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Publicado porLa Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Salt Lake City, Utah, E.U.A.

© 2003 por Intellectual Reserve, Inc.Todos los derechos reservados

Impreso en los Estados Unidos de América

Aprobación del inglés: 1/03Aprobación de la traducción: 1/03

Traducción de First Worldwide Leadership Training MeetingSpanish

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Índice de temasLa restauración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .1

Presidente Boyd K. Packer

La revelación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5

Élder Neal A. Maxwell

El programa de la unidad básica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8

Élder L. Tom Perry

Normas de dignidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11

Élder Henry B. Eyring

La familia y el templo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15

Élder M. Russell Ballard

El servicio misional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .19

Presidente Gordon B. Hinckley

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Se me ha asignado dirigirles lapalabra en esta reunión sobrealgunos de los principios funda-

mentales de la Restauración.“[Un] domingo por la noche [en

1834], el profeta [José Smith] pidió atodos los que poseían el sacerdocioque se reunieran en una pequeña ca-baña que servía de escuela [enKirtland, Ohio]. . . Era una casa pe-queña, quizá de unos 4,2 metros cua-drados. Ahí estaba todo el sacerdociode La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días que se en-contraba en Kirtland, y que se habíanreunido para salir a ser parte delCampo de Sión. . .

“. . . El Profeta llamó a los élderesde Israel para que, junto con él, die-ran testimonio de esta obra. . . Al ter-

minar, el Profeta dijo: ‘Hermanos, hesido grandemente edificado e instrui-do con sus testimonios esta noche,pero quiero decirles ante el Señor,que lo que ustedes saben concernien-te al destino de esta Iglesia y este rei-no se puede comparar alconocimiento de un bebé en brazosde su madre. Realmente no lo com-prenden. . . Esta noche sólo ven a unpuñado de hombres con el sacerdo-cio, pero esta Iglesia [crecerá y] se ex-tenderá por América del Norte y delSur, y se extenderá por todo el mun-do’ ” (Wilford Woodruff, enConference Report, abril de 1898,pág. 57).

Una reunión mundialEn nuestra mente, les vemos reuni-

dos en capillas en Otavalo, en losAndes; en Durban, que está en la cos-ta de África; en Málaga, España; enSalzburgo, que está en Europa; enSydney, Australia; en Sendai, Japón;en Toronto, Canadá; en PuertoMoresby, Nueva Guinea y en otros5.000 centros de reuniones.

Algunos de ustedes han tenido quedejar la granja para venir a esta reu-nión, otros su barca pesquera, otrossalieron de la oficina o de la sala deoperaciones, o dejaron su computa-dora o su carpintería. Nos encontra-mos congregados en esta granreunión en el nombre del Señor.

Al reunirnos en los edificios de us-tedes, nos comunicamos por medio

de intérpretes fieles. Con la ayuda deellos, hablamos en más de cincuentaidiomas.

Somos iguales que ustedes; hemossido llamados de entre ustedes. Elpresidente Monson es impresor; yosoy maestro de escuela; el élder Perryes contador; el élder Ballard vendíaautos.

Nosotros, al igual que ustedes, he-mos sido llamados, sostenidos y orde-nados a un oficio en el Sacerdocio deMelquisedec, el Santo Sacerdocio se-gún el Orden del Hijo de Dios.Venimos a ustedes en calidad deApóstoles del Señor Jesucristo.

Y aunque diferimos en idioma, encostumbres, en cultura y en muchasotras maneras, cuando nos congrega-mos, nos fortalecemos unos a otros yllegamos a ser uno. El idioma de laIglesia es el idioma del Espíritu.

Cada uno de nosotros debe apren-der cómo hacer lo que se le ha llama-do a hacer. Si lo hacemos, estaremosobedeciendo un mandamiento que sedio durante los primeros días de laIglesia:

“Escuchad, oh élderes de mi iglesiaa quienes he llamado; he aquí, os doyel mandamiento de congregaros paraque os pongáis de acuerdo en cuantoa mi palabra;

“y por vuestra oración de fe recibi-réis mi ley para que sepáis cómo go-bernar mi iglesia y poner todas lascosas en orden delante de mí” (D. y C. 41:2–3; cursiva agregada).

Deseamos enseñarles cómo sermejores líderes y mejores padres.

Como dice en las Escrituras:“Aceptarás como mi ley, para gobernarmi iglesia, las cosas que has recibido,que te han sido dadas como ley enmis Escrituras” (D. y C. 42:59). ElSeñor dijo que “todo hombre hableen el nombre de Dios el Señor, elSalvador del mundo” (D. y C. 1:20).

Todos somos personas comunescon debilidades, pero, “si los hombresvienen a mí”, dijo el Señor, “les mos-traré su debilidad. Doy a los hombres

P R E S I D E N T E B OY D K . PA C K E RPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles

LARESTAURACIÓN

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debilidad para que sean humildes; ybasta mi gracia a todos los hombresque se humillan ante mí; porque si sehumillan ante mí, y tienen fe en mí,entonces haré que las cosas débilessean fuertes para ellos” (Éter 12:27).

La principal piedra del ánguloÉstos son tiempos muy peligrosos.

A fin de que ustedes no se desvíen,deben conocer la fuente de la autori-dad y el poder que poseen. Todo loque aprendan en cuanto a su ordena-ción y llamamiento lo deben evaluarbasándose en verdades fundamenta-les. Es por medio de las Escriturasque aprenden a gobernar Su Iglesia.

Éstas son verdades fundamentalesque deben enseñar una y otra vez asus familias y a los miembros.Primero, enseñen que Jesucristo, elHijo de Dios, el Unigénito del Padreen la carne, estableció Su Iglesia, edifi-cada “sobre el fundamento de. . .apóstoles y profetas, siendo la princi-pal piedra del ángulo Jesucristo mis-mo” (Efesios 2:20).

Jesús llamó y ordenó apóstoles yles dio las llaves del reino. Esas llavesles dieron la autorización para sellarlas ordenanzas por la eternidad.

Fue crucificado y se levantó denuevo. Expió por la transgresión deAdán. Toda alma que ha nacido en latierra, o que aún está por nacer, seráliteralmente resucitada. Y “. . .por laExpiación de Cristo, todo el génerohumano puede salvarse, mediante laobediencia a las leyes y ordenanzasdel Evangelio” (Artículos de Fe 1:3).

La restauraciónLos Apóstoles fueron martirizados

y, con el tiempo, se llevó a cabo unaapostasía. Las doctrinas de la Iglesiase corrompieron y las ordenanzas secambiaron; las llaves de la autoridaddel sacerdocio se perdieron. EstaApostasía universal requirió la restau-ración de la autoridad: de las llavesdel sacerdocio, de las doctrinas y delas ordenanzas.

José Smith recibió la visita personalde Dios, el Padre Eterno, y de Su HijoJesucristo. Ellos le comunicaron quetenían una obra especial que él lleva-ría a cabo. Por medio de él se restau-rarían las llaves; y la Iglesia, tal comola había establecido Jesucristo cuandoestuvo en la tierra, sería restaurada.

José Smith y Oliver Cowdery fue-ron ordenados al Sacerdocio Aarónicopor Juan el Bautista (véase JoséSmith–-Historia 1:68–69). Fueron or-denados al Sacerdocio deMelquisedec por los antiguos apósto-les Pedro, Santiago y Juan (véase D. y C. 27:12). Esas ordenaciones res-tauraron la autoridad y las llaves delreino de Dios, para nunca más serquitadas de la tierra.

En abril de 1830, el profeta JoséSmith organizó La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días. La verdadera Iglesia deJesucristo se encontraba una vez másentre los hombres, con la autoridadde “predicar el evangelio y adminis-trar sus ordenanzas” (Artículos de Fe1:5; véase también José Smith—Historia 1; D. y C. 20).

Moisés, Elías, Elías el Profeta yotros profetas antiguos confirieron aJosé y Oliver otras llaves del sacerdo-cio (véase D. y C. 110:11–16;128:18–21).

En las Escrituras, se explica cómose debe conferir la autoridad a fin deasegurar una línea de autoridad inin-terrumpida. El Señor dijo: “. . .a nin-guno le será permitido salir a predicarmi evangelio ni a edificar mi iglesia, amenos que sea ordenado por alguienque tenga autoridad, y sepa la iglesiaque tiene autoridad, y que ha sido de-bidamente ordenado por las autorida-des de la iglesia” (D. y C. 42:11).

Por esa razón, cada uno de ustedeses entrevistado, llamado y luego sos-tenido en una reunión; de esa mane-ra, todos se dan cuenta de laresponsabilidad que tienen.

Y esa revelación continúa: “. . .ob-servarán los convenios y reglamentos

de la iglesia para cumplirlos, y esto eslo que enseñarán, conforme elEspíritu los dirija” (D. y C. 42:13).

Las EscriturasMediante inspiración divina, José

Smith tradujo y publicó el Libro deMormón: Otro Testamento deJesucristo.

El Libro de Mormón verifica que elAntiguo Testamento es una maravillo-sa fuente de información, de profecíay de escritos sobre el sacerdocio porparte de los antiguos profetas.

El Libro de Mormón ratifica el rela-to de la vida y el ministerio deJesucristo y Sus Apóstoles del NuevoTestamento.

El profeta José Smith y sus suceso-res recibieron otras revelaciones, lascuales fueron publicadas en Doctrinay Convenios, libro en el que figuraninstrucciones en cuanto a cómo orga-nizar la Iglesia, sobre el orden del sa-cerdocio y las ordenanzas y conveniosdel mismo.

En esas revelaciones se explica elpropósito de los templos y se mandaa la Iglesia edificarlos para la reden-ción de los muertos.

Gran parte de La Perla de GranPrecio se tradujo de registros anti-guos, y consta de los escritos deAbraham, Moisés, así como de JoséSmith.

La Biblia, El Libro de Mormón,Doctrina y Convenios y La Perla deGran Precio constituyen las Escriturasde la Iglesia restaurada.

Se dio también un mandamientode que Emma Smith, esposa delProfeta, compilara un libro de him-nos, el cual se publicó. La música sa-cra es el idioma del Espíritu y la letrade los himnos enseña la doctrina ytrae inspiración a nuestras reuniones.

Los manualesSe han preparado manuales de ins-

trucción, los cuales sirven a los líderesy maestros del sacerdocio y de las or-ganizaciones auxiliares para aprender

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el modo de prestar servicio en el sa-cerdocio y en las organizaciones auxi-liares.

Para aprender:• Deben leer las Escrituras y familia-

rizarse con ellas. Cuando tenganque tomar una decisión y necesi-ten ayuda, pregúntense a sí mis-mo: “¿Qué ha dicho el Señor encuanto a esto? ¿Hay algo en lasEscrituras que me muestre lo quedeba hacer?”.

• Luego consulten los manuales.• Después, sigan el consejo de los

que han sido ordenados para diri-gir, siguiendo la línea de autoridad.

• Deliberen en consejo.• Y finalmente, oren siempre por es-

to: “Pero a pesar de las cosas queestán escritas, siempre se ha con-cedido a los élderes de mi iglesiadesde el principio, y siempre seráasí, dirigir todas las reuniones con-forme los oriente y los guíe elSanto Espíritu” (D. y C. 46:2).Eso les mantendrá en el sendero

correcto. Siempre, siempre sigan lainspiración del Espíritu. Los hombresy las mujeres comunes, debidamenteautorizados, pueden servir al Señoren calidad de líderes y maestros.

La Iglesia debe ser la misma en to-das partes. A pesar de que de vez encuando se cambie la manera de hacerlas cosas, debemos estar unidos en ladoctrina y en los principios; ésos nocambian.

El Señor “constituyó a unos, após-toles; a otros, profetas. . . [para] quetodos lleguemos a la unidad de la fe ydel conocimiento del Hijo de Dios”(Efesios 4:11, 13; cursiva agregada).

Se reveló “la misma organizaciónque existió en la Iglesia Primitiva, [conlos mismos oficiales], apóstoles, pro-fetas, pastores, maestros, evangelistas,etc.” (Artículos de Fe 1:6), tal como laestableció el Salvador.

El principio de presidenciaPor ejemplo, en las Escrituras se

bosqueja el principio de presidencia.

La Primera Presidencia se organizócon el Presidente, quien posee todaslas llaves, y un Primer y Segundo con-sejero, junto con el Quórum de losDoce Apóstoles, quienes también po-seen todas las llaves. Junto con losSetenta y el Obispado Presidente, ad-ministran los asuntos de la Iglesiamundial.

Este modelo de la presidencia: elpresidente, a quien se le han conferi-do las llaves, y el primer y segundoconsejeros, se duplica en cada una delas estacas, en los quórumes del sa-cerdocio, en los templos, en las misio-nes, en los barrios y en las ramas.

Se duplica en las organizacionesauxiliares. Sin embargo, los presiden-tes o presidentas de las organizacio-nes auxiliares no poseen llaves delsacerdocio.

Cada estaca es independiente decualquier otra estaca. El presidenteposee las llaves, pero no permanecesolo. Junto con sus consejeros, for-man una presidencia. Con el sumoconsejo y demás oficiales, gobiernanla estaca.

La presidencia de estaca tiene laautoridad para llamar, relevar, organi-zar, enseñar y corregir, de acuerdocon el modelo establecido y según loindiquen las Autoridades Generalesque les presiden.

Hay una presidencia en cada unode los quórumes del Sacerdocio deMelquisedec: los quórumes de élde-res y de sumos sacerdotes; cada unaconsta de un presidente, quien poseelas llaves, y de consejeros.

Lo mismo ocurre en los barrios.Cada barrio, independientemente detodo otro barrio, tiene un obispoquien posee las llaves. Junto con susconsejeros, forman el obispado, quees una presidencia.

El obispo es propuesto por el pre-sidente de estaca y es aprobado porlas Autoridades Generales, bajo la di-rección de la Primera Presidencia. Él es llamado y ordenado por el presi-dente de la estaca para ser obispo;

luego es apartado para presidir el ba-rrio. También es apartado como sumosacerdote presidente del barrio y co-mo presidente del quórum de presbí-teros. Se aparta a sus consejeros. El obispo preside el SacerdocioAarónico. El obispado llama y aparta aotros oficiales y maestros para velarpor las familias y los miembros.

