Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

18
FERNANDO PESSOA CARTAS DE AMOR A OFELIA QUEIROZ 1 de Marzo de 1920 Ofelita: Para demostrarme tu desprecio o, por lo menos, tu indiferencia real, no era necesario el disfraz transparente de un discurso tan largo, ni de la serie de “razones” tan poco sinceras como convincentes, que me has escrito. Bastaba con decírmelo. Así, lo entiendo de la misma manera, pero me duele más. Si prefieres a tu novio antes que a mí, del que naturalmente estás muy enamorada, ¿cómo puedo tomármelo a mal? Puedes preferir a quien quieras: no tienes obligación —creo yo— de amarme ni, realmente, necesidad (a no ser que quieras entretenerte) de fingir que me amas. Quien ama verdaderamente no escribe cartas que parecen peticiones de abogado. El amor no estudia tanto las cosas, ni trata a los otros como reos a los que hay que “entallar”. ¿Por qué no eres franca conmigo? Qué empeño tienes en hacer sufrir a quien no te ha hecho mal —ni a ti, ni a nadie—, a quien ya tiene peso y dolor de sobra con la propia vida aislada y triste, y no necesita que le vengan a aumentárselos con falsas esperanzas, demostrándole afectos fingidos, y esto sin que se entienda con qué interés a no ser por pura diversión; ni con qué provecho, a no ser por auténtica burla. Reconozco que todo esto es cómico, y que la parte más cómica de todo esto soy yo. A mí mismo me haría gracia, si

description

Algunas de las legendarias cartas de amor que el gran poeta portugués Fermando Pessoa escribiera a Ofelia, en traducción de Raquel Madrigal.

Transcript of Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

Page 1: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

FERNANDO PESSOA 

CARTAS DE AMOR A OFELIA QUEIROZ1 de Marzo de 1920Ofelita:

 

Para demostrarme tu desprecio o, por lo menos, tu indiferencia real, no era

necesario el disfraz transparente de un discurso tan largo, ni de la serie de

“razones” tan poco sinceras como convincentes, que me has escrito. Bastaba

con decírmelo. Así, lo entiendo de la misma manera, pero me duele más.

Si prefieres a tu novio antes que a mí, del que naturalmente estás muy

enamorada, ¿cómo puedo tomármelo a mal? Puedes preferir a quien quieras:

no tienes obligación —creo yo— de amarme ni, realmente, necesidad (a no ser

que quieras entretenerte) de fingir que me amas.

Quien ama verdaderamente no escribe cartas que parecen peticiones de

abogado. El amor no estudia tanto las cosas, ni trata a los otros como reos a

los que hay que “entallar”.

¿Por qué no eres franca conmigo? Qué empeño tienes en hacer sufrir a quien

no te ha hecho mal —ni a ti, ni a nadie—, a quien ya tiene peso y dolor de

sobra con la propia vida aislada y triste, y no necesita que le vengan a

aumentárselos con falsas esperanzas, demostrándole afectos fingidos, y esto

sin que se entienda con qué interés a no ser por pura diversión; ni con qué

provecho, a no ser por auténtica burla.

Reconozco que todo esto es cómico, y que la parte más cómica de todo esto

soy yo. A mí mismo me haría gracia, si no te amase tanto, y si tuviese tiempo

para pensar en otra cosa que no fuera el sufrimiento que tienes el placer de

causarme sin que yo, a no ser por amarte, lo haya merecido, y bien creo que

amarte no es suficiente razón para merecerlo. En fin…

Aquí tienes el “documento escrito” que me pides. Reconoce mi firma el notario

Eugenio Silva.

Page 4: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

18 de Marzo de 1920Agradezco mucho tu carta. He estado muy irritado y triste por todas las razones

que te imaginas. Además, para que todo sea más desagradable, hace dos

noches que no duermo, porque la angina me produce una saliva constante, y

me sucede esta cosa tan estúpida —tener que estar escupiendo de dos en dos

minutos— que no me deja descansar. Ahora estoy al mismo tiempo mejor y

peor de lo que estaba esta mañana: tengo menos irritación de garganta, pero

tengo otra vez fiebre, cosa que por la mañana no tenía. (Notar que esta carta

va escrita en el mismo estilo que la tuya, porque Osorio (1) está aquí, al lado de

la cama, desde donde estoy escribiendo, y naturalmente se da cuenta de vez

en cuando para qué escribo).

No puedo escribir más, por la fiebre y los dolores de cabeza que tengo. Para

responder a lo que me preguntas sobre otras cosas, mi amorcito querido, (ojalá

O. [sorio] no vea esto), tendría que escribir mucho más y no puedo.

Page 6: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

19 de Marzo de 1920[A las 4 de la madrugada]

Mi amorcito, mi bebé querido:

 

Son casi las cuatro de la madrugada y acabo, a pesar de tener todo el cuerpo

dolorido y pidiéndome reposo, de abandonar definitivamente la idea de dormir.

