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Everbound Everneath #1 Brodi Ashton

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Contenido Contenido ............................................................................................................ 2

Sinopsis ............................................................................................................... 4

Mapa del Everneath ............................................................................................. 5

Epígrafe ............................................................................................................... 7

Prólogo ................................................................................................................ 8

Capítulo 1 ............................................................................................................. 9

Capítulo 2 ........................................................................................................... 23

Capítulo 3 ........................................................................................................... 35

Capítulo 4 .......................................................................................................... 46

Capítulo 5 ........................................................................................................... 52

Capítulo 6 .......................................................................................................... 62

Capítulo 7 .......................................................................................................... 79

Capítulo 8 .......................................................................................................... 88

Capítulo 9 .......................................................................................................... 94

Capítulo 10 ........................................................................................................ 100

Capítulo 11 ......................................................................................................... 112

Capítulo 12 ......................................................................................................... 119

Capítulo 13 ........................................................................................................ 134

Capítulo 14 ........................................................................................................ 145

Capítulo 15 ......................................................................................................... 153

Capítulo 16 ........................................................................................................ 166


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Capítulo 17 ........................................................................................................ 175

Capítulo 18 ........................................................................................................ 188

Capítulo 19 ........................................................................................................ 192

Capítulo 20 ....................................................................................................... 199

Capítulo 21 ........................................................................................................ 206

Capítulo 22 ........................................................................................................ 221

Capítulo 23 ......................................................................................................... 231

Capítulo 24 ....................................................................................................... 242

Capítulo 25 ........................................................................................................ 258

Capítulo 26 ....................................................................................................... 273

Capítulo 27........................................................................................................ 290

Capítulo 28 ....................................................................................................... 299

Capítulo 29 ........................................................................................................ 312

Capítulo 30 ....................................................................................................... 319

Capítulo 31 ........................................................................................................ 332

Capítulo 32 ........................................................................................................ 342

Capítulo 33 ......................................................................................................... 351

Capítulo 34 ....................................................................................................... 359

Próximo Libro ....................................................................................................371

Acerca de la Autora .......................................................................................... 372

Créditos ............................................................................................................ 374


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Sinopsis Traducido por: ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ

Corregido por: Xhessii

ikki Beckett solo pudo ver como su novio, Jack, se sacrificó para

salvarla, tomando su lugar en los túneles de Everneath por toda

la eternidad, una deuda que debería haber sido suya. Está

viviendo una vida prestada, y no sabe qué hacer con la culpa. Y cada noche,

Jack aparece en sus sueños, perdido, confundido y consumiéndose.

Desesperada por respuestas, Nikki vuelve a Cole, el chico inmortal

malo que quiere hacerla su reina, y la única persona menos propensa a

ayudar. Pero su corazón ha sido tocado por todo lo relacionado con Nikki, y

él está de acuerdo en ayudarla en la única forma que puede: llevándola al

propio Everneath.

Nikki y Cole descenderán al Everneath, solo para descubrir que su

viaje será más difícil de lo que habían previsto, y más mortal. Pero Nikki se

compromete a no detenerse ante nada para salvar a Jack, incluso si eso

significa hacer un sacrificio increíble de su cuenta.

En esta secuela fascinante de Everneath, Brodi Ashton prueba los

lazos del destino y explora las longitudes a las que llegamos por aquellos

que amamos.

N


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Mapa del

Everneath


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Epígrafe Traducido por: ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ


Bajando al abismo es como recuperamos los tesoros de la vida.

Cuando tropiezas, ahí está el tesoro.

—Joseph Campbell.


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Prólogo Traducido por: ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ


os antiguos griegos lo llamaban inframundo o Hades. Los antiguos

egipcios lo llamaron Aaru o Duat. Ambos creían que era un lugar

para las almas de los muertos.

Ambos estaban equivocados.

Aquellos que saben la verdad lo llaman el Everneath, y no es una vida

después de la muerte. Es un lugar para los Sempiternos y los Desposeídos.

Los Sempiternos son inmortales quienes han sobrevivido por

alimentarse de las emociones humanas.

Los Desposeídos son humanos atrapados en los Túneles del Everneath,

siendo drenados de toda energía para proveer al Everneath de poder. El

único escape de los Túneles es la muerte. Jack, el chico que me trajo del

infierno, el chico porque el cual Retorné, el chico al que amo, está en los

Túneles. Él es un Desposeído.

Sé la verdad. Sé que debí haber sido yo.

L


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Capítulo 1 Traducido por: ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ


eo a Jack todos los días. En mis sueños.

Está a mi lado. En mundos paralelos, la Superficie para mí,

los Túneles del Everneath para él, que coinciden en este

punto, y solo por un momento. En mi habitación, mientras

yo sueño.

Su cabello todavía se ondea en perfectas curvas por sus oídos. Esta

noche, la barra de acero que perfora su ceja brilla en la luz de la luna a

través de mi ventana. Parece como si pudiera levantar mi dedo y tocarlo.

Pero tengo que recordarme que realmente no brilla, porque la barra es

una copia débil del objeto real. Al igual que Jack.

Está comenzando a olvidar pequeñas cosas. Cosas que él nunca antes

hubiese olvidado.

—¿De qué hablamos cuando estoy aquí? —pregunta.

V


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—De todo un poco —le digo.

—¿Cómo qué?

—Siempre me dices que me extrañas.

Pone su mano sobre la mía, y la traspasa. Ha olvidado que es un fantasma

para mí. O quizás yo soy el fantasma.

—Eso es obvio. ¿Qué más?

—Hablas acerca del momento en que Jules te dijo que tú me gustabas.

—¿Y?

Mis palabras fluyen mientras los recuerdos envuelven mi corazón como una

manta.

—Hablas sobre la cabaña de tu tío. El Baile de Navidad. Cómo mi cabello

esconde mis ojos. Cómo mi mano encaja con la tuya. Cuánto me amas. Cómo no te

irás nunca.

—Y, ¿qué me dices?

—Te digo que lo siento. Y, te pregunto cómo se supone que haré esto. —Mi

voz vacila—. ¿Cómo voy a hacer esto, Jack?

—¿Hacer qué?

—Vivir esta vida prestada. Sin ti. Sabiendo que estás allí por mí.

Él está en silencio. Los primeros rayos de sol se asoman y la mañana se cierne

sobre nosotros, siempre demasiado rápido, no puedo dejar de revolverme en mis

sueños.

Me observa. Sabe que estoy a punto de despertarme.

—¿Cómo decimos adiós? —Trato de no mostrar el dolor que me produce esa

palabra, o la rabia hacia el Everneath por existir principalmente, o mi resentimiento

con Cole por llevarme al Vínculo hace solo un año atrás. Pero más que nada, tengo

que ocultar cuán furiosa estoy conmigo misma. A Jack no le gusta verme molesta.


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Cuando hablo, me aseguro que mi voz esté calmada.

—Decimos, nos vemos mañana.

—Nos vemos mañana, Becks. —Apretó sus ojos, cómo si no pudiera resistir

el verme desaparecer.

Pongo mi mano encima de la de él, tomando aire.

Estoy preocupada por el olvido. La mayoría de las noches está lúcido; sus

pensamientos son claros. Pero luego tiene noches malas, como esta; y me pregunta si

eventualmente me olvidará, y que no me visitará más en mis sueños.

Si eso pasa, ¿podré mantenerlo vivo?

El sol sale, abro mis ojos, y Jack se va. Mi cama está vacía, y solo me queda

mi culpa como compañía. Abrazo mi almohada fuertemente y me pregunto cuánto

tiempo podré sobrevivir con esta grieta en mi corazón. Quizás crecerá más hasta

consumirme.

Si lo hace, ¿podré a encontrar a Jack en la próxima vida?

En la Actualidad…

La Superficie. Mi cuarto.

El titular dice: LOS MUERTOS INVADEN AUSTIN.

Pongo los ojos en blanco. Eso lo hace sonar como el principio de un

apocalipsis zombie y no lo que realmente fue, un concierto dado por los

Elvis Muertos en Austin, Texas.

Un par de meses atrás, un reportero de los Rolling Stone los bautizó

como “los próximos Muertos Complacientes”. Desde allí, el apodo de LOS

MUERTOS se había quedado. Quería golpear a ese reportero.


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Pero, últimamente, quería golpear a todo el mundo.

Imprimí el artículo, corte el titular y lo llevé a mi escritorio.

Probablemente la mayoría de las personas mantendrían esto en su

computadora, pero cuando se trataba de mi búsqueda de Cole, y del resto de

Los Elvis Muertos, me gustaban las pistas tangibles.

El mapa que podría extender. Los titulares que podía plegar y

replegar. Si mantenía las manos ocupadas, mantenía mi mente ocupada, y si

mantenía mi mente ocupada, era casi posible mantener los recuerdos de mis

últimos sueños de Jack escondidos.

Casi.

¿A quién engañaba? La mayoría de las mañanas me sentía como si

tuviera que pegar de nuevo las piezas que me conformaban solo para

comenzar el día. Porque lo que Jack había hecho por mí, cuando saltó a los

Túneles y tomó mi lugar en el infierno, había quebrado mi alma.

Robé una mirada a la estantería encima del escritorio, donde muchas

fotos de Jack y yo descansaban, y había una nota con las palabras Siempre

Tuyo escritas en la letra irregular de Jack.

El fantasma de su presencia estaba en todos lados, en el mazo de

cartas expuestas sobre la mesa, la colcha de mi cama, el libro que me prestó

años atrás, pero era especialmente fuerte en esta estantería. No sabía

cuántas veces había tratado de sacar las fotos de allí, y ponerlas en un cajón

o debajo de la cama, fuera de la vista. Pero no podía.

Fui a alcanzar una en la esquina que mostraba la mitad de mi cara y

toda la de Jack. Era una de esas fotos auto-tomadas. Jack había vuelto la

cámara hacia nosotros en la cima del Alpine Slide, pero todo lo que podía

verse era nuestra cara y el borrón de hojas en el fondo.

El recuerdo me apretó como una prensa alrededor de mi corazón, y

justo cuando mis dedos tocaron el marco alejé mi mano de un tirón,

enviando la imagen volando de la estantería. El vidrio en el marco se hizo

añicos en el piso de madera. El ruido que hizo fue más que cristales rotos.


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Era el sonido de viejas heridas reabiertas, y se hizo eco de lo más profundo

de mí. Puse mis manos sobre mi cabeza y la apreté. A veces era la única

manera de evitar que las piezas en el interior se separen.

Eran pensamientos como este que me hacían darme cuenta que

ninguna cantidad de ejercicios de visualización de la doctora Hill, la

terapeuta asignada por mi papá, podría ayudarme.

Escuché en sonido de pasos en el pasillo, y contuve mi respiración.

Tal vez mi padre había escuchado el vidrio rompiéndose. Espero por el

toque de la puerta, pero nada vino. Corriendo mis dedos por el cabello, trato

de enderezar mi escritorio y centrarme en el mapa. No podía dejarle ver a

mi papá cuán rota estaba. No solo rota por la repentina desaparición del

chico que amo. Sino del tipo en que sabía que yo era la única culpable.

Mi papá ya había pasado por demasiado.

El cajón del medio de mi escritorio era largo y plano, perfecto para el

mapa de los Estados Unidos. Le quité la tapa a mi bolígrafo rojo y pongo un

pequeño punto encima de Austin, luego añado una pila de titulares cerca del

mapa.

LOS ELVIS MUERTOS DICEN “GRACIAS” A LOS FANS DE CHICAGO CON

CONCIERTO SORPRESA.

LOS ELVIS MUERTOS DAN CONCIERTO GRATIS EN LA CIUDAD DE NUEVA YORK.

PRÓXIMA PARADA DEL IMPROVISADO TOUR MISTERIOSO: LOS MUERTOS EN

DURHAM.

BUSCANDO A LOS MUERTOS: EL VLOG.

También estaba buscando a Los Muertos, pero no porque era una fan.

Cole Stockton, su guitarrista líder, había desaparecido tres semanas atrás

sin una pista, llevándose mi única oportunidad de ir al Everneath.

Mi única oportunidad de encontrar a Jack.

Cerré mis ojos.


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Quédate conmigo, Becks. Sueña conmigo. Soy tuyo por siempre.

Dos meses atrás Jack me dijo esas palabras antes de que los Túneles

del Everneath se lo tragaran. El problema era, como regresarlo.

No es solo que no cualquiera puede ir al Everneath. En todas las

búsquedas que he hecho durante los dos meses pasados, nunca he

encontrado a un humano que haya logrado ir al Everneath sin la ayuda de

un Sempiterno. Nadie había ido, y regresado, solo.

Así que todo se reducía a Cole. Él y su banda eran los únicos

Sempiternos que conocía. Cole me había visitado una vez, después de un

mes de esa terrible noche. Estaba parado en frente del patio de mi casa, su

arrogancia se había ido. Quería que me convirtiera en inmortal como él.

Tengo noventa y nueve años antes de que tenga que Vincularme de

nuevo, había dicho. ¿Qué te hace pensar que me rendiré?

Había parecido tan petulante. Puse mi mano en su pecho.

Si sientes algo, por favor déjame sola, había dicho yo.

No pensé que lo haría, pero lo hizo. Desapareció. Mi única conexión

con el Everneath se había ido. Ahora me arrepiento de haberle dicho que se

fuera.

Escribí la fecha al lado de Austin, Texas.

Corrí el dedo hacia el este, leí las paradas de la gira anterior: Houston,

29/Mayo; Nueva Orleans, 27/Mayo; Tampa, 24/Mayo.

Los Elvis Muertos iban hacia el oeste. Por un tiempo, había tratado de

adivinar en qué ciudad iban a terminar, preparaba mis maletas e iba. Pero

mi papá no podía soportar la desaparición repentina de su hija tantas veces,

y yo ya estaba en suficiente terapia.

Además, los viajes espontáneos nunca ayudaban a mi búsqueda,

porque siempre adivinaba mal. Era una búsqueda inútil. Por mucho que yo

creía que conocía a Cole, era mala para anticipar sus movimientos.


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Corrí mi dedo al oeste de Austin, hacia las ciudades posibles para su

siguiente parada sorpresa.

¿Fort Worth? ¿Albuquerque? ¿Phoenix? Me incliné hacia el norte del

camino hasta que mi dedo se posó en mi ciudad natal. ¿Puedo permitirme

esperar que Los Elvises Muertos vuelvan a City Park? ¿Que finalmente

llegaría mi oportunidad de agarrar un mechón de cabello de Cole e ir al

Everneath?

Me recosté en mi silla y miré todos los puntos rojos. Desde lejos,

formaban una C hacia atrás, comenzando en Chicago y girando hacia el

este curvándose en el sur y ahora en dirección oeste. Sí. Podía esperar que

viniera a casa, a Park City.

Si había algo en lo que había cambiado en los últimos meses, era en

esto: Siempre tuve esperanza. Pero la verdad era, que hasta que encontrara a

Cole, o algo de su cabello, estaba atascada en la Superficie. Había visto en

un sacrificio humano tragarse un mechón de cabello de un Sempiterno vez.

Una mujer, con prendas que no se ajustaban, con una cara que había visto

mucho del mundo, se había sentado en la parte trasera de la Tienda de Paso,

en el lugar que era el punto débil entre la Superficie y el Everneath. Bones

Maxwell, el segundo guitarrista de Los Elvises Muertos, le había dado una

pastilla.

Ella se la tragó y se deslizó al suelo.

En ese momento, la escena me puso enferma. Pero lo haría ahora si

eso significa conseguir a Jack.

No es que tenía un plan para lo que haría si llegara al Everneath. Cole

una vez me dijo que no sabría por dónde empezar a buscar por los Túneles

que mantenían cautivo a Jack. Que tal vez los reguladores de la energía, las

Sombras, me encontraran primero. Ellas eran las encargadas de maximizar

la energía robada a los seres humanos para alimentar el Everneath. Ellas

eran las que tomaban a los seres humanos en los Túneles. Hace dos meses

estaba huyendo de ellas, pero tal vez ahora las Sombras me encontrarían y


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me llevarían a los Túneles, y tal vez entonces podría encontrar una manera

de llegar a Jack…

Pero, estaba adelantándome, pensando en todas las cosas que no

conocía. Tenía que concentrarme en lo único que sabía, y eso era el hecho

de que no podía salvar a Jack sin llegar al Everneath, y para ello necesitaba

Cole.

O al menos un pedazo de su ADN.

Porque mientras estuviera atascada en la Superficie, Jack estaría

atascado en los Túneles. Hasta que los Túneles drenaran hasta su última

gota de energía.

Hasta que él muriera.

Mi mano voló hacia mi estómago, peleando contra el repentino dolor

que siempre me golpeaba cuando pensaba en Jack muriendo. Miré los

pedazos de vidrio en el piso. Nunca serían un todo otra vez.

¿Era yo así de irreparable?

Sacudiendo la cabeza, cerré mis ojos y la recosté sobre la silla,

imaginándome ver a Cole de nuevo. Sus ojos oscuros. Sus pómulos que

parecían como si hubieran sido cincelados por un escultor hace miles de

años atrás. Tenía el cabello rubio, siempre corría salvaje alrededor de su

cara.

Si pudiera acercarme lo suficiente, podría arrancar uno de esos

cabellos.

Era todo en lo que podía pensar. Especialmente considerando la tarea

que tenía delante de mí. Abrí mis ojos y cogí la cesta de tejer al lado de mi

escritorio. Este iba a hacer uno de esos días en que sería capaz de comenzar

y terminar un suéter entero que evitara que mi mente se fuera a lugares

oscuros. Mientras completaba la primera fila de puntos y un bucle del hilo

rojo alrededor de la punta de la aguja, los nudos en el patrón se apretaban y


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los nudos de mi estómago se aflojaban. El tejido de punto era la

supervivencia.

Un aroma penetrante me hizo congelar.

Tocino.

Algo estaba mal. ¿Tocino cocinándose?

Quizás nadie más hubiese estado alarmado por esto, pero no había

olido tocino en nuestra casa por casi dos años.

Desde que mi mamá murió.

Aplané los titulares y cerré el cajón del mapa. Por lo que yo sabía, mi

papá no sabía sobre el cajón, y nunca lo haría.

Cuando abrí la puerta de mi habitación, el olor a tocino estuvo

acompañado por el estruendo de cacerolas procedentes de la cocina. No

sabía si era por el olor y los sonidos, pero un repentino recuerdo pasó por mi

cerebro: mi mamá y yo sentadas en el desayuno de la mañana del domingo.

Me encantaba el tocino.

A veces, el olor y la promesa de tocino era el único incentivo eficaz

para mí para que hiciera mis tareas. Antes de morir, mi madre había usado

la táctica varias veces. Pero nadie más en mi familia le gustaba mucho

tocino, por lo que no pude averiguar quién lo estaría cocinando.

Me vestí rápidamente y seguí el olor del tocino a la cocina, donde mi

papá estaba inclinado en la estufa, con una espátula en la mano. Su cabello

recién peinado lucia más gris de lo usual en la luz de la mañana que salía

por la ventana. Su cara todavía tenía huecos en las mejillas, como lo había

sido durante unos meses ahora.

—¿Cuál es la ocasión? —pregunté.

—La mañana, el sol. —Infundió su voz con exuberancia—. No hay

motivo. Solo pensé que ha pasado un tiempo desde que tuvimos un

desayuno adecuado. Todavía amas el tocino, ¿verdad?


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Estaba tan… alegre.

—Sí —le dije con cautela.

—¡Excelente! —Sacó un plato de la encimera de granito y la llenó de

huevos revueltos y por lo menos la mitad de un cerdo en tocino—. Hay jugo

en la mesa.

—Bien. Mmm… gracias.

Me senté al lado de Tommy, mi hermano de diez años, quien estaba

comenzando con la pila de huevos. Alzó su tenedor y me dio una sonrisa

tonta.

—¡El desayuno es genial!

Bien, tal vez, quizás ha pasado más tiempo de cuando habíamos

hecho esto.

—Sí, así es.

Miré a mi plato de proteínas y resistí la urgencia de vomitar. Tal vez

comer tocino no era como montar en bicicleta. Mi estómago estaba

protestando con solo verlo.

Mi padre apagó la estufa y trajo su propio plato a la mesa.

—Esto es genial, ¿no? —dijo.

—¡Es increíble! —dijo Tommy.

Suprimí una sonrisa. Es como si no hubiésemos comido nunca antes.

—Estuviste despierta hasta tarde —dijo mi papa. Probablemente notó

la luz de mi cuarto—. ¿No podías dormir?

—Estaba leyendo. —Más como estudiando. Cada mito al que le podía

echar mano.

Mi padre alzó su maletín sobre la mesa.

—Eso me recuerda algo. Tengo algo para ti.


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Entrecerré mis ojos al tocino sospechosamente, pensando que lucía

más como un soborno.

—¿Qué es?

Me lo entregó. La portada se titulaba El Libro de los Mitos Griegos de los

D’Aulaires. No podía estar más sorprendida si me hubiese regalado un

unicornio. Pasé por las primeras páginas. Hablaban de la historia de Gaia

La Tierra, quien se había enamorado del Cielo. Acompañando la historia

había una serie de hermosos dibujos.

—Bien, papá. ¿Qué está pasando?

Desvió los ojos.

—Nada. ¿No puede un papá darle un regalo a su hija?

—Sí. Pero no cuando ese libro es un libro acerca de “mitología” y has

tratado de curar a tu hija de su “insana obsesión”. —Curvé mis dedos a las

palabras “de mitología”. Él no sabía que mi obsesión era realmente una

desesperada búsqueda por encontrar una historia que podría tener la llave

para salvar a Jack. Que realmente había un Inframundo, una vez regido por

Perséfone. Que los mitos eran reales. Para él, solo lucía como otra bandera

roja para que un terapista investigara.

—Nunca usé la palabra insana.

Alcé el libro para ponerle de frente el libro.

—Papá, ¿qué está pasando? —pregunté. Su sonrisa se detuvo—. Pensé

que si te daba esto, quizás harías algo por mí.

Lo vi sospechosamente.

—¿Qué?

Parecía avergonzado.

—Tal vez podrías pasar el día leyendo en lugar de hacer otras… cosas.

Y allí estaba. La verdadera razón para el tocino. Y el libro.


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Puse el libro en la mesa y se lo deslicé hacia él.

—Voy a ir la graduación.

Los restos de su ligereza desapareció, y su expresión cambió a una

mirada de dolor.

—¿Por qué? No es tu graduación. ¿Por qué te estás haciendo esto? La

doctora Hill está muy preocupada.

—No me importa lo que piense la doctora Hill —solté. Mi papá

frunció el ceño. Odiaba que no pudiera hablarle sin molestarlo más. Bajé mi

voz—. Voy a la ceremonia de graduación donde él debería estar.

—Pero Jack no está aquí. —Me encogí ante la mención de su nombre.

—Lo sé…

—Y que vayas a la graduación no va a traerlo de vuelta.

—¡Lo sé! —dije más rudamente que lo había intentado.

El silencio cayó entre nosotros. El único sonido que venía él era del

Tommy y el tenedor hurgando su plato. Estaba acostumbrado a esta

discusión.

—Me sentiría mejor si al menos hablaras de J… él con la doctora Hill.

Sabes que sería confidencial.

La confidencialidad no era de lo que estaba preocupada. Estaba más

preocupada acerca de la frágil coraza que había construido alrededor de mi

corazón en estos dos meses. Me había tomado todo ese tiempo solo para

encontrar la manera en que funcionara. Pararme sin caerme. Respirar sin

concentración. Hablar sin llorar. Si comenzaba a sacar esos sentimientos,

nunca pararía, la coraza rota destruiría todo alrededor de mí, y volvería a

donde estaba.

La doctora Hill no podía ayudarme a enfrentar la realidad, porque mi

realidad era irreal para los humanos. Mi papá siempre decía que la


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honestidad era la mejor política; pero cuando me imaginaba diciéndole a la

doctora Hill la verdad, era casi cómico.

—Entonces, Nikki, ¿qué de verdad estás pensando? —decía ella.

—Verá, doctora Hill, hay un Sempiterno llamado Cole, un inmortal, quien

se alimenta de las emociones humanas. Él se Vinculó conmigo en el Inframundo por

cien años, y cuando sobreviví al Vínculo sin envejecer, se convenció que estaba

destinada a ser su próxima reina. Luego, cuando Retorné a la Superficie, donde

tenía seis meses para estar con mi familia y hacer las paces con mi ex novio, Jack,

antes de que los Túneles del Everneath vinieran por mí.

»Y, oh sí, doctora Hill, Jack y yo tratamos de matar a Cole rompiendo su

guitarra, pero eso no funcionó, así que Jack saltó hacia los Túneles, tomando mi

lugar en el infierno, y ahora está siendo drenado de todo, como una batería, hasta

que se desgaste y muera.

»Lo siento, doctora Hill. ¿Cuál era la pregunta?

Sería llevada por los hombres de bata blanca.

Pero la verdad era, yo no pertenecía aquí, en esta cocina, en esta

cama, en mi carro.

Respirando aire.

Libre.

No pertenecía a esta vida en la Superficie. La vida que debería ser la

de él. Iba a la ceremonia, y ni un montón de libros de mitología me hubiese

convencido de lo contrario. Jack había tomado mi lugar en el Infierno. Lo

menos que podía hacer era tomar su lugar en la Tierra.

Mis ojos comenzaron a arder, y traté de alejar las lágrimas. Empujé el

libro hacia mi papá.

—Voy a ir.


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Bookzinga

Me vio con cuidado, luego puso sus brazos alrededor de mí. Mi papá

no era usualmente alguien que abraza, y no duró mucho; pero eso me dijo

como debía lucir mi rostro.

—Lo sé —dijo, corriendo su mano por mi cabello, echando a perder la

perfecta línea del peine—. ¿Vas a estar bien?

Sonreí a medias. Jack se había ido. No creía que iba a estar bien otra

vez.

—Voy a estar bien.


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Capítulo 2 Traducido por: carmen170796


En la Actualidad…

La Superficie. Día de la Graduación.

ientras conducía a la escuela, las nubes de una de las primeras

tormentas de verano daban vueltas a las montañas, barriendo

con todo, dejando solo un claro cielo azul a su paso. Deseaba

que el viento pudiese hacerle lo mismo a mi alma: borrar todas las cosas que

había hecho hasta que quedara limpia, no más recuerdos, no más culpa.

Sin embargo, la mayoría de las cosas horribles, eran solo efectos

colaterales de una estúpida decisión: irme con Cole al Vínculo. Él me había

llevado al Everneath y se había alimentado de mis emociones por cien años.

Revivía esa decisión cien veces al día, modificando los factores que me

habían guiado para ver si podía cambiar mentalmente el resultado. Y, ¿si

mamá no hubiera muerto por un conductor borracho un año atrás? Su

muerte me había cambiado. Y, ¿si el conductor del carro no hubiera sido

absuelto? No sabía que podía estar tan enojada hasta después del veredicto.

Y, ¿si me hubiera quedado en casa en lugar de conducir al campamento de

fútbol de Jack? Y, ¿si no hubiera visto a Lacey Greene saliendo de su cuarto,

M


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Bookzinga

en unos shorts tan pequeños que apenas eran visibles? Y, ¿si me hubiera

quedado y dejado que Jack me lo explicara en lugar de salir huyendo del

estacionamiento e ir directo hacia Cole? Sacudí mi cabeza. Esa era la

decisión de la que más estaba avergonzada. Jack nunca había hecho nada

para arriesgar mi confianza en él. Habían sido mis propias estúpidas

inseguridades las que me habían llevado a dudar de su carácter. Si me

hubiera quedado…

Si sólo me hubiera quedado…

Pero no lo había hecho. Había ido de frente hacia la ayuda de Cole.

Le había rogado que se llevara mi dolor y él lo hizo. Cole me drenó de mis

emociones. Fui su Desposeída. Por cien años, él se alimentó de mi energía,

dejándome como una sombra de mi antiguo ser. Las luces del freno me

trajeron de vuelta al presente, y tomé la última vuelta hacia la escuela.

Media hora antes de que empezara la ceremonia, el estacionamiento ya

estaba casi lleno, pero encontré un lugar al final de la fila más lejana, apagué

el motor, y me senté en silencio por un momento.

A pesar de lo que le había dicho a mi papá, todavía no estaba segura

sobre mi decisión de estar aquí. Habría más que unas pocas personas en la

audiencia que me culpaban por la desaparición de Jack… aun cuando nadie

sabía que había pasado esa noche realmente. Era un hecho innegable que yo

había sido la última en ver al héroe del fútbol de Park City. No podía ir a

ningún lado en esta ciudad sin sentir el desprecio interior dirigido hacia mí.

Afortunadamente, había recuperado todas mis emociones, y ya no

podía sentir las de otras personas, como había podido hacerlo cuando había

Retornado por primera vez a la Superficie. Imaginaba que el desprecio

habría sabido más amargo y habría picado mientras bajaba por mi garganta.

Pero me lo merecía, porque era verdad. Había sido la última en ver a

Jack la noche que los Túneles vinieron por mí, y él me había empujado y

tomado mi lugar. Había sido la última en tocar su mano mientras la marca

en mi brazo… la Sombra Negra dentro de mí que guiaba a los Túneles

directamente hacia mí, había saltado de mi piel a la de Jack. Había sido la

última en gritar su nombre. Había sido la última en dejar de llorar por Jack.


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Bookzinga

La verdad era que, nunca paré. No tenía control sobre las lágrimas.

Caían incluso ahora mientras estaba sentada en mi carro, limpiándolas

inútilmente. Caían aun cuando estaba segura de que ya no quedaba más

humedad en mí. Manchaban mi almohada cada noche y me saludaban en el

espejo cada mañana. Cuando había Retornado por primera vez del Vínculo,

había estado tan drenada que me preguntaba si alguna vez podría volver a

sentir algo.

Ahora se sentía como si estuviera hecho de pedazos de vidrio y

lágrimas, y nada más. Agarré dos pañuelos de una caja que tenía en mi

carro, vaciándola. Haciéndolos una bola en cada mano, puse los pañuelos

contra mis ojos. Últimamente, había empezado a combatir mis lágrimas

como lo haría con cualquier otra herida sangrante en mi cuerpo. Aplica

presión hasta que el sangrado pare. A pesar de las lágrimas, sabía que

eventualmente saldría del carro. Estaría en la ceremonia, como había visto

las pruebas de fútbol desde las bancas y los partidos de fútbol de Park City

desde el estacionamiento. No podía evitar ir a los lugares donde Jack

debería haber estado. Pero tal vez mi papá tenía razón. ¿Qué diferencia

hacía si iba o no? No es como si Jack lo fuera a saber. Me sentía como una

hipócrita. Apoyé mi cabeza en el volante y cerré mis ojos. Tal vez debía

irme.

Un golpe en mi ventana me hizo saltar. Levanté mi cabeza para

encontrar la cara de Will mirándome. Sonreí. Había visto al hermano

mayor de Jack unas veces desde la noche que habíamos tratado de matar a

Cole. Los ojos de Will estaban claros. Si había algo bueno que había

resultado de todo este desastre, era que Will había dejado de beber al

momento que los Túneles se llevaron a Jack. Tal vez, al igual que yo,

necesitaba sentir el dolor (no adormecerlo) para estar más cerca a su

hermano.

Bajé la ventana.

―Hola, Becks ―dijo con una sonrisa amable. Él apoyó sus brazos

sobre la puerta del carro―. Pensé que te encontraría aquí. No estabas

cambiando de opinión, ¿verdad?


26

Bookzinga

Sacudí mi cabeza. Era difícil cuando Will era lindo conmigo, porque

me sentía más culpable con él. Dos meses atrás él había visto como los

Túneles del Everneath vinieron por mí, y se llevaron a su hermano. ¿Cómo

podía mirarme sin pensar que se habían llevado a la persona equivocada?

―Solo me estaba mentalizando ―dije.

Él abrió la puerta.

―Vamos. Nos sentaremos juntos. ―Él ladeó su cabeza, solo lo

suficiente para dejar que un rayo de luz me cegara, y en ese momento, con

su perfil contra la luz, Will lucía como Jack. Tanto que contuve la

respiración y tuve que detenerme antes de estirarme para tocar su cara. El

momento pasó.

Caminos uno al lado del otro, en silencio a través de las primeras filas

de carros, nuestros pies crujiendo contra la grava. El sol brillaba

especialmente fuerte. Mientras pisaba la acera que conducía al campo de

fútbol, Will estiró su brazo en frente de mí y me jaló para atrás.

―¿Qué pasa? ―pregunté. Seguí su mirada para ver a la señora

Caputo (la mamá de Jack y Will) a unas cuantas yardas de nosotros―. Oh.

Will se encogió de hombros y me dio una mirada culpable.

―Lo siento, Becks.

―No, está bien. ―Forcé una sonrisa―. Por supuesto que me culpa.

Las mejillas de Will se sonrojaron, y sacudió su cabeza.

―No es que te culpe. Solo que no sabe nada sobre lo que pasó,

excepto que fuiste la última en verlo. Si no hubiera sido por la nota de

Jack…

La nota de Jack. Su mamá encontró la nota el día siguiente a la

desaparición de Jack. En ella, Jack había dicho que estaba escapando. Él les

rogaba que no lo buscaran. No había sabido de la nota hasta que él se había

ido.


27

Bookzinga

―¿Tú… tú crees que él sabía que iba a hacer? ―Mi voz se rompió al

final, y respiré profundo―. Quiero decir, ¿cómo pudo haberlo sabido?

¿Cómo…?

Pero él sí sabía. La nota lo probaba.

Will puso sus brazos alrededor de mí y me sostuvo fuerte mientras

me concentraba en no causar una escena.

―Estaba tan sorprendido como tú. Él nunca dijo nada sobre tomar tu

lugar. Si de algo sirve, pensé que estaba planeando ir contigo.

―Es mi culpa.

―No digas eso. Jack sabía lo que estaba haciendo. Además, si él

todavía estuviese aquí y te hubiera perdido de nuevo… no habría nada de

vida en él. ―Los labios de Will se levantaron en una triste sonrisa―.

Confía en mí, lo he visto. Hay un montón de depresión, piercings, mala

poesía, tatuajes. No es bonito.

Sonreí y pensé en el tatuaje en el brazo de Jack. Decía Siempre

Tuyo en antiguos símbolos sánscritos. Las mismas palabras que me había

dirigido después de nuestro primer baile. Sus últimas palabras antes de que

los Túneles se lo llevaran.

—Nada podría haberlo hecho cambiar de opinión ―dijo Will.

No respondí, pero sabía que Will estaba equivocado. Yo era la razón

por la cual le estaban succionando la vida a Jack. Alguna parte de Will tenía

que creer eso también, aun cuando él nunca lo diría. Temblé a pesar del

calor del sol. Él me sostuvo en silencio por un momento más hasta que mi

respiración se había vuelto normal y su mamá se había alejado lo suficiente.

Empezamos a caminar de nuevo.

Will rompió el silencio primero.

―Han pasado dos meses. ¿Crees que todavía esté vivo?


28

Bookzinga

―Sé que lo está. ―Eso era verdad. Le había hablado a Will sobre mis

sueños innumerables veces, pero podía entender cuán difícil era de creer. O

tal vez era reconfortante escucharme decirlo una y otra vez.

―Dime cómo lo sabes ―dijo él.

Sonreí.

―Él me había dicho que los símbolos en su tatuaje eran de una

lengua sánscrita antigua. Lo busqué, y era verdad. ¿Cómo pudo haber

sabido mi subconsciente que buscara en sánscrito antiguo?

Él asintió.

Agarré su brazo.

―Voy a ir por él. Sabes eso, ¿verdad?

Will sacudió su cabeza y sonrío débilmente.

―¿Cómo, Becks?

Dudé en decirle sobre mi mapa de observación de Los Elvis Muertos

y mi teoría de que se estaban acercando a Park City. No quería hacerle

ilusiones, pero luego pensé en nuestra historia. Para algunos de nosotros no

había algo como ilusionarnos demasiado. No era posible

―La banda de Cole estuvo en Austin anoche ―dije―. Él se está

acercando. Creo que está volviendo.

La cara de Will cambió tan ligeramente, que casi no me di cuenta.

Pero ahí estaba. En las diminutas arrugas alrededor de sus ojos, en el

microscópico tirón de su boca. Esperanza. No la esperanza de arena de

alguien que no había pasado por lo que nosotros habíamos pasado. La

esperanza de Will era como la mía.

Un diminuto grano.

Un grano de arena atravesando nuestros cuerpos, dejando rastros de

ella de modos que solo el otro podía ver. Agarré su brazo.


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Bookzinga

—Y si Cole vuelve, todo lo que necesito es una pequeña parte de él.

Una hebra de cabello. Una… no lo sé… uña. Todo lo que pueda tragar en la

Tienda de Paso.

Estábamos en las bancas ahora, los graduados y sus familias en filas

más allá de nosotros, pero Will se detuvo.

―Si Cole vuelve ―dijo―, voy a matarlo.

Resoplé a pesar de la seriedad de la situación.

―No puedes matarlo.

―¿Por qué no? Sabemos dónde está su corazón ahora. Puedo romper

su púa.

―Pero si lo haces, perdemos nuestra mejor oportunidad de volver al

Everneath. ―Él se quedó en silencio por un momento mientras consideraba

esto―. Además ―agregué―, ni siquiera estamos seguros de qué pasaría si

rompemos su púa.

Era verdad. Solo habíamos estaba actuando en base a una teoría sobre

romper el corazón de Cole. Otra Desposeída, llamada Meredith, me había

dado un brazalete antiguo con símbolos egipcios en él. Ella estaba

convencida que llevaba a la clave para matar a un Sempiterno, pero los

Túneles la habían capturado antes de que pudiera averiguarlo. Jack y yo le

habíamos mostrado una foto del brazalete a un profesor de antropología

llamado el doctor Spears; después de que había examinado los símbolos, él

había especulado que romper el corazón destruiría al Sempiterno, porque

los Sempiternos como Cole no tenían verdaderos corazones en sus pechos.

Sus corazones habían sido transformados en objetos que podían llevar con

ellos. Pasaba al instante que se convertían en inmortales. El vacío en su

pecho simbolizaba su vínculo irrompible con el Everneath, y también

significaba que no podían sobrevivir en la Superficie a menos que les

robaran sus emociones a los humanos. Hubo un momento en el que pensé

que había descubierto que el corazón de Cole estaba en su guitarra y que

destrozarla lo habría matado. O al menos hacerlo mortal. Pero el corazón de


30

Bookzinga

Cole en realidad estaba en su púa, y los Túneles vinieron por mí de todas

formas. Todavía era una hipótesis. No sabíamos que pasaría realmente

porque nunca llegamos tan lejos.

―Un chico no puede vivir sin su corazón ―dijo Will, pero podía

decir que estaba reconsiderando el inmediato deceso de Cole.

―Vamos. ―Tiré de la manga de su camina―. No podemos

perdernos esto.

Pero él no se movió.

―Becks.

―¿Qué?

―Quiero que sepas, aquí y ahora, que si no podemos traer de vuelta a

Jack… no podrás evitar que mate a Cole. Ya sea que tenga que romper su

corazón o hacerlo pedazos.

Exhalé.

―Si llegamos a ese punto, serás tú quien no podrá pararme.

No sabía si podría matar a Cole físicamente. Romper la púa de su

guitarra era una cosa, ¿pero hacer algo más violento? Como…. ¿Apuñalarlo?

¿Estrangularlo? Esa era otra cosa totalmente diferente.

Así y todo, ¿no era asesinar lo mismo? No lo sabía. Pero tuve

bastante tiempo para considerarlo porque los oradores de la graduación

fueron aburridos. Jennifer Carpenter habló sobre como el futuro era de ellos

para conquistarlo, y Dione Warnick (sí, ese era su verdadero nombre) dio

un discurso resonante que tenía que ver con el tamaño de los zapatos de los

estudiantes y su huella de carbono en la tierra. Ella incluso tenía medios

audiovisuales, un par de botas de esquí de su abuelo.

El director habló al final. Él se refirió a “amar a los que ya no están con

nosotros”. Todas las miradas se movieron al asiento vacío entre Farah Cann

y and Noni Chatworth, donde Jack debería haber estado sentado.


31

Bookzinga

Unas cuantas personas miraron en mi dirección, lo cual significaba

que no había entrado tan furtivamente como había pensado. Las miradas

que decían: Fuiste la última en verlo. Debes saber dónde está.

El presentador de la graduación llegó a la C y dijo el nombre de Jack;

y a pesar del número de veces que me había imaginado este momento, y

aunque me había preparado para ello, escuchar su nombre se sintió como un

golpe en mi corazón, amenazando el dique que había construido ahí.

En el silencio que siguió, una mujer en la parte delantera se paró y

caminó hacia el podio. La mamá de Jack. Me hundí un poco más en mi silla,

tratando de no pensar en el número de veces que ella me había interrogado

desde su desaparición. Mi historia nunca cambiaba. No sabía a donde había

ido o cuando volvería.

La señora Caputo subió los escalones al escenario y tomó el diploma,

sacudiendo la mano del director. Ella se alejó y limpió bajo sus ojos, y la

audiencia aplaudió. Dispersos jugadores de fútbol en la multitud saltaron de

sus asientos y pronto se convirtió en una ovación de pie. Estaba abrumada

por el flujo de amor por Jack e inmovilizada por la culpa en mi pecho. Me

quedé en mi asiento, con la cabeza agachada.

El resto de la ceremonia fue un borrón, en parte a la fresca humedad

en mis ojos. Una serie de abrazos. Gorros lanzados al aire. Anuarios

firmados. Vi todo desde las sombras de los viejos arboles de sicomoro en la

parte de atrás del campo. Will se había ido a un lado, su brazo alrededor de

su madre llorando. Los observé por bastante tiempo, hasta que vi algo por el

rabillo de mi ojo. El sol destellando sobre un cabello largo y rubio y

brillando en mis ojos.

Jules.

Mi mejor amiga. Antigua mejor amiga. ¿Todavía era mi mejor

amiga?

Ella estaba hablando con Dan Gregson, el presidente el comité del

anuario. Como yo, Jules no se graduaría hasta el próximo año, así que me

preguntaba por qué estaba aquí. Tal vez era por Jack. Después de todo, ella


32

Bookzinga

también había sido amiga de Jack. Cuando me fui el año pasado, ella se

volvió su mejor amiga. Tal vez incluso más que amigos.

Observé su cara. Sus mejillas no eran tan redondas como hace dos

meses atrás. Ella le estaba sonriendo a Dan, pero la sonrisa no llegaba a otra

parte de su cara. Estaba tan concentrada en la cara de Dan que no vi a la

mamá de Jack acercándose. La escuché antes de verla.

―¡Tienes el descaro de venir aquí!

Me volteé para encontrar a la señora Caputo caminando hacia mí,

seguida de Will, cuya expresión parecía decir: Traté de detenerla. Su mano

temblaba a su lado, como si quisiera abofetearme pero no se atreviese.

―Evitas mis llamadas telefónicas, tu padre no me deja acercarme a su

propiedad, ¿y después apareces aquí?

¿Evitar sus llamadas? ¿Mi papá no la dejaba acercarse a nuestra

propiedad? No tenía idea de lo que estaba hablando. Todo lo que sabía era

que había desistido las últimas semanas. Pensé que se había dado por

vencida.

―¿Qué estás haciendo aquí? ―demandó. Ella estaba encima de mí

ahora, y retrocedí un paso.

―Yo… yo solo quería…

―¿Qué querías? ¿Seguir con esta… farsa que has estado vendiendo?

―¿Qué farsa?

―Donde actúas como si no tuvieras idea de donde está mi hijo

cuando bien sabes que es mentira.

Will puso una mano sobre su hombro.

―Mamá…

Ella se lo sacudió.


33

Bookzinga

―Ella pretendió ser su amiga, pretendió amar a Jack, y ni siquiera

responderá una pregunta sobre a donde fue. ―Ella le estaba hablando a

Will pero me estaba fulminando con la mirada. El tono de su voz bajó pero

todavía resonaba con enojo―. No sabes nada sobre el amor.

Sus palabras me lastimaron.

―Lo siento, señora Caputo. No sabía que estaba tratando de

contactarme…

―Suficiente con tu acto de inocencia ―dijo ella―. Ya ni siquiera

puedo soportar mirarte…

Ella se dio la vuelta y se alejó. No fue hasta ese momento que me di

cuenta que teníamos audiencia. Varias personas se habían acercado,

obviamente curiosas acerca del griterío. Ahora que ella y Will se habían

ido, estaba sola, el centro de una docena de miradas acusadoras.

Me puse mis lentes de sol para esconder mis ojos y partí hacia el

estacionamiento. No era un acto. Realmente no sabía que había estado

tratando de hablar conmigo. ¿Mi papá estaba actuando de mediador? Si era

así, parte de mí quería agradecerle, pero la otra estaba enojada de que no me

dijera sobre ello.

El auto de la señora Caputo dio vuelta en la esquina, y me escondí

detrás de un árbol. Por supuesto que podía entender su enojo. La única cosa

que le impedía matarme tenía que ser la nota de Jack. Ella nunca podría

saber cuán culpable era de la desaparición de Jack, pero silenciosamente le

hice la misma promesa que a Will.

Encontraré a su hijo. Tan pronto como encuentre a Cole.

Al momento que pensé las palabras, una extraña sensación se apoderó

de mí. Era perturbador, como un jalón en mi espalda. Casi una advertencia.

Me moví más lejos detrás del árbol mientras el auto de la señora

Caputo pasaba y de repente, desde detrás de mí, dos manos me agarraron de

los hombros.


34

Bookzinga

Salté. Me di la vuelta.

Me encontré mirando dos ojos oscuros. Y después traté de ahogar un

grito que era mitad pánico y mitad emoción.

―Hola, Nik ―dijo Cole.


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Bookzinga



En la Actualidad…

La Superficie. Preparatoria Park City.

ole. En frente de mí. No importa cuántas veces me hubiese

imaginado este momento, no me preparó lo suficiente. Olvidé cómo

debía sentirme. No era un alivio que mi mejor oportunidad de traer

a Jack de vuelta estaba aquí ahora, aunque es lo que debía sentir.

En vez de eso, mis emociones eran mucho más básicas. El odio y la

ira. Mientras Jack estaba muriendo, era fácil para mí odiar.

Un grupo de adultos de togas y birretes divagan por allí, en voz alta

felicitando unos a otros, por lo que Cole me lleva detrás de un bosquecillo

de árboles, hasta que estábamos separados de forma segura de cualquier otra

persona.

Cole tomó un paso más cerca. Sus ojos oscuros buscaron mi cara.

—Luces bien.

Bajé mis manos, las cuales estaban cubriendo mi boca.

C


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Bookzinga

—Desapareciste.

Sus labios se fruncieron.

—Sí, bueno, me parecía lo único apropiado considerando que trataste

de matarme. Sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que te dé ese

impulso de nuevo.

Nos quedamos en silencio. Él parecía tan ajeno a la conmoción de la

graduación que estaba ocurriendo como yo. No había cambiado desde la

primera vez lo vi, en el club de Harry O’s durante el Sundance Film Festival.

Acaba de perder a mi madre, y a diferencia de todo el mundo, Cole no había

tratado de hacerme olvidar el dolor. En vez de eso, me había dado espacio

para sentir hasta la última gota.

Ahora sé que probablemente se estaba alimentando de cada gota de él.

Hoy estaba usando su uniforme regular de jeans negros, camisa

negra, chaqueta negra. Sus ojos todavía eran oscuros. Su cabello todavía era

rubio. Su cabello. Su cabello. Mi boleto al Everneath, justo en frente de mí.

Miré su cara, pero todo lo que podía pensar era acerca de la última vez que

lo había visto, y como prometió que nunca se rendiría tratando de

convertirme en una Sempiterna y tomar el trono, juntos.

Mi cabeza estaba dando vueltas.

—¿Nik? ¿Estás bien?

Traté de dar un paso para apartarme, pero era más como una

sacudida, y Cole extendió una mano para estabilizarme.

Sacudí mi brazo para liberarlo.

—No me toques.

Tiró de su mano, con la palma hacia afuera.

—Bien. —Alzó su ceja en interrogación, lo cual me dio ganas de

sacarle los ojos. Cómo si el pudiera cuestionarse por qué estoy tan molesta.


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Bookzinga

—¿Sabes por lo que he pasado? —dije—. Perdí… —Quería

decir Jack, pero de algún modo se sentía mal decir su nombre en frente de

Cole. En realidad, ya no lo decía. Y, ¿por qué estaba hablando de esto? ¿No

se supone que debía estar preguntándole a Cole cómo llegar a los Túneles?

Pero ahora que estaba aquí, de repente necesitaba que entendiera mi dolor.

Que lo sintiera. Porque él lucía tan bien, como si no hubiese pasado por

nada, y sabía cómo lucía yo.

Rota.

—Sí —dijo Cole.

—¿Sí qué?

Frunció el ceño e inclinó su cabeza hacia mí.

—Sí, sé por lo que has pasado. Sé lo que es perder.

Negué con la cabeza y miré en la distancia.

—Quizás no me creas, pero es así —dijo, con voz calmada.

Lo afronté.

—¿Por qué volviste?

—Tenemos negocios sin concluir.

—¿Tu o tu banda?

Dio una sonrisa débil.

—Ambos. Tal vez. En realidad, aprendí algunas cosas en mis viajes.

Cosas que quizás te puedan interesar.

—¿Cómo qué?

—Como la manera de sobrevivir al Vínculo.

Todo mi cuerpo se tensó.

—¿A qué te refieres?


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Bookzinga

—Me refiero a que sé que Jack te salvó, a través de tu amor por ti

mientras estabas en el Vínculo.

Mi cara se puso en blanco. Si Cole sabía que Jack era mi ancla, ¿sabía

también que ahora estaba manteniendo a Jack con vida? No quería que el

supiera mi conexión con Jack, o cualquier otra cosa que pudiera usar contra

nosotros.

Cole estudió mi cara.

—Puedo ver que esta no es una nueva información. Ya sabías como

sobreviviste, ¿no es así? Lo has sabido todo este tiempo.

—No todo este tiempo. —No hasta que Meredith hizo la conexión

para mí—. Una amiga me ayudó a descubrir sobre las anclas.

—Sí, bueno, no podía parar allí. Necesitaba saber más, pero no podía

pensar acerca de un precedente mitológico que fuera con la teoría del ancla.

Su frente se arrugó como si estuviera trabajando en un problema de

matemáticas.

—Lo cual es extraño, considerando cuanto de nuestra historia real

está escondida en los mitos. Fue frustrante hasta que algunos amigos me

señalaron la fuente más obvia.

—¿La cuál es?

—Morfeo. El Dios de los sueños. —Dejó colgando el nombre en el

aire un momento antes de continuar—. ¿Recuerdas cómo te dije que los

mortales están constantemente cambiando energía? ¿Cómo una sonrisa

podía ser infecciosa? ¿Cómo el mal humor podía ser regado? Bueno, es lo

mismo en los sueños. El soñador puede proveer energía a… —Movió la mano

como para encontrar la palabra correcta.

—¿El soñado? —ofrecí.

Él arqueó una ceja.


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Bookzinga

—El tema del sueño. Pasa todo el tiempo. Los griegos simplemente

crearon un dios que encarnara la conexión entre el soñador y... el soñado.

—Morfeo.

—Sí. Es incluso una conexión más fuerte cuando un mortal está en el

Everneath, porque el Everneath está lleno de emociones y por lo tanto es

más cercano a un estado de sueño que cualquier cosa en la Superficie.

—Creo que así es como Jack te ha mantenido joven durante el

Vínculo —dijo triunfante. Cuando no respondí inmediatamente, añadió un

exasperado—. Ta-dá.

—Así que me mantuvo viva a través de sus sueños.

Asintió.

Esperé a que siguiera, pero se quedó callado.

—Estoy feliz que encontraste respuestas, ¿pero cuál es el punto?

—Pues bien, en la remota posibilidad de que no se resuelven entre

nosotros dos…

No pude evitar resoplar, y me dio una mirada falsa de ofendido.

—¿Puedo continuar? Si no funcionamos, tendré que encontrar otro

Desposeído en noventa y nueve años más o menos. Y me gustaría

encontrar a uno que tenga la misma unión en la Superficie. Por supuesto,

sería infinitamente más difícil de convencer a un Desposeído quien todavía

está unido a alguien a que venga conmigo al Everneath.

Entrecerré los ojos.

—Sin embargo, puedes ser muy persuasivo.

—Algo. —Él me dio una sonrisa maliciosa, y mi mente se fue

rápidamente a la manera tan fácil en como él me había persuadido a

renunciar a todo.

Me apresuré a cambiar de tema.


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Bookzinga

—Entonces, ¿por qué me estás diciendo esto?

—¿Por qué, Nik? —El parecía elegir sus palabras deliberadamente—.

¿No puedes descubrir por qué? Sé que ahora es tu turno de mantener a Jack

con vida.

Podía sentir mis ojos ampliarse, y él sonrió, satisfecho de que

finalmente tenía toda mi atención.

—¿Cómo sabes tú que todavía está vivo? —dije.

—Porque todavía sigues de pie. —Inclinó su cabeza en una especie de

reconocimiento—. Has estado soñando con él, ¿no es así?

Me removí incómoda.

—No es asunto tuyo.

—Sí, pero… — Él tiró de la manga de su chaqueta—. Este estado de

limbo en el que tú y Jack se encuentran, no puede continuar

indefinidamente. Y sabrás cuando se ha acabado. Porque... —vaciló.

—Porque no estará ya en mis sueños.

—¿Ha pasado eso ya? —preguntó.

—No —dije, mis manos convertidas en puños—. Todavía está vivo.

—Pero no por mucho. Y cuando eso pase, quizás reconsiderarás. Estar

conmigo. —Cambió de postura y miró hacia otro lado.

Mi boca estaba abierta por un momento.

—¿Estás diciendo: “Oye, cuando el amor de tu vida muera, dame una

oportunidad”?

Frunció el ceño, y su voz se volvió suave.

—A Jack puedes darlo por ausente. —Comencé a protestar, pero el

avanzó hacia mí y tomó mi mano. Sus ojos parecían tristes, como si le dolía


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Bookzinga

decir lo que estaba diciendo—. Ese dolor que sientes, va a empeorar. Y sabes

que solo hay una manera de escapar de él.

—La muerte.

—No. La vida. Vida eterna. Conmigo.

Cerré mis ojos.

Cole tenía una manera de aparecer en mis momentos más

desesperados con la salida fácil.

—No soy una mala persona, Nik. Me cambiaste.

—¿Cómo? —pregunté, escéptica.

—Me enseñaste que las relaciones son sacrificios que valen la pena.

Solía pensar que eran fugaces, pero ahora comprendo. —Él tomó una

respiración profunda—. Me hiciste una mejor persona. Quiero decir, un

mejor inmortal —dijo la última parte con un guiño.

No creí lo que estaba diciendo, pero decidí usarlo.

—Si eres un mejor inmortal ahora, entonces ayúdame.

Alzó una ceja.

—¿Con qué?

—Necesito ir a los Túneles.

Se congeló por un momento, luego me dio una sonrisa sarcástica.

—Me matas.

—Él sigue vivo. Tengo que encontrarlo.

Frunció el ceño, toda evidencia de diversión fuera.

—No seas estúpida.

—Puedo ir a los Túneles. Le dijiste a esa mujer que tomó la pastilla en

la Tienda de Paso que sería llevada allí.


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Bookzinga

—Sí, por las Sombras. Y no la estaban tomando como parte de un

tour por el Everneath. La estaban llevando para enterrarla viva y drenarla

completamente. —Habló como si estuviera regañando a un niño.

—Pero al menos llegó hasta allí. —Podía escuchar la desesperación en

mi voz. Esto lo detuvo. Me miró como si hubiese perdido la cabeza—.

Ayúdame.

Tomó mis hombros, clavando sus dedos.

—Jack está más allá de poder ayudarlo. A Jack puedes considerarlo

muerto. Y si vas allí, tú también lo estarás.

—Pero al menos habré tratado —dije tercamente—. Porque no puedo

pasar toda vida, mucho menos la eternidad que quieres, así.

Me acercó más, nuestras caras a pulgadas de distancia, sentí una

familiar electricidad entre nosotros, esa atracción inconfundible de uno al

otro. La sensación de que pertenecíamos el uno al otro, una extremidad a

otra. Piel a piel. El resultado de pasar un siglo entrelazados. Mis piernas

tocaron las de él, mi cadera estaba en contra de la suya, y al contacto, mi

cuerpo exhaló un suspiro de alivio, como si fuera todo una vez más. Esa

sensación de estar completa con Cole llegó a mi cerebro también. De

repente era difícil pensar.

Sus ojos oscuros me perforaron.

—Si vas a los Túneles, eso no sería tratar. Eso sería rendirte. Entregar

tu vida. La que Jack salvó.

Sus palabras se desvanecieron, porque cuando estaba cerca de sus

labios, no podía dejar de alimentar mi capa superior de emoción, que era mi

culpa. Solo por respirar él podía hacerme sentir mejor.

Pero él sabía lo que yo estaba haciendo, y me soltó, dando un paso

atrás. La mirada en su cara me dijo que estaba sorprendido que dejara que se

alimentara de mí.


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Bookzinga

—Nunca te ayudaré a llegar a los Túneles. —Miró a lo lejos y parecía

deliberar por un momento. Cuando se dio la vuelta, sus hombros se

ajustaron y su mandíbula estaba tensa, como si acabara de decidir su

próximo movimiento, y no era lo que él había esperado.

—No puedo quedarme aquí. Esto es un error.

—¿Qué?

Suspiró y sacudió la cabeza.

—Me voy. Te veré de nuevo cuando haya terminado.

Se refería a cuando Jack estuviera muerto.

—¡Espera! —No podía desaparecer de mí de nuevo—. ¿Dónde

estarás?

Él hizo una pausa y miró por encima de su hombro.

—Dejaré la ciudad mañana. Iré a algún lugar donde pueda estar solo

por un rato.

¿Solo? Eso significa que ni siquiera seré capaz de rastrear a la banda,

no es que yo hubiese tenido éxito en eso.

—Pero acabas de llegar. —Mi voz sonaba frenética.

Se encogió de hombros.

—Vine solo. Les dije a los chicos que necesitaba un descanso. Pero

obviamente no estás en el estado de ánimo correcto para hablar. Será más

fácil si voy a un lugar y espero así no tendré que ver tu cara cuando todo se

desmorone con Jack. Lo creas o no, no puedo verte pasar por ello.

Si desaparece ahora, perdería a Jack. No tenía idea donde estaba el

resto de la banda, y no conocía a ningún otro Sempiterno.

—¡Espera!


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Bookzinga

Él comenzó a alejarse. Mi oportunidad de salvar a Jack estaba

alejándose.

—Cole, ¡espera! —No se detuvo.

Así que hice la única cosa de la que tenía control.

Corrí hacia él, y cuando lo alcancé, tomé un puñado de cabello de la

parte de atrás de su cabeza, y lo jalé.

—¡Auch! ¿Qué demonios, Nik?

Luego corrí.

La lluvia golpeaba mi parabrisas mientras atravesaba la calle hacia la

Tienda de Paso…

No había nada en mi espejo retrovisor.

¿Tenía Cole alguna idea de lo que estaba haciendo?

Incluso si lo hiciera, ¿le importaba?

Pensé en la última vez que había tenido el cabello de Cole en la

Tienda de Paso. ¿Cómo había estado tan cerca de tragarlo y dejar que el

suelo de la tienda me tragara a mí? Si hubiera tenido el valor para hacerlo,

entonces, Jack estaría aquí. Vivo.

No había sido suficientemente valiente.

Pero hoy tenía algo que no había tenido en ese entonces. Ahora, la

vida de Jack estaba en la línea, y no tenía nada que perder. Cuando Retorné

a la Superficie, había gastado mucho tiempo pensando que no había nada

que pudiera hacer para escapar de mi destino. Esperé demasiado para actuar.

No cometería el mismo error de nuevo.

No dejé que los pensamientos sobre mi papá y hermano me

convencieran de lo contrario; y antes de que lo supiera, pasé a Ezra, el cajero

de la Tienda de Paso, en mi camino hacia la parte de atrás de la tienda, el

mismo rincón donde, meses atrás, había visto a una cansada mujer dar su


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Bookzinga

vida y elegir la lenta decadencia de los túneles. El lugar exacto donde la

pared entre la Superficie y el Everneath estaba en su parte más delgada.

Y antes de que pudiera pensar en su defecto, coloqué el cabello de

Cole en mi lengua y tragué. Fuertemente.

Mientras el piso se volvía líquido y me cubrió en una delgada película

clara, escuché gritos. Probablemente de Ezra. Sonó como si estuviera

gritando a través del agua.

Era muy tarde. Estaba yendo al Everneath.


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Bookzinga

Capítulo 4 Traducido por: carmen170796


En la Actualidad…

El Everneath

a única manera de describir la siguiente sensación era como estar

atrapada en una lavadora. En el ciclo de centrifugado. La

sensación de caer y nunca tocar el suelo. Sin luz. Lancé mis brazos

al aire, tratando de encontrar algo de balance, pero no había nada a lo que

me pudiera agarrar y tampoco pararme. Empecé a pensar que esto era el

Everneath, y pasaría el resto de mis días agitándome y girando, cuando de

repente todo paró y aterricé en algún lado sólido. Parpadeé mientras

jadeaba. No debí haber esperado que el Everneath fuese igual de oscuro que

las cavernas del Vínculo. Cole siempre me había dicho que la mayor parte

del Everneath era un lugar de luz, pero no estaba esperando el

extraordinario brillo del lugar en el que había aterrizado. Pero no era

verdadera luz; era más como una película que había sido sobrexpuesta. Al

principio no podía ver debido al brillo.

Pensé en llamar a Jack, pero había mucha actividad borrosa pasando

frente a mí, me asustaba llamar la atención hacia mí antes de que supiera

L


47

Bookzinga

que estaba pasando. Antes de que mis ojos tuvieran la oportunidad de

ajustarse, un fuerte ruido resonó en mis oídos. Como cientos de personas

gritando. Mi corazón saltó a mi garganta, e instintivamente me alejé del

ruido hasta que golpeé algo sólido. Parpadeé. Y mientras la imagen frente a

mí se enfocaba, entré en pánico. Estaba en las afueras de lo que parecía la

plaza de una ciudad llena de tantas personas que ni siquiera podía empezar

a adivinar cuantas habían. ¿Cientos? Al menos. Estaban hombro con

hombro, empujándose unas a otras. Pero no podía ver bien dado que estaba

a un extremo, de lo que presumía era la parte trasera porque cada persona

me estaba dando la espalda y miraban hacia el otro extremo.

El objeto con el que había tropezado era una pared pequeña y ancha

que recorría el perímetro de la plaza, separándola de los altos y antiguos

edificios que la rodeaban. Varias personas estaban paradas sobre la pared,

tomando ventaja de los tres pies de alto extras que les daba así podían ver

mejor. ¿Pero qué estaban mirando? Vi un lugar en la pared y trepé. El

hombre a mi lado me dio una rápida ojeada y después se volteó hacia lo que

sea que todos estaban mirando. Otra ola de ovaciones sonó justo mientras

recuperaba mi balance y me enderezaba para ver mejor. La escena me quitó

el aliento. Mi inicial cálculo había estado lejos. Había miles de personas, por

lo menos. Pero no, no eran personas. Sempiternos. Mujeres y hombres.

Me di cuenta que nunca había visto a una Sempiterna mujer, pero

aproximadamente la mitad de la audiencia estaba hecha de ellas. Sombras

negras subían y bajaban y serpenteaban a través de la multitud, y me tomó

un momento darme cuenta que no eran sombras normales, porque no podía

ver la fuente de luz. No había ningún sol que hiciera sombras. Las sombras

eran Sombras.

Mi instinto inicial era saltar detrás de la pared y esconderme. La

primera vez que había visto las sombras fue en el Vínculo, cuando se

habían envuelto alrededor de Cole y de mí, encerrándonos por cien años. La

última vez que había visto una Sombra, fue dentro de mi brazo,

funcionando como un dispositivo de guiado para que los Túneles me

encontraran. Pero vine aquí para encontrar los Túneles y rescatar a Jack.


48

Bookzinga

No podía perder el tiempo escondiéndome. Solo tenía que resolver

donde empezar, y ahora mismo nadie parecía a punto de apartar su atención

de lo que sea que estaban haciendo para darme la hora. Sin moverme, le

eché una mirada al lado opuesto de la plaza, siguiendo las miradas de todos

lo demás, fue ahí que vi la plataforma. Más como un escenario, al extremo

de la plaza.

La gente estaba de puntillas, cambiaban su línea de visión, trepaban lo

que sea que podían para ver mejor. Veinte o treinta de ellos se habían

posado en una gran fuente en el medio de la plaza. Unos estaban en la línea

de rocío de la fuente, pero se quedaban dónde estaban. No podía entender

dónde estaba el entretenimiento, pero los espectadores estaban tan

cautivados como si fuera el Súper Tazón.

Después vi a una mujer en el centro del escenario, e

instantáneamente supe por qué nadie me había notado. Ella llamaba la

atención de cada ser presente, de hombres y mujeres, y aun cuando estaba

muy lejos, su belleza me cautivó. No podía apartar la mirada. Su vestido

blanco brillaba como si estuviera hecho de rayos de luz solar. Su cabello

rojo caía en ondas por su espalda. No podía ver cuán largo era. Ella no

parecía humana. Al otro lado de ella había varias Sombras. No podía contar

cuantas porque parecían espirales de aceite por la manera en que se estaban

moviendo. Más allá del escenario había una fila de personas. Todo eso

parecía de mal agüero, pero no podía resolver exactamente porqué.

Estaban esperando su turno para… algo. Ella levantó una mano, y un

inmediato silencio cayó sobre la multitud. La primera persona en fila subió

los escalones. Lentamente, como si preferiría estar en cualquier otro lugar.

