en la oscuridad. La tormenta pareció hacerse más fuerte
mientras el zumbido de los aparatos y del aire acondicionado se silenciaba.
—Intentaré encontrar velas —dijo Dawn—. Creo que hay algunas en la cocina.
Kellen estiró la mano para tocarla y encontró la cálida piel de su mano
descansando en un muslo.
—No necesitamos luz para oír la música —dijo él—. O sentirla. No te molestes.
—Además, en realidad no le importaba permanecer sentado junto a ella en la
oscuridad mientras los cielos luchaban afuera. Podía excitarse tanto como quisiera,
y ella no sería capaz de verlo. Que mal que las luces no se fueron antes de que él
hubiese revelado su secreto no tan pequeño. Antes de que hubiera estado tan
absorto en la imagen de ella y en la música que ella creaba que se había vuelto loco
y había atraído la atención hacia su dolorosamente dura polla.
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Los rayos parpadearon, dándole un rápido vistazo de su expresión
contemplativa.
La lluvia azotaba las ventanas y el viento aullaba a través de las vigas. La casa
entera se balanceó ligeramente sobre sus fuertes pilares. Aun así, Kellen estaba tan
concentrado en la mujer a su lado que el más pronunciado sonido para él era su
respiración.
Dawn volteó su mano, que seguía descansando en su muslo, hasta que su palma
encontró la de él en un flojo asidero.
—Tienes razón —susurró ella—. No necesitamos luz. Sólo sonido.
Y tacto.
El pulgar de Kellen le acarició la piel. ¿Por qué sostener su mano se sentía tan
íntimo? ¿Por qué se sentía tan bien?
—Kellen —dijo ella.
—¿Sí?
—¿Cuál era su nombre?
Su corazón se retorció, y tiró de su mano para liberarla de la de ella. Se enfocó en
los arroyuelos de agua de lluvia que fluían por los cristales contra un fondo de
distantes centelleos.
—Sara —dijo alrededor del nudo en su garganta—. Su nombre era Sara.
—Lo siento —dijo Dawn—. No debería haberla traído a colación. Es sólo…—
Respiró hondo—. Si yo tuviera un hombre que me amara siquiera la mitad de lo que
tú obviamente sigues amándola, me consideraría bendecida.
—Yo no me siento bendecido. —Maldito. Así es como me siento. Maldito.
Dawn se apoyó contra su brazo, y su mano libre se deslizó a lo largo de su
espalda baja. Kellen contuvo el aliento, no queriendo ser reconfortado por su simple
gesto, pero lo estaba. Se sentía maravilloso relajarse contra ella y permitirse ese
pequeño momento de contacto femenino.
—Entonces, ¿por qué estás soltera, Dawn O’Reilly? —preguntó él—. Una mujer
hermosa, sexy, talentosa, inteligente y exitosa como tú debería estar con alguien.
El brazo de ella se apretó alrededor de su espalda, el cual la acercó más a él.
Estaba tan cálida. Olía tan dulce. Estaba agradecido por la oscuridad ya que así podía
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One Night With Sole Regret #5
experimentarla a un nivel completamente nuevo. Había estado abrumado por la
visión de ella antes; ahora sus otros sentidos tenían la oportunidad de ser
deslumbrados. Se acercó más a ella y detectó un indicio de madreselva en su piel.
—Sólo he estado ocupada, supongo —dijo ella—. No he sido capaz de encontrar
el hombre correcto. O tal vez estaba esperando que él me encontrara.
Kellen cerró los ojos y tragó. No estaba listo para ser el hombre correcto para
ella. ¿Cómo expresaba eso sin herir sus sentimientos? No había absolutamente nada
que se interpusiera en su camino excepto él mismo, pero seguro como el infierno
que no estaba preparado para limpiar el camino sólo porque esta mujer tuviera las
hormonas alborotadas.
—Dawn, yo…
Ella se apartó, y él inmediatamente echó de menos la sensación de su mano en la
de suya.
—No tienes que decirlo. Entiendo.
Una nota al azar sonó en el piano cuando sus dedos encontraron las teclas.
Él le apretó la rodilla.
—No me había dado cuenta de lo sola que me he sentido —susurró ella—. Sin
nada más que mi música para llenar los días y las noches. Pensaba que eso era
suficiente.
Él sabía cómo era eso. Con la excepción de Owen, no se había permitido que
nada le importara, excepto la música, desde que Sara había muerto y si no hubiera
conocido a Owen antes de conocerla a ella, Kellen no estaba seguro de haber
permitido que nadie volviera a acercarse a él.
—¿Qué hay de tus amigos? —preguntó él—. ¿Tu familia? ¿No los ves?
—De vez en cuando —dijo ella. Su mano se movió para cubrir la de él sobre su
rodilla, como si temiera que él se apartara—. Tienen sus propias vidas. Nunca he
sido una prioridad para nadie. —Rio, un sonido vacío y seco—. Cuando era pequeña,
mi madre pasó un montón de tiempo tratando de exprimir un poco de talento de
mí; ballet, gimnasia, artes, si había una clase, yo estaba en ella. Cuando descubrió
que tenía una afinidad natural para el piano, me entregó a los mejores maestros que
el dinero de mi papá podía comprar y se aseguró de que me presionaran. Era casi
como si se sintiera aliviada de no tener que preocuparse por mí nunca más. Papá…
—Inhaló profundamente y continuó—. Papá siempre hacía apariciones en mis
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One Night With Sole Regret #5
recitales para demostrar que estaba orgulloso de mis logros, pero no había ninguna
calidez en él. Nunca me sentí cercana a ninguno de ellos, no de la manera que
imagino que otras hijas se sienten con respecto a sus padres. Pensaba que la única
manera en la que podía hacer que me amaran era si yo era perfecta.
Él oyó el dolor en su voz y deseó poder ver su rostro. Probablemente debió
haberla animado para que encontrara esas velas.
—¿Qué hay de tus hermanos? —preguntó él.
—Hija única —dijo ella.
—Yo también. Bueno, hasta que conocí a Owen, y su familia me trató como a uno
de los suyos. —Rio, porque siquiera pensar en los Mitchells le traía alegría.
—Háblame de Owen —dijo ella, su mano apretando la de él—. Fui educada en
casa por los mejores tutores que el dinero pudo comprar, así que nunca estuve
cerca de nadie de mi misma edad hasta que me convertí en adulta. El piano no es un
deporte de equipo. Más que nada, me hubiera gustado haber tenido un amigo de la
infancia.
—Tu familia debe ser muy adinerada —dijo él en voz baja.
—Nunca me faltó nada de niña —dijo—. Excepto cariño.
Kellen no había tenido excedente de riqueza o afecto. Su abuelo había sido una
parte importante de su juventud, pero había sido mayor y la edad le había hecho
cosas horribles a su memoria. No había vivido mucho después de que ingresaran a
un asilo para ancianos por su seguridad. El abuelo simplemente no había
prosperado lejos de las tierras salvajes por las que amaba deambular. Fue como si
apartarlo de sus tierras lo hubiese hecho darse por vencido en la vida. No fue mucho
después de que se abuelo muriera que Kellen conoció a Owen. Era como si el
destino hubiera sabido cuánto Kellen lo necesitaría en los años venideros.
—Viviendo en medio de la nada, tampoco tuve amigos de niño —dijo Kellen—.
Conocí a Owen el primer día de séptimo grado. Habíamos ido a diferentes escuelas
primarias pero íbamos en autobús a la misma secundaria. Tenía la esperanza de un
nuevo comienzo. Un nuevo colegio. Sólo la mitad de los chicos ahí sabrían de dónde
venía. Aun así, nadie se sentaba junto al chico pobre que había hecho un mal trabajo
intentando cortarse el cabello la noche anterior, y no permitirían al niño regordete
vestido a rayas horizontales naranjas y blancas sentarse junto a ellos. Así que Owen
no tuvo más opción que sentarse conmigo. Le había dado una larga mirada a mi
corte de cabello, pero nunca dijo nada. Nunca se burló de mí como los otros niños.
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One Night With Sole Regret #5
Owen se sentó junto a mí en el autobús durante una semana y no nos dijimos una
palabra. Teníamos la misma falta de popularidad en el almuerzo y nos sentamos en
la misma mesa, ambos tratando de ser invisibles, porque cuando tienes trece años,
ser invisible es mejor que ser notado por ser diferente.
Dawn le apretó la mano.
—Los trece son una edad horrible. Entonces supongo que finalmente se
hablaron. ¿O siguieron sentados en silencio, tratando de ser invisibles?
Kellen rio entre dientes.
—Comenzamos a hablar después de que su madre me defendiera en la oficina de
director.
—¿La oficina del director? ¿Eras problemático?
—Sólo causé problemas cuando ya no pude ignorarlo más. Y hay algo tan puro y
bueno en Owen que quería conservarlo. Odiaba que esos imbéciles caminaran
detrás de él en la cafetería y chillaran como cerdos mientras lo empujaban contra la
mesa. Odiaba la forma en que lo trataban a él mucho más de lo que odiaba que se
burlaran de mi ropa, mis zapatos, mi corte de pelo y del tráiler en el que vivía con mi
madre y su cheque de ayuda social. Owen nunca había hecho nada malo a nadie en
su vida. No le importaba de dónde venía, y no estaba molesto por verse obligado a
sentarse a mi lado en el autobús y en el almuerzo. Parecía agradecido. Así que, una
semana después de que comenzáramos a pasar el rato en silencio, Owen está
sentado frente a mí en la mesa de la cafetería, ocupándose de sus cosas como
siempre, y ese maldito idiota, Jasper Barnes, toma el budín de chocolate de Owen y
lo aplasta contra el pecho de Owen. “¿Sigues comiendo esta mierda?” dijo él.
“Apuesto a que sí, Cerdito. Lámelo. Comete tu propia mierda, Cerdito.” Y entonces
comienza a hacer esos sonidos de chillido de cerdo.
—Eso es tan malvado.
—Estaba enojado, no voy a negarlo, pero probablemente me habría sentado allí
intentando no mirar, agradecido de no ser yo el blanco. Luego Owen levantó la
cabeza y me miró. Vi la vergüenza en sus ojos. Vergüenza. ¿De qué diablos tenía que
avergonzarse? Ese maldito matón era el que debía estar avergonzado. Cuando
Owen comenzó a sacar el budín de su camiseta con la servilleta, perdí los malditos
estribos. Yo era un chico escuálido y no tenía una oportunidad contra un gran atleta
como Jasper Barnes, así que fui por él con mi tenedor. Ni siquiera tuve la
oportunidad de apuñalarlo con él antes de que los profesores me sacaran de encima
de él. Me suspendieron por usar un arma en la escuela y más tarde ese matón y la
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One Night With Sole Regret #5
mitad de la línea de defensa me pateó el culo, pero valió la pena, porque Owen
empezó a hablarme después de eso. En realidad, no se ha callado desde entonces.
Kellen sonrió al pensar en el parloteo incesante de Owen. Definitivamente era un
hablador. Y algo en sentarse en la oscuridad con Dawn O’Reilly también hacía de
Kellen un hablador.
—Me alegra que se hicieran amigos. Puedo decir que él significa mucho para ti.
—Moriría por él. No lo digo a la ligera. Owen siempre dice que lo salvé
protegiéndolo del acoso, pero él me salvó miles de veces. No sé dónde estaría de no
ser por él y su familia. Él no veía al pobre y sucio bastardo que el resto de la ciudad
veía. Nunca me juzgó basado en las malas decisiones de mi madre. Owen sólo me
veía a mí. No le molestaba que su madre me diera la ropa usada de su hermano
mayor. Owen decía grandes cosas como, “No tienes ni idea de cuánto agradezco ya
no tener que tratar de meterme en las ropas viejas de Chad” y “No puedo creer que mi
mamá te diera calcetines y ropa interior para tu cumpleaños. Esta mujer es tan
embarazosa.” La mujer es una santa, eso es lo que es. Pegué el estirón en octavo
grado y si no hubiera sido por Janine, hubiera vestido pantalones demasiado cortos
y hubiera rasgado las costuras de mi camiseta de Spiderman.
—¿Owen se dio cuenta de que su mamá te estaba ayudando?
—Él nunca dijo nada, pero tenía que saberlo. Todo el mundo sabía que nunca
conocí a mi padre y que mi madre recibía un cheque de asistencia social porque es
difícil para una borracha mantener un trabajo. Había perdido la esperanza de una
mejor vida mucho antes de que yo naciera. Nuestra falta de dinero era lo que me
definía. Pero no para la familia Mitchell. Yo era amigo de Owen, así que era su hijo
adoptivo. Su madre es un tesoro. La mejor mujer que he conocido jamás.
—Así que hay otra mujer en tu vida a cuya altura jamás estaré —dijo Dawn.
Kellen rio entre dientes.
—Ninguna otra mujer tampoco puede estar a tu altura, Dawn. Eres la única mujer
que me excita sexualmente con una mera canción.
Ella se inclinó y le susurró al oído.
—Tomaré lo que pueda conseguir.
No era sólo su canción lo que lo excitaba sexualmente. El cosquilleo de su aliento
contra su piel arrancó un suave gemido de deseo desde el fondo de su garganta.
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—¿Kellen?
Él amaba la manera en que su nombre sonaba cuando ella lo decía.
—¿Dawn?
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que tuviste sexo?
Él se sentó sorprendido de que ella le preguntara algo tan atrevido.
—¿Uh, por qué? —dijo después de un momento.
—Usualmente no tengo sexo con hombres que acabo de conocer, pero quiero
hacerlo contigo.
Él cerró los ojos y tragó. ¿Cómo podía rechazar su oferta? No era que las mujeres
nunca se lo propusieran. Lo hacían todo el tiempo; se frotaban contra él, metían las
manos en sus pantalones, le susurraban sugerencias al oído, pero él no estaba
interesado. El recuerdo de Sarah le había dado la fuerza para decir no. Demonios,
cuando estaba a solas con una mujer, encontraba el atrevimiento francamente
repulsivo, pero estaba a solas con Dawn y sus palabras no tenían el efecto habitual
en él. La deseaba. Dios, la deseaba, maldita sea.
Prométeme que nunca le harás el amor a otra mujer, Kellen. Las palabras de Sara
hicieron eco en su cabeza. Fueron como una bofetada en el rostro.
—Hace cinco años —dijo él.
—¿No has hecho nada en cinco años?
—No dije que no hiciera nada. Simplemente no he estado dentro de una mujer en
ese tiempo.
—Oh —dijo ella.
Podía oír la decepción en su voz. Esta vez él se alegraba de que estuviera oscuro
para no tener que verla en su rostro.
—¿Qué tipo de cosas has hecho? —preguntó ella inesperadamente.
—¿Sólo o con Owen?
Ella jadeó.
—¿Con Owen? ¿Eres gay?
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—No soy gay, Dawn. Un poco confundido, quizás. —Se frotó la ceja con la punta
de dos dedos mientras recogía sus pensamientos—. ¿Puedo hablarte de algo? ¿Algo
sobre lo que ni siquiera he hablado con Owen? Algo que necesito decirle pero que
me preocupa tanto cómo reaccionará que cada vez que intento tocar el tema, que
no puedo formar las palabras.
¿Qué había en la oscuridad que le permitía abrirse? O quizás no era la oscuridad
en absoluto. Quizás era el alma gemela dentro de la mujer junto a él que le hacía
sentir que podía contarle cualquier cosa a Dawn.
—Te escucharé —dijo ella—. Aunque probablemente no diré lo correcto.
Él dudaba que hubiera algo correcto para decir.
—Al poco tiempo de morir Sara, Owen comenzó a ir a clubs de sexo y a hacerme
sentir culpable hasta que lograba que fuera con él.
—¿Qué es un club de sexo? ¿Como un prostíbulo?
Él sonrió y no pudo resistir pasarle una mano por la base de su columna vertebral.
Oh, las cosas traviesas que podría presentarle a ella, la Señorita Dulce y Vainilla.
—No, en un prostíbulo tú pagas por un determinado servicio y eso es lo que
obtienes. Los clubes de sexo son donde personas con ciertos gustos sexuales se
juntan y se enganchan. —Volvió el rostro para susurrarle0 al oído, y el cosquilleo del
cabello contra su nariz envió ondas de placer a su ingle y disparó las alarmas de su
cabeza; alarmas que decidió ignorar—. ¿Cuáles son tus gustos sexuales, Dawn?
Puedo decirte dónde hay un club para ello.
—No estaría cómoda enganchándome con algún extraño en un club —dijo ella.
Los músculos de su espalda se tensaron bajo su palma.
No importaba cuánto lo disfrutara, tenía que dejar de tocarla. Esa cosa entre ellos
no iba a suceder.
—No querrías que te engancharas con un extraño —dijo él, lo que era verdad,
pero no tenía razón para decírselo. Y realmente necesitaba hablar sobre lo que
estaba pasando con Owen. Tal vez alguien afuera de su relación pudiera darle
sentido—. Así que, una noche, mientras esperaba que Owen terminara de darle
nalgadas y de follar a una chica que acababa de conocer, llamé la atención un
hombre llamado Toshi.
Dawn se movió junto a él, retorciéndose ligeramente.
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—No tuve sexo con Toshi —dijo él.
—No es asunto mío si lo hiciste.
—¿Quieres que no hable de esto? Puedo decir que te está poniendo incómoda.
—Sí, incómoda —susurró ella—. Iremos con ello.
—Toshi es un maestro en el arte japonés del Shibari.
—¿Eso implica espadas y destripamiento?
—No, cuerdas y liberación. Toshi habló de atar nudos como si fuera una forma de
arte; de la forma en que un inspirado pintor, poeta o músico hablan de su trabajo.
Yo estaba intrigado. Supongo que me llaman la atención los artistas. Le permití
enseñarme algunas técnicas en un brazo. Me enseñó a atar un par de nudos y luego,
cuando Owen vino a buscarme, Toshi me dijo que guardara la cuerda y si quería
aprender más, dónde podía encontrarlo.
—Así que supongo que lo encontraste.
—Hice un montón de investigación sobre el Shibari en Internet, incluso leí
algunos libros, pero al final sí lo busqué, porque nada se compara con ser enseñado
cara a cara por un maestro.
—Eso es verdad.
—Tiene un estudio en San Francisco —dijo Kellen—. Ata a la gente con cuerdas y
luego los fotografía. Durante el primer año después de la muerte de Sara, nada me
excitaba… emocionalmente o físicamente. Pero mientras caminaba por su galería,
admirando su trabajo… carne contra intrincados diseños en cuerda de color… no
voy a mentir, me excité. La culpa casi me hizo irme.
—¿Por qué te sentías culpable? Suena erótico para mí. ¿No se supone que nos
excitamos con las cosas que encontramos eróticas?
Él no quería hablar de eso, por lo que avanzó con la historia.
—Sí, bueno, le pedí a Toshi que me enseñara a ser un artista como él, mostrarme
cómo atar las cuerdas en diseños que acentuaran cada línea de la forma humana.
Dijo que para que comprendiera la forma de arte, primero tenía que ser un sujeto.
Me dijo que me quitara la ropa y que le permitiera atarme.
Dawn se retorció de nuevo. Cuando su mano tocó ligeramente su rodilla
desnuda, él jadeó. Se dio cuenta demasiado tarde de que tendría que haberse
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saltado esta parte de la historia. Esa primera experiencia con el bondage había sido
una de las experiencias más intensas, emocional y sexualmente, de su vida.
—¿Lo hiciste? —preguntó ella.
—Sí. Estaba terriblemente asustado. Con cada nudo que Toshi ataba, me ponía
más tenso, más asustado, más excitado. Cuando terminó, yo era consciente de cada
centímetro de mi cuerpo. Estaba completamente indefenso. Pensé que me forzaría
a tener sexo… creía que estaría bien con ello aunque se lo había prometido a Sara.
Pero una vez que me tuvo atado, él susurró, “Ahora eres libre, mi estudiante”, y
luego se sentó junto a mí con una mano entre mis omóplatos mientras yo luchaba
contra la cuerda. No físicamente. No podía moverme aunque hubiera querido. Pero
mentalmente me enfurecí contra mis limitaciones por mucho tiempo.
—¿A qué se refería con eres libre?
—No lo entendí hasta que dejé de luchar contra las cuerdas. Físicamente,
emocionalmente y espiritualmente le di el control a las cuerdas, y entonces
comprendí lo que quería decir. Al perder el control, me liberé.
—Eso no tiene ningún sentido —dijo ella.
—No lo tendrá a menos que lo experimentes por ti misma.
—¿Haces la cosa de la cuerda ahora? ¿Cómo la llamaste?
—Shibari. No lo he practicado mucho últimamente. Durante unos tras años, fue
un escape para mí. Disfrutaba atando mujeres, pero sólo cuando Owen estaba
conmigo. No estoy seguro de que confiara en mí mismo para estar solo con una
mujer. Tienden a rogar por sexo después de que las ato, y no estaba dispuesto a ir
tan lejos. Owen no tenía problemas en ese aspecto. Tenía sexo con ellas si lo
querían y eventualmente también comenzó a ayudar con el bondage.
—¿Así que tú y Owen ataban a mujeres y luego él tenía sexo con ellas?
—No siempre. Le dejábamos esa decisión a la mujer.
—¿Pero tú no hacías nada sexual con ellas?
Él respiró hondo.
—Usualmente yo… —Tosió. Wow, ¿realmente iba a decirle esto?—. Les daba
sexo oral. —Ella se quedó sin aliento y se retorció de nuevo—. Pero nunca las
penetraba, nunca les permitía tocar mi polla de ninguna manera. Nada de mamadas.
Nada.
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—Tienes que haber sido miserable.
—Lo habría sido, pero Owen me ayudó. —Se le apretó el estómago. ¿Qué debía
pensar esta mujer de él?
—¿Cómo? —preguntó ella.
—Masturbación.
—Oh, ¿pero nada de sexo?
—¿No es todo sexo? —dijo él—. Por eso que estoy tan confundido. Sara se fue
antes de que yo fuera introducido al Shibari, así que de alguna manera me convencí
de que estaba bien. A ella no le gustaba el sexo oral…
—A mí sí —espetó Dawn.
Un largo silencio colgó incómodamente entre ellos, y él rogó por que un rayo
iluminara el rostro de ella para poder ver su expresión.
—Quiero decir, si el tipo sabe lo que está haciendo —dijo ella—. Tal vez a ella no
le gustaba porque no eres bueno en ello.
Kellen rio entre dientes.
—Créeme, soy bueno. Ella era un poco tímida en la cama. —Kellen se frotó la
parte trasera del cuello—. Ese tipo de intimidad profunda la avergonzaba, así que
no quería que yo lo estuviera haciendo con su coño durante horas.
—Santo Dios —susurró Dawn.
—Así que me convencí de que el sexo oral no era ir en contra de mi juramento a
ella.
—Gracias a Dios.
Kellen rio entre dientes ante los pequeños apartes de Dawn.
—Aunque le había dicho que nunca dejaría que ninguna mujer tocara mi polla,
nunca dije nada sobre que un hombre la tocara. Así que usé a Owen para sentir
placer porque me sentía lo suficiente cómodo con él para que me tocara. La idea de
cualquier otro hombre cerca de mi polla me pone enfermo, pero Owen es diferente
por alguna razón, y ésa es la parte que no entiendo. ¿Por qué estoy de acuerdo con
que él me toque?
—¿Lo amas?
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—Es mi mejor amigo.
—Entonces, sí, lo amas.
No era tan simple como eso.
—Pero no románticamente.
—¿Te sientes sexualmente atraído por él o no? —Sin prejuicios ni acusaciones, su
tono era simplemente inquisitivo.
Kellen intentó ordenar los confusos sentimientos que tenía por Owen. Estaba tan
feliz de que Dawn le permitiera ventilar su ropa sucia sin juzgar. Había necesitado
hablar con alguien sobre esto por años. No podía discutirlo con Owen cuando
realmente no entendía qué pasaba por su cabeza, y obviamente no quería que el
resto de la banda supiera lo que pasaba entre Owen y él a puerta cerrada, así que no
podía hablar con Jacob, Gabe ni tampoco con Adam. No había forma de que Dawn
comprendiera cuánto estaba haciendo por él simplemente escuchando y forzándole
a enfrentar la realidad.
—No lo miro y pienso, maldición, quiero follarlo hasta dejarlo inconsciente. Es más
como, por favor, ¿alguien que me toque aquí? No puedo soportarlo más. Así que
Owen me echa una mano. Literalmente. —El estómago de Kellen se hundió cuando
se dio cuenta—. Mierda, sólo estoy usándolo, ¿verdad? —Sus codos golpearon las
teclas del piano cuando dejó caer el rostro a sus manos—. ¿Cómo pude hacerle eso
a él? Tiene que estar tan confundido por esto como yo.
—¿Me miras a mí y piensas, maldición, quiero follarla hasta dejarla inconsciente? —
dijo Dawn.
La espalda de Kellen se tensó, apartándolo del teclado mientras pensaba en la
forma en que ella lucía en ese vestido blanco suelto, sin forma. Cómo olía a
madreselva y mar. El sonido de su voz y la música que tan fácilmente sacaba del
piano frente a él. Supo que estaba en problemas cuando se imaginó a qué sabría
(tan deliciosa como su dulce tostada francesa de vainilla) y cómo su flexible carne se
sentiría bajo sus manos. Caliente. Suave. Tersa. Casi podía sentirla retorciéndose
debajo de él mientras él la reclamaba con embestidas lentas y profundas. Su polla
palpitó y sus pelotas dolieron con una plenitud insoportable. Lo que no daría por ser
capaz de enterrarse dentro de ella. Pero no podía.
Respiró temblorosamente y lo mantuvo en lo profundo de sus pulmones,
deseando que su lujuria se disipara.
Tortura. Esto era una jodida tortura.
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—Sí —gimió—. Eso es exactamente lo que pienso cuando te miro. —Apretó los
puños y los apoyó sobre las rodillas para evitar estirar las manos hacia ella—. Pero
no puedo.
La tormenta pareció hacerse más fuerte mientras su conversación se calmaba.
Nunca había estado más tentado a romper su promesa a Sara. Tenía que dejar esta
casa. Sus convicciones eran fuertes, pero su carne se debilitaba con cada momento
que pasaba en compañía de Dawn.
—¿Podrías atarme? —preguntó ella en voz baja.
Él se tensó y salió torpemente del banco, golpeándose el dedo del pie contra la
pata del piano. El dolor se disparó por su pie y espinilla y él le dio la bienvenida a la
distracción. Ella ya era una obra de arte. ¿Cuán hermosa se vería con nudos y
cuerdas atrayendo la atención a sus líneas elegantes y de sus suaves curvas?
Kellen se humedeció los labios y tragó con fuerza a pesar de la repentina
sequedad de su boca.
—Me iré —dijo.
Rayos cayeron en una rápida sucesión. Un trueno hizo temblar la casa. El viento
aulló, haciendo que la torrencial lluvia golpeara contra las ventanas con fuerza.
—No puedes salir a eso —le dijo Dawn. Tan práctica. Tan Dawn.
Un suave ping sonó en el piano cuando ella encontró las teclas en la oscuridad y
comenzó a tocar su canción. Curioso como pensaba en ella como su canción.
Deseaba que Dawn también pudiera ser suya.
Presionó el borde duro de su polla contra su muslo con una mano y cerró los ojos,
entregándose completamente a la melodía, incluso si no estaba completamente
listo para entregarse a la mujer.
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One Night With Sole Regret #5
Capítulo 6 Traducido por Soñadora, Vanehz y Brendy Eris
Corregido por Angeles Rangel
Dawn intentó perderse en su música. Intentó pero falló. Era tan consciente de
Kellen parado en la oscuridad a poca distancia detrás de su hombro derecho que
bien podría haber estado pegado contra su espalda. Quería sentir ese enorme bulto
en sus shorts presionando contra su columna mientras se paraba detrás de ella.
Daría cualquier cosa porque esas fuertes manos masculinas se estiraran para tocar
sus pechos. Porque sus pulgares frotaran el insoportable dolor de sus pezones
endurecidos. Se removió en el banco, tratando de aliviar algo del dolor en la carne
hinchada entre sus muslos.
Ahora que sabía las piezas de toda la canción, Dawn necesitaba escribirla para
poder escanearla y enviársela por fax a su agente en la mañana.
Desafortunadamente, estaba demasiado oscuro para ver las hojas de música, y si
encendía las luces, temía que Kellen encontrara una buena excusa para irse. Incluso
si se negaba a caer en sus ridículos intentos de seducción, no quería que él se fuera.
Encontraba su compañía inspiradora. Su interacción con su amigo Owen parecía un
poco extraña, pero el modo en que describía el Shibari, del cual ella nunca antes
había oído antes, la tenía moviéndose en el banco de nuevo. Se retorcía tan a
menudo que Kellen probablemente pensaba que tenía que orinar. Pero su urgencia
estaba causada por algo completamente diferente.
Mientras progresaba a través de la música, ella llegó a la segunda estrofa, la que
había tomado. Del sexo.
Kellen soltó un suspiro sensual, y requirió cada porción del autocontrol que ella
poseía para no taclearlo, subirse a horcajadas de él y mostrarle el ritmo de su
cuerpo. Nunca antes había estado con un músico. Había sentido lujuria por Pierre y
había imaginado que le hacía el amor, tomando su virginidad, pero nunca nada
había salido de esa fantasía. Ninguno de sus pocos amantes había poseído el alma
de un artista. ¿Era por eso que era tan raramente rápida con Kellen? ¿Era la conexión
espiritual entre la parte musical de sus seres lo que la hacía desearlo a cualquier
costo, o era solo porque él era tan sexy a la vista?
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One Night With Sole Regret #5
No, tenía que ser más que eso. Ella lo sentía. Incluso en la oscuridad, estaba bajo
su hechizo, así que no podía ser sólo su apariencia física.
Entonces, ¿cómo lograba que él pudiera superar a la mujer muerta que había sido
tan afortunada como para ganar su corazón? No le importaba si Kellen rompía su
promesa a cómo-se-llame, su fidelidad era tan profunda que era una contra. Pero sí
le importaba si sus insinuaciones lo herían. No quería lastimarlo. Quería perderse en
él. Quería que le mostrara su arte con los nudos y cómo perder el control con él
podría ser liberador. Quería conocerlo completamente; lo bueno y lo malo, lo físico
y lo espiritual. Lo deseaba.
Así que si tenía que retorcerse insatisfecha en ese banco toda la noche, lo haría.
Lo peor que él podía hacerle era dejarla sola.
Cuando llego al final de la pieza, permitió que la última nota resonara. Era su
mejor trabajo, decidió. Como la melodía que había ganado el Grammy, esta
composición sonaba verdadera, como si las notas siempre hubieran estado dentro
de ella y sólo habían estado buscando una salida. Kellen las había sacado de su
inconsciente. No sabía si era consciente de su influencia.
—Gracias por ayudarme con la canción —dijo suavemente.