Hace tres noches que me pasa esto, pero la noche de hoy, desde luego, está

siendo de las más horribles que he pasado en mi vida. Felizmente para ti,

amorcito, no te lo puedes imaginar. No ha sido solo la angina, con la obligación

estúpida de escupir cada dos minutos, lo que me ha estado quitando el sueño.

Es que, sin tener fiebre, he tenido delirios, me he sentido enloquecer, he tenido

ganas de gritar, de gemir en voz alta, de mil cosas disparatadas. Y todo esto no

solo por influencia directa del malestar asociado a la enfermedad, sino porque

estuve todo el día de ayer impacientado con cosas que se están atrasando

relativas a la llegada de mi familia y, encima, he recibido a través de mi primo,

que vino a las siete y media, una serie de noticias desagradables, que no vale

la pena contarte aquí, pues, felizmente, mi amor, no tienen nada que ver

contigo.

Y luego, estar enfermo exactamente en una ocasión en que tengo tantas cosas

Page 7: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

urgentes que hacer, tantas cosas que no puedo delegar en otras personas.

¿Ves, mi bebé adorado, cuál es el estado de espíritu en que he vivido estos

días, estos dos últimos días sobre todo? Y no imaginas el echarte de menos

loco, el echarte de menos constante que he tenido. Tu ausencia siempre,

aunque solo sea de un día para otro, me abate; ¡Cuánto más no iba a sentir no

verte, amor mío, hace casi tres días!

Dime una cosa, amorcito: ¿Por qué te muestras tan abatida y tan

profundamente triste en tu segunda carta —la que me mandaste ayer con

Osorio? Comprendo que también me estés echando de menos; pero te

muestras de un nerviosismo, de una tristeza, de un abatimiento tales, que me

dolió inmensamente leer tu cartita y ver lo que sufrías. ¿Qué te pasaba, amor,

además de estar separados? ¿Hubo alguna cosa peor que te pasara? ¿Por

qué hablas en un tono tan desesperado de mi amor, como dudando de él,

cuando no tienes ninguna razón para eso?

Estoy completamente solo —se puede decir; pues aquí los de casa, que

realmente me han tratado muy bien, lo han hecho siempre por ceremonia, y

solo me vienen a traer caldo, leche o algún medicamento durante el día; no me

hacen, ni era de esperar, ninguna compañía. Y entonces, a estas horas de la

noche, parece que estoy en un desierto; tengo sed y no tengo a nadie que me

de nada para beber; estoy medio loco por el aislamiento en el que me siento y

ni tengo aquí quién al menos me vele un poco mientras yo intento dormir.

Estoy muerto de frío, me voy a estirar en la cama para fingir que reposo. No sé

cuándo te mandaré otra carta, o si acrecentaré todavía alguna cosa más a

esta.

¡Ay, mi amor, mi bebé, mi muñequita, quién te tuviera aquí! Muchos, muchos,

muchos, muchos, muchos besos de tu, siempre tuyo,

Fernando.

Page 9: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

19 de Marzo de 1920[A las 9 de la mañana]Mi querido amorcito:

 

Parece que ha sido remedio de santo escribirte lo que está encima. Después

me fui a acostar, sin ninguna esperanza de dormirme, y lo cierto es que dormí

unas tres o cuatro horas de un tirón —poca cosa, pero no te imaginas la

diferencia que ha representado. Me siento mucho más aliviado, y, aunque

todavía tenga la garganta irritada e inflamada, el hecho de que mi estado

general haya mejorado quiere decir, bien espero, que la enfermedad va

pasando.

Si la mejoría se acentuase rápidamente, tal vez hoy mismo pueda ir a la oficina,

aunque no mucho tiempo; y entonces yo mismo te entregaré esta carta.

Espero poder ir ahí; tengo ciertas cosas urgentes de las que ocuparme que

puedo dirigir desde la oficina, sin tener que ir yo en persona a los sitios, pero

que desde aquí me es imposible ocuparme.

Adiós, mi angelito bebé. Te cubre de besos llenos de nostalgia tu, siempre,

siempre tuyo

Fernando

Page 12: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

La carta que te adjunto es la que te he mandado ahora a tu casa con Osorio.

Espero poder entregarte mañana las dos, yendo a esperarte a la salida de la

oficina Dupin (2).

