Flamenco en la Chanca. Anuska Benítez Fernández (revista Foco Sur)

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adie puede negar que el flamenco for- ma parte de la idiosincrasia de La Chanca, un barrio que además de ser el origen de la ciudad de Almería tam- bién ostenta el honor de ser la cu- na de un arte milenario que en la actualidad sigue más vivo que nunca, y que ya es patrimonio de la Humanidad. El arte flamenco ha ido transmitiéndose de genera- ción en generación en La Chanca. La pasión por el cante, el toque y el baile ha pasado de padres a hijos en un lugar donde las distintas culturas han sabido aportar sus respectivas visio- nes a este arte. De La Chanca han salido artistas emblemáti- cos como los guitarristas José Fernández To- matito o Juan José Heredia Niño Josele, pero también hay nombres de otros artistas recono- cidos, como las bailaoras María Hernández La Rabota e Isabel Ramírez; los tocaores y guita- rristas flamencos José Santiago El Negrillo, que también era buen bailaor, Moraíto de Al- mería, Pedro Torres El Funde, Francis Her- nández El Niño de la Manola, Eduardo Agui- lera El Socio, David Delgado El Niño de la Fragua; o cantaores y cantaoras de la talla de Juan Gómez, Edu García y su tío, Casto Gar- cía Carrete de Almería, Rocío Segura, que siendo muy joven recibió la Lámpara Minera de la Unión, en el Festival del Cante de las Mi- nas, y su madre, Antonia López, Francisco Sánchez, más conocido como Paco el Mellizo, Mari Carmen Segura (mujer de Juan Carmo- na, de Ketama), Juan Heredia El Pirri, al que también siguieron su hijo Juan Heredia El Hércules y su nieto Cristo Heredia (toda una saga de cantaores), a quien le propuso llevárse- lo en una de sus giras Paco de Lucía, Francis- co Cortés Potito de Almería, Antonio García Bermúdez El Genial, que el año pasado reci- bió un premio a nivel andaluz y que fue invita- do a cantar en la Bienal de Flamenco de Sevilla, Juan García Ruiz El Gallo o la cantautora Sensi Falán y su hermana Toñi, entre muchos otros. Eventos como la acción tea- tral de La Traíña y el traba- jo de su Grupo de Baile, im- pulsado por Ricardo Sierra y Mari Carmen Expósito, las chirigotas carnavaleras, la puesta en marcha del Festival de Cante de La Chanca o los famosos Amaneceres en la Alcazaba son claros ejemplos de la capacidad artística y creativa de la gente del barrio. Tal ha sido el alcance de la importancia del fla- menco en el barrio, que incluso desde el PIan Especial de Reforma Interior (PERI) de La Chanca se exigía la futura creación de la Es- cuela de Flamenco de La Chanca. En efecto, los aires flamencos han soplado en La Chanca desde mucho antes de que comen- zara a funcionar la peña flamenca Los Tem- pranos, en la calle Arquímedes -por la que pa- saron grandes figuras como Antonio Mairena, Camarón o Chano Lobato-, y siguen soplan- do en el barrio a través de la nueva cantera de artistas que están empujando muy fuerte para sacar adelante su trabajo. ISABEL RAMÍREZ, UNA ARTISTA INTERNACIONAL Entre las nuevas promesas flamencas se en- cuentra la jovencísima bailaora Isabel Ramí- rez, que con tan sólo 27 años ya puede presu- mir de haber trabajado en las compañías de grandes artistas como Joaquín Cortés, María Pagés o Sara Baras, y también ha pasado por el Taller del Estudio del Ballet Nacional y por el Taller de la Compañía Andaluza de Danza. Su carrera artística no le ha restado tiempo pa- ra estudiar en la Universidad, donde obtuvo la titulación de Pedagogía, y donde en estos mo- mentos compagina los estudios de Grado en Maestra en Educación Infantil con su trabajo. Precisamente fue en su primera etapa univer- sitaria, estudiando Pedagogía, y a raíz de tener que realizar un proyecto fin de carrera, cuan- do comenzó a interesarse por la cuestión de por qué un barrio como La Chanca tenía esa impronta flamenca, a diferencia de otros pun- tos de la ciudad. «En mi estudio quería abor- dar algo cercano, para sacar conclusiones so- bre un entorno conocido», asegura Ramírez. Y así fue como entrevistó a decenas de perso- najes flamencos de La Chanca. «Entre la gen- te más antigua había pescadores que se iban a las bodegas a cantar, traían cantes de otros lu- gares y la gente los aprendía», apunta. Ramírez recuerda estar jugando en la calle y escuchar flamenco en las casas, a la gente can- tando aquellas canciones. Sus abuelos también escuchaban flamenco en su casa, y así es como fue introduciéndose en este arte. Además, de su familia también ha salido otra conocida bai- laora en Almería, Ana Alonso, que es su prima. «Ellos también son del barrio, todos hemos crecido aquí y esto se refleja en nuestra forma de concebir el flamenco». Una vez culminada su investigación, Ramírez afirma que «en Al- mería, creo que de lo que más tradición hay es de guitarra; de baile hay muy poco; y de cante también hay gente, pero menos que guitarra, aunque tenemos muy buenos cantaores». Para Ramírez, la transmisión oral ha resultado fundamental para que el flamenco llegue has- ta nuestros días y a tanta gente «de una forma FOCO SUR / 26 N REPORTAJE El flamenco es una de las principales señas de identidad del barrio almeriense de La Chanca. Grandes artistas profesionales, como Tomatito o Niño Josele, y muchos aficionados han salido de La Chanca, cuna por excelencia del flamenco en Almería. Foco Sur repasa cómo se vivía antes y cómo se vive ahora este arte milenario que sigue cautivando tanto a payos como a gitanos en este emblemático rincón. ANUSKA BENÍTEZ FERNÁNDEZ FOTOGRAFÍA: LUIS RODRÍGUEZ FLAMENCO EN LA CHANCA CUNA DE UN ARTE MILENARIO El arte flamenco ha ido transmitiéndose de generación en generación en La Chanca. La pasión por el cante, el toque y el baile ha pasado de padres a hijos en un lugar donde las distintas culturas han sabido aportar sus respectivas visiones a este arte

