FORMACIÓN - Las notas de la Iglesia

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Formación. Banco de materiales MJD. Realizada por Teresa Hernández para la comunidad de El Olivar. El 2 de abril de 2014. La Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica

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      El  Olivar  –  2  de  abril  de  2014.  

NOTAS  DE  LA  IGLESIA  

I. INTRODUCCIÓN.  

II. LA  IGLESIA  ES  UNA:  

A. Por  su  origen:  la  Santísima  Trinidad.  

B. Por  su  fe:  las  mismas  verdades.  

C. Por  su  fuente  de  santidad:  los  sacramentos.  

D. Por  el  amor.  

E. Por  su  jerarquía:  el  Papa  y  los  obispos:  

F. La  Iglesia  es  comunión:  Unidad  frente  a  la  uniformidad.  

III. LA  IGLESIA  ES  SANTA:  

A. Por  su  fundador:  Cristo.  

B. Por  el  alma  que  la  vivifica:  el  Espíritu  Santo.  

C. Por  poseer  lo  medios  de  santificación:  la  Palabra  y  los  Sacramentos.  

D. Expresiones  de  Santidad.  La  Santidad  de  sus  miembros.  

IV. LA  IGLESIA  ES  CATÓLICA:  

A. Católica:  verdadera  y  universal.  

B. La  Trinidad  es  fuente  de  la  catolicidad.  

C. Lo  humano  es  fuente  de  catolicidad.  

D. El  dinamismo  de  la  catolicidad:  la  misión.  

V. LA  IGLESIA  ES  APOSTÓLICA:  

A. Apostolicidad  de  origen:  

B. Apostolicidad  de  doctrina.  La  apostolicidad  del  Pueblo  de  Dios:  

C. La  apostolicidad  de  ministerio:  

D. Visión  global  de  la  apostolicidad.  

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I. INTRODUCCIÓN:   Las notas o propiedades de la Iglesia son predicados que derivan de su esencia. No son su esencia pero están ligadas a ella (no son la esencia pero sólo son propias de la naturaleza de la Iglesia). Surgen como respuesta a tendencias heréticas o cismáticas en situaciones históricas concretas (Acción-reacción). Fueron evolucionando a lo largo de la historia. En el siglo XVI se acuñó el término “notas” en respuesta a la reforma y se definieron como las propiedades que permiten reconocer la verdadera Iglesia de Cristo. Las notas deben ser comprensibles por todos. Llegó a haber hasta 100 notas. Es en el siglo XVII cuando se concretan en las 4 actuales. Las notas están unidas entre sí por el hecho de que inhabitan unas en otras, es decir, por ejemplo, la unidad es también católica (la catolicidad es unidad en la diversidad), la unidad es también apostólica (a través de los apóstoles nos vinculamos a Jesucristo) y la unidad es también santa (santidad es unidad con Dios y los hombres). Las notas sólo pueden comprenderse desde el interior de la Iglesia, sintiéndonos Iglesia.

II. LA  IGLESIA  ES  UNA:  

A. Por  su  origen:  la  Santísima  Trinidad:   La Trinidad es el origen de la Iglesia puesto esta que es fruto de las misiones del Hijo y del Espíritu Santo. Pero la Trinidad también es la meta de la Iglesia, puesto que esta está destinada a que Dios sea todo en todos. De modo que la Iglesia está llamada a ser imagen de la Trinidad: unidad en la comunión. La unidad de la Iglesia deriva, podría decirse, de la unidad de Dios que siendo Trinidad es uno.

B. Por  su  fe:  las  mismas  verdades:   La Iglesia es un conjunto de personas con un principio de vida común, que es la fe, alianza con Dios. Esa fe es un principio de unidad porque todos los creyentes compartimos la fe y eso implica que compartimos la misma realidad personal. Somos Hijos de Dios.

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Por la fe, todos somos hijos de un mismo padre y formamos una misma familia. Y en consecuencia compartimos también una forma de vida: Palabra, sacramentos y Jerarquía.