Él cruzó con vacilación el escenario hacia el centro, y una vez que llegó

exactamente al centro, las Sombras en el escenario empezaron a girar. Su

visible miedo me tenía preocupada por él pero cuando miré a la mujer que

estaba parada a unos pies de mí, ella estaba observando todo con una ligera

sonrisa en su cara, como si fuera totalmente normal. Las Sombras se

unieron y giraron en círculo. Me recordaba a la nube embudo de los

Túneles que vino por mí. Solo que este embudo tenía una punta afiliada en

el extremo, y antes de que pudiera adivinar que estaba pasando, se elevaron


49

Bookzinga

al cielo, alargándose como una sola hasta que había una larga y derecha

barra de negro.

La vista era aplastante. La observé con el mismo asombro que sentiría

al ser lanzada en medio del océano.

La masa permaneció ahí por un momento silencioso y después salió

disparada en un arpón colectivo hacia el hombre. Las Sombras le

atravesaron el pecho, clavándolo por un momento al suelo.

Jadeé.

Después las sombras desaparecieron dentro del cuerpo del hombre. Y

por una fracción de segundo todo estuvo en silencio. Después hubo una

explosión. Desde adentro del hombre. Él estalló. En millones de pedazos.

Tal vez billones. No había ninguna pieza visible de él que pudiera ver. Solo

había una fina neblina roja flotando en el aire, sobrevolando la multitud.

La neblina se esparció en una fina capa sobre toda la plaza. Me bajé de

la pared, temerosa de que lo me haría la neblina si me tocaba.

Un gran gong sonó desde algún lugar cerca del escenario. Era algún

tipo de señal.

Hubo una colectiva inspiración, la neblina desapareció. Los

Sempiternos literalmente inhalaron lo que quedaba de ese hombre.

Él se había ido.

Me tiré al suelo justo cuando escuché a la multitud exhalar y vitorear.

Presionando mi espalda contra la pared de roca, agarré mi estómago.

La bilis subió a mi boca. El hombre tenía que haber sido humano. Ellos

nunca le harían eso a alguien de su especie. Si las Sombras me encontraban

ahora, ¿me harían lo mismo a mí?

Aún peor, si estaban destripando humanos, ¿los traían de los

Túneles? ¿Irían por Jack?


50

Bookzinga

Mi corazón se rompió. Pude sentirlo, una literal ruptura en mi pecho.

Me aferré a él, tratando de mantenerme en una sola pieza, pero no podía.

Mi roto corazón se filtró por mis dedos. Vi como pasaba, y aun así no podía

creer lo que estaba viendo. Una neblina blanca salía de mí y en la neblina

podía ver fotos de Jack como si alguna mano invisible estuviese hojeando

fotos, y la película resultante se reprodujera en una nube frente a mí. Traté

de agarrar las imágenes, pero era como tratar de agarrar aire. La neblina

llevaba la cara de Jack, flotando lejos de mí. Sobre la pared detrás de la cual

me estaba escondiendo.

Y fue ahí cuando noté que la ovación de la multitud había bajado a

casi un susurro. ¿Por qué el repentino silencio?

Levanté mi cabeza y eché un vistazo sobre la parte superior de la

pared para ver que estaba pasando.

Y casi grité.

Cada cara, incluso cada Sombra, se volteó hacia mí al mismo tiempo.

Me congelé.

Sus ojos bajaron de la neblina sobre mí a mi cara

Y después la voz de la mujer, calmada y clara, perforó el aire. Viajó

hacia mí sin ninguna necesidad de ampliación. Ella dijo:

—¿Quién eres tú?

¿Me estaba hablando a mí? Miré de lado a lado para ver si podía

encontrar alguna cara que mostrase una onza de simpatía, pero había una

sola emoción que afectaba los rostros ahí. Hambre.

Las Sombras, quienes habían estado reunidas sobre la plataforma,

empezaron a moverse hacia mí. Sus movimientos se volvieron

sincronizados, y pronto estaban girando hacia el cielo justo como había

hecho antes; solo que esta vez estaban apuntando hacia mí.


51

Bookzinga

Me alejé tan rápido como pude, pero solo me había movido unas

yardas cuando choqué con la fachada de un edificio.

Cerré mis ojos.

—Será rápido —susurré—. Se terminará.

Mantuve mis ojos cerrados y sentí la ráfaga de aire frío viniendo

hacia mí. Gritos alarmados llegaron a mis oídos. En el momento que

anticipé que las Sombras me apuñalarían, dije mi última palabra, una que

no había dicho en días y días.

—Jack.


52

Bookzinga

Capítulo 5 Traducido por: Jo


En la Actualidad…

El Everneath

na sola voz suena desde algún lugar sobre mí.

—¡Nikki! ¡Tu mano!

No tuve tiempo para pensar. Estiré mi mano hacia

la voz y sentí cálidos dedos envolverse alrededor de ella,

y mis pies dejaron el suelo. La oscuridad me rodeó.

En el siguiente minuto, mi espalda chocó algo con algo duro y plano,

y el impacto aplastó mis costillas. Tosiendo, me giré y sentí rocas contra mi

mejilla. Estaba yaciendo sobre una carretera de asfalto. No podía ver muy

bien. Parecía que el sol acababa de ponerse.

—¡Maldición, Nikki! —La voz de Cole vino de algún lugar arriba de

mí—. ¿Cuántas veces debo explicar? ¡¿Sabes lo que has hecho?! ¡Si quieres

suicidarte, hazlo de una manera en que no obtendré una llamada de Ezra!

U


53

Bookzinga

Me tomó unos minutos descifrar de qué estaba hablando. Estaba de

vuelta en la Superficie, pero no en la Tienda de Paso. Estaba en un camino.

Sin Sombras sobre mí. Sin Jack.

Sin Jack.

Me giré sobre mi espalda y cerré mis ojos. Cole había venido por mí.

¿Ezra realmente lo llamó? Debió haberlo hecho. O Cole ya había descifrado

dónde estaba yendo. En medio de jadeos superficiales, dije:

—Siento lo de la llamada. Si hubiera otra entrada aparte de la Tienda

de Paso, la habría usado.

Los zapatos de Cole crujieron en el asfalto suelto mientras se acercaba

a mí. Se agachó, y vi su rostro. Sus labios presionados juntos tan fuerte que

se habían puesto blancos. Sacudió su cabeza.

—Hay otras formas de suicidarse. La próxima vez, intenta con una

pistola. O un cuchillo. —Tal vez era por el estado lamentable en el que

estaba, pero mientras me miraba, los duros bordes de su rostro se

suavizaron—. O una cuerda. O inanición. O hasta edad avanzada. —Se

hundió completamente al suelo y levantó sus rodillas a su pecho; sus fosas

nasales estaban ensanchadas.

—No estaba intentando suicidarme. —Me empujé contra el camino

de asfalto y me senté, e inmediatamente desee no haberlo hecho. Mi cabeza

se sintió como si estuviera llena de nubes. Cerré mis ojos—. Whoa.

Cole puso un brazo alrededor de mí para estabilizarme.

—Sí, eso es lo que pasa cuando te enfrentas a un ejército de Sombras.

Tan pronto estuve equilibrada, él me soltó. Rápidamente respiró por

la nariz, su mandíbula estaba dura.

—¿En qué estabas pensando? Si no estabas intentando suicidarte,

¿qué infiernos estabas haciendo?

—Estaba tratando de llegar a Jack.


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Bookzinga

Cole gruñó. Fuerte. Se enderezó y pasó sus manos agresivamente a

través de su cabello. Sus labios apretados, y sus ojos cerrados. Cuando los

abrió, se veían salvajes. Nunca lo había visto tan frustrado.

—¿De eso se trata? ¿Una misión llevada por tu propia culpa? ¡No

tienes idea de lo que has hecho!

—¿Qué he hecho?

—¡Eres diferente, Nik! —Respiró profundo y bajó su voz—. Tú

sobreviviste al Vínculo. Eres una amenaza para la reina. Y aquí estás,

desfilando en frente de ella como el becerro ganador en el matadero. Si

alguien del fiasco de hoy se dio cuenta de lo que eres…

—Entonces, ¿qué?

Cole inclinó su cabeza hacia atrás y miró fijamente el cielo que se

oscurecía.

Él me miró.

—Entonces estás muerta. O peor.

No necesitaba preguntar si hablaba en serio. Sus ojos estaban en

llamas.

—Bueno solo estuve allí por unos pocos segundos.

—Estuve veinte minutos detrás de ti. Probablemente estuviste allí por

horas.

Había olvidado la diferencia de tiempo entre el Everneath y la

Superficie. Cien años en el Vínculo solo habían equivalido a seis meses en

la Superficie.

—Así que la próxima vez seré más cuidadosa. Evitaré el… —busqué la

palabra— centro.

Él levantó sus cejas.


55

Bookzinga

—No puedes evitarlo. —Rio—. La entrada de la Tienda de Paso te

dejará en el mismo lugar cada vez. Y, ¿por qué estamos siquiera hablando

de que vuelvas? ¿Ya has olvidado al hombre explotando?

Podía sentir la sangre dejando mi rostro mientras recordaba.

—¿Qué era todo eso?

Él suspiró.

—Era el sacrificio de la semana, donde la gente que se encuentra en el

lado equivocado de la reina terminan como brocheta y alimentando a las

masas. La reina lo observa. —Me tensé, recordando a la hermosa mujer de

blanco, y Cole lo notó—. Sí. Esa era la reina. Adorable, ¿no?

Mi estómago se torció por la explicación.

—¿Eran humanos? ¿La gente siendo asesinada?

Cole se encogió de hombros.

—Algunos, tal vez lo sean. Algunos también eran probablemente

Errantes. —Con mi expresión confundida, él continuó—. Errantes. Son

formas esqueléticas de los sempiternos, sentenciados a vivir una vida sin

alimento. Son los rompedores de leyes. A la reina no le importa destrozar a

algunos para mantener a sus súbditos felices. Y nada nos hace más felices

que alimentarnos.

Me incliné hacia él.

—Entonces tengo que volver.

Él arrugó su frente.

—¿Qué parte de lo que acabo de decir te hace pensar eso?

—Si están tomando humanos de los Túneles, tengo que ir ahora antes

de que Jack sea elegido como sacrificio.

Él puso su cabeza en sus manos, exasperado.


56

Bookzinga

—Las Sombras estaban a segundos de romperte como un hueso de

pollo.

—Encontraría un mejor escondite esta vez.

Él levantó su voz.

—¡No se puede esconder tu energía! —Se detuvo—. Te encontraron

porque tu corazón roto dejaba un rastro, y recogieron tu energía humana. Si

no te hubiera salvado habrían hecho una brocheta de Nikki.

—Pero mi energía no dejó rastro hasta que me asusté. Si pudiera

mantenerme calmada…

—¡No puedes esconder tu humanidad! —Se deslizó un poco más cerca

y habló despacio—. El punto es que te encontraron esta noche. Siempre te

encontrarán. Y te llevarán a los Túneles. No puedes encontrar a Jack si

también eres enterrada viva.

Si también eres enterrada viva. Cerré mis ojos por un largo momento,

intentando no estremecerme por la referencia casual de Cole a Jack siendo

enterrado vivo, y dándome cuenta de cuán cerca acabo de estar de unirme a

él.

—Entonces, ¿cómo se supone que lo encuentre?

—Bueno, debería haber dicho que no puedes encontrar a Jack sin

importar qué. Debería apestar para ti ser también enterrada viva.

Intenté girarme, pero él tomó mi mano y me acercó.

—Tú sabías esto, Nik. Viste a esa mujer en la Tienda de Paso tomar

la píldora. Te dije lo que pasaría con ella.

Pensé en la mujer de la tienda, luciendo desesperada, hundiéndose en

la tierra. Tomando la píldora que contenía el cabello de Max y luego

deslizándose a través de la tierra. Todo en un sacrificio al Everneath.

Recordé verlos en el Harry O’s, metiendo información en sus

smartphones.


57

Bookzinga

Algo encajó para mí. Usaban mensajes de texto para rastrear los

sacrificios que enviaban a los Túneles.

—Pero las Sombras la estaban esperando, ¿no? Estaban esperándola.

En la plaza —dije.

Cole entrecerró sus ojos.

—¿Por qué crees eso?

—Porque vi como tú y Max enviarían información acerca de sus

sacrificios a través de sus teléfonos. Lo hiciste la primera noche que te

conocí, pero no sabía lo que significaba. —Sonreí—. Me dijiste que eran

mensajes de tu mánager. A quien llamaste “la Reina”. —Sacudí mi cabeza

por como todo tenía sentido ahora. Cole y Max alertarían a alguien en el

otro lado a esperar un sacrificio.

Cole frunció el ceño por mis habilidades de deducción.

—Es cierto; las Sombras no te estarían esperando. Pero tu energía

eventualmente te delataría como lo hizo hoy. Y, ¿por qué serías lo

suficientemente estúpida para intentarlo? Tan estúpida —murmuró. La

rabia atravesó su rostro, pero pareció alejarla con una respiración

profunda—. ¿Por qué estoy tratando de convencerte cuando lo viste pasar?

Me giré. Desde donde estábamos, podíamos ver el valle de Park City.

Pero mi cerebro estaba demasiado confundido para siquiera tratar de

descifrar en qué montaña estábamos.

—Así que, Nik. Aquí estamos de nuevo. Atrapados entre una roca y

una más grande y más dura. ¿Cómo terminamos siempre así?

Lo fulminé con la mirada.

—Tiene que haber una forma de evitarlo. Tiene que haber una

manera de esconderse. Tal vez hay algo que podríamos hacer para… no lo

sé… ocultar mi energía.


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Bookzinga

Los ojos de Cole se entrecerraron, y por un momento algo en su

expresión me hizo pensar que estaba en algo. Pero demasiado pronto su

rostro se puso en blanco, y fui dejada preguntándome si había solo

imaginado el titileo de reconocimiento.

—Déjalo, Nik. No hay manera de cubrirte.

Se levantó del suelo y limpió sus jeans. Estaba preparándose para irse.

Agarré el dobladillo de sus pantalones.

—¿Alguien lo ha hecho antes?

Él no me miró, pero no se alejó.

—¿A qué te refieres?

—¿Algún humano ha ido alguna vez al Everneath y llegado a los

Túneles sin que las Sombras sepan?

Él finalmente encontró mi mirada.

—Tal vez. Pero ese no es el punto. La pregunta que deberías estar

haciendo es, ¿alguien alguna vez ha salido?

Su expresión me dijo la respuesta a esa pregunta.

Torcí más el dobladillo de sus jeans.

—Pero ellos no te tenían a ti. Tú conoces el Everneath. Tú me

conoces a mí. Me dijiste hoy que te cambié. Pruébalo.

Liberó su pierna de un tirón.

—Estoy cansado, Nik. Lo que acabo de hacer… tú sabes, todo lo de

salvarte… tomó alguna energía. Estoy muerto.

Se giró y comenzó a alejarse, allí es cuando me di cuenta de que no

tenía idea de a dónde estábamos. En algún lugar en las montañas, pero

estaba completamente perdida por direcciones o algo familiar.

—¿Por qué no estamos en la Tienda de Paso?


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Bookzinga

Todavía se estaba alejando cuando respondió.

—Porque soy un Sempiterno. Puedo entrar y salir en cualquier lugar

que quiera. Si alguien nos siguió, habrían revisado primero la Tienda de

Paso, así que nos traje aquí.

—Oh.

Cole se detuvo junto a una motocicleta en el lado del camino. No la

había visto hasta ahora. Subió su pierna sobre ella y la partió.

—¿Trajiste tu moto? —grité sobre el rugido del motor—. ¿Cómo

siquiera…?

—Le dije a la banda donde saldría. En la oportunidad de que te

encontrara a tiempo. La dejaron aquí por mí.

—¿La banda está aquí?

Me ignoró. Con un chirrido de neumáticos contra el asfalto, giró su

moto.

—¡Espera! —grité.

—Vas a encontrar tu camino a casa sola —respondió.

—Pero, ¿dónde estamos?

—En Deer Valley.

Era el pequeño centro turístico de esquí sobre Park City en la

montaña.

—¿A qué lado voy?

Le dio potencia al motor.

—Cuando se te da la oportunidad de subir o bajar, baja.

Corrí hacia su moto.


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Bookzinga

—Dijiste que la banda está acá, ¿cierto? ¿Tus chicos se están

quedando aquí? —¿Había mentido acerca de venir solo?

Le dio marcha a su moto y me miró.

—Si todavía quieres hablar, sabes dónde encontrarme. Mañana en la

noche. ¿Crees que puedes esperar? ¿Por un día? ¿Antes de que hagas algo

estúpido de nuevo?

No esperó mi respuesta. Solo se fue.

Comencé a caminar, siempre mirando sobre mi hombro como si una

mujer alta con cabello rojo de pronto aparecería.

Cole dijo que estaba a salvo, me dije una y otra vez.

Para el momento en que llegué a casa, estaba oscuro. Las luces en el

estudio de mi papá estaban encendidas. Aparentemente me había ido un par

de horas, incluyendo el tiempo que me tomó caminar desde Deer Valley a

mi casa. Mientras subía las escaleras, mis piernas se tambalearon y me

sujeté a la barandilla.

Estaba exhausta, pero sabía que tenía que enfrentar a mi papá.

Me detuve junto al estudio. Mi papá levantó la mirada desde el artículo que

estaba leyendo en The Economist.

—¿Cómo te fue?

Pensé en lo que acababa de pasar. Deambulando a través del

Everneath; tuve mi primer encuentro con la reina; observé a un hombre ser

explotado; rostros de cientos de Sombras intentando hacer lo mismo

conmigo, o peor; dirigiéndome hacia los Túneles hasta que Cole (un

inmortal) me sacó y me dejó en Deer Valley.

¿Cómo me fue?

—Bien —respondí. Me tomó un momento darme cuenta de que

estaba hablando acerca de la ceremonia de graduación—. Vi a la señora

Caputo. Ella dijo que ha estado intentando contactarme.


61

Bookzinga

Mi papá no lo negó.

—Quería darte un poco más de tiempo.

—No se va a rendir.

—Lo sé. —Se sacó sus lentes de lectura y los puso sobre su

escritorio—. Es por eso que acepté que su detective pudiera entrevistarte

mañana en la tarde. Iba a decirte en la mañana, porque no quería que te

preocuparas por eso y dejaras de dormir.

—Está bien —dije, asintiendo con mi cabeza e intentando

convencerme. Tenía tantas otras cosas de qué preocuparme—. Es el

momento.

—¿Quieres hablar acerca de eso primero?

—No. Estoy cansada.

—Bien, Nikki. Además, no tienes de nada de qué preocuparte. Todo

lo que tienes que hacer es decir la verdad.

Sonreí por cuán complicada la verdad era realmente.

—No hay problema. Buenas noches, papá.

—Buenas noches. Descansa.


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Bookzinga

Capítulo 6 Traducción SOS por: Otravaga & carmen170796


En la Actualidad…

La Superficie. Mi dormitorio.

ueño.

En mi sueño, le cuento a Jack de mi intento por encontrarlo.

—No me fue tan bien como esperaba —digo.

—¿Por qué?

—Casi soy atrapada. Por algunas… Sombras.

—No —dice él—. ¿Por qué lo estás intentando?

Sus palabras golpean mi corazón.

—Nunca dejaré de intentarlo, Jack. Lo sabes.

Él cierra los ojos.

—Tu cabello solía caer por tus ojos.

S


63

Bookzinga

El súbito cambio de tema me hace detenerme.

—¿Qué?

Él abre los ojos y mira dentro de los míos, y repentinamente está tan

consciente. Tan conmigo. Tan diferente de la noche anterior. Sostiene su mano en

alto, con la palma hacia mí, y yo hago lo mismo con la mía.

—Tu cabello solía caer por tus ojos. Eso me frustraba tanto. Yo

pensaba: ¿Por qué ella deja que eso pase? ¿Es una cuestión de necesitar una

pinza o algo? ¿Por qué a ella no le molesta tanto como a mí? Solía pensar que

odiaba eso. Pero entonces llegó un momento en el que todo en lo que podía pensar era

lo mucho que quería apartarlo de tus ojos por ti. Me convencí a mí mismo de que me

necesitabas porque de otra manera tu cabello te cegaría, y eso no sería bueno para tu

salud.

Sonrío.

—Recuerdo la primera vez que lo apartaste de mi rostro. Estábamos haciendo

senderismo en el “Horno de Fuego1” con nuestra clase de historia. Nos habíamos

detenido en aquella roca…

—El “Loveseat” —interrumpe él.

—Sí, el “Loveseat”. Yo estaba abriendo un paquete de tiras de queso, y mi

cabello cayó en mis ojos, y tú lo apartaste y lo metiste detrás de mi oreja.

Le da un vistazo a mi cabello.

—Eso fue un hito para mí. Me tomó un año reunir el valor para hacerlo.

—Me alegra que lo hicieras —digo, sorprendida de que el recuerdo se haya

quedado grabado en él como lo ha hecho en mí.

Él se encoge de hombros.

1 Fiery Furnace (Horno de Fuego): Colección de estrechos cañones de arenisca en el

Parque Nacional Arches en Utah, Estados Unidos.


64

Bookzinga

—Bueno, era eso o comprarte una pinza para el cabello. Y no tenía nada de

dinero.

Me echo a reír. Él curva los dedos alrededor de mi mano en un movimiento

creado por la costumbre y luego frunce el ceño cuando éstos solo se envuelven

alrededor del aire. Me mira con ojos tristes.

—Estoy tratando de no darme por vencido —dice.

—No digas eso.

Pero no habla más.

Él no se ha dado por vencido. Me digo una y otra vez: Él no se ha dado por

vencido. Él nunca se dará por vencido. Incluso si tengo que recordárselo.

Pero antes de que pueda decirlo en voz alta, el sol se eleva, y él se ha ido.

Me sacudí al despertar y caí de la cama. Luchando por levantarme,

me tambaleé hasta mi escritorio. Lo registré, abriendo todos los cajones

hasta que encontré lo que estaba buscando. Una foto del primer y segundo

año de clases en nuestro viaje hace dos años al Parque Nacional Arches. La

foto fue tomada en la base de una formación rocosa conocida como el

“Horno de Fuego” debido a la forma en que la arenisca roja sobresale hacia

el cielo como las agujas de un incendio.

Deslicé mi dedo sobre el cristal del marco. Allí estábamos, en la

esquina más alejada a la derecha. Jack y yo, con el brazo de él colgando

casualmente alrededor de mi cuello.

—No te estás dando por vencido, Jack Caputo —murmuré. Y yo

tampoco.


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Bookzinga

Puse la foto en posición vertical sobre mi repisa y pensé sobre lo de

anoche. Cole fue tan insistente acerca de que era imposible, pero tenía que

haber algo más. Él no estaba contándome algo. Podía sentirlo.

Supe algo bueno. Cole no estaba solo en Park City. La banda estaba

aquí. Eso significaba que él no iba a ir a ninguna parte, por lo menos por

ahora.

Colocando derecha la foto del “Horno de Fuego” al lado de mi

computadora, deslicé mi dedo sobre el ratón táctil y desperté la pantalla en

reposo.

¿DÓNDE ESTÁN TOCANDO AHORA LOS ELVIS MUERTOS?

decía el titular del blog Buscando a Los Muertos.

Sabía la respuesta a eso. Park City. Más probablemente, en el Harry

O’s en la calle principal. Tenía que ver a Cole de nuevo. Averiguar lo que

estaba escondiendo. Pero no podía ir allí sin preparación. Tenía que hablar

con la señora Jenkins. Ella era la única otra mortal que sabía todo sobre el

Everneath, y yo había estado hablando con ella sobre cómo regresar allí.

Pero habíamos estado tan concentradas en ese primer paso —encontrar a

Cole— que no habíamos hablado de nada más. Tal vez ella sabría lo que

Cole estaba escondiendo.

Si acaso.

Era demasiado temprano para ir a casa de la señora Jenkins ahora, así

que cerré el cajón y fui a la cocina a preparar un poco de café. Tommy

estaba en la mesa. Todavía tenía la escuela hoy. Tres días más hasta que

estuviese listo para el verano.

Me miró por encima del hombro. La parte superior del papel decía:

AYUDA A DOROTHY A ENCONTRAR EL CAMINO HACIA EL MAGO.

—¿Laberintos? ¿Eso es lo que consideran tarea en cuarto grado?

Tommy apretó el lápiz en el papel para no perder el lugar y me miró.


66

Bookzinga

—Es la última semana de clases. Tengo, como, un montón de estos

por hacer. —Él bajó la cabeza—. Y son más difíciles de lo que parecen.

—Empieza desde el final.

—¿Por qué?

Hice una pausa, no muy segura del por qué. Eso era lo que yo siempre

había hecho.

—Es más fácil de esa manera.

Él levantó su lápiz y deliberadamente colocó la punta al final.

—Lo intentaré —dijo.

No podía dejar de mirar el laberinto. Líneas de lápiz torcidas

alrededor de las esquinas y de vuelta a sí mismas en donde Tommy se había

topado con un bloqueo.

Nunca había entendido la legitimidad educativa de los laberintos.

Ellos no necesariamente probaban la capacidad cognitiva. ¿En realidad no

eran solo un ejercicio de ensayo y error? ¿Alguien alguna vez perdía puntos

por ir por el camino equivocado al principio?

No en un laberinto. Y sin embargo, el ejercicio de poner el lápiz en el

papel y llegar al final de un laberinto nunca desaparecía. Nadie perdía

puntos por ir por el camino equivocado al principio en un laberinto. Pero lo

hacían en la vida. Cada giro equivocado tenía un efecto sobre el resto del

laberinto. Cada error afectaba el camino, ¿no era así?

Mi giro equivocado —elegir ir al Everneath con Cole— había tomado

una vida.

No. Mi elección no había tomado una vida todavía. Jack todavía no

estaba muerto.

Laberintos. ¿Por qué me estaba obsesionando con ellos? Anoche, Cole

había descrito el Everneath como un laberinto. Cerré los ojos y me froté la

frente. Había algo allí. Era como si ver el laberinto de Tommy hubiese


67

Bookzinga

causado un destello dentro de mi cabeza. No un gran destello sino más

como el negativo de una fotografía. Un pequeño semillero en lo profundo

de mi mente, motivándome a seguir.

Agarrando el nuevo libro de mitología que había estado colocado en

la mesa todo el día, le alboroté el cabello a Tommy y luego me fui a mi

habitación. Puse a un lado las pilas de libros al lado de mi computadora para

hacer espacio. ¿Dónde había leído acerca de un dédalo antes? ¿O de un

laberinto?

Rebusqué entre las notas dispersas sobre mi escritorio, una

recopilación de cada mito y leyenda que pensaba que podría tener algo que

ver con el Everneath. Cole solía decirme que los mitos y leyendas tienen

sus raíces en la verdad. El problema era descubrir cuáles eran específicos a

mi caso.

Pero ninguna de mis notas más recientes mencionaba un dédalo.

Recostándome en la silla, agarré el nuevo libro que mi papá me había dado

y le eché un vistazo a la página de temas.

No había nada sobre dédalos en las D, así que intenté con la L

de laberinto. Ahí encontré una referencia para “Laberinto, Minotauro”.

Me golpeé la cabeza. Por supuesto que debería haber recordado la

historia sobre el Minotauro (la criatura mitad hombre, mitad toro) que

estaba atrapado en el laberinto. Cada nueve años, catorce jóvenes

Atenienses eran enviados dentro del laberinto como un sacrificio para

prevenir una plaga. Esto sucedió hasta que alguien, un héroe tal vez, entró

al laberinto y mató al Minotauro. Y entonces encontró la salida. ¿Quién

era?

Había agarrado el libro para hojearlo hasta la página indicada en el

índice cuando oí la puerta del garaje abrirse. Mi padre estaba en casa

temprano. Nunca llegaba a casa temprano. Entonces me di cuenta.

—Mierda —murmuré. Había olvidado que el detective de la señora

Caputo venía a hacerme una entrevista.


68

Bookzinga

Tiré el libro en la cama y cerré los ojos. Anoche no había estado

nerviosa por enfrentar al detective, pero tal vez era porque había estado

agotada y debilitada por mi encuentro con las Sombras.

Hoy era desalentador.

Puedes hacer esto, me dije.

Un golpe sonó en mi puerta.

—Adelante —dije.

Mi papá entró y se sentó en mi cama y yo cubrí las notas con mis

libros. ¿Por qué siquiera trataba de ocultarlas? Era una estupidez, en

realidad. Mi papá sabía lo mucho que estaba obsesionada con los mitos.

Él ignoró los libros.

—¿Estás lista para terminar con esto?

—La señora Caputo me culpa. —Toqué la colcha encima de mi

cama—. Incluso si digo la verdad, no creo que ella permitiría que el

detective que contrató con su propio dinero renuncie a lo que ella considera

su mayor pista.

—De todo lo que he oído, el detective Jackson es un hombre

razonable. Lo he comprobado. El hecho de que la señora Caputo esté

pagando sus cuentas no significa que él puede fabricar evidencia contra una

persona inocente donde no la hay.

Consideré esto. Fabricar evidencia. Un detective curioso. Todo parecía

tan rutinario para un chico desaparecido. Pero estábamos tratando con lo

extraordinario. Un inframundo que no se suponía que existiera. Inmortales

que nunca morirían. Parecía un poco más allá de lo que un detective

terrenal podía hacer.


69

Bookzinga

El detective Jackson olía a humo, y tenía un horroroso peinado estilo

cortinilla2. Lo peinaba desde la parte superior de una oreja y serpenteaba

hacia arriba y sobre la pendiente de su cabeza hasta que terminaba en una

curva con gelatina detrás de la otra oreja. Daba la impresión de que su

rostro estaba a un costado de su cabeza.

No podía dejar de mirarlo.

—Nikki —dijo mi papá, empujando mi rodilla.

—¿Qué?

—¿Vas a responder a la pregunta? —dijo el detective Jackson.

¿Cuánto tiempo había estado mirando fijamente su cabello?

—Lo siento, ¿puede repetirla?

—La última noche que estuviste con Jack…

—Veintisiete de marzo —interrumpí.

—Sí, lo sé. —Él podría haberme sorprendido. No parecía importar lo

que sabía. Seguía haciendo las mismas preguntas una y otra vez—. Esa

noche, ¿él estaba actuando diferente? ¿Extraño? ¿Estresado?

Oh, cielos. Eso era un eufemismo. Es fue la noche en que se suponía

que yo iba a desaparecer para siempre.

—No —dije—. Estábamos jugando al póquer en el parque, con su

hermano, Will. Jack estaba ganando mucho.

2 Comb-over: Peinado de los hombres hecho para cubrir, con el cabello de los lados de la cabeza,

la calvicie de la parte superior.


70

Bookzinga

—Póquer en el parque —repitió él.

—Sí. —Le había dicho esto varias veces.

Mi padre intervino.

—Los chicos hacían mucho de eso. No era…

El detective levantó la mano.

—Por favor, Alcalde. Déjela responder.

—Él tiene razón —dije—. Lo hacíamos todo el tiempo. Los chicos

tenían su propio conjunto de símbolos de póquer que su abuelo les había

dado. Rojas, azules y negras. —Me detuve, dándome cuenta de que

probablemente eso era demasiado detalle.

—Claro. Entonces, después de la partida de póquer te fuiste a casa.

—Sí.

—Y luego Will se fue. —Él miró sus notas como si de verdad tuviese

que concentrarse para entender correctamente la siguiente parte—. Y él se

llevó el auto de Jack. Y condujo a casa. Así que Jack estaba solo, en el

parque, sin ningún amigo a la vista, y sin auto.

Dirigí la mirada hacia abajo. Eso se acercaba más a la verdad de lo que

el detective sabía. Jack terminó solo esa noche. Sin ningún amigo a la vista.

Mi papá debe haber visto la incomodidad en mi cara porque dijo:

—Hemos terminado con eso. ¿Podemos continuar?

—Me encantaría continuar —respondió el Detective Jackson—, a la

parte donde Jack solo desaparece… “escapa” según su nota… sin un carro.


71

Bookzinga

Mi papá me miró. Ninguno de nosotros dijo nada.

—Tal vez tomó un autobús —dijo mi papá, y yo me encogí. ¿No

habría alguna prueba en papel? Permanecí en silencio.

—También pensé en eso. Pero no había registros de él comprando un

ticket —dijo el detective.

—No lo habría si él pagó en efectivo —contestó mi papá.

¡Buen punto, papá!

—Tampoco no había nada en las cámaras de seguridad —argumentó

el detective.

—A las cámaras se les pierden las personas todo el tiempo. Estoy

seguro de que sabe esto.

El comportamiento duro del detective se rompió por un momento.

—También revisamos las paradas de autobuses en las ciudades

alrededor.

Mi papá se inclinó hacia adelante, sus codos sobre sus rodillas y sus

manos juntas. Estaba a punto de ponerse bueno.

—¿Quiere decirme que revisaron cada ruta que el autobús pudo haber

seguido desde aquí? ¿Cada parada? ¿Cada pueblo? ¿En todos lados? Deben

tener infinitos recursos.

Mi papá le dio al Detective Jackson la misma mirada que había usado

con el asesor Fred Graves durante su primer debate, cuando el asesor había

discutido en contra a la protección ambiental a favor del dinero del

gobierno.

El detective apartó su mirada y se concentró en mí.

—¿Qué piensas, Nikki? ¿Es eso lo que pasó? Jack solo tomó un

autobús y pagó usando todo el dinero extra que había ahorrado trabajando

como repartidor, y esquivó las cámaras…


72

Bookzinga

—Hemos terminado —dijo mi papá, interrumpiéndolo—. Ahora le

está pidiendo a Nikki que especule respecto a los motivos y acciones de Jack

que solo él podía saber. Hemos cruzado la línea de entrevista a pérdida de

tiempo.

Tuve que esforzarme por no vitorear. Mi papá se paró, y yo hice lo

mismo. Él puso una mano sobre mi hombro.

—Nikki anda a tu cuarto. Le mostraré al detective la salida.

Gracias, Papá. Mi papá me ayudaba en los momentos más

inesperados.

—Tengo algunos recados que hacer —dije, y mi papá me despachó

con un gesto de su mano, manteniendo sus ojos en el detective.

Corrí a mi cuarto, agarré mis notas, y me dirigí a la puerta, esperando

que la señora Jenkins supiera que decirme.

De camino a la casa de la señora Jenkins, llamé a Will. Le había

prometido contarle todo, y no había sido muy buena manteniendo esa

promesa las últimas cuarenta y ocho horas.

Cuando respondió, respiré profundo y le conté sobre mi viaje al

Everneath, mi encuentro con la reina, y como Cole había dicho que las

Sombras seguirían mi energía si lo intentaba de nuevo.

Cuando había terminado, él estuvo en silencio por un momento.

—Fuiste al Everneath. Y volviste de nuevo.

—Sí

—Anoche. Después de la Graduación.


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Bookzinga

—Sí.

Él respiró fuerte en el teléfono.

—¿Estás loca?

—Vi a Cole, y tuve que aprovechar mi oportunidad.

—Entonces, ¿qué vas a hacer?

—Estoy yendo a hablar con la señora Jenkins. Tal vez ella conoce una

manera de esconder mi energía. Tal vez hay algún truco para evadir a las

sombras.

Escuché lo que sonaba como una puerta cerrándose al fondo. Cuando

él habló de nuevo, su voz era baja.

—¿Estás hablando sobre ir de nuevo?

No respondí enseguida, mientras salía de la carretera y giraba en la

calle lateral.

—Becks, ¿todavía estás ahí? —dijo Will.

—Sí. Y sí, tengo que ir de nuevo si vamos a salvar a Jack. —Él se

quedó en silencio. Doblé en la última esquina antes de la casa de la señora

Jenkins—. Mira, ya llegué. Te llamaré cuando termine, ¿sí?

—Está bien.

La señora Jenkins y yo teníamos una extraña relación. Fue su hija,

Meredith, quien me había dado el antiguo brazalete que nos había guiado

hacia la teoría sobre el corazón de Cole. La señora Jenkins era miembro de

un grupo conocido como Las Hijas de Perséfone, el cual se dedicaba a


74

Bookzinga

encontrar a la siguiente reina del Everneath. Ella crío a Meredith para ser

una Desposeída en el Vínculo con la esperanza de que el poder caería sobre

su hija. Meredith era la Desposeída de Max, pero ella no había sobrevivido

como yo. Ella había emergido del Vínculo como una anciana sufriendo de

demencia. Después de seis meses en la Superficie, los Túneles habían

venido por ella.

No tenía alguien como Jack que tomara su lugar.

En ese entonces, la señora Jenkins parecía muy insensible, pero creo

que el destino de Meredith había destruido el alma de su mamá. Cuando

perdí a Jack, vine a ver a la señora Jenkins, buscando una manera de volver

al Everneath; pero ella solo me había dicho lo que ya sabía: necesitaría un

pedazo de Cole.

Aun así, habíamos hablado unas veces desde entonces. Siempre

estaba esperando que una chispa de intuición la golpeara y así tendría las

respuestas, pero nunca pasaba. No habría dicho que éramos amigas. Más

como dos personas que compartían un similar sentido de pérdida. El

Everneath había tomado a alguien que yo amaba, y había tomado a alguien

que ella no sabía que amaba. En ese sentido su dolor era más grande que el

mío.

Llamé a la puerta, y cuando ella la abrió, levantó sus cejas.

—Nikki.

—Señora Jenkins. Cole regresó.

Ella asintió y me hizo pasar. Mientras ella se quedaba en la cocina

para preparar té (un pilar en su casa) la puse al día sobre el regreso de Cole

a Park City y mi espontáneo viaje al Everneath.

Apareció llevando una bandeja con dos tazas de té y una tetera. Se me

ocurrió en ese momento cuán sola estaba. No podía imaginar que tuviera

una excusa para usar la bandeja de té estos días.


75

Bookzinga

—Entonces, ¿Jack todavía está vivo? —preguntó. Ella siempre había

estado asombrada de aprender sobre la conexión durante los sueños, aun

cuando había sido su propia hija quien había descubierto que las

Desposeídas que sobrevivían al Vínculo eran las que tenían anclas en la

Superficie.

—Sí. La teoría de Meredith todavía es cierta. Soy el ancla de Jack

ahora, como él lo fue para mí. Pero no sé cuánto más podrá sobrevivir.

Le conté sobre que él estaba olvidando cosas. Ella tenía una mirada

ausente en sus ojos y se quedó mirado a su chimenea.

—Meredith fue muy inteligente de descifrarlo. Siempre pensé que

sería la siguiente en sobrevivir —dijo, inclinando su cabeza hacia la vasija

en la repisa de la chimenea. Sabía lo que había adentro. Las cenizas de una

Desposeída llamada Adonia. La última persona en el linaje de Meredith que

había sobrevivido al Vínculo.

Adonia no vivió mucho. Aparentemente, ella no quería pelear con la

actual reina y tratar de apoderarse del trono, entonces (según la señora

Jenkins) el Sempiterno de Adonia la había traicionado. Le dijo a la reina

donde podía encontrarla. Y la reina succionó toda su energía hasta que no

quedó nada.

Supongo que esa era una razón por la cual debía estar agradecida con

Cole. Él nunca me reportó a la reina.

—Meredith tenía los números —continuó la señora Jenkins—. Ella

era la trigésima tercera mujer nacida de los descendientes de la mamá de

Adonia.

Fruncí el ceño.

—¿Qué tiene que ver eso?

—El número tres es importante para los Sempiternos. Simbólico.

Creí que significaría algo para Meredith. La haría especial.


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Bookzinga

Su voz había tomado un tono de ensueño. La señora Jenkins creía que

la reina tenía el poder de inmortalizar linajes ancestrales según le pareciera.

Si Meredith hubiera sobrevivido al Vínculo y se hubiera apoderado del

trono, habría significado vida eterna para la señora Jenkins. Ella tenía una

manera de irse a la deriva así, como si sus pensamientos siempre girasen

alrededor del fracaso de Meredith y su propia oportunidad perdida. Aparté

mi mirada del jarrón y traté de concentrarme en ella.

—Señora Jenkins, voy a ir al Everneath de nuevo. Con Cole de

vuelta, sé que puedo robar otro pedazo de cabello, y…

—¿Lo intentarías de nuevo sin un acompañante? ¿Quieres morir?

Esto me detuvo en seco. ¿Acompañante? En todas nuestras charlas, ella

nunca había mencionado a un acompañante para mí. Antes de que pudiera

responder, sin embargo, ella continuó: —No puedes ir al Everneath sin un

acompañante. Las Sombras te encontrarán y te llevarán a los Túneles,

pensé que sabías esto.

—Espere —dije, interrumpiéndola—. ¿Dijo acompañante?

—Bueno, sí. Quiero decir, sin un acompañante, tu energía atraerá…

—Por acompañante, ¿se refiere a un Sempiterno?

—Por supuesto. Ningún humano que quiera vivir se aventuraría al

Everneath sin un Sempiterno. Su vacío de energía oculta tu abundancia de

energía. Absorben lo que desprendes. Y así no atraes tanto a las Sombras. Ir

sola es un suicidio. Tú sabías esto. Es por eso que tenías que encontrar a

Cole.

Suspiro, exasperada.

—¡Pensé que tenía que encontrarlo por su cabello!

—¿No sabes sobre mitología? —dijo de una manera desaprobadora—.

Necesitas a un barquero que te acompañe al Inframundo. Para eso está tu

Sempiterno. De otro modo, las Sombras te rodearán como tiburones que

huelen sangre.


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Bookzinga

Muerdo el interior de mi mejilla. Parte de mí quería saltar de la

emoción ante las noticias de que podría esconderme, y la otra parte quería

golpear a Cole por no decirme. ¿Era posible de que él no lo supiera? Solo lo

consideré por un momento. Cole tenía cientos, tal vez miles de años. Por

supuesto que lo sabía.

Él solo no quería que yo lo supiera

—Así que un acompañante es la clave.

—Sí.

—¿El Sempiterno tiene que estar dispuesto a hacerlo?

Ella ladeó su cabeza como si estuviera loca.

—No importa. Tengo que irme. Debo hablar con alguien.

Me acompañó a la puerta, y mientras la abría, dijo: —Solo recuerda, si

vuelves al Everneath, no comas nada.

No necesitaba preguntarle por qué no. Perséfone había comido seis

semillas de granada y es por eso que ella había tenido que volverse la reina

del Inframundo.

—No se preocupe. No comeré nada.

Cuando entré a mi carro, cerré la puerta de un golpe, echando humo.

Cole me había dicho que era imposible esconder mi energía, pero él no

pensó que averiguaría la verdad. Él no sabía que tenía a la señora Jenkins.

—Me mentiste, Cole —dije en voz alta. Iba a matarlo. Después iba

coger su cuerpo sin vida, arrastrarlo al Everneath conmigo, y usarlo como

mi “acompañante”.


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Bookzinga

Respira profundo.

Tres minutos más tarde, después de varios ejercicios de relajación que

la doctora Hill me había enseñado, estaba en mi cuarto vistiéndome para

Harry O’s. Estaba muy segura de donde tocarían Los Elvis Muertos esta

noche, y ahora que sabía la verdad, no iba perder mi oportunidad de

confrontar a Cole.


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Bookzinga

Capítulo 7 Traducido por: Helen1


En la Actualidad…

La Superficie. En Harry O’s.

ubo rumores en Internet acerca de avistamientos de Los

Muertos en Park City. Según testigos de la escena, los fans

ya estaban empezando a alinearse en Harry O’s.

Me quité los pantalones de yoga y me puse unos vaqueros oscuros.

Incluso me puse las botas de cuero negro, a las que Cole había hecho un

cumplido una vez. Todo lo que podía hacer para animarlo a entregar la

información. Pero después de nuestro encuentro de ayer y después del

entero fiasco con la reina, no sabía si estaba preparada para enfrentarme a él

de nuevo. Cada encuentro con él rebosaba de intensidad. No importaba

cuán segura estaba de mis intenciones cuando estaba sola. Cuando estaba

con él, no podía confiar en mí misma. Lo supe cuando se presentó en la

ceremonia de graduación. Mi reacción fue más allá del mecanismo de

razonamiento dentro de mi cabeza. Fue hasta un nivel elemental. Mi

cerebro sabía que debía mantenerme alejada, pero cada célula de mi cuerpo

quería acercarse a él. Una reacción refleja.

H


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Bookzinga

Me preguntaba si él podía sentirlo también. Tenía la esperanza de que

no pudiera. Necesitaba que él creyera que no era susceptible a su influencia.

Haría más difícil salvar a Jack si él sabía la verdad.

Mi papá había vuelto a trabajar después de que el detective se fue. A

pesar de su actitud protectora de hoy, algunas de las discrepancias que

rodean la desaparición de Jack tenían que molestarlo a él también. Pero no

podía pensar en eso ahora. Me di cuenta de lo egoísta que sonaba, pero la

reparación de mi familia dañada tendría que esperar. ¿Habría alguna vez un

tiempo en que mi relación tensa con mi padre y mi hermano no serían

ensombrecidas por las consecuencias de mis errores?

Eso esperaba.

Llegué a Harry O’s unos minutos antes del tiempo programado para

que la banda subiera el escenario.

El aire en el club goteaba con sudor y una bruma alcohólica. No había

manera de que evitara volver a casa oliendo a cerveza. Un paso dentro y mi

ropa ya la había absorbido.

Cientos de aficionados abarrotaron la pista de baile y se desbordaban

sobre las plataformas de observación cerca de la barra en la parte posterior.

Había mucha más piel mostrándose que la última vez que estuve aquí,

evidencia del clima de verano. Como estaba sola, fácilmente me deslicé a

través de las áreas congestionadas y me instalé en un punto en el borde del

primer elevador. La popularidad de Los Elvis Muertos había crecido en los

últimos meses. Habían lanzado un par de nuevas canciones, y el rumor era

que iban a debutar esta noche. Dado que el concierto era técnicamente un

secreto, no había lista de invitados a la entrada. La gente iba a entrar hasta

que la multitud amenazara la ley contra los incendios.

No podía creer que estaba aquí de nuevo. Había conocido a Cole en

este club. Jules me había convencido de ir con ella. Ella había estado

preocupada por mí porque el juicio del conductor borracho que había

matado a mi madre estaba a punto de comenzar.


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Bookzinga

Pensé que había sido buena ocultando mi dolor, pero Cole podía

verlo.

Vamos, chica triste, había dicho. Bailar hace que todo sea mejor.

Fue la primera vez que me di cuenta de que había algo en él… algo

más que humano. Algo irresistible. También fue la primera vez que había

reconocido la extraña conexión entre nosotros.

Esa conexión solo creció durante nuestros cien años juntos en el

Vínculo. Estaba todavía allí en la ceremonia de graduación de Jack, cuando

lo sentí detrás de mí antes de que lo viera.

Incluso ahora podía sentir su presencia. Su cercanía. La banda no

estaba todavía en el escenario, pero sabía que él estaba cerca. Me quedé

mirando el escenario. Viendo a través de el. Si las cortinas de repente

desaparecían, sabía que iba a encontrar a Cole directamente en mi línea de

visión. Mi piel hormigueando lo sabía también. La conexión nunca se

rompería. Las luces se apagaron, y los MP3 se desvanecieron. La

expectación era palpable. Vislumbré movimiento en el escenario, pero

estaba demasiado oscuro para estar segura. Luego, en un momento

repentino, el escenario se iluminó, la luz reflectante rebotando en los

instrumentos cromados, y allí estaba la banda.

Max en la segunda guitarra, con su cabello negro más largo de lo que

recordaba. Oliver en el bajo. Gavin en la batería.

Y ahí estaba Cole. Feroz y hermoso y apoderándose de toda la

atención de la sala con un seguro rasgueo de su guitarra. Su gloria en el

escenario me golpeó, como si hubiera estado en una tormenta los últimos

meses y el sol había salido por fin.

Me pregunté si las otras personas en la multitud tenían la misma

reacción a él cuando estaba tocando, o si era a causa de nuestra historia

particular, nuestra literal atadura el uno al otro. Las caras de las personas a

mi alrededor demostraba que también lo sentían. Por lo menos en cierto

grado. Para mí era insoportable. Tuve que apartar la mirada. El permanecer


82

Bookzinga

en un solo lugar se hizo difícil, porque mi instinto natural en este momento

era tomar por asalto el escenario.

Pero cuando sentí la mirada de Cole en mí, me atreví a mirar hacia

arriba.

En el mar de rostros, sus ojos se encontraron con los míos de alguna

manera, su rostro una extraña mezcla de sorpresa y algo más que no pude

identificar.

Le había tomado segundos encontrarme.

Mientras tocaba, podía sentir un cambio en mi interior. El hoyo

negro de la culpa, el dolor constante que me había definido desde que Jack

había desaparecido, comenzó a aliviarse. El agarre apretado que tenía sobre

mi alma se relajó un poco. Por una fracción de segundo el alivio de mi dolor

se sintió bien. Así que bueno, no creo que alguna vez quería que terminara.

Pero algo no estaba bien, y, en el fondo de mi mente, me di cuenta de que

Cole se estaba alimentando de mi culpa.

Alimentándose de mis emociones. Una vez más. Es lo que los

sempiternos hacían mejor. Cole era tan bueno en eso, él podría centrarse en

mí desde el otro lado de la habitación y remover las capas superiores de mis

emociones.

Las peores, como mi culpa justo ahora, estaban siempre en la parte

superior.

Cole estaba drenando mi culpa, y por un momento se lo permití.

Cuadré mis hombros hacia él para hacérselo más fácil. La presión, el peso

de mi dolor, no solo Jack, sino también el dolor de perder a mi madre, de

decepcionar a mi padre, de abandonar a mi hermano, empezó a aliviarse,

liberando agarre restrictivo en mi corazón. Cerré los ojos, y por un

momento me permití creer que nada importaba.

Yo estaba sola. Rodeada de su música, toda la tensión en mi cuerpo

mitigada por la melodía, cada rasgueo de su guitarra presionando contra las

penas. Porque eso es lo que Cole podía hacer. Podía hacer desaparecer todo


83

Bookzinga

lo que importaba. En una habitación llena de gente, podía hacerme sentir

como si yo fuera la única y que no tenía nada de qué preocuparme. Alguien

chocó contra mi hombro, sacudiéndome fuera del aturdimiento.

—Lo siento —dijo el chico bailando junto a mí.

Parpadeé un par de veces hacia él, y luego me volví hacia el escenario.

Cole sonrió y levantó la cabeza en una especie de bienvenida. Avergonzada,

alejé mi mirada de él, y, con toda la fuerza que pude reunir, me dirigí a la

salida, su música siguiéndome, alcanzándome casi como las sombras en el

Everneath habían hecho. Hice una pausa frente a las puertas del club con

una mano sobre mi corazón. La sensación de ligereza se fue y todo el peso

de mi culpa regresó. Mi culpa debe de haber sido una emoción muy

poderosa para que pueda volver tan rápido. Era mi recuerdo constante de

Jack. El dolor de perderlo era ahora una parte de mí que si no me aferraba a

ello, sentía como si yo desaparecería. No podía dejar que alguien alguna vez

me la quitara. La culpa era mi fuerte recordatorio de lo que necesitaba

hacer.

Me empujó de la pared en que había estado apoyada y tropecé con

alguien que entraba en el club.

—Lo siento.

—¿Nikki?

Miré hacia arriba. Era Jules. Luciendo bonita y ligera. Casi me di la

vuelta y corrí de nuevo hacia el interior.

En todas partes donde Jules iba, era como si ella traía la luz del sol

con ella. Estaba con Tara Bolton y Kaylee… algo. No podía recordar su

apellido. Eran chicas de nuestro grado.

—Hola —le dije. Jules miró a las otras chicas.

—Ustedes vayan por delante.

Tara me lanzó una mirada de curiosidad, y luego entró con Kaylee

detrás de ella.


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Bookzinga

Cuando yo no dije nada, Jules dijo:

—Sabes, no estoy muy de humor para un concierto. ¿Quieres tomar

un café? He estado queriendo preguntarte algo.

¿Preguntarme algo? Estaba casi más asustada de sus preguntas de lo

que había estado del interrogatorio por el detective. Jules siempre sabía

cuándo estaba mintiendo. Cruzamos la calle y entramos en el café

Grounds&Ink. La mitad del lugar estaba dedicado a mesas de billar y la otra

mitad a cabinas acogedoras y cómodas sillas. Nos metimos en una cabina

cerca de la entrada que me daba una buena vista de Harry O’s y le hizo

señas a una camarera.

—¿Café? —dijo Jules. Ella asintió y regresó momentos después con

dos tazas.

Bebimos en silencio. Era difícil para mí ver a Jules a la cara. Si nunca

hubiera vuelto, Jack probablemente estaría con ella, y sería feliz.

Jules estaba tan cerca de nosotros dos, sin embargo, ella no tenía idea

de lo que realmente había sucedido en marzo pasado. En su mente, Jack

había vuelto a mí y luego desapareció. ¿Cómo podía no culparme?

Ella rompió el silencio primero.

—El detective Jackson se mantiene haciéndome preguntas sobre ti.

—¿Cómo qué? —me dio una leve sonrisa.

—No son preguntas muy halagadoras. Quiere saber si estás

mentalmente estable. Si has estado viendo a un psiquiatra. Si has estado

actuando raro. Si sé adónde fuiste cuando desapareciste antes. Cosas por el

estilo.

Hice una mueca.

—¿Qué le dijiste?

—Que yo no sé nada. Porque yo no sé nada.


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Bookzinga

Me quedé mirando mi taza de café y bebí un largo trago. Podía sentir

sus ojos en mí.

—Jules, lo siento mucho. Acerca de todo.

Ella asintió con la cabeza.

—¿Me contestarás una pregunta?

—Sí.

—¿Sabes dónde está?

Cuanto quería decirle la verdad. El año pasado, no le hubiera ocultado

nada. Pero en el instante que me imaginé diciendo que sí, también me

imaginaba lo que iba a tener que explicar, empezando por el hecho de que

existe un mundo subterráneo llamado Everneath.

La miré a los ojos y respondí sin ninguna vacilación.

—No sé dónde está.

—Te creo.

Sentí mis hombros relajarse.

—¿Lo haces? —Ella sonrió.

—Si sé una cosa sobre ti, es esto. Nunca harías nada para lastimar a

propósito a Jack. Y si supieras dónde está, harías lo que fuera para

encontrarlo.

Quería saltar sobre la mesa y abrazarla.

Jules pasó el dedo por el borde de la taza.

—¿Te acuerdas de cuando los chicos Caputo y su pandilla de matones

solían montar más allá de nuestras casas?

Mis dedos rompieron a sudar ante la mención del apellido Caputo.

Estábamos caminando en un terreno peligroso. Recuerdos. Era el recuerdo

de Jack el que más dolía.


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Bookzinga

Cuando había vuelto del Vínculo, viví dentro de esos recuerdos con

él, porque sabía que estaría bien. Eran lugares seguros. Pero ahora, los

recuerdos eran recordatorios de que Jack estaba fuera de mi alcance. Que

nunca estaría seguro otra vez.

Los recuerdos eran parte de lo que mantenía asegurado alrededor de

mi corazón.

Jules me miraba expectante.

—Me acuerdo —dije en voz baja, con la esperanza de que sería el final

de eso.

—Y tú y yo almacenaríamos aquellas castañas, y se las lanzaríamos…

Golpeé mi mano sobre la mesa, asustándola.

—Lo siento. Yo… no me acuerdo tanto como solía hacerlo.

Negó con la cabeza.

—Estás mintiendo. Solo que no quieres recordar. —Todavía me podía

leer tan bien. Pero no estaba contenta. Por interrumpirla, pude ver que

había cruzado algún tipo de línea. Frunció el ceño.

—Y solo puedo pensar en dos razones por las que no quieres recordar.

O no sabes cómo hacer frente a lo que pasó... o te sientes culpable. —Era

como si estuviera sentada frente a ella completamente transparente. Aparté

la vista, miré por la ventana. Había pasado mucho tiempo, y la gente estaba

ahora saliendo de Harry O’s. No podía mirarla más.

—Me tengo que ir.

De repente, aferró mi mano.

—Becks. Si sabes dónde está… tienes que hacer algo.

—Pero…


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—Solo prométemelo. Si sabes lo que le pasó, incluso si es malo, tienes

que decírselo a alguien. ¿Me escuchas? —Su voz temblaba de emoción—.

No más mentiras.

Abrí la boca, pero no pude contestar.

Hasta aquí el pensar que Jules me creía. Sabía que yo estaba

ocultando la verdad a todos. Sabía que yo era responsable de la desaparición

de Jack.

Sabía que estaba mintiendo.

Bajó los ojos, arrojó unos billetes sobre la mesa y se marchó sin decir

nada más. Todo lo que dijo había agregado peso en mi pecho. Me senté en

la cabina por un largo rato, mirando el patrón de cuadros sobre el mantel de

plástico, obligándome a levantarme. Cuando por fin me levanté, crucé la

calle mientras los últimos pocos rezagados giraban fuera del club. Cole

estaba dentro. Y él era mi única posibilidad de conseguir a Jack.

Por favor, Cole. Por favor, dame esperanza.


88

Bookzinga



En la Actualidad…

La Superficie. En Harry O’s.

Mientras entraba, el persistente olor a sudor y cerveza me golpeó en

el rostro. Un alto hombre detrás de la barra me ojeó.

—¿Eres Nikki?

Miré de lado a lado.

—Um… sí.

—Sígueme. Cole está en la parte de atrás.

Cole debió haber sabido que estaría aquí. Tomé una profunda

respiración y seguí al cantinero atrás detrás del escenario y a través de un

pequeño pasillo que llevaba a una puerta destrozada de madera marcada

como LA HABITACIÓN VERDE.

El cantinero tocó tres veces. Leí algunos de los mensajes grabados en

la puerta.


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Bookzinga

LB + TK + FR = TRIFECTA ASOMBROSA.

Antes de que pudiera descifrar lo que significaba, la puerta se abrió y

el rostro de Gavin apareció. La última vez que había visto al baterista de

Los Elvis Muertos fue cuando estaba por ahí intentando descifrar qué era

tan especial acerca de la Tienda de Paso. Casi me atrapó allí.

—¿Qué? —demandó.

Entonces me reconoció.

—Oh.

Cerró la puerta, y unos segundos después la abrió de nuevo y Gavin

salió, seguido de Oliver y al final Max. Los observé, en silencio.

Max se detuvo mientras pasaba. Se inclinó para hablarme, y recordé

cuánto más alto que Cole era.

—Nik, sé buena. A Cole le estaba yendo mucho mejor hasta esa

actuación que hiciste anoche. No lo arruines de nuevo.

Lo miré incrédula.

—¿Yo lo arruiné a él?

Max solo se alejó. Cole había destruido seis meses de mi vida, la

mayor parte de mi alma, y al chico que amo, ¿y Max estaba preocupado de

que lo lastimara a él?

Bien, así que tal vez algo de eso había sido culpa mía, pero aun así.

Entré y cerré la puerta detrás de mí, sintiéndome más irritada por un

segundo. Antes de que me girara, escuché una inhalación.

—Nik —dijo Cole—. Esas botas. Sí te importa.

Date la vuelta, Becks. Date la vuelta. ¿Por qué era tan difícil estar en la

misma habitación con él? Respiré profundo y lo enfrenté. Estaba sentado en

la esquina de un viejo sofá de cuero café. Estaba desgastado en el asiento del

medio, donde faltaba un gran pedazo de cuero. Su guitarra estaba a su lado


90

Bookzinga

como una constante y fiel compañía; y daba vueltas a una púa de guitarra

sobre los nudillos de sus dedos, pasándolo de un dedo a otro como siempre

hacía.

Debí haber estado mirando fijamente la púa, porque Cole la detuvo a

mitad de girarla, luego la lanzó a la palma de su otra mano y la sostuvo

hacia mí.

—No es lo que crees que es.

—Creo que es una púa —dije, aún a pesar de que sabía de qué estaba

hablando. Nunca miraría otra púa de nuevo sin preguntarme si era el

corazón de Cole.

Él levantó una ceja.

—Pero la mirada en tus ojos era asesina. ¿Tienes una cosa en contra

de las púas, o estabas esperando que fuera lo suficientemente estúpido como

para todavía cargar mi corazón alrededor conmigo?

Cole observó mi reacción con cuidado, deliberadamente tomando un

trago de una botella de agua. La última cosa de la que quería hablar era mi

ineficaz intento de matarlo momentos antes de que Jack desapareciera.

—Sí —dije.

Se inclinó hacia atrás en el sofá y puso sus manos detrás de su cabeza.

—Allí está la antigua Nik. Nada de “¿cómo te va?” nada de charla

acerca del clima. Solo una buena patada a las pelotas.

—¿Una patada a tus pelotas es una opción?

Él frunció el ceño.

—Ahora, eso no suena como tú.

—Las personas cambian.

—No tú. No tanto.


91

Bookzinga

—No me conoces.

Él bufó.

—Siempre me sorprende cuando tan fácilmente dejas de lado el hecho

de que estuvimos juntos… desde la mejilla hasta los pies, literalmente

juntos… por cien años.

—No quiero hablar acerca de eso —dije, mi voz estaba quebrándose.

—Lo sé. —Respiró profundo y giró su púa de nuevo—. Te perseguí

por seis meses, y ahora de pronto no puedo deshacerme de ti. Por favor,

siéntate.

Crucé la habitación y me senté en la esquina más lejana del sofá.

Él se giró para enfrentarme.

—¿Qué puedo hacer por ti?

—Me mentiste, Cole.

Él frunció el ceño y no respondió. Pero no pareció sorprendido.

—¿Por qué no me dijiste que era posible? —dije—. Que

un acompañante Sempiterno puede enmascarar la energía de un humano.

Él se encogió de hombros.

—No es información pertinente.

—¿No es pertinente? —Lancé una risita demente—. ¿Cómo no es

pertinente?

—Aún si pudieras esconderte de las Sombras, hay otras criaturas en el

Everneath que no les gustaría nada más que drenar a un humano. Ni

siquiera sabemos dónde están escondidos los Túneles. Y ese aún no sería

nuestro problema mayor. —Estaba a punto de protestar, pero él levantó un

dedo—. Déjame terminar. —Se movió en el sofá para enfrentarme—. ¿Qué

crees que está manteniendo a Jack vivo justo ahora?

—Eso es fácil. Yo.


92

Bookzinga

—No eres solo tú. —Se inclinó y presionó su dedo en mi frente—. Es

lo que está dentro de tu mente. Es porque estás intacta que tienes la

fortaleza para mantenerlo vivo. En el Everneath, mientras más tiempo estés

allí, más comenzarás a perder la razón. No soñarás, olvidarás por qué

entraste en primer lugar, y ninguna cantidad de palabras mías te ayudará a

recordar.

—Nunca olvidaría a Jack. Estuve contigo por cien años, y su rostro

nunca me dejó.

—Sí, pero olvidaste todo lo demás. Apuesto a que hasta olvidaste su

nombre.

No discutí.

—Es por eso que no te dije acerca del acompañante. Nunca sería

capaz de convencerte de cuán rápidamente olvidarás.

Bajé la mirada a la alfombra de lana a nuestros pies. Él tenía razón.

Durante el Vínculo, solo recordé el rostro de Jack. No fue hasta que llegué a

la Superficie de nuevo que recordé todo acerca de él.

—Pero esta vez no estarás Alimentándote de mí. Será más fácil para

mí recordar.

—Nik, no funciona de esa manera. Yo no estaré alimentándome de ti,

pero todo el Everneath lo hará. Es un lugar de desequilibrio,

constantemente drenando aquellos con corazón. —Hizo u gesto hacia mí—.

Y, contantemente Alimentando aquellos de nosotros sin corazón. Si no eres

un Sempiterno, mi mundo te drenará. Y la primera cosa en irse serán tus

recuerdos.

—No me importa.

Él inclinó su cabeza por esto.

—No me importa, Cole. No quiero mis recuerdos ahora. Al menos

puedo decir que lo intenté. Al menos no estaré sentada aquí, inútil en la


93

Bookzinga

Superficie, intentando encontrar comodidad en los recuerdos, mientras el

chico que amo está sufriendo una lenta muerte por mí.

Con la palabra amo, Cole alejó la mirada.

—Y si pierdo la memoria, y se ha ido tan lejos que nunca volverá…

bueno…

—No me digas que crees que eso está bien. —Su voz era ronca—. Te

das cuenta de que si lo olvidas completamente, él sí morirá. Dime que sabes

esto.

Pestañeé algunas veces, intentando bloquear las lágrimas que venían.

—Está muriendo de todas formas. Tengo que ir al Everneath. Nada

me detendrá.

Pasó una mano por su cabello, haciendo que se parara en un par de

lugares.

—Bueno, entonces, Nik, no estás contando con una cosa muy

importante.

—¿Qué es eso?

—Que no iré contigo.


94

Bookzinga



En la Actualidad…

La Superficie. En Harry O's.

Las palabras de Cole me golpearon como un puño en el pecho, pero

era estúpido esperar una reacción diferente.

Su cara se había vuelto blanca, sin emoción.

—Nunca lo haría.

Me mantuve parada.

—¿Por qué? No es nada para ti. Es solo un viaje a tu propio mundo.

No tendrías que hacer nada. Solo tienes que venir conmigo.

—Estás parcialmente en lo correcto.

—¿Acerca de qué?

—No es nada para mí.

Podía sentir mi cara rompiéndose. Me senté en el sofá de nuevo, sin

palabras.


95

Bookzinga

—Jack no es nada para mí. Salvarlo no es nada para mí.

—Pero…

—Y no es solo un viaje al Everneath, porque eres una

responsabilidad. Solo porque decidiste que no vas a ser una Sempiterna no

significa que no eres una amenaza para la reina. Has sobrevivido al

Vínculo. Eso te ha cambiado, aunque no sabemos exactamente cómo. El

cambio era permanente. Si la reina supiera que existes…

—Ella ya me ha visto.

—Sí, pero no sabe quién eres.

Se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en las piernas.

