Flora Tristan en Arequipa

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Este es un capitulo sobre la presencia de la viajera francesa Flora Tristán en la ciudad de Arequipa, donde se señala sus experiencias, frustraciones y su descripción de la ciudad entre los años 1833 y 1834.

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    Rumiando su derrota, tuvo que renunciar a sussueos de convertirse en una prspera burguesita.Mejor, verdad Florita? S, mejor. Por eso, aunqueArequipa haba desbaratado tantas ilusiones tuyas,tenas un irreprimible cario a la ciudad de losvolcanes.

    Mario Vargas Llosa. El paraso en la otra esquina

    Hacia la mitad de su recuerdo del viaje desdeFrancia hasta su familia paterna en Arequipa, Per,Flora Tristn oye a su to, don Po Tristn, llamandoa la puerta de su alcoba. Resulta que el patriarcase preocupa por la salud de la visitante que es lareproduccin femenina exacta de su hermano yaque experimenta dificultades supremas para adap-tarse al nuevo clima y a la dieta arequipea. Cuandoella confiesa que en realidad no ha descansadobien y que sufre de dolor de cabeza, entre otrasquejas, don Po responde que no se sorprende te-niendo en cuenta su ayuno casi total. Le hace unapregunta Cree usted que con naranjas, caf yun poco de leche va a poder reponerse de las durasfatigas de su largo viaje? y luego concluye quehay algo en su capacidad de negacin que va msall de los lmites del ser humano: En efecto, usted

    A lo largo de su libro deviaje/autobiografaPeregrinaciones de una paria(1838), Flora Tristn seenfoca en las flaquezasy enfermedades del cuerpohumano para trazarconexiones con lasfacultades intelectuales ymorales. Propone unatica observacionalbasada en la simpata y lacapacidad de sufrir y,as, el viaje se convierteen una serie de triunfos enlos que sufre y reconoceeste sufrimiento antesde superarlo a travs dela investigacin y laescritura. Frente a unasociedad arequipeaobsesionada con el placery la salud pero condenadaa vivir en un lugarsumamente insalubre,la narradora describe(y acta en) un dramade negacin de los doloresy placeres del cuerpo atravs del cual establecesus credenciales de

    El MAL DE AREQUIPA Y SU RECOMPENSA: FLORA TRISTN,El SUFRIMIENTO FSICO Y LA RENUNCIACIN DEL CUERPO.

    Ronald BriggsBarnard College

    [email protected]

    Recibido: 16 de octubre de 2009Aceptado: 12 de noviembre de 2009

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    se parece algo a esa planta que se alimenta conaire nicamente (Tristn, 1946: 245). Flora res-ponde que toda mi vida me he alimentado de lomismo y atribuye su malestar al aire del volcn,supuestamente capaz de producir enfermedades.Dndole vuelta a la situacin, le pregunta al tosi l no se siente mal ya que parece inquieto ymortificado (245). El to responde que no, queest saludable, pero que no ha podido dormir porpreocupaciones financieras: el pas ha entrado enguerra civil y est seguro de que las nuevas autori-dades militares le van a pedir dinero.

    Este dilogo corto, nada monumental, narradoen estilo directo, captura varias dimensiones de lahistoria, primeramente, el estado de dependenciay debilidad en el que Flora llega a la sede de lafamilia paterna, familia con la que se ve conectadacon cierta ambigedad, sobre todo a nivel legal.Nacida en Francia, de madre francesa y padreperuano (el hermano de don Po), la joven Floraes criada en circunstancias modestas despus de lamuerte repentina del padre. La adultez la encuentraatrapada, casada con un hombre abusivo que aosms tarde le pegara un tiro (al que sobrevivira)enuna calle en Pars. Sabiendo que el matrimonioentre sus padres jams haba sido confirmado le-galmente, se comunica con don Po Tristn en 1833y viaja al Per con el fin de conseguir la heren-cia correspondiente a una hija legtima y no a unahija natural. Su texto, Prgrinations dune paria(Pars, 1838) fue escrito despus del regreso aEuropa y con la ayuda de los apuntes tomados enel viaje (el diario al que se refieren a veces susfamiliares dentro de la obra) (Beik, 1993: XV). Laconversacin entre Flora y don Po, que tiene lugar

    autoridad moraly literaria.

    Palabras clave: FloraTristn, libro de viaje,Arequipa, enfermedades,socialismo.

    The Arequipa Malady andIts Recompense: FloraTristn, Physical Suffering,and the Renunciation of theBody

    Throughout her travelbook/autobiographyPeregrinations of a Pariah(1838), Flora Tristnfocuses on the weaknessesand illnesses of the humanbody in order to traceconnections to themoral and intellectualfaculties. She proposes andobservational ethic basedon sympathy and thecapacity to suffer, andthe trip thus becomes aseries of triumphs in whichshe suffers and recognizesher suffering beforeovercoming it throughthe acts of research andwriting. Against thebackdrop of an Arequipansociety obsessed withpleasure and health butcondemned to live in anextremely unhealthy place,the narrator describes(and participates in)a drama of denial of the

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    despus de que ste ha rechazado rotundamentecualquier posibilidad de otorgarle la herencia quepide, expone claramente dos de las figuras msfuertes del libro: Don Po, cuya personalidadse dibuja como una diablica fusin de cortesa,amabilidad, avaricia, legalismo, acta segn estacombinacin y mezcla cierta compasin paternacon el omnipresente deseo de mantener su fortuna;por otra parte, la narradora muestra, en cierto sen-tido, estas mismas cualidades; a pesar de siemprecomparar la modestia de su vida con el lujo de losTristn, narra un viaje que revela sus propios finesmundanos es una narradora ambiciosa, codiciosa,malcriada, en palabras de Silvina Bullrich (1982: 7).

    Si todo viaje se organiza en torno a un fin(o una coleccin de fines) la estructura formal deste empieza alrededor de la recuperacin de suporcin de la fortuna familiar fortuna que le pre-ocupa a ella tanto como al to avaro1. Adems dela predecible intrusin del tema del dinero, la con-versacin revela una obsesin compartida por lasalud, tanto la fsica como la mental. Bullrich hasealado la exagerada importancia que las enfer-medades cobran a lo largo de la narrativa. Florase enferma fcilmente, as que el clima le importaen grado sumo y el acto de comer, descrito milveces en mltiples lugares geogrficos, conllevasus propios peligros, la comida siempre le caemal(1982: 72). De ah la preferencia por naranjas,caf, y un poco de leche. La narracin invoca laenfermedad fsica casi desde el comienzo, cuandoFlora nota su sensibilidad particular a la mareacomo una indicacin de una delicadeza especial:Las personas de temperamento nervioso sientenlos crueles efectos de ese mal con ms intensidad

    pains and pleasures of thebody through which sheestablishes her credentialsto moral and literaryauthority.