Sobre la información que te han dado a mi respecto no solo quiero repetirte que

es completamente falsa como decirte también que la “persona respetable”, que

le ha dado esa información a tu hermana, o se la ha inventado por completo y,

además de ser mentirosa, está loca; o esa persona ni siquiera existe, y ha sido

tu hermana la que la ha inventado —no digo que haya inventado a la persona,

sino que ha inventado que determinada persona le ha dicho una cosa que

nadie le ha dicho.

Mira, amorcito: es siempre malo, en estas cosas, creer que los demás no son

más que idiotas.

Sobre esa “persona”, y lo que de ella me has dicho (naturalmente porque te lo

habían dicho a ti), te doy dos detalles: (1) que esa persona sabe que te quiero,

(2) que “sabe” que no te quiero con intenciones serias.

Por lo tanto, empecemos por analizar esto: nadie puede saber si te quiero o

no,  porque yo no he convertido a nadie en confidente del asunto. Partamos del

principio de que esa “persona respetable” no “sepa”, sino que imagine que te

quiero. ¿Cómo va a haber una base para imaginar eso, es que esa persona ha

visto entre nosotros algún intercambio de miradas, ha notado entre nosotros (o,

mejor, en este caso, de mí hacia ti) algo? Quiere decir que es alguien de la

oficina, o que viene aquí bastante, o, si no, que recibe informaciones de quien

viene aquí bastante. Pero para poder, aunque sea por informaciones ajenas,

afirmar que sí, que es verdad que te quiero, esa persona, no siendo nadie que

venga aquí a la oficina, solo puede ser alguien o de la familia de mi primo (a

quien él le hubiese hablado de las “sospechas” que tiene de vez en cuando de

que te quiero) o de la familia de Osorio.

Todo esto son solo suposiciones e incluso admitiendo que sea un familiar de

alguien de aquí de la oficina, es mucho suponer afirmar que esa

persona sepa que te quiero.

Y si no hay nadie (nadie que lo sepa por confidencia mía, casi nadie que lo

“imagine” de ninguna manera) que pueda saber a ciencia cierta si yo te amo

Page 13: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

aún menos hay --ahí entonces no hay nadie— que sea capaz de decir que yo

no te amo con buenas intenciones. Para eso sería necesario estar dentro de mi

corazón y aún así, sería necesario ver mal, pues lo que estaría viendo serían

burradas.

En cuanto a la afirmación de la «mujer›› que tengo, si no lo has inventado para

apartarte de mí, hazle a la persona de respeto (si es que existe) que ha

informado a tu hermana las siguientes preguntas:

1 ¿De qué mujer se trata?

2 ¿Dónde he vivido o vivo con ella?, ¿A dónde voy a verla (si supone

que  somos dos amantes que viven separados)? ¿Cuánto tiempo hace que

estoy con ella?

3 Cualquier otra información indicando o definiendo a esa «mujer››.

Si toda esta historia no es invención tuya, te garantizo que te topas con

una «retirada›› inmediata de la persona que ha informado: la «retirada›› propia

de todos a los que le cogen la mentira. Y si la tal «persona de respeto›› tuviera

la cara dura de dar detalles, basta que los verifiques, que los investigues. Verás

que son mentiras, de principio a fin.

¡Ay, lo que todo esto es, es un enredo cualquiera ―muy infame pero, como

muchas cosas infames, muy estúpido― para alejarme de ti! ¿De quién habrá

partido el enredo? ¿O no habrá ningún enredo y esto será simplemente una

excusa que te has buscado para librarte de mí? Yo qué sé... me imagino

cualquier cosa; tengo el derecho a imaginarme cualquier cosa.

Pero francamente yo merecería ser mejor tratado por el Destino de lo que estoy

siendo; por el Destino, y por las personas.

Vamos a ver si consigo que esta carta te llegue a las manos todavía hoy, con

cualquier pretexto. Si no, te la entregarémañana, cuando nos encontremos

aquí, a las doce y media de la mañana.

Lee bien la carta que va junto a esta, que te he escrito hoy de madrugada y se

ha cruzado contigo, pues Osorio la ha llevado mientras tú venías. Figúrate lo

Page 14: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

qué es escribirte una carta para después recibir la serie de noticias y «gracias››

que me has dado.

Ay, amor mío, amor mío: ¿No será qué quieres huir de mí para siempre, o que

alguien no quiere que nos amemos?

Tuyo, siempre tuyo

FERNANDO

 

P.S.: Al final, ¿cuál será la verdad en medio de todo esto? Empiezo a

desconfiar de todo y de todos ¿Qué significa eso de no ir... y después ir... a

Duplin? ¿Cómo de repente le has ido a hacer conferencias a tu hermana?

Empiezo a no entender bien... empiezo a no estar seguro de qué pensar.

