Filmando trenes · 2013-05-30 · el puerto de Pajares a la circulación roda-da. La visión de los...

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En plena invernada y con nieve hasta las rodillas Filmando trenes en la rampa de Pajares (I) MANUEL MARISTANY (texto y fotos) nieve y tren. res , M. MI., en Paja at.ista,1v se lió el petate Nuestro colaborado ^ M ĥ asta el cuello, Se , la sobre la y, con la nieve a^ e el^eu eri ecia de realiz ár ^e Pá•ares. Sirva la sometió a la p P. or M. M• con actividad ferroviar^a e 1 la ramp ción de esta experiencia, viveinala presente estación descrip asión, entrados ya ares, entusiasmo Y p órtico al centenario de l É lémér^de^ que del año, como p roximo agosto Ĵ que ha de cumplirse el p >> a lo largo de 1984. iremos desgranando en "V. L. A mañana de febrero es glacial y los carámbanos de hielo que cuelgan del tejado de la muy asturiana estación de Pola de Lena le confieren un fascinante aire siberiano. Filmar trenes en escenarios nevados tiene un atractivo especial. La nie- ve acentúa el dramatismo de las tomas. En esta ocasión, ni el autor de estas líneas ni su amigo Jorge Comella nos podemos que- jar: media Asturias yace semiparalizada ba- jo una neváda de considerable espesor. La gente corriente espera que haga buen tiem- po para viajar en invierno. Los amigos del ferrocarril deseamos todo lo contrario, que haga un tiempo de perros y cuanta más nieve, mejor. Ha caído tanta que hasta ayer noche, que Ilegamos a Asturias, no se abrió el puerto de Pajares a la circulación roda- da. La visión de los camiones enterrados en la nieve y abandonados por sus tripula- ciones nos Ilenó de alegría. Nos las prome- timos muy felices. La nevada realidad de esta mañana no nos defrauda. A las ocho y cuarto, por la parte de abajo, surge, de la bruma gris, la serpiente azulada del Corail Gijón-Barcelona -o rá- pido 620-, conducido por una joven y flamante Mitsubishi 251 resplandeciente de plata y azules. Los viajeros abandonan el calor de la sala de espera y se alinean disciplinadamente a lo largo del andén ne- vado. Filmo a placer la solemne entrada del convoy, sin moverme ni un milímetro cuan- do la 251 pasa junto a mí, envolviéndome con su calor y el estridente zumbido de sus ventiladores. Subimos al coche de cola. Apenas tene- mos tiempo de tomar posiciones junto a las ventanillas, cuando el Corail se pone en marcha sin una sacudida y empieza a des- lizarse por el fondo del valle de Lena. So- bre el río Pajares flota un manto de neblina. EI convoy acelera su marcha. Las luces amarillentas de las estaciones de La Cober- toria y Campomanes destellan fugazmente a nuestro paso y se pierden en la incierta luz del alba. En nuestro coche reina una cálida temperatura. Su insonorización es tan perfecta, que apenas se oye el lejano trac-trac de las ruedas al golpear las juntas de las vías.

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En plena invernaday con nieve hasta las rodillas

Filmando trenesen la rampa de Pajares (I)

MANUEL MARISTANY

(texto y fotos)

nieve y tren.res,M. MI., en Paja

at.ista,1v selió el petate

Nuestro colaborado ^ Mĥasta el cuello, Se , la sobre la

y, con la nieve a^ e el^eueri ecia de realiz ár ^e Pá•ares. Sirva la

sometió a la p P.or M. M• conactividad ferroviar^a e

►1 la ramp

ción de esta experiencia, viveinala presente estacióndescrip asión, entrados ya ares,entusiasmo Y p órtico al centenario de l É lémér^de^ quedel año, como p roximo agosto Ĵque ha de cumplirse el p >> a lo largo de 1984.

iremos desgranando en "V. L.