    Key words: Flora Tristn,Travel Writing, Arequipa,Illness, Socialism.

  • que los dems (29). Luego menciona que por su parte ha sufrido la mareacada uno de los 133 das que dur su viaje desde Francia hasta puerto deValparaso. Nada ms llegar a la ciudad volcnica, la narradora se queja de lasmalas condiciones atmosfricas de Arequipa y ve en la poblacin de estaciudad lo que bien podra ser una reflexin sobre su propio estado de nimo.Todo tipo de enfermedad parece ser endmica a la zona y Los habitantestienen tambin la mana de creerse siempre enfermos (207). Tanto ella comodon Po llevan una teora causal de la enfermedad (aire volcnico, falta dealimentacin) y ambos se ven como invulnerables a la teora del otro Florasiempre se ha alimentado as, don Po ha respirado el aire volcnico por d-cadas. Este intercambio entre dos hablantes que quieren actuar como mdicoses absolutamente caracterstico de una narrativa que se fija en las debilidadesde la carne, desde la subida a bordo de un barco que llevar la nusea (palabraprocedente, como nos recuerda el poeta Paul Muldoon, de la misma raz quenave) (1994: 151) hasta la entrevista final con la Mariscala Gamarra, quientriunfa sobre el inconveniente (y el estigma social) de la epilepsia.

    A lo largo del recorrido, el continuo discurso sobre el cuerpo humanocomo lugar de deseo, dolor y frustracin, le sirve de fondo para una serie deepisodios en los cuales la narradora alcanza victorias personales frente a suspropias limitaciones corporales. El discurso sobre la alimentacin, por ejemplo,invoca una identificacin con la negacin de la comida que remite a la visinde santidad femenina en la tradicin catlica, as como la predileccin porel aspecto de consumida tan en boga en el siglo XIX2. Si la explicacin so-brenatural de la vida apoyaba la nocin del ayuno como seal por excelenciade la pureza y la santidad, la obsesin decimonnica con lo mdico ya que fueel siglo del apogeo de la medicalizacin de la sociedad (Ballesteros, 2006: 7) inspiraba construcciones parecidas. El uso metafrico de la tuberculosis, porejemplo, trazaba un enlace entre la sensibilidad y la debilidad (Sontag, 2001:26).Adems, segn nos dice Sontag, esta idea del enfermo sensible, dbil, y algoseparado de la corporeidad de los sanos, lleg a estar de moda durante el sigloXIX (28). Si las santas daban ejemplos religiosos del rechazo de todo lo mun-dano aun la salud la moda tuberculosa traa lecciones similares3. En elcaso de Tristn, la abstencin de la buena mesa no significa una ausenciacorrespondiente en el campo de la poltica y la literatura. La idea de una sen-sibilidad superior le sirve ms bien como credencial literaria cuando ella

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  • sostiene la necesidad de ser sensible para ser escritora. Adems, el ser plantaque se alimenta con aire le da cierta distancia de los eventos mundanos,similar a la actitud de las santas. No es tanto que no participe sino que tienela distancia necesaria para llegar a producir observaciones menos influen-ciadas por sus propios intereses y prejuicios.

    En efecto, la Flora que narra la historia es una figura transicional.Sara Mills ha subrayado el peligro de leer los libros de viaje femeninos comotranscripciones simples de las vidas de las viajeras femeninas (straightforwardtranscriptions of the lives of the women travelers), lecturas que ella tacha deautobiogrficas (1991: 36). Pero las lecturas autobiogrficas de Peregrinaciones deuna paria no tienen que caer en esta trampa simplista. Kathleen Hart, porejemplo, analiza las implicaciones de la tradicin autobiogrfica en la litera-tura francesa, identificando el texto como el primer ejemplo de este gneroque toma en cuenta las ideas de Saint-Simon y Fourier, y destacando una claraconexin entre el sufrimiento privado y la accin pblica (1994: 143).

    Adems, es importante notar que la fijacin de Tristn con el cuerpo, tantoel suyo como los de sus familiares y conocidos, refleja la trama del libro de viajecomo gnero. Ulrike Brisson ha sealado que el cuerpo se manifiesta como unimplemento perfecto para ordenar las impresiones variadas cuya organizacines un desafo central para cualquier escritora viajante: Los cuerpos importanespecialmente en el viajar. Los cuerpos humanos proveen una manera deestructurar impresiones dentro de un medio ambiente no familiar y producenun mtodo de crear conocimiento sobre culturas extranjeras (2004: 155)4.La enfermedad corporal le sirve a Flora de principio organizativo, desde losdas de la marea interminable que la lleva al Per, hasta la visita turstica/analtica a un pas extranjero convertido en hospital/manicomio de enfermosen el sentido fsico, mental y moral de la palabra. Adems, usa su propiocuerpo y su capacidad de superar sus limitaciones como barmetro de unproceso de auto-formacin que la convierte en escritora profesional; podrahaberse titulado La educacin de Flora Tristn.

    Viendo este texto segn los lmites y las ventajas formales delBildungsroman, Ann E. McCall alaba la autoconciencia de la narradora, elhecho de que admita sus fallas como observadora el texto explora suinsuficiencia terica (2007: 85) y as reconozca la imposibilidad de una au-

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  • tobiografa que transcriba la realidad, complicando as los momentos de apa-rente ingenuidad con la propia conciencia que tiene del fracaso (101)5. Pauly Doris Beik citan a su bigrafo, Jules L. Peuch, afirmando que esta presencianarrativa cambia a lo largo del texto, convirtindose al final en la voz de unaescritora consciente tambin de sus poderes (1993: XIII-XIV), proceso queMcCall identifica como el crecimiento paulatino de la escritora hacia unacomprensin crtica de s misma como sujeto escritor (2007: 89)6. En un sen-tido muy concreto, las Peregrinaciones de una paria pone en marcha la carreraliteraria de Flora Tristn. Pronto publica la novela Mphis (Pars, 1838) y luegodos textos ms bien polticos, Promenades dans Londres (Londres y Pars, 1840)y Union ouvrire (Pars, 1843). Su sensibilidad a la vez pragmtica y progresivallegar a combinar, en palabras de Mario Vargas Llosa, dos espritus contra-dictorios, el de una soadora romntica y una activista formidable (2004:19). En este trabajo, se parte del nfasis que Hart y McCall han puesto en eltexto como meta-narracin ex-post-facto de una narradora que revela ser es-critora durante el desenlace del viaje que relata, y se propone enfocarse en esteproceso de auto-realizacin y, especficamente, en el uso del cuerpo humanocomo modo de comunicar y contextualizar este proceso. La maestra delcuerpo, muchas veces caracterizada como una lucha entre la voluntad y ladebilidad fsica, se convierte en la alegora central de la visin que Tristndesarrolla del propsito de la vocacin de escribir. Adems, este proceso tienelugar en medio de una sociedad plenamente obsesionada con el cuerpohumano y una galera de personajes definidos por su propia destreza o incapa-cidad frente a la flaqueza fsica.

