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Asociación Bíblica Española. Salamanca 2002 Influjo de la doctrina aristotélica y estoica de las pasiones en la perícopa de la oración en el huerto de Getsemaní (Mt 26,36-46 y par) Prof D. Fernando Rivas Rebaque Universidad Pontificia de Comillas. Madrid. España Al leer los relatos sinópticos de la oración en el huerto de Gestemaní 82 , causa cierta extrafieza encontrar referencias a la tristeza como: "Empezó [Jesús] a entristecerse [Aunel.crecn]", Mt 26,27; "mi alma está entristecida [m:pl.Avrto<;]", Mt 26,38 y Me 14,34; y "encontró [a los discípulos] donnidos por la tristeza [étttó 'tfl<; Aurtfl¡;]", Le 22,45. Dada la situación de tensión y dramatismo que se vive, esperaríamos hallar más bien un vocabulario en el que estuvieran presentes la tensión, el sufrimiento o la angustia, como refleja el paralelo joánico: "Mi alma está agitada ['te'tápo:xro:.t]" (Jn 12,27), más acorde con nuestras expectativas culturales, Mientras que la aparición de la tristeza nos produce sorpresa, pues no responde a lo que hoy encontraríamos en circunstancias parecidas. Una explicación está en los Salmos 42,6.12 y 43,5, que dicen: "¿Por qué te entristeces [nepl.Autto<;], alma [\lfUX.'fl], y por qué te me agitas [()l)V't<tpácrcrst<;]?" (LXX), uniendo la tristeza de los sinópticos y la turbación joánica. O la referencia a Jon 4,9: "Estoy muy triste [AcAVILT]'tal] hasta la muerte [hoc; 8avÓ'.'tOU]", que explica perfectamente el final de Mt y Mc 83 . Sin embargo, seguimos con el mismo problema, porque hoy no asociamos la tristeza a una situación de tensión y peligro, sino a otros sentimientos. Esta sorpresa se reduce si releemos los textos evangélicos desde la clave que nos ofrece Aristóteles, al defmir el temor [ (j>6¡3o<;] como "cierta pena [/.., 'Ú1t11J o turbación ['tapcx.x'fll resultante de la representación [(j>cx.Vtaota¡;] de un mal [x:ax:oUJ inminente, bien dafiino [(j>8optt1Co'Ü], bien penoso [A.unr¡poV]; pues no todos los males se temen... , sino los que significan penas [Avrtá<;] grandes o daños [(j>Sopá¡;], y si esto no parece que va a ser lejano [n:óppro], sino imninente [crúveyyv¡;]. Porque lo que está muy lejos no se teme, pues todos saben que morirán, pero como no está cerca no se preocupan" 84 . La tristeza y la turbación aparecen unidas en él a la representación del temor, sobre todo cuando es grave e inminente. Si los evangelios no querían expresar el miedo de Jesús, signo de debilidad persona! y falta de confianza en Dios, ¿por qué mantienen estos indicios emocionales que pueden llevar a descubrir en ellos el temor? ¿No indica una cierta incoherencia? Para salir de este laberinto desarrollaremos una hipótesis en tres pasos: l 0 ) el ser humano como compuesto de tres instancias: corporal, psíquica y espiritual; 2°) reflexión filosófica acerca del temor, más específicamente los conceptos aristotélico y estoico; y 3°) aplicación a Jos textos evangélicos de los dos apartados anteriores, centrando nuestra investigación en el 82 Mt 26,36"46; Me 14,32-42 y Le 22,39-46. 83 Donde encontramos: "Hasta la muerte 9avá'tov]", Mt 26,28 y Me 14,34. Aristóteles, Ret. ll,5 (1382 A). 418 Congreso Internacional Biblia, Memoria histórica y encrucijada de culturas mundo de la 1.¡rux:fJ -sin olvidar los otros dos campos-. Una conclusiones finales darán término al trabajo. l. La persona humana como un compuesto indisoluble de La antropología neotestamentaria, con diversos acentos, nos muestra la existencia de tres ámbitos que componen la realidad personal. Gráficamente serían tres círculos concéntdcos, que comenzadan con uno exterior, la instancia corporal, para la que se utilizan los ténninos aW¡.¡a, dentro de la cual incluiríamos la instancia psíquica, representada por la palabra 'fTVX.'fl, en cuyo interior pondríamos a su vez la instancia esPiritual, para la que se emplean una serie de términos como nve'ÜJ-l<X o x:apól.a. nveVJ-La-x:apóía Estas tres instancias están unidas de tal manera que f01man una unidad indisoluble, aunque se tiende a ir desde lo más exterior (cuerpo) a lo más interior (espíritu), actuando la \11'\YX.'fl como intermediari, de aquí su importancia e inestabilidad. Mientras que no suelen haber confusión entre lo corporal y lo psíquico, sí hay ocasiones en los que se produce una cierta fluidez en los escritos neotestamentarios entre lo psíquico y lo espiritual, •s A. Dih!e, v. \j/T¡X,1Í KA. 't., en G. Kittel- G. Friedrich (eds.) TWNT, Kohlhammer, Stuttgart-Berlin- KO!n-Mainz 1973. 604-661. G. Harder, v. Alma, en L. Coenen- F. Beyreuther- H.Bietenhard (dirs), DTNT 1, S!gueme, Salamanca 1985, 93-!00; Th. Sorg, v. Corazón, DTNTT,339-34l;H. SchOnweiss- E. Beyreutber- J. Guhrt, v. Deseo, E. Kamiab, Espíritu, DTNTII,136-i47; W. Mundle, v. Temor, DTNTIV,246-248; R. Cavedo, v. Corporeidad, en P. Rossano- G. Ravasi- A. Gir!anda (dirs), Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, Ed. Paulinas, Madrid, 1990 A335-351; A. Sand, v. KO:p8í.a., en H. Ba!z-G. Schneider (dirs), DENT, I, Sígueme, Salamanca 1996, cols. 2195-2199; Id., v. en DENT li, co!s. 1363-1373; Id., v. \jJVX,í¡, en DENTII, cols. 2182-2189; J. Kremer, v. rtvc'Ú¡..ta., DENT II, cols. 1022-1037; E. Schweitzer, v. cró3¡..ta., DENTII, cols. 1641-1652. 419

