Formular Preguntas

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NOVEDADES EDUCATIVAS - N° 171 • Marzo 2005

Nuevas estrategias

Formular preguntas: una invitación a aprender

Mónica Coronado

‘… dado que el arte de plantear preguntas provocadoras puede ser tan ¡importante como el arte de dar respuestas claros (..) y el arte de cultivar tales preguntas es tan importante corno cualquiera de los otros das. Las buenas preguntas presentan dilemas, subvierten verdades, obvias o canónicas, imponen incongruencias a nuestra atención.”

Si hay un rasgo característico de la inteligencia es la curiosidad. Tishrnan, Perkins y Jay (1997) destacan que los “buenos pensadores” se caracterizan por su tendencia constante a explorar, inquirir y profundizar en nuevas áreas, a buscar la claridad, a pensar crítica y cuidadosamente, y a ser organizados en su propio pensamiento. Las “predisposiciones” al pensamiento, según estos autores, son cinco.

Predisposiciones al Pensamiento

SER CURIOSO Y CUESTIONADOR .Esto incluye la necesidad de preguntar cuestionar preguntarse plantear problemas, investigar, buscar más allá de lo dado.

PENSAR AMPLIA Y ARRIESGADAMENTE Implica el impulso a explorar puntos de vista alternativos, ser amplio de criterios, flexible probar nuevas cosas e ideas estar dispuesto al juego

RAZONAR CLARA Y CUIDADOSAMENTE Connota el deseo de buscar la claridad, ganar comprensión, ser preciso, minucioso estar alerta al posible error

ORGANIZAR EL. PROPIO PENSAMIENTO Requiere ser Ordenado, lógico y planificador pensar por adelantado, encarar las cosas de una manera metódica y calculada

DARLE TIEMPO AL PENSAMIENTO Implica destinar tiempo y esfuerzo para pensar.

La “pobreza” cognitiva se manifiesta en determinados rasgos del pensamiento: es indolente, limitado, confuso, disperso y/o apresurado.

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A ser no ser curioso también se aprende

Es evidente que si el interés del niño por el mundo, por sí mismo y por los otros se obtura, que si su apetencia por las novedades, por el conocimiento y por la diversidad de las cosas y de las relaciones se burocratiza y se sainete a un rígido disciplinamiento, el resultado cierto será la emergencia de conductas de sometimiento o de resistencia, manifestadas a menudo en “dificultades de aprendizaje”. Cuando no se toma su curiosidad natural como punto de partida, el niño puede aprender que ser curioso es malo, que todas las preguntas se reducen a unas pocas importantes (que son las que se responden en la escuela), con sus correspondientes respuestas empaquetadas en libros de texto o almacenadas en la mente del maestro. El abuso de preguntas rígidas y cerradas en la enseñanza muestra -y a la vez contribuye a- la rigidez y la falta de flexibilidad de los procesos de pensamiento; genera dogmatismo y promueve la dependencia del maestro. Los resultados se observan en el tiempo: la apatía, la falta de motivación para aprender y la “pereza mental”, son el resultado de una multitud de prácticas educativas, escolares, familiares y sociales. La desatención de las necesidades y demandas de la curiosidad de los niños tiene efecto, también, en el desarrollo socio-afectivo, ya que afecta la confianza en sí mismo, el sentido de competencia, además de la motivación y el deseo de aprender. Fomenta la sumisión acrítica y la trivialización del aprendizaje. Lo irrelevante, lo disparatado, lo genial y lo misterioso, frivolidades, inconsistencias, profundidades y el sentido de a vida, todo un universo para recorrer con la mente se abre para el curioso. La inteligencia sólo se desarrolla en un medio, en un clima, donde es posible recorrer muchos caminos, expresarse, discutir, decidir, realizar, analizar lo hecho, con otros. La libertad, el optimismo y la esperanza, necesarios para el desarrollo no sólo del pensamiento, se despliegan en el aula con el uso de una serie de “permisos” que indican múltiples posibilidades de expresión, de acción y de emoción, dentro de un marco de normas básicas.