Es muy importante que ustedescomprendan que un presidente obtie-ne el apoyo unánime de sus conseje-ros en todas las decisiones. Ustedestres oran juntos y deliberan en conse-jo en todas sus responsabilidades.Esto es así en toda presidencia.

La autoridad del sacerdocioAhora bien, la familia es la unidad

básica de la Iglesia, y lo ideal sería quela encabezara un esposo y padre queposee el sacerdocio. Él preside a sufamilia en rectitud.

La Primera Presidencia ha dicho:“El hogar es el fundamento de una vi-da recta y ningún otro medio puedeocupar su lugar ni cumplir sus funcio-nes esenciales en el cumplimiento delas responsabilidades que Dios les hadado” (“News of the Church”, Ensign,junio de 1999, pág. 80).

La autoridad en el sacerdocio seconfiere por medio de la ordenación;el poder en el sacerdocio se recibepor medio de un recto vivir. Ustedesdeben mantenerse dignos.

¿Pueden ver la inspiración divina,cuando el “sacerdocio que es según elorden más santo de Dios” (D. y C.84:18) se confiere a todo hombre dig-no? Cada uno de nosotros puede reci-bir revelación e inspiración por mediodel Espíritu Santo.

Esas verdades fundamentales nohan cambiado. En estos tiempos su-mamente difíciles, dichas verdadestraen unidad a la Iglesia y a la familia.

“Y además, los élderes, presbíterosy maestros de esta iglesia enseñaránlos principios de mi evangelio, que seencuentran en la Biblia y en el Libro

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de Mormón, en el cual se halla la ple-nitud del evangelio” (D. y C. 42:12).

En cada estaca, barrio y rama se en-cuentran las llaves y la autoridad. Losmiembros de la Iglesia dignos puedenobtener recomendaciones para reci-bir las bendiciones del templo, losconvenios y ordenanzas, incluso elmatrimonio eterno.

Todas las llaves del sacerdocio queson esenciales para la salvación y laexaltación fueron conferidas por auto-ridad divina al profeta José Smith. Esaautoridad se encuentra depositada enla actual Primera Presidencia de laIglesia y esa autoridad les es delegadaa los líderes del sacerdocio en todaspartes del mundo.

El Espíritu SantoA ustedes se les confirió el Espíritu

Santo después de su bautismo. ElEspíritu Santo se convierte en su maestro y su Consolador; medianteÉl, ustedes reciben dirección inspira-da en su vida personal, en su familia,en su trabajo y en sus llamamientosen la Iglesia.

Moroni declaró que: “. . .los de laiglesia dirigían sus reuniones deacuerdo con las manifestaciones delEspíritu, y por el poder del EspírituSanto; porque conforme los guiaba elpoder del Espíritu Santo, bien fuesepredicar, o exhortar, orar, suplicar ocantar, así se hacía” (Moroni 6:9).

El Espíritu Santo se asemeja a unsextante.

Durante siglos, los marineros hanexplorado los cielos con un sextantesemejante a éste a fin de orientarse através de los inexplorados océanos; fi-jan un pequeño espejo para captar laluz de las estrellas por la noche o laluz del sol en el día. Mediante esa luz,han podido orientarse y fijar su curso.

Este pequeño sextante lo utilizó unpescador que salió a pescar en su lan-cha rumbo al Océano Atlántico, cerca-no a la costa de Francia. Si se alejabamás allá del horizonte o lo desviabauna tormenta, podía mirar hacia los

cielos a fin de orientarse y de ese mo-do encontrar el camino a casa.

La luz de los cielos puede impedirque el pescador se desvíe de su curso.El Espíritu del Espíritu Santo evitaráque ustedes se desvíen por senderosprohibidos.

Verdades fundamentalesConcluimos ahora en el punto de

partida. Y gran parte de lo que hace-mos se basa en estas verdades funda-mentales:• Jesucristo es la Cabeza de la Iglesia.• Él ha edificado Su Iglesia sobre el

fundamento de los apóstoles y pro-fetas, siendo Él mismo la principalpiedra del ángulo.

• Él ha conferido la autoridad del sa-cerdocio a aquellos que dirigen laIglesia en esta dispensación de losúltimos días.

• Todo hombre, mujer y niño que hasido confirmado en la Iglesia recibeel Espíritu Santo, semejante a unsextante individual, para orientarsey mantenerse en curso.Les testifico, hermanos del sacer-

docio, que el Evangelio ha sido res-taurado, que Jesús es el Cristo y queel poder y la autoridad del mismo leses delegado a ustedes en sus barrios yramas en los lugares más lejanos delmundo. Ruego que las bendicionesdel sacerdocio estén sobre ustedescomo líderes del sacerdocio y comopadres de familias y abuelos, y ruegoque las bendiciones del Señor esténcon sus hijos, los hijos de éstos, y quelos propósitos que el Señor tenía enmente cuando estableció esta Iglesiase cumplan. Extiendo esa bendición yexpreso ese testimonio en el nombrede Jesucristo. Amén.

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Gracias, presidente Packer, porel símbolo del sextante. Es uninstrumento delicado y magní-

fico que encamina de un modo muynatural a hablar sobre la revelación.Después de todo, hermanos, sin reve-lación no podemos gobernar la Iglesiadel Señor. Este instrumento no fun-ciona sin luz. Y una de las grandesbendiciones que tenemos mediante larevelación es saber que Jesús es la Luzdel Mundo. Por lo demás, hemos deverlo todo con Su luz.

De hecho, la fundación misma deLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días llevó aparejada lalectura de un inspirado pasaje de lasEscrituras; todos ustedes saben cuáles: Santiago 1:5. Este pasaje inspiró aJosé Smith a dirigirse a una arboleda aelevar una sincera oración. Y enton-ces se manifestó la extraordinaria re-velación en la primavera de 1820.

Las invitadoras palabras deSantiago llevaron a ese momento ma-ravilloso, extraordinario y exclusivo,en el que el joven José Smith vio alPadre y al Hijo, quienes le dieron ins-trucción. ¡La largamente esperada dis-pensación del cumplimiento de lostiempos había comenzado!

En el principio, después del Edén,Adán necesitaba la revelación: “Y enese día descendió sobre Adán elEspíritu Santo, que da testimonio delPadre y del Hijo. . .” (Moisés 5:9). Ésa es aún una misión principal delEspíritu Santo, en concreto, “dar tes-timonio del Padre y del Hijo” y “glori-ficar” a Cristo (véase 2 Nefi 31:18;Juan 16:14).

La revelación personalHermanos: nuestro deber como lí-

deres de la Iglesia es recibir, del mis-mo modo, revelación del EspírituSanto que nos confirme que“Jesucristo es el Hijo de Dios, y quefue crucificado por los pecados delmundo” (D. y C. 46:13). Si nosotros ylos miembros de la Iglesia estamosedificados sobre la Roca de nuestroSalvador, tenemos la promesa de que,cuando nos azoten las tormentas dela vida, “no nos arrastrarán al abismo”(véase Helamán 5:12).

Tan importante es la ayuda delEspíritu Santo que aun los ángeles“hablan por el poder del EspírituSanto” (2 Nefi 32:3; 2 Nefi 33:1). Deahí que el gran sermón del reyBenjamín, que a todos nos conmueve,vino por un ángel, por el poder delEspíritu Santo (véase Mosíah 3:2).

Ese testimonio acerca de nuestroSalvador es esencial para nosotros, nosólo en forma personal, sino comopadres y pastores de nuestros diver-sos rebaños de la Iglesia. Porque entrelos de los rebaños de la Iglesia hay al-gunos que no lo saben, a los que “leses dado creer en las palabras de [uste-des], para que también tengan vidaeterna, si continúan fieles” (D. y C.46:14). Debemos saber por el bien deellos.

Pero, hermanos, puede que unospocos de ustedes aún piensen que larevelación consta sólo de sucesos ce-lestiales como la Primera Visión, oque la revelación está fuera de su al-cance, o que es algo tan extraordina-rio que una persona al parecer comúny corriente no tiene derecho a ella.¡Pero ustedes sí tienen derecho a ella!Por eso les daré unas sugerencias conrespecto a la revelación, la cual sueleser callada, interior, pero es un proce-so real y poderoso.

Sólo con la revelación podemosefectuar la obra del Señor de acuerdocon Su voluntad, a Su propia maneray en Su propio tiempo.

Más que cualquier otra forma, elEspíritu Santo nos revela el modo deenlazar las doctrinas con nuestro dis-cipulado personal y también el modocomo ayudar a los miembros de laIglesia a hacer lo mismo. Por lo que,cuando “aplicamos” las Escrituras anosotros mismos, la función delEspíritu Santo es necesaria para queello se realice. Por ejemplo, Él venuestros pecados de omisión y con-mueve nuestra conciencia, y nos ins-pira también a arrepentirnos de ellos.Si lo hacemos, ello nos dará aun másregocijo en esta vida del que hayamosconocido.

Se da a la mente y al corazónLa mayor parte de la revelación se

manifiesta de la siguiente manera:“. . .hablaré a tu mente y a tu cora-zón por medio del Espíritu Santo” (D. y C. 8:2; cursiva agregada). Ahora

É L D E R N E A L A . M A X W E L LDel Quórum de los Doce Apóstoles

LA REVELACIÓN

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bien, al “aplicar” esa Escritura a noso-tros mismos, recordemos que entranen juego tanto el intelecto como lossentimientos.

Cuando Enós se “hallaba luchandoen el espíritu, he aquí, la voz delSeñor de nuevo penetró [su] mente”(Enós 1:10; cursiva agregada). Esavoz, hermanos, no tiene que entrar-nos por un oído y salirnos por el otro,sino que tiene que ir directamente anuestra mente. . . y oírse con claridad.

A veces, las revelaciones vienenpor medio de sentimientos.Recibimos la necesaria indicación me-diante sentimientos, pero sentimien-tos sin explicación. ¡Por lo que ya seacon palabras o con sentimientos, reci-bimos también una tranquilizadorasensación de paz! Esa paz confirma-dora es una satisfactoria bendiciónque nos hace saber que todo estábien y que el Señor nos ha orientado.

El élder Eyring va a describir el donde discernimiento en relación con elentrevistar. Este don es un tipo de re-velación que les guía a ustedes, presi-dentes de estaca y obispos, en lasentrevistas. Sin embargo, hermanos,no se sorprendan si a veces sabenmás de lo que puedan decir, más delo que puedan explicar.

El don del Espíritu Santo trae mu-chos otros dones, y, como observóBrigham Young: “En la vida no llega-mos a obtener los privilegios que po-dríamos obtener” (Discourses ofBrigham Young, selecciones de JohnA. Widtsoe, 1954, pág. 32). Hermanos,al grado en que obtengamos los privi-legios que podríamos obtener en lavida y nos hagamos merecedores derecibir la revelación que tenemos elprivilegio de recibir, ¡podremos elevarla Iglesia como nunca antes!

El Espíritu Santo es perfecto paraproducir la comunicación bilateral.Muy poco común es en la familia hu-mana la verdadera comunicación bila-teral. Pero las Escrituras nos dicen:“cuando un hombre habla por el po-der del Santo Espíritu, el poder delEspíritu Santo lo lleva al corazón delos hijos de los hombres” (2 Nefi33:1), y “el que recibe la palabra por

el Espíritu de verdad, la recibe comola predica el Espíritu de verdad” (D. yC. 50:21). Ésa es la comunicación bila-teral, y tiene lugar tanto durante la en-señanza inspirada en la sala de clasecomo cuando se habla en la reuniónsacramental, o durante la conversa-ción entre dos personas.

A veces, hermanos, hablarán conpalabras que excedan a su propia ca-pacidad. Como dijo el presidenteMarion G. Romney en numerosas oca-siones: “Siempre sé cuando estoy ha-blando bajo la inspiración del EspírituSanto porque aprendo algo de lo quehe dicho” (citado en Boyd K. Packer,Teach Ye Diligently, Salt Lake City:Deseret Book, 1975, pág. 304).

A medida que ganamos experien-cia con la revelación, ésta comienza aaumentar, como enseñó el profetaJosé Smith cuando dijo: “Una personapodrá beneficiarse si percibe la prime-ra impresión del espíritu de la revela-ción. Por ejemplo, cuando sentís quela inteligencia pura fluye en vosotros,podrá repentinamente despertar envosotros una corriente de ideas”(Enseñanzas del Profeta José Smith,pág. 179).

Un serio esfuerzo mentalLa lucha de Enós nos recuerda la

lucha que tuvo Oliver Cowdery paratraducir. Oliver aprendió que ello re-quiere un serio esfuerzo mental denuestra parte. Tenemos que pensarlomuy bien y luego tenemos que prose-guir como hemos comenzado (véaseD. y C. 9:5–11). Hermanos, la revela-ción no es cosa de pulsar botones, si-no de impulsarnos nosotros mismos,a menudo con la ayuda del ayuno, delestudio de las Escrituras y de la medi-tación.

Sobre todo, la revelación hace pre-ciso que tengamos un grado suficientede rectitud personal para que de vezen cuando la recibamos sin pedirla.

Hermanos, en esta diseminada yespléndida congregación que circun-da el mundo, por favor, recuerdenque ustedes viven cerca del cielo encualquier lugar donde estén, y feliz-mente, el Espíritu Santo no se detiene

ante límites nacionales y ¡la revelaciónno necesita visado!

Como ha dicho el presidentePacker, vivimos en circunstancias muydiversas alrededor del globo. Pero elEspíritu Santo conoce todas esas cir-cunstancias, Él nos conoce a todos ypuede llegar a cada uno, ¡estemosdonde estemos!

No importa si el mundo no com-prende este sagrado proceso, ni si seburla de él. Pablo dijo: “Pero el hom-bre natural no percibe las cosas queson del Espíritu de Dios, porque paraél son locura, y no las puede enten-der, porque se han de discernir espi-ritualmente” (1 Corintios 2:14;cursiva agregada).