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    Influjo de la doctrina aristotlica y estoica de las pasiones en la percopa de la oracin en el huerto de Getseman

    (Mt 26,36-46 y par)

    Prof D. Fernando Rivas Rebaque Universidad Pontificia de Comillas. Madrid. Espaa

    Al leer los relatos sinpticos de la oracin en el huerto de Gesteman82, causa cierta extrafieza encontrar referencias a la tristeza como: "Empez [Jess] a entristecerse [Aunel.crecn]", Mt 26,27; "mi alma est entristecida [m:pl.Avrto

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    sobre todo por la apertura del trmino \l.tu;cf al significado de "vida"86, "alrna"87 o persona en su totalidad88 .

    Una serie de palabras describen las acciones de cada uno de estos mbitos, bien desde positiva (salud89, virtud, santidad), bien negativamente (enfermedad, vicio, pecado). Hay ciertas palabras que reflejan la instancia psquica como E:m8u..a, f\Oovfl y -rc9o

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    escrito de la escuela aristotlica, Problemata physicam, est uno de los estudio fisiolgicos ms completos del temor: la sed se originara por el calentamiento de la parte interior, frente al enfriamiento de lo externo, lo que dada lugar tambin a una distensin de las entraas, el deseo de orinar y el erizamiento capilar, pues el fro desplaza el calor corporal hacia el interior103 . Otros signos del temor seran el temblor en la voz y manos, la inclinacin hacia abajo del labio, la contraccin de los genitales por el fro, el tiriteo, el silencio104 y la parlisis o el tono agudo de la voz, por falta de calor en las partes superiores105

    Retricamente el temor es, segn Aristteles, el temple ms adecUado para la tragedia, pues se suscita porque el infortunio arremete contra alguien semejante a nosotros. Adems se ala con la conmocin, porque resalta su talante noble y ser una desgracia ajena inmerecida. Ambos tienen su base en el espanto de lo irracional, paradjico e inverosmil.