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adie puede negar que el flamenco for-ma parte de la idiosincrasia de LaChanca, un barrio que además de serel origen de la ciudad de Almería tam-bién ostenta el honor de ser la cu-

na de un arte milenario que en laactualidad sigue más vivo quenunca, y que ya es patrimoniode la Humanidad.El arte flamenco ha idotransmitiéndose de genera-ción en generación en LaChanca. La pasión por elcante, el toque y el baile hapasado de padres a hijos en unlugar donde las distintas culturashan sabido aportar sus respectivas visio-nes a este arte.De La Chanca han salido artistas emblemáti-cos como los guitarristas José Fernández To-matito o Juan José Heredia Niño Josele, perotambién hay nombres de otros artistas recono-cidos, como las bailaoras María Hernández LaRabota e Isabel Ramírez; los tocaores y guita-rristas flamencos José Santiago El Negrillo,que también era buen bailaor, Moraíto de Al-mería, Pedro Torres El Funde, Francis Her-nández El Niño de la Manola, Eduardo Agui-lera El Socio, David Delgado El Niño de laFragua; o cantaores y cantaoras de la talla deJuan Gómez, Edu García y su tío, Casto Gar-cía Carrete de Almería, Rocío Segura, quesiendo muy joven recibió la Lámpara Minerade la Unión, en el Festival del Cante de las Mi-nas, y su madre, Antonia López, FranciscoSánchez, más conocido como Paco el Mellizo,Mari Carmen Segura (mujer de Juan Carmo-na, de Ketama), Juan Heredia El Pirri, al quetambién siguieron su hijo Juan Heredia El

