Feminacion de La Pobreza en Puerto Rico

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INCREMENTO EN LAS MUJERES JEFAS DE FAMILIA Y FEMINIZACIN DE LA POBREZA EN PUERTO RICOAlice E. Coln Warren Centro de Investigaciones Sociales Universidad de Puerto Rico Ro Piedras, Puerto Rico A presentarse en la Reunin 2004 de la Latin American Studies Association, Las Vegas, Nevada, 7-9 de octubre, 2004(Favor de no citar sin permiso de la autora)

Las familias con jefa mujer sin cnyuge presente continan en aumento en Puerto Rico como en otras partes del mundo. Su proporcin en la Isla increment del 16 porciento a sobre una cuarta parte (27%) del total de familias entre 1970 y 2000, con una concentracin mayor en reas urbanas (Departamento de Comercio,1970, Tabla 18; Departamento de Comercio, 1990a, Tablas 9,51;Departamento de Comercio, 2000, Tabla P18). La proporcin identificada en los datos censales no alcanza los niveles de jefatura femenina observado en otros pases caribeos, como tampoco entre las familias puertorriqueas, afro-americanas o dominicanas en Estados Unidos, o incluso entre los que parecen constituirse entre las dominicanas en nuestro pas (Coln Warren, 1997; Safa, 1998a, Coln Warren, 1998; Hernndez Angueira,1995). Se trata, an as, de un conjunto importante que comienza a tornarse visible en la discusin y poltica pblica. Muchas de las discusiones debaten con alarma si stas deben considerse como unidades incompletas, e incapaces de una crianza adecuada, causantes de problemas como la delincuencia y la pobreza (Vea, por ejemplo, El Nuevo Da, 23 de septiembre, 1999). La llamada feminizacin de la pobreza ha colocado su situacin como un asunto de pertinencia cada vez mayor en las polticas de desarrollo social a escala internacional.i En este trabajo argumentamos que se trata de formas alternativas de convivencia cuya pobreza es expresin de la desigualdad de gnero y socioeconmica en las sociedades (Safa, 1998a ; Coln Warren, 1998). El debate en torno a la jefatura de familia femenina en Estados Unidos y sus jurisdicciones se ha tornado particularmente lgido ante los recortes en beneficios pblicos, en particular aquellos que favorecan a las mujeres y sus familias, como fue el Aid to Families with Dependent Children (AFDC). Los programas sustitutos, como el ms reciente Temporary Assistance for Needy Families (TANF), persiguen reducir el nmero de familias recipiendarias, a travs de exigencias de empleo y restricciones al tiempo total en que pueden recibirse beneficios. Como jurisdiccin de Estados Unidos,i

Vea, por ejemplo, los artculos en la seccin The Feminization of Poverty Here and Abroad de la revista The Brown Journal of World Affairs, Vol. 5 (2), pp.161-296.

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las familias en Puerto Rico han participado del rgimen de beneficios federales, aunque con topes reducidos y pagos inferiores por persona. La pobreza es, no obstante, ms generalizada que en Estados Unidos e incluye a una proporcin ms elevada de familias en pareja. As mismo, no son los programas dirigidos a las familias con jefa mujer los ms notables, extendidos o cuantiosos, de manera que la situacin de las familias a cargo de mujeres no ha aparecido tan destacada en la discusin pblica (Coln Warren,1997). An as, los recortes en estos ltimos no dejarn de tener un impacto fuerte en la situacin de los sectores bajo pobreza en los cuales ellas se concentran (Hernndez Angueira, 2001; Nieves-Rosa y Thomas-Breitfield,2002). A pesar de que los datos censales del 2000 causaron revuelo al indicar un descenso de 55% a 45% en la proporcin de familias bajo pobreza en Puerto Rico, el nmero absoluto y relativo de familias con jefa mujer bajo pobreza continuaba en un aumento desproporcionado a su presencia en la poblacin. En comparacin con su proporcin de 27% del total de familias, las familias con jefa mujer representaban sobre 35% de aquellas bajo pobreza en el 2000, un incremento con respecto a 1990, cuando representaban 23% del total y 29% de las familias bajo pobreza. As, aunque la proporcin de familias con jefa mujer bajo pobreza tambin descendi de 70 a 61%, se haca ms marcado un vnculo entre el gnero y la pobreza familiar (Coln Warren, 1997; Departamento de Comercio, 2000, Tabla DP-3). Ante las transformaciones en el llamado Estado benefactor y la desaceleracin econmica que continan afectando nuestro pas, la tendencia requiere un mayor anlisis de la situacin particular de las mujeres jefas de familia y su probabilidad de pobreza. En este escrito ofreceremos alguna informacin general acerca de las familias con jefa mujer a partir de datos censales entre el 1980 y el 1990 en Puerto Rico, as como aquellos ya disponibles para el Censo del 2000. Analizaremos los cambios en estatus civil relacionados al incremento en familias con jefa mujer y algunos de los factores en el mercado de empleo asociados a su probabilidad ms elevada de pobreza, como una contribucin a la caracterizacin de la feminizacin de la pobreza en nuestra sociedad. Pretendemos con ello ofrecer criterios para la elaboracin de polticas responsivas a sus necesidades y reclamos. Llamaremos probabilidad de pobreza a la proporcin de un conjunto dado que se encuentren bajo estos niveles de ingreso. Consideraremos finalmente algunas pistas ofrecidas por los datos disponibles en torno al descenso de esa probabilidad de pobreza entre los diversos tipos de familia en Puerto Rico entre 1990 y el 2000, considerando aspectos como los cambios en el empleo y la composicin familiar, su posible ciclo de vida y fuentes de ingreso. Podemos facilitar las cifras que no hemos presentado en las tablas de este escrito a las personas interesadas. Por qu y quines son las mujeres jefas de familia A travs de nuestra historia, las mujeres hemos sido espina dorsal de las familias, contribuyendo al bienestar del hogar tanto en trminos materiales como personales y sociales. No obstante, bien debido a que los hombres han tenido ms oportunidades para el control de los recursos econmicos, a que la dominacin masculina mantiene la vivienda a su nombre en una mayora de los casos, o simplemente debido a que las visiones predominantes sostienen esta definicin de superioridad masculina, por uso y