—¿Está terminada?
—Casi. —Un poco de la vieja ansiedad se retorció en su estómago. Quizá no era
tan buena como creía—. ¿Suena incompleta?
—Es perfecta —dijo él sin aliento.
Ella soltó un suspiro de alivio. Perfecta. Eso era lo que buscaba.
—No creo que pudiera haberlo hecho sin ti. ¿Quieres que te de crédito como
coautor?
—No —dijo él—. No hice nada excepto escuchar.
Y aparentemente eso era lo que ella había necesitado. Su presencia había
ayudado. La innegable atracción sexual que sentía por él había llegado
profundamente dentro de ella y había desatado una increíble fuerza sensual en ella;
una cuya existencia nunca había reconocido, pero a la que le daba la bienvenida.
—Dawn —susurró Kellen.
—¿Sí?
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One Night With Sole Regret #5
—¿Tienes algo de cuerda? Algo suave que no dañe tu piel.
La creciente humedad entre sus piernas fue acompañada por un suave gemido.
¿Realmente iba a atarla?
—Hay cuerda decorativa en la barandilla en el piso de arriba —dijo ella—. Tiene
caracolas y estrellitas de mar, pero saldrán fácilmente. ¿Servirá?
—Tendrá que hacerlo.
Dawn tropezó mientras se levantaba del piano.
—Traeré algunas velas. Tú ve por la soga. Mi habitación está arriba a la derecha.
Te veré ahí.
—No en tu cama―dijo él—. En el piano.
El útero de Dawn se apretó y su boca se abrió. Un piano no sonaba como el lugar
más cómodo para ser atada, aún no estaba segura de qué implicaba ser atada, pero
sonaba sexy como el infierno. Se mordió el labio y asintió, insegura se di él podía ver
el gesto en la oscuridad, pero si ella hablaba, estaba segura de que cualquier palabra
saldría como un largo gemido de deseo. Días pasados imaginando a su profesor de
piano haciéndole el amor en el pequeño piano de cola de su papá no la habían
preparado para el impacto de esas tres palabras, “en el piano”, dichas por Kellen.
Como toda mujer, había sentido lujuria por los hombres, pero no así. Con cuerpo y
mente. No a este nivel. Esto era completamente nuevo para ella, y la fuerza de ello
la hizo temblar en lugares que no sabía que podían moverse por sí mismos.
Chocó contra él mientras intentaba encontrar la cocina. Él la atrapó, y la sostuvo,
ligeramente por ambos brazos. Ella sintió su calor, pero no la presionó contra él
como deseaba que lo hiciera. No la besó. No agarró su trasero para aplastarla contra
su erección. Oh, Dios, ¿por qué no hacía ninguna de esas cosas? ¿Todas esas cosas?
Oh, por favor, Kellen.
—¿Estás segura de esto? —dijo él, cerca de su oreja.
Si él no hubiera sosteniéndole los brazos, ella probablemente se hubiera hundido
en el piso.
—¿Duele? ―Se oyó a sí misma preguntar. ¿Le importaba? A una parte de ella sí,
aparentemente, pero a la parte primitiva que él había despertado no le importaba ni
un poco si sentía incomodidad.
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One Night With Sole Regret #5
—En absoluto —dijo él—. Estar atado es una experiencia física, pero afecta a la
mayoría de la gente psicológicamente también. Estar indefensa probablemente te
saque de tu zona de comodidad. Si no estás segura de querer hacer esto, debes
decirlo ahora. Si te arrepientes una vez que haya empezado, no estoy seguro de
sobrevivir. Necesito ver mi trabajo terminado. Esto se ha vuelto un ritual espiritual
para mí. Es… es difícil de explicar. Me detendré si me lo pides, pero preferiría no
empezar si tienes reservas.
Ella quería entender sus palabras experimentando su ritual ella misma.
—Estoy segura. No tengo reservas.
Él finalmente la atrajo contra sí y le dio un amigable abrazo.
—Gracias —susurró.
Ella se derritió contra él, presionando las palmas contra su espalda para acercarlo
más. Quería más que un abrazo amistoso. Quería calor. Pasión. La sentía en él.
¿Cómo la desataba? Volvió el rostro hacia su cuello y no pudo resistir pasar los labios
por su carne.
Él bajo los brazos y se alejó.
—Iré a buscar esa cuerda —dijo. El breve destello de un relámpago mostro su
espalda retirándose, y luego él desapareció una vez más.
¿Realmente iba a entregarse a este tipo?
Una mesita ratona crujió en el piso a varios metros de distancia.
—Demonios —maldijo Kellen—. No estoy seguro de que mis dedos sobrevivan la
noche.
Sí, totalmente iba a lanzarse sobre el tipo. Rogaba a Dios que él planeara
atraparla.
Sonrió y se volvió para dirigirse a la cocina por las velas. Quizá salvarían a los
dedos de Kellen de la completa destrucción.
Dawn localizó varias velas gruesas y el encendedor de la cocina y regresó
rápidamente a la sala. Puso las velas en una mesita cercana, probablemente la
misma con la que el dedo del pie de Kellen se había familiarizado, y encendió las tres
velas. Puso la lámpara cercana en el piso y miró hacia la barandilla que recorría el
perímetro del segundo piso. La caprichosa que le había encantado la primera vez
que la había visto ahora la hacía temblar de deseo. Las velas daban la luz justa para
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ver las manos de Kellen liberando la cuerda azul y marrón. Él no era muy delicado
con las conchas marinas que colgaban de la soga. Varias cayeron.
—Casi lo tengo —dijo él después de un momento.
No podía verlo bien, pero imaginaba que tenía una perfecta vista de ella parada
en el piso inferior, mirándolo boquiabierta. Estaba tan ansiosa por comenzar que
una cadencia que decía deprisa, deprisa, deprisa sonó en su cabeza. Sin querer
parecer tan desesperada como se sentía, tomó una hoja pentagramada y se sentó
en el piano a escribir las notas de su ahora completa composición. Su actual
favorita, porque le recordaba a Kellen y a todas las cosas que deseaba que él le
hiciera. Si no esta noche, entonces en algún momento en el futuro cercano.
Usando un lápiz, marcó las notas rápidamente, la melodía filtrando de su cabeza
con tanta seguridad como si la hubiese estado tocando. Haría que la pieza se viera
bonita antes de enviarla, pero tenía que escribirla primero. La familiar tarea la calmó
y mató el tiempo que hubiera pasado paseándose mientras esperaba a Kellen.
No se dio cuenta de que él estaba parado detrás de ella hasta que oyó un sonido
contra el piso. Miró sobre el hombro. Él la miraba con una expresión mezcla de
fascinación y terror.
Ella lanzó el lápiz a un lado y recogió las hojas desprolija. Parecía que él estaba
dudando, pero ella no iba a permitir que cambiara de parecer. Debería haber ido con
él a buscar la soga para que no tuviera tiempo de pensar en esa otra mujer; Sara.
—Perdón por interrumpir —dijo él—. Si tienes que trabajar, yo…
—No ―lo interrumpió antes de que dijera me iré. Sabía que eso era lo que iba a
decir, y no iba a dejarlo—. Sólo estaba pasando el tiempo mientras te esperaba.
Se paró del banco y se inclinó para quitar el artefacto que mantenía la tapa del
piano abierta. Con cuidado bajó la tapa y deslizó las manos sobre la suave superficie.
Su corazón golpeaba como un martillo neumático, pero no iba a arrepentirse.
Siempre le preocupaba no hacer lo correcto, las apariencias, decepcionar a alguien,
pero esta noche haría lo que quería. Por una vez, olvidaría las presiones del mundo
exterior y permitiría a este hombre la liberara atando su cuerpo. Aún no estaba
segura de qué significaba eso, pero confiaba en que él le diría.
Una vez más se volvió hacia él y lo encontró aferrando las largas vueltas de
cuerda frente a su entrepierna. Esperaba que eso significara que estaba
escondiendo otra erección, aunque él no podía posiblemente estar tan excitado por
ella como ella lo estaba por él.
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One Night With Sole Regret #5
—¿Funcionarán? —preguntó, asintiendo hacia su entrepierna.
—Son sorprendentemente suaves y flexibles. Exactamente la clase de cuerda
que habría seleccionado para tu primera vez. Es casi como el…
—Destino —dijo ella.
Él sonrió y se apoyó contra el piano.
—Excepto que hubiera elegido una verde en lugar de azul, para que combinara
con las lindas manchas en tus ojos avellana.
¿Él había notado el color de sus ojos? Le encantaba que hubiera estado prestando
tanta atención a los detalles. Significaba que estaba interesado. ¿Verdad?
—Azul por el océano —dijo ella—. Como nuestra canción. ―Se endureció de
repente—. Eso es.
—¿Qué?
—El nombre de nuestra canción. Azul. La llamaré Azul.
—¿Azul no suele significar tristeza4? —dijo él—. Esa canción es alegre, no triste.
Me hizo sentir más feliz de lo que me he sentido en cinco años.
Su respiración quedó atrapada y sintió un extraño ardor detrás de sus ojos. ¿Su
trabajo lo había conmovido tanto?
—¿En serio?
Él asintió.
—¿Cómo la llamarías? ―le preguntó ella.
—Dawn.
—¿Sí?
—No, así la llamaría. Dawn.
Ella sonrió.
—Un poco narcisista llamar a una canción como tú, ¿verdad?5
4 N. de T.: “blue” se utiliza para referirse a la tristeza. 5 N. de T: “dawn” significa “amanecer”.
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One Night With Sole Regret #5
—Pero es como el amanecer. Una hermosa partida de la oscuridad. El final de la
noche oscura. El despertar de la luz que vuelve al cielo azul. El comienzo de un
nuevo día.
Aunque su estómago era un revoltijo de mariposas, no podía apartar la mirada de
él. Sabía que no estaba diciendo cosas bonitas sólo para conquistarla, aunque eran
muy efectivas, sino que realmente sentía lo que decía. Y se dio cuenta de que él
sentía eso por ella. Ella era su amanecer. El fin de su oscuridad.
O quizás eso era sólo lo que ella deseaba.
—Quítate el vestido —dijo él.
Su boca se abrió en sorpresa. Quizás él no era tan romántico como ella creía.
—Quiero decir, si estás lista para empezar —dijo él.
Lo estaba. Sólo la había sorprendido el ritmo al que cambiaba velocidades.
Dawn desprendió el ancho cinturón en su cintura, permitiendo que la tira de
cuero cayera al piso.
Tomó la falda del suelto vestido y respiró hondo antes de pasar toda la prenda
sobre su cabeza. Lo tiró a un lado, parándose frente a él en su conjunto blanco de
encaje.
El calor de su mirada la hizo ruborizar, y una poderosa vergüenza llevó a sus
manos a cubrir tanto como fuera posible.
—No te escondas —dijo él—. Eres hermosa.
No se sentía hermosa. Se sentía incómoda. Siempre había odiado ser tan alta,
que sus caderas fueran demasiado angostas, sus pechos demasiado pequeños, sus
hombros demasiado anchos.
—Hermosa —dijo él de nuevo—. Nunca he atado a una mujer tan alta y esbelta
como tú —dijo.
Ella miró el vestido en el piso, deseando que se elevara de su charco y que la
cubriera de nuevo. Estaba segura de que él preferiría usar una figura más femenina
para sus esculturas de bondage. ¿Por qué había accedido a esto?
Sus piernas entraron en su campo visual, y la soga que él había estado
sosteniendo aterrizó enredada en el piso. Ella contuvo un sollozo cuando la mano
de él se ahuecó alrededor de su hombro y luego se deslizó lentamente por la
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longitud de su brazo. Lamentaba ser una decepción. No ser un espécimen ideal para
su arte. No ser lo suficientemente bonita. No ser perfecta.
—¿Puedo ver tu espalda? —preguntó él.
Ella giró. Molesta con él. Molesta con él. Las puntas de sus dedos trazaron ocho
lentos caminos por su espalda.
—Tus líneas son impresionantes —dijo él.
Sí, las líneas de ser plana como una tabla y recta como un palo.
—Con tanta gracia. Creo que nunca he visto un cuerpo más perfecto para esto.
Su ceño se frunció. ¿Perfecto? ¿Acaso no prefería las curvas?
—¿Eso crees? ―Bajó las manos y miró su vientre demasiado blanco y esas
estúpidas pecas que decoraban su pecho.
—¿Puedo comenzar? No creo que pueda aguantar mucho más.
Ella asintió, sintiéndose casi orgullosa de su cuerpo. ¿Qué tan raro era eso?
—Sólo quítate tu ropa interior y tu corpiño siéntate en el piano para mí.
Whoa. Demasiado rápido.
—Preferiría dejármelas puestas —dijo ella.
La punta del dedo de él delineó el elástico de su ropa interior a lo largo de su
espalda baja.
—Supongo que puedo incluirlas en el diseño —dijo él—. Si estás más cómoda
con eso.
Ella asintió y se sorprendió cuando se movió a la mesa ratona y apagó las tres
velas.
—¿Qué estás haciendo?
—Quiero hacer esto por el tacto.
—¿Por el tacto? —chilló ella.
—No quiero distraerme con tu belleza.
Ella rio entre dientes.
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—De acuerdo. Eso fue cursi.
—Sólo digo lo que veo.
—Ya me tienes en mi ropa interior y dispuesta a ser atada a tu merced. Puedes
dejar las líneas para atraerme.
Lo sintió moverse hasta pararse justo detrás de ella. Sus palmas se deslizaron por
sus costillas y por su estómago tembloroso hacía el pequeño trozo de modestia
hecha de encaje.
—No quiero que estés incómoda —dijo él—. Probablemente sea una buena idea
que te la dejes puesta. Tu coño expuesto sería demasiado tentador para resistirme.
Él ahuecó la mano alrededor de su montículo y la apretó gentilmente. La
respiración de ella se detuvo mientras se arqueaba involuntariamente contra su
palma.
—Puedo sentir tu calor —le susurró él al oído—. Ésta no tiene que ser una
experiencia sexual, ¿sabes?
Con Kellen a cargo, sí, lo era.
—No puedo evitarlo —dijo ella—. Sólo estar contigo en la misma habitación me
excita. ¿Cómo esperas que reaccione cuando me tocas en la oscuridad?
—Sólo mientras seas consciente de que no voy a hacerte el amor. No porque no
quiera o porque no seas la mujer más hermosa que jamás he tocado, sino porque
hice una promesa que jamás romperé.
Dawn frunció el ceño. Esa maldita chica muerta otra vez.
—Sin embargo, si quieres, te haré acabar —susurró—. Te daré más orgasmos de
los que puedas soportar.
Entonces, quizás su incapacidad de romper una promesa no era realmente una
carga después de todo.
—¿Es lo que quieres Dawn? ¿Quieres acabar?
—S-s-sí.
La mano de él se deslizó dentro de su ropa interior. Cuando su dedo medio
resbaló sobre su hinchado clítoris, las piernas de ella cedieron. Él la atrajo hacia sí
hasta que su dura polla presionó contra su culo. Ella se retorció contra él, queriendo
esa gruesa y grande vara enterrada profundamente dentro de ella de una vez.
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Él le mordió la oreja y la guió alrededor del piano hasta que estuvo frente al
teclado.
—Toca mi canción mientras te hago acabar por primera vez —demandó en voz
baja.
Como si ella pudiera discutir esa petición.
Tanteó las teclas y no comenzó en el inicio. Empezó con la segunda estrofa. La
que se elevaba y caía como las olas, como un amante poseyendo lo que estaba
caliente, dolorido, hinchado y húmedo sólo para él.
Kellen acarició su clítoris con la cadencia de la canción, moviéndose ligeramente
contra ella con cada suave y sensual caricia. No se frotaba contra ella para acabar;
incrementaba su necesidad a un nivel febril. Cuando ella alcanzó el crescendo final,
él la hizo volar. La canción olvidada, ella se aferró al teclado y gritó con su liberación
a la que vez que su coño apretaba con fuerza el vacío entre sus piernas.
Necesitando más, mucho más, Dawn se inclinó hacia adelante de forma que la
dura polla que apenas se había estado rozando contra su culo estuviera alojada
firmemente contra su hendidura. Lo único que separaba su dura carne de su calor
resbaladizo eran unas bragas de encaje y un delgado par de bóxers.
Él sacó la mano de su ropa interior bruscamente y retrocedió, haciendo caer el
banco con un golpe.
En el silencio que siguió, ella sólo fue consciente de su propia respiración
entrecortada y la de él. El intenso placer comenzó a ceder mientras ella lentamente
recuperaba la compostura. Su liberación había sido fantástica, pero difícilmente
satisfactorio. Quería más de él. Todo de él. Dentro de ella.
—Sabía que debía haberte atado antes de tocarte —dijo él—. ¿Crees que estoy
hecho de fuerza de voluntad? No puedes frotarte de esa forma contra mí y esperar
que mantenga mi promesa a Sara.
Pero ella no quería que mantuviera su promesa a Sara. Dawn quería follar con
Kellen hasta que no pudiera sentir sus piernas. Pero él no la deseaba lo suficiente
para darle lo que anhelaba. Probablemente debería sentirse mal por presionarlo
para hacer algo para lo que no estaba preparado, pero simplemente se sentía
enojada con una mujer que ya no existía excepto en el corazón de Kellen.
—El momento me atrapó —dijo, lo cual no era una mentira—. No tuve intención
de frotarme contra ti. Fue involuntario.
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Él estuvo en silencio por un largo momento. No podía imaginar qué estaba
pensando. Probablemente decidiendo si debía ubicar su ropa antes de huir de la
casa o si debía desafiar la tormenta vistiendo solo sus bóxers. Ella se alejó del piano
y se giró para mirar el espacio donde él estaba de pie en la oscuridad.
Él suspiró.
—Tienes razón. Eso fue mi culpa.
Kellen levantó una mano y sostuvo su mandíbula. Trazó sus labios con su pulgar.
Ella podía oler su sexo en él. Santo Dios.
—Te haré acabar con más fuerza la próxima vez —dijo—. No habías terminado
completamente cuando me alejé.
¿No lo había hecho? Eran noticias para ella. Simplemente estaba aliviada de que él
pareciera querer continuar. Porque ella definitivamente quería continuar, incluso si
él no estaba dispuesto a darle la profunda penetración que anhelaba. Quizá con
tiempo y paciencia sería capaz de hacerle el amor. Estaba segura de que él valdría la
pena la espera.
Ella volvió el rostro para inhalar sus esencias mezcladas.
—¿Cuándo acabas tú?
—Acabaré yo mismo cuando lo necesite.
Ella lo imaginó tocándose, deseando que él le permitiera tocarlo allí.
—¿Puedo mirar, al menos?
—¿En la oscuridad?
—Podrías volver a encender las velas —dijo ella.
—Las encenderé luego de que termine de atarte —dijo él—. Voy a querer ver
cuán hermosa luces. —Las puntas de sus dedos se deslizaron suavemente por su
mandíbula, bajando por su garganta, deteniéndose a poca distancia de su pecho—.
Y cuando acabe sobre tu piel, también querré ver eso.
Y ella definitivamente también quería ver eso. Cuanto más pronto, mejor.
Saltó sobre la tapa cerrada del piano y plantó los pies sobre el teclado para darse
impulso hacia atrás. Aunque debería haber esperado el sonido discordante, saltó
ante el sonoro ruido de las teclas.
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One Night With Sole Regret #5
Oyó la cuerda arrastrarse a través del piso cuando él se inclinó a recogerla. La
tormenta finalmente había disminuido, y el silencio en la casa era inquietante. O
quizá simplemente ella era más sensible al sonido de lo usual.
—No debería haberme enojado contigo —dijo él.
—No lo hiciste.
—No puedo decirte cuán difícil fue para mí retroceder en vez de hacer tu ropa
interior a un lado y enterrarme profundamente dentro de ti.
Ella cruzó las piernas y retorció sus caderas incómodamente. ¿Cómo se sentiría él
dentro de ella? ¿Le hacía el amor gentilmente a una mujer o la follaría hasta la
inconsciencia? Era una pena que nunca lo fuera a saber.
—Kellen, no digas cosas como esa a menos que tengas la intención de
respaldarlas con acciones. No eres el único peleando por control aquí.
Las manos de él se deslizaron por la parte externa de sus muslos.
—Abre las piernas.
Sus piernas se descruzaron y se abrieron como si tuvieran mente propia. Él
avanzó hasta pararse entre sus muslos. Ella sabía que él estaba cerca, aunque la
única parte de él que la tocaba eran sus manos. Él le acarició las caderas y luego la
espalda. Cuando su pecho rozó las endurecidas puntas de sus pechos, jadeó.
Él inmediatamente se retiró ligeramente, y ella se obligó a no aplastar los senos
contra su pecho. Sus términos. Esto tenía que ser en sus términos. Sería mejor que
lo hiciera digno de su tiempo.
—Recuéstate —susurró él cerca de su oído—. Quiero conocer tu cuerpo.
Ella obedeció. La fría tapa del piano era dura contra su espalda y sus nalgas, pero
esa leve molestia fue pronto olvidada.
Dawn suspiró cuando sus manos se deslizaron lentamente sobre su piel,
chocando contra sus curvas, valles, crestas y depresiones. Nunca nadie le había
prestado tanta atención a sus formas. Ella pensó que podría hacer que podría
hacerla ser tímida el ser tan cuidadosamente inspeccionada de pies a cabeza, pero
su atención la hacía sentir hermosa. Apreciada. Querida.
—Pensé que tendría que recordarte que te relajaras —dijo Kellen, su profunda
voz arrancando un estremecimiento de deleite.
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—¿Asumiste que siempre estaba tensa? —bromeó ella.
Las manos de él se deslizaron hacia arriba por sus pantorrillas y suavemente
masajearon los músculos hasta que estuvieron como mantequilla caliente. Sus
muslos se abrieron en completa rendición. La única parte de ella que sentía algo de
tensión era el vacío entre sus piernas. Su coño se apretaba contra el dolor que
aumentaba e aunque él ya le había advertido de que esto no procedería a que le
hiciera el amor, ella así lo deseaba.
Kellen masajeó sus tobillos y la parte interna de ambos pies.
—¿No estás siempre tensa?
—La mayoría del tiempo, lo estoy —admitió ella—. Pero algo en ti me permite
dejar ir mis inhibiciones.
—Eso es exactamente lo que necesitas hacer para disfrutar esto, dejarte ir.
Dejarse ir era sorprendentemente fácil con Kellen al mando.
—Lo intentaré —dijo.
―Esto será un poco diferente para mí, hacerlo todo por el tacto. ―dijo él—. Seré
cuidadoso, pero si algo te irrita la piel o te pincha, tienes que prometerme que me
dirás dónde está. Usualmente, puedo ver cualquier problema en mi diseño, pero
estoy a ciegas aquí.
Su corazón golpeó más rápido mientras se esforzaba por oír los sonidos de la
cuerda pasando a través de sus manos. Cuando el primer lazo envolvió su tobillo, se
tensó. Él lo apretó de modo que ella pudiera el suave algodón contra su piel, pero
no cortó su piel.
—¿Dawn? —dijo él—. ¿Estás segura de que no quieres estar desnuda? Una vez
que comience no habrá forma de quitarte el corpiño o la ropa interior.
Pero su ropa interior era lo único que evitaba que sus fluidos gotearan sobre la
tapa del piano debajo de ella.
—¿Es mejor si me la quito?
—¿Quieres alivio o solo placer?
¡Sí!
—¿Puedo tener ambos?
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—Querría involucrar cada centímetro de tu cuerpo en esto. —Su mano se deslizó
hacia arriba por la parte interna del muslo, y ella casi salió disparada del piano—.
Creo que apreciarías una serie de nudos entre tus muslos, frotándose contra tu
clítoris desnudo, tu entrada, y tu entrada trasera.
Ella intentó imaginar cómo podría apreciar nudos entre sus piernas, pero se
quedó en blanco. Sonaba francamente incómodo.
—¿A qué te refieres, Kellen?
—Preferiría mostrártelo —dijo él—. Pero estarán colocados de forma tal que el
mínimo movimiento te permita acabar.
¿Podía? Qué vida completamente protegida había estado viviendo.
—Si digo que sí, ¿me quitarás la ropa interior?
Él no esperó a que ella dijera que sí. Sus dedos se deslizaron bajo el elástico de
sus caderas y tiró. Se detuvo para que ella pudiera levantar el trasero y él pudiera
bajar su ropa interior. El piano chilló en protesta cuando sus pies presionaron las
teclas y él lentamente deslizó su ropa interior hacia abajo. Su aliento calentó su
montículo mientras respiraba profundamente.
—Hueles increíble —susurró él, los pequeños golpes de aire de sus palabras
bailando sobre su piel demasiado sensible.
Sus ojos se abrieron de golpe con sorpresa cuando la suave y húmeda punta de
su lengua se deslizó hacia abajo entre sus labios para dar un golpe sobre su clítoris.
—Mmm —murmuró él.
Su lengua trazó sus pliegues internos y giró sobre su dolorida entrada. La espalda
de Dawn se arqueó y una mano se enterró en el cabello de él, tan largo y sedoso y
aún húmedo por la lluvia. Dios, sí, bésame allí. Ella obligó a su rostro a acercarse más,
sus piernas envolviendo su espalda para instarlo a acercarse más aún.
Él se alejó, casi arrastrándola fuera de la pulida superficie del piano mientras se
desenredaba de sus miembros.
—Necesito apresurarme y atarte para poder darme un festín con ese coño
durante horas.
—¿Por qué esperar? No te estaba deteniendo. —Animándolo. Eso era lo que
había estado haciendo.
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One Night With Sole Regret #5
—Me es demasiado fácil perder el control de mí mismo cuando estás libre.
—Si no te gusta que tire del cabello y entierre mis pies en tu espalda, puedo
parar.
—Ése no es el problema —dijo él.
—Entonces, ¿por qué te apartaste?
—Porque sí me gusta. Me gusta demasiado. Me hace querer hacer más que
lamer esto. —Sus dedos se deslizaron por su unión y se deslizaron dentro de ella—.
Me hace querer follar esto.
Esto se apretó alrededor de sus dedos impacientemente. Sí.
—Creo que he cambiado de idea acerca de ser atada —dijo ella. Si era tan fácil
hacerle perder el control, entonces ella lo animaría como el infierno.
—Entonces tendré que irme.
Maldición. Eso no funcionó. Él realmente estaba al mando. Pero ella confiaba en
que le daría lo que necesitaba y más. Aún le preocupaba que él no recibiera lo que él
necesitaba de la experiencia. Hacer el amor debería tratarse de dar y tomar, no
tomar, tomar y tomar, pero si estaba dispuesto a darle todo eso, suponía que no
debía quejarse.
—No quiero que te vayas —dijo ella—. Quiero que te des un festín con este coño
por horas. —Él emitió una risa nerviosa—. También me gustaría que lo follaras, pero
si no estás dispuesto a ir tan lejos, trataré de conformarme.
Pudo oírlo respirando profundamente para calmarse a través de su nariz y se
preguntó si debía presionarlo más. Sentía que él estaba en un punto de inflexión y
que el más mínimo empuje lo enviaría volando hacia ella. O podría alejarlo de ella
para siempre.
Después de un momento, él le quitó la cuerda del tobillo, liberó su ropa interior y
volvió a deslizar el lazo alrededor del tobillo, apretándolo. Sus manos se deslizaron
hacia arriba por su pierna, alterando su ángulo ligeramente de forma que su espalda
y trasero estuvieran en una posición más cómoda sobre la superficie del piano y
para que su rodilla estuviera en un ángulo natural. Cerró los ojos y se concentró en
la sensación de la cuerda siendo pasada por el lado de su pantorrilla, alrededor de la
parte superior de su rodilla y hacia abajo por el otro lado. La cuerda presionó la
planta de su pie, y los dedos de sus pies se curvaron. ¿Por qué eso se sentía tan
bien? Suspiró con dicha. Él se apartó ligeramente, moviendo la cuerda; podía oír las
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fibras raspando unas contra otras. Un nudo presionó su empeine. Suspiró otra vez.
Si movía los dedos de los pies ligeramente, ese nudo frotaba un punto en la planta
del pie que hacía que sus pezones se endurecieran con excitación. No tenía idea de
si él había puesto ese nudo intencionalmente en ese punto exacto, pero estaba
agradecida por el estímulo. Había esperado que la atara con las piernas abiertas a
las patas del piano, pero aparentemente había más en esto del Shibari que
simplemente dejarla indefensa.
Él aseguró la cuerda en su tobillo y entonces pasó las manos por la longitud de su
cuerpo. Sostuvo ambos pechos a través de su corpiño, los pulgares trazando las
puntas endurecidas.
—Perfecto —susurró.
—Quítalo. —Ella quería sentir las yemas de sus pulgares contra sus pezones
desnudos.
—¿Te está pinchando en alguna parte? —preguntó él y movió las manos hacia su
pierna atada, cuidadosamente pasando los dedos sobre la cuerda y los nudos que
había diseñado.
—No. No me refería a la cuerda. Me refería a mi corpiño.
—Oh. —Él rio entre dientes y un pulso de placer convergió entre sus muslos. ¿Así
que ahora incluso su risa la excitaba? Estaba perdida.
—Déjame atar tu otra pierna primero —dijo él—. Entonces haré que te sientes.
Dejó que el extremo libre de la cuerda colgara del tobillo y recogió otra pieza de
cuerda para atar la otra pierna. Ahora ella tenía algo de experiencia con sus
movimientos, así que en vez de concentrarse en dónde ponía la cuerda, dónde la
ataba y dónde hacía nudos, se permitió sentir cómo esto afectaba su cuerpo.
Disfrutaba más los nudos entre las plantas de los pies y las teclas del piano donde
descansaban sus pies, pero la tensión de las cuerdas en sus muslos atraían su
atención a la carne abierta y expuesta entre ellos. Esperaba que él hiciera algo al
respecto pronto; no podía cerrar las piernas y retorcerse como había estado
haciendo desde que se sentó junto a él en la barra de desayuno y luego en el banco
del piano. Aunque él le había quitado la tensión con ese dulce orgasmo antes, ella
estaba desesperadamente excitada de nuevo.
Cuando él tuvo sus las piernas aseguradas de la forma en que quería, pasó las
manos sobre sus cuerdas como si buscara imperfecciones en su diseño.
—¿Esto se siente bien? —preguntó.
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—Se siente genial —murmuró ella.
Sus labios se presionaron gentilmente contra la parte interna de su muslo.
—Tu aroma me está volviendo salvaje. ¿Serás capaz de mantener tus manos
quietas si robo una pequeña probada?
—Sí. —Mentía. Incluso antes de que su lengua se deslizara sensualmente sobre
sus pliegues internos, sus manos se estiraban hacia su espeso y glorioso cabello.
Él se alejó antes de que pudiera aferrarse a su cuero cabelludo. Deslizó la mano
entre su espalda baja y el piano y la colocó en una posición sentada.