    La moralidad del cuerpo

    Hablando del explorador Alexander von Humboldt, cuyo viaje americanotuvo lugar unos treinta aos antes de la aventura de Flora Tristn, MalcolmNicholson explica la mezcla peculiar de detalle cientfico y reaccin emocionalque caracteriza su viaje textual, resultado de la perspectiva instrumental queel Humboldt narrador se atribuye a s mismo. Aludiendo a la cantidad deinstrumentos cientficos que el viajero, con su compaero Aime Bonpland,siempre llevaba, Nicholson sostiene que las emociones tambin asumen latarea de medir el ambiente del Nuevo Mundo: Se podra decir que, para

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  • Humboldt, las respuestas subjetivas fueron en s una suerte de instrumentoen el sentido de que las reacciones emocionales al fenmeno naturalcontaban como datos sobre estos fenmenos (1995: XXV)7. En el caso deFlora Tristn, quien no llevaba bales de equipo cientfico, podramos decirque el cuerpo ms bien se convierte en instrumento para medir tanto elambiente fsico que habita como su propia sensibilidad como observadora.

    El enfoque corporal del libro se establece desde las palabras preliminares.Despus de darle a los peruanos una coleccin de prrafos didcticos con elfin de suavizar (o por lo menos contextualizar) su dura crtica social, Floraentra en las obligaciones y desafos correspondientes al oficio de escritora.Llega a concluir que el propsito implcitamente didctico de la escritura exigeun compromiso fuerte con la honestidad: Todo escritor debe ser veraz. Si nose siente con el valor de serlo debe renunciar al sacerdocio que asume: el deinstruir a sus semejantes (11), pero este resumen simple slo viene despusde un discurso dedicado a mostrar las complicaciones que abarcan este par deoraciones. Se empieza con una discusin sobre la vida humana como dramaque tiene lugar en un escenario gobernado por una omnipotencia moral; enel plano personal, los sufrimientos emocionales funcionan ms bien comomanifestaciones del diseo de este orden: Sentimos intiles pesares, estamossitiados por impotentes deseos por haber desconocido esta misin y nuestravida se ve atormentada, hasta que al fin volvemos sobre nuestros pasos (5).Estos pesares son intiles en el sentido de que no seran necesarios de nohaber desconocido esta misin, pero en otro sentido, todo tipo desufrimiento tiene valor, ya que sirve para marcar cualquier desvo de la misinordenada por la providencia. Flora insiste en que este concepto de destinomoral tambin se manifiesta en el cuerpo:

    De igual modo, es el orden fsico, las enfermedades provienen de la falsaapreciacin de las necesidades del organismo para la satisfaccin de susexigencias. Descubrimos, pues, las reglas que hay que seguir para alcanzaren este mundo la mayor suma de felicidad por medio del estudio de nuestroser moral y fsico, de nuestra alma y de la organizacin del cuerpo al queaquella ha sido destinada a mandar. Las enseanzas no nos faltan ni parauno ni para otro estudio. El dolor, ese rudo maestro, nos lo prodiga sinembargo, si comparamos los males de que son presa los pueblos salvajes

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  • con los que existen todava entre los pueblos ms avanzados en civilizaciny los goces de los primeros con los de los segundos, nos admiraremos dela inmensa distancia que separa a estas dos fases extremas de colectividadeshumanas (5).

    La cita es larga, pero quizs lo ms sorprendente es que se haya podidocompaginar tanto movimiento retrico en tres oraciones. Empieza afirmandola analoga entre cuerpo y alma: la misma regla, la de los pesares intiles,gobierna al nivel fsico, ya que las enfermedades son ms bien el resultado deun destino fsico mal entendido. La cuestin de la felicidad entra tambin enel texto cuando se presenta el fruto del destino cumplido como la mayorsuma de felicidad y no solamente el placer de evitar el dolor. Luego el dolorexperimenta una curiosa metamorfosis que lo convierte en una necesidad dela vida humana, el rudo maestro que no solamente ensea el destino y loshbitos que mejor conducen a la buena salud, sino que tambin sirvepara marcar el progreso humano en la sociedad a la que estos individuospertenecen. Susan Foley ha descrito el arreglo jerrquico de las civilizacionessegn una definicin universal del progreso como escalera de civilizacin(ladder of civilization) (2004: 214). La imagen recuerda a la visin de Jacoben el antiguo testamento una gran escalera entre la tierra y el cielo a laque los ngeles suban y bajaban. En este caso, la escalera de civilizacinfuncionara ms bien como enlace entre el pasado primitivo (tierra) y unfuturo soado (cielo). La experiencia personal del dolor se conecta as conun concepto providencial del destino humano en el plano individual, y a unconcepto histrico del progreso de las civilizaciones, conectadas por losafectos del rudo maestro (el ms fiel compaero de viaje imaginable para lajoven francesa).

    Este rudo maestro tambin se manifiesta como un modo eficaz deverificar la conexin entre seres humanos individuales; enlace necesario parala simpata, cualidad que Tristn identifica como base para la verdaderaobservacin y como necesidad profesional para la escritora. Firme en su apoyoa la instruccin pblica como modo de subir la escalera de las civilizaciones8,Tristn tambin insiste en que la educacin formal no basta para la escritora:

    Si slo se trata de presentar los hechos, los ojos bastarn para verlos. Pero

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  • para apreciar la inteligencia y las pasiones del hombre la instruccin no eslo nico necesario. Es preciso haber sufrido y sufrido mucho, pues slo elinfortunio puede ensearnos a conocer en lo justo lo que valemos y lo quevalen los dems (8).

    Enfatizando, tanto la cantidad como la intensidad del sufrimiento comorequisito educativo para la vocacin literaria, Tristn prepara el escenario parauna narracin de viaje que mostrara su comprensin del ser humano a la vezque servira para publicar sus credenciales, iterando una y otra vez los sufri-mientos que ha padecido. As que tenemos, en un slo texto, el proceso de laeducacin de una escritora y los resultados de este proceso.

    Muchos lectores han notado la dimensin meta-educativa del texto latendencia a narrar sus propias experiencias como un curriculum. Se ha co-mentado especialmente sobre el pasaje transatlntico como una suerte deeducacin condensada en la que el barco le sirve como una suerte de aca-demia humanista9. Y la dimensin educativa del viaje no se limita a losinterminables das martimos. Magda Portal caracteriza la narracin dePeregrinaciones como una sucesin de experiencias aleccionadoras sobre lanaturaleza humana (1983: 45). Estas lecciones sobre los sufrimientos de losseres humanos adquieren una dimensin francamente poltica cuando se leeel texto a travs del lente de los escritos polticos que Tristn producira alo largo de la vida post-viaje. Pensando en el aspecto precursor de su obra,Laura Strumingher atribuye la sensibilidad de clase que marcara a la Tristnreformadora como resultado de la simpata que aprende a tener por lasmujeres encontradas durante el viaje: Escuchar las historias de mujeresdespert en Flora el sentimiento de que era parte de un segmento grandede la humanidad que estaba desprovisto de derechos polticos (1988: 47)10.