C. Por  su  fuente  de  santidad:  los  sacramentos:   En general, cualquier ejercicio de culto es un ejercicio de unidad por hacer los mismos ritos, con una misma identidad y sensibilidad. Pero en el culto cristiano se añade, como algo que une, el contenido del culto pues tenemos un mismo principio de vida, un mismo Señor, que nos hace estar unidos (la Eucaristía une por realizar los mismos ritos pero también porque está presente Cristo). Los sacramentos, centro del culto cristiano, crean la unidad de los creyentes: una misma fe, unos mismos sacramentos. (Por la Eucaristía se produce la unión del pueblo de Cristo porque comemos un único pan).

D. Por  el  amor:   En toda comunidad humana sus miembros tienen afecto por un mismo objeto, que aúna a personas distintas en una vida común. En la Iglesia se refuerza esa unidad por el objeto mediante la unidad de quien la genera, Dios mismo. Y Dios es amor, un amor que nos une para tender a ese amor. Los fieles participamos de un Amor que nos une a Él y a nosotros y que suscita la comunión de todos los miembros en el Amor. El Amor por un lado nos une (agrupa en la unidad) y por otro nos abre al resto, al mundo (difunde la unidad en diversidad de carismas y dones).

E. Por  su  jerarquía:  el  Papa  y  los  obispos:   Las distintas iglesias locales están llamadas a integrarse en un unidad superior, total y católica que es la Iglesia Universal. Lo plural debe unirse. Y al servicio de esa unidad está la Jerarquía (aparato institucional). Esto expresa sociológicamente la unidad del cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo suscita también lo institucional que evita la autosuficiencia: uno es con su comunidad y esta con la Iglesia, etc. El ministerio jerárquico intenta garantizar la comunión a través de todos los tiempos y lugares de la historia, con el único testimonio que es el de los apóstoles: Jesucristo. El lema de San Bernardo, “preside para servir”, se refiere a un servicio a la Unidad. Es decir, unidad en la caridad y no en la imposición.

F. La  Iglesia  es  comunión:  Unidad  frente  a  la  uniformidad:   No debe confundirse la unidad con la uniformidad. El propio Espíritu Santo utiliza los distintos carismas, Iglesias para evitar esa tendencia de la Iglesia a la uniformidad.

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El Espíritu Santo abre a la Iglesia a una pluralidad universal. La Iglesia abierta al Espíritu no debe asegurar la unidad con totalitarismos, obediencias ciegas… = uniformidad. Y la uniformidad empobrece. Lo que plenifica a la Iglesia es la unidad en la diversidad. La uniformidad no tiene lugar en la Iglesia. Atenta contra la unidad:

• Por parte de Dios: la Iglesia sólo puede manifestar a Dios en la pluralidad puesto que es imposible ponerle fronteras.

• Por parte del hombre: recibimos los dones de Dios en un contexto cultural concreto lo que implica que cada uno encarna el don de un modo distinto.

No puede haber una pluralidad que acabe separando ni una uniformidad total. Por ello se habla de comunión.

III. LA  IGLESIA  ES  SANTA:   La santidad, en Dios, es su propia esencia infinita, su perfección suprema. La santidad, en la criatura, significa vinculación con Dios. Hay que distinguir entre santidad subjetiva o personal y la santidad objetiva o real. - La santidad subjetiva consiste, negativamente, en carencia de pecado; positivamente, es la unión sobrenatural con Dios por medio de la gracia y la caridad. (Consiste en la plenitud de la caridad; es decir, del amor a Dios y al prójimo). - La santidad objetiva es inherente a cosas y personas que están consagradas al servicio de Dios o producen la santificación de los hombres.

A. Por  su  fundador:  Cristo:   La Iglesia es Santa en virtud de su origen e institución divina. Es santa porque ha sido instituida por Jesús, Hijo de Dios, y a ella transmite sus cualidades personales: caridad, doctrina, sabiduría, virtud, amor, paz. En cuanto participante de la santidad de Jesús, la Iglesia es santa por motivo de su institución, de su naturaleza y de su misión. Jesús, cabeza invisible de la Iglesia, es santo por su propia naturaleza, infinita en cuanto Dios, creada en cuanto hombre pero unida a la divinidad. También, en cuanto hombre, Jesús tiene la plenitud de la santidad, de la perfección, de la gracia eterna. Y esa plenitud supone la fuerza expansiva y comunicativa para sus seguidores.