A mañana de febrero es glacial y loscarámbanos de hielo que cuelgan deltejado de la muy asturiana estación

de Pola de Lena le confieren un fascinanteaire siberiano. Filmar trenes en escenariosnevados tiene un atractivo especial. La nie-ve acentúa el dramatismo de las tomas. Enesta ocasión, ni el autor de estas líneas nisu amigo Jorge Comella nos podemos que-jar: media Asturias yace semiparalizada ba-jo una neváda de considerable espesor. Lagente corriente espera que haga buen tiem-po para viajar en invierno. Los amigos delferrocarril deseamos todo lo contrario, quehaga un tiempo de perros y cuanta másnieve, mejor. Ha caído tanta que hasta ayernoche, que Ilegamos a Asturias, no se abrióel puerto de Pajares a la circulación roda-da. La visión de los camiones enterradosen la nieve y abandonados por sus tripula-ciones nos Ilenó de alegría. Nos las prome-timos muy felices. La nevada realidad deesta mañana no nos defrauda.

A las ocho y cuarto, por la parte deabajo, surge, de la bruma gris, la serpienteazulada del Corail Gijón-Barcelona -o rá-pido 620-, conducido por una joven yflamante Mitsubishi 251 resplandeciente deplata y azules. Los viajeros abandonan elcalor de la sala de espera y se alineandisciplinadamente a lo largo del andén ne-vado. Filmo a placer la solemne entrada delconvoy, sin moverme ni un milímetro cuan-do la 251 pasa junto a mí, envolviéndomecon su calor y el estridente zumbido de susventiladores.

Subimos al coche de cola. Apenas tene-mos tiempo de tomar posiciones junto a lasventanillas, cuando el Corail se pone enmarcha sin una sacudida y empieza a des-lizarse por el fondo del valle de Lena. So-bre el río Pajares flota un manto de neblina.EI convoy acelera su marcha. Las lucesamarillentas de las estaciones de La Cober-toria y Campomanes destellan fugazmentea nuestro paso y se pierden en la inciertaluz del alba. En nuestro coche reina unacálida temperatura. Su insonorización estan perfecta, que apenas se oye el lejanotrac-trac de las ruedas al golpear las juntasde las vías.

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EI Corail Gijbn-Barcelona, entre 8usdongo y Villamanin, en la vertiente leonesa de PaJeres.A pesar de las apariencias, la ioto est8 tomade en el mes de mayo.

La estación de Puente de los Fierros estácopiosamente nevada. Hemos Ilegado alfondo del "cul de sac" del valle. Estamos alpie mismo de la cordillera Cantábrica. Escomo si nos hubiéramos tropezado con unmuro. Esta misma sensación la debieron deexperimentar los constructores de esta au-daz línea. Desde aquí (514 metros) hasta eltúnel de La Perruca (1.270 m.) habrá, en

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línea recta, unos 10 kilómetros y 756 me-tros de desnivel. Ambas magnitudes lassalva el tren dando un rodeo de 34 kilóme-tros. Se comprende que la idea de superareste tramo con un ferrocarril de cremallerahubiera rondado por las cabezas de losingenieros. Afortunadamente, el peligro pu-do ser conjurado a tiempo y se impuso elbuen sentido. En honor a la verdad, hayque decir que una tentación semejante ha-bía asaltado también a los constructores dela línea del San Gothardo.

La grácil nieve, enemiga

Esperamos, fuera de programa, el crucecon el tranvía 2771 procedente de León...que Ilega transformado en un tren conven-cional, conducido por una 251 como lanuestra. Parece ser que las unidades notienen el empuje necesario para vérselascon una nevada de cierta envergadura. En-tre otras cosas, no están equipadas conpalas-quitanieves. Cavilo que la nieve, tangrácil y delicada en apariencia, causa tras-tornos enormes en una explotación ferro-viaria. Me daré cabal cuenta de ello unosdías más tarde, cuando filme los trabajos

El Talgo Gijbn-Madrid cruza el rlo8emesga, en la vertiente /eonesade Pejares.