—No sabe que un Desposeído ha sobrevivido al Vínculo. Si lo

supiera, no perdería el tiempo con los Túneles. Te destrozaría.

Me tensé. Cole lo notó.

—No te preocupes —dijo—. Estás a salvo aquí. Pero no voy a

desfilarte bajo su nariz. ¿Por qué me arriesgaría a enojar a las Sombras y a

la reina para ayudarte? —Hizo una mueca—. ¿Qué gran premio obtengo en

la pequeña posibilidad de que tengamos éxito? Tú y Jack, juntos. No hay

nada en él para mí, Nik.

Miré su cara de cerca. Y se quebró. Solo un poco, pero sabía que

estaba escondiendo algo. Algo fuerte. Pero tan pronto como lo noté, esa

hendidura desapareció de nuevo. Tal vez me lo había imaginado, pero me

arriesgué de todos modos.

—Eres una mejor persona que eso. Eres mejor persona que lo que

crees que eres. —Tomé su mano—. Me dijiste que te había cambiado. Pero

no solo soy yo. Tienes un buen corazón.

Él frunció el ceño, con una mirada de extrañeza en su cara.

—No tengo corazón.


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Bookzinga

—Si lo tienes. Tal vez no uno que lata, pero sí uno que define tu

alma. ¿Y qué si hasta ahora tu alma ha estado en el lado oscuro? Esta es tu

oportunidad de redefinir tu alma.

Alejó su mano y movió la púa de guitarra a través de sus dedos,

evitando su mirada.

—Te lo dije hace mucho tiempo, no soy un héroe.

—Pero…

—Deberías irte, Nik. —Se puso de pie, caminó hacia la puerta, y la

abrió de par en par—. Ve a algún lugar y espera. Esa es tu única opción.

Me quedé donde estaba.

—Nik, te dije que te fueras.

—No.

En un rápido movimiento, se abalanzó hacia mí, me agarró por los

hombros, me sacó del sofá, y casi me saca por la puerta.

—No es un pedido.

No me dio tiempo de recuperar el balance. Con una sola mano

alrededor de mi cintura, me levantó del suelo, con cuidado de no herirme

pero lo suficientemente fuerte que no pudiera poner resistencia.

Antes de saberlo ya estaba fuera de la puerta y la cerró en mi cara.

Traté de abrirla de nuevo, pero ya la había cerrado.

La toqué.

—¡Cole! ¡Por favor!

Pero no había ningún sonido del otro lado. Puse mi oído contra la

puerta, esperando escuchar alguna señal que Cole pudiera abrir la puerta de

nuevo.


97

Bookzinga

Pero no había nada. Tanto que Cole alegaba que tenía demasiado

control sobre él. No tenía ninguna influencia sobre él en absoluto. Levanté

mi puño para golpear de nuevo, pero el camarero apareció de repente en el

pasillo. Cruzó los brazos sobre el pecho y se apoyó contra la pared,

mirándome.

Bajé mi mano y me alejé.

¿Cómo las cosas habían cambiado tanto tan rápido? Estaba

persiguiendo a Cole, y él me estaba echando de su cuarto. Unos meses atrás

hubiese considerado mi comportamiento imprudente.

Mientras cruzaba la planta del club que había quedado vacío, oí el

chasquido de un encendedor de metal en la esquina de la habitación. Max

estaba allí, apoyado contra la pared.

Esperándome.

Caminé hacia él.

—¿Qué? —dije.

Abrió su encendedor, y una llama apareció.

—Déjalo ser.

Mis hombros se hundieron.

—Necesito su ayuda. No lo estoy tratando de herir.

—Lo hieres con solo existir. —Cerró el encendedor—. Ya no es el

mismo. De repente tiene esta rara… empatía por los humanos. —Se

estremeció.

—Si estás tan preocupado de que yo esté cerca de él, ¿por qué vendría

la banda a Park City?

Max se apartó de la pared y se acercó a mí.

—¿Alguna vez has tratado de decirle que hacer? —Negó con la cabeza

como si ya supiera la respuesta, luego me pasó y salió.


98

Bookzinga

Miré al techo y suspiré. Primero Cole me echa, luego Max, el cual

hubiese pensado que quería que fuera la próxima reina tanto como Cole,

estaba advirtiéndome que me alejara.

El mundo estaba definitivamente al revés.

Salí del club, todavía aturdida por el rechazo de Cole. No sé por qué

me esperaba una reacción diferente de él. A sus ojos, había arruinado su

oportunidad de gobernar el Everneath.

Era la accidental casi-reina quien le había negado todo lo que él había

querido. Y ahora le estaba pidiendo su ayuda para salvar al chico que

amaba.

El aire de la noche tenía algo en él. En las montañas, incluso las

noches más calientes siempre tenían un escalofrío. Caminé por la calle

oscura donde había dejado mi auto. Un sedán negro estaba aparcado detrás

de mí. No lo habría notado, excepto que pude ver una pequeña luz roja que

venía desde el asiento del conductor. Parecía el extremo encendido de un

cigarrillo.

Tanteando con las llaves, me metí en mi auto lo más rápido que pude

y cerré la puerta.

Cuando salí del puesto de estacionamiento, el sedán también,

manteniendo sus luces apagadas. ¿Me estaba siguiendo? El detective

Jackson olía siempre a humo. ¿Conducía un carro normal? ¿O solo estaba

siendo paranoica? Negué con la cabeza. Probablemente no era él. Y si lo

fuera, no estaba haciendo nada malo.

Pensé en llamar a mi padre para quejarme, pero no quería

preocuparlo, y hasta donde sabía, no estaba en contra de la ley seguir a

alguien. Además, quejándome o tratando de perderlo podría hacer que me

vea aún más culpable.

Si el detective Jackson me está siguiendo con la esperanza de que lo

llevara a Jack, estaba tomando el camino equivocado.


99

Bookzinga

No podía llevarlo a Jack aunque quisiera.

Antes de ir a la cama, miré el libro de mitología que había lanzado

ayer. Había caído abierto en el suelo. Un dibujo blanco y negro de un

minotauro abarcaba toda la página de la derecha.

El mito del Minotauro y el laberinto. Tomé el libro y leí del pasaje.

Era una historia de guerra.

Contaba la historia Minos, rey de Creta, quien mantuvo un

Minotauro en el centro de un laberinto impenetrable. Cada nueve años,

Minos obligó a sus enemigos, los atenienses, enviar catorce hombres y

mujeres jóvenes, en un barco de velas negras, como alimento para el

Minotauro. Teseo, un príncipe en Atenas, se ofreció para ser alimento del

Minotauro. Pero en realidad planeaba matar al monstruo.

La hija del rey Minos, Ariadna, se enamoró de Teseo. Ella se

comprometió a ayudarlo dándole un ovillo de hilo para que no se perdiera

en el laberinto.

Teseo logró matar al Minotauro y utilizó el hilo para encontrar la

salida del laberinto.

Una simple bola de hilo le había salvado la vida. Podía hacer lo que

hizo Ariadna. Si tan solo pudiera tomar la mano de Jack otra vez... y darle

un ovillo de hilo, podría utilizarlo para llevar a cabo lo mismo.

Si tan solo pudiera sostener su mano en la mía de nuevo, lo sacaría.

Volví a la historia del Minotauro. La celebración de matar al monstruo fue

de corta duración. Teseo abandonó a Ariadna. Y su padre, creyendo que su

propio hijo estaba muerto, se suicidó.

Malditos mitos.


100

Bookzinga

Capítulo 10 Traducido por: AnaCr


En la Actualidad…

La Superficie. Mi recámara.

sta noche, en mi sueño, esperé sola sobre el lado de mi cama por un

largo tiempo. Hay un espacio vacío junto a mí donde Jack suele

estar. No me muevo. No quiero alterar el ambiente ni crear

ninguna distracción que pueda impedirle venir hacia mí.

No sé cuánto tiempo paso o por cuánto tiempo estoy sola.

Finalmente, Jack aparece a mi lado. Sus ojos están apenas entre abiertos.

—Becks —murmura—. ¿Estás ahí?

—Shhh —dije, conteniendo el aire que es su mano—. Estoy aquí. No gastes

tu energía.

Él luchaba por levantar sus párpados, y recordé esos sueños que tenía cuando

estaba tan cansada que no podía mantener mis ojos abiertos, incluso en mi sueño.

El esfuerzo lo agotaba, y cerró los ojos.

E


101

Bookzinga

—No puedo ver. Dime que estas aquí.

—Estoy aquí. No me iré a ningún lado.

—Pienso que si solo pudiera tocarte otra vez, podría volver a casa.

—Entonces tócame —dije tendiéndole la mano.

En lugar de alcanzarla, se inclinó hacia adelante como si fuera a besarme.

Hice lo mismo, imitándolo, aun teniendo la esperanza, contra toda razón, de que si

lo quería lo suficiente, nuestros labios se tocarían. Pero justo como si nos

hubiéramos tocado, como si fuéramos reales el uno para el otro, la mañana llegó.

Desperté.

No fue tiempo suficiente.

Más tarde esa mañana.

La Superficie. El Java Hut.

Pasé los dedos por mi cabeza tantas veces, que estaba sorprendida de

que no hubiera una gran pila de cabello en el piso junto a mi banca. Jack

apenas estuvo ahí la noche pasada. ¡Apenas ahí!

Sabía que los sueños lo mantenían vivo, pero solo funcionaba cuando

él estaba realmente ahí, ¿no es así? Si lo estaba perdiendo incluso con

noches enteras soñando con él, ¿cuán rápido escaparía con solo unos pocos

minutos juntos?

La mesera en el Java Hut notó mi agitación y se detuvo para rellenar

mi taza de café. Como si más cafeína fuera a ayudar. Pero no la detuve. Los

clientes eran escasos hoy, probablemente por las históricamente altas

temperaturas y el hecho de que el Java Hut no tuviera bebidas heladas. O

aire acondicionado.


102

Bookzinga

Chequé mi reloj. Si Will se tardaba más, me deslizaría en un coma de

cafeína. Eso no tenía sentido, lo sé, pero nada en mi vida tenía sentido. Y

anoche… anoche Jack y yo solo tuvimos segundo juntos, durante los cuales

ni siquiera pudo verme. No pude mantenerlo vivo en tan poco tiempo. No pude

mantenerlo vivo. Las lágrimas llenaron mis ojos y comenzaron a desbordarse

sobre mis mejillas.

Lo estaba perdiendo. Cada segundo lo ponía más y más lejos de mi

alcance.

Un dolor en mi cuero cabelludo me trajo de vuelta al presente. Si no

tenía cuidado me quedaría calva pronto. Sorbí mi café Kona Roast, cerrando

los ojos mientras inhalaba su aroma. Jack y yo solíamos preguntarnos si el

Java Hut ponía algún tipo de droga en él para hacerlo oler tan bien. Una vez

que lo olías, tenías que tenerlo.

Bajé mi taza, me recargué en la banca, y esperé. La puerta del frente

rechinó, y Will entró, un par de oscuros lentes de sol colocados en el puente

de su nariz. Los lentes no podían esconder el rojo debajo de sus ojos.

—¿Cómo te fue con Cole? —murmuró, deslizándose en el espacio

frente a mí, manteniendo los lentes en su lugar aunque estábamos adentro.

Alargué la mano hacia su cara y tiré de sus lentes de sol hasta que pude ver

sus ojos inyectados en sangre. Él se echó hacia atrás y los regresó a su

lugar.

—Will —dije.

—No puedes culparme, considerándolo todo.

Presioné mis labios juntos, preocupada de que mi impulsiva visita a

Everneath haya causado la recaída.

—Pero… lo estabas haciendo tan bien…

—Basta, Becks. Hagamos inventario de nuestras prioridades.

Primero, ve al Inframundo y salva a mi hermano. Segundo, no mueras

mientras lo haces. Tercero, empieza una sólida campaña para añadir


103

Bookzinga

diversidad a la conservadora legislación del estado. Cuarto, hasta entonces

tal vez pueda hacer frente a mi excesiva forma de beber. —Frunció el ceño,

y se inclinó hacia adelante—. Gracias por preocuparte. Pero sabes que no

tenemos tiempo para eso. Dime cómo te fue con Cole.

Tomé una profunda respiración, preguntándome cómo describir mi

conversación con Cole, cuando realmente era muy simple.

—Él dijo que no vendría conmigo. Y no sé qué hacer.

Ante esto, Will estaba callado. Era difícil leer su expresión con los

lentes de sol puestos.

Estiré la mano y gentilmente se los quite, esta vez él me dejó.

Cruzó los brazos y descansó los codos sobre la mesa.

—Entonces no hay forma de hacer esto sin Cole.

Negué con la cabeza.

—A menos que pueda encontrar otro Sempiterno al que pueda

hechizar al punto de que quiera ayudarme a salvar a mi novio. No, Cole es

el único al que habría imaginado teniendo influencia sobre él, y

aparentemente esa influencia no fue lo suficientemente fuerte.

—No menospreciaré tu control sobre él. Él gastó seis meses tratando

de convencerte de que te amaba. No creo que todo haya sido una mentira.

—No apostaría por ello. Él me ha rechazado dos veces hasta ahora.

—La mesera puso una taza de café frente a Will—. Entonces pensemos en

ello. ¿Qué tienes para negociar? ¿Qué es lo que él quiere más que a nada?

Dudé, aunque yo sabía sin duda alguna, qué era lo que él quería más

que a nada. Jack me preguntó lo mismo hace meses. Will también lo sabía.

Lo sabía antes de siquiera hacer la pregunta. Era tan cierto ahora como lo

era antes.


104

Bookzinga

—Yo —le dije—. Él quiere que me convirtiera en Sempiterno y

derroque a la reina. Pero, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Prometerle que

seré su reina si salvamos a Jack?

Will negó con la cabeza.

—Tú y Jack no pueden seguir sacrificándose el uno por el otro. Sabes

lo que le haría si lo salvas a costa de tu propia vida.

Agaché la mirada hacia la mesa, al círculo líquido de café que mi taza

había creado. Sabía exactamente como se sentiría eso. Lo estaba sintiendo

ahora. Y no solucionaría nada.

Will se inclinó hacia adelante, poniendo sus codos en la mesa.

—¿Qué te parece si descartamos el acercamiento zanahoria y mejor

vamos con el látigo?

—¿Huh?

—Qué si en lugar de colgar una zanahoria (tú) en frente de él para

hacerlo moverse, lo empujamos por detrás. Amenazarlo de alguna manera.

—¿Cómo? Ha escondido su punto débil. Nunca lo encontraremos. Y,

ponte a pensar, aún no sabemos si su punto débil lo destruiría. ¿Qué es lo

que tenemos?

Él miro hacia abajo tímidamente.

—Amenacémoslo con llevarnos (permanentemente) la cosa que el

más quiere. —Él levantó los ojos.

—A pesar de todo lo que ha pasado, aún sigues siendo su mejor

oportunidad para el trono. No tenemos que darte a él. Solo tenemos que

hacerlo pensar que te perderá para siempre. Le haremos pensar que iras a

Everneath sin importar qué. Si él creyera que podrías desaparecer para

siempre… él cederá.

Pensé sobre la noche anterior en el club, en cómo Cole me había

rechazado.


105

Bookzinga

—No creo que haya ido solo a salvarme.

—Él lo hizo hace dos días.

—Pero eso fue porque no sabía lo que estaba haciendo. Si fuera otra

vez, sabiendo exactamente lo que pasaría… creo que él estaría feliz de

librarse de mí.

—Becks, ¿por cuánto tiempo él ha estado buscando a alguien que

pueda sobrevivir al Vínculo?

Me encogí de hombros.

—Él dijo que miles de años. Pero no sé qué tan literal haya sido eso.

—Y ahora por fin te encontró. ¿Crees que realmente te dejará ir?

¿Sentarse y ver como su única oportunidad para el trono desaparece y

nunca regresa? —Él negó con la cabeza—. De ninguna manera. Si lo

hacemos creer que irás a Everneath esta noche… con o sin él. —Se detuvo—.

Él cederá.

Pensé en ello.

—Pero no tengo su cabello o su uña ni nada.

—Él no sabe eso. ¿No estabas en su vestidor?

—Sí.

—¿Sería muy loco decirle que tomaste un cabello de ahí?

Nos echamos hacia atrás y pensamos por unos minutos. Los

ventiladores de techo giraban sobre nosotros, proporcionando solo la brisa

suficiente para mantenernos sin sudar. Suave música de ukulele sonaba de

fondo.

Y estábamos contemplando engañar a un Sempiterno.

—Él de plano me dijo que jamás me volvería a salvar.

—Veamos si iba en serio.


106

Bookzinga

Me incliné hacia Will, fijándome en sus ojos inyectados en sangre.

—¿Cómo es que piensas tan claramente?


—No lo estoy. Pero pensé en ello anoche. Antes de que empezara a

tomar.

—Está bien —le dije.

—Está bien, ¿qué?

—Está bien, lo haré.

Él frunció el ceño, como si acceder finalmente al plan lo haya hecho

cuestionarse lo que estábamos haciendo. Pero no dijo nada más que:

—Está bien.

La hora del almuerzo trajo un flujo constante de clientes,

definitivamente locales quienes eran quisquillosos acerca de su café. Will y

yo nos sentamos en la misma banca toda la mañana, hablando de ello.

Decidimos que una llamada a Cole sería la mejor manera de empezar con

esto.

—¿Cuánto tiempo le darás? —me preguntó Will.

Pensé en mi sueño de la noche anterior. Mis ojos encontraron los

suyos.

—Seis horas.

—¡¿Qué?!


107

Bookzinga

—Dijiste que esta noche. Le daré seis horas.

Miré mi teléfono.

—Hasta esta noche a las siete en punto.

—Lo estaba usando como un ejemplo. Eso no te dará mucho tiempo.

—¿Tiempo para qué?

Él me miró como si no estuviera entendiendo algo obvio.

—Tiempo para resolver qué le vas a decir a tu familia. Tiempo para…

preparar… todo…

—Jack se está escapando. No tengo tiempo para prepararme. Lo puedo

sentir. Ya hice el cálculo. Un día en la Superficie equivale a seis meses en

Everneath.

—Eso era durante el vínculo. Dijiste que el tiempo pasaba más lento

en el Vínculo.

—Aun así… si espero otro día, serán meses para él. O semanas al

menos. Y no lo logrará. ¿Qué si un día más en la Superficie lo mata?

Mi voz comenzaba a vacilar. No podía ver a Will a los ojos, así que

mire fijamente a la ventana.

La mano de Will se cerró alrededor de la mía. Otra lágrima se deslizó

bajo mi mejilla; y sin darme cuenta, Will usó su pulgar para limpiarla.

—Tiene que ser esta noche —dije—. El tiempo pasa demasiado rápido

en Everneath. Si todo va bien, podría estar de vuelta antes de que mi papá

se dé cuenta de que me fui.

Will apretó mi mano.

—Seis horas Becks. Le daremos seis horas. Yo me haré cargo del

resto.

Asentí y agarré la servilleta, sonándome la nariz.


108

Bookzinga

Él esperó en silencio por unos momentos, tecleando y re-tecleando el

número telefónico de Cole en su celular, buscando signos de que ya me

hubiera recuperado.

Finalmente, él presionó el último número y dijo:

—¿Lista?

Asentí. Me pasó el teléfono.

Después de dos timbres, Cole contestó.

—¿Hola?

—Cole, soy Nikki.

—…

—…

Miré a Will para agarrar fuerza.

—Escucha, porque solo voy a decir esto una vez. Me iré a Everneath.

Me voy a las siete en punto.

—Lo dudo mucho, Nik. —Se burló Cole.

Lo ignoré.

—Estaré en la tienda de paso a las siete. Y después me iré.

Él se burló a través del receptor.

—Y, ¿cómo planeas llegar ahí?

—Tengo tu cabello.

El lado de la conversación de Cole se quedó en silencio.

Encontré la mirada de Will, y él asintió dándome ánimo.

—Tres mechones para ser exactos —dije, mirando mi mano como si

los cabellos en realidad estuvieran ahí.


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Bookzinga

—¿Cómo pudiste…?

—¿Por qué crees que entré a tu vestidor anoche? —Estabilicé mi

voz—. Los cabellos ya estaban ahí. No fue tan difícil.

Él guardó silencio otra vez.

—Si estás tan segura, ¿por qué te molestas en decírmelo?

Miré a Will, quien agitó la mano en círculos indicándome que

continuara.

—Te estoy dando una última oportunidad para venir conmigo. Tú

sabes cuales son mis posibilidades sin ti. —Tomé un profundo respiro—.

Entonces eso es todo. Tienes seis horas, o me iré de tu vida para siempre.

—Nik… —Su voz estaba tensa, pero colgué el teléfono de golpe antes

de que pudiera escuchar lo que tenía que decir y se lo devolví a Will.

—¿Crees que se la creyó? —dijo.

Asentí.

—Sin duda alguna. Pero aún no sé si vendrá.

Dejé a Will en el Java Hut y fui a casa para prepararme, aunque no

tenía idea de lo que prepararme implicaba. ¿Qué empacas para ir al

Inframundo?

Cuando entré a la casa, mi papá estaba sentado en su estudio con la

puerta abierta.

—¡Nikki! Ven aquí, por favor. —Él no sonaba feliz, pero no se me

ocurría nada que hubiera hecho últimamente para hacerlo sentir así.

Me paré en la puerta.

—¿Qué pasa, papá?

Él miró su reloj.

—¿Olvidaste algo hoy?


110

Bookzinga

Me devané el cerebro. Era miércoles, ¿cierto? Cerca de la una treinta.

Pensándolo bien, mi papá no debería estar en casa. Y entonces me di

cuenta.

—Mierda. La doctora Hill.

—Sí. Ella llamó para ver si estabas bien, porque no apareciste para tu

cita. Así que regresé a casa de la oficina para encontrarme con que no

estabas.

Suspiré.

—Lo siento. Me encontré a un amigo en la mañana, y perdí

totalmente el paso del tiempo.

—¿Y no mantuviste el teléfono contigo?

Tomé aire y rebusqué en mi bolso. Mi teléfono estaba al fondo,

completamente muerto. Había llegado muy tarde anoche y me había ido

temprano esta mañana sin haberlo recargado.

—Lo siento. La batería está muerta. —Agité el teléfono frente a él

para que viera que decía la verdad.

Mi papá puso los codos en su escritorio y presionó juntas las puntas

de sus dedos.

—Reagendé tu cita para mañana. Misma hora.

Mañana. Con suerte me iría con Cole esta noche.

—No estoy segura de que vaya a funcionar…

Me detuve en seco cuando vi su rostro. Se cayó. Desmoronándose. En

espacio de un momento, pasó de ser el fuerte alcalde a un débil y cansado

hombre.

—Nikki —dijo suavemente—. Por favor. —No me lo estaba

exigiendo. Me lo estaba pidiendo—. No puedo perderte otra vez. ¿Sabes lo


111

Bookzinga

que me causó eso la última vez? ¿Perder a tu madre…y después perderte a

ti? ¿Puedes siquiera imaginarlo?

Agaché la mirada hacia su escritorio, mis ojos ardiendo.

—Sé que he cometido errores —dijo—, pero no puedo pasar por ello

otra vez. No puedo.

No tenía palabras. Ninguna expresión para confortarlo. Ninguna

promesa que pudiera hacer conscientemente. Por un momento dudé de mi

plan actual. ¿Cómo podría dejarlo otra vez? ¿Cómo podría hacerlo pasar por

todo eso otra vez?

Pero el tiempo en la Superficie era lento. Podría estar de vuelta antes

de que se diera cuenta.

A menos que fallara.

¿Había una respuesta correcta? Sí, claro.

No había habido una respuesta correcta desde que fui a Everneath en

primer lugar.

Caminé alrededor de su escritorio, lo rodeé con mis brazos, y besé la

parte superior de su cabeza. Y entonces hice otra promesa que no estaba

segura de poder cumplir.

—Sé que ha sido difícil. Y sé que aún no se acaba. Pero te prometo

que lo superarás.

No respondió. Solo asintió.

Me fui a mi recámara. Y esperé.


112

Bookzinga

Capítulo 11 Traducido por: LizC


En la Actualidad…

La Superficie. La Tienda de Paso.

i Cole me atrapaba en este engaño, probablemente estaría echando a

perder mi última oportunidad para conseguir que viniera conmigo.

Por otra parte, ya me había quedado sin oportunidades.

El cabello era claro y más o menos de la longitud del de Cole. Podía

haber sido su cabello. Me pregunté por un momento si realmente tuviera un

mechón de su cabello, ¿iría a través de esto otra vez?

—Aquí vamos —dije en voz baja.

Justo cuando abrí mi boca, una mano agarró mi muñeca duro.

Me di la vuelta, esperando ver a Cole, pero no era él. Era Max.

Con su mano cerrada alrededor de mi muñeca, tomó el cabello de mis

dedos, lo levantó en sus ojos, y lo examinó.

—No es el de Cole. —Su cabello parece negro bajo las luces

fluorescentes, y sus ojos parecían aún más negro.

S


113

Bookzinga

—¿Cómo lo sabes?

Arrojó el cabello a un lado, ignorando mi pregunta. Volviendo su

cuerpo alto y desgarbado a la ventana, hizo un movimiento, y entonces él

me observaba en silencio, los brazos vestidos de cuero cruzados sobre el

pecho. Los músculos alrededor de su boca estaban apretados, dándole un

aspecto duro y distante al mismo tiempo. Al igual que un guardaespaldas.

Miré por la ventana, a donde él había señalado, pero no vi nada.

—¿Qué, alertaste a las autoridades o algo así? —murmuré—. ¿Intento

no autorizado de comer cabello en la Tienda de Paso?

Pareció poco impresionado, pero se quedó callado. Las puertas de la

tienda se abrieron y cerraron, y momentos más tarde Cole se unió a

nosotros.

—Paga —le dijo Max a él, tendiéndole la mano.

Cole suspiró y sacó un billete de diez dólares de su bolsillo. Max lo

dobló y se dirigió hacia la parte delantera de la tienda, dejándonos a Cole y

a mí solos.

—¿Qué fue todo eso? —pregunté.

—Ah, Nik. —Él se pasó los dedos por su cabello rubio, y mi mirada se

lanzó a su mano para ver si tenía mechones sueltos—. Siempre me haces

perder mis apuestas. Verás, Max apostó a que nos estabas engañando.

Mintiendo. Acerca de tener un cabello mío. Como de costumbre, estaba

cegado por mis altas expectativas de ti. No pensé que tuvieras en ti esa

capacidad de hacer ese tipo de engaño.

—Jack y yo jugamos póker una vez por semana durante años. Puedo

mentir.

—Un rasgo admirable, sin duda.

Mis ojos involuntariamente se lanzaron a su cabeza. Su cabello. Tal

vez si…


114

Bookzinga

—¡Deja de pensar en eso, Nik!

—¿Qué?

Él sonrió y negó con la cabeza.

—Ya sabes qué. Estas mirando a mi cabello como un adicto en una

feria de crack. Ya es suficiente. —Dio un paso más cerca—. Mira. Es posible

que nos hayas querido engañar, pero te conozco lo suficiente para saber que

no vas a parar hasta conseguir mi cabello; y aun a riesgo de que te lleves mi

cuero cabelludo contigo, iré.

Sus palabras no acabaron de llegar a mi cerebro.

—¿Vas a ir a dónde?

Él rodó los ojos y luego habló lentamente.

—Voy a ir contigo.

—¿Vas a venir conmigo? —dije, incrédula.

—Sí. Pero no porque tenga sentimientos por ti o estoy unido a ti en

modo alguno. Solo estoy apegado a mi cabello. Literalmente.

No sabía qué decir.

—¿Vas a venir conmigo?

Dio una mirada de reojo.

—Oh, chico. Es como si tu cerebro está en un retraso de diez

segundos. Solo haz lo que tengas que hacer y luego nos vemos en mi

apartamento. Tenemos que prepararnos.

—¿Preparar cómo?

—Mira, el Everneath no es un lugar al que vas a la ligera. Si aterrizas

en el lugar equivocado, si tomas un giro equivocado, morirás. Y si mueres,

voy a perder todo por lo que he estado trabajando.


115

Bookzinga

El aire estaba cargado con una siniestra sensación repentina hasta que

Cole dio una palmada ruidosamente.

—Muy bien. ¡Nos vemos más tarde!

—¿Qué debo llevar?

Sus labios se curvaron.

—Empaca ligero. Realmente no puedes traer mucho al Everneath.

Pero una cosa que necesitarás es un símbolo de Jack.

—¿Un símbolo?

Su rostro se puso serio.

—Sí. Un símbolo. Mira, Nik, hay terribles cosas que dan miedo en el

Everneath, y el terreno es difícil de navegar, pero nuestro mayor reto serás

tú. —Él tomó su dedo índice y apuntó mi frente—. Más específicamente, tu

memoria. Encuentra algo que te recuerde a Jack. Algo que conecte tu

cerebro a él, y solo a él.

—¿Cómo qué?

—Los dos estaban acaramelados. ¿Acaso nunca te dio… no sé... un

collar con algún medallón con forma de corazón?

—No.

—¿Un osito de peluche? ¿Con una camiseta que dice: “TE AMO

MUCHO OSITA”?

Puse los ojos en blanco.

—No. Él no era así.

—Lo que sea. Solo tienes que encontrar algún objeto que te haga

pensar en Jack y nadie en más, y tráelo contigo. —Él comenzó a alejarse.

—¿Así que vas conmigo? —dije.


116

Bookzinga

Hizo una pausa por un momento, sacudió la cabeza de una forma

exasperada, y luego continuó hacia fuera de la tienda. Max lo siguió de

cerca, disparándome una mirada de disgusto antes de irrumpir por la puerta.

Oí motocicletas acelerar y alejarse, y luego Will se precipitó dentro.

—¿Qué pasó? ¿Dijo que no? —Él me miró a la cara cuando no

respondí—. Becks, ¿estás bien?


—¿Tú no estás bien?

—No. Sí, estoy bien. Pero no, él no dijo que no. —Tiré mis brazos

alrededor de Will—. Voy a llegar hasta Jack.

Sabía qué objeto necesitaba. Algo lo suficientemente pequeño para

llevar. Algo que me hacía pensar inmediatamente en Jack al momento en

que lo viera. Algo tangible y táctil que podría presionar en la palma de mi

mano e identificarlo sin ni siquiera verlo.

La sensación de él me daba una conexión instantánea a Jack. Siempre

lo mantuve cerca, siempre a mano. Incluso después de que había Retornado

y las cosas fueron tan diferentes entre nosotros, este objeto era mi atadura a

la vida que había renunciado. La vida que tenía antes. La vida con Jack.

Lo encontré en mi dormitorio, bajo mi cama. Una nota. La nota de

Jack.

Siempre tuyo.


117

Bookzinga

Él me lo había dado después del Baile de Navidad del año pasado.

Ninguna cantidad de succionar mi cerebro en Everneath podría quitarle el

significado a estas dos palabras. Las mismas que él tenía en su tatuaje.

Estaba segura de ello.

Decidí no ver a mi padre y Tommy otra vez. No dejé ninguna nota ni

nada. Si no lograba regresar mañana por la mañana, eso significaría que

estaría en el Everneath durante semanas. Y probablemente no iba nunca a

volver.

Will me llevó al apartamento de Cole. Cuando llegamos allí, nos

sentamos en silencio durante un minuto o dos, y luego Will agarró mi

mano. La apretó con fuerza.

—Quiero ir con ustedes —dijo.

—Absolutamente no.

—Pero puedo ayudar. —Sus ojos estaban suplicándome.

No podía creer que estuviera tocando el tema ahora.

—Will. Sabes que no puedes venir.

—¿Por qué no?

Lo observé durante un momento. Él sabía por qué. Pero tal vez él me

necesitaba para decirle que era imposible que él pudiera consolarme con el

hecho de que había hecho todo lo que podía. Hice una lista de las razones.

—En primer lugar, no creo que Cole te llevaría. Número dos, tu

madre te necesita, y necesito que te encargues de todo aquí. Número tres,

no hay ninguna jodida manera en que seré responsable por la pérdida de los

dos hermanos Caputo.

Frunció el ceño y llevó mi mano a sus labios.


118

Bookzinga

—Sé que tienes razón. —Suspiró—. Quiero a mi hermano de vuelta…

—dijo—. Pero, no sé si este es el camino correcto.

Me llevo su mano a mis propios labios. —Esta es la única manera.

—Pero estás poniendo tu confianza en Cole. El mismo Cole que hizo

todo lo posible para que tú y Jack estuvieran separados.

Suspiré.

—Estaría más preocupada acerca de los motivos de Cole si Max no

estuviera tan decidido a mantenerme lejos de él. Si Cole tuviera algún plan

maligno, Max estaría a favor de esto. No oponiéndose.

Miró hacia adelante, con una expresión impotente en su rostro. Abrí

mi puerta.

—Te veré pronto. Tal vez incluso esta noche.

Will solo asintió con la cabeza.

—Cuida a mi familia.

Él asintió de nuevo.

Salí, y antes de que estuviera a mitad de la escalera exterior del

condominio de Cole, Will se alejó. Puse la mano en mi bolsillo y apretó mis

dedos contra la nota de Jack, ya sintiéndome más cerca de él.


119

Bookzinga

Traducido por: AnaCr

Corregido por: ☽♏єl

En la Actualidad…

La Superficie. El Apartamento de Cole.

ole abrió la puerta e hizo un gesto invitándome a pasar. El sonido

de un clic me hizo girarme hacia la sala de estar, donde Max estaba

descansando en el sofá. Jugueteaba con un encendedor plateado en

su mano.

—¿Qué está haciendo él aquí? —pregunté.

—Él vendrá con nosotros. —Ante mi expresión, Cole añadió: —Más

específicamente, él viene para mantenerme en línea. Suelo tomar decisiones

galácticamente estúpidas cuando se refiere a ti, y el Everneath no es un

lugar en el que quieras tomar decisiones estúpidas. Además, dos de nosotros

esconderemos tu energía mejor que solo uno.

Levanté mis manos en un gesto de por mi está bien. Cole me estaba

llevando a Everneath. No empezaría a discutir por nada, aunque estaba

muy segura de que Max también iba para evitar que arruinara a Cole otra

vez.

Cole se quitó la guitarra que estaba atada sobre su hombro y colocó el

instrumento gentilmente en su estuche en la esquina de la habitación.

C


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Bookzinga

—Te voy a extrañar —dijo tiernamente, su boca haciendo una media

sonrisa.

—¿No traerás tu guitarra? —dije.

Raramente lo veía sin ella.

Max y Cole ambos me miraron con expresiones de alarma.

—No —dijo Cole—. No quiero morir.

—¿A qué te refieres? —dije cautelosamente.

—Música. Está prohibida. Como del tipo pena de muerte, así de

prohibido.

—¿Por qué?

Max cerró su encendedor con un clic.

—Porque la música es un poderoso manipulador de emociones, y las

Sombras no pueden controlarlo —dijo.

—Y a las Sombras no les gustan las cosas que no puedan controlar.

Cole cerró el estuche y se enderezó.

—Hablando de cosas que no puedes controlar, ¿trajiste tu amuleto?

Saqué la nota de mi bolsillo.

—Sí, pero no creo que vaya a necesitarlo.

—Eso es porque de momento estás en la Superficie. Tu cerebro aún

está intacto.

Suspiré y metí de nuevo el papel en mi bolsillo.

—Cuando lleguemos ahí… bueno, ¿cómo le haremos para no ser

atrapados?

Cole frunció el ceño y pasó una mano a través de su cabello.


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Bookzinga

—La última vez caíste en el Nueva York de Everneath. Los llevaré

a… Oklahoma.

Debí parecer perdida porque él corrió a la cocina y volvió con un

pedazo de papel en blanco y un lápiz en la mano. Con un amplio gesto,

despejó la mesa de café de todo lo que tenía en ella, mandando algunos

libros, partituras y una sucia taza de café a la alfombra. Entonces puso el

papel en la parte superior.

—Fíjate bien. —Él procedió a dibujar un gran círculo, entonces uno

ligeramente más chico adentro de ese, y otro y otro y otro hasta que había

dibujado cinco círculos concéntricos que llevaban a un objetivo al centro—.

El Everneath está hecho de anillos de elementos. El más externo, —señaló

con el lápiz el anillo más grande—, es el Anillo de la Tierra. Las cinco Áreas

Comunes (Comunidades, por así llamarlas) están repartidas uniformemente

en este Anillo de la Tierra.

Él dibujó círculos más pequeños espaciados de igual manera dentro

del Anillo de la Tierra.

—Cuando te fuiste con un mechón de mi cabello en tus manos,

aterrizaste en una de estas Comunidades. —Él señaló uno de los círculos

más pequeños en el anillo exterior—. Esta Ciudad en particular a la que

fuiste se llama Ouros. Significa “montaña”. Recibe su nombre porque la

entrada (y la tienda de paso) está ubicada en una montaña. Cada

Comunidad tiene varias entradas, o “ríos” como los llaman en tus libros de

mitología.

Recordé haber leído algo sobre eso, llamado el Río Styx. Sin embargo,

no podía recordar el nombre de los demás, si cada Comunidad tenía más de

una entrada, entonces había muchas de ellas. Más de las que sabían los

libros de mitología.

Él movió su dedo hacia adentro del segundo anillo más grande.

—Este es el Anillo del Agua, luego el Anillo del Viento, luego el Anillo

del Fuego. No hay comunidades en estos anillos.


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Bookzinga

Señalé al círculo del medio, el objetivo de su mapa.

—¿Qué hay ahí?

Levantó la mirada del mapa.

—Dos cosas. Las Cavernas del Vínculo y la Corte Superior, donde vive

la reina.

He estado en las Cavernas del Vínculo. No me había dado cuenta

cuán cerca estaban de la Corte Superior.

—Entonces, ¿quién exactamente está en la Corte Superior?

—La reina, sus acompañantes elegidos, y cualquiera que ella quiera.

—Tomó el lápiz y dibujo una X sobre el objetivo—. Nosotros no queremos

ir ahí.

—¿Por qué?

—Bueno, ¿aparte del hecho de que ahí es donde las Sombras y la reina

viven? Porque los tres anillos que separan a la Corte Superior de las

Comunidades (del Agua, Viento y Fuego) están muertas. Son el equipo de

seguridad de la reina. Están ahí para mantener fuera a los Sempiternos.

—Pero entonces, ¿en dónde están los Túneles?

Él hizo una mueca.

—Esa es la cuestión. Están ocultos así nadie se puede meter con ellos.

Solo las Sombras saben en dónde están. Pero he gastado las últimas

semanas rastreando a viejos Sempiternos que podrían saber algo sobre su

ubicación. Uno de ellos creía que los Túneles estaban ocultos en el Vacío.

Señaló en su mapa un espacio afuera del anillo más grande.

—Esperamos que esté en lo cierto. El Vacío está hecho de todas las

áreas inestables, los lugares de energía no formada. Pero eso también

significa que está relativamente inhabitada. Sería el lugar perfecto para

esconder los Túneles. Entonces, mi plan es que aterricemos en el anillo


123

Bookzinga

exterior, entre las Comunidades —Puso su dedo en medio, entre dos

Comunidades, una de ellas era Ouros—, y ver hacia qué dirección tu

atadura con Jack nos lleva.

—¿Mi atadura a Jack?

Se levantó y puso la punta de su dedo sobre mi corazón.

—Estás conectada a él, y el vínculo es fuerte. Es lo que lo está

manteniendo vivo. Y cuando estemos ahí abajo, nos guiará en la dirección

correcta.

Por alguna razón, la manera en que habló de la atadura me hizo

pensar en Ariadna y la bola de estambre que le dio a Teseo para que él

pudiera encontrar la salida del laberinto. Tomé un par de respiraciones,

preguntándome si mi atadura con Jack podría ser tan tangible.

—¿Estás seguro?

—Sí. —Removió su dedo de mi pecho—. Al menos fue lo que aprendí

con mi búsqueda. Con suerte será verdad. O nos perderemos y las Sombras

te rastrearán y ambos moriremos atravesados con una estaca por las

Sombras.

Entrecerré mis ojos hacia él.

Él me miró inocentemente como si no acabara de decir empalándonos.

—No te preocupes. No creo que eso vaya a suceder. ¿Lista para irnos?

—Se acercó más y yo retrocedí. Supongo que me había entrenado

demasiado bien en alejarme de él.


—Um, Nikki, si vamos a hacer esto, vamos a tener que tocarnos.

—Lo sé. Lo siento. Fue un acto reflejo.

—Trataré de no sentirme ofendido. —Avanzó acercándose

nuevamente y tomó mi mano. Él sonrió—. Tu mano está pegajosa.


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Bookzinga

—No lo está. —Pero lo estaba, y sabía por qué. Había sido forzada a

confiar en la persona en quien tenía la menor fe. No tenía opción.

Él apretó mis dedos.

—¿Lista?

Max se levantó y se acercó a nosotros, listo para seguirnos.

Cerré los ojos por un momento.

—¿Cole?

—¿Sí?

—Está realmente… —señalé hacia abajo—, ¿debajo de nosotros?

Una débil sonrisa tocó sus labios.

—No más de lo que está el Infierno. Pero para llegar ahí debemos

irnos… —Inclinó su cabeza hacia el suelo—. ¿Lista?

—Lista. —Ya voy, Jack.

Las paredes de su apartamento comenzaron a girar justo frente a mis

ojos; y justo antes de que todo se volviera obscuro, Cole dijo:

—El aterrizaje podría ser un poco más duro que la última vez ya que

estamos apuntando hacia las afueras de las Comunidades.

Estaba en la lavadora otra vez, pero esta vez la mano de Cole me

mantenía orientada.

Fue un duro aterrizaje. Terminé con la cara en el piso, y mientras

jadeaba en busca de aire, inhalé lo que fuera sobre lo que estaba recostada e

inmediatamente me atraganté. Tosí en mi mano y cayó aserrín en ella.

Cole estaba junto a mí, respirando fuertemente.

—¿Estás bien, Nik?


125

Bookzinga

Asentí. Me ayudó a sentarme, y pude dar mi primer vistazo a los

alrededores. Me quedé boquiabierta.

Estábamos en tierra firme (cubiertos en una ligera capa de polvo

marrón) que parecía estirarse infinitamente en todas direcciones. El lugar

entero tenía esa pinta de demasiado blanco, como si fuera parte de una tira

de película que había sido maximizada. Me di una vuelta completa, pero el

paisaje nunca cambió. El cielo brillaba azul, pero otra vez no había una

fuente de luz. Ningún sol. El aire hasta brillaba en la distancia, como si el

calor se elevara desde el suelo y distorsionara la imagen.

Max se levantó, se sacudió y entonces sacó un pequeño objeto

metálico de su bolsillo. Lo sostuvo en la palma de su mano.

—Entonces, parece que Ouros queda en aquella dirección. —Señaló

detrás de mí, y me di vuelta, haciendo bizcos hacia el horizonte. Ahora que

me enfocaba en aquel punto, podía ver una fina línea gris, y me preguntaba

si sería la pared que rodeaba a la Comunidad.

—Lo que significa que Limneo es en aquella dirección. —Maxwell

señaló exactamente en dirección opuesta.

—¿Limneo? —dije.

Max me ignoró, pero Cole me respondió.

—Otra Ciudad. Es la palabra griega para lago.

Max consultó el objeto metálico en su mano otra vez.

—Entonces, estamos entre Ouros y Limneo. Lo que significa que el

Vacío está ahí afuera. —Se giró hacia Limneo y señaló a la izquierda—. Y la

Corte Superior y los otros tres anillos están en esa dirección. —Giró la

cabeza hacia la derecha.

Busqué el horizonte. Las únicas cosas que podía distinguir eran las

tenues líneas grises en las direcciones de Ouros y Limneo. ¿Podría el

Everneath ser tan grande? ¿Tan grande que no podía alcanzar a ver el

perímetro del siguiente anillo?


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Bookzinga

Estaba a punto de preguntarle a Cole, pero él habló primero.

—Necesitamos la atadura de Nikki entonces sabremos en qué

dirección ir. —Él estaba mirando en dirección al Vacío como si planeara

que mi atadura apuntara en esa dirección.

Olvidé todo acerca de la atadura. Agaché la mirada hacia mi pecho,

justo donde Cole había dicho que supuestamente estaba esa atadura.

—¿Deberíamos estarla viendo ahora mismo? —dije.

—Tenemos que sacarla de ti. Justo ahora tu energía se liberará varias

veces al azar, probablemente cuando menos te lo esperes, justo como se

rompió tu corazón en la plaza de Ouros. Tienes que aprender a controlarlo,

concentrarte en tu atadura con Jack. Una vez que lo hagas, debería tomar la

forma de una línea hacia Jack. Tal vez una cuerda, o una flecha.

—¿Cómo?

Puso sus manos en mis hombros y me apuró a sentarme en el suelo.

—Cierra los ojos.

Obedecí.

—Ahora, comparte un recuerdo sobre Jack.

Abrí los ojos mientras mi corazón se aceleraba.

—¿Un recuerdo? —Mi territorio peligroso. Si ya era difícil hablar

sobre él a mi papá o a Jules, sería casi imposible hablar de él con Cole—.

Um, mira, he tenido este dique… —Mi mano hizo un frenético movimiento

circular en frente de mi pecho, como si eso lo explicara todo.

Él enarcó una ceja.

—¿Dique?

—Sí, es… —No quería decir alrededor de mi corazón, porque sonaba tan

estúpido ahora que lo estaba poniendo en palabras. ¿Cómo había podido

explicarlo que por tanto tiempo había fortificado el dique, porque era la


127

Bookzinga

única manera que conocía para mantener todas mis piezas juntas? Pero eso

no importaba. Estábamos aquí por Jack.

—Olvídenlo.

La esquina de su boca tembló.

—No, quiero escuchar acerca del dique.

—Olvídalo. —Cerré mis ojos otra vez—. ¿En qué debo pensar?

—Bueno, estamos tratando de alcanzar tu atadura hacia él. Tal vez

podrías decirme exactamente qué es lo que te atrae hacia él.

Su voz sonaba tensa, y me preguntaba cuán difícil era esto para Cole.

Si sus sentimientos hacia mi eran reales, no podía ser fácil. Pero, ¿qué tan

reales eran esos sentimientos? Eso aún no lo sabía.

Pero él estaba aquí conmigo, ¿no es así?

—Su sonrisa —dije.

Cole se quedó callado por un momento.

—Uh, necesitamos un poco más que eso, Nik.

Abrí los ojos.

—Ha pasado un tiempo desde que hablé con él. —Sentí que el dique

en mi pecho estallaba en los bordes. No estaba segura de que estuviera lista

para soltarlos.

—Tienes qué. Necesitamos tu atadura.

—Pero, ¿qué si no tengo una?

—Solo hay una manera de averiguarlo.

Cerré los ojos, forzando una fresca lágrima a que cayera por mi

mejilla. Me imaginé a Jack en mi cochera, jugando básquetbol con Will. La

imagen vino fácilmente; lo habían hecho tantas veces.


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Bookzinga

—Jack puede sostener una pelota de básquetbol en la palma de la

mano. Sus manos eran secas y siempre estaban cubiertas de callos. —Me

limpié una lágrima del rostro—. Pero cuando sostenía mi mano, era tan

gentil, como si yo fuera extremadamente frágil. —Hice una pausa.

—Continúa, Nik. Lo estás logrando.

El dique alrededor de mi corazón comenzaba a romperse.

—En el funeral de mi mamá, él realmente no dijo nada, pero se quedó

a mi lado durante todo el día. Y yo podía sentirlo ahí. Aun cuando no lo

veía a la cara, sabía que estaba ahí. Y cuando bajaron el ataúd hacia la fosa…

—Tomé una temblorosa respiración, y era como si todo a mi alrededor yo

(Cole, Max, el Everneath) se desvanecieran—. Él me sostuvo. Literalmente.

Me detuvo para impedir que me arrojara con ella. Sé que suena loco, pero

yo estaba loca. Pensaba que solo podría ser feliz otra vez si estaba con ella, y

no entendía porque eso no podía ser.

El dique explotó, y todo lo que había estado sosteniendo adentro,

todos mis sentimientos hacia Jack que estaba asustada de recordar,

explotaron. Sonidos sordos me alcanzaron, pero no escuchaba. Solo

continuaba hablando rápido y más rápido, las palabras desbordándose a

través de las destrozadas barreras.

—Jack puso sus brazos a mí alrededor y me arrastró fuera de ese

hoyo, y en ese entonces, ni siquiera estábamos juntos. Me levantó y mis

pies ya no estaban tocando más el suelo, y yo sabía que estaba a salvo. Él

vio cada lado de mí (el malo y el bueno) y nunca se alejó. Mi papá se alejó,

y mi hermano era muy pequeño para realmente entender lo que estaba

pasando; pero Jack, él fue mi constante. Él era mi estrella osa mayor. Él era

mi punto fijo en el espacio. Y ahora…

Sentí que mi rostro se desmoronaba.

Las voces sordas eran gritos ahora, y alguien me estaba sacudiendo

por los hombros. Traté de golpear a quien estuviera a mi alcance, pero

entonces me acordé de Cole. Max. El Everneath.


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Bookzinga

Abrí los ojos, y volví a enfocar sus voces.

—¡Detente, Nik! —gritaba Cole.

—¿Qué? ¿No funciono? —dije.

Frunciendo el ceño, señaló a su alrededor.

—Míralo por ti misma.

A cada lado de nosotros, elevándose hasta el cielo, había paredes de

roca roja. El camino en donde estábamos se abría hacia al menos diez

diferentes direcciones, muchas desapareciendo tras unas agudas cerradas

curvas en las paredes del cañón. Algunos arcos naturales se formaban en las

paredes, especialmente cerca de la parte superior a través de la cual brillaba

un cielo azul.

Toqué la pared de roca junto a mí, la rugosa superficie bajo mis

dedos. Un hilo de arena roja caía hacia el suelo mientras la atravesaba con la

mano.

Algo aquí me era muy familiar.

—Qué. Demonios. —Era la voz de Max y sonaba espantado. El

sonido hizo eco, reverberando entre las paredes de los dos cañones.

Max y Cole caminaban en círculos, boquiabiertos.

Max habló de nuevo.

—¿Qué demonios, Cole? Dijiste que se parecería a una cuerda. ¿Qué

demonios es esto?

Giró la cabeza y su mirada capturó la arena roja que estaba en el

hombro de su camisa, y frenéticamente la sacudió como si fuera algo

venenoso.

Sus frenéticas acciones causaron que Cole se dirigiera en otra

dirección, como si alguien estuviera a punto de emboscarnos.


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Bookzinga

Miré la arena en mis dedos. Era roja como la que había en el hombro

de Max, y en ese momento lo supe.

—Es el Horno de Fuego.

Ellos me miraron como si hubiera dicho: —Es un cachorro manejando un

tractor.

—Es decir, sé que no puede ser real, pero se parece a un lugar en el

Parque Nacional de los Arcos llamado el Horno de Fuego. Miren —dije,

señalando el arco más largo en la cima de una de las paredes. Era muy

distintivo, con un mensaje en la parte del medio haciéndolo ver como si

tuviera dos grandes ojos—. Ese es el Arco de la Calavera.

Cole se acercó a mí y me agarró del brazo.

—¿Conoces este lugar?

Asentí.

—Lo escalé una vez.

—¿Tu sola?

—No. Nadie podría escalar el Horno de Fuego sin un guía. Es como

un laberinto. Estrechos cañones de arena. Callejones sin salida. Fui con mi

escuela. —El recuerdo estaba fresco en mi memoria, porque había estado

viendo la foto enmarcada de nuestro viaje ahí. Fue el lugar en donde Jack

me quitó el cabello de los ojos.

Me detuve, observando el rostro de Cole volverse tenso a cada

segundo. Pero yo estaba teniendo la reacción opuesta. Desde el momento en

que liberé mis sentimientos, cada parte de mí, inclusive el interior de mi

cabeza, se sintió más ligero.

—Teníamos un guía. Pero, ¿por qué el Horno de Fuego estaría aquí?

Estamos todavía en Everneath, ¿cierto?

Cole presionó los labios juntos en una apretada línea y miró a Max.


131

Bookzinga

—Esto está viniendo de ella.

—¿De mí? —Negué con la cabeza—. Eso es imposible.

—No. Es enteramente posible de alguien que sobrevivió al Vínculo.

Cole siempre decía que el hecho de que no hubiera envejecido durante

el Vínculo de cien años significaba que yo era diferente. Fuerte de alguna

manera. Lo suficientemente fuerte como para derrocar a la reina, me había

dicho. Pero, ¿cómo la habilidad para proyectar una imagen en el Horno de

Fuego era parte de un don único?

Cole frunció el ceño.

—Tenemos un problema.

—No me digas —dijo Max.

—¿Qué está mal? —pregunté.

—Cuando te pedí que dejaras ir tus sentimientos por Jack, no estaba

del todo preparado para todo lo que tenías guardado tras las compuertas. Y

es un problema, porque toda esta energía atraerá atención que no queremos.

Estaba a punto de preguntar qué tipo de atención cuando vi a alguien.

Solo un atisbo de cabello café mientras alguien desaparecía al doblar una

roca. Pero un atisbo era lo único que necesitaba para saber quién era.

Jack.

—¡Jack! —grité. Se sentía como una eternidad desde la última vez que

lo vi—. ¡Jack! —grité otra vez, corriendo en la dirección en que había

desaparecido.

Débiles voces me llamaban desde atrás, pero no podía entender lo que

decían. Parecía como si hubiera bolas de algodón en mis oídos. Mientras

corría, miré hacia el cielo para dejar que el sol calentará mi rostro.

Pero no había sol. Por ningún lado.


132

Bookzinga

Dejé de correr. Mi propia sombra se alzaba ante mí, más alta que yo.

El sol venía desde atrás. Pero cuando me di vuelta, no estaba ahí.

¿Por qué estaba buscando el sol? Había algo más que debía buscar

primero. ¿No es así?

Puse la cabeza en mis manos y me froté el cuero cabelludo,

frenéticamente tratando de recordar hacia qué era lo que corría pero mi

cabeza se sentía como un globo desinflándose. Todo se me estaba

escapando.

Caminado en frenéticos círculos, comencé a jadear hasta que atisbé

un rostro. Grandes ojos cafés. Cabello despeinado. Amplia sonrisa. Conocía

ese rostro. Era el rostro de Jack.

—¡Jack! —grité, y comencé a correr otra vez. Me tropecé en una

aguda curva y trepé por una gran roca que bloqueaba el camino, y cuando

llegué a la cima, lo vi. Tendido en el suelo.

Salté de la roca y aterricé junto a su cabeza. Me arrodillé en el suelo y

puse mis manos en sus mejillas.

—Jack —dije, mi voz apenas llegando a mis oídos.

—¡Nik! —Era una voz desde la cima de la roca. No era la de Jack.

—¡Shhhhh! —Levanté mi mano, ahuyentado a quien fuera que

estuviera ahí—. ¡Es Jack! Lo encontré.

—No, Nik. No lo hiciste.

¿Estaba Cole ciego?

—¿Qué quieres decir? ¡Está justo aquí!

—Mírate. Estás en el suelo.

—Estoy en el suelo porque Jack está en el suelo —contesté con fuerza.

Entonces tuve que pensar en ello. Jack estaba en el suelo.

Agarré la mejilla de Jack y me encontré con un puñado de tierra roja.


133

Bookzinga

—¿Qué ray…? —Relajé mi puño cerrado, y la tierra se filtró a través

de mis dedos. Mire de nuevo al suelo, y todavía estaba el rostro de Jack, solo

que esta vez, él tal vez tenía doce años, y estaba jugando un partido de

béisbol.

Era como si estuviéramos viendo videos caseros de Jack proyectados

sobre la tierra.

—¿Qué es esto? —Levanté el puño de tierra hacia Cole—. ¿Qué está

pasando?

Cole se agachó frente a mí y cerró sus manos alrededor de la mía.

Max apareció en la cima de la roca.

—Estamos tan jodidos.


134

Bookzinga


Corregido por:☽♏єl

En la Actualidad…

El Everneath. El Anillo de la Tierra.

ole puso su mano debajo de mi barbilla y me obligó a apartar la vista

de las imágenes y los vídeos de Jack pegados en todas las superficies

alrededor de nosotros.

—Nik, estás en el Everneath. Estás proyectando esta escena en el

Everneath. No es real. Te dije cómo tus sentimientos, recuerdos y

emociones, afectan tu entorno aquí. Estás haciendo esto.

Volví a mirar hacia abajo a la película de Jack. Ahora él estaba

sonriendo hacia la cámara, sosteniendo un palo con un malvavisco en el

final del mismo. El malvavisco estaba en llamas, y él lo soplaba. Yo odiaba

los malvaviscos quemados.

¿Cómo podía estar haciendo esto? Traté de separar lo que estaba pasando,

pero era como si mi cerebro no estuviera funcionando a plena potencia.

Sabía que todo aquí estaba mal, una versión diferente de los Hornos de

C


135

Bookzinga

Fuego con las imágenes en movimiento de Jack, pero no pude hacerlo bien

dentro de mi cabeza.

—¿Puedes verlo también? —pregunté.

Cole asintió.

—Sí, pero no debería ser capaz de hacerlo. Tienes algunos recuerdos

fuertes. Por lo general, las proyecciones humanas parecen... casi un aura en

torno a la persona. Sabía que las tuyas serían más fuertes porque

sobreviviste al Vínculo, pero pensé que eso significaba que podrías

proyectar un objeto más específico, como una cuerda. Sin embargo, estás

proyectando un parque nacional completo.

Max dio una patada al suelo.

—Deberíamos irnos.

—Si nos vamos ahora y luego regresamos, vamos a estar en la misma

difícil situación —gruñó Cole, pero pude ver que estaba muy frustrado.

—¿Por qué es tan peligroso?

—Debido a que hay Sempiternos por aquí llamados Errantes, que

están hambrientos de energía, pueden olfatearla, y todo esto. —Él tiró su

brazo alrededor—. Es básicamente un letrero de neón parpadeante que dice

“VEN JOE’S”. —Su voz aumentó—. Y a diferencia de los seres humanos

normales, tu proyección subconsciente es tangible y concreta, y también se

parece ¡a un laberinto! —Él se levantó y dio un puñetazo a la pared de roca

con un gruñido de frustración. Su voz hizo eco, rebotando de pared a pared.

Duró más tiempo del que parecía posible, su ira reverberando a todo

nuestro alrededor.

Mientras los últimos sonidos morían, él sacudió su mano, una

pequeña gota de sangre salpicó en la piedra arenisca a sus pies. Mi

proyección fue lo suficientemente fuerte como para romper su piel. ¿Cómo

es posible que algo que viene de mi mente sea suficientemente real como

para hacerle daño? ¿Qué pasa si nos hubiera proyectado dentro de una de las


136

Bookzinga

cavernas del Horno de Fuego? ¿Estaríamos atrapados? ¿Podría sofocarnos?

¿Podrían las rocas posadas al borde de la barranca caer y aplastarnos?

A pesar de que estaba enloqueciendo, no podía dejar que Cole y Max

lo supieran. Max dijo que quería renunciar. Cole se veía como si estuviera

pensando en ello. No quería agregar más pánico, porque, si salimos ahora y

volvemos a la superficie, podría no tener de nuevo la oportunidad de salvar

a Jack.

En realidad, si nos íbamos ahora, Jack moriría. Lo sabía.

El silencio era pesado en el aire. Tomé un par de respiraciones

profundas y caminé lentamente hacia Cole. Las venas de su cuello

sobresalían. No podía dejar que cambiara de opinión acerca de estar aquí.

Definitivamente no confiaba en él, pero ahora era la única persona que

podría ayudarme. Era una mala idea, pero tomé su mano herida en la mía y

la acerqué a mi cara para conseguir un buen vistazo. Las líneas alrededor de

sus ojos se suavizaron, haciéndolo lucir más como un animal herido. Casi

asustado. No porque el corte era profundo, sino porque había agarrado su mano,

pensé. Él era vulnerable a mi toque. Podía verlo.

En la superficie, había trabajado muy duro para ocultarlo. Sí, me

había dicho que quería que estuviera con él, pero eran solo palabras. Ahora

podía ver una reacción física involuntaria. Los músculos de sus brazos se

tensaron debido a mi cercanía. Tenía las mejillas sonrojadas porque yo

estaba cerca.

Tiré de la manga de mi camisa hacia adelante y limpié la sangre en

sus nudillos. Entonces lo miré a los ojos.

—Va a estar bien. —No me refería a la mano, y me pareció que él

entendía. El rostro de Cole se endureció.

—Puedo hacer esto —dije—. Cuando llegué aquí por primera vez, no

tenía proyección. Tiene que haber una manera de que pueda controlarlo.

Encontrar un término medio entre la nada y el dique roto.


137

Bookzinga

Cole resopló y retiró su mano. Él asintió con la cabeza y frunció el

ceño de una manera determinada.

Entonces él y Max caminaron en círculos lentos alrededor de mí, y

por primera vez me di cuenta de cómo el escenario por el que caminaban

ondulaba a su paso, como si se tratara de una pintura al óleo que no se había

secado.

Supongo que estaban absorbiendo parte de la energía de la proyección

mientras daban vueltas a mí alrededor, pero me di cuenta que no había

manera de que pudieran posicionarse para ocultarme por completo. El

escenario a su paso simplemente se recuperaba cuando pasaban.

Cole se detuvo frente a mí.

—Está bien, Nik. —Tomó mis manos entre las suyas—. Cierra los

ojos. Enfócate. Tráelo. Imagina una cuerda, señalando de ti hacia Jack.

Como la aguja de una brújula.

—Está bien. —Apreté bien los ojos y dibujé las imágenes en mi

mente: las paredes de roca, el arco en forma de cráneo, el cielo azul. Y luego

contuve la respiración.

Oí a Max resoplando y luego un sonido como de Cole golpeándolo en

el brazo.

—¿Funcionó? —pregunté. Nadie respondió.

Abrí los ojos, y lo único que había cambiado en la proyección era que

el camino era estrecho. Todo parecía... más delgado. Pero mientras estaba

allí, respirando regularmente, se amplió y regresó a su posición.

Pude ver por qué Max estaba tratando de no reírse.

—Está bien —dijo Cole, y me llamó la atención lo paciente que estaba

siendo. Cole en la superficie habría hecho algún comentario sabiondo, pero

ahora estaba decidido a conseguir que yo pasara a través de esto. Tal vez era

porque no estábamos trabajando el uno contra el otro—. Está bien, Nik.

Inténtalo de nuevo, solo hazlo más pequeño. No más delgado.


138

Bookzinga

Cerré los ojos e imaginé todo otra vez, y luego traté de imaginarlo

haciéndose más pequeño. Pero cuanto más lo intentaba, más sentía como si

estuviera presionando hacia adentro en un globo irrompible que se negaba a

estallar.

Con los ojos cerrados y los dientes apretados, pregunté:

—¿Está funcionando?

—Sigue intentándolo, Nik.

Mentalmente presioné y presioné sobre el globo que era mi

proyección, pero no pasó nada. Me concentré con más fuerza, apretando la

imagen en mi cabeza. Podía sentir un sudor frío en mi frente.

—Eso es suficiente, Nik.

—¡Pero creo que lo estoy haciendo!

—No, no lo estás. Pero estás sudando a través de tu ropa.

Abrí los ojos. Él estaba en lo cierto.

—Está bien, vamos a intentar un enfoque diferente —dijo Cole—.

Creo que todo esto sucedió porque estabas dejando salir cada sentimiento

que has tenido por Jack al mismo tiempo. Tal vez si nos centramos en un

recuerdo específico.

Él miró a su alrededor a todas las fotos de Jack que estaban pegadas

en las rocas. Hizo un gesto hacia una cercana que estaba cubierta con una

imagen en movimiento: dos manos, una pequeña y delicada, una grande y

masculina. Las manos se ponían palma con palma, midiéndose una contra

la otra. Entonces se apretaban. Y luego el pequeño fragmento de película

comenzaría de nuevo.

—Esta cosa de las manos aparece mucho —dijo Cole—. ¿Por qué no te

concentras en eso? Siéntate, cierra los ojos, y cuéntame acerca del recuerdo

detrás de eso.


139

Bookzinga

El recuerdo detrás de eso. La noche en que me pregunté si Jack alguna

vez me vería como algo más que una hermana pequeña. La noche en que

otro chico se puso en nuestro camino.

—Está bien.

Primer año…

La Superficie. Mi casa.

—¿Qué le vas a responder al Boze? —preguntó Jack.

Estábamos sentados frente a mi puerta después que un trote nocturno

llevó a Jack justo por mi casa. Él había parado de trotar para saber si me

habían invitado al baile de graduación. Había oído un rumor.

Puse los ojos en blanco.

—No tengo idea. Mi papá todavía se está acostumbrando al hecho de

que un chico conocido simplemente como Bozeman invitó a su única hija a

su primer baile. —Me encogí de hombros—. Creo que mi mamá está

ayudándolo a acostumbrase con la idea.

Jack me dio un empujón juguetón con el hombro.

—Tal vez está preocupado por la diferencia de edad.

Sonreí, pero Jack tenía un punto. Estaba bastante segura de que sería

una de las pocas estudiantes de primer año allí.

—No es tanto porque sea mayor —dije—. Sería de gran ayuda si el

Boze no fuera tan jodidamente grande.


140

Bookzinga

—Él es del tamaño perfecto cuando estoy en la línea. —Jack era

mariscal de campo, y Bozeman era a menudo el único que se interponía

entre él y un tacle.

—Lo sé, pero, ¿has visto sus manos? —dije. Yo sostuve la palma de mi

mano en el aire. En comparación con otras chicas de mi edad yo era de

altura media, pero mis manos eran pequeñas. Mi mamá siempre maldijo

este hecho cuando estaba tratando de enseñarme a tocar el piano.

Jack tendió la mano y la puso palma con palma contra la mía. Mis

dedos casi terminaban antes de que los suyos comenzaran.