P.S. 2: Otra cosa: si la tal «persona de respeto›› existe (lo que dudo), ve

que fines personales  podrá tener para separarme de ti. Comprueba si no

habrá, como poco, fines de amistad para con  cualquier otro pretendiente

tuyo. Pero esa  «persona de respeto›› será pariente de señor Crosse (3),

seguramente —en cuanto a la existencia real—. Mañana te espero aquí en la

oficina a la hora que hemos quedamos.

Page 16: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

29 de Noviembre de 1920Ofelita:

 

Agradezco tu carta. Me ha traído pena y alivio al mismo tiempo. Pena, porque

estas cosas siempre dan pena; alivio porque, en realidad, la única solución es

esta: no prolongar más una situación que ya no tiene la justificación del amor,

ni de una parte, ni de la otra. Al menos por mi parte queda una estima

profunda, una amistad inalterable. No me negarás otro tanto, ¿verdad?

Ni tú ni yo tenemos culpa de esto. Solo el Destino tendría culpa, si el Destino

fuera persona a quién se le pudiera atribuir culpas.

El Tiempo, que envejece las caras y los cabellos, envejece también, aunque

más deprisa todavía, los afectos violentos. La mayoría de la gente, porque es

estúpida, consigue no darse cuenta y cree que todavía ama porque ha

contraído el hábito de sentir que ama.  Si no fuese así, no habría gente feliz en

el mundo. Las criaturas superiores, sin embargo, están privadas de la

posibilidad de esa ilusión porque ni pueden creer que el amor dure ni, cuando

sienten que ha acabado, se engañan tomando por él la estima o la gratitud que

dejó.

Estas cosas hacen sufrir, pero el sufrimiento pasa. Si la vida, que lo es todo,

acaba por pasar, ¿cómo no va a pasar el amor y el dolor, y todas las  otras

cosas que no son más que parte de la vida?

En tu carta eres injusta conmigo, pero te comprendo y te perdono; seguro que

la has escrito con irritación, tal vez con verdadero resentimiento, aunque la

mayoría de la gente (hombres o mujeres) escribiría en tu lugar en un tono aún

más amargo, y en términos aún más injustos. Pero tienes un temperamento

estupendo y ni irritada consigues tener maldad. Cuando te cases, si no

consigue tener la felicidad que mereces, seguro que no será por tu culpa.

En cuanto a mí...

El amor ha pasado, pero mi afección por ti se conserva inalterable y nunca

olvidaré (nunca, créeme) ni tu figurita graciosa y tus maneras de pequeñita, ni

Page 17: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

tu ternura, tu dedicación, tu índole amorosa. Puede ser que me equivoque, y

que estas cualidades que te atribuyo sean una ilusión mía, pero no creo que lo

sea y, de haberlo sido, sería torpeza mía el habértelas atribuido.

No sé qué quieres que te devuelva (cartas o qué otras cosas). Yo preferiría no

devolverte nada, y conservar tus cartitas como memoria viva de un pasado

muerto, como todos los pasados; como alguna causa conmovedora en una

vida, como la mía, en la que el progreso de los años va parejo al progreso de la

infelicidad y de la desilusión.

Te pido que no hagas como la gente vulgar, que es siempre ordinaria; que no

me vuelvas la cara cuando pase a tu lado, y que entre tus recuerdos sobre mí

no esté el rencor. Quedemos, uno para el otro, como dos conocidos de infancia

que se amaron un poco cuando fueron niños y que aunque en la vida adulta

hayan seguido otras afecciones y otros caminos conservan siempre, en un

rinconcito del alma, la memoria profunda de su amor antiguo e inútil.

Esto de “otras afecciones” y  de “otros caminos” es de tu incumbencia, Ofelita,

y no de la mía. Mi destino pertenece a otra Ley, de cuya existencia ni te

imaginas, y está cada vez más subordinado a la obediencia de Maestros que

no permiten ni perdonan.

No hace falta que comprendas esto.  Basta que me recuerdes con cariño como

yo, inalterablemente, te recordaré.

————--

(1) Osorio era uno de los trabajadores de la imprenta de la que Pessoa era

socio y Ofelia empleada, encargado de servir de correo entre los amantes.

(2) Dupin es donde Ofelia empezó a trabajar como secretaria después de salir

de la imprenta de Pessoa y a donde él iba a buscarla después del trabajo. La

empresa se llamaba Casa C. Dupin y estaba en el Cais do Sodré, en Lisboa.

(3) A. A. Crosse, pseudónimo con el que Pessoa se presentaba a algunos

concursos de acertijos en un periódico inglés.

(*) Todas las traducciones hechas a partir del original Fernando Pessoa. Cartas

de amor a Ophélia Queiroz (Ática, Guimarães, 2009).

Page 18: Fernando Pessoa Cartas de Amor a Ofelia

Traducción: Raquel Madrigal