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de limpieza de vías en la estación de Bus-dongo, bajo las cataratas de nieve arroja-das por el quitanieves. Simplemente los po-cos centenares de copos que se introducenentre los espadines de las agujas bastanpara dejarlas fuera de uso a poco que seprensen.

Reemprendemos la marcha, zambullén-donos en seguida en la oscuridad de lostúneles de Oria y EI Batán. En las entrañasde la tierra describimos una curva ascen-dente de más de 180 grados que nos hacesalir encarados hacia el Norte, es decir, enuna dirección totalmente opuesta a la quedebemos seguir. Este es el primer gran lazoque describe el ferrocarril para ganar altu-ra. Ha empezado la escalada propiamentedicha, aunque hay que hacer constar quelas rampas nunca sobrepasan las 20 milé-simas, lo cual dice mucho a favor de losingenieros que proyectaron la línea, hacecasi cien años, y que mereció ser calificadade "a fine piece of engineering", una finapieza de ingeniería, por una relevante per-sonalidad ferroviaria inglesa. A un siglo dedistancia de la construcción de este ferro-carril, causa asombro y admiración la con-

^ibelesApartado de Correos 717

Oviedo

Carretera de OviedoSantander Km. 208

Telfs. (985) 79 22 75/76Telex 87514

..

:̂ ^',.Una 7700 "cazada" a vista de pájaroentre Linares y Ma/vedo. Si la foto hubiera sidotomada con gran angu/ar, a/a derecha y muyhonda veriamos /a entrada de/ túnelde EI Capricho.

cepción genial de la obra y el esfuerzotitánico desarrollado por sus constructores.

También se impone rendir un homenajeal valor de los maquinistas y fogoneros quecondujeron los primeros trenes. iAtravesarsesenta y tantos túneles en una locomotorade vapor, aspirando el humo y las emana-

ciones tbxicas del carbón! Se dice muypronto, pero el que ha pasado la experien-cia, difícilmente la olvidará. Pero será mejorque ceda la palabra a don Javier Marquina,último director de la Compañía del Norte,conocedor, como el que más, de las ram-pas de Pajares. He aquí lo que escribióeste señor:

"Los que hace años hayan hecho el viajede regreso de Asturias, recordarán segura-mente con qué angustia se salía de Puentede los Fierros y se metía uno en aquellosfamosos y temibles túneles del puerto, em-pezando por los de Oria y EI Batán, que,después de unos minutos de ahogos yapuros, le colocaban a uno, como sorpre-sa, encima de la estación de Fierros, de laque acababa de salir y que quedaba alláabajo, reluciendo al sol, como una figuritade nacimiento, mientras el tren continuaba,al acompasado jadeo de sus locomotoras,su penosa ascensión. ^

"A lo largo de ella, icuántos sofocos,cuántos ahogos y sudores! Los niños Ilora-ban, los mayores tosían, estornudabanotros y todos se abalanzaban, en cuanto sesalía del túnel, a abrir ventanillas, que la

Apartado de Correos 717 - Oviedo • Carretera de Oviedo-Santander Km. 208 • Telfs. (985) 79 22 75/76 • Telex 87514

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mayor parte de las veces quedaban a me-dio abrir porque el tren se metía en otrotúnel... y el humo avanzaba poco a pocopor el pasillo, invadiendo todo el coche, lalámpara de aceite se iba apagando ^(porfalta de oxígeno) y la oscuridad lo Ilenabatodo...

"Y si esto decimos de los viajeros, ^quéno se dirá del personal del tren, y^ sobretodo del de la máquina auxiliar de la dobletracción por cola?