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B. Por  el  alma  que  la  vivifica:  el  Espíritu  Santo:   Puesto que santo es Cristo, quien instituyó a su Iglesia, le concedió por medio del sacrificio de la cruz, el don del Espíritu Santo, fuente inagotable de su santidad, y principio y fundamento de su unidad. Al instituir la Iglesia, Jesús le trasmitió sus dones, el principal de ellos es el Espíritu Santo, que tantas veces Jesús prometió enviar a sus discípulos. El Espíritu Santo, tercera persona divina de la Santísima Trinidad, confiere sus dones a la Iglesia y ellos son los modos o expresiones de la santidad.

C. Por  poseer  lo  medios  de  santificación:  la  Palabra  y  los  Sacramentos:  

La Iglesia es santa por su fin: la gloria de Dios y la salvación de los hombres, servir a los hombres para lograr esa salvación. Y es santa por los medios que emplea para lograr ese fin, medios que encierran en sí mismos la santidad de Cristo y del Espíritu Santo, medios que Jesús puso en sus manos, como son: la enseñanza de Cristo, resumida en la revelación del amor de Dios hacia nosotros y en el doble mandamiento de la caridad; los siete sacramentos y todo el culto; la liturgia, especialmente la Eucaristía, y la vida de oración. Todo esto es un ordenamiento divino de vida, en el que el Espíritu Santo obra por medio de la gracia infundida y alimentada en los creyentes y enriquecida por carismas multiformes para el bien de toda la Iglesia.

D. Expresiones  de  Santidad.  La  Santidad  de  sus  miembros:   La santidad de la Iglesia no es un concepto abstracto, sino una cualidad concreta, una vida, un don que se hace presente en sus miembros. Gracias a las ayudas y apoyos de la Iglesia, cada cristiano vive la santidad: una veces de forma ordinaria (participación en la gracia de la Iglesia); y en ocasiones en las expresiones extraordinarias de heroísmo e inmolación (mártires, confesores, apóstoles, misioneros, etc). Jesús consideró que la santidad de los discípulos debía ser semilla y fermento, sal, luz, camino, invitación, ejemplo, de la santidad de los demás hombres. El modelo de la santidad cristiana es evidentemente Cristo y el código de consignas se halla en los Evangelios. Pero Cristo es la misma santidad en sí mismo. Y ha querido tener a la Iglesia como cauce para que su santidad se haga presente en sus seguidores. Por eso la Iglesia se presenta, no sólo como santa, sino como santificadora. Es en la Iglesia donde conseguimos la santidad por la gracia de Dios. Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre

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IV. LA  IGLESIA  ES  CATÓLICA:  

A. Católica:  verdadera  y  universal:   Hay dos significados posibles de la palabra católica: totalidad, universalidad o verdadera, auténtica Iglesia. Estos dos significados no son excluyentes. La Iglesia es Católica-Universal porque se extiende en el espacio y en el tiempo según el deseo de la Trinidad. Y también es Católica-verdadera porque transmite la fe íntegra y verdadera de Jesucristo. La idea de catolicidad va cambiando a lo largo de la historia pero a día de hoy decimos que es católica según la Integridad (verdadera) por la plenitud de dones que visibilizan y actualizan el don que Dios hizo de sí mismo en su Hijo y su ES a la Humanidad, porque ya tiene la plenitud (?) y también es católica según la totalidad (universal) porque por vocación está abierta a toda la Humanidad.