Hércules y su nieto Cristo Heredia (toda unasaga de cantaores), a quien le propuso llevárse-lo en una de sus giras Paco de Lucía, Francis-co Cortés Potito de Almería, Antonio GarcíaBermúdez El Genial, que el año pasado reci-bió un premio a nivel andaluz y que fue invita-

do a cantar en la Bienal de Flamenco deSevilla, Juan García Ruiz El Gallo o

la cantautora Sensi Falán y suhermana Toñi, entre muchos

otros.Eventos como la acción tea-tral de La Traíña y el traba-jo de su Grupo de Baile, im-pulsado por Ricardo Sierra y

Mari Carmen Expósito, laschirigotas carnavaleras, la puesta

en marcha del Festival de Cante deLa Chanca o los famosos Amaneceres en

la Alcazaba son claros ejemplos de la capacidadartística y creativa de la gente del barrio. Talha sido el alcance de la importancia del fla-menco en el barrio, que incluso desde el PIanEspecial de Reforma Interior (PERI) de LaChanca se exigía la futura creación de la Es-cuela de Flamenco de La Chanca.En efecto, los aires flamencos han soplado enLa Chanca desde mucho antes de que comen-zara a funcionar la peña flamenca Los Tem-pranos, en la calle Arquímedes -por la que pa-saron grandes figuras como Antonio Mairena,Camarón o Chano Lobato-, y siguen soplan-do en el barrio a través de la nueva cantera deartistas que están empujando muy fuerte parasacar adelante su trabajo.

ISABEL RAMÍREZ, UNA ARTISTA INTERNACIONALEntre las nuevas promesas flamencas se en-cuentra la jovencísima bailaora Isabel Ramí-rez, que con tan sólo 27 años ya puede presu-mir de haber trabajado en las compañías de

grandes artistas como Joaquín Cortés, MaríaPagés o Sara Baras, y también ha pasado por elTaller del Estudio del Ballet Nacional y por elTaller de la Compañía Andaluza de Danza. Su carrera artística no le ha restado tiempo pa-ra estudiar en la Universidad, donde obtuvo latitulación de Pedagogía, y donde en estos mo-mentos compagina los estudios de Grado enMaestra en Educación Infantil con su trabajo.Precisamente fue en su primera etapa univer-sitaria, estudiando Pedagogía, y a raíz de tenerque realizar un proyecto fin de carrera, cuan-do comenzó a interesarse por la cuestión depor qué un barrio como La Chanca tenía esaimpronta flamenca, a diferencia de otros pun-tos de la ciudad. «En mi estudio quería abor-dar algo cercano, para sacar conclusiones so-bre un entorno conocido», asegura Ramírez.Y así fue como entrevistó a decenas de perso-najes flamencos de La Chanca. «Entre la gen-te más antigua había pescadores que se iban alas bodegas a cantar, traían cantes de otros lu-gares y la gente los aprendía», apunta.Ramírez recuerda estar jugando en la calle yescuchar flamenco en las casas, a la gente can-tando aquellas canciones. Sus abuelos tambiénescuchaban flamenco en su casa, y así es comofue introduciéndose en este arte. Además, desu familia también ha salido otra conocida bai-laora en Almería, Ana Alonso, que es su prima.«Ellos también son del barrio, todos hemoscrecido aquí y esto se refleja en nuestra formade concebir el flamenco». Una vez culminadasu investigación, Ramírez afirma que «en Al-mería, creo que de lo que más tradición hay esde guitarra; de baile hay muy poco; y de cantetambién hay gente, pero menos que guitarra,aunque tenemos muy buenos cantaores». Para Ramírez, la transmisión oral ha resultadofundamental para que el flamenco llegue has-ta nuestros días y a tanta gente «de una forma

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El flamenco es una de las principales señas de identidad del barrio almeriense de La Chanca. Grandes artistasprofesionales, como Tomatito o Niño Josele, y muchos aficionados han salido de La Chanca, cuna por excelenciadel flamenco en Almería. Foco Sur repasa cómo se vivía antes y cómo se vive ahora este arte milenario que sigue

cautivando tanto a payos como a gitanos en este emblemático rincón.