"iCuántas asfixias en aquel terrible túnelde La Sorda, en aquel fatídico túnel 44 detan difícil ventilación! iCuántas veces se hatenido que apoyar el palo de la escobacontra la pared del túnel para apreciar si lamáquina avanzaba o retrocedía, pues esta-ba sumida en una endiablada danza, en unfatídico patinaje en el que parecía que iba aquedar deshecha, teniendo (el maquinista)que abrir la puerta del hongar para poderver la aguja del manómetro que iba siem-pre, siempre, hacia abajo, manbmetro quese tapaba frecuentemente con la gorra paralibrarse de su terrible acusacibn... y se se-guia tirando, tirando, mientras el óxido delcarbono abrasaba los pulmones y las ore-jas se iban calentando hasta casi cocer...".

La 251, la "gua-gua"

Mecidos por la excelente suspensión delCorail, los viajeros de 1983 no paramos

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. A.lYa^1!^^^

EI CorailGijbn-Barce/ona,

tomando "la curva delcaba/lo muerto';

un poco m8s arribade Puente

de Los Fierros.

Una unidad 400saliendo de /a estaciónde Linares-Congosfinascon dirección a Gi%bn.

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mientes en los sufrimientos de nuestros an-tecesores. EI vigoroso empuje con quenuestra joven "gua-gua" (apodo que le hansacado los ferroviarios a la 251) acomete lasubida del puerto, nos hace perder de vistael heroico comportamiento de aquellos ti-zandos titanes de la pála y el regulador.

Del panorama evocado por don JavierMarquina sólo queda el tendido y los túne-les. EI humo y"el acompasado jadeo de laslocomotoras" se los ha Ilevado el viento delprogreso.

Apenas tenemos tiempo de ver y filmarlos nevados tejados de Puente de LosFierros. EI Corail se mete zumbando en otrotúnel. Hay tantos y tan seguidos, que lastomas acaban en negros fundidos involun-tarios. A otro lado del foso del valle deLena, ia sierra del Puerto de Aramo apare-ce teñida de rosa. Los tejados de Malvedoestán rematados por espesas caperuzas de

^ nieve. Perezosos hilos de humo se des-

.-

prenden de las chimeneas. Entre casa ycasa se han abierto trincheras en la nieve.Las faenas rurales están paralizadas, pero lavida continúa bajo la quietud del amanecerinvernal.

Después de Malvedo, el tren describeotra curva de más de 180 grados y vuelvea enfilar hacia el Sur, hacia Lebn. EI retro-

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PAJARES

ceso en distancia nos ha Ilevado hasta laaltura de Campomanes, al que dominamosen más de 200 metros. EI promedio delradio de las curvas de la rampa Norte dePajares es de unos 300 metros, muy pocospara las exigencias de los trenes actuales(de 4.000 metros para el TGV), pero muyrazonables para la época en que se cons-truyó este ferrocarril. Aunque tampoco meexplico cómo los ingenieros contemporá-neos podrían conseguir un mayor desarro-Ilo de las curvas en un escenario tan mon-tañoso y quebrado como éste. Sea comofuera, se trata de unas curvas muy atracti-vas y mucho más fotogénicas que las deradio mayor.

Escuchamos, distantes, los mugidos conque nuestra locomotora alerta a los agentesque despejan las vías de la estación deLinares. Sus monos amarillos constituyenuna viva nota de color en aquel universogris y helado. La confortable temperaturaque reina en nuestro coche climatizado nosimpide adivinar el intenso frío reinante en elexterior. Se apartan, se apoyan en sus pa-las y nos miran al pasar.

^ Qué lejos las "berracos"1...

EI Corail continúa su imparable ascen-sión. No hay problemas para los cuatro milcaballos de nuestra vigorosa "gua-gua".iQué lejos quedan los tiempos de las"berracos" y las Mikádo americanas, cuan-do cada metro había de ganarse literalmen-te a pulso! Entre túnel y túnel se abrenamplias laderas tendidas hacia lo hondodel valle. Nos adentramos en las profundi-dades de la sierra describiendo curvas ymás curvas. Cuando un contrafuerte dema-siado abrupto nos cierra el paso, lo atrave-samos por un túnel. En Navidiello-Paranaalcanzamos los 960 metros de altura.