Él se rió y dobló sus dedos sobre los míos.

—¡Exactamente! —dije—. Y las manos de Bozeman son más grandes

que las tuyas. ¿Puedes imaginarlas sosteniendo las mías? —Negué con la

cabeza, y Jack se quedó en silencio. De repente estaba muy consciente de

que aún sostenía mi mano.

Cuando levanté la vista hacia él, tenía el ceño fruncido. Pensé que tal

vez era porque estaba tratando de encontrar una manera de dejar ir mi

mano, así que la saqué.

—En fin... —dije—. ¿Quieres ayudarme a responderle al Boze?

Finalmente, una sonrisa cómoda.

En la tienda, paseamos por los pasillos de dulces, buscando ridículas

maneras de decir “sí”.

Jack señaló a los anaqueles con las barras de caramelo.


141

Bookzinga

—“La gente se burlaría3 si yo no dijera que sí”.

—Brillante. ¿O qué tal: “Mi rostro iría al rojo vivo4 si no fuera

contigo”?

Él sonrió.

—No estoy seguro de que transmita la solemnidad de la ocasión. Al

menos, no tanto como... —Con un gesto, mostró una caja de Nerds—.

“Todo el mundo es un nerd comparado contigo, Boze”.

Me reí.

—O podríamos ser simples y directos. Algo que no necesite otras

palabras. La respuesta está en el nombre. —Saqué una barra de Skor5 de

detrás de mi espalda. Jack registró el nombre, pero no se rio como pensé que

lo haría. Sus mejillas se pusieron rojas, y se dio la vuelta.

Su reacción me sorprendió, pero yo estaba bastante segura de que

sabía por qué. Jack siempre había pensado en mí como una niña. En lugar

de mirarme, él agarró un paquete de Red Vines6 y estudió la lista de

ingredientes, como si fuera un mapa del tesoro.

—Soy solo seis meses más joven que tú, ya sabes —dije.

Se encogió de hombros, y luego puso los Red Vines en su lugar y

agarró un Baby Ruth.

—Incluso aunque sea prácticamente un bebé7, iré contigo —dijo él, sin

un rastro de alegría en su voz.

3 Burlaría: En el original, snicker. Es un juego de palabras entre la acción y la marca de caramelos del mismo nombre. 4 Rojo vivo: En el original, red hot. Es otro juego de palabras entre el significado y una marca de caramelos del mismo nombre. 5 Skor: Es otro juego de palabras entre la marca de caramelos y su significado. En este caso, “score”, una forma informal de decir “tener sexo” 6 Red Vines: Una marca de caramelos. 7 Bebé: Es un juego de palabras con la marca del caramelo “Baby Ruth”, y el significado de Baby, “bebé”.


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Bookzinga

Era mi turno de sonrojarme. Siempre bromeaba acerca de ser mucho

mayor que yo, porque era el doble de mi tamaño y estaba un año delante de

mí. No debería haberme molestado.

Pero lo hizo.

Tiré la barra de Skor a su cabeza, un poco más fuerte de lo que quería.

—Auch.

—Por lo menos yo no lanzo como un bebé. —Di un paso más cerca—.

Ya no soy una niña, Jack Caputo.

Me di la vuelta pisando fuerte por el pasillo, actuando más como una

niña pequeña de lo que he hecho en mucho tiempo. Jack me respondió en

voz baja.

—Lo sé, Becks. Lo sé.

Finalmente nos decidimos por una botella de dos litros de Coca-Cola

con una nota adjunta. “Explotaría8 por ir al baile contigo”.

Esto hacía menos sentido que nuestras ideas anteriores, pero Jack dijo

que si el Boze no captaba la idea, entonces no merecía ir al baile conmigo.

Condujo al vecindario de Bozeman, y al doblar sobre su calle, apagó las

luces, estacionando a pocas casas de nuestro objetivo.

Llegó hacia mí, y me congelé hasta que me di cuenta de que iba por la

guantera.

Mis mejillas se pusieron de color rosa, y me alegré de estar oculta en

las sombras.

8 Explotaría: Es un juego de palabras entre pop, una forma de decir gaseosa, y su significado.


143

Bookzinga

Sacó algo oscuro y cerró la puerta de la guantera.

—Aquí. —Tiró la cosa oscura en mi regazo. Lo sostuve cerca de la

ventana para conseguir un buen vistazo. Era un pasamontañas negro.

—¿No es un poco exagerado?

Lo miré y me atraganté con una risa.

Jack se había puesto una media de nylon en su cabeza, y sus rasgos

faciales se aplastaron y aplanaron. Él sonrió, y la presión de la media lo

hacía parecer trastornado.

—Lo tomé prestado de mi madre.

Luché para calmarme.

—Te favorece.

No había manera de que me viera más rara que él, así que bajé el

pasamontañas sobre mi cara y salí del coche, Jack llevando la botella de

soda.

Nos arrastramos hasta el porche de Bozeman, yo unos pasos detrás de

Jack. Dejó la botella. La luz del porche se encendió, y ambos nos

congelamos. Nadie abrió la puerta, y nos dimos cuenta de que era un sensor

de movimiento.

Jack me miró y asintió con la cabeza como diciendo: ¿Lista?

Asentí con la cabeza.

Tocó el timbre de la puerta, y echamos a correr como si nuestras

vidas dependieran de ello. Jack fue al lado del pasajero y me abrió la puerta.

—¡Ahora no es momento para la caballerosidad! —susurré gritando.

Corrió alrededor del coche, entró, hizo girar la llave y aceleró por la

calle. No fue hasta que estuvimos fuera del barrio de Bozeman que

finalmente amainó y encendió los faros. Cuando lo hizo, me quedé mirando


144

Bookzinga

con temor a un trozo de papel en el asiento junto a Jack. Era la nota que se

suponía iba a ir con la soda.

—¡Se te olvidó la nota! —dije. Jack la miró, pero no parecía

sorprendido.

—Bueno, si el Boze no puede entenderlo, no merece ir contigo.

—¿Entenderlo? ¡Va a abrir la puerta y encontrar una botella de coca-

cola colocada allí sin ninguna explicación!

—Si el Boze no puede usar su imaginación para darse cuenta de que

estás diciendo que sí...

Yo le di un puñetazo en el brazo, no demasiado fuerte, y ambos nos

reímos.

A la mañana siguiente en la escuela, deslicé la nota que se suponía iba

a acompañar a la bebida, en el casillero de Bozeman.

Él lo entendió.


145

Bookzinga


Corregido por: val_mar

En la Actualidad…

El Everneath. El Anillo de la Tierra.

ué conmovedor —dijo Max.

—Cállate, funcionó —dijo Cole.

—¿Funcionó? —dije.

Abrí mis ojos. A mis pies, flotando por como un centímetro sobre el

suelo, había lo que parecía una larga barra de metal. El extremo cerca de mí

era más grueso; y se reducía hacia el otro lado apuntando, haciéndolo ver

como si estuviera en el centro de un disco.

Di un paso adelante, y la guja se movió conmigo. Di un paso atrás de

nuevo, y reasumió su posición original. Me detuve junto a ella y levanté mi

dedo.

—¿Es real?

Cole se agachó a mi lado.

—Q


146

Bookzinga

—¿Te refieres a que si es tangible como lo era el Horno de Fuego?

Espero que no. Podría hacer verdadero daño si te tropiezas con ello o algo.

Levanté mi dedo y lo atravesé por la atadura como si fuera un

holograma.

—Bien —dijo Cole. Sonrió con ironía—. Así que, ahora hemos

aprendido nuestra lección. No soltaremos más todos los diques al mismo

tiempo, ¿bien? De hecho, mantengámonos concentrados. Preferiría que la

atadura de pronto nos metiera dentro de otro recuerdo de tu infancia, como

el Gran Cañón, o los acantilados de Dover o algo.

—Me mantendré concentrada —prometí.

—Mientras lo hagas, debería estar allí.

—¿Está apuntando hacia Jack?

Cole se levantó, y Max estiró el artefacto que había usado antes para

descifrar dónde estábamos. Él y Cole intercambiaron miradas, y luego Cole

dijo:

—Eso creo. Pero hay un problema.

—¿Cuál es el problema? —pregunté.

Cole suspiró.

—No está apuntando al vacío. Está apuntando al punto muerto de los

anillos. Está apuntando directamente a la Corte Superior.

¿Directamente a la Corte Superior?

—Pero dijiste que los Túneles estaban escondidos en el vacío —dije.


—No, dije que esperaba que estuvieran escondidos en el vacío. —Su

voz sonaba ronca y cansada.


147

Bookzinga

Max sostuvo el pequeño y circular objeto en su mano, y vi el perfil de

ello, se veía como una pequeña representación del plano del Everneath.

—Estamos aquí —dijo, apuntando al borde del más lejano círculo

entre las dos separaciones—. Tu conexión está apuntando en esta dirección.

—Hizo una pequeña línea dirigiéndose hacia el centro.

—¿Pero qué si los Túneles están en el vacío exactamente en el lado

opuesto del anillo más exterior? —pregunté. Puse mi dedo en el punto más

lejano de nosotros en el mapa circular—. ¿Y tal vez solo está apuntando a la

Corte Superior porque sucede que está en la línea directa entre nosotros y

los Túneles?

Max no pudo evitar poner los ojos en blanco.

—Sí, de los millones de puntos en los cuales podíamos haber elegido

aterrizar, supongo que hay una oportunidad de que solo sucediera que

cayéramos exactamente en el lado opuesto de los Túneles.

—Solo hay una manera de averiguarlo —dijo Cole.

Ambos lo miramos.

—Caminamos hacia Ouros. Cuando lleguemos allí, si la brújula

todavía apunta al mismo centro…

Su rostro era oscuro.

—¿Por qué Ouros? —pregunté.

—Porque tengo un amigo allá. Uno que me debe. Y si sucede que tu

atadura está realmente apuntando al centro del laberinto, vamos a necesitar

ayuda.

Supe aún antes de que llegáramos a Ouros que mi atadura todavía

apuntaría al centro de la diana. Nadie dijo nada, pero podía ver el sutil

cambio de dirección como si estuviera sosteniendo un lado de un cordel, del

cual el otro lado estaba asegurado en el lugar en el medio. Le había

preguntado a Cole por qué no solo no nos podía llevar allá, y dijo que hacer


148

Bookzinga

más de un viaje a la vez sería un desperdicio de su energía. Necesitaba

descansar entre viajes para reponerse y recargarse.

Mientras nos acercábamos a la gran pared gris que rodeaba Ouros, mi

sangre comenzó a latir. La última vez que había estado aquí la reina y sus

Sombras habían vaporizado a un hombre, y ahora yo iba a volver. Me

pregunté cómo pasaríamos la muralla, pero entonces vi un pasaje oscuro

tallado en la base de la piedra. La pared tenía que ser increíblemente gruesa,

porque no podía ver ninguna luz viniendo del otro lado.

—¿Está protegido? —pregunté.

Cole sonrió.

—En una manera. Solo quienes tenemos corazón podemos pasar. Así

es como mantienen a los Errantes afuera. Se les han quitado sus corazones.

Cuando estábamos a unos metros, Cole sacó un objeto de su bolsillo.

Era una púa negra de guitarra. Sabía que su corazón estaba guardado dentro

de ella. Era la primera vez que había visto la plumilla desde esa noche en los

apartamentos cuando fallamos en adivinar dónde estaba el corazón de Cole.

Max sacó una hebra oscura de su bolsillo. Estaba enredada en nudos.

—¿Qué es eso? —pregunté.

—Una cuerda de mi primera guitarra.

—Y, ¿ese es tu corazón?

Me miró como si la respuesta debiera ser obvia. Mientras alcanzaba la

entrada, me pregunté si realmente sería capaz de sentir mi corazón ya que

estaba en verdad dentro de mi pecho y no en un objeto que pudiera mostrar.

¿Qué tipo de mecanismos de defensa tendría? ¿Lanzas que se dispararan

desde el techo? Mi imaginación enloqueció con cada paso más en lo

profundo dentro de la entrada del túnel. No quería hablar por miedo de

activar algún tipo de alarma.


149

Bookzinga

Pero salimos desde el túnel sin un rasguño. Solté un suspiro de alivio,

pero mi indulto fue de corta duración. Estábamos en las afueras de la

ciudad. Las estructuras más cercanas a nosotros eran más pequeñas que los

edificios que recordaba en la plaza. Niveles simples. Gruesos, toldos

empolvados sobresalían de las entradas. Debajo de los toldos había

mostradores mostrando filas y filas de frascos de vidrio.

Lucía como un mercado del Viejo Mundo, completo con tiendas y

puestos cubiertos con toldos. Me acerqué al puesto más cercano para

observar los bienes siendo intercambiados, pero lo que vi no tenía sentido.

Los frascos alineados en las repisas estaban vacíos. Cada frasco estaba

etiquetado con números y letras: 8H, 3D, 24H. Pero, antes de que siquiera

pudiera intentar descifrar lo que significaban, un cartel colgado sobre la

tienda más cercana llamó mi atención, y me congelé.

Cole lo vio también.

—Maldición.

Era un dibujo en blanco y negro de una chica con cabello oscuro y piel

pálida.

Yo.

Debajo de la foto estaban las palabras:

¿CONOCES A ESTA HUMANA?

Empujé mi capucha sobre mi cabeza. Cole y Max me rodearon de

cerca lado a lado. Cole sostuvo mi codo, guiándome rápidamente, pero no

demasiado rápido, por un camino contiguo y luego por un callejón. Con los

chicos tan cerca de mí, mi atadura casi desapareció completamente,

absorbida por ellos. Todavía podía sentirla, ese tirón en mi corazón. Se

sentía como si mi proyección debería venir directo desde mi corazón, fuera

de mi pecho, pero no lo hacía. Estaba agradecida. Era menos notable en el


150

Bookzinga

suelo. Pero sabía que debía estar originado desde lo profundo de mí, y solo

cuando se estiraba fuera de mi cuerpo era absorbido por Cole y Max.

Me pregunté a qué sabía mi energía para ellos. ¿Estaba llena de mi

amor por Jack? ¿O estaba hecha de las emociones negativas (como culpa o

dolor) que Cole siempre decía que se levantaba en la parte superior?

No iba a preguntar.

Cole y Max estaban silenciosos. Tenía el sentimiento de que

estábamos tomando caminos secundarios, a pesar de que pasamos varios

Sempiternos, algunos de ellos miraron por más tiempo del necesario. Los

edificios que pasamos se veían antiguos, pero no miré demasiado para

descifrar por qué. La manera en que Cole estaba apurado, se sentía como si

estuviéramos siendo perseguidos, aún a pesar de que estaba bastante segura

de que no había sido atrapada por nadie todavía. Cuando alcanzamos un

edificio con dos intrincadas columnas en la entrada, Cole dobló dentro.

Habíamos pasado suficientes giros y vueltas que yo estaba completamente

perdida.

Cole tocó la puerta.

—¿Quién vive aquí? —susurré.

—Ashe. El Sempiterno más antiguo que conozco. Y la única persona

que sé que ha visto el laberinto alguna vez.

Tocó de nuevo, con más urgencia. Un hombre de apariencia extraña

abrió la puerta. Cuando lo vi, la primera palabra que vino a mi mente fue

humo. Su piel era de un pálido color gris, y se veía esponjosa, como si

estuviera hecha en parte de polvo. Su cabello gris se levantaba de su cabeza.

Hasta el iris de sus ojos eran grises.

Cole se veía confundido.

—¿Ashe?

El reconocimiento brilló en el rostro del hombre.


151

Bookzinga

—¡Cole! —Parecía sorprendido, pero Cole no le dio oportunidad de

hacer preguntas.

—¿Podemos trasladar esto adentro? —preguntó con una rápida

mirada detrás de nosotros.

Ashe reaccionó inmediatamente, metiéndonos y cerrando la puerta.

Una vez que estábamos a salvo adentro, Cole y Ashe se dieron un

tipo de abrazo masculino, con una palmada en la espalda. Cuando se

separaron, Cole estudió el rostro de Ashe.

—¿Qué te pasó? —dijo.

Así que aparentemente Ashe no siempre había lucido como humo.

Estaba a punto de responder, pero vio algo a mis pies. Mi atadura.

Max y Cole me habían dado el suficiente espacio para que reapareciera

completamente.

Luego sus ojos viajaron a mi rostro, y se congeló. Me miró de arriba

hacia abajo, y pude sentir mis mejillas sonrojarse bajo el escrutinio.

—Bueno, esa es una proyección de energía definida. ¿Qué te trajo

aquí? —Levantó sus cejas expectante.

Cole respondió su mirada inquisitiva.

—Sobrevivió al Vínculo.

Ashe se alejó unos pasos.

—Estás yendo hacia el trono, ¡¿y vienes aquí?!

—¡No, no! —Cole estiró sus brazos, palmas abajo, de una manera

tranquilizadora. Y luego pareció pensar en cómo Ashe interpretaría sus

siguientes palabras, una sonrisa incrédula apareció en sus labios—. Estamos

yendo a los Túneles.

Nos sentamos en una mesa en el medio de la casa de Ashe, y durante

los siguientes minutos, Cole le dijo todo. Como había sido su Desposeída y


152

Bookzinga

cómo había sobrevivido al Vínculo. Como Jack había tomado mi lugar en

los Túneles y cómo estaba manteniéndolo vivo en mis sueños.

Cuando había terminado, la habitación se silenció. Ashe puso sus

codos encima de la mesa y juntó sus manos.

—Así que irás a los Túneles. A salvar al chico —dijo Ashe con

incredulidad.

Cole asintió.

—Siempre disfrutaste las tareas imposibles. —Rio Ashe.

Cole asintió de nuevo, reconociendo alguna historia entre ellos que

no conocía.

—¿Por qué viniste aquí?

Cole apuntó mi atadura.

—Porque su proyección está dirigiéndonos a Jack. Y si puedes decir

hacia dónde apunta…

La respuesta se mostró en el rostro de Ashe. Miró de la atadura hacia

Cole.

—Basura.

Cole se inclinó hacia adelante a través de la mesa.

—Necesitamos tu ayuda.

Ashe imitó la posición de Cole.

—Eso no es todo lo que necesitarán. La última vez escuché el lugar

estaba lleno de Errantes.

—Y, tal vez algunas armas serían buenas también.

La esquina de la boca de Ashe se levantó mientras miraba la

expresión impávida de Cole. Tuve la sensación de que a esos chicos les

gustaba el peligro.


153

Bookzinga

Capítulo 15 Traducido por: Jessy


En la Actualidad…

El Everneath. En la casa de Ashe.

ole decidió que él y Max necesitaban ir al mercado y abastecerse de

energía extra, lo cual era el producto principal que se vendía en el

mercado que pasamos. Ya que mi cara estaba pegada por todas

partes, decidieron dejarme aquí, bajo la vigilancia de Ashe. Cole fue

alrededor de la habitación y cerró las persianas de madera sobre las

ventanas.

—No salgas —dijo.

—No iba a hacerlo —contesté—. Pero, ¿de verdad necesitan más

energía?

—Es solo un apoyo. Pero necesitamos todo lo que podamos conseguir.

Max se acercó.

—Vamos —le dijo a Cole.

Cole miró fijamente a Ashe.

C


154

Bookzinga

—Nadie entra aquí —dijo. Ashe asintió, y luego Cole y Max

estuvieron fuera de la puerta, dejándome sola con él.

Ashe tomó asiento en un banco de madera cerca de una grieta en la

ventana e hizo señas a un banco similar para mí. Me senté y él se quedó

mirando hacia la calle.

—No crees que alguien en serio me haya visto, ¿verdad? —pregunté.

Ashe se encogió de hombros.

—Incluso sin tu energía, los humanos se ven un poco diferentes. No

es perceptible al principio, pero después de un tiempo, puedes ver un

resplandor casi imperceptible. Tal vez sea la luz de la mortalidad —dijo en

una manera muy casual, sin ninguna censura. No quitaba los ojos de la

carretera mientras hablaba—. Sin embargo, tendrías que estar buscándola.

—Incluso si alguien viera mí… resplandor, ¿de verdad me entregarían?

—La reina ha ofrecido bastante recompensa por ti.

—¿Dinero?

Finalmente se dio la vuelta.

—Incluso mejor. La reina está ofreciendo tiempo en los Campos

Elíseos.

Los Campos Elíseos. Cole me había contado sobre ellos antes. Volví

atrás al momento en mi cuarto cuando él había puesto sus manos en ambos

lados de mi cara, y entonces, como en un sueño, estaba de pie en un campo

con el sentimiento más increíble de ligereza, como si pudiera irme volando

y nunca tocar el suelo otra vez.

Pensé en esos frascos que había visto en el mercado, y como los

números de las etiquetas de repente tenían sentido

—¿Era eso lo que estaban vendiendo en uno de los puestos? Esos

frascos marcados 8 D y 24 H. ¿Representaban tiempo en los Campos?


155

Bookzinga

Ashe asintió.

—Los Campos son como un coma psicodélico para nosotros. La mejor

droga. Si fueran más accesibles, probablemente nos volveríamos adictos.

Pero la reina es la única que tiene acceso a ellos. Puede vender su acceso. U

ofrecerlo como una recompensa. —Miró hacia la ventana de nuevo.

Eché un vistazo a la casa de Ashe, finalmente capaz de

familiarizarme con ella. Consistía en una gran habitación rectangular, con

muros de piedra en ambos extremos que se incorporaban dentro de la calle

y lo que parecía ser un patio trasero de algún tipo, y murallas de madera en

los lados que asumí separaban esta residencia de las otras dos contiguas.

Tenía una extraña mezcla de viejo y nuevo. La estructura, la mesa y las

sillas parecían antiguas, hechas de roble grueso con diseños intrincados.

Pero entonces una estantería en una pared contenía no solo libros viejos si

no también libros más modernos con lomos de colores.

Una esquina de la habitación estaba llena con un montón de mantas

viejas y alfombras de aspecto persa, recordándome el interior de una carpa

beduina o algo. En la esquina opuesta estaba un artilugio que lucía como un

telescopio anticuado.

—¿Para qué usas el telescopio? —dije.

Ashe miró brevemente a la esquina que tenía el artilugio.

—No lo uso. Tiene un… valor sentimental.

Símbolos y telescopios, plumillas de guitarra y corazones. Algunas

vivencias tienen una manera de infundir a los objetos ordinarios

significados profundos.

Como si el telescopio provocara algo en Ashe, dijo:

—Esta persona que estás buscando. ¿Cuál es su nombre?

—Jack —dije—. Jack Caputo.

—Y tú lo amas.


156

Bookzinga

—Sí.

—Y Cole está ayudándote a salvarlo.

—Sí.

—A pesar de que también está enamorado de ti.

Fruncí el ceño. ¿Por qué los Sempiternos hablan de amor cuando ellos

no tenían corazón?

—No. No lo está.

Ashe alzó su ceja con escepticismo.

—No es amor —dije—. Es una necesidad. Me necesita porque piensa

que puedo convertirme en la próxima reina. No me ama.

Inclino su cabeza.

—Realmente no puedes verlo, ¿verdad?

—¿Ver qué?

—Él también tiene una atadura. Y apunta directo a ti.

Abrí mi boca pero no pudo salir ninguna palabra. ¿Se refería a una

atadura literalmente? Ashe estaba equivocado. Cole no era capaz de amar.

Justo entonces la puerta se abrió, y Cole y Max entraron. Cole se

detuvo cuando vio mi cara, luego miro a Ashe con una expresión curiosa.

—¿Sobre qué estaban hablando?

—Nada —dije, demasiado rápido.

Cole me miró con los ojos entrecerrados pero no dijo nada. Hubo un

tenso y silencioso momento cuando la mirada de Cole se desplazó de mí

hacia Ashe y de regreso. Luego Max se aclaró la garganta y empujó a Cole

con sus hombros.

—Es tiempo.


157

Bookzinga

Cole asintió.

Minutos más tarde, Ashe, Cole y yo estábamos apiñados alrededor de

un mapa de pergamino antiguo que parecía haber sido dibujado al mismo

tiempo que la Declaración de Independencia, mientras Max montaba

guardia en la ventana. Las imágenes en el mapa lucían similares a lo que

Cole había dibujado para mí, con la Corte Superior y las Cavernas del

Vínculo dentro del centro de una diana y luego tres anillos rodeándola,

expandiendo su tamaño a medida que se iban. El cuarto anillo mostraba las

Comunidades.

Ashe colocó una pieza redonda de madera roja que uso como

marcador en una de las Comunidades que supuse tenía que ser Ouros.

—Estamos aquí. Y están hablando acerca de ir a través del laberinto.

—¿El laberinto? —le pregunté.

—El laberinto. Como un enredo.

—Sé lo que es un laberinto —dije, recordando la historia que había

leído sobre el Minotauro.

—El interior de tres anillos: Agua, Viento y Fuego, conforman un

laberinto cuyo único propósito es mantener a las personas fuera. El lugar

está lleno de obstáculos físicos, y son bastante duros; pero son los

obstáculos psicológicos los que comen viva a la gente.

Mi pulso subió.

—¿A qué te refieres con obstáculos psicológicos?

—El primer anillo, el Anillo de Agua, se mete con tus emociones. El

segundo anillo, del Viento, ataca tu mente. Y el tercer anillo, del Fuego,

saca a relucir tu desesperación. Puedes combatir las amenazas físicas. Pero

no puedes proteger tu mente. Es por eso qué nadie llega tan lejos. Nunca

llegué más allá del Anillo de Agua. —Levanto la vista, con el rostro serio—.

Nunca he oído hablar de alguien que lo haya hecho.


158

Bookzinga

Quería preguntarle a Ashe porque había intentado pasar por el

laberinto en primer lugar, pero una mirada de Cole me hizo dudar.

—¿Es siquiera posible llegar al centro?

—La reina mantiene la copia del plano del laberinto para las personas

que invita a la Corte Superior —dijo Ashe—. Solo no poseemos el mapa.

—Aunque lo tenemos —dijo Cole, mirándome deliberadamente.

Ambos miraron fijamente mi atadura, y me di cuenta que tenían la

intención de usarla como un mapa improvisado.

Ashe frunció el ceño.

—Esperemos que ella no lo pierda. —Max, que había estado en

silencio hasta ahora, hablo más alto desde su posición en la ventana—. ¿Qué

vamos a hacer con respecto a la diferencia de tiempo?

Ante mi expresión interrogante, Cole dijo:

—El tiempo en el laberinto corre paralelo al tiempo en la superficie.

Los antiguos Egipcios creían que su dios del sol guardaba todas las horas del

día y la noche en el inframundo. Específicamente, son almacenadas en el

laberinto.

Le di lo que estaba segura era una expresión en blanco.

Cole suspiró.

—Significa que cuando estemos en el laberinto, el tiempo trascurrirá

tan rápido como lo hace en Park City. Lo que quiere decir que vas a estar

fuera por más tiempo del que te des cuenta.

Pensé en las repercusiones de esta revelación. Cada minuto que

estuviera en el laberinto sería otro minuto que estaría lejos de mi familia.

Sería imposible regresar sin que nadie supiera que me había ido. Entonces

otra comprensión me golpeó, una peor, y vi en los rostros de los demás que

estaban un paso delante de mí.


159

Bookzinga

—No puedo perderme ni una sola noche de sueño —dije—. Jack ya se

está quedando sin tiempo. Si pierdo una noche de darle energía, morirá, ¿no

es así?

Cole bajó la cabeza y se rascó la parte de atrás como siempre lo hacía

cuando estaba tratando de resolver un problema. Cuando la levantó otra

vez, dijo:

—La arrojaremos. Cada noche, la arrojaremos a la Superficie para que

pueda dormir. Nos quedaremos en el laberinto, manteniendo nuestra

posición. Luego en la mañana llegaremos arriba y la traeremos de vuelta.

Estaba segura que mi cara se veía como si Cole acabara de haber

hablado en latín antiguo.

—Creí que habías dicho que no podíamos aterrizar en el laberinto.

—Podemos hacer un aterrizaje ciego, que es lo que tenemos que hacer

si todos fuéramos a la superficie. Pero si el resto de nosotros nos quedamos

aquí y simplemente alcanzamos la superficie para traerte abajo, eso podría

funcionar.

Ashe parecía estar desarrollando el escenario por su cabeza. Pero no

podía olvidarme de una palabra en específico que Cole había dicho.

—¿Qué quieres decir con “arrojarme”?

Cole sonrió.

—En realidad, es exactamente como suena.

Antes de que pudiera preguntarle por más detalles, Max se puso de

pie.

—Lo que sea que vayamos a hacer, no podemos quedarnos aquí

mucho tiempo.

—¿Por qué? —pregunté.


160

Bookzinga

—Cuatro hombres. Han estado parados en la esquina por mucho

tiempo.

Cole miró a Ashe, quien le echo un vistazo a un reloj de bolsillo.

—Hay un apagón programado para más tarde. Vamos a escabullirnos

por la puerta trasera, pero no creo que podamos llegar a la entrada del

laberinto antes de que oscurezca. Conozco un escondite no muy lejos de

aquí. Creo que podemos lograrlo.

Todos se pusieron en acción. Cada uno de ellos agarró un arma. Ashe

sujetó con una correa una pequeña espada en su espalda. Max se puso un

aparato de hierro que deslizo a través cuatro de sus dedos; y cuando hizo un

puño, se convirtió en un arma, como nudillos de acero. Cole se colgó una

funda de cuchillo alrededor de su pierna y jaló sus pantalones por encima de

ello. Luego Ashe sacó la cerradura de hierro atravesando la puerta principal

mientras Max despejaba la mesa de los mapas y marcadores que habíamos

estado estudiando.

—¿Qué quieres decir con apagón? —pregunté.

—Ya verás —dijo Cole. Agarró mi mano y nos escabullimos por la

puerta de atrás y en el patio.

Todo había tomado unos treinta segundos.

Ashe nos precipitó por oscuros callejones que eran aún más estrechos

que los que Cole había usado para llevarnos donde Ashe. Mientras

corríamos, la luz del día parecía bajar, transformando nuestro camino en

anochecer. A mitad de uno de los callejones, Ashe se detuvo en una

pequeña y gruesa puerta de madera en el suelo. Parecía una tapa de

alcantarilla de madera cuadrada. Tiró para abrirla y Cole descendió en ella,

luego Max.

Ashe me miró expectante.

—Aquí voy —dije en voz baja. Salté dentro después de Max y aterricé

en una pequeña bodega del tamaño de una sala de estar. Ashe cayó a mi


161

Bookzinga

lado y utilizó una cuerda en la puerta para cerrarla bien, pero no sin antes

de darme cuenta que de repente estaba completamente oscuro afuera.

—Pónganse cómodos.

—Cuando el apagón se alce, correremos al laberinto antes de que

alguien se dé cuenta a dónde fuimos.

Usando el encendedor de Max para poder ver, Cole y yo nos

acomodamos en una esquina de la habitación y los otros separados en el

lado opuesto. Había unas pocas mantas que habían quedado allí que usamos

como cojines contra el frío cemento del piso. Una vez que todos habían

dejado de moverse, Max apagó su encendedor y fuimos lanzados a la

oscuridad.

Podía oír voces apagadas hablando, y desde la dirección de la cual

estaban viniendo, asumí que eran Max y Ashe. Estaba aliviada de que Cole

se sentara a mi lado. En este mar de desconocidas y aterradoras cosas, Cole

era definitivamente una cosa: familiar. Cómodo.

Me cubrió con una manta.

—Son solo tres horas —susurró—. Trata de descansar.

—¿Qué es un apagón? —le susurre a Cole.

—Es como suena. Para conservar energía, las Sombras de vez en

cuando apagan todo. Todo el mundo se queda adentro. Es mejor que pase

ahora que cuando estemos en el laberinto.

Él estaba tranquilo. Todavía podía oír los murmullos del otro lado de

la habitación, pero no podía distinguir que estaban diciendo.

—¿Cole? —susurré.

—¿Si?

—¿Habrán Sombras en el laberinto?

Lo escuché dejar salir un suspiro.


162

Bookzinga

—No lo creo. Están concentradas en la energía. Es todo lo que les

importa, así que se aferran a la diana y a las Comunidades, donde pueden

manipular la energía. No tienen ninguna razón para estar en los laberintos.

—¿Por qué hacen lo que hacen?

—Es como si fueran la personificación de una devoción al mundo

Everneath. Algunos dicen que ya no son lo que eran. La última sombra de…

amor, sin ningún motivo que la respalde. Todo lo que saben es proteger este

mundo, y la energía dentro de él.

—¿De dónde vienen?

—No lo sé.

Había tanto que Cole seguía sin saber sobre su propio mundo. Tanto

que mantener en secreto, incluso de los habitantes. Me di vuelta hacia él.

—¿Mueren?

—No lo sé.

Nos quedamos en silencio durante unos minutos, y podía escuchar a

Cole asentarse más en las mantas.

—¿Vas a dormir?

Cole se rio entre dientes.

—No. Dormir es puramente una cosa de la Superficie, junto con el

consumo de alimentos. No es algo que necesitemos hacer aquí abajo. Eso va

para ti también mientras estés aquí.

La señora Jenkins me había advertido no comer aquí. Sonaba como si

esto fuera algo por lo que no necesitaba preocuparme. De repente tenía

sentido porque no había visto una cocina en la casa de Ashe.

Volví a pensar en cómo Ashe venía con nosotros, sin hacer

preguntas.

—¿Ashe es un Sempiterno normal?


163

Bookzinga

—Un Sempiterno normal —dijo Cole con una sonrisa en su voz.

—Quiero decir, ¿por qué parece…humo?

Cole suspiró.

—No lo sé. Su apariencia es nueva para mí. No solía verse así. Dijo

que se perdió la última comida. Tal vez por eso.

—¿Qué hiciste alguna vez por él que lo hiciera estar de acuerdo en

venir con nosotros?

Cole hizo una pausa.

—Tiene una antigua deuda conmigo. Una vez encontré algo que él

había perdido. Ahora me lo está devolviendo.

—¿Qué encontraste?

Hizo una pausa.

—No es importante.

No ofreció ninguna información más. El otro lado de la habitación se

quedó en silencio, y sentí como si estuvieran escuchando, así que no lo

presioné.

Ashe estaba viniendo solo porque le debía a Cole. Pero, ¿por qué Cole

estaba aquí? En su opinión, no me debía nada.

—¿Cole?

—¿Sí, Nikki?

Dejé salir una bocanada de aire. No podía preguntarle porque

finalmente había decidido ayudarme. No quería darle una oportunidad de

reconsiderar en lo que se había metido.

—¿Tienes miedo de perder la vida?

—No. Tengo miedo de algo peor que la muerte.


164

Bookzinga

¿Peor que la muerte?

—¿Cómo qué?

—Los Sempiternos pueden quedar atrapados en un infierno de sus

propias mentes. —Lo sentí meter un cordel suelto en la manga de su

chaqueta—. ¿Alguna vez te has dado cuenta como los castigos en la

mitología son siempre repetitivos y continuos? Sísifo rodando la roca hacia

la montaña, ¿solo para tener que empujarla de vuelta al final del día?

¿Almas que están atrapadas en arenas movedizas mientras aves carnívoras

mordisquean sus intestinos? Los Sempiternos temen a los castigos eternos,

como la sentencia de los Errantes, que siempre están hambrientos pero

nunca mueren por ello. Podemos caer presa de tal destrucción en nuestras

mentes que la muerte sería en realidad una liberación.

Recordaba haber visto fotos de esos castigos y maldiciones en el libro

D’Aulaires.

—¿Alguna vez has conocido alguien que quedara atrapado en algo

como eso?

—Sí. Yo. —Me volví hacia él, y sintió el movimiento—. Contigo.

Siempre intentando, pero nunca teniéndote. Tengo noventa y nueve años

para esperar.

Mis mejillas se calentaron.

—No puedes seguir intentando.

—Nunca me detendré.

—Pero… todo esto… —Hice señas alrededor, a pesar que sabía que no

podía verme—. Estas haciendo todo esto cuando sabes que es para salvar a

Jack.

—Lo sé. Y me deberás bastante cuando lo logremos… —Había una

sonrisa en su voz, pero también algo completamente serio. Pensé acerca de

lo que Ashe había dicho sobre su atadura hacia mí.


165

Bookzinga


—¿Qué es lo que crees que te debo?

Se acercó a mí.

—¿Por salvar al amor de tu vida? Todo. —Se produjo este

increíblemente tenso momento, y me habría gustado ver la cara de Cole.

Pero luego lo sentí relajarse contra mí—. Y entonces tú simplemente

escaparás otra vez, y tendré que encontrar otra manera de convencerte; y

eso, Nikki Beckett, es el lazo eterno.

Liberé una exhalación y al mismo tiempo traté de liberar el pánico

que sus palabras habían causado. Actuó como si se tratara de una broma,

pero, ¿alguna parte de él de verdad lo creía?

—Te dije a lo que temía, Nik. Ahora cuéntame a que le tienes miedo.

Respondí tan honestamente como pude:

—Tengo miedo de lo mucho que no sé de este mundo, y como tengo

que confiar en todo lo que me dices.

—Eso es aterrador.

No pude escuchar una sonrisa tras su voz.


166

Bookzinga

Capítulo 16 Traducido por: Carmen170796

Corregido por: Clau12345

En la Actualidad…

El Everneath. En Ouros.

an pronto como el apagón acabó salimos del sótano y entramos

al callejón. Cole miró a Ashe.

—Sabes a qué nos enfrentamos. Tienes una deuda

conmigo, pero no es justo que te pida esto como pago. Si quieres irte, me

puedes pagar de otra forma.

Hubo un largo momento de silencio. No dije nada, no rogué ni

supliqué, porque estaba muy segura de que la respuesta de Ashe no tenía

nada que ver conmigo y comprendía toda su relación previa con Cole.

Ashe dio un paso adelante.

—Estoy dentro. Estoy cansando de deberte —dijo con cordialidad,

aunque, no con malicia.

Cole sonrió y le pegó en el hombro, como un camarada.

T


167

Bookzinga

De nuevo corrimos a toda velocidad por el callejón y hacia la calle.

Fuimos silenciosos y rápidos, había dado tantas vueltas que si me hubieran

dejado ahí sola, nunca habría podido salir de nuevo. Mantuve mi capucha

arriba. Cualquier persona que pasásemos podría estar buscándome.

Cole se movió directamente en frente de mí, y Max se quedó detrás.

—Sígueme tan de cerca como puedas, Nik.

—Para que puedas… —Busqué las palabras correctas para describir

cómo ocultaba mi energía—. ¿Absorber mejor?

Lo escuché dejar salir una pequeña risa.

—Exactamente.

Ashe y Max flanquearon mis costados, solo que un poco más lejos y

menos obvios que antes. Cada Área Común tenía cuatro entradas y salidas.

Dos en lados opuestos que conducían a otra Área Común, uno que conducía

al Vacío, y uno que servía como entrada al Laberinto.

Por la manera en que nos estábamos moviendo, las dos salidas del

Área Común estaban al norte y sur del círculo. El Vacío estaba al oeste y el

Laberinto al este.

Corrimos. No podía ver a nadie siguiéndonos y estaba empezando a

creer que podíamos irnos sin ser notados hasta que Max dijo:

—Tenemos compañía.

Volteé mi cabeza solo lo suficiente para captar un destello de dos

figuras detrás de nosotros al final del callejón.

—¿Tal vez están dando un paseo? —dije con optimismo.

—Revisemos —dijo Max. Él dio un giro repentino por una calle

lateral y después despegamos corriendo. Lo seguimos muy de cerca. Él hizo

una serie de rápidos y fortuitos giros en fila, después nos metimos a un

callejón particularmente oscuro y esperamos.


168

Bookzinga

Por un minuto nada pasó. Después de nuestra loca carrera, no podía

imaginar que alguien pudiera seguirnos el ritmo.

Pero lo hicieron. Dos figuras aparecieron al final del callejón desde

donde habíamos venido.

Todos miramos a Ashe, quien se había vuelto el líder extraoficial. Él

pensó por un instante, después dijo:

—Separémonos. Una vez que lleguen a la entrada, pasen

inmediatamente.

Y así nos dispersamos. Cole tomó mi mano y corrimos.

Apreté la nota de Jack en mi mano. Resiste, Jack, pensé. Estoy en

camino.

No tenía idea de si los hombres nos estaban siguiendo a nosotros o a

alguien más en nuestro grupo. Estábamos yendo demasiado rápido como

para revisar. Después de unos minutos de correr a toda velocidad, llegamos

a una entrada arqueada, como la que habíamos tomado para entrar a los

Ouros; pero esta parecía como si raramente hubiera sido usada. Tenía

esquinas diferentes que no habían sido desgastadas por miles de manos

tocándola. La suciedad en el piso parecía descargada y suelta. Corrimos

hacia ella.

—¡Rápido! ¡Rápido! —dijo Cole, impulsándome bajo la arcada

primero. Él continuó y luego se aplastó contra la pared, en la sombra de la

entrada y observamos la calle por la que habíamos venido.


169

Bookzinga

Nadie se apareció. No sabía si los otros nos llevaban ventaja o si

todavía estaban tratando de llegar aquí. Cole finalmente apartó sus ojos y

miró al frente al corredor oscuro.

Él pasó por delante de mí.

—Yo iré primero.

Mientras nos movíamos a través del oscuro corredor, el sonido de una

corriente de agua se hacía más fuerte. La luz al final rebotaba contra las

paredes, como en una piscina cubierta. Y después obtuve mi primer vistazo

del Anillo del Agua.

Me congelé.

Hasta este punto podía decirme que estábamos en algún extraño

rincón del mundo pero todavía en un planeta que reconocía. Pero al mirar el

Anillo del Agua, nunca me había sentido tan lejos de la Superficie y de

todas las cosas familiares. La vista era tan sobrenatural, que me dejó sin

aliento.

Cole me esperó, su mano estirada. Su mirada se encontró con la mía

y reconoció mi repentina parálisis.

—¿Estás lista para esto?

Sin pensarlo, lentamente sacudí mi cabeza de un lado a otro. Cole

sonrío.

—Sí lo estás, Nik. La única forma de salir es pasarlo. —Estiró más su

mano hacia mí.

La tomé, porque sabía que si no lo hacía, estaría atascada en el

corredor por un largo tiempo. Una leve rociada de agua me golpeó en la cara

mientras entraba al anillo. Tenía sentido, porque toda la pared frente a mí

estaba hecha de agua, como una cascada gigante, solo que no se acumulaba

al final y parecía venir de la nada.


170

Bookzinga

Era una pared de agua corriendo y me estaba forzando a escoger entre

ir a la derecha a la izquierda. La pared detrás de nosotros parecía igual

excepto por una pequeña y oscura abertura del corredor por el que habíamos

acabado de pasar.

—Bienvenidos al Laberinto —dijo Ashe. Él estaba a un lado con Max.

Nos habían ganado—. Traten de no mojarse demasiado. El agua aquí tiene

ciertas… propiedades.

Recordé que Ashe dijo que el agua se metía con las emociones.

—¿Cómo qué?

Cole me jaló hacia el centro exacto del camino, asumí que de esa me

salpicaría menos cantidad de agua.

—Puede sacar tus peores emociones. Mójate demasiado y podrías

ahogarte en tu propia desesperación.

Miré la enrome pared frente a mí y la otra detrás de mí ahora y me

pregunté cómo se suponía que permaneciera seca.

Sin embargo, los otros no parecían preocupados por el agua. Ahora

mismo todos estaban mirando a mis pies. Agaché la cabeza y vi el

problema. La atadura estaba señalando directo hacia la pared frente a mí,

aun indicando el centro del laberinto.

—La atadura no va servir de nada si siempre está apuntando a través

de las paredes —dije.

Todos miramos a Cole, quien estaba concentrado en la atadura.

—Pudiste controlar tu proyección lo suficiente para concentrarte en

esta atadura. Ahora necesitamos que accedas a tu conexión con Jack aún

más, así la atadura nos dirá si vamos a la derecha o izquierda.

—¿Cómo?

—Cuéntame una historia.


171

Bookzinga

Max rodó sus ojos dramáticamente al fondo.

Cole lo ignoró.

—Sabemos que tus recuerdos centrados son la mejor manera de

controlar tu atadura con Jack. Piensa en un momento decisivo en tu

relación con él.

Miré a la atadura y a la pared de agua, y el conjunto de ojos sobre mí

esperando y no pude pensar.

—Dime cuándo supiste que lo amabas —dijo Cole. Su voz de repente

sonaba tensa, pero su cara permaneció como una máscara tranquila.

Miré nerviosamente a nuestro pequeño grupo.

—No te preocupes por ellos —dijo Cole—. Solo cuéntame. Háblame.

¿Cuándo lo supiste?

Sabía exactamente cuándo pasó.

Primer año…

La Superficie. Mi casa.

Un funeral es fácil comparado con el día después del funeral. La

semana después. La primera mañana de domingo después, cuando el

silencio en la cocina; el sonido de mi madre no cocinando tostadas

Francesas, dañaba mis oídos. Vestirme para ir a la escuela, cuando el hecho

que no estaba aquí para comentar sobre mi elección de blusas es un vacío

palpable en mi cuarto.

Ha pasado una semana desde el funeral cuando la soledad succiona el

aire de mis pulmones.


172

Bookzinga

Pongo mis libros en mi mochila y reviso mi reloj.

—¿Yendo temprano de nuevo? —preguntó mi papá. Él había

aparecido en la entrada de mi cuarto, usando un traje gris con un chaleco

rojo, el único recordatorio del funeral de la semana pasada son los círculos

oscuros bajo sus ojos.

Hice mi mejor esfuerzo por sonreír.

—Quiero comprar algo de café en el camino.

Él asintió, pero no estaba segura de que me creyera. Vaciló por un

momento, después se marchó.

—Te amo, Nikki.

—También te amo, papá.

Lancé mi mochila sobre mi hombro y me dirigí hacia mi carro,

cuidadosa de no despertar a Tommy, cuya escuela no empezaría hasta

dentro de otra hora. La luz del sol pintaba las copas de los siempre verdes

árboles y sabía que pronto también alcanzaría la tumba de mi mamá.

No le dije a mi papá la verdad sobre a donde iba porque no quería que

se preocupara por mí. Él tenía su propia pena que manejar sin tener que

lidiar con su hija quien había estado pasando la mayoría de las mañanas

escapándose al cementerio para hablar con su fallecida madre.

No era que realmente pensase que estaba hablando con ella o que

creyera que ella estaba en algún lugar en las nubes escuchándome. Era una

salida. Una liberación. Si no dejaba salir algo del dolor poco a poco,

explotaría como un globo desbordado.

Sonaba loco. Lo sabía. Pero no podía evitarlo. Mi mamá se había ido.

Y otra mañana que pasase en una casa vacía sin ella para sopesar mi

elección de atuendo, o para hablar sobre mi día inminente mientras el café

se preparaba, o sin ayudarme a peinar mi cabello en una trenza suelta solo

la empujaría más lejos de mí.


173

Bookzinga

Me detuve en el estacionamiento y dejé el carro parado por un

momento. ¿Me estaba alocando? ¿Realmente pensaba que podía mantenerla

cerca evitando mi rutina de la mañana? No tenía amigos que hubiesen

perdido un pariente cercano, menos uno de sus padres. Tal vez si los

tuviera, sabría cómo debía verse una hija en duelo y después podría tratar de

verme como ella. Apagué el motor y salí del carro. Aun cuando era

primavera, el aire de la mañana parecía confundido, como si el recuerdo del

invierno todavía estuviese fresco en su mente.

Me dirigí hacia la tumba de mi mamá. El camino rectangular de

césped estaba tan fresco que me molestaba, oscuro contra el resto del

césped, gritando a todo el que escuchara sobre la nueva tragedia en la

familia Beckett.

La tragedia. La palabra usual que todos usaban para describir algo

lejano a sus propias vidas. Pero para mí la pérdida se metía profundamente.

Y era afilada, con bordes dentados. Me desgarraba y se fijaba en las

esquinas más oscuras de mi alma, oculta hasta que las señales más leves de

curación la ponían en acción de nuevo.

¿Había una palabra para eso? Tragedia no encajaba. No era lo

suficiente grande.

Me dejé caer al suelo y como era frecuente, no podía pensar en algo

que decir. Solíamos pasar rápidamente las horas, hablando sin detenernos.

Mi papá tenía que recordarnos la escuela, trabajo, o lo que sea que nos

estábamos perdiendo.

Y ahora no tenía palabras. Así que me senté ahí en silencio.

Un chasquido cercano me asustó, y me volteé hacia el sonido. Bajo el

roble contiguo a la reja de hierro que proveía el límite para el cementerio,

una figura se sentó en el piso y abrió un libro.

Jack. Nuestros ojos se encontraron. No saludo o dijo algo. Solo sonrió

y movió su cabeza para dejarme saber que me había visto, después agachó

su cabeza sobre su novela.


174

Bookzinga

No sabía cómo supo dónde encontrarme. Tal vez vio mi auto en el

estacionamiento. Tal vez mi papá lo había llamado. Tal vez solo me

conocía.

Sin embargo, cómo él había encontrado su camino hacia aquí, no

importaba. Supe entonces que el chico bajo el árbol tenía que ser mío. Ese

cabello lacio debía ser mío para tocar. Esa mano grande de chico debía ser

mía para agarrar. Esa voz ronca debía ser mía para escuchar y esos oídos

debían ser míos para contarles todos mis secretos. Excepto por el mayor

secreto. Que lo amaba. Más que el enamoramiento con el que había estado

lidiando por años. Más de que lo debía amar a un mejor amigo. Más de lo

que él podría amarme alguna vez. Me había ido para él.

Me volteé de nuevo hacia la tumba, a donde la lápida estaría una vez

que llegara, y susurré:

—Ayúdame, mamá. ¿Qué voy a hacer con Jack?


175

Bookzinga

Capítulo 17Traducido por: Maru Belikov


En la Actualidad…

El Everneath. El Anillo de Agua.

sí que, ¿él se ganó tu amor eterno por leer un libro bajo un

árbol? —dijo Cole secamente—. ¿Por qué nunca intenté

ese enfoque? Me gustan los libros y los árboles.

No pude evitar sonreír.

—No te voy contar estas historias si vas a burlarte.

Él alzó sus manos en rendición.

—Oye. Está funcionando. Mira.

La atadura se había movido de posición y ahora estaba apuntando a la

izquierda.

—Movámonos —dijo Ashe—. Yo tomaré la delantera; Max, tú ve

atrás; y Cole, tú quédate con Nikki. Max mantén un ojo en los Errantes. A

ellos les gusta enviar exploradores en solitario. No podemos permitirnos

—A


176

Bookzinga

siquiera dejarles saber a uno de ellos que estamos aquí. —Miró su reloj—. Es

mediodía. Tenemos que tomar tanta distancia como podamos antes de que

saquemos a Nikki. Vamos.

—Espera un segundo. ¿Mediodía? —Mi voz se alzó—. Me fui en la

noche. ¿Es mediodía del día siguiente?

Ashe se encogió de hombros.

—Solo sé la hora del día. No la fecha. ¿Por qué?

—El apagón pudo haber acelerado el tiempo —dijo Cole. Se giró hacia

mí—. Las discrepancias de tiempo en el Everneath no son siempre

consistentes.

Mis hombros se hundieron.

—Si es el día siguiente, entonces he estado fuera durante toda la

noche. Y eso significaría que perdí un sueño con Jack. —Mi respiración se

aceleró. Estaba a punto de hiperventilar—. Él apenas está vivo como está. Si

perdí una noche…

Cole colocó una mano sobre mi hombro.

—No podemos hacer nada al respecto ahora, Nik —dijo—. Excepto

seguir moviéndonos.

Asentí, esperando que por algún milagro el tiempo hubiese

retrocedido y fuera mediodía del día que me fui.

Empecé a caminar rápido por el sendero.

—Cálmate —dijo Cole—. Comete un error y conseguirás estar calada.

Me moví más lento por un milisegundo.

Ashe tomó la delantera y exploró por delante, Cole caminó a mi lado

y Max se quedó lejos por detrás. Cada vez que Ashe llegaba a un punto

decisivo, donde había dos o más rutas posibles, esperaba por nosotros a que

lo alcanzáramos y ver hacia dónde señalaba mi atadura. Él nunca llegaba


177

Bookzinga

muy lejos, porque había muchas curvas y giros y desviaciones en el camino,

y muchos pasajes arqueados que parecían ser atajos para el siguiente pasillo.

Los sonidos de las cascadas se ajustaban a mis oídos así que

simplemente se convirtieron en ruido de fondo.

Sin importar cuán enfocados estuviéramos en el sendero, la fina

niebla cubría mi rostro. Traté de enfocarme en no lamer mis labios o

respirar algo de ella, pero era difícil; y en cualquier momento mi mente

divagaba, no sabía si era normal o si era el agua filtrándose dentro de mí.

Pensé de nuevo en el afiche de mi rostro. Me giré hacia Cole.

—¿Por qué la reina está tan curiosa sobre mí? ¿Es tan extraño que un

humano venga aquí?

Él pateó la tierra.

—Los humanos solo vienen al Everneath por tres razones. Para

vincularse con los Sempiternos, para ir a los Túneles… —su voz se apagó.

—¿Cuál es la tercera razón?

—Para convertirse en un Sempiterno. Y tú no estabas haciendo

ninguna de esas cosas.

Mire hacia Cole.

—¿Cómo te conviertes en un Sempiterno?

Cole vaciló por un momento.

—Involucra una serie de rituales. Solía ser entre un Sempiterno y su

humano, pero ahora a Las Sombras les gusta supervisarlo. Es muy raro.

—¿Por qué?

—Por nuestra cuota de energía. Si uno de nosotros decide traer a un

humano, ese Sempiterno es el anfitrión y responsable por su propia cuota,

además de la cuota de la persona que trajo. Así que es un gran asunto

cuando tomamos la decisión. Y no involucra…


178

Bookzinga

La voz de Cole se cortó mientras sonaban gritos detrás de nosotros.

Nos giramos mientras Max corría a la vista.

—Errantes. Detrás de nosotros —dijo Max.

—¿Cuántos? —preguntó Cole.

—Diez, quizá. Solo conseguí verlos porque ellos estaban en otra

división del laberinto; pero si se dan cuenta del olor de Nikki…

—¿Mi olor? —digo indignada.

—Él quiere decir, que si ellos consiguen la esencia de tú energía,

pueden localizarte —explicó Cole—. Lo que significa que necesitamos

acelerar el paso.

Volvemos a nuestra formación original, excepto que esta vez Max no

se encuentra tan lejos de nosotros y caminamos en silencio.

Empiezo a jadear un poco a nuestro nuevo ritmo.

—Suenan más como zombis que como Sempiternos —digo.

—Así es como deberías pensar en ellos. Pero, en zombis con cerebro

—replica Cole—. Lo que significa que están hambrientos y son astutos.

—¿Por qué están en el laberinto?

—La reina los sentenció a deambular por aquí. Son peligrosos para los

intrusos en el laberinto.

Casi podría sentir pena por ellos si no estuviera tan asustada.

Ashe estaba esperando por nosotros, lo que significaba que estábamos

enfrentando otro cruce en el camino. Para entonces ya había perdido mi

orientación en el laberinto, y no tenía idea de por cuál camino ir al interior

y por cual salir. Las paredes deberían ser convexas o cóncavas dado que el

laberinto era circular; pero la caída de agua hacía difícil decirlo, y no

siempre se curveaban de la manera correcta. A veces mi atadura parecía


179

Bookzinga

guiarnos en una dirección con un solo giro para ir en la dirección opuesta

seguido por árboles.

Cuando alcanzamos a Ashe, miré a mi atadura y por primera vez

noté que había desaparecido un poco.

Cole también lo notó.

—Mantén el símbolo en tú mano e intenta no preocuparte sobre los

Errantes.

—¿Mi nivel de estrés lo afecta? —pregunté con mi voz chasqueando.

—Todo dentro de ti lo afecta —dijo Cole.

Presioné la nota de Jack en la palma de mi mano, y la atadura se

oscureció un poco. Pero solo hacemos dos giros más antes de que nos

encontremos con nuestro primer Errante.

Sabía que algo estaba mal porque Cole y yo alcanzamos a Ashe, quien

estaba retrocediendo lentamente. Unos cuantos metros enfrente de él estaba

un hombre cuyas ropas colgaban de sus extremidades como si fueran de tres

tallas más grandes. Su rostro brillaba con sudor. Él parecía tan sorprendido

como nosotros de verlo.

—Hola, viajeros —dijo él, sus ojos estaban repentinamente alertas.

—Mantente calmada —me susurró Cole.

El hombre miró hacia Ashe, luego a Cole y finalmente a mí. Cole me

empujó apretadamente contra él; pero el Errante obviamente había

capturado un vistazo de mí atadura, porque estaba mirando justo donde

acababa de estar.

Él no quitó sus ojos de mí, pero se dirigió a Cole.

—¿A quién estás escondiendo?

Con su brazo a través de mí, Cole gentilmente me instó detrás de él

así que estaba completamente protegida.


180

Bookzinga

—A nadie —dijo—. Solo estamos pasando por aquí.

—¿Pasando por aquí? ¿Por el Laberinto? —Él sonrió, dándole a su

socavado rostro una mirada demente—. ¿Cómo un paseo en verano? —

Debatió rápido.

Cole tomó un paso adelante y el movimiento pareció ofensivo en

lugar de defensivo.

—¿Qué sobre ti, amigo? ¿Estás solo aquí?

El Errante finalmente miró directamente hacia Cole.

—Nunca estoy solo en el laberinto. Y siempre tengo historias en mi

cabeza para mantenerme en compañía. Como la que escuché recientemente

sobre una chica humana que se apareció en el sacrifico semanal en la plaza

Ouros. ¿Has escuchado esa?

Cole se tensó.

—Son rumores.

Miré abajo a sus manos. Él seguía haciendo puños.

El hombre me observó cuidadosamente.

—Lo que tú digas. Estoy dispuesto a mantener mi boca cerrada. A

cambio de algo.

Cole alzó una ceja.

—¿Cómo qué?

—Tú corazón superficial.

¿Corazón superficial? ¿Quería decir la púa de Cole? Esperaba que Cole

se burlara, pero no lo hizo. Él cambio su postura, como si estuviera

considerando la oferta. Él nunca renunciaría a su corazón, ¿lo haría? Y ni

siquiera sabía lo que este hombre podía hacer con el corazón de alguien.


181

Bookzinga

Mantuve mi enfoque en el hombre. Él tenía una mirada desesperada

en sus ojos.

—¿Sí o no? ¿Tú corazón por mi silencio?

La voz de Cole fue plana.

—¿Cómo sé que mantendrás tu palabra?

Repentinamente dos Errantes más aparecieron, del mismo lugar que

él primero había salido. Un hombre y una mujer. Ambos vestidos con ropas

rasgadas. El cabello de la mujer estaba anudado sobresaliendo de su cabeza.

Tres Errantes. Tres de nosotros. ¿Atacarían ahora?

Justos entonces gritos vinieron por detrás de nosotros. Gritos de

advertencia. Probablemente de Max.

Ashe y Cole se giraron alrededor, siguiendo el sonido y por medio

segundo tuvieron sus ojos lejos de mí. Medio segundo fue todo lo que el

primer Errante necesitó. Se lanzó hacia adelante, chocando su hombro en

mi estómago.

Aterricé con un sonido sordo en el suelo mojado. El Errante se

abalanzó encima de mí, su boca abierta y sus dientes descubiertos. Usó sus

rodillas para sujetar mis brazos. Luché, pero él era sorprendentemente

fuerte. Acercó su rostro quedando a un centímetro del mío e inhaló

profundamente.

Sentí el aliento salir de mí, y luego grité ante el repentino dolor en mi

pecho. Un dolor que no había sentido desde el vínculo. Ese rasgón dentro de

mí.

Alguien lo quitó de mí y alcancé a ver a Cole navegar a través del aire

encima de mí y colisionar con los otros dos Errantes. En un movimiento

continuo, Max incapacitó al primer Errante con un golpe en el lado de su

cabeza con sus nudillos de metal, luego agarró el brazo de la mujer, lo

arrancó y se deslizó detrás de ella con un cuchillo apuntando su garganta.


182

Bookzinga

No podía ver más. El dolor en mi pecho me hizo apretar los ojos.

¿Qué me había hecho el Errante? Rodé sobre mi costado y me acurruqué en

una bola, mis manos presionando contra mi pecho, tratando de quitar el

dolor.

Todo dentro de mí estaba oscuro. Se sentía como si cada pequeña

pieza dentro de mí hubiese sido arrancada, cada momento de luz, cada

atisbo de esperanza, forzado de mí pecho y lejos de mí. Tenía que haber un

agujero justo encima de mi corazón, pero cuando me llevé las manos al

rostro, estaban secas. Sin sangre.

El rostro de Cole estaba sobre el mío.

—Todo está bien, Nik. Nos estamos encargando de ellos.

—¿Qué me hizo?


—Se alimentó de ti. Toda la parte buena.

Escuché un grito amortiguado y a pesar del dolor, me senté. Ashe y

Max tenían cada uno un Errante por el cuello y estaban sosteniendo sus

cabezas bajo el agua de la pared. Dos de ellos patearon sus piernas en

protesta. El tercero (asumí era el que recibió el golpe de Max), estaba

quieto.

—¿Qué… qué les están haciendo?

—Los están ahogando.

Me sentía débil y empecé a levantarme, pero Cole colocó su brazo

alrededor de mí y me enderezó.

—Sin embargo, no morirán. Cuerpos sin vida solo atraerían atención.

Solo los llenarán hasta el borde con agua. Olvidarán todo lo que vieron y

sintieron.

—¿Por cuánto tiempo?


183

Bookzinga


—Lo suficiente para que terminemos, o fallemos.

Ashe y Max estaban haciendo lo posible por mantener sus rostros

lejos de la salpicadura de agua. Respiraban pesadamente.

Una fresca ola de dolor golpeó en mi pecho y miré hacia Cole

mientras trataba de recuperar mi aliento y mitigar el dolor.

—¿Por qué él tomó las emociones buenas? Pensé que habías dicho que

las malas siempre alcanzaban el máximo.

—Eso es en la Superficie. Aquí, todas las emociones cargan el mismo

peso. Los Errantes pueden elegir, así que por supuesto eligen las buenas.

Esperanza, dicha, amor, paciencia. Era como si el Errante hubiese

cortado todo en pequeños fragmentos dentro de mí y lo reemplazara con el

negro aceite de la desesperación y el auto desprecio. Odio. El oscuro agujero

rasgaba a través de mí, serpenteando a través de mis venas, recubriendo mi

corazón. Gruñí.

—No vamos a lograrlo —dije. Mi rostro se retorció con desesperación.

Podía sentirlo, pero no podía evitarlo.

Capté destellos borrosos de los otros dos Errantes mientras calmaban

sus frenéticas patadas, y luego dejaron de moverse por completo.

Ashe y Max lo sacaron y los acostaron boca arriba sobre el suelo.

Rodé lejos y me curveé en una bola.

Max se acercó a nosotros y extendió una mano hacia mí.

—Tenemos que movernos. Estaba a punto de advertirte. Hay más

Errantes detrás de nosotros.

Más Errantes. Fuimos capaces de pelear con tres, ¿pero con otros

más?


184

Bookzinga

No tomé su mano. No me podía mover. Sin las emociones tranquilas

que contrarrestaban las malas, mi culpa, al menos, creo que era mi culpa,

me había incapacitado. Había vuelto mi corazón en cemento.

—No puedo. Nunca va a funcionar. Nunca voy a encontrarlo. Si un

Errante puede tomar todo eso de mí, ¿qué le han hecho los Túneles a Jack?

¿Tomaron toda su esperanza primero? ¿Todo su amor? —Puse mi mano

sobre mi pecho—. ¿Cómo alguien puede vivir solo con lo que queda?

Cole se agachó enfrente de mí y agarró mis hombros, sacudiéndolos

un poco.

—Nik. Mírame. No llegamos tan lejos para que pierdas la esperanza

ahora. Los Errantes están tras nosotros y tenemos que movernos.

Sus palabras tenían sentido, pero no alcanzaban mi cuerpo. No

respondí. En algún lugar dentro de mi cerebro sabía que tenía que ponerme

de pie y moverme. Pero no podía. Cada célula de mi cuerpo estaba llena de

pesada culpa y me estaba hundiendo como un pesado globo.

Cole empujó sus manos bajo mis brazos.

—Párate. No podemos quedarnos en un solo lugar. Jack te necesita. —

Él me alzó.

—Jack —dije. No era que había olvidado. Solo que no podía hacer

nada.

—Sí, Jack. Para siempre tuyo. ¿Recuerdas el chico que capturó tu

corazón al leerte un libro bajo un árbol? Jack.

Él colocó uno de mis brazos alrededor de su hombro y envolvió su

propio brazo alrededor de mi cintura.

Cuando estaba de pie, Max miró hacia mi atadura.

—¿Um, estoy leyendo eso correctamente?

Seguí su mirada. No una, sino dos ataduras. Una apuntando a la

derecha y una señalando directamente adelante.


185

Bookzinga

Ashe vino corriendo. Supongo que había regresado para revisar a los

Errantes.

—Estamos fuera de tiempo —le dijo a Cole.

Cole gruñó.

—¿Cuál es, Nik? ¿Cuál es tú atadura a Jack?

Ellas lucían exactamente igual para mí. Cerré mis ojos, pero esa clara

conexión a Jack había sido borrada.

—No lo sé.

Cole apretó mis brazos.

—¡Concéntrate! No podemos luchar con una docena de Errantes. ¿A

dónde vamos?

Me quedé mirando a las ataduras, buscando por cualquier señal que

me mostrara cual guiaba a Jack. La que estaba apuntando directamente

hacia adelante parecía ser más oscura, ¿o era solo mi imaginación?

—¡¿Cuál camino?!

—Por ahí —dije, señalando, directamente hacia adelante. Salimos

corriendo, justo cuando el primer Errante apareció alrededor de la esquina

detrás de nosotros. Todavía estaba agotada por el ataque. Cada paso se

sentía como si estuviera corriendo a través de arena movediza.