Una vez tuve el privilegio de estarcon el élder Harold B. Lee tarde, unsábado por la noche. Él seleccionabaun nuevo patriarca para una estaca.Como me encontraba con él en uncentro de estaca casi vacío de gente,le observé entrevistar a un hombre y asu esposa, y extenderle en seguida elllamamiento. El hermano comenzó asollozar, y su esposa le instó, dicién-dole: “Díselo; díselo al presidenteLee”. Una vez que él recuperó la com-postura, dijo: “Hermano Lee, el Señorme dijo hace dos semanas que estosucedería”. El élder Lee, volviéndose amí, me dijo: “Ya ves, Neal, por qué de-bemos actuar dirigidos por el espíritude revelación”. De ahí que, sean cua-les sean nuestros diversos llamamien-tos, la revelación es esencial paraayudarnos a discernir las cosas. Porejemplo, los patriarcas inspirados ycon discernimiento son guiados porel Espíritu Santo para bendecir a losmiembros con bendiciones individua-lizadas y no rutinarias.

Repito, hermanos, por favor, re-cuerden que a veces recibimos indica-ciones sin explicaciones. Por ejemplo,un obispo puede presentir que unapersona todavía no está del todo listapara ir al templo. O el obispo puedesentir que debe hablar con uno de loscónyuges en particular sin saber, alprincipio, exactamente por qué.

La revelación también les puedeservir en el aspecto administrativo,

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para hacer hincapié en ciertos asun-tos más importantes con el fin debendecir al rebaño, sobre todo en al-gunas situaciones. El élder Perry nosenseñará acerca del modo de combi-nar el tiempo y los recursos de quedispongamos, los que a veces son es-casos, a fin de edificar mejor la Iglesia.

En ocasiones, cuando reflexiona-mos en algo y lo estudiamos en nues-tra mente, la revelación sirve de unmodo exclusivo al relacionar discerni-mientos incompletos. Entonces todoel asunto se aclara y las cosas quedan“bien coordinad[as]” (véase Efesios2:21).

A veces, el Espíritu Santo nos re-cordará lo que nos haga falta recordary, en otras ocasiones, pondrá pensa-mientos en nuestro corazón “en lahora, sí, en el momento preciso” (D. y C. 100:6). Hermanos, podemosprepararnos para que se nos recuer-den las cosas si “atesoramos” de ante-mano cosas preciosas en nuestrodepósito individual de recuerdos (véase D. y C. 11:26; 84:85).

Los conductos regularesTengan presente, no obstante, que

la revelación siempre sigue los debi-dos conductos regulares. Por eso, elobispo “A” no recibe revelación para elobispo “B”. Ni los miembros particula-res reciben revelación para toda laIglesia, lo cual es la función delPresidente y Profeta de la Iglesia.

A veces, el Espíritu nos infunde lapaz personal que tanto nos hace falta,sobre todo en un mundo que está lle-no de “conmoción”, en el que hay“guerras y rumores de guerras” (D. y C. 45:26). Por ejemplo, herma-nos, más de lo que nos damos cuenta,el consuelo del Consolador nos haceevitar el que nos cansemos hasta des-mayar (véase Hebreos 12:3). Tenemosun buen número de miembros de laIglesia que se han cansado hasta des-mayar y es preciso reanimarlos.

En ocasiones, se dan revelacionescon instrucciones para toda la Iglesiapor conducto del profeta del Señor.Eso ocurrió cuando el presidenteLorenzo Snow fue inspirado a recalcar

la necesidad de que los miembros dela Iglesia pagasen un diezmo íntegro.Del mismo modo, el presidenteGordon B. Hinckley fue claramenteinspirado a dirigir el aumento vertigi-noso de la construcción de muchostemplos, para que los miembros fieles—de todo el mundo— pudiesen reci-bir las bendiciones del templo. Fue loque el Señor deseaba que se hiciese,pero también se hizo en Su propio ydebido tiempo.

A veces se da revelación doctrinalal Presidente de la Iglesia para toda laIglesia y las Escrituras terminan gene-rando más Escrituras. El profeta José,por ejemplo, fue espiritualmente ins-pirado mientras leía una Escritura enJuan 5:29, y entonces recibió revela-ción con instrucciones, la que ahorase conoce como Doctrina yConvenios, sección 76. Y, cuando elpresidente Joseph F. Smith leía unosversículos de 1 Pedro y meditaba enellos, recibió lo que ahora se conocecomo la sección 138, referente a laobra en el mundo de los espíritus.

El discipulado personalTambién podemos “aplicar” las

Escrituras a nosotros mismos “paranuestro provecho e instrucción” (1 Nefi 19:23) y así inspirar a nuestraspropias familias, servir mejor en nues-tros llamamientos y progresar más ennuestro discipulado personal. El avan-zar en nuestro discipulado personales algo muy importante, hermanos.Hemos de dar el ejemplo, lo mismoque explicar y exhortar.

Hermanos, por favor, enseñen alos demás con respecto a la revela-ción. Es imprescindible que más ymás de nuestros miembros y denuestros líderes tengan este gran pri-vilegio. Las Escrituras nos aseguranque las palabras de Dios vienen “nosólo a los hombres, sino a las mujerestambién. Y esto no es todo; muchasveces les son dadas a los niños pala-bras que confunden al sabio y al eru-dito” (Alma 32:23).

Selecciono sólo un ejemplo de miexperiencia personal: Hace variosaños, cuando padecía de leucemia,

me encontraba meditando y las si-guientes quince palabras tranquiliza-doras y de instrucción acudieron a mimente: “Te he dado leucemia paraque puedas enseñar a los de mi pue-blo con autenticidad”. Testifico queeste proceso es real en lo que toca anuestros deberes y llamamientos, y anuestro discipulado personal. Cadauno de nosotros necesita tener la va-liosa percepción de las grandes reali-dades de la eternidad. Repito, enmedio de las dificultades del diario vi-vir, y aun de las preocupaciones delmomento, el mismo revelador, elEspíritu Santo “habla de las cosas co-mo realmente son, y de las cosas co-mo realmente serán” (Jacob 4:13).Esos vistazos de la eternidad nos ser-virán para avanzar los próximos cienmetros, lo cual podría ser muy difícil.

Hermanos, les amamos. ¡Tenemosconfianza en su capacidad para buscary recibir revelación! Recuerden quetanto nuestras familias —de lo quehablará el élder Ballard— como nues-tros rebaños de la Iglesia merecenpastores que sepan que Jesús es elCristo y que sepan el modo de recibirrevelación.

Testifico que la Iglesia es goberna-da por la revelación y que cada miem-bro de ella tiene derecho a recibirrevelación en su llamamiento, así co-mo en su discipulado personal. Lomás importante, hermanos, es que és-te es el tiempo que se profetizó en elque las naciones de la tierra estaríanen angustia y confusión (véase Lucas21:25). Por lo tanto, es esencial quelos miembros de la Iglesia recibanconfirmación espiritual, que sepanque las instrucciones, las indicacionesproféticas que se dan por conductode los líderes de la Iglesia en verdadse dan para guiarnos cómo vivir enlos últimos días.

En el Santo nombre de Jesucristo.Amén.

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Gracias élder Maxwell por recor-darnos cuán importante es larevelación en nuestro creci-

miento espiritual y en el progreso dela Iglesia. Es un gran privilegio recibirel consejo del Señor mismo, lo cualnos ayudará a responder nuestras pre-guntas y resolver nuestros problemas.

Me gustaría hablarles acerca de lasoportunidades a las que muchos deustedes se enfrentan al establecer yedificar la Iglesia en las áreas en lasque hay pocos miembros.

Necesidades y desafíos diversosConozco por experiencia propia

los desafíos a los que se enfrentan aledificar una rama. Crecí en una comu-

nidad Santo de los Últimos Días muypequeña en la parte norte de Utah.Toda la actividad de nuestra comuni-dad se centraba en la Iglesia y estabaconformada por casi un 100 por cien-to de Santos de los Últimos Días.Estuve profundamente involucradoen lo que ocurría, ya que mi padre fueel obispo del barrio durante los pri-meros 18 años de mi vida. Duranteese período, vi la manera en la que éladministraba la Iglesia y observé laforma en que nos hacía participar pa-ra asegurarse de que entendíamos elmodo en que el Evangelio afectanuestra vida y la de aquellos que abra-zan sus divinas enseñanzas.

Era una organización de barriocompletamente desarrollada, con po-cos conflictos en el horario de las reu-niones dominicales. El domingo porla mañana asistíamos a la reunión desacerdocio seguida de la EscuelaDominical y por la noche regresába-mos para disfrutar de la reunión sa-cramental. Había muy poco en lacomunidad que nos distrajera para noasistir. La Mutual siempre se llevaba acabo los martes por la noche y hastanuestros maestros de escuela la reco-nocían y aligeraban la carga de tareaspermitiéndonos participar en esas ac-tividades. Había abundante liderazgopara dar instrucciones a la Primaria,los Hombres Jóvenes, las Mujeres

Jóvenes, la Sociedad de Socorro, laEscuela Dominical, el sacerdocio y to-das las demás organizaciones. Me sen-tía cómodo y seguro en estacomunidad.

Cuando cumplí 19 años, llegó elmomento de dejar la comodidad delhogar y salir al campo misional. Recibíel llamamiento para servir en la mi-sión de los Estados del Norte y fuiasignado para ir a Columbus, Ohio.Había servido en Columbus sólo porun mes cuando mi compañero y yofuimos transferidos a Marion, un pe-queño pueblo a cierta distancia.

Una familia de la Iglesia se habíamudado para Marion por razones deempleo. El esposo era ingeniero deprofesión y tanto él como su esposahabían sido miembros de la Iglesia to-da la vida. Tenían dos hijos pequeñosy él tenía la determinación de que sufamilia creciera en el Evangelio y quetuviera oportunidades de participaren las actividades de la Iglesia. Él ani-mó a nuestro presidente de misión aque enviara a dos misioneros a la co-munidad para que su familia tuvierauna experiencia relacionada con laIglesia.

Mi compañero y yo empezamoscon tan sólo una familia cuyos inte-grantes eran miembros de la Iglesia yteníamos nuestra reunión sacramen-tal en la sala de su casa. ¡Qué contras-te con el programa total de la Iglesiaque yo había experimentado en mipropio pueblo en la parte norte deUtah! Como herramientas para la en-señanza todo lo que teníamos eran lasEscrituras, no había un programa parala Primaria, ni la Mutual, ni la EscuelaDominical ni la Sociedad de Socorro.Los únicos hombres con el sacerdocioéramos mi compañero y yo, y un su-mo sacerdote.

Con ese comienzo, empezamos aorganizar la rama de la Iglesia.Hacíamos proselitismo largas horasdurante el día para encontrar gente ala que pudiésemos invitar a venir yunirse a nosotros. Afortunadamente,

É L D E R L . TO M P E R R YDel Quórum de los Doce Apóstoles

EL PROGRAMA DE LA UNIDADBÁSICA

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al proselitar encontramos a otras tresfamilias que vivían en Marion queeran miembros de la Iglesia y que noestaban al tanto de nuestros esfuerzoshasta que tocamos sus puertas. Estascuatro familias formaron el núcleo dela rama y casi cada domingo mi com-pañero y yo hicimos la mayor partede la prédica, la enseñanza, las oracio-nes y la bendición y reparto de laSanta Cena.

Poco a poco la sala se hizo muy pe-queña para acomodar a los asistentesa nuestra pequeña rama y alquilamosun local para llevar a cabo nuestrosservicios. La Iglesia empezó a enviar-nos los materiales de enseñanza y conmás poseedores del sacerdocio dispo-nibles, entonces ya pudimos añadir lareunión de sacerdocio al horario denuestra Escuela Dominical y reuniónsacramental. En ese punto, nuestromayor desafío era el tratar de no cre-cer tan rápidamente y de no agobiar alos miembros con tantos llamamien-tos eclesiásticos.

Hace algunos años, tuve la oportu-nidad de regresar a Marion. En la ac-tualidad, los miembros tienen unacapilla pequeña en la que puedenreunirse, aunque todavía son una ra-ma porque son pocos. Aún no estánlistos para el programa de la Iglesiacompletamente desarrollado.

Guías para el programa de launidad básica

A medida que las AutoridadesGenerales viajamos por todo el mun-do, vemos muchos niveles de la orga-nización de la Iglesia. Algunasunidades están plenamente desarro-lladas, como la de la ciudad donde vi-vo, mientras que otras son ramaspequeñas, similares a la de Marion,pero a pesar de las diferencias en or-ganización, el Espíritu es el mismo.

Las Autoridades Generales sonconscientes de que las unidades dela Iglesia están en diferentes nivelesde desarrollo y que tienen diferentesnecesidades. Para los barrios y esta-

cas totalmente maduros de la Iglesia,hemos proporcionado el Manual deInstrucciones, el cual contiene ladoctrina, normas y procedimientospara la organización madura de laIglesia. Es como una biblioteca, unaguía temática que, sin embargo, algu-nas veces contiene instrucciones queestán fuera del alcance de las unida-des pequeñas para aplicarlas en sutotalidad.

Por lo tanto, hemos desarrolladouna Guía para el programa de la uni-dad básica para las unidades que re-cién empiezan, tales como la deMarion. Es corta y fácil de leer y tienecuatro compañeros: una Guía parala familia, una Guía para la rama,una Guía para la enseñanza y unaGuía para los líderes del sacerdocioy de las organizaciones auxiliares.Estas guías constituyen todo lo quelos miembros necesitan para que launidad básica de la Iglesia funcioneplenamente.

No hay nada en la unidad básicaque sea menos importante. La Iglesiadel Salvador en todas las dispensacio-nes y donde se ha establecido, co-menzó simplemente con laorganización básica y con los materia-les básicos. El Espíritu no se limita so-lamente a la organización grande dela Iglesia y de hecho, encontré unmaravilloso calor humano en la ramaque establecimos en el campo misio-nal. La gente se conocía, se amaba, sefortalecía y edificaban el testimoniode todos. Cualquier unidad eclesiásti-ca, grande o pequeña, sería bendeci-da si tuviera esa clase de espíritu.

En algún nivel, entre este progra-ma básico de la Iglesia y el Manual deInstrucciones para la Iglesia madura,se encuentran todas las ramas, los dis-tritos, los barrios y las estacas en todoel mundo.