—¿Por qué te detuviste? —preguntó ella, su coño todavía vibrando por la breve
sensación de su lengua contra su carne.
—Sé que si realmente me pongo en ello, no seré capaz de parar.
—No me importa.
—¿Confías en mí para hacer que esto sea bueno para ti?
—Sí.
—Entonces déjame hacer lo mío. Aún no has entregado el control.
Estaba permitiéndole que la atara sobre el piano. ¿Exactamente cuánto control
esperaba que cediera?
Él tomó los extremos de cuerda que colgaban de cada rodilla y envolvió su
cintura con ellas, cruzándolos tras su espalda. Cuando tensó las cuerdas, la acción
abrió más sus piernas.
—Ow. —Ella protestó ante el tirón de sus músculos. Estaba estirada a su límite.
—Relájate —dijo él.
Era fácil para él decirlo. No estaba sentado en el borde de una dura superficie con
las piernas abiertas hasta el límite.
Después de un momento, sus músculos se ajustaron y ella suspiró de alivio. Yoga
forzado. Así se sentía lo que estaba haciendo. Él tiró de las cuerdas otro centímetro,
abriéndola más aún y luego ató las dos cuerdas juntas justo bajo su ombligo para
mantenerla en esa posición.
—No me estiro tanto —protestó.
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—Sí, lo haces. —Él deslizó dos dedos sobre su montículo, contra su clítoris y
contra la expuesta abertura que goteaba más abajo—. Iba a poner nudos entre tus
muslos para que pudieras obtener placer de la cuerda. —Masajeó su entrada con
dos dedos y ella trató de cerrar las piernas contra la invasión, pero sus ataduras se lo
impidieron—. He cambiado de idea —dijo él.
—¿Vas a dejarme toda exaltada de esta manera? —Ella moriría si lo hacía.
—No, voy a darte todo el placer que puedas manejar. Un par de cuerdas no se
merecen ese privilegio.
Ojalá pudiera ver su expresión. Porque estaba oscuro, se sentía cómoda estando
tan expuesta, pero también sentía que estaba perdiéndose todas las señales que él
pudiera estar dándole.
Él se movió y su pecho rozó sus senos cuando se estiró detrás de ella para
desabrochar su corpiño. Pronto sus brazos quedarían tan impotentes cómo sus
piernas, así que aprovechó la oportunidad para abrazarlo. Él se puso tenso, pero
cuando ella no hizo nada más que sostenerlo en sus brazos, con el tiempo empezó a
relajarse. Sus brazos se apretaron alrededor de ella, y él la abrazó así. Su corazón
latía con fuerza en su pecho, latiendo un rápido staccato6 contra el de ella. Su boca
se movió contra su cabello.
—No debería —dijo él, atrayéndola más.
Sus manos se deslizaron por su espalda, y ella inclinó la cabeza, en busca de su
beso. Su aliento calentaba sus labios. Ella los abrió, con los ojos cerrados, su cuerpo
en perfecta sintonía con el suyo.
—Bésame —susurró.
Él la soltó tan bruscamente, que ella casi cayó del piano. Sus brazos se dispararon
hacia atrás para ayudarla a recuperar su centro de gravedad.
De inmediato él la agarró para evitar que cayera.
—Lo siento —dijo—. No puedo esperar que me confíes tu seguridad si te pongo
en peligro de esta manera.
—Está bien —dijo ella, contenta de que estuviera oscuro para que él no viera que
tan llenos de lágrimas sus ojos se habían puesto—. No tienes que besarme si no
quieres.
6 Staccato: Forma de ejecución en que se marca la separación entre las notas.
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—Quizás ésta no sea una buena idea —dijo él. Él encontró su rostro en la
oscuridad y lo tomó entre sus manos—. No he estado a solas con una mujer desde
Sara. No me di cuenta de lo mucho que necesitaba a Owen conmigo como
observador.
El dolor en el pecho de Dawn se levantó, y ella rio.
—¿Un observador? No estás levantando pesas, Kellen —dijo—. Sólo tocándome.
—Pero hay cosas que una mujer espera que yo no entregaré. Besar, por ejemplo.
Owen manejaba esa parte.
—No lo sabía, o no hubiera preguntado.
—No es justo para ti. No puedo esperar a que cumplas mis pequeñas reglas
extrañas.
—Quizás deberías decirme cuáles son esas reglas, para estar menos propensa a
romperlas. Estoy tratando de entenderte, Kellen.
—¿Por qué?
—Porque me gustas
—Mierda.
Ella se puso rígida, y su temperamento cobró vida.
—Siento que encuentres mi afecto tan repugnante.
—No es así. Me parece maravilloso. Y tentador. Y me aterra. Tú también me
gustas. Más que nadie antes que Sara —dijo—. O desde entonces.
¿Así que ella estaba en segundo lugar después de una chica muerta? Supuso que
era un comienzo. ¿Qué se necesita para subir a la cima? Tenía que ser la primera.
Quizás no esta noche. Quizás no esta semana ni este mes. Pero algún día. Algún día
ella quería ser la número uno de Kellen. Sólo no tenía que arruinarlo antes. Por
desgracia, su boca con frecuencia decía cosas que luego lamentaba.
—¿Crees que Sara querría que renunciaras al amor por el resto de tu vida?
—Ahora que ella se ha ido, estoy seguro de que ella no le importaría si consigo
un perro —dijo él—. Pero era muy celosa. Me quería para ella sola. Me obligó a
prometerle todo tipo de cosas y lo hice. E hice cada una de esas promesas con el
corazón.
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—¿Pero no deberían haber terminado cuando ella murió?
—No —dijo él—. Deberían terminar cuando deje de amarla.
Que sería nunca.
—Ahora voy a tener que recordarte que te relajes —dijo.
—¿Relajarme? —balbuceó ella—. ¿Cómo se supone que me relaje?
Él levantó la pesada masa de su cabello de un hombro y suavemente acarició la
piel desnuda que expuesto.
—En primer lugar, deberías dejar de tratar de competir con Sara. Tú no eres ella.
—Soy muy consciente de eso. Estoy segura de que ella no tenía que entender tus
normas ni preocuparse por pedirte algo tabú como un beso.
—No, yo no tenía reglas para ella. Pero ella tenía muchas para mí. Regla número
uno: no morder —dijo él.
Sus dientes mordisquearon el lóbulo de Dawn. Ella se estremeció y jadeó cuando
el placer lamió un lado de su cuello. La nariz de él rozó su garganta, y ella sintió la
cálida humedad de su aliento contra su piel justo antes de que mordiera el costado
de su cuello, su clavícula, sus costillas, vientre, montículo.
—Otra regla: no pongas tu boca allí, Kellen. —Su tono era tan femenino como su
profunda voz podría producir—. Se siente raro.
Dios, no se sentía raro para Dawn. Se sentía genial. Puede que él no estuviera
dispuesto a besar a Dawn en la boca, pero hacía un increíble besando sus labios.
—Quiero que solamente acabes cuando estás dentro de mí, Kellen —repitió más de
las palabras de Sara—. Mírame a los ojos. Prométeme que nunca más acabarás dentro
de otra persona que no sea yo, Kellen. Promételo.
Wow, esa mujer tenía la cabeza en un estado terrible. Dawn supuso que la
mayoría de los hombres habrían hecho ese tipo de promesas para hacer feliz a su
mujer, pero dudaba que las hubieran tomado en serio como Kellen obviamente lo
había hecho.
—Kellen —dijo Dawn—. No tienes que prometerme nada. No quiero que lo
hagas.
Su única respuesta fue chupar su clítoris y acariciarlo rápidamente con la lengua
hasta que ella estalló en éxtasis contra su rostro. Se aferró a su cabello, meciendo
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sus caderas involuntariamente mientras gemía en éxtasis. Después de un momento,
él desprendió los dedos de ella de su cuero cabelludo y volvió a tomar la cuerda. No
habló mientras trabajaba, primero entrecruzando la cuerda a través de su torso y
espalda, alrededor de sus pechos y sobre los hombros. Se subió para sentarse
detrás de ella mientras le ataba los brazos juntos detrás de la espalda, comenzando
de la parte superior y haciendo su camino hacia las muñecas.
Kellen ató nudo tras nudo, como si estuviera construyendo una intrincada
escalera de cuerda entre sus brazos. Pasó tanto tiempo en cada nudo que parecía
tomar una eternidad. Ojalá pudiera ver lo que estaba haciendo ahí atrás. ¿Cómo
lucía? Ella nunca había sido más consciente de su piel. Sus pechos, coño y sobre su
cuello eran las únicas partes de su cuerpo que no estaban de alguna manera
asociadas con longitudes de cuerdas o nudos, así que se obsesionó con esas partes,
queriendo estimulación de estas áreas también.
—Desearía tener más cuerda —dijo él cuando por fin se apartó—. Realmente me
gustaría exhibir tus talentosas manos. —Sus dientes se hundieron en un punto
desnudo en la parte posterior de su hombro y su espalda se arqueó
involuntariamente. Ella encontró su movimiento muy limitado por las cuerdas que la
ataban—. Sin embargo, supongo que son lo suficientemente hermosas por su
cuenta.
Se sintió desequilibrada cuando él se deslizó hacia el piso y la dejó
tambaleándose, sentada en el borde de la tapa del piano, con los pies y las piernas
atadas, pero descansando sobre las teclas, y los brazos bien atados a su espalda.
Ella se echó hacia atrás sobre sus manos y se sintió un poco más equilibrada. No
ayudaba que la oscuridad fuera tan desconcertante.
Oyó el chasquido del encendedor antes de que una llama rompiera la oscuridad
cuando Kellen encendió las velas que ella había traído de la cocina. Él llevó las velas
hasta el otro extremo del piano, aumentando la cantidad de luz cerca de ella. La
miró en el suave resplandor amarillo hasta que su rostro ardió de vergüenza.
—No me mires con tanta intensidad —dijo ella y cerró los ojos con fuerza.
—No puedo evitarlo. Te ves tan hermosa como te sientes.
Lo espió por debajo de las pestañas mientras él rodeaba el piano, a veces
tocando su piel como para asegurarse de que ella era real y otras veces mirándola
durante largos trozos de tiempo como si fuera una exhibición de arte.
—Me gustaría que pudieras ver el patrón de tus brazos —dijo—. No estoy
seguro de cómo me las arreglé para espaciar los nudos tan uniformemente.
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Probablemente porque él había tomado un cuidado tan meticuloso que ella había
pensado que nunca terminaría. No había ni un centímetro de juego en sus brazos.
Intentó apartarlos de sus lados y descubrió que estaba respirando con dificultad por
ninguna buena razón.
—Tranquila, nena —susurró él.
De repente, las manos de Kellen estaban en todas partes, acariciando
suavemente su piel hasta que las cuerdas se sintieron parte de ella.
Ella bajó la mirada hacia su cuerpo desnudo. La luz de las velas le daba un suave
resplandor a su piel. No podía creer lo expuesta que estaba. Sus piernas estaban
abiertas completamente. Podía sentir que lo estaban, pero verlas así fue todo un
shock. Así que así lucía su coño. Había visto atisbos de él mientras se arreglaba, pero
nunca lo había mirado antes. ¿Él también estaba mirando? Ella era demasiado tímida
para averiguarlo. Se obligó a concentrarse en visiones menos eróticas, pero
descubrió que se había transformado cada centímetro de su cuerpo en algo
visualmente atractivo. Erótico.
Kellen había utilizado la cuerda azul en la pierna derecha y la de color marrón en
la izquierda. Los nudos no sólo se usaban para mantener sus piernas en una cierta
orientación, sino también para decorar. En la cintura, las dos cuerdas se unían. No
estaba segura de cómo se las había arreglado para combinar los dos colores en un
diseño contrastante de diamantes y anillos pequeños cuando no podía ver lo que
estaba haciendo, pero era precioso. La forma en que las cuerdas soportaban sus
senos los hacía sobresalir hacia adelante, orgullosos y desnudos. Era como si él los
hubiera exhibido con su trabajo con cuerdas, atrayendo la atención a las puntas de
color rosa claro. Ella volvió la cabeza para tratar de ver el trabajo que había hecho
en los brazos, pero esos nudos estaban fuera de su campo de visión. Nunca se había
sentido más sexy en su vida. O más atrapada.
Sus manos estaban libres, por lo que las apretó en repetidas ocasiones, y los
dedos de sus pies eran capaces de enroscarse, pero eso sólo logró recordarle el
nudo en el empeine de su pie que mantenía sus pezones duros por alguna razón
inexplicable.
—Estás temblando —dijo él, moviéndose para pararse frente a ella—. No luches.
—No lo hago —dijo ella sin aliento. Lo miró, extrañamente sin vergüenza de que
tuviera una vista sin restricciones de todas las partes privadas de su cuerpo. Se
sentía separada de sí misma. Como un observador de su propia forma.
—No luchando físicamente. Mentalmente.
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—No sé a qué te refieres.
—¿Cómo te sientes?
—Atrapada.
—¿Estás segura? —Él sostuvo su mirada, sus ojos marrón oscuro intensos y
profundos.
Ella no pudo apartar la mirada.
—De hecho, es más como si otra persona estuviera atrapada y yo la estuviera
mirando con envidia.
—¿Te estás permitiendo sentir las cuerdas, Dawn?
—No lo sé. —Honestamente no estaba segura de qué sentía. Era nueva en esto.
¿Qué se suponía que hiciera? ¿Qué se estaba perdiendo? Intentó pensar en las
cuerdas presionadas contra su carne, obligándola a una posición que nunca sería
capaz de mantener por su cuenta. Manteniéndola allí. Manteniéndola
completamente quita. No puedo moverme. No puedo moverme. De repente, fue
como si un puño se metiera en su pecho, apretara su corazón y le robara el aire de
los pulmones.
Kellen se colocó entre sus muslos y la abrazó suavemente para que su frente
descansara en su hombro. Sus manos se sentían tan suaves contra sus hombros que
ella prácticamente se derritió.
—No te preocupes —le susurró—. Te tengo.
—No sé si me gusta esto.
—¿Quieres que te suelte?
Él había trabajado tan duro para atarla de esta manera, y ella se sentía un millón
de veces mejor ahora que él estaba cerca.
—Todavía no. Sólo abrázame un poco más.
—Probablemente debería haberte atado en tu cama la primera vez. Te habrías
sentido más segura. Más estable. Yo sólo no podía dejar de pensar en lo sexy que te
verías en la superficie de tu piano.
—Me siento segura, siempre y cuando estés cerca —susurró ella. Ella ladeó la
cara y le besó el cuello. Él se tensó un poco, pero no se apartó. Ella rogó que éste no
fuera uno de los desencadenantes que lo hiciera huir, porque una vez que comenzó,
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frotando los labios contra su garganta, mordisqueando, lamiendo, chupando y
besando, no pudo parar. Si sus manos hubieran estado libres, estaría hundiéndolas
en sus bóxers en ese mismo momento. Dios, ella quería su polla en sus manos, su
boca, su coño abierto. De repente estaba agradecida de que él la hubiera atado,
para que ella no lo atacara.
La respiración entrecortada de él le agitó el cabello. Sus manos fueron de sus
hombros para proporcionar comodidad a masajear sus pechos para provocar
excitación. Los masajeó suavemente con sus palmas mientras ella chupaba
desesperadamente su cuello, hombro, clavícula, deseando poder alcanzar más de su
carne. Ella quería tanto más de él. Cuando él empezó a frotar sus pezones entre sus
dedos pulgar e índice, el deseo se encendió en su interior. Ella gimió en tormento.
—Encuentra tu equilibrio —dijo él suavemente.
Ella no tenía idea de a qué se refería hasta que él comenzó a deslizarse hacia
abajo por su cuerpo y ella se tambaleó hacia delante. Se inclinó un poco hacia atrás,
apoyándose en las manos.
Arrodillado en el suelo entre sus muslos abiertos, Kellen la miró mientras se
ataba el cabello con una correa de cuero que había sacado de debajo del brazalete
en su muñeca derecha. No hubo vacilación en lo absoluto cuando él se movió hacia
adelante y hundió la lengua en su agujero estremecido. Él trazó su apertura
repetidamente, atrayendo sus fluidos a su boca con cada pasada. Ella podía verlo.
Podía ver todo. Cuando él hubo recogido la mayor parte de lo que ella había tenido
esperando por él, él hizo su camino hacia arriba mordisqueando un hinchado labio y
luego se pegó a su clítoris con una fuerte succión. Su lengua trabajó el hinchado
capullo mientras él chupaba y chupaba, llevándola más y más alto.
—Oh Dios —exclamó ella.
Dos largos y gruesos dedos se deslizaron profundamente en su apretado coño.
Un tercero presionó contra su culo, pero no entró. Sus caderas se sacudieron
involuntariamente mientras explotaba de deleite. Tan pronto como el placer
comenzó a retroceder, Kellen comenzó a empujar sus dedos y a rotarlos en amplios
arcos en su interior. Ella gimió pidiendo misericordia mientras él mantenía su placer
elevado por mucho más tiempo de lo que ella siquiera había sabido que era posible.
Cuando sus piernas empezaron a temblar por la sobreestimulación, él liberó sus
dedos y soltó su clítoris para poder llevárselos a la boca.
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Ella lo observó chupar los fluidos de sus dedos con la boca abierta. Había
pensado que la imagen de él entre sus piernas había sido atractiva, pero eso... eso
hacía temblar su coño con la promesa de otro orgasmo.
Él liberó sus dedos, respiró hondo y dijo.
—Tan condenadamente bueno. —Antes de inclinarse hacia adelante y lamer sus
jugos con desesperación.
Le frotó el clítoris con dos dedos mientras chupaba su coño.
—Dame más, nena —suplicó.
Cuando ella acabó un momento después, él gimió de satisfacción ante la oleada
de fluidos que se reunieron con su curiosa lengua.
Mierda, él era bueno en esto.
Él se puso de pie bruscamente, sacándole a Dawn una exclamación de sorpresa.
Liberó su enorme polla de sus bóxers y comenzó a acariciar su longitud en
movimientos rápidos y duros. Ella no podía dónde mirar. ¿Sus ojos cerrados en
éxtasis? ¿Su boca abierta mientras jadeaba en busca de aire? ¿Su palpitante pecho?
¿Abdominales tensos? ¿Su mano tirando de su longitud en estocadas rápidas y
seguras? ¡Oh Dios! El coño de Dawn se apretaba al ritmo de sus movimientos. Casi
podía sentirlo dentro de ella mientras él se complacía entre sus muslos. Se esforzó
para acercarse a él. Lléname. Lléname. Lléname, pensó. Él gritó cuando hizo
erupción. Sus fluidos brotaron de su cuerpo sobre su vientre y un pecho. Un
segundo brote salpicó su muslo. Su mano se quedó quieta.
Él se apoyó contra ella, la frente contra su hombro, sus respiraciones
temblorosas calentando su pecho. Ella deseó que sus brazos estuvieran libres para
poder abrazarlo con fuerza. Le acarició el cuello con el rostro, y él la envolvió con
sus brazos y acercó su cuerpo al suyo; pecho con senos, vientre contra vientre, polla
contra apertura. Ella no se movió, temerosa de que él se alejara. Las caderas de él
comenzaron a moverse, frotando la longitud de su polla todavía dura contra su
apertura. Él gimió como si estuviera en agonía y la cabeza de su polla se deslizó
dentro de ella. Sí, pensó ella. Por favor. Pero permaneció en silencio, los ojos
fuertemente cerrados en preparación para su rechazo.
El movió las caderas hacia abajo, pero en vez de apartarse, presionó en su
interior, reclamando otro centímetro. Ella se aferró al piano bajo sus manos. Dios,
cómo quería abrazarlo mientras él entraba lentamente en ella en un patrón que se
profundizaba de retirada y conquista. Su cuerpo se ajustó a su grosor, estirándose
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para dar cabida a su circunferencia. Cuando sus bolas se apretaron contra ella y ella
supo que tenía todo de él, una lágrima cayó por debajo de su párpado y rodó por su
mejilla.
Él hundió las manos en su cabello y apretó los labios contra su mejilla.
—Dawn —susurró entrecortadamente—. ¿Qué acabo de hacer?
Ella quería hablar, calmarlo, decirle está bien, Kellen, está bien, pero la emoción le
obstruía la garganta y no podía encontrar las palabras.
Él se apartó bruscamente, liberándose de su cuerpo, alejándose de ella, y ella no
pudo aferrarse a él, no pudo evitar que huyera al baño y cerrara la puerta. Y no pudo
contener las lágrimas que cayeron sin control por sus mejillas.
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Capítulo 7 Traducido por Simoriah y Brendy Eris
Corregido por ☽♏єl
Kellen se apoyó contra la superficie interna de la puerta del baño, intentando
recuperar el aliento. ¿Qué había hecho? Mierda. ¿En qué había estado pensando? No
había estado pensando. Había perdido completamente el control.
Era culpa de Dawn por ser tan hermosa, tan dulce, tan tibia, maravillosa y
dispuesta. Tan absolutamente increíble, por aceptarlo tanto y tan… diferente a
Sara.
Golpeó la pared con el puño, deleitándose con el dolor que serpenteó a través de
sus nudillos y su brazo.
Todavía podía saborear los jugos de Dawn, oler el almizcle de su sexo, todavía
podía sentir su tibio y suave calor envainando su polla.
¿Cómo pudo haber hecho eso? ¿Simplemente entrar en ella así? Dejando de lado
las promesas a Sara, ni siquiera había estado usando un condón.
Se aproximó al lavabo, moviéndose torpemente en la oscuridad hasta que
encontró el grifo. Lo abrió y ahuecó la mano para llevar varios sorbos a la boca.
Su promesa a Sara hizo eco en su cabeza. Nunca, cariño. Prometo que nunca
acabaré dentro de otra mujer. Eres la única para siempre.
Técnicamente, no había acabado dentro de Dawn. Había entrado en ella después
de acabar sobre ella.
Volvió a golpear la pared.
¿Qué mierda estoy haciendo? ¿Calificando mis acciones para poder tolerar la culpa
una vez más? Reconoció la mierda que estaba pensando. Primero se había
convencido de que el Shibari estaba bien porque nunca había atado a Sara, luego
hacer sexo oral era aceptable porque Sara no disfrutaba de ese acto en particular,
después, de que estaba bien si Owen era el que lo tocaba y lo hacía acabar porque
Owen no era una mujer, y ahora Kellen estaba tratando de convencerse de que
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podía entrar en una mujer, siempre que hacerlo no fuera la razón de su eyaculación.
Oye, Sara, ¿cómo luce mi promesa ahora? Te fallé una vez más.
Tenía que regresar con Dawn. No podía dejarla así atada sin supervisión.
Fácilmente podía perder el equilibrio y caer del piano. Pero, ¿cómo podía enfrentarla
después de usar su cuerpo tan egoístamente y luego esconderse en el baño como si
no estuviera completamente perdido en ella?
Dawn era tan dulce. Tan perfecta. Él había estado completamente absorto con
ella; en su sabor, su aroma, el sonido de sus suspiros y gemidos, la textura de su piel,
su tibieza, su exquisita belleza. Cuando reclamó su cuerpo, él había estado
buscando algo más que placer. Había querido estar cerca de ella. Había querido
estar profundamente dentro de ella; no sólo física, sino también emocionalmente. Y
él sabía que ésa era una forma mucho peor de infidelidad que una ronda de sexo sin
significado. Su problema principal era que siempre le había costado tener sexo sin
significado. Elegía a sus compañeras cuidadosamente por esa razón. Tenía que
tener una conexión más profunda que la lujuria con una mujer para hacerle el amor.
Tontear era una cosa, pero estar dentro de una mujer era espiritual para él. Tocaba
mucho más que su cuerpo.
Después de Sara, cada mujer por la que se había sentido atraído le había
interesado porque en alguna manera le recordaba a su amor perdido. Él había
estado buscando reemplazar lo que había perdido. Lo sabía. Era enfermizo,
retorcido y estaba mal.
Y ahora estaba Dawn. Dawn, que no se parecía en nada a Sara. Sin embargo,
estar con ella se sentía bien. ¿Por qué?
Oyó un golpe seco fuera del baño, y su corazón saltó. Abrió la puerta con fuerza y
corrió junto a Dawn. No estaba para nada preparado para lo que encontró.
Dawn no estaba lastimada, pero se las había arreglado para ponerse de costado
sobre el piano, los brazos todavía atados con fuerza detrás de ella. Lloraba en
silencio, las lágrimas corriendo por su rostro para acumularse en la brillante
superficie negra debajo de ella. Rizos de un color rojo profundo se esparcían sobre
su cuerpo desnudo y se abrían detrás de ella, cubriendo el piano.
—¿Te duele algo? —preguntó él—. ¿Dónde te duele, Dawn?
—Mi corazón —sollozó ella.
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¿Estaba sufriendo un ataque al corazón? ¿Un ataque de pánico extremo? Había
oído que, algunas veces, un ataque de pánico se sentía como un ataque al corazón.
Siendo el ensimismado imbécil que era, se había olvidado de que a ella le asustaba
que la atara a menos que él estuviera cerca. Tenía que liberarla tan pronto como
fuera posible. No había tiempo para que desatara cada nudo lentamente.
Agarró una vela y corrió hacia la cocina. Encontró un cuchillo en un bloque de
carnicero y regresó con Dawn.
Ella jadeó cuando lo vio de pie sobre ella con el enorme cuchillo. Ahí estaba,
asustándola nuevamente.
—No voy a apuñalarte —dijo él.
Serruchó cada nudo que sostenía juntos los brazos de ella, comenzando en las
muñecas y haciendo su camino hacia los hombros. Cuando el último nudo se soltó,
ella lo sorprendió dándole un golpe al cuchillo hasta apartarlo y envolviendo su
cuello con los brazos. Los músculos de ella temblaban de fatiga, pero se sostuvo de
él con sorprendente fuerza.
—La odio —sollozó—. La odio por quitarte tanto. La odio por conocerte
primero. La odio con todo mi ser.
—Tranquila —dijo él, permitiéndose abrazarla con gentileza—. Lamento haberte
dejado sola. No deberías haber sido dejada sin supervisión. —Ésa era la primera
regla del bondage—. Algo malo podría haberte sucedido. Me alegra tanto que no
estés herida. Nunca me lo habría perdonado.
—Pero sí siento dolor, Kellen —dijo ella—. Me duele tanto… por ti.
Él se inclinó hacia atrás y apartó los mechones de cabello de sus mejillas húmedas
de lágrimas. Se perdió en sus acuosos ojos color avellana.
—¿Por eso lloras? ¿Por mí?
Ella asintió.
—Desearía que tu corazón fuera libre, Kellen. Lo deseo para mí, pero lo deseo
incluso más por ti.
—Nunca debería hab…
Ella le cubrió los labios con dos dedos.
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—No digas que te arrepientes, Kellen. No podría soportarlo. Cuando estabas
dentro de mí… —Varias lágrimas cayeron por sus suaves mejillas—. Fue hermoso.
Él no se arrepentía de haber estado dentro de ella. Sentía una culpa agobiante,
pero extrañamente, la culpa valía la pena la conexión que no podía negar que había
sentido. Ese momento de vinculación emocional podría no valer la pena cuando
Dawn ya no estuviera presionada contra su cuerpo, sosteniéndolo cerca, mirándolo
con algo que él temía fuera adoración, pero en este momento, la culpa era menor
en comparación con la alegría que sentía de sólo abrazar a esta mujer.
—No lo diré —susurró él—. No lo diré porque no es verdad. Estar dentro de ti se
sintió… correcto.
Ella tomó su rostro entre sus palmas, su mirada fija en la boca de él.
—Voy a besarte —dijo—. Y no te atrevas a pensar en ella cuando lo haga.
—Dawn. —Él tenía la intención de decir su nombre como una protesta, pero fue
más un ruego.
—Shh. Es sólo un beso.
Sólo un beso.
Sus labios rozaron suavemente los de él, y ella inmediatamente se apartó para
mirarlo a los ojos una vez más. Él vio su preocupación por él y, mientras que le
tocaba el corazón, no era necesaria.
—Eso no fue un beso —dijo él.
El ceño de ella se frunció.
—¿No lo fue?
Él reclamó la boca de ella con la suya; con besos exploradores, rudos, profundos,
apasionados y tan íntimos. Cuando los labios de ella se abrieron y su tímida lengua
rozó el labio de él, sintió como si una presa estallara dentro de él y una gran ola
contra la que no tenía esperanzas de poder pelear lo hizo chocar contra la gloria de
Dawn, fusionándolos en uno. Una vez que comenzó a besarla, no pudo detenerse.
No quiso detenerse. No quería detenerse nunca. La lujuria se agitó en su ingle, pero
por una vez, no estuvo acompañada de culpa, sólo de necesidad. Necesitaba esto, la
necesitaba; a Dawn. Estaba seguro de que se sentiría de forma diferente en la
mañana, pero no le importaban las consecuencias o las repercusiones. Sólo le
importaba el aquí y el ahora. No la quería atada para evitar que lo tocara, para evitar
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que alentara su lujuria y alimentara su deseo. La quería completamente libre, para
que pudiera continuar ayudándolo a liberar su corazón de las ataduras del pasado.
A regañadientes, se apartó de su deleitante boca y la miró a los ojos. Metió un
dedo debajo del mentón de ella y trazó su lleno labio inferior con el pulgar.
—¿Te ofendería mucho si dijera que te quiero follar hasta el amanecer?
Ella sonrió, y él se alegró de decirle adiós al nudo de emociones que había estado
apretando su garganta. No quería que su tiempo con ella fuera arruinado por todo
el equipaje que lo arrastraba hacia abajo. Quería que la misma alegría que su música
le había dado acompañara su unión. Y que ella lo viera como un caso de caridad no
era lo que él necesitaba ni quería de ella. Sabía que la luz de ella apartaría su
oscuridad; quizás sólo por una noche, pero se preocuparía de eso más tarde.
—¿Ofendida? —dijo ella—. No creo que esa sea la palabra correcta para lo que
estoy sintiendo ahora.
—¿Qué sientes? —Él le tocó el seno con su palma, las puntas de los dedos
trazando la soga que todavía entrecruzaba el pecho de ella.
—Inspirada —dijo ella.
Las cejas de él se levantaron.
—¿Quieres escribir música? ¿Ahora?
Ella sacudió la cabeza.
—Te mostraré lo inspirada que estoy por ti, si me lo permites.
—Permíteme que te desate para que puedas mostrarme lo que quieras.
Kellen desató lo que restaba de las sogas de los hombros de Dawn. Se tomó su
tiempo, no porque no sintiera urgencia alguna por poseerla, sino porque quería que
esto durara tanto como fuera posible. Mientras sacaba las sogas, masajeaba y
besaba la pálida piel, asegurándose de que cada peca recibiera la atención
adecuada.