Luché por respirar. Sabía que ellos serían implacables.

Mientras corríamos, miré a las ataduras y me pregunté si había

tomado la decisión correcta.


186

Bookzinga

Podía sentirnos acercándonos a algo.

Como si mi atadura fuera realmente una banda elástica que estaba

contrayéndose mientras seguíamos. Sin embargo, el dolor en mi pecho,

todavía era fuerte y las lágrimas continuamente corrían por mi rostro. Si no

tuviera un propósito, probablemente me volvería una bola y lloraría por

días.

Sin embargo, no estaba cansada. Cuanto más seguíamos, el

paralizante cemento en mis venas se disipada. Mis piernas se sentían tan

fuertes como cuando pisamos por primera vez el Laberinto. Cole empezó a

quedarse atrás, pero continúe corriendo tan rápido como podía.

—¡Más lento, Nik! —dijo él entre jadeos.

—Pero estoy cerca de algo. Puedo sentirlo. —Mientras más rápido

corría, mejor se sentía el dolor en mi pecho. Me di cuenta que quizá estaba

siguiendo ese dolor.

—¡Espera! ¡Nik! —llamó Cole. Podía escuchar sus pasos detrás de mí,

pero lo estaba dejando atrás. Cualquiera que fuera el poder que me

empujaba hacia adelante, era fuerte.

—Confía en mí. ¡Es por este camino! —grité de regreso a él por

encima de mi hombro.

Corrí a toda velocidad. Cole le gritó a Max para que me alcanzara,

quizá porque de los dos, era quien tenía las piernas más largas, pero estaba

muy por delante. Incluso Jack no hubiese sido capaz de alcanzarme.

Jack.

Mis pies flaquearon, pero solo por un momento y miré hacia mi

mano. Estaba aferrándome a una pieza de papel; pero no sabía qué era y no


187

Bookzinga

podía pensar en eso porque estaba tan cerca de mi destino. Hice otro giro

más antes de que el laberinto se abriera en un claro, enorme y hermoso lago.

Hubo un momento de duda, de medio segundo cuando sabía que todo

sobre el lago decía mantente lejos; pero antes de que pudiera pasar el mensaje

a lo largo de mis piernas, estaba corriendo, a toda velocidad, hacia el agua.


188

Bookzinga

Capítulo 18 Traducido por: flochi


En la Actualidad…

El Everneath. El Anillo del Agua.

scuché a Cole gritar mi nombre, pero no tenía sentido alguno.

Cuando estuve a varios metros lejos del borde, salté del suelo y

me cerní por encima de la superficie por un momento antes de

bajar.

A la vez que golpeaba el agua, tuve la suficiente capacidad cerebral

para notar que el lago ya no se veía bien. Pero era muy tarde. Estaba bajo el

agua.

Solo que no se sentía como agua. Se sentía más espeso.

Intenté abrir los ojos; pero estaba oscuro, y el líquido picaba. ¿Dónde

estaba la superficie? Mis brazos y piernas se sacudieron, pero no pude

descubrir cuál dirección era arriba. Estiré las piernas, intentando sentir la

superficie con mis pies, pero el lago parecía sin fondo.

E


189

Bookzinga

Mis pulmones se paralizaron, y supe que necesitaba aire.

Involuntariamente, mi boca se abrió, y el líquido se filtró dentro.

No era agua. Era muy rico. Muy suave. Contenía un sabor metálico.

Sangre.

Sangre.

La comprensión disparó un reflejo de nauseas en mí, pero no pude. La

sangre se coaguló alrededor de mis miembros. Es como si estuviera

intentando nadar en una tina de cemento. Mientras más luchaba por llegar

a la superficie, más me hundía.

Así que permanecí quieta. Dejé que la sangre se asentara entre los

dedos de mis manos, entre los dedos de mis pies. No me hundí o floté, y

luego la sangre no sabía tan mal.

Olvidé cómo había llegado aquí, y luego olvidé dónde estaba. Sin

luchar más.

De repente, algo me tomó por la cintura. Estaba muy cansada de

luchar mientras ese algo me arrastraba más abajo. Hasta donde sabía no

necesitaba oxígeno. Nunca lo necesitaría otra vez.

En ese momento irrumpimos a través de la superficie del lago.

—¡Nik! —Estaba gritando Cole.

Yo yacía en tumbada en la playa lodosa. Alguien me estaba

abofeteando en la cara.

—¡Nik! ¿Puedes escucharme?

Intenté hablar, pero solo salió un balbuceo.

—Ella lo bebió —escuché a Max decirle a Cole.

—Mierda.


190

Bookzinga

Tosí algo más e intenté abrir los ojos. Había una fina película roja

sobre ellos que lanzaba un profundo brillo escarlata sobre todo lo que podía

ver.

Entonces la cara de Cole estuvo por encima de mí, sus ojos apretados

con preocupación. Estaba acunando mi cabeza en su regazo.

—Tienes que lanzarla, Max. —Su voz sonó tensa. Reacia.

—¿Por qué yo? —fue la respuesta de Max.

—Porque yo no puedo. —Cole se inclinó hacia abajo y puso sus labios

en mi oído—. Nik, ¿recuerdas cuando te conté que el laberinto corre igual al

tiempo de la Superficie y que deberíamos patearte a la Superficie cada

noche?

Asentí pero seguía sin poder hablar.

—Voy a hacer eso ahora mismo. No hay bastante tiempo, pero si te

quedas aquí, te ahogarás.

Intenté abrir la boca para decirle no que ya no estaba dentro del lago

y que no podía ahogarme, pero mis cuerdas vocales se habían cerrado. Mi

cuerpo estaba actuando como si siguiera bajo el agua. Empecé a entrar en

pánico. ¿Y si estar en tierra ya no importaba? ¿Y si nunca volvía a recuperar

el aliento?

—Está bien. Estarás bien una vez que alcances la Superficie.

—¿Estás seguro de eso? —dijo Max.

—Sí —gruñó Cole—. ¡Si lo haces ahora mismo! —Luego sus labios

fueron a mi oído otra vez—. Recuerda dormir, y te encontraré en la

mañana.

Me puso de pie con la ayuda de Max, y los siguientes segundos

parecieron pasar en cámara lenta. Max dio unos cuantos pasos hacia atrás y

luego corrió a más no poder hacia mí, moviendo su pierna izquierda hacia

atrás y enviando su pie volando hacia mi estómago con tal fuerza que


191

Bookzinga

abandoné el suelo. Mis pulmones entrechocaron, y no me quedó ni siquiera

aire para gritar. Todo a mí alrededor desapareció.

No había ninguna luz. No había nada. Hasta el momento en que mi

mejilla golpeó algo duro y frío.

—Mmph.

Pasos se acercaron a mi cabeza.

—¿Nikki?

Abrí los ojos. La cara de un hombre me estaba mirando desde arriba.

Ezra. El vendedor de la Tienda de Paso.

—¿Eso es sangre? ¿Por qué estás cubierta de sangre?

Volví a cerrar los ojos. Max me había pateado de regreso a la

Superficie.


192

Bookzinga



En la Actualidad…

La Superficie. Afuera de la Tienda de Paso.

e tambaleé hacia la calle, con los gritos de Ezra siguiéndome,

exigiendo saber quién iba a limpiar toda la “cosa roja” en el

piso.

El sol natural era brillante a pesar de que empezaba a ocultar de bajo

el horizonte, y levanté la mano para protegerme los ojos. Ahí fue cuando vi

lo roja que estaba mi mano. Pero no mojada. La sangre, o lo que sea que

fuera, ahora parecía como un polvo seco. Y estaba toda encima de mí.

Pero al menos pude volver a respirar.

Intenté cepillar mi brazo, pero era como una mancha. Las personas

estaban mirando. Debía parecer una frambuesa gigante caminando por la

calle. Incluso mis ropas estaban manchadas de rojo. Seguía sujetando la

nota Por siempre tuyo.

¿Cómo había olvidado lo que era?

M


193

Bookzinga

Me metí en una calle lateral y apoyé contra un edificio abandonado

de ladrillos, intentando orientarme.

Estabas en el Everneath.

Un Errante se alimentó de mí, y dos ataduras aparecieron.

Tome un baño en un lago de sangre. Ahora que pensaba en eso, no podía

creer que había saltado en su interior.

Max me sacó.

Aterricé en la Tienda de Paso.

¿Por qué me sacó? Me froté la frente, intentando recordar lo que Max

y Cole habían dicho al respecto. El tiempo en el laberinto corría en

simultáneo con el tiempo de la Superficie, así que dijeron que patearme para

dormir a la noche.

Miré las sombras que se estiraban a lo largo del suelo. Ahora era el

atardecer. ¿Pero no había abandonado el Everneath a la noche?

Dos contenedores de reciclaje estaban dispuestos al final del callejón.

Con la cabeza gacha, me acerqué para leer las fechas en algunos de los

diarios esparcidos frente a ellos. La mayoría de ellos tenían fecha del

miércoles, pero luego encontré un par que parecía nuevo. Jueves. Me había

ido el miércoles a la noche, y ahora era el jueves a la noche. De alguna

manera me había perdido una noche de sueño.

Eso también significaba que nunca había ido a casa anoche. Papá

probablemente se despertó para encontrar que no estaba, lo que era

completamente inusual; pero entonces me perdí también la cita con la

doctora Hill.

¿Adónde se supone que vaya ahora? ¿Casa, para desaparecer

nuevamente? ¿Cuánto tiempo antes de que mi padre llamara a una partida

de búsqueda? Ya había desaparecido antes, y había tomado un tiempo darse

cuenta que no iba a volver, e incluso más darse cuenta de qué hacer. Si yo


194

Bookzinga

volvía a desaparecer, ¿asumiría que volvería pronto? ¿O llamaría a las

autoridades aún más rápido?

Me hundí en el suelo, presionando mi espalda en la pared de ladrillos

e inhalando y exhalando por unos pocos minutos; pero no pude detener el

flujo de lágrimas. Me las limpié con el dorso de la mano. Seguía roja, pero

ahora estaba manchada.

¿Qué pasaba con el lago? ¿Era realmente sangre? Puse mi cabeza

sobre mis manos. Mierda. Acababa de nadar en sangre.

Pero incluso peor, había perdido una noche. Una noche completa.

¿Jack me había buscado?

Mientras me sentaba en el cemento, escuché un sonido chirriante en

mi bolsillo trasero.

Mi teléfono.

Lo saqué y presioné el botón de responder, pero nada sucedió. Quizás

necesitaba secarse de esa sumergida en el lago.

Cerré los ojos y dejé escapar un suspiro. Solo había un lugar a donde

podía ir. La casa de Will estaba a un par de kilómetros, pero podía llegar allí

antes de que se hiciera muy tarde. Si podía pasar la noche con él y soñar con

Jack, entonces podría dejar una nota para papá en la mañana diciendo que

necesitaba irme y que estaría fuera unos días.

Las luces del pórtico estaban apagadas en la casa Caputo, pero había

unas cuantas luces que venían de las habitaciones. La habitación de Will se

encontraba en el sótano, justo debajo de la de Jack. Mirando al interior,

pude ver a Will recostado en su cama, los ojos cerrados, auriculares en sus

oídos. Me agaché junto a la ventana y golpeé suavemente.

Lo que sea que estuviera escuchando, no estaba muy fuerte, porque se

enderezó de golpe y puso su cara cerca de la ventana para conseguir un buen

vistazo. Cuando me vio, salió de su habitación.

Fui a la parte posterior, y Will abrió la puerta del sótano.


195

Bookzinga

—¡Becks! ¿Dónde has…?

Debió notar mi aspecto, porque su voz se cortó abruptamente. Me

indicó que entrara y luego lanzó sus brazos a mí alrededor.

—¿Qué te pasó?

Puse mis brazos alrededor de él y enterré mi cara en su hombro. Y

sollocé.

Cinco minutos más tarde, estaba en la ducha adyacente al dormitorio

de Will. Me froté y volví a frotar hasta que cada pedacito de rojo

desapareció por el desagüe.

Más tarde esa noche.

La Superficie. La habitación de Will.

Estoy aliviada cuando Jack aparece, porque eso quiere decir que mi

noche alejada no lo mató.

Me está mirando expectante.

—Voy por ti. ¿Lo sabes? —digo.

Jack no responde. Está mirando mi cara, buscando.

—¿Qué pasa, Jack? —digo—. ¿Tienes dolor?

Su angustia es evidente en su cara.

—Yo… yo no puedo recordar tu nombre. Lo siento. Lo siento. —Cierra sus

ojos y niega con la cabeza.

No puede recordar mi nombre. No podemos estar ya en ese punto, ¿o sí?

Trato de no mostrar mi preocupación, pero todo lo que puedo hacer es gritar mi


196

Bookzinga

nombre lo bastante fuerte para llevar el sonido desde la habitación de Will en la

Superficie todo el camino hasta los túneles del Everneath. ¿Podía una noche lejos de

él haber hecho tanto daño? Tengo que obligarme a permanecer tranquila. No puede

verme desmoronándome. Extiendo mi mano para tocar su mejilla, pero se desliza a

través del aire.

—Es Becks —digo—. Está bien.

—Becks —dice. Sé que está envolviendo mi nombre dentro de él, doblándolo

en la manta de su corazón. Sé esto porque solía hacer lo mismo con su nombre

cuando yo estaba en el Vínculo.

—Becks —vuelve a decir.

—Sí —digo. Envuélvelo con fuerza, pienso. Necesitarás algo de lo que

agarrarte.

La mañana siguiente, salgo disparada de la cama, casi pisando a Will,

quien estaba dormido en el suelo.

—¿¿Qué?? —Will se levantó de un salto y miró alrededor, intentando

descubrir de dónde venía la amenaza. Cuando me vio, se hundió en el suelo

y pareció recordar todo a la vez—. Becks —dijo—. ¿Estás bien? ¿Soñaste?

¿Él estuvo ahí?

Asentí en una especie de maniático staccato.

—Tengo que volver.

—¿Cole dijo que volvería a llevarte abajo en la mañana?

Asentí otra vez. No podía dejar de asentir.

—¿Cómo?


197

Bookzinga

—No lo sé. Mi salida fue… abrupta, y no tuvieron la oportunidad de

explicarlo.

Inclinó su cabeza.

—¿Qué pasa si algo les pasó?

—No puedo pensar en eso.

El familiar zumbido de mi teléfono encendiéndose sonó. Me había

olvidado de él. Al parecer se había secado lo suficiente para finalmente

funcionar. Sacándolo del bolsillo de la sudadera que Will me había

prestado, gemí.

—Ocho correos de voz, veintidós mensajes de texto —dije, leyendo la

pantalla—. Todos de mi papá.

El más reciente decía simplemente: LLÁMAME AHORA.

Cerré el teléfono y lo volví a poner en mi bolsillo.

—¿Puedes acercarme a casa? Quiero dejarle una nota antes de

desaparecer otra vez. —Es especial dado que el tiempo estaba pasando tan

rápido en la Superficie como en el laberinto.

—Pero vas a volver cada noche. ¿No puedes simplemente… explicar

por qué te vas durante el día?

Sacudí la cabeza.

—Quiere que vaya con la doctora Hill para algo de terapia extra, y ya

he perdido mi cita de ayer. Si sigo apareciendo en la noche, será una

confrontación sin fin. Creo que es mejor que piense que me voy a ir por los

próximos días pero luego volveré.

—¿Estás segura?

—¡No tengo opción! —Las palabras salieron demasiado filosas—. Lo

siento.

—Está bien —dijo Will—. Traeré las llaves.


198

Bookzinga

—Espera —dije mientras algo se me ocurrí—. Quizás debería

caminar. No tengo idea de cómo exactamente Cole va a encontrarme, pero

me imagino que será más difícil en un vehículo en movimiento, ¿no lo

crees?

Se encogió de hombros pero luego asintió. Me abrazó rápidamente.

No tenía idea de cuándo Cole vendría por mí, pero quería dejar la nota para

mi papá antes de que él lo hiciera.

—Te llamaré esta noche —dije.

Él asintió.

—Mantente a salvo.

A medida que me alejaba de su casa, me di cuenta que mis jeans

seguían cubiertos de la cosa roja. La casa Caputo no tenía ningún pantalón

que me quedara. Empecé a correr, y había hecho dos cuadras cuando

escuché el sonido de las llantas de un coche crujiendo contra la grava. Venía

desde atrás mío, y me moví a un costado para que pudiera pasar fácilmente;

pero patinó hasta detenerse.

Me di la vuelta para ver un sedán oscuro de aspecto oficial.

El auto de mi papá.


199

Bookzinga

Capítulo 20 Traducido por: Brendy Eris


En la Actualidad…

La Superficie. El carro de papá.

ntes de que supiera que hacer, mi padre saltó del asiento del

pasajero.

—¡Nikki! —Se detuvo un momento mientras miraba mis

pantalones cubiertos de rojo, y luego sus brazos estaban

alrededor de mí—. ¿Dónde has estado? —dijo en mi cabello, luego se hizo

hacia atrás para mirarme—. ¿Qué pasó?

Mi mente no podía trabajar lo suficientemente rápido como para

contar una mentira creíble.

—No lo sé.

—¿No lo sabes? Entonces, ¿dónde estabas?

—Yo… ¿Cómo me encontraste?

A


200

Bookzinga

El empujó algo de mi cabello de mis ojos y luego sostuvo mi cara

entre sus manos.

—Tu teléfono.

Miré abajo al teléfono en mi mano y luego de vuelta a mi padre.

—¿Qué? ¿Cómo GPS?

No lo reconoció pero parecía culpable.

—¿Qué esperabas, Nikki? ¿Tus extrañas desapariciones? ¿Tu equipo

perdido? Y entonces, anoche tu señal desapareció. He estado esperando a

que vuelva a aparecer desde entonces.

Negué con mi cabeza, todavía mirando mi teléfono. Mi padre me

empujó en el codo.

—Vamos. Entra en el auto. Discutiremos esto de camino con la

doctora Hill.

—¡¿Qué?!

—La llamé en el camino. Ella está presionada por ti, y lo necesitas

ahora más que nunca.

Tiré mi brazo y retrocedí.

—¡No! Papá, lo siento; no puedo explicarlo correctamente ahora, pero

me tengo que ir.

—Tú no te vas. —Ya no me tenía en sus garras. Pero no tenía ningún

lugar para correr. Sus ojos estaban cansados. Él no entendía que esto era de

vida o muerte.

La vida de Jack o su muerte. Había estado ocultando la verdad durante

tanto tiempo. ¿Era esta una de esas veces cuando solo la verdad podría

funcionar? No sé si fue mi agotamiento o mi desesperación, pero solté la

primera cosa honesta que había dicho en mucho tiempo.


201

Bookzinga

—¡Yo sé dónde está Jack! Está atrapado, y tengo que ir o va a morir.

—Eso fue sencillo. Y era la verdad, y aun las palabras todavía tenían el

poder de cortarme hasta el núcleo.

Él se quedó helado.

—¿Dónde está?

¿Cómo explicarlo?

—Él… no está aquí. Él está en otro lugar. Y yo estaba en camino de

encontrarlo anoche…

—¿Cuándo quedaste atrapada en una pelea de pintura?

Él estaba viendo mis pantalones cubiertos de rojo, y su tono fue más

sarcástico de lo que alguna vez había oído de él. Una señal de que se sentía

frustrado.

Él no me creía. Por su puesto que él no me creía. Pero tenía que

deshacerme de él antes de que Cole viniera

—Padre. Mírame. —Estábamos frente a frente—. Confía en mí.

Créeme. Jack podría morir si no llego a él. Y soy la única que puede. Él está

en… una especie de realidad alterna. Sé que suena loco, pero mírame. ¿Ves

mis pupilas dilatadas? ¿Ves otro signo de que lo he perdido? Me tienes que

dar cuarenta ocho horas. Sola. Puedo salvar a Jack. Pero necesito ir.

Lo estaba procesando. Lo podía ver en su cara. Él creía en mí.

Se volvió hacia su auto y llamo al conductor.

—James, ¿puedes conseguirme una botella con agua?

Agua. Eso sonaba bien. James vino alrededor del auto y se la dio a mi

padre. Mi padre la giro y la abrió.

—Aquí —dijo, entregándomela—. Bebe.


202

Bookzinga

Tragué la cosa entera sin hacer pausas para respirar. Mi padre se

sentó en el suelo a mi lado y apoyó su cabeza contra la pared. Le entregué la

botella vacía.

—Lo siento he estado tan loca. Pero una vez que encuentre a Jack y lo

traiga a casa, las cosas van a mejorar.

—Solo relájate, Nikki. Has vuelto ahora.

Apoyé mi cabeza sobre su hombro. Necesitaba saber que no estaba de

vuelta para bien, pero las palabras para explicarlo no estaban ahí. Estaba

cansada.

Tan cansada.

Cuando desperté estaba en un sofá. Me froté el hombro.

—Auch.

Oí el chirrido de alguien moviéndose en cuero.

—Lo siento, Nikki. James accidentalmente chocó contra una pared

cuando estaba cargándote.

¿Era la voz de la doctora Hill?

—No se supone que este aquí. —Mi boca se sentía como algodón.

—Bebe algo de agua.

El agua. Mi padre me había dado agua.

—¿Qué había en ella?

La doctora Hill frunció el ceño y colocó un vaso de agua a mi lado.


203

Bookzinga

—Me temo que tu padre hizo algo imprudente. Puso Valium en tu

bebida. Él estaba preocupado por ti, pero no debió de haber hecho eso.

—Mi padre me drogó —dije, incrédula—. Y yo que pensaba que me

creía.

—¿Creerte sobre qué?

Negué con la cabeza, tratando de despejar las telarañas den interior.

Había dormido, pero no había soñado. ¿Era porque fue un sueño inducido

artificialmente?

—Me tengo que ir.

—Por supuesto. Después de hablar un poco. Después de que empieces

a decir la verdad.

La verdad. Si las últimas horas no me han enseñado nada. Eso no era

ser honesto.

Ella apretó su pluma al abrirla y cerrarla un par de veces y luego

sostuvo de nuevo el bloc de notas amarillo descansando en su regazo.

—¿Qué te ha pasado?

Me encogí de hombros, mirando por la ventana en su oficina y

preguntándome si tal vez podría pasar por una. Pero estábamos en el

segundo piso.

Ella inhaló con fuerza.

—Nikki, tu padre te encontró en un lado de la carretera, tus

pantalones cubiertos en… algo, y hablando incoherencias sobre dimensiones

alternativas. Sé que tú no te sientes segura con nadie; pero si quieres salir de

aquí, tienes que darme algo.

Pensé en ello.

—No sé por dónde empezar.

—Cierra tus ojos. Cuenta hacia atrás desde diez. Deja ir tu mente.


204

Bookzinga

La doctora Hill llamó a este ejercicio una guía imaginaria. Ella me

hacía hacerlo cada cita.

Se suponía que iba a fluir la conversación. Asentí con la cabeza y

luego hice lo que me dijo.

—Ahora abre tus ojos.

Lo hice, pero la cara de terapia de la doctora Hill era lo que llamaba

mi atención. Era algo más, en la esquina de la habitación. Detrás de la

doctora Hill una silla de ruedas. Una mano, pálida y fantasmal, saliendo del

piso.

Una mano de fantasma. Mierda. Quizá estoy loca.

—Habla, Nikki. —La doctora Hill estaba perdiendo la paciencia.

Traté de mantener mis ojos en ella, pero la mano estaba

saludándome, como si estuviera tratando de llamar mi atención.

—¿Nikki? Tienes que darme algo.

La mano señalo un sitio en la pared, opuesto a la entrada, donde

estaba el baño. Traté de no mirarla fijamente y arriesgarme a que la doctora

Hill la viera. O tal vez de verdad estaba alucinando.

La mano hizo gestos insistentes hacia el baño.

—Um… ¿Puedo retirarme? —dije.

—No más excusas.

—No puedo hacer nada si tengo que ir al baño. No voy a ser capaz de

pensar hasta que lo haga.

Ella echó un vistazo a su reloj.

—Que sea rápido.

Me levanté del sofá y empecé a caminar hacia la puerta, y la mano me

siguió, deslizándose por el suelo y arriba a un paso del baño.


205

Bookzinga

¿Qué…?

Fui adentro y cerré la puerta, y la mano vino a través de la pared, se

estiró, con los dedos juntos, el pulgar hacia arriba, como si fuera a darme la

mano. Me agache y noté marcas alrededor de cada dedo de la mano.

Tatuajes.

No los había visto antes porque la mano era prácticamente

transparente. Solo había una persona que conocí con estos tatuajes.

—¿Cole?

La mano quedo flácida, como si estuviera exasperada, y luego me dio

una señal de pulgar hacia arriba exagerada.

Me puse de pie para reflexionar. ¿Podría realmente ser capaz de llegar

a Everneath desde el baño de la oficina de la doctora? Y, ¿cómo lo explicaría

mi doctora?

Estaba bastante segura que habría una cacería después de esto; pero

Jack estaba allí, y Cole estaba esperando.

No tuve más remedio que agarrar la mano.

La tomé como si estuviera temblando, y dentro de un instante me

había ido de nuevo.


206

Bookzinga



En la Actualidad…

El Everneath. El Anillo del Agua.

terricé duro en el camino de tierra, mis pulmones

comprimiéndose dolorosamente. Tosí un par de veces.

—¿Estás bien, Nikki? —Cole me dio unas palmadas en la espalda.

Mis ojos se humedecieron e inhalé.

—No. —Me empujé hacia arriba—. Yo no estoy bien. ¿Qué paso?

¿Qué me hiciste?

—Te dije que tendríamos que patearte de la superficie por las noches.

—Pero, ¿sin advertencia?

Él señaló el lago rojo.

—Fuiste cubierta de sangre del Lago de Sangre y Culpa.

Mi pecho se apretó en la memoria de esa sensación de ahogo.

A


207

Bookzinga

—¿El Lago de qué?

Se quedó mirando el lago con una expresión lejana en los ojos.

—El Lago de Sangre y Culpa. Es una descripción acertada, de verdad,

ya que está compuesto de sangre. Y culpa.

—¿De qué estás hablando?

Max interrumpió. —Necesitamos empezar a movernos, Cole.

Considerando en tiempo que nos tomó llegar hasta aquí.

—Lo sé —dijo Cole. Él fue a agarrar mi mano, pero la tiré lejos y él

me dio una mirada desesperada—. Te voy a decir lo que sucedió, pero

nosotros necesitamos movernos.

Ashe estaba de pie cerca de una de las cuatro entradas que conducían

al lago. El parecía estar cabreado, lanzando ocasionales miradas ansiosas

hacia Cole.

Las cuatro entradas parecían iguales. Incluso como he estudiado, no

podría estar segura de cuál habíamos tomado para llegar hasta aquí.

—¿Todos ustedes se quedaron aquí todo el tiempo que me fui? —le

pregunté a Cole.

Él asintió con la cabeza.

—Era el lugar más seguro, porque los Errantes evitan el lago. Pero

este lugar nos lleva a nosotros también, así que cada uno de nosotros es

bastante listo para salir. Como ahora.

Ashe miró su reloj.

—¿Qué hora es? —dije.

—La una —dijo Cole.

¿La una? Mi corazón se hundió. Tanto tiempo pasó.

Cole asintió con la cabeza como si le hubiera hablado.


208

Bookzinga

—Me tomó bastante tiempo encontrarte. Lo que significa que

tenemos que ir. —dijo él—. ¿Dónde está tu símbolo?

Saqué la nota de mi bolsillo. Estaba teñida de rojo por el lago, pero no

importaba. Una vez que estaba en mi mano, mi atadura aprecio. La noche

en la superficie debe de haber rellenado las emociones más positivas, porque

la atadura resplandecía brillante y verdadera, y apuntando en dirección

opuesta al lago, hacia la entrada más a la izquierda. Pero la noche no hizo

nada por mi nivel de energía. Sentía como si estuviera moviéndome a

media velocidad.

—Este camino —dije.

Empezamos en la misma formación que antes, con Ashe en frente y

Max atrás. En las paredes estaba todavía corriendo agua, y me preguntaba si

podríamos llegar alguna vez al Anillo de Viento y mucho menos al ojo de

buey. Un día entero ya había pasado, y nosotros no habíamos conseguido

atravesar un anillo.

Cole caminó a mi lado. Su cara lucía deteriorada, y había círculos

oscuros debajo de sus ojos que nunca había visto antes.

—Estás cansado —dije.

Él me dio una sonrisa triste.

—El Lago de Sangre y Culpa hace esto a una persona.

—¿Qué era eso? ¿Qué pasó?

No había notado que había empezado a girarme hacia un lado, y Cole

me empujo al centro de la ruta de nuevo.

—Cuando el Errante… se alimenta de ti… —Se le dificultaba

pronunciar las palabras—. Supongo que la emoción más fuerte que queda en

ti era su culpa. Y fue aún más fuerte que tu conexión con Jack. Por eso la

segunda atadura. La culpa es una especie de gran cosa por aquí. Tan grande

que toda la culpa colectiva de los sacrificios en Everneath se agrupó y formó

un lago. El Lago de la Sangre y Culpa.


209

Bookzinga

Pensé en el simbolismo y recordé algo que había leído.

—¿No había un Lago Congelado de Sangre y Culpa en el Infierno de

Dante? Esta hecho de sangre, porque la sangre simboliza la sangre tan bien.

Él casi sonríe.

—Haz estado haciendo investigación. En el poema de Dante es el

lugar más lejano del calor y la luz. Los peores pecadores se congelan allí.

Mira hacia afuera. Las bocas cerradas herméticamente

—Pero mi lago no estaba congelado.

—Dante siempre le gusta romantizar todo. Además, como la mayoría

de nuestros duraderos fabricantes de mitos, él estaba haciendo eco de un

rumor de un rumor. Pero tenía una cosa correcta.

—¿Qué?

Cole sonrió. —Es un castigo eterno. Es difícil escapar de ello, y si no

eres cuidadoso, cada camino te lleva de regreso. Solo tenemos que esperar

que tu atadura con Jack sea más fuerte que tu atracción con el lago.

Yo no lo hubiera creído si no lo hubiera experimentado por mí

misma. A mi lado, Cole bostezo. Lucía exhausto, tan enfermo comparado

con la última vez que lo vi.

—El lago te lastima demasiado —dije.

Él me dio una triste sonrisa.

—Todo aquí puede afectarme. El lago saca mi culpabilidad.

Trayéndola a la superficie.

—Creo que uno de tus encantos es que nunca te sientes culpable por

las cosas que haces.

—No es verdad. Yo solo la entierro lo más profundo posible, dentro

de lo que probablemente es el “hoyo negro de mi alma”. —Miró a mi lado, y

yo fingí indiferencia y encogí mis hombros. Él sonrió—. El lago es como un


210

Bookzinga

imán para la culpa. Pero tu culpa era realmente fuerte. Tu atadura con Jack

y tu propia culpa estaban luchando por la atención, por lo tanto, había dos

ataduras. Y tú elegiste la culpa. No me di cuenta de a dónde nos conducías

hasta que decidiste tomar el chapuzón de cisne más dramático del mundo.

Pensé en ese momento cuando salté. ¿En qué estaba pensando?

—Podrías haberme advertido antes de que Max me pateara.

—No hubo tiempo. Una vez que se sumergen no podían traerse de

vuelta. Tú podrías haberte ahogado desde adentro hacia afuera. Tragaste la

sangre. Estabas a punto de ser tragada por la culpa.

Pensé en ello. Cómo había bebido la sangre. Cómo imaginé que

desaparecería en ella.

—Si me ahogara aquí, ¿podría morir?

Él frunció el ceño. —Esto no es un sueño, Nik. Estás aquí. Si mueres

aquí, estás muerta.

Tomé una respiración profunda.

—Así que, explícame la parte de las patadas otra vez.

—Pateándote fuera fue la única manera de salvar nuestro lugar aquí,

porque no tenemos permitido aterrizar en cualquier lugar del laberinto o en

el ojo de buey. No puedo ir a la Superficie contigo porque entonces

habríamos tenido que empezar de nuevo desde el principio otra vez.

Después de que fuiste despegada del lago, tuve que tratar de localizarte

hacinado saltos a la superficie y siguiendo mi conexión contigo. Max y

Ashe estuvieron aquí, conectándome a la tierra para que yo pudiera

encontrar mi camino de regreso. Pero si todo mi cuerpo se iba a la

superficie. No habría sido capaz de encontrar a Max de nuevo. Fue un acto

de equilibrio muy delicado, y esperaba que agradecieras el esfuerzo. —Él

parecía estar creciendo en impaciencia al tratar de explicarlo.


211

Bookzinga

—Lo hago, lo hago. Pero si tú tienes la habilidad para buscar en la

Superficie, ¿porque no solo agarras a las personas? ¿Tirarlos abajo y

obligarlos a convertirse en sacrificios?

—Nik, ¿no sabes nada sobre Everneath? Ellos tienen que estar

dispuestos. Los desposeídos, los sacrificios, incluso hace un momento cuando

tomaste mi mano. Todos tienen que estar dispuestos. Podemos caminar

más rápido, ¿por favor?

—Una pregunta más. ¿Por qué Max y no tú, me pateó?

Él se ruborizó.

—Debería ser obvio.

¿Obvio?

—No es obvio.

Miró hacia otro lado, hacia la cascada en la pared.

—Preferiría no ser el que tiene que darte una parada en el estómago.

Me detuve en seco.

—¿En serio? Te alimentaste de mí durante todo un siglo, tomaste

cualquier futuro que posiblemente podría tener, ¿pero trazas la línea en un

ataque con pocos agravantes?

Las palabras habían salido antes de que pudiera darme cuenta de

cómo sonaban. Pero igualmente, eso era verdad, ¿no es así?


—Nik, ¿cuándo vas a darte cuenta de que nunca te hice ningún daño?

Nunca te lastimaría. Solo hice lo que me pediste.

—¿Nunca me lastimarías? —dije incrédula. La ira comenzó a hervir

dentro de mi pecho, y se sentía grande y más definida aquí, quizá porque

cada emoción se sentía más grande en Everneath. Era ampliada; yo sabía

esto. Pero no podía detenerme—. ¡Me quitaste todo!


212

Bookzinga

Sus ojos eran feroces.

—No te engañé. Sí, Quiero que te conviertas en un Sempiterno, pero

la elección depende de ti.

Me burlé.

—Yo sé que fue mi elección. Pero no sabía lo que estaba eligiendo. Y

tú sabías lo que me haría.

Agarró mi brazo y me tiró hacia atrás. Sus ojos estaban buscando mi

rostro.

—Lo que sea que pienses de mí, yo fui honesto contigo, solo porque

quieres vivir una vida mortal, no significa que mi camino sea menos moral.

—Te alimentas de personas —dije.

—Pero es su elección.

—Sacrificas humanos.

—Pero es su elección.

Su cara estaba muy cerca de la mía. Sus mejillas brillaban con sangre

corriendo bajo su piel. Estaba lo suficiente cerca que imaginé que podía

sentir su conexión conmigo. Sentí el tirón rápido que tenía sosteniéndome.

Y por primera vez, me di cuenta de que, para él, esta atadura nunca se

rompería. Porque la sentía.

Me miró profundamente a los ojos.

—Si te dices una mentira suficientes veces… que está bien robar la

energía de otras personas para seguir con vida… se vuelve verdad. Incluso

para ti. Ellos solo están dispuestos porque son débiles. Estás aprovechando a

los débiles.

Nos pusimos cara a cara durante unos pocos momentos de tensión.

Sus ojos oscuros estaban estrechados y los círculos bajo sus ojos más

profundos.


213

Bookzinga

—Esa es una absoluta acusación de la persona con la que estás

confiando tu vida ahora mismo.

Mi labio inferior tembló.

—Lo sé. —Y también conocía mi culpabilidad. Pero no iba a

admitirlo.

Dio un paso hacia adelante, como si quisiera hacerme entender, pero

estaba tratando de contenerse. ¿Estaba preocupado de que pudiera herirme?

Una gran gota de agua cayó sobre su mejilla, y se estremeció.

Algunas gotas más cayeron duro sobre mi cabeza. Inclinando mi

cabeza hacia atrás, miré hacia el cielo. Era de un color azul claro. Pero las

paredes del laberinto estaban repentinamente hinchándose.

Cole llevó un dedo a mi mejilla y luego examinó la gota de agua con

expresión curiosa. Entonces, las rocas debajo de nuestros pies empezaron a

temblar. Los ojos de Cole se ampliaron. Las paredes se hincharon,

expandiéndose en el camino.

Max apareció por la esquina, corriendo a toda velocidad.

—¡Corran! —gritó Max.

El sonido de un trueno se estrelló alrededor de nuestros oídos, y luego

las primeras olas de rápidos estallaron atrás de él. Al instante, la espuma

blanca del agua agitada se estrelló contra la pared del laberinto. Era un

océano, estrellándose contra nosotros.

—¡Nik! —Cole tomó mi mano, y estábamos corriendo. A toda

velocidad. No había tiempo para preocuparse si nos dirigíamos en la

dirección correcta. Nos atrapamos con Ashe y empujé hacia adelante. Él se

tambaleó.

—¡Vamos! ¡Vamos! —gritó Cole, empujándolo por detrás. Ashe

trepó. El camino se lanzó a la izquierda. Luego a la derecha. Estaba

siguiendo detrás a Cole cuando se detuvo en seco. Me caí de espaldas.


214

Bookzinga

—¿Por qué te detienes? —grité, pero luego vi la razón. Mi boca se

abrió.

Una cascada gigante bloqueaba el camino. Era un callejón sin salida.

Estábamos atrapados. Nos dimos la vuelta. Max apareció. Observó el

callejón sin salida.

—¡Mierda! —dijo Max.

La enorme pared blanca de agua explotó a la vista, el poder de un tren

bala dirigido directamente a nosotros.

—¡Cole! —grité.

Cole me empujó enfrente de él y envolvió sus brazos alrededor de mí,

poniendo su espalda hacia el fin del camino. Estaba poniendo un espacio

para amortiguar entre yo y el impacto de lo que había detrás de la pared.

—¡Respira profundo! —gritó Cole en mi oído.

Tuve un momento cuando el rostro de mi hermano y mi padre me

pasaron por la cabeza. Luego un muro chocó contra mi espalda.

Nos arrojó al callejón sin salida. La sacudida chasqueó mi cuello hacia

adelante. Tenía que haber algo sólido detrás de la cascada sin salida.

Cole se llevó la mayor parte del impacto. El agua seguía llegando; los

rápidos cerrándose sobre nuestras cabezas, forzándonos más allá del suelo,

pero no lo suficientemente alto para llevarnos encima de la superficie. Mi

hombro golpeó algo irregular, y abrí la boca para gritar; pero un golpe de

agua entró por mi garganta.

Pateé y agité los brazos contra la corriente, que tenía la fuerza de un

millón de galones furiosos contra mí.

Mis pulmones ardían por la falta de oxígeno. Vi un rayo de luz

viniendo de lo que parecía ser la superficie, yo pataleé y pataleé hacia ella.


215

Bookzinga

Finalmente salí a la superficie, solo para descubrir que el diluvio nos

había empujado a la parte superior de la pared del callejón sin salida. Jadeé

en mi primer respiro de aire, estábamos tirados en el ápice y creciente hacia

el suelo en una cascada golpeando ramas y escombros.

Aterricé en el suelo, con los pies primero, y luego estruje. El impacto

sacudió mis huesos.

Probablemente los tendría destrozados si no hubiera sido por el par de

pies de agua que se habían acumulado en el fondo antes de que nos

fuéramos.

La intensidad de arrastramiento del agua corriente unas pocas yardas

antes de que fuera demasiado superficial. El sonido de las olas rompiendo

disminuyó, y el sonido del viento soplando a través del cañón tomó su

lugar.

Tragué saliva en unas cuantas respiraciones profundas hasta que mi

cerebro dejo de rebotar en mi cabeza.

La marea se había ido, y el resto del agua se convirtió en pequeños

arroyos, chorreando por cualquier declinación que pudiera encontrar. Un

fuerte viento creó ondas sobre el agua, y luego, ante mis ojos, el agua se

secó.

Alguien tosió a unos pocos pies. Era Max, sentado en el suelo, con su

cabeza entre sus rodillas como si tratara de recuperar el aliento. Ashe estaba

en un estado similar. Cole estaba de espaldas.

No había ascenso y descenso de su pecho.

—¡Cole! —grité. Me apresuré a donde estaba. Max débilmente intento

seguirme. Ashe no podía moverse.

Sacudí los hombros de Cole.

—¿Puedes oírme? ¿Cole?


216

Bookzinga

Le di una ligera bofetada en su rostro, pero no había respuesta.

Cavando en las profundas cavernas de mi mente para la clase de

resucitación cardiopulmonar que había tomado en su primer año, puse mi

oído cerca de su boca.

—Sin aliento —dije.

Tomé mi dedo y tracé su costilla hasta que se unió con su esternón,

coloqué el talón de la mano contra él, y entrelacé mis dedos juntos.

—Uno… Dos… Tres… —Empecé a comprimir. ¿Se suponía que debía

hacer cinco o quince?

Dividí la diferencia y me detuve en diez. Entonces me incliné

echando la cabeza de Cole hacia atrás y apreté su nariz. Cubrí su boca con

la mía, y soplé. Dos veces.

Por favor, Cole, respira. Si perdía a Cole, perdía a Jack.

Repetí tres veces todo antes de que finalmente tosiera.

—¡Cole! —Coloque mis manos detrás de su espalda, lo ayudé a darle

vuelta para que pudiera toser el agua.

Sus mejillas estaban rosas de nuevo.

Abrió los ojos para encontrarme mirando hacia él. Reunió una débil y

desequilibrada sonrisa y dijo:

—¿Fue bueno para ti también?


217

Bookzinga

Habíamos estado empapados en las aguas de Everneath. Me quedé

esperando la montaña rusa emocional que debería estar cubierta, pero nunca

pasó. Tal vez era debido a que, en el momento en el que Cole empezó a

respirar de nuevo, toda el agua se había secado. Incluso mi cabello se había

secado. De vuelta a la superficie, tomaría veinte minutos secar mi cabello,

pero en este momento no podría haber exprimido una gota de él.

El viento era feroz, y fue entonces cuando me di cuenta.

—¡El Anillo del Viento! —dije.

Estábamos aquí, un anillo abajo. Dos para llegar. Un anillo más cerca

de Jack.

Cole tosió y asintió. Las paredes ya no estaban hechas de agua.

Parecían mini tornados formados por remolinos de polvo y escombro.

Parpadeé varias veces, tratando de limpiar la fina capa de polvo que

repentinamente cubrió todo.

—¿Cómo sucedió eso? —pregunté.

Cole giró hacia Ashe, que estaba mirando la pared de viento que

acabábamos de venir volando sobre ella. Una ligera niebla flotaba en el aire

en la parte superior

—Fue una rápida inundación —dijo Ashe—. Probablemente de su

pelea.

Volví a pensar en nuestras palabras tensas. Cole me había dicho que

el agua se sentía atraída hacia ciertas emociones. Tal vez nuestra ira se

había consolidado a nuestro alrededor, de carnada para el agua, encendiendo

un fuego debajo hasta que se desbordó.


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Bookzinga

Estaba a punto de compartir mi teoría con Cole, pero vislumbre su

espalda. Su camiseta colgaba andrajosa, y la piel debajo parecía carne viva.

—Tu espalda —dije.

Cole giró su cabeza y miró detrás de él.

—Sí, estará bien. Al parecer, había unas pocas rocas detrás de la

cascada. Estoy más preocupado por cómo llegar atrás de su protección,

porque ahora se ha ido.

Miré hacia abajo. Él tenía razón; mis fuerzas habían desaparecido. El

agua lo anuló.

Cole llevó sus rodillas a su pecho y apoyó los brazos en la parte

superior. Algunos de los cortes en su espalda se abrieron más, pero parecía

no darse cuenta. Él todavía estaba recuperando el aliento.

Miré a mí alrededor por cualquier cosa que pudiera calmar los

rasguños, pero no había nada solo polvo. Agarrando el dobladillo de mi

camiseta, traté de arrancarle un pedazo, pero no cedía. ¿Cómo lo hacían

ellos en las películas? Alguien estaba sangrando, y otra persona

simplemente arrancaba un pedazo de su camisa en una perfecta línea recta.

Agrupando una parte de mi camiseta en mi mano, estiré el material

lejos de mi estómago.

—¿Qué estás haciendo? —dijo Cole.

—Algo increíblemente heroico —dije.

Presionando la tela sobre sus heridas. Cautelosamente trate de cerrar

las heridas más grandes, sustituyendo alguna de la piel colgante y

cuidadosamente limpiando la suciedad.

No hace mucho tiempo que había tenido una herida en su mano

porque yo no quería que se rindiera. Pero las cosas eran diferentes ahora.

Sabía que no iba a darse por vencido, y atendí sus rasguños simplemente

porque estaba herido. Este pequeño cambio en mi motivación reflejó un


219

Bookzinga

gran cambio en mi relación con Cole. Había sombras de la confianza

existiendo donde no estaban antes.

Ashe se acercó a nosotros.

—Ahora estamos en el anillo de viento. Tengan cuidado. El viento

tiene una manera de sacudir nuestro cerebro, al igual que el agua lo hizo con

nuestras emociones. Es el más astuto de los anillos. Nikki, ¿tienes tu

símbolo?

La sostuve para mostrársela.

—Debes de estar constantemente consciente, y recuerda a menudo a

Jack.

Asentí con la cabeza, y apreté el papel en mi puño. Me aferré a él

durante la inundación.

—Bien, mientras estás jugando a la enfermera con Cole, cuéntanos

otra historia sobre Jack. Necesitamos conseguir tu atadura de vuelta.

Había contado muchas historias, y estaba muy cansada.

Pero entonces, me acordé de Jack, y dónde estaba ahora, y mis

mejillas se calentaron de vergüenza.

¿Cómo podía quejarme?

—¿De qué debería hablar?

Cole me miro con una repentina esperanza en su cara.

—¿Hubo alguna vez un tiempo en que no se parecía a un caballero

blanco? Eso sería genial ahora mismo.

Al instante un recuerdo me vino a la mente, y mi cara debió de

mostrarlo, porque Cole presionó.

—No va a hacer ninguna diferencia si se trata de un recuerdo

desagradable. Todo es parte de tu conexión con él.


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—Bueno, hubo una vez…

De repente, Max estaba a mi lado.

—¿Jack como el antihéroe? Amigo, traeré palomitas.


221

Bookzinga



Primer año…

La Superficie. Almorzando con Jack y Jules.

l sol brillaba sobre las mesas del patio de la escuela. Nos gustaba

comer a fuera cada vez que el tiempo nos daba la oportunidad.

Jack le dio un mordisco a su sándwich, lo suficientemente

grande para hacer desaparecer la mitad.

—¿Vendrás a la fiesta de Paxton el viernes, cierto? —dijo con la boca

llena de pavo.

Las fiestas de Brent Paxton eran legendarias. Sus padres eran dueños

de una casa en Deer Valley ski resort, y cuando estaban fuera de la ciudad,

la escuela completa podía ser encontrada desmayada en el suelo o colgando

de las vigas. O haciéndolo en alguna de las ocho habitaciones. Había oído

sobre las fiestas, incluso cuando estaba en la escuela secundaria, y ahora que

era estudiante de primer año, estaba oficialmente invitada.

Jules respondió antes de que yo pudiera.

E


222

Bookzinga

—Yo voy, Ryan Maetani me preguntó si iría con él.

Levanté mis cejas hacia ella.

—Finalmente Ryan sucumbió ante tu encanto. ¿Cuándo pasó esto?

Jules explicó cómo pasó la magia en el laboratorio de química en la

mañana. Jack estaba quieto, escuchando a Jules pero mirándome. En la

primera oportunidad, él dijo:

—¿Qué pasa contigo, Becks?

Me encogí de hombros y distraídamente giré la tapa de mi botella de

Coca light.

—Lo haría, pero como Jules tiene una cita… —Corté mis ojos sobre

ella—. Realmente no tengo a nadie con quien ir.

Jack abrió su boca para hablar, pero Jules se adelantó.

—Sé de alguien que moriría por ir contigo.

—¿Quién? —dijimos Jack y yo al unísono.

Jules miró juguetonamente alrededor antes de inclinarse y decir:

—Andrew Hanks.

Rodé los ojos.

—Oh, por favor.

—Lo digo enserio. Jack, deberías de ver como Andrew mira a nuestra

chica. Es como en uno de esos dibujos animados. Sus ojos se vuelven

pequeños corazones que se salen de sus orbitas. —Puso sus manos sobre sus

ojos y empujó sus dedos hacia el exterior.

Le lancé una uva.

—Cállate.


223

Bookzinga

—Oye, me siento detrás de él. Tengo una imagen clara de él. Casi

todos los días tengo que limpiar después todo lo que babeó.

—Basta.

Ella se encogió de hombros.

—Solo estoy diciendo, él pararía un tren para ti. Todo lo que tienes

que hacer es mencionar la fiesta, y tendrás una cita.

—No lo sé.

—Jack, ayúdame aquí. Dile.

Al oír el nombre de Jack me di cuenta que estaba muy callado.

—¿Decirle que? —dijo, frunciendo el ceño. Él obviamente no estaba

interesado en la conversación.

—¿Lo que un chico quiere escuchar de una chica de la que está

secretamente enamorado?

Jack se quedó mirando fijamente la mesa, y yo no estaba segura, pero

las puntas de sus orejas se pusieron de color rojo brillante.

—¿Cómo voy a saberlo?

Jules suspiro ruidosamente.

—Bueno, sé que las chicas no te dan la oportunidad de languidecer

por ti secretamente. Una mirada deseosa de parte tuya, y la ropa comenzará

caer y luego estarían todas “Oooh, ¿tu casa o la mía?” —Jules volteó

dramáticamente su cabello—. Pero imaginemos por un momento que no

eres de otra especie y que estás enamorado de nuestra querida Becks. ¿Qué

te gustaría que ella te dijera?

Seguí el juego y vi a Jack. Finalmente levantó la mirada para

encontrarse con la mía.


224

Bookzinga

Él tenía una extraña expresión en su rostro. Lucía… avergonzado. Y

tal vez un poco enojado. O podría haber estado muy molesto con la

conversación.

—No tengo idea. Enamorarme de Becks sería como enamorarme de

mi hermana. No puedo imaginarlo.

Esta vez fue mi cara la que se volvió roja.

Jack miró hacia otro lado, como si de repente estuviera interesado en

el grupo de personas a nuestro lado. Jules miró a Jack, con los ojos

entrecerrados y una pequeña y extraña sonrisa apareció en un lado de su

boca. No creo que haya sido muy comprensivo de ella, teniendo en cuenta

que estaba mortificada por lo que Jack acababa de decir.

Ella me miró, y luego anunció.

—Me tengo que ir. Regresaré un libro que pedí prestado.

Genial ahora me estaba abandonando. Antes de que pudiera

calmarme lo suficiente para darme cuenta que no quería quedarme a solas

con Jack, Jules se había ido.

Y yo estaba sola con Jack.

Alguien estaba golpeando su cuchador9 en la mesa y estudiando la

superficie de madera con tal intensidad que se podría pensar que tenía una

prueba de texturas en el siguiente periodo.

Todavía estaba humillada, y no podía entender si era porque lo que

había dicho Jack era muy grosero, o si yo estaba ofendida por la forma en

que se sentía él.

—Yo no soy tu hermana.

—Lo sé.

—…

9 Cuchador: Es un cubierto con forma de cuchara y que además tiene dientes como el tenedor.


225

Bookzinga

—…

—¿Es tan difícil de creer que le guste a alguien?

Jack finalmente me miró.

—Por supuesto que no, Becks. Es que… yo no…

Su voz se apagó cuando algo detrás de mí llamó su atención. Fuera de

lo posible, sus ojos se tornaron mucho más oscuros de lo que ya eran.

Me di la vuelta. Allí estaba Andrew Hanks. Parado torpemente

detrás de mí, con un libro de química en su mano.

—Hola, Nikki.

—Hola, Andrew. —Le di una amplia sonrisa. Si toda la cosa con Jack

no hubiera sucedido, probablemente el entusiasmo hubiese sido menor—.

¿Qué pasa?

Empujó el libro de Química hacia mí, casi golpeando mi pecho con él.

—Me estaba preguntando si tal vez ¿podrías ir conmigo al laboratorio

hoy? Me acabo de encontrar a Jules, y me dijo que entiendes de estas cosas.

Jack resopló detrás de mí. Le lancé una mirada y murmuro: —Lo

siento.

Me volví hacia Andrew. —Por supuesto. Toma asiento. ¿Ustedes se

conocen? Jack, este es Andrew, Andrew, este es…

—Sé quién es —dijo Jack en lugar de saludar.

Andrew se sentó lentamente, mirando de mí a Jack.

—Si estoy interrumpiendo…

—No, ¡en absoluto! —dije.

—Por favor, ¡Siéntate! —dijo Jack igualando mi exuberancia y

balanceando su brazo gentilmente frente a él. Luego fingió

instantáneamente aburrimiento y se volvió para observar el resto del patio


226

Bookzinga

mientras terminaba su almuerzo. ¿Por qué estaba tan enojado? Miré a

Andrew. Tal vez los dos tenían una historia de la que no sabía nada.

Andrew puso su libreta abierta sobre la mesa. Ambas páginas estaban

llenas de garabatos y con marcas de goma de borrar.

—He tratado de conseguir la respuesta de tres formas diferentes, pero

sigo sin nada.

Estudié sus notas, seguí la ecuación, y mentalmente imaginé como

había logrado el mismo problema.

—Aquí —le dije, señalando una parte de la ecuación—. Estas

utilizando un valor incorrecto del número de Avogadro. Es seis punto cero-

dos-dos por diez a la veintitrés. Tú tienes seis punto dos-cero…

Jack intervino.

—Solo es, como, lo primero que deberías haber aprendido en el

primer día de Química.

Respiré por la nariz. Jack estaba en química avanzada, y al igual que

todo lo demás, se destacó en ella. Su padre era un ingeniero químico, por lo

que Jack probablemente había tenido el número memorizado desde la

infancia.

Miré a Jack.

—No todo el mundo creció con cuentos para dormir como “La historia

emocionante del Número de Avogadro”.

Esta vez fue el turno de Andrew para resoplar.

Jack le entregó la botella de agua.

—Aquí. Lávalo.

El resto de la comida era más de lo mismo, pero al final del día

Andrew me pidió ir a la fiesta de Paxton. Antes, yo podría haberlo

rechazado para una noche tranquila en casa con un buen libro.


227

Bookzinga

Pero ahora dije que sí.

En la Actualidad…

El Everneath. El Anillo del Viento.

—Hombre, Jack suena como un completo tonto —dijo Cole.

—Tú no entiendes —le dije, pateando una roca fuera de la pista. Me

sentí un poco culpable por compartir una historia que podría dar a Cole la

oportunidad de poner abajo a Jack, pero me acordé de todo esto a través de

una perspectiva diferente.

Porque sabía ahora que Jack estaba luchando con sus sentimientos

por mí en ese momento.

Yo le podría perdonar mucho por eso.

—Regresó mi atadura —dije.

En ese momento Ashe se acercó a nosotros.

—Errantes. A pocos caminos de distancia. Tenemos que avanzar.

Errantes. Una vez más. Ante la mención de ellos, me di cuenta de lo

cansada que estaba.

—¿Por qué no solo los pateas a ellos? —le dije, ahogando un bostezo.

—Patear solo funciona en los humanos —dijo Cole—. Vamos.

Por supuesto patear solo funcionaba en los seres humanos.

Qué conveniente. Le di una patada al suelo, y por un breve momento

actué inconscientemente en lugar de forma intencionada. Rápidamente me


228

Bookzinga

di la vuelta para moverme, y me puse un poco cerca de la pared del viento.

Una ráfaga particularmente fuerte cogió la nota Siempre Tuyo de mi mano y

la succionó a la pared.

No lo pensé. Salté tras ella. El viento me levantó de mis pies. Me

empujó sobre el suelo como una muñeca de trapo. Traté de respirar, pero el

túnel de viento era tan fuerte que no podía tomar aire por la boca. Mi

cabello era azotado brutalmente en mi cara.

El torrente se desaceleró por segundo, como si la pared estuviera

tomando el aliento, y me dio un vuelco. Yo alcancé a ver a los demás. Era

solo un vistazo rápido, pero pude ver a Cole tratando de saltar detrás de mí.

Max lo estaba deteniendo. Cuando estaba a punto de chocar con el suelo, el

viento arremetió a mí alrededor de nuevo, lanzando mis extremidades en

diferentes direcciones. Mi brazo izquierdo se retorció detrás de mí. Pensé

que iba a arrancarlo.

Grité, pero se perdió el sonido. Cuanto más luchaba, más imaginaba

mis tendones rasgados. Así que me detuve. Quede inmóvil.

Jack, pensé. No podía componer mis pensamientos en un último

mensaje, excepto para decir su nombre. Jack.

Empecé a hundirme, pero el ciclón cogió el aliento de nuevo. Si yo iba

a hacer algo, tendría que ser ahora, pero ¿qué podía hacer? Extendí la mano

hacia el camino. Pude ver a Cole luchando contra Max. Alcanzándome. Vi

su mano, pero no estaba lo suficientemente cerca. Yo no podía estirarme

más allá del viento.

El indulto había terminado. Una ráfaga fresca me lanzó alto. No

estaba segura de cuánto tiempo podría sobrevivir. El viento podría rasgarme

en pedazos, y yo nunca tocaría el suelo de nuevo.

Una ráfaga de aire me giró alrededor, así que mis pies se dirigían

hacia la pared. Un destello de una idea me golpeó. La pared de agua tenía un

centro sólido. Tal vez esta pared también lo tenía. Enderecé mi cuerpo y

puse mis brazos de par en par, extendiendo los dedos de modo que si el

viento me iba a mover en cualquier dirección, sería más hacia la pared. La


229

Bookzinga

misma ráfaga de aire me empujó. Apunté mis dedos de los pies. Intentado

alargar mi cuerpo tanto como sea posible.

Y entonces sentí que mis dedos chocaron contra algo sólido en el

interior de la pared de viento. Antes de que las ráfagas me pudieran llevar

de nuevo, flexione mis pies, doblé las rodillas y las dispararé hacia la cosa

sólida. Mis pies lo golpearon, y sin fuerza para contrarrestar, fui navegando

fuera de la pared del viento.

En el punto más alto de la pared.

Cole debió haberme visto ser disparada fuera de la pared. Se lanzó

hacia mí, amortiguando el impacto con el suelo. Aterrizamos en un

montón.

Me estremecí. Era más como un espasmo. Mis brazos y piernas

estaban temblando, con el alivio de haber sido liberada de sus contorsiones.

Cole se removió a una posición sentada y puso sus brazos alrededor

de mí, sosteniéndome mientras yo me sacudía. Max estaba a pocos metros

de distancia. Su ojo estaba rojo e hinchado.

—¿Qué pasó? —le pregunté, entrecerrando los ojos en su rostro.

Cole miró a Max.

—Quería saltar después de ti. Max no estaba de acuerdo con lo

adecuado de esa reacción. Y luego su rostro se encontró con mi puño.

Max estaba jadeando.

—No habrías podido salvarla saltando adentro.

—Bueno, ahora no vamos a saberlo nunca, ¿verdad?

Cole sonrió a Max, quien sonrió amablemente. Cualquiera que fuera

la tensión que había entre ellos había pasado, aunque ahora tenía una idea

de lo que Cole quiso decir cuando dijo que trajo a Max para que no hiciera

nada estúpido.


230

Bookzinga

Pero mientras los miraba, el significado detrás de sus rostros

comenzó a desvanecerse. Miré mi mano vacía.

—Mi nota —dije débilmente—. Se ha ido.


231

Bookzinga

Capítulo 23 Traducido por: Maru Belikov


En la Actualidad…


ik, no necesitas el símbolo.

Escuché las palabras de Cole, e inmediatamente sabía que

estaba mintiendo. Necesitaba la nota más que nunca en el

Anillo de Aire. Me senté en la tierra, mis rodillas arriba hasta mi

pecho, mi cabeza enterrada en mis manos. Mi cerebro se sentía como

si estuviera hecho de nubes. Se amontonan alrededor en mi cabeza y

fuera de mis oídos como una brizna blanca.

—¿No puedes verlo? —dije, mi voz apagada por mis rodillas.

—¿Ver qué?

—Mi cerebro —dije—. Es vapor.

Escucho a alguien suspirar y luego una profunda voz.

—Ella se ha ido, Cole. Fue el aire.

—N


232

Bookzinga

Mis pies rebotan arriba y abajo, y empiezo a mecerme a delante y

atrás.

—Perdí algo —dije—. No puedo encontrarlo.

Alguien agarra mis hombros.

—Mírame, Nik. —Pensé que había respondido, pero él me sacudió

más fuerte. —¡Mírame!

Alcé mi cabeza hacia sus oscuros ojos y cabello rubio. Cole. Su voz

sale en un gruñido urgente.

—No necesitas el símbolo. Tienes tus recuerdos. Dime una historia

sobre Jack. ¡Ahora!

Jack. Lo conocía, por supuesto. Lo amaba. Pero no podía pensar en

decir algo. Su rostro flotaba en las nubes dentro de mí cabeza, sin ninguna

pista que me diera un recuerdo, sin atadura a nuestra historia.

Sacudí mi cabeza. Cole gruñó y giró su cabeza como si estuviera

buscando por una respuesta. El hombre detrás de él (Ashe) caminaba de un

lado a otro. Cole encontró mi mirada.

—Nik. ¿Recuerdas tú primera proyección aquí? Todas esas eran

imágenes de Jack, todos esos recuerdos. ¿Recuerdas las imágenes de

malvaviscos quemados? Ahí había como quince de ellas.

Malvaviscos quemados. Malvaviscos quemados. Me aferro a la imagen.

Mentalmente la coloqué cerca de la imagen de Jack en mi cabeza.

Malvavisco quemado. ¿Qué había significativo sobre ello?

No podía pensar en nada excepto cuanto odiaba los malvaviscos

quemados.

Los odiaba.

Alzando mi cabeza, sentí la luz de la esperanza mostrarse en mi

rostro.


233

Bookzinga

—Lo recuerdo.

Segundo Año…

La Superficie. En Millcreek Canyon.

Fue idea de Jack manejar el auto viejo del año 1979 de su padre por el

cañón para asar malvaviscos. El último día de septiembre se sentía más

como una ola de calor de verano que como de frío, y Jack estaba convencido

que era nuestra última oportunidad para tener un picnic.

Jack y Will se sentaron en el frente; Jules y yo nos sentamos en el

asiento trasero, moviendo nuestros brazos en el aire y gritando fuerte como

haces cuando tu camioneta no tiene techo.

Era bueno estar con Jack ahora que teníamos como mediadores a

Jules y Will. Las cosas habían estado extrañamente tensas entre nosotros

desde que fui a la fiesta con Andrew. Más que nada, quería que nuestra

amistad regresara a la normalidad.

Nos detuvimos en el sitio para fogatas y teníamos nuestro lugar

marcado en los hoyos. Jack estacionó la camioneta enfrente de uno de los

lugares más altos, y luego empezamos a subir el sendero a Grandeur Peak,

una espectacular excursión que nos regalaría una vista de trescientos

sesenta grados del valle.

—Carrera hasta la cima —dijo Jack.

Jules puso sus manos sobre la cadera.

—Es una caminata de una hora. Y tú estás en forma por el fútbol.

—Excusas —dijo Jack.


234

Bookzinga

Jules lucía como si estuviera a punto de discutir, y luego empezó a

despegar.

—¡Vamos, Becks!

Corrí a toda velocidad detrás de ella, riendo.

Jack y Will nos dieron la delantera, porque les tomó tres minutos

alcanzarnos.

Jack fue enfrente de mí y se giró, trotando de espaldas.

—Creído —dije, jadeando.

Él sonrió.

—La vista es mucho mejor de esta manera.

Mis mejillas se calentaron, y no solo por el ejercicio. Sino porque Jack

siempre decía cosas así. También le decía las mismas cosas a Jules.

No soy especial. Tenía que recordarme a mí misma esto una y otra vez,

especialmente últimamente, porque el inútil enamoramiento, el que mi

mamá me dijo que superaría, el que perseguía mis sueños, no se iba a

ningún lado. Se sentía como si estuviese corriendo hacia un precipicio y

pudiese ver el borde; pero no podía dejar de correr, incluso aunque sabía que

si saltaba, terminaría mal.

—Si no vas a intentarlo —dije, y me apresuré para pasarlo. La

repentina competencia lo provocó para entrar en acción, él se giró e hizo su

cosa turbo.

Cuando estaba fuera de vista, descanse.

—Sigue adelante, Jules —dije. Ella era una corredora de pista a larga

distancia, así que sabía que ella solo estaba yendo lento para mi beneficio.

Tampoco podía dejar pasar una buena carrera.

—¿Seguras que estás bien? —dijo ella.

—Sí. Me divertiré más si no pienso que estoy retrasando a nadie.


235

Bookzinga

—Okey. Te veo arriba.

—Por favor, acaba al menos con uno de los chicos —dije.

Ella se despidió sobre su hombro y partió.

En la siguiente curva, un pequeño arroyo cruzaba el sendero. No

quería que mis pies se mojaran cuando todavía había tanto por caminar, así

que salté por una de las rocas en el medio. Solo que estaba cubierto con

musgo, y mi pie se deslizó.

Escucho un pop mientras mi tobillo se torcía, y caí en el arroyo,

trasero primero. Las lágrimas picaron en mis ojos. Me estiré hacia mi

tobillo. Se sentía como si alguien acabara de empujar una bola de billar

dentro de ella. No me importaba sobre el par de centímetros de agua sobre

los que estaba sentada. Estaba muy enfocada en el dolor.