Hemos visto alguna dificultadcuando los líderes de una unidad soli-citan la división antes de que esté lis-ta. La división prematura puedesocavar la fortaleza de una rama o un

barrio antes de que pueda convertirseen un centro de fuerza.

Algunos líderes religiosamente tra-tan de encontrar en el Manual deInstrucciones la manera de organizarel programa completo sin tener enconsideración el liderazgo disponible,o la cantidad de miembros que pue-dan servir. Por momentos, en nues-tras ansias por desarrollar el programacompleto de la Iglesia, agobiamos anuestros miembros y muchas respon-sabilidades pueden causar que se au-senten de las actividades de la Iglesia.

Hay algunas razones por las quelos miembros se alejan de la Iglesia.Algunos no tienen un amigo, otros noencuentran la nutrición espiritual y aalgunos todavía no se les da un llama-miento que les ayude a fortalecer sutestimonio. Por otro lado, podemosagobiar a los miembros dándoles mu-cho que hacer. Por esta razón, debe-mos intentar darle a cada persona ennuestra unidad sólo un llamamiento,además de la orientación familiar omaestras visitantes.

Inventario organizativoAhora, como líderes, ¿cómo deci-

den el nivel en el que está su organiza-ción? Si acaso tienen pocos líderes, lessugiero que se hagan un inventario ydeterminen a cuántos miembros sir-ven, sus edades y sus necesidades.Primeramente, vean el total de lamiembros de su rama o barrio y en es-ta lista identifiquen a los adultos queson activos y que puedan servir. Estegrupo será la base de liderazgo, queservirá en los puestos que son necesa-rios para edificar la organización.

Luego, decidan qué clase de orga-nización van a necesitar sus líderespara cumplir con sus llamamientos. Sitienen pocos poseedores del sacerdo-cio, su primer objetivo será edificar labase del sacerdocio de Melquisedec.Hagan lo mismo con las hermanas y,si tienen suficientes, organicen laSociedad de Socorro. Con pocas her-manas, quizá todo lo que necesitan es

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una presidenta que dirija la organiza-ción, pero será un buen comienzo.

Seguidamente, identifiquen a losjóvenes de su unidad y determinen eltipo de programa, las actividades y lainstrucción que necesitan para tenerun programa de Hombres Jóvenes yMujeres Jóvenes. Si no están listos, es-peren antes de crear una organizaciónpara los jóvenes. El Espíritu les dirácuál es el momento correcto.

Finalmente, identifiquen la cantidady los nombres de los niños y establez-can una organización de la Primariaque sea lo suficientemente grande pa-ra satisfacer sus necesidades.

Por ejemplo, al hacer el inventarioen una unidad pequeña, pueden dar-se cuenta de que no tienen suficien-tes jóvenes, en cuyo caso, no separenlas clases, sino más bien combinen ala juventud en una sola clase.También, si se dan cuenta de que notienen muchos niños, no necesitanllamar a una presidencia de laPrimaria. Quizá todo lo que necesitenes un maestro que enseñe a los niños.

Puntos fuertes y necesidadesEl secreto para edificar una rama,

un distrito, un barrio o una estaca esconocer a sus miembros, sus aptitu-des y sus necesidades, y edificar suprograma basado en el liderazgo dis-ponible y en las necesidades de susmiembros.

Una vez que ustedes conozcan alos miembros lo suficientemente bienpara darles el llamamiento correcto,entonces pueden enfocarse en losmateriales de instrucción que van anecesitar. Recuerden que para las uni-dades básicas, hemos proporcionadoun curso de estudio básico y para lasunidades maduras, tenemos el cursode estudio general de la Iglesia.

En todo lo que hagan, tengan pre-sente que ser grande no necesaria-mente significa ser mejor. Crezcan tanrápidamente como el tamaño y la ma-durez de sus unidades lo permitan.Cuiden la fortaleza de sus miembros,

disfruten cada nivel de crecimiento desus unidades y recuerden los funda-mentos.

El presidente Hinckley sigue recor-dándonos a “hacer lo mejor que po-damos”. Él no ha dicho “hagan lo quepuedan”, sino que ha hecho hincapié:“hagamos lo mejor”.

Obediencia al Espíritu¿Cuál es objetivo que ustedes tie-

nen? ¿Cuál es su meta? Es edificar untestimonio fuerte en la vida de cadamiembro que tenemos y animarlos aservir; anímenlos a guardar los man-damientos del Señor y a recibir todaslas sagradas ordenanzas que los califi-carán para la vida eterna. Es importan-te que compartamos nuestrotestimonio con otros para darles laoportunidad de que acepten elEvangelio de Jesucristo. Tenemos quevivir dignamente para que tengamosal Espíritu Santo como nuestro com-pañero constante, y nos inspire ennuestras responsabilidades.

Tenemos que recordar que elSeñor nos bendecirá con sabiduría,con revelación, con fuerzas mayoresde las que tengamos. Él también nosproveerá milagros cuando hayamoshecho todo lo que podamos. Con Suayuda, seguiremos adelante, Él nosinspirará y nos dirigirá a medida quele sirvamos con fidelidad al guiar aSus hijos.

Hace algunos años, tenía una res-ponsabilidad en el Perú. La inflación ylas luchas internas hacían la vida difícilpara los habitantes y, para su seguri-dad, tuvimos que sacar de ese país alos líderes y misioneros regulares queno eran peruanos.

La presidencia de área reconoció lanecesidad de fortalecer a los miem-bros y después de mucha oración yayuno, decidió recalcar dos enseñan-zas básicas del Evangelio: la oraciónfamiliar y el estudio de las Escriturasen familia. Se pasaron las instruccio-nes por la línea del sacerdocio y se lespidió específicamente a los padres a

que lideraran en sus familias en la ora-ción y el estudio de las Escrituras dia-riamente.

Los resultados fueron sorprenden-tes. Los santos peruanos adoptaron laoración familiar y el estudio de lasEscrituras como parte de su rutinadiaria y al hacerlo, sus testimonioscrecieron. Vimos un aumento signifi-cativo en la asistencia a la reunión sa-cramental, los santos empezaron acuidarse mutuamente. Tendrían difi-cultades y un viaje peligroso al ir altemplo, pero aumentó la asistencia almismo.

El número de misioneros regularesde las ramas y de los barrios localesaumentó y los misioneros peruanosllegaban al campo mejor preparadospara servir, lo cual dio como resultadograndes cantidades de bautismos deconversos.

Ya que los líderes sencillamenteenseñaron la práctica de la oración fa-miliar y el estudio de las Escrituras enfamilia en sus reuniones sacramenta-les, se desarrolló entre la gente unadestacada madurez en la compren-sión del Evangelio y en su práctica en-tre los santos. No se necesita unacomplicada organización eclesiásticani usar una biblioteca completa demateriales para ayudar a que la Iglesiamadure con respecto al Evangelio, si-no que lo que necesitan más que nin-guna otra cosa es la influencia delEspíritu para dar dirección divina y laobediencia fiel.

Las bendiciones del temploSi nuestros miembros edifican so-

bre tal fundamento, crecerán espiri-tualmente y con el tiempo estaránlistos para las ordenanzas del templo.De hecho, nuestra meta primordialdebe ser preparar a cada persona paraque entre en la casa del Señor.Tenemos que “hacer lo mejor que po-damos” para ver que cada esposo y es-posa sea sellado por tiempo y laeternidad. Hermanos, conviertan enuna meta personal el ayudar a cada

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miembro adulto de sus unidades aque llegue a ser digno de tener una re-comendación para el templo vigente.

Vivimos en tiempos emocionantes,pero también peligrosos. El Señor haacelerado Su paso, y Satanás tambiénlo ha hecho. Necesitamos la ayuda delSeñor a cada paso en nuestro caminoy es por eso que Él ofrece hacer con-venios con nosotros, primero en lasaguas del bautismo, que después re-novamos en la Santa Cena y, finalmen-te, en el templo. La fuerza espiritualfluye de la fuente inagotable delSeñor cuando guardamos Sus conve-nios. Si como líderes del sacerdocioayudan sólo a los miembros a guardarnuestros convenios con el Señor, ha-brán hecho en gran medida lo que seesperaba que hicieran.

Para terminar, invoco las bendicio-nes del Señor sobre ustedes. Que elSeñor los bendiga y los prospere ensus familias y en sus llamamientoseclesiásticos. Que los bendiga abun-dantemente con Su Espíritu, que lesdé una mente clara y un corazón en-tendido. A su vez, sean sabios al im-pulsar el reino hacia delante. Lesanimo a que se muevan con suficientelentitud para que los débiles no sequeden atrás y con suficiente rapidezpara mantener el viaje interesante. Ésta es la obra del Señor. Doy testi-monio de esto en el nombre deJesucristo. Amén.

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Hermanos, piensen por un mo-mento en la experiencia másfeliz que hayan tenido en su

servicio en la Iglesia. Ahora, piensenen la experiencia más triste que hayantenido. Para la mayoría de nosotros,ambos momentos estarán relaciona-dos con la gente. Sus momentos másfelices y los míos han sido cuando al-guien que amamos y servimos decidióvivir las normas de dignidad del Señory cosechar bendiciones de ello; y elmomento más triste, pudo haber sidocuando alguien cosechó infelicidad alno haber vivido de acuerdo con esasnormas.

Las normas del SeñorEl Señor establece normas para

bendecirnos. Piensen en esas bendi-ciones. A quienes cumplan con esas

normas, Él les promete la ayuda delEspíritu Santo, les promete paz perso-nal; la oportunidad de recibir orde-nanzas santas en Su casa; y, a aquellosque perseveren en vivir Sus normas,les promete que tendrán la vida eter-na. Vivirán en familia, en la presenciade nuestro Padre Celestial y de SuHijo Amado.

El Señor ha puesto normas acercade qué debemos ser y qué debemoshacer para ser dignos de Sus bendi-ciones. Todo misionero lo ha visto enacción; yo lo vi. Lo vi cuando bauticéa un joven grande y fuerte de veinteaños, que al sacarlo del agua, me asióy me dijo una y otra vez con una son-risa en su rostro: “¡Estoy limpio!”.Parte de lo que corría por su cara eraagua de la pileta bautismal, pero tam-bién había lágrimas de gozo que sa-lían de sus ojos.

Más tarde, después que mi compa-ñero y yo colocamos las manos sobresu cabeza para confirmarlo miembrode la Iglesia y conferirle el don delEspíritu Santo, él buscó un momentoaparte para hablar con nosotros. Surostro resplandecía cuando nos dijo:‘Cuando ustedes tenían las manos so-bre mi cabeza, sentí como un calorque me recorría desde la cabeza hastael pecho. Era como fuego’.

Bautizamos a casi veinte personasen esa ciudad; pero él fue el único,que yo recuerde, que nos dijo clara-mente que había recibido las bendi-ciones que se prometen mediante el

É L D E R H E N R Y B . E Y R I N GDel Quórum de los Doce Apóstoles

NORMAS DEDIGNIDAD

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bautismo por el agua y el Espíritu.Todas las demás personas que bauti-zamos habían deseado el bautismo.Todos ellos tuvieron por lo menoscierta confirmación del Espíritu deque aquello que enseñábamos eraverdad, pero con él nos aseguramosde que guardaba las normas, las nor-mas del Señor para el bautismo.

Ustedes recuerdan la norma deDoctrina y Convenios: “Además, porvía de mandamiento a la iglesia con-cerniente a la manera del bautismo:Todos los que se humillen ante Dios,y deseen bautizarse, y vengan con co-razones quebrantados y con espírituscontritos, y testifiquen ante la iglesiaque se han arrepentido verdadera-mente de todos sus pecados, y queestán dispuestos a tomar sobre sí elnombre de Jesucristo, con la determi-nación de servirle hasta el fin, y verda-deramente manifiesten por sus obrasque han recibido del Espíritu deCristo para la remisión de sus peca-dos, serán recibidos en su iglesia porel bautismo” (D. y C. 20:37).

Al haber cumplido ese joven lasnormas de dignidad del Señor, me-diante el bautismo y el don delEspíritu Santo, el Señor le concediólas bendiciones. Hay también normasde dignidad para recibir el Sacerdociode Melquisedec, y hay normas pararecibir las bendiciones del templo delSeñor. Son normas elevadas e invaria-bles, y nosotros no tenemos el dere-cho de alterarlas ni ignorarlas cuandorecomendamos a alguien para esasbendiciones sagradas.

La norma del Señor de dignidad in-cluye algunos mandamientos que nopodemos quebrantar. Debemos sercastos, debemos pagar un diezmo jus-to, debemos guardar la Palabra deSabiduría, debemos ser honrados ydebemos guardar esos mandamientoscon fe en el Señor Jesucristo, con uncorazón humilde y arrepentido.

En virtud de que amamos a la gen-te que servimos, todos nosotrosdeseamos hacer lo mejor para elevar

a los hijos de nuestro Padre Celestialhacia la fidelidad y la pureza necesa-ria para tener todas las bendicionesdel Señor. Hermanos, mi propósitode hoy es encontrar la forma de hacerlo.

Ustedes saben dónde empezar,por medio de su propia experiencia yporque las Escrituras nos dicen cómolo hicieron los profetas. Comiencenpor sostener las normas del Señorclaramente y sin pedir disculpa. Ycuanto más el mundo se aleje y seburle de ellas, más intrépidos debe-mos ser nosotros para aplicarlas.

Comencemos con la norma que elSeñor ha establecido para recibir unarecomendación para el templo. Elayudar a la gente a alcanzar esa normaes una gran prueba para nuestro lide-razgo. La norma es bastante elevada;tiene que serlo. Aquellos que la cum-plan son dignos de entrar en la Casadel Señor; deben ser lo suficiente-mente puros para ir a donde el Señormismo pueda ir.

Las entrevistas para obtener unarecomendación para el templo

Hablaremos acerca de cómo unobispo o presidente de rama debe lle-var a cabo la entrevista para dar la pri-mera recomendación para el temploy, por su intermedio, veremos conmás claridad todo lo que debemos ha-cer para ayudar a la gente a elevarse alas normas de dignidad del Señor.