Las puntas de los dedos de ella se aferraron a los hombros de él mientras
lentamente bajaba por su pecho. Cuando los labios de él rozaron su pezón, ella
suspiró, y luego gimió cuando la lengua salió para trazar el capullo endurecido. Él
succionó, su mano dócilmente masajeando la suave carne. Era como si sus pechos
hubieran sido moldeados específicamente para llenar sus palmas.
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—Kellen.
Él aflojó más sogas y regó el otro pecho de atenciones. De adoración.
Sus manos comenzaron a explorar los hombros de él, a vagar por su pecho, a
enredarse con su cabello. Se sentía tan bien ser tocado. Él peleó contra la urgencia
de desatarle las piernas para que lo pudiera envolver con ellas. Imaginar sus talones
presionados contra la parte trasera de sus muslos, sus pantorrillas abrazando su
trasero, lo tuvo tirando torpemente de las sogas de la cintura. No le prestó a su
vientre la mitad de la atención que se merecía mientras desataba rápidamente los
nudos que le rodeaban el ombligo. Bajó más y más, hasta que su coño estuvo
demasiado cerca para resistirlo. La devoró, provocando su clítoris con rápidos
golpes de la lengua hasta que ella gimió y goteó fluidos. Maldición, ella sabía bien
mientras él hundía la lengua en su abertura y la hacía girar una y otra vez para
recolectar cada gota de su excitación.
Las manos de ella le sostenían la parte trasera de la cabeza mientras él se perdía
en su aroma, su sabor, pero las piernas de ella todavía estaban atadas y
completamente abiertas, y él las quería alrededor de él, acercándolo. La quería libre
cuando la tomara, y su rígida polla latía, exigiendo entrar a su resbaladizo calor.
En cuclillas entre sus muslos, se inclinó hacia atrás y la espió, esperando que sus
párpados aletearan hasta abrirse antes de hablar.
—¿Tienes condones? —Él tenía algunos en su billetera, el escondite de apoyo de
todas las cosas de Owen, la cual estaba en la guantera de su auto rentado, pero
prefería no tener que salir y buscarlos si no era necesario.
—En mi bolso —dijo ella y luego rió entre dientes—. Han estado ahí por un
tiempo. Puede que hayan expirado.
—¿Dónde está tu bolso?
—Termina de desatarme y los iré a buscar —dijo ella.
—Pero no estoy seguro de poder esperar tanto.
—Entonces corta las sogas. No es que no esté disfrutando toda esta atención. Es
sólo que cuanto más tiempo te tomas, más inspirada me siento.
Él todavía no estaba seguro de a qué se refería ella con estar inspirada, pero
sabía que para descubrirlo, iba a tener que liberarle las piernas. Vacilaba sólo porque
sabía que una vez que ella estuviera libre, no habría vuelta atrás. No sería capaz de
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detenerse incluso si su consciencia lo llamara una persona que engañaba. Un
libidinoso. Un hombre débil sin principios.
Él encontró el cuchillo en el suelo y cuidadosamente lo usó para cortar las sogas
de sus muslos, luego de las rodillas y finalmente de cada tobillo. Ella estiró las
piernas, y él le frotó las caderas para ayudarla a recuperar la completa movilidad.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Mejor que bien. —Ella se movió hacia adelante y lo envolvió con los brazos y
piernas para mantenerlo cerca—. Perfecta.
Le besó la mandíbula, el cuello. Peleó contra el instinto de negarse el placer;
había estado negándolo durante tanto tiempo, que disfrutarlo, buscar placer, se
sentía extraño. Extraño y maravilloso.
—Pero creo que podemos mejorar lo perfecto —susurró ella.
Sus labios pasaron por las clavículas de él, sus manos vagaron por su espalda y
sus piernas se apretaron alrededor de sus caderas, forzando a su polla contra el
calor entre sus muslos. Él necesitaba ese condón para ayer.
—¿Dawn?
—¿Hmm? —murmuró ella, mordisqueando un deleitante rastro alrededor de uno
de sus pezones.
—Realmente me vendría bien ese condón en este momento.
Ella lucía demasiado taimada para que él se sintiera tranquilo cuando levantó su
mirada hacia la suya.
—Iré a buscarlos. Tú súbete aquí al piano y espérame.
—Pero… —Pero él la había querido en el piano mientras estaba de pie entre sus
muslos y se hundía en ella.
—Quiero mostrarte cómo me has inspirado…
Y él sí quería experimentar eso, incluso si significaba que tenía que esperar un
poco más para poseerla.
La ayudó a bajar del piano, incapaz de apartar los ojos de su hermoso culo
mientras se apresuraba hacia la cocina. Lucía asombrosa toda atada, pero lucía aun
más hermosa sin un solo adorno que impidiera la visión de su piel suave y blanca. Se
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One Night With Sole Regret #5
olvidó por completo de subir al piano hasta que ella se dirigió de nuevo hacia él con
algo en la mano.
Se puso de espaldas al piano y estaba a punto de ondular sus tríceps para
levantarse, cuando ella hizo un gesto con la mano.
—Espera —dijo ella—. Veo un problema
Miró a su alrededor con confusión. Ella se le acercó y enganchó los dedos en los
bóxers prestados.
—No vas a necesitar estos.
Ella tiró sus bóxers hacia abajo y se echó hacia atrás de forma inesperada cuando
su polla saltó libre a su rostro. Se echó a reír.
—Wow, grandote. ¿Estás tratando de dejarme un ojo negro?
—Ése no era su objetivo, no.
Ella se echó a reír y lo ayudó a quitarse completamente la ropa interior. Luego se
puso de pie y dio unas palmaditas a la superficie de la tapa del piano.
—Aquí arriba —dijo.
¿Quién era él para discutir con su inspiración? Se impulsó hacia arriba para
sentarse en el piano, y ella se mordió el labio mientras lo miraba.
—Abre las piernas.
Él arqueó una ceja hacia ella. Ése es el tipo de cosas que se suponía que él le
dijera a ella.
—¿Tengo que atarte? —preguntó ella.
Él rio entre dientes.
—Esta vez no, pero me encantaría mostrarte algunos nudos.
Él hizo lo que le pidió y la observó, completamente intrigado y fascinado,
mientras ella se inclinaba sobre él. La sensación de su lengua trazando el pliegue
entre sus testículos lo hizo sacudirse bruscamente.
—¿Dawn?
—No interrumpas —dijo—. Es tu turno de ser llevado a la locura por la boca de
alguien.
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Él gimió en éxtasis mientras ella succionaba sus testículos.
La vio besar, lamer y utilizar los labios para masajear a su piel más sensible hasta
que no pudo con la visión de ella dándole tanto placer. Él cerró sus ojos y se
permitió sentir el calor y la humedad de su boca, la pesadez de sus bolas, el
insoportable latido en la longitud de su polla. Se movió un poco para poder enterrar
sus manos en la espesa y lustrosa masa de cabello. Alentó la cabeza de ella hacia su
verga, lentamente, como si ella no se diera cuenta. Ella mordisqueó, besó y succionó
la carne alrededor de la base de su polla, pero ninguna cantidad de tirones de
cabello la convenció para tomar la punta en su boca.
—Dawn —imploró él cuando no pudo soportar más el dolor en su ingle. Ella dio a
sus bolas una lamida profunda y luego sopló aire frío sobre la superficie húmeda. Él
temblaba tan fuerte que temía colapsar.
Ella hizo una pausa en su exquisita tortura, y el abrió sus ojos para mirarla. Ella le
sonrió tranquilizadoramente y tomó una de las velas que ardían cerca. Sus ojos se
abrieron cuando ella apagó la llama e inclino la vela sobre su cuerpo hasta que la
cera goteó sobre su vientre. Sus abdominales se contrajeron involuntariamente
mientras ella dibujaba un rastro de cera de su ombligo hacia abajo, hacia su polla.
—¡Espera! —exclamó. Mientras que un poco de calor fundido en su vientre era
excitante, había áreas que prefería que ella no quemara con cera.
—Shh —dijo—. Yo confié en ti por completo. Me debes la misma cortesía.
Sí, pero él sabía qué estaba haciendo. Nunca le hubiera hecho daño de ninguna
manera.
Pero ella no había sabido eso. Había depositado toda su confianza en él. Hizo una
mueca, preparado para respirar a través del dolor mientras el caliente y lento goteo
de la cera se acercaba más y más a su polla. A menos de dos centímetros de su
palpitante vara, ella enderezó la vela y sopló suavemente sobre la cera para
endurecerla. Volvió a comenzar en su vientre, formando otra línea de cera paralela a
la primera, una vez más moviéndose lentamente hacia su polla. Él contuvo la
respiración cuando el sendero caliente ardió cada vez más cerca de su objetivo. Sin
duda, esta vez ella... Pero no, comenzó otro nuevo sendero en su vientre. Cuando se
le terminó la cera, tomó una segunda vela. Cuando sus labios se fruncieron para
apagar la llama, él gimió. Santo Dios, ella era sensual. Ella sonrió cuando su cuarto
sendero de cera hizo que una gota de líquido pre-seminal se filtrara desde la
abertura en la punta de su polla.
—¿Esto te excita? —preguntó ella en voz baja.
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Su respuesta fue un gemido de tormento. Si ella no tocaba su polla pronto, iba a
morir. La quinta línea de cera caliente lo hizo respirar entre los dientes y que su polla
se sacudiera por demasiada excitación. Una gota de humedad goteó desde el borde
de la cabeza de su polla, y ella la atrapó con la lengua, mirándolo con esos ojos
increíbles mientras se frotaba la pequeña gota de líquido en el labio superior.
—¿Me deseas? —preguntó ella, estirando la mano para tomar uno de los dos
paquetes de condones apoyados cerca de su cadera.
Le dolía el estómago, estaba tan excitado, pero no pudo encontrar la capacidad
mental para siquiera asentir. Ella abrió el paquete y sacó el círculo de látex de color
crema. Él se estremeció cuando la mano de ella envolvió su vara gruesa y dura como
granito. Ella llevó la cabeza hacia su boca y el placer hizo que los brazos de él
cedieran. La parte posterior de su cabeza golpeó contra la tapa del piano, pero no le
importó. Todo en lo que podía concentrarse era en la dicha que la boca de Dawn le
regalaba.
—Oh Dios, nena —gimió.
Él gimió su miseria cuando se liberó de su boca. Ella rodó el condón por su
longitud y luego se alejó. Sus ojos se abrieron cuando las teclas del piano resonaron
de forma discordante. Ella se subió a la tapa del piano con él y le puso una mano en
la cadera para acomodarlo hacia el centro. Tendido de espaldas sobre su amado
instrumento, él sintió el pánico embargar su corazón. ¿Qué estaba haciendo?
Ella se sentó a horcajadas, mirándolo a los ojos, su glorioso cabello rojo rodeando
sus hombros como una brillante capa. Ella sostuvo su mirada cuando su mano pasó
entre sus muslos, tomó su polla y frotó la punta contra su apertura.
Él cerró los ojos. Tenía el estómago en nudos. Apenas podía respirar.
—Mírame, Kellen —dijo suavemente—. Va a estar bien.
Abrió los ojos, se centró en el rostro de Dawn, sus ojos, y un poco del pánico
desapareció. Se deslizó dentro de ella, y ella apartó la mano para poder tomarlo
centímetro más glorioso centímetro. Cuando estuvo profundamente adentro, los
ojos de ella se cerraron.
—Te siento, Kellen —susurró—. Dentro de mi cuerpo. Dentro de mi alma. Te
siento.
—Sí —dijo él sin aliento, inseguro de por qué el corazón le latía con tanta fuerza
o por qué sus ojos ardían con lágrimas amenazantes.
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Ella comenzó a subir y a bajar sobre él, agitando las caderas para aumentar su
estimulación y meterlo más profundamente. Él no podía apartar los ojos de ella
mientras le daba un placer inigualable a su cuerpo. No estaba seguro si era porque
había conseguido excitarlo tanto de antemano, pero el sexo nunca se había sentido
tan bien. Quizás su memoria estaba dudosa ya que había pasado tanto tiempo, pero
no lo creía. Simplemente, Dawn se sentía bien, se sentía correcta. Se sentía segura y
cálida, excitante y relajante, todo a la vez.
Levantó las manos para masajearle los pechos mientras ella le hacía el amor.
Cuando comenzó a canturrear mientras su orgasmo se acercaba, él movió la palma
de la mano a la parte baja de su abdomen y le masajeó su montículo suave con el
pulgar.
—Sí —susurró ella—. Casi, Kellen.
Sus movimientos se hicieron exagerados mientras buscaba el orgasmo. El pulgar
de él se deslizó dentro de la hendidura entre los labios hinchados y frotó su clítoris.
La espalda de ella se arqueó y gritó, sus muslos temblando y su coño apretándose
alrededor de él mientras ella acababa.
Él luchó para sentarse y le pasó las manos por la espalda, inclinándose para
besarle la garganta, mandíbula y labios. Ella frotó los senos contra su pecho
mientras sus brazos lo rodeaban para sostenerlo cerca. Dejó caer la cabeza en su
hombro y respiró hondo.
—Sabía que serías perfecto —dijo ella—. Dentro de mí. Perfecto.
Se aferraron uno al otro durante un buen rato. La verga de Kellen comenzó a
protestar ante la inmovilidad entre ellos.
La puso de espaldas, manteniendo la conexión entre sus cuerpos. Su asidero se
aflojó lo suficiente para embestir.
Ah Dios, ella se sentía bien. No podía tener suficiente. Quería sumergirse en su
apretado coño durante horas.
Pudo oírse repitiendo su nombre, sentir como sus bolas se apretaban mientras el
orgasmo se acercaba, pero fue casi como si estuviera sucediéndole a otra persona.
Él bombeó sus caderas más y más rápido. Tomándola. Tomándola. Más duro y más
duro. Moviéndola sobre la tapa del piano hasta que la parte posterior de su cabeza
colgó del extremo más alejado. Ella le había estado haciendo el amor, él lo había
sentido en cada partícula de su ser, pero él la estaba follando y difícilmente era tan
satisfactorio. Hizo una pausa para recuperar el aliento y recuperar el control. Bajó la
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mirada para encontrarla observándolo. La única vela que seguía ardiendo hacía que
sus ojos brillaran.
—¿Estás bien? —preguntó ella, tocando su mejilla con una mano—. ¿Por qué te
detuviste?
No creía poder hablar, así que la besó suavemente. Cada terminación nerviosa de
su cuerpo parecía estar tensa. Aún besándola, le acunó la parte posterior de la
cabeza con una mano y moviéndose hacia abajo y atrayéndola hacia él, la acomodó
hasta ponerla en una posición menos peligrosa sobre el piano. Una vez que hubo
recuperado un poco de sentido, dijo.
—Lo siento, perdí el control. Iré más despacio.
—No me importa si eres duro, si eso es lo que te gusta.
Pero a él no le gustaba rápido y brusco tanto como le gustaba lento y tierno.
Sabía que no la había estado follando tan duro como era posible porque se sentía
bien; había estado martillándose a sí mismo dentro de Dawn porque Sara nunca
permitió que la follara duro, y él todavía luchaba con la realidad de lo que estaba
haciendo. Disfrutar a Dawn le molestaba. No lo suficiente para hacer que se
detuviera, pero lo suficiente como para interponerse en lo que realmente deseaba.
Finalmente estaba haciendo progresos, pero estaba muy lejos de ser lo
suficientemente libre como para dar a Dawn el cuidado y el cariño que se merecía. Si
ella no hubiera sido tan comprensiva y paciente, la culpa probablemente ya lo
hubiera hecho irse.
—¿Qué te gusta? —preguntó él.
—Las dos cosas. Pero ahora me gustaría lento. Así me das más tiempo para
pensar en lo bien que se siente —dijo ella.
Y eso, decidió, era en lo que se concentraría hasta que no pudiera contenerse un
instante más. En hacerla sentir bien. Durante el tiempo que fuera posible.
Con un nuevo propósito, y estricta concentración, comenzó a mover las caderas
de nuevo, observando su rostro en busca de signos de que lo estaba haciendo bien.
Encontró un ritmo lento y profundo ritmo la hizo retorcerse debajo de él y gemir en
éxtasis. Le tomó unos minutos darse cuenta de que estaba haciéndole el amor al
ritmo de las olas del mar, al ritmo de su canción, y al parecer al ritmo de sus cuerpos.
Él creía en la suerte y el destino, sabía en su corazón que las personas se sentían
atraídas una a la otra por una razón. Desde el momento en que había oído a Dawn
luchando para componer esa canción, había sentido su atracción sobre él. Se
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suponía que estuviera con ella. Quizás no haciéndole el amor en el piano durante un
corte de energía, pero sabía que había algo cósmico en su unión. Una razón por la
que se habían conocido. Una razón por la que ella era tan maravillosa y francamente
irresistible.
Dawn enmarcó su rostro entre las manos y lo miró profundamente a los ojos
mientras su placer se intensificaba, una embestida, una cresta a la vez, cada vez más
alto hasta que sintió como si hubiera perdido contacto con la tierra y estuvieran
yendo en espiral hacia el cielo. Sus músculos se tensaron cuando espasmos de
liberación intensa pulsaron profundamente dentro de él. La tomó de los hombros
para mantenerla inmóvil mientras se hundía profundamente y se dejaba ir. Esto fue
más que una liberación física. Los años de dolor y confusión parecieron salir de él
con una intensidad aún mayor que sus fluidos en erupción.
Su labio inferior comenzó a temblar y él supo que estaba a punto de perder el
control por completo, por lo que bajó su cuerpo sobre el de Dawn y enterró el
rostro en el cuello. Esperaba que ella creyera que todos esos jadeos que brotaban
de sus pulmones se debían al esfuerzo físico. ¿Cuán terrible sería para ella si él
hiciera algo tan mortificante como llorar mientras se liberaba dentro de ella?
Se negó a averiguarlo. Volvió a enterrar algo de su angustia, empujándola
nuevamente a un lugar familiar donde pudiera guardarla para otro día. Simplemente
no podía dejarla salir toda de una vez. Probablemente debería haberlo hecho las
cosas un poco más lentamente con Dawn; no saltar al fuego con ambos pies. Pero
ahora ya era demasiado tarde para las dudas. Estaba completamente envuelto en
sus llamas y no tenía ningún deseo de escapar, incluso si los lazos de su pasado
tiraba de él en la dirección opuesta.
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Capítulo 8 Traducido por Otravaga y esti
Corregido por Curitiba
Dawn acarició la espalda de Kellen mientras yacía temblando encima de ella.
Sabía que a él le costaba el aspecto emocional de esto. Parecía estar bien con la
parte física. Su cuerpo le daba las gracias por ello. Ella nunca había estado con un
hombre que pudiera mirarla directamente a los ojos mientras le hacía el amor. Era
como si Kellen no sólo le hiciera el amor a su cuerpo, sino también a su alma. La
había tocado por todas partes; por dentro y por fuera.
—Sólo necesito un minuto —dijo él, su voz temblando casi tanto como su
cuerpo. Eso hizo que le doliera el corazón por él.
Si lloraba, ella iba a berrear junto con él. Un apretado nudo ya estaba firmemente
alojado en su garganta.
—Toma todo el tiempo que necesites —susurró ella—. Me gusta tu peso contra
mí.
De hecho estaba teniendo dificultades para respirar, y la parte superior de este
piano era casi tan cómoda como un piso de cemento, pero su malestar menor ni
siquiera podía igualarse con lo que él estaba atravesando emocionalmente. Casi
deseaba que hubiesen esperado antes de dar este paso. ¿Y si él no había estado
listo? ¿Qué tal si al zambullirse de cabeza en el lado físico de su atracción, ella había
arruinado por completo esas conexiones más profundas que quería explorar con él?
El sexo había sido fenomenal y no tenía dudas de que mejoraría entre ellos a medida
que él dejara ir las restricciones de su pasado, pero estaría devastada si su exitosa
seducción lo lastimaba. Él ya estaba lo suficientemente herido. Y ella no tenía ni idea
de lo que debería decirle. Así que sólo se quedó allí, sosteniéndolo, hasta que su
temblor menguó y lentamente se retiró de su cuerpo. De inmediato extrañó la
plenitud de él dentro de ella. No se había dado cuenta de que la conexión física era
tan importante para ella hasta que desapareció.
Kellen se levantó sobre sus codos y miró directamente a su frente.
—Yo... eh... ¿gracias?
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¿Gracias? Y no era una afirmación, sino una pregunta. Vaya, ¿cuándo había
desaparecido el Sr. Profundo y Sensible? Mierda, ¿era uno de esos sujetos que
pretendían estar heridos para meterse en los pantalones de una mujer? No sería la
primera vez que había sido engañada para tener relaciones sexuales.
Y, bueno, suponía que agradecer era lo apropiado, pero por alguna razón le
causó gracia la expresión seria en su rostro y se echó a reír.
—Eh... ¿de nada? —dijo en el mismo tono incierto que él había usado.
Él sonrió y luego resopló mientras trataba de contener la risa.
—Eso estuvo bastante falto de inspiración —dijo—. Déjame intentarlo de nuevo.
Tu cuerpo es como un río de cálido placer vertiéndose sobre mí como... eh... —Sus
ojos se movieron rápidamente lado a lado cuando al parecer se le escaparon las
palabras de inspiración.
—¿Un río de cálido placer? —Ahora realmente se estaba riendo—. Deberías
haberte quedado con las gracias.
—Lo siento por ser patético. Se me hace difícil encadenar pensamientos
coherentes después de un orgasmo realmente intenso. —Sonrió abiertamente—.
Así que sí. ¡Gracias!
Lo envolvió en un abrazo cariñoso, un poco sorprendida de que él no estuviese
inventando excusas para irse.
—¿Quieres ir arriba? —preguntó ella, cruzando los dedos detrás de la espalda de
él.
Sí, definitivamente el sexo había ocurrido demasiado pronto con este hombre
profundo y torturado. Ella quería que él se quedara, pero tal vez sería mejor
convencerlo de quedarse con algo aparte de un orgasmo realmente intenso. No que
a ella le importara tener otro.
—¿Qué hay arriba?
No podía decir si él estaba bromeando.
—Eh, algo más cómodo en que acurrucarse que este duro piano.
Él hizo una mueca mientras se movía ligeramente.
—¿Como un puercoespín?
—Incluso más cómodo que eso.
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—No creo que pueda pasar la noche en tu cama, Dawn —dijo—. No porque no
seas la cosa más maravillosa que me ha pasado en mucho, mucho tiempo, sino
porque...
Él no tenía que decir las palabras; ella podía leerlas en su rostro. Se sentía
culpable por tener relaciones sexuales con ella. Probablemente incluso se sentía
culpable por sentirse atraído por ella y hablar con ella y comerse sus malditas
tostadas francesas, por no hablar de su coño. Incluso en la tenue luz emitida por la
única vela, la culpa en sus ojos hizo que la realidad de él se derrumbara alrededor de
ella. Sabía que dejar ir Sara era difícil para él, y ella no se lo estaba poniendo fácil al
saltar a esta relación con la velocidad de un cohete, pero alguien tenía que
sacudirlo. Bien podía ser ella.
Él echó un vistazo alrededor a la habitación mayormente oscura.
—¿Te conformarías con un sofá?
—Cualquier cosa es mejor que este piano —dijo ella—. Para descansar. Hacer el
amor en él cumplió una de mis fantasías de toda la vida, y la experiencia superó con
creces mis expectativas. Así que... eh... ¿gracias?
Él se echó a reír y le besó la punta de la nariz antes de moverse rápidamente por
el borde del piano. Una vez de pie, la miró.
—Nunca hice el amor en un piano y ni siquiera fantaseé con eso, pero lo haré de
ahora en adelante. Luces absolutamente impresionante acostada ahí.
Ella disfrutó de su atención mientras la mirada de él pasaba tocaba cada
centímetro de su cuerpo desnudo. A ella también le gustaba mirarlo. Especialmente
cuando estaba empapado como lo había estado la primera vez que lo vio.
—¿Alguna vez has hecho el amor en la playa?
—Sí —dijo él, luciendo repentinamente distante y desolado.
Debe haber follado a Sara ahí, se dio cuenta Dawn. Estaba empezando a
reconocer esa mirada perdida como un indicador de esa mujer apropiándose de sus
pensamientos.
—¿Y?
—Arena por todas partes —dijo él—. En lugares donde no la quieres.
Convirtiendo en papel de lija partes de tu cuerpo que no tienen nada que hacer
siendo abrasivas.
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One Night With Sole Regret #5
—Ouch —dijo ella sin aliento, un poco curiosa por saber cómo se sentiría, pero
no iba a admitir eso a él. Sobre todo porque lo haría pensar en ella.
¿Dawn tendría que pasar cada momento con él vigilando lo que decía de modo
que no activar los detonantes de Sara? ¿Él siquiera valía la pena tanto esfuerzo?
Demonios sí, lo valía.
Kellen se sacó el condón y se deshizo de él en medio de sus arrugados intentos
de partituras musicales en la papelera. Ella fingió no estar afectada por verlo hacer
algo tan íntimo. Cada pequeña cosa que hacía la fascinaba por alguna estúpida
razón. Probablemente lloraría ante su belleza masculina si lo veía afeitarse.
Maldición, se alegraba de que el hombre no pudiera leer sus pensamientos. Ya era
bastante malo que supiera lo rápido que se había apegado físicamente a él; si tenía
alguna idea de que ya estaba haciendo un vínculo emocional, ella no sería capaz de
mirarlo por mucho tiempo, porque él se habría ido.
—Hacer el amor en la playa parece romántico —dijo ella.
—Romántico, sí, pero también incómodo.
Ella rio entre dientes cuando él se acercó de nuevo al piano.
—Aparentemente hacer el amor en lugares incómodos me excita.
Él rio y la levantó del piano, acunando su cabeza en su hombro. Los brazos de ella
automáticamente rodearon su cuello. Esperaba que la pusiera de pie, pero la llevó
hasta el sofá y se sentó con ella en su regazo.
—Háblame de tus padres —dijo ella.
—¿Mientras estoy desnudo, y sosteniéndote en mis brazos?
—Sí.
—Mi mamá tenía un problema de alcoholismo y nunca conocí a mi papá.
Háblame de los tuyos.
—Mi mamá tiene un palo en el trasero y mi papá se asegura de que lo mantenga
ahí. Los veo dos veces al año.
—¿Navidad y Acción de Gracias?
—Dios, no. Pasan las vacaciones en su isla privada en las Bahamas. De ninguna
manera voy a aislarme a mí misma en su compañía cuando se supone que debo
estar sintiendo buena voluntad para con los hombres y estar agradecida por mis
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regalos. Veo a mi padre durante una semana en abril. Él revisa mi situación
financiera con su abogado de impuestos. Es muy divertido. Y también tengo el
placer de su compañía en la reunión familiar de cada año en julio. Ahí es cuando
todos se reúnen y hablan acerca de cuál político están cortejando actualmente y
quién tiene el yate más caro.
—Ni siquiera puedo empezar a identificarme con eso.
Ella rio entre dientes.
—Yo tampoco.
—¿No creciste en ese ambiente?
—En realidad no. Tuve un profesor de piano y una gran variedad de tutores, un
ama de casa que se aseguraba de que estuviese alimentada y limpia, pero
mayormente me tenía a mí.
—Debes haber estado sola. Puedo identificarme con eso. Mi abuelo era dueño de
un pedazo de tierra en las afueras de Austin. Él vivía en un remolque, y mi mamá y
yo vivíamos en otro. Yo me aseguraba de que mamá estuviese alimentada y limpia, y
abuelo trataba de enseñarme cómo encontrar la paz a través de la conexión con la
tierra. Aprendí mucho de él antes de que muriera. Él era medio Comanche y tenía
una manera única de ver las cosas. Cuando murió, le dejó todo a mi mamá, así que
ella comenzó a comprar vodka de buena calidad. Entonces en mi último año en la
escuela secundaria, conoció a un sujeto y me dejó por mi cuenta. Yo tenía dieciocho
años, y ella decidió que yo preferiría terminar la escuela en Austin que seguirla a ella
y a Henry a Florida.
—¿Te preguntó cómo te sentías al respecto?
—No, pero tenía razón. Prefería quedarme por mi cuenta. Pero el que ella no me
diera opción me hizo sentir poco querido e indeseado.
Ella le apretó el brazo en modo tranquilizador. Nunca se había sentido querida
tampoco. Pero lo deseaba y esperaba que él la también deseara.
—Nunca he admitido esto ante nadie —dijo él—. Ni siquiera a Owen. Cuando mi
mamá se mudó, él y yo fingimos que era una gran fiesta. Supongo que necesitaba
esa mentira, que estaba contento de que mamá me dejara. Owen tiende a insistir en
lo bueno y fingir que lo malo no existe. Él me hace continuar la mayoría de los días.
—Creo que me gustaría conocerlo. Es difícil encontrar un buen optimista.
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Él se echó a reír.
—Sí, Owen usa el optimismo como un escudo.
—¿Sabes quién es tu padre?
—Sí. Sin embargo, nunca lo conocí. Me contactó cuando yo tenía dieciséis años.
Envió tarjetas y cartas, pero no quería tener nada que ver con él. Estaba demasiado
enfadado con él por haberme abandonado.
—¿Nunca lo viste? ¿Ni siquiera una vez?
—No. Murió en un accidente de auto antes de que yo pudiera permitirme
perdonarlo. Y entonces ya era demasiado tarde. Ni siquiera me enteré de su muerte
hasta una semana después del funeral. No estoy seguro de si hubiese ido de haberlo
sabido.
—Lo siento.
—Antes de que Sara fuese diagnosticada, ése era mi único arrepentimiento en la
vida —dijo él—. No conocer a mi padre cuando tuve la oportunidad. Cuando Sara
enfermó, mi lista de arrepentimientos creció exponencialmente.
—No te arrepientes de conocerla, ¿verdad?
—Nunca. Me arrepiento de no hacer que sus últimos meses fueran más acerca de
vivir y menos de morir. Me arrepiento de dejarla convencerme de que el bulto que
encontré en su seno probablemente no era nada. ¿Sabías que cuando el cáncer de
mama se detecta a tiempo, tiene una tasa de curación casi del cien por ciento?
Dawn odiaba que él cargara con esa culpa. ¿Cómo se suponía que supiera lo que
estaba pasando dentro del cuerpo de ella?
—No se lo detectaron a tiempo, ¿verdad?
Él sacudió la cabeza.
—Ya había hecho metástasis en sus pulmones. El cáncer de mama ni siquiera está
presente en su familia. Ella no fumaba. Comía sano y cuidaba su cuerpo. Así que,
¿por qué le pasó a ella?
—Fue sólo una casualidad —dijo Dawn.
—No creo en la casualidad.
—Crees en el destino —dijo ella.
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Él asintió ligeramente.
—Así que crees que estaba destinada a morir a los... ¿cuántos años tenía?
—Veinticuatro.