—Maldición —dije a través de dientes apretados. Deslicé mis piernas

estilo cangrejo, sosteniendo mi tobillo arriba en el aire hasta que estaba

fuera de la corriente y me senté sobre un tronco. El tobillo empezó a

hincharse.

Miré hacia arriba por el sendero.

—¡Jules! —llamé.

No hubo ninguna respuesta.

—¡Jules! —grité más fuerte.

Nada.

Esperé por unos minutos, luego me paré e intenté soportar el peso

sobre el tobillo malo. Dolor disparó a través de mi pierna todo el camino

hasta mi rodilla.

Bien, así que obviamente no iba a poder bajar por mi cuenta. Saqué mi

teléfono. Sin señal.


236

Bookzinga

Hice algunos cálculos mentales. Quizá cuarenta y cinco minutos para

que los tres alcanzaran la cima y luego media hora para que ellos regresaran

abajo. Pero ellos esperarían por mí un tiempo antes de cansarse y darse

cuenta que algo estaba mal.

Estaría bien, pensé, incluso aunque sabía que mi tobillo estaría el doble

de hinchado para el momento que ellos me encontraran. Pero no había nada

que pudiese hacer.

En ese momento Jack giró en la esquina, casi como en una carrera,

interrumpiendo mí diálogo interno.

—¡Becks! ¿Estás bien?

Me tomó un segundo salir de mi sorpresa.

—Estoy bien. Solo me torcí mi estúpido, estúpido tobillo.

—Bueno, no culpes al tobillo. —Él se arrodillo enfrente de mí y lo

examinó, subiendo el pantalón para tener una mejor vista. Me dio

escalofríos, e intenté bajarlo un poco.

—¿Cómo supiste que tenías que regresar? —dije.

Con su cabeza todavía abajo, él dijo: —Esperé por ti.

—Pero es una carrera. ¿Por qué esperaste por mí?

Él alzó su cabeza así que sus ojos encontraron los míos.

—Siempre esperaré por ti. —Él tomó un profundo respiro, mi tobillo

todavía en sus manos—. Siempre estoy esperando por ti.

Con una voz vergonzosamente sin aliento que no sonaba como la

mía, dije:

—¿Por qué soy muy lenta?

Él sonrió.

—Sí. Pero no en la manera que tú piensas.


237

Bookzinga

Mis latidos empezaron a acelerarse. Corriendo fuera de mi pecho y

hasta el cielo, donde explotaron como fuegos artificiales. Al menos así es

como se sentía.

Él estaba esperando por mí. Ahora mismo. ¿Esperando para que yo

dijera algo? ¿Era eso?

Quizá se estaba burlando de mí. Y si era en serio, ¿sería botada en dos

semanas? De repente el precipicio estaba más cerca de lo que jamás había

estado. Él dejo la decisión abierta. Podía saltar si quisiera. O podíamos

pretender que el precipicio no estaba allí. Podía elegir creer que Jack estaba

hablando sobre como era de lenta corriendo.

Giré mi rostro lejos, tratando de esconder todas las emociones que

Jack siempre traía.

Bajó la cabeza y tiró de mi dobladillo hacia abajo alrededor de mi

tobillo.

—Creo que sobrevivirás.

Mi corazón estaba latiendo tan rápido que pensé que mi

supervivencia no era necesariamente una conclusión inevitable. O quizá

estaba hablando sobre mi tobillo.

El silencio en ese punto se sentía pesado. Él se sentó sobre sus talones

y me observó. Él estaba esperando por mi otra vez.

—Um. —Mi voz sonaba extraña—. Así que, ¿cómo vamos a bajar?

Él me dio una sonrisa seca y me ayudo a pararme.

—Vas a caminar.

Nos tomó cuarenta y cinco minutos cubrir la distancia que me había

tomado quince minutos para subir. Pero lo logramos.

Él coloco mi pierna elevada sobre la cava y puso una bolsa de hielo en

ella. Luego construyó una fogata con las prácticas manos de un explorador,


238

Bookzinga

y asamos malvaviscos mientras esperábamos porque Will y Jules

terminaran.

El sol empezó a ponerse, antes de lo que habíamos anticipado. Pero

era otoño. En un punto atrapé a Jack mirándome, las sombras de las llamas

bailando a través de su rostro.

Puse una mano sobre mi cabello.

—¿Luzco tan mal?

Él sonrió.

—Nunca te preocupas mucho sobre tu apariencia.

—¡Oye! —dije, fingiendo estar ofendida.

—No es eso lo que quiero decir. —Él parecía nervioso. Muy poco

como Jack—. Solo quise decir… ¿Qué quise decir?

—¿Me estás preguntando?

Él asintió, ahora completamente perdido.

Ladeé mi cabeza, encantada de ver que incluso Jack podía estar

nervioso.

—Quizá quisiste decir: “Oye Becks, tienes una belleza natural, incluso sin

esfuerzo brillas como las estrellas”.

Él se me queda mirando y asintió lentamente. Lo que no es la

reacción que había esperado. Por primera vez desde que conozco a Jack, él

lucía… vulnerable. Y yo era la persona que podía lastimarlo. ¿Qué estaba

pasando?

Él miro hacia mí con una expresión intensa, como si cada palabra que

saliera de su boca equivaliera a cien flexiones. Y finalmente estuviera muy

cansado para continuar.

—Tú eres mi mejor amiga.


239

Bookzinga

—¿Ese era tú punto? Bueno, Jack —dije, inclinándome hacia él—. Tú

de verdad tomaste el camino largo para llegar ahí.

—Y, ¿yo soy tu mejor amigo?

—Por supuesto —dije sin ninguna vacilación.

—Bien —dijo él. Su rostro finalmente estaba relajándose un poco.

—Pero, ¿sabes qué? —dije, inclinándome más hacia él.

Su rostro estaba endureciéndose.

—¿Qué?

—Tú malvavisco está en llamas.

Él miro abajo hasta el final de su gancho donde su malvavisco se

había convertido en una bola negra pegajosa. Con una sonrisa, lo atrajo

cerca de sus labios y lo sopló.

Solo así, su característica sonrisa de suficiencia estaba de regreso.

—Perfecto. Exactamente como me gustan. —Con cuidado tiró de los

restos chamuscados de la punta de la vara.

—Eso luce tan asqueroso —dije.

Su sonrisa se volvió demente, y atrajo las cenizas negras a su boca y

tomo un gigante mordisco. Copos de cenizas del malvavisco cubrieron su

boca y mejillas.

Él cerró sus ojos.

—Mmmmmm.

Yo estallé en risas.

El fuego se había apagado, el sol hace rato se había puesto, y Jack y yo

estábamos en un pequeño círculo de luz. Quería que todo dentro de ese

círculo fueran las únicas cosas que existieran. Solo por un rato.


240

Bookzinga

Espero que todavía estés esperando por mí, Jack.

En la Actualidad…


Miré abajo a mis pies. Mi atadura estaba de regreso. Era fuerte y

tangible.

—¡Funcionó! —le dije a Cole. Pero no respondió. Miré de regreso a

donde él había estado, pero no estaba allí. Se había ido.

Frenética, me giré en círculos, buscando por cualquier señal de él.

—¡Cole! —grité su nombre una y otra vez, pero todo lo que podía

escuchar era el viento.

Habíamos estado juntos todo el tiempo, ¿no era así? ¿Estaba jugando

algún tipo de broma enferma?

—Cole, esto no es gracioso —dije, mi voz temblando—. Por favor. No

me hagas esto.

No hubo respuesta. Si algo se escuchó, fue el viento volverse más

ruidoso.

¿Y si él estaba en problemas? Intenté recordar los últimos minutos en

mi cabeza, pero la memoria era débil. Destellos de imágenes pasaron a

través de mi mente. Estábamos caminando juntos; le estaba contando mi

historia. ¿Había perdido mí balance? ¿Caí en la pared de nuevo? En el

momento que me hice esas preguntas, estaba llena de imágenes de mi

cayendo hacia la pared y siendo alzada por el viento y volando hacia el

cielo.

¿Pero ello era real? ¿O había sido creado por mi mente?


241

Bookzinga

Tenía que seguir moviéndome. Sentada aquí, tratando de averiguar

qué había pasado, me volvería loca.

Retroceder sobre mis pasos quizá podría ayudar, pero en este punto

había girado tanto que no podía recordar de qué lado había venido. Mi

atadura estaba señalando derecho hacia adelante, así que decidí ir

exactamente del lado opuesto.

Corrí. Si algo nos había separado a propósito, no podía ser bueno.

Usando mi atadura como una guía, pero en la dirección opuesta, corrí

alrededor de las esquinas, a través de arcos ocultos en el laberinto que me

guiaban de un frenético corredor a otro.

¿Qué si no podía encontrarlo? ¿Qué si estaba atrapada aquí para

siempre en uno de eso interminables círculos que Cole me había dicho?

Corrí a través de otro arco y me congelé. Había alguien allí, de pie

con su espalda hacia mí. No era uno de nosotros, y él lucía como si tuviera

mucha carne sobre sus huesos para ser un Errante. Tenía descuidado cabello

marrón. Y anchos hombros.

Él se giró, y sus grandes ojos marrones se ampliaron.

—¿Becks?


242

Bookzinga



En la Actualidad…


as lágrimas brotaron de mis ojos, y traté de recuperar el

aliento.

—¿Jack?

Los bordes de mi visión comenzaron a desdibujarse. La

sangre abandonó mi rostro, y mi cabeza se llenó de aire. Jack corrió hacia

mí y me agarró justo cuando empezaba a perder el conocimiento.

—Quédate conmigo, Becks.

Luché por mantener los ojos abiertos.

—Dijiste esas mismas palabras. Cuando me dejaste.

—Lo sé —dijo. Sus fuertes brazos me rodearon, manteniéndome en

posición vertical, y apartó el cabello de mis ojos—. Lo recuerdo todo. Como

si fuera ayer.

L


243

Bookzinga

Llevé una mano a su cara y la recorrí por sus mejillas, frente, cuello.

Era tan real. Su rostro era más redondo de lo que se había visto por última

vez en mis sueños.

Pasé mis dedos por sus brazos, trazando los músculos ceñidos allí. Era

hermoso.

—Jack. —Su nombre proviniendo de mis labios era el sonido de un

deseo cumplido, un anhelo satisfecho—. ¿Cómo estás aquí? ¿Escapaste?

Él sonrió.

—He estado esperando por ti. Durante mucho tiempo.

Bajó la cabeza y me besó, y sentí ese beso por todas partes. Mis

rodillas se debilitaron. De hecho, todo mi cuerpo se debilitó, y una extraña

oscuridad comenzó a arrastrarse detrás de mis ojos. Sus labios fueron

bruscos contra los míos. Ellos no admitían ningún espacio, y muy pronto

mis pulmones gritaron por aire.

Se sentía como si estuviera besando a un agujero negro.

Me aparté.

—Espera —dije—. Tengo que recuperar el aliento.

—Lo siento —dijo—. Ha pasado demasiado tiempo.

Se inclinó para besarme de nuevo, y giré mi cabeza. Él puso sus

manos a ambos lados de mi rostro y le dio vuelta.

—Espera…

Pero sus labios en mis labios cortaron cualquier otra palabra. Empujé

contra su pecho tan duro como pude, y él me soltó mientras caía al suelo.

—¡Lo siento mucho, Becks! —dijo, como si no pudiera creer lo que

acababa de hacer—. Mi mente… no está bien aquí.


244

Bookzinga

Me levanté sola del suelo y me sacudí los pantalones, y fue entonces

cuando noté mi cuerda. Estaba apuntando detrás de mí. Pero yo estaba

frente a Jack.

Sacudí mi cabeza y miré fijamente a su cara. Había algo en sus ojos,

algo que los hacía más negro de lo que eran antes. Sus pupilas lucían

demasiado grandes. Se apoderaban por completo de su iris.

Jack… mi Jack… se suponía que estaba en los Túneles.

Este no era Jack.

Él tendió su mano.

—Vamos, Becks. Descubrí una manera de salir de aquí. —Ante mi

vacilación, levantó las manos—. Prometo no más besos hasta después de

volver a casa.

Este no era Jack.

Pero se parecía a él. Cada centímetro de su piel, cada expresión de su

rostro, cada callo en su mano. La forma en que sus ojos brillaban cuando

sonreía. Sus hoyuelos tortuosos. La pequeña cicatriz en su frente. Pudo

haber sido él. Podría hacerme creer que era él. Ni siquiera tenía que

intentarlo. Mi cerebro me decía que fuera con él, a pesar de que mis

instintos estaban peleando.

Me quedé donde estaba.

—Tú primero —le dije—. Yo te seguiré.

Sus ojos se estrecharon en lo más mínimo, pero se dio la vuelta.

—Quédate cerca, Becks.

Dio un paso hacia adelante. Por tan solo un momento, una voz en mi

cabeza dijo: Lo tenías en tus manos, y lo alejaste. ¿Se refería eso al chico

delante de mí ahora? ¿O al que no pude aferrarme cuando los Túneles

vinieron por mí?


245

Bookzinga

Esto es una trampa, pensé. Este no es Jack. Di media vuelta y eché a

correr. A través del acceso directo del arco, en las esquinas. Tomé cada giro

que estaba disponible, a veces dando marcha atrás en la dirección de la que

había venido.

Todo el tiempo, pude escuchar los gritos del imitador de Jack.

Gritando mi nombre. Rogándome que no lo abandone de nuevo. Aunque

sabía que no era él, su voz frenética se apoderó de mi corazón como si

tuviera dedos. No pude evitar sentir como si le estuviera fallando de nuevo.

Corrí durante mucho tiempo y, finalmente, en torno a una esquina

choqué directamente contra alguien. Era Max.

—¡Nikki! —dijo, pareciendo lo más feliz que le había visto por verme.

No me abrazó ni nada, pero dejó escapar un gran suspiro de alivio.

—¿Dónde está Cole? ¿Y Ashe?

Él negó con la cabeza.

—No lo sé. Acabo de ver la cosa más rara… No era real.

—¿Has visto a Jack? —le pregunté.

Él me dio una mirada confusa.

—No. Era mi hermana pequeña. Pero ella está… —Su rostro se

encogió, y parecía como si estuviera a punto de llorar—. Ella quería que la

siguiera.

—Ellos no eran reales —le dije.

—¡Sentí su mano en la mía!


246

Bookzinga

Imágenes falsas de las personas que amamos. Incitándonos a ir con

ellos.

—Son como las Sirenas —dije.

—¿Las Sirenas? —dijo Max.


—Al igual que en La Odisea. Solo que en la historia, habían usado la

música para atraer a los marineros y atraparlos. Pero aquí no se permite

música, así que usaron algo más para seducirnos.

—¿A quién viste?

—Jack —le dije—. Y si tú viste a tu hermana, eso significa que las

imágenes son específicas para cada persona. —Mi pulso se aceleró—.

Tenemos que encontrar a los otros. Vamos a separarnos.

—¿¡Qué!? No, esa es una idea horrible —dijo Max.

—Cole y Ashe probablemente están atrapados en estos momentos.

Tenemos que llegar a ellos antes de que se vayan con sus Sirenas. Tenemos

la mejor oportunidad de encontrar al menos uno de ellos si nos separamos.

¡Ahora! —Lo volví de espalda en la dirección de mi cuerda—. Tú ve por

aquí, voy a ir hacia atrás. Trata de cubrir tanto terreno como puedas.

Lo empujé hacia adelante, y él se había ido.

Entonces me di la vuelta y corrí tan rápido como mis piernas me lo

permitieron, tratando de no pensar en mi encuentro con la Sirena. Se había

sentido tan real. Su piel, sus grandes manos, sus labios.

En realidad, fueron sus labios lo que lo había delatado. No se

sintieron bien. De hecho, se sintieron como si estuvieran succionando la

vida fuera de mí, quitando mi capacidad de razonamiento. Pero si la Sirena

no me hubiera besado, ¿cuánto tiempo me habría llevado darme cuenta de

que no era Jack?


247

Bookzinga

Me estaba hablando en círculos. Cole estaba allí, con una Sirena que

se veía quién sabe cómo, ¿y si él la seguía? Ashe había desaparecido

también, pero en este momento la única persona que yo quería encontrar

era a Cole.

Seguí mi cuerda. Tal vez había retrocedido lo suficiente de mi

posición original que la fuerza me llevaría más allá del último lugar donde

había visto a Cole.

Si no lo encontraba, con suerte Max lo haría.

Doblé una esquina y me encontré en un callejón sin salida. Pero justo

delante de la barrera estaba Cole. Él no estaba solo.

Había alguien entre sus brazos, pero ya que estaba de espaldas a mí,

solo podía vislumbrar su cabello oscuro. ¿Quién era?

Abrí la boca para llamarlo, pero entonces lo oí hablar.

—Está bien. Estás bien ahora. —Le acarició el pelo a la chica—. Te

encontré, Nik. Ahora estás a salvo.

¿Nik? La muchacha se apartó de él para sonreír, y vi mi cara. ¡Mi cara!

—¡Cole! —grité su nombre, y sonó como un chirrido. Los dos se

volvieron hacia el sonido.

El rostro de la chica se arrugó.

—¡Ahí está otra vez! —dijo—. Ella me está siguiendo.

—Cole, ¡esa no soy yo! —le dije.

La Sirena se aferró con más fuerza a Cole.

—¡Ella incluso suena como yo!

—No te preocupes —dijo Cole—. Ella no puede hacerte daño.

Oh, hermano. Di un paso hacia adelante, y ambos se estremecieron.

Tendí mis manos, con las palmas hacia abajo.


248

Bookzinga

—La chica en tus brazos no soy yo —dije.


—He estado con ella todo el tiempo. Mientras que tú acabas de llegar.

—No has estado con ella todo el tiempo. Piensa en la última hora. Te

estaba contando la historia de Jack y el malvavisco…

—¿En la que me torcí el tobillo? —dijo la Sirena, su tono acusatorio—.

Esa fue mi historia.

Cole la abrazó con más fuerza, y entrecerró sus ojos en mí.

—Por favor, Cole —le dije—. Nos hacen ver lo que queremos ver.

Acabo de ver a Jack.

—¡Jack está en los Túneles! —gritó la Sirena. Luego se volvió de

nuevo hacia Cole—. Tenemos que salir de aquí. Todo lo que tienes que

hacer es saber que aquí mismo en tu corazón. —Ella puso su dedo en el

pecho de Cole—. Yo soy yo.

Mierda. Eso fue algo que yo absolutamente haría. Cole parecía

hipnotizado, y empezó a dirigirse hacia ella como si yo no estuviera allí.

Puso sus dedos en su barbilla y acercó su cara más cerca.

—Sé que tú eres tú, Nik.

Ella inclinó su cuerpo aún más cerca de él, y se me ocurrió que él

querría a esta versión mucho más que a mí. Esta Nik se aferró a él y le dijo

que lo necesitaba. Esta Nik confiaba en él. Esta Nik actuaba como si todo lo

que ella necesitara era a Cole a su lado. Su cuerda apuntaba hacia él, y solo a

él.

¡Su cuerda! Estaba apuntando directamente hacia él.

—¡Cole! Mira —dije, señalando a sus pies—. No soy yo.


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Bookzinga

Él siguió mi mirada y miró a la cuerda. Vi sus hombros hundirse

infinitesimalmente. Entonces él me miró y bajó la mirada hacia mi propia

fuerza, la que ahora apuntaba lejos de él y fuera del callejón sin salida.

Sus ojos se encontraron con los míos.

—Tú eres la falsa —dijo él, su voz apenas un susurro.

Negué con la cabeza, pero él se dio la vuelta y empezó a caminar

hacia el callejón sin salida con el yo falso. Un pequeño arco se abrió en el

muro de viento.

—¡Cole!

No se volvió.

¿Qué voy a hacer? Con mi propia Sirena, no pude ver la verdad hasta

que le di un beso.

No me di ni un segundo para pensar. Cole estaba a punto de pasar por

debajo del arco. Corrí hacia él, y cuando estuve a un par de metros lejos,

salté en el aire y lo derribé. Debió de haber estado sorprendido, porque no

reaccionó lo suficientemente rápido como para echarme a un lado. Caímos

al suelo.

Le di la vuelta y me incliné hacia abajo.

Y puse mis labios sobre los suyos.

Solo duró una fracción de segundo, porque él instintivamente me

empujó hacia atrás, pero no del todo. En lugar de tirarme fuera, él me tomó

del rostro directamente encima del suyo y buscó por todas partes, desde mi

frente hasta mi barbilla. Le dejé volver mi cabeza de derecha a izquierda.

Necesitaba que supiera que era yo.

Luego llevó mis labios a los suyos y me besó.

Y algo extraño sucedió. Mientras que cuando besé a la Sirena, mi

cuerpo se había debilitado, ahora era como si una subida de tensión de


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Bookzinga

energía corría por mis venas y las fibras de mis músculos. Y estaba todo

emanando del beso con Cole.

Él pasó sus dedos por mi cabello y la parte posterior de mi cabeza y

me atrajo más cerca, yo lo dejé, porque la subida de tensión alcanzó la punta

de mis dedos y mis pies y estuve segura de que sería capaz de hacer

cualquier cosa, enfrentar cualquier cosa, si tuviera más de su poder.

Sus manos se movieron por mi espalda, siempre empujándome más

cerca. Estaba perdida en el inframundo de Cole, transportada a otro tiempo

y lugar donde todo era posible. Todos mis recuerdos, los que yo había

estado luchando por retener, vinieron de vuelta apresuradamente.

Y un nuevo recuerdo. De una chica, sentada tranquilamente en una

mesa en un club, encorvada sobre una soda. Tenía el cabello largo y oscuro,

y la piel pálida. Apreté los ojos cerrados para concentrarme en el recuerdo, y

fue entonces cuando me di cuenta de que no era mi recuerdo.

La chica de la mesa era yo.

Me estaba viendo a través de otros ojos.

Los ojos de Cole. Por primera vez, me di cuenta de la ternura con la

que él me había visto. Notó cada mirada de mis ojos. Cada indicio de una

sonrisa. Cada preludio de un ceño fruncido. Prestó especial atención a la

curva de mis dedos alrededor de mi bebida. Las uñas recién mordidas El

golpeteo nervioso.

No tenía ni idea que golpeteaba mis dedos de esa forma.

Sentí lo que él sentía. Si él hubiera tenido alas, las habría envuelto a

mi alrededor protectoramente. Se sorprendió de lo rápido que se había

vuelto unido a un ser humano.

—¡Yo nunca te besaría! —el chillido de la Sirena me trajo de vuelta al

Everneath, y me aparté de Cole.

Tenía una sonrisa diabólica en su rostro, y se volvió hacia la sirena.


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Bookzinga

—Lo sé. Pero la verdadera Nik sí lo haría… si fuera para salvar mi

vida. —Él miró hacia mí—. Hola, Nik.

—Gracias a Dios —dije. Me aparté de él y suspiré.

La Sirena abrió la boca y gimió. El sonido fue tan fuerte que pensé

que iba a estallar mis tímpanos. Me tapé los oídos. Cole hizo lo mismo.

Ella comenzó a vacilar, oscilar entre la imagen de mí y la de una

criatura negra con escamas. Finalmente se decidió por la criatura. Y en un

instante saltó hacia Cole, estrellándose contra su cuerpo. Abrió la boca

anchamente, desencajando su mandíbula como una serpiente, mostrando

hileras de afilados dientes negros. Bajó la cabeza y se aferró sobre el cuello

de Cole.

Cole gritó.

—¡Cole! —Me puse de pie y miré a nuestro alrededor, pero no había

nada que yo pudiera usar como arma. Entonces me acordé del cuchillo en la

vaina en el tobillo de Cole.

Fui por su pierna, tratando de evitar el contacto con la criatura, y

metí la mano arriba por la pernera de sus jeans. El dobladillo se enganchó

en la vaina del cuchillo, pero con un poco más de fuerza lo rompí al sacarlo.

Tal vez fue la adrenalina. Agarré el mango del cuchillo y lo alcé, lo llevé

por encima de la mitad de la espalda de la criatura, apuntando a una grieta

entre las escamas de su piel, y lo clavé con fuerza.

El cuchillo se hundió profundamente en su espalda y ella dejó escapar

un grito. Un chorro de sangre oscura salió a borbotones de la herida. Su

cuerpo incautado, se quedó inmóvil, luego se removió de nuevo y se crispó.

Su sangre salpicó mi cara y yo retrocedí.

Hizo un sonido de lamento que se desvaneció en un sollozo, y luego

se quedó inmóvil.

—¡Cole! —Agarré lo que parecía ser su hombro y la empujé fuera de

Cole.


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Bookzinga

Él estaba cubierto de sangre. No tenía ni idea de cuánta era de él y

cuánta era de la Sirena.

Desgarré la manga de mi camisa en la costura y la sostuve contra su

cuello.

—¡Cole! ¿Puedes oírme?

Abrió los ojos y asintió. El movimiento fue apenas perceptible.

—¿Es malo?

Levanté la tela, pero él estaba sangrando todavía, así que la puse de

nuevo y apliqué aún más presión.

—No —le dije—. No está mal en absoluto. Vas a estar bien.

Él sonrió y extendió la mano hasta mi mejilla y la recorrió con su

pulgar.

—No puedes mentir con sangre en tu cara.

Tomé su mano en mi mejilla y la coloqué sobre su pecho. Él cerró los

ojos y dejó de moverse. Coloqué mi mano a un centímetro de su boca para

sentir el aliento. Estaba expulsando aire por lo menos.

Suspiré y cambié de posición de modo que estuviera sentada junto a

su cabeza. Le di unas palmaditas en el pecho suavemente.

—Vas a estar bien —dije.

Estaba hablando para mí.

No sé cuánto tiempo nos sentamos así ante que sus ojos se abrieran.

Se sentó e inmediatamente se mareó.


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Bookzinga

—Whoa —le dije—. Tómalo con calma.

Se recostó de nuevo, y yo comprobé su herida. Había dejado de

sangrar, pero había atado la manga de mi camisa alrededor de su cuello de

todos modos. Con ese tipo de herida, una brisa fuerte podría abrirla de

nuevo.

—Estoy bien ahora, Nik.

—Bien. Pero vamos a quedarnos aquí por un tiempo. —Cuando trató

de protestar, le dije: —Permanecer en un lugar es la mejor oportunidad para

que los demás nos encuentren.


—¿No los has visto?


—Solo a Max. Su Sirena apareció como su hermana, pero él lo

entendió rápidamente. No sé cómo. Nos separamos, con la esperanza de

encontrarte y a Ashe.

Él parecía preocupado. Ninguno de los dos pensó por un momento

dejarlos atrás y continuar.

—¿Estás bien?

Él asintió.

—¿Tus besos tienen este efecto en todo el mundo?

—Fue la Sirena… —me detuve. Era obvio que estaba bromeando. Pero

recordé el beso de nuevo.

Ese beso. Ahora que estábamos tan lejos del peligro, la idea del beso

trajo el fuego a mis mejillas. El beso me había dado un vistazo a los

recuerdos de Cole, así como una oleada de energía intensa. Estaba segura de

que me ayudó a matar a la Sirena. Pero después de eso, Cole pareció

cansado. Y cuando la Sirena lo derribó, no había puesto mucha resistencia.


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Bookzinga

—¿Por qué ese beso fue tan raro? —dije—. ¿Te debilitó?

Él sonrió.

—Besos Sempiternos. Nunca son lo que parecen, ¿verdad? Los besos

en el Everneath funcionan en forma opuesta a los besos en la Superficie.

Allá arriba, tú tienes más energía, por lo que un beso significa

transferencias de energía de ti a mí. Aquí abajo, con el Everneath

drenándote constantemente, yo tengo más. Así que la energía fluye de mí a

ti. Con ese beso, te estabas alimentando de mí, para variar.

Levanté las cejas.

—¿En serio?

Él asintió.

—Todo está al revés aquí.

—Pero… ¿qué pasa con los Errantes? ¿Cómo es que me drenan?

—Tienes que dejar de pensar en los Errantes como verdaderos

Sempiternos. Ya no los son. Todo lo que tienen es hambre, y siempre

tendrás más energía que ellos. No tienen nada que dar. Pero yo sí.

—Vi un recuerdo. De los tuyos —dije en voz baja.

Él se llevó las rodillas hasta el pecho y apoyó la barbilla en la parte

superior, desplazando el vendaje improvisado.

—Estoy seguro de que lo hiciste.

Moví el vendaje de vuelta en su lugar. Él no me preguntó qué

recuerdo vi.

—Tú me salvaste allá atrás —dijo.

Pensé en la Sirena.

—Al principio no estaba segura de que querías ser salvado de ella.


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Bookzinga

—Ella tenía sus puntos buenos. —Él sonrió, y me sentí aliviada de

que estuviera aligerando la situación.

Había estado pensando en ello. Para conseguir que alguien las siga,

una Sirena muy probablemente aparecerá como el deseo más profundo de

esa persona. Lo que más querían. Para Cole se había convertido en mí, solo

que no era yo como la reina, lo que supuse habría sido lo que Cole más

deseaba. Ni siquiera era yo como un Sempiterno.

Era yo, simplemente como yo.

Tal vez la Sirena no era lo que más deseábamos por encima de todo lo

demás. Tal vez era lo que más deseábamos en ese momento.

No lo sabía. Y al ver la cara de Cole, la fatiga en sus ojos, las líneas de

preocupación alrededor de su boca, no quería preguntarle.

—¿Cuándo supiste que la Sirena no era yo? —dije—. ¿Fue el beso?

Él me dio una sonrisa triste.

—Fue cuando vi que su fuerza me apuntaba a mí.

—Pero… ¿estabas a punto de ir con ella?

—Un momento de debilidad. Destruido por un beso. —Estaba

mirando fijamente a mis ojos—. ¿Por qué me besaste?

Me sonrojé.

—Debido a que mi Sirena era Jack. Me besó, y supe que no era él.

Pensé que si yo hacía lo mismo contigo, sabrías que era real.

—Llegaste a esta conclusión en particular con bastante rapidez.

—No, no lo hice, yo… —tartamudeé. Imaginado el beso de nuevo.

Estaba perdida en él. Pero no podría admitirlo nunca.

Él se inclinó más cerca.

—Dime que no sentiste algo, Nik.


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—No sé lo que sentí —solté. ¿Cómo iba yo a saberlo cuando el

torrente de energía enmascaró todo lo demás?

Cole no se apartó.

—Para que lo sepas… mi cuerda siempre apunta hacia ti.

Ashe me había dicho lo mismo, y ahora podía verlo en los ojos de

Cole, la inclinación de su cabeza, cada decisión que tomaba. Mi cara estaba

detrás de todo. Ahora lo sabía. Y lo había usado para traerlo hasta aquí.

¿Qué le estaba haciendo?

Ese beso. No era solo acerca de la energía. Se trataba de los recuerdos.

Era nuestra conexión entre nosotros, de nuevo. Una conexión que viene

solamente con pasar un siglo juntos. ¿Se rompería alguna vez?

Abrí la boca para decir algo, pero Max apareció alrededor de una

esquina, sin aliento. Cerró los ojos con alivio al ver que nos había

encontrado.

—No pude encontrar a Ashe. Se ha ido.

—¿Qué quieres decir con que se ha ido? —dijo Cole, poniéndose de

pie.

Max negó con la cabeza y jadeó en busca de aire.

—No lo pude encontrar.

El rostro de Cole se drenó de cualquier color que le quedara. Max

parecía que estaba a punto de vomitar. Me di cuenta entonces de lo

peligroso que era este laberinto. Lo había sabido desde el principio, pero en

el transcurso de un par de horas, habían borrado mi mente, mi cuerpo casi

había sido destrozado por el viento; Cole había sido atacado por una Sirena,

y ahora Ashe se había ido.

Pensé en lo rápido que las cosas podrían cambiar. Cuán rápido el

viento se había metido con nuestras mentes.

Todo se sentía más pesado ahora.


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Bookzinga

Cole miró su reloj.

—Tenemos que sacar a Nikki —dijo.

—¿Qué? —No podía ser tiempo todavía, ¿verdad? Pero luego pensé en

todo lo que habíamos pasado. Se había sentido como tres días.

—Ha pasado un día. Tienes que dormir. —Se apartó de mí, y alcancé

a ver su expresión. Era deprimente. De espaldas a mí, dijo: —Vamos a

seguir buscando a Ashe mientras no estés. Max, hazlo.

—Pero… —La palabra fue todo lo que pude decir antes de que el pie de

Max estuviera en mis entrañas, y luego me había ido.

Segundos después estaba una vez más en el piso de la Tienda de Paso.

Estaba oscuro. Estaba sola, y en la Superficie.


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Bookzinga



En la Actualidad…

La Superficie. Tienda de paso

edia hora después, estaba acurrucada en el armario de

almacenamiento junto a un trapo y una escalera, con tres

remeras PARK CITY: POR ENCIMA DEL RESTO hechas

una pelota debajo de mi cabeza.

No existía manera de que fuera a contactar a Will cuando no había

encontrado todavía a Jack. No podía enfrentar decirle todo lo que había

pasado, en especial la parte de Jack-Sirena.

Porque dolía. Pensar que estaba tan cerca. Sentir como si estuviera

nuevamente en mis brazos.

Odiaba el Laberinto. Sí, lo habíamos logrado hasta el siguiente anillo;

pero cada vez que alcanzaba la Superficie sin Jack, se sentía como otro

fracaso.

M


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Bookzinga

Tiré de la manta que había robado de la sección de camping de la

tienda y la puse bajo mi barbilla y cerré los ojos. Por única vez me sentí

agradecida que cada tienda de Park City tuviera una sección de camping.

Cerré mis ojos. El sueño no podía llegar lo bastante rápido.

Soñé.

Pero Jack no está ahí. Al menos no lo está de la manera en que lo ha estado en

los pasados meses.

En cambio, sueño con la primera vez que dijo que me amaba. Estábamos en la

cabaña de su padre, sentados junto al fuego y tomando chocolate caliente. El sueño

se siente forzado, como si estuviera medio despierta y arrastrara conscientemente

mi cerebro a través de los recuerdos.

Disfruto del dulce recuerdo; pero siento un tirón en mi corazón,

advirtiéndome de un problema mayor.

El Jack de los Túneles se ha ido. Lo busco, intentando encontrar la dirección

a mi casa y a mi cama para que él pueda encontrarme.

Pero no lo hace. Estoy sola.

Mis párpados finamente abandonan la lucha, y me despierto. Jack no

estaba ahí. Sin importar cuánto había intentado obligarlo, el verdadero Jack

no estaba en mi sueño. Había estado tan preocupada sobre cuánto más


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Bookzinga

podría haber olvidado, pero no pensé que era posible que él ni siquiera

estuviera allí.

Lancé una botella de amoníaco contra la pared. No iba a perder a

Jack. No lo perdería.

La botella rodó de regreso a mí. La levanté y la volví a lanzar con más

fuerza. Esta vez se quebró, y el amoníaco amarillo se derramó a su

alrededor.

El sonido del cristal rompiéndose reflejó el sentimiento de mi

corazón, y tuve la repentina urgencia de romper todo a mi alcance. Quería

abrir la puerta de golpe y correr por la tienda lanzando botellas y

destrozando mostradores. Por un segundo incluso me imaginé lanzando la

silla de Ezra por la ventana.

Puse mi cabeza en mis manos. Si no hacía algo para distraerme,

destrozaría el lugar. Ahí fue cuando noté una suave luz proveniente de

debajo de la puerta de la sala de almacenamiento.

Era ya de mañana.

Tenía que hablar con alguien. No había manera de que pudiera

enfrentar a Will una vez más, habiendo fracasado. Mi padre estaba fuera de

discusión. Si iba a mostrarme nuevamente luego de desaparecer de la

oficina de la doctora Hill, solo para volver a aparecer otra vez cuando Cole

me encontrara…

El olor del amoníaco se hizo abrumador en ese diminuto cuarto.

Tenía que salir de allí. En serio, había solamente una persona con la que

pudiera hablar. La señora Jenkins. Tal vez habría encontrado algo nuevo.

Tal vez simplemente me dejaría romper cosas. Quizás ella quisiera

romperlas también, y maldecir el día en el que había aprendido sobre el

Everneath.

Abrí la puerta del armario un par de centímetros y miré afuera. El sol

se estaba asomando a través del vidrio de las ventanas, y Ezra estaba


261

Bookzinga

sentado en el mostrador, con auriculares en los oídos, inclinado sobre el

periódico.

Abrí la puerta y me acerqué al mostrador donde Ezra estaba

trabajando en un crucigrama. Alzó los ojos.

—Necesito que me prestes el teléfono —dije.

Me lo tendió como si una chica saliendo de su armario de

almacenamiento al amanecer no fuera algo importante. Llamé a la señora

Jenkins para que viniera a recogerme.

La señora Jenkins se sentó tranquilamente en su sofá mientras le

hacía un breve resumen de los pasados días. Cuando terminé, me recosté.

—Entonces, ¿en cualquier momento, la mano de Cole aparecerá y te

llevará hacia abajo?

Asentí.

—Y siento que nos estamos quedando sin tiempo. Jack… no apareció

en mi sueño anoche… —Mi voz se quebró. Ambas nos quedamos en silencio

mientras respiraba hondo—. Me estoy quedando sin tiempo.

—Nunca tuviste tiempo para empezar. Desearía saber qué decirte.

—Ese es el problema, ¿no? Estamos volando con las anteojeras

puestas. Nadie nunca ha intentado esto. Nadie nunca se ha visto en esta

situación antes.

En ese punto, miré la urna en su chimenea.


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Bookzinga

—Adonia —dije—. Supongo que ella ha sido quien llegó más cerca.

¿Hay alguna historia que haya dicho? ¿Algún detalle que me ayudará?

La señora Jenkins también miró la urna y negó con la cabeza

lentamente.

—No puedo pensar en nada que ayude. Ella no lo logró en los seis

meses de su Retorno a la Superficie. Fue asesinada por la reina antes de que

los Túneles siquiera llegaran por ella.

—Conozco esa parte, ¿pero cómo terminó yendo al Vínculo en primer

lugar? ¿Si ella no amaba a su Sempiterno, por qué escogió ir?

—Oh, no sé si ella no amaba a Ashe. Al principio. Pero ella seguía

obsesionada con el verdadero amor de su vida, un soldado que ella creía que

había muerto en la batalla…

—¡Espera! —interrumpí—. ¿Dijiste Ashe?

Asintió.

—Ese era el nombre de su Sempiterno.

—Ashe —repetí—. Ashe fue quien traicionó a Adonia. La entregó a su

reina.

Ella volvió a asentir, confundida.

—Conocí un Ashe —dije, mi voz apenas por encima de un susurro—.

Nos ayudó. Es un amigo de Cole.

Ella entrecerró los ojos curiosamente.

—¿Tenía cabello y ojos oscuros?


—No. Era gris. Completamente. Es como si estuviera formado por

humo o algo así. Cole dijo que no solía verse así hasta que perdió a su

último Vínculo. Pero Ashe es un nombre bastante común, ¿cierto?


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Bookzinga

La mirada en su cara me dijo que no pensaba que fuera una

coincidencia.

—Ashe sigue vivo. Claro que tiene sentido. Pero la historia de Adonia

es muy antigua. Es raro pensar que sigue… allí.

No supe cómo sentirme respecto a este poco de información nueva.

Mi estómago empezó a revolverse al pensar en ello, pero no estaba segura

de la razón. El malestar evidente de la señora Jenkins con las noticias no

estaba ayudando a la cuestión.

Ashe llevó a Adonia al Vínculo como su Desposeída, al igual que

Cole me llevó. Adonia sobrevivió, como yo. ¿Pero cómo? ¿Quién fue su

ancla?

—¿Dijiste que el soldado murió antes del Vínculo? –pregunté.

—No. Esa es la parte horrible. Fue capturado por el otro lado, y todos

creyeron que estaba muerto. Pero no lo estaba. Fue prisionero de guerra.

Asentí. Así es cómo Adonia sobrevivió. Con un ancla, al igual que

yo. ¿Sabría ella que él seguía con vida? ¿Es por eso que escogió Retornar a la

Superficie?

Pero su Sempiterno la traicionó. En vez de dejar a Adonia tener sus

finales seis meses en la Superficie, Ashe la entregó a la reina. La historia no

tenía nada que ver conmigo.

¿O sí?

¿Y Cole sabía lo que Ashe había hecho? ¿Sabía que Ashe

esencialmente había matado a su Desposeída?

¿Conoció a Adonia?

—Señora Jenkins, ¿tiene alguna información más sobre ella? ¿Algo

que nos dijera qué exactamente la hacía tan especial? ¿Lo bastante especial

para que la reina la matara?

Bajó su taza de té.


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Bookzinga

—Todo lo que tengo de Adonia, y de todas las Hijas de Perséfone, se

encuentra en el sótano. Dudo que encontremos algo. Lo he revisado varias

veces. Pero podemos intentarlo.

La seguí hacia abajo por las escaleras y me detuve cuando alcancé la

parte inferior. Todo el sótano estaba lleno con pilas y pilas de libros,

periódicos y cajas. Las cajas de mudanza de aspecto nuevo se rebalsaban

contra los cajones de madera de aspecto antiguo.

¿Cómo se suponía que encontráramos algo?

La señora Jenkins sorteó el desorden como si se lo hubiera

memorizado. Sostuvo un cuadro enmarcado con dos pequeñas pinturas

circulares dentro. Parecían camafeos. Había visto unos parecidos en las

películas de época establecidas a finales del siglo dieciocho.

—Esta es Adonia —dijo—. Y este era su soldado, Nathanial. Guardó

este camafeo con ella siempre. Se enamoraron en Inglaterra, pero él se

perdió durante una batalla colonial. En India, creo. Se había ido por meses

cuando conoció a Ashe. Ella era una ruina. —Levantó el camafeo del

soldado para que lo viera—. Cuando Nathanial fue encontrado, le pidió a

sus rescatadores que le enviaran el camafeo, junto con una medalla que le

había sido otorgada y unas pocas posesiones suyas. —Me entregó el marco y

empezó a hojear alguno de los documentos en una caja a sus pies.

La pintura de Adonia era hermosa. Tenía el cabello rubio y ojos

azules, y la piel de porcelana. Me imaginé a la actual reina, con su cabello

rojo fuego, cazando a Adonia y drenándola por completo de todo que lo

único que quedó de ella fue un tarro de cenizas.

—Si Adonia se hubiera convertido en reina y hubiera concedido a su

línea ancestral la vida eterna, ¿habrías nacido?

Ella alzó los ojos.

—La reina solo puede concederle la vida eterna a los que han muerto.

Los Sempiternos no pueden tener hijos. Nosotras somos descendientes de la

hermana de Adonia. —Me encogí de hombros y asentí, y ella continuó con


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Bookzinga

su búsqueda. Volteó algunas redes con puntos trazados en ellas. Algunos de

los puntos estaban conectados en formas que reconocí.

—¿Son constelaciones? —pregunté.

La señora Jenkins asintió y continuó rebuscando en la caja.

—Adonia tenía pasión por la astronomía.

Volví a pensar en la casa de Ashe y el telescopio de la esquina. Había

dicho que tenía valor sentimental. ¿Era de Adonia?

La señora Jenkins se enderezó.

—Aquí está —dijo, sosteniendo un objeto de metal en su mano—. La

medalla de Nathanial.

Me entregó una medalla de bronce que pesaba en mi mano. Eran dos

espadas cruzadas juntas en el interior de una guirnalda. Las puntas y las

empuñaduras de las espadas se asomaban más allá de la guirnalda, dándole a

la medalla una forma distinta y puntiaguda.

—Es hermosa.

—No sé cómo se llama, pero creo que valdría mucho hoy en día… —

Su voz se interrumpió con sorpresa—. ¿Eso es…? —Seguí su mirada hacia el

suelo, donde una mano fantasmal y tatuada apareció.

Volví a mirar a la señora Jenkins.

—Es Cole. Pero no he terminado de hacerle preguntas.

—No vayas —dijo. La preocupación en sus ojos me dijo que estaba

preocupada respecto a mi interacción con Ashe.

—Tengo que ir —dije—. Tengo que encontrar a Jack. Además, Ashe

está perdido. —Me encontré susurrando, aunque era bastante seguro que

Cole no pudiera escucharnos.

Su mano hizo un gesto de balanceo, como si dijera Ven.


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Bookzinga

—Si no voy ahora…

Ella asintió.

—Lo sé. Intentaré… ver qué puedo descubrir. Revisaré estas cosas.

Puedo buscar… —Se encogió de hombros.

—Gracias. —Caminé hacia la mano—. Pero creo que si vuelvo sin

Jack otra vez será demasiado tarde.

Ella no protestó.

—¿Puedo preguntarte algo? —dije.

—Sí.

—¿Por qué me estás ayudando?

Me dio una suave sonrisa.

—Vivir sin ataduras terrenales ha… empezado a perder su encanto.

También sonreí. Conocía ese sentimiento.

—Volveré.

—Ten —dijo, presionando la medalla en la palma de mi mano—. Ten

esto. Podría darte suerte.

Lo apresurado de nuestra partida pareció hacernos prometer cosas la

una a la otra que probablemente nunca habríamos prometido de lo

contrario. O quizás la señora Jenkins estaba empezando a gustarme.

O tal vez ella esperaba que yo llegara a ser reina y que la recordara.

Nada en cualquiera de los mundos era como parecía.

Cuando agarré la mano de Cole, tuve un momento para considerar el

simbolismo de todo el hecho. Cole me estaba arrastrando al Everneath. Una

y otra vez. Y yo estaba dejando que pasara. De hecho, le estaba rogando que

lo hiciera.


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Bookzinga

Aterricé en el suelo, las paredes de viento llenas de escombros

rodeándome y alcanzando el cielo.

—¿Dormiste bien, Nik? —dijo Cole, estirándose como si estuviera

ejercitando los calambres que había conseguido al alcanzar la Superficie al

ir por mí.

Su pregunta pesaba en mi corazón ya que Jack no había aparecido en

mis sueños. Pero no quería que Cole lo supiera. Si lo descubría, entonces

quizás él se rendiría, y yo no podía abandonar hasta que estuviera dentro de

los Túneles. Hasta que tuviera la mano de Jack en la mía. Hasta que

pudiera darle mi cuerda y ayudarlo a encontrar la salida, como Ariadna hizo

por Teseo.

Jack no estaba muerto. No lo estaba. No podía estarlo. Pero su

ausencia anoche había dejado un espectro oscuro en mi alma, como alguna

Parca llegando demasiado pronto para reclamar algo a lo que yo no iba a

renunciar. La ominosa sombra me suplicaba que abandonara mi esperanza.

Cerré los ojos, alejándolo. No. Había alguna otra razón por la que no estaba

allí anoche, algo más allá de su control. Pero si Max y Cole sabían sobre

ello, podrían pensar que nuestra caminata continua era inútil.

Especialmente Max. Siempre estaba listo para renunciar.

—¿Estás bien? —dijo ya que no le había respondido.

Asentí.

—¿Qué es eso? —Señaló a mi mano, a la medalla de Nathaniel que la

señora Jenkins me había dado.

Mi descubrimiento en la casa de la señora Jenkins regresó apresurado

a mí. Ashe. Adonia. Traición.


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Bookzinga

—¿Cuánto conoces a Ashe? —pregunté.

Cole pareció sorprendido por mi pregunta.

—Bastante.

—¿Y confías en él?

Cole levantó una ceja.

—Implícitamente. ¿Adónde va todo esto?

Pensé en ello. No estaba bastante segura de cómo quería manejar esto;

no estaba segura exactamente de lo que significaba.

Ante mi duda, Cole dijo:

—Mira, Nik. Podemos hablar de ello en el camino. Pero ahora,

tenemos que movernos. Creo que ya casi estamos en el Anillo de Fuego.

—¿Cómo lo sabes?

Levantó su cabeza al cielo.

—Humo en el horizonte. Vamos por tu cuerda y sigamos. Dime una

historia, y que sea una buena.

De repente se desvanecieron cada una de las otras preocupaciones, y

no quise nada más que acercarme a Jack. Ashe no estaba allí, ¿así que qué

importaba si confiaba en él o no?

Jack no había aparecido en mi sueño, y eso era todo lo que importaba.

Necesitaba conseguir mi cuerda de regreso, y rápido; y había una corta y

dulce historia que sabía que podía tener éxito velozmente.

Agarré las manos de Cole en las mías.

—¿Alguna vez te conté sobre la primera vez que Jack me besó?


269

Bookzinga

Segundo año…

La Superficie. En la Preparatoria Park City.

El pasillo estaba lleno de estudiantes, pero todos ellos se

desvanecieron en el trasfondo. Jack me había confrontado con respecto a

mis sentimientos por él. En mi mente, nadie más existió ya.

—Dime, amiga —dijo Jack, sus dedos rozando los míos mientras las

personas se movían más allá de nosotros en el pasillo—. ¿Hay algo más para

nosotros?

Miré a mis pies.

—Lo hay un todo.

No respondió. El timbre sonó. Pude decirlo porque el pasillo empezó

a despejarse, y sin embargo, Jack permaneció tranquilo.

A pesar de las mariposas que se habían expandido en mi estómago y

ahora llenaban todo mi cuerpo, me aventuré a darle un vistazo a Jack.

Tenía la expresión más graciosa. Sonrió de una manera conocedora,

como si repentinamente hubiera tenido un vistazo de nuestro futuro juntos

y fuera impresionante. Yo no estaba segura de que alguna vez se movería de

ese lugar.

Tiré de su mano y dije:

—Deberíamos…

—Sí —interrumpió.

Sus dedos se cerraron alrededor de los míos, y me llevó pasillo abajo.

—Um, estamos yendo por el camino incorrecto —dije—. Mi clase de

inglés es por ese camino. —Señalé detrás de nosotros.


270

Bookzinga

No amainó. Con los dedos en un agarre mortal alrededor de mi mano,

como si en cualquier momento fuéramos a ser separados, me llevó alrededor

de una esquina, por un pasillo lateral, y finalmente a un rincón oscuro que

tenía un bebedero.

La caminata hasta este punto me había dado suficiente tiempo para

preguntarme sobre qué había acordado. Que acaba de poner en peligro la

más importante amistad en mi vida.

Me encaró, y retrocedí a la pared.

—Espera —dije.

—¿Qué? —Inmediatamente soltó mis manos y se puso rígido, como si

nos hubieran descubierto haciendo algo ilegal.

Solté una respiración temblorosa.

—Solo… tu amistad lo es todo para mí.

Sonrió y se acercó un paso.

—Me siento de la misma manera.

Puse mi mano contra su pecho.

—Pero…

—¿Pero? —Levantó una ceja.

—Pero… —No pude encontrar las palabras. No pude descubrir cómo

expresar mis preocupaciones; y había esperado este momento por tanto

tiempo, que no estaba segura de sí lo quería—. Pero…

Sus labios se curvaron en una sonrisa socarrona.

—Becks, ¿podemos avanzar desde el “pero”?

Me mordí el labio e intenté otra vez.

—Podemos regresar.


271

Bookzinga

—¿Regresar a dónde?

—Hace diez minutos. De regreso a antes de que dijeras algo.

Su sonrisa cayó, y se alejó un poco.

—No quieres esto. —Fue una declaración, no una pregunta.

Incliné mi cabeza hacia atrás hasta que se apoyó contra la pared de

ladrillos. ¿Cómo podía explicarle que era todo lo que siempre quise? Era de

todo lo que había sido capaz de pensar en meses.

Miré su cara otra vez. Sus ojos brillantes se habían opacado; sus

hombros, los cuales podían llevar al mundo hace dos minutos, ahora se

desplomaron.

¿En qué estaba pensando? Estaba pensando mucho. Ese era el

problema. Ese era siempre el problema.

Antes de que pudiera pensar más, agarré su franela y lo acerqué hacia

mí. Lo besé. Ligeramente. Rápidamente.

Me encogí, pero me abrazó cerca de él otra vez, y entonces sus labios

estaban sobre los míos. Me estrechó con fuerza contra él, sus manos

empujándose contra mi espalda; pero no estuvo satisfecho con nuestra

cercanía hasta que me empujó contra la pared.

Me estaba aferrando tanto como él. Mis dedos se enredaron en su

cabello, luego se agarraron a su remera, acercándolo. Su beso se hizo más

profundo; sus labios me urgieron a abrir la boca.

No me importó que llamáramos la atención de unas cuantas miradas

de los estudiantes que pasaban. No me importaba que el timbre sonara para

empezar las clases. No me importó que todo entre nosotros haya cambiado.

Todo lo que me importaba era el hecho de que no importaba lo duro

que intentara, no podía estar más cerca de Jack.


272

Bookzinga

En la Actualidad…


Cuando terminé mi historia, la cara de Cole estaba sin expresión. No

me estaba mirando. En cambio, estaba mirando a mi cuerda, la que era más

fuerte de lo que nunca había aparecido antes.

Todos miramos mi cuerda. Por eso ninguno de nosotros notó al

Errante a nuestras espaldas.

—¡Corre! —dijo Max.

Salimos corriendo, siguiendo mi cuerda.

—¿Por qué no estabas mirando? —le gritó Cole a Max.

—¡Quité mis ojos de nuestras espaldas por dos segundos!

Nos lanzamos a la derecha, luego a la izquierda, luego de vuelta a la

derecha; y luego una ola caliente de aire nos golpeó, abrasando mi cara con

su intensidad. Reduje la velocidad por un momento, pero Cole me empujó

hacia delante.

—¡Sigue avanzando! —ordenó.

Una vuelta más, y las paredes de viento del color de la tierra dieron

paso a la vista más extraña que jamás había visto.

Habíamos alcanzado el Anillo de Fuego.


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Bookzinga

Capítulo 26 Traducción SOS por: carmen170796

Corregido por: Val_mar

En la Actualidad…

El Everneath. El Anillo del Viento

l último anillo antes del blanco. La única cosa interponiéndose

entre Jack y yo . Y era un horno, con paredes en llamas tan altas

como el Gran Cañón.

Mi pie se quedó atrapado, y caí al piso. En un instante, el Errante nos

había atrapado. Pero después se detuvo, fascinado por las paredes de fuego.

Sus ojos se movieron mientras las llamas llegaban al cielo, danzando y

crepitando hacia el centro del camino. Era como si se hubiera olvidado de

que estábamos ahí. Cole tenía su mano en mi brazo, listo para levantarme;

pero al ver la reacción del Errante, él se detuvo y observó.

Manteniendo sus ojos en el infierno en llamas rodeándolo, el Errante

se giró hacia la pared más cercana, dio dos pasos hacia ella, y después saltó.

Me estremecí mientras escuché un grotesco sonido crepitante; después las

llamas lo engulleron completamente; no podíamos ver nada más.

Él se había ido.

E


274

Bookzinga

Levanté la mirada hacia Cole con mi boca abierta, jadeando.

―¿Qué pasó? ¿Por qué hizo eso?

Cole se quedó mirando las llamas, sus ojos bien abiertos.

―Es el fuego ―dijo sin aliento―. Atrae a los desesperados.

Aun mientras estaba diciendo las palabras, estaba mirando el lugar

donde el Errante había ardido como si no pudiera creerlo.

Max estaba cerca.

—Venir directo del Anillo de Viento, debe haber tomado por sorpresa

al Errante. Él no pudo evitarlo

Cole asintió.

―Es un buen recordatorio. Tenemos que estar listos para sentir los

efectos del fuego.

Miré de Cole a Max y después a Cole de nuevo.

―Quieres decir que… ¿El Errante sentía tanta desesperación que solo

saltó voluntariamente a la pared en llamas?

Nadie me contestó.

―¿Cómo hace eso el fuego?

Cole finalmente apartó su mirada de la pared.

―Es el fuego del Everneath, lo que significa que está ligado a la

emoción. El fuego destruye las cosas completamente. Incluso las cosas que

sobreviven cambian a un nivel elemental. Están frágiles y rotas y listas para

quebrarse. En ese sentido, el fuego es muy similar a la desesperación. Si es

desenfrenada, la desesperación consumirá cualquier otra emoción, dejando

solos frágiles cáscaras. El fuego del Everneath saca el fuego de la

desesperación dentro de ti.

―Tenemos que movernos ―dijo Max.


275

Bookzinga

Miré el estrecho camino, tratando de olvidar el sonido crepitante de

piel quemándose. Las llamas salían disparadas de las paredes a intervalos

aleatorios. No había manera de anticipar un repentino destello estallando de

un lado al otro. No podía ver como podíamos evitar quemarnos, sin

importar cuanto intentásemos quedarnos en el medio.

La pequeña chispa de energía que me quedaba se volvió ceniza frente

al fuego. No había manera de que no nos quemáramos. Mis hombros se

encorvaron. La adrenalina que me había me hecho continuar hasta este

punto se había ido. Acabado. Cole estaba a mi lado como si pudiera leer mis

pensamientos.

―Nos quedamos en el medio, Nik. —Su cara era una máscara

seria―. Podemos hacer esto. Solo tenemos que mantenernos concentrados.

Cerré mis ojos.

―¿Cómo?

―Como lo hemos estado haciendo todo este tiempo. Seguimos tu

atadura.

Mi atadura. Mi mirada pasó de la atadura a mis pies al camino

abrasador delante de nosotros. Yo iba a guiarnos a través de él, sabiendo

todo el tiempo que Jack no se había aparecido en mis sueños anoche. ¿Cole

seguiría si supiera la verdad? ¿O diría que era una causa perdida?

Me permití solo un momento de culpa al estar escondiéndole ese secreto a

Cole.

Tal vez Jack no estaba muerto después de todo. Pero Cole nunca se

arriesgaría en el Anillo de Fuego por un “tal vez”.

―¿En qué dirección, Nik? ―preguntó Cole. Miré su cara. Él confiaba

en mí ahora, pensé. Él esperaba que le dijera la verdad.

Miré mi atadura.

―En esa dirección ―dije, señalando uno de los corredores de fuego

Cole.


276

Bookzinga

Él asintió.

―Movámonos.

El camino fue lento. Max se quedó en el frente, yo estaba en el medio,

y Cole atrás. Nuestras pisadas eran cuidadosas. Un descarriado error y

nuestras camisas se quemarían. Al principio era buena siguiendo las chispas

que volaban por nuestro camino y quedándome en el medio. Pero el

esfuerzo extra me cobró su precio. Después de una sección particularmente

estrecha, parpadeé por un poco más de tiempo y me fui a un lado. Escuché

el chisporroteo antes de sentirlo. En algún lugar cerca del lado izquierdo de

mi cara. Cole me tiró al piso, se sacó su chaqueta de cuero, se arrancó la

camisa, y apagó las llamas en mi brazo. Todo el asunto tuvo lugar en un

segundo. Cuando las llamas se apagaron, nos sentamos ahí jadeando.

Y después el dolor golpeó.

Grité y traté de arrancarme la manga, pero Cole agarró mi muñeca y

la sujetó a mi costado.

―También te arrancarás la piel ―dijo.

Enderecé mi cuello, tratando de ver el daño; pero el ángulo lo hacía

difícil. El fuego había llegado a mi brazo y cuello.

―¿Es malo? ―pregunté apretando los dientes.

―No. ―Pero la tensión en sus ojos decía algo diferente―. Sientes el

dolor, ¿verdad?

Asentí, incapaz de producir un sonido normal.

―Eso es bueno. Si la quemadura fuese demasiado profunda, habría

destruido tus neuronas, y tu cerebro no obtendría el mensaje de que duele.

Exhalé unas pocas veces.

―Mi cerebro definitivamente obtuvo el mensaje —dije con un

gemido.


277

Bookzinga

―Bien.

Él me ayudó a pararme, guiándome hacia el centro así evitaría las

llamas que parecían querer alcanzarme ahora, como si estuvieran atraídas

hacia la quemadura. Cole se puso su chaqueta y lanzó su camisa a las

llamas. De nuevo traté estirar mi cuello para mirar el daño.

―Deja de mirar ―ordenó Cole―. Concéntrate en caminar.

Me volteé a mirarlo, y él levantó una ceja ante mi apariencia.

―¿Qué es? ―dije.

Él mordió su labio. ―Está bien. Siempre pensé que deberías tener el

cabello corto

Mi mano voló al lado de mi cabeza. Sentí frágiles y rizadas mechas de

cabello que se caían mientras las tocaba. Cole me miraba ansiosamente,

probablemente preguntándose cual sería mi reacción

Lancé una risa desanimada, la cual se disolvió en lágrimas. Me aparté.

¿En serio? ¿Estaba llorando por mi cabello?

No. El cabello era solo la gota que derramó el vaso.

Sorbí por la nariz. Y después me hundí al piso. El movimiento fue lo

opuesto a lo que le estaba diciendo a mis músculos que hicieran. Mi cerebro

les estaba gritando que caminara, pero no me podía mover

Cole inmediatamente se agachó y puso una mano en mi hombro.

―Crecerá, Nik.

―No es por el cabello. ―Froté las palmas de mis ojos contra mis

ojos, tapando las lágrimas. Él puso su abrazo alrededor de mí, cuidadoso de

evitar la quemadura, y dejé que mi cabeza cayera sobre su hombro―. Sé

que estás cansada. Yo también estoy cansando. No tienes que pensar en

llegar al final del laberinto o conquistar otro anillo. En todo lo que tienes

que pensar es poner un pie frente al otro.


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Bookzinga

―Estoy tratando ―dije con una voz temblorosa―. Son mis

estúpidas piernas. No… funcionarán.

Ahora estaba tartamudeando. ¿Cuál era mi problema? Era Jack a

quien estábamos tratando de salvar, ¿y Cole me estaba me estaba levantando

la moral?

Y aun así aquí estábamos. Mi brazo se sentía como si un pitbull le

hubiera clavado sus dientes y se hubiera rehusado a soltarlo. Mis piernas se

sentían como dos barriles de cemento, y Cole podía hacerme quedar calva

simplemente al soplar mi cabello

Pero mi cansancio iba más allá de eso.

―¿Cole, esto es la desesperación?

Él suspiró.

―No pienses en ello.

―No puedo no pensar en ello. ―Las palabras eran severas y ásperas

Cole se estremeció ante el ácido en mi voz, y noté la evidencia del fuego en

su cara. La oscuridad en sus ojos. Las acentuadas sombras bajo sus pómulos.

La derrota en su postura.

Max también tenía señales, en las líneas de su ceño fruncido más

profundas de lo usual.

Pero ninguno de ellos estaba incapacitado por ello. Me preguntaba

cuan mal me veía, con la mitad de mi cabello y el humo aun saliendo de mi

brazo.

―Bueno, es genial. ¿Cómo se supone que nos recobremos de esta

desesperación? ―dije.

El labio de Cole se torció microscópicamente.

―Ahora, Nik. Esa es la charla de la desesperación. No pienses en

ello.


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Bookzinga

―Pero…

―¿Alguna vez te dije cómo me convertí en un Sempiterno?

―interrumpió.

―No ―dije―. Nunca querías hablar sobre ello.

―¿Alguna vez te dije que fue un Vikingo?

Levanté mi cabeza de su hombro y limpié debajo de mi ojo.

―No.

―Vas a amar esta historia. ―Él sonrió a pesar del estrés en su cara y

me levantó a una posición erguida, la cual no hubiera pensado que era

posible hasta que realmente estaba parada―. Esta historia lo tiene todo.

Intriga. Tensión.

―Romance ―interrumpió Max.

Cole rodó sus ojos. Y con su mano en mi hombre bueno, me dio la

vuelta y me señaló la dirección correcta, después me dio un ligero empujón

en la espalda y me puso a caminar de nuevo.

―Y todo empezó siglos atrás, con un pequeño niño rubio saltando a

través de los campos de Noruega.

Me volteé y le di una mirada incrédula, pero él movió su mano en

una manera. Mira por donde estás caminando

―Sí, Nik. Este idiota (quien según tú no tiene moral) fue una vez un

pequeño niño. ―Su tonó era ligero, y estaba funcionando. Estaba poniendo

un pie frente al otro.

―¿Cómo es que un Vikingo se mezcla con el Everneath? ―dije, mi

voz sonando notablemente más fuerte.

Pero él estuvo en silencio por un largo momento. Miré hacia atrás

para verlo rodando una pequeña y plana piedra entre sus dedos como solía


280

Bookzinga

hacer con la púa de su guitarra. Me di cuenta de que probablemente estaba

luchando por seguir como yo. Max gritó sobre su hombro.

―Solo cuéntale, Cole.

Cole lanzó la roca, chocando contra la cabeza de Max.

Max lanzó una risa exhausta y frotó el lugar donde la roca había golpeado.

―No hay nada de qué avergonzarse.

―¿Por qué estaría avergonzado? ―dije.

Max respondió:

―Él vino por una chica. ―Él sonó como si tuviera diez años cuando

lo dijo.

Me detuve.

―¿Qué?

Cole continuó caminando, sin intentar desacelerar. Me empecé a

mover de nuevo.

―¿Estabas enamorado? ―dije.

―Sí ―respondió Max, y al mismo tiempo Cole dijo:

―No.

Sonreí.

―Esto se está poniendo bueno. Estoy totalmente concentrada. ―Y

era verdad. El dolor en mi hombro parecía más leve y el cemento en mis

piernas más manejable―. Continúa.

―Él estaba muy enamorado de ella ―dijo Max―. Ella apareció en

un corto atuendo de Vikingo…

―¡Cállate, Max! ―dijo Cole, exasperado pero sonriendo―. Le

contaré la historia.


281

Bookzinga

―Bien ―dijo Max.

―Su nombre era Gynna, y ella no estaba usando un corto atuendo de

Vikingo. No hay tal cosa como un corto atuendo de Vikingo. Los Vikingos

son fríos. De todas, estaba trabajando como un aprendiz para uno de los

minoristas en mi villa cuando ella apareció un día. Y siguió desde ahí.

Él estuvo en silencio de nuevo, y sonaba como si hubiese terminado.

Pero quería más.

―Esa no es una buena historia. Eso es chica conoce a chico. Quiero la

sustancia.

―No hay sustancia.

Me di la vuelta, y Cole por poco chocó conmigo. Puse un dedo en su

pecho.