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costumbre tiende a identificarse al hombre como jefe cuando ste se encuentra presente.ii En nuestros anlisis en torno a las estructuras familiares, sin embargo, debemos recordar que incluso entre las familias en pareja no es siempre el hombre quien funge como jefe en trminos de responsabilidades. La jerarqua implcita en el concepto de jefe dificulta la identificacin de aquellas mujeres que, incluso cuando viven en pareja, asumen la carga principal o total de sus familias tanto en trminos econmicos, como sociales y personales (Hernndez Angueira, 2001). De hecho, desde que el Censo comenz en 1980 a reconocer la posibilidad de parejas que tienen como jefa a una mujer, se ha identificado que stas, y no slo las que asumen la jefatura familiar solas, constituyen una proporcin creciente en la Isla. Aun con las visiones dominantes sobre estructura familiar, en el 2000 estas alcanzaban el 8 porciento del total de las familias y el 12 porciento de las familias con ambos cnyuges presentes, en comparacin con 5 y 7 porciento respectivamente en 1990 (Departamento de Comercio, 1980, Tabla 103; Departamento de Comercio, 1990a, Tabla 9; Departamento de Comercio, 2000, P9, P48). Es precisamente la divisin sexual del trabajo en el hogar - la cual adjudica a los hombres el poder en y fuera de la familia, y a las mujeres la responsabilidad prioritaria de la crianza y el trabajo domstico- la que establece que sean ellas quienes queden generalmente como jefas de familia cuando se encuentran sin pareja. Vinculado a su centralidad en la vida hogarea, las familias con jefas mujeres han sido una constante como forma alternativa de convivencia, si bien menos reconocida que en otras reas del Caribe (Mayo Santana y Negrn Portillo, 1997; Safa, 1998a; Quionez, 1997). Su aumento ms reciente y su creciente visibilidad se relaciona con cambios sociales que han incidido en los patrones de vivienda de la poblacin y el estatus civil de las mujeres en Puerto Rico. Fragmentacin de las unidades familiares e incremento en familias con jefa mujer La jefatura de hogares y de familias entre las mujeres se ha incrementado junto a tendencias de nuclearizacin familiar y convivencia independiente, acompaadas por la relajacin de lazos de apoyo y obligacin hacia una parentela extendida. La industrializacin, la urbanizacin y la movilidad geogrfica de la poblacin que han acompaado al desarrollo capitalista en nuestras sociedades han propendido a la formacin de unidades familiares reducidas y de hogares de personas residiendo solas. Alrededor de 29% de las mujeres jefas de hogar en Puerto Rico en el 2000 respondieron a esta tendencia creciente de personas que viven solas o en relaciones no definidas como De acuerdo al Censo un(a) jefe de hogar es en la mayora de los casos la persona o una de las personas a cuyo nombre se ha comprado o se alquila la vivienda. La persona jefe de hogar en familia es aquella que vive con una o ms personas emparentadas con l o ella por nacimiento, matrimonio o adopcin. Las que son jefes de hogar no en familia viven solas o con personas no relacionadas como familia.(Vea definiciones en los apndices B de los censos de 1980 y 1990. Departamento de Comercio de Estados Unidos, Negociado del Censo (1980), Departamento de Comercio de Estados Unidos, Negociado del Censo (1990a)ii

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familiares, en comparacin con una cuarta parte de las jefas de hogar en 1980 (Departamento de Comercio, 1980, Tabla 103 ; Departamento de Comercio, 2000, Tabla P9, P15). Responsables de parientes y dependientes, sobre dos terceras partes (69%) de las mujeres jefas de hogar en nuestro pas, sin embargo, tienen a su cargo una familia. Al encontrarse sin pareja y con dependientes -menores o mayores- las mujeres han tendido tambin a establecer viviendas separadas, constituyndose en jefas de familia. La incidencia de jefas de familia se vincula as a las tendencias de atomizacin en las relaciones familiares y la prdida de parentelas extendidas y vnculos comunitarios (Safa, 1974; Safa, 1998a). As, por ejemplo, una mejora en la expectativa de vida de las mujeres superior a la de los hombres, adems de una tendencia inferior al matrimonio entre las viudas en comparacin con los viudos, entre otros factores, pueden explicar su mayor propensin a la jefatura de familia. Aunque la proporcin de viudas descendi ante el incremento de jefas en otros estatus civiles, stas constituyeron cerca de una tercera parte (30%) de las jefas de familia en 1990, de las cuales una cuarta parte convivan con nios o nias menores de 18 aos (TablaI) (Departamento de Comercio, 1980, Tabla 105; Departamento de Comercio, 1990b, Tabla 17). Anticipamos que esta tendencia se mantenga, pues los datos disponibles indican que la proporcin de viudas entre el total de mujeres mayores de 15 aos se mantena alrededor de 10% entre el 1990 y el 2000 (Departamento de Comercio, 1990b, Tabla 14; Departamento de Comercio, 2000, P18). A pesar de la tendencia a la vivienda independiente, la jefatura de familia femenina puede tambin establecerse a travs de la reorganizacin de formas viejas y nuevas de esas redes y familias extendidas. Como el hilo unificador, las mujeres de diferentes generaciones continan su apoyo mutuo, si ya no tanto en viviendas cercanas o comunes, compartiendo desde viviendas independientes. Los apoyos familiares y comunitarios todava prevalecientes pueden constituir a parientes, tales como las abuelas, en las jefas de familia, o permitir que las hijas o relacionadas lo sean (Safa,1998b; Coln et. al., 1999). De acuerdo al Censo del 2000, 28% de las familias con hijos o hijas menores de 18 aos convivan con abuelos o abuelas (muy posiblemente sobre todo estas ltimas), quienes en ms de la mitad de estos casos, aparecan como responsables de sus nietos o nietas (Departamento de Comercio, 2000, DP-2). Las mujeres jefas de familia responden as a procesos de atomizacin social en los que cuentan con apoyos cada vez ms limitados, o en los cuales se ven precisadas a depender de redes de mujeres y familiares para el desempeo de sus responsabilidades. Quines son las mujeres jefas de familia- Otros cambios en el estatus civil de las mujeres En Puerto Rico, no obstante, el incremento ms reciente en familias sin pareja debe vincularse sobre todo a las transformaciones prevalecientes en la situacin de las mujeres y su impacto en las relaciones de gnero. Entre otros, los adelantos en los niveles de escolaridad, en el empleo y en la conciencia de sus derechos entre las mujeres pueden resultar en relaciones de pareja ms democrticas, pero tambin en inestabilidad familiar y cambios en la jefatura de familias (Safa, 1998b). Los desafos a la dominacin masculina y a las relaciones de gnero establecidas, junto a los conflictos sociales ms amplios, han propiciado tensiones en las relaciones conyugales establecidas y el incremento en separaciones, divorcios, adems de las personas viviendo solas (Muoz Vzquez y Fernndez, 1988). Entre el 1990 y el 2000 la proporcin de mujeres mayores

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de 15 aos casadas descenda de 49 a 47 por ciento, mientras aumentaban las separadas y divorciadas de 17 a 18 por ciento y las nunca casadas se mantenan alrededor del 25 por ciento (Departamento de Comercio, 1990b, Tabla 14; Departamento de Comercio 2000, P18). El aumento de jefas de familia se relaciona con estos cambios en estatus civil entre las mujeres en Puerto Rico. Un anlisis de estos cambios nos indica que para 1990, una mayora creciente (57%) de las mujeres jefas de familia se encontraban divorciadas, separadas o con esposo ausente, de las cuales sobre dos terceras partes (70%) convivan con menores. Contrario a la amplia discusin que ha generado el incremento en las madres solteras, en Puerto Rico las mujeres nunca casadas representaban slo 13 porciento del total de jefas en ese ltimo ao, de las cuales alrededor de la mitad conviva con menores. (Tabla I) (Departamento de Comercio,1980, Tabla 105; Departamento d Comercio, 1990b, Tabla 17) Este asunto, incluyendo el embarazo de adolescentes, no deja de ser sumamente importante entre las consideraciones de poltica pblica. Al menos de forma directa, sin embargo, no parece ser el proceso de ms peso en la incidencia de jefas de familia mujeres.iii Es la alta proporcin de divorcios y separaciones la tendencia de mayor pertinencia con relacin a la jefatura de familia femenina. Entendemos que la mayora de las mujeres divorciadas, separadas o solas, quienes representan la amplia mayora de mujeres jefas de familia, lo son debido a que las relaciones con la pareja les ha presentado incompatibilidades o conflictos considerados intolerables, cuando no han sido objeto de viudez, violencia o abandono. Observamos que ni la dependencia econmica ni las responsabilidades familiares han impedido que una proporcin creciente de mujeres se constituya en jefas de familia. Las familias con jefa mujer no deben este sentido considerarse ni problema ni solucin, sino formas de convivencia alternativas, adems de ser respuestas a condiciones sociales y relaciones deiii