—Jesús —dijo Dawn, con lágrimas repentinas brotando de sus ojos. Nadie
debería morir tan joven—. ¿Hace más fácil o más difícil pensar que murió porque era
su destino?
—No lo sé —dijo él—. En realidad no puedo obligarme a creer que ella sufriera
así sin motivo. Pero aunque he intentado racionalizar su muerte, no se me ocurre
ninguna buena razón para que ella fuera tomada tan joven.
Dawn no creía ni en el destino ni en la suerte. Creía en la casualidad. Así que era
difícil para ella comprender de dónde venía él. En su mente, no había ninguna razón
para que Sara muriera aparte de que sus células se habían vuelto cancerosas,
debido a algún evento fortuito que nunca fue identificado, y ella había muerto.
Sabía que Kellen no encontraría eso más reconfortante que el no tener la buena
razón que buscaba. Y las creencias de Dawn no eran importantes aquí. No quería
convencerlo de que ella tenía razón y él estaba equivocado. Todo lo que quería era
que él encontrara ese consuelo que necesitaba, aunque no fuese ella quien se lo
diera.
—Quizás no estás destinado a conocer la razón por la que ella murió tan joven —
dijo Dawn.
—Estoy seguro de que no se supone que lo entienda —dijo él—. Pero eso no me
impide intentarlo.
Se sentaron en silencio, y Dawn se encontró extrañando el sonido de la tormenta
rabiando afuera. Le vendría bien una distracción de sus pensamientos y estaba
segura de que los pensamientos de Kellen eran igualmente turbulentos.
—Entonces, ¿con cuántos hombres te has acostado? —preguntó él.
O tal vez estaba pensando en su vagina.
—¿Por qué? —preguntó ella.
—Pareces un poco inexperta.
—¿En serio?
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—Eres buena en lo que haces —dijo él—. Ese truco con la cera de la vela me tuvo
a punto de explotar.
—Eso lo inventé sobre la marcha —dijo ella.
—Agradable.
Ella dejó escapar una risita.
—Pero para responder a tu pregunta, cuatro. Incluyéndote. Tú cuentas, ¿verdad?
—Tengo la esperanza de que al finalizar la noche, contaré por dos.
Eso sonaba prometedor. ¿Pensaba en ponerse íntimo con ella otra vez? Sí, por
favor. Nunca había conocido a un hombre que acabara dos veces en una noche, así
que si Kellen lo lograba tres veces, ella definitivamente lo contaría doble.
—¿Con cuántas mujeres te has acostado? —preguntó ella. Era justo que él
compartiera la misma información. Entonces recordó que él era una estrella de rock.
Ella probablemente tendría un infarto cuando él dijera alguna cifra astronómica.
—¿Sexo real o tonteo y preliminares?
—Sexo real.
—Cuatro —dijo—. Incluyéndote a ti.
Ella lo miró boquiabierta por lo que parecieron cinco minutos y luego farfulló.
—¡Mentiroso!
—No te llamé mentirosa. ¿Por qué crees que soy uno?
—Porque sí. Porque eres una guapísima estrella de rock. Debe tener mujeres
colgando de ti.
—Sí, pero no tengo relaciones sexuales con ellas. Sólo tengo sexo cuando siento
una conexión con una mujer, y eso no sucede muy a menudo.
¿Así que estaba diciendo que sentía una conexión con ella?
—He tonteado un montón —dijo él—. No soy un santo.
—¿Entonces por qué me dijiste que sólo has estado con otras tres mujeres?
—Porque pongo un cierto énfasis en estar dentro de una mujer. Es importante
para mí y pensé que tal vez también era importante para ti. Si no es así, está bien.
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One Night With Sole Regret #5
Sólo quería saber con qué clase de mujer el destino insiste en hacerme sentir una
conexión.
Allí iba él de nuevo con el asunto del destino. ¿No podían simplemente haberse
conocido por casualidad, haber tenido algunas cosas en común, más
particularmente la música, haberse encontrado mutuamente atractivos y haber
decidido que un poco de placer iría bien con su recién descubierta compatibilidad?
—Háblame de tus otros amantes —dijo él—. Quiero saber contra qué estoy
compitiendo.
Sus ojos se ensancharon. Esto era como algo tabú para conversarlo tan pronto en
una relación. Pero espera... ¿ésta siquiera era una relación? Difícilmente. Pero se
encontró contándole de todos modos.
—Perdí mi virginidad la noche de la graduación.
—Cliché —dijo él con una sonrisa suave—. ¿Fue bueno para ti?
—No. Fue incómodo y me dolió y ni siquiera me gustaba el chico. Nunca antes
había estado en una cita. Mi papá de alguna manera convenció a uno de los hijos de
su colega para que me llevara a su baile de fin de curso, ya que yo recibía educación
en casa y me habría perdido toda la diversión. Yo no conocía a nadie ahí. Era tan
torpe socialmente y aparentemente ingenua. Él me dio mi primer beso. El primer
beso con lengua. El primer manoseo de tetas. El primer toque en las partes bajas. La
primera penetración. Todo en la misma noche. Yo no sabía cómo detenerlo. Quería
que se detuviera, pero estaba asustada y confundida, así que sólo dejé que
ocurriera. Nunca lo volví a ver después de esa noche, y me alegra. Probablemente
habría vomitado si alguna vez hubiera tenido que estar en la misma habitación que
él. —El sólo pensar en esa noche hace tantos años la hacía sentirse mareada.
—¡Qué despreciable hijo de puta! —dijo—. No cuentes ese, Dawn. Eso se llama
violación en una cita7.
Ella sacudió la cabeza.
—Excepto que yo nunca le dije que no. Sólo lo pensé. Y lo pensé. Y lo pensé. Pero
nunca lo dije.
—Si no querías hacerlo, fue una violación. He tenido un montón de mujeres que
no pueden aceptar un no por respuesta. Nunca ha progresado al verdadero acto
7 N. de T.: violación llevada a cabo por un conocido de la víctima.
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One Night With Sole Regret #5
sexual, pero incluso ser tocado cuando no quieres serlo no se siente bien. Me
molesta cada vez que pasa.
El vientre de Dawn dio un vuelco.
—Pero te toqué cuando no querías ser tocado. Lo siento si te molestó. —Ni
siquiera había pensado que avanzar tan insistentemente sobre Kellen podría
haberlo hecho sentir de la forma en que Jonathan Kingsley la había hecho sentir.
Qué terrible de su parte.
Él rio entre dientes.
—¿Estás bromeando? La única especie de molestia que causaste fue ponerme
caliente. Quería que me tocaras tan desesperadamente que pensé que iba a rasgar
esos bóxers a la mitad con mi erección. Hay una diferencia entre la resistencia y el
rechazo. Ese imbécil te robó algo que no tenía derecho a tomar.
No mucha gente sabía lo que le había sucedido la noche del baile de graduación.
No era como si pudiera haberle dicho a sus padres. No tuvo amigos cercanos hasta
la universidad, y ellos habían pensado que perder su virginidad detrás de un Dairy
Queen8 era divertido, porque ella por lo general lo contaba como una historia
humorística. No sabía por qué había expresado sus verdaderos sentimientos cuando
le había contado a Kellen al respecto. Y la comprensión de Kellen acerca de por qué
había sido tan mortificante la hacía sentirse mejor.
—Sabes, no fue tu culpa —añadió él, y suavemente frotó sus nudillos hacia arriba
y hacia abajo por su brazo desnudo.
Kellen tenía razón; no había sido su culpa. Pero durante mucho tiempo se había
culpado a sí misma por no saber qué hacer o cómo hacerlo parar. Nunca se le había
ocurrido culpar a Jonathan Kingsley.
—Espero que los otros dos te trataran bien —dijo Kellen—. No quiero oír hablar
de algún otro imbécil lastimándote.
—No. Sólo hubo un imbécil. Mi segundo amante fue mi único novio de larga
duración. Salimos durante meses antes de que finalmente durmiéramos juntos.
Michael era todavía menos experimentado que yo, pero una vez que nos hicimos
íntimos, nos divertimos mucho averiguando qué se sentía bien. Nos separamos
después de la universidad. Él quería ir a China y enseñar inglés. Le dije que se
divirtiera sin mí.
8 -Dairy Queen: abreviado como DQ (Reina de los Lácteos) es una cadena internacional de helados y restaurantes de comida rápida
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One Night With Sole Regret #5
—¿No quisiste ir con él?
—Nuestra relación se había estancado. Había dejado de quererlo, pero él nunca
hizo nada malo, así que no sabía cómo romper con él. ¿Cómo terminas una relación
sólo porque es aburrida? Su partida a China finalmente me dio la excusa que había
estado esperando.
—Aww, no querías herir sus sentimientos, ¿verdad? No me di cuenta de que eras
tan amable.
—¿Amable? Yo era una esclava. Pero ése fue el final de mis días de esclava. Salí
con varios tipos después de la universidad, pero estaba tan envuelta en mi música
que ninguna de esas relaciones progresó y terminé durmiendo sólo con uno de
ellos. Eso fue hace un par de años.
—Bueno, eso explica por qué nos metimos en la cama tan rápidamente. Los dos
estábamos más cachondos que un cubo de sapos de desierto.
Su sentido del humor continuamente la sorprendía. Él parecía tan serio y
profundo, y luego soltaba algo así.
—Puedo tolerar la cachondez —dijo ella—. Creo que me metí en la cama, o más
bien sobre el piano, contigo porque eres el hombre más sexy que jamás he
conocido. Normalmente soy experta en el control de mis necesidades más básicas.
Me han llamado princesa de hielo y perra fría más de una vez al final de la tercera
cita, la cuarta cita, y la quinta cita sin acción.
—Tendré que tomarte la palabra. No experimenté nada helado o frío.
—Sólo una princesa y una perra.
—No. Si tuviera que describirte, yo diría que eres ardiente, talentosa, sexy... y
cachonda.
—Al menos tienes razón en una de ésas.
Ella se movió de modo que estuviera a horcajadas sobre sus muslos. ¿Se daba
cuenta de que su muy abierta y desnuda entrepierna estaba perfectamente alineada
con su polla? Por supuesto que sí. Y haría algo al respecto pronto, pero primero...
—Tu turno —dijo ella—. Háblame de tus otras tres amantes.
Él se quedó en silencio durante un largo rato. Dios, esperaba que no estuviera
pensando en ella de nuevo. Pero por supuesto que sí. Dawn había preguntado por
ella sin rodeos. Estúpido, Dawn. Realmente estúpido.
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One Night With Sole Regret #5
—Primero fue Jennifer, luego Becca y ya te he hablado de Sara —dijo él—. ¿Así
que te licenciaste en música en la universidad? ¿Cómo fue eso? Yo tomé algunas
clases de guitarra, pero nunca estudié teoría.
—¿Qué? —balbuceó ella—. Eso no es justo. Pero si no deseas compartir,
simplemente inventaré cosas en mi cabeza. Así que Jennifer fue tu noviecita
durante toda la escuela primaria, pero se mudó antes de que entraran en la
pubertad. Cuando regresó algunos años más tarde, le habían crecido tetas y...
Él cubrió sus labios con un dedo.
—Nada tan romántico como eso. Jennifer fue mi primera groupie. Ambos
estábamos en la escuela secundaria, pero ella era un año mayor que yo. Solía venir a
todos los ensayos de la banda. Observaba y bailaba y aplaudía y se vestía con casi
nada y alimentaba mi ego. Así que la follé. Alimentó mi ego un poco más. Y la follé
de nuevo. Y una y otra y otra vez. Como tres veces al día. Eventualmente decidió
que le gustaban más los bateristas.
—¿Te engañó?
Él asintió con la cabeza.
—Bueno, eso apesta. ¿La amabas?
—Me gustaba. Mucho. ¿A qué chico de diecisiete años de edad no le gusta que lo
follen tres veces al día? Yo era joven y cachondo y necesitaba que alimentaran mi
ego. No hubo daños a largo plazo cuando ella intercambió miembros de la banda,
aunque verla besuquearse con Snake fue raro. No tan raro como William Pierce
repentinamente insistiendo en que todo el mundo le llamara Snake, pero sí, un poco
raro.
—Así que no terminó tan mal. ¿Qué hay de Becca?
—Si alguna vez conoces a Owen, no puedes hacerle saber que me acosté con
ella.
—¿Por qué?
—Porque ella era su única. O al menos en ese momento él pensaba que lo era.
—¿Te acostaste con la novia de tu mejor amigo?
—Oh no. Ella nunca salió con él. Él creía que la amaba y ella lo rechazó. Sin
embargo, a mí no me rechazo. Ni siquiera estoy seguro de por qué me acosté con
ella. Realmente no me sentía muy atraído por ella. Vino a mí y sólo sucedió.
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One Night With Sole Regret #5
Dawn resopló. Sí, eso sonaba como el razonamiento de un chico. Simplemente
sucedió.
—Deja de hacer eso. —Kellen la apretó hasta que ella soltó una risita—. Dormir
con ella no valía la pena el orgasmo. Durante años, cada vez que miraba a Owen,
pensaba en la vez que dormí con Becca y estaba indignado por mis acciones. Tener
relaciones sexuales con ella es lo que me hizo decidir que sólo volvería a dormir con
las mujeres con las que sintiera una conexión. Tener sexo sólo por sexo no valía la
pena.
—Pero con la única otra mujer con que has dormido es con Sara.
—Sí. Y tú.
Dawn se sentó sobre sus muslos y trató de leer su expresión, pero simplemente
no había suficiente luz en este lado de la habitación para siquiera adivinar cómo eso
lo hacía sentir.
—No estoy segura de estar lista para escuchar eso.
—Entonces no lo escuches. Estoy un poco cansado. Tiendo a hablar mucho sobre
las cosas cuando estoy borracho o cansado.
—¿Quieres dormir?
—No. —Le acarició el cabello—. Quiero pasar más tiempo contigo.
—Excelente —dijo ella—. Yo también quiero pasar más tiempo contigo pero,
¿podemos hablar de algo más superficial? Me siento un poco... abrumada. Es mucho
material pesado para una primera cita.
Él rio entre dientes.
—Tienes razón. Deberíamos guardar algunas cosas pesadas para nuestra
segunda cita.
¿Segunda cita? ¡Sí!
—¿Qué tal si dejamos toda la conversación para la segunda cita y pasamos el
resto de esta complaciendo tú coño?
Ella rio, simplemente porque su sugerencia la hacía extraordinariamente feliz. Le
encantaría que el resto de la noche fuera sólo para complacer a su coño.
—Creo que también debería ser para complacer a tu polla —le dijo.
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One Night With Sole Regret #5
—Las damas primero.
Ella chilló de sorpresa cuando él la agarró por la cintura y comenzó a levantarla
sobre su cabeza.
—Pon tus piernas sobre el respaldo del sofá —le ordenó él.
Apenas podía ver la parte de atrás del sofá.
—¿Por qué?
—Porque no creo que pueda mantenerte así contra mi boca así durante más de
veinte segundos. — Inclinó la cabeza para encontrar su hendidura con la lengua—.
Y voy a necesitar por lo menos veinte minutos.
Sintiéndose totalmente fuera de balance, ella deslizó una pierna sobre su
hombro y la parte de atrás del sofá y luego la otra, de modo que su cabeza estuviera
entre sus piernas.
—Ahora inclínate hacia atrás.
Ella se aferró a su cabeza como un gatito en un árbol.
—Me voy a caer.
—Te tengo.
Todavía no se sentía segura, porque estaba indecisa de qué esperar, y la
habitación estaba muy poco iluminada, pero sí confiaba en él, se soltó y se echó
hacia atrás con cautela. Él la ayudó a apoyarse con una mano en el vientre y otra
bajo su espalda hasta que ella se encontró casi al revés, con la cabeza entre las
rodillas, el cabello cayendo sobre las espinillas y el suelo. Santo Dios, tenía las
piernas sobre el respaldo del sofá, y Kellen estaba sentado debajo de ella con el
rostro entre sus piernas y sus manos agarrándole el culo. ¿En qué mundo se había
metido? Se sentía como una especie de acróbata perversa.
—Perfecto —dijo él—. Quiero saber si te mareas.
Ya estaba mareada, pero mientras su boca estuviera pegada a su clítoris y sus
fuertes manos se hundieran en su culo para tirar de ella hacia su rostro, sólo podía
concentrarse en el placer entre sus muslos temblorosos.
Los rápidos movimientos de la lengua contra su clítoris la hicieron acabar
demasiado rápido, e hizo un mohín cuando él deslizó su culo hasta el estómago para
que pudiera enderezarse de nuevo.
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One Night With Sole Regret #5
—Eres tan bueno en eso —dijo ella—. Apenas tuve tiempo de averiguar dónde
estaba tu lengua antes de acabar.
—He tenido mucha práctica.
Pero no en Sara, porque Dawn recordó a Kellen diciendo que Sara no había
disfrutado del sexo oral. Dawn comenzó a cuestionar la cordura de la chica.
—¿Con quién? —preguntó ella, deseando poder aspirar las palabras de nuevo en
el momento en que surgieron de su boca. Honestamente no quería saber a cuántas
mujeres él había dado vuelta sobre su cuerpo para poder estar cómodo mientras
lamía hasta que acababan.
—En su mayoría, mujeres que até con Owen. Sin embargo, no lo hemos hecho en
meses.
—¿Por qué no? —Oh, cállate, Dawn. Sólo cállate. Pensar en Kellen atando a las
mujeres y poniendo su boca sobre ellas hacía que le doliera el estómago cuando no
tenía ningún derecho a sentir celos de las mujeres con las que él había estado antes
que ella.
—Owen me dio un considerado regalo de Navidad. Quizás demasiado
considerado. Me recordó a Sara. Me hizo cuestionar lo que estaba haciendo. Así que
dejé de hacerlo.
—¿Qué te dio?
—Una muñequera de cuero.
Ella tocó la banda de cuero alrededor de su muñeca derecha.
—No ésta —dijo él, capturando su mano y rodeándola con un flojo puño para
sostenerla contra el cuero desgastado—. He tenido esta desde que empecé a tocar
la guitarra. Una especie de amuleto de la buena suerte. Owen me dio una
muñequera para la otra muñeca. Yo estaba en la playa tratando de deshacerme de
ella cuando la tormenta golpeó.
—¿Tratando de deshacerse de ella?
—Sí, me despedí de Sara y tiré el brazalete en el océano. Las olas me lo
regresaron en cuestión de minutos. El destino en juego una vez más. No creo que
ella estuviera lista para que la dejara ir todavía. Y luego oí tu canción y... no estoy
seguro de qué me poseyó para venir a tu puerta. Era como si yo no pudiera
mantenerme alejado.
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One Night With Sole Regret #5
—Oh, eso fue sin duda el destino —dijo ella con una sonrisa. Quizás era
equivocado de su parte avanzar con sus propios planes usar sus creencias para
atraerlo. O quizás sí había sido el destino lo que lo había llevado a su puerta. Ella no
tenía todas las respuestas. A veces se preguntaba si tenía alguna.
—Estoy seguro de eso —dijo él—. Simplemente no estoy seguro de qué se
supone que haga ahora. Estar contigo se siente bien, a menos que piense en Sara. Y
entonces se siente tan mal.
Dawn se giró para poder enfrentarlo. Se sentó a horcajadas sobre sus muslos una
vez más y le tomó el rostro con ambas manos. Sólo podía ver el brillo de sus ojos
oscuros en la luz de las velas.
—Entonces no pienses en ella —dijo—. Piensa en mí.
Lo besó profundamente, alejándose cuando las manos de él apretaron sus
caderas y su beso se volvió desesperado.
Ella apartó su boca de un tirón.
—¿Quién te está besando, Kellen?
—Tú.
—Di mi nombre.
—Dawn. Dawn me está besando.
Ella bajó la cabeza y le besó el cuello, mordisqueando y chupando los músculos
tensos de su garganta. Él gimió.
—¿Quién te está haciendo gemir, Kellen? —le susurró al oído.
—Dawn —dijo él sin aliento—. Dawn también está haciendo que mi columna
hormiguee y mi abdomen tiemble.
—¿Dawn está haciendo que se endurezca tu polla?
—Sí.
—Bien. —Le besó el pecho y acarició su piel con ambas manos. Amaba el
excitado aumento de su respiración tanto como amaba la textura de su piel contra
sus manos—. ¿Quién te está tocando, Kellen?
—Dawn.
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One Night With Sole Regret #5
Ella se deslizó al piso entre sus muslos y tocó en la oscuridad hasta que tuvo su
gruesa polla capturada entre las manos.
—¿Quién te la está chupando?
—¿Qué?
Ella dirigió su polla a su boca y frotó el borde con sus labios estirados sobre los
dientes.
—Dawn —jadeó él.
Ella succionó a medida que comenzaba a mover la cabeza, llevándolo más
profundo con cada inmersión. Le encantaba la forma en que él repetía su nombre
en voz baja. Inesperadamente, sus puños se apretaron en su cabello y detuvieron
sus movimientos. Él cayó de su boca y ella lo miró para ver que sucedía, maldiciendo
a la oscuridad porque no podía ver su rostro en absoluto. ¿Había hecho algo malo?
—¿Dónde está tu cuarto? —preguntó él.
—A-a-arriba.
Él la ayudó a levantarse.
—¿Por qué me detuviste? —preguntó ella. ¿Su inexperiencia se hacía notar una
vez más? Él parecía haber estado disfrutándolo, pero quizás ella había estado
leyéndolo mal.
—Estaba casi en el punto sin retorno.
—Eso buscaba —dijo ella.
—Pero quiero que éste dure. ¿Has cambiado de opinión acerca de quererme en
tu cama?
—¿Vas a pasar la noche aquí? —preguntó Dawn. Le encantaría despertar junto a
Kellen y verlo dormir. Quería ver su piel de bronce bañada por la luz del sol por la
mañana. No que no luciera espectacular a luz de las velas, pero él había estado
ahogándose en la oscuridad durante demasiado tiempo y era el momento de que la
luz lo iluminara una vez más.
—Eso depende —dijo él, acariciando sus brazos desnudos con toques ligeros
como una pluma.
—¿De qué?
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One Night With Sole Regret #5
—De si soy capaz de moverme cuando haya terminado de hacerte el amor. —El
calor inundó su cuerpo. Ella nunca había tenido un hombre que la hicieras sentir tan
deseable—. Y teniendo en cuenta todas las cosas que quiero hacer contigo —dijo él,
el rostro mayormente oculto por las sombras mientras se acercaba—. No creo que
sea capaz de marcharme a menos que llames una camilla.
Él tomó su mano y la condujo al piano para recoger él otro condón que ella había
sacado de su bolso y le entregó la última vela encendida. Usando la limitada luz para
encontrar su camino, Dawn caminó a tientas hasta la escalera que conducía a su
dormitorio. Kellen las subió detrás de ella. Ocasionalmente sus dedos rozaban su
espalda, hombro y nalgas. Ella sabía que sus ojos estaban puestos en ella, y tanto
como quería subir las escaleras corriendo y saltar a la cama, se tomó su tiempo,
instándolo a seguirla, aumentando su anticipación y con suerte la suya. En la parte
superior de la escalera, dobló la esquina y siguió la barandilla que ya no estaba
decorada con una extravagante guirnalda de conchas colgando de una cuerda azul y
marrón.
En el umbral de la habitación, se detuvo y miró hacia atrás para asegurarse de
que Kellen aún la seguía. Él caminaba tan silenciosamente como un gato y no la
había tocado desde que llegaran a la parte superior de las escaleras. Se había
detenido a varios pasos detrás de ella y la miraba fijamente. ¿Había cambiado de
opinión? Ella intentaría ser comprensiva si así era, pero maldita sea, deseaba que él
se acostara junto a ella en esa grande y cómoda cama.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó.
—Mirarte —dijo él mientras se apresuraba para alcanzarla.
Ella permitió que su mirada vagara por sus largas y musculosas piernas. La sexy v
de los huesos de sus caderas atraía la atención a su polla, la cual estaba rígida frente
a él. Estaba tan duro, que ella podía ver las tortuosas crestas de las venas debajo de
la superficie de su piel oscurecida. Ella forzó a su atención a subir. Sus abdominales,
parecidos a una tabla de lavar, rogaban ser mordisqueados. Su mano se tensó ante
la idea de explorar los contornos de su firme pecho. Su mirada no logró subir más
allá de los dos montículos en la base de su garganta. Lo tomó por la muñeca y tiró
de él hacia la cama.
Lo miraría mañana. Por el resto de la noche, sólo quería sentirlo. Puso la vela en
la mesa de noche y le dio a sus manos libertad para tocarlo. En todos partes.
Él se impacientó con rapidez y la subió a la gran cama, colocándose sobre ella
para así poder dejar un rastro de suaves besos sobre su pecho.
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One Night With Sole Regret #5
—No sé qué tienen estas pecas que me parece tan sexys —dijo él, frotando sus
labios y lengua sobre la piel manchada como si estuviera decidido a recoger las
pequeñas manchas en su boca.
—Siempre las he odiado —admitió ella. No se bronceaba. Al sol, sólo generaba
puntos, puntos y más puntos, pero nunca lo suficiente para cubrirla completamente
en un tono uniforme. Envidiaba el color de piel más oscuro de Kellen.
—Son hermosas —dijo él—. Todas y cada una de ellas.
Él descubrió su pecho mientras le besaba sus pecas. Sus labios dejando suaves
besos alrededor de la aureola hasta que la espalda de ella se arqueó de dicha, y pasó
la lengua rápidamente sobre la punta endurecida.
Ella gimió su nombre y sus dedos se colaron en su largo y sedoso cabello. Ella
liberó la espesa masa del lazo en su nuca, y el cabello cayó alrededor de su rostro
para acariciar su piel mientras él complacía a su pecho. Nunca había pensado que el
cabello largo en un hombre fuera especialmente atractivo, pero funcionaba para
Kellen. Y mientras él besaba un camino por su caja torácica, el cabello le hacía
cosquillas en la piel y también funcionaba para ella. Él la mordisqueó alrededor del
ombligo y continuó bajando. Más abajo. ¿Iba a besarla allí de nuevo? Era como si él
no pudiera alejarse.
Le acarició el montículo con la nariz, su aliento caliente entre los muslos, su
gloriosa cabellera cubriendo su vientre. Ella separó las piernas para él, y él gimió.
—Hueles tan sexy —murmuró. Su lengua se abrió camino en su hendidura y rozó
su clítoris hinchado.
Ella jadeó cuando el placer se disparó por el interior de sus muslos, la espalda, a
través de todo su coño, y aún más profundo dentro de ella.
—Tan sexy —dijo él—. Y cuando te lamo aquí... —Su lengua acarició su clítoris—.
Simplemente se pone más sexy.
—Siéntete libre de hacerlo tan sexy como sea posible —dijo ella.
Él rio entre dientes.
—Odiaría aburrirte porque estar tan obsesionado con probarte una y otra vez y
otra vez.
—Oh, confía en mí. No estoy aburrida en absoluto.
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One Night With Sole Regret #5
Y dudaba que alguna vez se aburriera de la forma en que su boca se movía contra
su clítoris, sus labios, su apertura. Ella sacudió las caderas involuntariamente
mientras él rápidamente la llevaba a la cima del deseo y la empujaba sobre el borde.
Sus dedos se deslizaron dentro de ella cuando ella acabó. Una vez más. Había
perdido la cuenta de cuántas veces la boca del hombre le había hecho volar hacia el
nirvana. Se aferró a la colcha debajo de ella mientras temblaba con la liberación.
Para cuando sus labios se apartaron de su clítoris para acariciar el interior de su
muslo, ella temblaba sin control. Sus piernas se habían convertido en gelatina.
Él dejó un camino de besos hacia arriba por su cuerpo. Sus dedos, todavía
enterrados profundamente, comenzaron a moverse dentro de ella. Ella reconoció el
aumento y caída de su ritmo parecido al del mar y al de su canción. Él chupó un
pezón mientras sus la arrastraban de nuevo hacia su pico. Ella aún no se había
recuperado plenamente de su último orgasmo para cuando él la tuvo nuevamente
retorciéndose de éxtasis y pidiendo más. Su pulgar rozó su clítoris. Ella gimió por el
tormento; su cuerpo no sabía cómo encontrar la liberación de nuevo. Esa sensación
insoportable de casi la tenía en sus garras y no la dejaba ir.
Kellen movió la boca al otro pecho, sus dedos todavía sumergidos en su cuerpo
en ese mismo ritmo enloquecedor. Un dedo le rozó su entrada trasera, y ella jadeó
por la sorpresa. Su pulgar trabajó su clítoris de nuevo. Podía oír cuán mojada estaba
mientras él continuaba bombeando los dedos en su cuerpo.
—No puedo contenerme mucho más —dijo ella.
Él le mordió el pezón, y sus caderas se elevaron de la cama.
—Bien harías en dejar de luchar, entonces, porque no voy a parar hasta que
acabes.
—No puedo —exclamó ella.
—Lo harás.
El chupó el pezón con tanta fuerza que ella sintió el tirón en su útero, y luego su
taimada boca una vez más se abrió paso hacia abajo por su torso. Él salpicó su pubis
con pequeños mordiscos. Esto la condujo a la locura, pero no era tan desesperante
y emocionante como el ritmo constante de sus dedos hundiéndose y retirándose,
hundiéndose y retirándose. Ella se tensó contra su mano, necesitando tanto acabar,
queriéndolo, pero simplemente no podía. Estuvo al borde por una eternidad.
—Debería haber sabido que serías obstinada —dijo Kellen.
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One Night With Sole Regret #5
—Lo estoy intentando.
—Ése es el problema, nena. Estás intentando. Sólo siénteme, Dawn. Siente mi
ritmo. Nuestro ritmo. ¿Lo oyes?
Ella oyó el sonido de carne moviéndose dentro de su carne resbaladiza. El crujido
de la cama. Su respiración y la de él. El golpeteo de las olas fuera de su ventana.
Incluso podía oír el latido en sus oídos si se concentraba lo suficiente.
Él colocó los labios contra su montículo y tarareó la melodía. Ella explotó como
una supernova. Su núcleo se apretó a medida que oleadas de éxtasis atravesaban su
cuerpo. Fluidos se derramaron de su apretado coño. Aturdida, levantó la cabeza
para mirar boquiabierta a Kellen, pero el placer era demasiado intenso, por lo que
dejó caer nuevamente la cabeza en la cama y cerró los ojos mientras seguía
remontando las olas de placer que la destrozaban.
—Mierda, sí —dijo Kellen con un gruñido sexy. Deslizó los dedos fuera de su
cuerpo para poder lamer libremente los fluidos como un hombre hambriento.
No estaba segura de cuándo él dejó de lamer su coño o cuándo la volvió sobre su
vientre. Todavía se estaba recuperando de lo que fuera que acababa de pasar
cuando se dio cuenta de sus fuertes manos masajeando los globos de su culo. Cada
vez que él separaba los cachetes, su abertura posterior dolía, hasta que ella estuvo
frotando su montículo contra el colchón debajo de ella, queriendo más de él. Más.