Para que ello sea más fácil de visua-lizar, imaginen que son un obispo opresidente de rama que está a puntode entrevistar a alguien para darle suprimera recomendación para el tem-plo. Antes de que el solicitante llegue,ustedes se han preparado para la en-trevista; han orado para recibir el donde la inspiración, ya que sólo por me-dio de la revelación de Dios podrántener éxito.

Se aseguran completamente deque la entrevista sea en privado y dehaber programado el tiempo necesa-rio para no tener que apresurarse.

Comencemos con lo que hacen alentrar la persona. Hagan que se sientabienvenida, y vean la forma de decirleque representan al Señor en esa en-trevista. Las respuestas a las preguntasque le hagan certificarán, por su inter-medio, la dignidad de esa persona an-te el Señor. Deben decirle que deberádesear entrar en la Casa del Señor só-lo si está libre de toda práctica impú-dica, pecaminosa, impura o innatural,y por lo tanto, es digna de la compa-ñía del Espíritu Santo. Deben hacerlesaber que han orado pidiendo el espí-ritu de discernimiento, tanto para ellacomo para ustedes.

Aun cuando piensen que conocenmuy bien la dignidad de la persona araíz de entrevistas anteriores, debenhacerle todas las preguntas del librode recomendaciones; sin añadir nin-gún requisito. Las respuestas satisfac-torias a esas preguntas les permitiránsaber si esa persona está preparadapara entrar en el templo.

Las tres primeras preguntas lesbrindarán una excelente oportunidad.Cada una de ellas menciona: “Tieneun testimonio. . .” La primera es acer-ca de la Trinidad, la segunda sobre laexpiación de Jesucristo y la terceraacerca de la Restauración delEvangelio en los últimos días. Cadauna se puede contestar con una solapalabra: “Sí”. Sin embargo, en lugarde pasar directamente a la próximapregunta, sería prudente invitar a losmiembros a expresar sus sentimien-tos. Podrían preguntarle qué significapara ella la Expiación o qué piensa delprofeta José Smith. Al contestar, am-bos sentirán al Espíritu Santo dar tes-timonio. Eso ayudará a la persona aresponder con sinceridad todas laspreguntas subsiguientes y a ustedesles será posible discernir su dignidad.

Luego, hagan la pregunta siguien-te, acerca de sostener a los líderes dela Iglesia en su calidad de siervos lla-mados de Dios. A pesar de que no va-yan incluidas las palabras: “Tieneusted un testimonio”, una respuesta

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afirmativa es un testimonio de queesa persona sabe, mediante el EspírituSanto, que el Señor llama a Sus sier-vos en Su Iglesia.

Las preguntas que siguen en la en-trevista para la recomendación para eltemplo incluyen si vive la ley de casti-dad, si actúa con rectitud con su fami-lia, si está afiliado o apoya a algúngrupo apóstata, si se esfuerza porcumplir con los convenios, si es hon-rado, si paga un diezmo íntegro y siguarda la Palabra de Sabiduría.

Las respuestas a todas esas pregun-tas requieren una evaluación perso-nal; lo cual significa que pararesponder esa persona debe conocerbastante la norma del Señor, y signifi-ca que ha tomado la decisión de serhonrada, cueste lo que cueste.

Eso es en particular importante ydifícil en relación con la norma decastidad cuando se entrevista a solici-tantes jóvenes y solteros. La normadel Señor es breve y clara: no se de-ben tener relaciones sexuales con na-die, excepto con el marido o laesposa. La corriente del mundo ha ex-traviado a algunos jóvenes antes decasarse, haciéndoles creer que no hanviolado la norma de castidad, cuandoen efecto lo han hecho. Algunos pue-den pensar que son castos, cuandono lo son, y otros justificar sus peca-dos al pensar: “Si el obispo no hacepreguntas detalladas sobre los actossexuales, yo no tengo por qué confe-sarlos y arrepentirme”.

Ustedes deben orar para pedir re-velación y actuar con prudencia. Cadapersona es diferente y ha vivido expe-riencias distintas. Deben también te-ner particular cuidado de no hablarcon los demás sobre la vida sexual pri-vada de un solicitante casado. Debenser siempre recatados y nunca ponertentaciones en la mente de la personaque entrevisten mediante las pregun-tas que hagan o lo que digan.

Sin embargo, en el caso de un soli-citante soltero, deben indagar lo sufi-ciente con el fin de saber si la persona

es casta, según las normas del Señor.Si se sienten inspirados para hacerlo,podrían utilizar la declaración que seencuentra en el folleto Para la forta-leza de la juventud. En él, hay trespáginas en las que la norma se explicalo suficientemente detallada para darguía a la gente soltera.

Obispos, si ven que en esas entre-vistas deben explicar muchas veces lanorma de castidad o lo que significaun diezmo íntegro, ello les dará lapauta de que las personas deben estarmás preparadas.

Antes de la entrevistaAntes de invitar a los miembros pa-

ra tener la entrevista para recibir suprimera recomendación para el tem-plo, pueden brindarles la oportunidadde asistir a un seminario de prepara-ción para el templo. Los presidentesde estacas o los obispos pueden orga-nizar esos seminarios e invitar, segúnse sientan inspirados, a aquellosmiembros menos activos, a los nue-vos miembros de la Iglesia, a losmiembros adultos que todavía no ha-yan recibido la investidura y a los quesí la han recibido pero que hace mu-cho que no han renovado su reco-mendación. Toda persona que seinvite a ese seminario debe leer minu-ciosamente y con oración el nuevo ymaravilloso folleto Cómo prepararsepara entrar en el Santo Templo.

Para ese seminario hay un manualpara el maestro titulado Investidos delo alto. Escuchen la primera frase bajoel párrafo que describe quiénes de-ben asistir: “Los participantes del cur-so deben tener el deseo de ir altemplo y ser dignos de poseer la reco-mendación. Si todavía no han recibi-do una, deben prepararse pararecibirla” (1995, pág. IV).

Obispos y presidentes de rama,eso quiere decir que las personas de-ben alcanzar la norma de dignidad an-tes de asistir a la entrevista para larecomendación para el templo, y de-ben comenzar el seminario de prepa-

ración viviendo ya la norma de digni-dad.

Hermanos, ¿se dan cuenta porqué? Por ejemplo, si en la entrevista,la norma de castidad se debe explicargráficamente detallada, existe la posi-bilidad de una reacción muy adversa.Muchos de nosotros conocemos eldolor, el desaliento y la prueba de feque se hacen presentes cuando a laspersonas se les dice en la entrevistaque no son dignas de ir al templo. Apesar de que haya contestado las pre-guntas con las respuestas adecuadas,ustedes podrían decir al término de laentrevista: “Siento que no debo fir-marle su recomendación esta vez, vol-vamos a reunirnos de nuevo dentrode poco”. Eso quizás dé lugar a unaconfesión, que debió haber ocurridoantes. La confesión es una bendición,ya que el miembro podría así comen-zar el proceso redentor del arrepenti-miento.

Pero el tiempo del arrepentimientopodría ser más largo. Sería mucho me-jor si a la persona se le hubiera ense-ñado las normas antes. No sólohubiera estado preparada para contes-tar las preguntas con confianza duran-te la entrevista para la recomendaciónpara el templo, sino que cuanto anteshubiera vivido las normas, más fortale-cida hubiera estado contra de la tenta-ción. La entrevista para larecomendación para el templo puedeser un momento de gozo cuando elarrepentimiento es completo y losmiembros sienten la paz de saber quehan cumplido con la norma del Señor.

Ayuda a la familia y a otraspersonas

Hermanos, en virtud de sus llama-mientos, ya tienen el poder necesariopara ayudar a los miembros a elevarsepara alcanzar las normas del Señor;sin embargo, los obispos y presiden-tes de rama tienen muchas obligacio-nes que cumplir y no puedenpreparar solos a cada solicitante.Necesitan ayuda.

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Obispos, hay algo sencillo que pue-den hacer. Piensen en los nombres delas personas que necesitan prepara-ción para entender y vivir las normasde la Casa del Señor; escriban susnombres y oren por ellos.

Háganse la siguiente pregunta:¿Qué deben saber esas personas acer-ca de las normas y de cómo obtenerla fe necesaria para vivirlas?” Para cadauna será un poco diferente; por loque un programa no se ajusta para todos, sino que necesitan ayuda paraajustarse a ellos.

Pero hay cosas que todos necesi-tan. Necesitan conocer las normas ydespués recibir el testimonio de queel vivirlas les brindará felicidad. Esnecesario que deseen esa felicidad yque tengan un testimonio delEspíritu de que el no vivir las normasles traerá sufrimiento, en esta vida yen la venidera.

Por consiguiente, háganse esta pre-gunta: “¿Dónde encontrará esa perso-na la ayuda individual que necesita?”Se darán cuenta de que lo que cadamiembro necesita ya está establecido.

Comiencen con las familias. La fami-lia es dónde mejor se enseñan las nor-mas y dónde por lo general se obtieneese testimonio. Los padres pueden serclaros y constantes acerca de las nor-mas, como nadie. Sin embargo, mu-chos no hacen todo lo que debieran.

Por tanto, deberán reunirse enconsejo con el fin de buscar la revela-ción y saber qué impide a las familiasde su unidad obedecer su responsabi-lidad solemne de enseñar a sus hijos“a comprender la doctrina del arre-pentimiento, de la fe en Cristo, el Hijodel Dios viviente, del bautismo y deldon del Espíritu Santo por la imposi-ción de manos” (D. y C. 68:25). ElSeñor se los hará saber al deliberar enconsejo y orar. Ustedes sabrán enton-ces qué hacer y qué no hacer; y sus fa-milias recibirán un poder mayor.

Muchos miembros no tienen pa-dres ni familias fieles a su alrededor. Aellos los deben enseñar los líderes del

quórum o de clase, o los líderes delos Hombres Jóvenes y las MujeresJóvenes. Quizás no tenga suficientesmiembros activos para llenar todoslos cargos, pero aún así debe asegu-rarse de que toda persona que se pre-pare para las bendiciones del templotenga a alguien que se preocupe porella. Alguien que ha sido apartado pa-ra enseñarles, alguien a quien tam-bién se le han enseñado las normasdel Señor y que sabe de las bendicio-nes que se proporcionan por vivir di-chas normas. El cómo hacerlo en suunidad será otra pregunta importantepara analizar con sus consejos.

Obispos, he aquí un cambio quehay que hacer en la forma de dirigir.Piensen en las personas y pregúnten-se: “¿Estoy seguro de que hay alguienllamado para velar por cada miembro?¿Alguien que pueda prepararlos paraelevarse a esas normas y para ser dig-nos del templo de Dios?”.

Recuerden su objetivo: Hacer quetoda persona sea responsable, y quesea responsable ante Dios por vivir lasnormas de Él. Eso significa que laspersonas que se hayan preparado pa-ra el templo necesitan algo más quealguien que les brinde servicio, nece-sitan ser llamados para servir a otraspersonas. De hecho, necesitan servira otros más de lo que ellos mismosnecesitan el servicio. El Señor ha pro-porcionado oportunidades para serviren el barrio más numeroso y en la ra-ma más pequeña de la Iglesia, en cual-quier parte del mundo. Por ejemplo, atodo poseedor del sacerdocio, desdeun maestro hasta un sumo sacerdote,y a toda mujer de la Sociedad deSocorro se le puede llamar para visitara otros miembros en nombre delSeñor.

En lo que aparentemente es la res-ponsabilidad muy sencilla de visitar,deben estar presentes el ejercicio dela fe, la meditación de las Escrituras yel rogar a Dios pidiendo ayuda.Piensen en el mandato que el Señor adado a quienes llamamos “maestros

orientadores”. Tomen en cuenta loque el hacer esa obra lograría para en-señar tanto las normas de dignidadcomo las bendiciones que se recibenpor cumplir con dichas normas:

“El deber del maestro es velarsiempre por los miembros de la igle-sia, y estar con ellos y fortalecerlos;

“y cuidar de que no haya iniquidaden la iglesia, ni aspereza entre uno yotro, ni mentiras, ni difamaciones, nicalumnias;

“y ver que los miembros de la igle-sia se reúnan con frecuencia, y tam-bién ver que todos cumplan con susdeberes” (D. y C. 20:53–55).

¿Pueden escuchar en esas palabrasun eco de la norma del templo? Esellamamiento los coloca a ellos en laresponsabilidad de elevar a los demása las normas de dignidad. Todos losllamamientos para servir en el reinode Dios, que se dan en forma apro-piada, son llamamientos para elevarsea las normas de dignidad del Señor ypara ayudar a los demás a elevarse aellas. Para los que las busquen con fe,con esos llamamientos se promete larevelación. Con esos llamamientos,se recibirá un desempeño fiel, un tes-timonio y el perdón por medio de laExpiación. Si el Espíritu Santo se con-vierte en nuestro compañero, las nor-mas se aclararán y las recompensaspor cumplirlas serán gratificantes yseguras.

Acercándonos a ÉlEl Señor nos ha dado Sus normas

de dignidad, pero no las ha dado paraalejarnos de Él sino para acercarnosmás a Él.

Debemos ser intrépidos al soste-ner las normas del Señor ante la gen-te. Las personas deben ser castas,deben pagar un diezmo íntegro, de-ben vivir la Palabra de Sabiduría, de-ben ser honrados. Eso es lo que serequiere del pueblo del Señor. Si fra-casamos en hacer todo lo que esté anuestro alcance para que ellos se ele-ven hasta alcanzar las normas del

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Señor, el sufrimiento de ellos caerásobre nosotros.

Testifico que si sostenemos en altolas normas del Señor, éstas acercarána la gente al Señor. Más personas, nomenos, aceptarán la invitación de losmisioneros de entrar por la puerta delbautismo y de unirse a la Iglesia, ymuchos más serán verdaderos con-versos, purificados y cambiados. Conlas normas en alto, más misionerosirán al campo misional con más po-der, y más de sus miembros entraránen los templos de Dios con la sensa-ción de que regresan al hogar, dignosde ese sagrado privilegio.

En el nombre de Jesucristo. Amén.