B. La  Trinidad  es  fuente  de  la  catolicidad:   La catolicidad proviene de la Trinidad, de la voluntad salvífica universal de Dios:  Dios: Es el principio frontal de todo. En la creación subyace un proyecto que es que todos los hombre consigan su fin en la vida: la felicidad por la participación en la vida de Dios. Pero Dios sitúa al hombre como un ser responsable. En esa medida Dios puede encontrarse con la resistencia de la libertad del hombre. Dios deja de ser todopoderoso, le ha dado libertad y esa libertad puede frustrar ese plan de Dios. El tiempo de la Historia es el tiempo en el que el Hijo ejerce su libertad. Y ese tiempo viene marcado por esta paciencia de Dios.

Y la Iglesia es concebida como sacramento universal (de todos) de salvación. Por eso está dotada de todo lo necesario para que su misión histórica se lleve con éxito: llegar a todos los hombres según el designio del Padre y que Dios sea todo en todos. Cristo: en Cristo, Dios procura a la totalidad de la Humanidad la plenitud del cumplimiento de sus aspiraciones profundas (del ser humano). En Cristo se concreta la catolizad en su doble sentido: la plenitud de Dios, todo lo de Dios, para todos los hombres. En Cristo encontramos toda la plenitud, para reconciliar todo lo humano. Espíritu: Es el alma de la Iglesia que nos permite entrar en relación con el hijo y el Hijo con el Padre. El Espíritu actúa en todo, en la multiplicidad de los individuos, de las comunidades, de las Iglesias… y da a cada uno (a los diversos individuos) la plenitud de la riqueza de Cristo. Espíritu actúa en el mundo entero y suscita en el mundo entero verdad y bien. El Espíritu no actúa no homogeneizando las particularidades de lo

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humano sino que asume la pluralidad de sujetos en los que actúa; hace confluir los dones particulares para construir un mismo cuerpo. Por el Espíritu la fuente de la catolicidad (Trinidad) se encuentra con la humanidad y su multiplicidad. El espíritu extiende a todo el mundo la plenitud de Cristo.

C. Lo  humano  es  fuente  de  catolicidad:   La plenitud de Cristo no se comunica a una humanidad abstracta, no existe una naturaleza humana aséptica ya que lo humano siempre se da encarnado. En este sentido es que el dato común de lo humano se personaliza siempre en numerosos sujetos originales. Sujetos, colectividades,…todos tienen su herencia, sus proyectos, sus valores, sus realizaciones, y todo esto hace sino expresar la pluralidad de lo humano. El tesoro cristiano ha de abrirse a esa pluralidad, a la heterogeneidad de las manifestaciones de lo humano. Por eso la Iglesia debe ser católica, universal, para llevar la plenitud crística a la multiformidad de lo humano, porque no todos somos iguales, y Cristo lleva la plenitud desde diferentes formas. Por otro lado, lo humano es no sólo naturaleza sino historia: lo humano es un ir haciéndose. Un ser humano no tiene toda la humanidad desde que nace sino que se va haciéndose. El ser humano es progreso. Y esta reflexión también afecta a la Iglesia, que también va haciéndose. En este dinamismo, nosotros vamos plenificando a la Iglesia, somos los cristianos lo que vamos llevando por este camino de plenitud a la Iglesia. Esta idea tiene consecuencias importantes a la hora de considerar las realidades terrenas, de considerar las relaciones de la Iglesia con el mundo. El Espíritu Santo también sopla fuera de la Iglesia. Es poco católico pensar que sólo nosotros plenificamos al mundo. El mundo también nos plenifica. El Espíritu Santo plenificando al mundo, plenifica a la Iglesia.

D. El  dinamismo  de  la  catolicidad:  la  misión:   De la catolicidad brota la misión. La misión es una expresión espontánea del ser de la Iglesia. La Misión de la Iglesia que brota de su catolicidad es ir cumpliendo lo que ya se ha iniciado en la Trinidad (Dios se da en Jesucristo para la salvación del género humano). Esta condición misionera de la Iglesia es el mandato de Mt 28, 19-20: “Id y haced discípulos”. Esta exigencia de que la misión es un imperativo, afecta a los individuos, comunidades e instituciones. Porque somos católicos, somos misioneros. La naturaleza de la Iglesia se traduce en misión y, recíprocamente la misión se nutre de la naturaleza de la Iglesia. Al ser le sigue obrar. La Iglesia es un icono de la Trinidad hacia fuera.