Existe necesidad de una investigacin ms exhaustiva en cuanto al embarazo de adolescentes y los embarazos fuera del matrimonio legal en Puerto Rico, pues las cifras de distintas fuentes podran sugerir interpretaciones diferentes. Podemos sealar, sin embargo que: 1) la tasa de nacimientos entre adolescentes disminuy hasta el 1985, aunque no al mismo ritmo que la de otros grupos de edad. Aunque ha aumentado desde entonces, no ha sido una tendencia tan marcada. El que los embarazos de adolescentes sean una proporcin elevada del total de nacimientos parece tener que ver tanto con el descenso en la fecundidad de mujeres en otros grupos de edad como con el aumento entre las jvenes. 2) existe una proporcin elevada de nacimientos fuera del matrimonio legal, a pesar de que en la Isla encontramos una proporcin elevada de mujeres casadas y son poco frecuentes las relaciones consensuales. De nuevo, habra que considerar hasta qu punto ello se debe a un descenso en la fecundidad entre las mujeres casadas, tanto como a un aumento en la de las mujeres en otros estatus maritales- incluyendo no slo mujeres adolescentes, sino mujeres adultas no casadas, divorciadas, separadas, o viudas en edad reproductiva. (Vea cifras relacionadas en Departamento de Salud del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Administracin de Facilidades y Servicios de Salud (1995) Informe Anual de Estadsticas Vitales,1995, San Juan; Vzquez Calzada, Jos L. (1988) La poblacin de Puerto Rico y su trayectoria histrica. Ro Piedras: Raga Offset Printing Service).

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gnero que no favorecen vidas conyugales ms positivas y equitativas (Muoz Vzquez y Fernndez, 1988). Es a estas condiciones que tendramos que dirigir nuestra atencin. Desigualdades de gnero, jefatura de familia y feminizacin de la pobreza Para las mujeres jefas de familia, las desigualdades de gnero y sociales han implicado una mayor propensin a la pobreza, que puede agudizarse junto a otras vivencias problemticas vinculadas a su estatus particular (Burgos,1999). Como indicamos al principio de este escrito, dicha representacin desproporcionada entre las familias bajo pobreza se explica tanto por el aumento en este tipo de familia como por su mayor probabilidad de vivir bajo niveles de pobreza, comparado con las familias con esposo y esposa presente (Coln Warren, 1997). El problema fundamental de esta pobreza no lo encontramos propiamente en la jefatura femenina, sino en las condiciones que restringen sus ingresos familiares. La desigualdad de gnero en nuestras sociedades impone a las mujeres diferencias en poder y oportunidades econmicas que incrementan sus probabilidades de pobreza al quedar solas, no importa cual fuera su situacin econmica previa. Aumentan las responsabilidades familiares al quedar usualmente a cargo de la mayor parte de la crianza y los gastos del hogar, al tiempo que se mantienen insuficientes los apoyos y oportunidades para asumirlas. Escasean las pensiones alimentarias adecuadas, adems de viviendas, servicios legales, mdicos y de otra ndole, a bajo costo. Esta insuficiencia de apoyos se hace cada vez mayor debido a la crisis econmica y a las polticas de privatizacin y de reforma de los beneficios sociales. Sin ser el nico factor que incide en la pobreza, destacamos aqu, sin embargo, que las familias con jefa mujer tienen, adems, menos ingresos por trabajo que las familias en pareja. El empleo de las mujeres en Puerto Rico mostr una tendencia ascendente a travs del siglo veinte, hasta alcanzar alrededor de 30% en 1990. Ocuparon primero en las industrias del tabaco y de la aguja a domicilio a principios de siglo, y, a partir de la dcada de los cincuenta, las industrias manufactureras, trabajos de oficina y de ventas, y servicios sociales, comerciales y personales, que han mostrado el mayor crecimiento. Con mayores presiones econmicas, las mujeres jefas de familia han tendido a una actividad laboral superior a la de las mujeres en general, favorecida por la demanda de empleo femenino. Han sido las cnyuges, sin embargo, las que han aumentado ms su nivel de empleo a travs de estas fases econmicas. Para 1979, 32% de las mujeres jefas estuvieron empleadas en algn momento en comparacin con 27% de las esposas. Ya en 1989, las esposas igualaban a las jefas con 35% de empleo en algn momento del ao, cifra que aument tanto para cnyuges-en su mayora esposas- como para las jefas solas a 39% en el 1999 (Departamento de Comercio, 1980, Tablas 113,114; Departamento de Comercio, 1990b, Tablas 24,25; Departamento de Comercio, 2000, Tablas PCT60, P47). El empleo de los hombres, por su parte, ha disminuido de forma consecutiva a travs de las estrategias econmicas sucesivas, primeramente con la mecanizacin y crisis de las industrias agrcolas durante las primeras dcadas del siglo veinte, y luego, debido a las oportunidades limitadas que les ofrecan las industrias de servicio y manufactureras que emergieron a partir de la II Guerra Mundial. Continuaba en descenso durante las pasadas dos dcadas, reducindose de 56 a 40 por ciento de aquellos en edad de trabajar