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Mis hermanos, espero agregaralgo más a los maravillososconceptos enseñados para

ayudarles en sus respectivos llama-mientos. Quiero empezar tratando dedescubrir juntos hasta qué punto en-tendemos y aplicamos otros princi-pios básicos de liderazgo. Tengan abien tomar una hoja de papel en blan-co y numerarla de arriba abajo con losnúmeros del 1 al 7. Si no tienen unahoja de papel, por favor contéstenseestas preguntas mentalmente. Y no sepreocupen, no pondremos el resulta-do en su libreta eterna de calificacio-nes. Aquí están las preguntas:1. ¿Cuál es la organización que tiene

más influencia en sus hijos?2. ¿En dónde se aprenden mejor los

hábitos de trabajo, honradez y deldesarrollo de un buen carácter?

3. ¿En qué ambiente se desarrolla me-jor en los niños y jóvenes el amorpor su Padre Celestial y la fe inque-brantable en Su Hijo, Jesucristo?

4. ¿Cuál es el mejor medio para queellos aprendan a leer y a amar lasEscrituras?

5. ¿Cuál es el mejor medio paraaprender por qué deben orar,cuándo y cómo hacerlo?

6. ¿Qué organización digna continua-rá después de esta vida y por todala eternidad?

7. ¿Cuál es la principal unidad básicade la Iglesia?Veamos si contestaron bien esas

preguntas. Si han respondido a cadauna con la expresión “LA FAMILIA”,tienen el cien por ciento de respues-tas correctas.

La importancia de la familiaQuisiera ahora hacerles otra pre-

gunta importante: “Los miembros aquienes ustedes presiden, ¿cómo con-testarían esas preguntas?”.Pregúntense a sí mismos: “Mi ejemplocomo líder del sacerdocio, ¿ha ense-ñado a los miembros cuán importantees la familia como unidad básica de laIglesia? Por lo que enseño, ¿entiendenellos que la familia es ordenada porDios y que es vital en Su plan eter-no?”.

Quizás algunos estén pensando:“Élder Ballard, ya hemos oído todoeso antes”. De hecho, el presidentePacker y los élderes Perry, Maxwell y

É L D E R M . R U S S E L L B A L L A R DDel Quórum de los Doce Apóstoles

LA FAMILIA Y EL TEMPLO

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Eyring ya se lo han enseñado hoy; yeso es porque ese principio es vital-mente importante. Dondequiera quevivan, ven familias que se desintegran;por todos lados, la sociedad descartavalores fundamentales de los precia-dos valores familiares y estamos rode-ados de personas que menosprecianla importancia de la familia.Comprendemos que actualmente notodas las familias tienen un padre yuna madre como guías, pero, no obs-tante eso, toda persona está conecta-da con su familia.

El presidente Spencer W. Kimball di-jo esto: “Muchas de las restricciones so-ciales que en el pasado contribuyeron afortalecer y respaldar a la familia estándisipándose y desapareciendo. Llegaráel día en que sólo los que crean profun-da y activamente en la familia podránpreservar a la suya en medio de la mal-dad que es cada vez mayor y que nosrodea” (en Conference Report, octubrede 1980, pág. 3; o Ensign, noviembrede 1980, pág. 4).

Hermanos, recuerden que laIglesia está organizada para ayudar ala familia. Las actividades de nuestrasramas, barrios y estacas son muy im-portantes, pero no deben reemplazarni consumir todo el tiempo que lospadres tienen para enseñar a sus hijosdentro de las paredes de su propiohogar. Obispos y presidentes de esta-ca, ustedes deben ejercer prudenciapara asegurarse de que las actividadesfamiliares y las de la Iglesia estén bienequilibradas.

En 1995, la Primera Presidencia y elQuórum de los Doce Apóstoles pro-mulgaron una publicación titulada:“La familia: Una proclamación para elmundo”. Esa proclamación contienedoctrina y principios vitales para la fe-licidad y el bienestar de toda familia.En ella, advertimos a todo el mundoque “la desintegración de la familiatraerá sobre el individuo, las comuni-dades y las naciones las calamidadespredichas por los profetas antiguos ymodernos” (Liahona, enero de 1996,

pág. 117). Exhorten a sus miembros aleerla y a meditar sobre las enseñan-zas de la proclamación con frecuen-cia, y enséñenles lo importante que esque los miembros de la familia vivande acuerdo con esos principios. Ensus reuniones de consejo averigüen sitodas las familias tienen la proclama-ción y si no la tienen, les aconsejamosque se aseguren de que reciban una yque la lean a menudo.

Otro recurso excelente que estádisponible en varios idiomas, es elcurso de estudio Matrimonio y rela-ciones familiares, que se ha diseñadopara enseñar a los miembros a encon-trar gozo en su matrimonio y en to-dos los aspectos de la relaciónfamiliar.

Materiales de consulta para lafamilia

Toda organización de la Iglesiapuede ser muy útil si sus miembros sereúnen y deliberan en consejo, y ana-lizan la forma en que podrían ayudara las familias de las cuales son respon-sables. Por ejemplo, pueden ver cómohacer llegar Liahona a todas las fami-lias, a fin de que reciban las enseñan-zas de los mensajes de la conferenciageneral y las demás instrucciones yconsejos de oficiales generales de laIglesia. La revista es un gran recurso yno estamos utilizándola en su totali-dad. Otro ejemplo: en las reunionesde consejo pueden decidir cómo lle-var a la práctica las instrucciones delpresidente Hinckley en la última con-ferencia general con respecto a la no-che de hogar. Él enseñó que la nochede hogar es “un tiempo dedicado a laenseñanza, a la lectura de lasEscrituras, a cultivar los talentos o ha-blar sobre asuntos familiares. No debeser un tiempo para asistir a eventosdeportivos ni a ninguna actividad porel estilo”. Y terminó diciendo: “insta-mos con gran ahínco a que los padresy las madres tomen más en serio esaoportunidad y ese desafío de hacerdel lunes por la noche un tiempo sa-

grado para la familia” (Liahona, no-viembre de 2002, pág. 58). Si tienen larevista, pueden reunirse y leer todaslas instrucciones que nos dio elPresidente respecto a ese tema.Hermanos, familiarícense con los re-cursos que la Iglesia tiene a su dispo-sición y enseñen a sus miembros aemplearlos de la debida forma parabendecir a su familia.

En el Libro de Mormón hay unbuen ejemplo de enseñanza de Almacon su hijo Helamán. En los capítulos36 y 37, y citaré un poco de cada uno,dice: “Y ahora bien, ¡oh mi hijoHelamán!, he aquí, estás en tu juven-tud, y te suplico, por tanto, que escu-ches mis palabras y aprendas de mí”(Alma 36:3).

Luego, continuando su instruc-ción, le dijo: “por medio de cosas pe-queñas y sencillas se realizan grandescosas” (Alma 37:6).

Alma le habló de la Liahona o brú-jula que el Señor había preparado pa-ra guiar a sus antepasados por eldesierto. Ustedes ya saben eso. Y ledijo: “Y obró por ellos según su fe enDios… Sin embargo, por motivo deque se efectuaron estos milagros pormedios pequeños, se les manifestaronobras maravillosas” (Alma 37:40–41).(Aquí Alma le está enseñando a su hi-jo.) “Mas fueron perezosos y se olvi-daron de ejercer su fe y diligencia, yentonces esas obras maravillosas cesa-ron, y no progresaron en su viaje”(Alma 37:41).

Y bien, mis hermanos, como líde-res de misiones, de estacas y barrios,como presidentes de templos, comopatriarcas o en otras asignaciones, te-nemos el desafío de guiar a nuestrafamilia, y a aquellas de las que sea-mos responsables, a través del desier-to del pecado en el mundo de hoy. Yeso puede ser tan difícil como lo fueen los días del Libro de Mormón. Portanto, no andemos a la deriva en eldesierto de este mundo confuso niperdamos la dirección sólo por lasencillez de la manera.

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Las cosas sencillasTodos podemos guiar a nuestra fa-

milia durante esa jornada terrenal siseguimos el camino marcado por lasEscrituras y las palabras de nuestrosprofetas actuales. Tenemos la obliga-ción de mostrar a nuestra gente, porel ejemplo y la enseñanza, la forma depermanecer en el camino delEvangelio.

Repasemos ahora algunas de esasmaneras sencillas que nos han ense-ñado repetidamente la PrimeraPresidencia y el Quórum de los DoceApóstoles para ayudarnos a encontrarel camino de regreso a nuestro PadreCelestial. Quizás quieran tomar notasde lo siguiente:• Que exista amor abnegado entre

marido y mujer y entre padres e hi-jos.

• Que se ofrezcan oraciones humil-des, frecuente y regularmente, tan-to en familia comoindividualmente.

• Que unos a otros se traten conbondad y cortesía, y se evite el es-píritu de “ejercer mando, dominioo compulsión”, como leemos en lasección 121 de Doctrina yConvenios, versículo 37.

• Que con regularidad se lean y me-diten las Escrituras, tanto en formapersonal como familiar.

• Que se lleven a cabo actividades fa-miliares sanas y divertidas que ayu-den a padres e hijos a conocersemejor y que sirvan de recuerdosperdurables.

• Que se mantenga sagrado el día dereposo.

• Que tengan noche de hogar todaslas semanas.

• Que paguen el diezmo íntegro yotras ofrendas. La asistencia al ajus-te de diezmos con toda la familiaes una forma especial de demos-trarles la importancia de obedecerese mandamiento.

Ahora quisiera darles un ejem-plo de mi experiencia de haber si-do obispo dos veces. Una de las

experiencias más hermosas de unobispo es el que una familia asistaal ajuste de diezmos, y no hay nadacomo ver a un niño colocar susmonedas sobre el escritorio y, conojitos brillantes y alegres, decir:“Obispo, aquí está mi diezmo”.Obispos, no pierdan esa oportuni-dad de acercarse a su gente en elajuste de diezmos.

• Esfuércense por lograr la autosufi-ciencia familiar, tanto espiritual co-mo física y temporalmente. Amedida que continúen aumentan-do los problemas del mundo, ve-rán que esto es esencial.

• Asistan al templo tan frecuente-mente como sea posible.Hermanos, estas son cosas senci-

llas que todos podemos hacer, y cadauna de ellas lleva aparejada una ben-dición; por eso, les pido que analicenjuntos la forma en que puedan ayudara sus miembros a vivir según estossencillos principios a fin de mantener-se en el camino del Evangelio.

La responsabilidad de los padresObispos, les pedimos a ustedes en

particular que enseñen a los padresque cada uno de ellos tiene la oportu-nidad y responsabilidad de guiar ybendecir a su familia con rectitud.Enséñenles cómo preparar a sus hijosvarones para ser firmes y dignos pose-edores del sacerdocio. La familia es lainfluencia más grande para ayudar alos hombres jóvenes a prepararse pa-ra el Sacerdocio de Melquisedec, elmatrimonio y la paternidad. Si sus hi-jos entienden las doctrinas básicasque se requieren para llegar a ser unpadre fiel, sin duda estarán listos paraprestar digno servicio como misione-ros regulares. Es preciso que enseñena padres y madres que no puedenevadir esa eterna responsabilidad. Loslíderes eclesiásticos y de las organiza-ciones auxiliares son un importanterecurso para ayudar a los padres a for-talecer a su familia, pero no son subs-titutos de la dirección que proviene

de la familia por medio de la enseñan-za y la guía inspiradas de los padresdignos.

Expliquen a los padres que amboscomparten una oportunidad igual decriar a sus hijos. Tal como nos lo re-cordó el presidente: “En el plan celes-tial, marido y mujer caminan lado alado como compañeros, ninguno de-lante del otro, sino que son un hijo yuna hija de Dios caminando lado a la-do”. (“Latter-day Counsel”, Ensign,marzo de 2001, pág. 64).

Hagan comprender a las madresque ellas deben ser ejemplos de mo-destia y de virtud para sus hijas. Estose vuelve cada vez más importante.Ellas tienen la mejor oportunidad deenseñar y preparar a sus hijos en unclima de amor con fe sencilla en elPadre Celestial. Las madres, con laayuda de los padres, enseñan a sushijos la forma de prepararse para serbuenos padres ellos mismos, y am-bos deben ser fieles el uno al otro.Háganles notar que sus hijos criarána sus preciosos nietos. Y todos debe-mos considerar también el importan-te papel que tienen los abuelos en laenseñanza y el fortalecimiento de lafamilia.

Todos los líderes debemos esfor-zarnos por enseñar a los padres a sa-ber escuchar a sus hijos para queéstos confíen en ellos y les hablen desus temores y sus problemas sabien-do que los padres los comprenderány les ayudarán. Y los niños y jóvenessaben si los escuchamos o no.

Hace muchos años, cuando nues-tros hijos eran pequeños, una de mishijas, de unos cinco años, se me subióa las rodillas. Yo estaba leyendo el pe-riódico y ella empezó a hablarme muyrápidamente de algo que le resultabamuy importante; yo le contestaba“ajá, ajá”, pero no dejé de leer. Mi ni-ña tomó el periódico, me lo quitó delas manos, me tomó la cara en susmanitos y mirándome a los ojos, medijo: “Papá, ¡no me estás escuchan-do!”. Y tenía toda la razón.

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Hermanos, es preciso que sepa-mos escuchar a nuestra familia y tene-mos que saber escuchar en nuestrosllamamientos de la Iglesia..Recuerden que un consejo sabio y efi-caz comienza con oyentes atentos ysinceros; aprovechen las ideas y expe-riencias de los integrantes de su con-sejo; hablen con ellos; escúchenlos.Todos juntos, pueden edificar el reinode Dios como nunca se ha hecho.

Las bendiciones del temploFinalmente, hermanos, en todo

nuestro liderazgo y en todos nuestrosesfuerzos debemos concentrarnos enenseñar a cada uno de los miembrosde toda familia que el plan de felici-dad de nuestro Padre Celestial es paratodos Sus hijos, y que se centra en lavida y el ministerio de Su Amado Hijo,el Señor Jesucristo. Mediante la pre-ciada Expiación, las familias podemostener la promesa gloriosa de la eterni-dad, donde viviremos juntos parasiempre como familias. Los santostemplos se nos dan con el propósitode que las familias sean selladas por elsacerdocio de Dios. En el hogar, po-demos enseñarnos los unos a losotros las doctrinas del Evangelio res-taurado de Jesucristo y vivir de acuer-do con sus enseñanzas, a fin dedisfrutar de la plenitud de las bendi-ciones del templo y de poder regresaral reino de nuestro Padre Celestial yestar juntos con nuestra familia. Noolviden, hermanos, que los hijos depadres que se han casado en el tem-plo tienen mucho más probabilidadesque otros de casarse ellos también enel templo.