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V. LA  IGLESIA  ES  APOSTÓLICA:   El concepto de apostolicidad, como el resto de notas, ha ido evolucionando según los distintos momentos que ha pasado la Iglesia. En la Edad Moderna y hasta hoy se concretan en 3 aspectos.

a. Apostolicidad de origen: nos remontamos a los Apóstoles. El origen y fundamento de la Iglesia católica esta en los doce Apóstoles escogidos por Jesucristo para su fundación.

b. Apostolicidad de doctrina: doctrina recibida desde la

antigüedad. Así, pues, la Iglesia católica guarda y proclama las enseñanzas escuchadas por los apóstoles.

c. Sucesión jerárquica, especialmente entendida la jerarquía como

papado. La Iglesia sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los apóstoles gracias a aquellos que les suceden en el ministerio pastoral: el Colegio de los Obispos.

En consecuencia, si hay apostolicidad de origen, doctrinal y sucesión jerárquica hay apostolicidad.

A. Apostolicidad  de  origen:   Decimos que la Iglesia es apostólica haciendo referencia a que se basa en la predicación de los apóstoles. Es decir, la comunidad cristiana se construye sobre la interpretación que los primeros testigos hicieron de Cristo: nuestra fe se basa en la de los apóstoles. Hay que entender apóstol no sólo como los Doce (número simbólico) sino como enviado, enviado a predicar el Evangelio.

B. Apostolicidad  de  doctrina.  La  apostolicidad  del  Pueblo  de  Dios:   La sucesión apostólica tiene como esencia la conservación, la guarda, la transmisión de la verdadera doctrina, que a su vez, ha sido transmitida desde los Apóstoles. La sucesión apostólica debe ser inseparable de la apostolicidad de toda la Iglesia, de todo el pueblo de Dios. Toda la Iglesia es apostólica. Hay una fórmula de Pablo VI que lo expresa muy bien: “el laico es como el obispo, sucesor de los Apóstoles”. Esto coloca la apostolicidad doctrinal, de fe, como patrimonio de todo el pueblo de Dios. Por tanto, la apostolicidad de fe pertenece a todos;

C. La  apostolicidad  de  ministerio:   Para los cristianos, la profesión y conservación de la fe verdadera, se apoya en el ministerio instituido.

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El marco de referencia de la apostolicidad de ministerio es el pueblo de Dios. Dentro del pueblo de Dios, a los obispos se les ordena con vistas a un triple oficio:

- Doctrinal, magisterial: enseñar la fe apostólica. - Santificar: celebrar la fe que creemos. - Pastoral: función de regir que tiene como meta final conservar en

la unidad al cuerpo de Cristo, al pueblo de Dios en la fe, los sacramentos…

El ministro ordenado tiene en la Iglesia una autoridad-servicio de suceder a los apóstoles y, al respecto, vincular a la Iglesia de cada tiempo con su eslabón original (la fe apostólica).

D. Visión  global  de  la  apostolicidad.   La Iglesia es apostólica en varios sentidos:

a. Porque fue edificada y permanece edificada en el fundamento de los apóstoles.

b. Porque guarda y transmite la enseñanza de los apóstoles.

Apostolicidad de doctrina.

c. Porque sigue siendo enseñada, santificada, regida por los apóstoles, gracias, por medio de aquellos que los han sucedido en el ministerio pastoral: los obispos.

d. Porque existencialmente, la Iglesia vive o se esfuerza por vivir con

el estilo de vida de la Iglesia apostólica. Es decir, somos apostólicos porque nos deberíamos adecuar al estilo de vida apostólico.

e. Porque está abierta a la misión, al anuncio del Evangelio según la

fe apostólica y según el envío apostólico. Por ello, lo que he de llevar es la fe de los apóstoles y no mi ideología.

i. En este último punto se relaciona muy bien apóstol y

apostolicidad ii. El envío es para toda la Iglesia, para todos. Todo el pueblo

de Dios es apostólico, está llamado a la misión.