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entre 1970 y 2000 (Coln Warren, 1997; Departamento de Comercio,2000, Tabla 43). Las personas jefes de familias en pareja, en su mayora hombres, mostraron descensos en sus niveles de empleo en el ao previo a los Censos de 1990 y el 2000 de 78 a 72% entre las familias sobre pobreza y an ms dramticos, de 54 a 45% entre las familias bajo pobreza (Tabla II) (Departamento de Comercio, 1990, Tabla 30; Departamento de Comercio, 2000, Tabla PCT60). Observamos, no obstante, que pese al incremento en el empleo de las mujeres frente al descenso en el de los hombres, restricciones todava prevalecientes a la actividad laboral femenina afectan a las jefas de familia y acentan sus probabilidades de pobreza. El empleo no slo es limitado en comparacin con el de los hombres y es inferior al de mujeres en pases desarrollados y otros pases caribeos. Las mujeres se encuentran concentradas en un nmero ms limitado de ocupaciones definidas como femeninas y se han visto afectadas por la fuga de industrias, as como por las ms recientes tendencias a las estrategias neoliberales de reorganizacin de los centros de trabajo y recortes en el empleo estatal (Coln Warren, 1997). Aunque la proporcin de mujeres empleadas en algn momento en 1999 aumentaba a 36%, en comparacin con 33 % en 1989, la proporcin de mujeres empleadas en Puerto Rico en el 2000, 26%, de hecho, se reduca en comparacin con el 29% registrado para 1990 iv (Coln Warren, 1997; Departamento de Comercio, 2000, Tablas P43, P47). La participacin laboral, por su parte, se reduca de 37 a 34% (Coln Warren, 1997; Departamento de Comercio, 2000, Tabla DP-3). Entre las esposas, la participacin laboral se reduca de 37 a 34% y el empleo de 31 a 28%, mientras entre las jefas de familia el descenso era de 40 a 35% y de 30 a 27% respectivamente (Departamento de Comercio, 1990b, Tablas 23, 39; Departamento de Comercio, 2000, Tabla, P44). Para el 2000, las mujeres de los diversos estatus civiles se encontraban en un mercado laboral ms precario. Los hombres, aunque con oportunidades laborales en descenso, retenan una gama mayor de empleos disponibles. As, cuando una mujer queda sola como jefa de familia tiene menos probabilidades de emplearse que las personas jefe que viven en pareja, en su mayora hombres. En 1999, el 62% de las personas jefes en pareja estuvieron empleadas en algn momento, en comparacin con el 39% antes mencionado de las mujeres jefas sin pareja. Si bien el empleo no ha garantizado salir de estos umbrales econmicos inferiores, los datos censales para el 1990 y el 2000 indicaban que la diferencia en probabilidad de pobreza entre las jefas de familia empleadas y no empleadas era mucho mayor que aquella entre las personas jefas en total o en pareja con y sin empleo. Para este ltimo ao, la probabilidad de pobreza entre las familias con jefa mujer empleadas era de 40%, comparado con el 74% para aquellas sin jefa empleada. La diferencia en probabilidad de Consideramos en nuestros anlisis diversos indicadores de actividad laboral: 1) empleo en el ao previo al ao censal registra las personas en edad de trabajar- 16 aos o msque participaron de trabajo remunerado en algn momento durante ese periodo en comparacin con todas las personas en edad de trabajar 2) empleo - personas empleadas en comparacin con todas las personas en edad de trabajar 3) participacin laboralpersonas empleadas o buscando empleo en comparacin con todas las personas en edad de trabajariv

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pobreza era mayor que entre las familias en pareja con persona jefe(a) empleado(a) y sin empleo- 28% en comparacin con 55 % respectivamente (Tabla II) (Departamento de Comercio, 1990b, Tabla 30; Departamento de Comercio, 2000, Tabla PCT60). La falta de empleo que aparece como uno de los problemas fundamentales en nuestro pas, apareca aun ms pertinente para las mujeres, para las jefas de familia y las jefas bajo pobreza. Para las mujeres, por otro lado, el problema no se limita a la falta de empleo. La segregacin por gnero las mantiene concentradas en ocupaciones y posiciones de rango inferior y reproduce la desigualdad en ingresos entre hombres y mujeres en el mercado laboral. Debido a las definiciones sociales imperantes y al discrimen abierto y solapado, las mujeres no tienen una representacin tan amplia en las reas de educacin y empleo que conllevan mayor poder, responsabilidad y remuneracin, como son los trabajos administrativos, de supervisin, profesionales o tcnicos. Se devalan, por otro lado, los empleos definidos como femeninos, aun cuando conlleven requisitos similares. La mayor parte de las mujeres en Puerto Rico se han concentrado en ocupaciones de asistencia administrativa (trabajo de oficina) y de ventas, adems de profesiones de rango inferior, definidas como femeninas, mientras se mantienen las diferencias en ingreso entre hombres y mujeres incluso en los niveles ocupacionales y educativos ms elevados (Coln Warren, 1997). Bien por mayores presiones familiares o por provenir de estratos econmicos ya inferiores, las mujeres jefas de familia mostraron en 1980 y 1990 una distribucin ocupacional similar al total de las mujeres, pero con una proporcin inferior en empleos de cuello blanco y una concentracin mayor en ocupaciones de servicio (Tabla III) (Departamento de Comercio, 1990b, Tabla 47; Departamento de Comercio, 1980, Tabla 144). A la desigualdad de gnero en el mercado laboral se aade que en general, como jefas, las mujeres quedan responsables de menores u otros familiares, pero con menos personas empleadas en el hogar. Las familias con ambos cnyuges presentes tienen mayores probabilidades de tener ms de una persona empleada -39% - en comparacin con 16% entre las familias con jefe mujer en Puerto Rico en el 2000. En la mayora de estos casos es precisamente el empleo de las compaeras el que eleva los ingresos de las familias en pareja y reduce sus probabilidades de pobreza (Departamento de Comercio, 2000, Tabla P48). Para 1999, 39% de las personas cnyuges, en su mayora esposas, se encontraban empleadas en las familias en pareja. De stas familias, slo 17% se encontraban bajo niveles de pobreza, comparado con 61% entre las familias en pareja sin cnyuges empleadas. Resulta, pues, notable que la proporcin de familias en pareja sin persona cnyuge empleada aparece tan elevada como la de las familias con jefa mujer en total, y superior a la de las familias con jefas empleadas, antes mencionadas. (Departamento de Comercio, 2000, Tabla PCT60). La reduccin de la pobreza familiar se vincula al empleo de las mujeres al permitir niveles econmicos superiores a las familias en pareja, y sobre todo en las familias con jefa mujer econmicamente activa. Con oportunidades restringidas como mujeres en el mercado laboral o ganando menos, y con menos personas empleadas, sin embargo, los datos censales para 1990 indicaban cmo la probabilidad de pobreza de las jefas mujeres solas era superior a la del total de personas jefas de familia, en su mayora