    Adems, se ha notado que su identidad como paria forma parte de suagenda poltica, es decir, como el rumbo hacia el rechazo y la desilusindentro del propio espacio familiar cumplen un papel fundacional en el creci-miento de una conciencia poltica dirigida por el deseo de corregir la injusticiasocial sin el apoyo institucional de la Iglesia o del gobierno (Salazar Jimnez:2008), situacin que la convierte en una suerte de principal antagonista(Lindley, 1971: 6) de la sociedad en que viva. Visto desde la perspectiva de sunacimiento como escritora francesa, el viaje al Per extico es un escape que

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  • slo sirve cuando deviene en realidad textual, entonces Ya no es la desgra-ciada que iba con su hija de ciudad en ciudad huyendo de su marido; es unaviajera, una investigadora que se impone la misin de relatar sus impresionesde su pas lejano y en pleno cambio poltico (Bloch-Dano, 2003: 123). Loque surge de estas posturas crticas es un fuerte deseo de construir puentesentre la incipiente Flora Tristn peruana y la ms conocida y aceptada refor-madora social europea. El enfoque de la Tristn narradora en sus propiossufrimientos se muestra entonces como una falla esttica en el anlisis deBullrich (1982: 109) e incluso como debilidad moral en el del crtico peruanoJorge Basadre: Tiene el romntico prurito de considerarse favorita del dolor(1946: XVIII). Por otro lado, se ha sealado tambin este mismo prurito ro-mntico como un hilo fundamental para establecer una conexin entre elindividuo y la sociedad (Kuhnheim, 1995: 30-31), y el hecho de que la cualidadensaystica de la obra de Tristn se base en la interseccin de lo pblico ylo privado (Sivert, 1993: 69)11. As, el cuerpo efectivamente se convierteen el enlace que comunica el ser privado con el mundo pblico que quiereinterpretar e influenciar. Si el primer paso es abrirse a las sensaciones del su-frimiento ajeno y as sentir ms de lo normal, el segundo, para esta narradoraes, paradjicamente, el triunfo sobre s misma, o sea, la habilidad de rechazarel mundo fsico y as poner en prctica las lecciones del rudo maestro.

    El mal de Arequipa

    A lo largo de la historia, la narradora de las Peregrinaciones subraya laimportancia que la apariencia y la salud fsica y mental van a cobrar. La intro-duccin ofrece el autorretrato de una mujer Joven, bonita y gozando de unasombra de independencia, cualidades que, en fin, eran causas suficientespara envenenar las conversaciones (14). Por otro lado, se esfuerza en expresarhasta qu punto le ha sido til esta apariencia. Cuando viaja por Francia solay con su hija, en una situacin francamente sospechosa, es confundida tresveces con otra fugitiva, la duquesa de Berry, pero en cada ocasin Misojos y mis largos cabellos negros, que no podan corresponder a la filiacinde la duquesa, me sirvieron de pasaporte (15). La primera visita a M. deGoyeneche, representante de la familia Tristn en Francia, resulta fructferasobre todo por la extraordinaria semejanza de mi fisonoma con la de mi

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  • padre, semejanza que ratifica su identidad como hija de la familia, sea cualsea su estatus legal (16)12.

    La apariencia fsica tambin entra en cuestiones morales. Al conocera su prima Carmen, arequipea que llega a ser su pariente favorita y que hatenido la mala suerte de ser desfigurada por la viruela, Flora nota su fealdad,conjuntamente con la belleza compensatoria de sus pies Pero Dios noha querido que sus criaturas peor dotadas estn por completo desprovistasde encantos (161) esta fealdad le permite explicar la ms o menos alegreaceptacin de la revoltosa conducta de su esposo por parte de su familia: Esaspersonas encontraron en la fealdad de la mujer y en la hermosura del maridorazones suficientes para justificar la expoliacin de su fortuna y los continuosultrajes de que era vctima aquella desgraciada (162). Adems, los trastornospolticos que Flora presencia ofrecen sus propios momentos en que el cuerpo sevuelve el locus del engao. Cuando la disputa entre los dos candidatos a lapresidencia peruana, Luis Jos de Orbegoso y don Pedro Bermdez, provoca unaguerra civil, don Po no est seguro de a qu bando apoyar. Decide fingiruna enfermedad, ya que tiene miedo de que cualquier palabra pueda ser usadaen su contra, la solucin le parece obvia: Voy a retirarme a mis habitaciones yme fingir enfermo, pues en estas circunstancias no me atrevo a hablar (243)13.Ms tarde, cuando el General Miguel de San Romn toma control deArequipa en nombre del bando de Bermdez, San Romn finge tener unacadera rota que no le permite caminar. Cuando Flora sale de una visita coneste general, le permite dar algunos pasos, a pesar de las caras alarmadasde los oficiales presentes (352). Entonces insiste en que el general siga lasinstrucciones de sus mdicos para no perjudicar el proceso de recuperacin;sus palabras tienen un efecto casi mgico: San Romn me agradeci el interssincero que le demostraba y se puso a cojear al regresar a su canap (352).

    Estos ejemplos, aparentemente desconectados, se suman para producirun estereotipo del carcter peruano marcado por la indulgencia, la debilidadde la fuerza moral y racional frente a las sensaciones fsicas y la manipulacinde estas sensaciones por vanidad o por cobarda. No hay, desde luego, nadanuevo en esta visin del pueblo americano como corrompido por el lujo y laatencin desenfrenada a la comodidad fsica. En su estudio de los escritos decorsarios, filibusteros y piratas que visitaron al Per entre el siglo XVI yel XVIII, J. Edgardo Rivera Martnez destaca el asombro que les provocaba el

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  • lujo americano aun a estos narradores que se haban dedicado a perseguirel lucro sin ningn respeto por la ley o la propiedad: La mencin de lasriquezas del Per es asociada, en varios diarios, a la noticia del excesivo lujo aque eran inclinados los peruanos (1963: 89). Rivera cita a un narrador inglsque se enfoca en el pueblo limeo tachndolo, con sesgo claramentemoralista, de ser excesivo en sus gastos: De todas partes del mundo, la gentees aqu la que tiene gastos ms caros (89)14. Para Flora Tristn, narradora que,en palabras de Bloch-Dano, Manifiesta a la vez curiosidad por sus costumbresy severidad en sus juicios, Arequipa ofrece un verdadero teatro de lujos ypretensiones condenables. Nada ms llegar a la ciudad despus de una travesadesrtica por la costa que casi la mata, Flora se da cuenta de que sus protestasde necesidad mdica no le van a conseguir ningn perdn del deber tradi-cional de recibir visitas. El exceso peruano condenado por el viajero inglsaqu se manifiesta en el campo de la hospitalidad, provocando una condenageneral: As son los pueblos en su infancia; su hospitalidad tiene algo detirnico (160).