―Por un instante me olvidé sobre el abrasador dolor en mi hombro y

las bolas de fuego a mis pies. A menos que quieras hacer del Anillo de

Fuego un hogar permanente, será mejor que hables.

Una sonrisa jugaba en las comisuras de sus labios.

―Lo que tú digas.

Me giré y empecé a caminar de Nuevo, y Cole continuó:

―Gynna vino a nuestra librería. Parecía perdida. Tenía una bolsa

llena de dinero, todo tipo de monedas de todo el mundo. Monedas que

nunca había visto. El Maestro Olnaf me ordenó que la llevara al cuarto

trasero, donde teníamos todo nuestros libros de consulta. Pasamos muchos

días en ese cuarto.

―¿Ese es un eufemismo? ―Miré atrás.

Él levantó una ceja.

―Si por “eufemismo” te refieres a pasar horas y horas, buscando los

orígenes de las antiguas monedas, entonces sí, es un eufemismo. De todas


282

Bookzinga

formas, ella parecía interesada en mí. Era la primera persona en hacerme

preguntas sobre mi vida, mi familia, mis sueños. Y cada vez que estaba

cerca de mí, mis preocupaciones parecían desaparecer. Ahora, por supuesto,

sé que ella podía vaciar mis peores emociones. Pero en este entonces estaba

loco pensando que era amistad.

―Quieres decir amor ―interrumpió Max.

Miré atrás y atrapé a Cole fulminando a Max con la mirada.

―Sí. Estaba enamorado de ella. Cuando me pidió seguirla al

Everneath, no lo dudé. No tenía familia. Mis padres estaban muertos, y mis

hermanos habían sido enviados a diferentes partes del país.

―Entonces, ¿ella te llevó al Vínculo? ―Nunca habría imaginado que

Cole había pasado por el Vínculo.

―No. Ella me llevó con el único propósito para llevarme. Para

convertirme en un Sempiterno. Pero no fue hasta después que me di cuenta

de porqué lo había hecho.

―¿Y por qué fue eso?

―Quería dejar…

Me detuve.

―¿Dejar? ¿Dejar qué? ¿Dejar el Everneath? ¿Simplemente no podía ir

a la Superficie?

―Ella quería dejar la… inmortalidad.

―¿A qué te refieres?

Él exhaló.

―Ya no quería vivir así. Ella quería romper su propio corazón.

―Bueno, entonces, ¿por qué no lo hizo? ¿No tenía una púa, o algo así,

como tú?


283

Bookzinga

―Sí, pero romper solo su corazón de la Superficie no la mataría. Los

Sempiternos tienen dos corazones.

Me detuvo en seco en mi camino y me lo quedé mirando. ¿Dos

corazones? ¿Fue por eso que el Errante había usado esa extraña frase Corazón

de la Superficie?

―¿Quieres decir que tienes más de un corazón?

―Sí, eso es lo que el número dos significa tradicionalmente. Cuando

nos volvemos Sempiternos, nuestros corazones se dividen en dos, creando

uno para la Superficie, el cual llevamos con nosotros, y uno para el

Everneath, el cual va directo a una bóveda en la Corte Superior. Hay dos

mitades de un corazón

―¿Entonces… esa noche en tu condominio… cuando tratamos de…?

―¿Matarme rompiendo mi corazón? Lo recuerdo. No, incluso si

hubieras roto mi púa, no me habría matado. Todo lo que habrías hecho es

hacer que me sea imposible viajar una y otra vez entre el Everneath y la

Superficie.

―¿Por qué no me dijiste?

―¿Por qué lo haría? ―Por un momento, una sonrisa triste apareció

en su cara―. Era obvio que pensabas que me ibas a matar. Y no lo dudaste.

Estaba esperando que, algún día, te sintieras culpable por eso, por cierto.

Pero tal vez he perdido la fe en tu humanidad.

Lo miré a los ojos. Siempre había pensado que me había perdido la

oportunidad de matarlo. ¿Y ahora para descubrir que ni siquiera había

estado cerca?

Y para hacerme la pregunta más dura: ¿Lo haría de nuevo? Si tuviera

la oportunidad de matarlo… ¿Lo haría?

Si se resumía a la vida de Jack o la de Cole, no habría duda.


284

Bookzinga

―Lo siento ―dije. Lamento haber estado tan dispuesta a matarlo, y

también lamento que lo haría de nuevo si eso salvaría a Jack. Con suerte

nunca se resumiría a eso.

Max nos llamó desde adelante.

―Chicos, debemos seguir moviéndonos.

Empezamos a caminar de nuevo. Cole estaba en silencio, así que dije:

―Dime más sobre Gynna. Y sus corazones.

―El corazón de la Superficie permite movernos entre los mundos. El

corazón del Everneath mantiene junto nuestro mundo. Si imaginas a los

Túneles como la fuente de poder del Everneath, entonces puedes imaginar

la bóveda de corazones como la llave. Si un Sempiterno quiere renunciar a

su inmortalidad, tiene que traer un nuevo corazón para la Corte Superior

para reemplazar al que ella quiere romper. Como si el empleado de una

fábrica se fuera, hay una pérdida de productividad. A las Sombras no les

gustan las pérdidas de productividad.

Finalmente todo tenía sentido.

―Entonces ella te usó para remplazar el de ella. Así podía irse. Así

no terminaría como una Errante.

―Sip. Ya vez, realmente no es una historia de amor. Supongo que

hay un elemento de traición en ella.

―Lo siento ―dije, y lo decía en serio―. ¿Qué le pasó?

―¿A quién?

―A Gynna.

―Oh, se había ido antes de que supiera que me golpeó. Ella tomó su

corazón del Everneath y se fue.

―¿Se fue a donde, a la Superficie?


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Bookzinga

Él asintió.

―¿Rompió sus dos corazones?

Él finalmente me miró a los ojos.

―No lo sé. Nunca la volví a ver. Asumí que envejeció y murió. Así

que supongo que el tiro le salió por la culata.

Él lo dijo sin una onza de júbilo, su voz mordaz.

―Ella estaba loca ―agregó Max―. Ella no comprendía los beneficios

de ser un Sempiterno.

―¿Cuáles exactamente son los beneficios? ―dije.

―¿En serio? ―Max dejó que su boca se abriera para un momento

dramático. Él empezó a enumerar con sus dedos―. Vida eterna.

Eterna juventud. Una fuente en el centro de cada Área Común que te hace

olvidar todas tus preocupaciones.

Recordaba la fuente. La había visto en la matanza.

Max continuó:

―Mucho tiempo para pulir nuestras habilidades musicales. Un

camino pavimentado para llegar al estrellato.

―Un camino pavimentado, ¿cómo? ―pregunté.

―Todo lo que necesitamos es una sala y una audiencia cautiva…

―dijo.

Mi estómago se hundió mientras recordaba cómo se sentía verlos

actuar.

―Te refieres a una audiencia cuyas emociones pueden manipular

fácilmente.


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―Exactamente. No hay nada como ese momento de éxito, cuando un

chico influenciable en un traje te mira y piensa que ha encontrado a los

siguientes Beatles. ―Max apartó la mirada melancólicamente.

Cole caminaba a mi lado en silencio. Su cabeza estaba agachada.

Nunca lo había escuchado hablar sobre ser un Sempiterno como Max estaba

hablando ahora.

―¿Es por eso que pasan todo su tiempo en la Superficie? ¿Por qué la

música no está permitida en el Everneath?

Max respondió:

―Sip. Eso es lo que nos hace diferentes. Y lo vale. Hemos tenido ese

“exitoso” ―Max hizo comillas en el aire―, momento en la Superficie

varias veces ahora, en diferentes generaciones; ¿cierto, Cole?

Cole le dio una media sonrisa.

―Cierto. Pero estás olvidando la mejor parte de la inmortalidad.

―¿Qué? ―pregunté.

―La ausencia de esa parte de tu cuerpo que te hace tomar decisiones

estúpidas. El corazón palpitante. El lugar donde residen las emociones. ―Él

lo dijo con partes iguales de desdén y pavor.

Estuvimos en silencio. Cole parecía como si hubiera terminado de

hablar, así que me volteé hacia Max.

―Entonces, ¿por qué viniste tú? ―le dije a Max.

Él se dio la vuelta y empezó a caminar hacia atrás. Él abrió sus

brazos.

―¡Por amor! ―Él tuvo que meter sus manos cuando se acercaron

demasiado a las llamas.

Cole estalló en espasmos de risa.


287

Bookzinga

―¿Qué es?

Cole me miró.

―Yo lo traje. Hace años.

―Me refería al amor por la música ―dijo Max con una sonrisa.

―Cuidado con cuan fuerte lo dices ―dijo, Cole, pero todavía estaba

sonriendo.

―¿Por qué las sombras odian la música? ―pregunté.

―Porque no pueden contralarla ―dijo Cole―. La música está llena

de emoción, así que es inestable. Son cautelosos con la energía que no

pueden controlar.

―Al menos, esa es la teoría de Cole ―dijo Max―. Nadie lo sabe.

Solo saben que pasa cuando la regla de “nada de música” es rota…

Max se dio la vuelta y trotó hacia adelante para explorar. Caminamos

por un rato en silencio, la conversación había contrarrestado la

desesperación solo lo suficiente para mantener nuestro impulso.

Mi mente seguía volviendo a la historia de Cole sobre Gynna. Quería

decirle algo a Cole, pero ya le había dicho que lo lamentaba, no sabía que

más decir. La verdad era que, estaba en un extraño lugar. Sentía pena por

Cole a pesar de todo el dolor que me había causado. No me gustaba. Por

tanto tiempo había estado contenta y segura en mi odio por Cole.

Pero ahora para descubrir que él había sido traicionado.

En realidad, la traición parecía ser un tema con los Sempiternos. Metí

la mano en mi bolsillo y sentí la medalla de Nathanial ahí dentro. Cole

parecía estar de humor para compartir ahora. Tal vez era el momento

adecuado para preguntarle sobre Adonia.

―¿Cole?

―¿Nikki? ―contestó.


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―Conoces a Ashe… ―Me detuve mientras pensaba en la pregunta

que quería hacer. No estaba segura de querer revelar que sabía que Ashe

había hecho que mataran a su Desposeída. Pero quería conocer el lugar de

Cole en todo eso.

―Sí, lo recuerdo.

―¿Crees que él escapó de la Sirena de algún modo?

Cole suspiró.

―No lo sé. Eso espero.

―Dijiste que encontraste algo por él. Y que te debe.

―Sí. ―Él no estaba ofreciendo nada

―¿Bueno, que hiciste para que él te debiera?

Él estuvo en silencio por un momento. Podía sentir los ojos de Max

sobre nosotros.

―Lo ayudé a encontrar algo que había perdido

Dejé de respirar. Algo que había perdido. Algo, o alguien. Adonia

―¿Qué perdió?

Cole vaciló.

―No importa ahora, Nik.

Importaba para mí.

―Esta cosa que perdió, ¿era una persona?

Cole agarró mi codo y me alejó bruscamente.

―¿Qué dijiste? ―Él me miraba, ansioso.

Me mantuve firme.

―¿Su nombre era Adonia?


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Bookzinga

Ante la mención de su nombre, Cole cerró sus ojos.

―¿Cómo sabes?

―Visité a la señora Jenkins. Adonia era su antepasado. Ella tiene sus

cenizas en una urna sobre su chimenea.

Cole abrió sus ojos y me observó.

―Fue hace mucho tiempo.

―¿Tú la perseguiste? ¿Y le entregaste su localización a Ashe?

―Era una circunstancia singular.

―Entonces, ¿eras una persona diferente? ―dije, sin tratar de

enmascarar el sarcasmo—.Nunca lo harías de nuevo?

―¡No lo hice de nuevo! ―El silencio después de su estallido fue

intenso. Cole se alejó de mí―. Notarás que tú no estás en un jarrón sobre la

chimenea de alguien. ―dijo.

―¿Estabas ahí?

―¿Estaba dónde?

―¿Estabas ahí cuando la reina encontró a Adonia?

Él cerró sus ojos de nuevo.

—No. Pero la perseguí. Le dije a Ashe donde la encontraría. Y él le

dijo a la reina.

―Y tú sabías que la matarían.

Él abrió sus ojos.

―Sí ―dijo simplemente―. Pero, Nik. ―Él dio un paso adelante y

puso sus manos en mi hombro bueno―. No te hice eso.

Mirándolo en ese momento, no pronuncié la palabra en mi

cabeza. Todavía. Él todavía no me había traicionado con la reina.


290

Bookzinga

Capítulo 27 Traducido por: val_mar


En la Actualidad…

El Everneath. El Anillo de Fuego.

l silencio llenó los siguientes minutos mientras atravesamos los

ardientes pasillos, esquivando las ocasionales llamaradas sagaces.

Mantuve un paso seguro hasta que llegamos a otro arco. Los otros

cruzaron sin titubear, pero algo me hizo detenerme. Un inquieto

sentimiento me atrapó mientras lo veía. Ya habíamos pasado por varios

arcos, pero este era diferente. Las llamas de la cima formaban extrañas

figuras. En su mayor parte redondas, con tallos que salen.

Al pasar por debajo, finalmente comprendí que las sombras lucían

como: frutas. Uvas, manzanas, cerezas, todas creadas por las llamas. Me

percaté cuanto tiempo había pasado desde que había comido algo, y todavía

no sentía hambre. La señora Jenkins me dijo que no comiera, pero no tenía

por qué preocuparse. Hasta ahora, comer había sido la última cosa en mi

mente. Pero mientras el arco desaparecía detrás de nosotros, sentí un nuevo

agujero en mi estómago.

E


291

Bookzinga

Intenté pensar en algo más. Me concentré en la historia de Ashe y

Adonia. ¿Cómo se suponía que me siento acerca de todo, sabiendo el papel

de Cole en su muerte? Él no me lo hizo. Pero podía. ¿Sería que esa

posibilidad se cerniría en mi cabeza por el resto de mi vida?

Sus acciones han dado como resultado la muerte de otro. Pero esa era

una manera de vivir aquí.

Y Adonia se dirigía a los túneles de todos modos. ¿Estaba justificando

su comportamiento porque mis sentimientos por él habían cambiado? Con

todo lo que estábamos pasando aquí, era duro recordar que por largo tiempo

Cole ha sido un adversario. Su historia con Adonia simplemente me

recordaba que el papel de Cole era lo que se suponía que fuera.

Pero no ayudaría pensar de nuevo que a pesar de sus protestas, el

haría un excelente héroe en la historia de otro.

No dijimos nada más sobre Adonia o Ashe. En realidad, no hablamos

mucho, hasta que de repente Max se detuvo.

—Estoy hambriento —dijo él.

—Yo también —dijo Cole.

Miré de Max a Cole, confundida. Pensé en mi propio estómago vacío

y de cómo me había vuelto gravemente consciente solamente después de

pasar debajo del arco con la fruta. Pero el hambre no era lo suficientemente

fuerte para hacer detenerme.

—¿Quieres decir… hambriento hambriento? Cómo, ¿por comida?

—Cooooomida —dijo Cole, arrastrando la palabra.

—Pero, creí que ustedes no necesitaban comer. Aquí abajo.

Cole sacudió la cabeza y me dio una paciente sonrisa forzada, como si

fuera una niña.

—Por supuesto que necesitamos comer. Y lo ha sido por un largo

tiempo.


292

Bookzinga

Max se frotó el estómago.

—Papas fritas —dijo en un gemido.

Mire detrás de nosotros. Habíamos estado parados en el lugar por

mucho tiempo, y hasta hace poco, Cole y Max habían sido los que decían

que necesitábamos seguir moviéndonos.

—Vamos, chicos —dije—. Recuerden que estamos apurados.

Me vieron como si estuviera hablando en latín. Tiré de la mano de

Cole, pero no se movió.

¿El arco de la fruta tenía un efecto más fuerte en ellos que en mí? ¿Di

una vuelta equivocada al ir debajo de él? Pensé que había estado viendo mi

conexión el resto del tiempo. Pero quizá en mi obsesión con la historia de

Ashe y Adonia, me había equivocado en algo.

—Está aquí —dije, lo cual no tenía sentido porque ellos se veían como

si nunca fueran a moverse de nuevo. Corrí de vuelta hacia el arco para ver

si tomamos una vuelta equivocada o si no había otro camino por el que

pudiéramos ir, y eso fue cuando los vi.

Errantes. Más que unos cuantos. Caminando en una sola fila

evitando las llamas.

—Mierda —murmuré. Me lance de vuelta por el camino hacia Cole y

Max. Estaban en el medio de una pelea, cada uno acusando al otro de

olvidar empacar una bolsa de bocadillos—. Chicos tenemos que movernos

ahora. Los Errantes están viniendo.

Ni siquiera levantaron la vista. Ni se habían enterado de que me

había ido.

—¡Chicos! ¡Muévanse!

Cole me disparó una mirada molesta.

—Comer debe ser nuestra prioridad número uno, ¿no lo crees, Nik?


293

Bookzinga

Exasperada, puse mis manos de vuelta en las suyas y las empujó lejos.

Tomó tal vez dos pasos antes de detenerse otra vez. Lo que fuera que estaba

sucediendo, los afectaba a ellos pero no a mí.

—Mierda… mierda —dije, dando vueltas alrededor, intentando pensar

una forma para conseguir que se movieran.

El suelo estaba vacío de cualquier cosa excepto suciedad. Mis bolsillos

tenían un teléfono celular y la medalla de Nathanial. No había pensado en

traer una manzana que podría usar para atraerlos hacia delante.

—¡Mierda!

Los Errantes no se estaban moviendo rápido, pero supe que ahora

tenían que estar justo encima de nosotros.

—¡Cole! ¡Max! ¡Muévanse!

Por ahora estaban ignorando mi existencia completamente.

Miré abajo a mis pies y me di cuenta de que no había contado con una

cosa en mi lista de recursos.

Mi proyección.

Cole siempre dijo que mi proyección era los suficientemente fuerte

para ser tangible. Tal vez si me concentraba en ella, podía hacer otra

proyección, una que pudiera ayudarnos.

Cerré mis ojos y me enfoqué en un objeto. No podía ser muy

complicado. No había suficiente tiempo.

Con cada onza de mi energía, concentrada en una simple imagen: un

palo.

Sentí un diminuto whoosh de energía dejar mi cuerpo, y cuando abrí

mis ojos, ahí, tirado al lado de mi conexión estaba un palo.

Me agache, puse mi mano alrededor y lo agarré. ¡Era real!


294

Bookzinga

Empujé el extremo puntiagudo dentro de las llamas del muro a mi

derecha e izquierda hasta que vi un débil brillo rojo al final. Cuando lo

saqué, el extremo estaba quemado, y la punta brillaba roja. Una pequeña

llama materializada.

Y justo después el primero de los Errantes apareció de alrededor de

una curva.

Enfrenté a Cole y a Max.

—Lo siento, chicos.

Ligeramente toque con el atizador caliente la espalda de Max. Gritó y

corrió hacia adelante. Cole lo miró con una divertida sonrisa en sus labios,

luego le hice mismo a la espalda de Cole, pescándolo debajo de su chaqueta.

Se sacudió hacia enfrente.

Corrimos de esta forma por varios largos minutos y eventualmente

no tuve que pincharlos tanto. Eran veloces. Tan rápidos que tenía que

esforzarme para seguirlos, y aun así estaba perdiéndolos en las esquinas.

—¡Esperen! —grité; pero no me escucharon, o me ignoraron.

Dejé caer el palo, y desapareció en un poof. Mi conexión estaba

señalando en la dirección que debía ir, pero no se estaba dirigiendo a donde

Max y Cole fueron.

No podía perderlos. Excavando en mis pies, me revolví en las vueltas

y salientes en el camino, atrapando atisbos de la chaqueta negra de cuero de

Cole.

—Espera —grité.

Finalmente, giré en una esquina particularmente aguda y me detuve

en seco. Ahí, en el centro de una extensa cámara rodeada por muros de

fuego, estaba una vistosa mesa de madera con un gran cuenco de fruta.

Inclinados sobre el tazón, empujando manzanas y plátanos en sus bocas,

estaban Cole y Max.


295

Bookzinga

—¡No! —grité, pero era demasiado tarde.

Ya se las habían comido.

Cole se paró derecho y me volteó a ver por un segundo, el

reconocimiento de lo que había hecho pintado en su rostro.

—Nik. —La palabra estaba fuera antes de que el colapsara en el piso.

Max lo siguió momentos después.

Escuché ruidos viniendo detrás de mí.

Los Errantes.

La otra única salida de la cámara estaba en el lado contrario. No podía

enfrentar a los Errantes por mí misma. Corrí al otro lado, salté por encima

de Cole, y me oculte en la salida detrás del muro de fuego.

Dije una pequeña plegaria: Por favor que pasen de largo. Por favor que

elijan otro camino.

La espera parecía interminable. Me convencí de que había pasado

mucho tiempo. Que los Errantes habían hecho una ruta diferente, una que

los llevo lejos de esta cámara.

Y luego el primer pie apareció en la entrada, seguido por la cara del

Errante quien había estado a la cabeza. Miró a Cole y Max, tirados ahí

inmóviles en el suelo, como si fueran carne fresca.

Uno por uno de los Errantes lo siguieron, y eché un vistazo a cuantos

habían estado siguiéndonos.

Veinte. Por lo menos.

Pululaban encima de los cuerpos inertes de Cole y Max.

Me agaché detrás de la pared de la derecha.

¿Qué hago? ¿Qué hago?


296

Bookzinga

No podía encargarme de todos por mí misma. Max y Ashe apenas

podían manejar uno a la vez, y eran mucho más fuertes que yo. Miré hacia

abajo a mi conexión. ¿Podía la picana10 funcionar con ellos?

De nuevo, no. Demasiado.

Confrontarlos podría nunca funcionar. Necesitaba alejarlos de Cole y

Max, y luego podía librarme de ellos.

Necesitaba una distracción. ¿Pero qué?

Repasé todas las cosas que sabía acerca de los Errantes. Estaban

perdiendo la superficie de sus corazones, pero no era como si pudiera decir

que tenían veinte extras justo en la esquina.

Tenía que haber algo que no necesitara mucho de pensar en esa parte.

Luego recordé lo que Cole me había dicho. Los Errantes podían hacer

una comida de Sempiternos, pero no eran capaces de resistir la más fresca

energía de un verdadero humano.

Mi conexión era una manifestación de mi energía. Cuando había

venido por primera vez al Everneath, mi energía se había derramado por

todas partes. Podía hacer lo mismo otra vez.

Caminé dentro de la cámara, cerré mis ojos… y me concentre en todo

lo que amo de Jack.

Cada memoria, cada rasgo de una sonrisa, cada guiño de sus ojos,

cada abrazo, cada beso. Las fuerzo en mi cabeza todas de sola una vez. Cada

palabra que me ha dicho, la primera vez que se escabulló en mi cuarto, la

manera en que me había abrazado y me dijo que me quería en la cabaña de

esquí de su tío. Todo.

Cuando abrí mis ojos, estaba rodeada por una nube de memorias:

imágenes de Jack y yo, películas de él debajo del árbol del cementerio,

10 Picana: Vara larga con punta de hierro para picar a los animales o también puede ser un aparato que permite aplicar toques de corriente eléctrica a un preso.


297

Bookzinga

esperando por mí en su casillero, ensuciándome en la multitud del banco en

el juego de fútbol.

Su imagen estaba donde fuera, arremolinándose a mí alrededor. No se

formó en el cañón en el Horno de Fuego11 la primera vez que tuve que

desahogarme, probablemente porque poseía más control ahora, o porque no

tenía mucha energía. Pero era suficiente. Más allá de la nube de energía

podía ver que cada Errante estaba dándose la vuelta en mi dirección, y solo

pasó un segundo antes que ellos se lanzaran por mí.

Di media vuelta y eché a correr.

Corrí y corrí, pero mis piernas estaban doliendo. Adrenalina pura me

mantuvo andando, pero estaba perdiendo la concentración. Me volteé para

ver qué tan lejos estaba de ellos y corrí justo en un callejón de fuego sin

salida.

El dolor desgarró mi pecho. Retrocedí del muro y otra vez escuché ese

ruido de chisporroteo. Reaccioné lo suficientemente rápido así que las

quemaduras no podían ser tan severas como las ultimas, pero aun tuve que

dar palmaditas en las pequeñas llamas que habían brincado en mi camisa.

¿Cuán lejos había ido? ¿Estaban Cole y Max muertos? ¿Podría encontrarlos

de nuevo? Cada vuelta que daba era una vuelta más lejos de ellos. Pero al

menos los Errantes estaban siguiéndome y no dándose un festín con ellos.

Di marcha atrás y giré por otro pasillo, y fue cuando vi algo escalando

hacia arriba de la pared de fuego a mi izquierda. Era un muro oscuro

disparando alto en el cielo. No era de llamas o de viento o agua, pero estaba

hecho de piedra negra.

Tomé cada vuelta que me llevaba a la izquierda, y varios segundos

después salí del laberinto y me encontré sobre el pasto en frente del gigante

muro de piedra negra. Miré a mi atadura, pero señalaba hacia la pared. Vi a

cada lado, tratando de imaginar hacia donde correr, pero tal vez cincuenta

metros en todas direcciones vi oscuras figuras revoloteando en el aire.

11 Horno de Fuego (Fiery Furnace): Parque nacional Arches, en Utah.


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Bookzinga

Sombras.

Incliné la cabeza. Un sólido muro en frente a mí, Sombras a la

izquierda y a la derecha, y un laberinto de fuego detrás de mí lleno con

Errantes.

No había hacia donde correr.

Me hundí en el pasto.

—Lo siento, Jack.


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Bookzinga

Capítulo 28 Traducido por Nanami27


En la Actualidad…


o iba a correr hacia las Sombras, así que me di la vuelta y

encaré lo que sabía estaba saliendo del laberinto.

No tuve que esperar mucho. El rebaño de Errantes

apareció desde el Anillo de Fuego. No había escapatoria. Cerré los ojos y

antes de que lo supiera, se habían amontonado encima de mí como si fuera

el quarterback rival en un partido de fútbol.

No podía decir de qué se estaba alimentando el Errante, pero sentí mi

energía dejar mi cuerpo, como si estuviera en un vacío gigante que estaba

chupando todo lo que me hacía vivir.

El agujero que había sentido cuando solo un Errante se había

alimentado de mí se amplificó a través de todo mi cuerpo. Una nube oscura

apareció detrás de mis párpados y sabía que no faltaría mucho tiempo antes

de desmayarme. Había demasiados.

N


300

Bookzinga

Los escuché gruñir, gemir con satisfacción como si estuvieran en un

bufet. Uno de ellos, en el calor de la locura, comenzó a roer en mi hombro.

Otro en mis dedos. Cuando me drenaran completamente, ¿acabarían

conmigo?

Voces aterrorizadas llegaron a mis oídos. Cole y Max… ¿y alguien

más?

No podía decirlo. Otro momento y el dolor se detuvo. Quizá había

llegado a un punto donde se habían llevado toda mi sensibilidad. Las

neuronas ya no gritaban en mi cerebro. Me quedé solo con mi mente y un

último pensamiento.

Se había acabado tan rápido. Había logrado pasar el laberinto. Lo

había hecho a la diana. Estaba tan cerca de Jack. Tan cerca. Tan cerca de ver

a mi hermano de nuevo. Y a mi papá.

Sin embargo, en una fracción de segundo, les había fallado a todos. La

oscuridad me mantuvo tambaleándome en un apagón de neblina por un

largo tiempo. O quizá fueron solo segundos. Pero cuando abrí mis ojos,

esperando una especie de más allá, alcancé a ver esa misma pared alta. Las

mismas llamas desde el laberinto.

Los Errantes ya no estaban encima de mí.

Un olor acre golpeó mi nariz, como olor a quemado, a carne en

descomposición, tosí y entonces exhalé en seco.

Una vez me detuve, vi la silueta borrosa de una figura sosteniendo

algo como una llama en el extremo. Parecía una antorcha. Él estaba

agitándola hacia el suelo, iluminando las cosas con el fuego y luego la agitó

en el aire. Cerré los ojos con fuerza y luego parpadeé un par de veces más.

Cuando los abrí, la imagen entró en foco. Una cara familiar…

¡Ashe! ¿Realmente era él? No podía creerlo. Él había escapado de la

Sirena. Debió haber encontrado a Cole y Max, y de alguna manera los

resucitó. Tenía la antorcha en una mano y su espada, roja con sangre, en la

otra. Había otra figura con una antorcha también. Max. Él estaba a mi otro


301

Bookzinga

lado. Ellos estaban de pie sobre los cuerpos de los Errantes, llevando el

extremo encendido de sus antorchas hacia los cuerpos y luego

sacudiéndolos hacia algo oscuro y arremolinando en la distancia.

En ese momento, me di cuenta de que alguien estaba acariciando mi

rostro, y pronto fui consciente de otras sensaciones. Especialmente del

dolor en mi pecho.

—¿Nik?

Pude ver el rostro de Cole en la periferia de mi visión. Abrí la boca

para hablar, pero no tenía ninguna energía para formar las palabras.

—Oye —dijo él—. Pensé que te había perdido.

Miró hacia Max y Ashe.

—Las Sombras se están acercando. Voy a lanzarte a la Superficie. —

¿La Superficie? Negué con la cabeza tan violentamente como pude. Todavía

era un débil esfuerzo—. Shh. Es la única manera. Max y Ashe pueden

mantenerlos a raya por ahora con el fuego. Pero no tienes energía. Tienes

que ir a la Superficie para recuperarte. Y es casi de noche. Tienes que estar

ahí por Jack.

Intenté hacer llegar las palabras a mi boca, pero no estaba

funcionando. Intenté agarrar la mano de Cole, pero mis brazos se sentían

como si estuvieran hechos de cemento.

—Está bien, Nik. Vamos a intentar ocultarnos de las Sombras

durante la noche. Podemos entrar al laberinto de nuevo. Las Sombras odian

el fuego. No seguirán. Y entonces en la mañana te llevaremos de vuelta y a

reagruparnos.

Pero Jack no había aparecido en mi último sueño. Si él no aparecía,

ninguna cantidad de mí durmiendo podía ayudarlo. Estaba fuera de tiempo.

Había estado fuera de tiempo por un rato. Cole no podía echarme. Aquí en

el centro de la diana, sabía que el tiempo corría más lento. Aquí era donde


302

Bookzinga

estaban las cavernas del Vínculo, donde un centenar de años solo se

igualaba a seis meses en la Superficie.

Ahora que estábamos aquí, no podíamos regresar al tiempo de la

Superficie. No podíamos volver a entrar al laberinto.

Perdería a Jack.

Usé hasta la última gota de energía que pude reunir para llevar mis

dientes hasta mis labios y formar un sonido de A.

—Aliméntame. —Las palabras eran tan suaves, que ni siquiera pude

escucharlas.

Pero Cole había estado observando mis labios.

—¿Qué?

Pude decir por su expresión confusa que él sabía lo que había dicho.

—Aliméntame —dije de nuevo. Tomando una profunda respiración,

puse la punta de mi lengua en el techo de mi boca para formar las siguientes

palabras—. Jack se ha ido… de mis sueños. No hay tiempo.

La compresión se dibujó en la cara de Cole.

—¿Por qué no me dijiste?

La oscuridad comenzó a invadir mi vista, y luché por permanecer

consciente.

—No te rindas —dije.

Cole miró desesperadamente a Ashe y Max, flaqueándonos,

encendiendo fuegos. No arderían para siempre.

Sus ojos se encontraron con los míos de nuevo.

—Si no regresamos al laberinto, estaremos rodeados por las Sombras.

Solo pude asentir.


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Bookzinga

Él levantó mi cabeza aún más cerca.

—Y eso podría ser. Si no podemos ocultarnos en el laberinto, podría

ser nuestra última batalla.

Parpadeé y asentí de nuevo.

Me di cuenta de lo que estaba exigiendo de Cole. Aquí estábamos, a

punto de enfrentar a las Sombras y yo estaba pidiéndole que se hiciera más

débil para alimentarme. Estaba pidiéndole que se quedara y peleara en lugar

de correr a la seguridad relativa del laberinto.

Unió sus labios, la cara mostrando su determinación, luego sumergió

la cabeza hacia abajo y puso sus labios en los míos.

Ese mismo zumbido de energía que había sentido cuando lo había

besado en la guarida de la Sirena vino corriendo a través de mí, o más

exactamente, de él a mí.

Movió sus labios contra los míos, tirando de mí incluso más cerca de

él, apoyando toda la parte superior de mi cuerpo con sus brazos.

Una escena se deslizó en mi mente. La vista de una escenario, con

fans en el piso de abajo, saltando y bailando, sus manos en el aire. Solo uno

fuera del mar de rostros era claro. Mi rostro. Estaba en la parte trasera,

moviéndome con la música, pero no tan animadamente como los fans a mí

alrededor. Cole me miraba, solo rompiendo mi mirada para bajar la vista

hacia las cuerdas de su guitarra.

La euforia eclipsó cualquier otra emoción; y me di cuenta de que

estaba sintiendo lo que Cole estaba sintiendo esa noche, y parte de ello era

porque estaba viéndolo tocar. Era un ímpetu para él.

Max empezó a gritar y Cole se apartó, y de nuevo me encontré en el

Everneath.

—¡Cole! —dijo Max—. Necesitamos regresar al laberinto… —Su voz

se interrumpió cuando nos vio y se dio cuenta de lo que acababa de suceder.


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Bookzinga

—No vamos a volver —dijo Cole. El color había desaparecido de su

rostro, y sus mejillas parecían más huecas. Me preguntaba si sabía qué

memoria acababa de compartir.

Me sentí fuerte. Me separé de sus brazos y me paré, a continuación

me estiré para levantar a Cole detrás de mí.

—Estamos haciendo una postura —dije.

Las cejas de Ashe se dispararon, pero se compuso rápidamente y

buscó en su bolsillo.

—Tendremos una mejor oportunidad con esto.

Sacó una nota. Mi nota. Mi nota de Siempre Tuyo.

—¿Dónde lo encontraste? —dije con incredulidad.

—En el laberinto. El viento se lo había llevado por varios corredores.

—¡No puedo creerlo! —Agarré la nota y la presioné contra mi

palma—. Finalmente, el destino está de nuestro lado. No podemos fallar

ahora.

Cole me dio una sonrisa cansada. Ashe y Max me miraron como si

estuviera loca.

—Lo que sea que vayas a hacer, hazlo rápido —dijo Ashe. La antorcha

en su mano apenas sostenía una flama, y varias Sombras lo bloquearon de

la pared de fuego. La antorcha de Max ya se había extinguido y los tres

estábamos amontonados detrás de Ashe y su antorcha, la que ahora era más

como una vela.

—¿Podemos pelear con ellos? —pregunté a Cole.

—No podemos siquiera agarrarlos —respondió—. Están formados por

una sustancia completamente diferente. Nos apoyamos contra la pared de

piedra oscura. Mi atadura señaló a la derecha, pero las Sombras habían

formado un semicírculo alrededor de nosotros. Todo camino estaba


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Bookzinga

bloqueado. Ashe agitó la antorcha salvajemente, pero las Sombras se

aventuraban cada vez más cerca.

El último vestigio de la llama desapareció, y Ashe echó a un lado la

antorcha, maldiciendo. Sacó la espada de la vaina a su espalda.

—¿Hacia dónde necesitan ir? —preguntó Ashe, mirando por encima

del hombro.

—A la derecha —dijo Cole.

Ashe miró a las Sombras a nuestra derecha… y luego atacó. Hizo

girar su espada salvajemente. Cortó a través de las Sombras como si

estuvieran hechas de humo. Ninguno de ellos siquiera se estremeció lo

suficientemente lejos como para darnos espacio para correr.

Tiró la espada al suelo, y justo entonces las dos Sombras más

cercanas se movieron hacia él.

No sé si fue un acto reflejo o qué, pero Ashe cerró un puño y se

volvió hacia el lugar donde sus rostros estarían si tuvieran cabezas.

Y él hizo contacto.

Las dos Sombras volaron de regreso por los golpes del puño de Ashe.

Aterrizaron sobre el suelo en una pila.

Todo el mundo se congeló por un segundo. Obviamente no éramos

los únicos sorprendidos de que Ashe pudiera pelear con ellos.

Y entonces, los puños de Ashe volaron.

—¡Vamos! —gritó, haciendo un hueco abierto en medio de las

Sombras a nuestra derecha.

No nos detuvimos a averiguar lo que había sucedido. Solo corrimos a

toda velocidad a lo largo de la pared, en la amplia franja de césped que

separaba la pared del Anillo de Fuego.


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Bookzinga

Mi atadura se oscureció, como si estuviera urgiéndonos a que

siguiéramos adelante.

—¡Sigan adelante!

Más adelante, algo brillaba en el horizonte. Se veía como un pequeño

lago.

Empecé a virar a la derecha, pensando que el mejor camino para

pasarlo sería entre el lago y la pared de piedra; pero mientras viraba, la

atadura se atenuó, y el señalado extremo tiró en sentido anti-horario, hacia

el lago.

Quizá el mejor camino era a la izquierda, entre el lago y el Anillo de

Fuego; pero cuando me viré a la izquierda, la atadura se atenuó de nuevo y

tiró hacia la derecha, de nuevo apuntando al lago.

—¡Está señalando hacia el agua! —le dije a Cole, quien estaba

corriendo a mi lado.


—No puede ser. Los Túneles no están en el lago.

Cuanto más nos acercábamos a la masa de agua, más se desplomaba

mi esperanza. El lado del lago a tope contra la pared negra a un lado, y el

Anillo de Fuego al otro lado.

No había manera de evitarlo. Pero sabía lo que el agua hacía a la

gente de aquí. No había forma de que pudiera nadar a través de ella. Incluso

Cole no podía. El agua nos haría enloquecer, hasta que nos ahogáramos en

ella.

Desaceleramos hasta detenernos justo fuera del alcance del chapoteo

del agua.

Max nos alcanzó momentos después. Nos dimos la vuelta. Ashe

estaba reservándolo hacia nosotros, seguido de varias Sombras más. No


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Bookzinga

pude contar cuántas porque se arremolinaban juntas, uniéndose y

separándose mientras nos perseguían.

Había un punto de salida desde el Anillo de Fuego muy cerca de

nosotros. Me preguntaba por qué mi atadura no estaba señalándola.

Hice un gesto hacia la salida y tiré de la manga de Cole. Quizá

podríamos refugiarnos en el laberinto por unos momentos y luego

retroceder más allá del lago. Tomamos dos pasos hacia el fuego.

Cole la vio antes que yo. Estaba mirando su rostro, tratando de

evaluar si él tenía suficiente energía para los últimos diez segundos en el

laberinto. Sus ojos se ampliaron mientras miraba hacia adelante. Él patinó

hasta detenerse, y me di la vuelta para seguir su mirada.

Saliendo del laberinto en botas negras de tacón alto y brillante traje

blanco estaba una mujer con cabello color rojo fuego, piel blanca pálida y

oscuros labios de rubí.

Le dije a mis pies que se detuvieran, pero era como si estuvieran

trabajando en cámara lenta. Me deslicé hacia el suelo a sus pies. Ella me

miró, y me revolví hacia atrás, tratando de retener mis torpes piernas para

poner la mayor distancia posible entre ella y yo como pudiera.

Era la reina.

Ella sonrió, mostrando unos dientes que eran más blancos que las

nubes de verano en Park City.

Cole me agarró del brazo y tiró de mí hacia él y lejos de ella. Las

Sombras que nos habían estado persiguiendo se quedaron inmóviles. Pude

escuchar mi propia sangre latiendo en mis oídos.

Ashe y Max se enroscaron, como si estuvieran listos para correr, pero

entonces Max se lo pensó mejor y bajó la cabeza hacia la reina en una

subordinada inclinación. Las respiraciones de Cole revelaron ansiedad,

jadeos de poca profundidad. Nos quedamos allí, el lago a nuestra derecha, la


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Bookzinga

pared de piedra a nuestras espaldas, las Sombras a nuestra izquierda y la

reina del Everneath frente a nosotros.

No pude apartar mis ojos de su rostro y recordé cómo había

eliminado con tanta calma a ese hombre en la plaza.

Él se convirtió en niebla roja. Con un asentimiento de ella, me

volvería una nube de niebla roja.

Cole me apretó el brazo y me di cuenta de que me estaba sacudiendo

incontrolablemente.

—Escuché que alguien estaba intentando pasar —dijo ella, en una voz

que estaba amplificada como si estuviera hablando en un micrófono—.

Tenía que verlo por mí misma.

Cole me apartó y dio un paso frente a mí. Fue el movimiento

equivocado.

Sus ojos penetrantes lo siguieron como un halcón.

—¿A quién estás tratando de proteger? Muéstramela.

Me asomé por detrás de Cole.

Ella estudió mi rostro.

—Ah. La humana de la plaza Ouros. Dime, humana. ¿Por qué has

venido aquí?

No respondí. No podía. Mi voz estaba paralizada en el rostro de la

reina. No tenía idea de qué decir. Decirle sobre Jack en los Túneles estaba

fuera de cuestión. ¿Quién sabía qué podía hacerle?

Entonces, me di cuenta de que ella no tenía idea de que había

sobrevivido al Vínculo. No había nada que revelar de mí.

Excepto mi atadura.


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Bookzinga

Bajé la mirada hacia ella. Todavía apuntaba directamente al medio

del lago. Cole se quedó lo suficiente cerca de mí para amortiguar

parcialmente la atadura y bloquearla de la vista de la reina.

—Habla, chica. Estoy acostumbrada a que mis preguntas sean

contestadas.

No podía dejarle ver la atadura. Agaché la cabeza detrás de él

nuevamente y cerré la distancia entre Cole y yo, de manera que la atadura

desapareciera completamente.

Le mostré mi cara y forcé mi boca a crear palabras.

—Quería volverme una Sempiterna… Su Majestad. Para estar con él.

—Incliné la cabeza hacia Cole—. Pero él no me quería. Así que intenté

llegar hasta aquí por mí misma, a través de la Tienda de Paso; pero él me

atrapó. Me prometió que haría que yo le gustara, pero me traicionó. Escapé

al laberinto y he estado corriendo desde entonces.

La reina miró a la cara de Cole, luego a la de Max y la de Ashe. Su

mirada se quedó en el rostro de Ashe por un momento más que el resto de

nosotros, pero rápidamente se volvió hacia mí.

—Entonces, ¿por qué está protegiéndote ahora?

Cole habló.

—Porque, Su Majestad, ella no merece morir solo por ser tonta. Iba a

borrar sus recuerdos y dejarla en la Superficie.

Miré a Cole. Bien pensando.

La reina entrecerró los ojos y luego se encogió de hombros.

—Sombras, llévenselos. Los alimentaremos para los Sempiternos

Oscuros.

—¡Espere! —gritó Cole—. ¡Tiene que creernos!

—¿Qué importa si te creo? Todavía enfrentas el mismo destino.


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Bookzinga

—¡Pero la amo! —dijo Cole.

La reina se congeló. Contuve la respiración.

Ella dio un paso hacia Cole. Entonces uno más.

—El amor no importa aquí.

Hizo un gesto con su brazo como invitando a las Sombras a venir y

tomarnos, y ahí fue cuando vi algo oscuro en su muñeca interior. Un

tatuaje. Un símbolo de algún tipo. Ella sostuvo el brazo durante unos largos

momentos, por lo que tuve un buen vistazo de la marca.

Dos espadas, cruzadas. Incrustadas dentro de una corona circular.

Las espadas tatuadas. La acusación en el amor. Algo hizo clic, pero

antes de que pudiera hacer algo al respecto, Ashe cargó contra la reina, su

espada desenvainada frente a él. Giró de nuevo, como un jugador de béisbol

giraría un bate y lo dejó volar directo hacia el pecho de la reina. Hizo

contacto con algo, pero no era la reina. Fue repentinamente incrustado en el

tronco de un árbol que había aparecido de la nada, pero ahora estaba entre

Ashe y la reina.

Ashe intentó sacar su espada de la madera, pero sus esfuerzos fueron

en vano.

Con un chasquido de sus dedos, la reina hizo desaparecer el árbol, y la

espada de Ashe cayó directamente al suelo.

¿Por qué cargaría contra la reina? Claro, había tenido éxito contra las

Sombras, ¿pero realmente pensó que podía tenerla a ella? Ella recogió la

espada con dos dedos, como si fuera demasiado delicada para agarrarla por

el mango, luego la arrojó al lago.

Extrañamente, no hizo un chapoteo. Solo desapareció. Miré a la

superficie del agua. Parecía demasiado vidrioso. Demasiado tranquilo. Sin

ondas por la espada. Nadie más lo notó.

La reina se acercó a Ashe.


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—Te guardaré para el final, hombre valiente.

Empezó a darse vuelta y las Sombras se movieron hacia nosotros.

—¡Espere! —grité.

Hizo una pausa con una ceja levantada.

—¿Qué?

Pensé rápido.

—Realmente soy una mensajera. Para usted, Su Majestad.

Ella hizo un puño y a la señal, las Sombras se quedaron quietas de

nuevo.

—¿Una mensajera de quién? —El tono de su voz era escéptico y sabía

que tenía solo una oportunidad. Solo esperaba que no me equivocara sobre

el tatuaje en la muñeca.

Pero sentí la medalla en mi bolsillo. No estaba equivocada.

—De la persona que la ancló.

—¿Y quién podría ser?

Tomé una profunda respiración, rezando para que mi apuesta fuera

rentable.

—Nathanial.


312

Bookzinga

Capítulo 29 Traducido por: Maru Belikov

Corregido por: clau12345

En la Actualidad…


odo se volvió silencioso. Incluso el crepitar de las llamas del

Anillo de Fuego se volvieron leves. Cole miro hacia mí,

sorprendido. Él no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.

Yo tampoco estaba muy segura.

Pensé de regreso a cada conversación que había tenido con la señora

Jenkins, todo lo que sabía sobre la reina y la Corte Superior.

—Una vez que alcanzarás la Corte Superior, pensaste que serías capaz

de conceder a toda tu línea ancestral vida eterna. Ese es el rumor, ¿cierto?

¿Funcionó?

Ella me observó con ojos amplios, y pensé que me ignoraría; pero

lentamente sacudió la cabeza.

Pero incluso mientras la reina afirmaba que no había funcionado, ella

no parecía convencida. Así que presioné.

T


313

Bookzinga

—Pero, no te has rendido a la esperanza de que sea posible, ¿verdad?

Tú no amabas a tu Sempiterno. No escogiste esta vida. Todo lo que quieres

es lo que has perdido. El único hombre que has amado. Pero la magia de la

Corte Superior no te permite extender la muerte. —Me estaba dando cuenta

mientras decía las palabras.

Su rostro se rompió, y de repente la imagen de ella parpadeó dentro y

fuera, oscilando entre la alta pelirroja y una mujer más baja con cabello

rubio y ojos azules.

Tomé un vacilante paso hacia adelante.

—Sé quién eres, Adonia.

Ashe se encogió, y sus pies dudaron como si no supiera si correr hacia

ella o correr lejos de ella.

—Adonia —dijo él, sin aliento—. No puede ser.

Ella se giró para mirar a Ashe.

—¿Por qué? ¿Debido a que la reina me asesinó? ¿Cuándo me has

perseguido como un perro? —Su mirada cayó sobre mi otra vez—.

Nathanial no estaba muerto. Él no fue asesinado en la guerra. Ellos lo

encontraron, herido y desorientado en un hospital, dos días después que me

fui con Ashe. ¡Dos días! —Ella presionó sus labios y miró hacia a Ashe—.

Él estaba diciendo mi nombre. Esperó todos los seis meses que yo estuve en

el Vínculo contigo, todo lo que podía ver era su rostro.

Ella miró lejos, su boca abierta, todo su cuerpo temblando como si no

pudiera contener el dolor. Conocía el sentimiento.

—Así que Retornaste a la Superficie por él —dije.

Ella asintió, todavía como una mirada lejana en sus ojos.

—Estuvimos juntos todo un día antes que él sucumbiera a sus heridas.

—Ella miró abajo y parpadeó—. Él murió en mis brazos. Fue como si él

estuviese esperando para verme así podía decir adiós.


314

Bookzinga

Todo se quedó silencioso. Incluso el crepitar del fuego de las paredes

se apagaron, como en una reverencia para la reina afligida.

Cuando ella alzó su cabeza otra vez había fuego detrás de sus ojos, y

fue dirigido a Ashe.

—Estaba de duelo por mi amor. Estaba tratando de resarcir a mi

familia. Estaba lista para enfrentar a los Túneles, pero eso no fue suficiente

para ti. ¡Querías verme destruida!

—Pero… —Ashe miró hacia Cole con impotencia. Cole parecía tan

perdido como yo lo estaba—. Pero si estás aquí, eso quiere decir que

asesinaste a la reina. Tomaste su lugar. Y nunca me dijiste.

Ella parecía retroceder en el tiempo.

—Me traicionaste. Así que yo te traicioné a ti. La último quería era

que tú consiguieras algo de ello.

Mientras ellos hablaban, miré hacia el agua detrás de mí y lentamente

caminé lejos de Cole. Mi atadura apareció completamente, todavía

señalando hacia el lago. Pero ya no pensaba que fuera solo un lago.

—Te amaba —dijo Ashe—. Solo hice lo que hice porque rompiste mi

corazón.

—Tú me rompiste a mí —siseó Adonia.

La conversación sonaba familiar. Cole y yo la habíamos tenido

muchas veces. Y aun así aquí estábamos, de pie al lado del otro, no

enfrentándonos al otro. Y más cerca de salvar a Jack de lo que jamás

habíamos estado.

Agarré su mano, y él apretó la mía. Empecé a retroceder, hacia el

lago. Él me dio una mirada confundida.

—Confía en mí —murmuré las palabras.

¿Habíamos alcanzado ese punto? ¿Dónde confiábamos en el otro

implícitamente? ¿Sí saltaba a lo desconocido, él me seguiría?


315

Bookzinga

La reina se había movido hacia Ashe, siguiéndolo paso a paso lejos del

lago. Después de todo lo que ellos habían pasado, todavía no podían resistir

el apego que una vez los unió como Desposeído y Sempiterno.

La voz de Ashe era calmada.

—Donia. Ven conmigo. No puedes traer a Nathanial de regreso a la

vida. Yo estoy aquí, él no. Estemos juntos.

Me congelé. Ashe había dicho lo incorrecto. A la mención de

Nathanial, Adonia batió alrededor y se me quedó mirando.

—Pero está de aquí dijo que tenía un mensaje. Para mí. De Nathanial.

El agarre de Cole se apretó en mi mano. Me maldije a mí misma por

decir que tenía un mensaje.

Tomé un respiro.

—Vine aquí por amor. Entiendes eso, ¿verdad? —Era la cosa más

honesta que pensé en decir.

Ella tenía una mirada salvaje en sus ojos.

—Si yo no puedo tener amor, tú tampoco puedes. Ahora, dime el

mensaje antes de que haga otro árbol, pero esta vez de tu amigo.

Adonia dejó caer la proyección de la pelirroja y regreso a su verdadero

yo. Su rostro se volvió maníaco. Sabía que ella no se conformaría por nada

menos que la esperanza de ser reunida con Nathanial. Era una esperanza

que no podía darle. Sus ojos azules atravesándome, y aun así lucía tan

angelical como lo había hecho en el camafeo.

El camafeo. ¡El camafeo! Recuerdo como lucía Nathanial en el

camafeo. Ahora necesitaba comprar algo de tiempo.

—No tienes ningún mensaje —acusó ella.

Saqué el medallón de mi bolsillo.

—Tengo esto.


316

Bookzinga

Ella se quedó mirando hacia el medallón de Nathanial por un par de

segundos y luego lo arrancó de mi mano para examinarlo. Usé ese

momento para cerrar mis ojos y apartar todo alrededor de mí. La reina,

Ashe, Max, Cole, las Sombras. Solo me permití una imagen en mi cabeza, y

esa imagen era del camafeo de Nathanial. En mi mente, le di al

portarretrato piel y sangre. Tomé un profundo respiro y respiré vida hacia

él. Lo vestí en uniforme, lo puse de pie erguido, y luego abrí sus ojos.

Lo coloqué tan lejos de nosotros como pude.

—¡Mira! —llamó Max.

Abrí mis ojos. Max estaba señalando detrás de la reina, y todos se

giraron para ver. Allí, quizá a una distancia de un campo de futbol, se

encontraba un hombre en un uniforme verde del ejército.

La reina tomo dos pasos vacilantes hacia adelante, luego estaba

corriendo. Las Sombras la siguieron de cerca por detrás. Incluso Ashe corrió

tras ella.

Me giré hacia Cole, quien estaba mirando hacia el soldado con una

expresión sorprendida.

—No tenemos mucho tiempo. Tenemos que saltar.

Él arrugo sus cejas.

—¿A dónde?

—Dentro del lago. ¿No viste como la espada no hizo una salpicadura?

No es un lago, no lo creo.

Cole considero esto por medio segundo y luego se giró hacia Max.

—Ve a casa, amigo.

—No te voy a dejar —dijo Max.


317

Bookzinga

—Cuando ellos se giren, déjales ver que corres hacia el laberinto,

como si nos estuvieras siguiendo. Ellos pensaran que estamos en el

laberinto. Luego ve a la Superficie y escóndete. Te encontraré.

Max lucía inseguro. Para el momento que la reina estuviera lo

suficientemente cerca para darse cuenta que el rostro del soldado le faltaba

una verdadera definición. Solo teníamos pocos minutos.

—¡Hazlo! —le ordenó Cole—. Ella nunca pensará que alguien esté

dispuesto a ir hacia el lago.

—Bien.

Cole y yo nos giramos hacia el agua.

—¿Listo? —pregunté.

—No tenemos idea a dónde estamos saltando.

—Lo sé. Pero no tengo nada que perder.

—¡Yo sí! —Su voz fue áspera, y llena de más emoción de la que nunca

antes había escuchado de él. Miré sus ojos. Él se estaba sosteniendo a algo

tan importante para él como su propia vida. Sabía eso. Lo vi en sus

recuerdos.

—Tienes que saber… si te pierdo… ¿Por qué no puedes ver que ese

sería el final para mí?

Sabía exactamente como se sentía. Porque me sentía de la misma

manera por Jack. Le estaba pidiendo a Cole que arriesgara su vida, una y

otra vez, por el chico que amaba. Y no era él.

Liberé su agarre de mi brazo y ahuequé su mano con la mía.

—Voy a ir. Pero entiendo si aquí es donde me tienes que dejar.

Él atrajo mi mano hacia sus labios.

—Nunca. Saltamos juntos. Si algo pasa, nos pasará a los dos.


318

Bookzinga

Juntamos nuestras piernas y saltamos.

Estaba en lo cierto. El agua no salpicó. Pasamos justo a través de ella,

en caída libre.


319

Bookzinga

Capítulo 30 Traducido por: val_mar


En la Actualidad…

El Everneath. En los Túneles.

aí por un largo tiempo. Caí, o floté. No estaba segura. Todo lo que

sabía era que una vez pasando el límite del agua, no había luz. No

había sonido excepto mi pulso tronando en mis oídos. No había

sensaciones excepto la piel áspera de la mano de Cole envolviendo la mía.

Al poco tiempo ya no había arriba y abajo.

Hemos estado cayendo por minutos. Horas. Tal vez nunca nos

detendremos.

—Cole… —empecé a decir cuando repentinamente el muro se estrelló

contra mi espalda. No tenía aire para gritar. Mis pulmones se apretaron

contra mis costillas. Mi cabeza se sintió como si hubiera explotado contra

un bloque de cemento. Imaginé mi cerebro en un pegajoso desastre saliendo

de mis oídos.

Pero estaba aún oscuro. No podía haber visto eso. Ahora estaba fría, y

cuando abrí mi boca, agua se precipitó dentro.

C


320

Bookzinga

—¡Nik! —La voz de Cole llegó de junto de mí. Me pregunté cuando

había soltado mi mano, pero luego estaba jalándome hacia arriba. No podía

sentir mi mano—. ¡Es agua! ¡Aterrizamos en agua! ¡Nik!

Tal vez no estaba muerta. Pero no podía respirar. Algo se encontraba

presionando mis pulmones juntos.

Intenté toser, pero incluso no podía manejar eso. Mis brazos se

agitaban. Intentando agarrar algo de apoyo: el suelo, una pared, el rostro de

Cole, algo que pudiera ayudarme a tomar aire. Podía escuchar el agua

salpicando todo alrededor de nosotros.

—Whoa, Nik. Cálmate.

Él no entendía. ¡No podía respirar!

—Baja. Pon tus pies en el suelo. No es tan profundo.

¿Porque él no podía entender que lo profundo del agua era el menos

de mis preocupaciones en el momento? Aire. Aire. Aire.

Mis pies rozaron algo viscoso. El suelo. Grandes rocas. Presioné

contra ello y recuperé mi equilibrio. De repente, el invisible tornillo

alrededor de mis pulmones desapareció. Jadeé. Balbuceé. Sonó tan fuerte

como un caballo con cólicos.

—¿Estás bien? —dijo Cole. Me di cuenta que él no había estado

gritando todo el tiempo. De hecho, estaba susurrando.

Asentí.

—No podía respirar.

—Shhh. Está bien.

—Es fácil para ti decirlo.

Él rio mientras yo jadeaba en preciosos galones de aire. Parpadeé las

lágrimas fuera de mis ojos. Aún estaba muy oscuro para ver. Mis ojos

deberían haber estado ajustándose para este momento.


321

Bookzinga

—¿Dónde estamos?

—Buena pregunta —dijo Cole.

—¿Cómo —jadeé—, te recuperaste tan rápido?

—Me zambullí.

—¿Qué?

—No sé cómo lo supe. Creo que escuché un chapoteo de agua algo

justo antes de que llegáramos. Me moví alrededor y me sumergí. Mientras

tú fuiste al piso como un panqué en tu espalda.

—Podías haberme dicho.

—Sí, porque había mucho tiempo para eso —dijo sarcásticamente.

Mientras Cole estaba hablando, me jaló hacia adelante, y me di

cuenta de que cualquier agua en la que estábamos, se estaba haciendo menos

profunda a medida que avanzábamos.

—Una vez que estemos fuera del agua podemos comprobar. Y ver si

sientes algo.

Asentí, incluso pensé que no podía verme. No podía creer lo oscuro

que estaba, mis ojos ya se habían adaptado, pero no había nada para adaptar.

Absolutamente no había luz. El aire que estaba respirando se sentía pesado

y viciado. Me pregunté si quiera la luz podía sobrevivir aquí abajo. El agua

ahora apenas me cubría los pies.

—Estamos fuera —dijo Cole.

Me estremecí. Todavía teníamos unidas las manos. Si estuviéramos

separados, no estaría segura de siquiera ser capaz de encontrarlo de nuevo.

Mi otro brazo estaba extendido frente de mí. Asumí que Cole estaba

haciendo lo mismo. Tomamos un par de pasos hacia delante, el piso

moviéndose bajo mis zapatos como si estuviera caminando sobre arena

húmeda en una playa. Pero no arena buena.


322

Bookzinga

—Detente —dijo Cole.

—¿Qué es?

—Percibo una pared.

—Tus brazos son más largos que los míos.

Me acerqué hacia adelanté hasta que sentí la misma pared escarpada y

áspera bajo mis dedos.

—Está bien, Nik. Esta debajo de ti de nuevo. ¿Cuál camino?

No tuve que cerrar los ojos y concentrarme. El tirón hacia Jack (lo

menos que esperaba estaba hacia Jack) era constante en mi pecho. Un dolor

sordo que nunca se iba. Había únicamente llegado a ser más pronunciado

aquí debajo. A pesar de que me cansé, la conexión con él estaba ahí.

—Este camino —dije, tirando de Cole a la derecha. Sentimos a lo

largo de la pared; y mientras lo hicimos, el sonido del chapoteo del agua

retrocediendo más y más en la distancia.

Donde quiera que estuviéramos yendo, nos estaba llevando lejos del

cuerpo de agua en el que habíamos aterrizado.

—¿Cómo están tus pulmones? —preguntó Cole.

Estaba segura de que mi cuerpo entero debía ser un gran moretón.

Pero mientras estaba por responder, me percaté de que la voz de Cole se

escuchaba diferente. Como si ya no estuviera rebotando en un pequeño y

cerrado espacio pero más bien un mayor, lugar cavernoso, lo que me puso

nerviosa. En un amplio, espacio oscuro, había muchos lugares para

esconderse. Demasiadas formas para convencerme que no estábamos solos.

—¿Escuchas ese eco? —pregunté.

—Sí —dijo Cole—. Estamos en una gran cueva.

—Apartémonos de la pared —dije.

—¿Por qué?


323

Bookzinga

—¡Solo hazlo!

No podía explicar porque estaba de repente tan firme acerca de no

tocar el muro. El tirón de mi pecho estaba apartándome, y más cerca del

centro de cualquier lugar en el que estábamos. Pero incluso sin el tirón, no

quería a ninguno de nosotros tocando el muro de nuevo.

—Nik sería fácil si pudiéramos sentir nuestro camino.

—Solo confía en mí en esto Cole, ¿por favor?

No dijo nada, pero me supuse que asintió. Sin la pared como guía,

nuestros pasos se volvieron más tentativos. Cuidadosamente colocaba un

pie en frente del otro, lentamente aumentando el peso. El suelo estaba

desigual y lleno de rocas filosas. Por debajo de nuestras voces, había un

constante sonido de fondo. Una especie de callar, como si en algún lugar en

la distancia las personas estuvieran arrastrando los pies a través de

periódicos. Era irritante.

—Necesito luz —dije.

—Siempre puedes proyectar una como lo de ese chico Nathanial.

Cerré mis ojos e imaginé una vela.

—Nik, estoy bromeando. Por favor no me digas que lo estás

intentando.

—Shhh.

—La imagen de Nathanial hubiera tomado todo lo que tenías. Más,

estamos en los Túneles ahora, y ellos te drenan rápido.

Ya podía sentirlos trabajando en mi energía. Pero me concentré todo

lo que podía en una pequeña flama de vela. Y solo cuando pensé que no

podía mantener la concentración más, un pequeño resplandor apareció.

Ardió brillantemente en la oscuridad.

Miramos alrededor de nosotros… y nos congelamos.


324

Bookzinga

A primera vista los muros parecían estar moviéndose. Pero

rápidamente me di cuenta de que no era las paredes en sí mismas. Era lo

que había dentro de ellas.

Saliendo de la arcilla y la suciedad eran cientos… miles de manos.

Aplastadas juntas. Dedos entrelazados. Estirándose. Agarrando… nada.

Mi pequeña llama colgando en el aire, iluminando el rostro de Cole.

—¿Qué demonios? —dijo.

Se giró alrededor. Más manos. Cientos. Miles.

Ambos instintivamente retrocedimos al centro del túnel, dando

vueltas de espaldas el uno al otro. Las manos iban tan lejos como podía ver

a donde desparecían más abajo del túnel. Me centré en una de las manos.

Estaba abriéndose y cerrándose como si buscara por algo para agarrarse. La

mano de debajo de ella era más flaca, con una palidez claramente gris. Los

huesos en la punta del dedo casi saliéndose de la piel. Esa mano, buscando

firmeza yacía inerte.

Montones de manos estaban inertes.

Otras eran frescas y rosas, y esas eran las que estaban creando la

ilusión de muros moviéndose. Se alzaban y agarraban; dedos enredados con

otros dedos, algunos agarraban las manos flácidas como si todas quisieran

algo para retener.

Cole inclinó su cabeza hacia atrás y lo sentí temblar contra mí.

Oh no. Seguí su mirada al techo. Estaba lleno de manos. Inclinándose

hacía nosotros. Esas manos se parecían vivas como si la atracción de la

gravedad al suelo les daba energía extra. Me agaché. Los dedos más

cercanos estaban a menos de un par de pies de alcance, pero no puede

evitarlo.

Cole me agarró del brazo.

—Está bien, Nik. Son solo manos. —Sonó como si estuviera tratando

de convencerse a sí mismo.


325

Bookzinga

—Sí. Miles de ellas. Sobresaliendo de las paredes. Moviéndose. Seguro,

todo está bien. Por los Túneles del infierno. —Solté una risita nerviosa. Mi

cerebro estaba oficialmente en huelga. Mi pequeña flama de vela se

desmoronaba y parecía convertirse en polvo. Los Túneles estaban

rápidamente consumiendo mi energía.

—Nada cambió, Nik. Todavía tienes tu conexión con Jack, ¿verdad?

¿Aún puedes sentirla?

Cerré mis ojos y me concentre en el tirón de mi pecho. Asentí.

—Está bien. Vas a conducirnos a Jack. Estaré justo detrás de ti.

No sabía lo que era peor: viendo las manos alrededor de nosotros o

vagando en la oscuridad y sabiendo que están a nuestro alrededor.

No podía ignorar el callado sonido que ahora sabía que era el roce de

la carne con carne unas mil veces más.

Centrarme en la atadura. Centrarme en la conexión. Encontrar a Jack.

Realmente quería que la atadura me señalara la dirección por la que

habíamos llegado, en lugar llevarme más profundo en la oscuridad.

Empezamos caminando. Lentamente. Del talón a los pies. El

constante repiqueteo de piel contra piel, miles de dedos rozando unos contra

otros, hace a mi piel picar. Cole parecía sentir esto, porque siguió hablando.

—¿Qué es lo primero que vas a decirle a Jack? —preguntó Cole.

—No lo sé. Había únicamente pensado acerca de obtenerlo. No tenía

pensado de después.

—¿Qué si está cambiado?

—No importa —dije resueltamente—. Pero, ¿a qué te refieres?

—Bueno, ¿que si es… viejo? Ha estado aquí abajo por años. ¿Qué si

tiene noventa? —La voz de Cole sonó muy complacida ante la idea.

—No me importaría —dije.