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hombres, en cada categora de educacin observada (Tabla IV) (Departamento de Comercio, 1990b, Tabla 48). Desigualdad socio-econmica y pobreza entre las jefas de familia La pobreza entre las jefas de familia mujeres no se vincula exclusivamente a la desigualdad de gnero, sino a desigualdades clasistas y socioeconmicas imperantes en los diversos pases y conjuntos poblacionales (Coln Warren, 1998; Goldberg y Kremen, 1990). En primer lugar, la prevalencia de mujeres jefas de familia puede ser ya mayor bajo condiciones de pobreza. Por un lado, la inestabilidad econmica y sus problemas relacionados pueden afectar el bienestar personal de las parejas y generar tensiones y expresiones de autoritarismo masculino ms visibles que dificulten la estabilidad familiar (Burnham,1985; Muoz Vzquez y Fernndez,1988). Por otro lado, en estratos superiores pueden existir mayores consideraciones de estatus social que propicien el mantener las relaciones conyugales. En estos casos, son la desigualdad econmica y la pobreza las que inciden en la jefatura de familia femenina. Una mayor proporcin de las jefas de familia en 1990 parecan, de hecho, provenir de estratos inferiores, si consideramos como indicador que slo 44% de stas tenan niveles de escuela superior o ms elevados, en comparacin con 54% de las esposas. Los niveles de escolaridad de las mujeres jefas de familia bajo pobreza eran aun inferiores, 37% con Escuela Superior. As tambin, mientras 15% de las esposas alcanzaban grados de Bachillerato o ms, esto era cierto slo para 11% de las mujeres jefas y 5% de la jefas bajo pobreza (Departamento de Comercio, 1990b, Tablas 42,48). Por otro lado, no todas las jefas de familia viven bajo niveles de pobreza, y se observan entre ellas las jerarquas socioeconmicas imperantes en nuestro pas. Entre las mujeres jefas de familia en 1990, por ejemplo, la proporcin bajo pobreza de aquellas con Bachillerato (30%) era ms de dos veces inferior a la de aquellas con Escuela Superior (72%) o menos (Tabla IV) (Departamento de Comercio, 1990b, Tabla 48). Con niveles de escolaridad inferiores, las mujeres jefas de familia bajo pobreza parecen haber sido afectadas desproporcionadamente por su concentracin en las industrias manufactureras en fuga y en los servicios de rango inferior que se han ofrecido como alternativas a la fuerza laboral de menos escolaridad. En el Censo de 1990 las jefas de familia bajo pobreza empleadas mostraban proporciones todava ms altas que las mujeres y las jefas de familia en general en los renglones de servicio inferiores (28%) y como operarias y obreras (20%). An empleadas, la probabilidad de pobreza entre las mujeres jefas operarias u obreras, 61%, o las de las empleadas en servicios (68%) era ms de dos veces mayor a la de las profesionales (27%) y administradoras (21%). Incluso entre las jefas trabajadoras de oficina y ventas la probabilidad de pobreza, (45%), era alrededor de dos veces ms elevada que entre las jefas de familia en ocupaciones profesionales y administrativas (Tabla III) (Departamento de Comercio, 1990b, Tabla 47). El movimiento a los servicios entre las jefas de familia, por su parte, no resolva la secular insuficiencia de empleo en nuestro pas y la reduccin en oportunidades econmicas que ha afectado sobre todo a las mujeres de menos escolaridad. Tanto debido a que la falta de empleo reduce los ingresos como a que el estatus inferior restringe las oportunidades de empleo, los datos censales del 2000 indican que entre las mujeres jefas

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de familia bajo pobreza slo 25 porciento se encontraban empleadas en 1999. Reiterando la importancia de los ingresos por trabajo en el nivel econmico de las familias con jefa mujer, encontramos que 59% de las jefas viviendo sobre niveles de pobreza se encontraban empleadas en algn momento en 1999, ms alto que el 52% de las esposas en familias sobre pobreza (Tabla II) (Departamento de Comercio, 2000, Tabla PCT60). Si algunas de las familias en pareja podan prescindir de los ingresos de las mujeres, esto se haca ms difcil para las encabezadas por mujeres. Las jefas de familia parecan incluir un conjunto de mujeres seleccionado con mayores oportunidades, adems de mayores presiones, hacia la actividad laboral. El empleo de las personas jefes (as) es tambin importante en lograr superar la pobreza entre las familias en pareja. Se manifiesta la desigualdad clasista en nuestra sociedad, si consideramos que, de acuerdo a los censos de 1980 y 1990, son precisamente las parejas de ms escolaridad las ms propensas al empleo de ambos cnyuges (Coln Warren, 1998). El empleo en algn momento de 1999 entre las personas jefes en pareja (45%) bajo pobreza era muy inferior al de las personas jefes en pareja sobre pobreza (72%). El empleo de las cnyuges fue un factor adicional en los niveles econmicos de este tipo de familia. La proporcin de cnyuges con empleo en familias en pareja bajo pobreza en 1999, 18%, era todava ms baja que la de las jefas de familia solas bajo pobreza (Departamento de Comercio, 2000, Tabla PCT60, P47). La falta de empleo para las mujeres en los estratos econmicos inferiores pareca afectar a las familia en pareja que vivan bajo pobreza, al igual que a las familias con jefa mujer. Algunas pistas para el anlisis de los cambios en los niveles de pobreza en Puerto Rico Cmo comenzar a investigar el descenso en la probabilidad de pobreza registrado entre el 1990 y el 2000 en un perodo en que tambin se indicaba cuando menos un estancamiento, si no una reduccin en el empleo de hombres y mujeres en Puerto Rico? Asumiendo la confiabilidad de los datos- que es una suposicin nada desdeable cuando se trata de informacin sobre ingresos- es posible a partir de lo discutido sugerir algunas pistas a incluirse en este anlisis. Entre otros posibles factores, consideraremos aqu las personas empleadas por familia, aspectos de la formacin, ciclo y tamao de los ncleos familiares y los cambios en las diversas fuentes de ingreso. En trminos de actividad econmica, la reduccin en la proporcin de familias bajo pobreza entre las familias con jefa mujer podra atribuirse a su incremento en empleo en algn momento en 1999 comparado con 1989. Este lograba aumentar de 15 a 16 por ciento la proporcin con ms de un empleado y reducir de 45% a 42% la proporcin de familias sin ninguna empleada. Poda incidir con ello en su probabilidad de pobreza (Coln Warren,1997; Departamento de Comercio,2000, Tabla 48). El incremento en empleo en algn momento en 1999 entre las jefas pareci incluir a aquellas presionadas a aceptar los empleos de menor remuneracin y con ingresos bajo pobreza, pero sobre todo a las que se encontraban sobre niveles de pobreza. Bien debido a que las familias con jefa mujer sobre pobreza provinieran de estratos ya superiores, con ms probabilidades de empleo, o a que el empleo logr que algunas jefas se movieran a niveles de ingresos ms elevados, el crecimiento en empleo de las jefas de familia entre 1990 y el 2000 se concentr en el grupo que en el 2000 se encontraban sobre niveles de pobreza. De esta forma, el descenso de niveles de pobreza entre las jefas de familia

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mantuvo casi inalterada la proporcin de empleadas entre las familias con jefa mujer sobre y bajo pobreza entre un Censo y otro, 59% y 25% respectivamente para el 1999. An as, el descenso de 49% a 40% en la probabilidad de pobreza entre las familias con jefa mujer empleada no fue tan marcado como el de 41 a 25% entre las familias en pareja con jefe empleado durante la dcada de 1990 al 2000 (Tabla II). Si el incremento en empleo de las mujeres jefas de familia pareci un factor en el descenso de su probabilidad de pobreza, sta se mantena superior a la de las familias en pareja y se acentuaba la desigualdad entre ambos tipos de familia. Observamos entre las familias en pareja tendencias diferentes, si no opuestas. El descenso en el empleo de los hombres no parece haber favorecido la baja en probabilidades de pobreza entre estas familias. Encontramos junto al descenso en el empleo de las personas jefes (as), un aumento de 22 a 24% sin ninguna persona empleada. La proporcin entre el total de las familias en pareja con dos empleados o ms en 1989 y 1999, por su parte, aumentaba slo levemente, de 38 a 40%. En la medida que las parejas con jefe(a) empleado(a) representaban una proporcin inferior del total de familias en pareja para el 2000, se reduca el impacto de este empleo en el descenso de pobreza general en este tipo de familia. El aumento en el empleo de las cnyuges puede haber incidido en el descenso en la probabilidad de pobreza de familias en pareja. Apenas parecen haber compensado, sin embargo, el descenso en la proporcin de personas jefes con empleo y el aumento en las familias sin empleo registrado en este tipo de familia. Las parejas con jefe (a) empleado (a) sobre pobreza pueden representar tambin cada vez ms un grupo seleccionado con jefe(a) en puestos de rangos superiores, adems de tender a tener ms de un ingreso. Sobre todo entre las familias en pareja, el descenso en pobreza a travs de la dcada pareci acontecer vinculado a otras condiciones, incluyendo el acceso otras fuentes de ingreso familiar- como el Seguro Social, jubilacin o dividendos. No podemos descartar que ocurriera adems una polarizacin econmica no slo entre familias de diverso tipo, sino entre las familias en pareja con diferente nmero de empleados; polarizacin no evidente al considerar la mediana de ingresos familiar. Los cambios en la formacin y composicin de hogares pueden, por ejemplo, haber favorecido el descenso registrado en la probabilidad de pobreza v. En primer lugar, la convivencia independiente, en hogares no familiares, puede suponer hogares de menor tamao y con menos dependientes identificados. Personas viviendo de forma independiente implica, adems, que stas no aparecern como dependientes, incrementando las demandas econmicas en los hogares familiares. En esta forma, el incremento de 11 a 14% entre los hombres jefes de hogar y de 27 a 29% entre las mujeres jefas de hogar que no convivan en una familia en 1990 y 2000 puede haber incidido algo en el descenso de pobreza registrado a travs de la dcada (Departamento de Comercio,1990b, Tabla 34; Departamento de Comercio,2000, Tablas P9,P15).