¿Cómo podía querer más?
Él se movió para quedar suspendido sobre la espalda de ella. Frotó la cabeza de
su polla a lo largo de su abertura. Ella se empujó contra él. Queriéndolo dentro de
ella.
—¿Te gusta por el culo, Dawn? —susurró él.
El corazón de ella dio un brinco de emoción y ansiedad mezclada con el
entusiasmo. Nunca había hecho eso antes.
—No lo sé.
—Tendremos que averiguarlo algún día —dijo él, tomándola por detrás, llenando
su coño dolorido con veinticinco centímetros de polla dura como una roca.
—Oh, Dios —exclamó ella.
Él la aferró por los huesos de la cadera y ligeramente le levantó el vientre de la
cama. Sus piernas estaban demasiado separadas para ponerse de rodillas y cuando
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One Night With Sole Regret #5
lo intentó, él presionó su pecho hacia abajo con una palma en el centro de la
espalda.
—Quédate donde te puse —dijo él.
Un poco de su temperamento se encendió, pero se extinguió cuando él comenzó
a moverse. La folló con tanta fuerza, que ella no tuvo más remedio que follarlo de
regreso. Ella disfrutó de la plenitud, la fricción, el toque de dolor, la explosión de
placer. Dios, él estaba profundo. Tan profundo.
—¿Te gusta ser follada boca abajo, Dawn? —dijo él.
—Sí. ¡Sí! Voy a acabar otra vez. Kellen.
No se lo decía sólo para estimularlo. Cuando otro orgasmo increíblemente fuerte
se apoderó de ella, se aferró a la colcha, la boca abierta ya que no podía obtener
suficiente aire, sin importar cuánto jadeara.
Sus embistes se desaceleraron bruscamente. Ella pensó que él también debía
haber encontrado la liberación, pero pronto se dio cuenta de que sólo estaba
cambiando su ritmo.
Él pasó los dedos por el sudor que se había reunido en su espalda baja.
—Ahora necesito mirarte a los ojos —dijo. Sus labios le rozaron la espalda, y salió
de ella.
Ella se quedó sin aliento, todavía incapaz de encontrarlo. No tenía fuerza para
ayudarlo cuando le dio la vuelta.
—¿Estás bien?
—Sólo... necesito... recuperar... el aliento.
—Me gusta que estés sin aliento.
—Me voy a desmayar.
—Lento esta vez. Lo prometo.
Él estaba dentro de ella otra vez. Tomándola lentamente. Profundamente.
Girando sus caderas para presionar aún más profundo. Se sentía tan bien. Tan
correcto.
Sí, Kellen.
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One Night With Sole Regret #5
Justo así.
Perfecto.
Él la miró a los ojos todo el tiempo, hasta que la vela se extinguió y fueron
bañados por la oscuridad y él finalmente se permitió dejarse ir.
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One Night With Sole Regret #5
Capítulo 9 Traducido por LizC
Corregido por ☽♏єl
Kellen se dio vuelta, maldiciendo la luz del sol que entraba a raudales
directamente sobre su rostro. Buscó una almohada bajo la cual enterrar la cabeza,
pero en su lugar, su mano encontró un cuerpo cálido. Él sonrió y le permitió a las
puntas de sus dedos el placer de acariciar la suave piel a lo largo de los hombros de
Dawn. No podía decir si ella era consciente de su contacto. Sus suaves ronquidos
nunca perdieron su ritmo, y ella no se movió ni siquiera cuando él se acercó más y le
dio un beso en su delgado brazo. Su cuerpo estaba completamente relajado, su
expresión indiferente.
La agoté, pensó con orgullo. Ella no lo olvidaría pronto.
La observó dormir, preguntándose cómo se desarrollaría el resto de la jornada. Él
tendría que salir pronto para poder llegar a Beaumont a tiempo para el show de
Sole Regret esa noche. Quizás a Dawn le gustaría ir con él. Sabía que ella tenía que
terminar de escribir la canción que había compuesto la noche anterior para que
pudiera cumplir con su fecha límite, pero él esperaba que tuviera tiempo de llegar a
su espectáculo. Si no, él tenía otro show en Nueva Orleans mañana por la noche, y
luego tendrían un inusual par de días de descanso antes de un segundo show en
Nueva Orleans. Seguramente podrían encontrar tiempo para estar juntos antes de
tener que ir al Noreste para la próxima etapa de la gira.
Ahora que la había encontrado, no quería pasar un momento lejos de ella. No
estaba seguro de que ella se sintiera de la misma manera, pero tenía que darle una
oportunidad a esto, ver qué saldría de ello. No se había sentido así por una mujer
desde… bueno, nunca. Y ya no iba a comparar a Dawn con Sara. No era justo para
ninguna de ellas.
Kellen se sentó, frotándose los ojos y peinando su cabello enredado con los
dedos. Se levantó de la cama y estiró la espalda, la cual estaba un poco dolorida de
hacerle el amor a Dawn durante horas, pero se sentía más relajado, más a gusto, de
lo que se había sentido en años.
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One Night With Sole Regret #5
Se inclinó sobre la cama para darle un beso agradecido en la comisura de la boca
de Dawn. Cuando ella ni siquiera agitó un párpado, él decidió tomar una ducha
rápida. Una vez que estuvo limpio y alerta, se sintió nuevamente atraído junto a la
cama de Dawn. Nunca había conocido a nadie que durmiera tan profundamente.
Odiaba molestarla, pero la quería despierta. Quería ver la chispa de picardía en sus
ojos color avellana y disfrutar de la calidez de su sonrisa. Asimismo, no le importaría
perderse en sus brazos por un par de horas antes de que tuviera que irse.
—Dawn —le susurró al oído—. Ya es de mañana. —Ella gimió suavemente, tomó
una almohada, y la estrelló en su cabeza en señal de protesta—. ¿Vas a levantarte
pronto?
—Café. —Él pensó que ella había murmurado eso bajo la almohada. O tal vez
sólo le estaba gruñendo.
Así que ella no era una persona matutina. Sólo las personas extrañamente felices,
como Owen, eran personas matutinas. Kellen se preguntó qué tendría que decir
Owen acerca de su nuevo despertar. Probablemente, sólo le entusiasmaría la parte
de la noche de Kellen en la que había tenido sexo. Lo cual había sido importante, no
podía negarlo. Pero había cosas más importantes en juego que su salida de la
abstinencia. Y tenía que agradecerlo a Dawn por eso. Tenía que pensar que algo los
había reunido. Algún poder superior o alguna fuerza externa. ¿De qué otra forma
podría haber encontrado exactamente lo que necesitaba en el momento justo y el
lugar exacto? O tal vez estaba leyendo demasiado en esto.
En nada más que una toalla, Kellen bajó las escaleras para prepararle una taza de
café a Dawn. Tal vez podría convencerla de salir de la cama con la cafeína. Aunque
dormida era hermosa, a él le encantaba verla en movimiento. O quizás le guardaría
una taza de café para más tarde y la despertaría con besos tiernos entre los muslos.
Ella parecía disfrutar de estar en el extremo receptor tanto como él disfrutaba
entregarlo. Esa mujer podría tener un puesto permanente en su rostro y él moriría
como un hombre feliz. Sonrió con malicia ante el recuerdo de su dulce y adictivo
sabor. Ése era el verdadero desayuno de los campeones.
Abrió un gabinete, en busca de una taza. Encontró un armario entero lleno de
pan recién horneado, la forma de Dawn de liberar el estrés. Dios. Realmente debe
haber estado pasándolo mal lidiando con su bloqueo creativo. Había pan suficiente
para alimentar a un estadio. Kellen abrió otro armario y encontró lo que estaba
buscando. Con la taza en la mano, tarareó la melodía sensual de Dawn por lo bajo.
Asombrado por lo sereno que el clima se había resultado ahora que la tormenta se
había ido, miró por la ventana. La taza cayó en el fregadero, haciéndose añicos con
el impacto.
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One Night With Sole Regret #5
Al lado, la casa de playa amarilla de Sara brillaba bajo el sol de la mañana. Kellen
cerró los ojos de golpes y se echó hacia atrás. Simplemente no la mires, se dijo. Se
giró alejándose. Dios, estaba temblando. Abrió los ojos y lo primero que vio fue el
montón arrugado de sus jeans en la barra de desayuno. El brazalete de Sara ya no
estaba en el bolsillo. Se había caído hasta yacer a plena vista. Oh Dios, ¿qué había
hecho?
El estómago de Kellen se desplomó, y su frecuencia cardíaca se elevó.
—Lo siento —susurró, mirando fijamente el brazalete de cuero como si lo
estuviera acusando de un crimen que él sabía que había cometido. Las paredes
comenzaron cerrarse a su alrededor. Tenía que irse. Tenía que rogar por el perdón
de Sara. Tenía que arrepentirse de sus pecados contra su memoria.
Tenía que renunciar a Dawn.
Ella no se merecía estar enredada con alguien como él; un hombre que no podía
pasar un solo día sin ser atormentado por la culpa y ser paralizado por el pasado.
Dawn merecía ser la primera. Y él nunca sería capaz de darle eso.
Se metió en sus jeans, los cuales estaban todavía un poco húmedos y fríos contra
su piel. Metió el brazalete de nuevo en el bolsillo, deseando poder arrojar la maldita
cosa en la basura, pero sabiendo que si lo hacía, estaría excavando a través de
granos de café y cáscaras de plátano para recuperarlo. Necesitaba esto, esta
tortura, por alguna razón inexplicable. ¿Por qué no podía permitirse ser feliz por
más de una noche?
Kellen sabía que no podía simplemente salir disparado por la puerta sin ninguna
explicación. Dawn podría pensar que algo le había sucedido además del hecho de
que estaba demasiado jodido de la cabeza para tomar lo que ella tan
generosamente le ofrecía.
Le dejaría una nota. Algo corto y conciso. No tenía sentido en dilatar una
despedida necesaria.
Fue al piano, donde sabía que encontraría papel y lápiz. También encontró un
vestido descartado, trozos de cuerda, y los restos de las velas. No se permitió
pensar en la noche anterior. No en la forma en que Dawn había lucido cuando él
encendió la primera vela y la vio atada y hermosa. No en la forma en que se había
sentido al rodearlo cuando había estado enterrado dentro de ella la primera vez. Ni
siquiera se permitió tocar las teclas del piano que habían producido una melodía
capaz de liberarlo por unas pocas horas. Se dirigió directamente a una hoja de papel
en blanco y garabateó una nota apresurada en la parte posterior.
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One Night With Sole Regret #5
Querida Dawn,
Gracias por una noche entretenida. Tuve que irme temprano. Te deseo lo mejor con
tu nueva canción. Veo un Premio de la Academia en tu futuro. Lamento que las cosas
no pudieran funcionar entre nosotros. Cuídate.
Kelly
Frunció el ceño ante su firma y cubrió la “y” con un “en”. No respondería más a
Kelly. Era demasiado frívolo como nombre para un hombre melancólico y destruido.
Kellen apoyó la nota sobre el atril sobre su teclado, donde ella seguramente la
vería, se inclinó para recoger un trozo de cuerda de color azul de los restos en el
suelo, y huyó de la casa. Deseó tener una manera de cerrar la puerta con llave detrás
de él; no le gustaba la idea de dejarla allí sola con la puerta sin llave. Tal vez debería
haberla despertado antes de huir como un cobarde, pero no creyó que hubiera sido
capaz de hacer lo correcto e irse si ella le ofrecía tan solo una sonrisa. Un beso. Un
abrazo.
¡Maldición, detente!
Evitó mirar a la casa de Sara mientras corría hacia el auto de alquiler estacionado
en su corto camino de entrada. Sentía que la casa lo miraba y su desaprobación
pesaba sobre la base de su cuello.
Sacó las llaves de la consola central donde las había escondido la noche anterior y
encendió el motor. Deseó estar conduciendo su fiel Firebird en lugar de este sedán
destartalado, pero al menos tenía un medio de escape. Coloridas casas sobre pilotes
le daban breves destellos del océano mientras corría hacia la ciudad de Galveston.
Las urbanizaciones pintorescas pasaron como borrones una tras otra hasta que
llegó a un semáforo y golpeó el freno hasta detenerse patinando. No tenía idea de
lo rápido que había estado yendo, pero estaba seguro de que las intermitentes luces
azules detrás de él no eran una buena señal. El oficial graznó la sirena, y Kellen hizo
una mueca antes de girar a la derecha en el semáforo para salir de la circulación del
tráfico de modo que pudiera ser pateado en el trasero correctamente. Sacó la
billetera y el contrato de alquiler de la guantera mientras esperaba que el policía
deambulara hasta el auto. Kellen bajó la ventanilla, y una ráfaga de humedad
caliente lo golpeó en el rostro.
—¿Dónde es el incendio, hijo? —dijo el oficial a modo de saludo.
Kellen se obligó a no poner los ojos en blanco. A los agentes de policía no parecía
gustarles cuando él hacía eso.
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One Night With Sole Regret #5
—¿A qué velocidad iba?
—A ciento treinta en una zona de sesenta.
Ni siquiera podía invocar el argumento de “olvidé reducir la velocidad en la zona
de velocidad de la ciudad”, ya que ciento treinta kilómetros por hora habría
infringido el límite de velocidad incluso fuera de la ciudad.
—Lo siento, estaba… —Huyendo de un angustioso recuerdo y el potencial para
un futuro brillante—… distraído.
—Licencia y prueba de seguro.
—El auto es rentado —dijo Kellen, pero entregó su licencia de conducir y la
prueba de seguro plegada que guardaba en su billetera.
—Agárrese fuerte, Sr. Jamison —dijo el oficial mientras miraba la licencia de
Kellen—. Regresaré con su citación.
Kellen no discutiría. Se merecía una multa.
El oficial regresó a su patrulla SUV, mientras que Kellen se sentaba y esperaba.
Eventualmente, el peso del brazalete en su bolsillo se hizo insoportable. Lo sacó
de un tirón, lo miró por un largo rato y luego lo aseguró en su muñeca. No se lo
quitaría de nuevo. Cuando se lo quitaba, se olvidaba de sus promesas, cometía
errores, potencialmente hería a otras personas además de sí mismo. Sintió su
decisión fortalecerse tan pronto como el brazalete estuvo en su lugar. El llevarlo no
evitaba que sus pensamientos regresaran a Dawn, pero el recordatorio le impediría
girar este maldito auto y regresar a ella.
—Me sorprende que ésta sea su primera multa —dijo el oficial desde fuera de la
ventana de Kellen. ¿Por qué? ¿Porque estaba descalzo y sin camisa, tatuado y de
cabello largo, o porque los Toyota Corolla eran autos notoriamente rápidos?—. Por
lo general, la gente que va tan rápido como usted iba tiene un hábito de hacerlo.
—Nunca voy rápido. Tengo muchas cosas en mi mente esta mañana.
—Si no hubiera ido tan rápido, lo habría dejado ir con una advertencia…
Kellen arrebató la multa y su identificación de la mano del oficial. No se sentía
ganas de suavizar las cosas, gracias.
—Entiendo. Que tenga un buen día —dijo Kellen, subiendo su ventana.
—Cuidado con la velocidad. —Oyó decir al oficial.
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One Night With Sole Regret #5
Kellen asintió y puso el auto en marcha.
Mantuvo su atención en la carretera y en su velocidad. Era mucho más fácil
concentrarse en su conducción con el brazalete de Sara en su visión periférica,
recordándole las reglas del juego: no arriesgarse y amarla para siempre.
Condujo la longitud del Bulevar Seawall en su camino hasta el ferry que lo llevaría
a la Península Bolívar y a evitar el tráfico de pesadilla que a menudo rodeaba a
Houston. Todavía era bastante temprano, así que sólo había muy pocas personas en
las playas que bordeaban la amplia calzada. Se detuvo en los semáforos, mirando a
los peatones pasear a sus perros, los padres arrastrar los artículos de playa mientras
intentaban acorralar a sus hijos lejos de la carretera, y a los turistas sacar fotos de
gaviotas comunes. Todos parecían saber dónde pertenecían, y lo que estaban
haciendo. Debía ser agradable.
Pasó hotel tras hotel, restaurante tras restaurante, e incluso un pequeño parque
de atracciones que estaba construido en un muelle a lo largo del océano. El Muelle
del Placer. Ni siquiera podía encontrar suficiente sentido del humor para hacer una
broma acerca de eso. Apostaba a que a Owen le gustaría ir a un lugar llamado “El
Muelle del Placer”, pero la preferencia de Owen no sería apta para toda la familia.
Una pequeña sonrisa se sintió extraña en el rostro de Kellen. Tenía que volver a
Owen. Él era la única persona que lo hacía feliz y nunca lo hacía pasarlo mal. Kellen
tenía suerte de tener a alguien como Owen en su vida, y necesitaba
desesperadamente a alguien en quien confiar en este momento.
Kellen siguió las indicaciones hacia el muelle del ferry y se alegró de que la línea
fuera corta. No tenía idea de cuánto tiempo estaría atrapado en el barco sin nada
con qué ocupar su mente mientras cruzaba la amplia bahía llena de tráfico de
barcazas. Quizás tendría tiempo de llamar a Owen. Sólo unos minutos de
conversación con él seguramente pondrían a Kellen en un mejor estado de ánimo.
Estaba a punto de volverse loco.
Esperó hasta que el transbordador se alejara del muelle antes de quitarse el
cinturón de seguridad y salir del auto con el teléfono celular en la mano para parase
junto a la barandilla. Encendió el teléfono y encontró que tenía varios mensajes de
correo de voz. Todos eran de Owen. Kellen le había dicho que iba a apagar el
teléfono. Se preguntó si se había perdido de algo importante la noche anterior o si
Owen sólo estaba aburrido porque no tenía a nadie más a quien molestar cuando
Kellen no estaba en el autobús.
Kellen no se molestó en escuchar los mensajes de voz, notando que la batería de
su teléfono estaba baja, y marcó el número de Owen.
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One Night With Sole Regret #5
Owen contestó al segundo timbre.
—Ahí estás. Estaba empezando a pensar que te habían comido los tiburones.
—No encontré ningún tiburón. Un cerdo esta mañana, pero no tiburones.
—¿Un cerdo?
—Recibí una multa por velocidad9.
—¿Está seguro? —dijo Owen—. Espera, ¿habla realmente Kelly? Adam, ¿otra vez
le robaste el teléfono a Kelly? Esto tiene que ser una broma.
Kellen sonrió, ya sintiéndose mejor.
—Tenía muchas cosas en mente cuando, eh, dejé… a la mujer con quien… más o
menos dormí anoche. —Hubo un silencio de muerte en el otro extremo. Kellen
apartó el teléfono de la oreja y se quedó mirando la pantalla para asegurarse de que
la llamada no se hubiera caído. Aún estaba conectado—. ¿Owen? ¿Estás ahí?
—Te acostaste con una mujer anoche. ¿Tú? ¿Kellen Soaring Eagle10 Jamison te
acostaste con una mujer? ¿Estabas consciente?
Kellen rio entre dientes.
—Sí, fui un participante dispuesto. Pero esta mañana, en cierto modo sólo… me
fui. ¿Debería volver? No debería, ¿cierto? Mejor cortar todos los lazos ahora,
¿verdad?
—No lo sé. ¿Te gusta o fue simplemente una locura del tipo lujuriosa de “no he
echado un polvo apropiado en cinco años”?
Kellen hinchó las mejillas.
—Un poco de ambas, creo. Me gusta, pero no creo que me hubiera acostado con
ella si hubieras estado allí para mantenerme a raya.
—Mierda —dijo Owen—. ¿Quieres decirme que lo único que tenía que hacer para
que te acostaras con una chica era desaparecer?
—No —dijo Kellen, sacudiendo la cabeza—. Hubo algo especial entre ella y yo.
Simplemente me asusté por engañar a Sara y me fui antes de que ella se despertara.
9 N. de T.: “pig”, que significa “cerdo” es un término ofensivo utilizado para referirse a los policías. 10 Soaring Eagle: Águila que Vuela.
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One Night With Sole Regret #5
—Entonces, sí, deberías dar la vuelta inmediatamente y volver con ella, maldito
idiota. No has sentido siquiera un cosquilleo en tu verga por una mujer en más de
cinco años, mucho menos algo más profundo. La cosa con Lindsey puede esperar.
—¿Lindsey? —dijo Kellen, sus cejas se fruncieron—. ¿Quién es Lindsey? Su
nombre es Dawn.
—¿No recibiste mis mensajes de voz? ¿Los siete?
—Mi batería está baja, así que no los he escuchado todavía.
Owen rio.
—Bueno, amigo, todos recibimos una noticia impactante anoche. Lindsey, esa
pequeña y bonita groupie con la que te enredaste en la víspera de Navidad, se
presentó después del concierto, y no vas a creer esto hermano, está…
Kellen esperó a que terminara, sabiendo que a Owen le gustaba molestarlo
creando largas pausas embarazosas.
—¿Está qué? —No hubo respuesta—. ¿Owen?
Miró el teléfono y encontró la pantalla en blanco. Batería agotada. Maldición.
Con un bufido de frustración, Kellen metió el teléfono en el bolsillo, sacando un
poco de la cuerda azul cuando sacó la mano de un tirón.
Aferró el trozo de cuerda en la mano.
—Dawn —susurró y miró hacia la isla. Extrañándola. Deseando no haberse ido
sin despedirse.
Un gran cuerpo de color gris, liso y elegante, se alzó por encima del agua. Su
respiración se detuvo. Nunca había visto un delfín salvaje antes. Sara habría estado
fascinada con entusiasmo.
—Sara —dijo en voz baja.
Kellen suspiró y se apretó la frente con una mano.
Dawn. Sara. Lindsey. Las mujeres serían su muerte. Intentaba evitarlas, pero sus
acciones no servían.
El ferry comenzó a disminuir la velocidad mientras se acercaba al muelle en el
extremo de la Península Bolívar. Kellen se volvió a subir al auto de alquiler y
contempló sus opciones. No podía volver con Dawn; ella seguramente leería algo en
sus acciones. Y estaba en extremo curioso por saber qué sucedía con esa mujer
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One Night With Sole Regret #5
Lindsey. Lo único que recordaba de ella era que tenía un parecido sorprendente a
Sara, tenía un coño que sabía más dulce que la miel y era realmente buena en
compartir. ¿Había vuelto al autobús para otra orgía? Kellen no estaba interesado.
Encontraría un hotel para refugiarse esa noche si ése fuera el caso. Además, los
chicos estaban más involucrados con relaciones de lo que habían estado seis meses
atrás. Seguramente no tenían intención de comprometer algo importante por una
mujer caliente y dispuesta.
Kellen decidió que iría directamente al bus. Tal vez después de poner su cabeza
en orden, se dirigiría de nuevo a Galveston para pedirle disculpas a Dawn por ser un
bastardo cobarde. Pero eso no iba a suceder esta noche. Sólo podía soportar una
cierta cantidad de confusión y angustia en un período de veinticuatro horas.
El viaje a Beaumont no tuvo complicaciones. Sus pensamientos revueltos le
hicieron compañía. Pensó en Dawn. Y pensó en Sara. Pero sobre todo se maldijo a sí
mismo por no traer su cargador de teléfono. Pasa una noche lejos de la banda, y
Owen cree conveniente llamarlo siete veces para hablar de alguna groupie. Kellen
sabía que él no lo haría a menos que fuera algo importante. ¿Ella les había dado a
todos una enfermedad incurable? Kellen no se había acostado con ella, pero la había
saboreado.
Kellen estacionó cerca del estadio donde la banda y el equipo se preparaban para
el concierto y se dirigió hacia el bus, preparado para lo peor. Pero nada podría
haberlo preparado para lo que vio de pie en la parte superior de las escaleras del
bus.
Llevaba el cabello peinado hacia atrás de su hermoso rostro en una cola de
caballo alta. Sus brillantes ojos azules resplandecieron con reconocimiento mientras
una sonrisa se dibujaba en sus labios suaves y sensuales. Ella apoyó una mano sobre
su vientre evidentemente distendido y le ofreció un pequeño saludo.
Ella estaba embarazada, hermosa, y muy viva.
—¿Sara? —susurró él, aferrándose al marco de la puerta para no derrumbarse en
un montón en el asfalto.
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One Night With Sole Regret #5
Capítulo 10 Traducido por rihano
Corregido por Simoriah
Dawn apartó la almohada de su cabeza de un empujón y parpadeó ante la brillante
luz del sol que entraba a raudales por las persianas abiertas de su dormitorio. Tenía
que ser cerca del mediodía. ¿Por qué estaba aún tan agotada? Sonrió a la vez que los
recuerdos de la noche que había compartido con Kellen se filtraban a través de sus
pensamientos. No podía esperar a sumar experiencias agradables el día de hoy.
Estuvo un poco decepcionada de encontrar vacío su lado de la cama, pero lo
recordó vagamente murmurando su nombre para despertarla y su tonta exigencia
de café. ¿Quién necesitaba café con ese hombre como su llamada para despertar?
Ella sólo había estado un poco aturdida y obviamente desfasada. Ahora estaba
completamente despierta. Todavía desnuda, salió de la cama y caminó por el pasillo
hasta las escaleras.
—Kellen —gritó hacia el vestíbulo de abajo—. Cambié de idea. No necesito café.
Sólo te necesito a ti.
Cuando él no respondió, ella siguió bajando las escaleras.
—Kellen, sal, sal, dondequiera que estés.
Entró en la cocina y notó una jarra llena de café sin tocar en la cafetera. La
electricidad obviamente había regresado. Había sido amable de su parte hacerle
café pero, ¿por qué no se había unido a ella en la cama una vez que terminó de
hacerlo?
—Kellen, ¿estás aquí abajo? —llamó, asomándose sobre la barra de desayuno
hacia la sala de estar, donde el piano estaba tan silencioso como una piedra. Trozos
de cuerda cubrían la tapa del piano y el suelo. Dawn sonrió. Siempre recordaría la
sensación de ésta presionando su piel y de abrir los ojos a las verdades que no había
reconocido acerca de si misma. Era una pena que la cuerda hubiera sido cortada y
ahora era inutilizable. Se preguntó si había alguna cuerda de repuesto en el garaje
debajo de la casa. Si no era así, iba a tratar de hacer un viaje a la ferretería más
cercana para comprar provisiones.
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One Night With Sole Regret #5
No estaba segura de dónde había ido Kellen. Quizás estaba en el baño, o quizás
había dado un paseo por la playa. Ella siempre encontraba las cosas más
interesantes arrojadas a la orilla después de una tormenta. Entendía
completamente la atracción del agua. Se volvió a la cocina. Cuando abrió un
armario, notó la taza rota en el fregadero. Tomó un gran fragmento de cerámica y
vio la gran casa amarilla al lado. La casa de Kellen, se dio cuenta con una sonrisa.
Volvió a mirar la taza rota, la jarra de café llena. A la casa de Kellen. Su sonrisa se
desvaneció. La casa de Sara, se corrigió.
Mierda. Él se había ido, ¿verdad? Vio esa magnífica y vacía casa enfrente, empezó
a pensar en ella de nuevo, Sara, y salió corriendo.
Incluso después de todo lo que habían compartido la noche anterior, él todavía
no había renunciado a esa otra mujer. ¡Qué idiota! Si todo lo que él quería de ella era
sexo, podría haber sido directo. No tenía que fingir ser tan maravilloso. Ella era una
niña grande. Y a pesar de que el corazón le dolía tanto que apenas podía respirar, y
de que su labio inferior temblara incontrolablemente, Dawn no iba a llorar por esto.
Se negaba a permitir que cayera una sola lágrima. Pateó un armario inferior tan
fuerte como pudo e hizo una mueca cuando la punta del pie explotó de dolor.
—Maldito sea —murmuró—. Por lo menos podría haber tenido la decencia de
decirme a la cara que no estaba interesado.
Decidida a tener un gran día a pesar de la nube negra que repentinamente
oscurecía su sol de adentro hacia afuera, Dawn se sirvió una taza de café y fue a
ponerse de mal humor, a contemplar la vida, en su piano. Enderezó la banqueta del
piano, la que había sido volcada durante todas esas maravillosamente sensuales
actividades en las que se negaba a detenerse, y se dejó caer. Se chorreó la parte
delantera del vestido con café cuando notó la nota manuscrita de Kellen.
La sacó del atril con brusquedad y la leyó tres veces antes de abollarla y arrojarla
al suelo.
—Noche entretenida —murmuró en voz baja—. ¿Eso es lo que fue para ti?
¡Porque para mí fue mágico, imbécil! —No sabía por qué le gritaba al piano, pero se
sentía bien—. Lamentas que no funcionara entre nosotros. ¿Cómo podría funcionar?
Ni siquiera le diste una oportunidad. Espero que te ahogues con tu guitarra. —No
estaba segura de por qué él tendría la guitarra en la boca, pero no pensaba con la
claridad suficiente para encontrar mejores maldiciones.
Se volvió de lado en el banquillo y levantó las piernas contra su cuerpo,
abrazando ambas espinillas y enterrando el rostro contra las rodillas dobladas. No
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One Night With Sole Regret #5
iba a llorar por él. No iba a llorar. Esas gotas calientes y húmedas procedentes de sus
ojos y que corrían por sus muslos no eran lágrimas. No. No lloraría por un hombre
que amaría a otra mujer hasta el día que muriera. No lloraría por un hombre que
había tenido una oportunidad con ella pero que había decidido regresar a una chica
muerta. Sorbió. Realmente deseaba poder odiarlo por eso, pero sólo le rompía el
corazón.
Cuando decidió que se había revolcado en su dolor el tiempo suficiente, se volvió
hacia su piano y practicó su nueva canción. La canción de Kellen. Siempre pensaría
en ella como la canción de Kellen, incluso si la había nombrado “Dawn.” Comenzó a
sentirse mejor casi inmediatamente. La alegre melodía le levantó el ánimo hasta que
sus lágrimas fueron olvidadas y estuvo sonriendo para sí misma. Tenía que llamar a
su agente. Él tenía que escuchar esta canción.
Marcó su número e hizo que su secretaria le pasara la llamada. Tan pronto como
lo tuvo en la línea, interrumpió su acostumbrado, “¿Ha habido suerte?”. Como si la
suerte tuviera algo que ver con la composición.
—Escucha —dijo y puso el teléfono en altavoz para que él pudiera oírla. Tocó la
pieza de principio a fin. Cuando la última nota sonó, miró el teléfono, su corazón
latiendo con excitación. La canción era maravillosa. Perfecta. Sabía que lo era. Pero
tenía que oírlo de alguien que le dijera la verdad—. ¿Y bien?
Hubo una larga pausa.
—Yo... no tengo palabras —dijo él.
¿Qué? ¿Sin palabras? ¿Qué significaba eso?
—Gracias por compartirlo. Pero ¿la canción es buena?