ANUSKA BENÍTEZ FERNÁNDEZ FOTOGRAFÍA: LUIS RODRÍGUEZ

FLAMENCO EN LA CHANCACUNA DE UN ARTE MILENARIO

El arte flamenco haido transmitiéndose de

generación en generación en LaChanca. La pasión por el cante, el

toque y el baile ha pasado de padresa hijos en un lugar donde lasdistintas culturas han sabido

aportar sus respectivasvisiones a este arte

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pura y muy verdadera». Según las conclusio-nes de su estudio, «la creatividad de los veci-nos del barrio, canalizada esencialmente a tra-vés de la música que cotidianamente traspasalos límites de la privacidad de la vivienda paratrasladarse a la calle, ha sido un factor básicoen la cohesión social de La Chanca, que ha de-rribado fronteras y ha expresado con fuerza laautenticidad de un barrio por el mundo».

EL FLAMENCO COMO SEÑA DE IDENTIDADTambién hace referencia en sus conclusionesa las aportaciones que tantas culturas han he-cho al flamenco en La Chanca: gitanos, mu-sulmanes, pescadores yartesanos, judíos, cristia-nos, que han contribuidoal mestizaje, fusión y ri-queza de la cultura.Sin embargo, Ramírez re-conoce que «hay una espe-cial relación entre este arte yla etnia gitana en La Chan-ca». Actualmente, asegura,podemos comprobar que losprincipales centros y familiasflamencas se encuentran toda-vía en barrios y ciudades quesirvieron en otra época de re-fugio para los gitanos, comoAlcalá de Guadaíra, Utrera, Je-rez o el barrio de Triana, en Se-villa. «La presencia del pueblo gitano en LaChanca es elevada, podemos encontrar fami-lias gitanas enteras dedicadas profesionalmen-te o de forma aficionada al flamenco, aunqueno es un arte exclusivo de los gitanos».Por otra parte, «la influencia familiar y vecinaltambién es importante, ya que es un barrio enel que se vive, no es como en otros lugares,donde los vecinos van a trabajar y no se rela-

cionan entre ellos, limitándose sólo a saludar-se», indica, «La Chanca es un lugar cuyo ma-yor patrimonio es el arte de vivir y sentir el fla-menco, es nuestra seña de identidad, que se haido delegando con mucha intensidad de pa-dres a hijos, así es como manifestamos nuestragran sensibilidad creativa, la gente canta comose siente y lo vive muy intensamente».Ramírez añade que las formas de la venta am-bulante en en el barrio, como es el mercadillode la Plaza Pavía, son muy flamencas. «Esaforma de pregonar lo que se vende, la formade moverse y los aspavientos de los vendedo-

res son también muy flamen-cos», apunta esta joven baila-ora.Ramírez opina que no sepuede definir al barrio de LaChanca como «marginal»,aunque cuente con proble-mas estructurales como laalta tasa de desempleo, elabsentismo escolar o ladrogadicción, «pero gozade otras muchas virtudesque lo hacen un barrioemblemático almeriensey mediterráneo, con gru-pos concienciados quetratan de mejorar esa si-tuación». A sus vecinos

los une la humildad, y de ellos sur-ge «una fuente incesante de nuevos y prome-tedores talentos», toda una generación fla-menca «con denominación de origen, capacesde modernizar la hondura de un linaje».Por último, Ramírez se lamenta de que enGranada se exploten y valoren las cuevas delAlbaicín como atractivo turístico, con sus ta-blaos flamencos, y «aquí las tenemos abando-nadas, con la belleza que tienen». Según esta

joven artista, «habría que preguntarse por quélos poetas y artistas que vienen a Almería no sedejan caer por Oliveros, y se fijan más en LaChanca. Goytisolo, Valente, Pérez Siquier,son sólo algunos de los creadores que han ve-nido aquí. Algo de muy auténtico tiene que lesllama la atención».