Recordemos que el Censo considera la composicin y tamao de los hogares y las familias para evaluar sus ingresos, de modo que los cambios en tamao familiar pueden incidir en su ubicacin en trminos de pobreza.

v

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Los cambios acontecidos en la presencia de dependientes menores en los diversos tipos de familia, por su parte, parecen ms favorables al descenso en la probabilidad de pobreza entre las familias en pareja que entre las familias con jefa mujer. La presencia de un nmero mayor de estos dependientes implica la necesidad de ingresos superiores, sin que haya una contribucin correspondiente a la economa del hogar. En general, las familias en pareja han tendido a una mayor presencia de menores que otros tipos de familia, sobre todo en sus etapas reproductivas. No obstante, tambin ha ocurrido entre stas la reduccin en fecundidad y tamao familiar ms marcada. La baja en fecundidad y en el tamao de grupo en el hogar que ha acompaado al movimiento hacia familias de tipo nuclear y el envejecimiento de la poblacin, parecen haber incidido en la presencia de menores por tipo de familia. El mayor aumento en la proporcin de familias sin hijos o hijas menores de 18 aos - de 42 a 50% entre 1990 y 2000- se observ entre las familias en pareja, sugiriendo la reduccin en los nacimientos por mujer, pero tambin que los cnyuges pueden haber superado ya las edades reproductivas. La proporcin tambin increment de 60 a 66 % entre las familias con jefe hombre solos, lo que sugiere que no hay en este conjunto una mayor propensin a asumir responsabilidades paternales sin pareja. El incremento en familias sin dependientes puede haber sido as un factor en el descenso de las familias bajo pobreza, particularmente entre las familias en pareja y con jefe hombre. En la medida en que las jefas de familia se mantengan sin pareja, su fecundidad puede ser ms baja que la de las mujeres cnyuges o de otra forma unidas. Tiende a haber entre las jefas de familia tambin mujeres de ms edad, como muchas viudas, cuyos dependientes pueden no ser ya menores. Las mujeres jefas de familia, no obstante, se definen como tales precisamente debido a su tendencia a asumir la responsabilidad de dependientes. Observamos que la proporcin creciente de jefas divorciadas increment esta posibilidad. La presencia de menores en sus hogares, por tanto, ha variado menos entre las jefas de familia que entre las familias en pareja. El aumento de 49 a 51% familias sin hijos o hijas menores de 18 aos entre las familias con jefas mujeres fue inferior al ocurrido entre las familias en pareja o con jefe hombre solo (Departamento de Comercio,1990b, Tabla 18; Departamento de Comercio,2000, Tabla P15). A pesar de incorporar a un conjunto notable de mujeres mayores y viudas, la creciente proporcin de familias con jefa mujer, casi por definicin de gnero, apenas participaron de esta reduccin en la presencia de dependientes menores y su posible alivio en trminos de gastos y probabilidad de pobreza. Tambin el anlisis de las fuentes de ingreso familiares puede indicar diferencias en los ciclos de vida familiares que inciden en la probabilidad de pobreza y favorecen a las familias en pareja. La proporcin de familias recipiendarias y el monto de pagos de Seguro Social, por ejemplo, se establecen a partir de las definiciones sociales de gnero que reproducen la desigualdad econmica entre las familias en pareja y aquellas con jefa mujer. Los pagos se consideran una retribucin por trabajo realizado en periodos previos, lo que favorece a las personas con empleo regular, estable y niveles salariales ms elevados, en su mayora hombres, y, por ende, a sus familias. De esta manera, aunque es sabido que el Seguro Social puede no satisfacer las necesidades de las personas en edad de jubilacin, constituye una fuente de ingreso de mayor legitimidad y montos superiores

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que los otros programas sociales. Beneficia ms a familias con hombres empleados, sus esposas, viudas y familiares (Hernndez Angueira, 2001). La proporcin de familias en pareja que recibi ingresos por Seguro Social aument de 25 a 31% entre el 1990 y el 2000. Aunque estos pagos pueden responder a otras circunstancias, tales como condiciones de incapacidad laboral, podemos sugerir que se trata sobre todo de la jubilacin de uno o ambos cnyuges. La proporcin de familias con jefa mujer que recibi esta fuente de ingresos fue superior a la de las familias en pareja, posiblemente ante la presencia de mujeres viudas. No obstante, esta proporcin se mantuvo sin aumento a travs de la dcada, en alrededor de 32%, y posiblemente se concentre en pagos inferiores a los recibidos por las familias en pareja. De esta forma, los pagos de Seguro Social pueden haber aminorado las probabilidades de pobreza de al menos algunas de las familias en pareja, pero no pareci favorecer cambios en este sentido para las familias con jefa mujer. (Coln Warren,1997; Departamento de Comercio, 2000, Tabla PCT59) El impacto de los pagos de Seguro Social, sin embargo, se da sobre todo a travs de ofrecer la posibilidad de mantener sobre los niveles de pobreza a familias ya pertenecientes a estratos socioeconmicos superiores, quienes han finalizado su vida laboral. Las disposiciones del Seguro Social favorecen ms a los sectores con niveles socioeconmicos ya ms altos, entre quienes hay mayor probabilidad de ingresos por trabajo tanto para hombres como para mujeres. La proporcin de familias recipiendarias de Seguro Social fue as superior para aquellas que vivan sobre niveles de pobreza, tanto entre las familias en pareja como entre las familias con jefa mujer. La diferencia en la proporcin de familias recipiendarias de Seguro Social entre familias sobre y bajo pobreza result muy reducida para la familias en pareja, 32 y 29% respectivamente. Aunque con ingresos limitados, existe entre stas mayores probabilidades de hombres empleados. An as, fue entre las parejas sobre pobreza que se increment ms la proporcin de recipiendarios. El acceso al Seguro Social ofreci a estas familias en pareja de estratos superiores niveles de ingreso que les permitieron mantenerse sobre los niveles de pobreza. Por su parte, la diferencia entre las jefas de familia sobre y bajo pobreza recipiendarias de Seguro Social en el 2000 fue sumamente marcada ( 41 y 26% respectivamente). Esta diferencia continuaba similar a la encontrada en 1990, o en todo caso, se acentuaba a travs de la dcada (Tabla II; Departamento de Comercio, 2000, Tabla PCT59). Nuevamente, las jefas sobre pobreza aparecen como un grupo seleccionado, quienes por su propio empleo, o a travs del empleo de sus cnyugestambin probablemente de estatus superior- recibieron pagos de Seguro Social y otros ingresos que les permitieron ubicarse sobre los umbrales de la pobreza. Las familias con jefa mujer bajo pobreza continuaban las ms desfavorecidas en trminos de ingresos a travs del Seguro Social. Con oportunidades ms limitadas en el mercado laboral, las mujeres, y en particular las mujeres jefas de familia, as como la creciente proporcin de hombres afectados por la insuficiencia de empleo en nuestro pas, ven reducidas sus posibilidades de pagos adecuados de Seguro Social. El ingreso por trabajo aparece en estos anlisis como central a la situacin econmica de las familias, tanto en las etapas en que sus miembros se encuentran en