El presidente Hinckley enseñó losiguiente: “No habrán recibido las ma-ravillosas bendiciones que esta Iglesiaofrece sino hasta que hayan recibidolas ordenanzas sagradas del templo.Las bendiciones más grandiosas y ele-vadas de ser miembro de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días son las que recibimos en laCasa del Señor” (“Recurring Themes

of President Hinckley”, Ensign, juniode 2000, pág. 19). El Presidente tam-bién dijo: “Cada vez que asistan altemplo, al salir del él serán un hom-bre o una mujer mejor de lo que erancuando entraron. Lo creo de todo corazón. Redoblen sus esfuerzos y sufidelidad para ir al templo… el Señorlos bendecirá y serán más felices”(“Latter-day Counsel”, Ensign, marzode 2001, pág. 65).

Que Dios los bendiga, mis herma-nos. Les pedimos sinceramente quesalgan de esta reunión y que enseñenestas sencillas doctrinas que las auto-ridades han explicado a las personas ya las familias de las que son responsa-bles. Guíenlas hacia la meta eterna derecibir todas las bendiciones que seofrecen por vivir de acuerdo con elEvangelio, incluso las del santo tem-plo. Amamos y apreciamos a cada unode ustedes, mis hermanos, y oramospara que el Señor los bendiga, a uste-des y a su familia, en las enormes res-ponsabilidades que tienen paraedificar el reino de Dios, y lo hago enel nombre de Jesucristo. Amén.

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Las demás autoridades me hansugerido que les hable sobre elservicio misional, una cuestión a

la que hemos dado mucha atenciónen los últimos meses.

La obra misional es la savia de laIglesia, es el medio principal de sucrecimiento, y es gracias a este servi-cio que la Iglesia ha alcanzado su ta-maño actual en 172 años.

Esta obra es más antigua que laIglesia misma, pues Samuel Smith re-partió ejemplares del Libro deMormón antes de que se organizara laIglesia.

Como todos saben, esta obra fuerequerida por el Salvador mismo enSus instrucciones a los apóstoles an-tes de Su ascensión final. “Por tanto,id, y haced discípulos a todas las na-ciones, bautizándolos en el nombre

del Padre, y del Hijo, y del EspírituSanto” (Mateo 28:19).

Él ha repetido claramente en estadispensación la importancia de estaobra cuando dijo: “Así que, sois llama-dos a proclamar el arrepentimiento aeste pueblo” (D. y C. 18:14).

Ninguno de los presentes puedealbergar duda alguna respecto a estanecesidad. Ustedes se preguntanquién debe servir como misionero re-gular.

La respuesta es: los que sean dig-nos y sean llamados.

Referente a los requisitos, el Señorha dicho:

“Y fe, esperanza, caridad y amor,con la mira puesta únicamente en lagloria de Dios, lo califican para laobra.

“Tened presente la fe, la virtud, elconocimiento, la templanza, la pa-ciencia, la bondad fraternal, piedad,caridad, humildad, diligencia” (D. y C.4:5–6).

Lamentablemente, no todos satis-facen estos requisitos.

Las normas para los misionerosEsta obra es rigurosa, exige fuerza,

vitalidad; exige agudeza mental y ca-pacidad; exige fe, deseo y consagra-ción; exige manos limpias y uncorazón puro.

Ha llegado la hora de elevar los ni-veles de aquellos a los que se llama aservir como embajadores del SeñorJesucristo en el mundo. Somos cons-

cientes de que esto entristecerá a al-gunos jóvenes y jovencitas, así como asus padres, y hasta a algunos obisposy presidentes de estaca, pero percibi-mos que es imperativo.Recientemente les hemos enviado in-formación confidencial sobre la ido-neidad de los que son llamados aservir como misioneros regulares.Espero que la hayan recibido y leídocon detenimiento. Les recuerdo quela obra misional no es un ritual paraavanzar en la Iglesia, sino un llamadoextendido por el presidente de la mis-ma a todos los que sean dignos y ca-paces de cumplirlo.

Durante la oración dedicatoria delTemplo de Kirtland, el profeta José pi-dió solemnemente al Señor: “Pon so-bre tus siervos el testimonio delconvenio, para que al salir a procla-mar tu palabra sellen la ley y preparenel corazón de tus santos para todosaquellos juicios que estás a punto demandar en tu ira sobre los habitantesde la tierra, a causa de sus transgresio-nes, a fin de que tu pueblo no desma-ye en el día de la tribulación” (D. y C.109:38).

Esta obra es una labor importantey seria, y exige que quienes sirvan co-mo misioneros sean dignos en todoslos aspectos. Sencillamente, no pode-mos permitir que los que no seancompletamente dignos vayan al mun-do a compartir las buenas nuevas delEvangelio.

Estoy convencido de que elevar elnivel de los requisitos hará que nues-tros jóvenes, en especial los hombresjóvenes, practiquen la autodisciplinapara vivir por encima de los bajos va-lores del mundo a fin de evitar latransgresión y seguir un sendero máselevado en todas sus actividades. Noenviaremos a sabiendas a jóvenes pa-ra reformarlos. Si sus vidas necesitande algún cambio, éste debe tener lu-gar antes de ir. Puede que les llevetiempo, pero no todos tienen que ser-vir a los 19 años.

P R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E YPresidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

EL SERVICIOMISIONAL

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Salud física y mentalEs importante que se goce de una

buena salud física y mental. Hace po-co, un presidente de misión envió acasa a tres misioneros con los que ha-bía trabajado durante meses en un in-tento por ayudarles.

El primero era un joven que habíaestado hospitalizado a causa de un co-lapso pulmonar. Sucedió que el jovenya tenía un historial de este tipo deproblemas, que no hicieron sino em-peorar bajo la presión del servicio mi-sional.

El segundo era un joven con unadeficiencia renal. Los exámenes médi-cos señalaron que ésta ya existía antesde la misión. El joven no podía seguirel difícil ritmo de la misión.

El tercer caso fue el de una jovenque sufrió un colapso mental. Seconvirtió en un gran problema parasus compañeras, para el presidentede misión y para el médico que laatendía. Y se descubrió que proce-día de una familia con un historialde problemas emocionales conoci-dos por el obispo y el presidente deestaca.

El presidente de misión los aceptóy trabajó con ellos como si fueran suspropios hijos, pero al hacerlo, el lide-razgo de los 180 misioneros restantesse empezó a resentir.

Los médicos con los que trabajó sevolcaron por completo e hicieron to-do lo que pudieron por ayudar, peroel problema era que estos misionerosno eran capaces de soportar los rigo-res de la obra.

Hay padres que dicen: “Si Carlitospudiera ir a la misión, el Señor le ben-decirá con salud”.

Parece que no funciona de estamanera. Mas bien parece que cual-quiera que sea el problema o la difi-cultad, tanto física como mental,cuando el misionero llega al campo,no hace sino agravarse con la presiónde la obra.

Sencillamente, tenemos que enca-rar los hechos. Gastamos millones de

dólares en cuidado médico e inconta-bles horas en ayudar a los que tienenproblemas que les imposibilitan efec-tuar la obra.

Hermanos, les pido que sean másselectivos con las personas a las querecomiendan. Hagan saber a nuestrosjóvenes qué se va a esperar de ellos sivan a servir en una misión. Hagan sa-ber a sus padres qué se espera de sushijos e hijas. Existen otras áreas en lasque pueden trabajar aquellos con li-mitaciones serias y tener experienciassatisfactorias; y el Señor les bendecirápor lo que sean capaces de hacer.

Misioneros eficacesAdmito que a muchos padres que

solicitan que sus hijos e hijas tenganla oportunidad de servir como misio-neros, ésta les parecerá una posiciónirrazonable y dura. Pero, hermanos,creemos que debemos recuperar la vi-sión del verdadero propósito de laobra misional y la necesidad de deter-minados requisitos a fin de cumplirdicho propósito. Espero que a todoslos que les concierne se den cuentade que es mejor no ir que ir, y tenerque regresar al poco tiempo decep-cionados y con un sentimiento de fra-caso. Hermanos, ruego que el Señorles bendiga con inspiración, direc-ción, guía y amor hacia aquellos porlos que son responsables, y con el va-lor para defender lo que saben que esjusto y razonable.

El seguir estas pautas puede redu-cir el número de misioneros que te-nemos en el campo, peroincrementará la eficacia de los que es-tén preparados para ir.

Permítanme recalcar que necesita-mos misioneros, pero que éstos de-ben ser capaces de trabajar. Debenser espiritualmente sensibles para ha-cer lo que se espera de ellos, y que enesencia es una obra espiritual. Debenser moralmente dignos en todos losaspectos al haberse preservado lim-pios de las maldades de este mundo.En caso de que haya habido ofensas,

debe haber habido el consiguientearrepentimiento.

Debe haber un anhelo y un deseode servir al Señor como embajadoresSuyos en el mundo. Debe haber sa-lud y fortaleza, tanto física comomental, pues la obra exige mucho.Las horas son largas y la presión pue-de ser grande.

No estamos pidiendo la perfec-ción. La obra del Señor la llevan a ca-bo personas normales que trabajan deforma extraordinaria. El Señor magni-fica a los que ponen todo su empeño,y en ningún otro sitio es esto más evi-dente que en la obra misional. Todoshemos visto este milagro y lo hemosexperimentado de manera muy per-sonal. A través de medios pequeños,el Señor lleva a cabo Su gran obra.

Debemos tener mucho cuidado deno irnos a los extremos, pero pode-mos y debemos ser muy cuidadososcon aquellos a los que recomenda-mos, para que se conviertan en cola-boradores y no en problemas.

En el caso de los que no deban irpero deseen servir, debemos encon-trar otros lugares en los que puedanrealizar sus muy apreciadas contribu-ciones.

Creo que esto es todo lo que tengoque decir al respecto.

Una labor cuatripartitaAhora deseo hablarles un poco de

otros detalles, sobre la forma de reali-zar la obra misional. La obra misionales más que dos jóvenes dando unapresentación memorizada a unos in-vestigadores. Es algo más que bauti-zar. Se trata de una labor cuatripartitarelacionada con los misioneros, sí, pe-ro también con los miembros del ba-rrio, los obispos, el líder misional delbarrio y toda la organización de laIglesia. Este esfuerzo cuatripartito in-cluye (1) encontrar investigadores;(2) enseñar por el Espíritu; (3) bauti-zar conversos dignos; y (4) fortalecera los miembros nuevos y a los menosactivos.

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Antes de que los misioneros pue-dan enseñar, deberán encontrar per-sonas que estén dispuestas aescuchar; deben asegurarse de queaquellos a quienes enseñan tienen unentendimiento del Evangelio y estándispuestos a aceptarlo y vivir deacuerdo a él. Estos investigadores go-zarán de la inestimable ayuda de unoo varios amigos, preferiblemente per-sonas que hayan tenido una experien-cia similar al hacerse miembros de laIglesia.

Deben reunir los requisitos esta-blecidos en la sección 20, versículo37, de Doctrina y Convenios. Una vezbautizados, debe asignárseles algún ti-po de servicio en la Iglesia y se les de-be nutrir y fortalecer en la obra hastaque sean firmes en la fe.

El encontrar investigadores¿Quién es responsable de encon-

trar investigadores para que los misio-neros les enseñen? Es responsabilidadde cada miembro de la Iglesia. La reu-nión de consejo de barrio es la oca-sión para tratar todos estoselementos, pues allí debe estar el lí-der misional del barrio. A esta reu-nión se podrá invitar ocasionalmentea los misioneros regulares. El serviciomisional estará en la agenda de cadareunión.

Se debe animar a los miembros delbarrio a estar al tanto de las cosas quesuceden en el barrio, como nacimien-tos, defunciones, enfermedades o di-versos problemas familiares. Debenestar al tanto de los que se muden albarrio para ofrecerles ayuda y darlesla bienvenida.

Los jóvenes pueden trabar amistadcon otros jóvenes, y los niños conotros niños.

Hay que hacer todo esto con cuida-do y sensibilidad, pero hay que hacerloy se puede hacer. Siempre que haya unacontecimiento especial en el barrio,como una comida o una festividad na-cional, se debe invitar a asistir y partici-par a los que no sean miembros.

Enseñemos a nuestro pueblo a serbuenos vecinos, a nunca ser orgullo-sos ni arrogantes. Enseñémosles aerradicar cualquier actitud de superio-ridad.

Cultivemos entre nuestra gente elestar constantemente atentos a lasoportunidades que surjan de tenderuna mano de amistad. Permitamosque el ser un buen prójimo y elcompartir nuestro amor por los de-más sean nuestra actitud en cual-quier parte del mundo dondeestemos.

Allí donde haya entusiasmo por te-ner conversos, habrá resultados. Allídonde los miembros confíen en losmisioneros, trabajarán para encontrarinvestigadores para ellos.

Debemos buscar familias: padres,madres e hijos. No podemos edificarla fuerza permanente de la Iglesia sinhombres que posean el sacerdocio.

Allí donde las familias se bauticenjuntas, habrá unidad en el hogar y unmayor ímpetu por avanzar unidos co-mo Santos de los Últimos Días activos.

Puede que los misioneros tenganque golpear puertas o repartir folle-tos, pero las referencias de los miem-bros pueden y deben ser la fuenteprincipal de investigadores.

Todo buen converso que se ha uni-do a la Iglesia conoce las grandes ben-diciones que emanan del hecho deser miembro. A esto se le debiera su-mar el deseo de compartir con nues-tros amigos y con otras personas lasoportunidades de ser miembros de laIglesia.

Todo el barrio se verá fortalecidopor el cada vez mayor entusiasmo ha-cia la obra misional. Habrá menos es-píritu de crítica, menos quejas, peroun mayor enorgullecimiento por laIglesia y sus programas.

Qué grande será el día en que losmiembros no sólo oren por los misio-neros de todo el mundo sino que tam-bién pidan al Señor que les ayude paracolaborar con los misioneros que es-tán trabajando en sus propios barrios.