    La tirana de la monotona tambin aflige al pas. Los temas posiblespara la conversacin cotidiana son tan limitados que pareciera que todainteraccin humana estuviera circunscrita por una censura oficial. Por lafalta de novedades, la charla es siempre fra, afectada y montona y losarequipeos as Estn reducidos a murmurar el uno del otro, a hablar de lasalud de cada uno o de la temperatura (174). Flora extiende este anlisis auna explicacin de la inestabilidad poltica de la post-independencia.Resulta que la emancipacin nacional no ha sido ms que el reflejo de otraemancipacin, moralmente dudosa, la del ser humano: todo el mundose siente ahora libre para perseguir sus propios placeres y su propioenriquecimiento sin ningn escrpulo o sentido de responsabilidad. Ahora lanobleza no conlleva ninguna obligacin, y la retrica de la libertad slo sirvepara justificar motivos ms bien personales por parte de los polticos y los ge-nerales. El verdadero patriotismo y la abnegacin no existen en ningunaparte, lamenta Flora, y as las llamadas revoluciones nomerecen el ttulo (174).La llegada se puntualiza con cartas de sus viejos compaeros de barco quecomparten su trepidacin frente al aire volcnico de Arequipa y el clima moraldel pas. Uno aconseja la necesidad de olvidar las ilusiones y los placeres denuestra bella Francia si se quiere ser feliz y pronostica que el volcn de

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  • Arequipa, tarde o temprano inflamar su imaginacin vagabunda y acabarpor tomar horror a este pas (188). Flora parece aceptar la inevitabilidad delmal de Arequipa, al describir a un expatriado francs, M. Le Bris, que se en-cuentra en un estado de decadencia fsica y sicolgica que ella atribuye, por lomenos parcialmente, a los efectos de la ciudad: Su salud dbil y delicada estquebrantada por la tormenta de los negocios y el aire vulcanizado deArequipa. Sufre de una afeccin nerviosa que irrita su carcter, adelgaza sucuerpo y mina su organismo (193). Vivir en Arequipa, segn el juicio deFlora, perjudica la salud tanto como la sensibilidad moral.

    En la Arequipa descrita por Flora se produce una paradjica combinacin deefectos ambientales. Por un lado, el pueblo que lo habita se ve fatalmentededicado a todo placer del cuerpo, mientras que por otro lado la dieta y el climatienden a reducir estos placeres, produciendo delgadez y enfermedades, algocercano al chic tuberculoso delineado por Sontag. Resulta que lo materialno basta para producir los placeres que el pueblo desea. Flora comenta, porejemplo, que la mesa Arequipea es algo menos que una orga de gula: Losarequipeos son muy aficionados a la buena mesa y, sin embargo, son pocohbiles para procurarse ese placer (200). La razn, pues, se presenta comouna combinacin de deficiencia del terreno y del desarrollo humano: Losalimentos no son buenos y el arte culinario est aun en la barbarie (200). Encuanto a los alimentos, la narradora procede a describir, cosecha por cosecha,los productos inferiores del suelo arequipeo para concluir que hasta las avesde corral tienen la carne coricea y parecen sufrir de la influencia volcnica(200). En cuanto al arte de cocinar, los platos tienden al mismo exceso tir-nico que caracteriza a la hospitalidad, una mezcla de ingredientes y sabores(sobre todo el picante) para producir una experiencia de gusto demasiado ex-trema para ser placentera. Flora enfatiza que la diaria experiencia de la mesaarequipea acaso acabe por alterar la capacidad de gustar, ya que La bocaqueda cauterizada y para soportarlo, el paladar debe haber perdido su sensibi-lidad (201).

    Hemos discutido ya la importancia que cobra la sensibilidad en el universoesttico-moral de Flora Tristn. Es una posesin que le vale ms al practicantedel arte de escribir que cualquier instruccin o ttulo. Los arequipeos, con lasalud daada por el mero acto de respirar, sufren fsica y moralmente cada vezque se sientan a la mesa de comer. La invocacin de la materia deficiente la

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  • inferior calidad de los vegetales, las frutas y las carnes no es una maniobraabsolutamente inslita en el libro de viaje. En su estudio del viajero diecio-chesco, Salubridad y enfermedad en la literatura de viajes del siglo XVIII,Nieves Pujalte Castell pinta una batalla interpretativa dentro del narrador enla que prevenciones y prejuicios culturales predominaban sobre la ecuani-midad que postulaba el pensamiento ilustrado (2006: 169). Enfocndose enlos prejuicios que llevaban los viajeros ingleses al sur de Europa, PujalteCastell cita el ejemplo de Henry Swinburne, quien mencionaba la influenciadel medio natural sobre los habitantes a travs de un anlisis basado en sus im-presiones sobre el sabor de las comidas (169). Tanto para Swinburne como paraFlora, la realidad de un lugar subdesarrollado no tiene que ver nicamente conel estado de la industria: la naturaleza es distinta tambin. Hablando de su na-rracin de una visita a Valencia, Pujalte Castell cuenta cmo el anlisis de lacomida se extiende a la calidad moral de los habitantes ya que habindosenutrido en un lugar donde las frutas y los vegetales, a pesar de sus formas ape-tecibles, son inspidos y desprovistos de substancia los valencianos se hanvuelto fsica y mentalmente contradictorios, llevando la apariencia de fuerzay salud pero sin la energa vital para ejercerla (169).

    En el caso de Flora Tristn, el mal de Arequipa sirve como escenario paracontextualizar su propio crecimiento moral. En una narracin donde se hadefinido la virtud como la habilidad de sentir el dolor, as como la fuerza de su-primirlo, la ciudad representa todo lo contrario un lugar lleno de gente a lavez insensible y dbil. Esta visin, sin duda teida de unos prejuicios similaresa los de Swinburne, sirve para encajar la evolucin moral de la narradora quevuelve a ser eje central de la trama.