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edades productivas y reproductivas, como en edades mayores. El empleo de las mujeres ha aparecido como un factor importante en reducir la pobreza de las familias en pareja, pero sobre todo entre las familias con jefa mujer. Si se observ un descenso en la probabilidad de pobreza familiar a travs de la dcada, sobre todo entre las familias en pareja puede atribursele tambin a otros factores que aminoraran la necesidad de ingreso por trabajo. La precariedad en el mercado laboral evidente en el Censo del 2000 amenaza con incrementar la vulnerabilidad econmica entre las familias de diverso tipo en nuestro pas, pero ms intensamente la de las familias con jefa mujer. Frente a este cuadro de empleo precario, resulta preocupante la reduccin de familias recipiendarias de beneficios pblicos registrada entre 1990 y 2000. La proporcin que recibi Asistencia Pblica descendi de 28 a 16% entre las familias en pareja y de 47 a 35% entre las familias con jefa mujer. Cerca de la mitad de las familias en pareja bajo pobreza, de hecho, no recibieron ni Seguro Social ni Asistencia Pblica en el 2000 y la proporcin recibiendo Asistencia pblica entre estas familias descendi de 46 a 30% entre los censos de 1990 y 2000. Debido a que sufren una mayor dependencia econmica, las familias con jefa mujer tendan en mayor proporcin a recibir seguridad social o beneficios pblicos. La proporcin de 38% de familias con jefa mujer bajo pobreza sin beneficios pblicos o Seguro Social era inferior a la encontrada entre las familias en pareja. No obstante, la proporcin de familias con jefa mujer recipiendarias de Asistencia Pblica tambin decenda dramticamente de 61% en 1990 a 47% en el 2000 (Tabla II) (Coln Warren,1997; Departamento de Comercio, 2000, Tabla PCT59). El descenso en familias recipiendarias parecera incluso superior al descenso en pobreza y dejaba a una proporcin creciente de familias pobres con menos fuentes de ingreso. Algunas conclusiones Las familias con jefa mujer han sido una constante a travs de nuestra historia. Los cambios en las relaciones de gnero, junto a la persistente definicin de las mujeres como responsables de las personas dependientes, adems de los incrementos en la expectativa de vida que favorecen a las mujeres, son algunos de los factores que tienden a su aumento en nuestras sociedades. No es justo y ni siquiera realista pretender forzar relaciones no deseadas e imponer un tipo de familia particular- la de pareja y con jefe hombre- como la nica posible o legtima. Es preciso que las polticas pblicas respondan a las necesidades de las familias en toda su diversidad y en particular a las de las mujeres jefas de familia. Entre las jefas de familia, las necesidades de aquellas de mayor edad y viudas sugieren condiciones distintas a las que viven mujeres ms jvenes, separadas, divorciadas o solteras, o a las particularidades entre las madres adolescentes, adems de considerar las diferencias de clase y otras condiciones de diversidad al interior de estos conjuntos. Las presiones y los estigmas particulares que viven las mujeres jefas de familia les presentan problemas emocionales, adems de sociales, no importa su situacin socioeconmica (Burgos,1999). Como mujeres, las jefas de familia sufren, adems, las condiciones de desigualdad de gnero en el mercado laboral que restringen sus oportunidades de empleo y su movilidad ocupacional e ingresos superiores, hacindolas ms vulnerables a la pobreza. Para la creciente proporcin de mujeres jefas en edad de trabajar y reproductiva, la desigualdad en la probabilidad de pobreza frente a aquellas que viven en pareja, requerira romper las barreras por razn de gnero an prevalecientes en

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el mercado de empleo, incluyendo las definiciones que hacen a las mujeres las principales responsables del mbito domstico y establecen al trabajo asalariado a partir de la experiencia masculina. Existe tambin diversidad en las condiciones de las jefas de familia de diferentes estratos socioeconmicos. Si consideramos aquellas en edad de trabajar, para la amplia proporcin de mujeres jefas de familia que provienen ya de estatus inferiores, la pobreza se acenta por las desigualdades en educacin y recursos que las concentra an ms en los mrgenes del mercado laboral o en puestos de menor rango. Sus oportunidades se reducen con las transformaciones econmicas que eliminan empleos para las personas de menos escolaridad y que demandan, incluso por mero credencialismo, una fuerza laboral cada vez ms cualificada. Entre las jefas de familia empleadas, por su parte, posiblemente aquellas con mayor escolaridad y pertenecientes a estratos superiores, reducen sustancialmente sus probabilidades de pobreza, aunque sufran las presiones y conflictos que conlleva su estatus familiar. En este sentido, se plantea la necesidad de incrementar las oportunidades educativas y de empleo para todas las mujeres, incluyendo las jefas de familia en estratos socioeconmicos ms bajos. Se ha evidenciado que para ello son fundamentales los apoyos que las mujeres requieren para asumir sus mltiples responsabilidades(Burgos y Colberg,1990). Parecera claro que en las presentes estructuras sociales y de gnero, estos apoyos se facilitan sobre todo para las mujeres cuyas familias poseen ya ms recursos y niveles educativos superiores. Mejorar las oportunidades y condiciones para las mujeres de menos recursos dentro de estos parmetros tendra que comenzar por ofrecerles servicios integrales como el desarrollo infantil, tutoras y transportacin, adems de experiencias para su crecimiento social y personal. Estos tendran que ofrecerse a travs de los periodos de transicin suficientes para acceder a adiestramientos y empleos, sin que se penalice a las familias recipiendarias de beneficios y servicios con reducciones en stos al recibir ingresos por trabajo. Transformaciones ms amplias requeriran el reconocimiento del trabajo del hogar como una funcin social fundamental, y que ste se redistribuyera equitativamente entre hombres y mujeres, contando con apoyos de todas las instituciones sociales. A pesar de ser indispensables como condiciones para facilitar la oferta de trabajo femenino, los programas de calificacin y apoyo ms adecuados no aminorarn la insuficiencia de ingresos por trabajo mientras las estructuras econmicas no promuevan ms oportunidades de empleos adecuados, tanto para hombres como para mujeres. Hemos visto cmo las familias de diverso tipo dependen del empleo de ambos cnyuges para superar la pobreza. Los desarrollos del capitalismo en los periodos ms recientes, no obstante, se han fundamentado precisamente en medidas de racionalizacin, desarrollo tecnolgico, movilidad geogrfica, privatizacin, entre otras, que han acentuado la tendencia inherente del sistema a la insuficiencia de empleo (Coln Warren,1997). En Puerto Rico, como en otros lugares, los hombres haban mostrado reducciones de empleo a travs de las estrategias econmicas previas. Las mujeres, quienes haban sido mano de obra preferida para las industrias manufactureras de mano de obra intensiva y servicios sociales, se han visto particularmente afectadas por estas tendencias ms recientes. (United Nations,1995; Ros, 1993; Coln Warren,1997).