LA CANASTERA, UN LUGAR PARA VIVIR EL FLAMENCOLa Chanca nunca ha dejado de realizar un es-fuerzo por exhibir su arte flamenco. La re-ciente apertura en el barrio de la asociacióncultural La Canastera, o la creación de la PeñaFlamenca de La Chanca, presidida por Casi-miro Pérez, son prueba de ello. Además, en lasproximidades del barrio también hay otros es-pacios, como La Guajira, frente a la Alcazaba,o la Tetería Almedina, donde los flamencoschanqueños también muestran su arte.La Canastera es el proyecto personal de la cé-lebre bailaora almeriense María HernándezTamayo, más conocida como María La Rabo-ta, y de su marido, Liviu Mitrache. Además dedifundir el flamenco a través de su arte y de susenseñanzas en la Escuela de Baile que ostentaen La Chanca, María La Rabota y Liviu nohan querido perder la oportunidad de demos-trar que Pescadería es, «por excelencia, el ba-rrio más flamenco de toda Almería». María La Rabota, nacida en la calle Anzuelo,es una paya criada entre gitanos que lleva su-bida encima de los tablaos desde los 14 añoshasta ahora y a la que le gusta definirse comouna bailaora autodidacta racial. «El arte lo lle-vo desde que nací», dice orgullosa, «donde vi-vía había casas de planta baja, todo el mundocantaba y bailaba, siempre con las puertasabiertas, con la guitarra en mano y muchaspalmas». Así fue como empezó a bailar. El fla-menco interesa, y mucho. «Yo tengo a muchagente del barrio y de fuera que quiere apren- ▼

A la izquierda, panorámica de La Chanca. Arriba, la célebre bailaora almeriense María Hernández La Rabotajunto a su marido, Liviu Mitrache, han puesto en marcha la asociación cultural La Canastera, único lugar juntoa La Guajira donde se programa flamenco en el barrio. Al lado, su hija María del Mar Hernández, que haoptado por el cante y ya cuenta con su propio grupo musical, Las Canasteras, y el cantaor Serafín Torres ElBarquero. A la derecha, el cantaor Francisco Sánchez Mateo, más conocido como Paco El Mellizo, en la calleEncuentro. Abajo, la bailaora almeriense Isabel Ramírez, reconocida fuera de nuestras fronteras, en pose debaile frente a la antigua casa de sus abuelos en La Chanca, donde bebió el arte flamenco desde bien pequeña.

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der flamenco en mi escuela», asegura, «incluso tengo como alumnos aprofesores que vienen de Murcia y otras provincias, incluso de Francia,cuando tienen vacaciones, y que tienen sus propias escuelas, para que lesmonte coreografías que con las que poder trabajar durante todo el cur-so». Ahora tiene una nueva inquietud, y es ofrecer apoyo a la gente jo-ven que está empezando en el mundo del flamenco, o en cualquier otroámbito artístico. «Todo el que viene aquí tiene una oportunidad, tienelas puertas abiertas para enseñar su arte y forjarse poco a poco, hasta quepuedan salirle contratos», remarca la bailaora. Precisamente, una de las nuevas figuras es su hija, María del Mar Her-nández, que ha preferido dedicarse al cante, a pesar de que también legusta bailar, y que ya cuenta con su propio grupo de flamenco fusión,Las Canasteras. «Debutamos hace poco», dice con mucha ilusión, «yatenemos grabadas dos maquetas muy bonitas, y poco a poco seguiremoshaciendo nuevas canciones y ganando público».