    Revelacin y fracaso

    En su estudio de la invencin de Amrica a travs del libro de viajeeuropeo, Imperial Eyes: Travel Writing and Transculturation, Mary Louise Prattpresenta una Flora que cuenta su viaje en dos tramas paralelas: Tristn sensa-cionaliza su vida interior, pero frecuentemente es anti-sentimental con respectoa los que la rodean (1991: 162)15. Su estancia en Arequipa es puntualizadapor dos momentos de crisis. En el aspecto personal, Flora se da cuenta defini-tivamente de que jams ser aceptada dentro de la familia Tristn con los

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  • privilegios y el reconocimiento debidos a una hija legtima, y en el plano na-cional, el pas experimenta una guerra civil que produce una coaccin moralmxima, sobre todo para los ricos de la ciudad que se ven obligados a contri-buir al bando Orbegoso, que tiene el apoyo de la mayora de la poblacin(Roda y Gamio, 1917: 306-07). La primera crisis produce varios momentos deepifana en los que Flora cuenta cmo ha alcanzado no solamente sobreviviral dolor fsico y emocional sino triunfar sobre l. La segunda, pinta una liteArequipea incapaz de despertarse del estupor moral sugerido analgicamenteen todos los defectos de su gastronoma. Vemos el triunfo de una Flora capazde negarse a s misma frente al drama de una clase alta literalmente enloque-cida por el peligro de perder algo de sus riquezas acumuladas.

    Desde el comienzo de la narracin, Flora se pinta como un ser enfrentadoa los prejuicios e intereses de una sociedad hostil y que triunfa sobre ellos.Cuando llega al continente americano en el puerto chileno de Valparaso, seentera de que su abuela nica aliada fiel de los Tristn ha muerto. Entra enun periodo de desesperanza tan profunda que contempla el suicidio, pero elviaje en barco a Islay le da unos das para enfermarse fsicamente (la vuelta dela marea) y luego efectuar la doble conquista de s misma, cuerpo y alma:

    Estuve enferma los dos primeros das, pero enseguida me encontr mejor.Readquir mis fuerzas fsicas y con ellas mis fuerzas morales. Aprobaba miconducta. Me senta con valor para persistir en ella y luchar contra losobstculos que me esperaban. La satisfaccin de m misma me devolvitoda mi alegra (118).

    Vemos otra vez la analoga entre fuerzas fsicas y fuerzas morales. FloraTristn se encuentra en una posicin difcil: le ha prometido la posibilidad dematrimonio al capitn del barco que la haba llevado de Francia a Valparasoy est persiguiendo la herencia en un ambiente familiar que repentinamentese ha vuelto en su contra; pero la confianza de haberse conquistado a s mismaes lo que le da fuerza para continuar, incluso con el estado de nimo recupe-rado.

    Cuando est pasando por el desierto en ruta a Arequipa esta victoriacasi se repite a un nivel ms elemental. Sufre tanto del calor y la sed que vealucinaciones, y cuando sus compaeros se paran por la noche, ella los oye

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  • discutiendo la posibilidad de dejarla en el albergue temiendo que se murieraen el camino, especulacin que la horroriza cuando el dueo les dice queno est seguro de tener agua suficiente para mantenerla. Otra vez Flora noselabora una secuencia en la que el momento de mximo peligro deviene entriunfo personal:

    La idea de que pensaran abandonarme en aquel desierto y de que las gentesgroseras a quienes quedara confiada podan tornarse crueles por la sedy dejarme perecer quiz por un vaso de agua, reanim mis fuerzas y, a pesarde lo que pudiera sucederme, prefer morir de fatiga y no de sed. Senten esta circunstancia cun poderoso es en nosotros el instinto vital. Eltemor de una muerte, tan espantosa me excit a tal punto que a las tres dela maana estaba ya lista (146-47).

    Aqu emplea el miedo que siente como herramienta para triunfar sobrela fatiga. Evaluando las cualidades morales de los dueos del albergue, con-cluye que si alguien va a morir de sed ser ella, y as se pinta a s misma notanto como santa dispuesta a sacrificarse, sino ms bien como agente desti-nado a completar su misin. As que el rudo maestro le recuerda que no haviajado tanto para morirse annima en un rincn desconocido del desiertoperuano, y entonces se ve una Flora calculadora, que emplea el miedo y la am-bicin para superar la fatiga fsica.

    Este ciclo de la auto-conquista se repite a lo largo de la narracin en laguerra para controlar sus ambiciones, miedos, dudas y dolores ninguna victoriaes final sin embargo, vemos algo parecido a un clmax personal despus deque toma conciencia de que la herencia jams le va a ser otorgada16. Tristnreconoce este rechazo como el dolor ms puro que ha sentido, y lo narra comouna experiencia que llega a ser dolorosa y placentera al mismo tiempo.Refirindose a la descripcin de las montaas Himalaya por Bernadino deSaint-Pierre, presenta su propia experiencia como apogeo del dolor:

    y debo decir, para consuelo del infortunio, que alcanzando ste puntoextremo encontr en el dolor, gozos inefables, celestiales podra decir y delos cuales mi imaginacin no haba ni sospechado la existencia. Me sentaelevada por una potencia sobrehumana que me transportaba a las regiones

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  • superiores, desde donde poda percibir las cosas de la tierra con suverdadero aspecto, despojadas del prestigio engaoso con que las revistenlas pasiones de los hombres. Jams en ninguna poca de mi vida estuve mstranquila (240).

    Aqu la descripcin de los efectos emocionales de su mala fortuna remiteal concepto esttico de lo sublime, definido por Edmund Burke a finales delsiglo XVIII como el efecto en que el dolor, experimentado a ciertas distanciasy con ciertas modificaciones produce un sentimiento de gozo (2008: 40)17.Para Burke, lo sublime es, en trminos sencillos, la emocin ms fuerte quela mente es capaz de sentir (39), por encima de los placeres derivados de labelleza, ya que el dolor o el peligro provocan Las pasiones que pertenecenal instinto de conservacin (51)18. Es decir, que lo sublime deriva su inten-sidad de la percepcin de una amenaza existencial. En el caso de Tristn, ladesilusin que experimenta al darse cuenta definitivamente de que no va apertenecer a los Tristn es, ni ms ni menos, la prdida de la identidad deseadaque haba sido la meta de todo el tiempo narrado hasta este punto. El hechode que sobreviva este momento, que sigua pensando y escribiendo, provee lamodificacin necesaria para que el dolor se convierta en placer. Adems, elsentir esta versin de lo sublime la eleva a un estado de mayor percepcin, yas, la deja aun ms preparada para llegar a ser escritora. Siguiendo el espritude la evaluacin de Julio Ramos, podramos llamar esta revelacin un pasohacia la recompensa por la herencia que ha perdido19.

