Filosofíaparaqué

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Filosofía ¿Para qué? La filosofía ¿Tiene alguna función en la sociedad? Serrano Manzano Omar U. 21/05/2015

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ensayo sobre el libro de Gabriel Vargas

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Filosofía ¿Para qué?

La filosofía ¿Tiene alguna función en la sociedad?

Serrano Manzano Omar U.

21/05/2015

La Filosofía ¿Tiene alguna función en la sociedad?

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Nadie o, casi nadie, podría negar que la filosofía sea una forma de pensamiento crítico. Aceptando lo anterior, cabría hacernos la siguiente pregunta: ¿Acaso no es el pensamiento crítico el mayor motor para el progreso de la humanidad? De no ser por la continua crítica, por parte de la filosofía y otras ciencias, a la realidad, es probable que siguiéramos estando en un sistema esclavista. El problema –desde mi ver– no es la cuestión de si la filosofía es o no es útil en la sociedad, sino cómo hacer que, además de los estudiosos de la filosofía, la gente vea lo útil que esta resulta ser; y no basta con sólo hacer que por sus propios medios (en especial con el uso de la razón para evitar cualquier tipo de dogmatismo) reconozcan la utilidad de esta disciplina, sino que les nazca la curiosidad y el asombro (madre de la filosofía) por ella.

Me parece que en gran medida, la utilidad o, en su defecto, la impotencia de la filosofía, depende justamente del acercamiento de la población hacia ella; me explico: Es frecuente que los proyectos filosóficos que nos brindan una posibilidad de tener una sociedad mucho más justa, democrática, tolerante, etc., recurran o se cobijen en la racionalidad y en el desarrollo de un pensamiento crítico de la sociedad, pero ¿nuestra sociedad actual se caracteriza por ser racional? Parece que no… nos encontramos ante una especie de paradoja, donde el tener un razonamiento critico depende justo de acercarse a fuentes (literatura, cine, la ciencia, filosofía, etc.) que nos permitan desarrollar ese tipo de pensamiento; sin embargo, vemos que nuestra sociedad se encuentra alejada de todo esto y, en su lugar, está inmersa en un mundo lleno de banalidad, superficialidad, en donde ser culto es cuestión de “nerds”, ”gente rara”, o de más motes peyorativos con los que suelen ser calificados. En cambio, ser “fashion”, ser físicamente agraciado, parece ser de lo más importante en la actualidad. Nos encontramos mucho más cerca del país del “bombero” Montage, que de la utopía peor concebida alguna vez… Y como prueba tenemos la aparición de libros tales como “50 Sombras de Gray”, “Bajo la misma estrella”, “El alquimista”, “Y por eso cortamos”, y un largo etcétera, en las listas de los más vendidos en Latinoamérica, así como el alto rating que registran algunos programas sin contenido cultural en la TV. Hay que aceptarlo, a nuestra sociedad la de una gran pereza pensar. Nos ha logrado seducir la tecnología destinada al entretenimiento vacío. Nos encontramos inmersos en un mundo donde socializar significa tener una cuenta en Facebook y compartir información sumamente trivial. Por supuesto, lo anterior no es lo más alarmante de nuestra sociedad. De alarmar es la gran violencia que nos azota, la desconfianza que nos tenemos unos a otros, la pérdida de valores morales, la inestabilidad económica, la discriminación, el olvido de nuestras raíces culturales…

El panorama a futuro no es nada prometedor, eso se muestra a ojos vistas. Es natural que los filósofos nos preguntemos si la filosofía puede dar alguna solución ante un panorama tan lúgubre. En lo personal, tengo la esperanza de que así sea.

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Como bien lo menciona Gabriel Vargas Lozano en su libro, parece que las esperanzas descansan en que la comunidad de filósofos y de más humanistas, logren crear una paideia que permita que el ciudadano desarrolle, a lo largo de toda su vida, un pensamiento cada vez más crítico y agudo, que tanto a nivel individual como a nivel social genere un progreso en la calidad humana. Es en ese momento dónde el filósofo debe de comprometerse más que nunca con la sociedad, dejar de ser aquel hombre que mira y teoriza desde la famosa ya, “torre de marfil”.

No puedo dejar de sentir cierta apatía a aquella filosofía que se muestra lejana de lo mundano, esa que se eleva y parece nunca bajar; aquella filosofía de los principios. Comprendo la inquietud de todo ser humano de saber de dónde y por qué vinimos al mundo, y aún más, por qué somos obligados a dejarlo. Repito, lo entiendo, a mí también me inquieta, sin embargo, me inquieta y, me duele aún más, ver las grandes injusticias cometidas en el mundo, ver que hay países que desperdician alimentos mientras que en África la gente muere de hambre. No sé por qué estamos aquí, tampoco sé si hay una vida después de la muerte, lo cierto es que en lo que nosotros los estudiosos de la filosofía nos hacemos preguntas acerca de la procedencia de la vida, hay gente que “vive” oprimida, sin una sola moneda para poder comer, que muere a causa de una bala en medio de una guerra absurda. Dejémonos de ocupar por preguntas sin respuesta y preocupémonos por lo que podemos hacer para mejorar esto a lo que llamamos vida. Los tiempos actuales no requieren filosofía hecha desde un cómodo escritorio. El filósofo debe verse inmerso en el pueblo, no hay mayor justificación o motivo para hacer esto, que la felicidad del hombre.