A fin de cuentas, la fase más difícilde la obra misional es encontrar per-sonas a quienes enseñar. Los miem-bros de la Iglesia entusiastas, enespecial los siempre animados nuevosconversos, pueden ser la más grandey mejor fuente de referencias.

Enseñar por el EspírituLa siguiente cuestión es cómo en-

señarán los misioneros a las perso-nas dispuestas a escuchar. Durantemuchos años hemos tenido un con-junto de charlas misionales, de lascuales hemos recibido grandes be-neficios, Los misioneros siempre hantenido algo que enseñar de manerasistematizada; pero lamentablemen-te, en demasiados casos este méto-do ha terminado por convertirse enuna presentación memorizada ca-rente del Espíritu y de toda convic-ción personal.

El Señor ha dicho en una revela-ción: “Pero a pesar de las cosas queestán escritas, siempre se ha concedi-do a los élderes de mi iglesia desde elprincipio, y siempre será así, dirigirtodas las reuniones conforme losoriente y los guíe el Santo Espíritu”(D. y C. 46:2).

Si se observa este principio, el cualse repite una y otra vez en las revela-ciones, los misioneros tendrán unanueva fuerza en sus enseñanzas.

Ellos deben dominar los conceptosde las lecciones, pero también sentir-se libres para adaptar el orden con elque aparecen y enseñarlos en sus pro-pias palabras bajo la guía del SantoEspíritu.

Referente al punto del orden de lascharlas, permítanme ponerles unejemplo. Un compañerismo de misio-neros estaba golpeando puertas decasa en casa en una ciudad europea.Una mujer abrió la puerta. Había esta-do llorando y le costaba reprimir laslágrimas. Olvidándose de las charlas,uno de los misioneros le dijo:“Señora, es evidente que algo le pasa.Nosotros somos ministros del

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Evangelio. ¿Podemos ayudarle de al-guna manera?”.

Ella respondió: “Los ministros sonparte de mi problema. Yo necesitoconsuelo y tranquilidad; no lo que medicen los ministros”.

“¿Podemos saber”, dijo el misione-ro, “cuál es el problema?”.

“Mi bebé ha fallecido. Me han di-cho que ha ido al infierno porque nofue bautizado”.

“¿Nos permite entrar y conversarunos minutos con usted?”.

Ella accedió. El élder sacó su Librode Mormón de la bolsa, lo abrió enMoroni y leyó las palabras deMormón sobre la inocencia de los ni-ños pequeños. Compartió su solem-ne testimonio de la veracidad de lospasajes que había leído y aseguró a lamujer que su bebé estaba a salvo gra-cias a la Expiación de Cristo. Sus ojosse iluminaron. Hablaron más tiemposobre la inocencia de los niños pe-queños y la misericordia de Dios ha-cia ellos. Y eso fue todo lo quehablaron en aquella ocasión. Oraronjuntos y el misionero pidió al Señorque consolara y bendijera a esta bue-na mujer cuyos pesares eran tan gra-vosos. Le dijeron que volverían yconversarían otra vez.

Todo terminó con la mujer bautiza-da en la Iglesia y convertida en unahermana fiel y activa.

Si los misioneros cultivan elEspíritu del Señor y viven dignos deÉl, se les guiará para decir y enseñarde tal manera que puedan satisfacerlas necesidades de los que enseñen.En mucho casos esta enseñanza se ve-rá respaldada si un miembro de laIglesia, especialmente un conversoque ha pasado por circunstancias si-milares a las de las personas a quienestén enseñando, puede añadir untestimonio y ofrecer su amistad.

Déjenme hablarles de Eddie. Eddievivía en Liverpool, Inglaterra. Dos mi-sioneros lo encontraron en la calle;estaba borracho. Hacía poco que aca-baba de pasar por una experiencia di-

fícil y por ello intentaba ahogar suspenas en la bebida.

Los misioneros le hablaron y lepreguntaron si podrían pasar a verlecuando estuviera sobrio. Él les dijoque sí.

Fueron hasta su casa, él les invitó apasar, hablaron con él sobre su granpérdida y el pesar que le había causa-do. Hablaron sobre las misericordiasde Cristo y la certeza de la vida des-pués de la muerte y él aceptó. Le lle-varon a la Iglesia y le presentaron alos miembros, los cuales le apoyarony al poco se hallaba rodeado de ami-gos maravillosos que entendían suscircunstancias.

Fue bautizado y de inmediato reci-bió una responsabilidad pequeña en elbarrio. Continuó siendo activo, vino aSalt Lake City para asistir a la conferen-cia general, le conocí y charlé con él.

Ahora asiste con frecuencia alTemplo de Preston, Inglaterra, y se haconvertido en un miembro de laIglesia devoto y maravilloso.

Enseñen la doctrina, pero dejenque la enseñanza proceda del corazóndel misionero y no de una presenta-ción sin sentimiento.

No permitan que los misionerosqueden limitados a las charlas memo-rizadas. Permítanles hablar con granconvicción según se lo indique elEspíritu del Señor. Déjenles obrar asícon gran sinceridad.

Cada mañana, antes de salir de suapartamento, los misioneros debenarrodillarse y suplicar al Señor que de-sate sus lenguas y hable a través deellos para que sean una fuente debendición para aquellos a quienes en-señen. Si lo hacen, aparecerá una luznueva en sus vidas, habrá un entusias-mo mayor por la obra; llegará a saberde manera muy real que son siervosdel Señor hablando en representaciónSuya. Recibirán una respuesta diferen-te de cada persona a la que enseñen,y al obrar así por el Espíritu, sus inves-tigadores reaccionarán bajo la influen-cia de ese mismo Espíritu.

Si en todo este proceso está pre-sente un miembro de la Iglesia paracompartir su testimonio y convertirseen un buen amigo, los investigadoresexperimentarán un sentimiento cáli-do de aceptación que ya no les aban-donará. Al final de cada ocasión deenseñar, se debe dejar a los investiga-dores algo para leer. Puede tratarsede los capítulos previamente asigna-dos del Libro de Mormón o de otra li-teratura, pero siempre deben teneralgo para leer y pensar, algo en lo quemeditar y reflexionar, lo cual puedeservirles a los misioneros de tema lapróxima vez que se vean.

El Señor ha dicho: “Ni os preocu-péis tampoco de antemano por lo quehabéis de decir; mas atesorad constan-temente en vuestras mentes las pala-bras de vida, y os será dado en la horaprecisa la porción que le será medidaa cada hombre” (D. y C. 84:85).

Éste es el consejo del Señor. No sepuede ignorar sin atenerse a las con-secuencias. La obediencia al mismorepercutirá en el resultado prometi-do. Este tipo de enseñanza entrañamayores retos y una mayor indivi-dualización, pero está más adaptadaa las necesidades de los que la reci-ben. Éste es el tipo de enseñanzaque conducirá a una invitación a serbautizados.

El bautismo de conversos dignosY ahora hablemos sobre el bautis-

mo del converso digno.El Señor ha dejado bien claro los

requisitos del bautismo. En D. y C.20:37 Él declaró: “Todos los que sehumillen ante Dios, y deseen bautizar-se, y vengan con corazones quebran-tados y con espíritus contritos, ytestifiquen ante la iglesia que se hanarrepentido verdaderamente de todossus pecados, y que están dispuestos atomar sobre sí el nombre deJesucristo, con la determinación deservirle hasta el fin, y verdaderamentemanifiesten por sus obras que han re-cibido del Espíritu de Cristo para la

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remisión de sus pecados, serán recibi-dos en su iglesia por el bautismo”.

El Señor ha puesto un nivel muyalto. Las personas a las que los mi-sioneros consideren estar listas paraser bautizadas deben haber asistidoa la reunión sacramental, deben ha-ber conocido al obispo, tiene quehabérseles presentado a los miem-bros, tienen que tener el amigo delque ya se ha hablado, así como tenercierto entendimiento de la PrimeraVisión, tienen que haber desarrolla-do fe en Cristo, haberse arrepentidodel pasado y hecho los cambios sufi-cientes en sus vidas para tener dere-cho a ser miembros de la Iglesia.Deben haberse despojado del hom-bre viejo y revestirse del nuevo, co-mo dice Pablo (véase Colosenses3:9–10). Deben llevar una vida dedignidad moral, conocer y aceptar laPalabra de Sabiduría y comprometer-se a pagar el diezmo. Si no están lis-tos, se debe posponer el bautismohasta que lo estén.

El servicio bautismal debe ser unaocasión maravillosa. Debe haber ora-ciones, cantarse himnos e instrucciónsobre la naturaleza de la ceremonia.Se puede dar una explicación respec-to a que el bautismo por inmersiónque se practica en la Iglesia es similaral que empleó Juan para bautizar alSalvador. Representa la muerte, la se-pultura y la resurrección a una vidanueva y más hermosa.

Se debe invitar a familiares y ami-gos, y los miembros del barrio debenestar presentes para recibir a losmiembros nuevos en la Iglesia. Se de-be invitar a otros investigadores al ser-vicio bautismal. Esta experienciaerradicará algunos temores y dudas, ydebe ser una ocasión impresionante ysagrada.

Se debe confirmar a los nuevosconversos durante una reunión sacra-mental del barrio al que vayan a per-tenecer. La confirmación se debeefectuar tan pronto como sea razona-ble después del bautismo.

El fortalecimiento de los nuevosmiembros

Unirse a la Iglesia puede ser unaexperiencia un tanto traumática. Atrásquedan las antiguas amistades y losestilos de vida conocidos. He dichoen muchas ocasiones que todo con-verso necesita tres cosas: un amigo,una responsabilidad y ser nutrido conla buena palabra de Dios.

El amigo del que se ha hablado esmuy importante. Todo nuevo conver-so necesita a alguien que esté cerca ya quien pueda hacerle preguntas enconfianza. Todo converso precisa unamigo que le ayude cuando surjan lasinevitables dudas.

Todo miembro necesita una res-ponsabilidad. Sólo se crece al servir.La fe es como el músculo de mi brazo.Si lo uso y lo ejercito se torna fuerte.Si lo pongo en reposo y lo dejo así, sedebilitará. A todo nuevo converso sele debe dar una responsabilidad de in-mediato. Puede que sea pequeña, pe-ro debe ser importante.

Se ha contado repetidas veces lahistoria del converso cuyo obispo leasignó repartir los himnarios cada do-mingo por la mañana. A él le parecíaque era absolutamente necesario llegara tiempo a la reunión para verificar quetodos los himnarios estuvieran en susitio. Sentía que se le necesitaba. Lasreuniones no se podían celebrar ade-cuadamente sin haber cumplido consu asignación. Y al servir, creció en lafe, y una asignación condujo a otra.

Se debe nutrir con la buena pala-bras de Dios. Los obispos deben ase-gurarse de que cada reuniónsacramental contribuya a la edifica-ción de la fe y brinde información delEvangelio. Los líderes de las clases de-ben reconocer la presencia de losnuevos miembros y asegurarse deque se les enseña de manera eficaz.

Se debe animar a los conversos aleer el Libro de Mormón, así comootra literatura de la Iglesia.

Todo converso es digno de ser sal-vo, y tengo la convicción de que no

tenemos por qué sufrir bajas entre losque se unen a la Iglesia. Si se les ense-ña eficazmente, si se les conduce porel camino adecuado, si se ordena alos jovencitos y a los hombres adultosal sacerdocio y participan en las activi-dades del quórum, si las mujeres par-ticipan en la Sociedad de Socorro y silos niños son activos en sus respecti-vas organizaciones, crecerán su fe yentendimiento. Cada uno de ellos ne-cesita atención mientras se convierteen un miembro fuerte de la Iglesia.No se les puede desatender; no se lesdebe desatender. Son como las ovejasde las que habló el Salvador y tienenderecho a toda atención mientras ob-tienen entendimiento y desarrollanamor por la Iglesia y sus programas.

La unión en la salvación de almasHermanos, la misión de la Iglesia

es la de salvar almas. Es enseñar elEvangelio a quienes estén dispuestosa escuchar, dondequiera que estén. Esbautizar a los que han demostrado serdignos. Es fortalecerlos y nutrirloshasta que sean capaces de caminarpor sí mismos y avanzar con fortalezay entusiasmo. No existe una obra ma-yor ni más importante, ni hay unaobra más imperiosa que ésta, la cualel Dios del cielo nos ha concedido laresponsabilidad de llevar adelante.

Mis amados hermanos, hemos par-ticipado en una gran reunión de lide-razgo, una nueva empresa en lahistoria de esta gran obra. Nos hemosdirigido al liderazgo de casi toda laIglesia en el mundo. Los pocos a losque no lleguemos recibirán nuestromensaje de manera diferente.

¡Qué cosa tan asombrosa! El Señorha hecho posible la tecnología me-diante la cual podemos llegar hastaustedes.

Habrá otra reunión semejante enjunio. De este modo, capacitaremos ala Iglesia de manera uniforme en todoel mundo.

Somos todos una Iglesia, la Iglesiade nuestro Señor y Maestro,

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Jesucristo. Debemos llevar a cabonuestro deber de un modo uniformepara bendecir las vidas de todos aque-llos de quienes somos responsables.

Ésta es la santa obra de Dios, res-taurada a la tierra en la dispensaciónúltima y final. Él y Su Hijo Amado, elSeñor Jesucristo resucitado, aparecie-ron al joven José Smith y rasgaron elvelo para inaugurar ésta, la dispensa-ción del cumplimiento de los tiem-pos. Tenemos el Libro de Mormóncomo otro testamento del SeñorJesucristo. Se ha restaurado el sacer-docio con todas sus llaves y poderes.La Iglesia está plenamente organizaday lleva el nombre de Aquel que está asu cabeza.

Esta obra es gloriosa, y bendecirála vida de todo hombre, mujer niño yniña que la acepte.

Les dejo mi testimonio, les dejo miamor y mi bendición.

Ruego que el cielo les favorezcamientras avancen con sus responsabi-lidades. Ruego que hallen dicha en suservicio, y que progresen en fortalezay facultad. Que Dios les bendiga, misqueridos y amados hermanos. Lo rue-go humildemente en el sagrado nom-bre de Jesucristo. Amén.

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