326

Bookzinga

—Oh, ¿no te importaría si traes a Jack todo el camino a casa de los

Túneles solo para terminar enviándolo a un asilo? ¿Estarías bien

alimentándolo con chicharos molidos tanto como los dos estuvieran juntos?

Hice una mueca.

—Créelo o no, pero lo haría. Tanto como lo tuviera de vuelta.

—Es pervertido. —Cole sonrió.

Pero sus palabras estaban perdidas en mi cabeza. Todo se sintió

pesado. Tropecé y caí al suelo, y me tomó un largo momento para

levantarme de nuevo.

—¿Estás bien Nik?

—Estoy cansada —dije, y podía escuchar lo cierto que era en mi voz.

—Son los Túneles. Intenta centrarte en algo más. —Su voz estaba

llena de preocupación, incluso pensé que intentó cubrirlo.

—¿Cómo qué?

—¿Te he contado como era estar abordo de un barco Vikingo?

Hice una mueca.

—No.

—¿Sabías que los Vikingos usaban cuervos, específicamente para

navegar las aguas? Liberaban a los cuervos, que siempre empezaban a volar

de vuelta por el camino por el que habían venido. Pero eventualmente los

cuervos volarían en diferentes caminos, y los Vikingos cambiarían el curso

a seguir.

—Huh. Fascinante —murmuré, tratando de no frenar mi marcha,

incluso pensé mi primer instinto era detenerme completamente, sentarme

en el suelo, y hacerme ovillo.

—¿No lo es, entonces?


327

Bookzinga

Sabía que Cole estaba intentado distraerme, y estaba agradecida. Me

sorprendió cuanto me gustaba él en este momento, hasta que me di cuenta

de que en cada aspecto de este viaje aparentemente si esperanza, Cole me

había sorprendido. Me pregunté por un momento como todo esto lo

cambiaría, como podía continuar alimentándose de humanos después de

todas las nobles cosas que había hecho por mí.

—Cole, ¿qué va a pasarte cuando consigamos atravesar esto?

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir… —¿Qué quise decir?—. ¿Las cosas cambiaran? ¿Para

ti? Jack estará de vuelta. Iré a casa, con mi familia. La vida continuará.

—¿Estás preocupada por mí, Nik?

Sonreí en la oscuridad.

—Por supuesto. ¿La reina no vendrá tras de ti?

—Posiblemente —dijo—. Pero en los últimos pocos siglos, he llegado

a ser muy bueno estando oculto y cambiando de identidades. Ella no es

poderosa en la Superficie de cualquier forma.

—Pero, ¿qué harás?

Cole no dijo nada por un momento. Deseé poder ver su expresión,

pero sentía como si la única energía que quedaba dentro de ti era mi

conexión. No había nada más. No hay forma de hacer luz.

Cuando habló de nuevo, su voz estaba triste.

—No te preocupes por mí. Tengo planes.

—¿Qué planes? ¿Qué quieres hacer con tu vida?

—La misma cosas que siempre he querido. Encontrar ese alguien

especial… —Podía escuchar la sonrisa afectada detrás de su voz—. Controlar

el mundo.

Antes de que pudiera preguntarle cómo planeaba hacer esto él dijo:


328

Bookzinga

—¿Sabías que los cascos de los Vikingos nunca tuvieron cuernos?

Él estaba obviamente incómodo con la conversación, así que lo dejé

zafarse del anzuelo por ahora, más porque hablar requería mucha energía.

—No-o —dije.

—Es verdad. Era solo un mito.

—Bueno, sabes cómo me siento sobre los mitos… —Mi voz se detuvo

justo ahí.

—¿Nik?

—¡Shhh! —Sentí una presión dentro de mi pecho. Más que antes. Se

me fue el aliento. Mi conexión con Jack. Él se encontraba cerca. Muy cerca.

—Lo percibo, Cole.

Y luego un pequeño milagro pasó. Cuando dimos vuelta en la

siguiente esquina, podíamos ver. Una grieta en el techo del túnel alcanzaba

todo el camino a la superficie, y una pequeña, luz opaca iluminaba las

paredes.

—Está aquí —dije.

Cole se movió a mi lado. —¿Cuál mano?

—No lo sé. —Comencé agarrando manos. Las mismas manos que me

habían asqueado solo unos minutos atrás. Agarré una, la giré, la descarté

tan pronto como pude eliminarla. La mano de después la tiré hacia mi cara,

recogí las más grandes. Las manos de Jack eran grandes. Una mano no tenía

las callosidades correctas. Otra, los nudillos estaban mal.

Me movía bajo la pared. Cole gruño.

—Tomará por siempre de esta forma. ¡Piensa en tu conexión!

Cerré mis ojos y lo quería para guiar a mi mano. Tomé otra

respiración, y agarré la mano más cercana.


329

Bookzinga

La mano me apretó de vuelta.

Abrí mis ojos. Los nudillos eran grandes y… dios. El agarre era

amplio. Extendí los dedos, abriendo la mano, y coloque la mía en la cima,

palma con palma.

Sus dedos se enrollaron sobre los míos.

Los dedos de Jack.

Los habría reconocido donde fuera.

—Jack —dije. Besé sus dedos y puse la nota Siempre Tuyo en su palma,

envolviendo sus alrededor de ella. Besé sus dedos de nuevo y puse la punta

de su pulgar en mis labios mientras hablaba: —Estoy aquí. Te guiaré a casa.

Y entonces nunca te dejaré ir de nuevo.

Sostuve su mano en mi mejilla por un momento.

—Um… ¿Nik? —La voz de Cole se oía diferente a la usual. Baja.

Llena de grava. Rota. Había pronunciado solamente dos palabras, pero eso

era todo lo que me tomó sentir su incertidumbre en estos momentos. Se

encontraba feliz por mí, pero su corazón estaba rompiéndose.

No podría haber estado aquí sin él. Me giré hacia él.

—Cole. Se esto ahora. Nunca olvidaré lo que has hecho por mí.

Nunca. ¿Me escuchas?

Asintió, pero podría ver que estaba desmoronándose, como si

encontrando a Jack pusiera fin a todo lo que quería. Porque lo sería.

Coloqué mis manos en ambos lados de su rostro y atrajé sus labios a los

míos en un ligero beso.

Fue rápido. El poder fluyó tan vertiginoso como un jadeo. La

memoria transferida era una imagen única. Jack y yo, estando en el balcón

de Cole. Los Túneles detrás de mí. Era un momento congelado en el

tiempo, pero todavía sentí el dolor que él había sentido esa noche, la noche

que habíamos intentado matarlo.


330

Bookzinga

Me retiré. Su rostro me mostró lo que ese beso significo para él. Era

todo. Incluso a pesar que el beso no duro más de un segundo, él se había

sentado. No podría ayudar a la ola de simpatía que sentí por él.

—Descansa. Voy a comenzar a excavar. —Alcancé la mano de Jack de

nuevo. No había tiempo para encontrar algo que se asemeje a una pala. Use

mis dedos, raspando la suciedad de la mano. Mientras quitaba la suciedad,

las manos alrededor de la de Jack parecían apartarse, casi como si estuvieran

dándome espacio. Estaba funcionando.

Su mano estaba en la mía. Me encontraba dándole una bola de cuerda,

solo como Ariadne había hecho por Teseo. Sería su guía. Su farola en este

mundo oscuro. Su candelabro. Como él siempre lo había sido para mí.

Cavé duro. Mis uñas se sentían como si se estuvieran desprendiendo.

—¡Está funcionando! —dije a Cole encima de mi hombro.

—Déjame tomar más.

—¿Te sientes lo suficientemente bien?

—Estoy mucho mejor ahora.

Mantuve mis ojos en la mano de Jack mientras me alejaba, es porque

no lo veía venir hasta que era muy tarde. El pie de Cole balanceándose,

duro e inmóvil. Sus ojos tenían una firme determinación hasta que su

mirada encontró la mía.

Y hubo un momento. Un fugaz segundo cuando todo parecía haberse

detenido. Su pie se congeló en el aire. Sus ojos se ampliaron. ¿Vi un atisbo

de duda?

Quizá. Pero no importaba. El instante congelado terminó. Él pie de

Cole se estrelló contra mí y estaba en el aire. Extendí la mano de Jack, y

mis uñas solo lo rozaron mientras la pared de manos desaparecía detrás de

mí en un remolino de bruma.

No fue hasta que mi destino estaba sellado y que mi curso para la

Superficie se estableció fue que finalmente encontré mi voz.


331

Bookzinga

—Cole. Por favor.

Pero no había nadie para escucharme. Lo repetí una y otra vez,

estando Cole. Pronto las palabras se convirtieron tanto una parte de mí

como respirar; y cuando la oscuridad se disipó, estaba yaciendo en el piso en

la Tienda de Paso, Ezra estando sobre mí.

—Cole. Por favor.

Se agachó.

—Cole no está aquí.

Rodé sobre mi lado y me arrugué en mí misma.

—Lo perdí.

—¿A Cole?

Sacudí mi cabeza.

—A Jack.


332

Bookzinga



En la Actualidad…

La Superficie. En la Tienda de Paso.

Qué pasó? ¿Qué pasó? —Ezra estaba todavía encima de mí.

Había renunciado a tratar de hacerme hablar— . Will

debería estar aquí pronto — dijo.

—Gracias por llamarlo —le digo. No estaba

realmente sorprendida de que Ezra había llamado a Will por mí. Ezra

nunca había actuado como si tuviera algo en contra de mí. Miré hacia él

desde mi posición en el suelo.

—¿Por qué él me echó?

—¿Quién?

—Cole —le dije—. ¿Por qué echarme cuando estábamos tan cerca?

Ezra negó con la cabeza.

—No lo sé. Está por encima de mi nivel de comprensión. —Él agarró

una bolsa de Cheetos y la abrió, ofreciéndome un poco.

—¿


333

Bookzinga

Tomé uno y mordí la punta. Fue el primer sabor de comida que había

tenido en lo que pareció semanas. La advertencia de la señora Jenkins

volvió a mí. No comas mientras estás allí. No había roto su regla, y sin

embargo había fallado.

—¿Por qué los ayudas? —le dije a Ezra—. Eres humano. ¿Esperas que

te traerán más o algo así?

Ezra me dio una sonrisa irónica.

—Lo hago por el dinero. Es un trabajo. Un trabajo en el que me pagan

un poco mejor que otros empleos. Y todo lo que tengo que hacer es

mantener silencio.

Cerré los ojos y suspiré. Fue agradable por un momento escuchar

acerca de alguien haciendo algo por una razón aburrida como el dinero.

No la vida eterna.

Cuando abrí los ojos, Ezra puso una mano en mi hombro. Me quedé

mirando el piso duro.

Ese piso por el que me deslicé muchas veces. En el peor de los casos,

tal vez podría ir de nuevo.

—¿Tienes… alguna parte de Cole? ¿O alguno de ellos?

—No, ellos son cuidadosos. Y ellos me matarían.

Las campanas tintinearon, y los pasos se dirigieron a la parte

posterior.

—¡Nikki! —Will rodeó la esquina y me recogió en sus brazos.

Enterré mi cabeza en su pecho.

—Yo lo tenía, Will. Lo tenía en la mano. Y lo perdí.

Mientras Will me ayudaba a salir de la tienda y meterme en su coche,

las lágrimas brotaron. Rápido y furiosamente. Me pregunté cuántas veces

más podría fallarle a Jack antes de que fuera demasiado tarde.


334

Bookzinga

Se ofreció a llevarme a casa, pero no estaba segura de que estaba lista

para enfrentar a mi padre todavía. Había estado desaparecida durante

veinticuatro horas desde que había desaparecido del cuarto de baño de la

doctora Hill. Tenía la esperanza de que solo se viera como si hubiera salido

por la ventana o algo así. Mientras íbamos en coche hasta el parque de la

ciudad, le dije toda la historia a Will. Cómo habíamos llegado tan lejos…

Cómo estábamos tan cerca…

Y cómo, entonces, Cole me había pateado.

Se echó hacia atrás en su asiento.

—Quizá Cole sintió algún tipo de peligro.

—Pero él me habría dicho algo primero. —Negué con la cabeza— . Y

estábamos solos. Yo habría visto las sombras. O al menos sentido.

—Tal vez fue algo más que sombras. Quiero decir, él ha venido

contigo hasta ahora. No habría razón para que él arriesgara tanto solo para

darte una patada al final. No tendría sentido. ¿Por qué habría ido contigo en

primer lugar?

—No lo sé. —Will tomó mi mano.

—No. Estoy seguro de que te estaba protegiendo de algo. Lo verás

pronto. Yo apostaría por ello.

Pero él no parecía muy convencido. Tal vez él no estaba dispuesto a

enfrentar mi fracaso.


—Eso tiene que ser. —Supongo que nunca te rindes con la gente que

amas. Lo cual me recordó algo.

—¿Me prestas el teléfono? —Will me lo entregó y llamé a mi padre.

Cuando se dio cuenta de que era yo en el teléfono, dijo unas pocas líneas

con tal practicada perfección que sospechaba que las había practicado varias

veces frente al espejo.


335

Bookzinga

—Nikki. No me importa dónde has estado. No me importa por qué te

fuiste. Solo ven a casa. Nos ocuparemos del resto más tarde.

Cuando llegué a casa, esperaba un interrogatorio de mi padre, pero no

fue así.

No hubo amenazas de sesiones de terapia de emergencia. Ni mención

de mí huida de la oficina de la doctora Hill. Ni de mi aspecto, a pesar de

que había escondido lo que quedaba de mi pelo bajo una gorra de béisbol

que me prestó Will, y mi sudadera con capucha tenía subida la cremallera,

cubriendo las quemaduras.

Había solo el olor a comida preparada desde el Café Trang. Verduras

salteadas y pollo crujiente con arroz al vapor, en cajas blancas sobre la mesa

de la cocina.

Papá y Tommy habían empezado sin mí. Tal vez por eso el

interrogatorio no había comenzado. Tommy sostuvo una cucharada

colmada de pollo y arroz a medio camino entre el plato y la boca. Mi padre

estaba agarrando el pollo kung pao con un par de palillos. Él había tratado de

enseñarme cómo usar los palillos cuando tenía doce años, pero nunca llegué

más allá de los palos del kiddie con la banda de goma y el papel enrollado

como punto de apoyo.

Cuando me vio, su rostro se relajó y él parpadeó ante la repentina

humedad en sus ojos.

—Nikki —dijo mi nombre en voz baja, pero las dos sílabas estaban

llenas de amor—. Ven sírvete tú misma. —Hizo un gesto a un plato vacío

en la mesa—. ¿Tienes hambre?

— Sí. —Me senté, y él puso una cucharada de pollo en mi plato. Miré

su cara, buscando algún tipo de pista sobre lo que estaba pensando, pero no

había nada.

—Papá, ¿no vamos a hablar de lo sucedido en la oficina de la doctora

Hill?


336

Bookzinga

Suspiró.

—No. No esta noche.

—Pero…

—Déjalo, Nikki. —Se inclinó hacia mí, mirándome a los ojos—. La

doctora Hill te quiere en el centro de tratamiento. Sobre todo después de

ayer. Pero me dijiste que te diera cuarenta y ocho horas. —Buscó mi cara

otra vez—. No estoy seguro de cuál es el próximo paso. Me dije que si no

llegabas a casa esta noche, volvería a considerar el tratamiento de pacientes.

Pero volviste. —Él miró hacia abajo—. Yo no reaccioné bien la última vez.

No debería haber puesto Valium en tu agua. La doctora Hill dijo que había

roto nuestra confianza, y que no se sorprendería si no regresabas después de

eso. Pero lo hiciste. Así que durante los próximos días, vamos a dar un paso

atrás de nuestros errores. Vamos a reagruparnos. Dejarlo hervir a fuego

lento. Y luego vamos a revaluarlo.

Sonreí ante su elección de palabras. Sonaba exactamente como algo

que diría en una reunión con sus principales asesores. Pero yo lo tomaría.

Mi papá me estaba ofreciendo la gracia, que era más de lo que merecía.

—Gracias, papá.

—Y, Nik, si vas a mentirme, no hay necesidad de inventar historias

fantásticas acerca de realidades alternas. Prefiero simplemente que no me

digas nada.

—Está bien.

Esa noche dormí. No había ni rastro de Jack. A la mañana siguiente,

me puse el sombrero de nuevo y entonces le dije a mi padre que iba a tomar

un café, pero en cambio conduje hasta el apartamento de Cole. Llamé a la

puerta. La golpeé. Las luces estaban apagadas, y no había ningún ruido en el

interior. Me senté en el porche con la espalda contra la puerta. Me senté allí

durante tres horas. Nadie vino. Ni Gavin, ni Oliver. Ni siquiera Max.


337

Bookzinga

¿No había vuelto a la superficie después de que desapareció en el

laberinto?

No me podía quedar más tiempo. No podía poner a prueba los niveles

de ansiedad de mi padre. Cuando entré por la puerta, llevando un café para

él, no pudo ocultar el alivio en su rostro. Le entregué el café y luego me fui

a mi habitación. Me quedé mirando el suelo. Esperando por la mano de

Cole.

Veinticuatro horas. Cole nunca había dejado pasar tanto tiempo sin

llevarme de nuevo abajo. Seguí repitiendo los acontecimientos en mi

cabeza. Habíamos hecho un buen progreso en la excavación de Jack.

Habíamos estado solos en los túneles. ¿No lo estábamos? Tenía que

haber algo más en la situación. Había algo que no estaba agarrando. O tal

vez era algo que no quería enfrentar. ¿Cole me traicionó? ¿Odiaba a Jack

tanto que cuando llegó el momento de su salvación, no podía ver eso pasar?

¿Se estaba escondiendo de mí ahora, por la vergüenza? ¿Me estaba mirando

desde el Everneath?

—Cole —le dije, mi voz sonó fuerte y loca en mi habitación

tranquila—. Si me estás viendo, está bien que te hayas asustado. Solo

llévame de vuelta. Llévame de vuelta y vamos a pretender que no sucedió.

Estamos tan cerca.

Me bajé de la cama y me agaché junto a la alfombra, mirando las

fibras hasta que pensé que me quedaría ciega.

Veinte minutos más tarde, todavía estaba esperando. Nada. Esa

noche, dormí. Fue un sueño lleno de oscuridad. Vacío de cualquier sonido o

imágenes. Fue un sueño solitario. ¿Cómo había sucedido esto? ¿Cómo había

llegado tan cerca… envolviendo mis dedos alrededor de los suyos de

nuevo… y fallado? Todo lo que podía hacer era sentarme en el lado de mi

cama y mirar al suelo.

¿Cómo lo había perdido otra vez? La presa alrededor de mi corazón se

fue, y mis emociones me recorrieron en oleadas. En un momento fue como

si estuviera de vuelta en los túneles, con todo drenado a excepción del


338

Bookzinga

recuerdo del tacto de sus dedos. Entonces me acordaría de su cara, su beso…

y todo fluiría a través de mí otra vez. Pero había demasiados agujeros en

mí. Demasiados lugares que los Sempiternos habían destrozado.

Demasiadas pérdidas que los túneles habían hecho. No pude mantener mi

entereza este momento. Si Cole no venía por mí pronto, ninguna cantidad

de pegamento volvería a arreglarme. Negué con la cabeza y golpeé contra la

pared un par de veces.

No lo había perdido. Él no se había ido. Cole iba a volver. Su mano

aparecería, y yo la agarraría y él me arrastraría de vuelta a los túneles y

explicaría lo que pasó. Él solo estaba esperando cuando estuviera segura de

nuevo. Cerré mis ojos y enterré mi cara en mis rodillas. El tiempo pasaba

lentamente, o tal vez estaba volando, y lo único que podía hacer era

sentarme en una bola en mi cama. Rodando atrás y adelante.

—¿Nikki? Me dirijo al trabajo. —Pausa—. ¿Estás bien?

Puse mi voz más alegre.

—Sip. Solo estoy leyendo. ¡Que tengas un buen día!

Probablemente no lo compró, pero se fue. Tal vez solo estaba aliviado

de que yo estuviera en casa. A veces casi podía imaginarme, como si

estuviera fuera de mi propio cuerpo y mirándome desde la esquina. La chica

en la cama se veía con los ojos abiertos. Pelo salvaje. Y un poco loca. Tenía

las uñas mordidas hasta la raíz. En el lado derecho de su cabeza había

desaparecido la mayor parte de su cabello. Pero si yo estaba lo

suficientemente sana como para reconocer cuan loca me veía, ¿estaba

realmente loca? Oh, dios. Necesitaba salir de allí. Pero, ¿a dónde ir?

Will me había dejado varios mensajes, ninguno de los cuales le

respondí. Tal vez él asumió que ya estaba de vuelta en los túneles. No podía

enfrentarme a él diciéndole la verdad. Todavía estaba en la Superficie. Y yo

estaba empezando a pensar que Cole nunca regresaría. Entonces me acordé

de la señora Jenkins. Ella había dicho que iba a buscar en algunos de los

viejos libros que había en el sótano. Tal vez si yo le contaba lo que había


339

Bookzinga

pasado, ella tendría una idea de por qué Cole me echó. De lo que él tenía

miedo. Y que debería hacer ahora.

Alguien tenía que saber lo que debería hacer ahora. Haría cualquier

cosa, si alguien me dijera qué hacer.

—Levántate —me susurré, mis labios sobre mis rodillas.

Me había revolcado lo suficiente. Se lo debía a Jack. Me imaginé que

me hablaba. “Levántate, Becks. Levántate ahora”.

Finalmente, en un último empuje para hacerme salir de la cama, me

clavé los dientes en mi rodilla. Lo suficiente y el tiempo suficiente para

extraer sangre. Una pequeña gota se formó en el lugar, cada vez más

grande, hasta que comenzó a correr por mi pierna. La miré pasar, la

gravedad tirándola hacia abajo por la espinilla, el tobillo, todo el camino

hasta el pie. Cuando estaba a una pulgada de distancia de alcanzar el

edredón, salté de la cama.

Podía revolcarme por días en la cama, pero no iba a derramar sangre

en las sábanas. Mi razonamiento sonaba ridículo, incluso para mí. Pero yo

estaba de pie. Y me dirigí a la ducha. Dos tazas llenas de café más tarde, me

dirigí a la casa de la señora Jenkins. No hubo respuesta en mi primer golpe.

Di un paso atrás y miré por las ventanas.

No había luces. Ella siempre estaba en casa, ¿no es cierto? Caminé

por el lado de la casa al garaje. Allí, aparcado en frente, estaba un viejo

Honda Civic. El mismo que suele estar estacionado allí. ¿Alguien la había

recogido? Yo no creo que tuviera ningún amigo.

Me dirigí hacia el frente de nuevo cuando por la cortina translúcida

un contorno de una figura me llamó la atención. Una silueta de alguien… la

señora Jenkins, supondría, desde el perfil, sentada en el sofá.

¿Por qué estaba haciendo caso omiso de mis golpes? Mirando por la

ventana, tratando de conseguir una mirada más clara, llamé de nuevo. Pero

la persona no se movió.


340

Bookzinga

—¡Señora Jenkins! Es Nikki —dije en voz alta. Todavía sin

movimiento. Fui a la parte delantera de la casa, toqué a la puerta, y,

sorprendentemente, se abrió con un crujido, como si no hubiera estado

cerrada por completo. La empujé abriéndola más.

—¿Señora Jenkins? Es Nikki. ¿Está bien? —No hubo respuesta. Miré

a mí alrededor. El lugar estaba… diferente. Tranquilo. Negué con la cabeza.

En serio, Becks, busca solución— . ¿Señora Jenkins? Voy a entrar.

Hice la caminata familiar pasando el vestíbulo y en la sala de estar.

La señora Jenkins estaba sentada en el sofá, de espaldas a mí. Sabía que era

ella, porque el pelo de color gris plateado estaba recogido en la misma cola

de caballo.

Papeles estaban esparcidos sobre la mesa de café delante de ella. Tal

vez había encontrado algo en el sótano. Algo que me podría ayudar.

—¿Hola? —le dije. Mi voz parecía fuerte. Demasiado fuerte. Y de

repente mi respiración era demasiado fuerte. Fui de puntillas hacia el lado

del sofá, y mientras doblaba la esquina, todo pareció congelarse. Era la

señora Jenkins sentada allí. Solo que se veía en nada como a ella. Su piel

colgaba de su esqueleto. Tenía los ojos hundidos y secos, y su cabeza parecía

como si alguien hubiera hecho un cráneo de papel maché con papel gris y

pegó una peluca en la parte superior. Sus dedos estaban envueltos alrededor

de la manija de una de sus tazas de té, el plato en precario equilibrio en el

regazo.

—¿Señora Jenkins? —dijo una voz suave. Me tomó un momento

darme cuenta de que era yo. Nunca hubiera intentado conscientemente

hablar con ella teniendo en cuenta la forma en que estaba. No sé por qué,

pero fui a tomar el té de su mano. En ese instante, su cuerpo se desinfló aún

más, como si el resto del aire que mantenía su figura había escapado. La

señora Jenkins estaba muerta. Más muerta de lo que nunca había visto a

nadie. La gente no solo se marchita espontáneamente. Ella había estado

bien hace dos días. Esa fue la última vez que la visité, ¿no? ¿Cuándo ella me

había dado la medalla de Nathanial? Alguien le hizo esto. Alguien fuerte.

Alguien que todavía podría estar cerca.


341

Bookzinga

Instintivamente, retrocedí y me encontré con la mesita, derribando lo

que había encima hacia los azulejos, una de las figuras rompiéndose sobre el

suelo. Tenía que salir de aquí. Lo que le había sucedido, no fue causado por

otro ser humano. Un inmortal, tal vez. Pero no un ser humano. Dejé la taza

de té y me puse a limpiar, por si acaso, las huellas dactilares, lo que

rápidamente me di cuenta de que era una cosa ridícula por la que

preocuparse. Mis huellas no estaban en el registro ni nada. Y yo no había

hecho nada malo.

El sonido del motor de un carro afuera me congelo. El encendido se

apagó y una puerta se cerró de un portazo.

—Mierda —suspiré. Miré a los libros y documentos sobre la mesa de

café. Esta podría ser mi última oportunidad de apoderarme de ellos. Sin

pensarlo, cogí tanto como pude en mis brazos, entonces yo salí corriendo de

la sala y hacia la puerta principal, la abrí… y corrí de cabeza hacia alguien

con una chaqueta familiar de color beige.

Los papeles volaron por todas partes.

Era el detective Jackson.

Nuestros ojos se encontraron, y por un momento consideré correr.

Pero yo no hice nada malo. Me dije a mí misma una y otra vez que yo

no hice nada malo.

El detective Jackson me agarró por los hombros. No me había dado

cuenta de que había estado diciendo las palabras en voz alta.

—Nikki, ¿estás bien?

—Llame al 911.


342

Bookzinga



En la Actualidad…

La Superficie. La casa de la Señora Jenkins.

l Detective Jackson miró detrás de mí, en la casa, y luego dijo:

—Quédate aquí.

Asentí, y me hundí en el escalón, él entró a toda carrera al

interior. Recogí los papeles y los apilé ordenadamente,

alineándolos perfectamente, como si eso pudiera ayudar a que todo lo que

había sucedido tuviera sentido. Luego los sostuve contra mi pecho.

La calle estaba tranquila. Vacía. Me sentí expuesta sentada en el

porche, pero no tenía ni idea de qué, exactamente, debería temer.

La señora Jenkins. Muerta. No solo muerta. Drenada. ¿Existe alguna

otra explicación? No, yo nunca había visto nada igual. Pero había oído

hablar de algo parecido. Sonaba como la forma en que todos pensaban que

Adonia había muerto: toda la energía succionada de ella tan rápido que no

E


343

Bookzinga

había quedado nada más que una cáscara. ¿Lo mismo le sucedió a la señora

Jenkins?

Pero, ¿quién podría hacer algo como eso?

—No hice nada malo —dije de nuevo. Pero no pude evitar sentirme

responsable—. Cole —dije en voz alta—. ¿Qué está pasando?

Nadie respondió.

El Detective Jackson salió de la casa y se sentó a mi lado.

—¿Ha llamado al 911? —le pregunté.

Él suspiró.

—Llamé a la policía. No hay nada que una ambulancia pueda hacer en

este momento.

Nos sentamos en silencio durante unos minutos.

—¿Qué tienes ahí? —preguntó, y señaló los papeles y libros en mis

brazos.

Todo lo que yo había recuperado tenía un aspecto antiguo. El

pergamino estaba teñido y áspero alrededor de los bordes. Las columnas de

los libros estaban rotas en cientos de lugares, y el título hacía tiempo que se

había desgastado.

Pensé rápidamente.

—Solo algunas cosas que traía para mostrárselas. Coleccionaba

antigüedades.

El ulular de las sirenas resonó a lo lejos. Tal vez por eso él no me

preguntó nada más al respecto. La comisaría estaba cerca por el cañón, de

modo que las paredes de la montaña transportaban el sonido.

—¿Estoy en problemas? —pregunté.

—¿La has matado?


344

Bookzinga

Levanté la cabeza de golpe.

—¡No!

Puso una mano sobre mi hombro, y me di cuenta de que estaba

sonriendo.

—Lo sé. Te he seguido desde tu casa. Además del hecho que no creo

que tengas en ti lo necesario para tomar una vida, tampoco tuviste tiempo.

Ella se ha ido desde hace un rato, así parece. No creo que tuvieras nada que

ver con… lo que pasó aquí.

—¿Qué pasó?

—No lo sé.

Las sirenas se hicieron más fuerte, y unos minutos más tarde, el

coche patrulla llegó por primera vez a la vista. El Detective Jackson me

miró.

—Vamos a enfrentarlos juntos.

—Pensé que me odiaba.

—Nikki, estoy investigando la desaparición de un chico, y tú fuiste la

última en verlo. Pero es una investigación. No es una venganza.

Respondí a sus preguntas. Expliqué cómo la encontré. Cómo la puerta

estaba abierta. El Detective Jackson respaldó mi historia, sobre todo la línea

de tiempo, lo que no habría permitido ninguna participación en algún

posible juego sucio. Por una vez fue una suerte que el detective me hubiera

estado siguiendo.


345

Bookzinga

Escuché a los policías dando sus teorías. La señora Jenkins era una

mujer tranquila. Reservada. Probablemente había estado muerta durante

semanas, teniendo en cuenta en cómo su cuerpo estaba descompuesto.

Yo sabía que ella ni siquiera había estado muerta durante días. La

había visto solo dos días antes.

Pero nadie lo sabía. Ni siquiera el detective.

No le dije a mi papá lo que había sucedido. Si la policía tenía más

preguntas, él lo descubriría entonces. Pero no pensé que lo hicieran. Ellos ya

habían explicado de lejos lo que había pasado.

Ahora estaba sola con mis propios pensamientos en cuanto a la

verdad de lo sucedido. Pero, ¿cuál era la verdad?

Alguien había drenado a la señora Jenkins, hasta el punto donde su

cuerpo parecía una momia centenaria. Pero, ¿quién era suficientemente

poderoso para hacerlo? La reina, probablemente. Pero, ¿podrían otros

Sempiternos hacerlo? ¿Destruir a alguien tan completamente? ¿Podrían las

Sombras hacerlo?

¿Murió con la falsa esperanza de que un día se le concediera la vida

eterna por una futura reina?

No podía pensar más en eso. Mi cuerpo estaba desplomándose. Dejé

el libro y los papeles que había tomado de la casa de la señora Jenkins en mi

escritorio y luego colapsé en la cama, acurrucándome y metiendo la colcha

debajo de mi barbilla. Mi cerebro no podía aguantar más. Justo cuando mi

padre y la doctora Hill me estaban dando espacio, por primera vez en mi

vida, me sentía como si estuviera detonando.


346

Bookzinga

Doblé mis rodillas hasta mi pecho, apreté la cabeza más dentro en mi

almohada y cerré los ojos. Debo de haber caído dormida, porque la voz de

Jack vino a mí.

En la Actualidad…

En mi sueño.

Puedo oírlo, pero no puedo verlo.

—Hola. —Su voz suena como si viniera de justo a mi lado, desde su lugar de

siempre a mi lado en mi cama.

Aguanto la respiración. Parece tan real. No sé por qué no puedo verlo.

¿Todavía está vivo? ¿Estoy soñando con estar en los Túneles con él?

—¿No vas a decir nada? —dice él.

¿Cómo puedo decirle qué tan cerca estuve, solo que he fallado? Mejor no decir

nada. Si este es realmente él, y no solo un sueño regular sobre él, no quiero que

pierda la esperanza. A pesar de que mi propia esperanza estaba borrándose.

—Te he echado de menos —dijo Jack—. Tanto. No sé cómo llegué aquí.

—Lo sé —digo. ¿Se ha olvidado de cómo él tomó mi lugar?—. Tú estás ahí

por mí.

—No pareces sorprendida.

Respingo.

—¿Sorprendida de qué?


347

Bookzinga

—Que yo esté aquí.

—Siempre estás aquí.

—¿Lo estoy?

—Por supuesto.

—¿Qué puedo decir? —Suena curioso.

—Cosas.

—¿Cómo qué?

—Siempre dices que me echas de menos.

Él me da una risa suave.

—Eso es obvio. ¿Qué más?

—Hablas de la época en que Jules te dijo que te gustaba.

—¿Y?

Mis palabras fluyen.

—Me dices que me amas. Me dices que nunca te irás.

—¿Puedes al menos mirarme, Becks? —dice.

Abro los ojos para descubrir que estoy mirando a la pared al lado de mi

cama. Lo que es raro, porque en mis sueños siempre estoy mirando hacia el centro de

forma automática, para ver a Jack.

Es por eso que está oscuro.

¿Qué…?


348

Bookzinga

En la Actualidad…


Me di la vuelta y lo miré. Y me quedé sin aliento.

Jack no estaba de vuelta en mis sueños. Él estaba aquí. Él estaba vivo.

Y estaba cubierto de lo que parecía una espesa capa de hollín. Terribles

heridas rojas cubrían su rostro, y continuaban por sus brazos y piernas. Sus

ropas eran simples harapos, cubiertas de hollín y sangre.

Tenía los ojos apenas abiertos, aberturas oscuras en su cara hinchada.

Sus pies colgaban por el borde de la cama, y por un breve instante pensé que

parecía demasiado grande para ser mi Jack.

Me moví a tocar su cara, pero sostuve mi mano justo encima de

donde yo la habría puesto en contacto si él hubiera sido real.

—¿Qué te ha pasado? —Mi respiración salía fuerte y rápida—. ¿Estás

herido? ¿Estás muerto?

Él sonrió.

—¿Muerto? Nunca me he sentido más vivo. —Abrió la mano, y en su

interior había una nota. Nuestra nota.

Siempre tuyo.


349

Bookzinga

Sin pensarlo, me fui a alcanzarlo. Y lo agarré.

Me quedé helada. El papel estaba en mi mano. Lo había tomado. La

nota era real. Era tangible, y estaba en mi mano. La dejé caer y agarré la

mano de Jack. Su mano de verdad.

Lo miré a sus ojos.

—¿Qué…? —Vi la ventana en la esquina de mi habitación. Estaba

entreabierta. Como si alguien acabara de entrar.

Traté de hablar, pero las respiraciones estaban saliendo demasiado

rápido.

—Pon tu cabeza entre las rodillas. —Me instó a bajar la cabeza, y

trazó sus dedos hacia arriba y abajo por mi espalda. Permaneció tranquilo,

mientras que yo disminuía mi respiración—. Ya está. ¿Estás bien ahora?

Me senté poco a poco. No había manera de que fuera a perder el

conocimiento. No había manera de que fuera a dejarlo fuera de mi vista.

—No, no estoy bien. ¿De verdad eres tú?

Jack asintió.

—¿Cómo?

—No estoy seguro. Estaba enterrado vivo. Entonces sentí tu mano.

Me diste la nota. Y besaste mis dedos.

Sonrió porque a medida que él decía estas palabras, ya estaba besando

sus dedos.

—Me aferré. Esperando a que regresaras. Finalmente, la nota empezó

a alejarse, como si estuviera atada a una cuerda o algo; y pensé que

significaba que te estabas yendo. Pero no la soltaría. Se alejó, y yo la seguí.

Fue la parte de excavar lo que pareció llevar días. Excavé y arañé hasta que

estuve fuera de la pared. No podía ver nada, pero la nota seguía alejándose.

Estaba tan cansado. Tan débil. Pero me aferré a la nota, y lo siguiente que


350

Bookzinga

supe fue que estaba en el aire. Al menos se sentía de esa manera. No podía

ver.

Sonaba casi como una patada, pero él estaba siendo sacado del

Everneath en lugar de ser empujado.

Parpadeó un par de veces y entrecerró los ojos.

—Todavía no puedo ver muy bien. Me gustaría poder ver tu cara.

Tomé su mano y apoyé la mejilla en su palma.

—Puedes.

Se inclinó cerca; y cuando estaba a solo un par de centímetros de

distancia, sentí el susurro de mi energía yendo fuera de mí y dentro de él.

Debe haber estado tan vacío. Lo sabía, porque cuando había regresado tan

drenada después del Vínculo, había robado energía de él de la misma

manera.

—Lo siento —dijo Jack. Trató de retroceder, pero no se lo permití.

—Bésame.

—Pero…

—No discutas. —Él no se movió, así que básicamente lo derribé. Y

entonces nuestros labios se estrellaron entre sí. Nos besamos hasta que la

inicial avalancha de emociones de mí hacia él lo había calmado, y luego nos

besamos un poco más.

Entonces yo estaba agarrándolo y hundiendo mis dedos en sus

hombros. Su espalda. Entrelazándolos en su cabello. Manteniéndolo aquí, y

manteniéndolo real. Él me devolvió el beso con una intensidad similar, y

pensé en cómo ningún sueño podía sentirse así de tangible.

Y fue mucho tiempo antes de que nos acordáramos de dónde

estábamos. Dormimos con nuestros dedos y piernas enredadas entre sí.


351

Bookzinga

Capítulo 33

Traducido por: Lizzie


En la Actualidad…


la mañana siguiente lo observé dormir. El aleteo de sus

párpados. Las contracciones de sus labios, como si

estuviera soñando con besarme.

La inflamación en su rostro se había ido un poco, pero muchos de los

cortes en su cuerpo aún sangraban. Estaba tan concentrada en tenerlo de

vuelta y en mis brazos, que no había sido muy buena en atender sus

heridas.

Me moví lejos de él y traté de arrastrarme fuera de la cama, pero en

un movimiento rápido como un rayo, su mano se envolvió alrededor de mi

muñeca.

—Tú no vas a ninguna parte —dijo.

—Pero tus cortes…

Me atrajo hacia él, interrumpiendo mis palabras con sus labios tan

rápido que literalmente me quitó el aliento.

A


352

Bookzinga

El sol se había levantado en el cielo antes de que nos detuviéramos

nuevamente. Finalmente, insistí en que tenía que comer algo y teníamos

que limpiarlo. Había gente que estaba tan dedicada a Jack como yo, y

necesitaban saber que él estaba de vuelta. Will. La mamá de Jack. Jules.

Incluso mi familia.

Mi papá estaba en el trabajo, y Tommy estaba pescando con un

amigo, así que teníamos el lugar para nosotros. Dejé que Jack descansara

mientras lanzaba una pizza de pepperoni congelada en el microondas.

Se había estado cocinando por treinta segundos cuando escuché una

conmoción viniendo de mi dormitorio. Corrí por el pasillo hasta encontrar

a Jack apoyado en la pared.

—No creo que estuviera preparado para levantarme.

Puse su brazo alrededor de mis hombros y me di cuenta una vez más

de lo mucho que había cambiado. No solo era más alto. Era más grande

también. Casi desaparecí bajo su brazo. Negué con la cabeza. Tal vez estaba

recordando sus dimensiones equivocadamente.

Recuperó su equilibrio, y cuando la pizza se terminó de cocinar, se la

comió. Entera. Estando de pie.

Me senté en la encimera de la cocina, observándolo. Fue muy bueno

verlo comer. Fue tan normal.

Pero me di cuenta de su tamaño otra vez mientras sus manos

doblaban las rebanadas de pizza por la mitad. Parecían más grandes. Todo

en él parecía grande, desde los músculos que envolvían sus brazos como

cuerdas hasta la amplitud de sus hombros.

—Estás más grande —le dije.

Levantó una ceja, a media mordida. Él me había dado la misma cara

muchas veces cuando pensaba que yo había dicho algo gracioso. La única

diferencia era que ahora sus ojos no se enfocaban en mí cara. Todavía no

podía verme claramente.


353

Bookzinga

—Lo eres —le dije—. Mírate.

—Ha pasado un largo tiempo desde que me miré.

—Bueno, deberías. —Levanté mi mano—. Pero no ahora mismo.

Estás hecho un desastre.

Se tocó la cara.

—¿Están todas las facciones donde se supone que estén?

Apreté los labios.

—Sí. Pero lucen como si hubieras estado nadando en cenizas. Y huele

como a eso también.

Dejó caer el trozo de pizza sin terminar en la caja de cartón, y vino a

pararse delante de mí. Poniendo sus manos a ambos lados de mis piernas, se

inclinó.

—Siempre dijiste que te gustaba ese olor a fogata.

Todavía tenía que mirar hacia arriba para encontrarme con su

mirada. No lo estaba imaginando.

—Eres más alto también, creo. —Sus ojos parpadearon y se tambaleó

hacia atrás. Salté de la mesa y puse su brazo sobre mis hombros—. Guau.

¿Estás bien?

Asintió con la cabeza, pero no contestó.

—Vamos a llevarte a que te acuestes.

Lo llevé a mi habitación, donde se desplomó en la cama. Después de

solo unos momentos, sus ojos estaban cerrados y su respiración uniforme.

Me puse de pie, pero él me agarró del brazo.

—No te vayas.

Sonreí.


354

Bookzinga

—No lo haré. Solo voy a conseguir un paño húmedo. Así puedo tratar

de limpiar el desastre que es tu cara.

Su apretón en mi brazo se aflojó.

—Está bien. Pero regresa luego de eso. —Cuando me dejó ir, sus

dedos dejaron marcas blancas en mi brazo. No podía creer lo fuerte que era.

Cuando lo había imaginado en los Túneles durante años, pensaba que

estaba cada vez más débil. Pero en este momento, a excepción de sus casi

desmayos, parecía más fuerte de lo que nunca había sido.

Y más grande.

No puedo imaginar por qué. No era por nada que hubiera sucedido en

la Superficie. Él regresó esta manera. ¿Qué había sucedido en los Túneles?

Negué con la cabeza a cuántas preguntas sin respuesta más

probablemente tendríamos. Por lo menos ahora teníamos tiempo para

averiguarlo. Agarrando un paño, una toalla, jabón y un recipiente con agua

caliente, me apresuré a volver a la habitación. Sus ojos aún estaban

cerrados. Me senté en el borde de la cama, mojé el paño en el agua, y

empecé con la frente. Después de unos pocos restriegues sus rasgos eran

visibles.

—Hola —le dije.

Sonrió.

—Hola.

—Todavía no puedo creer que estés aquí. Ayer estaba convencida que

nada volvería a estar bien de nuevo. Pero aquí estás.

—¿Qué pasó ayer?

Negué con la cabeza, reacia a contarle lo de la horrible muerte de la

señora Jenkins.

—Nada de lo que tengamos que hablar en este momento. Pero hay un

asunto urgente.


355

Bookzinga

—¿Cuál?

—Tu mamá. Ella contrató a un detective para rastrearte. Tienes que

verla. Hazle saber que estás bien.

—Vamos a ir juntos.

Pensé en mi último encuentro con su madre. En la graduación de

Jack. Parecía que había pasado mucho tiempo, pero el recuerdo estaría

fresco en su mente.

—Probablemente deberías ir solo. Creo que preferiría verte... sin mí.

—No voy a dejarte.

—Lo prometo, sería mejor…

Agarró mí mano, tan rápido que apenas pude ver el movimiento.

—Yo. No. Te. Dejaré.

Hice una mueca.

—Está bien. Solo... afloja un poco. —Empecé a soltar sus dedos de mi

mano para que la circulación pudiera regresar.

—Lo siento, Becks.

Sonreí.

—Como dije. Eres más grande ahora.

Llamé a Will y le dije que se asegurara de que su mamá estaba en

casa. No le dije nada más, excepto que estaría allí en unos minutos.

Una vez que estuvimos en frente de su casa, Jack se dirigió hacia la

puerta y yo me apoyé en el auto.

—Vamos, Becks.

Tendió su mano hacía mí. Negué con la cabeza.


356

Bookzinga

—Tu familia merece este momento. A solas. Por favor, confía en mí.

Voy a estar aquí.

Parecía inseguro, pero llamó de todos modos. La puerta se abrió, y

entonces Will estaba derribando a su hermano pequeño. Jack fue siempre

más alto, pero ahora parecía tener al menos treinta centímetros sobre Will.

La señora Caputo salió al porche y abrazó a su hijo perdido, las

lágrimas corrían por su rostro.

Will levantó la mano hacía mí, y yo le devolví el saludo. Los tres

formaban un círculo, sus brazos entrelazados entre sí. La escena era muy

tierna. Yo no sabía lo que Jack diría a su madre acerca de dónde había

estado. Eso quedaba en él.

Caminé por la calle y alrededor de la esquina. Se merecían este

tiempo juntos, sin mí allí.

Vagué a través de los barrios, contemplando los acontecimientos de

los últimos dos días. ¿Cómo había sucedido? ¿Cómo había resultado de esta

manera?

Ayer había pensado que mi mundo estaba dividiéndose. Pero ahora...

Sí, la señora Jenkins todavía estaba muerta. Pero yo no tenía nada que ver

con eso. Tal vez ella había muerto a causa de su asociación con las Hijas de

Perséfone. Pero eso no era mi culpa. Yo no era una amenaza para la reina.

Yo era humana, y no iba a volver al Everneath pronto.

Y, ¿qué pasó con Cole? ¿A dónde se fue? ¿Él había planeado esto?

Si él lo hizo, entonces, ¿dónde estaba? ¿Sabía cómo había salido todo?

No. Si él lo hubiera hecho, hubiera estado de vuelta en mi habitación,

regodeándose con lo mucho que había sacrificado por mí y exigiendo algún

tipo de recompensa.

¿No?


357

Bookzinga

¿Qué si su ausencia era un signo de algo más siniestro? La última vez

que lo vi fue en los Túneles. No el ambiente más amigable. ¿Y si algo le

había sucedido después de que me fui?

Había demasiadas preguntas. Pero solo una respuesta que me

importaba en este momento. Jack estaba de vuelta. Y nunca lo dejaría de

nuevo.

Cuando doblé la última curva en dirección a la casa Caputo, Jack

salió trotando hacia mí. Sus gafas de sol estaban alzadas sobre su nariz. Su

vieja camiseta de los Gigantes estirada sobre su pecho.

Lanzó sus brazos alrededor de mí y me recogió en un fuerte abrazo.

—Dijiste que te quedarías ahí.

Mis pies estaban colgando en el aire. Enterré mi cara contra su cuello.

Tenía el cabello húmedo.

—Te duchaste.

Besó mi cuello.

—Tenía que deshacerme del olor a ceniza.

—¿Qué le dijiste a tu mamá?

Él me dejó abajo y frunció el ceño.

—Le dije que he estado fuera. Es difícil de explicar, así que ni siquiera

lo intenté. No tengo ni idea de que decir que fuera a... satisfacerla.

Le aparté el cabello de la frente.

—Sé exactamente a qué te refieres.

—¿A dónde vamos ahora?

Caminamos hacia mi auto.

—Hay alguien más que necesitamos ver de inmediato.


358

Bookzinga

Jules estaba sentada en su taburete junto a la tienda de velas Scentsy

en el centro de la pasarela del centro comercial. Cuando vio a Jack, su rostro

estalló en una sonrisa gigante, y luego se echó a llorar.

Me aparté para que Jack pudiera estar con ella, pero Jules me agarró la

mano y me atrajo. Y luego los tres nos abrazábamos

Y llorábamos.


359

Bookzinga

Capítulo 34 Traducido por: Lizzie


Ahora


sa noche, después de una visita con mi papá y la cena con su

familia, Jack se coló en mi habitación, aunque no sé cuánto de

estar a escondidas estuvo involucrado. No había manera de que

su madre pensara que no lo haría.

Estábamos en nuestro propio lado en la cama, uno frente al otro,

como habíamos hecho cada noche. Solo que ahora nos podíamos tocar.

Mano a mano. Palma a palma. Piel a piel. No podía superarlo.

—¿Cómo encontraste la manera de salir? —le pregunté—. Una vez

que estuviste libre de los Túneles. ¿Dónde aterrizaste?

—Es todo una falta de definición, de verdad. Estaba tan fuera de ello.

Es como si fuera catapultado hacia fuera de los Túneles, y luego acabé en el

suelo de la Tienda de Paso.

Sacudió su cabeza como si todo sonara tan ridículo.

—Ese es el punto débil —le dije—. Entre el Everneath y la Superficie.

E


360

Bookzinga

Acarició mí cabello.

—Era tarde en la noche. No podía abrir mis ojos. Apenas podía

caminar. No sabía a dónde estaba yendo, solo sabía que tenía que

encontrarte.

Sonreí.

—Me encontraste.

Besó mí cabeza.

—Te encontré.

Me acurruqué más cerca de él. Olía como Jack, y respiré

profundamente. Miré su cara otra vez, tracé las líneas de nuevo.

Toqué su ceja. La barra de acero que había estado allí había

desaparecido, y en su lugar estaba una herida. Debe haber sido arrancada en

algún momento.

Se sacudió un poco de cabello de los ojos.

—¿Cómo lo hiciste, Becks? ¿Cómo me encontraste?

Hice una mueca.

—Es una historia muy larga. Cole me ayudó. Me transportó allí. Me

ayudó durante todo el camino. —Pensé sobre explicar la conexión de mi

corazón al suyo, pero esa era una historia para otro momento.

—¿Cole te ayudó?

Asentí con la cabeza, haciendo una mueca mientras recordaba el

extraño y confuso final de nuestro viaje.

—¿Qué es? —preguntó.

—Eso no importa. Estás aquí.

—Estoy aquí.


361

Bookzinga

—Es todo lo que importa.

Llevó mi cara hacia arriba para encontrarlo y entonces fácilmente me

atrajo, así que estaba encima de él. Nos besamos de nuevo. Pero ambos

estábamos agotados.

Toda la noche la pasamos besándonos y dormitando y besándonos un

poco más. No podía imaginar algo mejor.

Me desperté con un sobresalto y un grito ahogado. Limpié mi frente.

Estaba bañada en sudor. ¿Qué me había despertado?

Fue solo una pesadilla, me dije. Solo una pesadilla.

Pero algo no estaba bien. Miré a Jack junto a mí. Estaba durmiendo

pacíficamente, roncando un poco. Suspiré. Mientras él estuviera allí, podía

tomar cualquier cosa.

Miré alrededor de la habitación, tratando de encontrar la fuente de lo

que sea que había cambiado. Pero no podía ver nada. Todo parecía igual.

Traté de tumbarme hacia abajo, pero antes de darme cuenta estaba en

marcha y paseando por la habitación. Mi aliento salió en inhalaciones

profundas. Puse la mano en mi pecho en un intento de calmar mi

respiración, pero eso no se sentía bien. ¿Estaba todavía soñando?

Oí un rasguño en mi ventana. Alguien la estaba abriendo. Me moví

para despertar a Jack, pero antes de que pudiera, Cole la atravesó. Se lanzó

dentro, más bien. Pero callada, y ágilmente, como un gato.

Nos miramos a los ojos, mi mano aún sobre mi corazón.

Al principio sentí alivio al ver su rostro, antes de que la ira se hiciera

cargo.

—¿Qué demonios pasó allí? ¡Me echaste! —Entonces tomé unas

cuantas respiraciones profundas y relajantes, y en un giro completo, tiré

mis brazos alrededor de él—. ¿Dónde has estado?


362

Bookzinga

Cole me devolvió el abrazo, pero sus brazos se sentían tensos, su

espalda se puso rígida. Lo solté y miré a su cara.

—¿Qué pasa?

Sonrió.

—Nada. Estoy bien. Lo explicaré todo. —Su voz fluyendo mientras

sus ojos se movían alrededor de mi habitación—. Primero, necesito que me

digas si hay algo extraño en tu habitación. Cualquier cosa aquí que no

estaba antes.

Fruncí el ceño y sacudí la cabeza.

—¿De qué estás hablando?

Agarró mis hombros.

—Es importante, Nik. Mira a tu alrededor y dime si hay algo fuera de

lugar. Cualquier objeto que no reconozcas.

Sus ojos eran salvajes.

—Me estás asustando —le dije.

—Todo va a estar bien una vez que lo encuentres.

Aprensiva, miré alrededor para cualquier cosa de la que estuviera

hablando, frenéticamente buscando en cada superficie por algo extraño. La

oscuridad me hizo difícil ver, pero aun así pensé que todo parecía estar bien.

Pero cuando mi mirada llegó a mi escritorio, me quedé helada. Allí, al lado

de mi laptop, había un pequeño objeto dorado del tamaño de un reloj de

bolsillo. Yo nunca lo había visto antes.

Cole siguió mi mirada.

Levantó la mano, advirtiéndome que no me mueva.

—¿Qué está pasando? —susurré.


363

Bookzinga

—Voy a explicarlo —dijo, su mano todavía arriba. Estaba

arrastrándose hacia un lado, hacia el escritorio—. Solo dame... un...

minuto… —Agarró el objeto como si fuera un ratón a punto de huir.

Una vez que lo tuvo en sus manos, la tensión en su cuerpo

desapareció. Lo abrió, comprobó el contenido, y luego me dio una sonrisa

que solo podía ser descrita como triunfante.

—Cole, por favor. Habla conmigo. —Yo no sé por qué estaba

preocupada. Tenía a Jack. Ambos nos habíamos mantenido con vida—.

¿Qué está mal? Funcionó. Salvamos Jack.

Sus cejas se alzaron.

—¿Qué?

¿Estaba sorprendido?

—Mira. —Señalé a mi cama, donde Jack estaba enterrado en lo

profundo debajo de las sábanas y durmiendo silenciosamente. Su

agotamiento era otro mundo, y no estaba preocupada de que lo

despertáramos.


—¿Cómo fue que él...?

—Fue el recuerdo. La nota. La había dejado en su mano.

—Pero te dije que te aferraras a ella.

Negué con la cabeza en confusión.

—Sí, pero si lo hubiera hecho, él no estaría aquí.

—¿Cómo está él aquí?

—Escaló usando la nota. Sé que parece una locura, pero... —La cara de

Cole me dijo que la noticia era completamente desagradable—. Espera.

Pensé que sabrías esto. ¿Por qué no lo sabes? ¿Qué te pasó en los Túneles?


364

Bookzinga

Él me dio una mirada.

—Nik, yo nunca quise salvar a Jack.

—Lo sé. Pero me ayudaste de todos modos. Tú fuiste mi héroe.


—Te lo dije. No hay héroes.

¿Cómo puede creer eso ahora? ¿Qué el odio corría tan profundo

dentro de él que bloquearía cualquier cosa buena? Me acerqué.

—No me importa lo que pienses de ti mismo. Creo que eres un héroe.

—Entonces estás ciega.

Me estremecí. Parecía tan insensible. Tan distante. Pensaba que ya

habíamos pasado el punto en el que tenía que convencerlo de su valor.

Cerré la distancia entre nosotros y puse mis manos a cada lado de la cara.

—Dime qué está pasando.

Suspiró y apoyó la cabeza abajo hacia mí.

—No quiero todavía. Tengo este momento... y solo éste último

momento... para disfrutar como me ves. Está en tus ojos. He hecho lo que

creía que era imposible. Hice que me ames, pero no de la manera que yo

necesitaba. Tú me quieres como tu amigo.

Asentí, todavía perdida.

—Después de lo que has hecho, eres un amigo.

Se inclinó, acercando sus labios a los míos. Sorprendida, me aparté y

miré a Jack para asegurarme de que seguía durmiendo.

—Cole, no —dije.

Cole apretó los labios.

—Solo aún un amigo.


365

Bookzinga

—Ya sabes cómo es —le dije, mirando a Jack otra vez—. Tú sabes

cómo ha sido siempre.

—Lo sé. Por eso hice lo que hice. —Me soltó y se apartó.

—Por favor, dime de qué estás hablando.

Tomó mí mano y se la llevó a sus labios, besándola brevemente antes

de presionarla en contra de mi propio pecho.

—Siente —ordenó.

Sentí. Nada. No sentí nada.

Donde mi corazón debía estar, no había nada. Parpadeando

rápidamente, mis ojos se movían alrededor de la habitación como si hubiera

algo fuera de lugar.

Cole retrocedió hacia la ventana, y cuando estaba en el punto más

alejado de mí, cruzó sus brazos.

—¿No es increíble lo bien que el Everneath sabe lo que hay dentro de

ti? Se necesitan tres días completos, pero mi mundo puede transformar tu

corazón Superficial en algo que personifica, hasta tu misma alma. Y cuando

llegas a tu corazón, te das cuenta de que ese objeto es tan apropiado (tan

correcto) que nunca podría haber sido cualquier otra cosa. Todo el proceso es

bastante extraordinario. El poder del Everneath lo hace posible, pero

siempre parecía mágico para mí.

Había una sensación de pesadez en mí pecho que no podía explicar.

—¿Por qué me estás diciendo esto? —dije en voz baja.

Llevó su mano hacia adelante, mostrando el objeto metálico que había

agarrado de mi escritorio.

—Has completado tu primer paso para convertirte en un Sempiterno.

Tu corazón Superficial es una brújula. Tu corazón Everneath está

abovedado.


366

Bookzinga

No podía moverme. Estaba paralizada.

Mi corazón. Mi corazón se había ido. No estaba latiendo debajo de mi

mano. Eso es lo que era diferente.

Mi boca se abrió, y yo luchaba por respirar.

—¿Tú me hiciste esto a mí?

—En realidad, te lo hiciste a ti misma. Fue tu elección alimentarte de

un Sempiterno. En el Everneath. Tres veces, Nik. Lo elegiste. Todas las

veces. De hecho, esa fue la parte más difícil de todo esto. Las reglas para la

creación de un Sempiterno son muy específicas. El mortal tiene que pedir

ser alimentado por el Sempiterno. No había manera de que pudiera

ofrecerme para alimentarte o incluso sugerir que alimentarte fuera una

posibilidad. Tengo que admitir que hubo momentos en nuestro pequeño

viaje cuando me preguntaba si alguna vez tendría la oportunidad de

mostrarte cómo alimentarte te daría energía. ¿Era demasiado esperar que la

iniciaras con un beso? Me diste respiración boca a boca, pero por desgracia

yo no estaba despierto para ello. Me decidí a encontrar otra oportunidad de

ahogarme o ser noqueado, pero no había una gran cantidad de

oportunidades.

—Entonces yo te vi con tu Sirena. Solo alcancé a dar un vistazo, pero

te vi besarlo. Pensé: Tal vez, solo tal vez... Corrí de regreso a mi Sirena, sí,

Nik, ya había descubierto que no eras tú, y yo esperaba que nos encontraras.

Y voilà. El beso mágico que me salvó de la Sirena.

—Te salvé la vida —le dije, incrédula.

—Sí. Después me puse en peligro. Ves, una vez que tienes una

probada de lo que un beso de mi parte podía hacer, por fin me permití tener

esperanzas. Tenía que haber por lo menos dos veces más cuando estarías lo

suficientemente débil como para pedir otro beso.

Me devané los sesos tratando de recordar.

Cole sonrió.


367

Bookzinga

—La segunda vez fue cuando los Errantes te atacaron. La tercera vez

fue en los Túneles.

Eso no tenía sentido. Nada de esto tenía sentido. Cole había ido al

Everneath para ayudarme, ¿o no lo había hecho? Pensé en el ultimátum que

le había dado, cuando amenacé con ingerir su cabello y volver por mi

cuenta.

—Tuve que rogarte que vinieras conmigo —le dije.

—Si yo hubiera instigado todo el escenario de “vamos al Everneath y

busquemos a Jack”, nunca hubieras confiado en mí. Siempre estarías estado

buscando mis motivos ocultos. Y necesitaba tu confianza. Tú

incuestionable, implícita confianza.

—¡Pero Max me advirtió que me alejara de ti! ¿Por qué haría eso si

estar contigo era parte del plan?

—Sabíamos que si Max parecía demasiado ansioso, llegarías a

sospechar.

Negué con la cabeza. Había jugado conmigo. Me conocía tan bien, y

había jugado conmigo. Esa fue la verdadera razón por la que Ashe había

seguido a Cole. El por qué Max nunca había tan estado tan frustrado de que

para que él nos abandonara. Estaban en ello.

Eché un vistazo rápido a Jack y luego bajé la voz.

—La señora Jenkins me advirtió de no comer.


—Sí, la señora Jenkins fue el comodín. No tenía idea de lo mucho que

sabía. Ella sabía lo suficiente para advertirte que no comas en el Everneath,

pero no sabía lo que realmente significa “comer”.

—Está muerta.

El rostro de Cole permaneció en blanco.


368

Bookzinga

—Lo sé.

—¿La mataste?

Cole sonrió irónicamente.

—No.

Dejé escapar un pequeño suspiro de alivio.

—Max lo hizo. Con la ayuda del resto de la banda.

Mi boca se abrió.

—Pero... ¿por qué?

—Sabía de ti. Era un cabo suelto.

Puse mi mano sobre mi estómago y me hundí en el suelo. Cole me

observó, pero no hizo un movimiento para consolarme. Puse mi cabeza en

mis manos.

—No. Esto no puede estar bien. Dime que esto es un sueño.

—Es un sueño hecho realidad —dijo Cole con una sonrisa. Entonces

su rostro se puso serio—. Estás a salvo, Nik. Nadie sabe de ti, excepto la

banda ahora. La reina no sabe que sobreviviste al Vínculo. No sabe que una

amenaza aún existe. Te hemos asegurado.

—¡Me hiciste uno de ustedes! —susurré.

—Lo sé. Lo siento. —Se puso de pie junto a la ventana, con las

rodillas ligeramente flexionadas, en espiral y listo para saltar.

Se estaba yendo.

—¡Espera!

—¿Qué?


369

Bookzinga

—Dame mi corazón. Por favor. No importa si lo rompo ya que mi

segundo corazón está en una bóveda en el Everneath, ¿verdad? Así que

dámelo.

Cole miró desde su puño cerrado hasta mí cara. Deslizó la brújula

dentro de su bolsillo.

—Lo siento, Nik. Lo siento mucho. Pero ahí hay ciertas… ventajas

para el Sempiterno que tiene tu corazón. Y tengo el tuyo. Ahora estamos

iguales.

—¿Cómo?

Su rostro se suavizó.

—Siempre has tenido el mío.

Balanceó una pierna sobre el borde de la ventana.

—Yo confiaba en ti —le dije, mi voz temblorosa por la ira y el

agotamiento.

—Lo sé —dijo Cole simplemente. Saltó por la ventana y apoyó la

cabeza dentro en un último momento—. Y ahora tengo toda la eternidad

para ganarme tu perdón.

Cuando Jack abrió los ojos a la mañana siguiente, estaba sentada con

la espalda contra la pared, observándolo. Miró al otro lado la cama, puso

una mano sobre la almohada, y se volvió.

Cuando atrapó mí mirada, sus cejas estaban fruncidas.

—Becks. ¿Estás bien?

Asentí.

Estiró los brazos por encima de su cabeza.

—¿Qué hora es?

—Son las ocho y media.


370

Bookzinga

Me miró de nuevo.

—¿Qué pasa?

Traté de sonreír.

—Nada.

Hizo una mueca.

—¿Honestamente crees que voy a comprar eso? Dime que está

pasando.

No había forma de evitarlo. Lo que había planeado, Jack lo adivinaría

eventualmente. Sería mejor si supiera ya. Entonces tal vez podría

ayudarme.

Me empujé del suelo y volví a sentarme con él en la cama. Tomé su

mano entre las mías.

—¿Conoces el Everneath?

Sonrió y dio una pequeña risa.

—Uh, sí, creo que estoy familiarizado.

—Bien. Porque voy a destruirlo.

Su sonrisa se desvaneció.

—Estoy llevando toda. La Maldita. Cosa. Abajo. ¿Estás conmigo?

Llevó mi mano a sus labios y la besó el espacio entre mí pulgar y

dedos.

—Siempre. Por la eternidad.

Fin


371

Bookzinga

Próximo Libro Evertrue

¡Esperando la gran conclusión de Everneath!


372

Bookzinga

Acerca de la Autora **Brodi Ashton**

Escribo novelas juveniles.

Como rollos de canela y pretzels

cubiertos de chocolate. Me gusta

la cola dietética.

Mi novela debut es

Everneath (es el primero de una

trilogía) que fue publicado el 24

de Enero de 2012.

Por dos padres que eran

geeks de los mitos griegos, crecí

pensando en que las últimas

tendencias en moda eran

inspiradas por Afrodita, y mi

apertura para una buena

conversación era: “Así que, ¿qué

personaje mitológico consideras más

parecido a ti?”

A pesar de esos defectos

sociales, encontré un buen esposo que siempre ha sido mi primer lector.

Vivo en Utah con nuestros dos hijos pequeños, quienes todavía no

tienen idea de por qué estoy en la computadora todo el tiempo.


373

Bookzinga

Recibí el Título de Licenciatura en Periodismo de la Universidad de

Utah y el Título de Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de

la Escuela de Economía de Londres.

Obras Publicadas:

Everneath: 2012.

Neverfall (Everneath 1.5): 2012.

Everbound (Everneath 2): 2013.


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Bookzinga

Créditos ::De Traducción::

carmen170796 ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ

AnaCr

Brendy Eris

carmen170796

Helen1

flochi

Jessy

Jo

LizC

Lizzie

Maru Belikov

Nanami27

Otravaga

Val_mar

ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ


375

Bookzinga

Xhessii

Clau12345

val_mar

Xhessii

☽♏єl




376

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http://bookzinga.foroactivo.mx/forum

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