    Este infortunio es mucho ms trgico si es propiciado por los acontecimientos y procede de la trama misma de la accin, ya que la tragedia se mueve sobre el trasfondo de la relacin amigo/enemigo, donde lo realmente terrible, por lo inesperado, no es que un enemigo ataque a otro enemigo, sino que un amigo ataque o mate al otro. Adems aparece la

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    Nos centraremos en el campo de la wuxi. y, ms en concreto, en el temple del miedo [ 4>6f3o~], aunque vamos a tener presentes tanto algunas de sus expresiones corporales, sobre todo en el texto lucano115, as como unas ligeras referencias a la instancia espiritual.

    3.1. Relectura de los relatos evanglicos desde Aristteles

    Los relatos evanglicos estn muy cercanos a la definicin aristotlica del temor, apareciendo algunos elementos que caracterizan este temple: el dolor, la agitacin116, la representacin de un mal destructivo y doloroso, as como su inminencia. Este temor no lleva adems a la desesperacin porque, junto a la expectativa del mal, hay una esperanza cierta de salvacin [~A.n~ cmrtrpa~], cifrada en la persona del Padre, fuente de toda confianza. Los evangelios no proponen la huida, sino afrontar a los peligros que se ciernen, no viendo en Jess ni los tonos insolentes u osados ni la desesperanza.

    Los evangelios se encontraran ms cercanos a lo que hemos denominado como temor sobrehumano y absoluto, que no depende de la propia persona. Un mal que afecta a la reputacin, la falta de amigos y, sobre todo, la muerte, por lo que el temor se puede considerar como humanamente aceptable, cuerdo y hasta razonable. No pone en cuestin para nada la virtud de Jess, sino que ms bien la resalta.

    Las personas a las que se teme son aquellas que han credo sufrir la injusticia (saduceos, fariseos ... ), se consideran rivales de Jess, aguardan la ocasin ms propicia para la venganza, son astutos y, como adems son poderosos, tiene los medios para llevar a cabo esta venganza. por lo que deben ser consideradas con razn como temibles. La presencia de conceptos relativos a rebelin o revuelta en los relatos de la pasin vienen a confinnar estos temores en el plano social.

    La nica duda al respecto es acerca de la inminencia del peligro: el carcter repentino, lo que lo hace ms temible, es remarcado, pero parece ser un peligro patente, al que se puede hacer frente con valenta y preparacin. De hecho, el relato de Getseman podemos entenderlo desde estas dos claves, sobre todo si consideramos la oracin como un medio de prepararse para lo que sobrevendr ms adelante.

    Los textos evanglicos son bastante parcos en las expresiones somticas del temor, si exceptuamos el fragmento "cayo rostro en tierra" de Mt 26,29117 y el aadido lucano de Le 22,43-44, donde encontramos tanto la referencia a la agona y el enfriamiento del exterior corporal, expresado por medio del "sudor [b \p()~]" que le chorr0aba (Le 22,44). La expresin "como gotas [9p6~j3ot] de sangre [aJ.O'/COt;;]" muestra el calor interno y en el s. I aparece slo en el libro cuarto de Sobre las enfermedades de las mujeres, del mdico efesino, Sorano, en un apartado dedicado a "las seales de la desgracia que van

    I!S Especialmente el aadido de Le 22,43-44. 116 En conexin con estos dos aspectos se encontrara el "inquietarse" [&.OT].LOvel.v] de Mt 26,37 y Me 14,33. Junto con Flp 2,26 son las tres tmicas ocasiones que aparecen en el NT. En el s. I hay slo dieciocho referencias a esta palabra, trece de ellas en Plutarco. 117 t:n:em;:v S:n:t n:pcron:ov. En cambio Me 14,35 pone S:n:tmev btt -t'il~ y'il:;, mientras Le 22,41 tiene "inclinando las rodillas", 9et