—Es fenomenal. Casi odio entregarla. Es demasiado buena para ser la música de
cierre de los créditos para alguna película.
—Pero será oída, Wes. Bueno, por aquellos que se queden para los créditos, por
lo menos. Sólo me alegra haber escrito finalmente algo digno de ser escuchado.
—Eres demasiado dura contigo misma, Dawn. Todo lo que escribes es inspirado.
Ella puso los ojos en blanco. Él pensaba eso porque sólo oía sus piezas
terminadas. Nunca había oído de su golpeteo enojado interpretando “Chopsticks”
porque sonaba mejor que la porquería que se le ocurría.
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One Night With Sole Regret #5
—Entonces, ¿crees que podrías conseguirme unos días extras en mi fecha límite?
Está terminada, pero todavía no la he trascrito exactamente.
—Entonces escríbela ahora.
—Tengo algo importante que necesito hacer hoy —dijo ella, y antes de que su
boca impetuosa siquiera hubiera completado la oración, supo que era verdad.
—¿Más importante que mantener un estudio de cine feliz?
—Sí. Mucho más importante que eso. ¿Alguna vez has oído hablar de la banda
Sole Regret?
—¿La banda de metal de Austin nominada a mejor artista nuevo en el Grammy
del año pasado?
Sabía que Wes había oído hablar de ellos.
—Son ellos.
—No los conozco, pero tengo relaciones de negocios con su manager. ¿Por qué?
Wes conocía a todos en el negocio de la música, ya fuera directamente o por
algún contacto externo. Amaba alardear.
—Tengo que estar en la lista VIP para su concierto en Beaumont, Texas esta
noche. ¿Puedes lograrlo?
—¿Puedes enviarme por fax un borrador de tu obra maestra en la próxima hora
para que pueda sacarme a este productor de encima?
Ella suspiró ruidosamente.
—Sí, te enviaré un borrador por fax.
—Haré realidad tus deseos de groupie, entonces.
—No soy una groupie —dijo ella irritada.
—Oh. ¿Ahora escribes música para ellos?
—No, no escribo su música. Están un poco fuera de mi género, ¿no te parece?
—Groupie —bromeó él con una voz aguda.
—Cuidado, Wes. Sé dónde vives.
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One Night With Sole Regret #5
—Tan pronto como yo tenga ese borrador en mi mano, conseguiré que estés en
la lista.
Ella sonrió porque sabía que él cumpliría.
—Esclavista —murmuró.
—Virtuosa —respondió él.
—Realmente apestas en los insultos, Agente Chupasangre.
—Y tú realmente apestas al mentir, Groupie.
—Espera un fax en una hora —dijo ella, ya garabateando notas tan rápido como
su mano se podía mover.
—Tiraré de todos los hilos adecuados en el ínterin. Gran trabajo, muñeca. Creo
que hay un premio de la Academia en tu futuro.
Dawn se detuvo para fulminar con la mirada la nota arrugada en el suelo.
—Sí, no eres el primero en hacer esa predicción hoy. Sólo me alegra que la
canción finalmente esté terminada.
—Y yo me alegro de que seas una groupie. —Él rio, y ella pudo imaginar los
dientes demasiado blancos brillando en su rostro excesivamente bronceado—.
Hablaremos pronto.
Él colgó antes de que ella pudiera meter la mano por el teléfono para
estrangularlo. ¿Groupie? ¿Cómo podía ser una groupie si ni siquiera había escuchado
la música de Sole Regret? Sólo necesitaba un cierre o una apertura; uno o el otro y
preferiblemente lo último. No estaba segura de si Kellen siquiera le hablaría, pero
tenía que intentarlo. Tenía que averiguar por qué se había ido y si tenía algún interés
en ella más allá de una noche increíble. Pero primero tenía que poner su canción en
papel y entonces, probablemente, debería considerar ponerse algo de ropa.
Mientras estaba bastante segura de que Kellen entendería su necesidad de estar
desnuda hoy, el público probablemente no sería tan comprensivo.
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One Night With Sole Regret #5
Capítulo 11 Traducido por rihano, lililamour y vanehz
Corregido por Simoriah
—¿Estás bien? —dijo Sara mientras trotaba por las escaleras, deteniéndose en el
último escalón de forma que fuera imposible no notar su vientre. Palmeó el hombro
de Kellen—. Luces como si hubieras visto un fantasma.
No es Sara, se dijo él. Lindsey. La chica de la que Owen había estado hablando
por teléfono antes de que fueran desconectados. Ella no es Sara. Sí, díselo a todos
los vellos de la nuca, que estaban de punta.
Él respiró hondo y apretó sus manos temblorosas hasta formar puños.
—¿Dónde está Owen? —preguntó Kellen, mirando su vientre embarazado y
haciendo cálculo mental. Podría ser... ¿era esto lo que Owen había estado tratando
de contarle? No. No es posible.
—Creo que está hablando con ella de nuevo —dijo Lindsey-no-Sara. Él levantó la
vista justo a tiempo para atraparla poniendo esos bonitos ojos azules en blanco—.
Fue bueno verte. —Lo besó en la mejilla y bajó del escalón final—. Si alguien me
busca, voy a comprar algo de comida. Lo juro, ¿cómo viven así?
Aún sin habla, la observó caminar hacia Jordan, quien estaba tomándose uno de
sus cientos de descansos diarios, y con unas pocas batidas de sus pestañas y
frotando de su vientre, Jordan se puso en pie y la acompañó al coche de alquiler que
él era responsable de devolver. Completamente paralizado, Kellen la vio meterse en
el auto. Lindsey realmente era una belleza. Definitivamente rivalizaba con Sara, pero
no había comparación con Dawn.
Mierda. No podía permitirse pensar en Dawn en estos momentos.
Kellen subió los escalones del bus y divisó a Owen sentado a la mesa y mirando
fijamente su iPad. Él levantó la vista cuando Kellen se deslizó en la cabina frente a él.
Sonrió.
—Así que regresaste. ¿Has renunciado a las bolas azules de forma permanente o
fue algo temporal?
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—Tenía que ser temporal.
—¿Tenía que serlo?
Kellen asintió secamente. No quería que Dawn tuviera que lidiar con su equipaje.
Tenía que olvidarla para que ella olvidara.
—Entonces, Lindsey...
—Está en alguna parte. —Owen movió la muñeca hacia la enorme cabina del bus.
—Sí, la vi. ¿Está...? —Las cejas de Kellen se levantaron.
—¿Embarazada?— Owen asintió y palideció ligeramente—. Sí. Piensa que es mío.
—¿Tuyo? Pero usaste un condón cuando se lo hiciste, ¿cómo podría ser tuyo?
—Bueno, es de alguien de esa noche, asumiendo que no miente sobre no follar a
ningún otro tipo después de terminar con la orgía con la banda Sole Regret y su
equipo. Cuando te dejé solo para desatarla no hiciste nada con ella, ¿verdad?
—No. —Él no había estado dentro de una mujer durante cinco años. Hasta Dawn.
Mierda. No podía permitirse pensar en Dawn en estos momentos.
—No lo creí. Sólo me aseguraba.
Pero Kellen sí había acabado sobre el vientre de Lindsey, así que suponía que
fuera posible que en todo el manoseo, el toqueteo y la follada, algún poderoso
espermatozoide de Kellen se hubiera metido, de alguna manera, dentro de ella.
Posible, pero no probable. Aun así, sentía que iba a vomitar. ¿Y si era suyo? ¿Qué
haría? Nunca podría obligarse a engancharse con una chica con la que no sintiera
una conexión sólo porque era la madre de su hijo, pero no sería como el imbécil de
su padre. Él no dejaría que la madre se valiera por sí misma ni haría caso omiso a la
existencia de su propio hijo, hasta ver a su sangre y carne servir a sus propios
intereses o agenda, o a lo que fuera que había hecho a su padre acercarse a él
después de dieciséis años de no contacto. Más que no haberlo conocerlo jamás,
Kellen se arrepentía de no decirle qué pedazo de mierda sin valor era cuando había
tenido la oportunidad. No quería que el bebé no nacido de Lindsey alguna vez
tuviera que sentir ese nivel de rechazo.
—Pensé que sonreirías más —dijo Owen.
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Kellen miró a Owen como si estuviera haciendo el Baile del Pollo. De nuevo. ¿Por
qué estaría sonriendo? Esta situación tenía el potencial de arruinarle la vida de
alguien de una manera muy grande.
—¿Porque Lindsey esté embarazada? —preguntó Kellen.
—Por haberte echado un polvo. Háblame de ella. No puedo esperar a conocerla.
Asumo que tiene cabello rubio y ojos azules. —Owen puso los ojos en blanco ante la
presunta previsibilidad de Kellen.
Kellen sacudió la cabeza.
—Pelirroja. De ese tono profundo y oscuro de rojo. Casi bordó. Y sus ojos son
color avellana, con lindas manchas del color de las hojas de primavera.
Owen resopló y se echó a reír.
—Me olvidé de lo cursi que te pones.
—¿Cursi? ¿Qué quieres decir?
—Cuando te gusta una chica. Te conviertes en la reencarnación de John Keats o
alguna mierda. ¿Así que ella es hermosa? Debe serlo para conseguir sacar tu polla de
tus pantalones.
—Impresionante. Y la has visto antes —dijo Kellen.
Owen palideció aún más.
—No me la follé, ¿verdad?
—No. Lo creas o no, todavía hay mujeres por ahí que no han dado un paseo en
pelo11 en tu regazo.
Owen le guiñó el ojo.
—¿Estás seguro?
Kellen asintió.
—Unas pocas.
—Entonces, si no la follé, ¿dónde la vi?
—En los Grammy del año pasado.
11 N. de T.: la expresión en inglés es “bareback”, que refiere a tener relaciones sin condón.
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—Oh Dios, ¿le dije algo estúpido? —Ahora Owen parecía necesitar una sesión de
bronceado—. Estaba tan borracho esa noche.
Y probablemente no recordaba la elegante belleza que había adornado el
escenario para recibir un premio a la mejor composición instrumental.
—Ganó un Grammy por una de sus composiciones. Toca el piano. Y no tenía idea
de quiénes somos, pero recordaba que nos habían echado por tu incidente con la
corneta y los insultos al rapero que recibió nuestro premio.
Owen hizo una mueca.
—Sí, eso fue bastante molesto. Al parecer, yo pensaba que estaba en un partido
de hockey. ¿Por qué me permitieron beber tanto?
Kellen rio.
—Todos bebimos mucho. Tú sólo eres el único que no soporta el alcohol.
Owen levantó los dedos uno a uno mientras decía.
—Entonces, hermosa pelirroja. Grammy. Le da una erección a Kellen. —
Golpeteando ligeramente con el dedo anular, él arrugó la frente en concentración
mientras repasaba las pistas.
—Su nombre es Dawn O'Reilly —dijo Kellen. No quería que al tipo le estallara
alguna sinapsis sobrecargada.
Kellen había olvidado que Owen tenía su iPad justo frente a él. De inmediato
comenzó una búsqueda en Internet.
Cuando la fotografía de Dawn apareció en la pantalla, el corazón de Kellen se
congeló en su pecho hasta que un torrente de enredadas emociones lo descongeló
de nuevo. De pie frente al telón de fondo de la ceremonia de premios, ella lucía
radiante en un vestido verde hasta los pies, sosteniendo su Grammy aferrado con
ambas manos a su cintura. Dawn. Casi podía oír su voz susurrándole en la oscuridad.
Haciéndolo sentir que todo estaría bien. ¿Realmente iba a alejarla? ¿Renunciar a ella?
¿Volver a sentirse tan solo que alejara a todos de su vida, excepto a Owen?
Kellen cerró los ojos y tragó saliva. Sí. Iba a hacer exactamente eso. Había sido
débil por una noche, pero nunca más cedería a esa debilidad.
—Wow —dijo Owen—. Es sexy. Me acostaría con ella.
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Los ojos de Kellen se abrieron de golpe cuando una oleada de pánico inundó su
pecho. Owen podía seducir a cualquiera si le ponía empeño. Probablemente incluso
a Dawn.
—¿Qué hay de Caitlyn? Pensé que realmente te gustaba.
—Me gusta —dijo Owen—. No me acostaría con Dawn ahora, pero un par de
días atrás, antes de conocer a Caitlyn, totalmente lo habría hecho. Es hermosa. Y
toca el piano. Los músicos son sexy.
Kellen rio entre dientes cuando Owen se señaló a sí mismo, apretó los labios y
ofreció una sugestiva sacudida de su cabeza.
Volviéndose una vez hacia el iPad, Owen tocó algunas pantallas y una
conmovedora melodía de piano comenzó a sonar desde el dispositivo.
—Ella toca más que el piano —dijo Kellen—. Es como si su alma saliera por el
instrumento.
Owen levantó la mirada y luego resopló antes de estallar en carcajadas.
—Oh Dios, hombre, estás mal por esta chica.
Kellen sacudió la cabeza.
—Fue sólo una aventura de una noche.
—Claaaaro. Sigue diciéndotelo hasta que lo creas. Estoy ordenando flores para
Caitlyn. Deberías ordenar algunas para Dawn O'Reilly.
No le enviaría flores a Dawn. Ella podría pensar que aún estaba interesado, lo que
era verdad, pero él no quería que pensara eso.
—¿Flores ya? —preguntó Kellen—. No te tomó mucho tiempo meter la pata.
—No fue mi culpa. Cuando Lindsey apareció, Caitlyn enloqueció y se fue. No es
que la culpe. Quiero decir. —Hizo sonidos de explosión y abrió las manos en
movimientos explosivos alrededor de la cabeza—. Le voló la cabeza.
—¿Y nadie reclama este chico, además de ti? No fuiste el único que tuvo sexo con
la chica esa noche.
—Una prueba de paternidad enderezará todo en unos pocos meses, pero ella ya
está bajo el suficientemente estrés, ya sabes. Nada se pierde con ser amable con
ella y tratarla como a un ser humano.
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Kellen no esperaría menos de su amigo, pero su bondad bien podría regresar a
morderle el culo. Si Lindsey se apegaba demasiado a él, él podría estar estancado
con ella para toda la vida, aunque no fuera el padre del bebé. Pero quizás Owen
quería eso. Le gustaba que la gente dependiera de él. Lo cual era bueno, porque
Kellen dependía mucho de él.
Owen señaló a las fotografías de flores en su tablet.
—Entonces, ¿debería enviarle rosas o un ramo mixto? Y chocolates también,
¿verdad? ¿Demasiado pronto para joyas?
—Owen, no estoy seguro...
—Tienes razón. Ella no es el tipo de mujer que lleve muchas joyas. ¿Qué crees que
le gustaría? ¿Perfume? O... podría enviarle ropa interior de pollo. Sí, eso es perfecto.
A ella le gustaría.
¿Ropa interior de pollo? Kellen tenía miedo de preguntar por qué ella pensaría
que ropa interior de pollo era el regalo perfecto.
—Algunas mujeres se sienten incómodas cuando les compras regalos —dijo él—.
Especialmente al principio de una relación. —Y Kellen tomaba a Caitlyn por ese tipo
de mujer.
—Sólo quiero que siga pensando en mí —dijo Owen—. Y hacerle saber que
pienso en ella.
—¿La llamaste?
—Sí, como cinco veces. Ella sigue bromeando con que tiene que hacer algo
además de hablarme todo el día.
—Entonces sabe que estás pensando en ella.
Owen sonrió mientras compraba cualquier par de ropa interior tontas que le
había llamado la atención.
—¿Debería enviársela a su oficina?
—¿Ropa interior? Uh, no. No creo que ella aprecie eso.
—Entonces necesito la dirección de su casa. —Él comenzó a tipear en su
teléfono.
Kellen se dio un golpe en la frente. Ése era Owen siguiendo cualquier consejo.
Pero sonreía mientras leía la respuesta de Caitlyn. Owen lucía tan condenadamente
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feliz que Kellen odiaba poner un freno a las cosas, pero realmente necesitaba hablar
con él sobre el elefante que siempre estaba en la habitación en estos días.
—Owen —dijo Kellen—. Tenemos que hablar de... —Respiró hondo e hinchó las
mejillas. Dios, esto iba a ser aún más difícil de lo que imaginaba— ...de toda esa
mierda extraña que hicimos juntos.
Owen leyó en su teléfono y escribió la dirección de Caitlyn en su tablet.
—¿Qué mierda extraña?
—Sabes a qué me refiero.
Él parecía totalmente desconectado de la conversación, y Kellen realmente
necesitaba que se pusiera serio.
—¿Te refieres a asistirte en atar a las mujeres para que pudieras comértelas
porque tenías miedo de que pudieran tocarte?
—No. Me refiero a la otra cosa. —Kellen bajó la voz hasta un susurro apenas
audible—. La cosa del tocarnos. Que hicimos. Mutuamente.
—Fue bueno para mí. ¿Fue bueno para ti? —Él rio, y Kellen debería haber sabido
que Owen intentaría hacer un chiste de esto. Hacerlo enfrentarse con algo serio era
casi imposible. Así que Kellen tendría que lanzarse hacia adelante y esperar que
Owen tomara sus palabras en serio.
—Quiero disculparme contigo.
—¿Por qué? ¿Por hacerme acabar muy duro? Honestamente no me importó.
—Yo sólo te toqué porque quería que alguien, a su vez, me tocara.
—Y siempre hay una chica esperando para hacer justamente eso. —Owen
levantó la mirada de su teléfono antes de que hubiera terminado de enviar su último
mensaje de texto—. ¿Así que esta es la conversación en la que me dices que eres
gay?
—Pero yo no soy gay.
—Y yo tampoco, así que olvidémonos de esto y sigamos adelante.
—No terminé de pedirte disculpas.
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—No tienes que disculparte. —La voz de Owen se elevó, como si le enojara que
Kellen siquiera tocara el tema—. No quiero tu puta disculpa. Sólo quiero dejarlo, así
que déjalo.
—Pero creo que te usé, Owen.
—Yo utilizo a las mujeres todo el tiempo. No es gran cosa.
—Es una gran cosa. Eres mi mejor amigo, y te hice hacer algo que normalmente
no harías.
—No me hiciste hacer nada. Sé que has estado sufriendo, y yo preferiría
masturbarte ocasionalmente que verte deambular deprimido por ahí como si tu vida
hubiera terminado. Tu vida no está terminada, Kellen. La vida de Sara terminó, no la
tuya.
Sus palabras fueron como una bofetada en la cara.
—¿Crees que necesitas decirme eso? —gritó Kellen—. Yo vivo con eso cada
maldito día de mi vida.
—Bueno, alguien tiene que recordártelo; aparentemente eres demasiado
estúpido para hacerlo por ti mismo. Y ahora encuentras una hermosa mujer que
podría tener la oportunidad de luchar para poner a Sara en la tumba donde
pertenece, y ni siquiera puedes encontrar las pelotas para decirle que te marchas.
Kellen estaba demasiado aturdido para replicar. Owen nunca se había enfadado
así con él. Nunca. Siempre había sido tan comprensivo y cuidadoso de no lastimar
los sentimientos de Kellen.
—Bueno… —balbuceó Kellen—. Quizás la vea de nuevo y quizás no. No es de tu
incumbencia.
—No lo harás —dijo Owen—. Sé que no lo harás.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque sigues usando el brazalete de Sara.
Kellen miró su muñeca y sí, ahí estaba, justo donde se había prometido que
nunca más la pondría.
Owen se lanzó a través de la mesa y agarró el antebrazo izquierdo de Kellen con
ambas manos.
—Dame esa maldita cosa. Si tú no te deshaces de ella, lo haré yo.
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Owen empujó la espalda contra el pecho de Kellen para mantenerlo inmovilizado
en el cubículo mientras tiraba de las hebillas que sostenían el brazalete en su lugar.
Kellen no sabía por qué luchaba con Owen. Le encantaría que alguien quitara la
carga de Sara de su muñeca, pero para cuando Jacob entró al bus y los separó,
estaban golpeados y despeinados. Owen tenía el brazalete en la mano, y Kellen
tenía un trozo de la camiseta de Owen en su puño.
—¿Qué demonios? —dijo Jacob, sosteniendo a Owen con una llave en la
cabeza—. Nunca pensé que vería el día en que ustedes dos llegaran a los puños.
—Dame mi maldito brazalete de nuevo, imbécil —dijo Kellen, liberando la
muñeca del asidero de acero de Jacob.
—¿Tomaste su brazalete? —preguntó Jacob.
—No la necesita más —gritó Owen.
—Estoy de acuerdo —dijo Jacob—. Pero, ¿no crees que él debería deshacerse de
ella voluntariamente? Sólo simboliza a Sara; no es Sara. Deshacerse del brazalete no
va a cambiar cómo se siente.
Kellen no estaba tan seguro. Se había divertido mucho y había compartido
mucha intimidad con Dawn cuando el brazalete no había estado en su brazo la
noche anterior. No sabía por qué tenía tal conexión emocional con una pieza de
joyería. Era estúpido. Como un niñito que no podía dejar la seguridad de su mantita
porque estaba convencido que el coco vivía debajo de su cama.
—Entonces no le importará si la quemo —dijo Owen.
—¡No! —La vos de Kellen se rompió. Su muñeca ya se sentía expuesta sin el
brazalete en su lugar—. Traté de tirarla anoche, pero regresó a mí.
—¿Lo hiciste? —preguntó Owen, su postura cambiando a una en la que seguía en
guardia, pero ya no amenazante.
Kellen asintió.
—Lo tiré al mar e inmediatamente el oleaje lo regresó hacia la orilla.
—Intenta lanzarlo dentro de un volcán y mira si regresa a ti entonces —dijo
Owen.
Kellen lo miró con furia.
Jacob soltó a Owen y señaló la mesa del comedor.
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—Siéntense y hablen de esto. No tiene sentido permitir que malos entendidos y
argumentos tontos se interpongan entre amigos cuando todo puede ser resuelto
con una simple conversación.
—Oh, oye, tetera, soy olla y guau, eres negra —dijo Owen.
Si, ese era un consejo algo hipócrita viniendo de Jacob.
—¿Qué? —dijo Jacob.
—Uh, ¿has mantenido un resentimiento contra Adam por cuántos años ya? —dijo
Owen—. ¿Y por qué?
—Pero Kellen y tú nunca pelean. Adam y yo siempre hemos tenido diferencias.
Owen miró a Kellen y le ofreció el brazalete.
—Ten —dijo—. Póntelo de nuevo si eso te hace sentir mejor.
La mano de Kellen se sintió como plomo. Su respiración se volvió superficial. Sus
labios temblaron. Pudo sentir la presión de las lágrimas detrás de sus ojos mientras
su garganta se apretaba hasta que pensó que se sofocaría. ¿Por qué? ¿Por un
estúpido trozo de cuero? No era Sara. Usarla no la mantenía cerca en realidad. Ni
siquiera era un tributo a su memoria. Solo lo hacía miserable.
—Deshazte de él —dijo entrecortadamente.
Owen atrajo su apretado puño hacia el pecho, sosteniendo el brazalete contra él
como si quisiera consolarlo. Kellen no podía apartar los ojos de la tira negra. La
rastreaba como un gato preparándose para atacar.
—¿Estás seguro? —dijo Owen—. Sabes que no puedo soportar que estés
molesto conmigo.
—Estoy seguro. Hazlo rápido antes de que cambie de parecer.
Owen pasó junto a él y se apuró a bajar los escalones del bus. Jacob atrapó el
brazo de Kellen cuando después de unos cuantos largos segundos, se volvió para
seguir a Owen.
—Mantente firme, amigo.
Kellen asintió y cayó pesadamente en un sofá. Se miró la muñeca desnuda. Lucía
tan extraña como se sentía. La piel era de un tono más pálido que la mano y el
antebrazo. Así que a pesar de que el brazalete se había ido, la evidencia seguía ahí.
Cerró los ojos y se masajeó el brazo con la mano libre.
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—¿Sabes lo que necesitas? —dijo Jacob, sentándose junto a él.
—¿Una botella de whiskey?
—Un reloj pulsera. —Jacob desprendió el reloj análogo que a veces usaba antes
de un concierto; estaba paranoico de llegar tarde y le costaba leer correctamente
los relojes digitales. Le pasó el reloj a Kellen. Kellen apreció el gesto, pero no creyó
que podría ayudar. Se lo puso de todas formas y aunque no era lo mismo que usar
un brazalete, la correa del reloj era de frío metal, un poco más suelto y de alrededor
de la mitad del espesor de su brazalete, sí hacía que su muñeca se sintiera menos
expuesta y no se sentía obligado a masajearla, como si tuviera un desorden
obsesivo compulsivo con el brazalete.
—Gracias.
Jacob le dio una palmada en la espalda y se levantó del sofá.
—Ahora sólo tienes que asegurarte de que yo llegue a tiempo al show.
Ah, así que había una trampa.
Kellen estiró la mano hacia la parte trasera de la correa plateada del reloj.
—No necesito…
La mano de Jacob rodeó la muñeca de Kellen.
—Úsalo hasta que saques la cabeza del culo.
Kellen se rio.
—¿Así que no esperas recuperarlo pronto?
—Lo que haga falta.
Owen regresó al bus poco tiempo después. Kellen tenía un pedazo de cuerda
azul en una mano y la frotaba con los pulgares, recordando cómo había lucido
contra la pálida piel de Dawn.
—¿Así que cambiaste un brazalete por un reloj y un pedazo de cuerda?
Kellen no respondió. No quería hablar con Owen en ese momento. No quería
hablar con nadie, pero sí anhelaba la sensación de los brazos de Dawn alrededor de
él y la sensación de sus suaves senos presionando contra su pecho. La extrañaba. Su
sonrisa. Su risa. La forma en que sus ojos brillaban cuando estaba inquieta. El sonido
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de su voz. La manera en que sus dedos se movían a través de las teclas del piano.
Sobre la piel de Kellen. Ella. La extrañaba a ella.
Mierda. No se podía permitir pensar en Dawn en este momento.
Metió el pedazo de cuerda bajo el brazalete en su muñeca derecha.
Owen regresó a su compra de regalos para Caitlyn por Internet y a reír por lo bajo
ante los varios mensajes que atacaban su teléfono cada treinta segundos
aproximadamente. Jacob había desaparecido dentro del baño. Kellen se
preguntaba dónde estaban Gabe y Adam. El bus se sentía realmente vacío. Tenía
una inusual necesidad de estar rodeado de gente, y como el solitario que era, se
sentía extraño admitirlo para sí mismo.
—¿Qué hiciste con él? —preguntó Kellen en una de las pausas entre las alertas de
mensaje de texto de Owen.
—Lo enterré —dijo Owen.
—¿En algún lugar agradable?
—Sí.
Kellen asintió, agradecido de que Owen no hubiera botado el brazalete de Sara
en un basurero o lo hubiera arrojado por el inodoro. Kellen se puso de pie,
decidiendo que iría a ver al equipo montar el escenario. Algo que lo mantuviera
ocupado para que sus pensamientos no lo llevaran a su brazalete ausente o a la
continua turbulencia en su alma. O a la mujer que había calmado esa agitación al
crear la más hermosa melodía que alguna vez hubiera oído y que no había
contenido nada cuando lo sostuvo entre sus brazos.
Kellen estaba a medio camino de la puerta cuando Lindsey subió las escaleras. El
lacayo de veintidós años de la banda, Jordan, estaba justo detrás de ella, cargando
varias bolsas de comida y hablando de NASCAR. Kellen se retiró hacia la parte
trasera del bus para no tener que rozarse con ellos en su camino a través del
estrecho corredor. Lindsey tomó las bolsas de Jordan una a la vez y las colocó en la
encimera de la cocineta. Se parecía tanto a Sara que en realidad era doloroso verla,
pero el dolor no evitó que Kellen la mirara. ¿Sara hubiera lucido así de hermosa
embarazada? ¿Con su hijo creciendo en su útero? Habían hablado de tener hijos
antes de que ella enfermara. En esa época, él había dudado un poco de la
responsabilidad que un hijo implicaba, pero ella hubiera tenido un bebé, algo de ella
hubiera quedado atrás. Parte de ella, inseparablemente mezclada con una parte de
él, habría vivido.
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Kellen se asustó cuando alguien chocó contra su espalda. Jacob tomó sus
hombros desde atrás y los apretó.
—Hay algo sexy en una mujer embarazada —dijo él—. Cuando Tina estaba
embarazada de Julie, yo no podía mantener las manos apartadas de ella.
Uh… ¿Jacob deseaba a Lindsey? Raro. Especialmente desde que el bebé era de
otro hombre. Quizás. Al menos a Jacob le gustaban los niños. ¿Qué tal si el niño era
de Adam? Adam detestaba a los niños. ¿Y qué haría Gabe si resultaba que era suyo?
Un tipo podía volverse loco preguntándose esas cosas. No era de extrañar que
Lindsey hubiera insistido que era de Owen. No saber de quién es el hijo que cargas
debía ser torturador. ¿Y cómo sería dar a luz a un niño que creado de la lujuria, no
del amor?
—Ella es linda —coincidió Kellen, para que Jacob dejara de apretarle los
hombros.
—¿Sabes quién luciría condenadamente sexy embarazada? —preguntó Jacob,
todavía mirando a Lindsey como un depredador. No lo digas. No lo digas. No lo
digas—. Amanda.
Mierda, lo dijo.
—¿No crees que deberías salir con una mujer por más de una semana antes de
comenzar a tratar de preñarla? —preguntó Kellen.
Jacob lo abofeteó en la parte trasera de la cabeza.
—No voy a preñarla. Sólo creo que luciría sexy embarazada.
—No creo que debieras decirle eso.
Jacob rio.
—Probablemente tienes razón.
—Gracias, Jordan —dijo Lindsey en voz alta, interrumpiéndolo en mitad de una
descripción del auto de su piloto favorito. Había estado oyéndolo parlotear
pacientemente por varios largos minutos. Jordan era muy bueno para parlotear y
malo para reconocer las pistas que decían “cállate ahora”—. Creo que necesitan tu
ayuda afuera.
—¿En serio? —Jordan echó un vistazo hacia la puerta abierta del bus—. Iba a
ayudarte a hacer sándwiches para los muchachos.
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—Lo tengo controlado —dijo ella—. Ve ahora.
—Si necesitas algo —dijo él—. Cualquier cosa, sólo pídelo.
—Lo haré. Gracias por llevarme a la tienda.
Jordan permaneció parado ahí por otro largo minuto, pasándose una mano por
el cabello rubio oscuro, antes de finalmente darse vuelta para irse.
Lindsey lanzó un suspiro de alivio y comenzó a retirar los rollos de sándwich
recién horneados y carnes y queso de sus bolsas de víveres.
—Owen, ¿qué quieres en tu sándwich?
—¿Pastrami y centeno? —bromeó Kellen con un guiño.
—¿Luzco como si hubiera tenido sexo hoy?
—¿Huh? —dijo Lindsey, volviéndose para mirarlo.