    En cierto sentido, este momento marca el fin de una de las tramas centralesde la narracin: el viaje que empez como la bsqueda de la herencia y elreconocimiento familiar tiene ya que convertirse en otra cosa (y todava faltanmeses de viaje y doscientas pginas de narracin). Pronto estalla la guerra civily an quedan ms actos de auto-conquista, sobre todo la decisin de no in-tentar efectuar cambios polticos a travs del desorden causado por la guerra.Sin embargo, en trminos generales, esta experiencia de lo sublime sirve paradesplazar la ptica hacia una orientacin menos introspectiva. No se pierde lafijacin en la salud fsica y mental, pero se nota que los momentos de crisis nosiempre traen claridad al observador. Cuando ya est a punto de salir paraLima, hace una visita a la casa donde el obispo, Jos Sebastin de GoyenecheBarrera, vive con su hermana. Al igual que los dems miembros de la lite de

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  • Arequipa, stos han sufrido cierta baja econmica debido a la guerra (algo quele ha pasado a don Po tambin), pero en vez de llegar a un momento de cla-ridad a travs de sus sufrimientos, los hermanos parecen haberse enloquecido.Para la Sra. Goyeneche, la locura ha tomado forma manitica, ya queHablaba con tal volubilidad que apenas se poda comprender lo que deca(347). Pero la prdida quizs ms preocupante tiene que ver con sus facultadesperceptivas: Su fisonoma tena una expresin extraa. Era como un espejofalso que reflejara invertidos, los objetos exteriores (347). La comparacincon el espejo introduce la idea de que, por un lado, la cara extraa se parecea las caras extraas que se ven en un espejo falso y, por otro lado, de quesu cara es un espejo falso que da reflejos distorsionadas en vez de una repro-duccin fiel de las imgenes que captura.

    El caso del obispo es diferente, pero el anlisis de Tristn tambin se enfoca enla falta de percepcin. Con la fisonomams bien paralizada, el obispo se encuentraincapaz de llevar a cabo incluso las acciones sociales ms bsicas:

    No deca ya una sola palabra, no haca movimiento alguno, tena los ojosobstinadamente fijos en el anillo que llevaba en el dedo. Y l, generalmentetan amable, tan previsor, que reciba a todos con las muestras de amistad tanafectuosa, no se movi cuando entramos al saln. Pareca que ni siquieranos vea (348).

    Esta figura pblica, antes tan hbil y graciosa en sociedad, ahora se en-cuentra ensimismada fsica y mentalmente hasta el punto de no poder ver loque literalmente tiene debajo de las narices. Cuando sus visitantes mencionana su hermano Mariano en Europa, se alza en un lamento que revela hasta qupunto la violencia de la guerra civil lo ha traumatizado: Mi hermanoMariano es feliz, no le matarn, Pero a nosotros nos matarn, matarn,matarn...! (348)20. Frente al espectculo de estos dos arequipeos pertene-cientes a su clase social, don Po pronuncia un diagnstico moral, explicandoque el obispo y su hermana no han podido soportar el peso de la responsabi-lidad que acompaa la posesin de una fortuna: La moral se ha abatido bajolos favores de la fortuna. Al sobrevenir los reveses no han podido resistir elasalto. El uno va a morir idiota y la otra loca (348)21. Por su parte, Flora con-cluye que La avaricia ofrece a mis ojos un problema moral al que nunca me

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  • ha sido posible encontrar solucin (348), frase que resuena an ms puestoque Flora se dedicar a la reforma social al volver a su pas nativo. Lo moral ylo fsico se ven otra vez conectados. El miedo provocado por la avaricia hasido, en el caso del obispo y su hermana, capaz de destruir su capacidadmental. La Tristn que narra, siempre enferma y siempre capaz de superar suenfermedad, ha sobrevivido la prueba de fuego emergiendo de ella no sola-mente con un cuerpo y una mente ms o menos sanos sino tambin con lafacultad perceptiva necesaria para contar la auto-destruccin de los dems.

    Conclusin

    La resonancia de las epifanas de Flora Tristn en el ideario polticoperuano es difcil de calcular. Ms o menos un siglo despus de su viaje,el pensador comunista Jos Carlos Maritegui escribira lo que bien podra seruna alusin a la reformadora; en Sentido heroico y creador del socialismo,ensayo que ataca el concepto de socialismo moral a favor de un plan materia-lista, Maritegui sostiene que con apelaciones morales no se consigue sinorecaer en el ms estril y lacrimoso romanticismo, en la ms decadente apolo-gtica del paria (1991: 29), modelo que le parece sumamente inadecuado paraproducir una civilizacin sana y fuerte, ya que Una nueva civilizacin nopuede surgir de un triste y humillado mundo de ilotas y de miserables (30). Elensayo no contiene ninguna mencin explcita de Flora Tristn y es imposiblesaber si la paria peruana-francesa inspir el empleo del trmino. Lo que resultamenos ambiguo es el deseo de promover una revolucin social pensada comocumplimiento de un proceso histrico cuyos obstculos son, por definicin,temporales. El desafo que propone Flora Tristn es todo lo opuesto: la prota-gonista/narradora se define como ser humano y como escritora a travs de laexperiencia de reveses fsicos y morales que formulan una secuencia, no nece-sariamente temporal, en su propio viaje. Strumingher ha notado que estosinstantes de superacin sirven como el ms puro placer para la narradorallega a gozar de su habilidad de conquistar su flaqueza fsica personal conuna voluntad y energa superiores (1988: XV) y esta tendencia personalexplica bien el modo asctico de vivir que tanto asusta a don Po22. Estaplanta que se alimenta con aire construye un universo narrativo habitadopor enfermedades fsicas que muchas veces refieren a fallos morales an ms

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  • graves. Su propia autoridad descansa en su habilidad, su necesidad, de triunfarsobre los sufrimientos propios para llegar a interpretar a los enfermos que vepor todas partes.

    El cuerpo, entidad palpable que registra el medio ambiente en que seencuentra, Es simultneamente la seal de s mismo y la seal del otro (Itis simultaneously the sign of self and the sign of other) (Brisson, 2004: 155)le sirve de registro moral en un mundo peruano dominado por el placer fsico.Si por un lado el peregrinaje es la bsqueda de la herencia familiar renegada,por otro lado es la historia de una narradora que llega a habitar a nivel moralel significado negacin de s misma de este cuerpo aparentemente nutridopor el aire. Ya que la narracin de la negacin del cuerpo se comunica,paradjicamente, a travs de una atencin obsesiva al mismo objeto que seest negando, es un drama que resuena an ms en un ambiente entregadociegamente al placer fsico hasta el exceso simbolizado en la mesa arequipea.El paladar narrativo, igual al paladar fsico, se define por su capacidad dediscriminacin y reserva. La Flora Tristn que llegar a ser reformadora yorganizadora del movimiento obrero, y que morir literalmente en la jornadade esta vocacin; figura que prcticamente se niega siquiera a tener cuerpo(Rabine, 2007: 51)23, de hecho est fascinada por el cuerpo, y as narra supropio aprendizaje como una serie de privaciones experimentadas y luego ob-servadas, cumpliendo de esta manera con sus normas de autora fundadas enla simpata, requisito principal del sacerdocio implcito en el oficio de escri-tora.