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    Una atencin particular merece la palabra Cxyoovo:. de Le 22,44. En principio era tentadora su aplicacin a una de las divisiones del temor de Crisipo, el temor a algo oscuro [C:tyoovta]. Desecharemos esta atribucin, pues supondra de hecho una contradiccin con la hiptesis defendida en esta comunicacin: cmo es posible que se destierre la palabra !j>6j3o

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    cultural que "natural" o dogmtico, y por otro nos acercan a uno de los aspectos ms atrayentes de Cristo, precisamente aquello que nos es ms comn y podemos compartir todas y todos: su profunda y excepcional humanidad.

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    Congreso Internacional Biblia, Memoria histrica y encrucijada de cultUras

    Lucas 12,13-21: acaparamiento mortal o vida realizada

    Prof D. Ren Krger ISEDET. Buenos Aires. Argentina

    TEXTOS BBLICOS EN EL CONTEXTO ECONMICO En los ltimos afies ha crecido en Amrica Latina la conciencia de que el

    Sistema econmico imperante est produciendo creciente pobreza, marginacin y miserizacin. La mano casi invisible de la economa global del mercado ha desplazado la mano de Dios que ayuda, protege y libera. El dolo del dinero y del mercado libre bendice a los privilegiados del sistema, mientras que margina y excluye a la amplia mayora de la poblacin. En el Hemisferio Sur, el mamn ha asumido casi sin control alguno el dominio absoluto de todas las esferas de la vida, establecindose cada vez ms como nico sistema econmico; con el resultado de que cada vez ms capital y servicios se concentran en las manos de cada vez menos personas; y que como anverso de este proceso, aumentan desastrosamente los pobres y la pobreza. La falta de alternativas aplicables, la creciente desesperacin, la carencia de perspectivas positivas para el futuro, la destruccin incesante de las redes sociales, la cada econmica de la clase media, la miserizacin de los excluidos en el sur, pero tambin un empobrecimiento paulatino en el norte y la destruccin de la naturaleza, todo ello lleva,a preguntar a un nmero creciente de personas qu es lo que se debe hacer.

    En esta competencia swnamente dura slo podrn sobrevivir los ms fuertes. Los llamados "incapaces" o "ineficientes" son lisa y llanamente atropellados. Tristes e irritados vemos como los programas econmicos impuestos desde el extranjero y aplicados por nuestros gobiernos explotan cada vez ms a los pobres y los conducen a la catstrofe. A excepcin de algunas pocas voces, la mayora de los lderes de la poltica, la economa y la tecnocracia mantiene un vergonzoso silencio.

    Este es el marco contextua! con el que realizamos la reflexin teolgica critica en Amrica Latina. Es, asimismo, el marco en el cual encuadramos nuestra investigacin bblica; no en el sentido metodolgico, sino hermenutico, para buscar en las Escrituras elementos para un juicio adecuado y para la bsqueda de alternativas liberadoras.

    Bajo esta perspectiva nos acercamos al texto de Lucas 12,13-21, la parbola del rico necio; y completamos el repaso exegtico con un vistazo a Lucas 12,33-34.

    INTRODUCCIN La parbola del rico necio o insensato es una de las piezas esenciales del

    proyecto econmico del Evangelio de Lucas. Con otras unidades del cap. 12 hace juego simtrico con Le 16,1-8 dentro de la amplia estructura del relato del viaje. Los materiales de los cap. 12 y 16 constituyen una especie de lente focalizadora por la cual el autor hace pasar su proyecto econmico, a los efectos de obtener un punto focal central en cada secuencia. Dentro del cap. 12 el rico necio es el prototipo del hombre que desvirta totalmente la funcin de los bienes. Esta figura (en sentido semitico) se repite luego en la

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