—Nada —dijo Owen—. Pavo y cheddar está bien si tienes.
—¿Shade? —preguntó Lindsey.
—¿Qué? —contestó Jacob.
—¿Qué quieres en tu sándwich?
—No tienes que hacerme un sándwich —dijo él—. Ve a sentarte y pon los pies en
alto. Luces un poco cansada.
—Estoy bien —insistió ella—. No puedo simplemente sentarme ahí todo el día y
consumir su oxígeno. Quiero hacer algo.
—Estás gestando un bebé —dijo Jacob—. Eso es suficiente.
—Pero no lo es. No vine aquí a ser un dolor en el culo —dijo ella.
—¿No lo eres? —bromeó Owen—. Te aseguraste de intentarlo cuando llegaste.
—Sé que tuve una gran crisis anoche —dijo ella—. Lamento que ustedes tuvieran
que ver eso. Intenta viajar con un oso grizzli por chofer de un camión que insiste en
llamarte tetas dulces. Veremos qué tan racional eres después de catorce horas
pensando en que serás violada, asesinada y que serás el alimento de la carga de
cerdos en la parte de atrás de su camión.
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—Sí, no creo que me gustaría que alguien me llamara tetas dulces durante
catorce horas —dijo Owen.
Lindsey soltó una risita.
—¿Hiciste auto stop hasta aquí? —preguntó Kellen.
—Estúpido, lo sé, pero estaba desesperada. ¿Qué quieres en tu sándwich, Cuff?
A Kellen realmente no le importaba.
—¿Carne asada?
—¿Shade? —le preguntó de nuevo a Jacob.
—Sí, carne asada suena bien. Sigo pensando que deberías sentarte y dejar que
nosotros hagamos nuestros malditos sándwiches.
—No te preocupes —dijo ella—. No voy a imponerme a la fuerza en sus vidas. —
Espió a Owen por encima del hombro, pero él había regresado a sus mensajes de
texto, así que no lo notó—. Sólo necesito un poco de ayuda hasta que me pueda
acomodarme. No soy una aprovechadora.
—No deberías de pie en absoluto —insistió Jacob. Se movió para parase junto a
ella y le puso en la espalda baja—. Deberías estar descansando.
—No, yo no debería estar descansando; debería estar trabajando. Haciendo
dinero. Tengo un bebé que mantener. Mantuve apartamento tanto como pude
mientras buscaba trabajo después de que la Sra. Weston me despidió. Eso se comió
mis ahorros rápidamente, y terminé completamente quebrada. Con suerte pueda
encontrar un trabajo en Austin realmente rápido y establecer una pequeña casa
para mí y el bebé así su padre puede venir a visitarlo tanto como pueda. —Se frotó
el vientre y miró a Owen con anhelo.
Kellen no estaba seguro de si Owen la ignoraba intencionalmente o si sólo había
olvidado que él era el principal tema de la conversación de ella. Obviamente creía
que su bebé era de Owen. O quería que lo fuera. Kellen no lo quería. Quería que su
amigo tuviera niños con alguien de quien estuviera enamorado.
Además, observar a alguien que se parecía tanto a Sara estar enamorada de su
mejor amigo era completamente perturbador. Kellen le compraría a Lindsey una
casa de veinte habitaciones en Hawái si eso significaba no tener que verla
embarazada, hermosa y viva. Pero como esperaba un sándwich, bien podía
sentarse.
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Kellen se deslizó en el cubículo junto a Owen. Owen levantó la mirada para
encontrar los ojos de Kellen, su expresión una mezcla de miedo, desagrado y
desesperación. Podía fingir que esta cosa con Lindsey no lo afectaba, pero Kellen
podía ver a través del engaño. Quería sacar a Owen de este atasco, pero no sabía
cómo. Ésta no era simplemente una groupie demasiado entusiastas que podía ser
disuadida; había un bebé involucrado. Un bebé que necesitaba un padre. Cualquier
padre, incluso uno reacio, era mejor que no tener padre.
—¿Entonces, qué clase de trabajo buscarás? —le preguntó Kellen a Lindsey.
—Algo en banca —dijo ella. Puso un plato frente a Owen—. Asumiendo que
pueda obtener una recomendación decente de mi última empleadora. —Se apartó
el flequillo del rostro y lo sostuvo hacia atrás con una mano mientras miraba a la
nada—. No nos separamos exactamente en buenos términos. La llamé perra frígida.
—Gracias por el sándwich —dijo Owen en voz baja, sin mirarla.
Sí, Owen, ignora el problema. Eso arregla todo.
Mientras Lindsey estaba distraída sin conseguir la atención de Owen, Jacob tomó
su lugar en la encimera para hacer más sándwiches.
Tan pronto como Lindsey vio lo que estaba haciendo, lo tomó de un brazo y lo
empujó hacia el cubículo frente a Kellen y Owen.
—Por favor, Shade, sólo dame esto. ¿De acuerdo? Sé que no significa mucho,
pero tengo que contribuir en algo.
Owen no había tocado su comida aún y estaba escribiendo mensajes de texto
más rápido que nunca en su vida. Kellen le arrebató el teléfono.
—Tu mensaje puede hasta que termines de comer.
—Sí, Mami —dijo Owen.
Owen miró la espalda de Lindsey, palideció y luego tomó su sándwich. Tomó un
pequeño bocado, como si le preocupara que ella lo hubiera rociado con una poción
de amor. Owen realmente necesitaba hablar de esto. Kellen se sentía mal por haber
apagado su teléfono la noche anterior y por mantener los asuntos de su
conversación anterior en secreto.
—Oye, Lindsey —dijo Kellen—. ¿Podría tomar ese sándwich para llevar? Olvidé
que Owen y yo tenemos que estar en un lugar en diez minutos.
—Seguro —dijo ella, ofreciéndole a Owen una mirada de decepción.
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One Night With Sole Regret #5
—¿Dónde? —preguntó Jacob.
Kellen lo pateó por debajo de la mesa.
—Ya sabes. ¿La cosa que siempre hacemos ocho horas antes de un concierto?
—¿Masturbarse? —dijo Jacob completamente serio.
Kellen se tocó la frente con las puntas de los dedos y sacudió la cabeza con
incredulidad. Owen rio entre dientes y luego estalló en risas como si Jacob acabara
de contar el chiste más genial de todos los tiempos. Sí, Kellen definitivamente
necesitaba dejar que el hombre se ventilara. Estaba a punto de explotar.
Lindsey abrió un cajón en la pequeña área de la cocina y revolvió en el contenido.
—¿Hay alguna bolsa por aquí?
—No desde que Adam se enderezó —dijo Jacob.
Owen rio tan fuerte, que estaba en peligro de partirse en dos. Kellen salió del
cubículo y arrastró a Owen detrás de él por el frente desgarrado de su camiseta.
—No te preocupes por envolverlo —dijo Kellen, tomando el sándwich de la
mano de Lindsey—. Simplemente lo llevaré así. —Tomó una gran mordida y le
sonrió—. Gracias —dijo con la boca llena—. Estaba hambriento.
Se aseguró de que Owen llevara su sándwich antes de empujarlo por la puerta.
Kellen no estaba seguro de a dónde llevaba a Owen, pero el bus aparentemente era
el peor lugar para él en ese momento.
—¿Necesitan ir al hotel? —preguntó un hombre vestido de traje negro y corbata
tan pronto como salieron del bus.
—Sí —dijo Kellen—. Necesitamos llevar nuestras maletas a nuestras
habitaciones.
—¿Ésa es la cosa que hacemos siempre ocho horas antes de un concierto? —
preguntó Owen.
—No. Nos masturbamos ¿Recuerdas?
Owen sonrió y chasqueó los dedos.
—Oh sí. En la parte trasera de la limusina. Espero que tengas algunos pañuelos
en el asiento trasero —le dijo al conductor de la limusina, palmeándolo fuertemente
en el hombro.
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One Night With Sole Regret #5
Owen tomó un gran mordisco de su sándwich y se encaminó hacia la puerta que
escondía el compartimento de equipaje bajo el bus.
—No te preocupes —le dijo Kellen al sorprendido chofer, quien se relajó
visiblemente ante el apaciguamiento de Kellen—. Estoy seguro de que tiene su
propio suministro de pañuelos en su maleta.
—Si no es así, solo usaré tu camiseta. —Owen miró a Kellen y dio un respingo,
como si estuviese desconcertado por la falta de camiseta—. ¿Dónde está tu camisa,
hermano?
—¿Dónde crees, Súper Máquina de Esperma?
—Lo lamento. Realmente necesitamos abastecernos de más pañuelos.
Cuando el conductor estuvo ocupado buscando en el maletero de la limusina,
probablemente buscando pañuelos, Owen y Kellen realizaron su sacudida de manos
secreta de victoria. Molestar a la gente era muy divertido. Owen se había relajado
veinte niveles desde que habían dejado la compañía de Lindsey. Entonces, ¿cómo
esperaba exactamente soportar a la chica por los siguientes tres meses? ¿Y si el
bebé sí resultaba ser suyo, Soportarla para siempre?
Owen sacó el bolso de viaje de Kellen del compartimiento de equipajes de un
tirón y se la entregó mientras revolvía en busca de su propia maleta. Para cuando su
equipaje estuvo en el maletero de la limusina, el conductor estaba en pánico.
—Parece que no tengo pañuelos —dijo.
—Y yo no tengo camiseta —dijo Kellen.
—Está bien —le dijo Owen al conductor—. Simplemente usaré tu media.
Entrégala.
Kellen sabía que dejará su broma juvenil en evidencia, pero no pudo evitar reír
cuando el conductor hizo una mueca y luego se agachó para sacarse el zapato.
—¡Amigo! —dijo Owen, palmeando al chofer en el hombro—. Sólo bromeamos.
No necesitamos tus medias o un pañuelo.
Los hombros del chofer se hundieron con alivio.
—Kellen se lo traga.
Kellen aporreó sin entusiasmo a Owen y dio otro mordisco a su sándwich antes
de deslizarse a través de la puerta trasera abierta de la limusina.
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One Night With Sole Regret #5
—Eso también fue una broma. —Oyó a Owen decir afuera—. Relájate un poco,
hombre.
—Me disculpo, señor —dijo el chofer rígidamente—. Mis pasajeros regulares no
suelen bromear sobre esas cosas.
—¿Sobre qué bromean?
—Uh, en su mayoría sobre el mercado de valores, señor.
—Hmm, temo no ser tan sofisticado para bromear sobre el mercado de valores,
pero sí sé un chiste sobre un burro, tres patatas y un marinero.
—Owen, métete en el auto —dijo Kellen. Le alegraba que Owen estuviera más
tranquila ahora que estaban lejos de la presencia de Lindsey, pero aún quería tener
una conversación seria con él. Si Owen terminaba de ánimos para bromas sobre
flatulencias, no había forma de que Kellen pudiera ser capaz de tener una discusión
adulta con él. Estaría demasiado ocupado tratando de hacer reír a Kellen.
Owen entró al auto y se sentó junto a Kellen.
—Buen sándwich —dijo, y tomó otro bocado—. ¿Algo de beber en el mini bar?
Kellen abrió la pequeña nevera a su izquierda y pescó un par de cervezas.
—¿Estás cómodo? —preguntó Kellen mientras le entregaba una botella fría.
Owen se removió en su asiento.
—Sí.
—Bien. Empieza a hablar.
—¿Sobre qué?
—¿Sobre lo que sucedió anoche después de que me fuera? —Kellen abrió la tapa
a rosca de su botella y tomó un gran trago.
Owen le contó cómo Lindsey se había aparecido sin anunciarse y cómo Caitlyn se
había ido tan rápido como pudo.
—Estaba realmente molesta —dijo Owen.
—Porque le gustas y probablemente se pregunta cómo podría funcionar esto
entre ustedes ahora que tienes un bebé en camino.
—No creo que sea mío —dijo Owen.
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One Night With Sole Regret #5
—Entonces, ¿por qué te estás haciendo responsable?
—Porque nadie más lo hizo.
—¿Entonces tuviste que arriesgarte y ser el buen tipo? Owen, algunas veces
tienes que ponerte a ti mismo en primer lugar.
—Si hubieras visto la expresión en el rostro de Lindsey, habrías hecho lo mismo.
Hoy está mejor. Anoche tenía una completa crisis emocional y todos la trataban
como si fuera tóxica.
—Y hoy tú la tratas así.
Owen hizo una mueca.
—¿En serio? Intento no hacerlo. Es sólo que realmente no quiero arruinar las
cosas con Caitlyn. Debería haber ido tras ella anoche, no dejar que se alejara. Es sólo
que me sorprendió que ella lo tomara tan mal.
—¿Su esposo no tuvo una aventura con una mujer más joven?
Owen asintió.
—Sí, ¿y? ¿Qué tiene que ver con esto?
—Lindsey es más joven. Y sexy. Y muy embarazada. Quizás Caitlyn se sintió
amenazada.
—No debería. No he sido capaz de pensar en nada más que en ella en todo el día.
Y no parezco ser capaz de dejar de enviarle mensajes de texto y llamarla. Va a
pensar que soy un perdedor desesperado.
—Porque lo eres.
La respuesta de Owen fue aporrear a Kellen en el brazo.
—Entonces, ¿cómo vas a estar con Caitlyn con Lindsey en esto? —preguntó
Kellen.
—Puedo ser sólo amigo de Lindsey.
—¿Tú puedes ser sólo amigo de una mujer caliente que te desea?
—Sí.
—Owen, si realmente quieres estar con Caitlyn, necesitas alejarte lo más posible
de Lindsey. Ella está vulnerable e interesada en ti y tú eres fácil.
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One Night With Sole Regret #5
—No soy fácil.
Kellen levantó una ceja hacia él.
—De acuerdo, soy totalmente fácil. Pero no tengo que serlo.
—Entonces, ¿qué vas a hacer con Lindsey?
—Le conseguiremos un lugar para quedarse. Le ayudaremos con las cuentas
médicas y esas cosas. No es como si no pudiéramos permitírnoslo.
—¿Estamos seguros de que no está simplemente inventando todo este asunto
para poder conseguir un lugar gratis para quedarse?
—Suenas como Adam.
—Él tiene un montón de experiencia con aprovechadores. Su padre, por ejemplo.
—Entonces, ¿qué crees que deberíamos hacer con ella? No podemos
simplemente echarla a la calle. Y no hay forma de que vaya de gira con nosotros.
Kellen suspiró. Realmente no había una solución fácil para el problema.
—Podemos instalarla en algún lugar de su ciudad.
—Se lo mencioné anoche, intenté convencerla de que estaría mejor con su
familia y amigos en casa, y ella lloró por horas. Aparentemente su familia la ha
repudiado.
—Oh.
—Creo que quizás mi mamá podría cuidarla por un tiempo mientras estamos de
gira. Sabes cómo es Mamá. Ama esos pequeños casos de caridad.
Kellen sabía exactamente cómo era la mamá de Owen. Él había sido uno de sus
casos de caridad, después de todo.
—Además —continuó Owen—. Mamá ha estado fastidiando a Chad para que le
dé nietos desde que le propuso matrimonio a Josie. Quizás esto la tranquilice.
—¿Porque ya tiene un nieto en camino?
—No es mío. Estabas allí. ¿Tenía puesto un condón?
—Sí.
—Fin de la historia.
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One Night With Sole Regret #5
No necesariamente, pero Kellen supuso que no sería útil discutir sobre la posible
paternidad del bebé. Solo tenían que esperar hasta que este asunto terminara.
—Entonces, supongo que tienes todo esto resuelto. No tenías que hablarme de
esto después de todo.
—Siempre necesito hablar contigo, Kelly. Parece que no fui el único en tener una
aventura anoche. ¿Cómo te fue en la casa?
Kellen sacudió la cabeza.
—Nunca entré. Estaba en la playa, tratando de tirar el maldito brazalete que me
diste, cuando oí una melodía de piano que me sacó de la depresión en la que había
estado hundido por cinco años.
—¿Una canción? ¿Es así como conociste a Dawn? Me preguntaba cómo te habías
enganchado con ella.
—Está rentando la casa junto a la mía mientras trabaja; dijo que el mar inspiraba
sus composiciones. Toqué su puerta para poder oír la canción en la que estaba
trabajando.
—Y entonces te ocupaste con ella. —Owen lo golpeó en el muslo—. Semental.
—Fue más que eso. Hablamos y ella compartió su música conmigo y entonces…
—Kellen le guiñó el ojo a Owen—. Después me ocupe con ella.
—¿Cuándo vas a volver a verla? —preguntó Owen.
—Nunca. —Le hacía doler el corazón decirlo, pero tenía que ser así. No había una
mujer viva que mereciera conformarse con lo que quedaba de su corazón. Y alguien
como Dawn merecía a un hombre que pudiera darle la luna y las estrellas. Dedicar
cada trozo de sí mismo a su felicidad. Simplemente, él no tenía mucho que darle. Ya
se lo había dado todo a Sara.
—Eres un idiota —dijo Owen.
—¿Y tú eres el experto en relaciones?
—No niego que apesto en las relaciones —dijo Owen—. Pero al menos estoy
tratando.
La limusina se detuvo fuera del hotel. Kellen lazó su sándwich a medio comer en
el asiento y salió. Había intentado. Se había abierto a Dawn más rápido de lo que
había bajado la guardia con nadie. Incluso con Sara. Incluso con Owen. Pero
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simplemente no funcionaría. Y si se enamoraba de otra mujer y ella lo dejaba, a
propósito o por causas ajenas a ella, entonces Kellen no creía poder sobrevivir.
¿Cuánto de su corazón necesita un hombre para mantener su pulso? Estaba seguro
de que era más de lo que a él le quedaba disponible.
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One Night With Sole Regret #5
Capítulo 12 Traducción SOS por Debs y otravaga
Corregido por Simoriah
Kellen fingía mirar repeticiones de “I Love Lucy” mientras se escondía en una
habitación de hotel con la mayor parte de su banda. Adam estaba dibujando tetas
de aspecto real mientras usaba el teléfono del hotel para programar algún
libertinaje con su mujer en Nueva Orleans. Gabe estaba jugando con los
mecanismos de un invento loco que tenía a Kellen ladeando la cabeza confundido;
¿qué diablos era esa cosa? Owen jugó con su celular toda la noche para probar de
una vez por todas que era un perdedor desesperado. Jacob nunca había llegado al
hotel. Kellen sólo podía adivinar qué estaban haciendo Lindsey y él en el bus.
Probablemente escogiendo nombres de bebé.
Para cuando estuvieron en la limusina y de regreso al estadio, Kellen estaba listo
para salirse de su piel. ¿Por qué le había dicho a Owen que se deshiciera del
brazalete de Sara? Había estado bien sin él mientras Dawn estaba disponible para
distraerlo, pero ahora que estaba a solas con sus pensamientos, se encontraba de
nuevo en su lugar feo. Su lugar muy feo, oscuro y opresivo. ¿Debería llamar a Dawn?
No tenía su número. ¿Debería conducir de vuelta a Galveston después de su show
en Nueva Orleans? No, estaba seguro de que ella no quería volver a verlo. Y en su
nota para ella, él había dejado en claro que no estaba interesado.
Excepto que estaba interesado.
Y se odiaba a sí mismo por la debilidad.
—Voy a golpearte si no sales de tu depresión —dijo Owen—. Pensaba que todo
tu pesimismo era producto de tu falta de sexo, pero te acostaste ayer por la noche,
así que, ¿qué sucede?
—¿Tuviste sexo anoche? —Las cejas oscuras de Adam se dispararon hacia u línea
capilar.
—Sí, con una hermosura elegante, con clase y pelirroja —dijo Owen.
—¿Estabas allí? —preguntó Adam.
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One Night With Sole Regret #5
Owen sacudió la cabeza.
—La busqué en Google.
Kellen suspiró con exasperación.
—Te he dicho un millón de veces que mi depresión, como la llamas, tiene poco
que ver con el sexo.
—Entonces debes estar haciéndolo mal —dijo Gabe y se pasó una mano por la
fila de cabello con punta roja en el centro de su cabeza.
—Probablemente —dijo Kellen.
—Si necesitas algo de inspiración, podría engancharte con algunos aparatos
que... uh... compré —dijo Gabe.
—Él no necesita ningún aparato —dijo Owen—. No va a volver a verla.
Si Kellen no hubiese estado acostumbrado a que Owen hablara de los asuntos de
todos todo el tiempo, probablemente lo habría golpeado. Así de malhumorada
estaba.
—No hay nada malo en pasar un buen rato y desaparecer tan pronto como
puedas, —dijo Adam—. Antes de Madison, era la única manera en que lo hacía.
Kellen no se molestó en decirles que no era así. En realidad, no había querido
dejar a Dawn. Había sentido que debía hacerlo, pero sus amigos probablemente
tomarían su negación como una admisión. Preferiría no hablar de lo anoche o esta
mañana y simplemente olvidarse de todo. Como si eso fuera posible.
Pero podía fingir que las cosas estaban igual que en los últimos cinco años. Sólo
pensarían que estaba de mal humor.
En el estadio, varios guardias de seguridad los escoltaron adentro. El área detrás
del escenario estaba llena. Se suponía que la banda entretuviera a un gran grupo de
VIPs. Afortunadamente, la mayoría quería pasar el tiempo con el cantante principal,
Jacob, quien no tenía problema alguno en mantener cautivas a dos docenas de
mujeres. Los tipos en la multitud rodearon de inmediato ya fuera a Adam, el héroe
de la guitarra, o a Gabe, el hombre detrás de las pieles. Kellen estaba agradecido de
pasar relativamente desapercibido mientras se escabullía más allá de la multitud en
su camino hacia los vestuarios. Tenía los ojos fijos en el cartel que decía "Sólo
Miembros de la Banda. Ningún invitado”.
—¡Kellen! —gritó alguien desde la multitud detrás de él.
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One Night With Sole Regret #5
Se quedó inmóvil. Conocía esa voz.
—¡Espera!
Una especie de extraña psicología inversa lo hizo trotar hacia los vestuarios.
Justo antes de cruzar el umbral hacia la zona de seguridad, una mano le atrapó el
brazo.
Respiró hondo y se volvió lentamente para enfrentarla. Mejor acabar con esto.
Buscó pistas en el rostro de Dawn. ¿Qué estaba haciendo aquí? Retrocedió hacia
los vestuarios. E invitada o no, ella lo siguió dentro y cerró la puerta detrás de ella.
Dawn presionó una bola de papel arrugado contra el pecho de Kellen. Tenía los
ojos encendidos con pasión y fuego.
Era la cosa más hermosa que había visto jamás.
—¿Una carta de Querida Dawn? —le escupió ella—. Compartimos la noche más
increíble de mi vida, ¿y me dejaste con nada excepto una carta de Querida Dawn?
Él estaba sin palabras. ¿Ella no entendía que dejarla de esa manera había sido la
cosa más amable que él podría haber hecho por ella?
—Tómala de vuelta —le exigió ella, empujando el papel con más fuerza en su
pecho —. ¡Tómala de nuevo, Kellen!
Él tomó la bola de papel de su mano, disfrutando del calor de su furia,
floreciendo en su luz. Ella era su fuego. Su Dawn.
—¿Anoche no significó nada para ti?
—Significó todo para mí —dijo él. Y ahora que ella estaba aquí, en toda su
radiante gloria, él no podía negarlo. No podía negarla. No podía negárselo a sí
mismo.
—Entonces, ¿por qué te fuiste? ¿Por qué, Kellen? —Su voz se quebró, y ella bien
podría haber tomado un martillo y un cincel contra su corazón.
—Porque —dijo sin aliento—. Porque nunca tendré suficiente para dar. Nunca
seré suficiente. Mereces algo más que yo, Dawn. Algo mejor que yo. Te mereces a
alguien que pueda amarte con todo lo que es, fue o será. Y yo... yo ya le di eso a
alguien más.
—No te corresponde decidir eso, Kellen Jamison —dijo ella, con los ojos
peligrosamente entrecerrados.
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One Night With Sole Regret #5
Él luchó contra el impulso de arrastrarla a sus brazos y besarla hasta hacerla
callar.
—A quién merezco me corresponde decidirlo a mí, no a ti. Yo digo que eres
suficiente para mí, eres más que suficiente, así que eres tú. Si no sientes nada por
mí, eso es diferente; te dejaré ir si quieres irte. Pero si sí sientes algo y la única razón
por la que te vas es por mi bien, no lo toleraré. ¿Entiendes? Alejarte de mí no me
ahorra la pena, Kellen. La causa.
Él apartó la mirada, queriendo creer que podrían estar juntos o al menos darle un
esfuerzo hercúleo, pero sabía en su corazón que no podría hacerla feliz. Y más que
nada, quería que ella fuese feliz. Jamás quería apagar su luz o extinguir su fuego. No
podía soportar la idea de hacerle eso.
Las puntas de los dedos de ella se presionaron sobre su palpitante corazón, y él
quería apartar su mano de un empujón, quería darle la espalda, quería huir, pero sus
malditas piernas habían olvidado cómo moverse.
—Mírame a los ojos, Kellen, y dime que no quieres estar conmigo, y me iré.
Él se obligó a mirar sus fenomenales ojos color avellana y abrió la boca para
decirle que se largara por su maldito bien, pero su lengua estaba en total
desacuerdo con su sentido común.
—Nada me haría más feliz que estar contigo, Dawn O'Reilly.
Los ojos de ella se iluminaron con esperanza.
—¿Nada?
Era una pregunta capciosa, y él se tomó un momento para considerarla. ¿Había
algo o alguien, vivo o muerto, que lo hiciera más feliz que cuando estaba en los
brazos de esta mujer? La respuesta era sorprendentemente fácil. No tenía que
comparar su tiempo con Dawn con nada en su pasado, sólo tenía que permitirse
disfrutarla en el aquí y el ahora. Eso era lo que era importante. No había nada malo
en amar para siempre a Sara, siempre y cuando hiciera un poco de espacio para
alguien nuevo en su corazón. Con el tiempo, ese pequeño espacio podría tener
capacidad para más, hasta que pudiera dejar que Dawn fuese su todo. Pero por
ahora, al menos tenían un lugar para comenzar. Las nubes de la condena emocional
de Kellen se dispersaron ante el resplandor de Dawn, sus defensas se derrumbaron,
y él le sonrió. Realmente sonrió. Tan ampliamente que el rostro le dolió.
—Nada —dijo con toda sinceridad.
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One Night With Sole Regret #5
—Bien —dijo ella—. Porque no estoy por encima de atarte a la cama hasta que
entres en razón, Kellen Jamison.
Señor, cómo admiraba el fuego en ella.
Él se echó a reír, y no se sintió forzado. Se sintió bien.
—Podría enseñarte una cosa o dos sobre atar a una persona a tu cama —
bromeó.
—No quiero a una persona atada a mi cama —dijo ella, acercándose, de modo
que sólo unos centímetros separaban sus cuerpos—. Sólo a ti. Y preferiría no tener
que recurrir a tener que atarte. Te prefiero libre.
Él también prefería eso. Incluso si resultaba ser un proceso muy lento el liberarlo
de las ataduras que lo sujetaban al pasado, estaba listo para ser desatado.
Kellen envolvió a Dawn con los brazos y la atrajo contra él, reclamando su boca
en un lento y profundo beso. Una parte de él todavía batallaba con el hecho de
hallar intimidad con una mujer que no fuese Sara. Otra parte de él gritaba que besar
a Dawn O'Reilly, adorarla, era incorrecto. Pero la mejor parte de él le decía a esas
otras dos partes que se fueran a la mierda.
Cuando se separaron, él tomó su hermoso rostro con ambas manos y se quedó
mirándola fijamente. Estaba tan feliz de que ella hubiese tenido el coraje de luchar
por esto porque él había necesitado ese pequeño empujón para ayudarlo a ver lo
que estaba justo frente a él.
—Digamos, Estrella de Rock —preguntó ella—. ¿Qué vas a hacer después del
espectáculo?
—Con suerte sólo una cosa.
—¿Qué cosa?
—A ti.
Ella asintió.
—Sí, podría optar por eso. ¿Y qué vas a hacer mañana?
—Ir a Nueva Orleans.
—¿Planeas huir de mí otra vez?
—No. Pensaba que quizás te gustaría venir conmigo.
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One Night With Sole Regret #5
Ella sonrió y besó sus labios suavemente.
—Sí, podría optar por eso también, Kellen.
—Puedes llamarme Kelly.
Ella inclinó la cabeza y miró directamente a su alma, la cual siempre parecía
calentarse bajo su atención.
—Sí, luces como un Kelly.
Bien, porque se sentía como uno.
FIN
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One Night With Sole Regret #5
Sobre la autora
Combinando su amor por la ficción romántica y
el rock ‘n roll, Olivia Cunning escribe romance
erótico centrado en músicos de rock. Criada con
música de hard rock desde la cuna, fue a su primero
concierto de Styx a los seis años y se enamoró
instantáneamente de la música en vivo. Se la
conoce por viajar miles de kilómetros sólo para ver
a su banda favorita en concierto. De adolescente,
descubrió su segundo amor, la ficción romántica ―
primero leyendo vorazmente apasionadas novelas
románticas y luego escribiendo las propias.
Recientemente vendió su pala de nieve y se mudó
de Nebraska a Galveston, Texas. Puedes
encontrarla en la playa con los pies en la orilla, escribiendo sobre traviesas estrellas
de rock.
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One Night With Sole Regret #5
Tell Me (More Than) One Night with Sole
Regret #6
Él había planeado el fin de semana perfecto
para ella…
Gabriel “Force” Banner ha sido incapaz de
sacarse a cierta sexy contadora de la cabeza. El
creativo baterista de Sole Regret ha creado
grandes planes para mantener entretenida a la
dulce Melanie todo el fin de semana.
Desafortunadamente, Melanie llega a su cita
con un poco de equipaje extra que bien podría
arruinar su diversión.
Ella no quería dificultar las cosas…
Melanie no culparía a Gabe si la dejara en el
aeropuerto con su equipaje, pero él está
decidido a hacer que su limitado tiempo juntos funcione. Cuando dejan atrás la
agitación de Nueva Orleans y la escena del rock and roll para visitar su sereno oasis
en las afueras de Austin, Texas, su romántico fin de semana parece regresar a lo
planeado. Pero la vida tiene una manera de interferir en los peores momentos
posibles.
¿Pueden aprender cómo apoyarse mutuamente frente a la adversidad o la
realidad destruirá la floreciente relación antes de que siquiera levante vuelo?
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One Night With Sole Regret #5
STAFF Moderadora
Simoriah
Traducción martinafab
akanet
nanami27
flochi
lililamour
Kasycrazy
soñadora
vanehz
Brendy Eris
Simoriah
otravaga
esti
LizC
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Corrección ☽♏єl
La BoHeMiK
Angeles Rangel
Simoriah
curitiba
Recopilación y revisión Simoriah
Diseño Simoriah
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One Night With Sole Regret #5
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