    Notas

    1 Salazar nota que el viaje a Per se organiza teleolgicamente alrededordel deseo de recuperar la herencia (2008), mientras que Julio Ramos aade otradimensin, el deseo de insertarse en una red simblica nacional (2000: 202).

    2 Gordon Tait (1999) ha sugerido una conexin entre la anorexia y la larga tradicinde ayuno femenino personificada por las santas medievales. Segn su anlisis, estassantas, milagrosas por ser plantas que se alimentan con aire, incluso sirvieroncomo modelos de conducta para las mujeres jvenes (as models for the conductof young women) hasta finales del siglo XIX (143-44).

    3 Paulatinamente, el aspecto tuberculoso, que simbolizaba una vulnerabilidad

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  • atractiva, una sensibilidad superior, pas a ser ms y ms el look ideal para lamujer mientras los grandes hombres de mediados y finales del siglo diecinueveengordaban, fundaban imperios industriales, escriban cientos de novelas, hacanguerras y despojaban continentes (Sontag, 2001: 30) (Gradually, the tubercularlook, which symbolized an appealing vulnerability, a superior sensitivity, becamemore and more the ideal look for women while great men of the mid- and latenineteenth century grew fat, founded industrial empires, wrote hundreds ofnovels, made wars, and plundered continents).

    4 Bodies matter especially in travel. Human bodies provide one way of structuringimpressions within an unfamiliar environment and render one method of creatingknowledge about foreign cultures (Brisson, 2004: 155).

    5 explores its theoretical inadequacies (McCall, 2007: 85); the very consciousnessshe has of failure (101).

    6 writers gradual growth in critical understanding of herself as a writing subject(McCall, 2007: 89).

    7 It might be said that, to Humboldt, subjective responses were themselves a sort ofinstrument in the sense that aesthetic and emotional reactions to naturalphenomena counted as data about these phenomena (Nicholson, 1995: XXV).

    8 Jorge Basadre destaca el hecho de que Peregrinaciones cumple con la necesaria tareade desilusionar (XII), trabajo pedaggico en todo sentido de la palabra, y que laescritora mantien en espera de cambios sociales ms amplios a travs de la ins-truccin: Absoluta es su confianza en los resultados de la instruccin (1946: XVI).

    9 Stphane Michaud se refiere a la porcin martima del viaje como estancia en una es-cuela poltica y sentimental (cole politique et sentimentale) (2007: 16), y JeanBaelen concuerda, enfatizando el hecho de que el viaje tuvo que servir de escuela parauna escritora que no tendra oportunidad de entrar en ninguna universidad conven-cional: su escuela, su universidad (la primera a la que jams asistiera) (1974: 25).

    10 Listening to womens stories awakened in Flora a feeling that she was part of thelarge segment of humanity which was disenfranchised (Strumingher, 1988: 47).

    11 an intersection of the public and private (Sivert, 1993: 69).12 Ms tarde, en medio de la dolorosa entrevista durante la cual se le niega la herencia,

    don Po confesara que Flora no puede tener otro padre que su hermano dada lasemejanza fsica entre ellos (229).

    13 Gustavo Bacacorzo (2000) recopila una ancdota pertinente en su estudio crtico-biogrfico de Tristn. Parece que alrededor de 1810, don Po haba empleado elmismo artificio para escaparse de otra situacin de desequilibrio poltico en quecualquier toma de posicin devendra riesgosa: siendo alcaldes su hermano mayordon Domingo y don Bernardo de Bustamonte, resulta elegido diputado ante la

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  • Junta Central Espaola; mas pretextando mala salud, renuncia a dicha represen-tacin, de suyo incmoda por las posiciones ideolgicas-polticas en las que se tenaque definir, mediando circunstancias sumamente graves e inestables (125).

    14 Of all parts of the world, the people are here most expensive in their habits(En Rivera Martnez, 1963: 89).

    15 Tristan does sensationalize her inner life, but is often anti-sentimental with respectto those around her (Pratt, 1991: 162).

    16 En un artculo reciente sobre el tema del masoquismo en la vida y obra del poetaingls A.E. Housman, Peter Howarth (2009) cita a I.A. Richards, quien critica elmotivo de la auto-conquista, sugiriendo que La gente que siempre triunfa sobres misma igual puede ser descrita como siempre esclavizndose (776) (People whoare always winning victories over themseles might equally be described as alwaysenslaving themselves). Esta tendencia tambin se magnifica en el caso de FloraTristn, ya que llega a ser la reformadora asctica y santificada despus de volverde su viaje americano.

    17 at certain distances, and with certain modifications (Burke, 2008: 40); lo sublimese presenta como un sentimiento de dolor o terror tan inmenso que produce unsentimiento de lo infinito artificial (the artificial infinite) (Burke, 2008: 74).Demetrio Estbanez Caldern describe el efecto as: Lo sublime sobrecoge, sinaterrorizar. Lo sublime fascina y subyuga por la magnitud de su presencia (373).

    18 the strongest emotion the mind is capable of feeling (Burke, 2008: 39); Thepassions which belong to self-preservation (51).

    19 Julio Ramos identifica la literatura como el nuevo campo que le ofrece identidad ala Flora rechazada por su familia un modo alternativo de constituir y legitimarsu nombre (2000: 206).

    20 De hecho, Tristn tiene su encuentro con el obispo Goyeneche en un momentode tensin mxima. En una carta al Papa Gregorio XVI de este ao el obispo describeuna situacin en que las contrariedades de todo gnero han aumentado de maneraque casi nos impulsan a la desesperacin (En Roda y Gamio, 1917: 315). La angustiade Goyeneche tiene cierta justificacin ya que l y otras figuras conocidas de la ciudadson amenazados de asesinato en mayo de 1834 (Rojas Ingunza, 2006: 207). Sin em-bargo, Goyeneche sobrevivira para continuar ejerciendo una influencia considerable enla Iglesia peruana. En 1859 sera nombrado arzobispo de Lima (Saranyana, 2008: 642).

    21 El enlace entre la salud y las acciones morales representa, adems de artculo defe, una piedra de toque para el lenguaje que Flora Tristn emplea a lo largo de lanarracin. Grogan (1998) ha notado que Tristn tambin utiliz la ciencia de lafisonoma al observar a los dems, creyendo que sus elecciones morales se refle-jaban en sus rasgos fsicos (94) (Tristan also utilised the science of physiognomy

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  • in observing others, believing that their moral choices were reflected in theirphysical features), y esta ciencia le permite emplear la descripcin fsica paraproducir una cartografa ms bien moral de personajes que en muchos casos sola-mente ha conocido brevemente a un nivel superficial.

    22 she came to rejoice in her ability to conquer her personal physical frailty with hersuperior will and mental energy (Strumingher, 1988: XV).

    23 practically denies she has a body at all (Rabine, 2007: 51).

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