SERAFÍN EL BARQUERO Y PACO EL MELLIZO, DOS CANTAORES JONDOSEn La Chanca conviven en estos momentos dos generaciones flamen-cas. Además de la nueva cantera de artistas, por el barrio se dejan ver losveteranos flamencos, tanto profesionales como aficionados, algunos delos cuales siguen todavía en activo. Serafín Torres El Barquero lleva cantando toda su vida. Empezó traba-jando ‘para atrás’ y ha terminado cantando también ‘para alante’. «To-da la gente de La Chanca ha vivido el flamenco sin intereses, y aquí aca-ban de cuajarse los artistas», dice emocionado, «hay una nueva ola deguitarristas y cantaores que son para quitarse el sombrero».Torres celebra que se abran espacios «donde poder expresar nuestro ar-te, para que se nos vea de otra forma, mejorando la imagen del barrio,ya que a veces se nos mira con malos ojos y con prejuicios». Este cantaor afirma que «el que quiera escuchar flamenco ortodoxo, quese venga a Pescadería, para que se le meta bien en el sentido y en el al-ma». Aquí reside, según él, el verdadero duende y la auténtica esenciadel flamenco en Almería. «No es un flamenco comercial, sino lo que sa-le de la asadura, porque en flamenco, o cantas con las entrañas, o eres depacotilla», apunta con firmeza, «si no pones el alma no sirve, porque elflamenco es sufrimiento y es historia, pero esta historia tiene que llegara la gente con el aire de verdad, no fingido».Francisco Sánchez Mateo, más conocido como Paco El Mellizo, es otrade las grandes figuras del flamenco en Almería y en La Chanca. A sus 67años, ya se ha retirado de los tablaos, aunque cuenta con una brillantetrayectoria como cantaor flamenco puro. «Empecé a cantar con 18 años,después de haber vivido el flamenco muy a fondo y después de haber es-cuchado a todos los grandes en la peña de Los Tempranos», recuerdacon emoción, «de La Chanca me gustaba mucho José Gómez El Gor-do, que cantaba purista totalmente». Pronto se aficionó al flamenco por su cuenta propia, y llegó a dedicarsedurante unos años profesionalmente a este arte, actuando en las peñasde toda Almería, Madrid, Barcelona y toda Andalucía con cantaores dela talla de Antonio Mairena, Camarón, Chano el Lobato o José Mercé,

entre otros. También ha grabado colaboraciones en al-gunos discos, como una Historia del Flamenco pu-

blicada por Ediciones Tartessos. «En aquellos tiempos era poco dinero lo que

ganaba, pero solamente con cantar como yoquería era suficiente para mí», reconoceSánchez, que ahora se reserva sólo parareuniones privadas.Los cantaores aficionados, como Miguel

Martínez Muñoz, de 45 años, tambiénabundan en el barrio. «Llevamos el flamenco

en la sangre y nos sale del alma», remarca,aunque se arranquen solamente trabajan-do, en fiestas y con los amigos. ■