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Si bien los beneficios pblicos en Puerto Rico nunca fueron suficiente para cubrir todas las familias necesitadas, ni permitieron a las familias recipiendarias superar los umbrales de pobreza, constituyeron un medio de sobrevivencia y resistencia que amortigu la insuficiencia de empleo para amplios sectores econmicos. Ante la desocupacin continuada y creciente, no es extrao el hallazgo de que el descenso registrado en el nmero de familias con jefa mujer recibiendo beneficios pblicos no se debi principalmente a que stas hubieran encontrado empleo regular y con pagos adecuados. Segn confirmamos en los datos analizados para este escrito, salir de los programas de beneficios no ha implicado salir de la pobreza (Hernndez Angueira, 2001; Nieves-Rosa y Thomas-Breitfield,2002). Bajo estas condiciones, resultan contraproducentes mayores recortes en el sistema de beneficencia pblica que agudizarn la inseguridad econmica de un amplios sector de familias, y en particular de familias con jefa mujer. Una verdadera reforma del sistema de beneficiencia y la erradicacin de la pobreza entre las mujeres requirira transformaciones profundas en nuestras estructuras socio-econmicas y relaciones de gnero. Se tratara de una redistribucin equitativa de recursos, empleos, oportunidades econmicas y responsabilidades no slo entre hombres y mujeres, sino entre los diversos estratos en nuestra sociedad (Coln Warren, 1997). No dudo que ello sera ms viable en un contexto de seguridad social para los sectores ms amplios de la poblacin, no con recortes de servicios. Sobre todo, la capacitacin y la formacin para el trabajo remunerado tendra que darse en un contexto de polticas de desarrollo que ofrezcan la posibilidad de mejores condiciones de empleos para mujeres y hombres. Sin apoyos que reconozcan la importancia social y econmica del trabajo domstico que realizan las mujeres, y en particular las jefas de familia, y sin que stas puedan acceder a oportunidades de empleo adecuadas, la reforma slo reproducir las probabilidades de pobreza familiar.

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TABLA I ESTADO CIVIL DE LAS MUJERES JEFAS DE FAMILIA EN PUERTO RICO 1980-1990 (Porciento) Estado civil Solteras Viudas Separadas/Divorciadas TOTAL 1980 11 34 55 143017 204082 1990 13 30 57

Fuentes: Departamento de Comercio de Estados Unidos, Negociado del Censo (1980) Censo de Poblacin, 1980. Puerto Rico. Washington D.C. :U.S. Government Printing Office, Tabla 105; Departamento de Comercio de Estados Unidos, Negociado del Censo (1990b) 1990 Census Detailed Cross-Tabulations for Puerto Rico.CPH-L-155.Washington D.C., U.S. Government Printing Office, Tabla 17.

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TABLA II CARACTERSTICAS DE EMPLEO Y FUENTES DE INGRESO POR TIPO DE FAMILIA POR NIVEL DE POBREZA EN PUERTO RICO 1990-2000 (Porcientos) Caractersticas 1990 2000 Familias pareja Mujeres jefas Familias pareja Sobre Bajo Sobre Bajo Sobre Bajo Pobreza pobreza pobreza pobreza pobreza pobreza 78 54 60 24 72 45

Sobre

Mujeres jefas Bajo pobreza

pobreza Empleo jefe (a) (Durante 1989/99 Asistencia Pblica Seguro Social Proporcin total bajo pobreza Proporcin bajo pobreza con empleo jefe(a) Total (N)

59

25

07 26

45 26

16 40

61 28

08 32

30 29

16 41

48 26

50

70

38

61

41 319898 319142

49 61345 142737

28 427911 265598

40 103027 159027

Fuentes: Departamento de Comercio de Estados Unidos, Negociado del Censo (2000) Censo de Poblacin, American Factfinder. Puerto Rico, http//factfinder.census.gov. Tablas PCT59,PCT60; Departamento de Comercio de Estados Unidos, Negociado del Censo (1990a) Censo de Poblacin, 1990. Puerto Rico. Washington, D.C.:U.S. Government Printing Office, Tabla 30.

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TABLA III DISTRIBUCIN OCUPACIONAL DE MUJERES JEFAS DE FAMILIA POR NIVEL DE POBREZA EN PUERTO RICO 1980-1990 (Porciento y proporcin bajo pobreza por ocupacin-probabilidad de pobreza) OCUPACIN Total jefas Administracin/ Supervisin Profesionales/ Tnicas Asistencia Administrativa/ Ventas Capataces/ Diestro Operarias/ Obreras Servicios/otros 1980 Bajo pobreza % bajo pobreza Total jefas por ocupacin 02 24 08 1990 Bajo pobreza

% bajo pobreza por ocupacin 21

06

04

17

09

17

19

11

27

31

25

38

34

33

45

03

04

49

03

04

51

18 24

23 37

60 73

15 19

20 28

61 68

Total (N)

41,886

19,573

62,081

29,031

Fuentes: Departamento de Comercio de Estados Unidos, Negociado del Censo (1980) Censo de Poblacin, 1980. Puerto Rico. Washington, D.C.:U.S. Government Printing Office, Tabla 143; Departamento de Comercio de Estados Unidos, Negociado del Censo (1990) 1990 Census Detailed Cross-Tabulations for Puerto Rico.CPH-L-155.Washington D.C., U.S. Government Printing Office, Tabla 47.

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TABLA IV DISTRIBUCIN PERSONAS JEFE (A)S DE FAMILIA POR NIVEL DE ESCOLARIDAD EN PUERTO RICO, 1990 (Porciento y proporcin bajo pobreza por nivel de escolaridad/probabilidad de pobreza) Escolaridad Total jefes (as) Total Bajo pobreza 16 17 16 22 22 20 Mujeres Jefas Total Bajo pobreza 21 19 16 24 21 19 Proporcin bajo pobreza Total Mujeres 75 71 68 78 78 83

0-5 5-8 9-12 Escuela Superior (Graduado) Colegio (No grado) Grados Asociados BA MA PhD/Prof %Escuela Superior o ms Total (N)

23 09 05 09 02 02 50

22 07 03 03 36

20 08 05 08 02 01 44

21 08 04 04 37

54 40 36 17 11 07/10

72 63 55 30 15 25/15

889998

492025

204082

142737

55

70

Fuente: Departamento de Comercio de Estados Unidos, Negociado del Censo (1990) 1990 Census Detailed Cross-Tabulations for Puerto Rico.CPH-L-155.Washington D.C., U.S. Government Printing Office, Tabla

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