Un sol rojizo asoma por encima de lacordillera y nos hiere de frente arrancandomil reflejos en la nieve. EI interventor nospide los billetes y se interesa por la películaque estamos filmando. ^Para la tele?.Noparece extrañarse demasiado cuando ledecimos que somos aficionados al tren yque filmamos por el puro placer de tenerun recuerdo de Pajares. No cabe duda deque las cosas van mejorando. Le pedimosque nos avise con tiempo la Ilegada al túnelde La Perruca.

-Es muy importante para nosotros.-No se preocupen ustedes...Cruzamos sin detenernos la larga playa

de vías de la estación de Pajares, práctica-mente colgada del abismo. Estamos a1.158 metros de altura. Muy abajo se adivi-na la profundidad del valle. Vemos tambiénla cinta gris de la carretera en la nieve y loscamiones que suben lentamente, en prime-ra. EI nombre de la estación figura en unos

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EI bmnibus Lebn-Gijón -^o correo?- ha surgido prScticamente de las entrañasde la cordillera Cantábrica, entre Villasimpliz y Villamanfn.No cabe duda de que los bmnibus tienen un encanto especia/y/os aticionados lamentaremos su desaparicibn.

bonitos azulejos en la fachada. AI final de laplaya de vías hay una torre de agua, testigomudo de una época gloriosa. Todo esto lovemos muy rápidamente, a través de losvisores de nuestras cámaras. Y en seguidanos zambullimos en un túnel.

EI interventor nos avisa que nos pre-paremos.

-Ahora viene el túnel de La Perruca...Ahí lo tienen ustedes.

En la vertiente leonesa

Nos lo encontramos de sopetón. La bocaNorte no destaca de los otros túneles delrecorrido. Ni almenas ni un portal historiadoresaltan su importancia. Es un túnel comotantos otros, lo cual nos decepciona unpoco. AI principio del mismo, rebasamos lacota máxima de la línea: 1.270 metros. Apartir de aquí se inicia el descenso por lavertiente leonesa. EI túnet mide 3.060 me-tros. Es absolutamente recto, como si susconstructores, hartos de rampas y curvas,hubieran tirado por el camino del medio yatajado sin contemplaciones. Desde la pla-taforma de nuestro coche, vemos cómo laboca Norte se empequeñece hasta trans-formarse en un diminuto punto luminoso.

Parpadeamos un poco al salir al otrolado. Estamos en el viejo Reino de León.La nieve redondea los accidentes del terre-

no prestándole femeninas suavidades. Anuestra izquierda discurre la carretera y elBernesga recién nacido. La histórica esta-ción de Busdongo desfila velozmente antenuestros ojos. Hace sesenta años nos ha-bríamos detenido para cambiar nuestra lo-comotora eléctrica ALCO por una Mikadoigualmente americana, que nos estaría es-perando con la presión a punto.

No me cuesta nada imaginarme la esce-na: un chorro de humo blanco disparadohacia el cielo, un maquinista bigotudo mi-rando hacia atrás con la mano en el regula-dor, el pausado movimiento de las bielasbien aceitadas y los curiosos, embutidos enbotas y abrigos cual mujiks tolstoianos,contemplando la maniobra.

Estas melancóliCas reflexiones no se lashace nuestra joven locomotora, que conti-núa impertérrita su veloz descenso por elfondo del valle, flanqueado a ambos ladospor riscos escarpados y pintorescos. Es di-fícil decir qué vertiente es más atractiva, sila asturiana o la leonesa. Esta última no estan empinada, pero tiene un aire agreste ymontaraz muy interesante. Villamanín, Ci-ñera, Santa Lucía, Pola de Gordón y la er-mita del Buen Suceso son otras tantas esta-ciones y apeaderos, aletargados bajo lanieve, que nuestro Corail ignora olímpica-mente. Sus andenes están desiertos. Arbo-ledas peladas, caseríos silenciosos y arro-yos helados van quedando atrás, perdidos