FLAMENCO EN LA CHANCA, CUNA DE UN ARTE MILENARIO

En este lugar escalonado, que sube la vertiginosa pendiente de la piedra -endescubrimientos de alturas que dominan el mar-, en esta llenura de belleza, puso lavida su mano apretada de agonías en la garganta. De la vida a la muerte son muchosdramas los que se suceden, acrecentados por el desprecio de los gobernantes, quehacen más pobres a quienes ya lo son. El Cante es aquí respiración, para no ahogarse,forma del grito ennoblecido. Y su riqueza. Un bosque transparente, con la naturalezade los sentimientos, cubre todo este espacio de ramajes altos. Es acaso también unbosque sumergido bajo el mar. Y así, de lo hondo a lo alto, se suceden los días, comosi el pecho reventara, para curarse de tanto sufrimiento y defender la libertad de laalegría. El flamenco es su forma de amor y rebeldía, siempre de lucha y de combate. De rabiadicha con su miel y su herida. La poesía natural que es alimento para todos. Su manerade hablar y desangrarse. Cuanto le es propio al alma golpeada. En los escenarios se privilegia el flamenco de las grandes individualidades. Sin embargo,aquí, en el lugar del Cante es, sobre todo, coral, de familias y grandes parentelashermanadas en los sones, los ritmos, la gracia en la irrupción del baile; un pueblounido en la hoguera de su expresión, que responde a coro a la voz sagrada y sola delchamán. Es en ese entrelazamiento de venas -de tanta hermosura e intensidad tribal-donde he sentido el ir y venir de sus almas quemantes por dentro de la mía. Estoyconvencido que es, en ese círculo de la lumbre -mantenida y avivada por siglos- dedonde surge el genio inexplicable del Cante, de la Danza, o la voz de la Guitarrahablando por todos. Transformados en carne y en espíritu de una humanidadcreadora. Este Arte, forma de hablar y de decir desde lo más profundo, llega antes que la palabraa algunos pequeños. Hemos visto, por el barrio de pescadores, en El Patio de laMaría, mover las manos (en brazos de su madre, a una niña de meses) con una graciay una armonía bellísimas, respondiendo a los cantes. Como forma propia de expresión, el flamenco está en las calles, en las terrazas ymiradores de La Chanca. Es esta la escuela vital que propicia el aprendizaje y elcrecimiento. Sospecho que todos en el grupo son maestros y todos son discípulos. Queen esa rueda colectiva de hermandad todo es emanación para el decir más hondo y elembrujamiento pasmoso de los ritmos. Para un cultivo tan estimulante, el respeto y elentusiasmo del círculo -en unidad con los artistas en sazón- suponen el riego y el calormás eficaz para un crecimiento pujante. Y la imantación que ejercen, sobre losiniciados, los flamencos del barrio con idas y venidas triunfales por el mundo. Yaquellos (que no puden nombrarse sin estremecimiento) que fueron poseedores delduende -como El Negrillo-, quienes, a pesar de su ausencia, siguen mandando elascua de lo auténtico y la piedra oscura de lo secreto a una portentosa juventud decantaores, guitarristas o bailaoras. Nadie que no lo haya vivido podrá imaginar hasta dónde llega la fuerza de lachiquillería cantaora en la Escuela y su luminosa -y definitiva- forma de contagio. Todala lozanía de los nuevos cantaores chanqueños ha surgido de ahí. Podemos dibujar latrayectoria de Cristo Heredia, Edu García y de su hermano Antonio El Genial. Ocontar el anhelante aprendizaje en la guitarra de Francis Hernández, cuando era aúnEl Niño de la Manola. Es un material candente y magmático lo que llevan los críos alColegio. Si en La Chanca existiera, como está proyectado en su Plan Integral, laEscuela de Flamenco, veríamos despertar la expresión única e irrepetible y la fuerzade un deslumbramiento en su cráter abierto. Recuerdo el cataclismo que produjoCoraíma, la niña cantaora de la saga flamenca del Potito, en el Colegio Público de LaChanca. Revolucionó a todo el alumnado. Convirtió cada uno de los recreos en uninsólito ensayo teatral, que dirigía; en un espectáculo concebido por ella, donde todosparticipaban de un ceremonial festivo que tenía como base los cantes y los sonesgitanos. ¿Imaginan ese flamenco coral, conmovedor, de cientos de criaturas en la pazde la música profunda? El Cante ha crecido vigoroso e imparable en el milenario lugar de Al-Hawd. Hemostenido el privilegio de verlo eclosionar a lo largo de más de treinta años; de recibir eljúbilo de su grandeza y de sus éxitos; y de vivir desde adentro la intensidad de susemociones y el arder de su hermosura arrasadora. Sería interminable dar cada uno desus nombres de oro. Para dejar constancia de su historia -desde un respeto muyprofundo y sin exclusiones-, Isabel Ramírez Carrillo, «Isiya», chanqueña y bailaoraen el Ballet de Sara Baras, ha recogido el sustrato, el germen, el espíritu y el nombre detantas maestras y maestros del Flamenco en La Chanca, algunos recuperados del olvidopara siempre. Contar la historia y la sustancia que la nutre, para asombro de todos.

La Chanca en la lumbre del cante

JUAN JOSÉ CEBA PLEGUEZUELOSPoeta

FOCO SUR / 28

MIGUELMARTÍNEZ:

«Llevamos el flamencoen la sangre y nos

sale del alma»