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Diez locomotoras como éstasustituyeron a treinta de vapor en las rampasde Pajares despuAs de su electriticecibnen 1924. Se trata de una ALCO americanacon parte eléctrica General Electric.Funcionaba a 3.000 voltios de corrientecontinua. Estas diez locomotorasnunca salieron de Asturias.(Foto: ENRIQUE JANSA.)

y domingos. Y hoy es viernes. Esto nospasa por no consultar la guía con la debidaatención ni mirar la letra pequeña.

-Habrá de esperar el tranvía de las13.38.

Esta lormidab/e Mikado americana, de /a casaALCO, tomó el relevo de las legendarlas"berracos" en /as rampas de Pajares,hasta su electrilicaclbn en 1924. (Foto: ENRIQUE JANSA.)

en la albura ensimismada de la mañana defebrero.

Finalmente, el Corail se detiene en LaRobla. La parada se impone, aunque sblofuera por respeto a tan prestigioso enclaveferroviario. Nos apeamos con tiempo. No

La muy veterana 7755 desclende a marcha lenta un tremo con precauGbn, entre L(naçes y Ma/vedo.Como dlce Alberto Garcla Alvarez en un reclente VIA LIBRE, "estas locomotoras 1pesan por ser las más estét/cas de RENFE". No /e quepa la menor duda.Sobre todo, desde que rueron retlradas las ^cocodrtlos" 7200 y 7500, que eran °e/ no va m^s".

es cuestión de pegar un patinazo en lanieve helada del andén. Son las diez de lamañana. Cuando vamos a comprar los bi-Iletes de regreso, el jefe de estación nosinforma que el tren de las 10.52, que pen-sábamos coger, sólo funciona los sábados

La •información, media victoria

Qué remedio. Hemos dejado el coche enPola de Lena. Preguntamos al jefe de esta-ción por las Iocomotoras inglesas de morro,las famosas 7700. Estas máquinas eranuno de los objetivos de nuestro viaje. Em-piezan a ser veteranas y el día menos pen-sado van a empezar a desguazarlas. Portoda respuesta, el jefe de estación coge elteléfono y habla con León.

-A las doce y media aproximadamentepasará una inglesa con un mercancias-nos informa amablemente.

Le damos las gracias. Clausewitz teníarazón cuando dijo que la información eramedia victoria. Para distraer la espera, al-morzamos en la cantina de la estación. Fa-bada asturiana, por supuesto. Está muybuena y la saboreamos con un ojo puestoen las fabas y el otro en la víá.

-Coman tranquilos -nos aconseja eljefe de estación-. Ya les avisaré cuandoIlegue el tren.

Tanta amabilidad nos confunde. Unasección escogida de la brigada de Vía yObras entra en la cantina a tomar unosvinos, que en un momento se Ilena con elhumo acre de los cigarrillos y el diapasónde las broncas voces de los ferroviarios. EItonto del pueblo -que además es sordo-mudo- nos toma por ingenieros que estu-dian el nuevo trazado del ferrocarril y nossolicita trabajo. Sólo gracias a la ayuda de-sinteresada de un intérprete adecuado con-seguimos disuadirle. EI jefe de estación en-tra a avisarnos.

-En cinco minutos tienen el tren aquí.Salimos con la fabada a medio camino.

Las dos fabadas, el pan, el vino y el caféhan costado 400 pesetas. Y no tenían nadaque envidiar a las servidas en un restauran-te de postín. Lástima de prisa. Pero ya sesabe, estas son las servidumbres del fotó-grafo de trenes obligado a comer a salto demata. Y esto, cuando come, porque la ma-yoría de las veces ha de conformarse conun pedazo de pan y queso que se ha meti-do en el bolsillo por pura casualidad. Co-mer sentado a la mesa es un lujo inaudito.M. M. (se concluirá).

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